Juego FanficsDead

almiok Yáahl Luix El Calabazo Gigavehl (Los soldados, la policía y los bomberos de FanficsDead)

Calabazo miró perplejo a su amigo y compañero; había tanta tensión en el aire que apenas podía procesar esa información. ¿Estaba pensando en quedarse y suicidarse? No podía permitirlo. No podía permitir que el hijo de puta se lleve todos los créditos de héroe. Calabazo lo tomó del brazo y tiró de él, Gigavehl tan débil se dejó llevar. Yaáhl ya había bajado los escalones y logró tener contacto con los dos bomberos.

—¡Adentro, urgente! —gritó la oficial de policía, mirando a la distancia qué cosa discutían los soldados.

—¡Vamos, Giga! —ambos subieron los escalones y se internaron en el hall de la comisaría. Giga se sentó en el suelo y Calabazo se quitó la chaqueta amarilla, dejando ver el pantalón de tiras y su camiseta azul al cuerpo, mostrando su tonificado físico de un bombero entrenado pero cagado de miedo.

Fueron segundos, aunque para Liza White resultaron minutos. Parecía una película irreal de drama y amor por igual, con algún que otro muerto que deseaba tu cuero cabelludo. Por la puerta acababa de entrar Calabazo y apenas había tenido tiempo de reaccionar. Gigi Blanche se había acercado a los dos hombres.

—¿Qué sucede afuera? —preguntó Gigi mientras se masajeaba las manos, nerviosa.

—Hay dos soldados allí, conteniendo a las bestias. Debemos cerrar la puerta cuando antes, mientras más tardemos menos chances tendremos...

—¿Tu compañero está bien? —miró a Gigavehl sentado y acostado contra un escritorio. Respiraba lentamente y sudaba.

—Está perfecto, dame una mano con él. —Calabazo con ayuda de la civil le quitaron la chaqueta amarilla, el casco y lo sentaron en una silla mullida.

—Le traeré un vaso de agua... —comentó Gigi y se alejó.

—Bien. ¿Ves, colega? Todo está bien. Todo está perf-

Sus ojos se encontraron, por primera vez desde que entró a la comisaría, con los de Liza White. Sus miradas se cruzaron y se reconocieron en cuestión de segundos. Calabazo sonrió levemente y Liza lloró de la felicidad. Pero todo se vio interrumpido cuando Yaáhl cerró la puerta de la comisaría con fuerza. Con ella había una mujer militar, con el rostro encogido en una mueca de dolor.

—Debemos armarnos cuanto antes. No tardarán mucho en intentar ingresar a la comisaría. —dijo Yaáhl, quitando un cargador de su pistola vacío. —¿Cuantos aquí saben disparar un arma?

Todos se miraron incrédulos, era obvio que no habían recibido ningún entrenamiento básico de armas. Yaáhl asintió para sí misma y miró a Luix.

—Lamento mucho lo de tu compañero, pero... tenemos que movernos. Rápido. Cuanto antes. Te necesitamos.

Luix limpió una pequeña lágrima de su ojo izquierdo y afirmó con fuerza, viendo a todos los presentes. Ella tenía un rifle de asalto y una pistola beretta de segunda opción. Quitó la pistola y se la entregó a Calabazo.

—¿Ves la palanquita de la pistola? Es el seguro. La subes, el seguro está quitado, la pones en su lugar y no dispara. Fácil.

—Pero oye... —dijo Calabazo, tomando la pistola torpemente. —¿Dónde está tu compañero?

10 MINUTOS ANTES.

Luix derribó a otro perro que estaba por golpearlos, era el quinto que mataba. Parecían no terminar más.

—¡Tenemos que irnos ya, Almiok!

Almiok disparaba sin cesar, parecía no escuchar. Luix le tocó el hombro y Almiok le empujó.

—¿Es que no entiendes? ¡Vete! ¡Solo me estorbas!

Luix arrugó el entrecejo y lo abofeteó. Almiok le miró en silencio, volviendo a centrarse en los perros.

—Vete. Ahora. Es una orden. —dijo el soldado.

—Tú...

—¡Si tu mueres también los civiles están perdidos! ¡Proteger y servir! Me lo dijiste hace cerca de media hora atrás. Tú lema y el mío. Ahora vete a cumplirlo. Yo ya hice mi parte aquí.

—¡Hacia aquí! ¡Hacia aquí! —gritaba la oficial de policía, agitando el brazo desde los escalones que daban a la comisaría.

Luix cerró los ojos con fuerza para no llorar y cuando volvió a abrirlos vio a Almiok encendiendo una bengala y corriendo en otra dirección, lejos de ellos y lejos de la comisaría. Luix observó unos segundos, apenas suficientes para imaginarse como terminaría todo. Tres perros estaban por darle caza y Almiok ya no tenía munición.
Se dio la vuelta y corrió como una posesa; corrió lejos del infierno. Sintiendo los gruñidos de los animales y los gritos de su compañero. Seguro volvería a verlo, transformado... pero así era como quería recordarlo. Siendo un héroe para todos.

PRESENTE

—No lo logró. —respondió Luix, tomando una personalidad fría. —¿Dónde está el arsenal, oficial?

—Dime Yaáhl. —carraspeó la garganta. —Lo tenemos en el subsuelo.

—¿Cuál es la idea? —preguntó Gigavehl.

—Armarnos hasta los dientes. Tomar provisiones de la enfermería. Y rezar por llegar a otro sitio sanos y salvos.

—Es lo mejor que tenemos...

Gigi Blanche Gigavehl Luix Liza White Yáahl El Calabazo

Opciones (Pueden separarse)
a) Ir hacia el arsenal
b) Ir hacia la enfermería
c) Ir hacia el hall del oeste (ustedes se encuentran en el del norte)

Gracias almiok por jugar! :)

 

un placer... y esto me mato de risa

Esta bien que sea el fin del mundo pero diablos señorita.

 

Luix.

El sonido de la puerta detrás de mí causó un débil escalofrío a todo mi cuerpo, estaba atónita, la mano me ardía un poco después de haberle pegado a mi compañero... ex compañero. La presioné mientras veía a las civiles Liza White y Gigi Blanche junto a los bomberos El Calabazo y Gigavehl. Me sentía ridículamente fuera de lugar, como si en mi corazón se hubiera hecho un miserable hueco imposible de llenar, como si en él se reflejara un pozo sin fondo. Por un momento hice un mohín, presionando mis dientes a boca cerrada. Yáahl me hizo reaccionar rápidamente, aún cuando los interrogatorios de lo sucedido me traían algunos recuerdos que trataba de borrar.

Era cierto, no debía pensar en eso, debía cumplir con mi deber, si almiok se había sacrificado, no sería en vano. Haría lo imposible para slavarlos, a cualquier costo.

Revisé mi equipamiento, ya no tenía tantas balas, y tampoco creía o confiaba con ceguera que era lo suficientemente buena para mantener a todos con vida. Mire a todos en el sitio, decidiendo volver a hablar —Necesito saber dónde quieren quedarse ustedes, yo necesito estar preparada para cualquier situación.

Mi rostro estaba casi inexpresivo, o eso era lo que intentaba, pero aún en el fondo sentía esa decepción y pesadez... por poco perforando mi alma. Miré a Calabazo —Esa arma que te he dado es para que puedas apoyar, confío en que la usarás con mucha diligencia— mencioné volviendo a raspar mi garganta.

—Mi deber es mantenerlos con vida, agradecería si se mantienen unidos. Lo cierto es que esa puerta no durará lo suficientemente para estar tan tranquilos, habría que buscar una salida— vi a cada uno con seriedad, cerrando mis ojos ante un pequeño suspiro de mi parte —Iré a buscar al arsenal, si alguno quiere acompañarme para poder traer algo conmigo, sería de gran ayuda. No necesitan ser unos genios en esto, mientras puedan derribar a un pequeño perro podremos abrirnos camino...

Un silencio logró abrumarme por unos segundos. — ¿Y bien? ¿Irán conmigo?

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*Se sienta tranquila a esperar alguna respuesta sabiendo que quizás muera fácilmente porque así de buena suerte tiene en estos juegos* (?????)