Ubicada en: Planta Baja La cafetería de la Secundaria Hanazawa. Un espacio amplio con muchas mesas separadas, donde los alumnos pueden comer durante la hora del almuerzo. Para aquellos que no hayan traído su propio bento, la cafetería cuenta con una tienda, donde puedes comprar un bento por un módico precio. Si tienes suerte, puede que encuentres una comida especial aquí cierto día... Contenido oculto
Nagi Watanabe Se asomó un tanto temerosa por la entrada de la cafetería, para su suerte parecía aún no estar muy llena, así que se dirigió sin titubear a ver los precios, habían cosas bastante baratas y otras que de ni en un futuro lejano de podría permitir adquirir, no si quería estar preparada en caso de que otra vez se le olvidara el bento y tuviera que comprar ahí otra vez, el dinero de emergencia de su billetera era para eso, emergencias, bueno, y para pagar el bus, pero eso eran detalles. Y como un pésimo deja vu se percató que no tenía consigo su billetera… ¿Se le habría quedado en el bolso?... No, lo había revisado muy bien… Tampoco estaba en el bolsillo de su blusa… Oh, no, cuando se percató le dieron unas ganas terribles de estrellar su cabeza contra una pared, pero no, esos berrinches eran dignos de Kazuki, así que inspiró hondo. ¿Ahora que iba hacer?
Luego de que Hiroki se marchara por su cuenta y de que Monjiro prácticamente lo ignorara, Daisuke decidió que sería lo mejor comenzar a guiar a los dos alumnos que habían aceptado su propuesta. Les mostró a Sanji y Akiko el segundo piso, donde se encontraba la escalera a la Azotea y los salones de profesores y del Consejo Estudiantil. Luego, bajaron al primer piso, donde señaló la Biblioteca y el Salón de Música. Por último, procedió a bajar a la planta baja, por donde habían ingresado a la escuela. Estaban el Gimnasio y la Enfermería, ambas cerradas a esta hora, y terminó el tour en la Cafetería. —¡Y esta es la Cafetería! —exclamó con ánimo, una vez que allí ingresaron—. Si no tienen almuerzo, pueden comprar algo en la tienda. Y si traen, pues aquí hay lugar de sobra para comer... venga, reservemos una mesa. Daisuke los guió hacia una mesa vacía y ocuparon las tres sillas allí disponibles. El chico extrajo su almuerzo (un bento de tres pisos) y lo desenvolvió, esperando a que los otros dos hicieran lo mismo. >> Vaya, comes mucho... >> ¿Tienes comida de más? >> La clase fue aburrida, ¿verdad? Contenido oculto GalladeLucario No u Chrollo si no tienes nada que hacer, siempre puedes unirte a Daisuke aquí si quieres :)
Akiko Brooks M-Me llamó "Brooks-san". Ugh, eso era una pequeña bajada de puntos automática, y mira que el chico me gustaba. Odiaba profundamente que me llamasen por mi apellido, pero en realidad era normal, era lo usual aquí en Japón. Ya me iba acostumbrando un poco, pero daba pereza tener que decirlo siempre. Con suavidad, susurré, mientras caminábamos junto a Daisuke: —Llámame Akiko, por favor... Ni siquiera sé si me escuchó, pero al menos estaba dicho. Por algún motivo, sin embargo, ahora me encontraba allí, sentada en la cafetería con Daisuke (de lo cual no me quejaba) y con... Sanji. Uhm, n-no es que estuviese precisamente cómoda, sin duda era mejor que estar con el tal Hiroki, pero... este otro chico seguía sin transmitirme nada bueno. Su sonrisa me inquietaba un poco. Con todo, cuando nos sentamos allí, vi como Dai sacaba una enorme montaña que se suponía era un bento, pero que casi parecía una torre de algún castillo. —¿Te vas a comer todo eso? —pregunté, mirándolo brevemente a los ojos por unos instantes. No pude evitar desviar la mirada, sin embargo, tan pronto como hizo contacto con la suya. Mi estómago rugió cuando vio aquella enorme pila de comida—. C-Comes mucho, ¿no? "Aunque con ese cuerpazo que tienes, ahí hay deporte de por medio, así te harán falta reservas, ¿no, guapo?". Eso era lo que hubiese dicho después, si no fuese porque preferiría que me arrancasen las uñas una a una antes que pasar vergüenza de ese modo. No sé qué será de mí el día en el que me emborrache o algo y suelte todo lo que pienso. A veces me das miedo, Akiko. A veces me das miedo.
—Oh, de acuerdo... Akiko-san entonces —sonrió Daisuke ante la chica—. Eh, podría decirse que sí... tengo que mantenerme en forma para el equipo, ¿saben? Oh, no, claro... casi olvido que son nuevos. Soy parte del Equipo de Basketball de la secundaria... capitán, de hecho. ¡Siempre recibimos nuevos miembros, si están interesados! Entrenamos en el Gimnasio después de clases... >> ¿Qué días entrenan? >> Suena como mucho trabajo... >> ¿Puedo probar un poco de tu comida? Contenido oculto GalladeLucario dependiendo de tu respuesta, podrás obtener un bonus ;)
Me sonrojé inmediatamente cuando dijo que era jugador de basket. N-No solo eso, ¡el capitán del equipo, nada menos! A-Ay, Akiko, mantente con calma. Decirle "cásate conmigo" puede sonar a una buena idea en mi cabeza, pero no creo que se lo tome del todo bien. Agaché la cabeza ligeramente antes de hablar. La voz me temblaba un poco. Joder, ¿por qué tenía que ser así de insegura y nerviosa? —C-Capitán del equipo... —respondí, asombrada—. Ya veo —se le nota, qué decir—. Y, ehm, ¿cuándo entrenáis? Alguna vez he jugado... a-aunque no soy muy buena que digamos, como soy muy alta, tengo esa ventaja. P-Podría ver cómo entrenáis o algo algún día... Conforme más hablaba, más me sonrojaba. Supe que era momento de callarme tan pronto como noté que mis mejillas ya quemaban. ¡R-Relájate, mujer! Es solo el hombre de tu vida, nada más.
—Oh vaya, ¿tienes experiencia? Eso es genial —respondió Daisuke con un dejo de admiración—. También hay un equipo de mujeres, si quieres unirte eres más que bienvenida, Akiko-san. Descuida, no hace falta ser bueno para jugar; ¡sólo se necesitan ganas y corazón! O si prefieres no jugar, claro que puedes venir a ver... ehm, entrenamos en el Gimnasio los Martes, Jueves y Sábados después de clase... >> Creo que me uniré... >> Creo que veré las prácticas por ahora... >> ¿Es mucho trabajo ser capitán?
—¿Eh? ¿U-Uh...? Fue muy rápido y repentino. De pronto Dai se emocionó y empezó a soltar mucha información distinta una detrás de otra, frases que me abrumaron por un momento. ¿Apuntarme? ¿Verles entrenar? ¿Qué, cómo, cuándo...? —¡M-Me apuntaré, sí! Terminé diciendo, casi en un grito. No fui consciente de lo que dije hasta que lo dije. Fue como una forma de salir del atolladero mental en el que yo sola me había metido, pero... ¿en qué atolladero acabaré ahora? ¿Yo, jugando al baloncesto, con un equipo de chicas que no conocía en un instituto en el que era nueva? ¿Qué podía salir mal? ... ya sé: todo.
—Oh, genial, ¡bienvenida al equipo! —dijo Daisuke con alegría—. Bueno, luego te pasaré bien los horarios y eso... siempre que estés libre, el equipo estará para ti... espero con ansias poder trabajar contigo, Akiko-san. Daisuke sonrió. En ese momento, aunque aún era débil, sentía que había formara un verdadero vínculo con Daisuke... Contenido oculto "Tú eres yo... yo soy tú... Tú has establecido un nuevo vínculo... Se volverá las alas de la rebelión, que romperá las cadenas del cautiverio. Con el nacimiento de la Persona del Sol, tú has obtenido una bendición que llevará a la libertad y nuevo poder..." ¡Akiko obtiene la Arcana The Sun! Tu ficha será actualizada para registar este logro. PD: En breve subiré el Tutorial de Arcanas, explicando qué son y cómo funcionan, en la parte de Información. Esten atentos a eso :) —¿Y qué hay de ti, Allende-san? ¿Tienes interés también por el deporte? —preguntó el muchacho, volviendo su atención hacia el otro joven también presente.
Sanji Allende Desde el momento en el que habíamos salido de la clase se había notado. No, desde que el tal Daisuke se nos presentó. Se podía notar como un farol en medio de una noche sin nubes, irradiando calor como una salamandra en un día invernal. Estaba seguro de que si hubiera caminado detrás de Akiko mientras nuestro guía nos mostraba la escuela (un salón de música, ¿eh? Sería interesante eso), me hubiera resbalado. Dios mío y Virgen santísima, la sed que se podía notar en esos ojos. Estaba seguro de que si la chica estuviera en un desierto, y le dieran la elección de agua o Daisuke, hubiera elegido al último sin pensar. Había pensado en intentar molestar a nuestro amable guapetón residente en el trayecto, pero me contuve, planeando un plan mejor. Dios, era increíble lo fácil que encontraba nuevos objetivos, allí. Obviamente, mientras caminábamos, me dedicaba a saludar a todo ser viviente que pasase a nuestro lado, sea quien fuera. Profesores, rectores, alumnos, personal de limpieza. Todos recibían una palmadita en la espalda, un efusivo apretón de manos, un alegre grito. Nadie se libraba. Absolutamente nadie. Cuando al fin llegamos a la Cafetería, Daisuke desembolsó comida suficiente como para alimentar a tres personas. Con el tamaño y energía que tenía, no era de extrañar. Siempre me habían llamado la atención como los japoneses preparaban sus comidas. Era bastante extraño. Yo simplemente sonreí, y saqué dos sánguches de simple jamón y queso envueltos, que había preparado rápidamente antes de salir. Me recliné en mi asiento, y me quedé observando en silencio la conversación que doña Akikatarata y Capitán del equipo, como luego contó, estaban desarrollando. Ah, el muchacho era tan...cliché. La cara de nuestra compañera estaba tan roja que la podía haber utilizado como tomate para mi almuerzo, y el tipo de adelante simplemente estaba feliz de que ella se uniera al equipo. El chico era demasiado puro para este mundo. Sin embargo, no pude evitar que la conversación se desviara hacia a mí. Simplemente le sonreí, mientras agitaba la mano. — Nah, nunca fui de hacer mucho esfuerzo físico. Yo soy más de mirarlo en las gradas. Así que me contentaré con ver las prácticas, por ahora. No sé, tal vez me pique luego el bichito del deporte.— respondí, en posición holgada, mientras me balanceaba en la silla. Abrí la boca para agregar algo más, pero un poco de mayonesa había chorreado de mi sánguche y se había caído en mi pantalón. Alcé las manos, teatralmente, y agité la cabeza. >> Oh, por Dios, que torpe. No se preocupen, iré a buscar el baño para limpiarme. Ustedes dos sigan conversando, no se hagan problema.— puse una mano en el hombro de cada uno, y apreté ligeramente.— Puedo notar una, no sé, conexión entre ustedes dos. Estoy seguro que se llevarán super bien, ¿eh? Luego de eso, me acerqué al oído de Akiko, y le susurré. — Si necesitas algún consejo o alguna frase para decirle, no dudes en buscarme cariño. Es medio lento o inocente, así que costará un poco, pero te puedo ayudar a abrir su nuez para que consigas el jugoso fruto de su interior.— le guiñé un ojo, y agregué.— Tal vez quisieras buscarte un barbijo o usar pañuelos absorbentes. Digo, para ahorrarle a de la limpieza el hecho de tener que perseguirte cada vez que piensas en nuestro Capi. Me alejé de allí, silbando bajito, buscando el baño. Obviamente que me había tirado la mayonesa a propósito. ¿Cómo si no iba a lograr una oportunidad como esa? Lo que la gente nunca entendía, era que molestar e incomodar era, en realidad, un arte.
—Oh, bueno, te esperaremos en nuestras prácticas entonces —dijo Daisuke, un poco decaído ante la baja, pero contento ante lo amigable que parecía ser Sanji. El muchacho luego se excusó para ir al baño tras mancharse... y el dúo quedó a solar. Sorprendentemente, durante el largo de la charla, el joven deportista había logrado de alguna forma terminarse todo su almuerzo sin siquiera sudar. Y en ese instante en que él estaba a punto de decir algo... sonó la campana, indicando el fin de la hora del almuerzo. —Oh, vaya, se ha terminado el almuerzo —comentó el joven—. Será mejor que volvamos al aula... ¿vamos, Akiko-san?
Akiko Brooks No supe qué decir. Literalmente, no supe qué hacer o decir desde el mismo momento en que ese chico comenzó a hablar. Desde el momento en el que Sanji empezó a hablar. Empezó ya mal cuando dijo aquello: "Puedo notar una, no sé, conexión entre ustedes dos. Estoy seguro que se llevarán super bien, ¿eh?" Me dejó completamente pálida, avergonzada y con ganas de taparme la cara y esconderla entre mis rodillas. Esa clara insinuación no había sido en absoluto algo inocente por su parte, estaba segura de ello. Pero todo empeoró a escalas inimaginables cuando me habló al oído. El vello se me erizó cuando dijo aquella última frase, y no fue por placer o por emoción, fue... por pura y simple vergüenza. Vergüenza en su estado más intenso, una vergüenza interna, que sentí no solo respecto a Daisuke, sino hacia mí misma. Sentía vergüenza de mí misma. "Tal vez quisieras buscarte un barbijo o usar pañuelos absorbentes. Digo, para ahorrarle a de la limpieza el hecho de tener que perseguirte cada vez que piensas en nuestro Capi". Las lágrimas empañaron mis ojos al oír eso. ¿Tanto se notó? ¿Tan exagerado fue? ¿Tanto ridículo había hecho...? Era el primer día, el primer maldito día en aquel instituto, y, como de costumbre, lo que empezó bien se torció a pasos agigantados. Y yo, pálida y sonrojada a la vez, ni siquiera sabía cómo reaccionar. Sentía que si Sanji había notado aquello de forma tan fácil, lo notaría también Dai, y lo notaría todo el mundo. Haría el ridículo hiciese lo que hiciese. No tenía escapatoria, otra vez... otra vez sería el hazmerreír de clase, como había sido siempre, por una cosa o por otra. Parecía ser un destino del que no podía escapar. Y la bola de nieve, así, se hacía más y más grande en mi cabeza conforme más lo pensaba. Solo me apetecía decir "lo siento" y salir corriendo, tremendamente avergonzada por todo. ... que fácil era arruinarme el día, joder. Demasiado fácil. Pero es que era imposible para mí evitarlo. Imposible evitar sentirme así de incómoda, así de observada, de criticada, como si... como si todo el mundo estuviese pendiente de mí y esperando a cualquier detalle para poder reírse. Y esos comentarios del chico del sombrero fueron los que me hicieron darme cuenta de que esta vez, en este lugar, nada sería diferente. Todo iba a ser la misma mierda de siempre. La misma paranoia de siempre, el mismo miedo de siempre. A punto estuve de marcharme corriendo cuando la sirena sonó. Quedé inmóvil por unos instantes, y fue la voz de Daisuke la que me hizo reaccionar. Sin mediar palabra, asentí sin mirarle a los ojos (¿cómo iba a poder hacerlo, si ya no me atrevía desde antes?), y caminé, cabeza gacha, detrás de él hacia la clase. Mis ojos estaban clavados en mi teléfono, que había sacado y miraba sin un objetivo claro. El móvil era lo único que me calmaba, porque... era lo único que, por unos instantes, me permitía abstraerme y olvidarme de mi alrededor. Porque dentro de la pantalla no había nadie que me mirase por los pasillos o que se riese de mí a mis espaldas. Dentro de la pantalla, si alguien quería humillarme, al menos... al menos yo no le veía.
