Herrería Izagawa

Tema en 'Distrito Comercial' iniciado por Kaito, 26 Marzo 2020.

  1.  
    Kaito

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    —Hm, pues en el santuario, quizás esa niña sepa algo... hay gente allí todo el tiempo. También esta el puerto; todo tipo de rumores llegan ahí debido a los comerciantes que pasan por allí. Y claro, está el propio hospital...

    >> Espera, ¿por qué quieres saberlo, Anna-chan? No andarás metida en algo peligroso, ¿verdad?

    >> Es para un proyecto escolar.

    >> Es simple curiosidad.

    >> Porque una chica rara me pidió que investigue.
     
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    Gigi Blanche

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    Anna Hiradaira Soria

    Anna fue enlistando las opciones en su mente. Al hospital y al santuario ya había ido ayer, y por lo bien que le fue es que hoy estaba de vuelta allí, investigando sobre todos esos benditos rumores en vez de hacer cosas mucho más divertidas.

    —Ah, ¿hay un puerto aquí? ¡Hombre, no tenía idea! Puede que me pase por allá. Nací en una ciudad costera, ¿sabes? Cerca del puerto pesquero que tenía, así que de seguro será muy nostálgico.

    Una parte de ella añoraba aún las sensaciones y colores de la más temprana infancia. Las construcciones antiguas de hierro y madera, llenas de óxido; el canto de las gaviotas de camino por la costanera; el constante olor a sal impregnado en el aire; el rugido plano y casi desapercibido del océano chocando en los acantilados; la risa de su abuelo regresando de mar adentro. Por un segundo, recordó todos esos pequeños momentos y algo se le estrujó en el pecho.

    Cuando Izagawa mostró interés por sus razones, Anna rió junto a él y agitó la mano, restándole importancia.

    —¿Peligroso? Nah, soy sólo una estudiante de preparatoria. Es mera curiosidad. —Lo miró ligeramente de costado, con cierto tinte travieso en su sonrisa, y agregó—: ¿Y tú, grandulón? ¿Qué me cuentas? ¿Cómo va todo con, por ejemplo... Sakura-chan~?
     
    Última edición: 28 Marzo 2020
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    Kaito

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    —¿Oh? ¿Sakura-chan? Creo que le va bien... el negocio marcha bien, que yo sepa —respondió Izagawa, sin comprender a qué iba la joven—. Bueno, si dices que es curiosidad... pero no vayas a andar metiéndote en nada raro, ¿eh? Como dije, es mera superstición... ya verás como en un par de días todos se recuperan y se reirán de los que exageraron todo.

    >> Oh, ya se está haciendo tarde... será mejor que vayas yendo, Anna-chan, que no se te olvide hacer nada que te falte antes de volver a casa...
     
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    Oreki Tojo

    Para Oreki muchas cosas poco le sorprendian, pero ninguno como la dueña de la tienda de ropa Sakura-chan, le sonaba gracioso el sufijo "chan" para alguien de su estatura, aun asi era una mujer amable y atenta, un dia le surgiría un platillo exotico exquisito probado por pocos despues de todo el sentia que lo debia, una pena le embargaba por estar en las nubes debido a cierto temor por ese extraño virus o lo que sea.

    —De acuerdo ya llegamos a este...—Oreki nunca habia visitado dichas zonas pero por un momento sintio que estaba en un juego de calabozos y dragones, era muy extraño.

    —Cielos esto ya es otra onda...eh disculpe podria atendernos alguien...— Llamo el joven levantando la voz era momento de ver quien estaria detras de este lugar y si tendrá informacion clave.
     
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    Yule Shirai

    Sakura no parecía saber mucho más, pero todo detalle fue importante para Yule. Intentaría más tarde comentarle a Diane acerca del paciente ocho, quizás pudiesen averiguar algo en el hospital.

    —Muchas gracias por todo, Sakura-chan, que tenga un buen día —se despidió inclinando la cabeza con suavidad, y se volvió hacia la puerta siguiendo los pasos de Oreki. Sin embargo recordó que ya no estaban solos, y posó la mirada en Watanabe con una pequeña sonrisa—. ¿Te gustaría venir con nosotros, Watanabe-san? —Se sorprendió de sí mismo ante la claridad de sus palabras. Claridad que no tardó en dar paso a su nerviosismo usual—. Q-Quiero decir, s-si no tienes nada mejor que hacer, c-claro.

    Con el rostro enrojecido de la vergüenza, agradeció la fresca brisa del exterior, que calmó ligeramente su estado. Al menos se estaba desenvolviendo un poco mejor, sentía que cada día que pasaba agarraba algo más de confianza. ¿Lo estaría... haciendo bien?

    —Buenos días, ¿Izagawa-san? —alzó la voz al adentrarse en la herrería tras Oreki, buscando al hombre con la mirada—. Veníamos a preguntarle acerca de algo, ¿tiene un momento?
     
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    Nagi Watanabe

    Al parecer resultó que Sakura-chan no tenía mayor información más de la de los corazones deteniéndose a media noche ¿Era posible sufrir una insuficiencia cardíaca a causa de lo que parecía ser un mortal resfriado? Ese dato le pareció importante, así que lo mantuvo bastante en cuenta, aparte de eso no parecía saber sobre quien era el último hospitalizado... ¿Por qué lo ocultarían? ¿Lo habrán querido así los familiares?... No, cuando la prense tiene chismes poco les importaría lo que piense la gente... debía haber algo más, pero no iban a conseguir mucho más estando ahí. Nagi le agradeció de corazón el té a la señorita Sakura, y estaba decidida a marcharse ahora estando un poco más calmada por el asunto de Yuki, Shiori y el perro tonto... Hasta que escuchó una oferta, que la hizo quedarse clavada en el asiento.

    ¿Te gustaría venir con nosotros, Watanabe-san? — No quería voltear, pues al estar más calmada no tenía escusa barata para su extraña expresión: sorprendida, algo enrojecida ¿Y triste también? Era diferente a cuando Yuki o Shiori le hacían propuestas de ese tipo, pues estaba acostumbrada a que sus amigas le ofrecieran ir a cualquier lado cuando se encontraba en Tokyo... Pero no chicos, pues nunca había llegado a ser cercana a alguno aparte de sus hermanos—. Q-Quiero decir, s-si no tienes nada mejor que hacer, c-claro. — Aunque tampoco quería ir divagando sola por la ciudad y encontrarse con Kurosawa... o peor aún, Hiroki, y no tener idea que hacer frente alguno de ellos, aparte, le alegraba mucho que ambos chicos la consideraran para acompañarles, de alguna manera se sentía menos inútil.

    —Cla-claro, si no es... mucha molestia, no tengo razones para negarme. — Por fin se había parado del asiento dirigiéndose a la salida, sin mirar a ninguno de los dos—. A-aparte, es espeluznante andar investigando sobre la enfermedad sola.

    Y cuando llegaron a la herrería guiados por Oreki no se podía sentir más fuera del lugar, ella con dos chicos en una tienda sumamente espeluznante que parecía haber sido sacado de un juego de mazmorras, respiró hondo... Esas armas tenían que ser falsas ¿No? Definitivamente ese era su día más raro.
     
    Última edición: 30 Marzo 2020
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    —¡Ey, hola! —saludó el herrero amistosamente—. Argh, lo lamento, pero no llegan en un buen momento... tengo algunos pedidos de los que ocuparme... pasen mañana mejor, ¿sí?

    La verdad era que se lo veía ocupado; tenía un hierro caliente en una mano y un martillo en la otra. Quizás fuese mejor dejarlo trabajar por hoy, e investigar en otro lado...
     
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    Gigi Blanche

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    Anna Hiradaira Soria

    Que Sanji declinara la oferta me entristeció un poquito, ¡mientras más fuéramos, más divertido sería! Sin embargo, no podía culparlo. Tenía la impresión de que había sido el más afectado tras aquella experiencia y debía estar realmente agotado. Es decir, yo también debería estarlo, ¡no sé de dónde sacaba la energía!

    —¡Adiós, chico zanahoria! ¡Duerme bien!

    Luego de haberse ido, sin dejar de lado toda la ceremonia y la payasada, me quedé viendo su silueta ligeramente encorvada durante unos segundos y abrí la boca de repente.

    —¡Ah! —exclamé, señalándolo con el dedo, aunque ya no pudiera verme ni escucharme.

    ¡Oh, no! ¡Había olvidado preguntarle cómo estaba de su mordedura! Es decir, le había dado un par de consejos dentro de la mazmorra pero ¿sería capaz de recordarlos, luego de todo lo ocurrido? ¡Aaaah! ¿Por qué era tan despistada? Pucha, tendría que esperar hasta mañana para ver si andaba mejor. Suspiré, resignada, y me llevé una mano a la frente. Pensé, de improviso, en el estado de mi cabello. Apenas un vistazo a mis trenzas me obligó a hacer una mueca de asco.

    Bueno... es lo que hay.

    Acepté la mano de Akiko para incorporarme y me deshice el peinado, colando los dedos entre mi cabello para desenredarlo y airearlo un poco. Llevaba tantas horas trenzado que las ondas iban más marcadas que nunca. Luego lo dejé caer detrás de mi espalda y enganché las coletas en mis muñecas. Me giré hacia la chica y le sonreí.

    —¡Vamos donde el grandulón, Senpai! Quiero pegarle una visita.

    Las distancias en Hanazawa eran bastante cortas, y en menos de lo que canta un gallo ya nos encontrábamos frente a la puerta de la herrería. Ingresé y me dirigí derechito al mostrador.

    —¡Eh, grandulón! ¿Estás ahí?
     
    Última edición: 26 Mayo 2020
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    Una fornida cabeza se asomó de detrás del mostrador, y oyeron la alegre risa del herrero cuando el hombre se apareció frente a ambas jóvenes.

    —¡Bwa-ha-ha-ha! ¡Anna-chan, Akiko-chan! ¡Bienvenidas! —sonrió Izagawa a las chicas—. ¿Qué las trae por aquí?

    >> Quisiera comprar algo.

    >> Quisiera vender algo.

    >> ¿Qué estás haciendo?

    >> Nada, hasta luego.
     
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    MrJake

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    La espontaneidad y brusquedad de aquel hombre, junto a su su enorme tamaño, me intimidaba un poco (¿quién era yo para hablar de gigantes...?), pero sabía que era un buen hombre, por lo poco que lo había conocido. Aunque, insisto, que sepa que no debía estar tensa no implica que lograse no estarlo. Así era yo, supongo.

    —U-Uhm, h-hola... pues, ehm, veníamos principalmente para vender algunas cosas... —al menos esa era mi intención, claro. No sabía si Anna quería hacer algo más. P-Pero ya empezaba a anochecer, y sería mejor quitarme de encima esas cosas antes de que fuese muy tarde, ¿no?—. Como nos dijiste que podíamos vender materiales, pues... n-no sé si te interesará, pero tengo este fragmento de jarrón. ¿Serviría para algo?

    Sin darme cuenta ya estaba completamente enrojecida. Me sonaba ridículo hasta a mí, ¡estaba intentando vender un cacho de jarrón roto, por el amor del cielo! U-Ugh, me va a tomar por loca o algo...

    Mira de verdad, yo ya ni sé, para esta niña todo es un drama. Anna, este señor no es un bicho, pero sí es grande, ¡protege a la senpai-kohai! >:( (?)
     
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    Gigi Blanche

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    Anna Hiradaira Soria

    La estridente risa del señor Izagawa me arrancó una gran sonrisa, ¡era tan contagiosa! Apoyé los codos sobre el mostrador y, luego de que Akiko le presentara sus materiales, yo rebusqué en mi mochila y dejé sobre la superficie de madera mis propios fragmentos de jarrón.

    —Mira, viejo, ¡quizá parezcamos bien locas! Pero tan sólo imagina las increíbles armas que podrías hacer con un metal de primera calidad. Hemos conseguido este invaluable material de colección en... bueno, no puedo decirte dónde o perdería la magia. —Le guiñé un ojo a mi compañera y me crucé de brazos, arrugando el ceño severamente al devolver la mirada hacia el herrero; claro, era todo más una broma que otra cosa—. Te advierto, grandulón, mi primera palabra fue "regateo", no "mamá". Así que, venga, ¿qué me ofreces por estas bellezas?

    Era bastante hilarante, a decir verdad, considerando que estaba poniendo en un pedestal unos sucios pedazos de bronce. ¡Pero bueno, eran unos sucios pedazos de bronce pertenecientes a unos monstruos flotantes generados por la energía mágica de los traumas de una niña! Uno no da con cosas así todos los días. De cualquier forma, me daba bastante igual que el grandulón sólo nos diera monedas a cambio; mi fantasía húmeda en ese preciso instante era quitarme el condenado peso de encima. ¡Además ya tenía bastante dinero! Seguro me alcanzaba para unos cuantos sándwiches, de esos con huevo revuelto y rúcula. ¡Oh, o quizá los de atún y mayonesa! Aunque uno de jamón, tomate y lechuga tampoco estaría nada mal.

    Ah... qué hambre tenía.
     
    Última edición: 27 Mayo 2020
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    —Así que queréis vender materiales, ¿eh? Veamos...

    Ambas poseían un total de seis Fragmentos de Jarrón cada una, y tras analizar los materiales Izagawa les ofreció 450 Yen a cada una por sus fragmentos. ¿Los vendían o se negaban?
     
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    MrJake

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    Vaya... ¿nos daba 450 yen por esos trozos de jarrón? Caray, no es que fuese a sacarnos de pobres ni nada así, pero era una cantidad más que elevada para el producto que estábamos dándole, qué duda cabe. ¿S-Sería porque Anna los había vendido bien, acaso? Porque si dependiese de mí plantear el producto como algo bueno y regatear, bueno, suerte si sacaba 10 yen. N-No valdría para vendedora, desde luego.

    —A-Acepto, es una oferta muy generosa, Izagawa-san, ¡gracias! —junté las manos bajo mi vientre y me incliné ligeramente en señal de agradecimiento, algo avergonzada—. E-Espero que no hayamos molestado, no sé si estaba haciendo algo importante... e-es un poco tarde, a-así que igual molestamos...

    Es mi forma de contextualizar la opción de "¿Qué estás haciendo?", si es que aún se puede preguntar (?

    Porque por mí iría a la tienda de Sakura, pero va a ser kinda violento encontrar allí a Sanji (?
     
    Última edición: 28 Mayo 2020
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    Kaito

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    Aries
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    Izagawa sonrió gentilmente y le intercambio a Akiko sus fragmentos por el dinero prometido. [Obtienes 450 Yen] Sus ojos parecieron brillar con inspiración al ver esos jarrones... quizás para mañana podría tener listo algún producto nuevo. Sería recomendable quizás examinar el menú disponible mañana.

    —¿Importante? No sé si realmente... pero se está haciendo tarde ya. ¡Bwa-ha-ha-ha! —rió Izagawa. Parecía ser que no estaba disponible para charlar más en privado... ¿quizás debía venir sola para eso?
     
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  15.  
    Gigi Blanche

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    Anna Hiradaira Soria

    —¡Bueno, grandulón, tenemos un trato! —acepté, animosa, luego de fingir que lo consideraba unos segundos.

    Le dejé los fragmentos de jarrón sobre el mostrador, recibiendo los yenes a cambio, y los guardé emocionada en mi monedero. ¡Preciado dinero! ¡Podía comprarme tantas cosas! Comida, hebillas, coletas con peluchito, ¡quizá podría cambiar los cascos!

    Momento. Dinero. Podía hacer más dinero, ¿verdad?

    —Oye, ¿y qué me dices de esto? —le pregunté a Izagawa, mostrándole mi látigo de león—. ¡Ya sabes, prohibido hacer preguntas! Si lo haces, te diré que lo robé de la gaveta de papá, así que será inútil.

    Un momento después, me giré emocionada hacia Akiko y le sonreí.

    —¿Qué deberíamos hacer ahora, Akiko-senpai?

    Acepto lo que sea que me den por el látigo(?) y podés rolear en otro lado directamente if u wanna, Gallade, y arrastrar a Annita
     
    Última edición: 31 Mayo 2020
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  16.  
    Kaito

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    —Muy bien, trato hecho —declaró Izagawa, haciéndole entrega de su dinero. [Obtienes 450 Yen]

    El Látigo de León... Izagawa podía ofrecerle un total de 200 Yen por ese objeto. Sin miramientos, Anna aceptó el trato. [Obtienes 200 Yen]
     
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  17.  
    Zireael

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    Shiori Kurosawa

    Sintió que el rostro se le encendía ligeramente ante el comentario de Hiradaira, porque realmente no lo había pensado, la había comprado casi por impulso porque era de un color que le gustaba. Ni siquiera se había tomado el tiempo de imaginar cómo se le vería.

    —Eso espero —murmuró, aunque se reprendió a su misma luego de haberlo dicho.

    Saludó con la mano a Tojo mientras iban de salida y antes de dejar la tienda, se despidió de Sakura-chan.

    Así que, Kurosawa-san, ¿cómo les fue ayer?

    La pregunta de su compañera la hizo consciente de nuevo del cansancio que cargaba y dejó salir un suspiro. Empezó a hablar casi en un murmuro, esperando que nadie más que Anna escuchara lo que iba a contarle porque bueno, era una cosa de locos.

    —Tuvimos una experiencia bastante jodida con esas bolas de moco, no sé si ustedes se habrán topado algunas. —Se detuvo, ordenando las ideas, no estaba muy segura de que a Hiroki y Watanabe les hiciera demasiada gracia que entrara en detalles innecesarios—. Como sea, logramos llegar al guardián, Hiradaira-san, ¡era un maldito caballo de fuego gigante! Casi la palmamos ahí, dios, fue horrible.

    Alzó la vista al cielo, mientras seguía caminando en dirección a la herrería.

    Pero no lo habían hecho.

    El mismo pensamiento que había tenido hace rato rayó su mente y consiguió arrancarle una risa suave.

    >>Pero Usui-senpai nos protegió hasta el final, así que a pesar de todo, supongo que podría decirse que nos fue bien. Quiero decir, salimos de allí y es probable que Watanabe y yo solas no lo hubiésemos logrado. ¿A ustedes, cómo les fue? Asumo que fueron los primeros en salir.

    Regresó la vista al frente, dándose cuenta de que habían llegado a su destino y abrió la puerta del establecimiento despacio.

    —Permiso~
     
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  18.  
    Kaisa Morinachi

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    Nagi Watanabe

    Con la palabra "muerte" resonando en su cabeza terminó frente a las puertas de la Herrería. Había visto que abrieron un maid café y pudo haber intentado ver si estaba habilitado el salón de juegos, pero tenía prioridades.

    En realidad odiaba lo que estaba por hacer. Desde que Alice dijo que lo del parque de diversiones era real... Se cuestionaba si estaba haciendo algún tipo de acto inmoral matando caballos gigantes. Claro, lo hicieron por una situación de vida o muerte, pero... ¿Qué tan viva estaba esa espantosa criatura? ¿Sentía? ¿Tendría origen? ¿Algún sentido de conciencia? No le gustaban los animales, le daban miedo; pero no por eso deseaba sus muertes. Lo mismo con los humanos... Y aun dudaba por sus acciones tomadas en el parque de pesadillas.

    ¿Qué estaba bien? ¿Qué estaba mal? ¿Hasta que punto era justificable luchar? ¿Cuándo había que tirar la toalla?...

    Recordó la reacción de Shiori el día anterior; cuando tiró la última flecha que acabo con el demonio, para que la chica les arrastrara como si su vida dependiera de ello.

    Le carcomía la consciencia. Hiroki no le transmitió nada: pare ella, fue como ver literalmente a un lobo salvaje enfurecido tratar de morder la yugular de un potro salvaje embravecido. La imagen de Hiroki siendo violente, para bien o para mal, ya se había quedado integrada en su cabeza. Ese perro era capaz de arrancarte la mano si era necesario.

    Pero con Kurosawa era distinto. Ella le transmitía calma, mucha calma... Pero ante el caballo solo sentía desconcierto al mirarla. Como que en otras ocasiones había podido mantener la compostura, pero ante una situación en la que daba chances de perder se derrumbó completamente.

    Ahí entendió que Shiori no era nada más que una estudiante de secundaría al igual que ella. Y sintió impotencia. Mucha impotencia de no hacer nada.


    La misma rabia que sintió Haruka cuando al desgraciado se le ocurrió alzar la mano.

    Si algo tenía claro, es que ya no iba a dejar que otros le defendieran: no. No más, porque no toda la vida iba a tener a alguien a su costado para cerrarle las heridas. Desde que vio a su persona lo había entendido.

    La necesidad de defender a otros, a pesar de el miedo a ser dañado.



    —Pe-permiso —. Se asomó por la puerta de la herrería... Y se topó con dos cabelleras negras con destellos revoltosos de colores.

    Kurozawa y Hiradaira.

    Solo pudo sonreír enternecida, porque por algún motivo le alegraba tener a Shiori enfrente de ella. Era como si por algún motivo que ella hubiera llegado ahí primero era una señal.

    >> ¡A-ah! ¡Se-senpai! — Se puso a su lado —. Creo... que venimos a los mismo... ¿no? —intentó sonreirle, una sonrisa genuina, pero que nunca perdía su nerviosismo innato. No era de las mejores, pero era algo.

    Después dirigió la vista a Anna, con una cara algo seria. Se le notaba algo incomoda, como si quisiera decir algo, pero no se atrevía.

    —Ho-hola.... Hi... ¿Hira...? —trastabilló mientras sus ojos miraban a la chica, pero no cruzaba mirada con ella. —Senpai ¿Todo bien?
     
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    Gigi Blanche

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    Anna Hiradaira Soria

    Escuché el relato de Kurosawa mientras caminábamos, en silencio, con la vista clavada en el suelo frente a mis pies y las manos enredadas tras la espalda. Puede que no hubiera sido una pregunta fácil, lo supe apenas abrí la boca; todavía recordaba mi propio miedo y ansiedad casi a flor de piel, aunque tuviera una facilidad casi ridícula para hacerlos a un lado. Recordaba aún más, sin embargo, el nerviosismo constante de Akiko, el comportamiento errático de Sanji, y el preciso instante donde el aire me abandonó los pulmones ante aquel enorme monstruo.

    Aunque todos hubiéramos salido de allí, no tenía idea a qué precio era. Apenas sabía con plenitud lo que ocurriría en la mente de mis compañeros, aún más ignorante me encontraba sobre los demás grupos. Me mordisqueé la cara interna de la mejilla. ¿Debería haberlos buscado con más ahínco? A Sanji y Akiko.

    No tenía idea cómo estaban, y quería saberlo.

    —Sí, a nosotros también nos llenaron de moco —compartí, soltando una risa sin mucha gracia—. Fue asqueroso.

    También me habían manipulado para atacar a Sanji, aunque no hubiera sido capaz de hacerle un rasguño. Pero no me apetecía traer esos detalles a colación.

    —¿Un caballo de fuego? Mierda, eso debe haber sido espantoso. El nuestro era una especie de... cosa peluda, con garras, cuernos y rostro de calavera. —Me estremecí apenas—. Ugh, ni me hagas recordarlo. Fue la mejor peli de terror que me clavé en mucho tiempo.

    No sabía si tenía algún sentido hacer chistes en una situación así, y puede que Kurosawa fuera de las personas que no disfrutaban los alivios cómicos en medio de conversaciones serias, pero yo... no podía evitarlo. No me llevaba bien con el drama extremo.

    Arrugué el ceño casi por instinto cuando cierto nombre brotó de los labios de Shiori, y creo que un auténtico gruñido vibró fuera de mi pecho. No lo sé, no lo pude controlar.

    —¿Ah? ¿Usui-senpai? Vaya, me alegra que las haya protegido, al menos, si tú lo dices.

    Sí, eso tampoco pude controlarlo. Suspiré, rascándome la nuca, y estiré los brazos en dirección al cielo con cierta pereza. Relájate, Anna. Apenas conoces al tipo, aunque tus únicas impresiones de él hayan sido un asco.

    —Fuimos los primeros en salir, sí. Por eso tuvimos un rato para recorrer el pueblo con Akiko-senpai y vender las baratijas que conseguimos ahí dentro. Ya estuvimos con Izagawa, ¡pero no me molesta acompañarte! De hecho, me divierte hacerlo. Así que gracias por soportarme.

    Lo último había sido claramente en broma y reí tras decirlo, entrando al local detrás de Shiori. Ya había renovado mis ánimos por completo.

    —¡Eh, grandulón! Sep, de nuevo yo. A que ya me extrañabas, ¿verdad? ¡Pues no más! ¡He venido para acabar con tu sufrimiento!

    La puerta de entrada volvió a abrirse apenas unos segundos después, y reconocí a la niña de primero con la que había hablado el primer día. Parecía conocer a Kurosawa. Claro, ellas habían entrado juntas a la mazmorra, ¿verdad? Shiori acababa de mencionarla. Hanatabe, Hatanabe, Wabanate, Wata...

    —¡Watanabe! —exclamé, alzando las cejas y señalándola con un dedo, y luego sonreí victoriosa. ¡Lo había recordado!—. Watanabe-chan, sí. ¡Hola! ¿Vienes a unirte a la reunión de chicas en la herrería?

    pero bueno, perdón el tocho jsjs
     
    Última edición: 3 Junio 2020
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    Zireael

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    Shiori Kurosawa

    Hizo un gesto de disgusto al escuchar que al grupo de su compañera también los habían llenado de aquella baba espantosa.
    Encima, Watanabe y ella habían terminado envenadas y Hiroki… Sacudió la cabeza, tratando de ignorar las imágenes que se repetían, confusas, en su mente.
    Lo cierto es que aquel lugar había abierto las grietas que tanto se había esforzado por disimular en su psique.

    —Encima que no es que me hagan mucha gracia las películas de terror —soltó junto a una risa nerviosa—, pero de seguro estuvo bien dirigida esa mierda.

    ¿Eso había sido un gruñido? Al menos se le había parecido bastante, alzó un poco las cejas y frunció apenas el ceño inmediatamente después al escuchar cómo el nombre de su senpai salía de la boca de Hiradaira.

    Un atisbo del chispazo de violencia.

    Lo que sea que hubiese provocado el comentario de Anna retrocedió casi de inmediato, porque lo cierto es que las únicas personas capaces de soportarlo, por ahora, parecían ser ella y, sorprendentemente, Watanabe. No podía culpar a nadie por ello, no después de que le había estampado el puño en toda la cara al pelirrojo y quién sabe qué más había pasado con Hiradaira, porque esa reacción no parecía venir solo de ese momento.

    Y aunque pudiese culpar a alguien por no soportarlo, tampoco es que ella tuviera que defenderlo, no era ningún…

    Cachorro.

    Rio una vez más, como quien no quiere la cosa, y siguió escuchando a Anna.

    —Pero bueno, me hubieras dicho y podríamos haber cambiado de planes —respondió, antes de que la chica entrara también saludando animosamente. Bueno, quizás realmente no importaba, parecía estarla pasando bien.

    La puerta se abrió de nuevo y cuando se dio cuenta, la castaña de la que acababa de estar hablando estaba a su lado y su rostro se iluminó en cuanto la vio sonreírle.

    —¡Watanabe-chan! —soltó con genuina alegría y discretamente la recorrió con la mirada, como si buscara que no tuviera rastro alguno de los golpes de aquella bestia de fuego—. Perdona por no haberte esperado luego de la escuela, salí con algo de prisa.

    Ver a la castaña le había recordado algo y se volvió hacia la muchacha de las trenzas rosa, quizás con cierta brusquedad.

    —Hiradaira-san. —Le sonrió con suavidad—. ¿Te gustaría que ser mi amiga también?

    En general esas cosas no se preguntaban, pero después de haber visto a alguien tan denso como su senpai, del nerviosismo de Watanabe y de que la hubieran arrojado a un recuerdo teñido de negro, realmente preguntarlo era mejor que asumirlo o eso sentía.


    Aprovechando que Kaitito no ha respondido, pues suelto otro tocho y le respondo a Nagi (?) also jsjs esta niña quedó traumada con cómo se supone que deba hacer amistades memeo
     
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