Abrió nuevamente los ojos al escuchar la voz suave de Kohaku y se incorporó con tal rapidez que la silla sobre la que estaba balanceándose que esta estuvo a punto de ceder y caerse al suelo. —¡Woah! ¿en serio? La emoción repentina la cubrió como una ola cálida. Bueno, si iba a entrar en un club de música, no le vendría nada mal aprender a tocar un instrumento. Y la guitarra, fuera eléctrica o acústica le parecía la mejor opción. ¡Podría componerle canciones a Nagi! Repentinamente quería cantar sobre un pequeño y tierno conejito. —¿De verdad me enseñarías Ko-kun?—cuestionó con emoción. Los ojos bien abiertos por la sorpresa le brillaban con intensidad, ilusionados, como dos esmeraldas. Parecía un pequeño cachorro al que iban a sacarlo de paseo. Tomó la palma que Kohaku le extendía y la sacudió como si fuera alguna especie de pacto. Su actitud tomó cierto aire solemne aunque sus siguientes palabras, más similares a un juego de niños, no tuvieron nada de seriedad—. Lo has dicho, ya no puedes echarte atrás. Quién lo haga, cien agujas co-me-rá. Soltó su mano en ese momento. Parecía meramente divertida con la situación. Feliz y agradecida. Se llevó nuevamente las manos a la nuca y soltó una risa genuina y fresca. Algo que sonó como: tehee~. —Es un trato entonces, Ko-kun senpai—le dijo—. ¡No, Ko-kun sensei!
Recordó con suma facilidad la explicación de la señorita Konoe. Filas superiores bebidas frías, inferiores, calientes. Sus dedos se deslizaron con simpleza por las filas de bebidas heladas, primero estaba el sabor cítrico de naranja, dos más hacia abajo y encontraría el limón. Presionó entonces el botón escuchando la lata caer, aislándose del sonido de las voces ajenas a su alrededor al inclinarse y sujetar la lata entre sus manos, abriéndola para posteriormente beberla con suma parsimonia. No tenía hambre, de nuevo. Fue entonces que con un par de pasos logró llegar hasta una banca, sentándose en ella para cruzar una pierna sobre otra, cuidando en que no se viese nada en el proceso al mantener su palma derecha sobre los tablones de la falda. Contenido oculto Yugen Toda tuya (?) Por favor, si alguien más lee esto, sálvenla, que Nat está ocupado y ella es muy ingenua ;-;
Su sonrisa se extendió al escuchar la sarcástica respuesta de Riamu. Pero qué poco educada y de lengua tan filosa. Era el tipo de chicas díscolas y malencaradas que necesitaban ser castigadas. Hasta que suplicara perdón a gritos. Tampoco le pasó desapercibido el gesto hosco que se formó en el semblante pálido de la chica de ojos heterocromos. Azul y gris. Era una cabrona, sin ningún atisbo de dudas. Adoraba serlo. ¿Le causaba repulsión? ¿Era eso? Ah~ perfecto. La miró de soslayo con los ojos entornados y la sombra de una sonrisa torcida danzó en sus labios. Odiame más. Mírame como si fuese un insecto repugnante. No tienes idea de cómo me revitaliza. Contenido oculto Ingresó en la cafetería con aquella calma extraña, casi mística, ese aspecto ominoso de muñeca de porcelana que cargaba consigo a donde fuese. El largo cabello violeta acompañaba sus movimientos deslizándose sedoso con cada uno de sus pasos. Prefería mantenerse alejada de la luz del sol, era demasiado pálida y su piel saldría gravemente perjudicada si la exponía a los rayos inclementes. Evidentemente no había llevado su parasol consigo. No estaba por la labor de mezclar su parasol gótico con aquel uniforme ordinario. Su único cometido era simplemente resguardarse de la luz de los patios, encontrar un lugar desde donde seguir siendo testigo de la vida y su vicisitudes... pero encontró algo mucho mejor. Algo sumamente interesante. —Ah, vaya. Probablemente su idea de que Alethea era la chica perfecta se disolvió con la facilidad de un azucarillo en una taza de té nada más posar los ojos en aquella figura apartada en una banca. Se veía tan pequeña y frágil, como una muñeca de exposición. Con su delicado cabello albino, tan suave en apariencia y sus ojos cubiertos por aquella venda negra. Completamente anticlimático. No era necesario ser excesivamente inteligente para unir los cabos sueltos y Alice era, de por sí, perceptiva y de mente ágil. Aquella joven era ciega. Una pobre pieza más, rota, por la inclemencia de una vida inmisericorde. ¿Congénita o adquirida? Se preguntó. A juzgar por sus movimientos poco seguros, casi titubeantes, juraría que había perdido la vista hacía relativamente poco tiempo. Los ciegos de nacimiento mostraban seguridad en sus movimientos, entendían el mundo de la oscuridad mejor que aquellos que decían morar entre sombras. Después de todo no conocían otra cosa. ¿Pero cúan miserable era perderlo todo de un momento a otro y vivir en una perpetua oscuridad obligada? Ah, pobre pajarillo privado de sus alas. —Sublime—murmuró tras unos cortos segundos de escrutinio. Se había detenido frente a ella para observarla de cerca, de forma cuidadosa, como si fuera una muñeca tras una vitrina—. ¿No es cierto que todo se siente más intenso cuando te privan del sentido de la vista? Los sentidos restantes se agudizan en un intento desesperado por entender el mundo. El oído, el gusto, el tacto. Su fervoroso esfuerzo es encomiable, próximo al éxtasis. Te quitaron la capacidad de volar. La miró con una intensidad extraña, con aquellos insondables ojos violetas. ¿Podía ser acaso mucho mejor que Alethea? ¿Tan frágil y vulnerable? Tan ajena y fácil de quebrar. Se sonrió. >>No poder ver... me parece maravilloso.
Contenido oculto ALICE PERDÓN PERO NO PUEDO DEJAR ESTO PASAR AAAAA Pensé en tirar a Shio que me parece mejor defensa y de por sí es mercenaria de Al, pero es un fucking mess todavía la cabrona so jsjsj Había bajado las escaleras casi de dos en dos, por un momento pensó en buscar a Izumi o a Watanabe pero no sabía si sería muy intenso de su parte. Hubiese buscado a Sonnen pero bueno, parecía peor idea, así que se limitó a improvisar y solo bajar a la cafetería con el bento a ver si topaba con alguien. Se había detenido a comprarse algo en la máquina un momento, repasando los alrededores, cuando notó la melena corta de otra senpai y a la chica del pelo morado. Woah, era jodidamente pálida. Tomó su lata de soda y prácticamente echó a correr hacia ellas. Era un idiota, de buenas a primeras no iba a notar nada raro en Alice Dumont. —¡Hola, Balaam-senpai! —Pareció dudar, no sabía si la chica lo recordaría aunque la había sacado del cuarto de limpieza junto a Altan—. Soy Koizumi, de los chicos que te presentó Suzumiya-senpai ayer.
Realmente había agradecido que Shira-san la hubiese acompañado hasta el salón de clases de esa forma, era un gesto realmente muy pequeño pero para ella era más que suficiente para hacerla sentir algo más incluida en toda la nueva experiencia que era estar allí y tan siquiera, ahora tenía a alguien con quien pudiera acudir para conocer un poco mejor y entablar una amistad poco a poco. Luego cuando sonó la campana sus pasos la dirigieron hacia la cafetería de forma casi automática al ser a lo que más estaba acostumbrada, sus manos sostenían una tela blanca que tenía dentro su bentō de madera negra, sus pasos recorrían con la mirada cada posible lugar en busca de algún rostro familiar sin mucho éxito hasta que finalmente se sintió algo más esperanzada: la senpai que había conocido (de alguna forma) cuando estaba esperando a Yule. Se acercó entonces con un poco más de decisión, las cosas habían salido bien con Yule por tener algo más de confianza así que confiaba que pudiera suceder lo mismo en esa situación, incluso su ya parecía haber alguien con ella, podía considerarlo como una oportunidad de conocer más gente, ¿no?. Llegó al lado de la mesa con una sonrisa tranquila incluso si su corazón estaba latiendo demasiado fuerte e hizo como ya acostumbraba una reverencia para saludar, haciendo que algunos mechones de su cabello rojo se deslizaran hacia el frente. —Senpais, espero no estarlas molestando pero, me preguntaba si pudiera tener la oportunidad de comer con ustedes —Finalmente volvió a su posición inicial —, me presento, Akizuki María, primer año...este es mi primer día en la academia.
Contenido oculto La sensación de sentirse observada era meramente el frío recorriéndole la espalda, como si fuese expuesta a algo ajeno que la invlucraba, como una extrañeza que la obligaba a subir el mentón pese a no poder visualizar más que la oscuridad frente a ella, provocando que su cabello se deslizara por sus mejillas, entonces la escuchó hablar. No se acomplejaba por su condición, mucho menos se solía intimidar por hablar de ello, aún así identificó las palabras estilizadas, la voz delgada, el ritmo de cada letra en la oración con aquel tinte críptico que no la hizo sentir incómoda, pero por instinto apretó la tela de la corta falda. —¿Éxtasis? —susurró derecha en su posición, con el mentón hacia arriba, como si pudiese verla. Recordaba haber sentido su cuerpo temblar en una ocasión, el tener sus manos sobre sus muslos, sus labios sobre los suyos. Cuando recién había perdido la vista y la habían ido a ver, impregnándose de aquella loción viril sobre su escritorio, su voz tosca susurrarle que no podía continuar luego de haberla masturbado con sus propios sensores, dejándola boqueando por aire al terminar sus delgados dedos aferrados a la chaqueta de cuero. Natsu. Sus mejillas se mancharon tenuemente del carmín, saliendo de su ensimismamiento para prestarle nuevamente su entera atención como un animal indefenso que no es consciente de serlo, percibiendo entonces el aroma dulce de la colonia ajena. Solía memorizar voces, olores, espacios, embargándola la necesidad de preguntar su nombre pero se abstuvo al escuchar la opinión sobre lo maravilloso que podía ser no ver, comenzando a sentir que el aire le faltaba. ¿Qué estaba diciendo? Fue entonces que la voz alegre que conoció el día pasado funcionó como un polo a tierra, recordando por un instante el accidente con Altan. <<Tu ceguera no es física>> Había conseguido marcarla, sin duda alguna. —Kouzumi —le saludó con una sonrisa suave, recibiendo casi seguido otra voz desconocida, amistosa, inclinando suavemente la cabeza sin levantarse del asiento, presentándose—. Soy Violet Balaam —su dulce voz corrió por sus cuerdas vocales con un deje policromo.
Cuando uno estaba sano no se daba cuenta de lo que podía llegar a extrañar el simple hecho de respirar por la nariz. Aquella mañana Shawn había amanecido como nuevo, con alguna que otra marca de su resfriado como cierta tos esporádica, pero nada que lo pudiese retener en la cama. Tenía tantas ganas de recuperar las sesiones de entrenamiento perdidas, de dejar su huella en algo tan banal como esa prueba de aptitud física de la que hablaban, y había venido mentalmente preparado para ello solo para que... ...¡Para que lo aplazasen de nuevo! ¡Tenían que estar de broma! Se dejó caer en la silla de mala gana, bebiéndose el refresco que se había comprado de un trago mientras el resto de la mesa, conformada por miembros del club de esgrima, volvía a sacar a colación su mala suerte con las dichosas pruebas. Eran lo suficientemente estúpidos para estarle recordando por al menos un mes que había venido con 39 de fiebre a la escuela para hacer una prueba aplazada una semana después. —Y bueno, cof-chan —Shawn casi se atragantó con la bebida al escuchar ese apodo, y estuvo por lanzarle la lata vacía de no ser porque tenían demasiado público—, ¿cómo vas reclutando nuevas miembros? ¿Trajiste muchas chicas bonitas? —Bonitos, sí. Y estarán encantados de conocerte —le guiñó un ojo, descolocando al chico en mitad de las risas generalizadas. Si ya de por sí el club no recibía muchas chicas, tenía que estarle vigilando cada vez que veía venir sus intenciones—. Se unieron algunos miembros de primer año. Tenemos que intentar ser menos duros con la prueba de admisión este año, ¿bien? —Ah, qué desilusión. Te ablandaste con los años, cof-chan —comentó el otro, de forma teatral. —Puede ser, pero sigo sobrepasándote en el ranking del club, ¿no es así? —¡Eso es porque estaba lesionado, cabrón! Dejó escapar una ligera risa por la nariz, y paseó la mirada por la cafetería, repleta de personas durante el receso pero en menor medida que el día anterior posiblemente. Mientras los chicos charlaban se fijó en un curioso grupo congregado en la mesa contigua, donde un alumna de cabello albino y una venda en los ojos parecía recibir tímidamente al resto de personas. Entornó los ojos durante un instante. ¿Era una alumna ciega? ¿Estaría bien acompañada? Volvió la atención a los chicos al escuchar que le llamaban, pero estuvo algo atento a lo que sucedía a su lado. No se la veía demasiado cómoda, aunque quizás era tímida y nada más. Contenido oculto Tranquila Violet, Shawn te vigila a la loca en la distancia (?)
Qué aburrido. Definitivamente ese escenario no estaba entre sus planes. De un momento a otro había sido asaltada. Y por un hombre. Su expresión se endureció y su sonrisa, aquella sonrisa ladina y de dientes cubiertos, casi felina, se borró de golpe. Su rostro, de aquella piel tan enfermizamente pálida pareció ensombrecerse. El cabello negro, intenso, como el ala de un cuervo le recordó a papá. A su extremo metodismo haciendo las cosas, incluso si ese muchacho era claramente un eslabón perdido de la cadena. No compaginaba bien con los hombres. Su tacto le resultaba repulsivo. Igual que el tacto de papá. Aún así no se movió ni hizo ademán alguno por marcharse, no cuando había encontrado una linda muñequita con la que jugar. Antaño había sido casi... climático. Cuando papá le cubría los ojos y jugaba con ella a las muñecas. El mundo perdía su color y brillaba en rojo y negro, danzaba de forma caótica frente a sus ojos, se escapaba a su comprensión. Al principio le resultaba terrorífico y tendía a llorar, a deshacerse, pero los golpes dolían. Dolían. Y dolían. Y dolían. Hasta que dejaron de hacerlo. La recompensa siempre era grata, extremadamente satisfactoria por algún motivo. Y el tiempo solo hizo más evidente lo obvio. Ella era también una muñeca. Una de esas rotas, fragmentadas en pedazos y enferma. Se había acostumbrado desde niña en cualquier caso. A tolerarlo. A sentir merecerlo y ver tras el ardor lacerante una grata recompensa. Si era una buena niña. Papá no tendría que castigarla. Era bueno en su trabajo. Un fabricante y coleccionista de muñecas francés. Y ella siempre había sido su favorita. Contenido oculto Bueno Jen, ¿como de turbio quieres el background de Alice? Jen: SÍ
Saludó de igual forma con una corta reverencia al chico con una sonrisa, tener más personas que podía considerar conocidos tan rápido en su primer día era algo que nunca había tenido la suerte de tener entonces prácticamente podía decir que estaba siendo bastante afortunada en su primer día en la academia, ¿quién lo diría? —Encantada de conocerlos, Baalam-senpai, Koizumi-senpai.—En ningún momento el cambio de expresión había pasado desapercibido para ella, de hecho, le preocupaba un poco y era por eso que había decidido cambiar de posición para colocarse al lado de la chica de cabello morado, como si la cercanía fuera a hacer que la pregunta que iba a decir tuviera alguna más peso, en vez de sentarse en el lugar disponible al lado de Violet. —Disculpa senpai —En ese momento habría deseado saber como llamarla para que no se sintiera tan lejana la pregunta —, ¿se encuentra bien? ¿pasó algo?
No volvió a escuchar de nuevo la primera voz que la abordó, provocando que se quedara su audición fija en la otra voz dulce y femenina, relajando los hombros. Se sentía rodeada, sin embargo no estaba asustada sino más bien, sorprendida. Qué vergüenza. Sus mejillas se mancharon violentamente mientras negaba pronto con las manos a la altura de su pecho. No le gustaba sentirse el centro de atención, le colmaba el pánico de ser inoportuna. <<¿Se encuentra bien? ¿Pasó algo?>> Le estaban preguntando por su condición, o al menos lo tomó por esa parte... así que en definitiva, no estaba pasando algo en concreto que considerara dañino o digno de mencionar, aunque fuese distinta a todas las intervenciones que había tenido a lo largo de su vida. No había sentido ningún deje de burla, ni de sensación amistosa, solo curiosidad. ¿Extraño quizá? No, dudaba enormemente que alguien tuviese el propósito de hacerle daño sin siquiera conocerla. No era una mala persona. —Estoy bien —respondió sonriendo con parsimonia, hasta que frunció levemente las cejas—. Qué pena, ¿la pregunta era para mí? —se levantó del asiento y se inclinó, sintiendo pudor—. Lo lamento, no fue mi intención creer que te estabas dirigiendo a mi. Habló con suma educación pese a lo apresurado que se les escapaban las palabras; al ser llamada senpai como en algún momento la llamó la señorita Bleke, la llevó a atribuirse dicha intervención.
Era idiota pero tampoco tantísimo, el cambio de expresión en el rostro de Dumont no le pasó desapercibido y lo puso tenso, no porque detectara las vibras raras de la chica, si no porque creyó que era culpa suya por meterse sin pensarlo antes siquiera. No lo sabía, pero estaba más o menos acertado. Como fuese prefirió mantener la atención en Violet y la otra chica, al verse incapaz de disculparse. —¡Ah, mucho gusto, Akizuki-chan! —Con todo no había perdido ni un atisbo de su energía y, culo inquieto como era, se había sentado ya en el lugar cercano a Violet—. Ugh, perdón olvidé preguntar, ¿no te importa si me siento aquí, Balaam-senpai? No se había molestado en prestar demasiada atención a la respuesta de la chica, que se había confundido pensando que Akizuki le hablaba a ella.
E igual que Violet, sintió sus mejillas arder con fuerza del mismo tono de su cabello al escuchar aquella pregunta, en ningún momento pensó que no estructurar aquella pregunta de forma adecuada terminara en la peliblanca creyendo que le estaba preguntando eso a ella, se sentía demasiado descortés al respecto y ella terminara disculpándose de esa forma delante de ella. —¡N-No diga eso Balaam-senpai! —Estaba bastante nerviosa y se le notaba, ni siquiera tardó en dejar el bento en el suelo para tomar las manos de la susodicha y aunque sabía que no iba a poder observar la expresión de arrepentimiento y vergüenza, estaba segura que podía notarse perfectamente en su voz y como sus manos llegaban a temblar ligeramente de los nervios. —D-Debí de haber estructurado la pregunta un poco mejor para su amiga que la está acompañando —Sus pulgares acariciaban con la mayor de la suavidad las palmas ajenas, realmente no quería ponerla en esa situación tan incómoda —, discúlpeme a mi, todo fue un malentendido, no hizo nada mal, ¡p-pero me alegra saber que esta bien! Y con cuidado la soltó para poder cubrirse el rostro unos segundos, había hablado demasiado pronto con respecto a que las cosas estaban yendo demasiado bien, quería que la tierra se la tragara.
Repulsivo. Repulsivo. Repulsivo. No te acerque a mí. Era extraño realmente ver a una persona como Alice Dumont mínimamente tensa. Poseía una personalidad dominante, errática, con rasgos claramente psicopáticos pero allí estaba, tensa como si fuera a romperse por la mitad. Y todo por un hombre. Todos sus músculos se habían tensado y parecía haberse hecho pequeña en su lugar. Los psicópatas no experimentaban las emociones negativas en su mayoría, especialmente el miedo. Pero no había ni siquiera que ser muy inteligente para descubrir que Dumont estaba asustada. Y frustrada y molesta por haber sido interrumpida de esa forma. Y por un hombre. De forma casi inconsciente rodeó su cuerpo con sus propios brazos, abrazándose a sí misma y las uñas moradas se le clavaron en la piel pálida como si pretendiese arrancarla. El flequillo violeta le habría cubierto los ojos, aquellos pozos insondables sin luz. ¿Has sido una buena niña? La chispa producida por la tensión de sus propias uñas sobre la piel fina y quebradiza le rayó el cerebro, golpeó sus nervios con contundencia y casi la hizo boquear por aire. Apretó y arrastró hasta dibujar surcos sobre la blancura. Hasta que el rojo manchara la pulcritud. Hasta que su cerebro se nublase. Su voz fue áspera, ronca, el siseo de advertencia de una serpiente. Quizás fue una respuesta a la preocupación de María, quizás ni siquiera se había percatado de que estaba allí. He sido una niña mala. El lenguaje materno en su voz usualmente suave y calma fue casi una amenaza. El gruñido brusco de un animal salvaje. —Ne t'approche pas de moi.
Negó suavemente ante las palabras del chico, como si le hiciese un espacio a su lado para invitarlo. No le incomodaba, se sentía afortunada, hasta que sintió sus manos ser sujetadas por unas manos tan pequeñas y delgadas como las suyas, disculpándose. Negó varias veces con la cabeza. Había sido su culpa por lanzarse al frente, como solía hacer cada que se ponía nerviosa, sintiéndola alejarse nuevamente. Se quedó quieta, jugando con los dedos a sus costados al sentirse cómoda, hasta que escuchó la primera voz hablar en un idioma extranjero. Ella era rusa, no conocía el francés más que para reconocerlo, pero la forma en que pronunció sus palabras le sonaron bruscas, espantosas, como cuando ella sitió miedo la primera vez que empezó a desdibujarse los objetos frente a sus ojos. Se debatió sobre llamarle, no conocía su nombre si quiera, sin embargo estiró su mano hasta medio camino, deteniéndose. No podía simplemente tocarla, no podía ver sus facciones e interpretarlas, por lo tanto volvió sus dedos al costado de su cuerpo, procediendo a hablar con suavidad, manteniendo la distancia. —Yo... —susurró con la intención de no escucharla nuevamente soltar las palabras que resonaron en sus tímpanos de forma brusca pese a no saber qué significaban, indudablemente nerviosa al sentirse sin armas para apaciguar.
Bueno, no había hallado por dónde disculparse pero después de la reacción de la chica tampoco podía hacerse tanto el desentendido. No sabía por qué, no a averiguarlo tampoco, pero era su presencia lo que la había puesto en ese estado. Tomó su almuerzo, sin demostrar incomodidad o molestia siquiera y se levantó de su lugar junto a Violet. —Me disculpo por los inconvenientes. Acabo de recordar que había quedado de almorzar con alguien —dijo mientras se rascaba las raíces del cabello y hacía una inclinación a modo de disculpa—. Nos vemos por ahí, Balaam-senpai, Akizuki-chan. Les sonrió a ambas antes de salir de la cafetería, sin saber cómo mirar a la otra. Bueno, podía almorzar en algún pasillo. Contenido oculto nO QUERÍA DEJARLAS SOLAS PERO CHALE ASÍ ES MI HIJO, NO PUEDE QUEDARSE SI SABE QUE ESTÁ INCOMODANDO Cualquier cosa aviento a Altan que no le importa una shit la incomodidad de terceros ante su presencia o a Eris con sus hard drugs, para no acercar al cara de culo a Violet
—¡Anna! ¡Oye, Anna! ¡Te vas a resfriar! Venga, con suerte había logrado que se calzara los zapatos, pero del cárdigan ni hablar. La niña atravesó el patio correteando como si todo el lugar le perteneciera, y se detuvo de golpe a las puertas de la cafetería para, finalmente, esperarme. Era un caso perdido, ¿no? Cuando estaba así de contenta jamás atendía a razones, se tornaba imprudente, distraída y atropellada. —¿Viste eso, mini Ishi? ¡Ha sido tan divertido! Y siempre la regañaba pero, a fin de cuentas, sólo deseaba que pudiera permanecer así para siempre. —Estuvo muy lindo —acordé, llegando junto a ella, y le extendí el abrigo—. Ahora, ¿vas a poner-? —¡Nop! —Se carcajeó como si me estuviera tomando el pelo y volvió a corretear hasta una máquina expendedora. Suspiré, resignado, y sólo la seguí a mi propio ritmo. Para cuando la alcancé ya estaba esperando un zumo de manzana que no tardó en empezar a beber. Nos sentamos cerca, en una esquina libre, y recorrí un poco el lugar con la vista. Había bastante alboroto. —Qué pena que no pudimos declarar un ganador~ —La voz de Anna sonó ligeramente apagada y enderecé mi atención hacia ella—. Pero nada que hacer con dos jueces, ¿verdad? Arrugué apenas el ceño. Creo que sabía hacia dónde iban sus preocupaciones. Imprudente, distraída, atropellada; pero en el fondo siempre seguiría preocupándose por sus amigos, ¿verdad? Siempre los observaría. —¿Lo dices por Hodges-san y Sonnen-kun? Anna jugueteó con el sorbete del zumo mientras asentía con cierta pesadez. Apoyó un codo en la mesa, el rostro sobre su mano, y revoleó los ojos al techo. —Creo que... estaba muy intensa. —Soltó una risa floja—. Quiero decir, me pasa siempre pero me doy cuenta cuando ya es muy tarde. —La vi chasquear apenas la lengua y pellizcarse el puente de la nariz antes de seguir bebiendo—. Nada nuevo bajo el sol. Me mantuve sereno, pensativo. ¿Qué podía decirle? ¿Las respuestas de manual? Demonios, no se me ocurrían otras. —Puede que el baile simplemente no sea lo suyo, o que hubieran quedado con otras personas. No tiene por qué ser tu culpa, An-chan. No tiene por qué ser todo siempre tu culpa. —Bueno, estaríamos en un problema en ese caso, porque creí que Emi-chan estaría conmigo en el club de baile. —Ahí iba de nuevo, otra risa floja que prácticamente le desinfló el cuerpo sobre la mesa—. Ah~ Me hacía mucha ilusión. —Luego puedes preguntarle. Dirigió sus ojos rosados hacia mí por un breve momento; quizá estaba intentando definir si le hablaba en serio o si sólo lo había dicho por decir. Como fuera, se limitó a suspirar y encogerse de hombros, volviendo a posar su atención en la cafetería. Mis manos, entrelazadas sobre la mesa, se revolvieron con sumo disimulo mientras inhalaba y exhalaba a consciencia. No puedo ayudarte, ¿no? No sé cómo. —Pero Daute sí se veía super entusiasmado —retomó Anna, sonriendo algo cansada, con la mejilla sobre su puño—. Eso me pone contenta, no creí que un chico estaría interesado. ¡Ahora podremos hacer trucos y todo eso! Solté una risa suave; realmente no sabía quién cuidaba de quién. —Eso suena peligrosamente bien. Anna rió con calma. —¿Verdad~? Un ligero silencio se suspendió entre nosotros, mientras Anna bebía de su zumo y ambos detallábamos, quizá con forzada insistencia, los alrededores de la cafetería. Contenido oculto hold my develop
Cierto era que no tenía el vicio de fumar tan arraigado en comparación con Akaisa, que fumaba un par de cigarrillos antes de salir de casa, otro en la azotea si tenía suerte de que no estuviese lloviendo, y otros tantos camino a casa que pedía que Fujioka no pasara por ella para irse caminando; pero mierda, habían días que simplemente lo necesitaba, cuando el mundo monocromático no se limitaba solo a ser eso, un jodido universo pálido, si no que danzaba de forma incomprensible y algo parecido a la ansiedad se le trepaba en al espalda. Por eso al final se había metido a los baños, entrado a un cubículo y echado pestillo mientras sacaba la cajetilla del bolsillo trasero junto al mechero Zippo, porque ante todo era un puto elitista. Accionó el encendedor e inició el pequeño incendio, llenándose los pulmones de humo que liberó poco después. Joder, la chiquilla lo había dejado hecho un manojo de nervios. Se fumó el primero, luego el segundo y finalmente salió, regresándose las cosas al bolsillo para luego enjugarse la boca, sin detenerse a mirarse al espejo. El cabello esponjado desde la mañana, desprolijo, el uniforme con la corbata a medio hacer y la camisa desabrochada que Suzumiya había intentado poner en su lugar. Nada nuevo bajo el sol. Salió al pasillo, luego caminó cerca de la cafetería echando un vistazo por puro reflejo y ubicó, como un puto semáforo, el cabello de Anna y el de Kohaku. Parecía no tener más remedio, ¿cierto? Al fin y al cabo ya había logrado calmarse un poco. Se acercó, sorteando las otras mesas, y a lo lejos vio la melena corta de Balaam junto a otras dos chicas a las que no se molestó en ponerles atención. Al llegar a la mesa donde estaban ambos chicos se dejó caer pesadamente en la silla junto a Anna. —No vayan a pensar que los estoy siguiendo, aunque perderme es como intentar perder un gato, debo admitir. —Debía oler a humo, pero lo traía sin cuidado. Giró el rostro hacia la muchacha—. ¿Cómo te fue con el latin boy? Maldito cerebro chamuscado.
Se quedó mordisqueando el sorbete del zumo, aunque ya se lo hubiera acabado. Era un puto culo inquieto y, en líneas generales, tener algo en la boca le ayudaba a canalizar. Chicles, paletas, un cigarro, sus uñas, incluso un estúpido sorbete. Lo que fuera. Kohaku se había mantenido en silencio, sentado al otro lado de la mesa. Tenía pintas de estar tranquilo como siempre, así que le traía sin cuidado. Conocía muchas de sus facetas, después de todo. La había visto radiante, bailando y tonteando; la había visto en la mierda, fumando y puteándose con el primer imbécil que se atreviera a decirle algo. La había visto de rosa y también de negro, bajo el sol y bajo la luna. Lo había visto. También podía ser la boca del lobo, no solo meterse en ella. —Ah, hombre —soltó con pereza, desparramada sobre la mesa—. Qué ganas de un porro. Kohaku la vio, risueño, y su silencio fue respuesta suficiente. —No trajiste, ¿no? Ishikawa meneó la cabeza, su cabello cian se movió con suavidad. —Nop~ —Pfff. —Tenía la mejilla sobre uno de sus brazos, mientras con la mano contraria jugueteaba con su propia coleta—. ¿Qué te pintó, mini Ishi? ¿Sigues tanteando el terreno? —Bueno, sí. Aún no encuentro muy buenos puntos ciegos, poco concurridos o con buena ventilación. —¿Ya probaste en la azotea? —Sabes que no me gustan mucho, ¿una sola vía de entrada y de salida? Muy arriesgado. Pero bueno, sonaban como unos putos dealers. Al menos eran conversaciones que, de momento, reservaban únicamente para sus momentos a solas. No era como si a Anna le viniera en gracia aún que Emily, o Jez, o Konoe supieran de sus manías, la gente que frecuentaba o la cantidad increíble de tiempo que pasaba de noche, fuera de casa. Por alguna razón, se imaginaba que a Altan le daría igual. Como si lo hubiera puto invocado, el moreno se materializó junto a ella de un segundo al otro. Anna estaba tan tirada sobre la mesa que ni tuvo que disimular la leve tensión que le provocó la sorpresa. Si debía ser honesta, no se moría de ganas de verlos justo ahora. —¿Qué pasa, Al? ¿Nos enchufaste unos GPS y aún no me entero? —bromeó, irguiéndose lo suficiente para verlo de costado; su voz sonaba, si se quiere, más madura y tranquila. No tanto como una niña alegre, sino una adolescente de dieciséis años. ¿Latin boy? Logró entender el apodo en inglés y soltó una risa corta, trazando círculos imaginarios sobre la mesa. Había dejado el cartón vacío a un lado. —Genial~ El tipo sabe bailar y, digamos, ¿estamos en la misma onda? Algo así. Ko quizá lo explique mejor que yo. Le pasó la posta mientras volvía a mordisquear el sorbete. Joder, la puta ansiedad. —¿Por qué yo? —replicó, algo contrariado. —¿Porque no tengo idea cómo nos vimos de afuera? El muchacho rió con suavidad y se encogió de hombros, volviendo la mirada ámbar hacia Altan. —Fue bien. Ah, cierto —agregó, y le pasó el inhalador a Anna sobre la mesa—. Ya quédatelo, o luego me olvido de regresártelo. Hiradaira se lo guardó en el bolsillo de la falda con movimientos más o menos automáticos y le lanzó una mirada a Sonnen mientras una sonrisa divertida se dibujaba en sus labios. —¿Y tú? ¿Anduviste haciendo cosas malas, senpai?
Soltó una risa floja ante la broma de Anna mientras se desparramaba en la silla, con las manos detrás de la cabeza. —¿Hmh? Podría en realidad, pero mira me da tremenda pereza. —Lo había dicho con tono de broma aunque era cierto, a fin de cuentas todos los celulares tenían un sistema de posicionamiento, eran posibles de rastrear. En todo caso, que ambos le confirmaran que había ido bien hizo que se le formara una sonrisa en el rostro—. Me alegro. La vio tomar el inhalador que Ishikawa le alcanzó y la miró de costado cuando hizo aquella pregunta. ¿Cosas malas? Se enderezó un poco en la silla, mientras tomaba su propia camisa y se la llevaba a la nariz; la soltó después, a lo que regresó a su posición original, igual de arrugada que antes. Sintió la cajetilla y el mechero en su bolsillo. Apoyó el rostro en su mano para mirar a Anna. —Que ponga menos cara de culo no significa que siga más reglas que antes~ —De nuevo la sonrisa prepotente y de hecho en el fondo su voz había sido casi el ronroneo de un gato—. ¿Vas a regañarme por haberme fumado un par de cigarros en el baño, An-chan? Contenido oculto siendo muy sincera se me cayeron las bragas wth Al qué coño haces
Tanto ella como Kohaku tomaron el rollo del GPS como una broma, claro está. No tenían la menor idea sobre los Sonnen y la llave maestra que el tipo se guardaba al alcance de su móvil. Así y todo, Anna soltó una risa corta y, mientras seguía jugando con su propio cabello, le lanzó una mirada a Kohaku. —Cuídate el culo, Ko, mira si por fin descubren dónde buscarte para hacerte comer mierda. Ishikawa aún mantenía los codos y el cuerpo más o menos echado sobre la mesa. —Sabes que eso es imposible —replicó, ligeramente risueño—. Y si no, bueno, al menos me ganaré los cuidados de An-chan~ Anna lo recorrió con la mirada antes de estirar el brazo y darle un golpecito suave en la frente. —Tendrás que agarrarme de buen humor. —Sin problemas~ Anna rodó los ojos y los volvió hacia Altan, detallando sus movimientos al estirarse la camisa, olisquearla y dejarla ir. Remover así la prenda le hizo llegar aún más el sutil, pero inconfundible aroma del cigarrillo. Lo escrudriñó con una ceja alzada mientras apoyaba el rostro sobre su mano y más o menos imitó sus movimientos; se irguió un poco y lo oyó con atención, sin quitarle la vista de encima. ¿Por qué de repente parecía haberse convertido en una contienda personal? Como si hubiera espacio para derrotas o victorias. Era su puta vena orgullosa y competitiva. Enroscó y desenroscó su cabello pastel entre los dedos, con aires distraídos, y le sonrió socarrona. —¿Yo? Qué va. Mi moral no es tan frágil. De hecho... —Se inclinó apenas hacia él y arrugó la nariz, mordiéndose el labio al retroceder—. Eh, ¿no has probado con tabaco de liar? Deja menos peste y todo~ La risa suave de Kohaku le hizo verlo de reojo. —¿Vamos a quejarnos de pestes, An-chan? Hiradaira no se permitió fruncir el ceño, aunque sí estaba algo sorprendida. Bueno, nada que hacer, ¿verdad? Sonnen no era estúpido y ya la había visto escupiéndole en la maldita cara a un pandillero de metro ochenta. Imitó los movimientos del moreno, pellizcando su camisa entre dos dedos para olisquearla con aire indiferente, y se sonrió satisfecha. —Nada por aquí, Ko-kun~ —replicó, ligeramente burlona, lanzándole una mirada divertida a Altan—. Al menos completa el cuadro, ¿no? Ya sabes, de chico malo y todo eso —agregó, lo último en español.