Orilla del Río

Lleva a:
Puesto de Pesca
Puesto de Ramen
Parque Hanazawa
Cementerio​

El Río Hanazawa es un río de agua cristalina que parte de la ciudad y va a terminar hasta el mar, ya que el pueblo no está muy lejos de la costa.

Su orilla consiste de un camino largo a lo largo de la naturaleza, que comienza desde el distrito comercial para rápidamente convertirse en un ambiente más rural y mucho menos urbano. Sin embargo, es también mucho más pacífico y sereno; ver el atardecer desde el puente es increíblemente hermoso, lo cual ha convertido en este lugar en uno de los puntos turísticos más altos de Hanazawa, en especial para jóvenes parejas de enamorados.

Cuenta con un largo camino que lleva hasta distintos puestos y lugares de variada notoriedad. Muchos estudiantes suelen pasar el tiempo por aquí o cruzar el lugar en camino a la escuela (o de regreso).

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Contenido oculto: Music Theme del Río Hanazawa

 

Nagi Watanabe.

Nagi había caminado de acá para allá, de allá para acá, se sentía perdida, no ¡Estaba perdida! Una preocupación crecía constantemente dentro suyo ¿Cómo era posible que se perdiera en un pueblo? Sentía vergüenza de sí misma en esos momentos, pero bueno, era justificable. Caminando encogida en sí misma, lejos de las paredes de las casas para evitar los callejones como bien le había enseñado su madre, Watanabe llegó hasta donde un lugar donde podía observar desde lejos... ¿Un río? ¡¿Eso era un río?! Pareció que le brillaban los ojos, y rápidamente se acerco hasta el borde de la cuesta. Sentía la leve brisa de primavera enfriarla, pues debido a que conseguía algo de frescura gracias a la fuente de agua, y con el sol que hacía le sentaba bastante bien.

Respiró profundamente, era un lugar hermoso, pocas veces tenía la oportunidad de ver un río tan cristalino en las gran ciudad de Tokyo.

Decidió bajar hasta la orilla de este, tal vez encontraría cosas interesantes, y parecía que habría varias cosas que revisar después. Al parecer no era tan malo perderse, aunque claro, por ahora Watanabe había olvidado por completo que en algún momento tendría que volver a casa.

 

Mientras Nagi descendía hacia la orilla, notó que alguien se encontraba en el puente del río. Al acercarse, sin embargo, distinguió a esa persona con claridad; se trataba de Yuki Takagawa, su compañera de clase, quien miraba hacia el horizonte con una expresión reflexiva en su rostro.

Al notar la presencia de otra persona, Yuki se volteó súbitamente... pero sonrió al descubrir que se trataba de su compañera de clase.

—Oh, Watanabe-chan, ¿cómo estás? —dijo Yuki al verla—. Perdona, estaba un poco distraída... ha sido un día de clases muy agotador, ¿verdad?

Yuki soltó una leve risita y le sonrió a la chica... pero se veía como una sonrisa un tanto melancólica. No sabía que andaba rondando por la cabeza de la otra chica... pero parecía tener ganas de pasar tiempo sola. Quizás sería mejor dejarla tranquila por el momento.

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Rango 2 no disponible aún.

Nota: Durante ciertos puntos del transcurso del rol, notarán que algunos Arcanas no estarán disponibles para pasar el tiempo, como es el caso de Yuki aquí. Esto sucede por motivos de la trama; no estarán disponibles hasta que se complete la trama principal hasta cierto punto. Cuando avance la trama, volverán a estar disponibles para subir de rango; se les avisará siempre si un Arcana no está disponible :)

Nota 2: Actualizaré el Tutorial de Arcanas para incluir esta información allí también.

 

Nagi Watanabe

—Estoy muy bien, gracias Takagawa-san - Le dio una sonrisa de vuelta, había comentado que las clases eran agotadoras, aunque Nagi había... descansado durante estas mismas, así que no se encontraba agotada ¿Cuando aprendería a no dormirse en clases? A este paso preocuparía a los docentes.

Watanabe notó entonces el mirar melancólico de Yuki, le era bastante notable, pues estaba acostumbrada a identificar las miradas preocupadas de Natsu, como cuando se tiene algo cargando fuertemente a las espaldas, algo que no se puede decir. Y a Nagi le hubiera encantado preguntarle que ocurría, pues le preocupaba la chica, después de todo le iba agarrando cariño de a poco, pero respetaba más su espacio personal, aparte de que estaban lejos aún de tener confianza para contarse problemas, por lo menos Nagi tampoco lo haría, aparte, sabía que si en algún momento necesitaba hablar con ella lo haría, pues Yuki parecía ser de quienes hacían lo que pensaban, no como ella misma, que muchas veces se aislaba por un tiempo antes de enfrentar sus problemas, así que tan solo trató de darle una buena sonrisa, aunque claramente se le notaba su preocupación.

—¡Oh! ¿Eso de allá es un parque? —dijo mirando por detrás de Yuki. — Creo que iré hacía allá ¡Cuídate! Nos vemos mañana.

 

Nagi Watanabe

Sintió cómo su senpai palmeaba su cabeza, debía admitir que estaba algo cohibida.

—¿Ta-tanuki? — Se quedó mirando el plato de ramen que ya tenía al frente. —N-no se si es malo por ser animales salvajes... O porque tendré buena suerte... — De repente pareció que se acordó de algo de improvisto. — ¡¿Qué pasa si me estafa un Tanuki?! Ayyy, eso sería terrible. —

—Senpai, acaricias a la gente como acariciarías a un perrito en la calle —comentó Kurosawa, Nagi le dirigió la mirada al gigante.
—¿A caso soy una mascota, senpai? Hmmm. —empezó a comer algo enfurruñada ¿Al nivel de una mascota dependiente estaba?... Seguramente había malentendido algo—. Aunque es bueno verte reír por algo, no creí que pudieras... al menos no con ninguno de nosotros.

Entonces Watanabe volvió a mirar a su senpai de ojos color sol, era verdad, estaba pareciendo disfrutar el rato con ellas, también le dirigió una sonrisa.

—¿A que es lindo tener a alguien tan buena como Kurosawa-senpai con nosotros, no? —

Y cuando todos finalizaron de comer Watanabe les insistió en ir nuevamente al río, Shiori no tenía problemas en seguir a Nagi, y la pequeña esperaba que Hiroki tampoco. Cómo ya se sabía algo el camino se fue unos pasos más adelante, y ya cerca del río se estiró en el pasto, inspirando hondo mientras escuchaba el arrullo del río, todo era tan tranquilo y silencioso, le encantaba, más aún si podía disfrutarlos con personas como Shiori... Y Hiroki... "Modo Calmado"

 

Hiroki Usui

Hiroki dejó de palmear la cabeza de Nagi al escuchar la voz suave y calma de Shiori. Miró a Nagi un momento, avergonzada, cohibida y luego su mano. Grande, de dedos largos y fuertes y se paralizó. ¿Un perrito de la calle? ¿De verdad era tan torpe? Enrojeció ligeramente al darse cuenta de aquel error y como un niño regañado pillado por su madre con la mano en el jarro de galletas, hundió la mano en los bolsillos del pantalón del gakuran.

Era un idiota. Joder. Debía parecer un verdadero imbécil.

—Tsk—gruñó pesadamente sobándose la nuca con la otra mano.

En cualquier caso el día empezaba a pasar y la tarde no tardó en cernirse sobre las orillas del rio Hanazawa. Hiroki dejó caer la mano de su cuello y la mirada de sus ojos ambarinos se dirigió al paisaje y a la puesta de sol. Otro día más en Hanazawa. Otro más que pasaba.

¿Quién iba a pensar que mudarse de Tokio cambiaría su vida de esa forma? Había roto las cadenas de su pasado, enfrentado el nefasto recuerdo del cerdo maltratador de su padre y estaba... socializando.

Él. Qué era un huraño perro callejero.

El cielo azul del mediodía tomaba los colores anaranjados de los ojos de Kurosawa. Esos ojos amables que brillaban con una ligera chispa maliciosa y burlona. Esa chica era... un enigma indescifrable para él.

Un momento... ¿no tenían algo que hacer? ¿Investigar para la tipa del Velvet Room, por ejemplo?

Trató de decirlo. Realmente lo intentó. Su voz áspera buscó medios de salir de aquel momento de ocio para centrarse en la tarea que tenían. Buscar información sobre los extraños sucesos en el pueblo.

Ir al puesto de pesca, aunque mucha ilusión no le hacía.

Pero la voz de Nagi, suave, con una inocencia casi pueril y una sonrisa amable preguntando sobre lo lindo que era tener a Shiori con ellos lo paralizó en el sitio. Mierda. ¿En serio había preguntado eso?

¿Le había leído la mente o algo? ¿Era psíquica? Había estado pensando en ella. En Kurosawa. En lo extraña que le resultaba. En su carácter dulce y burlón a la vez. ¿Jugaba con él acaso? ¿Era eso?

Apartó la mirada.

—¿Qué dices Watanabe?—inquirió gruñendo con pesadez—. Korosawa no es más que una molestia.

Eso dijo. Pero se revolvió el cabello contrariado y su mirada dorada buscó aquel curioso mechón azul. Recordaba sus palabras con perfecta claridad. Como había admitido querer verlo a él. Como si su presencia le resultase... ¿soportable? ¿agradable incluso?

Dios.

Cuando sus ojos estuvieron a punto de encontrarse él apartó nuevamente la mirada y bufó, tosco y huraño.

Agh, maldita sea.

Era una chica tan rara... ojalá pudiese entender qué había en su cabeza.

 

Shiori escuchó un sonido algo extraño, que provenía de no muy lejos...

La muchacha caminó un poco más, y se enfocó en la orilla del río. Allí, sentada en el suelo y abrazando sus rodillas, se encontraba una joven de corto cabello rosado. Ese ruido... ¿estaba llorando? Sonaba como que sí...

¿Qué debía hacer Shiori? ¿Intentar acercarse o alejarse?

 

—¡Ah!

La chica escuchó un ruido tras ella, y se volteó repentinamente. Al ver que se trataba de la chica mayor, su rostro se ruborizó muy ligeramente, y rápidamente usó el dorso de su mano para limpiarse los últimos rastros de lágrimas del rostro.

—Tú eres... Kurosawa-senpai —dijo la chica al reconocerla—. Eres... amiga de Watanabe-chan, ¿verdad? Hah... perdona, pero no estoy con muchos ánimos hoy, senpai... no creo ser muy buena compañía, lo siento.

>> ¿Algo en lo que pueda ayudarte?

>> Tú eres Yuki Takagawa, ¿verdad?

>> ¿Por qué lloras?

 

—¡A-ah, lo siento, senpai! —exclamó de repente Yuki, apartando la mirada—. N-no quiero molestarte... probablemente tengas mejores cosas que hacer... n-no me pasa nada grave a mi, en serio... ¡aunque no lo parezca, soy muy fuerte!

La chica sonrió, como intentando demostrar esto último... pero la sonrisa tan sólo le transmitió tristeza.

>> No es ninguna molestia.

>> Realmente quiero ayudarte.

>> Tienes razón; me largo.

 

Yuki asintió y se quedó en silencio, mirando el río delante de ellas. Se mantuvo en silencio un rato... hasta que Shiori escuchó que hablaba, sin apartar la mirada del río.

—¿Crees que... los dioses realmente están castigando a este pueblo?

>> ¿Por qué preguntas eso?

>> No creo en esas cosas.

>> No, pero quizás es un demonio...

 

Yuki se mantuvo en silencio por unos segundos, disfrutando de la vista y el sonido del agua del río... hasta que finalmente habló.

—Tengo una amiga —comenzó ella—. Una sola. Su nombre... es Sayuri.

>> Ella es la única... la única que no me considera rara, o una molestia... y ahora ella... está en el hospital. Ella siempre es tan optimista, y buena con los demás... a pesar de todo lo que pasó, siempre se preocupa por mi... y es ella quien cayó enferma... es muy injusto, ¿verdad? Por qué... por qué tuvo que ser ella la que se enfermase...

>> Yo... de verdad me alegré mucho cuando Watanabe-chan se acercó a almorzar conmigo en el primer día de clases... de verdad. Creí que quizás... había logrado hacer una amiga. Y ahora sucede esto... quizás es un castigo divino... quizás no merezco tanta bondad...

>> Eso no es cierto.

>> ¿Qué le sucedió a Sayuri?

>> Yo seré tu amiga.

 

—¿D-de verdad? —musitó Yuki con un hilo de voz. Le dirigió una mirada a Shiori; lucía genuinamente sorprendida... y finalmente sonrió—. Bueno, y-yo... lo haré lo mejor que pueda... para tratar de ser una buena amiga... de verdad, lo intentaré... gracias, senpai...

>> Sayuri... la verdad es que no lo sé con exactitud. Hace una semana, según su hermano, comenzó a sentirse mal... debía ser una gripe, nada extraño... pero empeoró repentinamente. Está internada en el hospital... y no saben si logrará recuperarse. Las personas que tenían los mismos síntomas... bueno, el director ya te ha dicho que sucedió con ellos...

Yuki se puso de pie repentinamente. Usó el dorso de su camisa para secarse el rostro, y apretó los puños. Le dirigió a la chica su mirada más determinada.

—¡Gah! Yo no suelo ser así... ¡no soy de las que se tiran a llorar por sus problemas! —exclamó Yuki—. Si me derrumbo ahora... estoy segura de que Sayuri se enfadaría conmigo. ¡Voy a entrenar! Tengo que hacerme más fuerte... para que cuando Sayuri regrese, recibirla con una gran sonrisa.

>> Muchas gracias, senpai. De verdad eres... alguien admirable. Espero que... que podamos volver a hablar.

Yuki parecía motivada; al parecer las palabras de Shiori le habían llegado al corazón. Debería intentar hablarle la próxima vez que la viera... seguramente podrían volverse más cercanas. Y tras esa declaración, Yuki se despidió y se marchó a entrenar a otra parte... parecía mucho más animada.

 

Hiroki Usui

Caminaba con las manos en los bolsillos del uniforme observando el paisaje con desinterés. El cielo de la tarde, anaranjado... como los ojos de Kurosawa. Esos ojos que le dirigieron aquella mirada gélida aquella tarde.

Resopló para sí mismo y se revolvió el desordenado cabello cenizo por... había perdido ya la cuenta. Joder, ¿qué iba a hacer ahora? ¿Debería disculparse? ¿Era eso? ¿Y cómo cojones iba a encontrarla?

Dijo esperar volver a verle al día siguiente pero el día estaba por pasar y nada de eso había ocurrido. Alguna parte de su ser había guardado esa esperanza.

De poder verla.

Repentinamente sintió una vibración en su bolsillo y tomó su teléfono móvil. Su expresión pasó del desconcierto al hartazgo. Tenía que encontrarse con todos en el parque Hanazawa. Con todos... Esa Alice era bien oportuna ¿eh?

Agh, realmente detestaba todo eso. Detestaba haber jodido su relación con la probablemente fuese la única persona que no le tenía miedo en todo Japón. La única persona que había sido amable y comprensiva con él.

De verdad que era... un completo imbécil.

Apretó los dientes, rabioso, frustrado, y pateó una lata en el camino con un grito contenido de frustración. El mismo hizo eco por todo el espacio y se lo tragó los árboles y el río y probablemente el tipo del puesto de pesca y el viejo del puesto de ramen fueron testigos también. La lata no cayó en una papelera esta vez. Rodó ladera abajo, cerca de la orilla hasta desaparecer de su vista. Hiroki se acercó al borde del camino y allí... su cuerpo se paralizó.

Fue como si acabase de chocar contra una pared invisible. Sus ojos se abrieron como platos del impacto, contraídas sus pupilas por la impresión. Porque allí, sentada cerca del curso del río se encontraba la persona que estaba buscando.

Le costó encontrar las palabras en su garganta. Estaban hechas un nudo prieto. Al igual que sus ideas enredadas.

Su voz sonó diferente a lo habitual.

—¿Kurosawa...?