Microrrelato Métodos alternos para la solución de controversias

—E-esto es absurdo, Angela, por favor.

—Vamos, Andrea. Se trata de divertirnos.

Las hermanas gemelas Andrea y Angela estaban discutiendo un asunto muy “importante”.

Andrea, la típica rubia tímida que fue parte de las porristas en la escuela preparatoria, se casaría dentro de una semana; y su hermana y mejor amiga Angela, la típica rebelde sin causa que se tiñó el cabello de negro y escuchaba sólo música rock, tenía una y sólo una tarea asignada relacionada con “el día más importante” en la vida de su hermana. Dicha tarea era organizar absolutamente todo lo que conllevaría su despedida de soltera.

La reservada novia le había dicho a su alocada hermana que tenía total libertad para elegir los detalles como el lugar, la comida, la música, los regalos de agradecimiento y por último el entretenimiento. Sin embargo, le había suplicado que fuera considerada: que no se pasara de lista para molestarla.

Aún así, Angela quería contratar strippers para la despedida de soltera de Andrea.

—No finjas que estás pensando en la diversión de todos, Angela. Esto es un capricho.

—Haremos una despedida solamente con nuestras amigas, a las que les encantaría.

—Pe-pero… ¡no!— Andrea estaba enojada. —¿Cuesta tanto respetar la única prohibición?

—Me cuesta tanto pero tanto— Angela se ríe. —Tanto que ya sé cómo resolveremos esto.

La pelinegra entonces puso frente a sí su puño derecho encima de su palma izquierda.

Y la rubia se quedó completamente perpleja ante el gesto de su hermana.

—Bromeas, ¿verdad?

—No sería la primera vez.

—¿Qué decidimos algo así mediante piedra, papel o tijeras?

—Adelante. Te reto a usar tu telepatía de gemela mejor que yo.

Andrea suspiró con cierta pesadez. Claramente Angela se divertía molestándola.

Incrédula y harta de la infantilidad de la mujer con la que compartía cumpleaños, de todos modos decidió imitar su gesto, colocando sus manos en posición para seguirle el juego.

—Dos de tres— dijo Andrea y Angela se rió a pesar de que Andrea la miraba con seriedad.

—Dos de tres— repitió Angela.

Y entonces la dos lo dijeron como cancioncita al mismo tiempo.

“1, 2, 3, ¡piedra, papel o tijera!”

Empataron la primera vez, eligiendo piedra las dos. De hecho empataron otras dos veces.

—Eso no cuenta— Angela se encogió de hombros.

—Supongo que no— Andrea puso los ojos en blanco.

“1, 2, 3, ¡piedra, papel o tijera!”

Angela ganó una ronda, papel contra piedra.

—Un punto a mi favor.

—Demonios.

“1, 2, 3, ¡piedra, papel o tijera!”

Empataron otra vez, eligiendo tijeras las dos. Y luego empataron otras cuatro veces.

Ambas suspiraron con cierta irritación.

“1, 2, 3, ¡piedra, papel o tijera!”

Andrea ganó esa ronda, piedra contra tijeras.

—¡¡AJÁ!!

—No celebres aún.

“1, 2, 3, ¡piedra, papel o tijera!”

—¡¡NOO!!— Andrea se llevó las manos a la boca apenada tras gritar como niña pequeña.

—Boom— fue la reacción igualmente infantil de Angela, acompañada de una gran sonrisa.

—Ugh, de acuerdo. ¿Podrían por lo menos ir inicialmente vestidos como bomberos?

—¡Ese es el espíritu, hermana!