Exterior Patio norte

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Soltó una risa de nuevo, esforzándose por no seguir hasta que no pudiese contarle al chico nada y estaba por responderle cuando sintió el impacto de algo frío contra la cara.
    Dio un respingo, apartando el rostro de golpe, si es que hasta había sentido los músculos del cuello darle un tirón, y giró el rostro buscando a la graciosa que bueno, no podía ser otra que Anna.

    —Bueno, ¿te diviertes, An? —Mierda, se le había salido pero ya qué. No lo preguntó con fastidio realmente tampoco, aunque tenía el ceño ligeramente fruncido. Como fuese, los gestos se le relajaron casi de inmediato.

    Le hizo espacio en el banco, aunque casi quedó colgando en el extremo de este, antes de regresar a lo que estaba antes de la interrupción.

    —En fin, te dije antes que Jez no estaba, ¿no? Bueno Gotho llegó a la 3-2 y no la vio. —Inhaló aire con algo de fuerza, porque de verdad no podía pensar en esa mierda sin puto mearse de risa—. Y va el puto imbécil y-

    Se le escapó la primer carcajada que lo hizo inclinarse hacia adelante. El cabello negro, las plumas de cuervo, siguieron su movimiento.

    —Va el puto imbécil y llama-

    De nuevo la risa, tuvo que levantarse, y ahora fue él quien caminó como león enjaulado mientras trataba de no seguir riéndose como un absoluto estúpido.

    —¡¿Qué mierda esperaba de todas formas, llamando a las putas ocho de la mañana?! —De verdad, ¿se había reído así alguna vez en la vida? Ni idea. Agitó la cabeza llevándose los brazos al estómago—. Dios, cuando el móvil me empezó a sonar en el bolsillo casi me descojono.

    Joder de verdad, no podía dejar de reírse del maldito estúpido, de su reacción aparentemente desinteresada, cuando hubiese deseado partirle la cara o reventar el móvil contra el suelo.

    —Ni siquiera tuve que- —Inhaló aire de nuevo, con fuerza—. Ni le contesté, solo levanté puto teléfono con la pantalla encendida hacia el idiota.

    Cayó en que Anna y Emily debían estarlo mirando como si le hubiese salido un tercer ojo, y todavía entre la risa irremediable habló de nuevo mientras se dejaba caer sobre su anterior lugar en el banco.

    —Perdón, perdón.

    Me estoy meando Jjdbahz
     
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    Insane

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    —¿Ideas? Tengo muchas en realidad —susurró comenzando a acariciarle el cabello con la mano tras el respaldar, dejando que sus dedos se deslizaran por la hebras sedosas con suavidad al tacto.

    Su cabeza era digna si a sacar planes se refería, de lo qué fuera, de dónde fuera; siempre tenía algo que decir, que hacer; inquietamente travieso, como solía ser. Sonrió apenas ante el beso de regreso por el caramelo. Le causaba algo de gracia cada que la escuchaba decir su nombre que su acento nativo. ¿Qué tan divertido sería hacerla pronunciar la r en una conversación, grabarla y molestarla hasta que tuviera que besarla para que no se enojara? Ahora que caía en cuenta, nunca lo había intentado. Quizá la próxima ocasión, a solas se lo pediría.

    —Por curiosidad —comentó—. ¿Sabes si hay algún club de natación? —preguntó alegre—, me imagino que hay piscina, pero no he escuchado nada al respecto —se levantó entonces, extendiéndole la mano para invitarla a levantarse—, acompáñame a husmear por ahí, no sé.

    La maldita ansiedad.

    —Podemos empezar por ese grupo de allá —señaló entonces con el pulgar sobre su propio hombro, hacia el cabello celeste, negro, rosado y demás.
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    En el fondo era un buen chico, lo sabía bien. No había tono de burla en su agradecimiento aunque eso no significaba que no me avergonzaba de igual manera. Al menos centró su atención en Altan antes de que pudiese negarme de nuevo y, ciertamente, también me quitó algo de incomodidad.

    Parecían llevarse sorprendentemente bien.

    Aproveché el momento para sacar mi propio almuerzo y prepararme, con intenciones de comer en cuanto todos estuviésemos con ello. No iba a ser una maleducada, sobre todo cuando Sonnen-senpai ni siquiera tenía algo que comer, pero al menos así tendría las manos ocupadas.

    Entonces Anna llegó y observé la escena con una ligera sonrisa. Era una ternura, ¿verdad que sí? Hasta Altan lo tenía que haber notado.

    Y vaya que se le notaba en los ojos, aunque posiblemente ni siquiera él fuese consciente de ello.

    Lo cierto es que por un segundo había acabado perdiendo todos los nervios y miré al chico con la cejas alzadas, claramente sorprendida. No entendía muy bien lo que estaba diciendo pero no pensé que fuese a verlo nunca reír de esa manera.

    Le quedaba bien.

    Negué ligeramente con la cabeza cuando se disculpó, con una sonrisa, aunque no esperaba que me viese de todos modos.

    —Parece que os lo pasáis bien, qué lindo~ —respondí, sin perder la sonrisa, intercalando miradas entre los tres.

    Siempre acababa envuelta en grupos de los más dispares, ¿verdad?

    ¿relleno? no, ¿cómo crees?
     
    Última edición: 21 Septiembre 2020
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Estaba riéndose de su travesura, aunque una parte suya muy, muy profunda quiso acogotar a Altan por decirle así. Bueno, tampoco podía culparlo, ¿no? ¿Cómo iba a adivinar que Kohaku tenía un sexto sentido? Su mirada la traicionó y se paseó un breve instante por Emily e Ishikawa tras oír a Sonnen, y sintió una leve punzada de entendimiento al captar la expresión de Hodges.

    —Gracias, gracias, qué amable~ —murmuró como si nada, risueña, tomando lugar entre Emily y Altan.

    Estuvo a punto de pasarle sus cosas al muchacho cuando éste empezó a hablar; al comienzo no le prestó mayor atención, se notaba que era una conversación previa a su llegada y le traía sin cuidado, pero su risa le hizo voltear la vista hacia él y seguirlo con la mirada en cuanto se incorporó y comenzó a caminar, intentando tragarse la gracia para poder seguir el cuento. No pudo evitar pensar cuán bonito le quedaba reírse así, lo suficiente para aflojarle a ella misma una sonrisa suave.

    Kohaku lo escuchaba atentamente, se había llevado el juguito a la boca y prácticamente se atragantó con él a mitad del relato. Se cubrió el rostro con el antebrazo, intentando no escupir todo, mientras su rostro se teñía de un suave carmín por el ataque de risa contenido. Fue inútil, sin embargo, mientras más y más hablaba Altan, sus risas se iban compaginando con mayor intensidad hasta que acabaron carcajeándose con toda la gracia de un chiste que Anna no entendía.

    —Eh, ¿qué pasó, qué pasó? —intervino la chica, ansiosa, y arrugó tantito el ceño al notar que ninguno de los dos le llevaba el apunte. ¡Ella también quería reírse!—. ¡Díganme qué pasó!

    Anna asintió con vehemencia ante la intervención de Emily, y como no tenía a Kohaku cerca tuvo que contentarse con Altan, que ya se había vuelto a echar a su lado. Lo zarandeó suavemente, apremiante.

    —¡No se rían solos, malvados! —siguió insistiendo, enfurruñada como una niña pequeña—. ¡Te perdonaré si me cuentas!

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    —Eh~ ¿Muchas? Yo quiero saber~ —insistió ante el asunto de las ideas, con cierto tono quejumbroso impostado.

    Luego negó ante la pregunta sobre el club de natación; la Academia contaba con una pileta pero ciertamente no había un club que dispusiera de ella de forma asidua. Sasha entonces suspiró casi imperceptible, corriéndose el cabello tras la oreja al llevarse algo de arroz a la boca. Daute podía ser irritantemente inquieto, ¿verdad? Lo sabía, y la idea de irrumpir en medio de un grupo aleatorio que claramente se la estaba pasando bien... pues no le venía mucho en gracia. No le encontraba sentido.

    Sólo quería disfrutar de su almuerzo junto a él en calma, pero bueno.

    —Sí que eres inquieto, ¿eh, cariño? —replicó, no se la oía realmente molesta, aunque sí algo disconforme con la idea—. Vale, está bien. Sólo déjame terminar de comer, ¿sí? Y vamos a incordiar gente por ahí~

    No podía decirle que no.

    —Hmm, por cierto, ¿quieres algo más? Mamá hizo estas verduras salteadas y están muy, muy buenas.
     
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    Zireael

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    La reacción de Kohaku solo empeoró su de por sí incontrolable risa, ¡se iba a ahogar, maldita sea! El idiota se había atragantado con el jugo, lo que le había hecho tanta gracias como la estupidez de Gotho en sí misma. No había prestado demasiada atención al comentario de Emily, en gran parte porque no podía.
    Las palabras de Anna a su lado le llegaron a los oídos entre las carcajadas, pero no podía dejar de reírse, ya le dolía el estómago y todo. Cuando lo empezó a zarandear hizo el ademán de quitársela de encima, sin lograrlo realmente.

    —¡Anna, para! —Logró decir en medio de risas—. Que me voy a puto mear, por favor, no puedo.

    Y siguió riendo hasta que se quedó sin aire, hasta que ya ni siquiera le salía la risa como tal y sintió el rostro ardiendo por el esfuerzo.

    —¿Recuerdas que ayer le pasé mi número a Ishikawa y me hizo gracia? —Consiguió decir casi en tropel, con la respiración colándose en las palabras—. Fue porque un imbécil le había pedido conseguir el número de Jez y bueno-

    No había manera, de verdad, es que era acordarse y le entraba mal la risa.

    —¡Bueno, que el idiota me llamó a mitad de la clase y se dio cuenta de toda la mierda! —soltó por fin entonces, para poder seguir riéndose a gusto.
     
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    Insane

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    Negó con la cabeza ante su insistencia, sonriéndole en el proceso como siempre solía hacer, percibiendo aquel suspiro aunque fuese minúsculo. Ya llevaba varios meses conociéndola, sería tonto de su parte si no lo notara. Fue entonces que su mano abarcó la de ella con parsimonia, pensando sobre invitarla a salir luego de clase, pero no tenía conocimiento si ese día debía trabajar, además de que invitó a Aaron a jugar videojuegos y tenía uno que le habían obsequiado hace poco, además de que al ser hijo único no era que tuviese con quién estrenarlos en partidas duales.

    —O podemos quedarnos aquí —propuso dulcemente, cerrando los párpados—, es el primer día a fin de cuentas, y hace rato no te veía —susurró para continuar—, estuviste resfriada, ¿no es así? Entonces, ¿por qué no me llamaste? —preguntó con un tinte de desaliento—, podía haber ido a verte Sasha.

    No eres solo una amiga.

    Lo sabes.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Cerró la boca de inmediato en cuanto Altan empezó a esforzarse por contarle, ya que de por sí le costaba un huevo seguirle el hilo entre la risa y su voz ahogada. Había intentado lucir lo más molesta que pudo pero no iba a negarlo, la risa de los muchachos era tan contagiosa que sin importar cuán horrenda fuera la historia, probablemente le diera igual mucha gracia.

    Siempre había sido de risa floja, además.

    Conectó los hilos, cuando los vio hacer aquel intercambio en la cafetería como putos dealers, y también recordó a Kohaku hablando con un bravucón en la enfermería y a Konoe regañándolos. Imaginar al tipo de los tatuajes ridiculizado frente a una clase entera le arrancó una risa corta, aunque mucho más calmada, y dejó todas las cosas sobre el banco para ir donde Kohaku.

    —¡Tú, pequeño rufián! —lo regañó, enganchando su cuello desde atrás mientras Ishikawa luchaba por respirar entre las carcajadas—. ¡Eres un puto suicida, hombre!

    El chico le dio unas palmadas sin fuerza en el brazo para que lo liberara, pero Anna no le hizo caso.

    —¿D-de qué te quejas, An-chan? —farfulló por fin, intentando regular sus respiraciones—. ¡Eres la más suicida que conozco!

    Hiradaira se incorporó y estampó ambas manos sobre sus hombros, viéndolo desde arriba cuando Kohaku siguió riendo con la cabeza echada hacia atrás.

    —¡Podría haberte partido la jeta! ¡Puede partirte la jeta aún!

    La mirada ámbar se entornó apenas y estiró el brazo para alcanzar el rostro femenino.

    —Ow, ¿preocupándote por mí~?

    Anna lo apartó de un manotazo y lo sacudió de los hombros, arrancándole un nuevo ataque de risa que lo obligó a arquearse, rodeándose el estómago con ambos brazos.

    —¡Te hablo en serio, mini Ishi! —insistió, aún intentaba lucir seria pero con tantas risas aquí y allá le resultaba muy difícil mantener la seriedad—. ¡Anda, es en serio! —repitió, aunque ciertamente sonaba muy poco convincente.

    Ella misma estaba al borde de echarse a reír. Resopló con la fuerza suficiente para volarse apenas el flequillo y regresó a su posición original, de brazos cruzados. Se la veía enfurruñada, pero poco a poco fue aflojando las facciones hasta que...

    —Encima seguro le cobraste —comentó, tragándose la gracia.

    Kohaku se enjugó unas lágrimas, tomando aire con fuerza, y encorvado y todo como estaba le sonrió con aquella nota de picardía.

    —¿Yo? Pero no, cómo crees~

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    Cuando Daute acarició su mano se imaginó que... había visto a través de ella. Soltó el aire con suavidad, casi haciendo un puchero, y giró la mano para entrelazar sus dedos.

    —Perdona, cielo, es sólo que me hacía mucha ilusión estar contigo, ya sabes, sólo tú y yo.

    Estaba algo avergonzada, no le gustaba negarse a las cosas que Daute disfrutaba hacer, quería acompañarlo en ellas y siempre lo intentaba. El saberse descubierta le hizo molestarse un poco consigo misma. ¿Quizá sus intenciones no fueran tan honestas como creía? ¿Quizá, en realidad, fuera más egoísta de lo que pensaba?

    Y encima lo del resfrío. Arrugó el ceño, como una niña siendo regañada, y se quejó como tal.

    —No quería preocuparte con mierdas, sólo fue un resfrío. Nada grave. —Suspiró y buscó sus ojos, sonriéndole—. Además me cuidaron muy bonito, ya sabes que mamá se pone super intensa cuando uno de nosotros está enfermo. Me hizo tantas sopitas que no creo poder volver a tomar una hasta el año que viene.

    Soltó una risa floja, acomodándole apenas el flequillo negro que llevaba algo desprolijo sobre un costado de la frente. En verdad Daute no tenía nada de lo que preocuparse, no cuando en casa siempre la esperaba una familia tan hermosa.
     
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    Zireael

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    Observó el intercambio entre Anna un tanto más compuesto, aunque de tanto en tanto todavía se le aflojaba la risa de nuevo. Al final dejó caer la cabeza hacia atrás como hace rato, recuperando el aire con esfuerzo. Solo aquel ataque de risa lo había dejado casi mareado y, Dios, todavía más suelto de lo que ya estaba de por sí.

    —No te preocupes, Anna —dijo con la vista clavada en el cielo, de repente de un celeste tan intenso que casi parecía cyan. Más colores primarios, ¿eh?—. Ya sabes cómo es la cosa. Observé a Gotho interceptar a Ishikawa, realmente no le pondría una mano encima.

    Con todo y con que todavía la voz le sonaba agitada, se las arregló para sonar más o menos serio. Recordó la camisa desarreglada de Kohaku al salir del baño y tuvo que forzarse por no seguir riendo como desquiciado.

    —Eh, Ishikawa, te debo una. Pide lo que quieras cualquier día, te ganaste el favor por solo esta maldita cagada de risa que me conseguiste. —Miró entonces a Anna y recordó que la chiquilla se había ido para comprarle algo de comer. Le habló sin poder borrarse la sonrisa del rostro todavía, aunque había adquirido un tinte ligeramente burlón—. Hiradaira, ¿qué me trajiste entonces~?

    no puedo contener su sassy ass todo el tiempo IM SORRY MOM
     
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    El escuchar sus razones tan solo provocó que se le ablandara más el alma, girando el rostro para mirarla como un pequeño niño encantado por un obsequio sin siquiera ser su cumpleaños. Podía ser algo infantil cuando Sasha le hablaba con aquel cariño y suavidad.

    —Ya veo —susurró acariciándole la mano con el pulgar—, entonces quédate conmigo.

    Por mucho tiempo más.

    Llevó una goma de mascar a su boca, comenzando a hacer bombitas de chicle, sin dejar de acariciarle la piel con parsimonia.

    Podía acostumbrarse a pasar sus recesos así, si estaba con ella.
     
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    les dejo la rolita culpable de todo el mood de este post


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    Ella también se había echado sobre el banco y, por ello, al escuchar su nombre en boca de Altan sólo tuvo que girar un poco el rostro. Estaba viendo fijamente el cielo y decidió imitarlo, sin cuestionarse mucho por qué.

    Celeste, como el cabello de Kohaku.

    Celeste, como los juguitos de ananá que solía comprarle.

    Celeste, como la crema del cielo que a su papá le gustaba pedirse en las heladerías.

    Celeste, como el océano calmo de la ciudad donde nació en una tarde de verano.

    —Lo sé —concedió, desinflando los pulmones, aunque seguía algo enfurruñada y se reflejaba en su tono de voz—. Sé que tiene un ultra instinto o algo así para nunca mojarse, pero no deja de preocuparme que algún día le fallen los cálculos y le partan la puta jeta.

    Le preocupaba porque Kohaku había estado para ella y la había apoyado para salir de toda la mierda donde estuvo enterrada. No le debía explicaciones de nada, era parte de ese mundo y, siendo primo de Rei, estaba al tanto de casi todo. No tuvo que abrir la boca y Kohaku la recibió como si siempre hubiera estado allí. A veces la ponía muy nerviosa que el muchacho estuviera tentando constantemente a su suerte, o sus habilidades, o lo que fuera. ¿Y si se resbalaba de la cuerda floja? ¿Podría ella hacer algo al respecto? No dudaba en saltarle a la yugular a cualquier imbécil que se le fuera encima, pero ¿haría diferencia? ¿Tenía la fuerza para apoyarlo?

    —No te preocupes, enana. En serio, está todo bien. —La voz de Kohaku la alcanzó desde el otro lado del banco, tan suave y dulce como siempre, y se le contagió la sonrisa que le concedió. Luego lo oyó dirigirse a Altan—. Ah, es una oferta más que amplia, pero vale~ Me lo pensaré.

    Anna había mantenido su atención sobre Ishikawa y... no supo definirlo, pero algo le resultó ligeramente extraño, como si... una sombra hubiera opacado la chispa usual de sus ojos, o algo así. A veces percibía una profunda tristeza enmascarada casi a la perfección, lo lograba ella, la reina de las idiotas, porque estaba al tanto de los hechos. Era una melancolía quieta, pacífica y agridulce. Era la clase de melancolía de quien se ha resignado a vivir con ella.

    Y le partía el corazón, pero no sabía cómo ayudarlo.

    Se giró una vez más hacia Altan, estaba cerca y su sonrisa la tomó algo desprevenida. Puede que hubiera hablado burlón y todo, honestamente le traía sin cuidado. Le sonrió tranquila, fue apenas un instante antes de recuperar la energía usual.

    Filtrándose, siempre filtrándose a través de las grietas.

    —Ah, cierto~ —Se irguió para organizar las cosas sobre su regazo y se las fue presentando de a una—. Juguito de manzana, porque no había de cereza y bueno, ¡espero que te guste! Lo mismo con esto de aquí: sándwich de huevo y atún. Aunque ¿sabes? Soy un Dios bondadoso y he decidido apiadarme de tu inoportuno despiste, además ¿acaso todos comeremos un bento y tú no? No, no, no, eso está mal y tenemos que solucionarlo.

    Abrió el empaque del sándwich y lo partió en dos, extendiéndole una mitad a Altan.

    —¿Ves? Así. —Le sonrió, contenta, y luego le pasó unos palillos descartables que había pedido en la cafetería. ¡Las señoras que atendían allí eran tan majas!—. Ya sabes, con el tiempo descubrirás que me va la distribución igualitaria de las riquezas... o algo así, ¡lo escuché hace poco en una clase de Historia!

    ¿Estaba a punto de compartirle a Altan su precioso, preciosísimo almuerzo hecho por Emi-chan? Pues claro. Pocas cosas la hacían tan feliz como cuidar de sus amigos.

    Gracias por salvarme el culo, Al.

    Gracias por sostener mis fragmentos rotos hasta que pude volver a unirlos.

    hold my soft ass for a second im so weak i might die

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    Cerró los ojos casi por reflejo, la voz de Daute era tan suave que realmente tenía el poder de silenciar cualquier cosa. Se acomodó sobre su hombro, sonriendo en calma, y aspiró su aroma poco a poco. Debían verse como una parejita de lo más acaramelada, pero le importaba poco y nada.

    "Entonces quédate conmigo."

    Las palabras seguían resonando en su mente con una musicalidad que se le antojó conmovedora y alzó el rostro hacia él.

    —Puede que te perdone por no haberme contado que te transferirías —bromeó en un susurro, y se estiró para depositar un beso sobre su mandíbula—. Pero que no se te suba a la cabeza~

    hold my soft ass for a second im so weak i might die x2
     
    Última edición: 21 Septiembre 2020
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    She noticed, she noticed.
    There's a blood red on my shirt
    and it's shining, shining.
    There's a sharp pain from my face
    I kinda like it, I like it.
    Altan c2.png
    De nuevo, allí estaban, los colores habían palpitado como una vena al ser liberada de la presión ejercida por una mano. Vibraron como la cuerda de un instrumento y quizás por más tiempo del que había sido consciente, la luz que iluminaba todo no era blanca, tenía un dejo de amarillo de lo más tenue en ella y era asombrosamente cálido.

    No, no entendiste.

    Dentro de esta escuela e incluso en la mismísima calle, si me topo a este chico y alguien se atreve a ponerle una mano encima se va a comer unas hostias de las buenas.


    El cielo celeste como el cabello de Ishikawa, el sol amarillo como sus ojos o la paleta, y luego las mechas de Anna y sus propios ojos. Cyan, amarillo, magenta. Negro, el maldito negro.
    La ausencia de luz.

    Los dejó hablar sin entrometerse más, esa parte de la conversación ya no le correspondía y aunque podía monologar como un descosido a veces, tampoco se iba a meter tanto donde no lo llamaban. La voz de Ishikawa volvió a llamar su atención, haciéndolo enderezarse y soltó una risa suave, considerablemente más tranquila ante sus palabras.

    Como si le pedía no sé, robarle dinero al mismísimo Satanás.

    No era deuda.

    Estaba profundamente agradecido.

    Y de repente sentía no merecer la simpatía de Kohaku y mucho menos de Anna cuando la vio sonreírle de aquella manera.

    Jodida enana, ¿cómo es que tus ojos parecen putas luces de neón?


    ¿Desde cuándo merecía él la simpatía de nadie? Si no había hecho más que ser un dolor en el culo desde que tenía memoria, le había dado lata a sus padres con las peleas en la escuela, fuera de la escuela, había terminado metiéndose en un mundo que no le correspondía y había accedido a dejarse llevar por Kurosawa a un lío vacío, cuando los dos no eran más que emoción condensada, esperando el detonante perfecto para estallar como las malditas bombas de Hiroshima y Nagasaki. Había hecho enojar a Jez más de una vez antes de acceder a... colocarse la correa en el cuello, a dejar de darse de hostias con cuanto imbécil le pusieran en frente al menos donde ella corriera el riesgo de verlo.
    Era un insoportable, un amargado de cuidado y se resentía con la gente incluso sin fundamentos. Se divertía a costa de joder a otros, se aprovechaba de los cabeza hueca de la calle para no gastar su propio dinero, que no le faltaba, y la lista podía seguir y seguir y seguir...

    ¿Cuál simpatía merecía?

    La miró organizar las cosas en silencio, detallando sus movimientos como había hecho en la enfermería. Era casi una manía, no la tenía solo con ella, pero parecía prestarle todavía más atención que los movimientos de las demás personas. En gran parte se debía, quizás, a que creía que era lo único que podía leer de Anna Hiradaira sin espacio a cambios de dirección tan abruptos como los de su personalidad.
    ¿Jugo de manzana y sandwich de huevo y atún? Para seguramente haberlo elegido al azar no estaba tan mal, aunque ni de coña iba a ponerse quisquilloso y bueno, realmente no lo era con la comida. Las criadas japonesas en general no aceptaban lloriqueos de un crío que no quería comerse la cena.

    Casi por reflejo tomó la mitad del sandwich que la chica le extendía junto a los palillos y, al caer en el significado de sus palabras, abrió mucho los ojos, casi contrariado.

    —¿Estás segura? —cuestionó con voz suave, muchísimo más suave de lo que parecía posible, y encima sonaba un chiquillo confundido, con la mirada puesta en el bento. La miró a ella entonces—. Te veías muy contenta con él, no quiero que-

    ¿No quería que qué?

    Que me des algo que te hace feliz porque sí.


    Levantó el sandwich y le dio un mordisco, buscando tragarse sus propias palabras con el bocado, y cuando volvió a bajar las manos cayó en que los colores habían vuelto a extinguirse, como era usual.
     
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    Sus mejillas se tiñeron levemente a medida que le mostraba los blancos dientes al sonreírle, deslizandando su mano desde su muñeca hasta su mejilla, acariciándola con dulzura.

    ¿Que no se le subiera a la cabeza?

    Ya andaba en las nubes.


    —Estamos a mano —susurró refiriéndose al resfriado que no le había comunicado tener, sobándose los ojos con la mano libre.

    Quizá se había trasnochado un poco por la ansiedad de verla.

    Quizá se debatió de más internamente sobre informarle o darle una sorpresa.
     
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  13.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    dejo el anthem de happy annita cuz yes, no controlo a esta pendeja ni las cosas que dice cuando está en este mood and honestly she can be so cute *dies*


    [​IMG]

    Ya le había dado un mordisco a su mitad del sándwich cuando oyó la pregunta de Altan. Se lo veía claramente confundido y, por un segundo, le recordó a un niño pequeño. ¿Cuántas facetas podía tener una persona? Cientos, ella bien lo sabía. Ir descubriéndolas, como pelar capa por capa las pieles de una cebolla, le parecía algo tan bonito que, probablemente, fuera el núcleo de su faceta amistosa. La faceta que siempre iba al frente como una maldita tromba, hablando con cualquier alma y riéndose del peor chiste. La faceta que quería conocer el mundo, recorrerlo, darlo vuelta, hacerlo girar, ponerlo de cabeza. Iluminarlo, pintarrajearlo, llenarlo de música, danzar junto a la brisa, trazar el arcoiris.

    La vena inquieta, siempre inquieta, que estaba al centro de su corazón y le permitía vivir la vida al máximo, pero al mismo tiempo ignorar cientos de detalles.

    A veces detenerse un poco también estaba bien, pero no era la mejor encontrando el freno de mano.

    Pestañeó, algo sorprendida, antes de asentir enérgica. ¿Que si estaba segura? ¡Claro que sí!

    —Por algo estoy ofreciéndotelo, tonto —replicó, soltando una risa fresca, y lo dejó abierto sobre su regazo; no había lugar en otro lado, de todas formas.

    Claro que se veía contenta, lo estaba, y mucho. Notarlo no resultaba difícil. ¿Qué cosa no quería? Creyó tener una idea más o menos clara de sus preocupaciones y se le antojó tan tierno que tuvo que contener el impulso de revolverle el cabello o algo. Ese chico no podía ser el mismo cara de culo del primer día, ¿verdad?

    ¿Y ella podía ser la misma huraña malhablada y prepotente?

    —Este almuerzo me pone contenta, ¿no? —explicó en un tono casi didáctico, como si estuviera enseñándole a un niño—. ¡Muy contenta, por cierto! Me pone tan, tan contenta que quiero compartirlo para poner contentas a más personas, ¿no sería super bonito si lo consigo?

    Estaba tan alegre y relajada que no pensaba mucho lo que decía ni se preocupaba por el efecto que podría tener en las personas. Era su faceta vertiginosa que jamás se detenía a considerar las cosas. Podía pecar de egoísta o acelerada, haciendo y deshaciendo, rigiéndose por vientos invisibles con la fuerza para desnudar un bosque entero. Podía pasarlo todo por encima.

    Pero era, honestamente, la capa de cebolla que más le gustaba de sí misma.

    —Además, recién te veías tan contento que me dieron ganas de mantenerte así~

    Volvió a lo suyo como quien no quiere la cosa, mordisqueando su sándwich mientras lo bajaba con el zumo. En un momento vio al muchacho y le señaló su mitad, ladeando la cabeza.

    —¿Está rico?

    Estaba tan contenta y, aún así, el mundo seguía luciendo tan pálido.

    Entre tanto, Kohaku había destapado el bento que Emily le había traído y, sin esperar realmente a nada, empezó a comer. Sus modales eran bastante buenos, su familia siempre había hecho mucho hincapié al respecto. Comía con la suavidad y los movimientos fluidos que lo caracterizaban.

    Sus ojos ámbar chispearon al masticar el primer bocado y le sonrió a Hodges, contento.

    —Está muy rico, Hodges-san. ¡Debes ser de las mejores en el club de cocina!

    [​IMG]

    Soltó una risa floja, relajada, ante su comentario, y se quedó allí un rato más antes de erguirse para terminar de comer. Estaba siendo una egoísta, ¿verdad? ¿Cómo podía tener la cara de negarle a Daute algo que, sabía, le haría tanto bien? Se acabó el almuerzo en minutos, lo bajó con el té verde y le sonrió, entusiasmada.

    —Ya vamos, cariño —lo alentó—. Vayamos a saludar a esos chicos, ¿quieres?
     
    Última edición: 21 Septiembre 2020
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  14.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Altan c2.png
    La confusión no le desapareció del rostro de buenas a primeras, seguía tan contrariado como en el momento en que le preguntó si estaba segura. La vio asentir, afirmando que le iba a compartir el bento que antes había estado alardeando y soltó el aire que ni se había dado cuenta estaba conteniendo, forzándose a relajar los gestos.

    Frunció ligeramente el ceño cuando la escuchó empezar a explicarle como si fuese un chiquillo.

    "Me pone tan, tan contenta que quiero compartirlo para poner contentas a más personas, ¿no sería super bonito si lo consigo?".

    Tuvo que apartar la vista porque sintió que los ojos se le humedecían de nuevo, contra su voluntad. No terminaba de entender cómo esa chica seguía y seguía colándose por cada rendija posible, atravesándole el centro del pecho de un momento a otro.
    El pensamiento de que era como una mariposa en mar abierto volvió a rasgarle la mente con fuerzas renovadas.

    ¿Conque poner contentos a otros? Tenía una facilidad irrisoria para lograrlo, de alguna manera. Incluso con la cagada que se había clavado en la mañana.

    "Además, recién te veías tan contento que me dieron ganas de mantenerte así".

    Por puro reflejo volteó a verla con brusquedad, sin detenerse a recordar que todavía no se deshacía del todo el cristal que se le había formado en los ojos, pero sobre todo sin caer en cuenta de que el color le había subido al rostro. Al sentir el calor en las mejillas regresó la vista al sándwich en sus manos y murmuró algo casi para sí, mientras se pasaba la manga del uniforme por los ojos con algo de fuerza, casi con fastidio no por las palabras de la chica sino por su reacción a ellas.

    —A veces dices pura mierda.

    Si es que era un total idiota.

    —¿Hmh? Sí, está bueno —respondió entonces a la otra pregunta, aún en voz baja, extrañamente cohibido.

    Se zampó la mitad del sandwich y entonces, a pesar de que dudó, estiró la mano hacia el bento para tomar un poco y llevárselo a la boca. La bola de nervios y desastre general que era Hodges tenía mano para cocinar, eso nadie iba a negárselo.

    Tomó la caja de jugo, la abrió y dio un par de tragos. La verdad es que no sintió hambre hasta que le dio el mordisco al sándwich.

    —Lo haces bien —dijo entonces, aún sin atreverse a mirarla—. Eso de poner contentos a otros.

    Era una manera menos rara de decirle que en efecto estaba logrando mantenerlo contento a él realmente, porque con todo era un huraño de cuidado. Lo de la enfermería había sido, bueno, una cosa de la situación.

    Y aún así tuvo el impulso de estirar la mano y revolverle el cabello. Se limitó a mirarla de costado antes de añadir otra cosa.

    Tomó de nuevo algo de comida, pretendiendo pasar por alto sus propios pensamientos. Entre tanto se pensó que le daría el dinero que se había gastado en comprarlo comida, no ese mismo día porque seguro lo rechazaría, sino cualquier otro que se le hubiese olvidado o algo así. Se lo daría con alguna excusa tonta.

    —Anna. —Pareció titubear de nuevo y volvió a murmurar, esperando que el ruido ambiental arrastrara lo suficiente las palabras para que no le llegaran a los otros dos—. Tú también puedes pedirme cualquier cosa que necesites, lo que sea, cuando sea.

    Solo en caso de que no hubiese quedado claro ya.

    bitch caíste pero redondísimo y te haces el boludo
     
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  15.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Emily Hodges

    Anna, ciertamente, tenía una inquietud con la que yo no me caracterizaba. No pretendía preguntar cuando creía que la situación no me incumbía, y así lo sentí con aquella broma interna de los chicos. Pero... bueno, la chica era insistente y tampoco parecía que Altan fuese a decirle que no así que ambas acabamos enterándonos de toda la historia.

    ¿Ah~? Lo cierto es que a mi también se me escapó una risilla divertida al escuchar la anécdota, aunque seguramente más bien influenciada por el ambiente que por la historia en sí, que por otro lado me había dejado algo preocupada. Si le había pedido a Kohaku que se lo consiguiese era porque ella se lo había negado y eso... eso no estaba bien.

    Miré entonces la interacción entre Anna y el chico con la cabeza ladeada, aunque ciertamente algo enternecida. ¿Cobrarle? ¿Ultra-instinto? ¿Fallar los cálculos? Lo cierto es que tampoco pude evitar sentir cierta duda al escuchar todo aquello.

    ¿Qué pasaba con ese chico de aspecto tan inocente?

    En el momento que Anna comenzó a hablar de la comida con Altan, yo misma aproveché para abrir finalmente mi bento y comenzar a comer. No era muy diferente al que había hecho para Anna y Kohaku, y ciertamente podía ser algo simple pero siempre me aseguraba de que tuviese algo de variedad y fuese saludable.

    Comencé a comer, con una expresión pensativa. Ah, no le había hecho nada a Kashya aquella mañana, esperaba que al menos se dignase a comer algo aunque fuese una tontería. Miré un poco a mi alrededor pero no distinguí su cabellera por ningún lado, siendo que era difícil que pasase desapercibida. Solían almorzar fuera cuando hacía buen tiempo, ¿verdad? Pero quizás solo se habían atrasado un poco.

    Escuché entonces la voz de Ishikawa y volví a centrarme en él, con las mejillas nuevamente rojizas.

    —¿Qué dices~? —comencé, con cierto tono infantil—. En absoluto, Kurosa-

    Ah, mierda.

    Corté la frase antes de acabar y le dirigí una mirada de soslayo a Anna, que seguía hablando con Sonnen. De repente caí en cuenta que la chica había dicho querer unirse al club de cocina pero ahora... quizás no fuese tan buena idea. ¿Seguiría queriendo hacerlo?

    Volví a mirar al chico al darme cuenta que me había cortado sin más y rápidamente intenté sacar otro tema de conversación para disimular.

    >>Ah, ¿entonces qué? ¿Te dedicas a conseguir números de teléfonos para la gente a cambio de dinero? —pregunté, algo atropellada, para después volver la vista hacia mi comida—. Suena a un buen negocio, eso desde luego.

    Patio norte more like patio lovey-dovey

    PD: Igual luego aviento aquí a kashya con el resto de bebas (?)
     
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  16.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    [​IMG]

    La quedó mirando por unos instantes ante su propuesta, no quería presionarla, ya mucho había hecho tratando de llevarla a la azotea, después a la cafetería y terminando en el patio, todo por querer conocer toda la escuela en su primer día. No debería ser tan intenso, le daba miedo el terminar fastidiándola. Entonces volvió la vista al grupo lejano y una risa fresca se le escapó de los labios.

    —Parece que están en plan de parejas —susurró evitando señalar. En su cultura hacerlo era sumamente grosero, y desconocía si en el contexto japonés también lo era—, quizá interrumpamos y no creo que sea agradable para ellos. Aunque —le miró por el rabillo del ojo.

    Podemos ser otra pareja en la reunión de parejas.

    —Aunque —retomó, tragándose su sentir mientras hacía otra bombita de chicle—. Podemos tratar de no ser inoportunos, sin embargo, quizá podamos no sé... ¿ir a saludarlos?

    Lo último apenas y lo susurró, como dejándolo al aire para que en ese caso ella fuese quién lo llevara, aunque más temprano que tarde estaría él abrazándola por el hombro en caso de ir a verlos.

    Debían llegar como lo que eran, ¿no?

    Como amigos, de esos amigos que quieres demasiado...
     
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  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    [​IMG]

    Pudo detenerse.

    Fue un breve instante, apenas el obturador de una cámara congelando en su retina la imagen fugaz que Altan se encargó de ocultar. Las ciénagas oscuras habían destellado bajo la intensa luz del sol, lo habían hecho en los extraños tonos azulados que creyó rescatar en la enfermería y a los que él no les concedió el más mínimo crédito. Y su piel pálida, como buen europeo germano, se había coloreado apenas; parecía que alguien le había picado las mejillas hasta enrojecerlas.

    Sonnen.

    No lo había pensado antes, pero... sonaba alemán, ¿verdad? O algo así. De repente quiso preguntarle tantas cosas.

    Pestañeó en cuanto el muchacho se llevó el brazo al rostro, y en esa pequeña acción sintió haber presionado el botón de guardado. Lo observó en silencio mientras sus sistemas se reacomodaban.

    "A veces dices pura mierda."

    Se le escapó una sonrisa floja, casi irónica. Usando sus propias palabras en su contra, ¿eh? Le gustaba jugar sucio al grandulón. No sabía si Altan era consciente de que lo había escuchado, así que esperó pacientemente a que se descubriera el rostro para inclinarse hacia él y sonreírle con ánimos renovados. Al menos, oírlo en boca ajena le hizo pensar que quizás, allá en la enfermería, no había sido tan malo como creía.

    —Entonces somos dos idiotas —concluyó con soltura, recordando lo que le había dicho el primer día, mientras esperaban por las pruebas físicas.

    Eran un par de idiotas meados por la misma manada de elefantes, ¿no?

    Siguió comiendo entonces, y se obligó a contener la emoción que le significó verlo tomando cosas del bento. Tampoco consideró oportuno ya molestarlo, no le gustaba jalar excesivamente de la cuerda. Podía generar efecto rebote y quería mantenerlo así, ¿verdad? Ella misma lo había dicho.

    "Lo haces bien. Eso de poner contentos a otros."

    Aún no la miraba pero Anna de todos modos le sonrió. Era algo que más o menos ya sabía, pero oírlo de otras personas siempre le resultaba de lo más gratificante. Como cuando te esfuerzas mucho en un informe y sacas sobresaliente, o esperas a mamá con una receta nueva y a ella le gusta mucho la comida. Había cosas que, aunque ya se supieran, nunca estaba de más mencionarlas.

    Las cosas buenas de las personas, que a veces resultaba tan fácil olvidar, que a veces se empañaban tan rápido.

    "Anna."

    Iba a mitad de bocado en cuanto lo escuchó llamarla. Ya casi se acababan el bento ¡y la verdad había estado muy rico! Lo miró sonriente, en una especie de intento por alentarlo a seguir hablando.

    "Tú también puedes pedirme cualquier cosa que necesites, lo que sea, cuando sea."

    Pestañeó, otra fotografía. Otro segundo de freno.

    La sonrisa la traicionó, se le escapó antes de tiempo y se incorporó de un brinco, llamando probablemente la atención de todos.

    —Emi-chan, ¡estaba muy rica la comida! —la felicitó, animada, y luego puso los brazos en taza—. Muy bien, haré uso de mi pedido justo ahora.

    Probablemente no se hubiera dado cuenta que Altan intentó mantener sus reservas al respecto, y ahora la muy idiota lo andaba gritando a los cuatro vientos. Pero bueno.

    —¡Fundemos un club de almuerzo! Será informal, ya saben, nada de papeleo ni aparecer en los registros. Sólo tenemos que prometer almorzar juntos, traer a las personas que queramos y comer hasta quedar gorditos y bonitos, muchachos. —Se sonrió, como si hubiera hecho el chiste del siglo—. Ja, es una referencia a Madagascar, ¡espero que la hayan sacado, malditos incultos!

    Fue alternando su mirada entre los tres según mencionaba a cierta u otra persona.

    —Jez, Konoe, Ai-chan, Watanabe, Hiro-kun. Incluso Morgan, Ko. Quienes quieran, ¡y estará bien! Por algo los queremos, ¿verdad? Podemos descubrirlo juntos.

    Pelar las cebollas, capa por capa. Aprender a ver lo bueno de las personas.

    Se agachó justo entre Emily y Altan y estiró un dedo meñique hacia cada uno. Era, en realidad, un pedido para Sonnen, pero en medio de la volteada habían caído los demás. Por ello le sonrió al muchacho antes de volver su atención al grupo; no iba a decirlo en voz alta, no quería incomodarlo, pero sabía que Emily y Kohaku aceptarían. Quería que él lo hiciera.

    Te vi, ayer en la cafetería y hoy, aquí. Podemos resultarte ruidosos y molestos pero en el fondo te alegra, ¿verdad?

    Amigos con los que comer, charlar y tontear.

    Personas con las que compartir la vida.

    Déjame proteger eso.


    —¿Por la garrita~?

    Kohaku soltó un murmullo quejumbroso, llamando la atención de Anna, y la chica se rió.

    —¡Sólo tengo dos meñiques, mini Ishi! ¡Espérate!

    —Mentira, tienes cuatro.

    —Ah, pero no me apetece sacarme los zapatos, sabrás disculparme.

    [​IMG]

    Había notado que Emily se interrumpió a consciencia mientras le respondía, así como buscó la mirada de Anna a tientas. ¿Estuvo por nombrar a... alguien complicado? ¿La chica de la mañana, quizás? Como fuera, no preguntó al respecto y sólo aguardó por que siguiera hablando.

    Su pregunta le arrancó una risa suave, divertida, y meneó la cabeza casi a cámara lenta. Se dedicó a masticar sin prisas antes de abrir la boca.

    —No diría que ese es mi negocio, sólo... a veces me encargo de algún que otro recado, aquí y allá, ya sabes. Las necesidades de la gente son muy cambiantes. —Se encogió de hombros—. Por alguna razón suelen acudir a mí con los pedidos más extraños, así que si algún día necesitas algo, Hodges-san, no dudes en contactarme.

    Le guiñó un ojo, casi coqueto, y agregó:

    —Tienes mi número, después de todo~

    Fue entonces que Anna saltó de su asiento como un resorte y salió con una de sus ideas locas. Tenía talento para maquinarlas en medio segundo, y solían ser, de hecho, tremendamente sencillas y cotidianas, pero por la forma que las ponía... las hacía sonar especiales. Les confería una nueva entidad. Siguió sus movimientos en silencio, con su sonrisa usual pegada al rostro, hasta quejarse luego por el meñique que no le fue concedido. Iba en broma, claro, aunque nada le pasó desapercibido.

    Lo estaba... haciendo por Sonnen, ¿verdad?

    [​IMG]

    Volvió a mirar al grupo en cuestión cuando Daute mencionó lo de las parejas, y... sí, podía ser que tuviera razón. Sin embargo, la muchacha del cabello rosa saltó de repente y empezó a hablarle a sus amigos como si estuviera presentando una campaña política, o algo así. Sonrió, por alguna razón le resultó adorable, y le dio un apretón cariñoso a Hanson.

    —Parece un buen momento para interrumpir —propuso, guardando luego lo que había usado para el almuerzo—. Cuando quieras yo te sigo, Do-ri-to~


    Había entonado cada sílaba picando diferentes zonas de su rostro: su barbilla, la punta de su nariz, y luego la frente.
     
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  18.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Al estarle picando el rostro con el apodo cariñoso cerró su ojo derecho por inercia, como una especie de guiño, riendo al escucharle decirle Dorito. Le recordaba a las frituras que traía de su país natal, y ciertamente él adoraba los doritos. Pasó su brazo izquierdo sobre los hombros ajenos al comenzar a caminar en dirección al grupo, parecía que se estaban divirtiendo bastante, y él quería hacer parte de eso, con Sasha a su lado.

    <<Tienes mi número, después de todo>>

    Sus orbes avellana recorrieron al dueño de la voz con aquel tinte curioso.

    Su celular estaba lleno de números telefónicos, pero nunca parecían suficientes.

    —Hola —saludó risueño a todos en general, pensando sobre qué preguntar para romper el hielo. Fue entonces que le vino a la cabeza el panfleto que vio al salir del salón de clases—, ¿conocen por casualidad a una chica llamada Anna? Estoy interesado en un club de baile y... —habló de forma amistosa interrumpiendo su propia pregunta al caer en cuenta que no los había presentado aún, señalándose con el dedo índice su rostro— Daute Hanson —dejó de señalar y suavizó su expresión felina al presentarla a ella—, Sasha Pierce.
     
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  19.  
    Zireael

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    Claro que eran dos idiotas, tampoco había que ser ningún avispado para verlo. Eran dos malditos idiotas y por eso había pasado todo eso apenas unas horas atrás. Antes de que pudiera darse el lujo de calmarse, la cabrona ya se había levantado como un resorte, halagó la comida de Emily y entonces soltó frente a todos que iba a usar su pedido ahora.

    De repente entendió completamente a Jez, porque el color en sus mejillas, antes tenue, le bañó el rostro con violencia.

    —¡¿Qué dices?! ¡N-no decía que fuese ya! —Bueno sí, había dicho que cuando fuese, ¡pero tampoco tan pronto!

    Prácticamente se aplastó contra el espaldar, como un gato asustadizo. Su mente estaba por irse a la mierda como un disco duro y tirar el pantallazo azul. Estaba hecho un desastre, una parte de sí se alegraba de que Jez no estuviese allí para verlo así porque no lo dejaría en paz nunca.

    ¿Club de almuerzo? Joder, a la chiquilla se le iba a olla de lo lindo de repente y le metía al turbo a la primera idea que se le pasara por la cabeza. Por otro lado, incluso con la cabeza chamuscada puto atajarla y saber por dónde iba el tiro. Los otros dos aceptarían sin dudar, la pregunta, la propuesta iba para él... El gato arisco, el perro asustado del tacto de una mano.

    Te haces la imbécil pero te das cuenta de las cosas, ¿no es así?

    Me viste, maldita sea. Lo viste todo ayer y hoy.

    Einverstanden.

    Fine.

    Dios, Anna, dame tregua un rato. Se me están cruzando los cables.


    Estiró la mano, aunque pareció dudar un instante. Aquella idea maldita arrojada por el mundo monocromático de no merecer la simpatía de nadie estuvo a punto de detenerlo.

    Lo quiero y no lo quiero a la vez.

    Esto.

    Todo.

    Lo quiero porque soy un egoísta, porque soy un maldito Sonnen, porque quiero una galaxia entera... aunque no vea sus colores.

    Y no lo quiero porque soy agua y puedo ahogarlos a todos.


    El impulso que le resultaba egoísta terminó por empujarlo y enlazó su meñique con el de Anna, aunque lo dejó ir casi de inmediato, como un animal que se deja acariciar antes de echar a correr al bosque de nuevo.
    Quizás nunca hubiese agradecido tanto la aparición de un par de entrometidos como en el momento que Hanson y Pierce aparecieron de la nada.

    Carraspeó, antes de señalar a Anna con la mano mientras trataba de recuperar algo de compostura.

    —La estás mirando —acotó con el tono plano de siempre.
     
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  20.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Masuyo Kobayashi

    Con el buen día que hacia el patio norte sonaba a una buena opción, así que se dejó guiar por los pasos de Meyer con calma, disfrutando de la ligera conversación. Al llegar observó el cielo, luego los alrededores, estaba bastante concurrido.

    —Ohhh, que lindo —comentó apenas reparó en el gran árbol de cerezo, fascinada— ¿vamos allá? —sugirió luego manteniendo su sonrisa, sin esperar respuesta se dirigió a unas de las bancas vacías bajo el árbol.

    >>Ah, que frasco se está acá —dijo mientras se estiraba respaldada en el banco, luego sacó el bento del bolso que dejó aún lado, procurando dejarle espacio para Laila— tenías razón, senpai, este lugar es bastante lindo.

    Hitori ya estoy aquí :3
     
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