Miller's

Bobby Jum

Tras despedir al búho con un simple asentimiento de cabeza, subió las escalinatas que desembocaban en pleno Towne Centre y echó un vistazo alrededor. Tenía hambre, pero no quería gastar dinero, pero tampoco podía (o quería) volver a casa. Salvi había mencionado la Sociedad Histórica, pero le había llegado la noticia de que estaba cerrada o alguna mierda similar. Tampoco le interesaba mucho. Bueno, podría preocuparse de eso mañana.

Se calzó el casco en la cabeza a pesar de que apestaba un poco, cuidando de no aplastarse las orejas demasiado, y se metió al Miller's. Fue derecho hasta la barra y se dirigió a William.

—Eh, gatito, ¿un vaso de agua? —soltó, con voz ronca, sentándose en uno de los taburetes—. ¿Cuál es el menú del día, a ver?

¿Quizás hubiera alguna promo o algo similar? Si no, con rascarle algo gratis a Hartley y matar el tiempo ya se daba por satisfecho.

 

En cuanto Hartley escucha la campanilla de la puerta, sus orejas se alzan, alertas y posa sus ojos verdes en ti, frunce apenas el ceño, mientras te sigue con la mirada. Enciende un cigarrillo luego de haberte colocado en frente el vaso de agua fresca, directo de la nevera.

Quizás estuviera de buen humor, quién sabe, porque a Montana le había dado agua directo del jodido grifo.

—Ah —dice cuando preguntas por el menú, como si hubiera recordado algo. Baja la pizarra, saca una tiza blanca de debajo de la barra, y escribe con trazos toscos mientras te responde—. Dedos de pescado con patatas y una cerveza por $4,75, Manos Largas. Solas, la cerveza por $2 y la comida por $3,25.

Vuelve la pizarra a su lugar, justamente con lo que acaba de decirte escrito.

>>¿Qué con ese casco? —pregunta mientras deja salir el humo por la nariz—. ¿Ya se te fue la olla como a la comadreja chalada?

 

Bobby Jum

Recibió el vaso entre ambas patas y bebió varios sorbos seguidos; ¿la fiebre lo habría dejado tan sediento? Quién sabe. Aguardó en silencio mientras Billy rehacía la pizarra y soltó un gruñido bajo, chasqueando la lengua.

—Me quedaré con el agua —resolvió, alzando el vaso de vidrio para contemplar la luz fragmentada colándose a través de él. Devolvió la mirada rasgada, de ojos entrecerrados, a William—. Los vicios son un privilegio, Hartley, y en casa hay muchas bocas que alimentar.

Frunció el ceño ante su comentario sobre el casco y agitó la mano con desdén, mostrando los colmillos en una mueca de diversión amarga, casi socarrona.

—Al menos mi lengua sigue en su lugar, como podrás apreciar. Nah, es uno de mis invaluables productos de colección. Estoy haciéndole algo de promoción. —Se lo quitó con ambas patas y le dio un par de vueltas, depositándolo sobre la barra—. Mira, Hartley. Un genuino casco de la Primera Guerra, ¿puedes creerlo? Un pedazo de condenada historia en este pueblo de mierda. ¿Qué tal? ¿Cuánto ofrecerías por él?

Aunque tuviera algo de experiencia vendiendo baratijas nunca había sido realmente bueno fijando los precios; de eso solía encargarse la mama. Pero ahora, ya que estaba, ¿por qué no pedir un par de opiniones? Cuanto menos, su cuerpo se sentía descansado y había completado los nueve putos niveles de un videojuego equis.

Eh, había razones para festejar.

 

Se encoge de hombros, no tiene nada que debatir sobre que los vicios son un privilegio, pero lo cierto es que si se ponía a pensarlo, él vivía del privilegio o la enfermedad de otros. Tomaba el dinero de los jodidos adictos medio funcionales para quemarlo en su propio vicio maldito, esa cabrona cajetilla de cigarros que nunca se quitaba de encima.

William toma el caso con una pata, examinándolo, solo por genuina curiosidad. ¿Dónde había visto uno así antes? Ah, claro, ese mocoso amigo de Casey, el que trabajaba en el Snack Falcon, Gregg Lee. Pero el del cachorro tenía un jodido agujero de bala en un costado.
Billy vuelve a dejar el casco sobre el mostrador.

—Varios de nuestros tatarabuelos pelearon en la Primera Guerra —dice para luego dar una nueva y profunda calada; acerca el cigarro al cenicero, para tirar en él la ceniza antes de volver a llevárselo al hocico—. Tenían la puta manía de quitarle los cascos al enemigo, como si fueran un maldito trofeo, hay varios en el pueblo... ¿Yo? Ni puta idea, no sé cuánto pagan por estas mierdas, tal vez Crangler sepa de alguien a quien le interese o tan siquiera tenga idea de cuánto pueden pagarte por esta cosa.

 

Bobby Jum

Algo muy similar a una sonrisa decoró sus labios tras oír la data que William le estaba dando.

—Pero bueno, ¿te levantaste con la pata derecha, gatito? ¿O ayer te cambiaron las piedritas? —soltó, en un tono jocoso bastante desagradable, y se acabó el agua de un trago—. Gracias por la hospitalidad, Hartley. Casi me creo que nos llevamos bien.

Se calzó el casco entre las orejas, justo como estaba, antes de incorporarse del taburete con un saltito y rascarse un poco el pelaje en la nuca. Agh, debía tener un par de pulgas. Gajes del oficio.

—Nos vemos.

Alzó una pata en el aire, con las garras extendidas, y se fue antes de esperar una respuesta. Bueno, quizá la bonita dependiente de la tienda pudiera ayudarlo con su travesía del jodido casco. Y quizá, si la fortuna le sonreía, pudiera comprarse ese combo de hamburguesa con cerveza.

 

Se encoge de hombros ante tu comentario sobre su humor, como si no le fuese ni le viniese.

Lo cierto es que tan siquiera tener al cara de culo de Bobby allí sentado le asegura que no está haciendo el imbécil y exponiéndose como los otros estúpidos que juegan a los detectives.
Puede ser un jodido maleante, como todos en su familia, pero aún así no es más que un crío y nadie quiere críos muertos. No más.

—Búscate algo para esas pulgas, Jum —dice mientras toma el vaso que quedó sobre la barra y lo enjuaga—. No quiero una plaga en mi local.

Una sonrisa sin gracia se forma en su rostro al ver tu despedida, que no esperó respuesta.

Contenido oculto

¿Tenía que rolear una respuesta? Pues fíjate que sí, pOR EL DRAMA

 

William Baxter

No pasó mucho tiempo hasta que al final conseguí llegar al Miller's y apenas entrando, busqué con la vista a Hartley. Estaba interesado en ese anuncio que pusieron, así si era cierto. Podría ganarme algo de dinero. Sumado a que de por sí no tenía nada mejor que hacer. Sea como sea que me reciban, solo he venido por eso. Mi juego detectivesco no involucra este sitio de momento.

 

Billy pone su atención en ti en cuanto escucha la campanilla de la puerta anunciar tu llegada. Se quita el cigarrillo del hocico y exhala el humo lentamente.

—Bienvenido, tocayo —suelta sin más mientras apoya el peso de su cuerpo sobre uno de sus brazos en la barra—. ¿Qué te sirvo?

En la pared tras él está la pizarra que colocó cuando llegó Bobby, los trazos toscos dicen: Dedos de pescado con patatas y una cerveza por $4,75.

 

William Baxter

—Solo agua esta bien, gracias—. Dije mientras le sonreía levemente y miraba el lugar un momento.
>>¿Cómo estás? Espero que no haya acontecido nada raro estos días por aquí—. Añadí mientras me sentaba en la barra a la espera del vaso.

—Pero para no darme rodeos, vengo en realidad por el anuncio que colocaron en línea. Estoy interesado, aunque desconozco si en verdad ustedes lo colocaron en primer lugar—. Expresé con calma, delatando que esta vez no venía a "interrogarlo" como seguramente pensaba.

 

Al igual que con Bobby, coloca un vaso de agua fría directamente de la nevera frente a ti.

—Nada más raro de lo usual por lo menos —dice, sin darle muchas vuelvas. Suelta una risa sin gracia al escuchar lo siguiente que dices—. ¿No vienes a jugar al detective hoy, enano? Me parece lo más sano para tu salud mental, sí.

Le da una calada al cigarrillo, antes de aplastar la colilla en el cenicero.

—Sí, lo puse yo un poco a última hora. Le dije a la chica Crangler que me sumara en la publicación esa de mierda, no creí que nadie viniera. —Se rasca la mejilla luego de hablar—. Mucho menos que tú, Baxter, vinieras a un bar de cuarta por un anuncio de dudosa procedencia. Como puedes ver, no hay demasiado que hacer aquí, pero he estado dejando que Marie se vaya antes a casa por esta mierda rara que pasó con la niña Hackett, porque bueno, tiene niños y familia en las que pensar, pero sobre todo... es una chica. No sé si el loco de mierda que anda suelto está ensanchado con dañar chicas y no quiero averiguarlo por dejar a mi cocinera hasta el cierre del local.

Contiene el impulso desgraciado de sacar un nuevo cigarro de la cajetilla y inhala con cierta fuerza, mientras se llena un vaso de agua directo del grifo para sí y da un largo trago antes de seguir hablando.

—Pero necesito ayuda con el orden de la mercadería y cerrar este basurero acompañado no me vendría mal tampoco. No te necesito aquí metido todo el puto día, con que vengas un par de horas y para el cierre, estamos bien y lastimosamente tampoco puedo pagarte el salario de Marie por ello. Poco más de cuatro dólares por la hora es lo que puedo darte, chico, por desgracia. Es lo que hay. Tú decides si tomarlo o dejarlo.

 

William Baxter

No evité enarcar un poco la ceja al verlo tomar agua del grifo, que a diferencia mía me había dado de la nevera, cuando era raro de él ver gestos así. Y creo que intuía porqué, pero era demasiado pronto y vago como para pensar que fuese por lo que me contó aquella chica del subterráneo.
Lo escuché con atención, musitando por lo bajo ante su comentario de jugar a detective. En realidad ya estoy muy metido en esto como para echarme atrás, solo que ahora no andaba de humor como para discutir sobre eso.

—Bueno, me da igual que sea un anuncio de dudosa procedencia o no. Es del pueblo y para mí con eso basta, ¿qué es lo peor que pudo pasar? ¿Que fuese un engaño? Me parecería poco inteligente de alguien que se ha tomado muchas molestias en hacer desagradable lo de Kira como para dar algo así a la luz del día. En fin, sobre Marie. Lo entiendo. Tal vez y sea cierto que le tenga especial interés a las chicas, menudo asco. Seguramente y es un sujeto el que anda detrás. Lo malo es que con esa señal de radio delata que es un grupo—. Dije con calma, sin darme cuenta que eso último se me escapó.

Luego ante su último comentario, me encogí de hombros, terminandome el vaso de agua.
—Cuatro dólares son cuatro dólares. No me importa. Ahora por ejemplo no me alcanzaría para la promoción de hoy. Además que ya viene haciendo falta ganar algo de dinero, lo tomo tocayo. Después de todo no tengo nada mejor que hacer últimamente—. Le sonreí mientras me estiraba un poco.

 

Enarca una ceja al escuchar las señales de radio, porque a pesar de que todo el pueblo las escuchó, nadie había dicho en voz alta que aquellos podían ser los atacantes de Kira Hackett.
Da otro trago largo al vaso.

Joder, fumar secaba la boca.

—Pues bienvenido al tren descarrilado, enano —responde—. Espero que tan siquiera sepas disparar esa mierda que llevas encima y, por dios, dale una limpiada cuando llegues a casa. Apesta como el puto Inframundo.

 

William Baxter

No pude ver su reacción sobre las señales de radio, estaba distraído en otra cosa hasta que empezó a hablar. Por lo que no evité reír, en especial sobre la ballesta, riendo enérgicamente.
—Muchas gracias, y sí. Es que literalmente lo saqué de ese agujero—. Seguí riendo, para posteriormente quitármelo y mostrárselo por si quería verla.
>>¿Tú sabes quien es el tal Gregg? Esta claro que lo escribió un joven por la clase de expresión utilizada en "Rules". Y calma, sé que lo usaré bien. Por nada decidí tomarlo, al menos podré defenderme de los locos que estén rondando por estos sitios—. Dije seguro y hasta un tanto orgulloso de mis palabras, vaya. Se notaba que esto de al fin tener al menos la capacidad de defenderme adecuadamente contra esos sujetos me ponía de buen humor.

 

Por primera vez una expresión distinta cruza su rostro cuando escucha tu pregunta y se inclina sobre el arma. Recorre las letras talladas con torpeza en la madera con la mano derecha.

—¿Me estás diciendo que encontraste la puta ballesta de ese cachorro en el Inframundo? —Se le escapa una genuina risa que le arranca una tos de fumador del pecho—. Sí, Baxter, y bueno cuando perdió esta cosa debía tener tu edad... Gregg Lee, era buen amigo de Casey, lo sufrió mucho de hecho. Fue él quien me dijo que Casey estaba muerto, aunque ya yo lo tenía asumido. ¿Recuerdas que te dije que los que jugaron a los detectives no sacaron la mala cara de la moneda hace siete años? Gregg es uno de ellos.

Finalmente se rinde, saca otro cigarrillo y lo enciende para dar una profunda calada.

—Dejó el pueblo poco después de su juego a los detectives, con Delaney, Angus Delaney, su novio. Actualmente viven en Bright Habor pero a veces vienen de visita a casa de la madre de Lee y se quedan unos días. Solían vivir en la misma torre de apartamentos que Jum y Duzz. —Exhala el humo por sus fosas nasales—. Debió perder la ballesta en algún momento de su odisea y fue a parar al Inframundo, como todo en este pueblo. Sea como sea, nunca fui muy cercano al cachorro a pesar de que solo es un año más joven que yo, pero parece que tiene pólvora en el culo y no para quieto, aún así a veces toma algo aquí cuando viene o pasa solo a saludarme. La chica Crangler era más cercana a él, a pesar de que le sacaba como nueve años, pero creo que eran como hermanos postizos.

En su rostro se forma una sonrisa algo nostálgica.

—Me llevaba mucho mejor con el grandulón, Angus, era muy callado en general pero era buena compañía. Supongo que ama tanto al culo inquieto de Gregg que por eso terminó metido hasta la cintura en la mierda también, es otro de tus antiguos detectives, ya que estamos hablando de ello.

Desbloqueado.
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Angus Delaney
Original Gang

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Pareja de Gregg Lee, se mudó con él a Bright Harbor meses después del colapso de la antigua mina.
Fue Scout en su niñez y dependiente en el Video Post "Too" durante su adolescencia y hasta que dejó el pueblo.

Angus estará disponible a partir del día nueve.

Brooklyn Lester Bobby Jum Drey Duzz Margarita Nieves

 

William Baxter

Asentí ante su pregunta sobre la Ballesta y el Inframundo, riendo, aunque la risa de Hartley era mucho más notoria. Poco después lo escuché con calma, sorprendiéndome por sus comentarios, en especial la parte de los detectives... Ah. Así que esa era la pieza que me faltaba. Por lo que no evité mirar al sujeto con un semblante de sorpresa, más con la breve historia que me relataba. Vaya, quién lo diría. No me arrepiento de haber priorizado la Ballesta a venir a revisar los anuncios. Pero cuando llegó al tema de Angus, me sorprendí. ¿Su novio? Vaya, menudos detectives más variopintos.
Igual, no evité ver a Hartley con una ligera expresión de empatía, inclusive sonriendo levemente. Era raro ver al gato tan... conmovido. Parecía que ambos eran muy buenos amigos de él, en especial de Angus. Por lo que musité un momento mientras desviaba la mirada a la barra.

—Amiguitos detectives, ¿eh? Debería aprender de ellos—. Bromeé, riendo un poco, sea que le hubiese hecho gracia o no.
>>Vaya, hey. No desesperes. Siempre dicen que la calma viene después de la tormenta. Tal vez las cosas en Possum Springs no mejoren ya, pero nunca sabes cuando puedas irte de aquí, si existiese la posibilidad. O que vuelvas a ver a ambos algún día, suenan a ser grandes sujetos pese a los detalles que me cuentas—. Volví a reír un momento, mirándolo de nuevo.

—Tal vez peco de estúpido y de optimista. Pero ya sabes que siempre me gusta intentar animar a que todo siempre puede ir para bien. Yo lo he hecho y en muchas ocasiones ha resultado, claro. Es soñar mucho. Pero nunca sabes cuando pueden volver.—sonreí para poco después ver que había otra máquina de lotería ahí mismo como en el Snack Falcon, pero ahora mismo eso no me interesaba.

Curioso, vengo solo a preguntar por un anuncio y sin querer se encajó la pieza faltante que tuve en la anterior plática con él.

 

Suelta una risa nasal, al escucharte, y niega despacio con la cabeza quizás algo incrédulo.

—¿Irse de esta pocilga? Eso ya lo hice una vez, Baxter, un año antes de que el enano desapareciera y luego volví. Possum Springs tiene raíces y los cabrones que logran arrancárselas de encima, tiene una suerte de puta madre, pero otros estamos atados aquí. Cuando la gente muere las raíces solo se vuelven más gruesas, a veces las corta, pero en general el miedo ahoga y ata.

Agita la pata, restándole importancia.

—Como sea, si eres tan malditamente terco para seguir metido en esta mierda de la investigación, supongo que si tienes algo de suerte podrás hablar con ellos en algún momento. —Suspira, resignado, toma una hoja de una pequeña libreta y escribe con los mismos trazos toscos de la pizarra los números de teléfono de Gregg y Angus. Finalmente coloca la hoja frente a ti—. Toma esa mierda, por si quieres hablar con gente igual de chalada que tú.

 

William Baxter

No evité dar un breve gesto de sorpresa para cuando me dijo que efectivamente se había ido. Pero al final volvió, como puedo ver aquí. Por lo que al final asentí para mis adentros, había olvidado ese detalle.
Entonces yo haré este sitio más seguro, al menos en la medida de lo posible. Me dije en mi mente mientras escuchaba lo otro. Sorprendiéndome de sobremedida por el gesto, aunque para él solo veía que enmarcaba las cejas, hasta que me dejó el papel, el cual sin dudas lo tomé. Y registré ambos números en mi Agenda, pero igual guardé dicho papel por si acaso.

—Se que te jode esto. Y sé que estoy estúpido. Pero lo necesito—. Dije serio, aunque no como para provocarlo ni nada, si no porque... Si por lo menos comprendiera mi intención con mi trauma, tal vez vería el extraño tono de voz que usé. El cual, si, era serio y firme. Pero flaqueaba ligeramente.
>>Gracias Hartley. Al menos podré tener ayuda extra, aunque sea a distancia. Aún así. No olvidaré el favor que me haces—. Sonreí amablemente, mientras me estiraba un poco, levantándome de la silla.

—La pequeña del Inframundo que admira tu estilo, te manda un caluroso saludo. Y, bueno. Por eso al menos ahora no quería seguir "jugando" contigo. Solo quiero decirte que no quiero avivar heridas, Hartley. Quiero que esto pare, para que ya nadie más tenga que llorar por culpa de un enfermo que solo quiere ver al mundo arder. No me puedo imaginar lo jodido que es cargar tu situación. Pero puedes contar conmigo, si tu quieres. No estas sólo—. Le miré con calidez y firmeza, tomando la Ballesta para colocarmelo.

>>Siento que no puedas dejar de tener la suerte de vivir rodeados de estúpidos locos que se creen héroes—. Reí bromeando, tal vez y no fue la mejor en esta discusión.

 

—Lo que necesitas es terapia y no con un inadaptado como el doctor Hank, que atendía a Borowski y a Forrester. Necesitas puta terapia con un buen doctor, pero aquí estás, en esta alcantarilla en la que se ha convertido Possum Springs y vas a pretender arreglar todo el puto pueblo si eso te da la mínima sensación de solucionar lo que se salió de lugar en tu cabeza desde aquel rollo que me contaron, que ocurrió cuando eras un crío.

Otra calada y otra risa sin gracia.

—Entiendo que no vienes a un bar de mierda a recordarle a la gente sus familiares muertos, eres un idiota, no un cínico. Solo pareces ignorar los tres finales posibles de tu juego de mierda, enano. —Alza la pata libre y alza un dedo—. Sacas el billete maldito de la lotería y terminas como Kira.

Alza el segundo.

—Te ganas otro trauma. —Y finalmente alza el tercero—. El más improbable: salvas a este pueblo abandonado por Dios y adoptado por Satanás. Espero que los tengas presentes, porque si tu juego te lleva a un Dead End, va a ser demasiado tarde para pensar en ellos.

 

William Baxter

—¿Tu crees que no estoy consciente?—. Le pregunté con firmeza...—. Sé que soy un idiota, pero es que alguien debe de hacerlo, si alguien tiene las pelotas para matar y dar la cara al resto como de no tener idea de lo que hace, se requieren todavía más para volverse policía y confrontar a esa gente, ellos se arriesgan todo el tiempo en todo momento, la diferencia es que están armados y tienen cierto poder sobre uno. Pero es lo mismo, tienen sus razones para hacer lo que ahora estoy haciendo. Tal vez algunos con mejores razones que yo, pero ahí están—. Dije mirándolo serio, en serio. Me cansaba ser tratado como idiota, como si no pudiese darme cuenta de lo que hacía.

—Tal vez esté ya mal de la cabeza... Pero por lo menos no estoy tan mal como los implicados en los que le hayan hecho lo que sea a Kira. Como digo, me he metido en esto, y si muero en el proceso... Ni hablar, mala suerte, mal movimiento, quien sabe—. Dije, para volver mi vista hacia la salida y girarme ahí, estando por salir.
>>Te veo más tarde. Y reitero, gracias por la ayuda. Y no creo salvar este pueblo, tocayo. Pero como mínimo quiero hacerlo un poco mejor, y si nadie se atreve a dar el primer paso... Yo lo haré entonces, así me cueste la vida—. Dije, mientras abría la puerta y abandonaba el sitio con calma, bajando las escaleras, para que al quedarme debajo, gruñiera y con mi puño derecho golpeara inútilmente la pared del coraje... Maldita sea, nuevamente. Queriendo consolar a alguien y reiterándome las idioteces que cometía. Poco o nada les importa si lo que hago es inteligente o no, ¿porqué existen personas para hacer daño entonces? ¿Porqué entonces existen los que quieren capturarlos? ¿Para qué me molesto? Si no soy yo será otro, otro que tal vez y no sea tan capaz como yo. Pero así como los locos jamás acabarán, tampoco los que quieran detener a esa gente, es simple equilibrio. Y yo ya he tomado mi lugar...

Al final, simplemente terminé dirigiéndome al Snack Falcon para comprar un billete de lotería e intentarlo de nuevo. No quería ver ni que hora era... Solo, estaba dolido de nuevo.

 

No se trata tanto de que Billy no entienda, porque entiende de sobra. También hay que admitir que encuentra cierto placer en tirar de la cuerda hasta romperla.

Es un gato después de todo.

Y los caninos le resultan impulsivos e infantiles, como perpetuos cachorros.

Pero nadie va a sacarle de la cabeza el hecho de que si Baxter ni siquiera puede soportar el peso de un viejo diciéndole que se cuide el puto culo, no parece el más apto para ser el que el haga frente a un loco de mierda.

O a varios de ellos.

Es posible que la ballesta no tenga el poder de la pólvora, pero si la usa mal un culatazo aún puede dejar sus sesos esparcidos en la pared tras él.

Actuar sin temor al resultado.

No es eso lo que hace ruido. Es que al crío de Baxter le hace falta todo el entrenamiento que pudo haber recibido alguien como Molly Larsen y todos los años que a cualquier cabeza relativamente fría con algo más de kilometraje le hacen darse cuenta que si ves la posible muerte como algo de mala suerte... No entiendes ni la mitad de lo que haces.

Los policías custodian la ley y el orden.

No se trata de ser malditamente suicida.

Le da una calada profunda al cigarrillo y te observa salir.
Te sigue los pasos y sostiene la puerta del bar mientras te ve bajar las escaleras que dan prácticamente al Snack Falcon.

—Saluda a Katz de mi parte y dile que deje de fumar como puto tren de carbón —dice y antes de volver dentro del local añade otra cosa—. Recuerda que tienes que venir a cerrar este basurero conmigo, Baxter.

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Igual que algunos post atrás. Tenía que responderte? No, pero EL DRAMA