Enfermería

Ubicado en: Planta Baja​

La Enfermería es un área en la planta baja donde los alumnos acuden cuando se sienten enfermos o tienen alguna lesión durante actividad física. La enfermera generalmente puede encontrarse aquí también, esperando por si sus servicios son requeridos.

Equipada con un par de camas, un sencillo escritorio y múltiples estantes con libros y diferentes químicos y medicamentos.

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Sanji Allende

Sakura-chan debió haber mencionado como tres veces la escuela, o algo relacionada a ella. Así que obviamente, y teniendo en cuenta mi experiencia previo en el Distrito Comercial del pueblo, este podía ser un buen lugar para continuar con la condenada misión. Y ya que estaba aquí, podía aprovechar luego para pasar por el gimnasio, ver como estaba todo. Me moría de ganas de ver el impacto que había tenido en la capitana del equipo. Al menos me tenías que dar ese pequeño placer, Huitaca.

Toqué la puerta a medida que la abría, ingresando en el lugar. Vaya, no recordaba nunca haber ido a una escuela con enfermería. Todo eso era demasiado nuevo para mí. Todo estaba bastante pulcro y ordenada, a decir verdad, y parecía más una mini sección de un hospital que una parte de la escuela.

— Buenas, ¿se encuentra la enfermera? Tengo un par de...consultas.

 

—¿Oh? ¿Es eso cierto?

Sanji volteó su atención a la derecha. En la silla del escritorio estaba sentada una voluptuosa mujer con ropa que probablemente no debía ser adecuada para un ambiente estudiantil. Tenía un suéter verde y una falda de color negro, así como medias altas negras y sobre su conjunto una bata de médico de mangas largas. Su largo cabello estaba atado en una coleta alta, y tenía anteojos cuadrados detrás de los cuales se veían unos bonitos ojos color rojo.

La mujer, presumiblemente la enfermera, tenía los pies sobre el escritorio como si no tuviese ni una preocupación en el mundo, y los bajó al escucharlo entrar. Se puso de pie y caminó hasta él; sus ojos parecieron dar un brillo único, como el de un depredador que acababa de encontrar a su presa. Lo que parecía ser una tarjeta de identificación colgaba de su bata; el nombre "Ichigo Tanaka" se podía apreciar bien visible en la tarjeta.

—¿Y bien? ¿Hay algo que quieras consultarme, chico? —dijo la enfermera con una sonrisa traviesa.


>> ¿Qué sabes de las extrañas enfermedades?

>> ¿Quién eres tú?

>> Me siento un poco mareado...

 

Sanji Allende

La que me lleva, que mierda pasaba con este pueblo. Una mujer de un metro noventa que parecía sacada de una novela steampunk, extrañas enfermedades, y ahora una enfermera que parecía el sueño húmedo de algunos de mis compañeros de curso. Y seguramente de varios rangos de edad por igual. No me parecería tan raro que tantos quisieran hacer deporte, si era tan fácil lesionarte y te atendía una mujer así. Lo que sí, no me terminaba de gustar el brillo de sus ojos. Estaba segura que tenía algún marrón por ahí escondido en algún lado de la escuela. O varios, para ser exacto.

— Diría que me siento un poco mareado por el mero hecho de verte, pero debes escuchar eso a menudo.— respondí, con una sonrisa encantadora, apoyándome en un costado. Había pasado mi infancia y gran parte de mi adolescencia en el bar de mi abuela, iba a hacer falta más que eso para intimidarme.— Y si tenía una consulta, dulzura. O un par, de hecho. En un principio, ¿quién eres tú? ¿La enfermera? Porque si me hubieran dicho eso de antemano, me hubiera inscrito en el equipo de básket de inmediato. ¿Sabes la velocidad récord en la que me podría haber lesionado?

Empezar a atosigar a la gente preguntas con extrañas enfermedades no tenía mucho sentido cuando recién se iniciaba la conversación.

 

La mujer sonrió; parecía encantada de que el chico no se había intimidado tan fácilmente. Se acercó considerablemente al muchacho, invadiendo su espacio personal, tal y como él solía hacer con todas las personas usualmente.

—Ichigo Tanaka... Tanaka-sensei para ti, querido —dijo la enfermera con voz sensual—. Así que... ¿quieres estar lesionado? Heh, pues eso se puede arreglar, hay muchas jeringas aquí... puedo darte una inyección de lo que necesites, chico... pero es de mala educación no presentarte a ti mismo después de demandar el nombre de otro, ¿no crees?

>> Pero suficiente de eso... tienes una razón para venir aquí, ¿verdad?

>> ¿Qué sabes de las extrañas enfermedades?

>> ¿De verdad eres una enfermera?

>> ¿Qué tipo de medicina tienes?

 

Sanji Allende

— Dije lesionado, no gravemente enfermo. Aunque si tú me cuidas, no podría quejarme.— respondí, incluso acercándome un paso hacia ella, luego de que invadiera mi espacio.

¿Qué se pensaba esa mujer, qué me iba a ganar en ese juego? Llevaba diecisiete años practicando. Una par de palabras sensuales de una mujer voluptuosa no iban a hacer demasiado.

>> Y me llamo Sanji Allende, Sanji a secas para ti, dulzura. Pero tal como dices, hay una razón por la que vengo a aquí, y por mucho que me pese, no eres tú. Aunque si podría ser la de muchas visitas posteriores. Pero yendo al grano.— dije, alejándome de allí y dando vueltas por el lugar.— Verás, soy nuevo en el pueblo, y al parecer, hay una cepa de enfermedad bastante curiosa que está ocurriendo aquí. Teniendo en cuenta tu papel de enfermera, Tanaka-sensei, tal vez tenías un poco más de información sobre ello.

Me apoyé en una camilla, y me la quedé mirando, mis ojos esmeralda brillando con intensidad. Esto era muy divertido.

 

—¿Es eso cierto? —sonrió la mujer ante la pregunta de Sanji—. Enfermedades extrañas...

Repentinamente y sin previo aviso, la mujer lo empujó contra la pared. Sanji fue apretado contra la puerta de salida de la enfermería, con el cuerpo de la enfermera bloqueándole cualquier escapatoria. Ichigo se apretó contra él, usando su brazo izquierdo para mantenerlo en su lugar... y con su brazo derecho, colocó un bisturí justo debajo de su cuello. La mujer soltó una risita; no parecía que esta fuese ninguna broma de mal gusto.

—No juegues con las emociones de una chica, en especial si no la puedes complacer, San-ji-chan... —dijo Tanaka-sensei, acercándose aún más a su rostro... y presionando un poco más el filoso bisturí en su cuello; su voz ahora sonaba considerablemente más fría—. ¿Averiguando de las enfermedades por pura curiosidad? Tendrás que inventar un cuento mejor que ese...

>> Ahora, dime de una vez... ¿quién te ha enviado? ¿Qué es lo que quieres?

>> ¡Nadie me ha enviado!

>> Esto es un malentendido...

>> Llamaré a la policía.

 

Sanji Allende

Debía admitir que todo eso me tomó completamente por sorpresa. Hasta me quitó un poco el aire del pecho, la verdad. Esta mujer tenía mucho más fuerza de la que aparentaba. Lo que significaba un problema inmenso.

— No digas que no te podría complacer sin haberlo probado antes, dulzura.— dije, entonando las palabras con cuidado, para que mi nuez de adán no rozara el bisturí de más.— No sabía que te gustaban esta clase de juegos. Hubiera venido vestido de otra manera, la verdad.

Solté una risa ronca, mientras un sudor frío bajaba por mi nuca. De a poco, y lentamente, fui llevando una mano hacia mi bolsillo, mientras seguía hablando.

>> No puedo inventarme un mejor cuento que la verdad, corazón. No me ha enviado absolutamente nadie. ¿Acaso es raro que alguien se preocupe por su salud? Uno llega a un pueblo y se entera de que hay enfermedades extrañas, es obvio que uno quisiera conocer más sobre el tema. Quien diría que una enfermera de escuela sería tan rápida para manejar un bisturí.

Metí la mano en el bolsillo (Dios bendiga los bolsillos anchos de hombre) y comencé a toquetear mi teléfono. Alice había sido el último número que me había llamado. Con tan solo un botón, podría activar el discado rápido.

— ¿Qué es lo que quiero? Te diría saber la verdad, pero probablemente me tendrías que cortar la garganta con ese bisturí que tienes. Así que ahora me gustaría que me dejes libre. Te lo agradecería mucho, linda.— comenté, guiñándole un ojo.

El dedo estaba por encima del botón. Cualquier movimiento brusco de parte de ella, y llamaría. Seguramente no tendría sentido hacerlo, pero no se me ocurría otra cosa. Además, la enfermera era una persona. Yo sabía manejar personas. No era una especie rara de monstruo. E-eso quería creer.

 

—Hmm, ¿nadie, eh? ¿Y cómo sabías entonces que yo estaba informada al respecto de esos casos? —preguntó la enfermera, ejerciendo más fuerza sobre el bisturí—. ¿Me vas a decir que fue pura casualidad?

Había un destello en los ojos de Tanaka-sensei... algo como que parecía indicar que esta no era la primera vez que había empuñado un arma.

Silenciosos minutos pasaron. Se sintieron como horas. Tanaka lo analizaba minuciosamente, estudiando su mirada... y de un momento a otro, pareció darse cuenta... que efectivamente, Sanji no tenía una agenda secreta, y realmente era un malentendido.

—Oops, no te lo habrás creído, ¿cierto? —soltó de repente Tanaka, echándose hacia atrás súbitamente. Se apartó unos cuantos pasos y soltó una larga risa que sonó... un tanto forzada—. ¡Era una broma! Ja ja ja, me encanta jugar con los estudiantes... como si supiera algo en verdad yo; sólo soy una enfermera de secundaria, después de todo.

>> Bueno, no pareces estar enfermo, Sanji-chan, de modo que será mejor que te vayas ya a casa...

Y dicho eso, la mujer se apuró en empujarlo hacia la salida y cerrar firmemente la puerta detrás de él. Parecía ser que no lograría sacarle nada a la mujer... pero sus palabras parecían indicar que sabía algo. Quizás si hablaba con ella mañana podría sacarle algo más...

 

Sanji Allende

Bueno, probablemente era mi fin. Me sorprendía a mí mismo lo bien que estaba tomando mi muerte. Bah, lo tranquilo que lo estaba tomando. Se ve que el aspecto de Tanaka-sensei estaba condicionando eso. Malditas hormonas. Tan solo esperaba que en mi rigor mortis pudiera llamar a Alice, aunque si estaba muerto, no sabía que iba a lograr con eso.

Sin embargo, después de momentos tortuosos y eternos, la mujer me soltó. Tal vez el acting de que tan solo había hecho preguntas de más sin saberlo había servido, y lo que dijo luego lo pudo confirmar. Me reí con ella, en el mismo tono forzado que ella, mientras mantenía mi distancia.

— Ja ja ja, sí, sí, casi me tienes, Tanaka-sensei. Que bueno que estuviera acostumbrado a las bromas, ¿mira si me ponía nervioso y me terminabas haciendo un corte sin querer, eh? El desastre que iba a ser, je je je. Bueno, ¡adiós, sensei! ¡Fue una linda charla!

En cuanto la puerta se cerró detrás mío, sentí como las piernas se me aflojaban y todo mi cuerpo temblaba. Estaba sudando completamente. Casi muero, ¡CASI MUERO AHÍ DENTRO! Hice el esfuerzo de alejarme de allí, pero no llegué muy lejos que mis piernas se vencieron, y terminé sentado en el suelo, apoyado contra la pared, agarrándome la cabeza con las manos. Por todos los santos, podría haber acabado con la garganta cortada por una maldita enfermera loca y demasiado sexualizada para un colegio. Comencé a inhalar y a exhalar lentamente, para calmarme.

¿Qué hubiera ocurrido si hubiera sido alguno de los otros los que se hubieran tenido que enfrentar a ello? Todos parecían bastante callados, y algunos se hubieran hasta desmayado, seguramente. Ni siquiera yo podía entender ahora por qué me había comportado de esa manera. Bufé, y me incorporé, con el cuerpo todavía temblando. Tenía que informar sobre esto, suponía.

 

Akiko Brooks

Así pues, mis pasos me llevaron en primer lugar a explorar el instituto, y... acabé en la enfermería. Me parecía un buen punto para empezar, pues el director ya advirtió que, si alguien se encontraba mal, debía acudir a enfermería. Eso significaría que la encargada sabría algo sobre la enfermedad y cómo tratar sus síntomas, ¿no? Eso sonaba a información útil para mí.

De modo que golpeé la puerta y, con timidez, asomé mi cabeza por la rendija.

—¿S-Se puede...?

¿Estaría allí la encargada? Me pregunto cómo sería.

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Pls, send help (??

 

Akiko escuchó un suspiro apenas ingresó. La enfermera se encontraba sentada en su escritorio, leyendo unos papeles; su rostro daba a entender que se encontraba exhausta. Al verla ingresar, volteó en su dirección y se puso de pie; una sonrisa pícara atravesó sus labios.

—Buenas tardes, jovencita —le sonrió Tanaka—. ¿A qué debo tu visita hoy?

>> Acerca de esas enfermedades...

>> Me siento un poco mal.

>> ¿Sabe algo de Daisuke-kun?

 

Akiko Brooks

La mujer que me atendió era ciertamente... particular. Esbelta, con un cuerpo envidiable, y un aspecto... inquietantemente seductor. Tragué saliva, mientras pasaba con algo de temor a aquel lugar. Algo me decía que esa mujer era un poco particular...

¿En qué te metes, Akiko?

—H-Hola, buenas tardes...

V-Vale, ahora tu objetivo es ver si averiguas algo acerca de la enfermedad, ¿no? Pero bueno, antes, quizá ella sepa sobre él...

—Q-Quería preguntarle... ¿sabe dónde se encuentra Daisuke Kaji? Es de la clase 3-2, n-no ha venido hoy, y, bueno, ya que es el capitán del equipo de basket, i-imagino que habrá venido a enfermería alguna que otra vez por l-lesiones o cosas así. ¿Sabe si, uhm, le ha pasado algo?

 

—¿Daisuke-chan? —repitió la enfermera.

Sus ojos se abrieron grandes... lucía un tanto sorprendida. Y luego... su expresión se suavizó repentinamente. Se cruzó de brazos, como si debatiendo si debía conversar con Akiko o ignorarla... y finalmente habló.

—Tú eres de tercero... ¿eres, acaso... amiga de Daisuke-chan?

>> Sí, somos amigos.

>> Él fue muy amable conmigo...

>> No, lo odio.

 

Akiko Brooks

La mujer empezaba a actuar raro. No respondió a mi pregunta, sino que actuó con sorpresa y, luego, suavizó su expresión para devolverme otra pregunta. Quienes hacían eso era porque no querían o no sabían responder, normalmente. A-Así que... esta tipa no quería responderme, probablemente. Empezaba a sentirme algo tensa, algo más de lo que ya era habitual en mí en situaciones como esas.

Me preguntó si yo era amiga de Dai, y, bueno... n-no sabría decir si lo era o no. N-No lo creo, a decir verdad, no nos conocíamos tanto, pero...

—B-Bueno, él se portó muy bien conmigo...

E-Esa era la verdad, al fin y al cabo. Denominarlo "amigo" q-quizá era demasiado, no sé.

¿Q-Qué quería esta mujer, en todo caso? ¡S-Se suponía que la que venía a interrogar era yo!

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Espero no morir por esto (?), pero no puedo hacer que Akiko mienta diciendo que lo odia, I mean la mentira la pillaría hasta un niño de dos años, es too pure para mentir así (??

 

—Ya veo...

La enfermera Tanaka le sonrió. Pero no era como la sonrisa pícara de antes... era más bien... ¿pena? Sí, era una sonrisa un poco triste... ¿pero, pena por quién? No era por Akiko, era claro... ¿sería por Daisuke?

Tanaka regresó a su escritorio y comenzó a revisar los cajones... parecía estar buscando algo, evidentemente. Y al cabo de unos momentos, regresó ante Akiko con lo que parecía ser una tarjeta. Era blanca, y tenía un código de barras del otro lado... ¿para qué serviría?

—Con esto, probablemente puedas ir a la sala de pacientes en el hospital —le dijo Tanaka con seriedad—. Si realmente Daisuke-chan ha sido amable contigo... deberías devolverle el favor.

>> Pareces una joven amable. Y Daisuke-chan... realmente va a necesitar a un amigo ahora mismo.

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Akiko obtiene Tarjeta de Acceso. Puedes acceder al ala de pacientes con esto.

 

Akiko Brooks

Cuando me dio aquella tarjeta, la miré con incredulidad. Realmente no esperaba este giro de los acontecimientos, desde luego. Contaba con que esta mujer sería siniestra y trataría de vacilarme o de intenta humillarme de alguna forma, era la sensación que transmitía. Pero... no. Al revés, fue extremadamente cooperativa conmigo, porque me dio, sin siquiera pedirla, la tarjeta de acceso a la zona de pacientes del hospital.

Parecía sentir cierta... ¿lástima?, por Dai, y cuando dijo que debía devolverle el favor a Dai y ser amable con él, sentí un nudo en la garganta.

En serio, ¿qué le pasaba...?

—G-Gracias, señorita Tanaka —s-se llamaba así, ¿verdad?—. Muchas gracias.

Y con la tarjeta en mi poder, me apresuré a salir de allí. Tenía que llegar al hospital rápido.

Eso sí. Presentía que no me iba a gustar lo que encontraría.

 

Yule Shirai

Bueno, el día anterior no fue tan de mierda como esperaba. Conseguí ayudar en el supermercado, completé todos los encargos, e incluso me llevé algo de propina en el proceso. A Shiori no pareció irle muy distinto y la despedí a la salida, escueto, antes de seguir mi camino. Mi energía social no era demasiada per se y aunque me hubiese gustado seguir charlando, ella tenía cosas que hacer.

Digamos que a mí me gustaba ir más a mi bola.

El día siguiente, sin embargo, estuvo presidido por una molesta migraña que no se me quitó ni habiendo terminado las clases. Teniendo en cuenta que el quilombo que se formaba en la salida entre los alumnos me tensaba normalmente, el dolor de cabeza en ese entonces se incrementó hasta niveles estratosféricos. De modo que decidí cambiar de rumbo y animarme a pasar por la enfermería antes de marcharme del instituto. Si ya de por sí solía ser bastante serio a primera vista, ir por la calle así debía darme una cara de culo bastante importante.

No fue muy difícil hallar el lugar donde se encontraba Tanaka-sensei. Tenía una... curiosa fama entre los alumnos, pero preferí ignorarlo por el bien de mi salud mental y llamé a la puerta antes de abrir suavemente.

—...Buenas. ¿Tanaka-sensei?

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Kaito

 

—Bienvenido, jovencito... —lo recibió una voz sensual.

Sentada en el escritorio, revisando unos papeles, se encontraba la enfermera de la escuela. Ichigo Tanaka... una mujer curvilínea cuyos ojos emitían un destello de curiosidad e interés. Se puso de pie apenas ingresó Yule y se dirigó a él con una sonrisa de lado en el rostro.

—¿Qué te trae por aquí este día, muchacho? ¿Tienes algún dolor? ¿Te sientes cansado? O... ¿simplemente querías verme? —le preguntó, guiñándole un ojo cómplice ante la última interrogante.

 

Yule Shirai

Una voz femenina me recibió desde el interior e ingresé de manera mecánica, cerrando la puerta tras de mí. Permanecí de pie en la entrada, sin pretensiones de seguir avanzando, y observé la enfermería por aquí y por allá en un intento por relajar los nervios. Ya no era solo consumir mi energía social con alguien, si no estar a solas con una chica. Sin embargo, supe que sería imposible calmarme cuando la mujer se puso en pie y me dirigió una sonrisa ladina, sus orbes destellando un interés extraño que no me pasó desapercibido.

Mierda. Mil veces mierda.

La recorrí con la mirada en una fracción de segundo y clavé la vista en el suelo, enrojeciendo en el acto. Tanaka-sensei tenía una figura envidiable y la maldita estaba más que encantada con ello, solo había que ver su rostro. Casi pareció ronronear al verme dudar. Comencé a jugar con el cuello del gakuran en un ademán nervioso, logrando concentrarme lo suficiente como para emitir alguna frase coherente de por medio.

—Uh... Eh... ¡Pastillas! Vengo a por... ¡a por pastillas, exacto! —Perfecto, ahora pareces un maldito yonki. Tensé mi cuerpo por inercia y negué con la cabeza rápidamente—. No, no, no, quiero decir... Para la cabeza. Tengo una jaqueca horrible y... —mi mirada huidiza logró conectar en algún momento con la suya cuando y perdí el hilo de lo que estaba diciendo—. Tampoco me importaría... Hacerle compañía mientras... ¿tanto?

Qué demonios estaba diciendo ahora. Malditas hormonas de mierda.

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Yo así de: bueno, consigamos alguna arcana. Tú misma, Ichigo.
Yule, sufriendo un cortocircuito: I fucking hate u Hygge