Fantasía La Saga de Freyja de Nidohueco: Barro y Plata Líquida

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Reual Nathan Onyrian, 28 Febrero 2020.

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  1. Threadmarks: Parte I
     
    Reual Nathan Onyrian

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    La Saga de Freyja de Nidohueco: Barro y Plata Líquida
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    10
     
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    Barro y Plata Líquida - Parte I

    La boca de la mina apenas dejaba pasar algunos tímidos rayos de luz amarillenta, que brillaban sobre los herrumbrados rieles de las vías que dividían el suelo de la caverna en dos. Sobre ellas descansaba un carro viejo, lleno de equipamiento minero. Picos, linternas, cascos, palas, y bolsas de arpillera poblaban sus entrañas. Por su aspecto y la fina capa de polvo que se había depositado sobre ellos, hacía bastante tiempo que habían sido abandonados a su suerte. Las vigas del techo y las columnas de las paredes, todas de fuerte madera de quebracho, mostraban signos de moho y alguna que otra grieta. La tierra del suelo estaba húmeda, y cada tanto, una gota se filtraba del techo, dándole a la mina un aspecto más de cueva natural que de una construcción hecha por manos inteligentes.

    Freyja escupió el trozo de carne que estaba masticando, volviendo a la realidad. Meneó la cabeza cuando el olor a encierro, humedad y sangre llegó galopando hacia sus fosas nasales, haciendo que frunciera la nariz. Soltó el brazo del aventurero muerto del que había arrancado un pedazo con sus dientes, haciendo que el miembro cayera con un ruido húmedo sobre el suelo, todavía unido al cuerpo del semi orco al cual pertenecía. Observó el grupo de cuatro cadáveres que se hallaban allí, tirados boca abajo en el suelo, y soltó un chasquido con la lengua. Pobres bastardos. Lo que sea que los hubiera matado, los había tomado tan por sorpresa que sus expresiones de horror se habían congelado en sus caras. Y tampoco dejó ningún rastro. La tierra de la mina estaba bastante húmeda, pero no había ninguna huella más que de estos cuatro individuos.

    La elfa, todavía de rodillas, estudió otra vez el panorama con sus ojos color avellana para luego suspirar. No había podido sacar nada útil, ni de la escena, ni de los cuerpos, ni de sus recuerdos. Hizo una mueca de asco. Había tenido que probar la carne de estos cuatro aventureros muertos, y ninguna sabía especialmente bien. El sudor había penetrado en ellos y el miedo había paralizado sus músculos, haciendo que masticar fuera sumamente difícil. Además, un extraño sabor metálico flotaba casi imperceptible en ellos. Agradecía no tener que tragarlos para poder visitar los recuerdos de cada uno. Lamentablemente, sus mentes habían sido un desastre antes de morir. Ni siquiera había podido descifrar qué los había matado. Tan solo veía manchas borrosas, gritos, y la clara sensación de que la vida se iba de sus cuerpos. Y revivir todo eso no hacía más que traerle dolores de cabeza.

    Se incorporó y escupió una última vez, en un fútil intento por borrarse el agrio sabor de la boca. Iba a necesitar bastantes buches de jugo de uva. Se quitó el barro de la armadura de placas que llevaba, así como también del sobreveste que cubría su pecho y caía entre sus piernas. Dos humanos, un gnomo y un semi orco eran las víctimas de lo que fuera que los hubiera atacado. Todos ellos vestidos con simples armaduras de cuero tachonado, armas de calidad mediocre, y pobremente equipados. Freyja agitó la cabeza en resignación, para luego colocarse el casco. No entendía el atractivo que las armaduras de cuero tenían en los aventureros principiantes. Un gambesón era más resistente que incluso el cuir bouilli, sin mencionar que también era más barato y cómodo. Entendía que tal vez una cota de malla o de anillos no era lo más recomendable si ibas a pasar la mayor parte del día viajando, pero hasta ella llevaba un gambesón bajo su armadura completa. Y para los que dijeran que el cuero podía ser mucho más elegante, nunca habían visto la fina manufactura que un gambesón podía llegar a tener.

    Había revisado los cuerpos antes de probar un bocado de cada uno, pero no encontró ninguna herida sustancia en ellos. Sus armaduras no se veían dañadas, y en sus cuellos no tenían marca alguna. Habría que aclarar, de todos modos, que la elfa no era la mejor cuando se refería a buscar pistas; incluso le aburría. Prefería confiar en su don para visitar los recuerdos de la gente muerta, aunque algunas veces ese don no le arrojara nada de importancia. Como era el caso en estos momentos.

    Bufó al ver que uno de los aventureros tenía la vaina de su espada en la espalda. Estaba segura que esa había sido una de las causas de su muerte, aparte de la inexperiencia. Llevar el arma en la cintura podía ser engorroso en ciertas situaciones, como al sentarse o al pasar por pasto alto, pero en esos momentos uno podía simplemente desatar la funda y dejarla en un lugar accesible, o llevarla incluso en la mano. Concedía que no era lo más práctico, e incluso llevarla en la espalda debía ser más cómodo para caminar y viajar largas distancias, pero era extremadamente fastidioso desenvainarla y, en algunos casos, imposible. Había escuchado que nuevos diseños se estaban desarrollando para que fuera de hecho factible llevar una espada en la espalda. Agitó la cabeza. ¿Por qué tanta complicación para un problema que ya tenía solución? Suponía que nunca lo iba a entender.

    Sin embargo, el mercado atraparratas había arrojado al exterior algunos elementos bastante útiles. Su escudo-linterna era uno de ellos: una ingeniosa tecnología que combinaba un escudo mediano, una linterna, un guantelete, y un par de púas, que podían ser utilizadas para atacar. Si bien era algo pesado, le permitía tener su otra mano libre para blandir un arma y sin tener que preocuparse por contar con suficiente luz. La lejana herencia sidhé que todos los elfos compartían le permitía ver en la oscuridad, pero no podía distinguir colores y todo aparecía en matices de grises. Además, su visión nocturna era mucho más limitada en cuanto distancia que su diurna. Prefería mucho más poder ver con claridad a qué se estaba enfrentando en todo momento; en especial con la linterna especial que tenía, ya que ésta le permitía vislumbrar cualquier objeto o criatura invisible dentro del área de luz. Y si lo que fuera que mató a esas personas era capaz de no dejar rastro alguno sobre cómo los asesinó, ni ninguna imagen visible de su forma en sus recuerdos, seguramente poseía alguna habilidad para ocultar su apariencia a simple vista. Adicionalmente, si quemaba el aceite especial del cual se había aprovisionado, también podía descubrir cualquier criatura etérea. Si lo que los lugareños le habían dicho era cierto, y aquel lugar se encontraba embrujado, era probable que tuviera que enfrentarse a algún que otro fantasma.

    Un escalofrío recorrió su espalda mientras se internaba cada vez más en la mina abandonada. Odiaba los fantasmas.
     
    Última edición: 14 Diciembre 2020
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  2. Threadmarks: Parte II
     
    Reual Nathan Onyrian

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    La Saga de Freyja de Nidohueco: Barro y Plata Líquida
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    Barro y Plata Líquida - Parte II

    Las sombras danzaban en el rostro cubierto de barro de Freyja, mientras intentaba mantener su magra fogata viva. Esta crepitaba y bailaba sobre los pocos leños secos que había logrado encontrar, manteniendo una leve semblanza de vida. Sin embargo, esta no duró mucho, pues la llama terminó por apagarse en una voluta de humo.

    La cazadora gruñó y se puso cuerpo a tierra, soplando levemente sobre las brasas en un desesperado intento de revivirlas. Sin embargo, los quemados leños ya no servían más como combustible, y lo único que sus esfuerzos dieron como fruto fue que se levantara una nube de ceniza que la hizo estornudar. Se incorporó, soltó un grito de desesperación, y se dejó caer de espaldas en la hojarasca húmeda. Contempló su ropa mojada, junto con su gambesón, colgada de una soga entre dos finos troncos, dejados allí en un vano intento de poder secarlos con su ahora extinta fogata.

    Giró la cabeza hacia un costado, para ver su armadura toda desarmada en el suelo. Se había tomado el trabajo de limpiarla de forma exhaustiva. No quería que quedara ninguna mota de barro sobre ella, en especial en las juntas y los lugares flexibles. Si bien siempre la trataba con un aceite especial para combatir las inclemencias del clima, el barro era uno de los peores enemigos del metal. Podía fácilmente causar herrumbre debido a la humedad que portaba dentro, además de inmovilizar ciertas zonas si se secaba. Ahora podía entender el atractivo de las armaduras de cuero para el mercado aventurero. Eran bastante impermeables a los elementos, fáciles de reemplazar y modificar, y si bien requerían su cuidado, no era tan desgastante como el de una armadura completa.

    Maldijo con todo su ser la construcción precaria de esa mina. ¿A quién se le ocurría excavar debajo de una napa? No era raro que el lugar estuviera abandonado, la verdad. Y tampoco le extrañaban ahora la cantidad de vigas que había en el techo a medida que se había internado cada vez más. Era imposible soportar esa estructura, ¿por qué habían seguido insistiendo? ¿Tan valioso era lo que fuera que se buscaba en ese lugar que tenían que poner en riesgo sus vidas de esa manera? O tal vez el ingeniero había sido un enano, quien sabría.

    Lo único en lo que tenía certeza era que casi moría cuando el techo cedió y un enorme torrente de agua y lodo impactó directamente contra ella, arrebatándole casi todo el aire de sus pulmones y sepultándola bajo un aplastante peso compuesto por vigas podridas, tierra y agua. Había salido con vida de allí, nadando como pudo hacia la superficie, que resultó ser simplemente el río subterráneo que corría sobre la mina. Agradecía que años de erosión le hubieran dado a la caverna en donde este corría un hueco para que al aire, aunque viciado, pudiera permanecer. Sin embargo, la corriente de la napa era fuerte, y la succión hacia el pozo que había salido todavía más, y el esfuerzo que hizo para evitar volver a ser absorbida por el hueco que se había abierto casi hizo que desfalleciera. Después de muchas tribulaciones, había sido escupida hacia una pequeña laguna, que no se encontraba muy lejos de donde estaba ahora mismo.

    Había escapado con su vida, pero había perdido su mochila, su arma, la linterna de su escudo, sus provisiones, y casi todo su dinero. Si no tuviera la costumbre de guardar una bolsa de monedas dentro de su ropa interior, ahora estaría mojada, hambrienta, cansada y pobre. Por lo menos, no era pobre. Tan pobre. Aunque eso no la fuera ayudar demasiado, la verdad. El único pueblo que se hallaba al lado de la mina era extremadamente supersticioso, y cuando vieron que surgió del lago cubierta de barro e insultando en un idioma desconocido para ellos, creyeron que era una especie de diablo o monstruo que venía a atormentarlos. Freyja prefirió irse de allí cuando los pueblerinos decidieron buscar sus azadas y picos.

    Metió la mano bajo su cuerpo y sacó su cola, que no hacía más que molestar en esa posición. Mientras miraba con atención e intentaba peinar la punta decorada con un fleco de pelos color naranja, agradecía que no la hubieran visto sin su armadura. Con sus cuernos, colmillos afilados, cola, manos con garras, pies que parecían más al pie de un primate que al de un humano, y sus pupilas rasgadas como las de un gato, no sería extraño que la confundieran con algún hada malvada o un demonio. Los elfos del bosque de verdad tenían un físico extraño.

    Gruñó, dejando su cola tranquila, y poniendo un brazo sobre su rostro, en un vano intento de olvidarse del mundo a su alrededor. Debería ir a la laguna a limpiarse, pero con la humedad que había en ese bosque, iba a tardar horas en secarse. Y con la noche cayendo como lo estaba haciendo en esos momentos, no era muy sabio. En especial en las tierras donde se encontraba. El país de Northumbreisen era especialmente lúgubre y peligroso, además de húmedo, y meterse en una laguna turbia de la cual había salido era sinónimo de problemas. Y probablemente de suicidio.

    Decidió ignorar el rugido de su estómago, que le reclamaba comida desde hacía una hora, y giró sobre el suelo, para quedar sobre él. No hacía más que ensuciarse, pero a estas alturas no le importaba. Sintió la tierra húmeda bajo su abdomen desnudo, y el contacto le envió escalofríos a la columna. Tendría que acostumbrarse a eso. Con las pocas monedas que tenía encima, y con aldeanos supersticiosos en todos lados, salir de Northumbreisen iba a ser una tarea ardua y complicada.

    Un silbido repentino la hizo salir de su ensoñamiento.

    — Vaya, y yo que pensaba que no vería killas llenas con tantas nubes en el cielo. Que afortunada que soy.

    Freyja bufó de frustración al escuchar la conocida voz, y ni levantó el rostro para saludar a la persona que se encontraba mirándola, divertida. Esta soltó una risotada, y contempló el improvisado y mal hecho campamento de la elfa. La figura le dedicó una sonrisa de dientes afilados, que muchos podían identificar como amenazante. Se acercó unos pasos y comenzó a darle golpecitos en las costillas con sus botas, de forma suave.

    — ¿Qué haces ahí tirada, desnuda y llena de barro? ¿Acaso la depresión ya te ganó? ¿Si te vas a quitar la vida, me puedo quedar con tus cosas?— miró alrededor, con una expresión de lástima.— Bueno, lo que te queda.

    Se puso en cuclillas a su lado, pinchando su cabeza con un dedo. Freyja giró la cabeza, lo suficiente para mirar por el rabillo del ojo a la persona que había decidido molestarla. Su piel color lavanda brillaba tenuemente de forma antinatural, y soltaba un leve olor a azufre. Sus ojos color oliva tenían un pícaro brillo en ellos, y poseía dos cuernos gruesos y levemente ramificados que sobresalían de su frente, del mismo color que su piel. La sonrisa que le dedicaba podría ser aterradora, si Freyja no conociera bien a la persona que le hablaba.

    Sin embargo, como toda respuesta, se giró, dándole la espalda, moviendo su cola como si quisiera espantar una mosca. La recién llegada suspiró, cansada, y apoyó los brazos sobre sus rodillas. Una expresión traviesa comenzó a dibujarse en su rostro. Con un movimiento veloz, cazó la esquiva cola de la elfa. Sin embargo, no se esperaba la reacción que tuvo la otra ante el contacto.

    La elfa tomó a la perpetradora por los cuernos con una rapidez completamente antinatural y hundió su rostro en el barro, para luego ponerse en encima y levantarlo tirando de su pelo largo y negro, y clavando sus uñas en su garganta, con suficiente fuerza como para extraer sangre.

    — Guau, vaya, mis botas ya se encontraban llenas de barro, no tenías por qué hacer que mi cara fuera a juego.— replicó molesta la atacada, escupiendo lodo.— Ya, puedes salir de encima. Prometo no volver a tocarte la cola. Caramba, como te pones.

    Freyja soltó un siseo agresivo, para luego volver a hundir el rostro de la otra en el barro y alejarse de allí, sentándose en un tocón de árbol cercano.

    — Sabés que odio que agarren mi cola.— escupió, más que dijo, con las piernas cruzadas y encorvada, mirando hacia ningún punto en particular.

    La mujer de piel violeta y cuernos sacó un pañuelo de su bolso y limpió el fango de su rostro con él. Lo contempló unos segundos, para luego hacer una mueca y lanzarlo al suelo. Una lástima tener que tirar una tela tan fina, pero ya había servido su propósito. Miró hacia donde se encontraba la elfa, soltó un suspiro cansado, y caminó hacia allí, con cuidado para que su capa verde oscuro, bastante raída, no se ensuciara con el lodo.

    Estaba bastante descolorida y deshilachada, pero si uno prestaba mucha atención, y se ocupaba de limpiarla, podía notar un emblema, similar al que se hallaba en el sobreveste de la armadura de la cazadora: un corazón agujereado, con una campanilla creciendo entre los agujeros. Le puso una mano en el hombro, que hizo que Freyja se tensara momentáneamente.

    — Vaya, hace mucho que no te veía, y cuando al fin te encuentro, estás despechada, desnuda, y cubierta de barro. Si no te conociera, diría que te acabas de revolcar con un mozalbete que te robó absolutamente todas tus pertenencias mientras dormías.— bromeó, con un ligero matiz de amabilidad en su voz.

    — Ojalá hubiera ocurrido eso.— gruñó su amiga.— Al menos, así hubiera tenido algo interesante para contar. Y un objetivo todavía en mente. Ahora simplemente estoy embarrada, mojada hasta los huesos, y sin provisiones ni dinero.

    — ¿Ninguno de tus trabajos recientes dio frutos?— preguntó la visitante, acercándose esta vez hacia los leños quemados y llenos de ceniza.

    — Ninguno de los tres. Ni siquiera puedo iniciar una fogata. Siento que fui meada por un maldito hipogrifo.

    — Bueno, para ciertas personas, eso es buena suerte.— la mujer de la capa sacó un frasco de un cinturón que cruzaba sobre su peto.— ¿O era cuando te defecaban?

    — No estoy para bromas, Lavignia.— bufó Freyja. Una corriente de viento frío hizo que temblara ligeramente.— ¿Tenés por ahí algo para poder encender el fuego? ¿Alguna sustancia mágica o milagrosa de esas que solés hacer?

    Ahora fue el turno de bufar le correspondió a Lavignia.

    — ¿Lavignia? ¿Vas a decirme Doña ahora también?

    — Sabés que tu primer nombre es impronunciable. No tengo la lengua bífida como tú. Mi padre no fornicó con un ser demoníaco.

    Levantó una ceja, para luego hacer demostración de su lengua bífida, en burla hacia la elfa.

    — Voy a atribuir tu falta de respeto hacia mis orígenes a tu mal humor, y voy a ignorar el insulto. Respondiendo a tu pregunta, no hay nada de milagroso en lo que hago. Todo es alquimia, te lo repito siempre. Aunque sí hay algo de magia. Pero dudo que te interese conocer los detalles.— le guiñó un ojo, mientras rearmaba la fogata.— Si quieres ayudar y no congelarte allí sentada, ve y busca leños. Si están húmedos, mejor. Pero no verdes, esos no me servirán.

    Freyja enarcó una ceja ante la sugerencia. ¿Madera húmeda? Eso lo único que haría sería crear humo. No solo dejaría toda su ropa con un olor interesante, si no que no calentaría nada, y seguramente serviría como un faro para cualquier monstruosidad que estuviera rondando cerca. Lavignia contaba con su arco y flechas, pero lo único que tenía ella para defenderse eran las púas de su escudo. Resopló, incorporándose del tocón, y se alejó de allí, para cumplir con la misión que le habían encomendado.

    — Eh, enana, entiendo que seas exhibicionista, pero no deberías ir desnuda por ahí en el bosque. No debería ni decírtelo.— exclamó la alquimista, al ver que se alejaba.

    Freyja hizo oídos sordos de la advertencia, y continuó su camino. En el estado emocional que estaba, morir descuartizada por bestias salvajes parecía un muy buen prospecto. Agitó la cabeza, y comenzó a silbar una canción de su niñez. Una canción sobre un soldado, un poeta, y un rey.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Heyooooo. Tengo sueño y debería estudiar, so dije que te comentaría a la noche or something, pero me conozco y sé que si lo procrastino pos no lo haré más y nO PUEDO DEJAR ALGO QUE LEÍ SIN COMENTAR

    So, here i am. Ay, debería haberme hecho un cafecito.

    Tu estilo narrativo es suuuuper descriptivo, y es algo a lo que (estoy notando xd) me he desacostumbrado un poco. De por sí, creo que nunca leí autores real, realmente descriptivos, porque ahora se me viene a la mente Isabel Allende y sus tres páginas describiendo el pelaje de un yeti, pero dunno. Estoy segura que hay dolores de huevo más dolorosos (? En fin, que son estilos y quizá no comparta exactamente el carácter expositivo a la hora de comenzar una narración, pero tampoco significa que esté mal. Son preferencias, i guess.

    Cuando Freyja tuve que ir a releer el nombre para ponerlo bien, bitch se puso en modo detectivesco no pude evitar pensar que te gusta esa clase de personajes, sorry JAJAJA. No sé si será porque tengo la serie muy fresca, pero el ambiente de tu historia, Freyja y demás me recordaron un montón a The Witcher. También fue bastante gracioso ver a la pobre elfa sufriendo por las condiciones desastrosas de la mina, y luego los campesinos corriéndola porque la confundieron con un demonio o whatev xdd Y encima perdió casi todo en la correntada, le salieron todas mal JAJAJA. Ah, y tuvo que masticar carne agria. Ugh.

    La introducción de Lavignia fue un soplo de aire super fresco y me encantó xd Espero ver más sobre la relación de estas dos y también cómo se resuelve el misterio de la cueva y la muerte de los pabres mineros. Btw, me gustó un montón el detalle de que Freyja pueda ver los recuerdos de quienes come carne(?) No sé si es invento tuyo orishinal porque en definitiva no sé casi nada de rpg y todas esas cosas, but anyway. I really liked it. AH, y casi me olvido: luego te sugiero que le pegues una releída y eso, porque hay algunos dedazos y boludeces así.

    Y eso, espero la siguiente parte <3 Besito en la cola

    pd: aw, mamá me está haciendo el cafecito. so cute.
     
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    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos.

    Capítulo 1:

    "...Lo que sea que los hubiera matado, los había tomado tan por sorpresa que sus expresiones de horror se habían congelado en su cara."
    Debería ser"congelado en sus caras" ya que se refiere a varias personas.

    "..que tuviera que enfrentarse a algún que otro fantasma..."
    No me suena bien esa última oración, sería mejor decir "alguno que otro fantasma" o "algún fantasma".

    Noté que dice que el semi orco era un minero, pero luego parece dar a entender que era un aventurero en armadura. Y como no dice que fueran dos semi orcos me queda la duda de si es minero o aventurero.

    También usas mucho el nombre de la protagonista, con decir ella, la aventurera, la elfa, se ahorra repetir tanto el nombre, especialmente estando sola, no hay nadie más ahí, así que no se da a confusiones entre personajes.

    Capítulo 2:
    "...mientras estaba intentaba mantener su magra fogata viva.."
    Aquí tampoco coincide bien el texto. "Mientras esta intentaba" o "mientras estaba intentando".

    "...en encima y levantarloo tirando de su.."
    Aquí sobra una 'o'.


    Me gustan mucho esta clase de historias, leerlas y escribirlas. Los mundos fantásticos siempre me son interesantes de leer y aprender sobre ellos.

    Me gustó el cambio que le hiciste a la raza élfica, características fuera de lo común para ellos.

    Por el momento solo llevas dos capítulos y no se ve aún de que trata la historia en sí.

    Veré como continúas.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Holus, vengo a responder a la gente tan amable que se tomó el tiempo para leer y comentar :D Me ponen like muy feliz.

    Esto suele pasar cuando tu modelo a seguir es Tolkien. Esos cuatro capítulos describiendo el Concilio de Rivendell, uff (? Hablando un poco más enserio, creo que esto viene de la mano principalmente de que últimamente para lo que más escribo es para las dos campañas de D&D que dirijo xD Eso viene con el agregado de que hay que ser bastante detallista porque todo se encuentra en la imaginación de los jugadores, y tenés que intentar que todos al menos estén en la misma página. Además de que el más mínimo fragmento de información debe ser derivado hacia mis queridos jugadores, que si no entienden cualquier cosa (? Supongo que de ahí vendra lo detallista.

    Aparte de que me encanta ser descriptivo, también (? Esto fue más que nada como curiosidad xD

    No puedes contra mis nombres raros >:D Aunque seguramente clave un José en alguna parte. Siempre me gustó mixar. Y sí, en cierta manera, parte de la inspiración viene de la serie xD Principalmente de los libros y los juegos. Pasa que el personaje cazador de monstruos solitario viene muy bien para el formato de historias episódicas que quiero hacer (? Así que obviamente tiene una...digamos que fuerte inspiración en El Brujero.

    Lo de ver los recuerdos cuando uno come la carne de alguien muerto es un concepto que se inspiró en un juego llamado Divinity: Original Sin 2, que yo adapté para los elfos del bosque de mi mundo, aunque solo algunos lo pueden hacer, aparte de que tiene ciertas variaciones. Y otro datazo curioso que a nadie le interesa: el mundo en donde transcurre la historia, Erä, es el mismo en donde transcurren ambas campañas de D&D de su servidor. Así que todo sirve a un bien mayor (?

    Y los dedazos y demás están siendo corregidos a medida que los encuentro (? Releer lo que uno escribió ya es bastante complicado (?

    Igualmente a vos, alfajor doble de dulce de leche bañado en chocolate :D

    Pongo todo junto para agradecerte por marcarme las correcciones que se me pasaron. ¡Ya está todo corregido! Lo del semi orco minero y luego aventurero fue un desliz de mi parte (? Su última ocupación hasta la fecha fue aventurero, así que esa debió ser la correcta. Y con lo de usar mucho el nombre, no le veo un especial problema. He visto varios autores que lo hacen, y tampoco creo que canse demasiado al lector, pero será algo a tener en cuenta para próximas historias.

    Si te dieras una idea de todo lo que tengo escrito sobre ellos (?

    ¡Muchas gracias a ambos por leer y comentar! Espero que también me presten su tiempo en un futuro no muy lejano, en la próxima publicación :D
     
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    Hygge

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    Heeeeeere I am, big bro! Me pasa igual que Gigi y si no comento ahora luego me va a dar pereza, y eSO NO PUEDE SER (cabe destacar que esto lo empecé a escribir como hace tres días, sí pudo ser). Bueno, pero ahora en serio. Me morí de la curiosidad todo el mes sabiendo que tenías esto entre manos y no puedo irme sin comentarlo, faltaría más.

    No me sorprendí al ver que se trataba de una historia de fantasía, y menos que estuviese ubicada en tu propio mundo, Ëra. Siempre me ha parecido fascinante el nivel de detalle del que le dotas y saber que vas a estar creando historias cortas sobre ello me motiva a descubrir un poco más de todo lo que tienes ahí detrás ya creado. Como estábais comentando ahí arriba si bien es cierto que tu estilo destaca por ser descriptivo, personalmente creo que se te da bastante bien porque a pesar de que dedicas un espacio importante a hacerle saber al lector dónde se encuentran los personajes en todo momento, creas una atmósfera inmersiva que ayuda a comprender, sobre todo en un mundo inventado como lo es este. Y si hay que detener la narración un poco para poder imaginar la raza de los personajes que nos muestras, el sitio donde están y cómo se comportan, es trabajo que nos quitamos para el resto de capítulos :D

    Aunque no hubiese mucho avance de la trama, como que ya empecé a agarrarle gusto a las interacciones entre Freyja y Lavignia xDD Me agradan mucho los choques de personalidades de ese estilo, hace bastante amena la historia y me apetece saber más sobre ellas. Me quedé con la curiosidad (wow, qué raro) de descubrir qué wea con la cosa que se cargó a esos tipos, me dio muy mal rollo a medida que Freyja razonaba sobre lo letal y escurridizo que pudo ser mientras daba caza a sus víctimas. Sin duda no tiene pinta de ser una muerte muy linda, no (?)

    Btw, tengo la necesidad de felicitarte porque has mejorado bastante el tema del tamaño de los párrafos. Antes resultaba algo más cansado leer tanto de golpe, pero se nota que esta vez los has espaciado más y visualmente es mucho más cómodo. ¡Sigue así, Tommy!

    'Taré esperando la siguiente parte uwu <3
     
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  7. Threadmarks: Parte III
     
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    Barro y Plata Líquida - Parte III

    — Tardaste tanto que pensé que un oso te había devorado, enana.

    Lavignia se encontraba sentada sobre el tocón con las piernas cruzadas, trabajando con un mortero entre sus manos, produciendo un sonido que le provocaba dentera a Freyja.

    — No me llamés enana, no es mi culpa que vos seas del tamaño de un abeto.— replicó la elfa, dejando el cargamento de ramas y leños húmedos en donde se encontraba el cadáver de la fogata anterior.

    — Mides menos de un metro sesenta, Freyja. No actúes como si fuera yo la que está sufriendo gigantismo. Además, tu altura es normal en los arblur, no tienes por qué acomplejarte por eso. Que ustedes sean la variante de elfo más pequeña y una de las razas más bajas de toda Erä es otro tema.— la otra soltó un gruñido de hartazgo.— Eh, pero al menos puedes vanagloriarte de que tienes los abdominales tan esculpidos como para fregar toda tu ropa en ellos.

    La aludida pudo sentir como por debajo del barro sus mejillas comenzaban a arder, y le lanzó una rama a su compañera, lo que derivó en una queja de dolor teatral de parte de esta. Sin decir nada más, comenzó a posicionar los leños para hacer la fogata.

    — Vaya, qué reacción tan infantil. Y yo que siempre pensé que los elfos eran criaturas dignificadas y nobles, pero actúas igual ahora que cuando tenías ciento cincuenta: como una chica de establo.

    — Te estás confundiendo de lur. Los que son estirados y esnobs son los sunglur. Y los gâjnlur. Y los noulur. Y la mayoría de los arblur, también.

    — Ustedes los lur son una raza conflictuada.— comentó Lavignia, ocupada moliendo cosas en su mortero.

    Freyja se encogió de hombros, decidiendo cambiar de tema.

    — ¿Eso que estás aplastando ahí va a servir para prender fuego a leños húmedos?

    — Oh, ¿esto? No, tan solo me había puesto a preparar ingredientes mientras tú buscabas madera. Lo que hay aquí es una especie de musgo bastante rara, tóxica, que además tiene la capacidad de pudrir bastante rápido tejido orgánico. Para una hexe esa es una hermosa noticia, teniendo en cuenta que muchos de nuestros ungüentos necesitan de ingredientes podridos. Puedo entender por qué mi ciencia nació aquí, en Northumbreisen. Uno tan solo necesita caminar por los alrededores para encontrarse con raros y esenciales componentes.

    — No recuerdo en qué momento te pedí la lección en alquimia. ¿Vas a poder encender un fuego o no?

    — No te vendría mal interesarte por algo en la vida.— Lavignia puso los ojos en blanco, para luego dejar el mortero a un lado e incorporarse.— Muévete. Si tanto quieres fuego, voy a hacer fuego.

    Freyja se alejó, con las manos en el aire, dejando en claro que no haría nada más. Su amiga meneó la cabeza, y rebuscó en un pequeño bolso que tenía en la cintura. De allí sacó un pequeño frasco, que contenía pequeños cristales blanquecinos. Tomó otro, en donde había una extraña pasta verdosa, que soltaba una pequeña aura calórica.

    — Supongo que no tienes nada de alcohol puro por ahí, ¿no?— ante el peso de la mirada de la elfa, se encogió de hombros.— Eh, en el estado en el que te encontré, no me sorprendería que estuvieras ahogándote en vodka o hidromiel.

    — Sabés que odio las bebidas alcohólicas.

    — Cierto, cierto. Es increíble los pormenores que uno se olvida cuando no ve a una persona en años.— comentó, mientras rebuscaba en su bolso.

    Esta vez fue una botella, con un líquido transparente, lo que extrajo del mismo. Con mucho cuidado, destapó el frasco con los cristales blancos y los vertió dentro de la botella. Tomó luego la masa verdosa, y con un par de pinzas, la sumó delicadamente a la mezcla.

    — Tienes mucha suerte de que ya tuviera preparado los ingredientes de antemano. Si no, deberías esperar una hora hasta que estuviera todo listo.— comentó, mientras cerraba con fuerza la botella y comenzaba a agitarla, mezclando todos los ingredientes.

    — ¿Nunca vas a dejar de hablar?

    — Es mi don y mi maldición, mi niña. Ahora, aléjate, si no quieres que el vidrio te corte.

    Lavignia le hizo caso a su propio consejo y se alejó algunos pasos de allí. Alzó la botella por encima de su cabeza, y miró a la cazadora. Esta suspiró, y por toda respuesta, alzó su escudo y se hizo una bolita, reduciendo su tamaño. La hexe alzó una ceja, se encogió de hombros, y lanzó la botella hacia la pila de ramas. El cristal estalló, y el líquido burbujeante que poseía dentro cubrió todos los leños. Prontamente, la sustancia comenzó a arder, soltando un fuerte olor ácido.

    — ¿No era más fácil utilizar aceite de lámpara común y corriente?— preguntó Freyja, asomándose detrás de su escudo.

    — ¿Y con qué diablos ibas a encender la llama en un principio?— replicó la otra, quitándose algunas esquirlas de vidrio que habían quedado enganchadas a sus pantalones.

    — Sigo esperando que me digás el motivo por el cual me hiciste buscar leños húmedos por todo el bosque.

    — Y trajiste toda una pila sin despeinarte. Eres una excelente moza de establos.— sonrió Lavignia, mostrando todos sus dientes afilados. Como respuesta, recibió un gruñido animal. La hexe la observó por unos momentos.— Hablando de estar despeinada, nunca voy a entender por qué decides siempre ir con tu cabello peinado en rodete.

    — Es más cómodo para pelear y para llevar dentro de un casco. Además, así mantengo el cuello despejado y fresco.

    — Todo eso se solucionaría si te cortaras el pelo, la verdad.— comentó, mientras se dedicaba a acomodar los leños encendidos que habían salido despedidos en el impacto.

    — Ya, dejá de cambiar el maldito tema. Quiero saber el por qué de los leños.

    — Oh, vaya, y yo acá pensando que no te interesaba la alquimia.

    — Dijiste que no me vendría mal interesarme por algo. Ahora lo estoy intentando. Además, es conocimiento que me puede ayudar a sobrevivir en un futuro.

    — Oh, niña, con tu inteligencia, lo dudo. Pero te lo explicaré de todos modos, si quieres.

    Involker.

    — Escuché eso.

    — Era la idea.

    Lavignia soltó un bufido de exasperación.

    — Actúa como si tuvieras tus doscientos dos años, por amor a los Mahla. Pero bueno, respondiendo a tu duda, lo que acabo de hacer se llama “fuego pryrryneo”. Es una variante del fuego de alquimista. Lo interesante de este este es que entra en ignición en contacto con la humedad, no con el aire, a diferencia del otro. Incluso puede arder sobre y bajo el agua. Se utiliza principalmente como arma para asedios navales, y su fórmula se suele mantener en secreto. Pero nada que contactos y algunas pesadas bolsas de dinero no puedan solucionar.— explicó orgullosa, haciendo un círculo de piedras alrededor de la hoguera.— Como estos troncos se encuentra húmedos, la sustancia puede entrar en ignición, y comenzar a arder. Ahora tienes una fuente de calor fuerte, y tu ropa se secará en minutos. Eso sí, tendrán un fuerte olor ácido. Si quieres, podemos buscar alguna flor silvestre y hacer un perfume improvisado.

    Freyja meneó la cabeza, acercándose hacia la fogata. Sinceramente, lo que menos le interesaba era el olor, o hedor, que tuvieran sus ropas. Su estómago volvió a reclamar su atención.

    — Por ahora, lo único que me interesa es que no les hayan crecido hongos. Hasta que pueda completar algún trabajo, no tengo más que algunas monedas de plata. No tengo idea de cómo las llaman aquí.

    — En toda Anoria se llaman marcos. Estos serían marcos essinos, si los conseguiste aquí. Y puedo tratar tu ropa y armadura con un fungicida, si quieres.

    — Ya me ocupé de lubricar y limpiar mi armadura. Es mi ropa el problema.— Freyja hizo el gesto de espantar una mosca.— Si tenés algo que comer, también lo agradecería.

    — Típica Freyja. Estás cubierta de barro, temblando de frío, desnuda, pero tu armadura se encuentra limpia y en perfectas condiciones.— comentó Lavignia, alcanzándole un manojo de carne seca y bizcochos deshidratados a su amiga.

    — Esa armadura es lo que me permite que hoy esté embarrada, congelada, hambrienta, pero viva. Así que creo que merece un mínimo de cuidado.— respondió esta, devorando con avidez las provisiones.

    Comenzó a toser, atragantada con tanta comida seca. Lavignia alzó una ceja, y le alcanzó un odre lleno de agua. Freyja lo agarró, con los ojos llorosos, y comenzó a tomar de forma desesperada. Soltó un suspiró de alivio cuando su garganta fue acariciada por el líquido.

    — Bueno, ya estás alimentada y calentita, y la noche cayó sobre nosotros. Creo que tenemos tiempo para que me cuentes qué diablos haces aquí, con ese aspecto tan deplorable.— Lavignia mordisqueó un trozo de carne.— Tenemos toda la noche. Yo tengo que esperar que varias sustancias dejen mi cuerpo, y tú ni siquiera duermes.

    Freyja levantó una ceja ante la última oración de su amiga. Observó como, a la luz del fuego, varias venas hinchadas podían notarse en su rostro. No obstante, decidió ignorarlo. Lo que hacía Lavignia con su cuerpo era cosa suya. Suspiró, mirando las llamas, que soltaban extrañas chispas verdosas.

    — Pregunta. Cuando los leños dejen de estar húmedos, ¿el fuego se apagará?— Freyja tomó una rama, ardiendo en una punta, y la acercó a su rostro.

    — Una pregunta interesante. Pero no, una vez que la madera se seque, se comportará como cualquier madera seca: como un excelente combustible. Es increíble que el fuego pryrryneo se utilice para la guerra, y no para aplicaciones tan comunes como esta. ¿Sabes la fortuna que pagarían gente como la que vive aquí para tener un fuego que arda incluso sobre leños húmedos?

    — Hmm.— dijo como toda respuesta Freyja, concentrada en la llama que se hallaba frente a sus ojos.

    — Ahora eres tú la que evade la pregunta. ¿Tan vergonzoso es la respuesta?

    — No, no lo es. Bueno, tal vez sí. No sabría decirte.— respondió la elfa, arrojando la rama hacia la hoguera.— No estoy teniendo una muy buena racha de suerte, la verdad. Pareciera como si hubiera hecho enojar a Tylmora por alguna razón. Los últimos tres trabajos terminaron conmigo hecha un desastre y más pobre de lo que había empezado. Primero fue ese fiasco con unos supuestos granujas que robaban ganado, y resultó ser toda una familia de trolls. Obviamente, salí corriendo de allí, no estaba preparada para enfrentarme a esos gigantes. Luego, fue aquella vez cuando había pequeñas criaturas que se encontraban asaltando gente en el camino. Lamentablemente, me enteré demasiado tarde que eran kobolds. No fue hasta que caí en la tercera fosa que decidí desistir.

    — Sabía que no eras muy buena investigando, pero eso supera las pocas expectativas que tenía. Deberías mirar un poco más a tu alrededor. Tienes buena vista, eso lo sé.— comentó Lavignia, que estaba sosteniéndose la cabeza con una mano.

    — No soy buena con los detalles pequeños. Mi visión funciona mejor en la distancia, no en la cercanía. Además, mi oído es mejor que mi vista. Y lamentablemente, muchas trampas no pueden deducirse por sonido. Así que fui presa fácil para los pequeños diablillos. Te juro que podía escuchar sus risas, metidos en sus agujeros, burlándose de lo patética que me debía ver.

    — Yo hubiera hecho lo mismo, para serte sincera.

    — No me cabe la menor duda. Y el tercero fue este. Según leí en el anuncio, había una mina embrujada cercana, con fantasmas y demás cosas tenebrosas. El alcalde quería que alguien echara a todos los espectros de allí, para que la mina pudiera volver a ser utilizada. Y creeme, algo extraño había en esa mina. Apenas entré, encontré los cuerpos de cuatro atraparratas, todos muertos, sin heridas visibles en su cuerpos. Así que supuse que las acusaciones de que hubiera fantasmas eran acertadas. Su carne no reveló ninguna memoria importante, más que miedo antes de morir, y una imagen borrosa.

    — Siempre me pareció perturbadoramente fascinante el hecho de que ustedes los arblur pudieran ver el pasado de una criatura consumiendo su carne.

    — Y el futuro también, aunque no hace falta consumirla, en ninguna instancia. Es tan solo…— se frenó, buscando las palabras.— Saborear la esencia de esa persona. Podés tragar la carne si querés, pero yo prefiero escupirla. La carne de humanoide no es muy rica.

    — Eso solo lo hace sonar más perturbador.— sonrió Lavignia.

    — Lo dice la que desciende del maldito Gehenna y huele a azufre.

    — Otra vez atacando mi ascendencia. ¿Acaso no tienes otros insultos?

    — Mi trabajo es matar monstruos. Los únicos defectos que me interesan encontrar son aquellos que pueden facilitar mi trabajo y acabar con la vida de mi objetivo rápidamente, no aquellos que puedan bajarle el autoestima. Eso solo me haría perder tiempo.

    — Como lo estás haciendo ahora.— la cortó Lavignia, mientras le daba mordiscos a un trozo de carne que había estado asando sobre las llamas.— Hm, no sabe mal. El ácido le da un sabor interesante.

    — Como decía, no eran más que imágenes borrosas y sentimientos de terror. Y sin heridas en todo el cuerpo, le daban fuerza a la idea de que lo que decían los aldeanos no eran puras supersticiones. Así que decidí aventurarme en la mina. Incluso había gastado gran parte del dinero que me quedaba en una lámpara de revelación y un aceite especial para iluminar el plano aethéreo. Lo vi como una inversión, teniendo en cuenta que este trabajo iba a soltar una buena cantidad de plata. Y nunca se puede estar lo suficientemente preparada cuando uno se enfrenta a fantasmas. En cuanto antes acabara con ellos, mejor. Sabés como los odio.

    — Si eran fantasmas tu problema, me hubieras llamado. Sabes que soy una exterminatumbas, es mi trabajo ocuparme de cualquier no-muerto que ande merodeando, sea el tipo que sea.

    — No tenía idea de como comunicarme contigo, Lavignia. Como bien dijiste, hace años que no nos veíamos. Y no dispongo de ningún conjuro ni hechizo para intentar solventar eso. Sabés que no comprendo la magia.— Freyja agitó la cabeza.— Igual, aunque te hubiera llamado, no habrías podido hacer mucho. No llegué a internarme demasiado en la mina antes de que el techo cediera ante la presión. ¿Podés creer que los cráneos que diseñaron ese lugar no se dieron cuenta que había una maldita napa subterránea corriendo arriba? O si lo hicieron, no les importó. Lo que también explicaría por qué la mina estaba abandonada. Apenas pude salir de allí con vida, mientras era arrastrada por la corriente y el lugar se inundaba.

    La elfa tomó un trago de agua, y carraspeó para aclararse la garganta. Nunca se acostumbraba a hablar tanto. Por alguna razón, Lavignia era capaz de hacerle decir en cinco minutos lo que no hacía en semanas. Suponía que era uno de los efectos de viajar sola.

    — Como sea, esa fue la razón por la cual perdí todo. Y por eso estoy acá tirada sobre el barro, sin ganas de continuar con mi vida. Había malditas granadas de fuerza dentro de mi bolso. ¿Te das una idea de la fortuna que me costaron? Además, también perdí mi arma.— Freyja escupió en la fogata, haciendo que su saliva soltara un ruido chirriante al entrar en contacto con las llamas.— Tan solo espero que lo que sea que haya estado escondiéndose ahí se muriera aplastado, ahogado, o ambas.

    — Si eran fantasmas, probablemente sigan allí. Es una característica propia de los Eternos, lo cual los hace peligrosos, pero fáciles de cazar. Se encuentran atados a un lugar, y nunca se moverán de allí, incluso si el lugar resulta destruido. Fantasmas, apariciones, espectros, poltergeist, banshees. Todos comparten esas características.

    — Sí, lo sé. Al menos me consuela saber que ya nadie volverá a esa mina, por lo que esos fantasmas no serán un problema. Tan solo desearía que me pagaran por eso, pero supongo que el alcalde de aquel pueblo quería utilizarla, así que le puedo decir adiós a la recompensa.

    — Bueno, al menos evitaste que más vidas se pudieran perder. Eso es algo.— intentó reconfortarla Lavignia.

    — Lamentablemente, esas vidas nunca sabrán lo que ocurrió, así que no me pueden alimentar ni comprar nuevo armamento.— replicó Freyja, rascándose el pelo, haciendo que tierra cayera en el proceso.

    Su amiga se la quedó observando, con cara de preocupación, mientras se mordía el labio inferior. Pero luego su expresión pasó a una más calmada, y le dedicó una sonrisa. Se incorporó de su asiento, y se dirigió hacia la elfa. Cuando llegó hasta ella, le revolvió todavía más el pelo, haciendo que Freyja soltara quejas y manotazos.

    — Mírate, estás hecha un asco. Mañana apenas amanezca iremos hacia una laguna que hay aquí cerca, así te aseas. Hay una villa frente del ojo de agua, seguro que allí tienen un trabajo para ti. En Northumbreisen, los monstruos y bandidos nunca se extinguen.— comentó, mientras intentaba limpiarle el barro de la cara.

    Freyja la apartó de un empujón.

    — Ni te molestés. Esa villa fue lo primero que encontré cuando salí de la laguna que mencionaste, y digamos que los aldeanos nunca habían visto una elfa del bosque cubierta de barro. Las horcas y rastrillos no tardaron en hacer aparición. Parecía que estuviera leyendo un mal cuento.

    — Bueno, tal vez si te quitas toda la mugre que tienes encima no te atacarán de primera. Vamos, muéstrame esos hermosos ojos y esa resplandeciente sonrisa que tienes.— Freyja la fulminó con la mirada, mientras le enseñaba los dientes de manera amenazante.— Exactamente, esa. Probablemente si no los cautivas, los matarás del miedo, así que al menos no te molestarán.

    Freyja sopesó la idea de escupirle, pero prefería guardar toda el agua que fuera posible dentro de su cuerpo. No sabía cuando sus víveres iban a acabarse.

    — Además, no te preocupes, que tu buena amiga Lavignia estará ahí para ayudarte.— Freyja simplemente levantó una ceja.— ¿Qué?

    — Claro, porque un demonio lavanda fosforescente que huele a azufre y utiliza el cerebro de personas muertas para hacer su alquimia no los asustará más que una arblur embarrada.

    Con una fuerza y una velocidad que tomó por sorpresa a la elfa, Lavignia la tomó por los hombros. El olor a azufre se intensificó en el ambiente, hasta el punto de lastimar sus fosas nasales, y hacer que sus ojos se aguaran. El púrpura de su piel resplandeció con mucha más fuerza, y Freyja pudo notar como los orbes de Lavignia se hacían una sola masa de oscuridad.

    — Nunca vuelvas a llamarme demonio de nuevo.— gruñó amenazante, mostrando todos los dientes, y apretando su agarre. Incluso su voz había cambiado, ahora era mucho más profunda y gutural, más bestia que persona.— Nunca más vuelvas a mezclarme con ellos. Soy una ta'hani, no un demonio.

    Lavignia exhaló de forma larga, controlando su respiración. Soltó los hombros de Freyja y se alejó de allí, sentándose frente a la fogata, que todavía ardía, el olor ácido ya extinto, y las llamas de un saludable color naranja. La elfa solo pudo alzar ambas cejas, mientras sentía como gotas de sangre chorreaban por sus hombros, allí donde las uñas de la hexe se habían clavado en su carne.

    — Guau, eso es nuevo. ¿Ocurrió algo de lo que quieras…?

    — No quiero hablar de eso.

    — Muy bien. No te volveré a llamar demonio. Creo que tu ascendencia sigue siendo terreno libre, ¿no?— Lavignia hizo el gesto de espantar a una mosca. Freyja solo asintió, mientras chasqueaba la lengua.

    El silencio se instauró entre ambas, momento que Freyja aprovechó para limpiarse los hombros con agua del odre. Los rasguños eran superficiales, pero no quería correr el riesgo de que se le infectaran. Era obvio que el barro que tenía encima debía tener bastantes residuos en él, y sin dinero y alejada de la civilización como estaba, cualquier pequeña infección podía ser letal.

    — Continuando con el plan que te estaba contando.— habló de improviso Lavignia, rompiendo el silencio. Freyja levantó una ceja, mirándola por el rabillo del ojo. ¿De verdad nunca podía estar callada?— Ambas nos mostramos ante el anciano de la villa o el comisario o el alcalde o el que sea que mande allí. Tú simplemente pones esa cara de niña ruda que tienes, me dejas que yo utilice mi increíble don de gentes, y antes de que te des cuenta, estarás en marcha con un nuevo trabajo.

    — ¿Tu "increíble" don de gentes? ¿Eso es algo nuevo que también me perdí?

    Lavignia le quitó importancia con un gesto de la mano.

    — Sabes a lo que me refiero. No te preocupes, tengo todo controlado. Tú solo descansa, que mañana vas a rogar a todos los dioses que conoces para que los aldeanos te dejen en paz de tantas peticiones que vas a tener.— le dijo Lavignia, con una sonrisa y un tono completamente confiados.— Ya verás

    Freyja suspiró, y cerró los ojos, acostándose en el suelo, para entrar en su trance. Por alguna razón, no confiaba absolutamente nada en esas palabras.
     
    Última edición: 15 Diciembre 2020
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  8. Threadmarks: Parte IV
     
    Reual Nathan Onyrian

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    La Saga de Freyja de Nidohueco: Barro y Plata Líquida
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    Fantasía
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    Barro y Plata Líquida - Parte IV

    En cuanto la tercera papa impactó contra el escudo de Freyja, esta supo que sus sospechas estaban completamente fundadas. Le dedicó una mirada de circunstancias a Lavignia, que intentaba protegerse lo mejor que podía con sus brazos de las lechugas y berenjenas voladoras. Esta abrió la boca, pero la elfa la fulminó con la mirada. Cuando una calabaza impactó de lleno contra su escudo, perdió los estribos.

    — ¡YA BASTA!— gritó, sacándose el casco con tanto fuerza que las tiras de cuero que lo aseguraban amenazaron con romperse.

    Le dedicó a todos una mirada de pura furia y un gruñido gutural, que dejó entrever sus colmillos. Los aldeanos no bajaron la fruta podrida que tenían en la mano, ni las piedras que algunos habían comenzado a alzar, pero el repentino ataque de enojo los había tomado por sorpresa.

    Uno de los pocos que portaban herramientas convertidas en armas improvisadas tragó saliva y se adelantó.

    — ¡No queremos a ningún diablo ni hada aquí! ¡Portadores de desgracias y miserias!— gritó el aldeano, que no debía tener más de quince años, apuntándole con su azada, en un nümoc algo vacilante.

    Freyja levantó una ceja. El muchacho apenas tenía una pelusa en el rostro, como pobre excusa de vello facial. Miró a Lavignia una vez más, que simplemente sonrió incómoda, en forma de disculpa. Se podía notar en su rostro como sus venas se habían ido hinchando, a medida que la palabra diablo y demonio hacían eco en el resto de la muchedumbre. Suspiró, y volvió su vista hacia la multitud. Despacio, se desembarazó del escudo, dejándolo caer al suelo, y comenzó a acercarse, lentamente.

    Podía notar el miedo en los ojos de la gente. Tal vez lo mejor era intentar un enfoque más amable. Eran simples aldeanos, que no conocían la vida más allá de un par de cientos de metros lejos de su villa. Y en una tierra como Northumbreisen, alejarse tanto podía significar la muerte.

    Levantó ambos brazos, para mostrar que iba desarmada. No sabía si sacarse el casco había sido una buena idea, teniendo en cuenta que su rostro no debía ser la imagen de la bondad y la amabilidad en esos momentos. Entre sus cicatrices (una que era especialmente desagradable, corriendo desde su sien derecha hasta el mentón, y curvándose levemente hacia la izquierda, y otra que se alzaba desde la parte izquierda de su labio superior, hasta la altura de su nariz, dándole una apariencia leporina.), sus pequeños cuernos, sus ojos gatunos, y su expresión de hartazgo, les estaba dando una buena justificación para estar asustados.

    Sin embargo, se forzó a calmarse, incluso cuando, al dar unos pasos hacia ellos, una papa impactó contra su hombro, haciendo un sonido hueco contra su armadura. Freyja no retrocedió en ningún momento, poniéndose a media distancia entre ellos y Lavignia. El aldeano que se había adelantado intentó dar un par de pasos atrás, algo intimidado por la presencia de la elfa, pero la muchedumbre detrás lo forzó a quedarse en donde estaba. Esta podía notar como su garganta subía y bajaba mientras tragaba saliva.

    — Escuchen, entiendo que tengan miedo. No todos los días ven como una arblur y una ta'hani aparecen ante ustedes.— comenzó a hablar, intentando que su voz salga lo suficientemente calmada como para evitar otra andanada de vegetales podridos contra su persona.— Por lo que puedo ver, esta es una aldea de solo humanos. Es entendible que nos tengan miedo, en especial si lo único que han escuchado sobre nosotros son historias. Pero les puedo asegurar que no estamos aquí para buscar problemas. Es más, queremos intentar solucionar los suyos. ¿Se encuentra aquí alguien responsable del lugar, algún alcalde o patrón? Necesitamos hablar con él.

    — El krormmisar no está. Ras!— se escuchó la voz de una mujer mayor entre la muchedumbre.

    — ¿Hay alguien más con quien podamos hablar? ¿El comisario estará disponible dentro de poco?— preguntó Freyja, sin ánimos de intentar pronunciar krommisar, ni de comprender lo que significaba ras. El essino podía ser complicado.— Podemos esperar afuera del pueblo.

    Como toda respuesta, recibió un tomatazo, soltando un olor rancio al estallar contra el metal de su armadura, y salpicando levemente su cara. El ataque fue seguido de una ronda de abucheos. Freyja bajó las manos y apretó los puños, con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Tomó aire, exhalándolo luego con fuerza, intentando calmarse. Podía notar como las venas de su frente comenzaban a palpitar. Un par más de verduras cayeron a su lado, pero de improviso, el abucheo y la lapidación de vegetales acabó súbitamente, instaurándose el silencio. Pudo notar como entre el gentío, una mujer se abría paso.

    Nunca había sido muy buena adivinando años humanos, pero aquella persona debía estar entrando en sus sesenta, probablemente. Si era anoriana, como la mayoría de los humanos que vivían en Northumbreisen, recién debía estar transcurriendo la mitad de su vida. Tenía el cabello castaño, con varias hebras color plateado por aquí y allá. Varias arrugas, probablemente producto de la preocupación más que de la edad, adornaban su rostro. Su presencia era regia y su postura recta, y parecía comandar el respeto de todos los allí presentes. Freyja pudo notar que, de entre todos los campesinos, ella parecía la que poseía mayor poder adquisitivo, debido a la calidad y entereza de su vestido, que aunque simple, demostraba una muy buena manufactura.

    Mantuvo la mirada de profundos ojos azules, con un tinte glaciar y triste, que la mujer le dedicaba. Se quedaron allí unos segundos, nadie haciendo un movimiento, ninguna palabra saliendo de ninguna boca. Se podía notar la tensión en el grupo de campesinos. Sin embargo, ninguno hizo ni el más mínimo ademán de querer arrojar algo en dirección a la arblur.

    — El krommisar ya no volverá.— la mujer rompió el silencio, de manera solemne.— Fue asesinado.

    — Eso es lamentable. ¿Y tú eres…? ¿Su esposa?

    — Hermana.— respondió la mujer, con cierto aire de molestia.

    — ¿Y que acabó con su vida?— Freyja ignoró el tono de la mujer.

    —Besti, monstruos, ¿no es obvio? Estamos en Northumbreisen, este lugar está infestado de ellos.

    — Más razón para que yo esté aquí. Me dedico a eso, cazar y matar monstruos.

    — ¿Y entonces por qué no matas al monstruo que tienes detrás?— se escuchó entre la muchedumbre, clamor que encontró eco en un murmullo de aprobación que se extendió entre el gentío.

    Mientras la hermana del difunto krommisar levantaba la mano, intentando calmar a los campesinos, la elfa miró por encima del hombro. Lavignia se mantenía allí, callada, tensa. Sabía por lo que debía estar pasando, y le agradeció con la mirada el hecho de que pudiera mantenerse aparentemente calmada. Ella misma lo estaba logrando a puras penas. En cuanto el murmullo cesó, volvió a posar su atención en la anoriana.

    — Cómo pueden ver, su presencia aquí no causa más que malestar y enojo en el pueblo. Les pido por favor, por nuestra seguridad y la suya, que se vayan de aquí. Caspar murió hace cinco años ya, los monstruos que acabaron con su vida ya se fueron.— la mujer le dedicó a Freyja una mirada significativa y dura.— No tienen nada que hacer aquí.

    La elfa se quedó en silencio, observándola. Paseó luego su mirada por el grupo, el miedo todavía reflejado en sus ojos. Chasqueó con la lengua, dándose la vuelta. Recogió su escudo del suelo, limpiando el barro del guantelete, y se dirigió hacia Lavignia, que la miraba algo confundida.

    — Nos vamos.— dijo simplemente, mientras pasaba a su lado.— No hay nada que hacer aquí.

    Lavignia abrió la boca, cerrándola luego de pensárselo bien. Suspiró y se rascó la nuca, mientras contemplaba toda el caserío. Agitó una mano hacia los abucheos que volvían a sucederse, mientras se daba media vuelta y se alejaba de allí.

    — Sí, sí, ya sé, ya sé. Ya me voy.— se despidió, con la mano levantada, mientras una lechuga impactaba contra la pared de la casa a su lado.
     
    Última edición: 15 Diciembre 2020
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    Gigi Blanche

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    La verdad que leyendo el tercer capítulo comencé a darme cuenta del nivel de detalle que tiene tu mundo, y la forma en que lo dejas entrever a través de conversaciones entre personajes me parece fantástico y es, de hecho, una de mis elecciones favoritas para presentar el worldbuilding y to eso. Se vuelve super ameno y, lets be honest, se oye super, super interesante. Ya ahora tengo muchas más ganas que antes de conocer el mundo que has construído, y del que estoy segura en algún momento me pasaste cosas pero como soy una larva abriendo links jamás las vi (??

    Antes había dicho que Lavignia me gustaba y ahora lo reafirmo. Seriously, tengo un noséqué con los personajes que no se callan y que enervan al protagonista xdd Se me hacen super carismáticos y macanudos. Y el momento donde se enfurece y (literalmente) le salta al cuello cuando la trató de demonio, uhlala. Me gusta cómo poco a poco vas dejando entrever no solo el worldbuilding, sino la backstory de los personajes, sus personalidades y también sus problemas, todo amalgamado con todo. Además, aunque introduces términos específicos del universo de Era no voy a buscar la a con diéresis, sorry no se vuelve engorroso ni te perdés, realmente, porque no son más que detalles. Pero, as i said, detalles bien introducidos. Quizá luego si tenés ganas podrías armarte una especie de glosario y colgarlo al comienzo. Just an idea, es que yo soy fan de esas shits (? U know, recursos externos and stuff.

    AH, Y EL MAPA.
    A MÍ NO ME ENGAÑAS, ESTOY SEGURA QUE TENÉS UN MAPA.
    BITCH.

    Luego, pasando al cuarto capi que amablemente subiste justo la mañana siguiente a que leyera el tercero ke wen servicio, debo decir que fue gracioso e interesante a partes iguales xdd Fue hilarante imaginar la escena de una turba enfurecida arrojándole fruta podrida a dos bichos raros con pocas pulgas, y también pocas opciones. Freyja intentando hacer la paz woah I CANT BELIEVE IT, pero tiene sentido e igual no le sirvió de mucho, pobrecita. También me gustó la aparición de la anciana-que-no-está-vieja y me llamó la atención que, siendo humanos, posean un rango de vida diferente al nuestro. Sos un loco che, me cambiás hasta el setup de los humanitos. A menos que no sean humanos y yo entendí mal PERO BUENO, la cuestión es que, al menos de momento, nuestras queridas niñas parecen estar atascadas entre la pobreza y la desafortunada superstición de los aldeanos. Tendrán que ingeniárselas de otra forma, o al menos volver cuando se les hayan acabado los vegetales podridos (??

    Espero el siguiente capi wacho, besito en la cola
     
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    Lucas Diamond

    Lucas Diamond Dios de FFL

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    Partiré diciendo que soy nulo para recordar descripciones, para recordar incluso nombres, suelo olvidar los detalles, me hago una idea errónea de los mapas, y me hago una imagen errónea de los personajes. Ah, ya sé, ya sé, soy el mejor lector que podrías tener, ¿a qué sí? uwu

    Tenía muchas ganas de leer esto, porque sé que la fantasía te gusta demasiado, y no había leído nunca nada tuyo de este género, ni siquiera le eche un vistazo al rol que creaste, tbh xD Y bueno, la fantasía tampoco es uno de mis géneros favoritos (y mi premio al lector ideal? (?)), pero tampoco me desagrada, so (? Aquí estamos :D

    Cuando empecé a leer me quedé algo atónito porque no entendía muy bien qué estaba comiendo la elfa ni que estaba pasando (? Luego, pensé que la trama giraría en torno a aquel misterio que estaba resolviendo del fantasma de la mina, y luego ya pues... Me di cuenta de que no (?? Es más, aún no tengo del todo una idea de la trama xD

    La pobrecita Freyja, que no da palo al agua xDDD Me hizo gracia ver que no había conseguido hacer bien ningún trabajo, pese a tener ese don tan agradable saboreando carne humana. Pero luego me dio más bien pena, cuando se derrumbó la mina y acabó pobre (? Perder todo lo que tienes y en lo que has invertido tanto, god, me muero. Si yo ya me frustro cuando se me pierde un billete de cinco euros, no me quiero ni imaginar, tbh.

    Y entonces va y aparece Lavignia. Que fantasía de personaje, que divina ella (? Pensaba que las dos tendrían una relación más enfrentada, pero lo cierto es que me encanta xDDD Esas puyas tan "sutiles" (pista: no) propias de amigas que no se ven desde hace años. Ay, yo no sé cómo me sentiría si volviese a encontrarme con un amigo al que no veo desde hace tanto... Y estas dos ahí, como si nada, poniéndose a parir muy amablemente, clavándose las uñas, y haciendo brebajes y cosas raras para hacer fuego de madera húmeda. So cool (?

    Pero claro, como no, mi amiga la-vignia (jsjs) tiene que tener la brillante idea de volver a la aldea con Freyja porque seguro que por su cara bonita les dan trabajo y aceptación social. Mira que no tengo yo ninguna de las dos ahora mismo, y soy humano, lo van a tener ellas (???) Me he reído un montón cuando ha empezado el capítulo con el patatazo, no me acordaba bien ya de por dónde acabó la última vez y me ha ayudado mucho a volver al contexto xD Pero rlly, pobre Freyja, encima de que le pasa de todo ahora no la quieren y le dan un tomatazo (?

    Al menos, la hermana del comisario (esa es otra, no creo que vaya a conseguir memorizar me los nombres de las especies y las cosas en mi vida(?)) les ha hablado con un poco de respeto :( Aunque me deja a medias con la historia del hermanos, seguro que lo mato el fantasma de las minas >:(

    Y y y... Bueno, en resumen eso. No me resulta fácil comentar cuatro capítulos de golpe porque sé que me dejo muchas cosas atrás, pero bueno, poco a poco. No está mal la historia, de momento me agradan los personajes, aunque me mareen tantos conceptos nuevos xD Se nota mucho que en tu mente lo tienes todo planeado, un universo entero creado.

    Espero seguir leyéndote, a ver qué más nos traes <3

    Sigue así,

    Lucas Diamond~
     
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  11. Threadmarks: Parte V
     
    Reual Nathan Onyrian

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    La Saga de Freyja de Nidohueco: Barro y Plata Líquida
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    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    10
     
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    Barro y Plata Líquida - Parte V

    La punta afilada de la lanza hirió el terciopelo oscuro de la laguna. Freyja chasqueó la lengua, al ver que lo único que había capturado eran gotas. Intentar pescar algo en aguas tan turbias como esas de verdad era un desafío. Volvió a levantar sobre el hombro la jabalina que había improvisado con una rama robusta a la cual le había afilado la punta, y contempló la superficie túrbida. En cuanto sus ojos detectaron un movimiento, clavó allí la lanza, con sorprendente rapidez. Extrajo el arpón improvisado, pudiendo notar que lo único que había logrado atrapar era un puñado de algas. Bufó, harta, y lanzó el manojo a un costado.

    — Por las dudas, esas algas no son comestibles.— comentó Lavignia a sus espaldas, sentada sobre un tronco caído. Freyja no contestó. Ni se dignó a mirarla. La ta'hani soltó un suspiro.— ¿Qué haremos ahora? Ya que es obvio que los habitantes de aquel pueblo tienen alergia a la hospitalidad.

    — Yo intentaré sobrevivir hasta que encuentre al próximo pueblo. Tal vez adopte un acercamiento más proactivo, y mate a cualquier monstruo que encuentre en las cercanías. Llevaré su cabeza como prueba, y exigiré una paga.

    — Un plan infalible.- comentó con sorna Lavignia.

    — Igual que tu “don de gentes”. Creo que todavía tengo trozos de calabaza dentro de la armadura.

    — Sí, eso no salió como esperaba.

    — Salió exactamente tal cual yo esperaba.

    El silencio se instauró entre ambas, mientras la elfa seguía concentrada en intentar ensartar algo comestible, y la hexe mirando aburrida a su alrededor, cada tanto tomando ramitas y partiéndolas con la mano. Su arco yacía a sus pies, y su capa estaba sobre sus piernas, para evitar que esta tocara el suelo. La cazadora la miró por encima del hombro.

    — ¿Y qué vas a hacer vos?— preguntó, volviendo su atención a la laguna.

    — Tenía la intención de acompañarte, pero no me mencionaste en tus planes, así que supongo que tendré que continuar mi viaje sola.— respondió su amiga, con un gran suspiro dramático. La arblur puso los ojos en blanco.— Quién diría que después de tanto tiempo, lo único que quisieras sería librarte de mí.

    — ¿Acaso no te pusiste a pensar que el hecho de que no nos hayamos visto por años sea por una razón?— Lavignia le sacó la lengua.— Y decime, ¿qué hacías en Northumbreisen, de por sí?

    — Te había dicho, Northumbreisen es un lugar excelente para una hexe como yo. Estas regiones están llenas de materiales alquímicos raros, que me vienen de perlas. Cada tanto vengo a visitar, para reaprovisionarme, y disfrutar de las vistas.

    — Y evitar a la gente, si nuestra reciente experiencia puede decirnos algo.

    — Sí, quién diría que tener cuernos puede volverte indeseable en la mayoría de los parajes, ¿eh?

    Freyja pudo sentir como la punta de sus orejas se coloreaban. Sabía que había un significado oculto en esa frase, aunque no lograba captarlo. Lo que sí podía captar fue que su amiga no le estaba siendo del todo sincera. Cierta matiz en su tono la traicionaba, y le demostraba que no estaba soltando toda la verdad. Se encogió de hombros y lo ignoró. Suponía que tenía sus razones. Además, tenía otras cosas de las que preocuparse, como su estómago rugiente. Todavía tenía que pescar la cena.

    Paseó la mirada por la superficie de la laguna. Tal vez hubiera alguna isla o pedazo de tierra en donde pudiera tener más suerte; dudaba que cerca de la orilla pudiera ensartar algo. Sus ojos captaron algo flotando en el agua. Extrañada, fue caminando alrededor de la orilla, ignorando las preguntas de Lavignia. Llegó a una pequeña extensión de tierra, y se estiró para intentar revisar aquel extraño objeto. Parecía ser un pescado, de buen tamaño. Con una sonrisa satisfecha, utilizó su jabalina improvisada para acercar su hallazgo hacia ella. Bueno, había conseguido comida después de todo.

    Tomó el pescado entre manos, y lo estudió, para ver si no tenía nada raro. A menos que hubiera muerto de un ataque al corazón o asfixiado, el hecho de que estuviera inerte pero intacto podía deberse a que se había envenenado. Y no tendría sentido mandarse eso a la boca. Sin embargo, descubrió algo que lo hizo observarlo con mayor detenimiento.

    Apenas imperceptibles, dos marcas de colmillos se encontraban en un costado. Costaba verlas a simple vista, porque más parecían escamas oscurecidas que una herida en sí. Parecían casi etéreas. Se lo llevó a la nariz, y comenzó a olisquearlo. Sí, era el mismo olor que había sentido en la mina. Un escalofrío de malestar le recorrió la espalda cuando pensó en lo siguiente, pero tenía que asegurarse. Así que llevó el pescado a su boca, y le dio un mordisco.

    La voz de ta’hani preguntando asqueada que hacía se esfumó, siendo suprimida por los recuerdos del pescado. Al ser las memorias de un pez, todo estaba compuesto simplemente de impulsos sensoriales, que no duraban demasiado antes de ser reemplazadas por otros. La carne cruda del animal tenía un sabor agrio, metálico, seguramente manchado su gusto por las aguas en donde vivía. Sentía como algunas escamas le lastimaban el paladar, pero no podía frenar. Porque lentamente, se iba acercando hacia donde quería llegar. Y allí, entre emociones salvajes y burbujas de aire, pudo encontrar lo mismo que había sentido en la mina. Volvió a la realidad, y pudo notar que Lavignia la observaba peligrosamente cerca, con un brillo de fascinación en sus ojos.

    Freyja la apartó de un empujón instintivo, sorprendida por la cercanía, y escupió los restos de pez al agua. Miró nerviosa a la hexe, con un leve rubor en las mejillas.

    — Vaya, no sabía que podían hacer eso con animales muertos. Pensé que solo podían con personas.— exclamó esta, curiosa.— ¿Tiene alguna restricción? ¿Detectas sentimientos, recuerdos, o simplemente experiencias sensoriales cuando pruebas carne de una criatura sin razón? ¿Tu mente ordena todo para poder visualizarlo de forma coherente, o simplemente ocurren uno tras otro, sin un orden en específico? ¿Estás atada a los lapsos de memoria de cada animal, o eres capaz de ver aquellos que incluso el mismo animal olvidó?

    — Ya, callate, me agobiás con tantas preguntas y me duele la cabeza.— la cortó la elfa, acariciándose las sienes.- Pasar por la memoria de un pez es extremadamente cansador.

    — Bueno, al menos respóndeme esto. ¿Qué se te dio por sumergirte en las memorias de un pez?— la cazadora le dedicó una mirada de circunstancias.— Sí, el juego de palabras fue intencional.

    La cazadora chasqueó la lengua.

    — Confirmar una duda.— respondió, mientras se dirigía hacia su pila de cosas, y comenzaba a ponerse la armadura.

    — Y supongo que obtuviste los resultados que querías.

    — Ajá.

    — ¿Y qué planeas hacer con eso ahora?

    — ¿Vas a seguir preguntando cosas, o vas a acompañarme? Me vendría bien la ayuda de una exterminatumbas.— replicó, terminando de ajustarse el guantelete del escudo.

    — Vaya, que inaudito. ¿De verdad estás pidiendo mi ayuda?

    Freyja simplemente levantó una ceja, y acabó de acomodarse la armadura, para comenzar a alejarse de la laguna. Lavignia suspiró, mientras se rascaba la nuca, y la veía alejarse. Agitó la cabeza, tomó su arco y sus cosas, y comenzó a perseguir a su amiga, a paso ligero.

    — ¿Por qué la prisa? ¿Acaso el pez que encontraste era un pez mágico que te permitía ver el futuro?

    — No me hace falta un pez mágico para saber lo que va a pasar. Porque lo mismo que vivía en la mina embrujada salió de allí, y ahora se está dirigiendo hacia la villa.— comentó la elfa, el semblante serio.

    La sonrisa burlona de Lavignia se borró con mayor rapidez de lo que un grupo de pirañas devora a su presa.
     
    Última edición: 23 Diciembre 2020
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Definitivamente amo y soy super fan de Lavignia xdd Sus comentarios siempre me sacan una sonrisa y vuelven el ambiente mucho más ligero y llevadero. Es como Jaskier, pero mejor (?? Mucho mejor (?

    Me siguen dando mucha gracia las desgracias de Freyja y que el universo la odie tanto como para ni dejarla pescar. Siendo sincera, no llegué a comprender del todo la pequeña puya que Lavignia le lanzó sobre sus cuernos, que Freyja se lo quedó pensando y tal, pero supongo es normal y lo entenderé mejor más adelante... y si no te acosaré por telegram EASY PEASY

    SE COMIÓ UN PESCAO CRUDO Y MUERTO ALDKJSADJKA weno, técnicamente la carne de pescado fresca es suavecita pero vete a saber tú cómo sabe la carne de un pobre pez matado por... una cosa indefinida con colmillos (??? Mi nerd pride salió a la luz cuando te pusiste a describir la memoria del pececito, fue hermozo. Y POS ESO, se viene lo picante muchachitos y muchachitas, la batalla final ultraviolenta >:D

    Seguiré leyendo. Gracias por actualizar, Tom <3
     
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  13. Threadmarks: Parte VI
     
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    La Saga de Freyja de Nidohueco: Barro y Plata Líquida
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    Barro y Plata Líquida - Parte VI

    Llegaron a la villa en el momento en el cual ambos Ojos se elevaban en el cielo, iluminando todo el ambiente con su luz pálida. Freyja deseó que ese no hubiera sido el caso. El caserío estaba silencioso, pero no era aquel silencio tranquilo que se asentaba a la hora de dormir. Era un silencio tenso, frío, que atestiguaba muerte. Y la elfa podía ver los cadáveres tirados en el barro con total visibilidad. Había sido una masacre. Una masacre sin sangre. Al menos cuatro aldeanos se encontraban allí, tendidos sobre el suelo.

    — Oh, por los Mahla.— susurró Lavignia, observando alrededor.— ¿Qué ocurrió aquí?

    La cazadora no contestó, sino que se dirigió hacia el cuerpo más cercano y comenzó a inspeccionarlo. Tal como temía, no tenía ninguna herida física. Cuando llegó al rostro, se detuvo por unos segundos. Era el muchacho que había decidido apuntarla con una azada, aquel que se había adelantado en la muchedumbre. Suspiró, resignada, y le cerró los ojos, ocultando así su expresión de terror. Lavignia también se encontraba revisando los otros cuerpos.

    — No parecen tener ningún trazo de herida física. Tampoco parece que hubieran sufrido alguna forma de envejecimiento mágico, así que podemos descartar fantasmas.— analizó la ta'hani.— Nipoltergeists, ya que ellos están atados mágicamente a un lugar. Tal vez espectros o…

    Un portazo interrumpió a Lavignia, e hizo que ambas se pusieran alerta, Freyja cubriéndose con el escudo, y la hexe tomando algunos frascos de su cinturón y preparándose para arrojarlos. Sin embargo, lo que salió de aquella casa no era un Eterno, ni algún otro monstruo etéreo, sino una mujer mayor, que llevaba un niño en brazos. La cabeza de este colgaba inerte, y la mujer se veía desesperada. En cuanto vio a Freyja y a Lavignia, sus ojos se encendieron con furia.

    Ihre! ¡Ustedes son las responsables de esto! ¡Todo estaba bien hasta que aparecieron! Hurn, dömonkokenbin, ungealgschen!— exclamó, entre llantos y moqueos.

    Lavignia bajó la mano con los frascos y miró a Freyja, mordiéndose el labio. La elfa simplemente tenía la mirada severa y estaba apretando el puño. Se le podía notar la mandíbula tensa. Desvió la mirada de la mujer, e inhaló y exhaló, para calmarse. Ignoró los sollozos de esta, que se encontraba de rodillas, suplicando en un idioma que desconocía al cielo, o tal vez las estaba maldiciendo a ellas. Lamentablemente, no tenía tiempo para ocuparse de supersticiones campesinas.

    Tomó el brazo del muchacho, y sin pensarlo demasiado, hundió los dientes en la carne, arrancando un trozo. Lavignia la miró con algo parecido al pánico, desviando su mirada hacia la mujer. Esta tenía los ojos abiertos como platos, y había comenzado a hiperventilarse, antes de cubrir completamente el cuerpo inerte del niño con su cuerpo, apuntándolas luego con un huesudo índice y chillando.

    — ¡Necrófagas! Ghule! ¡Abominaciones sin dioses! ¡Aléjense, aléjense!— gritó, histérica, mientras salía huyendo de allí, resbalando en el lodo.

    Lavignia paseó la mirada por el pueblo. Podía notar algunos ojos observándolas desde las ventanas cerradas de cada casa, y podía sentir el peso de cada par. Se preguntaba si volver aquí había sido una buena idea, la verdad. Freyja parecía estar en trance, masticando lentamente la carne del muchacho muerto. Los ojos de la elfa se movían de un lado al otro, como si estuviera soñando.

    Sus recuerdos se habían unido a los del niño muerto en la calle. Ahora, por unos segundos, era ese joven. Si había algo que odiaba de su capacidad de visitar recuerdos, era que no podía ser selectiva. Estaba viendo cosas que prefería no ver, y que no le servían en estos momentos. Se forzó a seguir masticando, mientras las imágenes se mostraban en su mente una detrás de la otra. Hasta que al fin lo encontró.

    Ese rastro etéreo y espectral que había sentido anteriormente. Sintió el terror en el corazón del muchacho, sintió como su consciencia lo abandonaba, y quedaba a merced de lo que sea que lo estuviera cazando. Y sintió el veneno en su sangre. Lo último que vio fue una fila de ocho ojos, decorando un horripilante rostro vagamente humanoide.

    Salió de su trance, escupiendo el trozo de carne al suelo. Agitó la cabeza, para sacarse los últimos vestigios de recuerdos de su mente, y miró hacia Lavignia, que la observaba unos metros más alejada, con su arma desenfundada, presta para actuar en cualquier momento. Freyja se incorporó, limpiándose el barro de las rodillas, y se dirigió hacia su amiga.

    — Tengo buenas y malas noticias.— anunció, limpiando la parte interior de su casco.

    — Dime las buenas, me hace falta algo de optimismo en estos momentos.— pidió la otra, mirando alrededor.

    — Lo que mató a esta gente no fue un fantasma, ni una aparición, ni ningún no-muerto incorpóreo.

    — Eternos.— la corrigió. La elfa le restó importancia con un movimiento de la mano.— Supongo que es buena para ti, teniendo en cuenta que odias a los fantasmas. ¿Y la mala?

    — La mala es que nos estamos enfrentando a netherarañas.— Freyja se mordió el labio.

    Lavignia abrió grande los ojos, y su rostro pasó del sorprendido, a una sonrisa irónica, esperando que fuera una broma, al de la realización de que lo que su amiga decía era cierto. El patrón se repitió por unos segundos más, hasta que todo lo que quedó en el rostro de la hexe fue negación.

    — No, no, no, no, no, no, no.— repitió, una y otra vez, mientras acompañaba los monosílabos con ademanes exagerados, y meneaba la cabeza.— A la mierda esto, me voy.

    Dicho eso, guardó la flecha que tenía preparada en su carcaj, cargó el arco en el hombro, y comenzó a alejarse de allí.

    — Che, ¿de verdad te vas a ir?— preguntó Freyja.

    — Sí, ¿acaso no es obvio? Odio a los insectos. Me generan asco.

    — Las arañas no son insectos…

    — ¡Cualquier cosa con más de cuatro patas y exoesqueleto es un insecto para mí, ¿está bien?!— la interrumpió Lavignia, alterada, tomando por sorpresa a la elfa. La ta'hani pudo sentir escalofríos en su espalda.— No tengo nada que hacer aquí. No le debo nada a estos desgraciados, y el prospecto de enfrentarme a una criatura que se mueve entre realidades no está en mi lista de prioridades. Y recomiendo que hagas lo mismo.

    Lavignia había comenzado a alejarse de allí, mientras hablaba. Su amiga la observó irse, para luego suspirar y acomodarse el casco sobre su cabeza. Se ajustó el guantelete con el escudo, y recogió una de las herramientas que los aldeanos habían dejado tirada en el suelo. Le limpió el barro, y blandió el martillo en una mano, probando el peso. Bueno, debía bastar.

    — ¿Qué estás haciendo?— inquirió Lavignia, exasperada, mientras la veía por encima del hombro.

    — No me iré. Hay un monstruo que exterminar.— respondió simplemente, mientras observaba alrededor.

    — ¿Acaso has perdido la cabeza? Recuerdo que amabas aplastar arañas, pero esto es totalmente distinto. Una netheraraña no es una criatura con la que te quieras meter. Además, ¿por qué estás tan decidida a proteger a esta gente, después de cómo nos trató?

    — Hice un juramento.

    Lavignia se la quedó mirando, los brazos a los costados y la mirada llena de incomprensión.

    — ¿En serio esa es tu justificación? ¿Algo que ocurrió hace décadas? ¿Te sigues aferrando a esas palabras que dijiste en un momento de desesperación?— la ta'hani se acercó hacia su amiga, y le puso una mano en el hombro.— Deja de cargar con ese peso. No es tuyo, y nunca lo fue.

    Freyja no le contestó ni la miró. Simplemente se mantenía firme, apretando el mango del martillo con fuerza, dejando en claro sus intenciones. Lavignia suspiró.

    — Sigues tan terca como siempre. Veo que no hay forma de hacerte cambiar de parecer.— la hexe ajustó su bolso, y se dio media vuelta.— Yo me voy. No tengo nada que hacer aquí, y nada me ata. Adiós.

    Lavignia comenzó a alejarse de allí, pero la voz de la elfa la frenó.

    — ¿Acaso para vos el símbolo que llevás en tu capa ya no significa nada? Pensé que sí, al ver cómo evitabas que se manchara con barro.

    — Todo eso quedó atrás, Freyja. Enterrado en el pasado. Y a diferencia de ti, yo no busco desenterrarlo, ni me apego a él como si fuera lo último que me queda en la vida.— Lavignia la miró por encima del hombro.— Atesoro a las personas. Las vivencias. Los recuerdos. No lo que el símbolo en mi espalda representa, o simples palabras dichas al viento. Ya no le debo nada a ese símbolo. Ya cumplí mi deuda hace mucho.

    Lavignia siguió caminando, alejándose de allí. Antes de salir de la aldea, se giró y levantó la mano, a modo de saludo.

    — Espero que luego de esto sigas con vida, Freyja. Sería bueno volver a verte.

    La aludida no contestó, y tampoco se giró para verla. La tah’ani la observó con tristeza, y se alejó de allí, tarareando una canción para intentar quitarse aquel mal sabor de la boca. Una canción vieja, que había escuchado alguna vez por la calle. Sobre un soldado, un poeta, y un rey.

    Freyja se quedó en silencio, mirando al suelo. Agradecía tener su casco puesto, así nadie podía ver su rostro.
     
    Última edición: 23 Diciembre 2020
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  14. Threadmarks: Parte VII
     
    Reual Nathan Onyrian

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    La Saga de Freyja de Nidohueco: Barro y Plata Líquida
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    Total de capítulos:
    10
     
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    Barro y Plata Líquida - Parte VII

    Freyja contempló el panorama a su alrededor, pensando en cómo actuar a continuación. Era raro que una netheraraña no se llevara a su presa al plano aethereo, para devorarla más tranquila. Además, era un depredador de emboscada; el hecho de que hubiera cuatro cuerpos aquí quiere decir que fue sorprendida. Y no solo eso, sino que no había podido escapar a su madriguera. Eso significaba que había sido dañada con…¿azogue? ¿Qué hacían esos aldeanos con azogue? No tenía sentido. Contempló el martillo que tenía en su mano. No, era de hierro hecho y derecho. Agitó la cabeza, para luego levantar la visera de su casco. Hacer herramientas de azogue no tenía ningún sentido tampoco. El metal era altamente venenoso, y además, era líquido a temperatura ambiente. No había razón para...

    Dejó escapar un pequeño gesto de dolor cuando su lengua sufrió un ligero corte. Tenía la mala costumbre de limpiarse los dientes con ella mientras pensaba, y siempre terminaba igual. Se quitó un guantelete y hurgó en su boca, encontrando una escama del pescado que había hallado en la laguna. Se la quedó observando, mientras pensaba. ¿La netheraraña había sido la responsable de su muerte? Había notado las marcas espectrales de los colmillos, pero era extraño que no se lo hubiera comido. Soltó una corta risa seca. Tal vez hasta las netherarañas odiaban el gusto del pescado de Northumbrei...

    La realización de lo que verdaderamente ocurría atravesó su mente como un rayo. Ignorando los cuerpos, comenzó a recorrer el pueblo, olisqueando el aire, intentando encontrar un rastro. El fuerte olor a sangre mezclada con barro la guió hacia su objetivo: detrás de una de las cabañas del fondo, en un callejón oscuro, se encontraba allí el cadáver dejado a medio comer, con un único mordisco en todo su cuerpo. Se arrodilló a su lado, y meditó sobre todas las elecciones que había tomado en su vida que la habían llevado hasta ese momento. Y al igual que en todas esas ocasiones, no se cuestionó absolutamente nada, mientras removía su casco y le arrancaba un mordisco al cuerpo.

    Los recuerdos volvieron a inundarla, pero en vez de dejar que la ahogaran, se concentró en intentar buscar uno en específico. La marea de imágenes y sensaciones la golpeó una y otra vez, haciendo que cada vez su agarre fuera más precario. Intentó mantener la concentración lo máximo posible, mientras sentía el sabor de la carne en su paladar. Después de segundos que parecieron horas, lo que buscaba apareció enfrente suyo.

    Pudo ver como el campesino se dirigía, silbando bajito, hacia la laguna. Pudo ver como bordeaba la costa, y luego de unos segundos, se agachaba, para llenar el odre que traía con agua de la misma. Antes de volver, le dio un sonoro trago, que parecía bastante refrescante, por el ruido que soltó luego. Luego de eso, retomó su camino, completamente alegre, ignorante de que no mucho después la muerte le llegaría.

    Freyja escupió la masa que tenía en la boca, limpiándose la saliva que había quedado colgando con la mano. Se pasó la lengua por los dientes, asegurándose de que no hubiera quedado absolutamente nada atorado entre ellos. No quería volver a cortarse, o que las visiones la asaltaran en el peor momento. Miró el cuerpo del campesino, suspiró, y se incorporó. Ya tenía lo que quería.

    Mientras volvía a colocarse el casco, maldijo que aquel alcalde no le hubiera mencionado en ningún momento sobre qué se producía en la mina. Maldito azogue. ¿Cómo diablos existía una mina de azogue? El metal se tuvo que haber filtrado en el agua en el momento en el cual la napa colapsó el techo, lo que explicaba el pez muerto, y por qué la netheraraña no había querido comérselo. Y también explicaría el por qué el monstruo tan solo pudo disfrutar un solo mordisco de su presa, y por qué había tenido que matar al resto de campesinos. La más mínima cantidad de azogue era capaz de invalidar completamente cualquier habilidad o magia para viajar entre planos.

    Las netherarañas tenían un sistema digestivo relativamente lento. Solían tardar un día entero en digerir completamente una presa de buen tamaño, por lo que el bocado que la araña arrancó del cuerpo debía tomarle alrededor de unos treinta minutos, más teniendo en cuenta que debía estar envenenada con azogue. Si no había juzgado mal los cadáveres, esos humanos debían haber muerto hace aproximadamente unos veinte minutos, lo cual le dejaba algunos de gracia antes de que la netheraraña expulsara su cena y recuperara su habilidad para saltar entre planos. La villa era pequeña y una netheraraña tenía el tamaño de un caballo, así que no debería ser demasiado complicado. O eso esperaba.

    Lamentó el hecho de que la bestia no creara telarañas visibles. Sería mucho más fácil seguirle el rastro así. Bueno, no le quedaba otra que pasar a la vieja usanza. Estaba por agacharse para revisar mejor el suelo, subiéndose la visera del casco en busca de huellas, cuando un movimiento a su izquierda captó su atención por el rabillo del ojo. Se dio vuelta rápidamente, pero lo que sea que hubiera sido eso, había desaparecido. Escaneó el callejón, prestando especial atención a cualquier rincón oscuro que pudiera haber. Puede que la araña hubiera vuelto por su presa, lo cual le facilitaría mucho las cosas. Agarró el martillo con fuerza, y se preparó. Ralentizó su respiración, para calmarse, y estar más atenta a su alrededor. Esperó, con los músculos tensos, listos para la acción, por varios segundos.

    Sin embargo, nada ocurrió.

    La elfa, algo decepcionada, se relajó. De verdad esperaba que hubiera sido la araña. Le habría ahorrado tiempo y trabajo. Chistó con la lengua. Había perdido segundos valiosos. Ahora tendría que empezar de nuevo…

    Un grito rompió toda su línea de pensamiento. Venía desde la entrada del pueblo, en donde había visto los cuatro cadáveres. El grito era de una niña. Apretó los dientes y lanzó una maldición al aire, mientras se dirigía corriendo hacia allí. La maldita seguramente la había visto como una amenaza, y se había quedado esperando entre los cadáveres, para ver si una presa más apetecible aparecía. Y el grito de la niña le indicaba que así era.

    Dobló de manera brusca en una esquina, y tuvo que clavar el escudo en el barro para no patinarse. Y allí, entre cadáveres, con su pálido abdomen en la mortecina luz del día y una profunda mirada de odio, se encontraba la netheraraña. Freyja no tuvo que buscar demasiado para encontrar a la niña: se hallaba entre sus mandíbulas, un nuevo cuerpo chorreando sangre. Los pelos en lo que uno podría identificar como el cuello de la araña se erizaron, y su rostro repugnantemente humanoide lanzó un siseo espeluznante, que parecía simular alguna maldición o imprecación hacia la elfa.

    — No sé qué mierda estás diciendo, pero espero que las hayas disfrutado, porque serán las últimas palabras que dirás en tu mísera vida.— espetó la elfa, cargando contra la bestia.

    Esta comenzó a chispear energía, agitando su cabeza, haciendo que su vello se frotara contra su cuerpo. Pequeños restallidos de energía azul comenzaron a formarse alrededor de la araña, mientras miraba a Freyja con furia.

    — Ah, no, ¡no te irás!

    La elfa lanzó el martillo que llevaba en la mano, haciendo que impactara contra una de las ocho patas de la criatura. Pudo sentir el crujido del miembro al recibir el golpe, viendo que se doblaba en un ángulo antinatural. La netheraraña soltó un quejido de dolor, dejando caer el cuerpo de la niña al suelo. Tomó un rastrillo del suelo, que seguramente había pertenecido a un aldeano asesinado, y cargó contra la criatura, aprovechando su momento de estupor. Sin embargo, el monstruo se recuperó rápidamente, y con un chillido, dejó escapar toda la energía que había acumulado, generando una explosión de relámpagos a su alrededor, que la tomó completamente por sorpresa.

    Freyja salió despedida hacia atrás, cayendo de espaldas, sus músculos retorciéndose por la repentina descarga eléctrica. Se incorporó como pudo, sintiendo como sobre su armadura todavía recorría un poco de electricidad. ¿Qué clase de netheraraña era esta? ¿Acaso había atravesado una línea ley y había quedado con residuos mágicos? Eso complicaba las cosas.

    Tosió un poco, mientras seguía sufriendo algunos espasmos. Centró su mirada en la criatura, que estaba chillando, sus mandíbulas soltando veneno y sangre, pero no se había movido. De hecho, parecía que se había hecho un ovillo, resguardandose de ella. Probablemente esa descarga de energía la hubiera dejado algo exhausta. Debía aprovechar ese momento.

    Miró el rastrillo que tenía en su mano, su mango algo quebrado por la fuerza a la cual lo había sometido cuando recibió la descarga. Iba a necesitar otra arma si quería intentar atravesar el duro exoesqueleto de la araña. Buscó con la mirada el martillo, y pudo ver que se hallaba cerca de las patas del monstruo. Bueno, debería pasar a métodos menos ortodoxos.

    Nuevamente corrió hacia la araña, que levantó las patas de manera amenazante, en un intento de asustarla, cosa que obviamente no funcionó. Freyja se acercó más, esquivando los desesperados ataques de la criatura. En un momento, se agachó y le lanzó barro en el rostro, haciendo que la netheraraña retrocediera unos pasos hacia atrás, chillando sorprendida. La elfa apretó los dientes. Sus siseos parecían casi humanos. Aprovechó la oportunidad, y golpeó el rostro de la araña con su escudo, atontándola todavía más. Pudo sentir el fuerte ¡crack! al impactar, lo cual le arrancó una sonrisa de satisfacción. Amaba ese sonido.

    Rodó para un costado en cuanto sintió las patas de la araña cerca suyo, que se movían frenéticamente, en un ciego intento por atacarla. Tomó el martillo del suelo y desencajó un golpe contra el abdomen del monstruo. Este volvió a chillar de dolor, y se retorció en el lugar. Freyja giró para tener una mejor posición y volver a atacar, pero tuvo la mala suerte de que su camino se vio interrumpido por una de las erráticas patas de la netheraraña, que la desequilibró lo suficiente para darle tiempo a la criatura para arremeter contra ella.

    La fuerza del impacto la tumbó al suelo, y la araña aprovechó para alejarse de allí. La elfa comenzó a incorporarse, pero antes de que lo lograra, su enemiga desapareció frente a sus ojos, en un pestañeo.
     
    Última edición: 23 Diciembre 2020
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    Gigi Blanche

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    Pensé que terminaba acá por la cuenta que más o menos saqué de las palabras que me dijiste le quedaban y eso, pero asumo que no (? A menos que seas muy malo con los finales (?? A decir verdad, disfruté un montón el último capi con las FUERTES REVELACIONES que tuvo. La criatura culpable de las muertes, la explicación de sus poderes, cómo se dio toda la situación para volverse tan messy, LAS AGUAS CONTAMINADAS, soy fan. Por cierto, me dio bastante asquito esa araña humanoide UGH odio las arañas. Ah, y todo re gore, re piola. Vivan las mierdas gore bichos masticando cadáveres OH SÍ

    Also, ahora me da mucha curiosidad el pasado de Freyja y Lavignia. ¿Cómo se conocieron? ¿Qué ocurrió? I WANNA KNOW, GIVE US THAT SPINOFF BITCH

    Ugh, perdona el comentario tan feo, me doy cuenta que no tengo mucho para decir. A ver si luego de esto esos pinche campesinos se dan cuenta que Freyja no es de las malas y la tratan con un poquito más de amor >:c Ah, sí, highlight al momento donde la señora la ve masticándose el brazo de un muerto JAJAJA y Lavignia en plan shit, y ahora cómo los convencemos.

    Y eso, espero la próxima actualización <3
     
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  16. Threadmarks: Parte VIII
     
    Reual Nathan Onyrian

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    Barro y Plata Líquida - Parte VIII

    Freyja se quedó estupefacta unos segundos, sus ojos sin dar crédito a lo que acababa de ver, para luego apretar los dientes y darle un puñetazo al suelo con fuerza.

    —¡Domoch!— insultó, hastiada

    Miró alrededor, desesperada. Había dejado que la araña se escabullera. Ahora sería imposible rastrearla. Sin embargo, pudo vislumbrar algo que le dio una leve esperanza. Se odió por tener ese pensamiento, pero no podía dejarlo pasar.

    Con paso lento, atenta a su alrededor, se movió hacia el cadáver de la niña. Se mordió el labio inferior mientras lo alzaba. Las netherarañas no solían dejar a sus presas a merced de otros depredadores. Y esta niña no debía tener trazos de azogue en su sangre. De ser así, la araña no podría haber saltado a otra dimensión. Por lo que volvería por ella.

    Paseó su mirada por el pueblo. Si quedaba alguien vivo allí, seguramente estaba firmemente escondido y no saldría por nada en el mundo. En cierta manera, le facilitaba el trabajo, pero también significaba que no podía contar con nadie, y que probablemente también la estuvieran observando por toda rendija posible. Y ahora estaba con el cuerpo de una niña en sus manos. Estaba segura de que la araña también debía estar observándola, desde el plano aethereo.

    Contempló la carga que llevaba en brazos. La pequeña no debía haber tenido más de siete años. Por como se encontraba el cuerpo, la había tomado completamente por sorpresa, pues no tenía signos de pelea. Sus ojos azules seguramente habían estado llenos de terror, pero ahora tan solo mostraban una expresión vacía. Las trenzas en su cabello rojizo se encontraban en su mayoría deshechas. Pétalos de alguna florecilla yacían todavía en su cabellera. Freyja suspiró y pasó la mano por la frente de la niña, cerrando sus ojos en el proceso. A los extremos que tenía que llegar.

    Cargando con el cuerpo y el martillo, Freyja comenzó a alejarse de allí. No tenía sentido dejar que los aldeanos vieran como usaba el cadáver de una niña como señuelo. Seguramente ahora tendría una reputación de caníbal y de monstruo devoraniños. Tal vez hasta inventaban que había peleado con la araña para ver quién se quedaba con los cuerpos. Maldijo haber mostrado su cara. Al menos así tan solo era otra persona más en armadura, alguien sin rostro, una pesadilla a la que todos pudieran echarle la culpa. Ahora era un monstruo reconocible. Agitó la cabeza. No tenía sentido pensar en eso ahora.

    Se alejó en dirección a la laguna, caminando de manera lenta. Quería asegurarse de que la netheraraña le siguiera el paso y no diera la presa por perdida. Una vez llegó cerca de la orilla, dejó el cuerpo a un costado y se dirigió hasta el borde. Allí se arrodilló, removió su casco y sacó un frasco de vidrio, que prontamente comenzó a llenar con agua. Sus orejas puntiagudas estaban inquietas, intentando captar todo tipo de sonido extraño. Para su suerte, la laguna estaba tranquila, seguramente debido a los pocos habitantes que habían quedado desde que fue contaminada con azogue el día anterior.

    No tuvo que esperar mucho tiempo para escuchar el distintivo sonido de la fina tela de la realidad rompiéndose. Era difícil de describir, como un zumbido que debería ser inaudible, pero que generaba tal sensación de incomodidad que uno podía sentirlo de todas formas. No hizo falta darse la vuelta para saber que la araña había regresado. Freyja pudo escuchar como se acercaba lentamente a la niña, y contuvo las ganas de actuar de inmediato. Había dejado el cuerpo a una distancia razonable, una que sabía que no fallaría el tiro. Era su única oportunidad. En cuanto pudo escuchar que las mandíbulas de la criatura se cerraban sobre el cadáver, se giró rápidamente, lanzando el frasco lleno de agua del lago al rostro de la criatura.

    El vidrio no lograría atravesar el firme exoesqueleto de la bestia, pero el golpe con el escudo había dejado un par de rajaduras en su rostro, además de que sus ojos y boca serían también excelentes objetivos. El ataque tomó con especial sorpresa a la criatura, que volvió a soltar a la niña y retrocedió, intentando quitarse el agua y los restos del frasco del rostro con las patas.

    Freyja sonrió, mostrando los dientes, y con un ligero gruñido se lanzó hacia la bestia, martillo en mano. Mientras el azogue estuviera en su cuerpo, sería capaz de mantenerla en el mismo plano. Y allí, tenía ventaja. Sin su habilidad para saltar entre dimensiones, una netheraraña solo era una simple araña. Bueno, una del tamaño de un caballo y con suficiente veneno para matar a un hombre adulto de un mordisco, pero no era nada que Freyja no hubiera enfrentado ya alguna vez.

    El martillo impactó contra una de las patas delanteras del monstruo, haciendo que este chillara de dolor y se retorciera, soltando veneno por sus fauces. Con un rápido movimiento de cabeza, logró morder el brazo con el cual Freyja blandía su arma. La elfa hizo una mueca de dolor, y le asestó un golpe en el rostro con el escudo, haciendo que la araña la soltara. Se alejó de allí y contempló el daño. La bestia había imprimido la suficiente fuerza como para abollarle el guantelete, pero la cota de mallas y el gambesón que tenía debajo habían impedida que los quelíceros llegaran siquiera a rasparle la piel, lo cual agradecía con todo su corazón. El veneno que traía en sus fauces era capaz de paralizar a una persona de tamaño mediano. Una mordida directa de una netheraraña era letal.

    La criatura se abalanzó sobre Freyja, intentanto tumbarla de vuelta con su peso, y así buscar una posición más favorable para lanzar otro mordisco fatal. La elfa elevó el escudo y se preparó para el impacto, que hizo que sus piernas y brazo se resintieran ante el golpe. La araña logró arrastrarla un par de centímetros por el barro, pero prontamente su oponente encontró un buen agarre. Ella comenzó a empujar también, empezando una competencia de fuerza contra la criatura. Después de unos segundos sin que ninguna cediera terreno, la elfa se movió con una finta a la derecha, dejando que el impulso que su rival había estado guardando hiciera que se propulsara para adelante, perdiendo el equilibrio. Aprovechó ese momento para volver a encajar otro martillazo en el abdomen de la bestia, logrando esta vez quebrar la dura quitina y haciendo que un líquido violáceo y pegajoso supurara de la herida. Volvió a sonreír y se pasó la lengua por los dientes. De verdad que estaba disfrutando esto.

    La netheraraña comenzó a volverse frenética, lanzando golpes a diestra y siniestra, levantando lodo a su alrededor, chillando, siseando, y maldiciendo en ese idioma tan extraño y tan perturbador. Su cuerpo volvió a refulgir de color azul, y el olor a ozono comenzó a invadir el ambiente, junto con chispazos de electricidad. Era obvio que se estaba preparando para otra descarga. Esta vez, la explosión fue mucho más violenta, y tan de imprevisto que Freyja apenas tuvo tiempo de cubrirse con el escudo, mientras sentía como trozos de barro seco golpeaban contra su superficie. Luego del fogonazo, la elfa se asomó, y sus ojos se abrieron como platos al ver que la araña había desaparecido. Miró confundida alrededor, intentando buscar algún rastro que le indicara en donde se había escondido. No quería creer que había sido capaz de deshacerse del agua con azogue.

    Lanzó una imprecación al cielo. Seguramente la descarga eléctrica había sido suficiente para quitarse los restos del metal que tenía en el cuerpo. Apretó los dientes, furiosa. Ahora ni siquiera tenía certeza de que la netheraraña volviera a por su presa. Y al mirar con más atención, se dio cuenta que no hacía falta que volviera. El cadáver de la niña había desaparecido.

    La sangre comenzó a hervirle con furia, mientras todo su cuerpo comenzaba a temblar. En un arrebato, se arrancó el casco, rompiendo las tiras de cuero que lo sostenían y dejando fieras laceraciones en su cuello y mentón, de donde empezó a brotar sangre prontamente. Lo lanzó contra el suelo, con tanta fuerza que se hundió unos centímetros, y se agarró la cabeza mientras gritaba. Estaba harta. Completamente harta. Comenzó a patear el suelo, mientras lanzaba improperios a diestra y siniestra, levantando fango. Lanzó el martillo hacia la laguna, para luego repetir la operación con varios guijarros del suelo, el siguiente arrojado con más fuerza que el anterior.

    — ¡Maldita, maldita, maldita hija de perra! ¡Domoch! ¡Involker!— lanzó un gruñido de irritación al aire, para luego dejar caer los brazos a un costado.

    Inhaló profundamente, intentando calmarse. Otra vez. Otra vez había fallado. Otro monstruo se había escapado. Y era uno que ya tenía varias muertes sobre su espalda. Podía sentirlas, podía sentir cómo cada uno de aquellos espíritus la miraban, la juzgaban. No solo de aquellos campesinos, no sólo de aquella niña. Si no también de… ellos.

    Se miró las manos, recubiertas en sus guanteletes, y apretó los puños. Cerró luego los ojos, y comenzó a respirar de forma pausada, calmando los desbocados latidos de su corazón de a poco. Sin embargo, los ojos apagados de aquella niña volvían una y otra vez a su mente. Apretó los dientes, y lanzó un grito de desesperación.

    Sus orejas captaron un leve susurro en el viento en ese momento, el chirrido de que la realidad había sido dañada. Se dio vuelta lentamente, y pudo ver cómo, ante ella, estaba la netheraraña. La miró con odio, un odio que se intensificó cuando notó el rostro del monstruo. Parecía estar sonriendo.

    A pesar de la tensión que podía notarse en el aire, ninguna se movió. La netheraraña se mantenía en el lugar, sonriendo maliciosamente, mientras Freyja la miraba por encima del hombro, intentando matarla con la intensidad de su mirada. Ya había perdido toda motivación para pelear, la furia ardiendo en su interior era lo único que la mantenía de pie allí mismo.

    No obstante, algo hizo que la curiosidad, y luego la sorpresa, comenzara a dibujarse en su rostro. El desconcierto comenzó a llenarla cuando se dio cuenta de un detalle crucial: la netheraraña que tenía al frente se encontraba en perfectas condiciones. Ninguna de sus piernas parecía quebrada, su rostro no estaba dañado, y su exoesqueleto estaba sin una sola fisura. Además, parecía que su tamaño se había reducido. Que ella supiera, las netherarañas no poseían ninguna capacidad regenerativa especial, así que no había explicación alguna por qué parecía que sus heridas habían sanado así como así. Aunque ya había visto cómo había sido capaz de generar descargas eléctricas. ¿Acaso la línea ley por la que había pasado había sido más poderosa de lo que había creído?

    — ¿Qué diablos…?

    El rasguido de la realidad a un costado suyo, justo en su punto ciego, respondió todas sus dudas. Sintió como el tiempo se ralentizaba, y apenas logró interponer su escudo entre su rostro y el de otra netheraraña, que se había materializado de improviso al lado suyo. El golpe la tomó lo suficientemente de sorpresa como para tumbarla al suelo, haciendo que cayera de espaldas, con todo el peso de la criatura encima. La netheraraña intentó morder su rostro descubierto varias veces, intentos que se vieron frustrados por el escudo de la elfa. Apretó los dientes y se insultó a sí misma, por haber sucumbido antes las emociones y haberse quitado el casco. La criatura pasó a tácticas más agresivas, sumando golpetazos con sus patas al asalto. La arblur no soportaría mucho más tiempo bajo tamaña cantidad de golpes.

    En un momento de debilidad por parte de esta, el monstruo logró separar el escudo de su rostro, y aplastó su brazo con todo el peso de una pata, aprovechando la momentánea estupefacción de su presa para realizar lo propio con el otro brazo. Lanzó un chillido de victoria, que fue coreado y vitoreado por la otra araña. Freyja se retorció, intentando liberarse, pero la presión que las extremidades de la netheraraña hacían contra su armadura amenazaba con abollarla y clavarla contra su piel. Y con la fuerza que estaba ejerciendo podría tranquilamente quebrarle un brazo.

    Aunque eso no debería importarle demasiado en estos momentos, pues podía sentir como la saliva ácida del monstruo caía sobre su rostro. Y pensar que iba a morir por una estúpida táctica de distracción y emboscada. Ahora es cuando debería prometerse que no cedería tan fácil a sus impulsos, aunque probablemente no saliera de esta, y todo eso no fueran más que promesas vacías. Así que simplemente se contentó con escupir en el rostro de la netheraraña, regocijándose levemente al ver la expresión de ligera confusión en su rostro, aunque la mezcla de facciones humanoides y arácnidas que poseía hacía que la expresión fuera mucho más aterradora que graciosa. Prontamente se recuperó, y bajó los hambrientos quelíceros contra su rostro. Freyja mantuvo todo el tiempo la mirada. No pensaba morir con los ojos cerrados.

    No obstante, tanta resolución fue completamente en vano, porque dos pequeños viales, aparentemente salidos de la nada, impactaron contra las netherarañas, tomándolas completamente por sorpresa. Al romperse, el vidrio liberó un extraño y espeso líquido, con reflejos plateados, que comenzó a esparcirse por el cuerpo de los monstruos, haciendo que estos chillaran como si hubieran arrojado fuego sobre ellos.

    Azogue. La distracción le permitió a Freyja retorcerse lo suficiente como para asestar un fuerte golpe en el rostro de su captor utilizando las piernas. Eso desorientó todavía más a la netheraraña, cosa que aprovechó con creces para rodar a la derecha, incorporándose luego.

    Un silbido hirió el aire, tomando la forma de una flecha que impactó en la netheraraña más cercana a Freyja, en su cefalotórax peludo. Ambas contemplaron desconcertadas el proyectil, pero su sorpresa no duró mucho tiempo, ya que la flecha explotó de improviso, haciendo que la criatura chillara y siseara de dolor, lanzando imprecaciones en su idioma exótico.

    Se tambaleó, atontada por el golpe y el dolor, y Freyja aprovechó ese momento para correr hacia ella, quitándose el escudo del brazo en el camino. Lo tomó con ambas manos, y saltó hacia el monstruo, con furia en el rostro. Y con la misma furia, bajó el escudo, impactando de lleno en la cara de la criatura. La quitina se resquebrajó y terminó por romperse, soltando astillas que salieron volando hacia todas direcciones. El cuerpo de la bestia colapsó bajo su propio peso, sus patas retorciéndose con espasmos. Retiró el escudo, soltando una sonrisa de satisfacción que dejaba ver sus colmillos al despegarlo del rostro hundido del monstruo. Notó como hilos de líquido violáceo unían la superficie de su escudo con el cadáver de la bestia.

    Una expresión de completo asco resonó en todo el lugar.

    — ¡Iugh, iugh, iguh! ¿En serio tenías que hacer eso? ¿Tenías que provocar ese sonido?— exigió Lavignia, con espasmos de repugnancia recorriendo todo su cuerpo. Se tapó la boca cuando Freyja retiró el escudo del rostro, revelando lo hundido que se encontraba.— Creo que voy a vomitar.

    La otra se limitó a levantar una ceja como toda respuesta, y volvió a colocarse el escudo.

    — Che, ¿tenés por ahí una brizna de Invierno?— le preguntó, mientras se aseguraba que las púas que tenía el mismo estuvieran todavía bien agarradas.

    — Sí, ¿por qué lo preguntas?— respondió su amiga, sin mirar el cadáver de la bestia, una mano sobre su estómago. Sacó un frasco que tenía en el cinturón.— ¿La quieres?

    — Por favor.

    Lavignia arrojó el frasco en su dirección, que Freyja tomó diestramente, con cuidado para no romperlo. Concentró su mirada en la netheraraña restante, que se encontraba en un rincón, acobardada, chillando desesperada mientras intentaba quitarse el azogue que tenía encima. La elfa inhaló, y comenzó a caminar en su dirección. Al parecer, esta no podía generar electricidad, o se encontraba demasiado asustada como para siquiera intentarlo. El monstruo le gruñó y siseó, lanzando imprecaciones que no comprendía. Sin embargo, eso le importaba un comino.

    Cuando estuvo a unos metros, se abalanzó sobre ella con increíble velocidad, y alzó el brazo con el frasco. Lo hizo estallar cerrando el puño, y el líquido azulino que tenía adentro formó una aguja que parecía hecha de hielo, imposiblemente delgada y que desprendía una gélida aura. La netheraraña no se movió a tiempo, y la aguja impactó contra el rostro de la misma. Todos sus sentidos se embotaron, y las piernas dejaron de responderle, haciendo que colapsara en el suelo. Freyja se la quedó contemplando, para luego ponerse en cuclillas al frente suyo. Levantó su rostro, por lo que tal vez podía identificarse como un mentón, y observó sus ocho ojos, que la miraban con impotencia, furia, y miedo.

    — Mierda, sos fea.— dijo, antes de clavarle rápidamente las dos púas de su escudo en dos ojos, con suficiente fuerza como para perforarle la parte trasera del cefalotórax.

    La vida desapareció de sus ojos, y Freyja soltó su cabeza, que cayó inerte a un costado.

    — Que frase final tan… cursi.— escuchó a Lavignia detrás, que se había acercado, evitando a toda costa establecer contacto visual directo con cualquiera de los dos cadáveres.

    — Fue una simple observación. No había ninguna intención oculta detrás.— replicó su amiga, mirándola.— ¿Me prestás una daga o un cuchillo?

    Lavignia suspiró y desprendió una de las dagas que llevaba a la cintura, tendiéndosela. Esta la tomó sin demasiada ceremonia y se sentó al frente del cadáver de la netheraraña más pequeña. Le tomó la cabeza, y comenzó a trabajar en ella. La hexe la contempló con una mezcla de horror y desconcierto mientras retiraba un globo ocular de su cuenca.

    — ¿Se puede saber qué mierda estás haciendo?— preguntó, con los brazos extendidos a los lados.

    — Si hay dos netherarañas, eso quiere decir que hay un nido cerca. Este de acá es el macho, es más pequeño que la hembra. Solo están juntos cuando incuban y cuando sus crías nacen. Cuidan de ellas por unas semanas y luego las dejan por sus propios medios, toda la familia separándose.— explicó la elfa, mientras arrancaba otro ojo.— Los ojos de una netheraraña tienen la capacidad de permitirle a uno poder saltar desde el plano material al aethereo, y viceversa, por unos segundos. Necesito encontrar ese nido, y destruirlo.

    Lavignia abrió la boca, pero por su salud mental y la de su estómago, prefirió cerrarla y mirar hacia otro lado, para intentar distraer su cerebro de la imagen mental de un ojo de araña siendo aplastado. En cuanto Freyja terminó, se limpió el barro de las rodillas, y le tendió el cuchillo a su amiga. Esta simplemente negó con la cabeza, haciendo un gesto de asco.

    — Quédate con eso. Si puedes, quémalo. Ya no lo quiero.

    Freyja puso los ojos en blanco y se dirigió a la laguna, para sacarle toda la viscosidad violácea que había quedado en la hoja. En el camino, tomó su casco, y también lo limpió de barro. Contempló las tiras rotas dentro, y suspiró. Iba a tener que hacerlo arreglar. Y cuanto antes. Lo mismo con su guantelete. No podía ir así como así, con su armadura incompleta o dañada. Podía correr peligro de muerte.

    — ¿Por qué volviste?— le preguntó a Lavignia, mirando la superficie de la laguna.

    — No lo hice por ti, o por la aldea, si te preguntas eso. Lo hice por mí.— respondió de manera simple, situándose a su lado.— No quería ser como tú, y dejar que las personas que me importan se conviertan en simples recuerdos.

    Freyja no respondió. Se limitó a continuar lavando su casco, asegurándose de que no quedara nada de barro en ninguna unión.

    — Obviamente no iba a dejarte sola, enana.— continuó Lavignia, dedicándole una sonrisa.— Mira si iba a dejar que murieras contra dos estúpidas netherarañas, ¿eh? En cuanto descubriste a que clase de criatura te enfrentabas, y batallar contra el asco que me generaban, decidí ir a buscar algo para ayudarte. Agradece que no tuviera que ir demasiado lejos. El pueblo minero que supongo fue él que te contrató primero tenía algunas reservas extras de plata líquida. Que malo que no sepan qué es tan dañino para la salud.

    El silencio se instauró en ellas por unos segundos, que fue quebrantado por un suave murmullo de parte de Freyja.

    — Gracias.

    Su amiga le dedicó una sonrisa cálida, y le arremolinó el cabello.

    — Que tierna. Y solo te tomó una década decirlo.— Lavignia rió ante la expresión de enojo de su amiga.— Vamos, todavía tienes que acabar con ese nido, ¿no?

    — ¿Vos no vas a ayudar?

    — ¿Acaso se te metió un poco de mercurio en el cerebro? Ni loca me enfrento a un nido de arañas.— replicó la ta'hani, con un escalofrío.— No, el honor es todo tuyo. Yo estaré alentandote desde las gradas.

    Freyja suspiró y puso los ojos en blanco. No sabía por qué había esperado algo más.
     
    Última edición: 24 Diciembre 2020
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    La Saga de Freyja de Nidohueco: Barro y Plata Líquida
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    Barro y Plata Líquida - Finale


    Durante los próximos sesenta segundos, Lavignia se entretuvo viendo como Freyja aparecía y desaparecía repetidamente en un abrir y cerrar de ojos, saltando entre distintos planos de existencia, peleando contra netherarañas recién salidas del huevo. Si no fuera por la repugnancia y grima que le causaban esas criaturas, la imagen hubiera sido bastante cómica. Al pasar el minuto, la elfa puso las manos en las rodillas y se levantó la visera del casco, respirando de manera entrecortada.

    — ¿Terminaste?

    — No, aún me quedan tres nidos más.- respondió Freyja, cansada, y volvió a explotar un ojo con una mano, desapareciendo en un pestañeo.

    Esa sola frase hizo que Lavignia sufriera escalofríos en su columna y se abrazara, mirando nerviosa alrededor. A pesar de que las arañas no podían lastimarla mientras estuvieran en planos distintos, y tampoco tenían la capacidad de verla incluso, ya que eran ciegas en los primeros días de salir del huevo, el mero hecho de saber que estaban allí, en algún lado, era suficiente para ponerla tremendamente incómoda.

    Paseó su mirada alrededor. Los aldeanos habían estado en pleno proceso de limpieza de cadáveres cuando ellas volvieron, pero en vez de blandir herramientas e insultos, se retiraron rápidamente de allí, murmurando en voz baja, cargando como podían con los cuerpos de sus compañeros, en una postura protectora. Se veía que la exhibición de Freyja había calado hondo en ellos. Bueno, al menos las iban a dejar tranquilas.

    Después de un par de saltos más, Freyja dejó de titilar entre ambos planos, y soltó la ahora viscosa daga a un costado. Se sentó, cansada, y apoyó las manos detrás de la espalda, mirando hacia el cielo.

    — Supongo que ya terminaste tu trabajo de exterminadora profesional de plagas.— preguntó Lavignia, acercándose a un costado, y apoyando las manos en sus rodillas, encorvando así el cuerpo.

    La elfa simplemente levantó un pulgar, calmando su respiración, para luego volver a incorporarse. Hizo una pequeña mueca de dolor. Saltar de plano en plano de verdad que era cansador. Le había dejado varios músculos agarrotados. Además, la sensación de entrar al plano aethereo era horrible. Uno podía sentir como dejaba de ser algo y pasaba a ser potencialmente algo. Como si tan solo fuese materia, sin existencia. Era horrible. Sintió escalofríos, mientras recordaba esa sensación y se limpiaba el barro, para luego hacer lo propio con la daga, y comenzó a alejarse de allí.

    — Te diría que le pidas una recompensa a los aldeanos, pero…— comentó Lavignia, observando la ahora vacía aldea a su alrededor.

    — No hay nada más que hacer acá.— replicó simplemente Freyja, siguiendo su camino.

    — ¿Vas a dejar que esto acabe así? ¿Otro trabajo incompleto?

    — Las arañas están muertas, ya no embrujarán ninguna mina ni volverán a matar a ninguna otra niña. Según puedo ver, el trabajo está completado.— comentó, seca.

    — Vaya, eso fue específico.— la elfa no contestó.— ¿Y qué vas a hacer ahora?

    — Buscar un lugar para comer, preferentemente sin azogue. Me muero de hambre. Tal vez mate algún monstruo en el camino, no sé.

    Lavignia simplemente suspiró, y se permitió una leve sonrisa, mientras se rascaba la nuca, y observaba como Freyja se perdía en el camino, el casco colgando en el cinturón al lado de la daga, a medida que los Ojos de Noctaleya descendían en el cielo nocturno, dando paso a un nuevo día.
     
    Última edición: 24 Diciembre 2020
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    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos.

    Entonces este es el final de esta historia de Freyja, y supongo Lavignia. Dejas muchas incógnitas sobre el pasado de esos personajes.

    Me gustó, fue como un primer capítulo de un anime fantástico de aventuras. Si lo fuera, vería el resto de la serie. XD

    Los personajes estuvieron bien trabajados. Las razas, bestias, objetos y demás se nota fueron bien trabajados, debiste tardar un tiempo en armar el mundo. Puede que tengas un bestiario, fichas de personajes y hasta un mapa por ahí.

    Otro punto a favor es que cuidas la ortografía. Es bueno cuando no encuentro faltas.
     
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    Lucas Diamond

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    Al fin termino algo que empiezo a leer *llora*. Estoy hasta sorprendido que me haya puesto al día y haya terminado hoy mismo la historia xD Pero tbh, me ha enganchado, ha sido fantástica.

    Esta segunda parte a mí se me ha hecho mucho más amena. Quizás al principio con las presentaciones, al no conocer muchas cosas del mundo and stuff, se hace algo más pesado o lioso, pero ha tenido un final magnífico. Shippeo a esas dos, qué decir (?

    Mira Tom, que yo le tengo fobia a los bichos y empiezo a sentir hormigueos por la pierna cuando me emparanoio, y es la una de la madrugada y aaaaa. Cuando dijiste que eran arañas fue como oh shit, en parte es como que quiero leer, pero a la vez no bc aaa, pero a la vez sí. Y el concepto del plano aethereo, no se si es tuyo o ya existen las netherarañas, pero me ha parecido super chulo xD Nunca hubiera podido imaginar una criatura así, que se mueva entre dos realidades; además la hace tremendamente más peligrosa y asustante (no se siquiera si está palabra existe pero no se me ocurre una mejor), porque pueden emboscar, ir y venir, y no te das ni cuenta omg xD Y me encantó como narras las apariciones, con ese zumbido sordo. Creo que pega mucho en la imagen que trasmites. Ha sido fantástico, me ha encantado conocer a las criaturas, la verdad (? Y cómo has narrado todo xD

    Si tuviese que poner alguna pega (que siempre suelo ponerlas, tho(?)), es que quizás era esperable la intervención de Lavignia (? Aunque no la trampa de las dos netherarañas. Pero bueno, también depende del gusto del lector, a mí en general me gusta que me sorprendan xD

    Espero poder leer otra historia tuya, y que me guste tanto como esta. Ha sido un trabajo magnífico, tienes mi más que merecida enhorabuena xD

    Omg, estoy como en sckoc bc ahora que os ando leyendo más a todo es color fuck pero que bien escribís, nunca me había parado a fijarme (?? Y eso. También, como ha dicho DarkRS se agradece la buena ortografía (?

    Excelente trabajo, mis dieses.

    Sigue así,

    Lucas Diamond~
     
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    He puesto la banda sonora de NITW de fondo mientras leo y me encanta cómo algunos capis coinciden con la ost que mejor le va, me hacen disfrutar esto más aún asdha. Voy a ir dejando comentarios de cada capi a medida que leo, para no dejarme nada :D


    Capítulo 4

    Empezar a leer viendo cómo Freyja recibe un golpe de una patata me hizo sonreír, no me esperaba un inicio así y fue gracioso retomar la lectura viendo en qué berenjenal (jeje) se han metido nuestras protagonistas. La escena ha sido demasiado cómica y me de hecho el capi se me pasó volando, estaba demasiado intrigada por ver cómo resolvían su situación o cómo les daba de vergazos, cualquiera de los dos me valía (?) Pero he de decir que me ha hecho agarrarles más cariño a esas dos al ver todo lo que se han tenido que contener para intentar tratar con los humanos. No debe ser fácil guardar la calma cuando te tratan de esa forma, menos para Lavignia ser llamada demonio. Una estrellita para ambas por buen comportamiento, quién lo diría (?) Y me quedé curiosa acerca de esa especie de humanos, el idioma extraño y el rango de edad. ¿Por qué vivirán tanto? ¿Qué los hace distintos a nosotros? ¿La alimentación, el ambiente? ¿Son híbridos de otras especies, quizá?

    Capítulo 5:

    Sigo siendo fan de las interaciones de Lavignia y Freyja, como dijo Gigi arriba lo vuelven todo super ameno en mitad del suspense y la tensión por la situación, todavía con mil interrogantes alrededor. Me da curiosidad si pasó algo en concreto para que ambas dejasen de verse o si fue simplemente cosa de la vida and stuff. Als lo del pez iugh, fue bastante inquietante y me dio cringe pensar en qué criatura pudo hacer eso sjdksadjk. Al fin se va viendo que las cosas están relacionadas, después de un par de capis con escenas sin mucha relación unas de otras, y ahora me intriga muchísimo saber cómo acabará todo con esos bichos. Porfa no me mates a Lavignia Tom que lloro, que me he encariñao' ay. No digo nada de la prota bc reasons (??)

    ¿Llegará el momento de darse putazos? Lo veremos en el siguiente capi.

    Capítulo 6:

    ¿Sabes? Creo que este es mi capítulo favorito hasta ahora. No pasó mucha acción, lo sé, pero creo que revelaste tantas cosas de una forma tan sutil y llevadera que fue muy grato de leer. Ya sabemos cual es el enemigo, unas puaj arañas llamadas netherarañas, que viajan entre realidades y acaban con el resto de una sola picadura. Oh god, qué creepy y qué cringe y qué todo. La visión que tuvo el humano antes de morir, gosh. ¿Cómo lo harán esas criaturas? ¿Absorbeerán el alma/energía vital and stuff de la gente? La forma tan limpia de matar al resto de seres solo las hace más terribles aún, agh.

    Pero el avance en el backstory de estas dos fue la guinda del pastel. Cuando me di cuenta del detalle de la capa que dejaste caer antes, donde no quería que se ensuciase con el barro, fue como oh, eso fue muy sutil, me encanta. Lavignia y Freyja comparten un pasado como... ¿cazadoras reales? ¿Guerreras? ¿Defensoras? Dunno, pero por más que la primera diga lo contrario, sigue atada a lo que significa ese símbolo para ella. Me encantó muy mucho resolverme la duda de arriba, ahora estoy más segura de que se distanciaron por eso que parece atormentar a Freyja. Oh god, más cosas sin resolver que solo me enganchan más a la historia. NECESITO SABER QUÉ PASÓ, QUÉ VA A PASAR, AAA.

    PD: Lavignia no te vayas yo te quiERO.

    Capítulo 7:

    QUE LA ARAÑA ES TAN GRANDE COMO UN CABALLO Y TIENE CARA HUMANOIDE, QUÉ ASCO. Ay dios, qué agallas tiene esta protagonista para enfrentarse a una criatura así sin siquiera achantarse. Soy tan fan (pero sigo triste Lavignia vuelve okya). Me gustó un montón cómo todo acabó teniendo sentido, cómo todo conectaba con lo sucedido en la mina y esos cuerpos abandonados, el agua contaminada, el pez que no fue terminado y ahora los aldeanos. Cuando calculó el tiempo que le faltaba a la araña para irse fue like: fuck, el capi va a terminar así, lo estoy viendo. SE VA A IR POR MUY POCO.

    Y así fue, y aquí me hallo, tensa porque no sé qué sucederá en estos dos capis que me quedan. Espero estés contento Tom, me tienes aquí enganchada >:c (?

    Capítulo 8:

    Me encantan tus descripciones, ¿sabes? Creo que narrar tu propio mundo con todo lujo de detalles, incluso los más ínfimos e insignificantes, vuelve todo mucho más especial. Y en este capítulo te saliste con eso, la verdad. Ya de por sí la narración de la batalla fue super intensa y bien hecha, me imaginé todo a la perfección y me quedé bastante tensa cuando todo parecía indicar que Freyja la iba a palmar. De verdad, me transmitiste un miedo que me dejó en vilo xDD Pero el rescate de Lavignia, oh god. Lo retiro, este fue mi capítulo favorito, qué emoción. Verla regresar y ayudar a su amiga contra unos bichos que le dan tanto asco fue hermoso, y demuestra lo mucho que la aprecia en verdad. Me dejó con una sonrisa el final, lo amé <3 ¡Y llevaba todo el tiempo esperando entender la importancia de la plata líquida en la historia! Me encanta llegar a este punto en una historia y entenderlo todo xDD Pero sobre todo que no lo soltases tan rápido, que las cosas se fuesen hilvanando sutilmente entre capítulo (o en tu caso, entre escenas).

    Y ese final, me derritió el corazón la conversación, la sonrisa sincera y le revolvió el pelo y todo, cosita. Ahí Freyja le demostró que también le aprecia lo suficiente como para haber regresado, pero me dejó toda la curiosidad de a quiénes perdió Lavignia y dejó solo en sus recuerdos, ay.

    El epílogo me resultó bastante cómico xD Ese recurso que suele emplearse después del pico de tensión, después de todo, alivia bastante la carga hasta ahora. Imaginarme a Freyja de aquí para allá matando bichos y a Lavignia observándola divertida fue demasiado. Una lástima que acabase aquí, y que se marchase tan campante, pero supongo que eso es un "estoy segura de que te veré pronto que ni necesito despedirme". O eso espero, como se tome tanto tiempo again le pego (?)

    Qué decirte, Tom, lo amé xD Y creo que hasta prefiero haberlo leído todo de golpe, como suelo hacer con los anime de temporada, porque soy una impaciente de mierda que no puede esperar por algo que le enganchó (?) Has hecho un muy buen trabajo, captaste mi atención y me diste ganas de saber mucho más. Sea como sea, estaré deseando leer más aventuras de Freyja, que ya le tomé cariño a nuestra pequeña gruñona.

    Sigue así, que esta bebé te leerá aunque se tarde en ello. ¡Tarde pero segura!
     
    Última edición: 30 Marzo 2020
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