Ryouma Cuando llegó al dojo, no avanzo más de dos pasos tras reposar sus sandalias en la madera. Dejó que Takeda se adelantara a dónde fuera, no tenía muchas ganas de sociabilizar con nadie. Al único que le habló fue a Takeda, más por capricho de mostrar ese lado inmaduro e infantil que no podía mostrarle a nadie más... A excepción de Kenzo, en algunos casos. Escucho las palabras del chico con máscara mientras sentía el sonido de insectos y aves, aparte del propio palpitar de su cerebro. —Estoy mejor que nunca —carraspeó, para dirigir una mirada furiosa a su locutor. Sus puños se tensaron, no le hacía ninguna gracia que anduviera con una máscara. >>Si puedo mantenerme de pie, podré hacerlo siempre que no me los corten. El problema no es ese, no lo entenderías. Claro que lo entenderían, era un problema bastante sencillo de arreglar; descansar por tres días, con un poco de entrenamiento adecuado y ya estaría como nueva, sin olvidar la importancia de una buena comida; pero haría eso dependiendo de su estado de ánimo, esa mañana pasó de la pena a la ira, solo la alegraría saber el paradero de Kenzo; o el del asesino de Chikusa. Se dejó caer, con la típica pose de loto; dejo su katana arriba de su regazo, protegida con una funda de peculiar tonos rosa, morados y rojos; parecía casi un arreglo de adorno. Se aferró a la empuñadura de esta con su mano derecha, con la otra la funda; si iba dormir, debería estar preparada para cualquier cosa al despertar.
Celda [Subterráneo Casa Feudal] Después de que Kuroki y Natsu se fueron; unos instantes después se escucharon unos pasos acercarse tranquilamente; Ukita levantó la vista y miró a su amigo, era Yamagata; se veía bastante nervioso y con falta de sueño; había estado escuchando. Yamagata observó a Kenzaburô mientras hablaba —No tienes hasta la noche... — Ukita lo interrumpió con sólo colocar su mano en su hombro; Yamagata lo sacudió —Me pides que confíe en este desconocido en lugar de Tenshin— Ukita negó ante las palabras de Yamagata —Te pido que confíes en mi; tu camarada en armas; tu capitán de escuadrón en Nara— Yamagata desvió la mirada de Ukita —Me dice que alguien lo atacó; posiblemente no este sujeto pero alguien mas pudo haber sido Ukita; y desperdicias tu tiempo de búsqueda protegiendo a un ronin— Ukita miró hacia Kenzaburô y afirmó; Yamagata estaba molesto y tomó a Ukita del cuello de su casaca, este no se inmutó ante la acción —Tenshin jamás ha blandido un arma; y lo acusas de la muerte del más fuerte del Clan; escucha tus palabras— Ukita lo escuchó y dejó que el silencio reinará unos minutos; esperando que la cólera de Yamagata disminuyera —Estás dejando que tus emociones dominen al guerrero, a este ritmo blandirás tu katana por el nombre equivocado— Yamagata lo lanzó soltando la casaca la cual dejó arrugada; Ukita se mantuvo de pie viendo como Yamagata se alejaba de la celda —Tu juicio no será sencillo; si Kuroki y aquel forastero no encuentran nada útil para el caso...— se giró hacia Kenzaburô —esperemos que Fuji tenga a tiempo tu espada para el escape— Takano Turusuke —El trabajo de sol a sol es honrado— Dijo pensando que aquella dama trabajaba en los campos de arroz; pero reparó en su katana a su costado —¿Espera, qué tipos de trabajo? —dijo intrigado, por alguna razón que no lograba entender, quería saber mas de la mujer frente a él —¿Cuál es tu nombre? — el tiempo transcurría y Takano ya debería estar dojo; y de nuevo había olvidado buscar a Kuroki; posiblemente porque en el fondo sabía que él se encontraba a salvo. Kuroki y Natsu Salieron de la Casa Feudal con varias miradas de los guardias encima; todos desconfiaban de gente que no habían visto lo suficiente en Nara; Natsu había encontrado lo que él creía como semillas de la fruta indicada; pero no lo eran; estaban completamente secas, inservibles para ser exprimidas; Kuroki lo apresuró y ambos salieron hacia el dojo; pues Kuroki conocía perfectamente el camino a él. Dojo Minamoto Takeda guardó la misiva y se dirigió nuevamente al exterior; el sol había salido por completo en el horizonte; pudo observar como Kuroki corría hacia su dirección "como en los viejos tiempos cuando intentaba entrar al dojo por la fuerza; pero ahora era parte del clan" pensaba mientras observaba que detrás de él venía otro hombre, Kuroki corría con una katana que no era suya y el hombre detrás suyo parecía portar la propia —¿De dónde has sacado eso Kuroki? espero no se lo has robado a este espadachín ¿cierto?— dijo señalando a Natsu; tenía que irse rápido a esa audiencia pero sentía que no podía abandonar a Kuroki si se había metido en problemas; tenía que resolver eso rápido. Fuji miraba la interacción entre Kohaku y la pequeña; aún resentía las palabras de la niña; pero sabía que no podía guardar rencores pues resultan una pérdida de tiempo —Eres muy protector Kohaku— dijo escuchando la pregunta hacia Mao —Puedes dormir aquí y retomar fuerzas...— decía hacia Mao acercándose con un tazón de arroz —Come, eso también te aliviara; prepararé un poco de té también para que podamos iniciar este día como es debido —Se alejó para encender el fuego y buscar recoger agua para su tetera —Si Takeda te ha traído hasta aquí y dejado pisar el dojo; puedes considerarte una de nosotros—
Ryouma Contenido oculto: Musica "Falling snow" —Gracias —dijo sin abrir los ojos, de manera seca, pero no sonaba deshonesta. Dejó el tazón reposar en el suelo, para después erguirse, mientras sujetaba la empuñadura de su katana. Abrió los ojos, entrecerrados con un mirar crítico y agudo, para después voltear a ver al ruidoso ser que había llegado... Kuroki... Kuro... Un leve gruñido escapó de sus entrañas, para salir amenazante sin llegar a abrir los labios. >>¿Se puede saber que diablos haces con esa Katana? —dijo potente, pero sin llegar a ser amenazante, a pesar de que seguía aferrándose a la empuñadura de su propia arma—. Dudo que quieras quedartela, ¿no? Tan andrajosa y poco elegante; excremento de caballo — El odio se escapaba sin más, uno sin dirección, porque no estaba odiando a nadie en especifico; tan solo detestaba lo que tuviera que significar que Kuroki tuviera aquello. Inspiró hondo, para soltar con calma el aire de la nariz. —¿Qué problema tiene ahora? ¿De que diablos le están acusando? — Un gruñido aun más fuerte, en realidad estaba furiosa, enfadada de no enterarse de los cabos sueltos que surgieron tras su escapada del pueblo. >> Hablo de ese perro sarnoso, el que habla como si todo fuera a su favor — Una sonrisa altanera se le formo, tras haber soltado una suave carcajada cínica—. Esa katana es más valiosa que su propio corazón, es el juicio de su cerebro... Acabas de despertar a un demonio tan solo por eso, niño; más te vale estar listo para enfrentarlo, tus amiguitos no te van a salvar de él: Porque es una bestia con mucha más experiencia de la que, seguro, eres incapaz de imaginar. Te destrozará vivo, sí es que no te come en el proceso. Y se calló, volviendo a su expresión amarga más común de todas; la que tan solo esperaba que la muerte apareciera pronto. Se dio media vuelta, arrodillándose; juntó ambas palmas. —Itadakimasu —agradeció a todos los que habían hecho posible tener ese tazón de arroz frente a ella, entre ellos Fuji; sin olvidar a Chikusa. Y empezó a comer, con los dedos, pues no había visto que le ofrecieran algunos palillos. En realidad, poco le importaba comer con las manos, podía sentir la calidez de la comida y recordar los tiempos en los bosques y montañas con Kenzo.... Estaba feliz, parecía que el destino le daría una oportunidad de proteger a su maestro; sí es que este no decidía correr hacia su muerte antes. Contenido oculto ¿Mao aprovechando de denigrar a Kenzaburo todo lo que pueda? Si, creo que es su nuevo Hobby favorito, eso y asustar Kurokis.
Misato Aoyama Y así ocurrió, el hombre no tardó en ver mi fiel katana, aquella que acompaño mis andanzas y ayudo a defender a los marginados más desafortunados. Odiaba hablar del tema samurai( en muchos poblados llegaron a llamarme así) apenas conocía a alguien, pero nunca fui de arroparme en misterios e intrigas. Después de todo es el legado del abuelo y de verdad era un orgullo mantener vivo su estilo de lucha, aunque no sea lo esperado en mujeres. —mmm verás yo... soy una guerrera que hace mucho decidió tomar su rumbo, vivo de proteger caravanas y arrozales de cualquier peligro, los lugareños dan una buena paga por ello...bueno siempre que puedan—afirme sin rodeos desviando la mirada rozando delicadamente la empuñadura de la katana. —Mi nombre es Misato Aoyama, un placer conocerle— me presenté sonriente con una reverencia, tal vez estaría algo extrañado de ver una mujer en los caminos de un guerrero, no suele verse muy seguido. No pasaría mucho tiempo una vez lo entendiese y me vea en acción, sabía muy bien que se acercaba nuevamente la hora de desenfundarla y enfrentar el caos venidero.
Kohaku Ishikawa Las manos que había extendido en preocupación hacia Mao se retrajeron al advertir no sólo su mirada, sino la forma en que le hablaba. Bueno, no se lo había esperado para nada. Le recordaba, en cierta forma, a un pequeño gato herido, que a raíz del dolor y el miedo se torna aún más arisco y le muestra los colmillos a cualquiera que ose acercarse. La línea recta de sus labios no demostró cambio alguno de semblante y se irguió, volviéndose hacia Fuji para oírla. Protector. Sí, esa palabra le iba bien. No era la primera vez que se preocupaba por personas que apenas conocía pero que, de uno u otro modo, le recordaban a los hermanos y hermanas que había perdido. Chiasa tendría más o menos el aspecto de aquella niña arisca si estuviera viva, ¿verdad? Asintió solemne en respuesta a Fuji y le sonrió, agradecido, observando cómo le alcanzaba otro tazón de arroz a la niña. Recordó el suyo propio entre manos y se llevó un bocado a la boca, masticando pacientemente. —Usted también es muy protectora, señorita —le dijo a Fuji, en voz suave. No tenía más que agregar y decidió sentarse contra una pared del dojo para comer. Fue llevándose arroz a la boca y compartiendo con Chiasa mientras contemplaba, como un mar sereno, la situación reinante. La niña estaba increpando a Kuroki con unas energías increíbles para su estado. Parecía escupir veneno con cada palabra que siseaba, o al menos así se le asemejaba. Kohaku frunció el ceño debajo de la máscara. ¿Qué tenía que haber vivido una joven tan pequeña para comportarse así? A pesar de todo, le alivió ver a Kuroki en una pieza. No sabía qué había ocurrido con él tras la cena en el comercio. Luego de acabarse su tazón se acercó a Fuji, junto al fuego. Parecía ser una situación complicada la que acontecía entre los jóvenes, pero no contaba con voz ni voto en el asunto. —¿La ayudo con el té? —ofreció, junto a una sonrisa afable.
Kuroki Fusatada Cuando recién llegué, me alivió profundamente ver a Takeda ahí presente. Al fin, se le veía bien, la verdad es que me quedé muy preocupado desde que seguí a Kenzaburô. No pude ni hablarle cuando la pequeña salió y técnicamente me arrojó tonelada y media de insultos a la par de su amigo, tal vez. Frunci el ceño ante todos sus comentarios y amenazas, por que solo pude carcajear divertido, Apoyándome en la espada por la risa. Pobre... Puede que no lo parezca pero cuando estoy decidido en algo, el miedo no me apodera. Menos si la situación es favorable ahora... ¿Problemas? Si yo solo quise ver si Kenzaburô hallaba algo interesante por el rastro, si no. Ahora no me insultarias. —Como sea...—. Le respondí a secas. —Takeda, he venido a buscar a Fuji, Ukita me pidió que le entregara el arma. Ahora estoy en este caso y... Ha sido extraño, cuando le seguí desde el Santuario. Terminó en la Casa Feudal, y nadamas y nadamenos que Tenshin se apareció herido y culpó a Kenzaburô de que él le atacó. Ukita le salvó ya que tiene sus dudas, y ahora. Lo único que tenemos es que, el que atacó a Chikusa se detuvo un momento aquí en el Dojo. Por lo que hemos venido a investigar un posible porqué—. Le expliqué a Takeda con calma y firmeza. Delatando que estaba lejos de ser intimidado.
Takano Turusuke Estaba sorprendido; no conocía a mujeres que se dedicaran de esa manera a ese oficio —Turusuke, Takano; el gusto es mío — Siempre era importante conocer a todos los espadachines que cruzaban Nara —Perdona si me veo sorprendido; pero lo estoy— tragó saliva; y trató de ordenar sus palabras antes de expresarlas; el que solía hablar era Takeda o Yamagata, Takano estaba acostumbrado a organizar los entrenamientos y misiones—Perdone mi atrevimiento; pero hemos estado en busca de, personas; si, que sepan de espadas y peleas; espadachines capaces— y así como aquel discurso vino a él, se escapó de su mente casi al instante; habían estado buscando espadachines que pudieran demostrar ser hábiles para pertenecer al clan; pero seguramente ese no era el momento para estar reclutando y entrenando; sacudió su cabeza y después asintió; ya había hablado, sería descortés retirar sus palabras —Si está interesada podría seguirme al dojo, allí conocerá a nuestro líder y el podrá explicarse mejor— Dojo Minamoto Fuji aceptó la ayuda de Kohaku —Intentar proteger es lo único que puedo hacer por ellos; alimentarlos y cuidar de sus armas si sufren desperfectos— miraba a aquellos en la entrada; Mao comenzó a gritarle a Kuroki; Fuji trató de ignorar aquello mientras colocaba la tetera en el fuego; le extendió una caja de bambú a Kohaku —Te dejo a cargo del té; voy a ayudar a Takeda porque no puede despegarse de los niños or sí mismo. Elije las hojas que desees; hay té verde; té de cebada y de jazmín, ese es de mi Tierra — dijo levantándose para acercarse a Takeda. Takeda había escuchado las palabras de Kuroki con los ojos bien abiertos; ignorando su desvelo —¿Tenshin?— dijo preocupado; y lo hizo aún más al escuchar que se detuvo en el dojo —Si se detuvo aquí....Fuji...— Fuji ya se encontraba a su lado, había escuchado todo lo que había dicho Kuroki tomando el arma con delicadeza; miró a Takeda y afirmó —La tendré lista a tiempo —Takeda afirmó mientras se preparaba para salir a prisa hacia la Casa Feudal —Takano no tardará en regresar; busquen aquello que deben para ayudar a Ukita y a este hombre. Fuji....— Fuji lo detuvo con su mano negando al aire —Yo lo sé Takeda; no te preocupes por mi; tomé mi decisión cuando me casé con Matsuda— Takeda afirmó y por último se incó hacia Mao —Lo traeré de regreso, por ahora manténganse aquí a salvo— Takeda salió corriendo; mientras Fuji giraba hacia Kohaku —Debo ir a la casa de armamento; allí tengo mis herramientas y lo necesario para revivir esta vieja katana; el dojo no puede quedarse solo; lo pondré bajo tus manos mientras Takano regrese; no debe de tardar— desenfundó la katana; observando el daño con una mueca de dolor; después la volvió a enfundar y miró a Mao; quien no la dejaba de observar; no a ella, sino a la katana —¿Quieres venir conmigo?— dijo viendo la preocupación que tenía —Sé que estás enferma; entenderé si prefieres quedarte a descansar...— Contenido oculto: Insane; Gigavehl; Mori y Gigi Blanche Ninguno posee la habilidad de rastreo; por lo que deberán tirar un dado de 5 caras para ver si pueden descubrir lo oculto. Sólo si obtienen 5 en el dado será efectivo el rastreo; cualquier otro número significará que han fallado buscando lo que necesitan Mori; si corres con Fuji a la armería no podrás tirar el dado; así que decide si seguirla o ayudar a los demás; también puedes elegir no hacer ninguna de estas dos acciones
Ryouma La pequeña dejó salir un gruñido en cuento escuchó la risa del otro... su rostro ardía, y ya no tan solo por el dolor de cabeza. Definitivamente, la vulgaridad no sacaba nada bueno, pero no se iba a poner a tirarle flores y halagos a Kenzo; él era en verdad demasiado crudo y despiadado, no quería ni imaginar el lío que se formaría si aquel chico se confiaba demasiado... Uhg, si ya tenía problemas con los Taira... Escuchó todo, la información pasó demasiado rápido... Tenshin... Alguien había atacado a... ¿Tenshin? ¿Aquel hombre era de la Casa Feudal?... —Procura volver a salvo tú, Takeda; Kenzo no tiene dónde volver, tú si. —comentó con velocidad y fuerza, viendo con las prisas que se marchaba el líder del clan. Casa Feudal, solo el nombre imponente le transmitía temor. De ahí observó a Fuji, que le daba indicaciones a Kohaku... Si, definitivamente esa era la katana de Kenzaburo. Se sobresaltó un poco al escuchar la propuesta de Fuji, provocando que le mirara directo a los ojos... Un intercambio de miradas desagradable, definitivamente, pero entendía que ahí los únicos mal parados eran Kenzo y ella; los Minamoto ya hacían bastante por confiar en la palabra de un solitario ante la de algún Feudal. Mao se levantó con cierta lentitud, estaba cansada; pero el arroz le había dado algo de energías. —S-si... Si me deja acompañarla, estaría agradecida... Algo no termina de encajar... Kenzaburo no es de los que deja trabajos a medio hacer, el tal Tenshin debería estar ya muerto... Eso o el viejo ya se oxidó, aunque lo dudo mucho.
Kohaku Ishikawa Los eventos transcurrieron a una velocidad vertiginosa. Kohaku había alcanzado a escuchar algunas piezas, las más importantes de la historia, y comprendió que ya no tenía mucho sentido preparar el té. Dejó la cajita de bambú sobre una mesa, con delicadeza, y se ancló de pie para echarle un vistazo al dojo. ¿Un rastro de sangre? ¿Allí? Ayer era de noche y la iluminación escaseaba, quizá lograra dar con algo que pudiera esclarecer aún más el asunto. Decidió enfocar su mente en eso, aunque ciertamente el conflicto que se cernía sobre ellos lucía espeso y ominoso. Las palabras de Fuji lo sobresaltaron un poco y asintió de manera automática, aunque la idea de cuidar el dojo le dio una patada en el pecho. Tragó saliva. ¿Sería capaz? ¿Semejante responsabilidad? Su mano viajó involuntariamente a la empuñadura de su katana y comenzó a recorrer el establecimiento, prestando atención a los detalles. Era parte del clan, ¿verdad? Tareas como esas, e incluso peores, le serían encargadas de ahora en adelante. Debía estar a la altura de lo que los Minamoto esperaban de él. Contenido oculto so fuckin close chinga tu madre *c mata*
Misato Aoyama Deje salir una risilla tapando mi boca con la mano, sabía que iba mostrar su sorpresa al revelar mi identidad y no podía culparlo. Seguro pensó en una especie de dama de compañía o una simple chica de los campos de arroz, hace mucho supe que distaba de cumplir dichos... trabajos. Algo más aguardaba en mi futuro. —¡Oh no! está bien, no todos los días encuentras alguien como yo...alguien que representa el último vestigio de una familia que lleva la habilidad de la katana en la sangre. Y encima, una familia que quiso negar esas mismas raíces para vivir una vida sumisa a la sombra de otros—me explaye por unos minutos relatando sutilmente mi lado sanguinio con un samurai hasta recordar su invitación particular...parece que no me fue difícil encontrar algo interesante en este sencillo poblado. —Uh...con respecto a eso—calle un segundo procesando su propuesta con una expresión fría y calculadora—de acuerdo te acompañaré, justo esperaba algo como esto apenas llegué—acepte sonriente y guiñando un ojo, era una clara aceptación a su propuesta con una renovada confianza. Ahora sólo faltaba ver las intenciones de su mencionado líder, aunque gracias a ciertos rumores de camino podía figurarme una idea. —Siento que tienes prisa, venga que te acompaño—sugeri al verlo mejor parecía estar algo apresurado tal vez podría tener serios problemas por llegar tarde al dojo y no planeaba dejarle mal parado ante su líder.
Kuroki Fusatada Asentí ante Takeda mientras veía el resto de la acción, aunque creo que con Kohaku se le veía un poco los nervios. —Nos quedaremos aquí, no se preocupen—. Luego me dirigí a Kohaku ya que Mao verificaba que quería irse, no la culpaba. —No te preocupes, si quieres yo puedo ayudarte a cuidar del Dojo, después de todo. Tratar de infiltrarme tiene sus beneficios.—rei un poco. Luego miré con calma a Mao. —Hey, quiero ayudarlo, no creo que el haya hecho eso... En especial si las evidencias son extrañas. ¿De acuerdo?—. Dije para tratar de calmarla, si es que en primer lugar me escuchaba. Luego me dispuse a buscar lo que pudiese haber, rastrear nunca fue lo mío... Pero necesitaba intentarlo.
Kenzaburô Cambió de posición de nuevo, la verdad que la celda era tan pequeña que le hacía doler la espalda y las rodillas. Todo esto le recordaba al pasado, cuando servía al señor Akishino como el sabueso encargado de trabajos tenebrosos; y también cuando le culparon a él, Kenzaburô, de un intento de asesinato de la hermana pequeña de la esposa del líder imperial. Todo había sido orquestado tan perfectamente que no había cabos sueltos, tampoco dudas: todo apuntaba al espadachín errante. Pero no lo apresaron como en esos momentos, sino que escapó, ganándose la cicatriz que le acompañaría toda su vida. Inconscientemente se acarició con la punta de los dedos la línea casi blanca que bajaba por su cuello y rió entre dientes al saber que la vida lo había vuelto a poner en una situación similar: acusado de algo que era totalmente inocente. —La camarera del bar. —dijo mientras oía la conversación de sus guardianes. —Dijo que su maestro buscaba espadachines. Desconozco la causa, tampoco me importa en estos momentos. Aún tienen una fruta tan podrida escondida entre ustedes mismos que su empresa simplemente es imposible que triunfe. Están ciegos al no notar como muchos de ustedes están corrompidos. Sí, soy un ronin, no pertenezco a ningún amo, pero sé leer a las personas y eso es lo que me mantuvo vivo durante tanto tiempo. Ésa es la diferencia. —hablaba mirando únicamente Yamagata. —Soy un errante por experiencia y tú eres un perro tan fiel a tu causa que no sabes ver cuándo la causa te lleva a pudrirte con ella; todas las causas, las más justas y las más impensadas por su maldad, son simples ilusiones que quieren creer para sentirse justificados por sus actos. Nada justo existe cuando las personas son las que están podridas por dentro; poco a poco, como una mancha de aceite, se extiende por todo el mundo, corrompiendo a los mejores. Y guardó silencio, está vez sellando sus labios. Ya no tenía nada para decir y ma verdad no confiaba en que nadie pudiera encontrar algún rastro o pista que ponga la situación a su favor.
Ryouma —Je —soltó la chica, en lo que parecía más un chasquido que una risa. La soberbia se le subía a la cabeza, pura y dura soberbia, pues el orgullo estaba sometido en estos casos—. ¿Estás listo para que te muerdan la mano? Estás lidiando contra una bestia salvaje, pequeño; O la ayudas esperando un mordisco de vuelta, o simplemente lo ignoras. Si uno no está listo para afrontar las consecuencias de sus acciones, más te vale verificar si no estás afiebrado. >> Es un lobo solitario, viejo y hambriento; a su edad no tiene remordimientos, y eso es aterrador. El condenado también es bueno con las apariencias, y sabe lo que es tener un buen comportamiento. Tan solo no te dejes engañar, que él no haya cometido un asesinato ayer, no significa que mañana no sé capaz de cometer uno —finalizó, mientras hablaba una leve sonrisa, algo soberbia, nunca se borró de su rostro. ¿Estaba feliz? Si, saber que estaban intentando apoyar a alguien tan indigno del apoyo de los Minamoto le causaba mucha gracia... pero también le alegraba poder conocer y poder confiar en Kenzaburo más de los que cualquiera de los presentes podrían suponer. Después de dirigirle su palabrería innecesaria a Kuroki, se dirigió con total seriedad a Fuji. —Estoy listo, señorita; usted solo camine y yo le sigo. Si me quedo algo atrás es por agotamiento, pero le juro que llegaré.
Natsu Gotho El encontrarse con aquellas frutillas perecederas lo había hecho tensar los hombros, continuando su camino en la misma dirección de Kuroki. Iban juntos, sí, pero no revueltos. Al llegar al Dojo escuchó aquel griterío de una mocosa, pasando de ella mientras observaba con un deje de incertidumbre a Kohaku, el cual le recordó cómo en alguna ocasión de su vida él había llegado a colocarse una "mascara" hecha de paja, como un barril, pero no soportó mucho dentro de ella, y ver a otro niño con algo cubriéndole la cabeza lo hacía sentir... incómodo. En silenció desvió su atención al techo, denotando el polvo de algunas esquinas. Iba a ser recompensado a fin de cuentas si sacaban al tipejo inocente de la celda, no era avaricioso... bueno, quizá un poco. Cerró sus párpados, tratando de que su sentido del olfato funcionase esta vez.
Kohaku Ishikawa Se detuvo un momento cuando percibió la voz de Kuroki dirigiéndose a él y sonrió avergonzado en respuesta, llevándose la mano a la nuca. Sus dedos toparon con la frondosa capa de lobo albino. ¿Tanto se le notaba? —Gracias —dijo con calma, y su sonrisa se amplió un poco más ante el último comentario del muchacho—. ¿Infiltrarte? ¿Llevas en Nara mucho tiempo? Luego de un par de minutos resolvió que aquella tarea sería inútil y acabó por rendirse, cruzando los brazos sobre su pecho mientras se le desinflaba por un largo suspiro. Rastrear nunca había sido lo suyo, ¿eh? Le había ido bien cazando gracias a su habilidad haciendo trampas, pero si de seguir huellas se trataba... Chiasa sería más útil que él. Una nueva presencia en el dojo captó su atención, y distinguió a un hombre alto y serio inspeccionando el techo con mirada precavida. Kohaku dio por sentado que sería un miembro del clan Minamoto que aún no se había topado y tragó saliva, repentinamente nervioso. ¿Qué hacía un crío como él cuidando el dojo, de entre toda la gente? Y valoraba la ayuda de Kuroki, pero no contribuía a dar una imagen de fiar. Le indicó a Chiasa que se acomodara en su bolsillo y se acercó al sujeto, sonriendo cordial. —Buenos días —pronunció, tras inclinarse brevemente—. Fuji-san nos dejó a cargo hasta su regreso, mi nombre es Kohaku Ishikawa. ¿Gustaría algo de té y arroz, señor?
Natsu Gotho No notaba nada extraño en los techumbres del dojo, deslizando su atención hacia la parsimoniosa voz que le explicaba el qué hacían ahí mientras le ofrecía algo de alimento, a lo cual él se mantuvo derecho con ese deje de desinterés, con la espada recostada en su propio pecho y la mirada perdida en una esquina del lugar, acomodándose el pesado abrigo negro que se ondeó al mover la muñeca derecha hasta el interior de su Kimono, jugando internamente con el frasco de veneno entre sus dedos. —Hmm —suspiró en un tono de voz bajo, mirándolo por un instante de perfil, sintiendo un cosquilleo en la punta de sus callosos dedos al encontrarse nuevamente con esa máscara que le resultaba tan incómoda desde su posición— ¿Quién eres? —. Respondió con otra pregunta. Últimamente se encontraba con solo mocosos, y no le incomodaba ni un milímetro de su conciencia, pero si le resultaba extraño sentir la necesidad de que su tranquilo río interno comenzaba a hondear como una roca al rebotar en el agua, por la intención inconsciente de que debía ayudarlos de ser necesario en algún momento de su existencia, o de lo contrario, ignorarlos.
Kohaku Ishikawa Pestañeó debajo de la máscara ante la pregunta del hombre. ¿No acababa de decirle su nombre, acaso? Decidió contener el impulso casi sardónico de repetir tal cual su presentación, aún fijado en su idea del sujeto siendo un Minamoto y él debiendo respetarlo para no poner en jaque su lugar allí, y le concedió un segundo pensamiento a sus palabras. —Llegué ayer a Nara con una misiva para Minamoto-sama —argumentó, en voz neutra y firme—. Resultó ser una recomendación, aunque yo no lo sabía, y decidieron acogerme dentro del clan. Por eso estoy aquí. ¿Podría preguntar su nombre, señor? La actitud del hombre parecía algo esquiva. Kohaku pensó que probablemente fuera la clase de guerrero incapaz de fiarse con apenas unas cuantas palabras, y estaba bien con ello. Era razonable. El respeto de esta clase de guerreros era lo que más le interesaba conseguir a Kohaku. Le recordaban, en cierta medida, a su maestro. No había sido hasta después de muchos años que Satsuki le regaló su primera sonrisa. El agua dentro de la tetera comenzó a hervir y Kohaku se acercó para alejarla del fuego. Preparó entonces tres pocillos de barro y vertió el agua sobre las hojas secadas al sol. Los dejó reposar unos minutos y se giró hacia sus acompañantes, una sonrisa suave decorando sus labios. —El té está listo —informó.
Natsu Gotho —Natsu —respondió seco. Ciertamente aún no se hacía parte del clan de forma formal, meditando sobre ser un caza recompensas dentro del clan y a favor del mismo sin pertenecer directamente, pero recordar al anciano le halaba los hilos de los pies de nuevo a la realidad... en algún momento estaría dentro recibiendo órdenes, como todos esos niñitos que se estaba encontrando. Continuó ahí de pie, jugando con el cristal dentro de su kimono hasta un rato después que caminó hasta una de las paredes, recostándose en ella para volver su vista al niño, escudriñándolo inconscientemente de tan solo pensar el calor bajo aquella careta. Luego de un rato, con la tetera hirviendo en el fuego habló de nueva cuenta. —Con la máscara... no sabré quién o qué eres —comentó con lentitud, cerrando los párpados mientras esperaba y una nueva directriz llegase. Relajándose en el silencio de su conciencia.
Shukusha (Takano; Misato) Takano escuchaba sorprendido; y sobre todo la actitud tan amena con lo que decía; siempre que alguien hablaba con tranquilidad le recordaba a Takeda y eso ayudó a que el nerviosismo y confusión de Takano se evaporaran —Las tradiciones familiares hacen guerreros muy confiables— dijo ante el pasado de Misato —Y agradezco tu preocupación; si tengo algo de prisa, ya debería estar en el dojo; acompáñeme, es por aquí...— dijo avanzando. Casa de Armamento (Fuji; Mao) Fuji caminó lento junto a Mao; de esta manera le daba tiempo de revisar la funda de la katana a luz natural; revisando detalles que seguramente un guerrero quisiera conservar —Su katana ha pasado por mucha acción; pero debe cuidarse que no se llene de polvos, sudor o sangre por mucho tiempo— dijo hacia la pequeña mientras caminaban para llegar a la casa de armamento en Nara —Sólo había visto una katana con tanta historia como esta— La casa de armamento estaba en la zona comercial de Nara; tardaron un poco en llegar pero le ayudó a Fuji para revisar los colores y poder imitar los trenzados que portaba el arma; una buena manutención se basaba en sólo mejorar, jamás cambiar las formas por sujección para que el guerrero no cambiara su técnica. Era un trabajo de precisión y mucha observación. LLegaron al local que permanecía cerrado —Seguramente Katsushiro-sama no abrirá el día de hoy; dudo que quiera vender armas a potenciales asesinos —Lo que parecía ser un impedimento, para Fuji era una oportunidad; deslizó la puerta y entraron; el lugar estaba vacío y no había armas exhibidas, pues eran guardadas cautelosamente por la noche para que no fueran hurtadas. Se acercaron a una mesa baja de bambú; dejabo e esta había una caja grande del mismo material; la sacó y colocó junto a ella, quien ya estaba hincada. Colocó la espada en la mesa y la desenfundó con cuidado; dejando la saya a un lado. De la caja sacó un martillo de metal y una almohadilla—Mekugi; este es un martillo especial para el cuidado de las katanas —depués sacó una botella chica con un aceite y unos trozos de papel ya pre-cortados en rectángulos —El aceite Koji; y el papel de arroz... —este lo extendió en la mesa y después sacó un paño y una bola de polvo; esta última con sumo cariño —A esta bolita se le conoce como uchiko, está adosada de un polvo muy fino que nos ayuda a limpiar impurezas— dijo levantando la katana mientras daba golpecitos con ella a toda la hoja incluyendo el canto —tendré que limpiarla dos veces; ahora y después de afilarla— dijo mirando a Mao; tomó la amohadilla y recargó la punta de la katana en ella; pues el filo nunca debe tocar el suelo; después tomó el papel de arroz y con fuerza comenzó a limpiar la katana cuidando el filo para no cortarse; era un movimiento mecánico pero muy cuidadoso; repitió de nuevo el proceso tres veces por la suciedad del filo —Ahora debo desarmarla... —dijo mirándola a los ojos; mostrándole el mango de la katana; estaba comenzando a mostrar óxido —La sangre ha escurrido muchas veces por el interior del nakago; seguramente está muy oxidado, por lo que debo de limpiarlo a profundidad; este proceso es uno que no me gusta hacer sin el permiso del forjador o el de su amo— dijo refiriéndose a la katana —Te has alterado mucho al ver esta arma; su amo ha de ser un ser muy querido por ti; es por ello que quería que vinieras ¿Me darás permiso de desarmar su katana? —Para Fuji este trabajo era demasiado honorable; no pensaba incumplir en sus enseñanzas. Contenido oculto: Mori Puedes aceptar o negarle a Fuji el acceso al desarme Dojo Minamoto (Takano; Kohaku; Natsu; Misato; Kuroki) Fuji y Mao se había retirado del dojo con aquella katana mientras el resto hacía una búsqueda sin muchos resultados. Mientras ellos dialogaban Takano entró al dojo acompañado de Misato; observó con detenimiento la falta de los rostros usuales y reparó en Natsu, lo había visto en otro lado pero no recordaba dónde —¿Dónde están todos? ¿Qué está pasando? ¿Qué buscan?— Takano nuevamente estaba confundido —¿Y Takeda?— Tuvieron que volver a explicar todo; cómo un hombre había seguido los rastros del asesino de Chikusa; cómo Kuroki lo vigiló mientras lo hacía; viendo como lo terminaban arrinconando y culpando de un crimen que no había cometido; y que ahora buscaban alguna prueba para poder ayudar a Ukita en el caso y a demostrar la inocencia de aquel hombre. Takano escuchaba atento mientras se preocupaba por el hecho de que llamaran a Takeda a una audiencia —¡Ayer teníamos un clan! Hoy... nos están destruyendo...— dijo muy molesto; después se giró a Misato —La situación es complicada ahora; nuestro líder está en una audiencia en la Casa Feudal; no soy nadie para pedirte un favor; pero si esto ayuda al clan estaría muy agradecido; debemos ayudarlos a buscar lo que no parezca pertenecer a este dojo— al terminar de hablar se dedicó a buscar algo; no sabía que era, ni siquiera dónde comenzar a buscar. Contenido oculto Misato tampoco posee la habilidad de rastreo; por lo que deberás tirar un dado de 5 caras para ver si puede descubrir lo oculto. Takano hará lo mismo. Sólo si obtienes 5 en el dado será efectivo el rastreo; cualquier otro número significará que has fallado buscando lo que necesitan. Casa Feudal (Ukita; Yamagata; Takeda; Matsuda; Kenzaburô) Takeda ingresaba por la entrada principal; seguido de Yamagata quien ya había salido de la Celda donde se encontraban Ukita y Kenzaburo. Yamagata se veía muy preocupado; Takeda caminaba con seriedad a su lado —Seguro también crees que Tenshin es culpable ¿Eh, Takeda?— Takeda no contestó a la pregunta de Yamagata; sabía que esto resultaba difícil para ambos; Yamagata soltó un suspiró de molestia —Están acusándolo de asesinato; el no sabe ni sostener un arma; eso fue lo mío siempre; lo de él es la palabra y esas cosas de política— Decía Yamagata hacia Takeda quien seguía sin responder —¿Vas a quedarte mudo en esta situación? Necesito oir de ti que esto es una mentira; que están inculpando a Tenshin de algo que él no sería capaz— los ojos de Yamagata parecían humedecerse; Takeda lo observó y colocó su mano en su hombro. —Acusan a tu hermano de haber matado al mío; espero comprendas que yo avanzo confiando en la verdadera justicia— dijo Takeda con seriedad; la muerte de Chikusa no debía ser olvidada Yamagata desvió la mirada de su líder; ante él no reaccionó como con Ukita; esta vez se quedó callado mientras avanzaban juntos al interior; donde esta audiencia se llevaría a cabo. Mientras tanto en la celda; Ukita veía como Kenzaburô se movía incómodo —¿Te refieres a Yamagata? no es sencilla su posición; Tenshin es su hermano— cerró los ojos mientras se recargaba en la pared estando de pie —No importa el veredicto; ya hemos perdido su espada para nuestro clan, y eso él lo sabe muy bien. Si Tenshin es declarado culpable; el va tener que asumir sus responsabilidades por su apellido; dejando el camino de guerrero para siempre y tomando su lugar como futuro Señor Feudal—
Kohaku Ishikawa Dojo Minamoto Natsu. Se aseguró de memorizar su nombre, aunque le resultara descortés llamarlo así, no con su apellido, y por ende acabara tratándolo de señor como venía haciendo. Necesitaba almacenar esa clase de información de ahora en más. Los movimientos del hombre no se le pasaron desapercibidos aunque estuviera haciendo el té, y le dio un vistazo echado contra la pared. "Con la máscara... no sabré quién o qué eres" Asintió, aunque Natsu estuviera con los ojos cerrados. Comprendía. Una vez salió de la Villa Ishikawa fue consciente de cuán extraño era, en realidad, el hecho de portar una máscara tan aparatosa como esa de sol a sol. La gente lo veía raro, incluso algunos niños se asustaban. Oni había oído en algunas aldeas, como rumores temerosos alojados en el viento. Puede que intentara compensarlo con una actitud cálida sin darse cuenta, pues ni remotamente había considerado nunca quitarse la máscara. Se sentiría desnudo sin ella. Por ello se mantuvo testarudo al respecto, aún a sabiendas que podrían identificarlo a kilómetros de distancia. Una sonrisa afable se formó en sus labios cuando se acercó a Natsu y depositó frente a él, en silencio, un platillo de arcilla con el pocillo de té y un tazón de arroz humeante. —Comprendo —acordó, irguiéndose con movimientos fluidos—. Por ello, espero que un día logre confiar en el poder de mis palabras, señor. Fue entonces cuando dos siluetas se recortaron en la entrada del dojo y Kohaku desvió su atención. Takano había llegado junto a una señorita que aún no conocía. Se lo veía nervioso al hombre y, a decir verdad, no era para menos. El clan parecía estar afrontando una genuina crisis. Decidió prepararles, también, lo mismo que a Natsu: té y arroz. Se acercó a los recién llegados con pasos casi silenciosos y les sonrió, extendiéndoles la comida. —Coman y beban, entibiará sus cuerpos. Ojalá lo disfruten, señor, señorita. Ahora que Takano estaba allí, ¿deberían seguir cuidando el dojo? ¿Quizá los asignaran en otra tarea? No era terreno suyo para decidir, de modo que se alejó a una distancia prudencial y se acomodó contra una pared, con las piernas cruzadas, a beber su té.