Drama Soledad.

Tema en 'Relatos' iniciado por RedAndYellow, 31 Marzo 2020.

  1.  
    RedAndYellow

    RedAndYellow Usuario común

    Capricornio
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    Mensajes:
    218
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Soledad.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    539
    Nota del autor.
    ¡Hola!

    Gracias por darle click a esta pequeña historia. La he venido trabajando hace unos días y, como dijo Gabriel Garcia Marquez, si la volviera a revisar una vez más, tendría que cambiarla por completo.

    ¡Disfruta de la lectura!

    Se paró enfrente de la Gran Avenida con el paraguas bien agarrado en la mano izquierda. No sabía para que lo tenía, pues estaba lloviendo tendido y algunas gotas le salpicaban la cara. Había terminado de salir del trabajo y aún tenía puesto el traje de dos piezas gris y la corbata azul; solo le gustaba alojársela en la casa.

    No había nadie cruzando la avenida, ni un alma. Tampoco taxis o buses. Era un panorama agobiante. Apretó el paraguas y siguió esperando que el semáforo se pusiera en rojo y el pequeño hombrecillo ardiera en verde neón. Tenía un pequeño corte en el dedo que se había hecho en la mañana y ardía a pesar de estar cubierto por un pedazo de gaza; ansiaba llegar y quitárselo.

    Cuando el semáforo anunció que los fantasmales autos debían detenerse, el hombre se aferró a su paraguas y, usándolo como escudo, atravesó corriendo. Al otro lado, volvió a poner el paraguas sobre su cabeza, a un par de dedos de distancia, y se movió con la multitud invisible hacia el metro. También se arregló el traje y se limpió el pantalón.

    La estación, mugrienta y desteñida, estaba en completo silencio. Pensó fugazmente en un velorio mientras bajaba por las escaleras mecánicas; un gusto que no se podía dar normalmente. Cerró el paraguas con dos botones y lo sostuvo en la axila mientras esperaba su vagón detrás de la línea amarilla. Escuchaba el traqueteo de las vías y los pitidos de las máquinas de café y snacks.

    Al cabo de un rato, llegó su tren. Todas las sillas estaban vacías, pero encontró una que le gustaba, al lado de la puerta. Al bajarse, las escaleras marchitas que lo llevaban arriba, los pequeños caminitos del centro y el parque que rodeaba cada mañana al ir al trabajar, compartían el abandono. Mientras caminaba, ya con los pies ardiéndole, podía escuchar el canto de algunos pájaros acurrucados en los robles del parque. También el maullido de los gatos y los perros persiguiéndolos.

    Llegó pronto a su apartamento; un par de pequeñas habitaciones unidas por una puerta de madera hueca. Entró corriendo y se devolvió para asegurarse de cerrar la puerta. Dio unos pocos pasos para comprobar que no había nadie en casa. Dio un vistazo debajo de las mesas y abrió el baño; estaba solo. Envolvió su sombrilla en un trapo de seda anaranjado y lo fijó con una pequeña tira de celofán.

    Hecho eso, procedió a soltarse la corbata y dejar el saco en el perchero. Desnudó sus pies y se acercó al pequeñísimo balcón de la segunda habitación. La ciudad estaba muda, solo se oía el viento al chocar con el concreto, llevando el olor a tierra allá donde fuera. Respiró tres veces y luego subió una pierna al barandal para sentarse. Se desató el botón de hasta arriba de la camisa y, en un grito, se dejó caer al vacío.


    -31/03/2020​
     
    Última edición: 31 Marzo 2020
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  2.  
    Ichiinou

    Ichiinou Amo de FFL Comentarista destacado

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    Escritora
    Me ha dejado pensando tu relato, al ver ese final, me hace pensar que realmente toda esa soledad que se va transmitiendo en cada descripción que haces en el relato, simplemente está dentro de él. Realmente las calles estarán llenas, pero para él no hay nadie porque se siente solo entre una inmensa multitud, un pequeño grano en un desierto, que no ha encontrado su lugar. Las descripciones que hablan sobre que la ciudad estaba muda, abandonada, me hace pensar en su propia psique, que realmente ya ha dejado de interesarle la ciudad, que ya no escucha nada, que ya todo le parece haberse parado, porque ahora él es el que se precipita hacia el vacío en una vida sin sentido. Y finalmente, se termina precipitando, aunque ese último grito me hace pensar que quería ser rescatado, que deseaba ser liberado y finalmente se liberó.
    La verdad es que la consecución de la narración no me hizo pensar en ningún momento en que iba a desembocar en ese final, por la cabeza se me pasaron un montón de situaciones apocalípticas antes. De hecho, en otra versión, ese individuo es el último hombre del mundo y por eso, al sentirse completamente solo, no le sirve de nada vivir, por lo que decide terminar con su vida sumida en la soledad. Aunque es quizás más legible esta visión, la otra se me antojó más lo que yo interpretaría en un primer momento al reflexionar sobre el relato.
    Está muy bien redactada, mantiene el interés en cada frase y sobretodo, te paras en detalles que te hacen visualizar perfectamente todo lo que puede estar ocurriendo.
    Aquí te señalo un detallito que encontré:
    Esa palabra sería "gasa".
    Espero que sigas escribiendo, esta lectura ha sido interesante y me ha dejado con ganas de leer más obras tuyas.
    Un saludo.
     
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