Shizuoka Shizuoka

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 6 Septiembre 2020.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Dioses.

    Esa noche.

    Hana
    .

    Se sintió extrano, como si al rompecabezas le faltarán partes cruciales que quizá no debería pasar por alto, sin embargo no mostró ademán de incomodidad pese a sentir la mirada de Rengo sobre él, ajeno al nombre de aquella mujer que asesinó días atrás, creyendo erróneamente que no tenía nada que ver en aquella discusión familiar.

    Sin embargo denotó la molestia contenida de Takano para no terminar arremetiendo contra Rengo. Era su hermano, sí, pero qué tan flexible se permitía ser con él.

    Débil.

    No necesitaba de esa debilidad que le recordaba al anciano.

    Vio a su compañero levantarse y perderse entre pasos, optando por quedarse un rato más al resonar las últimas palabras en su cabeza.

    —¿Flores del infierno? —susurró de manera impersonal, permaneciendo ahí sentado con la vista fija en la espalda de Takano, viendo por el rabillo del ojo la silueta femenina tomar asiento.
     
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    Amelie

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    Oyaji
    Kohaku) [​IMG]

    Junto al Oyaji había un hermoso campo de girasoles, en esos momentos las flores parecían mirara a Kohaku de frente, ya que se movían con respecto al sol, al adentrarse pudo notar la altura de estos, variaba en secciones, pues habían sido plantados a distintos tiempos; pero se mantuvo a los alrededores buscando a alguien con quien hablar. Se fue guiando por un sonido silbido que acababa en un impacto seco, la altura de los girasoles no le debaja ver al final del horizonte pero conocía perfectamente ese silbido, lo escuchó en Nara de manera contínua mientras huían de la casa feudal, era el sonido de una flecha, aquella había sido su primera herida de batalla.

    Por eso fue cauteloso hasta que pudo ver una pequeña zona de entrenamiento, una señorita apuntaba con un arco hacia un árbol. Volvía el silbido, y el impacto seco era de la flecha clavándose en el árbol. Todas las flechas estaban perfectamente alineadas en el árbol, su destreza era evidente pero su rostro mostraba enojo, no concentración. Ella giró su arco para apuntarte cuando escuchó a Kohaku, al instante lo bajó; notando la agresividad en su accionar.

    —Lo siento— dijo destensando el arco para guardar de nuevo la flecha en el carcaj —Nadie suele acercarse a esta zona de Shizuoka — aquello era cierto, Kohaku había tenido que rodear todo el campo para dar con ella. Su vestimenta era la típica de una sacerdotisa de un templo sintoísta, era pequeña, seguramente su edad rondaba entre los quince o dieciséis.

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    (Takano; Rengo; Natsu; Yuzuki)[​IMG][​IMG]

    Rengo escuchó lo último mencionado por Yuzuki, se giró, juntó sus manos alrededor de su boca para que se escuchara mejor y no tener que regresar a la mesa —También fue un gusto volver a verte Yuzuki; cuida de mi hermano — volvió a avanzar mientras levantaba su mano despidiéndose. Sin un rumbo fijo, él sólo quería hacer una salida triunfal ante su victoria ante Takano.

    Takano bufó mientras volvía a acomodar sus piezas —La tranquilidad no va a llegar en mucho tiempo —dijo mirando a Yuziki — no entiendo cómo sabe tanto, pero no debe preocuparme demasiado, es mi hermano a final de cuentas; sólo me molesta que use esa información para enfurecerme — guardó las fichas.

    —Las flores del infierno o del equinoccio; es la flor de la familia Harima, el emblema y orgullo de Kamakura, la flor que crece en lugares sombríos y húmedos y de pendientes peligrosas— dijo sin emoción alguna hacia Natsu —¿Te perdiste en Tsu? — dijo preguntándole, pues su desaparición había preocupado a Takeda —¿Usaste a mi hermano para rastrearnos?
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Oyaji

    La búsqueda de algún aldeano parecía no darle ningún resultado desde las inmediaciones, por lo cual, luego de un rato, se decidió no sin ciertas dudas a internarse dentro de los campos. Los girasoles eran altos y le hacían cosquillas entre los dedos, y no pudo ya contener la emoción de Chiasa al saberse rodeada de tantas semillas. La dejó ir luego de sonreír y, entonces, lo oyó. El primer silbido.

    Su cuerpo se tensó por reflejo, el escape de Nara lo atropelló con una intensidad extraña y tuvo el impulso de girarse en todas direcciones, en busca de la proveniencia del sonido. Consiguió relajarse a los pocos segundos, sin embargo, ya que el silbido continuó prolongándose a cierta distancia.

    Nadie lo estaba atacando.

    Suspiró, regulando sus respiraciones, y avanzó guiándose por el sonido de las flechas hasta dar con una jovencita que practicaba tiro contra un árbol. Se detuvo de inmediato al saberse apuntado, aunque rápidamente notó que sólo había sido un movimiento reflejo de la chica. Le recordó a él, minutos atrás.

    Eso era, ¿verdad? Vivir con la guardia alta.

    —No se disculpe, señorita, he sido yo quien irrumpió sin aviso. Suelen decirme que mis pies son livianos como el viento —comentó, en voz suave, y le echó un vistazo al árbol; una sonrisa se le escapó al volverse hacia ella—. Vaya, ¿qué le ha hecho el pobre?

    Era extraño, hacía mucho que no contaba con los ánimos para bromear. La jovencita le había recordado a Kuroki, incluso a Mao, y de repente se preguntó qué sería de ellos. ¿Estarían bien? ¿Se habrían encontrado con muchas dificultades?

    ¿Estarían... vivos?
     
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    Amelie

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    [​IMG]
    Campos de girasol
    Kohaku) [​IMG]

    Hizo reir a la chica quien miraba al árbol con orgullo —Son livianos; pero mi oído es mejor —sijo con una sonrisa para señalar al árbol —Ese me imagino que es mi hermano, como siempre me ha logrado sacar lo peor de mi— dijo acercándose al árbol para recuperar sus flechas —¿Qué hace un hombre enmascarado por estos rumbos? Sé que no eres local — arrancó con fuerza cada flecha de un movimiento hasta que llegó a la última que jaló con fuerza sin poder quitarla, colocó su pie en el tronco para hacer mayor palanca, pero tampoco tuvo éxito.

    —¡¿Chiharu?!—Se escuchó una voz masculina acercarse —¿Sigues por aquí?

    Chiharu negó con fastidio —Seguro se va a burlar nuevamente de mi porque no pude sacar esta flecha ¿Crees que podrías ayudarme? Odio que se burle de mi, siendo que él... —mejor calló.

    Deberás tirar un conjunto de 5 dados de 10 caras

    1-14= no logras sacarla
    15-30=la sacas pero te cuesta trabajo
    31-50= la sacas sin complicación
     
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    Insane

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    Entrecerró los ojos al escucharlo, despertando interés en aquella planta que no conocía, sin embargo no la sentía lejana a quién era, identificándose con la descripción de forma inconsciente.

    <<¿Te perdiste en Tsu?>>

    Suavizó su expresión pese a no haberla fruncido como tal, guardando silencio al ver ademán por parte de Takano por continuar hablando, pasando por alto la primera cuestión.

    Se enderezó entonces y miró el cielo de soslayo. El sol estaba ardiendo, no había indicios de que fuese a llover.

    —Fue casualidad —comunicó gélido—, no sabía que Rengo era tu hermano, aunque mencionó tener más de uno—, pasó sus largos dedos por su propio cabello negro, sin molestarle el calor a totalidad—, ¿la oveja negra de la familia?

    Preguntó con aquel tono de voz plano, como sino sintiese interés particular en el asunto.
     
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    Zireael

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    Frunció el ceño apenas al escuchar las palabras de Rengo, porque bueno, ¿qué se supone que estaba haciendo desde Tsu? Cuidando del cabeza dura de Takano. Lo observó acomodar las piezas quizás con más atención de la que planeaba y finalmente suspiró, mientras lo escuchaba responder la pregunta al aire que había hecho Natsu.

    ¿No se fue? Curioso.

    Lo miró con el rabillo del ojo, prestando atención a lo que respondería a las otras preguntas. ¿Por qué se había separado del grupo... y cómo había terminado con Rengo?
    Entre esos dos estaban atrasando más de lo que quería lo que había venido a hacer inicialmente y, a decir verdad, estaba comenzando a impacentarse a pesar de no estarlo demostrando.
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Campos de girasol

    Asintió ante el comentario sobre su oído, debía tener realmente sentidos muy agudos. No supo muy bien qué decir con respecto al ¿conflicto? con su hermano, así que mantuvo la sonrisa cordial y no tocó el tema. Tampoco era algo que le concerniera, ¿verdad?

    Siguió sus movimientos con calma, mientras quitaba las flechas del tronco.

    —Estoy de paso, soy herborista y me recomendaron que podría pasarme por estos campos para conseguir semillas de girasol. Aunque... —Echó un vistazo alrededor—. También me recomendaron que tuviera precaución con los granjeros, aunque no he visto ninguno. ¿Sabe por qué?

    Pestañeó, atento a las dificultades que parecía tener para desclavar la última flecha, y no se molestó en contener la risa que brotó de su garganta en cuanto le pidió ayuda. No poseía burla ni ironía, era más bien ternura.

    Era, si se quiere, su instinto de hermano mayor o algo así.

    —Claro, la ayudo, señorita Chiharu. Permítame —concedió, acercándose al tronco, y le sonrió—. Tenemos que apresurarnos si queremos engañar a su hermano.


    mmm ko-kun esos brazos 7u7
     
    Gigi Blanche ha tirado dados de 10 caras para aber Total: 33 $dice $dice $dice $dice $dice
    Última edición: 30 Septiembre 2020
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    Amelie

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    Campos de girasol
    Kohaku) [​IMG]


    Kohaku tomó la flecha con una mano y tiró, la flecha cedió al instante, sin ningún tipo de esfuerzo, hasta le hizo preguntarse si Chiharu había jalado correctamente. Chiharu sonrió ampliamente al ver que lo había logrado —¡Eso ha sido impresionante! — mencionó mientras tomaba la flecha y jugueteaba con ella entre sus dedos, después miró a sus alrededores, Tsuna no estaba lejos, pero no veía a nadie más cerca —Ah, lo dicen por Tomoka-san; él es el agricultor de estas flores, dueño del Oyaji a su lado; las sembró para que su esposa pueda verlas desde el balcón — dijo señalando el balcón del Oyaji dónde no había nadie de momento —La señora Osuka ya no puede salir de casa, por lo que Tomoka-san creó este jardín para ella, así tiene una mejor vista y no sólo los grises y cafés de las montañas — dijo con tranquilidad —Tomoka-san se ha amargado un poco desde que su esposa enfermó, por lo que se volvió hostil con cualquiera que quiera tomar algo de este campo de girasoles, no quiere que dañen lo único que la alegra. Pero a mi me deja estar aquí practicando, creo que también entretengo a su esposa — tomó varias semillas de girasol y se las entregó a Kohaku — En agradecimiento por lo de la flecha, creeme, el señor Tomoka no se enojará conmigo, y es lo menos que puedo hacer por ti... ¿Cuál es tu nombre?

    Antes de que pudiera contestar su hermano apareció rodeando el campo, su expresión era de profunda tristeza.

    —Hoy no necesité tu ayuda Tsuna; hoy...— dijo Chiharu mostrándole la flecha en su mano, después observó a su hermano, su actitud no era la usual, normalmente la cargaba para molestarla, pero esta vez no lo hizo.

    —Hey, atún— dijo Chiharu molestándolo a él; pues el significado de Tsuna sería "enlace" pero su significado más corriente era "atún" Tsuna levantó la mirada e hizo una mueca de desagrado pero no respondió —¿Qué pasa?

    —Chiharu, no soy mejor que tú con el arco ¿verdad?— preguntó Tsuna, haciendo que Chiharu se incomodara —Dime la verdad; contigo no me enojaré.

    —No lo eres; eres mejor que Tsubaki; pero no, no eres mejor que yo— dijo con seguridad.

    Tsuna se acercó a Chiharu y la abrazó, aquello la tomó por sorpresa —Que nadie te vuelva a obligar a rebajar tu habilidad ante mi, no necesitas mentirme— dijo mientras alzaba la vista percatándose por primera vez en Kohaku, empujando a Chiharu detrás suyo defendiéndola.

    —No, es un nuevo amigo, no te preocupes — dijo Chiharu jalando el hitatare de su hermano —Y a decir verdad, fue el que me ayudó a sacar la última flecha del árbol — dijo avergonzada.

    Tsuna sonrió hacia Chiharu y luego miró a Kohaku, la máscara le hacía tener sus dudas con respecto a él, pero había ayudado a su hermana —No debes avergonzarte Chiharu, si te lo propones mejorarás en fuerza — dijo sorprendiendo a Chiharu con sus palabras tan amables, poco usuales en él; para después dirigirse a Kohaku —veo que eres un espadachín —dijo señalando la katana en su cintura.

    —No hermano; no necesitas pelear con él —dijo Chiharu interponiéndose entre él y Kohaku.

    —No pensaba hacerlo Chiharu— meniconó Tsuna. Volvió de nuevo su mirada a Kohaku —Has sido gentil con mi hermana, así que por cortesía te pregunto ¿Necesitas ayuda en algo, viajero?

    Se escuchó un ruido entre los girasoles y un hombre con un bastón salió colérico gritando —¡Qué les he dicho de andar jugando entre mis girasoles!— el anciano miró a Chiharu y después a Tsuna y avergonzado bajó el bastón —Lo siento mucho mi señor, no sabía que era usted; escuché ruido y pensé que eran esos mocosos que corren entre mis flores.

    —Descuide Tomoka-dono; no hay resentimiento— mencionó Tsuna.



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    (Takano; Rengo; Natsu; Yuzuki)[​IMG][​IMG]

    Takano negó hacia Natsu, mirando como Rengo se alejaba por completo —Creo que no hay nadie en mi familia que encaje en mi familia — dijo seco; oír a aquellos dos teniendo una conversación era como escuchar a dos oradores de ceremonia, ninguno mostraba un ápice de emoción y hablaban con voz monótona, intentando usar la menor cantidad de palabras —¿Viajarás con nosotros de nuevo?

    Takano miró a Yuzuki, sus ojos parecieron suavizarse un poco, esta vez prestó atención a su rostro —¿Quién te hizo eso?— dijo mirando un área enrojecida en su cuello, aquello era un impacto, su rostro mostraba enojo, esta vez mostraba emociones a diferencia de la conversación con Natsu —¡Maldición Yuzu! Esto era más importante que una partida de shogi — dijo golpeando la palma de su mano derecha con el puño cerrado de la otra.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    Se cubrió la boca con la mano al darse cuenta de que no iba a contener un bostezo, era inevitable. Si es que esos dos hablaban sin una pizca de sentimiento, tan siquiera con el incordio que había resultado ser Rengo había algo de emoción en el asunto. Si es que apenas era que no hablaban en monosílabos.

    Cuando Takano dirigió la atención a ella e hizo la pregunta prácticamente dio un respingo, más que nada por el cambio brusco entre hablar sin emoción alguna a mostrar enojo.
    Se llevó la mano al golpe y la deslizó hacia su hombro, bastante resentido del primer golpe de Tsuna todavía, y aún así cuando regresó la vista a él se permitió sonreírle con tranquilidad.

    —Me lo he buscado yo sola, no tienes que preocuparte. De hecho por eso vine. —Regresó la vista a las piezas del tablero mientras estiraba la mano para volver a levantar un peón—. Embarré en el tatami del dojo a Tsuna Arima, hijo del señor feudal de Shizouka, antes de saber quién era claro. Me derribó la primera vez y todo el golpe me cayó en el hombro, con su fuerza y mi propio peso; pero ya sabrás, vengo de una familia de perros orgullosos, así que la segunda vez le salió mal. Creyó que estaba buscando impresionarlo y no podría traerme más sin cuidado, lo que sí quería era cerrarle la boca como hizo Fuji en Iwakura cuando pusieron en duda sus capacidades.

    Apiló el peón sobre otro y otro y otro hasta formar una pequeña torre.

    —Bueno, eso tampoco salió como yo esperaba, como ya debes intuir. Hablé un rato con Kurohito, guerrero de Arima, y al parecer estuvieron criando a Tsuna bajo una ilusión de confianza... Lo dejaban ser el mejor en todo y lo adulaban, a petición de su padre. Le dije que eso era igual de peligroso que no haberlo entrenado y enviarlo a combatir así. En fin, el joven regresó luego de haberse retirado del dojo hecho una furia, y pidió que Kurohito y yo lo atacáramos con las espadas de madera mientras él solo defendía. Partí la suya y de haber sido una katana real le habría cortado el cuello de cuajo. —Comprimió los gestos—. El joven se dio cuenta de la farsa en la que lo tenían metido y retó a Kurohito, a su maestro, a una pelea con armas reales hoy por la tarde.

    Empujó las piezas que acaba de apilar y estas se desparramaron sobre la mesa.

    —Mi orgullo derribó el mundo de sueños de Tsuna Arima y destrozó a Kurohito, quien terminó llorando como un niño en la entrada del dojo. ¿Takano, quién ganó esa partida de shogi? —La pregunta la hizo casi en un murmuro—. Mi orgullo de perro dice que fui yo, pero lo que siento en el pecho dice otra cosa. Siempre dice otra cosa y quizás por eso a pesar de todo soy uno de los eslabones inútiles de las camelias.

    Una flor sin esencia.

    La cría delgada de la camada.

    Rechazada como guardián por ser demasiado suave con todo el mundo.


    —Siempre fui débil al dolor ajeno, sobre todo cuando mi movimiento en el tablero es lo que lo precipita.

    A ese paso iba a tener que pedirle al mismísimo Tsuna que le sacudiera la estupidez de encima, porque estaba comiéndose la cabeza de una manera terrible.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Natsu Gotho

    No respondió siquiera por el simple hecho de que no pensó volver a cruzarse con ellos, en cuanto meditó por un rato iba a responder, pero terminó observando cómo la atención prestada se enfocaba en la mujer presente. No comprendía el enojo de Takano hacia el aparente daño que le habían causado a ella, a fin de cuentas si le habían provocado aquella marca solo significaba que era débil, que debía entrenar más fuerte.

    Podía tornarse tan arrogante.

    El golpe de la palma con el puño cerrado lo sacó de su ensimismamiento, elevando las pestañas en parpadeos sutiles hasta el cabello negro, comenzando a escuchar su discurso. Tenía un tono de voz suave, pero aún así se escuchaba como una chica claramente activa.

    Un fastidio.


    —Aquellos que no se reconocen así mismos están condenados al fracaso —siseó en un tono de voz claramente bajo, volviendo sus pupilas hacia la luz del sol—, no es tu problema si se matan entre ellos.

    <<—¿Qué planes tienes para el futuro Natsu? Digo, algo has de pensar en esa pequeña cabeza tuya, muchacho.

    El chiquillo se tapó los ojos con el antebrazo izquierdo, cubierto del pesado abrigo mientras la fuerte ventisca de nieve azotaba la cabaña maltrecha.

    —Desaparecer.

    La tormenta helada irrumpió las palabras que no alcanzaron a llegar a oídos ajenos.>>


    Las palabras utilizadas comenzaban a remover aquella sensación que particularmente, no era de su agrado. Cerró entonces los párpados de nueva cuenta. La dualidad moral era algo de tontos.
     
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  11.  
    Zireael

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    Yuzuki Minami
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    La voz monótona de Natsu le alcanzó los oídos, haciendo que girara el rostro apenas para detallarlo aún detrás de Takano. No había respondido la pregunta, ¿cierto? Pero aún así seguía allí, escuchando como una liebre negra entre las sombras, aunque claro... estaban a plena luz del día.
    No arrugó los gestos pero su mirada se afiló casi tanto como la ajena.

    ¿En qué andas, yōkai?

    —¿Vas a atender la pregunta que se te hizo directamente o planeas seguir colocando tu opinión dónde no se pidió? Si pretendes quedarte aquí con los oídos atentos en lugar de ir con Rengo me da un poco igual lo segundo en tanto te dignes a responderle a Takano.

    Basta con la partida oculta de Rengo, no se me apetece otra.
     
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  12.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
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    Le sorprendió un poco la facilidad con la cual había logrado extraer la flecha del árbol, pero Chiharu se veía muy contenta, en definitiva, y eso dejó a un lado sus cavilaciones. Sonrió tranquilo mientras le contaba la situación y sus ojos se deslizaron por reflejo hacia los balcones del Oyaji. Era una historia conmovedora, lo suficiente para encogerle el corazón, y es que logró imaginar tantas cosas durante esos escasos segundos; incluso sin poder dibujar sus rostros, los vio. Los vio de jóvenes, conociéndose y enamorándose. Los vio llevando adelante el Oyaji, haciéndolo prosperar. Vio al anciano labrando los campos bajo el rayo inclemente del sol, durante días y días, lo vio recogiendo las semillas entre sus palmas ahuecadas y lo vio regando aquella inmensidad. Lo vio sosteniendo la mano de su esposa enferma, y los vio contemplando la preciosa inmensidad de girasoles mientras el atardecer se perfilaba tras las montañas, la brisa meciendo suavemente las flores.

    Puede que en el fondo fuera un tonto romántico, y desde luego sabía que la vida siempre traía más que eso, pero ¿no era, en definitiva, lo importante? ¿Qué relevancia guardaban los conflictos y las lágrimas derramadas de una historia en la que un hombre plantó un campo entero de girasoles por su esposa?

    Aceptó las semillas de girasol, contento, y las guardó en uno de sus bolsillos.

    —Muchas gracias, Chiharu-chan. Yo soy-

    Se interrumpió, pues el hermano de la niña había aparecido y su aspecto indispuesto llamó la atención de ambos. El nombre, de todos modos, ya se había formado en su mente y le arrojó un trago amargo a la garganta. Kosuke, ¿eh?

    Mentira.

    Un repaso breve del nombre que había surgido por los costados de su memoria le arrancó una sonrisa que escondía cierta cuota de ironía. Ko, de paz, y suke, de precursor, heraldo. ¿Con qué cara podía considerarse alguien que trajera la paz? Sus manos estaban manchadas de sangre.

    Kohaku oyó el intercambio guardando las distancias, no era algo que le incumbiera y le habría resultado muy descortés de su parte interrumpir. Se tensó un poco al notar la mirada de Tsuna sobre él, la hostilidad brotó entre ellos de inmediato pero no pudo molestarse ni nada parecido. Estaba protegiendo a Chiharu detrás de su espalda y de un segundo al otro la escena se amalgamó con sus recuerdos.

    Él, en el lugar de Tsuna. Chiasa, en el de Chiharu.

    ¿Adónde se había ido su millón de amaneceres? Así como había visto a Tomoka-san observando los campos junto a su esposa, pudo verse a sí mismo, de pie junto a Chiasa, mientras los pequeños Itsuki y Hinata correteaban entre el jardín y la densa nieve. Fue un instante, una fracción de segundo capaz de estrujarle el corazón, de partirlo en un millón de pedazos. Como sus amaneceres perdidos.

    Ya no estaba allí, y al mismo tiempo sí lo hacía. No reaccionó al comentario de Tsuna sobre ser espadachín y se limitó a menear suavemente la cabeza ante su ofrecimiento por ayuda. Lo único que hizo fue alzar los brazos, llevar las manos a su nuca... y desatar la máscara.

    La pequeña ardilla había aparecido de quién sabe dónde y trepó hasta su hombro, observándolo con curiosidad. Kohaku mantuvo la máscara de los Ishikawa arraigada con fuerza entre los dedos de su mano izquierda, como si, aún entonces, fuera incapaz de alejarse de ella. Acortó la distancia que lo separaba de los hermanos e hincó la rodilla frente a Chiharu, sus ojos ámbar chispearon bajo la fuerza del sol como la resina cristalizada de la cual venía su verdadero nombre.

    Y en su rostro había una sonrisa tan dulce, pero tan triste.

    —No ha sido nada, Tsuna-kun —susurró, deslizando su mirada hacia el muchacho antes de regresarla a la niña—. Tienen una muy bonita relación, ¿verdad? Cuídenla. Apóyense el uno en el otro. Jamás lo olviden.

    Sus dedos libres cosquillearon con el impulso de acariciarle la cabeza, pero se contuvo. Esa era Chiharu, no Chiasa.

    No era su Chiasa.

    —Y no repares en pedir ayuda si no consigues sacar las flechas por ti misma. Está bien no poder sola.

    La irrupción de Tomoka fue, cuanto menos, ruidosa. Kohaku se incorporó casi de un respingo y pestañeó, sorprendido. Saberse desprovisto de la máscara le arrojó una extraña incomodidad por el cuerpo y su rostro de tiñó de rojo. Ah, ¿por qué se la había quitado en un primer momento? Fue un impulso.

    Dioses.

    Además, ¿había tratado a Tsuna de "mi señor"? ¿Quiénes eran esos hermanos, exactamente?

    —Tomoka-dono —pronunció, amable; prefirió emplear el mismo honorífico que Tsuna, pues le preocupaba mucho ofenderlo—. Lamento mi atrevimiento, pero Chiharu-chan me ha contado la historia de estos campos de girasol y...

    Paseó la vista por los susodichos, las flores se mecían al compás del viento. Apretó la máscara en su mano con un poquito más de fuerza.

    —Me ha resultado preciosa. Es un placer poder conocerlo.

    chale el tocho, sowwy
     
    Última edición: 2 Octubre 2020
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    Campos de girasol
    Kohaku) [​IMG]

    Chiharu no pudo evitar sonrojarse cuando miró a Kohaku, aquello la había tomado por sorpresa, no esperaba facciones tan dulces debajo de aquella máscara; en su mente de una niña imaginaba alguna especie de cicatriz y que por eso utilizaba aquella máscara, pero no era así. Tsuna relajó los hombros al ver aquel gesto, si mostraba su rostro era una señal de que no buscaba atacar a nadie. Chiharu ya confiaba en él por el simple hecho de haberla ayudado, pero Tsuna se mantenía reservado, gracias a aquel acto pudo sentirse en un espacio más seguro.

    —No siempre —mencionó Tsuna ante la relación que tenían como hermanos, él y Chiharu. Tardó en volver a hablar mientras se distraía observando a la pequeña ardilla que se mantenía en el hombro de Kohaku —A decir verdad he sido mal hermano por demasiado tiempo, posiblemente con la persona que ha sido más sincera conmigo —dijo colocando su mano en la cabeza de Chiharu, haciendo que ella dejara de mirar a Kohaku, sacudiendo la cabeza avergonzada de haberse quedado mirando a sus ojos; para después mirar hacia su hermano.

    —No eres mal hermano; sólo eres muy grocero — dijo olvidando su enojo hacia él —En la mañana fuiste muy grocero conmigo, sabes muy bien que odio que me obliguen a sólo estudiar música y caligrafía, mis prácticas con arco también son importantes.

    —Lo son Chiharu; lo siento mucho —dijo Tsuna con sinceridad —Hablaré con nuestro padre.

    Chiharu miró a Kohaku cuando mencionó lo de pedir ayuda con las flechas y sonrió —¿Entonces planeas quedarte un tiempo aquí? ¿Me ayudarás con las flechas? A veces llegan a lugares muy altos que no alcanzo, y Tsuna normalmente entrena todo el día en el dojo; hay días que me quedo sin flechas por no poder alcanzarlas o sacarlas de la madera.

    Tomoka había aparecido y prácticamente al instante suavizado su semblante; se giró a observar a Kohaku quien se había dirigido a él, antes de que respondiera, Chiharu intervino —Él es un amigo nuestro Tomoka-san—

    —Entonces el placer es mío; aun le falta tiempo para que crezca —dijo mirando hacia el campo — pero la paciencia es necesaria si quieres ver florecer al girasol, sólo son admirables cuando ya han desplegado todos sus pétalos— mencionaba Tomoka orgulloso — Los girasoles tienen varias cualidades sorprendentes, como el dirigir su tallo hacia el sol; es por eso que los he sembrado aquí, para que la mayor parte del día vean hacia el balcón de mi esposa —dijo señalándolo, ella no estaba allí.

    —Con su permiso —dijo haciendo una reverencia —debo volver con mi esposa; siéntanse con la libertad de permanecer en los campos el tiempo que quieran; observarlos al anochecer también es maravilloso.

    Se despidieron del anciano mientras este se perdía entre los girasoles más altos.

    —Debo irme Chiharu; debo zanjar un asunto que tengo pendiente con Sanada — mencionó Tsuna para después dirigir su mirada a Chiasa y luego a Kohaku —Mi madre me ha enseñado que las personas que son buenas con la naturaleza no pueden ser malas personas; confío en que Chiharu estará a salvo junto a ti; la llevaría conmigo pero sólo va a negarse, y no planeo cargarla para regresar al castillo, sé que odia que lo haga —dijo con una sonrisa hacia Chiharu, quien sonrió de regreso al escuchar aquellas palabras; por primera vez su hermano parecía estar escuchándola.



    [​IMG]
    (Takano; Rengo; Natsu; Yuzuki)[​IMG][​IMG]

    Takano negó mientras escuchaba que había arrojado contra el tatami al hijo de un señor feudal, pero lo hacía para contender una pequeña sonrisa escapándose por la esquina de sus labios —Los nobles creen que pueden hacer lo que quieran, es lo que me molesta de la política, la cortesía nunca se nos ha dado bien; no puedo reclamarte algo que yo también hubiera hecho. Porque lo hubieras hecho igual a pesar de saber quien era— dijo mientras observaba como apilaba los peones, no estaban lo suficientemente rectos, pero aquello no importaba, las había dejado caer.

    —¿Qué clase de crianza es esa? — preguntó sin esperar respuesta — Si lo ha sido criado de ese modo me da a suponer que jamás planeó que su hijo lo acompañara a una guerra; seguramente su función era dejarlo en Shizuoka, así el podría dejar protegida su ciudad e ir a la guerra sin ningún conflicto; con una seguridad falsa, este tal Tsuna controlaría adecuadamente la prefectura en la ausencia de su padre —negó nuevamente — El señor de Shizuoka confía demasiado en sus propias habilidades, cree que nadie podrá derrotarlo en combate y por eso dejaría a su hijo a cargo, pues tiene la idea de que siempre regresará a casa— comenzó a armar las ideas en su mente. Mientras escuchaba las palabras de Natsu.

    "Aquellos que no se reconocen así mismos están condenados al fracaso... no es tu problema si se matan entre ellos"

    —Claro que es su problema —dijo tranquilo hacia Natsu — Ella movió la primera pieza — dijo para apuntar hacia Yuzuki —Has roto su espado y golpeado su cuello, tenemos al hijo del señor feudal el cual ahora sabe la fragilidad de su vida, un niño temeroso que con miedo quiere demostrar su valía — comenzó a guardar las piezas para que Yyuzuki no las volviera a regar, era algo que no le diría pero no le gustaba la idea de que aquellas piezas se dañaran —Has destruído a más de dos hombre hoy Yuzu; no sólo has mostrado lo que es la debilidad a Tsuna; has hecho que Kurohito pierda su fuerza al querer enfrentarse al hijo de su señor; pero esos dos son solo piezas simples que pueden volver a recuperarse —dijo levantando la pieza del rey —Has destruído los planes que viene haciendo el señor Arima por los años de vida que tiene Tsuna; no eres débil, los débiles no hacen nada, sólo observan a los demás jugar; tu has movido las piezas —guardó aquella última pieza emocionado —Yuzu, no has ganado, tampoco ganaron ellos; la partida aun no ha terminado.

    Miró a Natsu —Si Yuzuki no hubiera interferido, cualquier pelea entre Tsuna y Kurohito no serían problema suyo; pero lo hizo, a pesar de no saber que desencadenarían sus acciones.

    Yuzuki le recordó que le había hecho una pregunta a Natsu —Bien, eres hombre de acciones, no de palabras; si nos sigues asumiré que te unes a esta partida de shogi, porque habrá sido Yuzuki quien movió las piezas; pero nosotros nos movemos en equipo. Una sola pieza no sirve en la guerra si no saben utilizarla — dijo mirando al horizonte por dónde Rengo se había ido.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Volvió a prestar atención al intercambio de los hermanos con la debida distancia, aunque se le escapó una sonrisa enternecida. Sí se llevaban bien, ¿eh? Justo como los hermanos deberían llevarse. Gastándose bromas, queriendo ser talentosos a los ojos del otro, a veces discutiendo, a veces riendo, pero si llegaran a tener un problema acudirían en su ayuda sin siquiera pestañear.

    Era un amor extraño, pero de los más puros que existían.

    Hubiera las piedras que hubiera en el camino que los unía, estaba seguro que lograrían retirarlas sin dañarse las manos.

    Kohaku pestañeó sorprendido al recibir la atención de Chiharu. ¿Quedarse allí? Vaya, lo dudaba mucho, y eso... lo entristeció un poco. Una parte de su corazón habría deseado seguir conociendo a esas personas, lo había deseado tanto que por un instante olvidó todo. El clan al que pertenecía, la misión que acaecía. Era ahora una especie de espíritu errante, apareciendo y desvaneciéndose en cuestión de días.

    De nada le servía atarse a las ciudades que transitaran ni a las personas que allí conociera, aunque... le resultaba inevitable, ¿verdad? Dejar un fragmento de su corazón con ellos. Con Suguino en Nara, con Hana y el pequeño Kibo en Tsu, con los Yoshida y Fuji en Iwakura.

    —¿Quedarme? No, Chiharu-chan, lo siento. Sólo estoy de paso.

    Con Daichi, Matsuda, Kuroki y Ryouma, donde quiera que estuvieran.

    —Pero podemos pensar en algo juntos para resolver este problema con las flechas, ¿qué te parece?

    Lo estaba haciendo. Estaba extendiéndole un fragmento de su corazón con ambas manos, y no lo lamentaba ni un instante.

    Le prestó una atención absoluta a las palabras del anciano Tomoka, sonriendo y asintiendo de vez en cuando. Ya había oído ese tipo de cosas en el pasado, sabía de las cualidades del girasol y no sólo por su maestro herborista. Se inclinó, respetuoso, y siguió la silueta del hombre mientras se perdía entre los campos amarillentos. Volvió a echarle un vistazo a los balcones del Oyaji, aunque su mujer no estuviera allí. Pudo escuchar la voz de Chiasa con una claridad impresionante.

    Me encantan los girasoles, Ko. Me recuerdan a ti.

    Una vez Tsuna se ausentó, Kohaku se sentó sobre el césped con las piernas cruzadas y llevó una mano a su barbilla, pensativo.

    —Hmm... ¿Cómo podemos alcanzarte las flechas que queden muy altas? —murmuró, abstraído en sus pensamientos, mientras Chiasa se bajaba de su hombro y correteaba hasta Chiharu—. ¿Un gancho? ¿Un banquito de madera? ¿Y si le atamos cintas a las flechas?

    toda esta wea me pega fuerte porque en Gakkou, de hecho, relaciono los girasoles con Kohaku justamente gracias a su hermana and im not crying, you are

    IN FACT el niño con la rosa de mi firma es él, y sólo fue rosa porque no conseguí con girasol but akdsajdla *cries*
     
    Última edición: 2 Octubre 2020
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    Zireael

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    La reacción inicial de Takano le vino en gracia, ciertamente, había notado el intento por contener una sonrisa ante lo que acababa de contarle y bueno, era normal, ella también se habría reído si venía alguien a contarle semejante cosa.

    ¿Qué lo hubiese hecho incluso sabiendo desde antes quién era Tsuna? No lo había pensando ni un segundo pero tenía razón, de hecho era probable que lo hubiera embarrado en el tatami con todo el placer del mundo solo por saber que era un noble exageradamente fanfarrón. Era esa clase de persona, se movía de una forma extraña entre la suavidad y un orgullo fiero. Era la cría delgada de la camada que había aprendido a encajarle los dientes a todo el que pretendiera aplastarla.

    Controlar Shizouka con una seguridad falsa.

    No dejaba de ser una ilusión.

    Un reflejo en un estanque.

    "Claro que es su problema".

    "Ella movió la primera pieza".


    Arrugó las facciones y sintió unas extrañas ganas de soltarse a llorar, escuchando el llanto de Sanada en su cabeza de nuevo. Pero de entre toda la gente no iba a hacerlo allí frente a Takano y mucho menos frente a Natsu, que ya había demostrado ser, además de un entrometido, un total apático. Se hacía una idea de lo que podía estar pensando de ella ya, sin que abriese la boca siquiera.
    Aún así se llevó el dorso de la mano al rostro y se enjuagó los ojos con algo de fuerza, agitándose el flequillo albino con el gesto.

    Sabía desde que había salido del dojo para acudir a Takano cuáles serían sus palabras, ¿no? Claro que sí, eran las que le decían que la partida de shogi no la había ganado ella... porque nadie había ganado aún, pero necesitaba escucharlas de otra persona para terminar de creérselas, para terminar de asentar que, contrario a lo que había dicho Kurohito, sí tenía culpa en ese asunto.

    Había movido a los peones.

    Aunque si lo pensaba más que confirmar que había sido quien precipitó los acontecimientos, lo que necesitaba era que alguien le dijera que podía seguir jugando.

    Lo vio recoger las piezas sin decir nada realmente, pero recordó que ese tablero se lo había robado a Hashimoto así que en parte le habían rajado el pecho por esas piezas con las que ella estaba jugando como una chiquilla. Si le perdía alguna al pobre le iba a dar un ataque o algo y tendría que sustituirla con semillas, luego de todo el costo.
    Al caer en eso se revolvió algo incómoda en su lugar, sin dejar de prestarle atención a sus palabras y cuando lo vio levantar el rey tragó grueso, anticipándose a lo que diría.

    Había destrozado los planes del mismísimo rey.

    "No eres débil".

    ¿Ah?

    "Los débiles no hacen nada, sólo observan a los demás jugar".


    Deshizo el nudo en la tira de tela que hasta entonces había sostenido su cabello en una coleta alta, haciendo que la cascada de carbón se desparramara sobre su espalda y sus hombros, enmarcándole el rostro junto al flequillo albino. Era una suerte de escudo de repente, ocultaba algo del color que le había subido al rostro y también el hecho de que a pesar de que se negaba a llorar, los ojos se le habían cristalizado contra su voluntad.

    No había ganado, pero si podía salvar los peones ajenos no importaba nada más.

    Esa era su justicia, la justicia del cachorro anémico... y su clan entero.

    Pero para cumplirla necesitaba ayuda de otros, ya lo había dicho él, una sola pieza que no sabe usarse no sirve en la guerra. Por eso había acudido a su general antes de seguir haciendo movimientos estúpidos.

    Ginshō.


    Keima.

    —Gracias —murmuró mientras se enderezaba despacio, con movimientos fluidos, para levantarse de la mesa por fin con ánimos renovados. Después se inclinó apenas hacia Takano, apoyando las manos envueltas en vendas en la mesa, sin darse cuenta de que por el movimiento algunos mechones de cabello se deslizaron de sus hombros hasta ir a parar sobre él. Le dedicó una sonrisa amplia, asombrosamente cálida, como las que recordaba haberle dedicado cuando era una niña de tanto en tanto—. Eres mejor jugando shogi que yo, así que voy a necesitar bastante ayuda para no terminar arruinándolo todo de nuevo. Pero ya sabes, nada peligroso, no quiero tener que volver a unirte el pecho.

    No creía poder lidiar con eso dos veces.

    Como si Natsu los acompañaba o no, daba igual. De todas formas era una pieza que no sabía usar y que quizás ni siquiera pertenecía a ese tablero.


    que no se note la research en modo Sonic que me clavé, qué va

    Also qué pedazo de tocho acabo de tirar, por dios
     
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    Insane

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    Permaneció en silencio, como si Yuzuki no representara nada más que un bicho estorboso en su camino al no volver a deparar en ella pese a que la escuchó perfectamente. Tenía inquietudes que quería hablar con Takeda, pero si el tipo no podía simplemente dejar sola a la otra estúpida que parecía meterse en problemas cada tanto no perdería más el tiempo.

    Se levantó jugando con la yema de sus dedos entre los frascos de venenos preparados que traía dentro de las mangas del kimono, aunque a ojos externos solo estaba con los brazos cruzados dentro de la tela.

    Su objetivo actual era conseguir a Shi.

    —Debo hacer una cosas antes —avisó con los orbes dorados teñidos por las sombras del abismo.

    No le apetecía hablar de a mucho, sin embargo cabía la posibilidad de que su camino cambiara bajo circunstancias idóneas, por lo tanto no se denegó.

    —Nos vemos en unas horas —habló con aquel tono de voz profundo, perdiéndose en la lejanía al comenzar a caminar.

    Tenía el presentimiento de que se encontraría con alguien más de dicho grupo en aquella prefectura.

    ¿Quién sería?
     
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    Amelie

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    Amelie

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    Chiharu bajó el rostro al suelo cuando Kohaku le dijo que no se iba a quedar en Shizuoka, era de esperarse pero mantenía la fe en que así fuera.

    —Es una pena que estés de paso; Shizuoka es una ciudad de muchos adultos y pocos niños y jóvenes — decía con tristeza —Y los que hay no quieren hablarme, supongo que por miedo y respeto hacia mi padre; me emocioné por un momento... —no volvería a tocar el tema, hacerlo sería egoísta de su parte, y su madre le ha enseñado bien a no demandar atenciones que puedan causar pesar a la otra persona.

    —Lo de la cuerda no —dijo arrugando su nariz como si la idea le diera asco —Sólo causará que mis tiros se desvíen — dijo mientras sentía a Chiasa corretear, y esto provocó que se distrajera — ¿Viajas sólo con esta pequeña? — preguntó con un dejo de preocupación.

    Chiharu miró hacia el horizonte, el sol comenzaba a ocultarse —Se acerca la noche —dijo mirando hacia Kohaku, concentrado en solucionar su pequeño problema con las flechas, era demasiado amable con alguien que acababa de conocer, aquello no lo hacía simplemente por estar aburrido sin nada que hacer —Puedo pedir pretado un banco Tomoka-san, para ser sincera no había buscado otros métodos para recuperar mis flechas por mi orgullo; creo que no está mal pedir ayuda de vez en cuando — dijo con una sonrisa sincera —Si no tienes dónde pasar la noche estoy segura que a mi padre no le importará tener visitas.



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    (Takano; Natsu; Yuzuki)[​IMG][​IMG]

    Takano notó los movimientos de Yuzuki, la había lastimado con sus palabras sin darse cuenta, los ojos no podían mentir. No supo reaccionar ante aquello y por la actitud de Yuzu seguramente ella no quería que lo hiciera.
    Trató de pensar en algo para recomfortarla, pero ella ya se había levantado para acercarse a él, sintiendo su cabello en sus hombros; el cabello largo siempre le había resultado un enigma para el combate, sentía que sólo estorbaba, recordó que la última vez que la vió en Kamakura su cabello no era tan largo, ambos eran más pequeños entonces, pero él siempre se consideró un adulto ante los demás y a ella siempre la vió como una niña.
    Pero en ese momento, teniéndola tan cerca se distrajo por unos instantes dejando su mente en blanco.

    "Debo hacer una cosas antes... nos vemos en unas horas"

    Las palabras de Natsu lo sacaron de su ensimismamiento, para levantarse de golpe y con una falta de coordinación atípica para cochar frente a frente con Yuzuki; aquel acto de torpeza lo hizo pisar la silla de dónde se acaba de levantar, cayendó al suelo avergonzado; para su fortuna el tablero seguía en la mesa intacto. Los ancianos que estaban en otra de las mesas del comercio rieron discretamente.

    Natsu ya se había ido pero Yuzuki estaba allí de pie. Se levantó acomodando la silla, tomó el tablero y sin volver a enfrentar la mirada de Yuzuki —Lo siento —dijo mientras avanzaba hacia el dojo.




    [​IMG]
    Casa de armamento (Natsu)[​IMG]

    Se alejó de aquel par, emprendiendo su camino hacia la casa de armamento; él hombre estaba sentado destrás de su mesa de trabajo, su piel era tersa y buen cuidada, a diferencia de muchos de los herreros que había conocido hasta ese momento. Su ropa permanecía limpia y sin arremangar, incluso el lugar olía a incienso, en ese preciso momento el hombre sólo limpiba las sayas de algunas katanas. Aquel hombre no parecía estar acostumbrado a forjar armas, sus brazos eran delgados y sus movimientos de limpieza eran lentos.
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  19.  
    Gigi Blanche

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    Mientras Chiharu más y más hablaba, Kohaku se iba haciendo la idea de que no había topado con dos simples hijos de campesinos o pescadores. Eso era... un poco delicado, ciertamente. Debería asumir todas las precauciones que pudiera y no inmiscuirse demasiado.

    Debía remitirse al simple joven que apareció de repente en los campos de girasol, y de repente se evaporó.

    —¿Sabes una cosa, Chiharu-chan? Tus amigos no tienen por qué ser personas. —Sonrió enternecido al ver cómo Chiasa le olisqueaba los pies y luego trepaba por su ropa hasta alcanzar su hombro—. Los animales tienen cientos de idiomas y puede que al principio te resulten por demás inentendibles, pero con paciencia y esfuerzo... bueno, aquí tienes un gran ejemplo. Ven, Chiasa.

    Ejecutó un chasquido suave y repetido con su lengua, y la ardilla pegó un salto y correteó hasta acurrucarse entre sus piernas. Kohaku le rascó la cabecita.

    Que si viajaba solo con ella, ¿eh?

    —Así es —mintió, tan calmo como las aguas de un estanque en reposo—. Hemos estado recorriendo algunas prefecturas. ¿Tú siempre has vivido aquí, Chiharu-chan?

    Ni siquiera podía definir en qué momento había comenzado a tutearla, pero ya era demasiado tarde para abstraerse de la familiaridad que, de repente, sentía con la niña. La brisa era fresca contra su rostro y la sensación le resultaba extraña, pero agradable.

    Siguió la mirada de Chiharu al detallar el horizonte y soltó un suspiro apenas perceptible, incorporándose.

    —Lo del banco suena bien, ojalá tengas suerte —murmuró—. Y no, no te preocupes, planeo quedarme en el Shukusha. Tengo algo de dinero ahorrado. Aún así, Chiharu-chan, muchas gracias.

    Gracias.

    Por permitirme quitarme la máscara.

    Por recordarme la calidez de los recuerdos que pretendo mantener bajo tierra.


    Le sonrió con extrema dulzura y procedió a anudarse la máscara, asumiendo que allí acababa su pequeño momento de paz en medio de la guerra en la que se había involucrado.
     
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  20.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Yuzuki Minami
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    El movimiento brusco de Takano ante las palabras de Natsu la tomó por sorpresa, en otras circunstancias se habría hecho a un lado sin problema, pero estaba demasiado cerca y él había sido anormalmente torpe, de forma chocó de lleno con ella que estuvo por irse al suelo también y aún así tuvo la intención de sujetarlo, para evitar que fuese él quien cayera pero tampoco hubo mucho que hacer. El otro pisó la silla y el resto se hizo solo.

    Notó la reacción de los ancianos en el comercio, aunque discreta, mientras Takano se levantaba, tomaba el tablero y echaba a andar. No la había mirado siquiera, pero ella no pudo contenerlo, se le escapó una risa que estuvo a poco de convertirse en una carcajada mientras lo seguía.

    —Fue culpa mía —dijo entre risas, incluso si no le ponía atención—. No volveré a acercarme tanto, que luego te hablan y te vuelves un desastre.

    Antes de darse cuenta lo había adelantado camino al dojo, evidentemente ansiosa. Volvió a atarse el cabello con movimientos torpes, hizo un moño con ayuda de la tira de tela pero aún así algunos mechones quedaron fuera de lugar y el flequillo estaba más desordenado que nunca, sin contar siquiera el golpe todavía evidente resultado de su enfrentamiento con Tsuna. ¿Qué hablaba ella de ser un desastre si ahora mismo era la imagen perfecta de uno?

    Entró al dojo con la respiración algo acelerada.

    —¿Kurohito-san? —preguntó al aire antes de repasar el espacio con la mirada—. ¿Tsuna?
     
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