Contenido oculto: dont mind me Jez: *hace un mohín* Gigi: La voz de Jez sonó suave y precavida, y Joey la observó por encima del libro con una sonrisa. Ah, vamos, era muy difícil estarse callado si esa chica seguía comportándose de forma tan adorable. Sin embargo, contaba con otras herramientas que no necesariamente implicaban soltar la lengua. Risueño, se inclinó hacia Jez de forma pausada y apoyó el dedo índice sobre sus labios. —Shh —susurró apenas, para luego asentir con la cabeza ante su pregunta. Se volvió sobre su asiento, acomodándose en el respaldar y decidiéndose a, por fin, darle una oportunidad a ese libro. Aunque se lo veía bastante contrariado y fruncía el ceño a cada rato, ¡de verdad estaba intentándolo! Eso era un milagro. Increíble el poder de las hormonas.
Se quedó estática, entre sorprendida y atontada, y después regresó bruscamente la vista al libro que acababa de abrir, totalmente abochornada. Pensándolo bien, debió ser cinco sobre diez. Dejó reposar su espalda sobre su propio respaldar, mientras empezaba a leer por fin, o al menos a fingir que lo hacía porque no lograba concentrarse ni en un párrafo y tenía que regresar una y otra vez sobre las palabras. Sin mover la cabeza, sus ojos dorados se clavaron en él, apenas para verlo con el rabillo del ojo. A este paso va a empezar a humear, por Dios. Regresó la vista a las letras frente a ella y una suave sonrisa se formó en su rostro.
Kashya Thornton En mi clase había gente realmente extraña. Saludé a Shiori cuando entró a la clase, simplemente moviendo la mano, pues sabiendo que era de algún modo conocida de Emily también podría considerarla conocida mía. Poco después, el profesor nos indicó que podíamos leer nuestras redacciones en voz alta y sorprendentemente, dos personas se presentaron a ello. Ciertamente, que Bleke lo hiciese no fue una gran sorpresa así como la redacción en sí, pero sí que fue extraño que Aika se presentase. Por supuesto, tras leerla... sí, era algo muy de ella. Mi redacción se quedó en la mesa del profesor, junto a las de la gran mayoría y la clase continuó sin mayor problema. Atendí hasta que de repente, la campana sonó, realmente más temprano de lo esperado. No podíamos salir al patio, pero lo cierto es que eso no me resultaba un problema, tenía muy claro donde iba a pasar mi descanso en aquel día lluvioso. Sin mucho problema, llegué a la biblioteca y me senté en una de las sillas disponibles (incluso aquel sitio se ocupaba algo más durante los días como hoy), cogiendo el libro que estaba leyendo, el del club y dedicándome a la lectura del mismo durante toda la hora del almuerzo.
Nuevamente los zapatos negros. Watanabe se irguió respaldándose totalmente en la pared, cruzando los brazos; en un gesto totalmente retraído, pero su rostro no expresaba enfado. Tan solo se veía distante, y algo acomplejada ¿Esos eran ojos hinchados? Miró por un rato a Yule, aunque no muy directamete, escuchándole hablar. Cuando mencionó lo de no tener amigos sintió un peso en el pecho... —Bueno... amigos no... pero a... amigas si tuve... —murmulló con ambas manos aferrándose al tirante de su bolso— Tengo—corrigió. Tragó saliva, acaba de negar el intento del chico por tratar de hacerse algo más cercano, y aunque eso de algún modo le entristecía, no le provocaba arrepentimiento. >> ¿Te gusta el manga? —cuestionó volviéndolo a mirar, aun con las manos sujetas al tirante ¿Había algo de emoción en su voz? Volvió a mirar el piso, aunque solo de reojo— ¿O... so-solo lo dices... por la situación? — Se mordió el labio inferior con demasiada fuerza, frustrada, estaba alejándole nuevamente. No quería eso... Aparte, si sabía que había una colección de mangas en la biblioteca debía ser por que en realidad le gustaban— L-lo que quiero decir... es que... sí, si. Buena idea. Eso. Y se quedó mirando el piso estática. Totalmente apoyada en la pared esperó, al parecer, que Shirai hiciera algún gesto que indicara que irían a la biblioteca.
A decir verdad, no era gran fan de la cafetería. Cuando la campana sonó y los alumnos comenzaron a diseminarse, Bleke abrió su bento en el aula y comió rápidamente, sin atender a detalles como los sabores de la comida o la forma de disfrutar aquel breve momento. Comía porque tenía que hacerlo, y ya. Le llevó unos quince minutos acabarse el almuerzo y, una vez hecho, guardó todo en su maletín y se dirigió a la biblioteca. Allí se encontró con Kashya, a quien esperaba ver, y paseó la mirada por el lugar mientras dejaba las cosas sobre la mesa. No había aún señales de Jez. ¿Quizá almorzara con sus amigas? Como Laila, la muchacha de cabello morado con quien parecía llevarse bien. Bueno, no era realmente importante. Siempre podían verse en la hora del club, a la tarde. Le sonrió a Kashya e inclinó la cabeza a modo de saludo, y se sentó junto a ella. Decidió imitarla y comenzar la lectura del club, mientras la lluvia repiqueteaba y un murmullo bajo se mantenía constante en el ambiente.
Parecía que la primera afirmación le resultó algo amarga. Aunque en el exterior tan solo atinó a soltar un tenue "Oh, claro", lo cierto es que haberse sincerado de esa forma y recibir aquello como contestación se sintió algo... incómodo. Pero fue incapaz de reprocharle nada. No parecía ser una mala persona. Se esforzó en terminar el contenido del vaso mientras la escuchaba hablar, sabiendo que no podía tomárselo en la biblioteca, y tras llevarlo a la papelera más cercana se volvió hacia ella, algo más animado. El chocolate caliente siempre le hacía sentir mejor. —Sí, me gusta. Mi hermano solía sacarme algunos tomos de la biblioteca para que dejase de gastar toda mi paga en ello —le contó, llevando las manos a los bolsillos para comenzar a caminar por el pasillo. Le hizo un gesto con la cabeza para que se animase a seguirle al ver que parecía dudar, y siguió relatando, animado—. Me contó que había unos sillones muy cómodos allí y quizás, si tenemos suerte, podemos usarlos hoy. Aunque con este tiempo no sé yo... Lo cierto es que charlar con alguien que parecía igual de tímido y nervioso que tú te hacía sentir algo más cómodo. Reflejado, quizás, en la persona que tenía a su lado. Apenas se dio cuenta de que había dejado de tartamudear, o al menos, no con tanta frecuencia como en su primer intercambio de palabras. Saber que su presencia no le era molesta solo hacía el camino más fácil. Abrió la puerta de la biblioteca con cierta torpeza, dejándole pasar primero (no quería admitir que se le habían pegado algunos gestos del idiota de su hermano), y la siguió de cerca, paseando su mirada por el nuevo lugar. Haber oído hablar tantos años de aquel lugar para ahora tenerlo frente a él era una situación extraña. Pero no se lo hubiera imaginado de otra forma. —Mira, Watanabe-san —susurró, señalando hacia el fondo de la sala. Al parecer, alguien acababa de aburrirse de leer y había dejado el sillón libre—. Creo que hoy es nuestro día de suerte.
Tragó saliva cuando el chico mencionó a su hermano... "Su hermano le ha ensañado el mundillo de los mangas"... Su hermano fue el primero en empujarla a ese gusto culposo, sin retorno para ella, llamado anime. Hizo una muñeca algo amarga, pero sin mirar a Shirai. Empezó a concentrarse en su respiración, no era momento de pensar en su enojo con Ichirou "Calma, calma" Suspiró melancólica el aire contenido. —¿Eh? —exclamó confusa cuando el mensionó cosas sobre sillones y hermanos— ¿E-él está... acá? —miró como Shirai le estaba esperando después de haber hecho un gesto para que le siguiera... Se le veía ¿Feliz? Animado por lo menos. Nagi tragó saliva y camino hasta él, yendo así a la par en dirección a la biblioteca— Di-digo... E-en acá, có-cómo estudiante... Ehhh, s-si es que estudia acá tu... ¿Hermano? Si estudia... uhhhg—. La confianza que empezaba a irradiar el chico le ponía aún más nerviosa, el corazón le tamboreaba mucho y solo atinaba a mirar el piso... No es que le desagradara... Solo que no sabía lidiar con chicos tan... Tiernos. Ichirou era un amargado y Kazuki un hiperactivo y esos eran los únicos referentes que tenía. Shirai era una personalidad totalmente nueva y no sabía cómo lidiar con él. Yule le habrió la puerta de la biblioteca y en vez de pasar esperó a que ella cruzará. Nagi le miro de reojo, totalmente roja "¿Que diablos haces? ¡Es vergonzoso!" No sabía si su rostro expresaba reproche o vergüenza absoluta, pero no dijo nada, tan solo avanzo avanzo unos tres pasos para después escuchar a Shirai a sus espaldas. Susurrando. Inconscientemente se tapo los oídos... ¿Que onda? ¿A caso el chico se había visto todos los videos de asmr? Miró el sillón sobre del cual hablaba Shirai... ¿No planeaba... O sí? Sacudió la cabeza de un lado a otro. Su ceño se fruncía solo, no por que estuviera enojada, solo que la situación le era tan extraña y ajena que parecía mirar con mala cara a cualquier posible peligro, que seguramente ni existía. Cómo si algo fuera a salir mal en cualquier momento y debía estar preparada... Aunque no era lo único que transmitía. También daba a entender que la chica no estaba nada acostumbrada a la situación que se desarrollaba, solo por el factor "Shirai Yule". Pues ella si conocía de sobra las bibliotecas y sillones, había dormido no sabe cuántas veces en una biblioteca, pasillo o banco apoyada en el hombro de Haruka... Pero con esta todo se sentía natural; elegir un manga, compartir almuerzo ¡Hasta dormir juntas! Cuando iba de pijamada... Pero la historia era completamente distinta con alguien que acababa de conocer... Y por eso estaba de los nervios, se había acostumbrado tanto a Haruka y Natsumi que había olvidado que se sentía conocer a alguien por primera vez. El paso a paso para hacer amigos lo había desehechado de su cerebro, pues pensó que solo sus viejas amigas serían suficientes. Pero no: ahí estaba el primer día lidiando con Aika y ahora con Yule, sin saber cómo no estar a la defensiva cada dos por tres, pues quería conocerles más, tener la posibilidad de que fueran buenos compañeros... Amigos, tal vez. Más recordando la oferta de la primera. —Me-mejor busquemos l-los tomos primero —contestó sin mirarle mientras se adentran entre las librerías. Le era primordial evitar ese sillón por un buen rato.
Había salido de clase antes que Laila y lo cierto es que no quería seguir preocupándola, por lo que se dirigió a la biblioteca. Ya luego le escribiría. La lluvia seguía cayendo fuera de la academia, el cielo encapotado no parecía que fuese aclararse pronto y, por defecto, tampoco su estado de ánimo. Entró con pasos pesados, notando que debido al clima había algo más de gente que de costumbre. Distinguió las cabelleras claras de Kashya y Bleke, por lo que se se sentó junto a ellas en silencio, mientras sacaba la lectura del club y comenzaba a leer desde cero, porque lo cierto es que no recordaba nada de lo que había empezado a leer el día anterior. Contenido oculto Hola, tórtolos 7u7 digo qué
—Lo lamento, estuve enferma ayer. Aquella voz irrumpió el silencio en el que se había sumido el pequeño grupo conformado por Kashya, Bleke y Jez. Se trataba de una joven alta, de rasgos serios y suaves y poseía una melena oscura que caía en cascada sobre sus hombros. Tras sus gafas de pasta roja podían entreverse unos calmos ojos púrpura. Con un ligero ademán hizo a un lado uno de los auriculares que llevaba en las orejas. Eso fue todo. No dijo nada más. Volvió los ojos al libro que estaba leyendo. Que no era un libro como tal... era el tomo de un manga. A un lado, tenía un papel con trazos suaves, de lo que parecía el boceto de su propia historia gráfica. Aquella joven era Hikari Towa, la actual presidenta del club de lectura. Aunque no actuaba especialmente como tal. Aquella joven parecía vivir en un mundo a parte, entre las hojas de los distintos tomos de esa biblioteca. Desde Shoujo hasta Seinen. Bleke actuaba mucho más como una presidenta que ella y sinceramente no le importaba. Si tuviera que legarle el puesto le sería completamente indiferente. Solo estaba en el club porque disfrutaba del silencio, de la paz y el sosiego que un entorno tan tranquilo como la biblioteca le otorgaba, y era una buena forma de que una otaku, mangaka frustrada como ella lograse hacer amigos. Aunque tampoco parecía especialmente interesada en eso. De hecho, se encontraba dos sillas apartada del resto del grupo... como si se esforzarse por alzar una pared invisible que la mantuviese aislada. Contenido oculto
La vio marcharse a toda prisa hacia las estanterías de libros y se llevó una mano al cabello enmarañado, confuso. ¿Había dicho algo malo? Su carácter huidizo no ayudaba a la inseguridad que ya de por sí anidaba en Yule, haciendo que sus pies se quedaran clavados en el suelo por un momento. Ah, sí. Los mangas. A paso lento, casi arrastrando los pies sobre el suelo, siguió a Nagi en su búsqueda particular. Vio a varios alumnos entre las estanterías que pasaban, fingiendo que sacaban libros y volvían a dejarlos para que no les echasen de la calidez y seguridad de la biblioteca. Supuso que cada quien tenía sus propias estrategias para sobrevivir en la escuela, y no podía negarle el ingenio de aquel burdo intento. Mientras buscaban, Yule recordó la pregunta que la chica le había hecho antes, y que con las prisas olvidó responder. Sin mirarle, mientras estiraba sus brazos hacia las estanterías más elevadas intentando ver los nombres, alzó la voz ligeramente. No quería que le llamasen la atención. —E-En cuanto a la pregunta de mi hermano —cielos, la incomprensión que le generaba Nagi volvía a desatar sus nervios—, sí, él está aquí. En... en tercer grado, si no recuerdo mal. Aunque somos bastante distintos... No creo que hubiese pisado la biblioteca salvo para traerme esos tomos, y poco más. >>¿Tú también tienes hermanos, Watanabe-san? Dejó caer aquella pregunta como una suerte de escudo, pues no era muy bueno hablando y prefería escoger el rol de oyente. En medio de la pequeña charla pareció encontrar el estante de los comics y las novelas gráficas, y lo señaló con un breve "Creo que están por ahí", antes de comenzar a acercarse.
Siempre le daba curiosidad lo que se podía encontrar en las partes más bajas de las estanterías, pues según Haruka eran buen lugar para esconder mangas que no fueran "adecuados para un ámbito escolar" ¡Vamos! ¿Qué manga lo era? Estaba acuclillada sacándolos a medias para ver la portada y después devolverlos a su sitio, al parecer ninguno parecía ser algún manga o comic. En eso escuchó a Shirai responder la pregunta que le había hecho. —Woh, así que está acá —. Volvió a dirigir su concentración a la estantería cuando Yule dejó de hablar— ¿No le gustan los mangas? —. En el silencio de la biblioteca la voz baja de Nagi se escuchaba bastante bien, independiente del sonido de la lluvia. Ya notaba las manos menos heladas—. Bueno, si te los fue a buscar... No debe ser mal hermano —comentó, parecía que el estar concentrada en buscar un buen manga para pasar el rato le había entusiasmado lo suficiente para pasar sus nervios a un segundo plano. >> ¿Qué si tengo hermanos? Quedó un rato en silencio, dejando de buscar entre los distintos libros, analizando que decir. Notó como Shirai si iba a una estantería ¡Oh, vaya! Había encontrado lo que buscaban. Le siguió, esta vez no se acuclilló, pues tanto estar agachada le había entumecido algo las piernas. Empezó a buscar entre la diversidad de comic algo que llamara su atención — Bueno... Dos; mayor y menor. Soy la única chica... — De la nada sus ojos brillaron, pero no le dirigió la mirada a Shirai, estaba con la vista fija en un manga cualquiera que había agarrado— Tu... ¿Tu tienes hermanas? — Y a pesar que su entonación no cambió, y casi era un susurro, si sonó más emocionada.
"Bueno, si te los fue a buscar... No debe ser mal hermano" Detuvo la búsqueda durante un instante, como si sus palabras hubiesen accionado alguna clase de resorte extraño. La vio rebuscar animada entre las estanterías, pero su mirada realmente no se encontraba en aquel espacio físico. Shawn era un maldito ególatra, un orgulloso que podía pasar semanas sin dirigirle la palabra, incluso todo un desordenado. La faceta de príncipe parecía pasar a un segundo plano cuando Yule estaba cerca. Si encontraba la oportunidad de escaquearse de las tareas del hogar lo hacía, alegando que llegaba tarde a entrenar y que más tarde se lo compensaría. Aprovechaba que él vivía fuera y Yule en el interior del hogar como el antisocial que era para justificar sus tiempos; le sacaba verdaderamente de quicio. Pero, de alguna forma, las palabras de Nagi le hicieron darse cuenta del valor detrás de esa acción que, a sus ojos, era tan simple y mundana. Y junto a ella, imágenes de esos pequeños gestos tan suyos fueron reproduciéndose en su cabeza una tras otra. Cosas a las que no había sabido ver más allá, aún cuando Shawn plasmaba toda su intención tras esos gestos. El bizcocho seco y quemado que le preparó aquella vez después de una de sus torpes caídas supo de repente mucho mejor de lo que recordaba. Alcanzó uno de los mangas sobre la estantería, rozando sus dedos sobre su superficie aún cuando no estaba atendiendo a ello, y puso los ojos en blanco. No pudo ocultar el inicio de una sonrisa. —Sí... No es un mal hermano. Tomó el pequeño libro que había escogido al azar, y pronto comprendió que se trataba de un shonen que no había leído antes. Bueno, no era una mala elección para empezar. Escuchó a Nagi hablarle, contarle sobre sus dos hermanos, y supo que quizás ella mejor que nadie comprendía su situación. ¡Dos hermanos! Si no le bastaba con un Shawn... No podía ni pensarlo. Dio media vuelta, abriendo el manga por la primera página, dándole la espalda al responder su última pregunta. Su voz se tornó algo más seria que de costumbre durante un instante. Tan efímero, que Nagi apenas pudo darse cuenta de ello. —Tenía, sí —confirmó, sin agregar mucho más a su respuesta. Se volvió entonces hacia Nagi, curioso, y su mirada se posó en el libro que tenía en manos—. ¿Encontraste algo interesante?
Nagi había estado ojeando el manga en sus manos mientras esperaba paciente la respuesta del chico, la cual fue afirmativa. Eso le hizo sacar inconscientemente una leve sonrisa. Volvió la atención en las páginas del libro entre sus manos. Una historia sencilla que parecía hablar de amistad, escuela y el proyecto estudiantil de crear un cohete que pudiera llegar a la luna. Le gustó. —Tenía, sí. Tan corto como veloz: la voz del chico pareciera que se la llevó el viento lluvioso, y la sonrisa a la chica se le borró por completo. El palpitar de su corazón pareció volverse lento, pero tortuoso, lo podía sentir perfectamente dentro de su pecho. Tomó aire y exhalo pesadamente ¿Había dicho algo malo? Tragó saliva, nuevamente empezaba a sentirse nerviosa. >> ¿Encontraste algo interesante? Volteó por sobre su hombro, mirando a Shirai, quien no parecía mostrar gesto alguno que proviniera de la anterior pregunta de Nagi... Se veía normal. Volvió a ver el manga entre sus manos. —S-si...— Se giró quedando al frente del chico, mirando el piso con el texto aferrado a su pecho, con ambas manos— ¿A-ahora qué? ¿le-leemos acá parados? Diablos, apretó los dientes tras decir aquello ¿Qué tonterías le pasaban por la cabeza?
Se llevó una mano al mentón, buscando algo con la mirada ante la pregunta de la chica. Desde donde estaban podía ver alguna silla libre, separadas y desperdigadas entre sí. El sillón también era una opción, pero dudaba que durante la búsqueda no hubiesen ocupado ya su lugar. Dejó caer los hombros, volviéndose hacia Nagi. —Hay un par de asientos disponibles, aunque si quieres que nos quedemos de pie pues... E-es una opción —dirigió su atención hacia el suelo: por suerte la biblioteca era tan poco visitada que el suelo no se encontraba tan embarrado como el de la cafetería—. Otra opción es la que escogiste en la cafetería. No sé. No soy bueno para escoger. Suspiró, rascando la raiz de su cabello bicolor con algo de incomodidad. Debía dejar su manía de que escogieran otros por él siempre.
Alzó la cabeza para mirar a Yule cuando este habló sobre los asientos disponibles... ¿En serio decía que no tenía problema en quedarse de pie? Le causó algo de gracia a pesar de que su rostro no la expresó, lo que había dicho ella era una tontería ¿Por qué la tomó en serio? Y cuando mencionó lo de la cafetería su rostro volvió a agarrar tonalidades rojizas. Si, a veces se sentaba en el suelo, pero no todas las veces, más aún si eso significaba que el chico también se sentaría en el frío piso con ella. Volteó a mirar las sillas, definitivamente eran una mejor opción. —Estar parados no es lo más cómodo, ni sé por qué lo dije —. Miró de reojo al chico por un momento, para después centrar nuevamente su vista en los asientos—. De-definitivamente las sillas son mejor opción. ¿Va-vamos? Le dirigió una última mirada fugaz antes de dirigirse en silencio a una de las mesas, acercó una de las sillas que estaban cercas y se acomodó abriendo el manga para poder empezar a leer. Aunque claro, siempre atenta a las pisadas del chico para notar si le había seguido o no.
Contenido oculto sé que tendría que haber posteado en los casilleros o mínimo en el pasillo but im sorry, i just wanna do some develop here(??) Luego de limpiarse los raspones y de volver al uniforme, acabó en la biblioteca. Las clases aún no se reanudaban y no le había encontrado el sentido a volver al patio frontal. Prefirió matar el tiempo allí, entre lo único que siempre le había conferido cierta alegría y tranquilidad: los libros. La bibliotecaria la saludó, pues ya la conocía, y Bleke recogió el libro que el club estaba leyendo actualmente para avanzar. Estaba algo distraída, pero poco a poco se fue enfocando. Quizá no lo pareciera, y de hecho no fue hasta interactuar con personas fuera de su familia que comenzó a notarlo. Tenía una capacidad casi absurda para mantenerse alerta de forma constante. Aunque estuviera estudiando, o leyendo, o haciendo cualquier cosa, sus sentidos siempre permanecían pendientes del más mínimo estímulo extraño al que brindarle relevancia. Oía todas las conversaciones que la rodeaban, percibía cualquier movimiento a su alrededor. Era una persona que sencillamente no lograba despegarse de la realidad; era lo opuesto a su prima, quien parecía vivir en un mundo poético de épicas y tragedia. Primero identificó el sonido de la puerta de la biblioteca. Luego, pasos acercándose hacia ella. Eran ligeros y calmados, le recordaban a su propio andar. No se giró, sin embargo, siquiera removió la vista del libro, y cambió de página. Ophelia se sentó a su lado, también ya en su uniforme habitual. —Todos los que creen que ellos solos poseen una inteligencia, una elocuencia o un genio superior a los de los demás, cuando se penetra dentro de ellos muestran sólo la desnudez de su alma. —Bleke alzó la vista, y cuando sus ojos se encontraron la menor sonrió—. Porque al hombre, por sabio que sea, no debe causarle ninguna vergüenza el aprender de otros siempre más y no aferrarse demasiado a juicios. Middel cerró el libro, lo depositó sobre la mesa y se giró por completo hacia su prima. No había rastro de dulzura o amabilidad en su expresión, pues Ophelia conocía mejor que nadie la costra de hielo que recubría su corazón. —Es de Antígona. ¿Lo has leído, querida prima? —prosiguió, mientras sacaba unas banditas del bolsillo de su falda y las abría con cuidado, para adherirlas en las rodillas de Bleke—. Una tragedia griega escrita por Sófocles, el mismo dramaturgo de Edipo Rey. Fue uno de los primeros en otorgarle responsabilidades y consecuencias a las negligencias de los humanos, en vez de resguardar todo bajo el criterio caprichoso de los dioses. Habla de cómo gobernar sabiamente, del estoicismo y los peligros de la testarudez. Bleke la dejó hacer, mientras su voz fluía como la brisa de la primavera sobre el profundo silencio de la biblioteca. Allí no las alcanzaba el bullicio de la multitud, ni el silbato o los rugidos de la profesora. Era casi una realidad paralela. Ophelia se irguió luego de tratar con suma delicadeza las heridas de su prima, y sus ojos le sonrieron de una forma extraña. La tormenta parecía haberse disipado. —¿Te duelen? —inquirió la rubia, tras advertir las heridas de la menor. Siempre había valorado su clara honestidad. —Sí, arden un poco y son molestas al caminar. Pero sanarán rápidamente. Las verdaderas heridas son las que poseen el poder de causar daños irreparables. —Su mirada se entornó y emitió un suave suspiro antes de incorporarse—. No te distraeré más tiempo de tu lectura, prima. Disfruta tu tiempo en soledad, pero recuerda: no es el único valioso. Las visitas de Ophelia solían poseer este carácter premonitorio, casi de vaticinio, y no fallaban en mellar las ideas de Bleke. Quizás eso era lo que más le molestaba de su relación con Byrne: ser consciente del poder que había construido sobre ella y no tener manera de mitigarlo. Todo, y apenas era una niña de quince años. La vio marcharse y retomó su lectura, aunque le llevó unos cuantos minutos volver a enfocarse. Ni modo, ya sabía lo que tenía que hacer. Aprovecharía el tiempo del almuerzo para disculparse apropiadamente con Jez.
El terminar las clases con los nuevos objetos de estudio que le proporcionó su madre había resultado realmente fácil, un dinamismo inclusivo, además de ser brillante para la matemática le facilitaba lo cuadriculado de las problemáticas al dibujar los números en una tabla mental. —¿Por qué te me sigues pegando? Se mordió la lengua ante la pregunta de Natsu, al estar disimuladamente sujetada de la esquina de la chaqueta como un pequeño perro escampándose de la lluvia, siguiéndolo pese a éste darle un zape en la frente para que se le despegara. —No seas odioso —siseó deslizando sus dedos al vibrar la manilla gruesa de su mano derecha al avisar el acercamiento a objetos sólidos, identificando la cantidad de libros en lo que parecía ser una estantería. A Natsu le gustaba leer en las noches, lo sabía porque en varias ocasiones al ser echado de casa terminaba en la de ella. Se soltó de la prenda masculina al sentir curiosidad por la cantidad de material de lectura, procurando guardar silencio al asimilar la alta probabilidad de estar en la biblioteca del instituto. Gotho la observó de forma desinteresada al buscar algún libro con relieve,sin embargo, se inclinó levemente para facilitarle llegar a uno adaptable a las necesidades ajenas, sin que ella se diese cuenta, denotando el cómo esta sonreía ampliamente al dar con el realce, deslizando la yema de sus gráciles dedos como una pequeña que da con un caramelo. —¿Puedo quedarme leyéndolo contigo? —preguntó sutilmente. Los orbes oscuros la miraron de forma impersonal. —Como quieras.
Las clases habían transcurrido con la parsimonia usual. Se había quedado un momento pensando en las palabras de Kashya cuando la profesora dio inicio al primer término. ¿Emily le había dado algo para Jez? ¿Ambas estaban cansadas? La posibilidad de que hubieran ido a la fiesta se presentó sin demoras en su mente y arrugó apenas el ceño, algo extrañada. ¿Hodges-san era ese tipo de persona? No le había dado la impresión. Bueno, las personas siempre encontraban la forma de sorprender. Cuando llegó a la biblioteca, descubrió que había sido la primera. Apoyó un par de libros sobre una mesa y, mientras repasaba sus alrededores con cierta ligereza, reparó en aquella chica con los ojos vendados. Un relámpago de sorpresa atravesó su expresión por un momento y decidió acercarse, detallando el libro en braille que había encontrado allí. Eso le confirmó sus sospechas. Definitivamente no recordaba una estudiante ciega. ¿Sería nueva? —Hola —dijo en tono suave y cortés, entrelazando las manos detrás de su espalda—. Lamento interrumpir, ¿acaso eres una nueva estudiante de la Academia? Volvió su vista hacia las estanterías y una pequeña sonrisa danzó en sus labios. —Si te interesa, puedo mostrarte dónde está la sección de libros en braille. Si este lo encontraste aquí, alguien debe haberlo dejado por error. Contenido oculto no iba a rolear, pero leí el post y juro que la Bleke que llevo dentro me gritó que haría esto (?
La rasgadura del papel. Procedió a abrir la pasta luego de enterarse del título, escuchando una suave voz que la hizo perfilar sutilmente el rostro al sentirse visible para alguien diferente a Natsu, manchándose sus mejillas del carmín levemente. —Hola —saludó derecha en la silla al sentirse un poco tensa—, lo soy... mi nombre es Violet Balaam —respondió aprovechando a presentarse, dejando ver aquella tenue sonrisa al sentirse incluida por primera vez en todo el día. En cuanto la dulce voz le invitó a la sección de libros en braille su rostro se desvió levemente hacia el lado contrario, como si esperase alguna palabra por parte joven que se encontraba sentado con un libro de misterio en las manos. —Ve —comentó la gruesa voz con la mirada fija en la lectura. Tragó emocionada, levantándose con aquel libro que había encontrado en la estantería abrazado a sus brazos. Lo había encontrado ella sola en la sección equivocada, subiéndose los ánimos. —Disculpa, ¿me dirías tu nombre? —cuestionó cordialmente mientras se levantaba del asiento, con la intención de seguir a la desconocida. Quizá podría hacer una amiga.
Asintió, en silencio, mientras la oía y veía sus reacciones. El sonrojo que tiñó sus mejillas no se le pasó por alto y, si debía ser franca, le resultó bastante tierno. Cuando Violet buscó la aprobación de Natsu, Bleke reparó por primera vez en él. Fue un breve instante, el suficiente para grabarlo en su retina y ya; tenía buena memoria. ¿Otro estudiante transferido? —Es un gusto, Balaam-san. ¿A qué año vas? Dudó un instante cuando la vio incorporarse. ¿Debería tocarla para orientarla? ¿Podría leer sus movimientos gracias a su oído? Era la primera vez que trataba con alguien ciego. —Sígueme. —Fue una orden, aunque su voz sonó suave; empezó a caminar hacia la sección correspondiente—. Soy Bleke Middel, y voy a segundo. Es ciertamente extraño ver en esta Academia a estudiantes con capacidades diferentes. Si me permites entrometerme, ¿qué te hizo anotarte aquí? Fue observando los libros a su alrededor, sin dejar de prestarle atención a que la chica pudiera seguirla sin problemas. Aquel encuentro repentino le había servido para despejar su mente de preocupaciones. Joey había dicho que él se encargaría de Amery, ¿verdad? Podía... darle ese voto de confianza. Una de las mejores cualidades de un líder era, después de todo, el talento para delegar.