Azotea

Nagi Watanabe

Mientras estaba apoyada en la reja sacó el reloj de su bolso mirándolo un rato, volteándolo con una sola mano. Era de un dorado muy brillante "Imposible que esto sea de mi madre, es demasiado llamativo, para nada su estilo" fue a la única conclusión que logró conseguir, extrañamente el reloj ahora no hacía ningún tipo de ruido ¿Lo habría echado a perder cuando lo devolvió al bolso? ¡Ese sería terrible! Sin pensarlo golpeó el reloj contra su palma izquierda, quedándose en blanco un rato... Así no era como se arreglaban los reloj, claramente tenía nulo conocimientos de estos.

Escuchó la puerta de la azotea abrirse ¿Cuantas personas más iban a llegar iban a llegar? Le estaba empezando a incomodar tanto desconocido, más aún cuando eran notablemente mayor que ella... Pero suponía que mientras no llegara el tipo de antes todo estaría bien.

De a poco se había ido arrinconando ya no solo contra la reja, si no que también contra la esquina de esta en cuanto vio niño de peculiar cabello caminar un par de pasos adelante, a pesar de que parecía ser todo lo contrario al Inu terrorífico, hasta juraría que se sentía incomodo por ahí.

Hubiese procedido a ignorar a todos, pero se percató de qué unas chicas al otro extremó también andaba con unos reloj, era la tipa linda que había visto antes más otra chica con unas pintas demasiado llamativas ¿Tenía el pelo teñido? Eso era de delincuentes, según tenía entendido. Escuchó algo de un sueño ¿Qué él reloj provenía de ahí?... Eso era raro, y por algún motivo le empezó a doler la cabeza, por lo que no pudo evitar poner una de las manos en su frente.

—¿Les despierta algo el nombre de The Velvet Room?— Apenas pudo escuchar la voz del chico, que parecía tener un tono casi inaudible.

Velvet Room... El traqueteo de un tren se le vino a la mente, y se recordó a sí misma llorando por un motivo que no recordaba, y la sensación de miedo se le vino a la mente, casi el mismo miedo que sentía cuando las personas se agarraban a golpes, un miedo terrible generado por la impotencia.

—Ahhhg — Se quejó mientras agarraba su cabeza con ambas manos mirando el suelo, todos esos sentimientos por tan solo el nombre de algún lugar le habían echo sentir más que incomoda, más aún pensando en que olvidaba algo. Se quedó mirando fijamente el piso, en silencio, tratando de recordar.

Habitación, trenes, reloj, perros... ¿Secuestro? ¡El sueño del papagayo raro! Levantó el rostro al cielo mientra se pegaba una palmada en el rostro ¡¿Cómo lo había olvidado?! Un asqueroso sueño de un secuestro que le ponía los cabellos de punta, un sueño donde en The Velvet Room un siniestro ser les daba un reloj, se quedó mirando el suyo propio con algo de odio, y sin pensarlo mucho hizo el ademán de lanzarlo lejos, pero a último momento se arrepintió, de cierta forma le preocupo que se rompiera y que más cosas malas ocurrieran. — Una maldita pesadilla, a eso me recuerda. —murmuró poniéndose en cuclillas para abrazar sus piernas, recordando poco a poco cada detalle de lo que había ocurrido ahí, aunque los integrantes del sueño aun le eran medio difusos.

Y en esa posición se fijó que el reloj tenía un pequeño botón en la parte superior, y sin pensarlo mucho lo apretó, creyendo que tal vez así funcionaría, y lo hizo, pero no de la manera que esperaba.

 

Sanji Allende

Por primera vez sin prestar atención a mi alrededor, me dirigí hacia la azotea. Estaba intrigado, la verdad. Era la primera vez que algo de mi realidad onírica se había traspapelado a mi realidad...real. Vaya, que mal uso de palabras. Pero todo este asunto era fascinante. Relojes, hombres-pingüino, vagones de estudios porno BDSM, gente que había visto en el sueño y ahora en la escuela. Todo despertaba bastantes preguntas en mi cabeza, pero suponía que ir a tomar algo de aire a la azotea mientras miraba un reloj dorado no me iba a sentar mal.

Abrí la puerta del lugar, y comprobé que era el único que había subido allí. Había jurado escuchar voces, pero seguramente me había confundido con las del pasillo. Era el horario de salida, era obvio que los alumnos iban a hacer ruido suficiente como para que se escuchara a cuatro cuadras alrededor. Con una mueca de decepción por no tener a nadie con quien conversar o molestar, me senté en un rincón, y comencé a inspeccionar el reloj.

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Justo, JUSTO, publicaste cuando estaba escribiendo el post, Kaito xD Vaya coordinación (?

 

En su soledad, Sanji pasó a inspeccionar el reloj dorado en la Azotea. Descubrió el botón y, con curiosidad, lo activó.

Las agujas del reloj comenzaron a avanzar. Al principio con un poco de lentitud, pero luego tomaron velocidad. Como si hubieran enloquecido, ambas manecillas comenzaron desenfrenadamente. Se aceleraron... más y más... hasta que...

La Azotea volvió a quedar vacía. El muchacha también había desaparecido del lugar.

 

Monjiro Kentaro


Por fin termina el primer día de clases, Monjiro se encuentra cansado de no poder hacer descansos cuando él quiere en comparación a su casa. Espera a que todos sus compañeros salgan del aula, prefiere ahorrarse los pasillos llenos de gente. Se pone de pie, hace como que busca en su mochila y cuando por fin es el último decide ir a la azotea, por fin podrá estar a solas.

Cuando llega a la esquina que da hacia las escaleras de la azotea ve a al chico extrovertido de su clase dirigirse hacia el mismo sitio, se da la vuelta y espera a ver qué decide hacer.

—No me jodas, no vayas, no vayas —piensa Monjiro.

El joven termina saliendo a la azotea. Monjiro se queda quieto, sin terminar de decidir si subir a la azotea e ignorar a ese chico o volverse a casa. Las vistas desde la ventana en la clase 3-2 le hacen recordar que aún se pueden mejorar subiendo a la azotea y sus rugidos estomacales desde hace media hora le incitaban a subir cuanto antes.

—Vale, no es tan difícil, subiré y en caso de que me hable le ignoraré como suelo hacer… —Piensa Monjiro mientras gira la esquina y decide subir a la azotea.

Monjiro sube a la azotea y su primera impresión es que no hay nadie a simple vista. Revisa por toda la azotea y su rostro se torna preocupado.

—¿Y el chico? ¿Dónde está? No me digas que se ha tirado desde lo alto… —Dice preocupado.

Revisa y no encuentra ningún indicio de suicidio…

—Que raro, ¿por dónde se habrá ido? Bueno, tampoco es que preocupe, yo a comer que ya va siendo hora…

Monjiro saca su bocadillo y descubre que es de paté y pimienta, su preferido.

 

Hiroki Usui

Había estado revisando el reloj desde que salió del aula. ¿Qué coño pasaba ahora? ¿En serio podía estar pasando de verdad? Solo era un pequeño reloj de bolsillo.

El reloj de ese maldito sueño, nada menos. El tipo orejudo y sus secuaces habían sido reales. Y el tipejo del sombrero también. Todas sus sensaciones, emociones y la experiencia de ese sueño habían sido perfectamente reales.

Todo... había sucedido de verdad.

Mierda, no entendía nada. ¿Cómo podía ser? Se había decidido a retornar a la azotea para poder verlo con mayor precisión. Pero nada más abrir la puerta y descubrir que no estaba solo, su ceño se frunció con molestia.

Era el tío raro y callado del pelo rojo.

—Agh.

Apoyó la espalda contra la pared y molesto aunque sin hacerle mucho caso volvió a mirar el reloj. Su color dorado destelló al sol como si aquel aparato estuviese hecho de luz propia.

Era pequeño y manejable, sin muchos detalles. Le dio la vuelta entre sus dedos observándolo desde todos los ángulos... hasta que notó un pequeño y extraño botón.

Curioso, enarcó una ceja.

—¿Y esto para que es?—se cuestionó—. ¿Va a parar el tiempo? No me jodas.

Y sin más... lo accionó.

La velocidad de las manecillas hasta entonces estáticas, se disparó. Más y más rápido.

Terminó desapareciendo de la azotea como el resto.

 

Monjiro Kentaro

Monjiro se relamía los labios mientras disfrutaba de su bocadillo con muchas ganas.

De repente aparece un chico, uno de los nuevos al igual que él, lo recuerda por su presentación pero apenas estaba prestando atención.

El chico le ignora por completo, genial, eso le ha gustado a Monjiro, que sigue disfrutando de su almuerzo con unas horas de retraso.


De repente, el joven, sentado en el suelo, apoyado contra la pared, saca un reloj de bolsillo y Monjiro escupe lo que tenía en la boca. Se veía igualito al que había encontrado en su mochila. Unos pensamientos vienen a su mente a lo que concluye con:


—El reloj no es de mi padre… ¡Lo vi en el sueño justo antes de despertarme! —piensa fascinado Monjiro.


Monjiro aparta por un segundo el bocadillo y revisa la mochila, saca el reloj de bolsillo y, esta vez, un extraño botón es visible en la parte superior. Echa un vistazo al otro joven y ve que lo presiona. La cara de sorpresa del otro alumno incita en Monjiro a que él también debería de hacerlo. Para su sorpresa, las manecillas del reloj van a grandes velocidades.

 

Mientras observaba su reloj, sin apartar su vista del mismo, Shiori no notó que se había quedado sola en la azotea. ¿Y el pelirrojo? ¿Se había marchado?

Sin pensar en ello mucho tiempo, la chica inspeccionaba el reloj... y presionó el botón que encontró en la parte superior.

Las agujas del reloj comenzaron a avanzar. Al principio con un poco de lentitud, pero luego tomaron velocidad. Como si hubieran enloquecido, ambas manecillas comenzaron desenfrenadamente. Se aceleraron... más y más... hasta que...

La Azotea volvió a quedar vacía. La muchacha también había desaparecido del lugar.

 

Oreki Tojo

—¿uh?...pero ¿y todos?—

Apenas la clase termino y Oreki partió hasta la azotea siguiendo el rastro de sus compañeros, entre los muchos alumnos subió y busco con la mirada, los había perdido.

Pero una vez hasta aquella azotea que brindaba un hermoso cielo azul, extrañamente noto que una corriente de aire era la única compañía en donde Anna, Shiori y los demás debían estar por lógica.

—ah...perfecto...es la última vez que decido comer una barra de chocolate justo antes de ir a una reunión— se quejó pero muy en el fondo, el sabía que en menos de dos minutos aquello no acabaría, es decir...acababan de llegar ¿No?

Rompía su mente pensando en donde deberían estar...debían estar aqui...vaya que era extraño y apenas la palabra "extraño"se escribió en su mente recordó aquel reloj dorado, el chico rápidamente reviso su mochila y vio como aún estaba allí.

—A todo esto...¿Como y para que es esta cosa?—medito por un momento, trató de teorizar como un reloj de un sueño podía estar aquí en la vida real y encima algo muy vistoso...podían acusarlo de ladrón si se le viese tal pieza de joyería...aunque parecía estar averiado al no mover manecilla alguna.

—entonces...¿Sirves de algo o me sorprenderás con algo más?— y en compañía del trinar de las aves el comilón aguardo aunque solo faltaban segundos para voltear y emprender rumbo a la busqueda de sus compañeros...muchas preguntas les aguardaban si les veia.

 

Akiko Brooks

Así pues, no dudé en subir hasta la azotea. B-Bueno, sí que lo dudé, claro, lo dudé muchísimo. Y ni siquiera cuando ya crucé las puertas de la azotea dejé de dudarlo; A-Alice me intimidaba bastante, y toda esta situación me superaba un poco.

Pero precisamente por eso tenía que ir. Porque necesitaba entender un poco más, necesitaba saber qué eran los Tricksters, qué quería Igor de mí, por qué podía usar esos poderes y por qué justo yo había "despertado" a Kaguya. Y si Alice podía arrojar algo de luz sobre esas incógnitas, mejor aún.

... claro que con lo que sí que no contaba era con estar sola allí arriba. Había sido la única que, de momento al menos, entraba a la azotea, la única en mostrarse por allí. U-Ugh, eso sí que me hacía menos gracia. ¿T-Tendría que lidiar yo sola con Alice?

—¿H-Hola? —pregunté en voz alta, nerviosa.

D-Dios mío, ¿¡dónde estás cuando te necesito, Anna!? ¡Esta bicha no es enorme, pero da más miedo que cuatro de esos juntos!

 

Hiroki Usui

De modo que allí estaba. Abrió la puerta con una mano y la brisa de la tarde le meció el desordenado cabello cenizo.

No estaba solo como supuso. La chica alta que babeaba por el deportista también estaba allí. Agh, bueno... estaba en su clase. Era una especie de criatura tímida y asustadiza. O era muy tímida o era muy tonta. Pero era la primera que había subido allí.

Se desordenó el cabello, frustrado. ¿Debería saludarla? ¿Decir algo? Sí, tal vez eso estaría bien. Era lo normal. Vaciló unos segundos, se rascó la cabeza y gruñó como un perro arrugando la nariz... y entonces apoyó su espalda contra la pared.

—Hey.

Eso fue todo.

Escueto y conciso.

Saludó con su voz áspera de siempre. Fue todo lo que le salió de la garganta. Pero teniendo en cuenta de quien se trataba era un avance.

Uno enorme.

No esperó una respuesta. Con las manos en los bolsillos aguardó... a lo que fuese que Alice tenía que decir.

 

Diane Yamaguchi

Llegué con rapidez hasta la azotea, sin pararme a pensarlo dos veces. Estaba muy intrigada por lo que aquella mujer tuviera que decirnos.

Al entrar, miré a mí alrededor, buscándola, pero no estaba allí. Con toda la intriga que me había producido, no pude percatarme de que allí mismo se encontraban Akiko y Anna. Del mismo modo, ahí también estaba el chico violento, cuyo nombre aún no conocía.

¿Tardaría mucho en llegar Alice? Seguía, mientras tanto, revisando mi móvil, por si me llegaban nuevos mensajes.

 

Akiko Brooks


Quedé nerviosa junto al recién llegado Hiroki, desviando mi atención hacia el teléfono de forma compulsiva. Para mi sorpresa, me saludó... o algo parecido. Un "hey" fue lo que recibí de su parte. Parecería poco, pero, viniendo de alguien como él, el hecho de que reconociese mi presencia ya era mucho decir. Así que, sin levantar demasiado la vista, le respondí con nervios:

—Hola, H-Hiroki.

Y el tenso silencio regresó por un par de minutos más. Silencio que, pronto, fue interrumpido de la mejor forma posible: Anna llegó, alegre, y empezó a preguntarme sobre lo que hice ayer tras el hospital. Con una debilísima sonrisa, alcé la mirada del móvil y le dije:

—Oh, ehm, fui con Diane a un puesto de ramen cerca del río y... no mucho más. T-Tenía hambre, la verdad.

Y luego Anna me propuso ir al gimnasio. Uhm, ¿p-para qué, exactamente? ¿Era hoy uno de los días en los que Daisuke entrenaba? Fuese como fuere, no era mala idea, pero... antes me gustaría hacer algo.

—Vale, pero... ¿podría ser un poco después? Antes tengo que ocuparme de cierto asunto...

... Hinata, se llamaba, ¿no? Me daba demasiada curiosidad la chica del templo. Y quizá tuviese información clave. T-Tal vez si iba yo sola a hablar con ella me atendiese. Quizá se sienta cómoda cerca de mi, al fin y al cabo, somos algo parecidas.

O igual el silencio que se genera se vuelve terriblemente incómodo. Eso también podía ser.

 

Sanji Allende

No había dormido nada. Absolutamente nada. Y no tenía idea por qué. No sabía si habían sido pesadillas, que la cena me había caído mal, o por cualquier otra razón. La cuestión es que tenía ojeras tan grandes que las podría haber usado de bolsillos, y mis pies se arrastraban por el suelo, no se levantaban. La profesora me había llamado la atención varias veces ya, porque no dejaba de cabecear ni de directamente dormirme en clase. Los recesos los aprovechaba para irme a un lugar tranquilo e intentar dormir. Aunque había sido imposible.

Levanté una ceja en cuanto recibí el mensaje de la tal Alice. ¿De verdad tenía que pasar en un momento así? Lo único que quería hacer era volver a casa y dormir. O al menos, intentar. Así que simplemente suspiré, solté un gruñido de hartazgo, y me dirigí arrastrando los pies hacia la azotea.

Cuando llegué, vi que varios ya habían arribado, aunque no había señal de la susodicha. ¿Tanto apurarnos para que ella ni apareciera? Que chica complicada. Así que simplemente les sonreí a todos de manera cansada y los saludé con la mano, y me tiré a un costado, utilizando mi mochila como almohada, para al menos descansar un rato. La mayoría de los que estaban allí eran del tipo silencioso, así que eso me vendría bien. A decir verdad, todos mis compañeros eran del tipo silencioso. Vaya, interesante grupo al que terminé cayendo.

 

Oreki Tojo

Decidio ir a la azotea, la intriga sobre que ofreceria la asistente n Velvet room pudo más que su deseo de explorar el resto de la ciudad.

—¡Hola a todos! — Saludo animosamente al resto agitando su mano, entre los que podian divisar eran Anna y Diane, le parecio escuchar algo de la otra chica pero no le dio tiempo de conocerla sin embargo que va Oreki no podia dejar de lado al alguien por conocer...

—Hola amiga me llamo Oreki, Oreki Tojo...creo que ayer tuvimos la oportunidad de vernos perdona si no salude ayer —se disculpo colocando su mano en la cabeza.

Desde que conocio a Watanabe sintio que debia tener algo de tacto, el chico llamado Usui estaba presente pero sabia que de momento seria difícil de tratar...solo de momento.

Tambien noto a un tipo con un sombrero, obviamente los acompañaba en Velvet, Oreki solo pudo suspirar y reir por lo bajo no podia tratar con tanta gente cuando al parecer información valiosa viene en camino.

 

Nagi Watanabe

Llegaron a la azotea, y la verdad es que por lo menos internamente Nagi tenía una enorme sonrisa ¡Su senpai le había acompañado! No podría estar más agradecida, algún día le tenía que devolver el favor.

Al llegar a la azotea vio que ya había bastante personas, se aferró a la camisa de Kurosawa y tironeandola un poco para llamar su atención apunto al chico perro, Hiroki.

—Mira, mira, Usui-senpai también vino —comentó, pues pensaba que con tanta gente aglomerada iba a tratar de evitar el lugar un buen rato.

También vio a Akiko desde lejos, a la cual le sonrió. Se acordaba de que Natsumi debía tener su edad cada vez que la veía, pero ella era mucho más... reservada, tímida, casi como Nagi, y eso le causaba gracia, aunque claro, su senpai era mucho más hermosa que ella ¡Y mucho más alta que cualquiera de sus dos amigas!

También estaba la Rockera y Oreki... ¡Oh! ¿Ese era el chico Yokai? Apartó la mirada de él, aún algo molesta por todo lo ocurrido en Velvet Room.

 

—Vaya, al final han venido...

Oyeron un suspiro a sus espaldas, y todos los estudiantes se voltearon. Hiroki, Akiko, Anna, Oreki, Nagi, Shiori, Sanji y Diane vieron a la dueña de aquella voz; Alice se encontraba sentada casualmente sobre el edificio, justo arriba de la puerta por la que habían entrado... ¿cómo había llegado hasta ahí arriba? ¿Y desde hace cuanto tiempo que los observaba desde ahí?

La joven asistente de Igor descendió de un salto y aterrizó sin problemas de pie en el suelo con elegancia. Se llevó ambas manos a los bolsillos de su chaqueta, y miró a todos los presentes uno por uno.

—Tsk, no han venido todos aún... pero con ustedes tendrá que bastar por ahora —suspiró Alice—. Bien, como habrán oído, el Amo me ha pedido que les guiara... así que les daré una mano, ya que parecen más perdidos que un montón de peces fuera del agua... momento de la lección, así que presten atención, humanos.

>> Quizás ustedes idiotas no lo hayan notado, pero cuando el Amo habló de un mal que se avecinaba en el futuro... estaba siendo bien literal. Seguramente han notado alguna que otra cosa extraña en el pueblo, ¿verdad? No sabemos con exactitud qué... pero algo está viniendo para Hanazawa. Algo malo... algo que probablemente se cobrará vidas si se deja que las cosas sigan su curso normal...

>> ¿Les interesa detener la catástrofe que se avecina? Me imagino que sí; no habrían despertado sus Personas en caso contrario. Así que, como Tricksters que son, les traigo su primera misión: investiguen. Este pueblo es grande, y hay mucha gente; alguien debe saber algo sobre los extraños sucesos que están ocurriendo... pero que no se ven a simple vista. Así que vayan a investigar hoy; ¡espero grandes cosas de ustedes! ¡No se les ocurra defraudarme!

>> Ya tienen mi número por si necesitan contactarme, pero más les vale que sea importante... ah, y pásenle este mensaje a los otros. Estaré aquí por el día de hoy de todas formas, pero si no llegan a pasar por aquí... bueno, se lo pierden ellos, eh.

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Yugen GalladeLucario Gigi Blanche Kuno Vizard Mori Yáahl No u Lucas Diamond

Habéis obtenido una nueva misión de Alice: investigar los extraños sucesos en Hanazawa.

Acudan a los distintos lugares de interés de la ciudad e intenten descubrir qué pueden averiguar allí... es recomendable para todos los roleros moverse solos para esta parte; no sólo cubrirán más terreno antes de que termine el día, sino que algunos lugares sólo podrán descubrir información si no están en grupo. Si quieren moverse en parejas igual tho, eso es elección de ustedes... a algunos otros lugares no les afectará de a cuantos vayan (?


PD: Yule y Monjiro, que son los dos que no están en la Azotea aún; pueden venir aquí y recibir la misión directamente de Alice, o pueden encontrarse con otro rolero y éste decirles de la misión. Cualquiera de las dos formas de enterarse es válida :)

 

Akiko Brooks

Alice terminó apareciendo al final, llegando a la zona casi por arte de magia. O probablemente incluso sin el "casi".

La cuestión es que sus palabras confirmaron mis sospechas; aquello de lo que nos advirtió Igor tiene que ver con esos rumores extraños. "Algo malo" se avecina en Hanazawa, y nosotros teníamos que evitarlo. Q-Quizá era demasiada responsabilidad, pero... si habíamos sido elegidos, ¿sería por algo? Aunque, ¿habíamos sido elegidos siquiera? Igor dijo que fue cosa del destino... ¿eso significa que fue puro azar, o que algo superior nos elegió, o qué demonios?

En cualquier momento, la "misión" que nos asignó fue clara: investigar. O sea, realmente era lo que pretendía hacer, aunque no me pusiese esa misión. Tragué saliva, algo tensa, y, cuando Alice terminó de hablar, me dirigí a Anna, que estaba a mi lado.

—B-Bueno, lo del gimnasio tendrá que esperar, ¿sí? Si nos sobra tiempo, quizá luego podamos ir...

Miré a ambos lados. Uh, demasiada gente... m-menos mal que podré estar sola un poco. O casi sola, quiero decir.

Que no me quejaba por tener ahora amigos, pero... poco a poco, hombre.

 

Sanji Allende

Observé con un ojo a Alice, mientras con su tono tan dulce y amable nos indicaba que era lo que teníamos que hacer. Maldición, en el estado en el cual estaba y ya tenía que ponerme a investigar. No pudieron darme esa misión ayer, cuando estuve dando vueltas en el pueblo al reverendo vicio. No, justo hoy. Podían irse bien a la a...

Suspiré, y me incorporé, frotándome los ojos. Al menos, había logrado descansar algo. Maldición, el segundo día y ya nos ponían misiones. Bueno, en cuanto antes terminara, antes podría ir a dormir. O tal vez al gimnasio. Después de todo, no mentía en cuanto ver las prácticas. Era uno de los pocos entretenimientos que este pueblo parecía tener, así que no me quedaba otra. Me troné la espalda, abrí la puerta, y me fui de allí. Ni saludé a Alice. Estaba más que seguro que mi propia existencia la defraudaba, por lo que me liberaba un poco la presión de fallar en la tarea.

Comencé a bajar las escaleras mientras me acariciaba la nuca y soltaba un bostezo. Hoy seguramente iba a ser un día largo.