Boku no Hero Academia i don't know how to dream your dreams (so i won't)

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Eternatus, 3 Octubre 2019.

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  1. Threadmarks: Lies
     
    Eternatus

    Eternatus Fanático

    Piscis
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    11 Agosto 2011
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    Título:
    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    3358
    Este escrito será un long-fic de unos veintimuchos capítulos, si puedo mantenerlo (dudoso), con motivo del Mes de los Villanos. Este es un evento que he visto en Tumblr y AO3, que se basa en utilizar una palabra por día y realizar un escrito en base a un villano de bnha. Empiezo el mes 3 días tarde (en realidad 4), pero es posible que recupere esas palabras al acabar.

    Sobre el fic, decir que se sitúa casi 5 años después del cannon, y se basará en un crack pairing.

    Palabra del día: Mentiras.

    i don't know how to dream your dreams
    so i won't
    Day 3: It starts with a lie.
    Uraraka Ochako se mira al espejo y, por primera vez en casi 5 años, un héroe le devuelve la mirada. Su licencia ya no es provisional, y tampoco lo es su determinación. Hoy es el primer día del resto de su vida, y Uravity va a hacerlo valer. Está vestida con un traje de dos piezas en color crema y su rostro está leve pero expertamente maquillado. Al parecer, las clases que Mina le dio antes de acabar el curso hace más de dos años habían funcionado. Uraraka sabe que se ve profesional y útil, y sabe que su traje hace poco para disimular la fortaleza de sus brazos, el poder de sus músculos. A lo largo de los años se había forjado una reputación de luchadora a corta distancia, y su cuerpo era sólo un recordatorio de su habilidad y fuerza.

    Una sonrisa aparece en sus labios, y la joven asiente a su reflejo. Puede hacer esto. Hoy dejará a Hawks impresionado y conseguirá el trabajo de sus sueños. Si lograra un puesto como ayudante del héroe número dos, muchas puertas se le abrirían. Empezaría a cobrar una suma considerable de dinero para ayudar a sus padres, y ganaría experiencia al lado de uno de los héroes con más talento de su generación; al fin y al cabo, Hawks, también conocido como Takami Keigo, tenía sólo 27 años, y ya llevaba casi 5 años en el puesto número dos. El héroe más afamado y joven de la historia.

    Sí, toda una leyenda.

    Uraraka recoge sus cosas y sale de casa de sus padres con determinación. Ambos están trabajando a estas horas, pero ella sabe que la apoyan con todas sus fuerzas. La noche anterior había preparado un abanico de posibles preguntas con su padre, y la joven no podía sino agradecer todo el apoyo recibido hasta el momento. Pronto comenzaría a pagar su deuda.

    Aunque sus padres no lo vieran así, Ochako sabía que durante mucho tiempo había sido una carga económica muy importante, y que enviarla a estudiar a U.A había requerido de muchos sacrificios. Hoy por fin demostraría que nada de eso había sido en vano.




    El tren está abarrotado, pero Ochako se asegura de no perder la calma. Llegará a tiempo, de eso se había asegurado saliendo una hora antes de lo necesario. En su bolso su teléfono vibra, es un mensaje de Izuku.

    ~~~Deku-kun♡~~~
    "Suerte con la entrevista! La bordarás y dejarás a Hawks con la boca abierta. Pídele un autógrafo de mi parte. Nos vemos en unas horas! ♡♡♡"

    Uraraka no puede evitar una risita ante esto. El uso liberal de corazones por parte de Deku era algo que siempre le ponía una sonrisa en la cara. Eso y sus tendencias de fanboy que parecía no querer superar. Aunque el joven conociera al héroe alado en persona y hubiera trabajado con él en múltiples ocasiones, un autógrafo nunca sería suficiente. Esto mismo le responde, agradeciéndole también por los ánimos recibidos. Si todo salía bien, irían a celebrar a uno de los bares más reputados de Musustafu. Todos en su grupo de amigos habían cumplido la mayoría de edad hacr años, pero no habían tenido tiempo para juntarse y quedqr debido a la cantidad de horas que debían invertir en empezar sus carreras, además, hacía mucho que no estaban en el mismo lugar al mismo tiempo, por lo que por fin podían divertirse juntos en locales donde solo habían tenido tiempo de ir cuando no tenían permitida la entrada.

    Los minutos pasan y Ochako se baja del tren en una parada cerca de la agencia de Hawks. Mientras camina hacia allí, su móvil vibra en rápidas sucesiones de mensajes, pero la joven lo ignora por el momento. Probablemente sean sus ex-compañeros dándole ánimos para su entrevista. Revisar el teléfono mientras camina podría impedir su análisis de los alrededores, por lo que Uravity rara vez se permite ese hábito. Cuando era más joven era algo que solía hacer con frecuencia, pero con el tiempo había aprendido que uno nunca puede ser demasiado cauto cuando se está rodeado de gente.

    Ni tampoco cuando se está completamente solo.

    Al llegar al edificio Uraraka se queda sin aliento. Ya había estado allí anteriormente, pero tras un incidente con un villano especialmemte destructivo, parte de éste había quedado en ruinas. Hoy, la entrada y el interior parecían realizados por un diseñador de lujo. Aquello era algo poco característico para alguien como Hawks, y la joven almacenó esa información para analizarla en otro momento. El hall de entrada está abarrotado de gente, civiles y ayudantes a partes iguales, e incluso la prensa estaba presente. Eso sí que era normal; Hawks y su agencia eran muy mediáticos, y últimamente habían trabajado en casos que se habían ganado la atención del público.

    En el mostrador la joven se identifica y es enviada al piso más alto, donde Hawks tiene su oficina. En el trayecto en ascensor, Uraraka se prepara para dar lo mejor de sí misma y conseguir el trabajo.

    —Puedes hacerlo, Ochako. No importa que Tokoyami no lo haya conseguido. Hoy vas a salir de aquí como la nueva ayudante del héroe número dos.

    Su pequeño monólogo logra darle un último empujón a su confianza, y antes de que las puertas se abran, Uraraka Ochako se convierte en Uravity. Más fuerte, más segura de sí misma, menos afectada por sus alrededores, más afable y risueña. La máscara encaja a la perfección, y Uraraka sabe que aguantará todo lo que Hawks pueda lanzarle.

    Adelante.

    El último piso, número 45. A Hawks verdaderamente le gustaban las alturas, y es probable que desde allí tuviera algún ventanal o plataforma desde el que lanzarse al vacío. A partir de ahora dejaría de ser el único maestro de las alturas.

    Un largo pasillo flanqueado por puertas la lleva a un masivo espacio abierto, decorado de forma mucho más humilde que la entrada del edificio. Sofás amplios y cómodos, abundancia de reposapies y mesitas repletas de revistas y libros, eso sí que gritaba Hawks a la legua.

    Un ventanal ocupaba todo el lateral de ese lado del edificio, pero la joven no lograba divisar ninguna salida al exterior. Curioso. Muy curioso.

    La secretaria le había explicado que el hombre en cuestión se encontraba ocupado por el momento (entiendible, ya que Ochako había llegado con más de media hora de antelación) y que lo esperara en su sala de espera. Antes de sentarse Uravity contempla sus alrededores con lentitud, tomando nota de posibles rutas de escape o elementos que usar como armas llegado el caso. Aquel podía ser uno de los lugares más seguros de Japón, pero Uravity no dejaba nada a la suerte. Uravity siempre estaba preparada.

    Una vez memorizada la disposición de todo el piso, la joven se permite sentarse y revisar los mensajes de su teléfono. Hay mensajes de 2 grupos diferentes, lo cual lleva una sonrisa a sus labios. Las noticias corrían rápido.

    Bakusquad
    ~~Mina♡~~
    "Déjalo sin palabras, chica. Tú puedes con esto."

    ~~Pikachu$$$~~
    "Definitivamente. Hoy necesitamos una razón para celebrar hasta perder la cabeza!"

    ~~Kiri☆~~
    "Hazlo como tú sabes, Uraraka!!! Hazlo trizas!"

    ~~Lord Explosion Murder ~~
    "Vas a conseguir esto, Angel. No dudes de tus habilidades. No hoy. Nunca más."

    Ante este último mensaje Uraraka siente su corazón empezar a latir más rápido y el vello del cuerpo se le eriza, todas sus terminaciones nerviosas en alerta. Las palabras de Katsuki le habían calado dentro, en lo más profundo de su ser, donde sus inseguridades dormitaban como bestias en hibernación. Urakaka había tratado por todos los medios posibles, durante tres largos y duros años, superar sus miedos e inseguridades y, Katsuki lo sabía. Él también sabía que aunque lo había conseguido en gran medida, el bagaje mental siempre estaría ahí, esperándola.

    Un nuevo zumbido la saca de sus pensamientos. Un meme enviado por Kaminari, irónicamente apodado Pikachu en el chat, le devuelve el ánimo. Shia Labeouf parece gritarle 'SIMPLEMENTE HAZLO' en una posición que logra sacarle una carcajada. Uraraka nunca se arrepentirá de acercarse a ese grupo. Por muchas diferencias que Bakugou tuviera con Izuku, todos ellos se habían convertido en personas demasiado importantes para Uraraka.

    En otro grupo, el denominado "Dekusquad" Tenya, Tsu y Shoto le daban ánimos y le recordaban que la verían esa noche, completamente seguros de su éxito en la entrevista. Uraraka respondió a ambos grupos con un uso desproporcionado de emojis de puños y brazos fuertes y, justo después de enviarlos, un escalofrío recorrió su espalda. Alguien la observaba.

    Con normalidad metió el teléfono dentro de su bolso, como si no estuviera al tanto de lo que estaba sucediendo. Con toda la parsimonia del mundo Uravity se gira y observa con una sonrisa inocua a Hawks, que se encuentra suspendido en el aire fuera del edificio, contemplándola desde el gigantesco ventanal.

    Si el héroe se sorprende antes esto, no lo demuestra, y con un gesto le indica que espere.

    En un parpadeo desaparece de su vista, y unos segundos después la puerta al final de la sala se abre. Hawks entra, luciendo perfectamente en control y sin un pelo o pluma fuera de su sitio. Las puertas son mas anchas, hechas a medida para acomodar la envergadura de sus alas, que aún en reposo eran gigantescas.

    — ¡Uravity! — La sonrisa del hombre es fácil, hecha para transmitirle seguridad y amabilidad. Para decirle que todo está bien. Uraraka ve a través de ella. — Ha pasado mucho tiempo, demasiado para ser honestos. No siempre te encuentras con una mujer que puede levantar rascacielos a pulso.

    Uraraka se levante de su sitio y se inclina ligeramente para después mostrarle una sonrisa y llevarse una mano a la nuca en aparente vergüenza ante sus alagos. Dos pueden jugar a ese juego.

    —No a pulso, no. — Responde con una risita. —Solo con muchas ganas. Ha pasado más de un año y sigues igual que siempre, Hawks, ¿envejecéis los pájaros más lento?

    El hombre se lleva una mano al corazón y finje dolor.
    —Golpe bajo, Uravity. Sabes que eso es un secreto.

    La joven se ríe y sigue a Hawks dentro de la oficina, que la sorprende gratamente. Una gigantesca estantería empotrada cubre cada centímetro de la pared posterior, llena de libros y papeles. Más allá de eso, la oficina casi carece de muebles, quitando el escritorio y los sillones.

    —Bueno, empecemos con la entrevista. —Hawks se sienta en su silla, extrañamente pequeña para un hombre con alas de varios metros de envergadura.

    —Sí, por supuesto.

    —Creo que deberíamos sacarnos de encima lo más evidente. ¿Por qué quieres trabajar conmigo? ¿Qué piensas que te hace necesaria para mi equipo? — Keigo la observa con seriedad, aunque una sonrisa todavía adorna sus labios y su postura es relajada, abierta, casi imitando la suya propia. Uraraka sabe que eso es una estrategia para hacer que se relaje y hable más abiertamente. Ella misma la usa en ocasiones.

    —Eres el héroe número dos en el ránking. En mi generación, eres una leyenda. El héroe más jóven en ascender al top diez. Dicen que con menos de diez años rescataste a cientos de personas de un descarrilamiento de tren. Hoy en día te enfocas en trabajos de rescate y luchas contra villanos de alta categoría. Esto sólo son los hechos. Mi motivación proviene de ellos. Quiero ser la sombra de tu leyenda; quiero aprender todo lo que puedas enseñarme, y quiero marcar mi nombre a fuego en la historia. Es cierto que la paga influye en mi decisión de trabajar contigo, pero eso es sólo una parte. — Uravity hace una pausa, dejando que el hombre asimile sus palabras. —Creo que puedo traer versatilidad a tu equipo de ayudantes. Puedo no ser la más rápida, pero he entrenado mi quirk al límite, y soy una experta luchadora cuerpo a cuerpo. Tú mismo has comprobado que, en situaciones límite, pienso con claridad y tomo decisiones en segundos. Una de estas decisiones salvó tu vida y la de muchos, hace 18 meses. Como tú, puedo llegar a ser una maestra de las alturas. De la gravedad.

    Hawks la contempla, sorprendido por su discurso, por la honestidad palpable en sus palabras. Él había percibido la máscara de la joven con tan solo verla, y el que expusiera sus motivos con tanta franqueza pero manteniendo su verdadero ser escondido bajo capas y capas de armadura, le daban esperanzas de haber encontrado a la persona adecuada.

    —Eso sí que es un buen punto. Nada como decirle a tu futuro jefe "estás vivo gracias a mí, bastardo."

    Los ojos de Uravity se hacen cómicamente grandes, y Hawks rompe a reír, esta vez con honestidad.

    —Lo siento, lo siento, no pude evitarlo. Pero es verdad, ¿no? Me salvaste la vida. A mí y a cientos de personas. Y acababas de graduarte. Nadie esperaba nada de ti, pero tú fuiste la protagonista de uno de los rescates más importantes del año. Levantar más de 300 mil toneladas y mantener el control durante más de media hora, bueno, he de decir que no hay mucha gente capaz de eso. Solo por eso debería darte el puesto. — Hawks intenta discernir alguna reacción en Uravity, pero su rostro es una marca de estudiada complaciencia. — Sin embargo, me gustaría saber un par de cosas más, solo por burocracia, ya sabes, siempre hay que seguir un protocolo para esto y aquello y lo de más allá.

    —Adelante, intentaré responder a todo.

    Uraraka estaba extrañada por lo bien que estaba saliendo la entrevista. Hawks parecía querer contratarla y las preguntas que faltaban no determinarían su puesto de trabajo.

    —Bueno, entonces… ¿Edad?, ¿estado civil? ¿Hay alguna posibilidad de que estés embarazada o lo estés en el futuro? Y, finalmente, ¿cuales son los límites actuales de tu quirk?

    —En unos meses cumpliré 20 años. Actualmente estoy soltera y no hay posibilidad alguna de que esté embarazada, ni ahora, ni en el futuro más cercano. Sobre mi quirk, bueno, eso es algo que no he testado empíricamente. Después del incidente con la torre de Pentasonic, no he tenido oportunidad de comprobar cuánto he mejorado. Mi control, hablando en niveles de intensidad, me permite levantar miles de objetos de varios cientos de kilos. El límite máximo en toneladas, por ahora, es incierto.

    Hawks asiente, asegurándose de guardar la información para un posterior anáisis. La joven no dejaba de sorprenderlo; desde que probó su habilidad para detectar cuando alguien la observababa, hasta su capacidad para reconocer falsas emociones e imitarlas, y sus impactantes habilidades deductivas y de anáisis, Hawks no podía creer que había pasado por alto una mina de oro por tanto tiempo.
    Ahora solo debía cultivarla.

    —Creo que está de más decir que ya tienes el trabajo, ¿no? — Bromea, notando que la mujer probablemente se haya percatado de su razonamiento.

    —¿De verdad? Muchísimas gracias, Hawks. Prometo que no te arrepentirás de elegirme para el puesto. — Por primera vez, con sinceridad en la mirada, Uraraka permite que el héroe vea bajo la máscara de Uravity.

    Ambos hablan un par de minutos más, pero el teléfono del escritorio los interrumpe. El hombre toma el teléfono sin pensárselo un segundo, y escucha atentamente a la persona al otro lado de la línea.

    —Sí, sí. Estoy en ello. Tiempo esmidado de llegada: t menos 4 minutos. — Hay un cierto toque de urgencia en la voz de Hawks, y Uraraka se encuentra deseando saber qué está sucediendo. El héroe alado cuelga y se levanta con rapidez. Uraraka lo imita. — Lo siento, Uravity, el deber me llama. Habla con Tokā, mi secretaria, y ella se encargará de todo.

    Con eso, Hawks abre la ventana y, justo antes de lanzarse al vacío, habla por última vez. -

    —Aquí nos dedicamos principalmente al rescate y reacción a ataques de villanos, Uravity. A partir de mañana serás mi ayudante en todo lo relacionado con rescate operativo. Ven preparada.

    Tras eso, Keigo desaparece, y Uraraka no puede evitar sentir que en sus palabras había una mentira.




    Un grito ahogado resuena en la noche, pero se corta abruptamente, siendo sustituído por un gorgoteo laborioso y húmedo. Golpes hacen eco en un espacio amplio y oscuro, y las respiraciones de los presentes son entrecortadas. Muchos ya no respiran. Una mujer rubia y vestida con ropas oscuras y a la vez extrañamente adorables está cubierta de sangre. A sus pies varios cadáveres descansan hechos trizas. Su sangre no le interesa, los quirks e identidades de aquellos delincuentes de pacotilla no tenían valor alguno para el Frente de Liberación Paranormal. Así, Toga simplemente disfruta. Corta y destroza, mutila. Los cuchillos en sus manos hace mucho que dejaron de brillar ante la luz de la luna que entraba por las ventanas, cubiertos por sangre seca.

    Queda un hombre. Está atado a una silla y parece que se ha meado encima. Nadie lo ha tocado por el momento, pero ver el brutal asesinato de sus compañeros es tortura suficiente.

    O tal vez no.

    —Esto es lo que pasa cuando te metes en nuestro territorio, figura. El FLP no permite que gusanos como vosotros operen en las tierras de Shigaraki, ¿lo captas? — Un hombre con apariencia de lagarto lo amenaza con una espada, y el delincuente gimotea intentando zafarse de las cadenas que lo mantienen preso.

    —Spinny~~, deberías dejármelo a mí. Yo le enseñaré modales. Sus amiguitos no aprendieron bien la lección, pero estoy seguro que él lo hará mucho mejor, ¿verdad? — Una sonrisa sádica y predatoria aparece en los labios de la joven, y sus ojos brillan con sed de sangre.
    A Spinner parece no gustarle la intervención de Toga, y ambos comienzan a discutir. Mientras, el hombre logra romper las cadenas con su quirk de superfuerza. Ambos villanos se lanzan a capturarlo pero una mano que sale de las sombras les gana por goleada. El delincuente cae de rodillas, observando con terror puro la mano que lo sujeta solo con cuatro dedos.

    —Ohoo, parece que Shiggy se ha cansado de esperar. ¡Yo quería apuñalarlo, jefe! — Himiko se burla desde su posición y Spinner le lanza una mirada de reproche. Para él, Shigaraki Tomura era una figura que comandaba respeto y miedo. Lealtad.

    — ¡No le faltes al respeto a Shigaraki, Toga! ¿Qué ejemplo te crees que damos si los comandantes del FLP no mostramos diligencia y respeto, eh?

    Antes de que Himiko pudiera responder, una voz grave y fría corta la discusión.

    —Es suficiente.

    Ante el tono empleado ambos villanos se callan instantáneamente. Saben lo que está por venir.

    Shigaraki Tomura sale de entre las sombras. Su pelo blanco cae sobre sus hombros y hoy, como suele hacer últimamente, lleva traje y una parka de piel. Todo en él demuestra su posición como el jefe de más de doscientos cincuenta mil soldados. Frío, dominante y cruel, el villano aparenta ser justamente lo que es, un monstruo habitando la piel de un humano.

    El delincuente se estremece al verlo e intenta escapar, sin éxito alguno. Ni con su fuerza mejorada puede romper el agarre de Tomura, que simplememte tironea de su brazo para hacer que éste cese en sus irracionales intentos de escape. Ya está muerto, ¿para qué intentar escapar?

    —Esto será un mensaje para todos los tuyos. — La voz de Shigaraki cae varias octavas, y al delincuente se le hielan los huesos. — Fuera de mi territorio.

    Y con eso el quinto dedo hace contacto con la piel del delincuente, convirtiéndolo en cenizas.
     
    Última edición: 6 Octubre 2019
  2. Threadmarks: Blood
     
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    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    2957
    Palabra del día: Sangre.

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    Day 4: What you gon' do when there's blood in the water?

    Un autobús cae del cielo, y la muchedumbre corre. Hay sangre inundando la calle, y la escena se está convirtiendo rápidamente en una masacre. Varios héroes intentan controlar los daños mientras esperan refuerzos, pero sus esfuerzos parecen ser en vano.

    Uraraka intenta mantener la cabeza fría. Hay demasiadas bajas civiles. Pronto habrá muchas más y los héroes deberán ser incluidos en las cuentas si alguien no detiene a aquel villano rápido. El gigante corre desbocado, levantando vehículos y lanzándolos sobre la muchedumbre; ¿por qué demonios no se ha aplicado aún el protocolo de evacuación?

    Uravity está furiosa. Hawks está a cientos de kilómetros de distancia, lidiando con sus propios problemas. Por primera vez desde que llegó a su agencia la joven debe encargarse de un problema por su cuenta. Otros dos ayudantes se encuentran con ella, pero ninguno tiene las habilidades necesarias para acabar con una amenaza como aquella. Un quirk de gigantificación y superfuerza requería de impresionantes habilidades destructivas. Por suerte, Uraraka representaba bien ese papel, cuando así lo quería.

    La noche es cerrada y las luces de las pocas farolas que quedan parecen no dar iluminacióna alguna. Ochako corre hacia donde los gritos son más fuertes mientras toca diversos objetos. Para un observador externo parecería que lo hacía al azar, sin tener realmente claro lo que estaba haciendo.

    Se equivocaban.

    Los destrozos, coches y hasta el autobús lanzado previamente la persiguen. Uraraka los mantiene lo suficientemente alto como para que el villano no pueda detectarlas.

    Justo cuando está llegando a una intersección, la parte exterior de un edificio pasa rapidamente ante sus ojos, y Uraraka no se lo piensa. Solo necesita un toque, y aquella masa de cemento y hierro no llega a tocar nunca el suelo, ni a aplastar a nadie más.

    Uravity camina lentamente hacia el gigante, que la observa con cautela. La mujer emite un extraño brillo rosáceo, consiguiendo que la atención se centre en ella y solo en ella. En el cielo, a muchos metros sobre sus cabezas, toneladas de destrozos se elevan, consiguiendo distancia para aumentar su fuerza de impacto.

    A menos de cien metros del gigante, la joven se detiene. Hay fuego quemando en su mirada; esto se termina aquí y ahora. El villano parece opinar lo mismo, porque se posiciona, sus cuádriceps tensándose para un salto que la haría trizas.

    Uravity sonríe, y cientos de asteroides caen del cielo.

    Bueno, así lo relataría la prensa después, aunque la verdad era ligeramente diferente. Los "asteroides" no eran mas que chatarra humana elevada hasta la estratosfera. Igualmente devastadores, en opinión de la heroína.

    Con una lluvia de fuego sobre él, el gigante poco puede hacer para defenderse. Lo cierto es que aguanta varios impactos, y Uraraka se preocupa durante un momento. Una resistencia sobrehumana no entraba en sus planes. Con un toque entre sus dedos, cientos de toneladas caen sobre el villano, apilándose en una montaña sobre él.

    Durante unos minutos todo es silencio. Uraraka observa la pila de escombros con sospecha, pero no hay movimiento.

    A su alrededor las personas aplauden, asombradas por su poder y estrategia. Muchos parecen llorar a sus muertos, y una terrible sensación de culpa se apodera de ella.

    Tendría que haber llegado antes.

    Muchas muertes se habrían evitado si Uraraka no hubiera estado lidiando con un atraco a varias calles de distancia. Sobre la culpa, un sentimiento de odio y rabia se hace presente. La prensa se acerca y la joven debe ponerse la máscara otra vez, no podía permitir que el mundo entero viera cuán afectada estaba en realidad.

    — ¡Uravity! Unas palabras, por favor. — El reportero le hace un gesto al cámara, que la enfoca con atención. — ¿Cómo has vivido el ataque?, ¿estabas cerca cuando ocurrió?

    Antes de que Ochako pueda abrir la boca para responder, una vibración agita la pila de escombros, sacudiéndola. Uravity se gira, rabia quemando en sus venas, y el gigante saca un brazo de entre un par de trozos de cemento. La cabeza sigue y pronto más de la mitad de su cuerpo está fuera.

    Uravity ve rojo.

    Un pedazo de edificio del tamaño de un polideportivo aplasta al villano, asesinándolo en un instante.

    A Uraraka no podría importarle menos.

    En los tiempos tan violentos que corrían, y para calmar a las masas enfurecidas, a los héroes se les había dado licencia libre para ejecutar villanos a su discreción. Uravity podía contar con los dedos de una mano los villanos que había tenido que matar, pero no era algo que le afectara demasiado.

    Ya no.

    La joven se gira y observa al reportero, que la contempla con la boca abierta, su piel blanca como el papel, y sudor frío empapando su rostro. El cámara está en las mismas condiciones, igual que el resto de civiles que restan aún en la calle.

    —Así es como se vive un incidente de este calibre. Aquí no hay vencedores o vencidos. Sólo víctimas.

    Con esas palabras, Ochako se pone manos a la obra. Todavía hay mucho trabajo que hacer. Hay que rescatar a todos aquellos atrapados bajo los escombros, e intentar rescatar los cuerpos o, en su defecto, lo que quedara de ellos.

    La cámara la capta levitando varios vehículos y ayudando a la gente a ponerse en pie. En un momento dado puede verse a la joven cargando con delicadeza el cadáver de un niño, y lágrimas empapando su rostro. El reportero se abstiene de hacer ningún comentario, y deja que las imágenes hablen por sí mismas.




    A cientos de kilómetros de distancia, en la ciudad de Deika, Hawks contempla la escena con el ceño fruncido. Varios comandantes del frente también estan viendo las noticias, y aunque aquello le preocupa, también podría ser beneficioso para sus planes.

    — ¡Ochako-chan! ¿Habéis visto eso? Mi Ochako-chan es increíble, y se ha vuelto tan fuerte. ¡Quiero apuñarla! ¡Quiero ser como ella! — Toga parece especialmente emocionada por las escenas mostradas. Hay un cuchillo en su mano, que gira y gira al ritmo de sus desvaríos.

    A su lado Dabi se mantiene en silencio, aunque hay un brillo calculador en su mirada. Él era uno de los encargados del reclutamiento, y una de las cosas más importantes para el Frente era el poder de los individuos.

    Uraraka era poder en estado puro, y su potencial era asombroso.

    En algunos años la joven podía ser una verdadera amenaza, a la altura de eminencias como Endeavor, Ground Zero o Deku. Hawks tenía que aprovechar la ventana de oportunidad que aquel suceso le había abierto. Si conseguía convencer a Dabi de su capacidad para reclutar a la joven, todo iría sobre ruedas.

    — ¿Qué piensas? — Hawks se apoya contra el reposabrazos de la silla del comandante, fingiendo desinterés.

    —Tu nueva ayudante sabe como montar un show, Hawks. La forma de asesinar a ese don nadie me ha recordado al jefe. Esa mirada de desprecio y rabia absoluta. ¿La facilidad con lo que lo ha hecho? No esperaba que lo tuviera en ella.

    —Ha matado a un hombre y le ha dado igual — interviene Himiko, esta vez seria. —Eso nos dice que es algo que ya ha hecho antes.

    —En el incidente de hace casi dos años, cuando la torre de Pentasonic se derrumbó, Uravity dejó el rascacielos caer sobre dos de los causantes. Yo estaba allí, y lo vi en primer plano. No pareció importarle en lo más mínimo. — Hawks sabe que debe tener cuidado. Darles esta información serviría para que se interesasen más en la joven, pero no quería que la vieran como una amenaza, sino como una posible aliada. — En una de las primeras misiones en las que participó como mi ayudante, en un atraco a un banco, le rompió el cuello a uno de los perpetradores con los muslos. Fue algo increíble de ver.

    Ante esto Himiko gime y se lleva las manos a la cara, que ahora está roja.

    —Dios, como me hubiera gustado ver a Ocha-chan hacer algo así. — Sus ojos están desenfocados y su sonrisa es terrible, y Hawks contiene un estremecimiento. — La necesitamos, Dabi.

    El de pelo negro simplemente asiente, pero parece perdido en sus pensamientos. La decisión final recaía sobre él, y Hawks esperaba que fuera favorable. Necesitaba a alguien como Uraraka para ayudarlo a eliminar al FLP de una vez por todas.

    —Uravity tiene las cualidades para ser una buena soldado al servicio de Shigaraki. Bueno, si consigues que se someta a su voluntad. — El tono sugestivo del villano no le gusta un pelo, pero Keigo se fuerza a asentir con una sonrisa cómplice.

    —Tiene un carácter de mierda, pero sabe cómo comportarse. Además, el poder absoluto siempre invoca respeto y sumisión.

    Dabi asiente, convencido, y Hawks sonríe. Sus palabras no iban únicamente por Shigaraki. Cuando acabara con ella, Uraraka haría que el Frente se arrodillara ante su voluntad. Al fin y al cabo, si los informes sobre su quirk eran de fiar, había muchas facetas de éste que Uraraka aún tenía que descubrir.




    Unos días después, Uraraka se encuentra en compañía de Hawks en una nave aparentemente abandonada en el puerto. El frío le cala en los huesos a pesar de su traje, y la joven toma nota de este hecho. Tal vez debería hacer algunos cambios en su equipación.

    Hoy en día su traje era muy diferente de lo que fue en sus orígenes en U.A. Seguía basándose en una única pieza negra que le cubría todo el cuerpo, pero ahora sí tenía más sentido y cohesión. Había algunas partes, como la zona abdominal, los hombros o el interior de los muslos, que estaban hechas de una tela de armadura, reforzada con kevlar para evitar cortes y amortiguar los golpes. Tomando varias ideas de Izuku, Ochako había implementado unos guanteletes nuevos que además reforzaban sus codos y le permitían golpear con más fuerza. Sus botas ahora incluían propulsores que le permitían moverse al levitar, y ya habían perdido ese aspecto impráctico e infantil. Ahora le llegaban hasta las rodillas y, aunque seguían siendo rosas, eran metálicas y mucho más útiles.

    Todo esto no cambiaba el hecho de que Uravity estaba padeciendo duramente el frío. Hawks, a su lado, pareció percatarse del hecho, y extendió un ala a su alrededor, atrayéndola hacia sí.

    —Deberías hacer que el equipo de TI implemente algún tipo de calefacción en tu traje. — Parecía una broma con aquellas palabras, pero Uraraka sabía que aquello era una orden.

    Con Hawks todo eran mensajes ocultos.

    La joven asiente y se mantiene cerca del mayor. Ante ellos una escena grotesca parece burlarse de su ineptitud. ¿Cuánto tiempo llevaban aquellos cadáveres ahí, sin que nadie se percatase de su existencia?

    Por el estado de descomposición, Uraraka diría que ya habían pasado varios meses. El cuerpo ya no presentaba tanto volumen y el pelo y uñas estaban casi desprendidos. Lo que alguna vez había sido un hombre ahora tenía la cavidad torácica hundida, y había indicios de que algún animal se había alimentado del cadáver.

    El olor debía ser intolerable, y Hawks no parecía afectado en lo más mínimo. Uravity llevaba su casco puesto, que filtraba y purificaba el aire que respiraba, y aun así un cierto olor dulzón impregnaba su nariz.

    —Tortura — menciona la joven sin tener que revisar los demás cuerpos. Los cortes, aunque en apariencia hechos al azar, eran mucho más que eso. Faltaban varios dedos, y ningún corte era lo suficientemente profundo como para matar rápidamente. Aquello había sido un proceso largo y doloroso.

    —Un mensaje, diría yo. — Hawks está observando toda la escena, no centrádose en un solo cadáver. La forma en la que estaba situados, el simbolismo de abandonarlos allí, al borde del territorio del FLP… Keigo se aleja unos pasos de ella e inspecciona con detenimiento una silla.

    Uraraka lo sigue, y pensando que es seguro quitarse el casco a esa distancia, lo retira de su cabeza sin pensarlo realmente.

    Error.

    Una oleada de nausea y mareos hacen que deba agarrarse a Hawks o caer. El olor era intenso, dulce, putrefacto. Era una de las cosas más repugnantes que había tenido que enfrentar en toda su vida. Conteniendo las arcadas e ignorando la mirada preocupada del héroe alado, Uraraka se tapa la boca y se arrodilla frente a la silla.

    Su respiración es laboriosa y el mundo parece bailar ante sus ojos, y la joven se obliga a calmarse. Aquello sólo era un olor, podía superarlo. Una de sus manos se separa de su rostro y se apoya sobre el suelo.

    La sangre de Uravity se congela.

    Con horror en la mirada y el corazón latiendole extrañamente lento, la joven levanta la mano, inspeccionándola a la luz de la luna. Aunque su guante cubra gran parte de su palma, las puntas de los dedos están libres para poder usar su quirk. Ahora, sus almohadillas usualmente rosadas están cubiertas de una sustencia grisácea y seca.

    Cenizas.

    Cenizas cubren todo el suelo y la silla. Hawks se arrodilla a su lado y toma su mano entre las suyas. No dice nada. No hay palabras para lo que había sucedido en aquel lugar.

    —Shigaraki Tomura — cada palabra parece una maldición, y los ojos de Uraraka se inundan con una mezcla de terror y rabia. De dolor.

    Keigo no entiende su reacción. ¿De donde salía esa animadversión hacia el villano? Todos los héroes habían aprendido a temerlo, pero esto era diferente. Esto era personal. Hawks se siente como un bastardo al desear que aquello no interfiera con su misión y la misión que quiere encomendarle a Uraraka.

    Una buena persona habría intentado consolarla, preguntarle lo que había sucedido. Un héroe habría intentado solucionar sus problemas, habría intentado abrazarla o establecer contacto físico como forma de aliviar la tensión de la chica.

    Pero no Hawks, él ya no era ninguna de esas dos cosas.




    La mañana siguiente es difícil, pero lo que viene a continuación es necesario para su plan. Uraraka necesitaba saber lo que estaba pasando, de ninguna otra manera accedería a convertirse en un miembro del FLP.

    Joder, si las cosas salían mal, es posible quetuviera que escapar de su propia oficina luchando por su vida.

    Son casi las doce de la mañana y Hawks había mandado llamar a Uravity en su día libre. La joven había llamado para avisar que tardaría un tiempo en llegar al edificio, ya que se encontraba en el otro lado de la ciudad haciendo algunos recados.

    Para pasar el tiempo Keigo toma el libro escrito por Destro hace ya tantos años, Frente Liberador de Habilidades Especiales. Lo ha leído una y otra vez, cientos y cientos de veces. Siempre hay algo que parece escapársele, un indicio de información oculta que se desliza por los confines de su conciencia, como burlándose de su incapacidad para obtener toda la verdad de aquel libro. Hoy es lo mismo que el resto de días, y Hawks cierra el libro con un gruñido de frustración.

    Del otro lado del escritorion Uraraka lo mira extrañada.

    — ¿Día duro?

    Hawks salta en su asiento, incapaz de contener la sorpresa. ¿Cómo no la había sentido acercarse?, ¿tan ensimismado estaba en el libro? Aquello no era posible, no con sus plumas flotando en lugares estratégicos del piso.

    —Eh, sí, algo así. Me has sorprendido. — Con una risotada, el hombre intenta calmat sus nervios. — Sientate, por favor. Hay algo de lo que debemos hablar.

    —No vas a despedirme, ¿verdad? Prometo no hacer más el ninja. Ni vomitar sobre tus zapatos.

    La joven bromea para aliviar la tensión que siente emanar a oleadas del mayor. Sea lo que sea que va a decirle, no es bueno.

    Hawks sonríe a pesar de sí mismo, genuinamente divertido por el comentario de la joven.

    —No, todo lo contrario. Hoy quiero hablarte de un nuevo trabajo. Algo con más responsabilidades; después de verte luchar contra aquel gigante me has convencido de tus capacidades.

    Para el asesinato.

    Para la lucha.

    Para la crueldad.

    —Oh, ¿viste eso? Creo que unas cámaras captaron algunas partes, pero no pensé que fuera tan importante. — Uraraka se rasca la nuca, incómoda. Los cumplidos no eran algo con lo que supiera lidiar.

    —Seré honesto contigo, Ochako. Esto no es algo fácil de digerir ni de transmitir, por lo que te pido que intentes entender, ante todo, qué es lo que te estoy pidiendo.

    Uravity entra en alerta instantáneamente. Hawks nunca la había llamado por su nombre. Sólo en contadas veces utilizaba su apellido, como si la cercanía le resultada incómoda o innecesaria.

    —Quiero que te unas al Frente de Liberación Paranornal.

    Ochako parpadea y observa al hombre con la mirada en blanco. No acaba de escuchar lo que acaba de escuchar. Su cerebro va a mil por hora, y ninguna de las conclusiones que saca son buenas ni ponen a Hawks en una posición favorable.

    —Quiero que leas este libro. He subrayado algunas partes, para que entiendas mejor el mensaje. — Como hizo con Endeavor hace años, Hawks usa el mismo código con Uraraka. — Esta es una recomendación del héroe número dos, así que espero que te lo tomes con seriedad.

    Aún después de tantos años, Hawks sabe que sigue siendo monitorizado a diario. Los del FLP serían unos necios de no hacerlo.

    Uraraka sigue sin responder, pero toma el libro entre sus manos. El tono de Hawks es extráñamente serio, diferente de la voz alegre y distraída que solía presentar al mundo. La joven entiende.

    Al fin y al cabo, con Hawks todo eran mensajes ocultos.
     
    Última edición: 4 Octubre 2019
  3.  
    La loca de los Gatos

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    Aries
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    Entonces, Uraraka va como infiltrada para matar a Tomura?
     
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    Eternatus

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    Day 5: All you have is your fire, and the place you need to reach.
    Un golpeteo rítimico se escucha en la estancia, como un patrón definido. Una y otra vez, golpe, golpe, golpe. Algo amortigua el impacto, pero no por ello el sonido es menos distintivo. Shigaraki Tomura golpea un saco de boxeo con la calma y el ritmo que caracteriza a los profesionales de la lucha. Sus manos están envueltas en vendas, y uno de sus dedos está cubierto por fina tela. El hombre parece sudar profusamente, su cuerpo únicamente cubierto por unos shorts de lucha. Su respiración es mecanizada y acompasa cada puñetazo, cada patada. Sus movimientos se funden en perfectas transiciones que hablan de años de experiencia, de miles de repeticiones.

    Aquel no era el Shigaraki de hace 5 años.

    Con el tiempo y la responsabilidad que había recaído sobre sus hombros, el supervillano había aprendido a desquitarse minimizando la destrucción todo lo posible. La rabia y la frustración seguían presentes en él, pero ya no eran sus características definitorias. Ahora un frío autocontrol dominaba cada pensamiento, cada acción y reacción. Antes, si capacidad destructiva era lo que lo hacía extremadamente peligroso; ahora, su perfecta adaptabilidad a cada situación posible lo habían convertido en el hombre más peligroso de Japón.

    Sin tener en cuenta que, de vez en cuando, muy de vez en cuando, Shigaraki arrasaba ciudades enteras. O eso era lo que se decia de él.

    Después de lo sucedido en la ciudad de Deika y el posterior enfrentamiento entre el Frente Paranormal y los héroes, no se podia confirmar la participación de Tomura en ningún incidente. No directamente, por lo menos.

    Así es como lo preferia él.

    Con un ejército a su disposición y comandantes que se encargaban de que las cosas funcionaran correctamente, Shigaraki ya no tenía que involucrarse en todo aquello que llamara la atención del público. Si bien la luz de las cámaras no le importaba, el ‘devorador de ciudades’, como había sido apodado, prefería lidiar con las cosas por su cuenta y lo más alejado de la luz posible.

    Con el tiempo había logrado perfeccionar el despertar de su quirk, y ahora era prácticamente imparable. Indestructible, incluso, según el ánimo con el que se levantara. Así, moverse sin ser detectado y actuar sin dejar rastro eran sus especialidades.

    Tan sólo unos meses atrás había acudido en persona a lidiar con unos delincuentes sin importancia que creían que podían introducir mujeres y niñas en su territorio. La prostitución no era algo que le importara, pero las cosas cambiaban cuando se trataba de menores y mujeres secuestradas o extorsionadas. Su sueño era acabar con los héroes para hacer una sociedad mejor y menos corrupta, no una infestada de crimen y violencia.

    Su participación en aquel operativo había sido innecesaria, pero Tomura había querido dejar prueba de que él, el mismísimo líder del Frente Paranormal de Liberación, les había dado un mensaje. Alto y claro. La escena que habían dejado atrás aseguraría que ningún delincuente con poco cerebro se atreviera a traficar en su territorio.

    Dabi le había dicho aquella misma noche que su mensaje había cumplido otro propósito, ya que Hawks había usado la masacre para introducir a Urarka Ochako, también conocida como Uravity, en la ideología del Frente. Si aquello había funcionado o no, Shigaraki aún no lo sabía. Hawks todavía no había contestado a los mensajes de su comandante.

    Uravity podría ser un activo extremadamente valioso. Su poder se había incrementado en los últimos años, y Shigaraki tenía que admitir que seria una oponente complicada. La hazaña de hacer levitar la torre de Pentasonic hace casi dos años era algo que aún no lograba comprender. ¿Cómo podía un simple humano levantar más de trescientas mil toneladas?

    De la misma manera en que él podía destruírlas.

    En el pasado sus habilidades habían requerido la activación de los cinco dedos y, mientras Uraraka seguía necesitándolo, el quirk de Tomura había ‘despertado’ y evolucionado hasta tal punto que podía proyectarlo sin necesidad de contacto. Si eso sucedía con Uravity…

    Tomura golpea el saco con demasiada fuerza, y éste sale disparado hacia la pared contraria, la cadena que lo mantenía colgado del techo partida.

    El villano no quería imaginar lo que sucedería si Uraraka aprendía a controlar la gravedad a voluntad y sin necesidad de contacto. ¿Podría hacer caer meteoritos del cielo?, o tal vez ¿la estación espacial internacional? Shigaraki se estremece con violencia, una sensación extraña en su cuerpo. No era miedo o respecto, sino algo más como anticipación.

    Se sentía como cuando era más jóven y lograba superar un nivel que le había dado problemas.

    Satisfacción. Eso era. Y anticipación por lo que estaba por venir.

    El informe que Hawks les había enviado indicaba que si el quirk de la joven ‘despertaba’ era posible que pudiera acceder a una faceta oculta de éste. El incremento de gravedad. Algo así la haría imparable, a la altura de alguien como él. Podría matarlo en un parpadeo.

    Con el cuerpo repentinamente caliente, Tomura decide que es suficiente entrenamiento por hoy. Las ventanas de su gimnasio personal estaban abiertas y el aire frío chocaba con su cuerpo, haciendo que el vapor se evaporase en oleadas que hasta eran visibles. En el espejo, con el pelo despeinado y un brillo salvaje en su mirada, Shigaraki parecía un predador.

    No podía esperar a ver qué pasaría con la joven. Tal vez pudiera darle una buena pelea cuerpo a cuerpo, si las historias que circulaban eran de fiar. Tal vez, Urarka Ochacho era lo que le faltaba al FLP para acabar de una vez por todas con la corrupción que hundía a la sociedad de héroes.

    Shigaraki no suele permitirse esperanza, pero hoy las circunscancias son diferentes. Hoy, Shigaraki sueña.




    Frente, Paranormal, liberación, ejército, movilización. Estar, dentro, confianza. Secretos.

    Líder.’

    Uraraka siente que su cabeza va a explotar. Hawks le había dado un mensaje muy claro con su enigmática forma de hablar, y sólo ahora podía comprender lo que significaba todo aquello. El Frente de Liberación Paranormal volvía a tener un ejército, y era posible que pronto se movilizaran. Las próximas palabras le helaron la sangre. Uraraka debía infiltrarse, posibilemente con Hawks, y ganarse la confianza del Frente para obtener información.

    Al llegar a la palabra líder, furia inundó sus venas. Ochako no quería saber nada de aquel hombre, pero parecía que Hawks le estaba asignando lidiar con Shigaraki Tomura. ¿Qué podía hacer? Su último encuentro con el villano había quedado grabado a fuego en su mente, y las posteriores consecuencias de sus actos todavía despertaban una terrible rabia y culpabilidad en su interior.

    Como muchas otras veces, Uraraka había sido demasiado lenta.

    Lanzando el libro contra la pared, la mujer se levanta del sofá y camina nerviosamente por el salón de su apartamento. Las indicaciones de su jefe eran demasiado vagas como para sacar conclusiones concretas. ¿Qué era lo que debía hacer? ¿Matar a Shigaraki?, ¿controlarlo?

    ¿Seducirlo?

    Un estremecimiento atraviesa su cuerpo y Uraraka grita frustrada. Podia lidiar con tener que asesinarlo, pero de ninguna manera iba a acercarse a él de forma romántica o sexual. Así no era como trabajaba ella. Hawks tendría que asumirlo si era eso lo que quería.

    Una riff raff de guitarra la saca de sus pensamientos, y los ojos de la joven siguen el origen del sonido. Su teléfono vibra sobre la mesa de la cocina, y su canción favorita suena a lo lejos. Es Hawks. Sólo podía ser él.

    ¿Qué va a decirle?

    Antes de que pueda decidirse, su dispositivo Woorble, apodado por la compañía como Altea, le indica que la llamada entra a contestador, y la voz de Hawks suena repentinamente en su apartemento.

    —Sé que éstas ahí, Uraraka. No vas a poder evitar esto por mucho más tiempo. Reúnete conmigo en el ala oeste del puerto en dos horas.

    La voz se corta y Uraraka reprime una mueca de enfado. El hombre se estaba ganando un puesto en su lista negra, de eso estaba segura. Uravity tenía sospechas de que este había sido el fin principal desde el momento en que se presentó en su oficina aquella vez. La entrevista había sido demasiado sencilla y Hawks parecia determinado a contratarla, dijera lo que dijera.

    Esto era un error.

    Pero tampoco le quedaba otra. Es posible que el héroe alado ya se hubiera comunicado con el Frente, poniéndola en riesgo si no acudía al cita. Seguramente se reuniría con algún miembro real, y aquello no le daba ninguna seguridad. Estaba convencida de que podía luchar su camino de vuelta a casa, pero la pregunta era qué pasaría después. ¿Tratarían de extorsionarla amenazando a sus padres?

    Eso no era permisible.

    La mirada de Uravity toma un matiz asesino y rabia emana a oleadas de cada poro de su cuerpo. Su familia ya había sufrido demasiado por culpa de Shigaraki Tomura. Aquello no iba a repetirse.

    Con determinación la joven comienza a preparse para la reunión. Llevar su traje seria demasiado obvio, pero nada le impedía llevar armadura interior sin que nadie se percatara.

    Quien quiera que fuese el que la esperaba en el puerto, iba a llevarse una grata sorpresa.




    Un hombre de pelo negro como el carbón y ojos azul cielo se apoya contra una pared, aparentemente aburrido. Son las dos de la mañana y es el momento de conocer a Uravity. No, definitivamente no había nada de aburrido en eso. Si tenía suerte tal vez podría jugar un poco con ella y no morir en el intento.

    Eso sonaba divertido.

    Hoy el hombre no vestía su distintiva gabardina con mangas metálicas, pero debería haberlo hecho. La simple camiseta y pantalones que llevaba puestos no tenían ningún activo refrigerante y, si necesitaba usar su fuego por más de unos minutos, las cosas irían mal para él. Sus cicatrices ya no eran tan pronunciadas como hace varios años, y las grapas quirúrgicas ya no eran necesarias para mantener su piel junta. Un punto a favor del FLP era que cuidaban bien de sus activos, eso era algo que el hombre tenía que admitir.

    A pesar del frío Dabi se sentía cómodo, la temperatura de su cuerpo era mucho menor a lo que era considerado normal, y el frío extremo no lo molestaba en lo más mínimo. Aquello no podía ni considerarse como ‘extremo’, ya que al lado del mar sólo hacían unos 6 o 7 grados, temperatura más que perfecta para el villano.

    Con irritación exhala el humo de su cigarrilo. Hawks llegaba tarde. ¿Habría logrado traer a Uravity? Él éxito del reclutamiento aún era dudoso, y Dabi no quería fastidiar las cosas. Shigaraki había prestado un interés inusual a la operación, y aquello no le gustaba. Si algo salía mal, la responsabilidad seria suya.

    Pasos aparentemente despreocupados se acercan a su posición. Hawks está aquí. A su lado camina una mujer bajita pero con la complexión de un gladiador y las curvas de una modelo. Dabi se pregunta como ambas cosas, completamente distintas, se complementan tan bien en el cuerpo de aquella mujer. Algo importante que llama su atención, sin embargo, es que a pesar de las botas rosas metálicas que lleva, no hace ruido alguno al caminar.

    Interesante.

    Dabi toma otra calada de su cigarrillo mientras espera que se acerquen, el humo flotando en la dirección de los dos héroes. El ceño de la joven se frunce y el villano sonríe socarronamente en respuesta. Uraraka levanta su mano y sus dedos hacen contacto con el humo.

    La sangre de Dabi se hiela y su corazón se salta un latido.

    El humo se desplaza antinaturalmente hacia arriba hasta desaparecer de su vista.

    Todo el pelo de su cuerpo se eriza y grita p e l i g r o.

    Uravity acababa de controlar partículas microscópicas y su quirk se había transmitido de unas a otras, sin necesidad de que ella tocara la masa de humo en su totalidad.

    El jefe iba a volverse loco.

    Ochako sonríe con suficiencia y Hawks parece complacido. Sea lo que sea que estaba tramando, las cosas iban como esperaba. Aquello intriga a Dabi, pero es algo que deberá investigar más tarde. Ahora, debe concentrarse en salir de aquella con vida. Y con una nueva recluta, si tiene suerte.

    —Un placer verte de nuevo, Uravity. — Su voz es socarrona y las sílabas parecen arrastrase infinitamente, algo que parece incordiar a la joven. — Hawks.

    El héroe alado abre la boca, indudablemente para aliviar la tensión en el ambiente, pero Uraraka es más rápida.

    —El placer es todo mío, Dabi. - La forma en que pronuncia su apodo hace que el hombre le muestre los dientes y fuego azul aparezca en sus manos. Si Hawks le había dicho algo, lo mataría. — ¿Qué hace que una de las importantes y ocupadísimas cabezas del Frente quiera ver a una servidora a estas horas de la madrugada? Seguro que tienes mejores cosas que hacer. — Su frase acaba en un guiño, y Dabi comprende que aquello no iba a ser fácil.

    No el reclutamiento, sino lo que vendría después. Con un carácter como el suyo, habría muchos incidentes. Maravilloso. No podía esperar a verlo.

    —Oh, ¿es que Hawks no te lo ha mencionado, cariño? — La joven emana rabia y Dabi se siente satisfecho. — Ha llegado a nuestro conocimiento que te interesa unirte a nuestro importante y ocupadísimo frente. ¿Cansada de jugar a ser una heroína? Tengo entendido que tus papás tienen problemas económicos, la via legal no paga lo suficiente, de eso estoy seguro.

    Con esto Uraraka se lanza sobre él con tanta rapidez que Dabi casi no puede bloquear la patada que habría fragmentado su cráneo contra la pared. Fuego estalla en sus brazos y la joven toma distancia, cuchillos flotando a su alrededor en formación, listos para atravesarlo. Sin darle tiempo a recuperarse, la Uravity corta la distancia otra vez y el villano se ve obligado a saltar hacia atrás para evitar ser empalado por sus cuchillos. El golpe que rompe la pared hace que sus dientes tiemblen en su mandíbula.

    Joder, ¿cuánta fuerza tenía aquella mujer?

    Dabi extiende el brazo, planeando hacerla arder, pero una figura se interpone en su camino, y de repente hay una espada en su cuello. No, no es una espada. Una de las plumas más largas y resistentes de Hawks apunta directamente a su yugular, y lo mismo pasa con Uraraka. Ambos combatientes congelan sus movimientos. La velocidad del héroe alado era algo que no podían enfrentar.

    — ¿Ya habéis acabado de intentar mataros el uno al otro? — El tono de Keigo es frío y con un deje de peligro. Dabi entrecierra los ojos y lo mira con finjido dolor.

    —Oh, pero Hawks, sólo nos estábamos divirtiendo. ¿Verdad, Uravity?

    La joven asiente con una sonrisa terrible en los labios. Aquello no había acabado. Hawks mantiene su posición unos momentos más, pero eventualmente se relaja.

    —Ya sabía que algo así iba a pasar. — Con una mano contra su rostro, Hawks se despatarra contra la pared. — Locos, estoy rodeado de locos. Locos y asesinos.

    Uraraka lanza una risotada ante esto, pero sus ojos nunca abandonan a Dabi. El hombre enciende otro cigarrillo, y se aleja un par de pasos, fingiendo estar perdido en sus pensamientos. Uravity definitivamente tenía lo que había que tener para pertenecer al FLP. Su capacidad de lucha y el poder de su quirk eran características a tener en cuenta, pero lo más definitorio era su propensión a la violencia y la crueldad y eficiencia que había demostrado al intentar matarlo con cada golpe que había realizado. Aquello le recordaba demasiado a Shigaraki. Entrenar con él siempre lo dejaba con los brazos hechos mierda, y Uravity sólo había necesitado un golpe para que sus músculos gritaran de dolor aún varios minutos después del enfrentamiento. Una pizca de esperanza quema en su corazón, y el hombre la aparta sin siquiera prestarle atención.

    Con una sonrisa en los labios y fuego azul consumiendo su cigarrillo, Dabi se da la vuelta con los brazos extendidos.

    —Bienvenida al Frente de Liberación Paranormal, Uravity.

     
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    Y allá van a pesar de todo, pero Dabi se la buscó por mamila. Por otro lado, me encanta como retratas a Tomura en este cuento :x (y el potencial de Uravity, mierda que quiero ver algo así xD)
     
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    Muchas gracias por tu comentario <3. Intento representar a Shigaraki como alguien un poco diferente de lo que hemos visto hasta ahora en el cannon. El cómo es ahora estaría basado en quién ha demostrado ser en los últimos capítulos del manga, so, me alegro que me haya salido bien. Sobre Uraraka, bueno. ehehehehhe :whistle:

    El capítulo de hoy es un poco de transición y muy posiblemente esté repleto de errores. Mañana o en unos días intentaré betear este y el resto de capítulos. Es posible que le añada una escena más a este capítulo, tal vez.

    Palabra del día: Familia.

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    Day 6: Don't look back in anger, at least not today.
    Tick. Tack.
    Tick. Tack.

    Tick.

    T
    a
    c
    k
    .


    Uraraka contempla el reloj de su cocina con los ojos entrecerrados. Los nervios son patentes en su cuerpo, y la anticipación la estaba volviendo loca. Hawks había prometido llamarla hacía más de una hora. Era posible que el héroe alado hubiera tenido que ocuparse de una emergencia, pero eso no lograba calmarla. Todo lo contrario. Ya habían pasado dos días del encuentro con Dabi, y Keigo le había dicho que pronto llegarían noticias suyas. Cuando despertó en la mañana de su día libre un mensaje de su jefe la estaba esperando, indicándole la hora a la que se pondría en contacto de nuevo.

    El reloj seguía corriendo y Hawks aún no llamaba. En cualquier otra ocasión le parecería lo típico, pero no hoy. Keigo parecía tomarse en serio al Frente y todos los asuntos realizados con ellos. Con una mueca de hastío la joven se lleva las manos a los ojos y aprieta. El dolor de cabeza la estaba matando, y la incertidumbre solo empeoraba las cosas.

    Ochako se decide a preparar la comida y deja el móvil en la mesa. Si Hawks la llamaba, su ruidoso tono de llamada la alertarían.

    Así, las horas siguen pasando, y cuando llegan las ocho de la noche Uravity está lista para marchar fuera de su apartamento a tener unas palabras con su jefe. Justo cuando se estaba poniendo la chaqueta, su teléfono vibra, y la joven atiende tan rápido que su brazo se emborrona durante un instante.

    —Hawks. — Su tono es duro y más grave de lo usual. El hombre se percataría de que estaba en problemas.

    — ¡Uravity! Perdona, en serio. He tenido algunos asuntos de los que ocuparme y no podía hacer llamadas. — Hawks suena cansado, y Uraraka se percata entonces que había estado haciendo algún trabajo para el FLP.

    —Está bien. Es tarde, así que preferiría si me hablaras ya sobre lo que me habías comentado.

    Un ruido en su ventana llama su atención.

    —Bueno, mejor hacerlo en persona, ¿no te parece? — La joven abre las cortinas y allí está el héroe número dos, sonriendo como si aquello fuera lo más normal del mundo. — ¿Me abres? ¿por favor?

    Uravity se lo piensa. No quería al hombre en su espacio, pero parecía que no le quedaba más remedio. Con aspaviento le indica que espere, y en un momento Hawks está dentro de su piso, dejando plumas por todas partes. Ochako no es tonta, sabe lo que eso significa.

    —Las plumas te las guardas. No tendré escuchas en mi propio apartamento. — Hawks la mira sorprendido, pero una sonrisa cómplice se extiende en sus labios. Uraraka no dejaba de sorprenderlo. Aún así, la ironía de lo que iba a ofrecerle a continuación y sus palabras no se le escapaba.

    —Por supuesto, perdona. Es la costumbre. — Keigo se lanza sobre su sofá, ocupándolo completamente. Hoy se estaba buscando un enemigo, e iba a conseguirlo. Frustrada, Ochako se sienta en una silla de la cocina, mirándolo como si quisiera despellejarlo y meterlo en su horno.

    Entonces… ¿no me vas a ofrecer nada?

    Uravity da un puñetazo a la pared, atravesándola limpiamente. Hawks se calla y la mira con cautela.

    —No, no te voy a ofrecer nada. Te quiero fuera de mi casa en el instante en que hayas terminado. Así que empieza, ahora. — Usualmente no le faltaba al respeto a su jefe, pero hoy las cosas eran distintas. Llevaba diez horas esperando su llamaba y Hawks lo único que hacia era burlarse de ella, en su cara.

    —Wow, eso no ha dolido ni nada. Si así es como vamos a funcionar… Mejor que te lo cuente todo ahora. — Keigo carraspea y saca unos pequeños objetos metálicos de su bolsillo. Micros. — Necesito que lleves como mínimo dos en todo momento. Puedes ponértelos donde quieras. Órdenes de arriba.

    Ochako los toma visiblemente perturbada. No se había planteado el hecho de tener que abandonar su intimidad y la poca libertad que tenía. Aquello acababa de terminar.

    —Los comandantes quieren conocerte en persona, aunque muchos ya lo hayan hecho. Tienes demasiado poder como para ser una simple soldado, así que probablemente te pongan a trabajar para alguno de ellos personalmente. Es posible que necesites unos días para aclimatarte, y una semana o dos para que la situación vuelva a calmarse, por lo que a partir de mañana estarás oficialmente de baja por vacaciones, ¿está claro? — Uraraka asiente, y Hawks quiere sentir compasión por la joven, pero no puede. Si se lo permite, jamás tendrá exito en su misión. — Te recomiendo que hables con familia y amigos y les avises de que vas a estar fuera durante un tiempo, para que no sospechen. Tienes absolutamente prohibido mencionarle a nadie el Frente.

    —Entiendo. ¿Eso es todo? — Uravity quiere procesar las cosas en paz, darle tiempo a su mente para ordenar todas aquellas ideas y órdenes. Tiempo para estar en paz con lo que iba a suceder de ahora en adelante. Hawks asiente y la joven señala a la puerta. Keigo desliza un billeta de tren en su dirección.

    —Mañana a las once sale tu tren. No lo pierdas. Alguien te estará esperando en la estación de Deika. Yo intentaré ir durante el día. — Con estas últimas palabras el hombre se levanta y apoya una mano en su hombro, un gesto reconfortante que a Uraraka se le hace frío, muy frío. Tras eso Hawks se marcha y Uravity queda sola con sus pensamientos.

    ¿Iba a ser esta su vida a partir de ahora? Secretos y mensajes en código. Mentiras. ¿Cómo podía mentirle a sus amigos, a su familia? El estómago se le revuelve ante esto último. Sus padres habían pasado por tantas cosas, le habían dado tanto, que mentirles le provocaba una sensación de rechazo y revulsión terrible. La culpa, se dio cuenta Ochako, lograba consumir incluso tales terribles emociones.

    La culpa siempre lo tiñe todo de rojo para ella.

    Sangre, sangre en todas partes. En el suelo, en las paredes. En sus manos. Tantísima sangre. Ochako empieza a hiperventilar y su cabeza se siente demasiado liviana, como si no le llegara oxígeno al cerebro. La habitación parece ser cada vez más y más pequeña y un miedo irracional a ser atacada se apodera de ella. Si lo pensaba con lógica y frialdad, Uraraka sabía que le estaba dando un ataque de pánico, pero no podía controlarlo. Lágrimas se deslizan sobre sus mejillas y la joven se muerde los labios, intentando no gritar. Un sabor metálico le inunda la boca, y Uraraka corre al baño.

    Las nauseas la sacuden durante varios minutos, pero el vómito nunca llega. Tras un rato así, Uravity logra levantarse y echarse agua en la cara. En el espejo, su reflejo parece querer romperle la cara. Una mirada de furia y terror, junto con sus ojos hinchados y mejillas manchadas de lágrimas, la hacían parecer una mujer inestable, fuera de control.

    Ochako aprieta las manos contra los bordes del lavabo, y respira.

    —Esto es real, Ochako. Esto está pasando. Estos son los hechos y tienes que aceptarlos. El pasado no puede condicionar tu futuro.

    Con una respiración mecanizada, Uraraka logra mantener una cierta sensación de calma y se dirige a la cocina a prepararse un té. Mientras el agua hierve, la joven se pierde en sus pensamientos, y su memoria toma el control.




    Uraraka se despierta en un hospital sobresaltada, con el corazón latiéndole de forma desbocada en el pecho. Podía jurar que estaba cayendo. Sus manos están sudorosas, agarradas con fuerza a los bordes de la camilla. Los cinco dedos hacen contacto, pero la gravedad del mueble se mantiene, y la joven comprende que debía de tener algún dispositivo anti-quirk en su cuerpo. Tal vez en los tobillos, o el cuello.

    No hay nadie en la habitación, ninguno de sus amigos está allí para decirle qué demonios había sucedido. Ochako recuerda momentos dispersos, nada coherente, y aquello la confunde. Sabía con seguridad que no había recibido ninguna herida grave, pero no recordaba por qué había acabado en el hospital. Además, ¿qué había estado haciendo?

    Su corazón se detiene.

    El Frente de liberación Paranormal.

    Shigaraki Tomura.

    Los recuerdos pasan por su mente en flashes de dolor y emociones intensas, y Uraraka no puede evitar romper a llorar. ¿Cómo había muerto tanta, tantísima gente? El ejército liberador había chocado con los héroes en una batalla terrible y sin aparente fin. Héroes y miembros del Frente habían muerto por igual, y la cifra de heridos había sido, en aquel momento, perturbadora.

    Los destrozos de la ciudad iban en aumento según pasaban las horas, y las bajas no paraban de ser reportadas. Héroes y ayudantes de todo el país habían acudido a la batalla y muchos seguían llegando por oleadas, pero sus números no podían compararse a los del FLP. Algunos quirks, el suyo incluído, habían resultado clave para luchar contra los imposibles números del Frente, pero las cosas iban de mal en peor.

    Deku, Shoto, Ground Zero y Endeavor eran la vanguardia de su bando, pero su aguante iba decayendo y pronto tendrían que dejar de luchar o morir. Otros héroes con gran poder destructivo, como Gale Force O Earthshaker, aún no habían llegado, y tal vez no llegarían a tiempo como para marcar la diferencia.

    Cuando la esperanza de los héroes allí congregados empieza a apagarse, las cosas empeoran.

    Shigaraki Tomura ha hecho acto de presencia, y media ciudad ha quedado destruida con tan sólo un aspaviento.

    Uraraka quiere llorar.

    A partir de ahí sus recuerdos la asaltan en forma de imágenes demasiado rápidas como para recordarlas, pero algo le parece claro. Por alguna razón que aún no logra comprender, Uravity le había plantado cara. Y había vivido para contarlo.

    Lo que no comprende es por qué está en el hospital. Todos sus miembros estaban en sus sitio, por lo que Shigaraki no había llegado a tocarla. Con movimientos descoordinados la joven intenta sentarse para examinar mejor su cuerpo, pero su cabeza parece no querer concentrarse. El pánico se extiende rápidamente por el sistema nervioso de la joven, ¿estaba paralítica? Podía mover los brazos, ¿por qué no le respondían las piernas, la columna?

    Una voz la saca del pánico como un abrasador fuego en lo más profundo del invierno.

    Es su madre.

    —Ochako, cálmate, por favor. Estás bien, estás bien. — Su madre la abraza llorando, y Uraraka llora con ella, emocionalmente exhausta como para hacer nada más.

    Durante varios minutos madre e hija lloran, abrazadas fuertemente, intentando transmitirse alivio y seguridad. Finalmente su madre se separa y la mira con tanto amor en sus ojos que Ochako siente las lágrimas volver a correr por sus mejillas. Con delicadeza su madre acaricia su mejilla, su pelo, su cabeza. Un dolor agudo estalla en la sien derecha de Uravity, y la joven exhala con dolor. Su madre se aleja como si Uraraka quemara, y la mira con culpa.

    —Lo siento. Había olvidado que los doctores recomendaron no tocar la zona durante unos meses. Ha pasado tanto tiempo que…

    Uraraka procesa lo que su madre le está diciendo y la sangre se le hiela en las venas.

    —¿Cómo que… — un ataque de tos corta sus palabras, y su garganta arde. Su madre le ofrece una botella de agua y Ochako bebe como si no hubiera bebido en días. Cuando termina la botella su garganta sigue ardiendo, pero por lo menos es capaz de hablar. — ¿Cómo que ha pasado tanto tiempo?, ¿mamá, qué sucedió?

    Su madre la mira extrañada, y de pronto su postura se llena de cautela. Uraraka aún no entiende el lenguaje corporal como lo haría en unos años, y aquella reacción la confunde.

    —Ochako… han pasado varios meses desde la batalla contra el Frente. Logramos ganar gracias a uno de tus compañeros, cariño. Izuku Midoriya logró cambiar las tornas durante el tiempo suficiente para que llegaran los refuerzos. Entre todos lograron que el ejército de liberación se retirara. Las bajas fueron catastróficas, y los heridos… — lágrimas inundan sus ojos y la voz le tiembla. Uraraka, por primera vez en mucho tiempo, siente lo que es el verdadero temor. — Los heridos se cuentan por miles.

    — ¿Dónde está papá? - El pánico la consume, pero esta vez por una razón completamente distinta. Su madre intenta hablar, pero nada sale de su boca. Ochako la presiona, un pitido en sus oídos haciendo que su cabeza se sienta como si fuera a estallar. — Mamá, ¿dónde está papá?

    —Lo siento, Ochako. — A través de un mar de lágrimas, su madre logra responderle. — Tu padre está en coma.

    El pitido lo consume todo, y Uraraka se desmaya.

    Horas después, Uravity se despierta e Izuku está a su lado. Iida está junto a la ventana, observando el exterior. Cuando su amigo se da la vuelta, Ochako no puede reconocer la mirada en sus ojos. Es como si una persona completamente diferente hubiera tomado el lugar de Iida, transformándolo en un chico frío y furioso.

    Deku, con una sonrisa triste, la observa con una mirada similar. La furia, comprende Uraraka, no está dirigida a ella.

    —Uraraka.— La voz de Izuku es segura, y hay un transfondo, una fortaleza detrás de ésta, que antes no existía. — Me alegro de que te hayas despertado. Todos estábamos muy preocupados por ti.

    Iida se acerca y su mirada parece más blanda, y una parte del chico que Uraraka había conocido regresa.

    —Sí, sin ti las cosas no eran lo mismo. Los doctores no sabían si despertarías del coma, pero parece que hoy nos has demostrado a todos lo fuerte que eres. — Izuku asiente a su lado, y ambos chicos parecen realmente felices por su recuperación.

    —Aunque no es como si no nos lo hubieras demostrado antes, lo que hiciste en la batalla contra el frente… Wow, nadie se esperaba que levantaras una casa entera, Uraraka. ¿Te lo puedes creer? ¡Una casa! — El chico comienza entonces a murmurar, sus palabras demasiado rápidas para que Ochako las comprenda.

    —Tus acciones ciertamente fueron de gran ayuda. Aunque lo que importa ahora es saber si estás bien. Tu madre nos comentó tu… reacción ante las noticias del estado de tu padre. ¿Cómo te lo estás tomando? — Iida, siempre educado, intenta no presionarla, y la joven se lo agradece. Su cabeza no puede aguantar ninguna presión en aquel momento.

    —Mal, me lo estoy tomando mal. Pero, eso es normal, ¿no? — Ochako intenta forzar una sonrisa. — Aunque, pensándolo bien, me gustaría saber qué le pasó. ¿Cómo acabó en coma? Pensé que los civiles habían sido evacuados.

    Izuku e Iida intercambian una mirada que a Uraraka no le gusta; no le gusta nada.

    —Tu padre no quiso evacuar, Uraraka. Al parecer, cuando Shigaraki Tomura atacó la ciudad, tu padre aún se encontraba en su despacho. Por suerte, la desintegración de Shigaraki no lo alcanzó, pero sí destruyó todo a su alrededor. Los médicos piensan que entró en coma al golpearse la cabeza cuando cayó al suelo desde dos pisos de distancia.

    Uraraka asiente, y algo parecido a la furia se hace presente en su corazón. La culpa, sin embargo, parece devorarlo todo. ¿Por qué se siente tan culpable? ¿Qué había hecho?

    ¿Que no había hecho?

    —¿Cómo pagó mi madre por su hospitalización y la mía? — Aquella era una pregunta difícil, pero Ochako necesitaba saber la respuesta. Era posible que hubieran perdido hasta su casa, y la joven no quería imaginarse como había salido su madre adelante, sola y sin recursos.

    —El seguro de vida que te asignó Ryukiryu al empezar a trabajar como su ayudante cubrió todos los gastos de tu hospitalización. Los padres de Yaoruyozu se ofrecieron a pagar los gastos hospitalarios de tu padre cuando se enteraron de lo sucedido. Todos intentamos ayudar a tu madre de alguna manera… — Izuku mira a la pared y Ochako entiende que lo que viene después va a ser terrible. — Vuestra casa… también fue destruída.

    El silencio reina en el ambiente, y Ochako no puede evitar llorar.

    Aún no tiene ni dieciséis años, y su vida parece ya haber acabado.




    El sonido de la tetera la saca de sus recuerdos, y como todas las otras veces, Uraraka los guarda en lo más profundo de su mente. Aquellos habían sido algunos de los momentos más terribles de su vida. Su padre, por suerte, había despertado casi un año después, pero nunca había vuelto a ser el mismo.

    Ochako sacude la cabeza. No quería pensar en eso.

    El sabor amargo del té la recomforta y a la vez ayuda a aclarar sus pensamientos. A partir de ahora iba a trabajar con los causantes de la mayoría de desgracias que había sufrido. Los causantes de casi matar a su padre, de casi matarla a ella.

    Su familia había sufrido las consecuencias de la batalla y aún así tenían que considerarse agradecidos, ya que todos habían sobrevidido.

    Ya, sí, agradecidos.

    Desde la cocina, la joven contempla el agujero en la pared. De lo único que podía estar agradecida era de la fortaleza que había conseguido a partir de entonces. Eso era lo único bueno que había salido del ataque del Frente.

    Uraraka no podía permitir que una masacre como aquella ocurriera de nuevo. Hawks no había podido evitarlo la primera vez, pero por lo menos había conseguido mantener su posición. A un coste probablemente terrible, pero la había mantenido. Ahora Uravity comprende por qué el héroe número 2 no había intervenido en una de las batallas más terribles y sangrientas de la historia de Japón.

    La joven empieza a entender un poco mejor a su mentor, y aquello no la reconforta.

    Todo lo contrario.




    El sol brilla a la mañana siguiente, y algunas gaviotas graznan mientras sobrevuelan el puerto en busca de comida. En una zona privada, un yate está atracado, y varios hombres cargan cajas fuera de éste. Una figura supervisa el trabajo, acompañada de dos hombres. La primera figura parece satisfecha con el ritmo de sus empleados, por lo que se aleja del ventanal por el que contempla el yate.

    Una estancia inocua le da la bienvenida al atravesar algunas puertas, y la figura camina con parsimonia mientras cuenta las cajas. Son bastante grandes, y cada una necesita de la fuerza de 4 hombres. Dentro de la estancia hay más de trescientas y la figura no parece querer detener el proceso.

    Muchas más serían necesarias para lo que tenía planeado.

    Un ruido apenas audible le llama la atención, y la figura se voltea con lentitud. Todo parece en orden, pero la figura sabe que no es así. Con la cabeza ladeada en burla, la figura se acerca a uno de sus guardaespaldas. Éste le sonríe, tenso.

    Es lo último que hace.

    La figura se agacha al lado del cadáver y toma algo de su bolsillo. En sus manos un bolígrado dorado reluce a la luz de las bombillas, y el otro guardaespaldas aparta la vista.

    — ¿Sabes qué es esto? — La voz de la figura es suave como el terciopelo, acompasada y con una cadencia muy singular. Hipnótica. —¿Sabes para qué se usa?, ¿por qué solo hay uno en cada caja?

    El guardaespaldas niega, entendiendo que lo más seguro es permanecer en silencio. La figura se voltea y camina entre las cajas, alejándose del cadáver varios mentros.

    —Esto — el bolígrafo se convierte repentinamente en una gigantesca lanza de oro macizo, y el guardaespaldas teme por su vida —, esto es el futuro. Nuestro futuro.

    La lanza sale disparada sin ningún movimiento de la figura, y se empala contra el cadáver. Una y otra vez la lanza lo atraviesa, como por voluntad propia. La figura no tiene que mover ni un solo dedo.

    —Esto va a conseguirnos lo que nos han arrebatado. Lo que era nuestro por derecho. El Frente de Liberación Paranormal caerá muy pronto, de eso puedes estar seguro.

    La figura hace un aspaviento, y la lanza vuelve a su mano, transformada en un inouco bolígrafo.

    El guardaespaldas toma el cadáver mutilado de su ex-compañero, y se marcha del lugar.
     
  7.  
    La loca de los Gatos

    La loca de los Gatos Maldito calor...

    Aries
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    ¿Por que temo que han vuelto los de la mafia, remasterizados y mas cabreados que nunca después de lo pasado con el que, se podría decir, el ultimo grupo Yakuza existente? Por otro lado, ¿se levantó el padre de Ochako, pudieron rehacer sus vidas? Me imagino que despues de tanto rollo, los amigos de la chica han de estar igual; con secuelas y ataques de pánico, un carácter medio mala leche y medio fingiendo sonrisa para los medios, mas ahora que todo se esta iendo a la mierda y les han dado permiso para no pararse frente a asesinos y matones.
     
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    Eternatus

    Eternatus Fanático

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    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    4392


    :eyebrow: La mafia? Yo no sé nada de eso eheheh. A no ser... El padre de Ochako sí se despierta, un año después de la batalla, véase a mitad del tercer año de instituto. Y qué pasó después es algo que se irá descubriendo poco a poco. En los próximos capitulos podremos ver a algunos personajes como Deku, Katsuki y etc, ya más adultos, e intentaré representar cómo cambiaron y si les quedaron sequelas permanentes, como a Uraraka.


    Sin más preámbulo, seguimos.

    Palabra del día: Héroe(s)


    i don't know how to dream your dreams
    so i won't
    Day 7: I have loved the stars too truly to be fearful of the night.
    Tal y como Hawks le había dicho, alguien la está esperando en la estación de Deika cuando llega. Uraraka no lo conoce en persona, pero pero podría reconocer a Re-Destro en cualquier lugar. El hombre se mezclaba perfectamente con sus alrededores y con la gente a su alrededor, pero un cierto aire, una cierta sensación del hombre le ponía los pelos de punta.

    Con su traje perfectamente planchado y su peinado de peluquería, el comandante podría haber pasado por un ejecutivo o un político, pero Uraraka sabía leer a las personas mejor que eso. Por mucho que aparentara tranquilidad, Re-Destro estaba nervioso.

    Una sonrisa viciosa se extiende en sus labios. 'Déjalos temerte, Ochako' se dice, sabiendo que el miedo a su quirk o a su naturaleza violenta harían que muchos la dejaran en paz.

    La joven se acerca al comandante a paso tranquilo, dejando que éste la detecte primero. Re-Destro era capaz de causar infinitas cantidades de destrucción, pero nunca sin la autorización de Shigaraki Tomura. Eso era algo que habían confirmado años atrás, cuando el hombre se arrodilló ante él como si de un dios se tratase. Uravity sabía que tenía que tenía que manejarse con cuidado alrededor de aquel fanático. Aunque sus piernas fueran prótesis robóticas, Re-Destro seguía siendo una amenaza nivel ciudad.

    — Señorita Uraraka, es un placer conocerla. — Su voz es suave y extrañamente sumisa, pero con acero en su interior y un ligero toque a locura. — El líder y el resto de comandantes no pueden esperar a verla. ¿Necesita ayuda con su equipaje?
    — El placer es mío, Re-Destro. — Con un tono neutral, Uraraka niega con la cabeza. Demostrar un uso natural de su quirk le haría ganar puntos con aquel hombre. — No es necesario, pero gracias por la ayuda.

    Su maleta y su mochila flotan a su alrededor, y el comandante la mira con una sonrisa complacida.

    —Por supuesto, cómo olvidar su quirk. Me alegra que no tenga reticencia alguna en usarlo en público.

    —Bueno, esto es Deika. Aquí, más que en ningún sitio, las personas deberían poder usar sus quirks libremente, ¿verdad?

    Re-destro asiente con fervor, y durante todo el trayecto la distrae con un monólogo sobre la grandeza del Frente, su líder, y el uso libre de los quirks. No había realmente mucha información útil en sus palabras, pero el hombre había logrado aclimatarla a lo que le esperaba.

    Un ostentoso edificio la recibe en las afueras de la ciudad, muy cerca de la estación. Con varios pisos de altura y dos alas que conectan con el edificio principal, aquello podría haber pasado por el edificio del gobierno en Deika. De cierta manera, así lo era.

    A Uraraka no le sorprendía que no se ocultaran de manera alguna. Desde la gran batalla hace casi cinco años una tregua no escrita se había declarado. Las pérdidas habían sido demasiado grandes para ambos bandos, y ninguno quería iniciar una guerra a la que no podrían sobrevivir.

    En el interior, un hall de entrada parece extenderse infinitamente, todo mármol y alfombras de piel. En las paredes se observan carísimos cuadros de afamados pintores extranjeros, y hasta algunas esculturas están en permanente display en puntos estratégicos. A Ochako se le revuelve el estómago. Nunca le habían gustado la ostentación ni la representación pura y sin razón alguna de la riqueza. Aquello solo le recordaba a la cantidad de veces que se había ido a la cama sin cenar, o los días enteros que había pasado sin comer.

    Re-Destro camina con decisión hacia un ascensor al final de uno de los pasillos, y Uraraka lo sigue.

    — Espero que te agrade nuestra base, le hemos dedicado mucho tiempo y esfuerzo para dejarla así.

    Uraraka lucha por encontrar palabras no ofensivas.

    — Sí, parece ser un lugar… único. La decoración me ha llamado la atención. — No hay mentiras en sus palabras, pero son lo suficientemente ambiguas como para que el comandante no se las tome de mala manera. El ascensor para en un piso desconocido, ya que Ochako no logra ver ningún tablero numérico o pantalla que le indique dónde se encuentran. Aquello la pone nerviosa, pero se abstiene de preguntar.

    Delante de ellos se extiende una sala bastante grande con una mesa amplia y rodeada de sillas, todas ellas ocupadas. Delante de cada figura hay un ordenador portátil, y en la pared lateral hay un proyector. La joven da un paso dentro de la estancia, y un grito la hace ponerse en guardia instantáneamente.

    — ¡Ochako-chan! — una voz aguda y siniestra se escucha en la sala, y Himiko Toga se lanza de su asiento. La joven aparece delante suya en un segundo, y Uravity maldice. ¿Desde cuándo era tan rápida? La villana la abraza con tanta fuerza que la levanta del suelo y le da un par de vueltas, exclamando desvaríos sobre su olor o aspecto. Ochako se fuerza a relajar los músculos y permanecer tranquila. Ambas eran expertas en combate cuerpo a cuerpo, pero Toga era muy rápida y estaba en casa, rodeada de aliados.

    — Hola, Toga. Ha pasado mucho tiempo. — Una vez que la otra la deja en el suelo, Uravity la saluda, sabiendo que no podía faltarle al respeto a una comandante en presencia de todos los demás.

    —¡Te veo todos los días por televisión! ¡Y también te busco en viewtube! Pero siempre me falta tu presencia, Ochako-chan. Ahora que estás aquí, podremos ser mejores amigas. — Los ojos dorados de la villana la observan con fanatismo y un perturbado sentido de amor. Toga había estado obsesionada con ella e Izuku, y parece que aún seguía estándolo.

    —Oh, ¿de verdad? Tal vez podríamos pasar tiempo juntas. —Uravity sabe actuar y, a pesar del increíble rechazo que le produce aquel lugar, la otra joven no le molesta lo que antaño.

    — Toga, deja de molestar a nuestra invitada. — Re-destro, siempre formal, le indica a Uraraka que se siente. Solo hay una silla de su lado, y pronto está en el punto de mira de todos los villanos en la sala. Con una extraña satisfacción, Uraraka se percata de que Shigaraki aún no ha llegado.

    — Veo que no te has rajado, Uravity. ¿Las quemaduras bien? — La voz grave y burlona de Dabi le hace soltar una carcajada.

    — Hawks ha sido tan amable de ayudarme a curarlas todos los días. — Le responde, sabiendo que aquello le molestaría a pesar de ser una mentira bastante poco original. Uraraka ni siquiera se había quemado. — ¿Qué tal la fractura del brazo?

    Dabi la mira con una sonrisa peligrosa, pero hace un aspaviento con ambos brazos, como inclinándose ante ella a pesar de tener una mesa delante.

    — Aquí en el frente las heridas de curan, cariño.

    — Lo tendré en cuenta, Dabi.

    Un hombre cubierto de cabeza a los pies se levanta de un salto y la señala con el dedo.

    — ¡Dabi! ¿Has atacado a la nueva recluta? — una voz algo más grave la corta y Uraraka recuerda quién le está hablando. — ¡Espero que le hayas dado caña!

    Twice se sienta otra vez, y esta vez es Mr. Compress quien toma la palabra. Uraraka intenta reprimir el odio en su mirada. Aquel hombre había secuestrado a Katsuki hace tantos años, y había forzado a su clase a ir a rescatarlos. Si bien el plan había sido maquinado por Shigaraki, Mr. Compress había sido la pieza clave para hacerse con el por aquel entonces, adolescente.

    — Buenos días, Señorita Uraraka. Mientras llega el líder, intenta sacar esa mirada de odio de tu bonita cara, ¿eh?

    Uravity lo mira consternada, pero pronto una sonrisa perfecta reemplaza sus facciones.

    — Es una pena, no todos tenemos una máscara para esconder lo que pensamos.

    Dabi, y Twice se ríen ante esto, y Toga le lanza un beso. Uraraka le sigue el juego y finje atraparlo. Tal vez no sería tan complicado encajar en aquel lugar.

    Spinner, un villano con el que nunca había mantenido contacto, la observa en silencio. Ochako le devuelve la mirada, pero no hay intensidad en el acto. El hombre lagarto está evaluando su peligrosidad, y ésto es algo que la joven nota.

    En la otra punta de la mesa, Re-Destro y dos hombres más se sientan en silencio. Un individuo con los ojos tapados por el flequillo muestra una mueca de molestia, como si no quisiera estar allí. Re-Destro está tecleando algo en su ordenador, y un hombre de gafas y pinta de político le sonríe con fingida simpatía. Un joven de pelo blanco vestido con una parka parece ignorar su presencia, y Uraraka aprieta los dientes.

    ¿Por qué eran tan jodidamente raros?

    La puerta a su espalda se abre repentinamente, y unos pasos muy pesados hacen sacudirse los muebles. Uraraka gira la cabeza, y por un momento desearía no haberlo hecho.

    Gigantomachia casi no cabe por las enormes puertas, y Uravity recuerda vívidamente héroes pereciendo a sus manos, como si fueran meros muñecos de trapo. Sin embargo, la verdadera amenaza camina ligeramente más adelante.

    Shigaraki Tomura ha cambiado mucho en cinco años. Ahora parece ser más alto, y su cuerpo, oculto tras un traje de diseñador y una parka de piel, parece mucho más musculoso y formado. La mente de Uraraka se queda en blanco, y un recuerpo ocupa toda su capacidad de raciocinio.

    Una mano, cinco dedos. Contacto. Uraraka grita, sabe que lo hace. Está cayendo y de pronto deja de hacerlo. Sus ojos se cierran y cuando los abre está sola.

    Sacudiendo la cabeza la joven vuelve al presente. Es difícil mantener una mirada y postura neutral, pero lo consigue. No podía atacar a Shigaraki ahora, ni física ni verbalmente. Si los comandantes no la hacían trizas, su líder la desintegraría en segundos. Uraraka echa de menos su traje, y se da cuenta que el manto de héroe había sido, hasta el momento, una armadura bajo la que se escondía.

    Con el corazón latiendole tan rápido que puede sentirlo en sus oídos, Ochako se da la vuelta y clava la mirada en la mesa. ¿Qué era lo que estaba sucediendo?, ¿desde cuándo pensaba así?

    Aquella era una idea que se le había ocurrido de cuando en vez, pero nunca con tanta certeza. Nunca había parecido una verdad absoluta, y eso la descoloca. Hoy, rodeada de villanos, es cuando menos heroína se siente. Su presencia no la corrompe ni la contamina, sino que…

    No.

    Uraraka no se permite acabar ese pensamiento.

    Los pasos de Gigantomachia se detienen al otro lado de la sala, justo detrás de la suerte de trono de Tomura. No era un trono per se, pero a todos los efectos, parecía uno.

    La tensión en la sala es tan palpable que se puede cortar con un cuchillo y Ochako mira nerviosamente las navajas con las que está jugando Toga. Cualquier cosa para distraer su mente. Dabi tiene una sonrisa enorme en su rostro y la mujer quiere romperle la cara. ¿No podía tener un poco más de discreción?

    Espera.

    ¿Discreción para qué?

    Uravity levanta la vista súbitamente y se encuentra con los ojos carmesí de Shigaraki. El líder del Frente la está mirando, pero Ochako no puede leerlo. Su postura es completamente neutral, y sus facciones no revelan nada. ¿Por qué está tan nerviosa?

    El silencio se prolonga durante varios minutos, y héroe y villano se contemplan. Ambos parecen intentar descifrar lo que está pensando el otro, pero sin resultado.

    Finalmente es Shigaraki quien rompe el silencio.

    — ¿ Qué es lo que buscas aquí, Uravity? — Su voz es grave y fría, completamente desprovista de emociones. El choque con quien era antes descoloca a la joven, pero se recupera rápido. Tiene que dar una respuesta. No sabe si alguno de los miembros puede detectar sus mentiras, por lo que busca y busca en su mente una respuesta adecuada.

    El pánico hace que hable, y Uraraka no se reconoce.

    — Libertad. La verdad. A ti. — Aquello último se le escapa, y sus manos vuelan a su boca. Consternada, la joven mira a su alrededor con urgencia, sabiendo que lo que acababa de suceder no era natural.

    — Bien hecho, Boro. — Un hombre sale de las sombras, y a su lado una mujer aparece de la nada. Uraraka entiende, entonces, que uno de ellos la había forzado a decir la verdad, mientras que la otra había ocultado sus presencias.

    Furiosa, la joven mira a Shigaraki y se levanta, sus manos cerrandose en puños. El hombre simplemente eleva una ceja, como invitándola a perder el control.

    — Ilumíname Uravity. ¿Por qué me buscas a mí?

    Su rostro se pone rojo sin su consentimiento, pero Uraraka empuja a través de la rabia y la verguenza. -

    — Hace cinco años me arruinaste la vida, Shigaraki Tomura. Algún día vas a responder por eso.

    En un parpadeo, el hombre se encuentra delante de ella, en cuclillas sobre la mesa. Uraraka recula de un salto y la silla donde estaba sentada es lanzanda hacia un lateral.

    Detrás del líder los villanos observan la escena con reacciones diversas. Algunos parecen muy interesados en lo que está sucediendo, como Mr. Compress o Dabi, mientras que otros parecen completamente sorprendidos o incluso perturbados, como Re-Destro y Spinner.

    — ¿Vas a ser tú la encargada de hacerme pagar por mis actos, Uravity? — Una terrible sonrisa aparece en sus labios y Uraraka responde mostrando los dientes, una mirada predatoria en sus ojos.

    — Puedes apostar que sí, líder.

    Ante esto Tomura asiente, complacido, y se baja de la mesa de un movimiento. Con parsimonia camina hacia su silla, y Uraraka se niega a recoger la suya propia. No iba a humillarse de esa manera.

    — A partir de hoy trabajaras con Toga. Si de verdad quieres una oportunidad para ejecutar tu venganza, primero tendrás que demostrar lo que vales. — Con una indicación, Shigaraki señala la puerta. — Boros, muéstrale su nueva habitación. Hasta que Toga vaya a buscarte, tienes prohibido salir.

    El hombre que aparentemente la había obligado a decir la verdad se acerca e intenta tomarla del brazo, pero Uraraka es más rápida y lo agarra de la muñeca, retorciéndole el antebrazo con tanta fuerza que amenaza con romperle el radio.

    — No me toques. — Su voz, a pesar de su rabia y frustración, sale segura y amenazante.

    Boros se pone pálido y sudor perla su frente. El hombre levanta la otra mano para indicar que es suficiente. Ochako mantiene el agarre unos segundos e intensifica la fuerza. Después, lo suelta.

    La joven se da la vuelta y camina a largas zancadas hacia la puerta. Boros se ve obligado a seguirla, sujentando su muñeca con la mano no herida. Desde su trono, Shigaraki Tomura sonríe. Aquella mujer no dejaba de sorprenderlo.




    Cuando la puerta de su habitación se abre repentinamente, Uraraka lleva horas esperando. Con solo una cama, un pequeño armario, y un baño para investigar, la joven no tenía mucho para entretenerse. Por eso cuando Toga aparece por la puerta Ochako está más que lista para moverse, para hacer algo.

    La villana tiene las pupilas completamente dilatadas y un sonrojo cubre sus mejillas. La sonrisa desencajada le dice a Uraraka que pronto se arrepentiría de haber deseado ponerse manos a la obra.

    — No me puedo creer que a partir de hoy trabajes conmigo, Ochako-chan. ¡Esto es un sueño hecho realidad! ¿Puedo apuñalarte? — Himiko se acerca con un cuchillo en la mano, pero Uraraka solo sonríe.

    —Ni te atrevas, Toga. — Los dedos de Uravity martillean rítmicamente sobre la mesilla de noche, y la atención de la villana recae sobre éstos. La amenaza es clara, y Himiko guarda el cuchillo.

    — Creo que encajarás muy rápido, Ochako-chan. A Dabi ya le caes bien. — Los ojos de Himiko se entrecierran amenazantes. — Pero yo seré tu mejor amiga, no él. Tal vez tenga que recordárselo.

    Las cejas de Uravity se elevan al máximo, y una risita se le escapa. Aunque la personalidad de Toga era errática y algo perturbadora, sus comentarios le hacían mucha gracia.

    — ¿Hay algo que deba hacer hoy? La verdad es que me muero de hambre. — Tocándose el estómago, Ochako aparenta estar más hambrienta de lo que está, pero necesita salir de ahí y explorar el lugar. Está en una posición extremadamente precaria, sin rutas de escape y las únicas armas que lleva encima son sus cuchillos de lanzar. Nada dentro de aquel lugar serviría como proyectil contra villanos de alto calibre. Y, a menos que hiciera levitar el edificio entero y lo separara de sus cimientos, Uraraka estaba atrapada.

    — Oh, sí. Mejor que comamos luego, primero tenemos que encargarnos de un par de cosas. ¡Sígueme! — Toga sale por la puerta, ligeros saltos en su paso. Uraraka la sigue y presta atención a sus alrededores, pero aquel lugar es un laberinto.

    La comandante la lleva a través de muchos pasillos y diversas escaleras, piso tras piso, y finalmente acaban en lo que Ochako asume que es un sótano. A su acompañante parecen no gustarle los ascensores, o tal vez estuviera probando su paciencia.

    El piso en el que se encuentran es húmedo y carece de decoración. El concreto domina todos los espacios, y una serie de pasillos las lleva a un corredor lleno de celdas.

    Su corazón da un salto y Uravity entiende entonces qué es lo que hacen en aquel lugar, recuerdos de los cuerpos mutilados en aquella nave en el puerto. Aquello había sido obra de Toga, sin duda alguna.

    Bilis sube por su garganta y Ochako tiene que contener las nauseas.

    Todas las celdas por las que pasan están vacías, algunas limpias, otras cubiertas de sangre. Parece que el Frente no toma prisioneros.

    Toga no parece percatarse del dezliz de Uravity, y camina por el corredor hasta llegar a una de las celdas del final, donde un hombre de pelo plateado está encadenado a una silla. Hay una extraña vibración dentro del lugar, y Uraraka se percata inmediatamente de que su quirk ya no funciona.

    Himiko no necesita un quirk para interrogarlo. Teniendo a un hombre como Boros a su disposición, la joven heroína se pregunta por qué necesitan la tortura para hacerlo hablar. ¿Quizás Toga lo disfrutaba?

    La villana prieta un botón y se hace la luz. Uraraka contiene una exclamación de sorpresa. Hari Kurono la observa a través de ojos cansados, casi sin enfoque. Aquello era imposible. Chronostasis había sido encarcelado hace más de cinco años. ¿Qué estaba haciendo en aquel lugar?

    — Hari-kun… parece que hoy ha llegado el día. Tú también estabas cansado de esperar, ¿verdad? — Toga lo mira con una sonrisa de suficiencia. — Hoy Ochako-chan se encargará de ti, asegúrate de darle las gracias al acabar.

    Himiko se gira y le ofrece su cuchillo. Uraraka tiene apenas un milisegundo para tomar una decisión. Si tortura al hombre, ya no habría vuelta atrás. Todo en lo que creía como héroe sería comprometido. Su propia concepción cambiaría para siempre. Ochako jamás había torturado a nadie para sacarle información. Había matado a varias personas, pero siempre defendiéndose, o defendiendo a otros.

    Nunca así.

    Una imagen de la destrucción causada por el Frente, de las bolsas de cadáveres llenando las calles, de su padre en una camilla, inmovil, le da la determinación que necesita.

    — Tengo los míos propios.

    La joven se sitúa delante del ex-mafioso, y durante un momento todo es silencio. Con una respiración mecanizada, Uraraka levanta el brazo y, sin un segundo de dilación, le da un derechazo que le destruye la mandíbula. Toga no comenta nada, y Uravity comprende que aquello no va de conseguir información. El hombre es un mensaje.

    Uraraka intenta acabar rápido.




    Dos semanas después, Uraraka observa la ciudad de Deika desde el tejado de la base. Sus ojos parecen vacíos, y hay sangre debajo de sus uñas que aún no ha logrado limpiarse. Es de noche y densas nubes cubren el cielo, y la única iluminación proviene de la ciudad, a decenas de pisos de distancia. La joven está sentada al borde del precipicio, y sus piernas se balancean sin ritmo alguno.

    Las últimas dos semanas habían sido desastrosas. Toga era la comandante de la división de inteligencia del Frente, y muchos de sus trabajos incluían la tortura. Como Uraraka lo había imaginado, la villana disfrutaba del dolor de sus víctimas, por eso el uso de Boro era rara vez necesario. Todos se rompían, antes o después.

    Algunos trabajos requerían de infiltración, pero a ella no se le había permitido participar. Era demasiado conocida, al parecer.

    En aquellas dos semanas, había interactuado en incontables ocasiones con el resto de miembros del FLP. Con los antiguos miembros de la Liga, aún con el pasado que compartían, era fácil hablar, entrenar. Ochako se había encontrado divirtiéndose en compañía de Dabi y Twice. Había ido de compras con Toga y entrenado con Spinner. Había veces en las que se olvidaba de quién era, de dónde estaba, y los límites entre Uravity y Uraraka se difuminaban.

    Uraraka se lleva las manos a la cabeza, y aprieta. ¿Por qué ahora? Ella sabía quién era, por qué hacía lo que hacía. Su ideología no permitía que entablara relaciones de amistad o compañerismo con villanos, ni que torturara hasta la muerte a delincuentes. Sin embargo…

    Lo que el Frente hacía siempre parecía tener una razón. Hasta el momento no habían matado a ningún inocente, y sabía que el Frente se encargaba de regular el crimen en las ciudades bajo su control. Toga le había dicho que el mismísimo Shigaraki se había encargado de eliminar la prostitución de menores y esclavas en su ciudad. ¿Por qué?

    Si lo pensaba con lógica, la joven entendía por qué hacían las cosas. Todo les daba algún beneficio, sea económico, político o territorial. Tener a otros delincuentes en su territorio no era bueno para el negocio. Eso era lógico, pero, ¿por qué parecía que el Frente estaba haciendo más que los héroes por mejorar la sociedad?

    Mientras los héroes se concentraban en subir de ranking, mejorar su estatus y conseguir una mejor paga, el Frente lenta pero eficazmente se encargaba de los peores aspectos del crimen, todo ello en las sombras.

    Los métodos eran terribles y amorales, pero aquello era un juicio de valor. Estaba condicionada a pensar de una forma y lo sabía, todo lo que los villanos hacía estaba mal por defecto, ¿verdad? Para Ochako las cosas ya no están claras.

    — ¿Qué es ser un héroe, Uravity?

    Una voz a sus espaldas la sobresalta y Uraraka se desliza del borde. Antes de que pueda empezar a caer, una mano enguantada la agarra de la muñeca y tira.

    Los ojos rojos de Shigaraki parecen emitir luz propia, y un flash de recuerdos invade su mente. Aquello había sucedido antes, estaba segura, pero no lo recordaba. Los recuerdos siempre venían acompañados de una devastante sensación de culpa.

    ¿Qué había sucedido hace cinco años? Algún día tendría que preguntárselo.

    La joven contempla donde Tomura aún la sujeta, pero no le dice nada. Su ceño está fruncido, y su mente es un caos de preguntas sin respuesta.

    La pregunta del líder del Frente pesa en el aire y, sin embargo, Ochako no puede responder. No tiene una respuesta.

    — No lo sé. — Su voz sale extrañamente débil, sin convicción alguna.

    Shigaraki la suelta.

    El hombre se apoya contra la pared y observa la ciudad con una extraña intensidad, con una emoción que Uraraka no puede identificar.

    — Sea lo que sean los héroes, no son suficiente. No por sí mismos. No en esta sociedad. — El hombre habla sin afectación alguna, pero su voz es diferente de la mostrada delante de sus subordinados. Es menos fría, más contemplativa. — Siempre nos preguntamos qué es la luz o qué es la oscuridad, qué es blanco y qué es negro, pero nunca nos preguntamos por qué las cosas adquieren esos matices. Cuál es la causa.

    Uraraka no le contesta. Su corazón se siente pesado, porque entiende su razonamiento. Entiende que viven en un mundo que favorece el etiquetamiento de algunas personas, que deja todo el trabajo a los héroes. Entiende que viven en una sociedad que falla y erra, y que los abandona una y otra vez. Todo el mundo quiere saber de qué lado estás, pero nadie quiere saber por qué.

    Uravity había visto cosas terribles hechas en nombre de la sociedad de héroes. Ella misma, de alguna manera, era el vivo ejemplo de aquello.

    — Sea cual sea la razón por la que estás aquí, tú ya no eres una heroína, Uravity. Tal vez nunca lo fuiste. Hay algo mal con el sistema para el que trabajas, el sistema al que sirves y lo sabes. Nosotros somos la escoria del mundo, la basura y la corrupción. Ellos son la luz, flores y cosas bonitas, ¿no? Si las cosas no cambian, la historia se repetirá una y otra vez. Los héroes fallarán o se saldrán con la suya, ¿pero que pasa con el resto?

    Las palabras le queman en la garganta. Uraraka quiere preguntarle por qué está allí, por qué parece que le está ofreciendo consuelo, por qué le da respuesta a todas sus preguntas. Por qué, cada vez que lo mira, siente la culpa carcomiéndole el alma.

    Ochako se acerca al hombre y lo mira, intentando encontrar alguna respuesta sin tener que preguntarle nada. Shigaraki gira la cabeza hacia ella, pero no se mueve. La joven permanece en silencio, sin entender nada. El aire a su alrededor parece cargado de estática, de una tensión que Uraraka no logra comprender.

    Con un suspiro, Uravity se dirige a la puerta, y se marcha.

    Shigaraki cierra los ojos. ¿Por qué Uraraka lo odia tanto?


     
    Última edición: 8 Octubre 2019
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    La loca de los Gatos

    La loca de los Gatos Maldito calor...

    Aries
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    ¿Sera por que le jodiste la vida a ella y al resto de la gente que conoce Shiggy? xDDD Pero hay cierta razón en sus palabras, al final ¿que hacen los heroes si no puede estar en todos lados y terminan buscando como vandagloriarse? :x (¿Chrono estara muerto?)
     
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    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
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    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    4833
    Gracias por comentar siempre los capítulos <3 Se hace mucho más ameno este ritmo brutal de capítulo por día que estoy llevando. Y, sobre Chrono, se hace alusión a que Uraraka lo mata, pero esto no es algo que confirme soooo... :bil:

    Palabra del día: Intercambio de roles.


    i don't know how to dream your dreams
    so i won't
    Day 8: How did you get here? How did it start?

    El sol brilla y la gente sonríe, y Shigaraki quiere eliminarlos a todos, quiere borrar esa sonrisa de sus rostros con sus propias manos. Una terrible sensación de incomodidad, de frustración y rabia pura, sin adulterar, recorre sus venas. Es como si lo que está viendo estuviera mal, mal, terriblemente mal, como si tuviera que girar la cabeza hacia otro lado, como si tuviera que apartar la vista. Tomura se niega. La realidad es dura y parece burlarse de él a cada paso que da, pero él no es un cobarde. Si debe enfrentarla de frente, que asi sea, no le va a dar la espalda simplemente porque su mente no pueda lidiar con ello.

    Memorias del pasado aparecen de repente en su mente, como suelen hacerlo cuando piensa de esa forma, y el hombre se ve a sí mismo de niño, sonriendo, su familia a su lado. Han pasado cinco años desde que logró recordar su pasado, y aunque no haya podido hacer las paces que lo que le sucedió, ahora lo acepta. Acepta que no puede permitirse odiar al mundo simplemente porque tuvieron una vida mejor que la suya, porque se les dio unas oportunidades que a él no. Shigaraki sabe que no puede permitir que la visión de su antiguo yo, aquel que realmente no conocía nada de la vida, de la realidad, de él mismo, condicione su manera de ver las cosas.

    Así que Shigaraki fuerza la rabia y la frustración lejos, muy lejos. Los inocentes no tienen nada que ver con su causa. Sólo perpetúan una sociedad que los ha creado para ser sus sirvientes, y no es su culpa no poder verlo. No poder romper con las reglas impuestas por una sociedad corrupta. Shigaraki lo entiende, porque en otro mundo, en otro tiempo, él también habría sido así.

    Un inocente.

    O tal vez, incluso un héroe.

    Aquel razonamiento ya no le provoca náuseas, como solía hacerlo en el pasado. Ahora Shigaraki sabe que las cosas no son blancas o negras, y que debe luchar por un lugar en el que niños como él en otros tiempos, no sean ignorados. En el que niños como él no sean abandonados a su suerte.

    Una mujer pasa a su lado de la mano de una niña de apenas 5 años, ambas portando sonrisas en sus rostros, y un hormigueo devastador recorre sus brazos y su espalda. El villano intenta evitar sacudirse, y se muerde la lengua tan fuerte que prueba sangre. No es su culpa, no es su culpa.

    Tomura sigue caminando sin destino alguno en mente. Su base, su ciudad, sus subordinados y compañeros, quedan muy lejos de donde se encuentra. Necesita espacio, necesita libertad para pensar. Los últimos meses habían sido bastante estresantes y repletos de cambio, de una tensión que no podía nombrar, y todo causado por la nueva recluta.

    Uraraka Ochako.

    La heroína había llegado pisando fuerte y lo había desafiado en su primer encuentro, y Shigaraki todavía estaba intrigado. En los dos meses que la joven había compartido con ellos, ambos habían tenido muchas oportunidades para verse las caras, en solitario y en compañía. La gran mayoría de veces acababan discutiendo o incluso llegando a la violencia, y aquello estaba bien para él. Uravity era una luchadora excelente, y no necesitaba usar su quirk para hacerlo sudar. Era una mujer feroz que había entrenado su cuerpo y sus habilidades hasta estar al borde de la muerte, de eso estaba seguro. Nadie llegaba a ser tan bueno tomando el camino fácil, el camino seguro, y saber que la joven se parecía tanto a él en ese aspecto lo confundía. Luchar con ella era como luchar contra su reflejo aunque sus estilos difirieran en muchos aspectos, pero la furia, la fuerza y la determinación detrás de sus golpes, era como si delante de él pudiera verse a sí mismo.

    Por lo menos, en aquellos momentos, podía mantener un cierto sentido de quién era y de por qué hacía lo que hacía. La violencia era inherente a su persona y por lo tanto era fácil recurrir a ella. Lo que no era fácil, y lo que nunca entendía, era por qué a veces mantenía largas y profundas conversaciones con Uraraka. Su presencia, que en apariencia era similar a todas las demás, le hacía querer hablar y explicarse, encontrar respuestas. Uravity permanecía muchas veces en silencio, simplemente escuchándolo hablar, y aquello lo afectaba más de lo que quería admitir. Una parte de él se veía a sí mismo en la joven, en su manera de hablar, de moverse, de luchar. De pensar, de sentir. La furia y rabia en su corazón eran reflejos de las propias, y eso sí que lo desencajaba. Él había provocado esos sentimientos. ¿Por qué los veía como una conexión hacia él?

    El hombre se lleva las manos a la cabeza y se sienta en un banco frente a un colegio primario. A aquella hora no había nadie por la zona, y el silencio reinaba. En su mente, una escena particular quema y quema, lo obliga a pensar y a buscarle lógica.

    Uravity estaba sola aquella mañana. Toga todavía seguía durmiendo y la gran mayoría de los comandantes no se molestaba en desayunar. Uraraka, como buena heroína que era, parecía mantener buenos hábitos, o por lo menos ese. Shigaraki había entrado a la cocina en busca de un café y, como todas las mañanas, sus pisadas no hicieron ruido alguno en el suelo de la estancia. La joven estaba de espaldas a él, intentando agarrar una de las tazas del final de un armario sin utilizar su quirk. Con una sonrisa burlona, Shigaraki se acerca aún más silenciosamente, y agarra la taza de entre sus manos. Ante el contacto inesperado de su pecho con su espalda Ochako se congela, y Shigaraki entrecierra los ojos. Había visto a Dabi escabullirse detrás de ella y su reacción había sido instantánea y violenta. Uravity no quería a nadie a sus espaldas.

    Sin embargo, sabiendo perfectamente quién estaba tras ella, Ochako se congela, y Shigaraki siente el corazón de la joven latir de forma errática. Aquello lo confunde, aún más cuando se percata que el suyo propio está latiendo más rápido. Tomura se aleja de repente, como si el contacto quemara, y finje que no ha pasado nada. La taza está ahora sobre la encimera, y él pretente buscar algo en la nevera. La mirada de Uraraka arde y Shigaraki siente furia en sus venas.

    — ¿Algún problema, bastardo? — Un gruñido escapa de la joven, perfectamente intencionado. Aquello no hace sino avivar las llamas de su rabia, y Shigaraki se yergue en toda su altura, mirándola a través de unos ojos que prometen consecuencias. Uraraka le había faltado al respeto demasiadas veces, y él lo había dejado correr. Era hora de demostrarle por qué él era el líder en aquel lugar.

    Uraraka se mueve en el instante en que sus ojos detectan movimiento, pero es demasiado tarde. La mano enguantada de Shigaraki se cierra sobre su cuello y la levanta en vilo varios centímetros del suelo, apretándola contra la pared. Si no estuviera en juego su vida, Ochako se detendría a admirar la fuerza que poseía Shigaraki en el tren superior.

    Sin embargo, sí está en juego su vida, asi que Uraraka reacciona. Shigaraki está usando guantes, así que ella tampoco usará su quirk. Por ahora. Con una llave realizada tan rápido que habla de años de experiencia, las piernas de Uravity se cierran sobre el brazo y cuello del hombre, cortando su suministro de aire y aplastando su yugular. Si le dejaba de llegar oxígeno al cerebro, Shigaraki se desmayaría. Ahora sólo era una lucha de aguante, de ver quién resistía más.

    Con los ojos inyectados en sangre, Shigaraki toma el control de su llave, llevándolos a ambos al suelo y zafándose de su agarre a la vez que presiona todo su peso contra la joven, impidiéndole moverse. Su brazo aún está atrapado por las piernas de la joven, y la presión es tal que un simple movimiento se lo partiría por la mitad. A Shigaraki no le importa. Ambos luchan por mantener el control, y el hombre pivota sobre sus piernas, acto que Uravity aprovecha para deshacer la llave y utilizar el momento de fuerza para lanzarlo contra el suelo y posicionarse sobre él. Con las rodillas presionando contra sus biceps y todo su peso sobre él, durante un momento logra la victoria, pero Tomura simplemente aprieta los pies contra el suelo y empuja. El agarre de Uraraka se rompe y ambos quedan en una posición inesperada.

    Shigaraki está sentado, y Ochako se encuentra sobre él, sus rodillas a cada lado de sus caderas. La tensión que ninguno de los dos puede nombrar aparece nuevamente, y Uraraka entra en pánico. Sin saber cómo reaccionar, le da un cabezazo, rompiéndole la nariz, y Shigaraki gruñe, agarrándola por la manga de la sudadera. Con el corazón latiéndole desbocado, el líder del Frente se percata de que su guante ya no está protegiendo su mano, y su quirk se acaba de activar sobre la joven.

    Con un grito ahogado, Uravity se levanta de un salto y se aleja, y sólo su velocidad la salva de convertirse en cenizas. Con un cuchillo corta la tela antes de que ésta alcance su piel, y un escalofrío la recorre cuando procesa lo que acaba de pasar. Tomura está de pie, observándola con cautela, y una emoción que Uravity no quiere nombrar. Sangre mancha su rostro y su nariz parece estar rota; sus respiraciones son agitadas y sus manos parecen abrirse y cerrarse en movimientos involuntarios.

    Uraraka no está en mejor estado. Marcas rojas en forma de dedos cubren los laterales de su cuello, y su garganta arde. Su sudadera está completamente destrozada, y es entonces de que la heroína se percata de que está prácticamente desnuda de cintura para arriba.

    Shigaraki la mira fijamente, pero la respeta lo suficiente como para no mencionar esto. Su mandíbula está tensa y todo su cuerpo parece estar listo para una pelea. Ochako está cansada de jugar.

    Notando la incomodidad del hombre, la joven decide utilizar eso a su favor. Necesitaba salir de aquel lugar y rápido, y la violencia no era una opción. Con una extraña sonrisa en los labios, Uraraka se saca el resto de la sudadera, quedando en un simple sujetador que de simple no tiene nada. Caminando con parsimonia hacia el líder del Frente, Ochako llama al frente a su confianza, a su seguridad en sí misma y a todas aquellas emociones que la hacían sentir como la dueña del maldito mundo.

    Con un movimiento casi felino, la joven ladea la cabeza, y lo observa a través de unos ojos que a Shigaraki le resultan desconocidos.

    — Si tanto querías quitarme la ropa, sólo tenías que haberlo pedido, líder. — La inflección que le da a su título provoca sensaciones en su cuerpo que el hombre no quiere reconocer.

    Tras eso, Uravity desaparece por la puerta con la cabeza bien alta y sus caderas moviéndose al compás de su zancada.

    Shigaraki solo puede mirarla marchar con la boca abierta.




    Shigaraki es sacado violentamente de su introspección cuando un estallido destroza el lateral del colegio donde se había detenido. La fuerza de la explosión, aún a varios cientos de distancia, amenaza con hacerlo volar del banco, pero Tomura la aguanta. Gritos y llantos se hacen presentes y el villano se levanta. ¿Pero qué…?

    Aquel era su territorio. Aún estando a cientos de kilómetros de su base, Shigaraki había escogido, por seguridad, una de las ciudades controladas por el frente. Y él sabía jodidamente bien que no había ordenado atacar un maldito colegio primario. Sus hombres jamás actuarían de forma independiente, y aún si lo hicieran, jamás harían algo así. La gran mayoría de los soldados que conformaban su ejército eran civiles o héroes simpatizantes con su ideología. Los villanos a su cargo lo temían demasiado como para atacar un colegio a plena luz del día.

    Alguien iba a pagar por eso.

    Tomura corre hacia los muros del colegio, y los traspasa sin dilación alguna. Los gritos, desde aquella distancia, eran aún más desgarradores. Shigaraki ya no los disfrutaba. El hombre aprieta el paso y recuerda ponerse su máscara y la capucha. Nadie podía reconocerlo. Entrado por una de las fisuras en el edificio provocadas por la explosión, Shigaraki se mueve a través de la destrucción y los gritos de agonía. Su trabajo no era rescatar a los gritos, para eso estaban los héroes. En aquella zona la visibilidad es nula, y el humo anega sus pulmones, dificultándole la respiración.

    No hay muchos cadáveres en aquella zona, pero Tomura se tropieza con un cuerpo y casi cae de cara contra un charco de sangre y órganos. Arrodillado en el suelo, el humo le da un respiro, y Tomura logra pensar con claridad. Ante él, el cadáver no parece haber muerto debido a la explosión. Un agujero le atraviesa el tronco de lado a lado, limpiamente. Shigaraki nunca ha visto nada igual. ¿Era aquello un quirk?

    Aquella herida era demasiado limpia como para estar hecha por cualquier cosa que no fuera un profesional. Tenía que darse prisa.

    Los gritos guían sus pasos, y pronto llega al segundo piso, donde el suelo está lleno de cuerpos sin vida. Todos eran niños. Ninguno podía tener más de doce años. ¿Cuál era el propósito de aquello? No tenía sentido alguno. El colegio estaba a varios kilómetros del centro de la ciudad, y los alrededores eran muy poco transitados, poblados de solares vacíos. La prensa tardaría mucho tiempo en llegar y, si bien la escena era perturbadora, no había nada como asustar a las masas con algo que estaba pasando en directo.

    Lo que estaba sucediendo no podía ser un mensaje. Las víctimas parecían haber sido asesinadas con un fría eficiencia, todas con el mismo movimiento, repetido una y otra vez. No tenía sentido alguno. Ninguna estaba desfigurada o desmembrada, solo empalada y con un gigantesco agujero en el pecho.

    Había muchas maneras de destrozar un cadáver. Aquella no era usual.

    Un sonido mecánico lo saca de sus cavilaciones, y el hombre se lanza con urgencia dentro de un aula para evitar ser empalado. Con el corazón latiéndole a mil por hora, Shigaraki contempla sus alrededores, y se percata de que la estancia está vacía y aparentemente intacta. Extraño.

    Sin darle tiempo su atacante, Shigaraki desintegra pared tras pared, buscando algún signo de los perpetradores. En algunas aulas hay cadáveres, en otras hay niños llorando y pidiendo ayuda. En una, varios profesores se esconden tras una barricada de mesas, y Shigaraki los desintegra a todos, repugnancia quemando en su garganta. ¿Cómo se atrevían? Había niños indefensos en aquel lugar pidiendo ayuda a gritos y aquellos bastartos estaban sentados sin hacer nada. Su deber era proteger aquellos a su cargo, y sin embargo un villano estaba haciendo el trabajo por ellos.

    Hijos de puta.

    El tercer piso es una completa masacre, y no es hasta llegar al tejado que Shigaraki se encuentra con los atacantes. Para su sorpresa, solo tres hombres se encuentran en el lugar. ¿Cómo podían haber eliminado a cientos de niños sólo tres personas? Y lo más intrigante, ¿todos con el mismo modus operandi?

    El primer atacante, un extranjero con apariencia de militar, es el primero en percatarse de su presencia. Con un movimiento rápido Shigaraki le da una patada en la sien, y el hombre está muerto antes de tocar el suelo. A su lado, una mujer rubia vibra con energía, pero la última figura, un hombre joven, muy joven, levanta la mano y la mujer se calma inmediatamente.

    Un sonido metálico, idéntico al que había escuchado dentro del edificio, lo alerta de un inminente ataque, y Shigaraki se saca los guantes y alza una barrera de desintegración a su alrededor. Una lanza de oro choca con fuerza contra ésta, y el líder del Frente ni se inmuta. Con una ceja alzada, Tomura examina el arma, que retrocede como con vida propia y se lanza nuevamente contra él. La barrera resite, pero lo curioso es que la lanza también. Un roce con su quirk era suficiente para desintegrar cualquier cosa, orgánica o inorgánica, y sin emargo aquella lanza no presentaba daño alguno.

    El aparente líder del escuadrón lo observa con curiosidad, y Shigaraki se saca la máscara, mostrándole exáctamente con quién estaba tratrando. Los ojos del joven se abren casi cómicamente, y al únisono tres lanzas chocan contra su barrera. Aquello logra desestabilizarlo, y Shigaraki decide que ya es suficiente. Con un aspaviento de mano, todo lo que se encuentra de Shigaraki desaparece en un radio de varias docenas de metros. Si quería mantener su intervención oculta, tendría que controlarse.

    Para su sorpresa, sus dos atacantes lo miran desde el suelo en un lateral del edificio, y Shigaraki comprende que la mujer tiene un quirk de teletransportación. Aquello le recuerda a Kuroguiri, y furia arde en sus venas. Decidiendo acabar de una vez por todas con aquel juego, la barrera a su alrededor se expande, y Tomura se lanza al vacío con las manos extendidas. La mujer desaparece, y tres lanzas chocan contra su barrera, el impacto lanzándolo lejos.

    Shigaraki desactiva su quirk antes de chocar contra el suelo, y rápidamente se pone de pie. Las lanzas levitan sobre él, y el hombre se prepara. El joven sonríe y su mano hace una indicación. Una de las lanzas ataca, pero Shigaraki la toma en sus manos y presiona. Su quirk se activa en su máxima capacidad, el poder de destruír una ciudad concentrado en un solo punto, y la lanza se rompe. La mujer grita, y sangre cae de su boca. Con un aspaviento urgente, el joven lanza las otras dos lanzas contra él.

    Tomura logra rozar una de ellas con sus cinco dedos, pero la última lo atraviesa de lado a lado. Su visión se vuelve borrosa y el dolor lo consume. El hombre intenta mantenerse en pie, pero las piernas le fallan. En el otro lado, la mujer brilla con energía, y tanto ella como el joven desaparecen. Este último parece tener dos bolígrafos dorados en las manos, pero Shigaraki no está seguro.

    Con las últimas fuerzas que le quedan, Tomura se arrastra. No es la primera vez que está al borde de la muerte, pero sí es la primera vez que está solo. A cientos de kilómetros de Deika, como iban a llegar hasta él a tiempo. Con una sonrisa amarga, Shigaraki aprieta su baliza de emergencia, asombrado de que realmente haya tenido que usarla. Cuando Re-Destro se la dio, el líder del Frente lo había tomado como un insulto, pero hoy estaba agradecido.

    Sombras bailan en la periferia de su visión, y el hombre sabe que le queda poco tiempo. Todavía le queda mucho que hacer.

    Todavía le quedaba mucho que decir.

    Mientras todo se vuelve oscuridad, Tomura contempla unos ojos que brillan con luz propia, tan potente que parecen consumir la oscuridad.

    Shigaraki sonríe.




    El vacío lo abarca todo ante sus ojos. Shigaraki sabe que esta no es la realidad, pero no tiene manera alguna de escapar. ¿Está soñando? Lo último que recuerda es su muerte, con tanta claridad, que es como si la hubiera visto desde fuera, como un observador externo. Por alguna razón había sobrevivido, y ahora estaba atrapado en lo que aparentaba ser su propia mente.

    O tal vez eso era un efecto secundario provocado por la extraña pero intrigante lanza de oro. Tomura no lo sabía.

    ¿Habían llegado sus subordinados a tiempo? El único hombre capaz de alcanzarlo y llevarlo a un médico lo suficientemente rápido era Hawks, y Shigaraki dudaba que el héroe lo hubiera salvado. Además, ¿por qué iban a llamarlo a él? Probablemente Re-Destro hubiera intentado ocuparse él mismo, pero eso dejaba la incógnita de cómo demonios seguía vivo.

    En el vacío todo son preguntas sin respuestas, y el líder del Frente se siente extrañamente disociado de sus sentimientos. En cualquier otra ocasión estaría furioso y frustrado, intentaría salir de su confinamiento de todas las maneras posibles, pero ahora…

    La calma de aquel lugar parecía controlarlo.

    Shigaraki intenta presionar contra aquella complaciencia, pero siquiera llevarse a pensar en ello es díficil. Su mente está esparcida, y pensamientos van y vienen sin tomar una forma concreta. Con un suspiro, el hombre sigue intentándolo. Rendirse no estaba en su vocabulario.

    El tiempo parece pasar muy lentamente, y Shigaraki está seguro de que lleva muchas horas en aquel lugar. Sus intentos de liberarse habían sido en vano, y ahora estaba más cansado que nunca. Luchando contra el agotamiento, Tomura intenta mantenerse despierto, pero sus ojos, en el sentido más metafísico de la palabra, parecen cerrarse.

    En la oscuridad, Tomura se percata que dos ojos brillantes como faros en la oscuridad, vuelven a observarlo.

    Con un grito de dolor, Shigaraki despierta.

    Una miríada de sensaciones lo ataca desde todos los ángulos. El familiar olor de su habitación es lo primero que reconoce, y su vista tarda unos segundos en ajustarse a la poca luz que parece haber en aquel momento. Las sábanas que lo cubren provocan dolor allí donde lo rozan, y Shigaraki se siente como si un tren lo hubiera atropellado.

    A su lado alguien le ofrece un vaso de agua, y casi a ciegas el hombre lo acepta. Su garganta está seca e irritada, y sus labios tan secos que se cortan al separarse. Algunas gotas de agua caen por su barbilla, y una risa burlona devuelve su atención a su acompañante.

    — Creo que nunca te había visto tan en la mierda, jefe. — Dabi, siempre tan elocuente, está de pie al lado de su cama, vestido en ropas tácticas. Notando la mirada inquisitiva de su superior, el arsonista sonríe. — La base entera está en alerta por ataque. Después de que Hawks te trajera se activó el protocolo de defensa. Deika está clausurada. Nadie puede entrar y nadie puede salir.

    Shigaraki asiente, aunque sabe que algo así no podría parar las lanzas de oro. Las defensas de la ciudad, y la base en sí eran de alta categoría, pero aquellas armas eran algo desconocido y había tomado todo su poder desintegrar solo una de ellas. Si alguna conseguía atravesar las barreras que había activadas, probablemente todos morirían. No creía que siquiera Gigantomachia, aún con su resistencia mejorada y su piel prácticamente impenetrable, pudiera sobrevivir.

    Por suerte, su instinto le dice que el ataque no llegará por el momento. Tanto tiempo para sí atrapado en su propia mente había servido para algo, ya que había descubierto por qué aquel grupo había atacado el colegio.

    Las lanzas todavía estaban en período de prueba. Probablemente no estuvieran siquiera en su versión beta, si lo pensaba en un lenguaje más familiar para él. Si sus sospechas eran ciertas, sus creadores tendrían que realizar ajustes antes de volver a probarlas o usarlas definitivamente. Eso les daba una ventana de tiempo lo suficientemente amplia como para actuar.

    — Quiero a cada miembro, a cada soldado, en las calles. Levanta la clausura. Vamos a encontrar a esos hijos de puta. Diles a los soldados que busquen cualquier cosa relacionada con lanzas de oro. O lanzas que se muevan con vida propia. —Shigaraki se lo piensa durante unos segundos, y decide que lo que había visto en las manos del joven cuando éste escapaba no había sido una alucinación. — Si se topan con bolígrafos dorados, que no los toquen. Se me informará inmediatamente de cualquier hallazgo o avance en la investigación, ¿está claro?

    Dabi asiente, confundido ante la cantidad de información recibida, pero como comandante que es, se guarda las preguntas para más tarde.

    — ¿Dices que Hawks fue el que me trajo?, ¿cómo supo dónde encontrarme?

    — Re-Destro entró en pánico cuando se activó tu baliza. Acabábamos de recibir noticias de una explosión en un colegio de primaria, y la cosa parecía seria. Todos pensábamos que jamás la usarías, así que decidimos enviar a Hawks. Si habías activado la baliza, probablemente ya estarías muerto, así que no queríamos arriesgarnos. Tuvimos suerte de que Ujiko se encontraba por una vez en Deika. El bastardo logró recomponerte sin problema alguno. Parece que el quirk que le robamos a Overhaul funcionó para algo, aunque no tan bien como lo usaba él. Puedes verlo por ti mismo, hay cicatrices.

    Shigaraki lo mira sin humor alguno. Odiaba a Chisaki Kai con todo su ser, y el hecho de haber sido curado por su quirk lo volvía loco de rabia. Dabi retrocede un paso y decide marcharse antes de cagarla más de lo que ya lo ha hecho.

    — Vaya humor te traes hoy. Mandaré a Uraraka a ver si así se te pasa. — Con una risotada Dabi escapa de la furia de su líder, que lanza el vaso contra él, pero falla por unos centímetros. Todavía estaba débil y sus brazos no daban más de sí. En cualquier otro momento el comandante habría tenido que esquivarlo, o usar su quirk para defenderse.

    Shigaraki maldice, y se lleva las manos a la cara.

    ¿Quién demonios eran esos malditos bastardos?




    Varias horas después, golpes en su puerta redirigen su atención del ordenador apoyado en sus piernas. Tal y como Dabi había prometido, Uraraka entra sin esperar permiso alguno, y Shigaraki simplemente la observa, cansado.

    — Wow, te ves peor de lo que había imaginado. Pensé que Dabi estaba exagerando, Shigaraki. — Uraraka se sitúa a los pies de su cama, y un tick aparece en los ojos de Tomura ante la pulla.

    — Si has venido a burlarte ya puedes sacar tu dulce culo de mi habitación. — Indicándole la dirección general de la puerta, el hombre regresa su atención a su pantalla, y ahora es a Uraraka a quien le tiemblan los ojos en malamanete contenido cabreo.

    —Mi dulce culo te ha traído algo de comer, bastardo. Al parecer, y cito textualmente, mi nuevo trabajo es encargarme de que no mueres por tu incapacidad de comportarte como un adulto y cuidar de ti mismo. — Ochako parece divertida por la situación, y Shigaraki quiere estrangular a Dabi, con las manos desnudas.

    Al lado de la joven hay un carrito con comida, algo de lo que no se había percatado antes.

    —Puedo cuidarme solo, gracias. Deja la comida y cierra al salir.

    Uraraka parece tener suficiente, y con una sonrisa sardónica en los labios cierra el ordenador del mayor y lo saca de su alcance. Tomura intenta oponer resistencia, pero está demasiado débil y Ochako es demasiado rápida. La mujer lo contempla con cautela desde el otro lado de la habitación, sus ojos brillando con curiosidad y algo parecido a la preocupación.

    — Esos bastardos te han destrozado, jefe. — Esta vez su título no tiene ninguna connotación negativa, y Shigaraki se encoje de hombros. El movimiento le trae una inesperada oleada de dolor y, aunque intenta ocultarlo, la joven se percata. Con una sonrisa suave en los labios Uraraka le acerca el carrito, y durante un tiempo ambos se mantienen en silencio. Tomura sabe que Uravity está ansiosa por hacerle preguntas, pero como siempre algo parece retenerla.

    —Escúpelo ya.

    La heroína se sobresalta ante la repentina orden, y su ceño se frunce con hastío.

    — Ni siquiera herido dejas de dar órdenes. Maravilloso. — La joven se levanta de las silla y se dirige a la puerta, pero no se marcha. El silencio se extiende entre ambos una vez más, y Uraraka lo contempla con una mirada que incomoda a Tomura. — ¿Por qué los salvaste, Shigaraki?

    — Yo no los salvé. Ese colegio estaba en mi territorio. Esos bastardos sabían las consecuencias de sus actos cuando decidieron traer sus asuntos a mi ciudad. — Las palabras, aunque amenazantes, suenan vacías, ambos lo saben.

    — Es curioso, ¿sabes? Conmigo aquí, torturando y matando gente, y tú allí fuera, salvando niños… hasta parece que nuestros roles se han invertido. Shigaraki, el héroe. Uraraka, la villana. — Una risa desprovista de humor escapa de sus labios, y Tomura la imita.

    — Shigaraki, el héroe. El maestro probablemente se esté revolviendo en su tumba. — El líder del frente hace un intento de humor, pero el tema es demasiado delicado para ambos. Uraraka todavía tiene esa extraña mirada y esa maldita sonrisa que no debería estar dirigida hacia alguien como él…

    Tomura se está volviendo loco.

    — Gracias. De verdad, gracias.

    Uravity sale por la puerta sin despedirse, y Shigaraki se queda solo de nuevo.
     
  11.  
    La loca de los Gatos

    La loca de los Gatos Maldito calor...

    Aries
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    Y AFO esta muerto, vaya rollo xD. Lo mas gracioso de todo es que Uraraka tiene razón, mientras ella anda con Toga matando a cada pobre desgraciado que entra a Deika, a "Manolo" le toca salvar a la gente de su pueblo (me recuerda a ese capitulo que ocurre en las chicas superpoderosas en donde Mojo Jojo toma el control del mundo y lo termina mejorando :/)
     
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    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
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    :shani::shani::shani: AFO ESTÁ MUERTO, JODER SÍ. No podía contenerme, de verdad que lo odio brutalmente. Como siempre, gracias por comentar :/*-*\:

    Sorry por el día entero de demora. Ayer me fue imposible actualizar. A ver si hoy saco otro capítulo a parte de este, aunque no lo puedo confirmar.

    Palabra del día: Lealtad.

    i don't know how to dream your dreams
    so i won't
    Day 9: I'll make you sing for me. I'll make you scream.
    — ¡Un superviviente!, ¡escucho a un superviviente! ¡Traed a Uravity!

    — ¡Aquí también! ¡Creo que es un bebé!

    — ¿Dónde está Uravity?

    — ¡Uravity!

    Uravityuravityuravity

    U R A V I T Y

    Uraraka siente que su cabeza va a explotar. Gritos ahogados reclaman su presencia desde docenas de lugares al mismo tiempo. Hay escombros flotando a su alrededor y por toda la zona, y con el pasar de las horas casi no se puede ver el cielo sobre sus cabezas. La agencia de Hawks, junto con muchas otras agencias, llevan trabajando en aquel rescate más de doce horas, y el esfuerzo empieza a afectarle. La cabeza le da vueltas, y una oleada de náuseas la sacude. Ochako se detiene y, por un instante, intenta ignorar los gritos a su alrededor.

    Un terremoto de 6,5 puntos en la escala de Richter había sido registrado aquella madrugada. Héroes de todo el país se habían movilizado, e incluso un llamamiento internacional se había activado. Uraraka se encontraba trabajando en un lugar a cientos de kilómetros de la costa, y no quería saber cómo estarían lidiando sus compañeros con el tsunami que había llegado después.

    Las bajas civiles eran, nuevamente, devastadoras. Su agencia había llegado muy tarde, ya que se encontraba a cientos de kilómetros del lugar. Hawks y ella se habían adelantado, llegando en menos de la mitad de tiempo que el resto del equipo, pero aún así un desastre de proporciones cataclísmicas los esperaba.

    Los gritos a su alrededor le recuerdan que todavía le queda trabajo por hacer. Con determinación ardiendo en su mirada, la joven da un paso adelante, solo para tropezar con un borde del concreto bajo sus pies y caer de cara el suelo. Un brazo, rápido como el relámpago, la agarra antes de que impacte contra el suelo, y Uraraka se encuentra relajándose casi instantáneamente. Un olor familiar la envuelve, y Ochako siente que ahora las cosas irán a mejor.

    SI Deku está aquí, Shoto y Ground Zero también han llegado al rescate. Red Riot, Gale Force, Earthshaker… Antiguos compañeros y conocidos se movilizan por la zona afectada, y una oleada de inmensa gratitud la cubre por completo, y con la ayuda de su mejor amigo Ochako se pone en pie.

    — ¿Estás bien, Uravity? — Izuku la mira con preocupación, y sus labios forman una mueca enfadada. El hombre sabe que se ha presionado hasta el límite. — ¿Cuántas horas llevas trabajando?

    Con una sonrisa débil, Uraraka lo empuja con un dedo y empieza a caminar.

    — Probablemente menos que tú. ¿Por qué me da la sensación que aunque te veas fantástico, llevas más de doce horas trabajando?

    Touché.

    Deku la toma por el brazo, serio, y relámpago aparece allí donde sus cuerpos hacen contacto. El hombre había tenido que activar su quirk para evitar que Uravity siguiera moviéndose. Aún exhausta, Ochako era una fuerza que debía ser reconocida.

    — Tienes que parar, Ochako. Nosotros nos encargaremos del resto.

    — ¿Que tengo que parar? ¿Es que no tienes ojos en la cara? — Uravity está furiosa. Con una aspaviento del brazo le señala los cientos de toneladas de escombros sobre sus cabezas. — Si paro, ¿dónde mierda meto eso, eh?

    Inmediatamente la joven si siente terrible por tratar así a su mejor amigo, que sólo estaba preocupado por su salud. Deku la mira de forma comprensiva, y eso la hace sentir incluso peor. Como si volviera a tener quince años, Uraraka quiere echarse a llorar.

    — Lo siento, lo siento. — Su orgullo le permite abrazarlo como habría hecho en otros tiempos. — Sé que estoy al límite. Pero no puedo parar. No han habilitado una zona donde pueda acumular escombros, y Hawks aún no ha dado la orden…

    Uravity sabe que está empezando a dispersarse, y una ráfaga de viento casi la tira al suelo. Deku reacciona rápidamente y la toma entre sus brazos, y ambos ven con asombro como los escombros empiezan a moverse lejos. Sobre una pared que se eleva por encima de las demás un hombre de más de dos metros sonríe de forma casi maníaca y los saluda llevando su mano hacia su frente, tal como lo haría un militar.

    Inasa Yoarashi, también conocido como Gale Force, ha llegado al rescate. Uraraka libera su quirk sin reticencia alguna. Sabe que puede confiar incondicionalmente en el hombre. Cientos de toneladas se dirigen a paso ligero fuera de la ciudad, y Uraraka está aliviada. Mantener tanto peso durante tantas horas se acercaba demasiado a sus límites.

    Deku la suelta, pero no se marcha. Aún está preocupado.

    — Estoy bien, Deku. Puedo caminar yo sola hasta la zona médica. Tal vez puedan darme algo que me de energía rápida, como a ti. — El hombre se pone rojo de verguenza y se lleva una mano a la nuca, riéndose en todo el proceso.

    — Qué bien me conoces, Uravity. ¡Déjame el rescate a mí! Ahora todo está bien porque…

    — Tú estás aquí, sí, sí. Deja de robarle las frases a All Might y mueve el culo. — Uravity lo mira con una sonrisa burlona y Deku se despide, desapareciendo en brillante luz verde.

    Uraraka jamás se cansará de verlo moverse a tal velocidadad.

    La joven quiere seguir ayudando, salvando gente, pero sabe que necesita descansar. No sería de ninguna ayuda si de repente perdía el control de su quirk mientras liberaba a alguien. Así, a paso más lento del que le gustaría admitir, Ochako se dirige hacia la zona donde habían montado los hospitales de campaña. Al parecer la ruta que ha tomado ya ha sido revisada, porque no hay ningún héroe en la zona, ni tampoco civil alguno. Aquello se le hace extraño, pero Uravity ha visto cosas más extrañas.

    En algún lugar un desprendimiento repentino hace que el corazón casi le salte del pecho, y Uraraka se replantea volver. Tal vez… No. Tenía que recuperarse.

    La joven empieza a relajarse cuando el sielo empieza a temblar una vez más. La sangre se le hiela en las venas y el terror la domina. ¿Una réplica? Los héroes ya estaban trabajando a máxima capacidad y no daban a basto, ¿cómo demonios iban a lidiar con aquello?

    Ochako sabe que si no se mueve, las probabilidades de morir son altísimas. Si la réplica es igual de fuerte que el primer terremoto, el suelo empezaría a resquebrajarse una vez más, y los cimientos de los edificios no lo tolerarían.

    Uravity corre hacia donde se encuentran los hospitales de campaña. Un rascacielos estaba lo suficientemente cerca para matarlos a todos, y si Uraraka no llegaba a tiempo… Un escalofrío le recorre la columna y la joven vuela a través de las calles. Desde su posición ya puede ver el rascacielos tambaleándose, y Ochako se mueve tan rápido que parece dejar una estela. Los hospitales aparecen en su campo de visión, y la gente corre e intenta desplazar a los heridos. Cientos de plumas rojas trasladan gente, y Hawks carga a varios niños, pura fuerza de voluntad dándole energías.

    Un adible crack taladra sus oídos, y bajo sus pies el suelo se rompe. El edificio aguanta, pero la réplica no termina. Uravity necesita unos segundos más, solo unos segundos y llegaría. En un último intento desesperado la joven grita, y una pluma roja la levanta en vilo y Uraraka siente cómo las fuerzas G actúan contra su cuerpo. ¿Así se sentía Hawks cuando volaba?

    Aquel pensamiento es descartando tan rápido como llegó, porque el edificio aguanta un último instante, y Uraraka logra tocarlo con 5 dedos antes de que se derrumbe. Inmediatamente el peso de cientos de miles de toneladas se hace presente en su cuerpo, y Uraraka vomita. Sangre empieza a salir de su nariz y de sus oídos, y la joven ve, literalmente, rojo. Las venas en sus ojos deben haber colapsado, y por un momento Ochako está ciega. Los sonidos del exterior llegan lentamente, como si vinieran de muy lejos, y Ochako siente que el mundo da vueltas. La pluma que la mantiene en pie intenta arrastrarla lejos, pero la joven pesa demasiado y Hawks está en las últimas.

    —…vity! … ¡Uravity!

    Alguien grita su nombre, pero la joven no puede discernir de dónde, ni quién. La pluma que la sostiene pierde fuerzas, y Ochako cae contra el suelo pesadamente. Su cuerpo ya no registra el dolor. Allí tumbada contra el concreto, un rascacielos levitando sobre ella, Uraraka Ochako sabe que va morir.

    No le queda tiempo.

    Aún le quedaba mucho por hacer.

    El rascacielos que flotaba sobre ella cae, y la joven solo espera que Hawks haya logrado desalojar a los heridos.

    El cielo bajo su cuerpo se rompe, y Uraraka cae al vacío.




    Un insistente goteo sobre su frente la saca de su letargo. Un quejido sale de sus labios, y Uraraka despierta. Sus ojos tardan unos segundos en abrirse, y la joven se percata de que está viva. El rascacielos no la había aplastado, probablemente porque el suelo se había abierto bajo sus pies justo antes del impacto. Una oleada de náuseas la hace intentar cambiar de posición, y todo su cuerpo grita en respuesta. El dolor es tan supremo que la joven no puede moverse. Jamás había sentido algo como aquello, y Ochako reza porque su columna esté intacta. No podría vivir paralítica, aquello la mataría.

    El goteo sobre su frente la frustra, y Uravity no puede levantar los brazos siquiera para secarse la cara. No puede ni mover los dedos.

    La joven quiere gritar y no puede, y eso el la gota que colma el vaso.

    Lágrimas se deslizan silenciosas sobre sus mejillas. Aquello no estaba pasando. Estaba viva, ¿pero a qué precio? En algún lugar recóndito de su mente, un recuerdo se repite una y otra vez. Algo similar había sucedido después de la batalla entre los héroes y el frente. Con los días y extensa rehabilitación había recuperado el movimiento en sus piernas. Uraraka sabía que no tendría la misma suerte dos veces.

    Su llanto se prolonga por lo que parecen ser horas, y Uraraka se desmaya otra vez.

    Cuando despierta, el dolor la recibe de nuevo. Ochako grita. A su lado, una persona exhala con sorpresa, y la joven abre los ojos sin creérse lo que ve. Un adolescente de apenas quince años la contempla asustado con lágrimas en los ojos. El corazón de Uravity se encoje, ¿él también se había quedado atrapado cuando el rascacielos se desplomó?

    — U-uravity — su voz es temblorosa y débil, pero hay una extraña determinación en su mirada que la descoloca. — Estás… No. Creo que te has roto la columna, Uravity.

    Sus manos emiten un brillo blanquecino, y la joven no se sorprende. Ya había aceptado el hecho de que jamás volvería a moverse, había perdido su oportunidad en la vida. Uraraka ya lo había entendido, y le enternecía el hecho de que el joven se sintiese mal por ella.

    — Hey, tranquilo. Sé que las cosas no se ven bien, pero no tienes que tener miedo. Los héroes vendrán salvarnos, ¿vale? El gran héroe número 3, Deku está aquí, así que no temas. Todo irá bien.

    Lágrimas se escurren por sus mejillas ante esto, y Uraraka no entiende por qué está llorando. ¿Es acaso la frustración de no poder salvar a aquel chico? Tal vez la realidad del asunto estuviera apunto de causarle otro ataque de pánico.

    Ochako intenta no reirse ante su desgracia, aquello probablemente espantaría al adolescente.

    — N-no es eso. Puedo curarte, Uravity. ¡Puedo hacerlo! — El chico parece intentar convencerse a sí mismo más que a ella, y la joven no puede evitar sonreír ante su valentía.

    — ¿Cómo te llamas?

    La pregunta parece descolocarlo, pero el chico responde de todas formas, un sonrojo presente en sus mejillas.

    — Mi nombre es Tsunayoshi, pero mis amigos me llaman Tsuna…

    — Ok, Tsuna. Quiero que me escuches atentamente, ¿vale? — El chico asiente con fiereza, y Uraraka empieza a dudar de sus palabras. — Necesito que conserves tus energías. Los héroes están al llegar y tú tienes que estar en plena forma para que puedan rescatarte. Si intentas curarme, vas a cansarte mucho, y eso no puede pasar.

    Ochako se resiste de decirle que alguien tiene que salir con vida de aquel lugar.

    Sus palabras parecen disgustar al chico, que se levanta, enfadado.

    — ¡Tú no lo entiendes, Uravity! Puedo curarte, de verdad. Tal vez no pueda ser un héroe con este quirk, ¡pero puedo salvar a la gente! ¡Puedo salvarte a ti! Déjame intentarlo, por favor. — Su mirada es suplicante, pero de nuevo el fuego en sus ojos la descoloca.

    Aquel niño le recuerda a Izuku.

    Tan tozudo, imposible de hacer cambiar de idea. Si se proponía algo, llegaba hasta el final. Uraraka solo malgastaría fuerzas intentando que no usara su quirk.

    Una vocecita dentro de su mente la llama mentirosa. Sabe que se está rindiendo porque aquella oferta era demasiado tentadora. Tal vez Tsuna sí podía curarla. Uraraka es egoísta, y por lo tanto acepta.

    — Está bien, pero prométeme que te detendrás si te cansas demasiado.

    Tsuna asiente, y ambos saben que es mentira.

    Pronto sus manos se posan sobre su cuerpo, y el brillo blanquecino la cubre completamente. La sensación es agradable, como estar envuelta en mantas en un día de invierno. Eso no dura mucho, sin embargo.

    — Esto va a doler mucho, toma. — El chico se saca la chaqueta y Uraraka muerde una manga. Preparándose para lo que está por venir. — ¿Lista? Empezaré a la cuenta de tres.

    La joven asiente, y escucha al niño contar. Antes de que llegue al tres, el dolor la consume. Sus huesos empiezan a realinearse, y todo su cuerpo parece arder.

    Una vez mas, Uraraka se desmaya.




    Cuando Uravity se despierta por tercera vez en el día, ya no estan en la caverna subterránea. Tsuna parece haberla movido a lo que parece ser una despensa llena de productos de limpieza, y Uraraka se pregunta qué demonios hace un armario de limpieza a cientos de metros bajo la superficie. ¿Dónde demonios estaban?

    Antes de que pueda decir nada, una mano le cubre la boca, y Uraraka simplemente reacciona. Con el sigilo y la gracia de un felino, Uravity voltea a su atacante y se prepara para golpearlo. Antes de que su puño conecte, una luz brillante la desorienta, y la joven se percata del error que había estado a punto de cometer. Tsuna la mira asustado desde el suelo, y sus manos brillan debilmente. El chico parece estar exháusto, y sus ojos se ven hundidos. El chico está palido y cubierto en sudor, todo por salvarle la vida. Ante esto Ochako se percata de que sí, puede moverse, y eso significa muchísimo para ella. La joven se arrodilla y lo abraza con fuerza. Tsuna la rodea debilmente con un brazo, y lágrimas regresan a los ojos de la heroína.

    — Voy a sacarte de aquí, te lo prometo. — Su voz no es más que un susurro, y Tsuna asiente. Con los ojos le señala la puerta, y Uraraka comprende que no están solos.

    La iluminación es escasa, procedente de unos tubos de led insuficientes para toda la estancia, pero la joven distingue lo suficiente como para hacer levitar unos armarios y levantar una barricada alrededor de Tsuna.

    — No salgas de aquí, ¿vale? Intentaré ser lo más rápida posible. Voy a buscar una salida y una manera de contactar con el exterior. Si alguien viene, grita y yo apareceré. No tienes que temer, porque yo estoy aquí.

    La frase característica nunca se había sentido tan correcta en sus labios.

    Hoy Uraraka tiene un favor que devolver.

    La joven sale y cierra la puerta tras de sí, encontrándose con un pasillo interminable que va en dos direcciones. El aire se siente viciado, por lo que deben de estar en algún lugar muy profundo, muy lejos de la salida.

    Con decisión, Ochako toma el camino a su derecha, rezando porque sea el adecuado. Durante varios minutos, la oscuridad es casi total, con sólo algunas lámparas iluminando el pasillo muy de vez en cuando. Uravity camina en silencio, moviéndose con eficiencia y rapidez. Las puertas por las que pasa están todas cerradas, lo que la lleva finalmente a una estancia similar en la que se había despertado inicialmente.

    Una cámara con un techo altísimo se extiende allí donde mira. La iluminación es mucho mejor en aquel lugar, y varias voces la hacen esconderse tras una pared. Unos hombres de mediana edad bajan cajas de un camión.

    Bingo.

    Si un camión había llegado hasta ahí, tenía que haber una salida. Idea tras idea aparece en su mente, y Uraraka formula un plan. Si podía robar el camión, tendría una oportunidad de sacar a Tsuna de allí de forma rápida y fácil. Encargarse de los operarios no sería difícil. Todos parecían armados, y particularmente dos de ellos llevaban fusiles semiatuomáticos. Lo único que necesitaba era sacarles las armas y usar a uno o dos de ellos como escudos.

    Fácil, ¿verdad?

    Una gota de sudor se desliza por su nuca. Uraraka ya había lidiado con atacantes armados, y siempre había tenido que medirse, ya que siempre había civiles a su alrededor. Hoy, para su suerte y deleite, estaba sola. Preparada para actuar, Uravity se mueve en silencio, situándose detrás de un pallet cubierto de cajas. Uno de los hombres se gira en su dirección, y el corazón empieza a latirle más rápido. ¿La habrían descubierto?

    El hombre, ajeno a la muerte que amenaza sobre él, se agacha sobre una de las cajas, y de ella saca un único bolígrafo dorado, inspeccionándolo.

    Uravity ve rojo.

    Un gruñido predatorio intenta escapar de su garganta, pero la joven se obliga a permanecer en silencio. Las lanzas de oro que casi habían matado a Shigaraki. Las lanzas de oro que habían masacrado un colegio primario. Cientos de niños habían muerto aquel día.

    El plan de Uraraka hace da un giro de ciento ochenta grados, y con una terrible sonrisa en los labios, actúa.

    Acercarse al camión sin ser detectada prueba ser extremadamente fácil. Los operarios están ocupados revisando la carga, y los guardas no miran en esa dirección. Craso error. Uravity toca con los cinco dedos el vehículo, pero lo mantiene a milímetros del suelo, para aparentar que nada había sucedido. Aquel tipo de control requería mucho de ella, pero si las cosas salían como lo había planeado, no necesitaría nada más.

    Con parsimonia la joven vuelve por donde ha venido, y rodea a los hombres por la otra dirección. Cuando su posición es la deseada, Uraraka se deja ver.

    — ¿Hola? — En un momento 3 pistolas de gran calibre y dos fusiles la apuntan, pero nadie apreta el gatillo. Ochako se hace la tonta y levanta las manos en el aire. — No sabréis como salir de aquí, ¿verdad?

    Los operarios la miran en silencio, y uno de los guardias se adelanta, el cañón de su arma nunca abandonando su cuerpo.

    — Uravity, qué sorpresa. ¿Has venido a comprobar si el terremoto también nos ha afectado? Como puedes ver, todos estamos perfectamente.

    Cuando el guarda se acerca lo suficiente, Uraraka baja las manos, y sonríe.

    — Wow, de verdad me gustaría saber cómo es eso posible. En la superficie todo es un infierno. Creo que lo justo, es que vosotros sepáis como se siente.

    Con eso, sus palmas se juntan, y un camión de varias toneladas aplasta a los operarios. El guarda dispara, pero Ochako ya se está moviendo. La joven es más rápida que él, y de un salto le ha arrebatado el fusil. Sus brazos lo atrapan en una llave que lo deja sin respiración. El otro guardia no puede dispararle, ya que Uraraka está usando al primer guardia como escudo.

    — ¿Jugando en el bando de los malos, Uravity? — El guarda que todavía la apunta se lleva una mano al bolsillo, y la joven sabe que si no actúa ahora, morirá. Si ponía una lanza en funcionamiento, está acabada.

    Uravity activa su habilidad sobre el primer guardia, y con una frialdad que había adquirido en su tiempo con el frente, dispara al segundo guardia, vaciando un cargamento entero antes de que la mano de éste llegue a su bolsillo. El hombre está muerto antes de tocar el suelo.

    Uraraka baja al guardia que flotaba histéricamente, y apuntándole con el fusil, le ordena arrodillarse.

    — Dame tu teléfono. — El guardia abre la boca para protestar, y Uraraka le dispara en una mano. — No lo diré dos veces.

    El hombre gime de dolor, pero con la mano no herida le lanza el dispositivo. Ochako marca un número que se sabe de memoria.

    Una voz femenina y perturbadora responde.

    — Mejor que sea importante.

    — Toga. Soy Uravity.

    — ¡Ochako-chan! ¿Dónde estás? ¡Los héroes llevan dos días buscándote! En unas horas van a declararte KIA. — Himiko parece extrañamente preocupada, pero lo que verdaderamente sorprende a Uraraka es que han pasado días desde el terremoto.

    — Estoy en una construcción subterránea, no muy lejos de donde colapsó el rascacielos. Tengo algo que os interesa. ¿Puedes pasarme con Shigaraki? Es importante.

    Toga le pide que espere, y en breves una voz grave la saluda.

    — Es bueno saber que aún no has muerto, Uravity. ¿Qué quieres?

    Ochako se resiste de hacer ningún comentario burlón.

    — ¿Te suenan… bolígrafos dorados? — La joven alarga sus palabras lo suficiente para ser molestas, y Shigaraki se lanza a la acción instantáneamente.

    — Tenemos tu localización. En dos horas estaremos allí.

    — Trae a Toga, y tal vez a Boros. Hay alguien que seguro estará encantado de conoceros.

    Shigaraki corta la comunicación y Uraraka corre. Tenía que sacar a Tsuna de allí antes de que el Frente llegara.




    La noche del día siguiente Uraraka está saliendo de la ducha cuando un repentino escalofrío recorre su espalda. Hay alguien en su apartamento. Ochako sabía que alguien vendría tarde o temprano, ¿pero tenían que hacerlo justamente ahora? Con una mueca de hastío, la joven decide que si ella va a sufrir, también lo hará quien sea que haya entrado.

    Así, cubiera únicamente con una toalla, la heroína sale de su habitación con la cabeza bien alta, y se choca de bruces contra una pared.

    ¿Qué?

    No debería haber una pared en el medio del pasillo.

    Una mano enguantada la sujeta por el brazo, y Uravity levanta la vista. Shigaraki la observa como si no la hubiera visto nunca. Uraraka se zafa de su agarre y se aleja un par de pasos. ¿Desde cuando podía moverse tan rápido? La joven maldice y le dedica una sonrisa que muestra demasiados dientes.

    — ¿Qué se te ofrece en mi apartamento, líder?

    Shigaraki no le sonríe de vuelta. El hombre la observa con una emoción que la joven no entiende, y aquello la pone nerviosa.

    — Ayer encontramos doscientas cinco lanzas. El hombre que dejaste atado y amordazado se rompió rápido, y mientras hablamos Dabi y Machia están desmantelado otro alijo.

    — Vaya, parece que aquel lugar era una mina de oro. — La pulla no parece divertirle y Uraraka está más que confundida. ¿Qué demonios le pasa?

    — Creo que no entiendes la gravedad de lo que has hecho, Ochako. — Su nombre en los labios de Shigaraki despierta algo en ella que la joven no quiere reconocer.

    Uraraka lo esquiva y se dirige a la cocina, donde empieza a prepararse un té.

    — ¿Qué hay de malo en lo que hice? Con más de doscientas lanzas intervenidas, tenemos menos de lo que preocuparnos. Además, esos hijos de puta se lo merecían. Por fin los niños asesinados podrán descansar en paz.

    Shigaraki la mira desde la puerta de la cocina, su presencia un constante recuerdo de que sigue en toalla.

    — Precisamente, que no hay absolutamente nada de malo en lo que has hecho. Esta contribución ha catapultado tu rango en el Frente. Si hubieras alertado a los héroes, tu verdadero rango hubiera ascendido astronómicamente. El que nos hayas escogido a nosotros me demuestra muchas cosas, Uravity.

    Uraraka se queda helada. Advertir a las autoridades jamás se le había pasado por la cabeza. Cuando puso a Tsuna a salvo, Ochako se desmayó delante de una patrulla de héroes. Y no había abierto la boca desde entonces. ¿En qué momento el Frente se había convertido en una prioridad?

    Uravity sabía que el Frente los haría sufrir mucho más de lo que la policía podría, y aunque eso la satisfacía gratamente, no era la verdadera razón por la que había contactado con Toga.

    ¿Entonces por qué?

    Un gruñido la saca de sus pensamientos, y Uraraka se da la vuelta para encontrarse con un avergonzado Shigaraki. Su estómago produce otro sonido de hambre, y la joven rompe a reír.

    — Dios mío, ¿cuántas horas llevas sin comer? — Negando con la cabeza, Ochako saca varios recipientes de la nevera y los mete dentro del microondas. — Si cuando vuelvo no estás comiendo, tú y yo vamos a tener un problema, jefe.

    Shigaraki la mira como si quiera decirle, '¿qué clase de problemas?' , pero el hombre se contiene. Uravity desaparece por la puerta de su habitación y Shigaraki se apoya contra la encimera con los ojos cerrados. ¿Cuándo había cambiado así su dinámica?, ¿desde cuando se preocupaba Uraraka por él?

    Fuera del edificio, un dron con visión infrarroja los observa.

    A varias ciudades de distancia, la figura de un hombre sonríe con malicia.







     
  13.  
    La loca de los Gatos

    La loca de los Gatos Maldito calor...

    Aries
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    Uhi, creo que Ochako hasta cierto punto la cagó, pero este niño Tsuna va a volver? Será pariente de recovery girl? xD
     
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  14. Threadmarks: Betrayal
     
    Eternatus

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    :kuku: Es posible, por ahora es un secreto ejejejjeje. Es en este tipo de capítulos en los que se puede ver como Uraraka empieza a dejar de verse a sí misma como una heroína y a identificarse más con el Frente <strike>y con Shiggy <3</strike> En los próximos capítulos se verá en qué acaba todo esto.

    Sigo retrasada por un día, y a ver si logro este fin de semana subir dos capítulos el sábado o el domingo, para volver a lo que tenía planificado.

    Bueno, por ahora, seguimos.

    Palabra del día: Traición.

    i don't know how to dream your dreams
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    Day 10: I've come to burn your kingdom down.
    Brillante fuego azul choca contra una llamarada roja, y una explosión lanza a Dabi por los aires. Su cuerpo se gira antes de la caída, y el hombre logra ganar suficiente momento con su giro como para dispersar la fuerza del impacto contra el suelo. Con una mano sobre el concreto y una terrible sonrisa en el rosto, el comandante hace arder la calle desde abajo, y el asfalto empieza a derretirse.

    Del otro lado, Endeavor salta sobre un coche, que rápidamente empieza a destruírse también. El héroe número uno sabe que tiene que terminar la lucha rápido, antes de que los daños estructurales fueran irreparables. La zona ya había sido evacuada, pero otros héroes estaban en peligro de sufrir graves quemaduras si no lograba acabar con Dabi en un par de minutos.

    El comandante era aún más poderoso que hace años atrás, y era evitente que sus ropas estaban equipadas con elementos refrigerantes. Sus cicatrices casi no eran visibles, lo que demostraba un control superior sobre unas llamas tan poderosas como las suyas. Endeavor lo mira con rabia, frustrado. Sabe que si no lo hubiera subestimado tantos años atrás, las cosas serían diferentes.

    El héroe salta del coche, pero un recuerdo atraviesa su mente en ese instante. Un niño, su pelo es rojo y sus ojos son tan azules como el fuego que porta. Su cuerpo es débil, demasiado débil para superar a All Might. Hay vendas en sus brazos y en su cuello. El niño lo mira desde el suelo con lágrimas en los ojos, y le suplica, por favor, que se detenga.

    Esa distracción casi le cuesta la vida. Una llamarada de varios metros de altitud consume todo a su paso, y sólo la intervención de uno de sus ayudantes, impide que quede reducido a cenizas en unos segundos. Burnin’ lo observa con preocupación; no era propio de Endeavor distraerse en medio de una batalla contra un villano tan peligroso como aquel.

    Endeavor agita la cabeza, intentando sacarse esa imagen de la cabeza. ¿Por qué ahora? Touya llevaba muerto más de diez años, ¿por qué esta lucha le recordaba tanto a su hijo?

    Dabi, situado encima de un camión, lo observa con una extraña expresión. Héroe y villano se contemplan durante varios segundos, y ninguno se mueve. Los ojos del joven brillan en un azul cián similar al de sus llamas, y su pelo negro hace contraste contra su piel blanca como la nieve.

    Blanca como la piel de su mujer.

    Las llamas en el cuerpo de Endeavor desaparecen en un parpadeo, y un terrible pensamiento toma forma en su mente. El villano lo mira con los ojos muy abiertos, como si estuviera pensando lo mismo que él. Antes de que Endeavor pueda dar un paso, Dabi salta del camión y corre. Un extraño líquido negro sale de su boca, y en un momento el hombre ha desaparecido.

    Desde su posición, Endeavor siente que el mundo se le viene encima.




    Hawks es despertado violentamente por una mano sobre su hombro. El hombre nota, en el instante que le toma despertarse por completo, que solo cuatro dedos hacen contacto con su piel. Uraraka lo mira con ojos preocupados, su rostro está pálido y hay un sentimiento en su mirada que Keigo no puede descifrar. La joven parece… ¿asustada?

    ¿Qué estaba pasando?

    — ¿Uravity? — Keigo se levanta de la cama, despreocupado de estar simplemente vestido con unos pantalones de franela. Ochako ni se inmuta. — ¿Qué estás haciendo aquí?

    Su habitación, cuando escogía pasar alguna noche en la base del Frente, estaba a varios pisos de la de la joven. Con un vistazo al reloj, Keigo se percata de que son pasadas las dos de la mañana, y la joven está vestida en su traje de heroína.

    — Es Dabi. — Ante esto Hawks se gira a su velocidad característica, tomándola por los hombros con urgencia. — Ujiko lo ha sacado forzosamente de una pelea con Endeavor. No sé que está pasando, pero Re-Destro lo ha encadenado y ahora lo están interrogando en el sótano. Toga ha dicho que bajemos.

    La sangre se le hiela en las venas. De repente, Hawks siente que está lejos, muy lejos. Nauseas queman en su garganta. Aquello no podía estar pasando. En cinco años de encuentros nadie había sospechado nada, ¿cómo era posible que ahora…?

    Keigo levanta la cabeza tan rápido que Uraraka piensa durante un segundo que se ha roto el cuello.

    Las últimas curas de Dabi las había realizado el propio Ujiko con el quirk de Overhaul. Le había devuelto la apariencia de un hombre normal, del hombre que habría llegado a ser de no ser por…

    — ¿Hawks?, ¿sabes qué está pasando?

    El hombre la mira con los ojos muy abiertos e intenta mantener la calma. Con una seguridad que no siente en aquel momento, Keigo lleva un dedo a sus labios, pidiéndole que guarde silencio. Ambos están siendo monitorizados. En su mesa hay una tablet que había estado usando para leer antes de irse a dormir, y el hombre la toma. Sacando el stylus y activando la función de dibujo, Keigo le indica en pocas palabras lo que va podría pasar a continuación.

    Prepara, escape. Dabi, posible, hablar. Posible, ejecución, Dabi.

    En un instante el héroe borra lo escrito, y Ochako lo mira consternada, pero asiente. Uraraka sale de la habitación para que pueda cambiarse, y en un par de minutos ambos caminan a través de los laberínticos pasillos de la base en dirección al sótano. Ambos llevaban todo lo que necesitaban encima. Si necesitaban correr, estarían preparados. Los puños de Uraraka se abren y se cierran, y el hombre sabe que la mujer está lista para una confrontación. Si era necesario, podría levantar la base entera y mandar a todos sus ocupantes a la estratosfera.

    Lo que Hawks no sabe, es que Uraraka no quiere llegar a esos extremos.

    En la mente de la joven hay miles de preguntas. ¿Desde cuándo sabía Dabi su condición como dobles agentes?, ¿había sido todo una farsa desde el principio? ¿Estaba el villano interpretando un papel? ¿Y qué demonios había pasado con Endeavor?

    Hawks siente que la cabeza le va a explotar. No podía dejar que ejecutaran al villano por traición. Esa posibilidad jamás se la había pasado por la cabeza, y Keigo se recrimina mentalmente. ¿Cómo podía haber fallado en prevenir un futuro en el que Endeavor reconocía a Dabi?

    Con los puños apretados, el hombre aprieta el paso, y Uraraka lo sigue. Las escaleras que conducen al sótano se acaban rápidamente, y ambos héroes infiltrados se encuentran cara a cara con los comandantes del Frente. Un aire de seriedad y rabia ocupa el ambiente, y ambos héroes preparan sus cuerpos para la lucha. El cambio es minúsculo, una leve contracción de músculos, un pequeño cambio en la postura, y por suerte los comandantes están demasiado ocupados con Dabi como para notarlo.

    Al frente de todos ellos se encuentra Shigaraki, que mira al villano encadenado a la silla con algo parecido al desdén. Su ceño está fruncido y sus manos presentan un tick nervioso. El hombre daba la apariencia de estar furioso.

    Uraraka lo observa con sospecha. Tras haber visto tantas facetas del líder del Frente, aquello no parecía encajar con lo que sabía de él. Dabi era su mejor amigo, y Ochako sabe que Tomura tenía en alta estima a aquellas personas que consideraba suyas. Lo había visto de primera mano cuando Giran y Skeptic habían tenido una discusión que casi acaba en pelea. Shigaraki había estado a punto de desintegrar a su antiguo enemigo sólo por intentar levantarle la mano a Giran.

    Hawks, a su lado, también se percata de que las cosas no están yendo exactamente mal. Si bien los comandantes que antes habían servido bajo Re-Destro parecían querer la muerte del hombre por traición, los miembros de la Liga observaban al villano con contemplación y algo parecido a la confusión en sus ojos. Toga tenía una sonrisa nerviosa en los labios, algo poco propio de ella, lo que lo llevaba a pensar que si tenían que sacar a Dabi de allí, no se opondrían.

    Una serie de pasos apurados traen a Boros a sus espaldas, y ambos héroes lo dejan pasar. La tensión en sus cuerpos creciendo a cada segundo. Uraraka se apoya contra la pared, dedos listos para hacer contacto. Hawks se coloca delante de ella, preparado para protegerla a toda costa. Varias plumas se deslizan por el techo en dirección a Dabi, listas para cortar las cadenas y sacarlo de allí en segundos.

    Si tardaban más que eso, probablemente morirían.

    El nervioso hombre camina un par de pasos y se sitúa al lado de Shigaraki, que lo mira con una expresión neutral en su rostro. Demasiado neutral. Esto alerta a Uraraka. ¿Qué sabía Shigaraki?

    — Ahora que estamos todos presentes, podemos empezar. — Re-Destro toma la palabra, y tras él Geten se ve, por primera vez en mucho tiempo, emocionado. El bastardo quería ver la sangre de Dabi correr. — Si nos haces el favor, Boros.

    Una extraña sensación se extiende por el grupo. El quirk de Boros funcionaba sólo si una persona respiraba el aire a su alrededor. Su rango, lamentablemente para los héroes, era increíblemente amplio. Si alguna pregunta era para ellos, estaban jodidos.

    El primero en hablar es Skeptic, que muestra una mueca de asco en los labios.

    — ¿Por qué dejaste vivir a Endeavor, Dabi? Tu misión especificaba claramente que el héroe número uno debía morir.

    El villano intenta mantener la boca cerrada, pero el quirk de Boros hace efecto, y las palabras fluyen de sus labios.

    — Porque… tuve.. miedo. — Dabi hace todo lo posible por resistirse a Boros, pero le es imposible. Sus palabras salen a trozos de sus labios, y Uraraka lo mira con admiración. Ella no había podido resistirse de manera alguna al quirk de aquel hombre.

    Trumpet toma la palabra después, un brillo conspirador en sus ojos.

    — ¿Miedo a qué? Jamás habías tenido miedo de enfrentarte a ese bastardo.

    Dabi se retuerce un quejido de dolor escapa de sus labios. Hawks aprieta la mandíbula, aquel sonido le afectaba demasiado.

    — Miedo a que me reconociera, JODER. — Sus palabras se hacen cada vez más altas hasta acabar en un grito, y el hombre maldice y se revuelve en sus silla.

    Esta vez es Shigaraki quien habla, y nadie se atreve a cuestionarlo.

    — ¿Por qué podría reconocerte Endeavor? —Su tono es neutral, como su rostro y su postura, y ambos héroes ven detrás de la fachada. El líder lo sabe.

    — ¡PORQUE SOY SU HIJO! — Dabi sigue luchando, y sus gritos de dolor son como hierro fundido sobre la piel de Keigo. Uraraka pone una mano sobre su hombro, su rostro demostrando su sorpresa ante la revelación y Hawks intenta contenerse. Quería matarlos a todos.

    El revuelo causado por las palabras del villano es instantáneo. Todo el mundo comienza a hablar al mismo tiempo, y Geten se lanza repentinamente contra Dabi. Shigaraki se gira en un instánte, y el joven de pelo blanco es golpeado por la fuerza de un tren. Su cuerpo impacta contra la pared y esta cede bajo su peso, catapultándolo hacia otra habitación. Con un sólo vistazo, Hawks sabe que está muerto.

    Skeptic y Trumpet estallan en gritos ultrajados, pero Re-Destro carraspea, y se arrodilla, forzando a los otros dos hombres a arrodillarse con él.

    — Discúlpanos, por favor, líder. No pretendíamos ofenderte. Geten ha actuado en tu contra y ha recibido su justo castigo.

    Sus dos subordinados lo miran como si se hubiera vuelto loco, pero el instinto los hace bajar la cabeza y pretender se inofensivos. Oleadas de sed de sangre escapan de Tomura, y Uraraka se aprieta contra la pared, por primera vez verdaderamente asustada del hombre. Había partido por la mitad a uno de sus comandantes más fuertes en un instante, y ni siquiera había usado su quirk.

    La joven comprende que, cada vez que peleaban, Shigaraki se contenía, y mucho.

    Fuera. Todos fuera. — Nadie se mueve durante un instánte, y Shigaraki los mira enfurecido. — YA.

    Los comandantes salen a paso ligero y Uraraka y Hawks los siguen. La joven le lanza una última mirada de preocupación a los dos hombres en la sala antes de que la puerta se cierre. Hawks, a su lado, parece extrañamente calmado. Uraraka se percata que todo aquello era una actuación. Shigaraki no iba a ejecutar a Dabi.

    Geten no estaba muerto por actuar fuera de lugar, sino por intentar matar al mejor amigo del líder.

    La tensión se podía cortar con un cuchillo. Los comandantes se distribuían por la escalera, y todos estaban listos para luchar. A los miembros de la Liga no les parecía bien la ejecución de Dabi, de eso Hawks estaba seguro, pero los antiguos miembros del Ejército de Liberación no podían estar más de acuerdo. Re-Destro intentaba mantener la compostura, pero era visible que la muerte de Geten le había afectado, y mucho.

    Detrás de la puerta se escuchan golpes, y varios gritos ahogados. Hawks, por mucho que supiera que Dabi estaría bien, no podía evitar preocuparse.

    Tras varios minutos de espera, la puerta se abre y Shigaraki sale a las escaleras. Sus nudillos están cubiertos de sangre, que también cubre una parte de su rostro. Uraraka sostiene a Hawks a último momento, y nadie se percata de que el héroe iba a lanzarse contra Tomura.

    El líder del frente observa a sus subordinados con ojos furiosos y fríos, la mirada de un depredador que ha iniciado la caza.

    — Nadie sale ni entra. Dabi permanecerá en completo aislamiento hasta que yo lo determine. Ahora fuera de mi vista.

    Los comandantes se mueven al unísino, y Uraraka los sigue. Hawks se queda a los pies de la escalera, y entre él y Shigaraki un extraño intercambio de miradas tiene lugar. Tras unos segundos el héroe alado la sigue, y pronto están delante de la puerta de Uraraka.

    Keigo había insistido en acompañarla. Antes de que Uraraka cierre la puerta, una pluma se desliza entre sus manos, y Ochako la esconde rápidamente bajo su almohada. Si algo pasaba, Hawks podría sacarla de allí mientras ella destruía el edificio.

    El hombre vuelve a su habitación, y la calma vuelve a su cuerpo.

    Dabi iba a estar bien, lo sabía.




    Tres días después, Hawks se despierta con la sensación de que alguien lo está observando. Tenía plumas por todo su piso, y una leve vibración lo despierta. Finjiendo que sigue dormido, el hombre prepara una de sus plumas más largas y afiladas. Si el Frente había venido a asesinarlo, se iban a llevar una sorpresa. Con parsimonia, Keigo cuenta sus respiraciones, y antes de que pase un minuto, se lanza a la acción.

    Una llamarada azul estalla en su rostro, y el héroe retrocede. Ante el se encuentra Dabi, su rostro destrozado y sus ropas en peor estado aún. Ninguno de los dos habla, y simplemente se observan. La sangre de Hawks hierve en sus venas. Para no haberlo matado, lo habían apalizado y torturado, eso estaba claro. Shigaraki tenía que cumplir un papel y Keigo lo entendía, pero eso no hacía que sus deseos de descuartizarlo se disiparan.

    Dabi se sienta al borde de su cama, y con cuidado Hawks toma una de sus manos entre las suyas, para inspeccionarlas. Las palmas estaban quemadas otra vez, señal de que el villano no había podido recuperar su traje. Ahora su quirk volvía a actuar contra él, y Hawks sabe que debe conseguirle material de apoyo si quiere que Dabi sobreviva.

    Endeavor y el Frente seguramente están peinando las calles en su busca, y llegaría un momento en que Dabi tendría que defenderse.

    El villano rehuye mirarlo a los ojos, y la furia de Keigo se renueva. De un movimiento rápido lo abraza, tomándolo desprevenido. Dabi tarda unos segundos en reaccionar, pero finalmente envuelve sus brazos alrededor de la cintura del héroe. Las alas de Hawks los envuelven a ambos y Dabi siente que por fin puede relajarse. Aquí, por lo menos durante un tiempo, estaría seguro.

    Ambos hombres se quedan así durante un rato, hasta que Dabi emite un quejido de dolor. Hawks se separa como si el villano ardiera, y se pone en pie repentinamente. Tenía que curar sus heridas. Probablemente hubiera algún hueso roto, y Keigo no quiere pensar en que tuviera alguna hemorragia interna.

    Limpiar y vendar las heridas del villano es un proceso lento y costoso. El hombre está destrozado, y Hawks tiene que ser extremadamente cuidadoso para no empeorar sus heridas. Cuando llegara la mañana tendría que conseguir a alguien que pudiera curar sus huesos rotos y que lo revisara en su totalidad. Hawks tenía experiencia en primeros auxilios, pero no era médico ni mucho menos tenía habilidades curativas.

    Habían llegado demasiado lejos como para que el hombre muriera ahora.

    Durante el resto de la noche Keigo mantiene la vigía. Como ave de presa que es, no le resulta complicado mantenerse despierto y quieto en un mismo lugar. Dabi descansa gracias a unos tranquilizantes que le había suministrado a escondidas, y su bienestar es lo único que le importa al hombre.

    Cuando el Frente cayera, se aseguraría de hacerles pagar.



     
  15.  
    La loca de los Gatos

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    Aries
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    Temo que Keigo se anda dejando llevar por sus sentimientos hacia los Todorokis que conoce (la misma, apreció, admiración, ¿amor quizas?). Eso le puede costar el cogote a un doble agente, lo bueno es que la jodida paloma es inteligente.

    Y vaya forma de llevarse con los amigos que tiene Shiggy, mata al cabrón que trata de matar a su compa y justo después de eso, muele a dicho amigo a putazos; pero hasta cierto punto Dabi se lo buscó por baboso :/
     
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  16. Threadmarks: Redemption
     
    Eternatus

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    En este capi ya verás qué es lo que lleva a Hawks a actuar como lo hace. POR FIN, RESPUESTAS :shani: También espero haber aclarado un poco qué pasó a puerta cerrada entre Shigs y Dabi, y qué consecuencias hubo.

    Hoy toca mucha info condensada en un mismo capítulo, pasan muchas cosas, se responden muchas otras y oh sorpresan ¡más preguntas! Maravillosa jugada:eyebrow:

    Sin más dilación...

    Palabra del día: Redención


    i don't know how to dream your dreams
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    Day 11: Some days when galaxies collide, we'll be lost on different skies.
    Ciudad de Deika, dos días después del escape de Dabi.


    Pasos resuenan en los amplios pasillos, rompiendo el abrumador silencio que parece envolver a la base del Frente de Liberación Paranormal. Donde usualmente habría soldados y trabajadores caminando de un sitio a otro, aquel día no hay nadie. En la sala de los comandantes todas las sillas están vacías, y en la zona de reunión que aglomeraba a los ex-miembros de la Liga de Villanos en las horas muertas, todo es silencio.

    Uraraka intenta sobreponerse a la idea de que aquello es una trampa, de que la han descubierto, y de un momento a otro alguien intentaría asesinarla. Bajo sus ropas aparentemente normales está armada hasta los dientes, y kevlar cubre cada centímetro de los púntos débiles de su cuerpo. Con Geten muerto a manos de Shigaraki y Dabi huído, solo Re-Destro poseía un poder a larga distancia que podría traerle problemas.

    ¿Y si habían traído a algún soldado desconocido para tomarla por sorpresa? No había nada más peligroso que meterse en una pelea con un villano sin saber a ciencia cierta qué quirk poseía.

    ¿Y si Gigantomachia la estaba esperando en algún lugar de la base para hacerla picadillo de un golpe? Contra aquel gigante, en un espacio cerrado, poco podía hacer Uraraka, y lo sabía. Todos lo sabían.

    Con la garganta cerrada y el corazón latiéndole violentamente en el pecho, Ochako se acerca al ala de Tomura. Usualmente no le estaba permitida la entrada, pero nadie estaba haciendo guardia aquel día. En la habitación del hombre no hay nadie, y el miedo en su cuerpo se duplica.

    Intentando controlar su respiración, la joven se plantea salir de allí por la ventana más próxima y no volver nunca. Una imagen de Hawks aparece en su mente, y a su lado está Dabi, completamente destrozado y luchando por su vida mientras Tsuna realinea sus huesos rotos y sana sus heridas.

    Ochako había estado en contacto con Tsuna desde aquel día en el subterráneo, sobre todo para asegurarse que el grupo de las lanzas de oro no hubiera intentado nada contra el joven. Por suerte para ella, y para él, Tsuna no había tenido ningún problema, y desde que la salvó su autoestima parecía haber mejorado. Uraraka sabía lo que era dudar de uno mismo y pensar que no se es suficiente, y por eso intentaba darle consejos que a ella le hubiera gustado recibir cuando tenía su edad.

    Cuando Hawks se encontró con ella hace dos días y le pidió subrepticiamente ayuda para encontrar a algún médico sin que el Frente se enterara, Uraraka sabía perfectamente a quién acudir. Tsuna había estado encantado, y aunque reconociera a Dabi como un afamado comandante del Frente, el chico confiaba en ella y estaba fascinado con Hawks. Como le había sucedido a Uravity, Dabi todavía seguía recuperándose. El poder de Tsuna no era ni mucho menos milagroso, y tal como Recovery Girl en su día, la curación requería de las propias energías para asentarse y que las heridas no se reabrieran.

    Ver a Dabi sufrir así, por mucho que el hombre se burlara de ella, no le había sentado bien. Mucho menos ver a Hawks convertirse en una persona completamente diferente, deseosa de destruir el frente, reventando de rabia. Uraraka recuerda sentirse así cuando descubrió que su padre estaba en coma y que su familia se había quedado literalmente sin nada. Era curioso que ambos dirigierann su rabia hacia la misma persona.

    Golpes la sacan de su ensoñación, y Uraraka se percata de que provienen del final del pasillo. Jamás había llegado hasta ese lugar, por lo que no tenía ni idea de lo que iba encontrarse. Una doble puerta entreabierta la lleva a un espacio abierto cubierto de máquinas de musculación y multitud de pesas y barras de halterofilia. Un par de cintas de correr ocupan el lateral izquierdo, y al final de la sala, sacos de diferentes tipos y pesos colgaban del techo.

    Delante de un saco de boxeo de más de veinticinco kilos se encontraba Shigaraki, golpeándolo con las manos aparentemente desnudas. Una suerte de guante cubría únicamente su pulgar, y Ochako puede ver desde su posición como los nudillos del hombre están ensangrentados y cubiertos de heridas. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí?

    La joven da un paso involuntario en su dirección, y la cabeza de Tomura se gira tan rápido que Uraraka teme que se haya roto el cuello. Una fina capa de sudor cubre su cuerpo, y los shorts de lucha se pegan contra sus piernas. Ochako fija la vista en el rostro del hombre, que parece estar confuso por su repentina llegada.

    — Hey — Ochako quiere golpearse. ¿Por qué está tan nerviosa? Es evidente que el hombre no iba a matarla. — ¿Eres el único en la base?

    Shigaraki se saca unos auriculares inalámbricos de las orejas, una mueca de dolor en su rostro ante el movimiento.

    — Gigantomachia está en el pabellón norte, probablemente destruyendo algo, otra vez. — Ante la silenciosa pregunta de la joven, Shigaraki continúa. — Los demás están dispersos por el país, buscando a Dabi. Estaba cansado de su mierda y sus constantes peleas y discusiones. Dos días y ya quería matarlos a todos.

    A Ochako se le escapa una risotada antes de recordar que hace cinco días Tomura había asesinado brutalmente a Geten. Esto le recuerda el miedo primario, atávico, que había sentido hacia el hombre aquel día, y un escalofrío le recorre la espalda. El líder del Frente la observa con ojos conocedores y Uraraka quiere que se la trague la tierra.

    Uraraka decide que ya le llega con esconderse, alejarse y tener miedo. El hombre que tenía delante era aterrador, pero Uravity era una calamidad, y lo sabía. Con decisión la joven se acerca a Shigaraki, y éste solo la mira con una ceja levantada.

    — Te has destrozado los nudillos. ¿Está Ujiko en la base? — Tomura niega con la cabeza y Ochako toma una de sus manos con delicadeza. La tensión es visible en los músculos del hombre, y Uraraka se obliga a que deje de importarle. — Si no te los limpias y los vendas, se te van a infectar.

    En una de las paredes de la habitación hay una caja con el indicativo de primeros auxilios, y la joven arrastra a Tomura con ella en esa dirección.

    — Puedo hacerlo solo, Uravity.

    — Lo dice el que aparentemente “no puede cuidar de sí mismo ni tomar decisiones de adulto respecto a su propia salud” — Las palabras salen de sus labios antes de que pueda procesarlas, y rápidamente Uraraka se lleva las manos a la boca, mirándolo horrorizada.

    Dabi le había dicho eso cuando Shigaraki había sido empalado por una lanza de oro. El hombre la mira con una expresión indescifrable, pero no dice nada. Ambos se observan durante unos segundos, y Ochako recupera la compostura.

    A su lado hay una máquina donde manda sentar a Tomura, y sin dilación se pone manos a la obra. Desde lejos sus nudillos se veían desastrosos, y desde cerca era aún peor. Ochako los limpia y desinfecta sin problema alguno, y Shigaraki aguanta el dolor sin siquiera cambiar de expresión. Vendarle los nudillos prueba ser algo más difícil, y el proceso es lento. Sentada a su lado y tan concentrada como está, la joven no se percata de su cercanía.

    Shigaraki la mira una vez más con confusión y una extraña sensación en el pecho. Uravity parece ajena a todo lo que está pasando, y el hombre se pregunta en qué momento habían logrado estar tan cómodos uno al lado del otro.

    En la mente de Uraraka un tema completamente diferente toma forma. Ochako sabía que tenía que hablar con el hombre. Shigaraki necesitaba saber que Dabi estaba bien, pero todavía tenía dudas sobre lo que realmente había pasado aquel día. El líder del Frente le había dado una paliza a su mejor amigo para evitar su ejecución in situ y contentar a los comandantes del lado del Ejército Liberador, pero alguien había torturado al hombre, y Uraraka no sabía por qué.

    Las últimas órdenes de Tomura habían sido claras. Nadie entra y nadie sale. A menos que alguien hubiera actuado de forma independiente, Shigaraki tenía que saber lo que había sucedido, ¿verdad?

    No podía seguir actuando en base a suposiciones. Si estaba equivocada respecto a Shigaraki, moriría. Si acertaba en su razonamiento, la información que le daría haría que Shigaraki mantuviera a sus comandantes lejos de Dabi. Por esto mismo había dejado sus micros dentro de su habitación en la base, pegados a la almohada. Nadie osaba monitorizar a Shigaraki, por lo que por primera vez podría hablar honestamente con él; bueno, lo más honestamente posible sin poner en riesgo su condición como doble agente. Era una suerte que hubiera una excusa real para la presencia del arsonista en el piso de Hawks.

    — Sé que lo que pasó hace cinco días fue una actuación, Shigaraki. — Aún inclinada sobre sus manos, Ochako siente cómo los músculos del hombre se tensan. — Dabi está a salvo, y su vida no corre peligro.

    Tomura la toma por la barbilla repentinamente y en un instante sus rostros están a centímetros de distancia. Hay una mirada peligrosa en los ojos del hombre, y todo en Uraraka grita corre.

    — ¿Dónde? — Una única palabra hace que Uraraka quiera escapar y no volver nunca. Su propio impulso de atacar y reaccionar violentamente bulle en la superficie, pero la joven se controla. Lidiar con la instintiva respuesta de correr o luchar era algo que hacía a diario. Hoy no era diferente.

    — En el apartamento de Hawks. — Shigaraki no parece sorprendido ante esto, y en un momento la tensión en su cuerpo desaparece. Su mano suelta el rostro de la joven, y Uraraka se levanta. Una pregunta pesa en el aire y ambos saben la respuesta. — Si ya sabías que Dabi era Touya Todoroki imagino que también sabías sobre su relación con Hawks…

    La voz le sale reticente, como si no quisiera revelar los secretos de su verdadero jefe. Aquello se acercaba demasiado a territorio peligroso. Tomura asiente y se lleva las manos a la cabeza. Allí sentado, con sudor cubriéndole el cuerpo, el pelo alborotado y una expresión derrotista en la cara, Shigaraki nunca se había visto tan vulnerable.

    Uraraka sabe que es su momento. Podría matarlo de un golpe. Sin embargo, en vez de aquel velo de apatía que la envuelve cada vez que se prepara para matar a alguien, una extraña sensación de preocupación, de necesidad de ayudarlo, toma el control de sus acciones.

    Uraraka se aleja un par de pasos y finge ordenar el botiquín para darle tiempo a Tomura de recuperarse.

    —Hiciste lo que tenías que hacer, Shigaraki. De no ser por ti, Dabi estaría muerto. — Su voz sale segura, como si no hubiera pié a discusión alguna.

    Shigaraki la mira a través de ojos de otro mundo, otro lugar.

    —He hecho cosas terribles, y no me arrepiento de ninguna. Ver cómo torturaban a Dabi, sus gritos… Esa mierda me perseguirá toda mi vida.

    La culpa es palpable en sus palabras, y Uravity jamás se ha sentido tan identificada con alguien como en aquel momento. La joven respiraba culpa, vivía en un constante estado de rabia y frustración, y al parecer, Shigaraki también.

    — La culpa nos define, Shigaraki. Tus acciones, mis acciones, las acciones de un extraño en la calle… están condicionadas por la culpa. Aunque pensemos que vivimos una vida sin arrepentimientos, siempre habrá algo que nos retiene.

    El hombre no dice nada, pero sus palabras le ayudan a comprender un poco mejor a Uravity. Tomura deduce entonces, que el odio que Ochako parecía tenerle, provenía de la culpa que sentía hacia sí misma por lo sucedido cinco años atrás.

    Nadie dice nada al respecto.

    — ¿Cómo supiste que Dabi era un Todoroki?

    La pregunta lo toma por sorpresa. Un recuerdo de hace un par de años se le viene a la mente. Tomura recuerda el fuego azul quemando su piel, recuerda sus dedos hacer contacto con la piel de Touya…

    Shigaraki sacude la cabeza.

    — Yo mismo lo deduje hace dos años. Dabi pensó que intentaría matarlo, y me atacó. Luchamos durante horas, pero al final resolvimos nuestros problemas. Aquel bastardo sabe que a mí no me importa una mierda la sangre o el linaje. — Sus palabras se cortan abruptamente y Shigaraki parece buscar la forma de seguir. — Podría haber decretado que Dabi fuera un Todoroki era inconsecuente y le habría ahorrado las palizas y lad torturas, pero alguien hubiera intentado asesinarlo tarde o temprano.

    Uraraka asiente. Geten había tardado segundos.

    El líder del frente se levanta y se dirige a la puerta. El corazón de Uraraka da un vuelco y la joven intenta reprimir aquella emoción indeseada. Llevaba tiempo viendo a Shigaraki con otros ojos, pero después de lo de hoy… el hombre era humano, vulnerable, como cualquier otra persona. Y cómo sufría por Dabi…

    Jamás se hubiera esperado algo así.

    Y es por eso que Uraraka cierra los ojos con fuerza y dice adiós a aquel sentimiento de empatía, de identificación. Shigaraki era su objetivo, y ninguna emoción podía imponerse.

    El hombre se detiene en la puerta, y la mira por encima de su hombro.

    — Desde hoy trabajarás conmigo y responderás sólo ante mí. Toga no volverá en un tiempo y tú serás más útil a mi lado.

    La resolución de Uraraka acaba antes siquiera de poder empezar. Con la boca abierta Uravity contempla como Shigaraki desaparece por la puerta. ¿Había sido a propósito?

    Cuando Uraraka pensaba que las cosas estaban mejorando, sólo empeoraban incluso más. Evidentemente era parte del proceso, pero joder si dolía.




    Hawks sabe que está en el punto de mira, pero no le importa. Los únicos que sabían de su relación con Dabi eran Uraraka y Shigaraki, por lo que ningún comandante debería sospechar. Eso no impide las miradas hostiles y los insultos o comentarios amenazantes. El cielo sobre el que caminaba era cada vez más fino, pero por suerte eso significaba que era el centro de atención y Uraraka podía estar tranquila.

    Los comandantes habían vuelto hace apenas unas horas, habiendo pasado casi un mes buscando al "traidor". Hawks sabía que si quería actuar, el momento era ahora. La ventana de oportunidad se cerraría una vez que el caos de la base se estabilizara, lo que implicaría más dureza en su monitorización.

    No podía permitir que se le escapara aquella oportunidad.

    Sus micros están en su piso, conectados a una pluma, y por primera vez en mucho tiempo Keigo es libre. Dabi está a su lado, y sus ojos azules escanean sus alrededores con la pericia de un cazador.

    Se encontraban en una fábrica y habían tenido cuidado en no ser vistos. Si todo salía como lo habían planeado, Todoroki Shoto aparecería por la puerta principal en apenas unos minutos. El ex-comandante estaba nervioso y eso se notaba. Desde que Uraraka les dio el aviso de que había logrado que Shoto aceptara el encuentro, Dabi había estado intranquilo.

    Si bien había hablado con su hermano varias veces en los últimos cinco años, Shoto no había sido consciente de su verdadera identidad. La verdad siempre había estado en la punta de su lengua, pujando por salir, pero Touya había mantenido la boca cerrada. Revelar las cosas a destiempo sólo traería problemas.

    Dabi quería destronar a Endeavor y mostrarle al mundo cómo era el héroe número uno realmente. Quemarlo poco a poco hasta la muerte también estaba en sus planes.

    La puerta de la fábrica se abre, y ambos hombres se ponen en alerta. Un joven alto y con el pelo dividido en dos colores se acerca. Shoto está vestido como un civil, y su capucha oculta sus rasgos más distintivos. Por suerte su hermano había entendido que la discreción era clave.

    El Todoroki más joven se acerca, y Dabi encuadra los hombros y se prepara. Con una sonrisa socarrona, el hombre lo saluda.

    — Hola, hermanito.

    Shoto lo mira como si todavía no pudiera creérselo.

    —Dabi, ¿cómo es posible? — Shoto está visiblemente perturbado, pero hay alivio en su mirada. — Creíamos que habías muerto.

    — A todos los efectos, Touya Todoroki murió a manos del abuso de su padre hace más de diez años. — Esta revelación no sorprende a Shoto, que asiente, furioso. — Ahora solo existe Dabi.

    Hawks lo mira de reojo y el arsonista intenta relajarse, sin éxito.

    — Entonces, ¿por qué te has puesto en contacto conmigo? ¿Por qué has involucrado a Uraraka? — La ira en su voz es palpable, y ambos hombres recuerdan que el joven había salido brevemente con Uravity durante el instituto.

    Hawks da un paso y toma la palabra, tenía que hacer de mediador o las cosas acabarían en una pelea.

    — Durante más de cinco años Dabi ha pertenecido a la Liga, o el Frente, como prefieras, y los ha empleado para cumplir sus objetivos. Ahora el Frente ha descubierto su verdadero nombre y necesita protección. De ellos, de Endeavor. - Hawks está serio como nunca antes, y sus alas se extienden en toda su envergadura a su espalda. — Dabi puede actuar como informante, pero Endeavor debe caer.

    Shoto lo mira reticente, pero finalmente. Sus ojos, tan parecidos a los de su hermano mayor, brillan con determinación.

    — De acuerdo, ¿alguna otra petición?

    Dabi no se detiene a pensarlo, ya sabía qué cartas iba a presentar en la negociación.

    —A partir de ahora los héroes deberán implicarse en el caso de las lanzas de oro. Además, cuando capturéis a los miembros originales de la Liga, ninguno recibirá la pena de ejecución. — Su voz transmite una determinación ardiente, y Shoto comprende que la vida de sus compañeros era algo por lo que Touya estaba dispuesto a morir.

    — No puedo asegurar que ninguno reciba la pena de muerte, pero intercederé en todo lo que haga falta. Si Deku y Hawks también lo hacen, es posible que consigamos algo.

    La tensión escapa como una brisa de aire frío del cuerpo del mayor. Los músculos le duelen y la cabeza le da vueltas, pero Dabi está contento. Habían conseguido lo que querían.

    — No… no les digas nada a Fuyumi y Natsuo. No aún. No quiero arrastrarlos al ojo del huracán conmigo.

    Shoto asiente, una pequeña e infrecuente sonrisa en sus labios, y se marcha. Una emoción indescriptible se apodera de Dabi, y sin poder evitarlo, agarra a su hermano de la muñeca.

    — Gracias.

    Sus ojos azules brillan como estrellas en el firmamento, y el héroe no puede evitar que la sonrisa crezca en sus labios.

    — Eres mi hermano, Touya. O Dabi, o como quieras llamarte. Tú me protegiste de Endeavor una vez. Ahora es mi turno.

    Tras eso Shoto desaparece por la puerta, y Dabi siente que, por una vez en la vida, las cosas no le estaban yendo tan mal.

     
  17.  
    La loca de los Gatos

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    Aries
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    Ahora todo el puto mundo se anda encajando cuchillos en la espalda. Que si Shoto con su viejo, que si Uraraka con Hawks, que si Shigaraki con su propio maldito grupo xD. Lo interesante ahora es que a Uraraka va a tener que ponerse a trabajar con Shiggy :x
     
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    Eternatus

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    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
    Clasificación:
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    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    3319
    :eyebrow: hoy ya vas a poder ver qué pasa con Shiggy y Ochako. Sorry por la demora.

    Ponerme al día con los capítulos va ser muy jodido a partir de ahora, pero se intentará.

    Palabra del día: Hogar.

    i don't know how to dream your dreams
    so i won't

    Day 12: You don't have to hypnotize me. I'm already bound.

    El ruido del tren acercándose a una parada despierta a Shigaraki. El hombre lleva la capucha puesta y está apoyado contra la ventana, recuperando el sueño que aparentemente no podía conseguir de noche. Uraraka sabe que desde que Dabi escapó del Frente, Tomura no logra dormir por las noches; es evidente en sus ojeras, más pronunciadas que nunca, y su palidez inusual. El hombre actúa como si nada hubiera pasado, pero Ochako sabe que el incidente con Dabi lo estaba carcomiendo por dentro.

    Llevan más de un mes trabajando juntos, y Uravity puede decir que conoce todos los manerismos de su líder. Aunque aparentara perfecta neutralidad y calma, por dentro la frustración y la rabia lo consumían, y cómo empatizaba Uraraka con eso.

    Desde que había tomado la decisión de separarse emocionalmente de Tomura, las cosas no habían cambiado para bien. Su presencia y su carácter seguían atrayéndola como una polilla a la llama. Ochako no lo entendía. La última persona con la que había salido, su ex compañero de instituto y actual amigo Todoroki Shoto, no podía ser más diferente del villano frente a ella.

    Uraraka no era tonta, ni mucho menos subestimaba a Shigaraki. Aquella tensión que siempre parecía acompañarlos era algo de lo que él también se había dado cuenta. La rabia de ella y la indiferencia de él habían cambiado y se habían convertido en algo diferente, algo más complejo y profundo que ninguno de los dos entendía.

    El mes que habían compartido trabajando juntos no había sino empeorado la situación. Había veces en que la tensión era tan insoportable que la joven tenía que alejarse por miedo a…

    ¿Por miedo a qué?

    Uravity sacude la cabeza con fuerza y Shigaraki la mira con una ceja alzada. Como siempre, el villano era el epítome de la calma, y Ochako odiaba esa parte de él. La parte que escondía sus emociones tan bien como ella.

    Tomura parece ignorar lo que pasa por su cabeza, y la joven lo agradece. En un espacio tan pequeño la tensión acumulada la estaba ahogando.

    El cubículo es demasiado pequeño como para que ninguno de los dos se pusiera cómodo, y las piernas de Uraraka no dejan de rozarse con las de Shigaraki. Aún faltaban dos horas de viaje para llegar a su ciudad natal.

    Aquel viaje iba a matarla.




    Cuando llegan a su destino y finalmente pisan tierra firme, Uravity suelta un suspiro de alivio. El aire fresco de la mañana le ayudaría a despejar la cabeza. A su lado, Shigaraki también parece contento con haber bajado del tren, aunque su sonrisa tiene un deje demasiado macabro como para ser por eso.

    Ochako se recuerda que aquel no era un viaje de placer. Aunque estuvieran en la ciudad que la vio crecer, tenían una misión que cumplir.

    — Según la información de Toga, el bastardo que estamos buscando suele frecuentar las ruinas del antiguo centro comercial. Al parecer, tiene su base allí. — Shigaraki camina a paso ágil, con la cabeza gacha y la capucha ocultando su identidad. Uravity camina a su lado y sonríe cuando alguien parece reconocerla.

    — Parece el perfecto lugar para ocultarse, al fin y al cabo, el alcalde abandonó ese lugar y lo declaró como zona catastrófica. — Hay rabia en la voz de Uraraka, y Tomura la mira por la periferia de sus ojos.

    El villano sabía perfectamente que había arruinado la vida de la mujer a su lado cuando ésta aún era una adolescente. No había planeado la destrucción de gran parte de su ciudad natal, pero había sucedido igualmente. Dabi había conseguido información gracias a Hawks sobre el pasado de Uravity, y lo que había leído no le había gustado nada.

    En coma varios meses tras su encuentro durante la batalla, su casa y las oficinas y bienes de sus padres destruidas. Su padre al borde de la muerte sin esperanzas de recuperación. La joven se había quedado literalmente en la calle y de no ser por sus compañeros, hubiera tenido que abandonar sus estudios en U.A para pagar las facturas del hospital de su padre.

    Shigaraki no se arrepentía de nada, pero aquello le provocaba una extraña sensación de culpa en el pecho. Pensar en lo que le había pasar era similar a recordar los gritos de Dabi mientras Re-Destro lo torturaba.

    El hombre se llava una mano enguantada a la cara e intenta regular su respiración. Recordar a su segundo al mando no traía nada bueno. Dabi estaba vivo, y lo que pasara después no era de su incumbencia.

    Ochako lo mira con preocupación en la mirada, como si supiera lo que estaba pensando. Tomura aprieta el paso y pretende ignorarla, ¿por qué parecía conocerlo tan bien?, ¿por qué lo miraba como si lo entendiera? El hombre aprieta la mandíbula y se concentra en la misión.

    No podía permitirse distracción alguna, sino ambos morirían.

    Uno de los informates del grupo de las lanzas de oro se encontraba a apenas un par de kilómetros de su localización, y probablemente estuviera rodeado de guardas. Tal vez alguno fuera el portador de una lanza. No había oportunidad para el error.

    Uraraka permanece en silencio y Tomura sabe que la joven está ardiendo con determinación y violencia malamente reprimida. El villano no sabía lo que alguien como Uravity podía hacer contra las lanzas, pero tal vez levitarlas fuera del alcance de sus portadores fuera una buena estrategia.

    Sus pies patean accidentalmente una roca, y Shigaraki se percata de que ya habían entrado en la zona de ruinas. A lo lejos puede verse un gran edificio completamente destruído, y marcas gigantescas en el suelo.

    Él mismo había sido el causante, y un familiar hormigueo recorre sus dedos. Usar su quirk al máximo siempre lo dejaba satisfecho, y aunque ver la destrucción causada en aquel lugar le recordaba a Uraraka, Tomura no podía evitar sentirse orgulloso de su poder destructivo.

    Con un suspiro el villano se pone su máscara, y Uraraka hace lo mismo. A diferencia de la mano que cubría su rostro, Uraraka llevaba una máscara completamente negra, con el dibujo de unos gigantescos y afilados dientes de tiburón delineados en rojo sobre el fondo negro. La idea había sido de Toga, y Uraraka parecía complacida con la elección de su entonces jefa. Shigaraki pensaba que aquella máscara era una representación muy buena de la bestia que se escondía bajo la piel de Uravity. Todo garras y dientes, brutalidad y violencia.

    Su cuerpo vuelve a sentirse demasiado caliente y Shigaraki se obliga a recuperar el control. Estaban en territorio enemigo y pagaría muy caro cualquier distracción.

    La joven a su lado casi no hace ruido alguno al caminar, y el villano se percata de que sus pies casi no hacen contacto con el suelo. La heroína nunca dejaba de sorprenderlo.

    Ocultándose en todo momento ambos jóvenes se mueven a través de las ruinas con precaución. En uno de los laterales del edificio, bajo un enorme agujero en el techo, hay una pequeña base costruída con los destrozos y la chatarra del lugar. En la puerta hay un hombre vestido con ropas tácticas, y su mano está permanentemente metida en el bolsillo. Aquello no es una buena señal.

    Shigaraki le indica a Uraraka que se esconda, y con lentitud retira su guante. A esa distancia tendría que tener cuidado para no desintegrar también la base. El villano extiende la mano y Uravity observa con una mezcla entre asco y admiración como el guardia se desintegra antes sus ojos. Un bolígrado dorado cae al suelo entre las cenizas y Shigaraki sabe que ha hecho lo correcto.

    Un guardia menos solía significar una lanza menos. No en todos los casos, por lo que todavía debían mantenerse en alerta máxima.

    Tomura le hace señas a la joven y ambos se separan. Shigaraki entraría por una de las paredes de atrás, atrayendo la atención de aquellos en el interior, y Uraraka se encargaría de recuperar el bolígrafo y de evitar la huída del informante.

    Tomura camina en silencio, y se sitúa en la parte posterior del edificio. Ochako ya tendría que haber recuperado el bolígrafo y estaría esperando a su distracción. Con una terrible sonrisa en los labios, Shigaraki desintegra la pared ante sus ojos y entonces todo parece suceder demasiado rápido. Gritos resuenan en la estancia, y una ráfaga de balas corta allí donde había estado hasta hace un momento. Tomura ya se está moviendo a través de la habitación cuando el primer guardia se percata de su presencia, y los disparos ni le rozan. El hombre muere segundos después y, para su decepción, no lleva encima ninguna lanza.

    Con un chasquido de molestia, el villano corre hacia otra habitación, y no es hasta que llega al vestíbulo que comprende por qué hay tanto silencio en el lugar.

    El informante es un hombre bajito, de unos cuarenta años de edad, y lleva un traje que no se adapta a él. Sus ojos están entrecerrados y en su boca hay una mueca burlona. Tres hombres lo rodean, y tres lanzas de oro apuntan a Uravity desde todos los ángulos.

    — Si yo fuera tú, Shigaraki, no movería ni un músculo. — La voz del hombre le recuerda a Tomura al molesto ruido de una horda de insectos en pleno vuelo. Todo chasquidos y zumbidos.

    — Ah, ese es el problema, ¿no? Si fueras yo, pero no lo eres. — Mirando a Uraraka a los ojos con una sonrisa desencajada, el hombre da un paso. Las lanzas cargan contrs Uravity, y ésta sale disparada contra el techo. Con una elegante pirueta la joven se deja caer al lado de Shigaraki, y las lanzas cargan de nuevo.

    Tomura extiende las manos y las lanzas chocan contra su barrera de desintegración. Hoy Tomura no está por la labor de jugar, por lo que activa su quirk al máximo, y todo a su alrededor se desintegra en un instante.

    Un grito ahogado atrae su atención. El informante se agarra a lo que queda de su mano, ahora un muñón ensangrentado, y a su lado uno de los guardias guarda un cuchillo. Entre los gritos, el informate da una orden.

    — ¡Matadlos! ¡Quiero ver sus entrañas en el suelo!

    Las lanzas reaccionan, como con vida propia, ante sus gritos, y Shigaraki presiona con todo lo que tiene. Las lanzas no desaparecen. A su lado Uraraka lo mira preocupada. ¿Cómo era posible que resistieran tal poder? Desde su posición, la joven podía sentir que su piel se secaba cada vez más, y fuera de la barrera hasta el suelo estaba desapareciendo. Tenían que probar algo diferente.

    Ochako toca el brazo de Shigaraki, y éste la observa a través de unos ojos salvajes y predatorios. Hay sudor en su frente, y oleadas de sed de sangre escapan de su cuerpo. La joven se siente algo mareada ante la enormidad de su presencia, pero empuja a través de aquella sensación.

    — Necesitamos pensar en algo, Shigaraki. Esto no está funcionando.

    — Si bajo la barrera, nos empalarán. — La voz del hombre es más grave y más perturbadora de lo usual. Aquello parece encender su cuerpo de maneras que no puede permitirse reconocer ahora.

    — Si acabamos con los guardias, dejarán de funcionar, ¿verdad?

    No lo sabían con seguridad, pero era mejor que quedarse detrás de un escudo que podía fallar en cualquier momento. Con un asentimiento, Shigaraki levanta una mano, y cuenta hasta tres.

    Uno.

    Las lanzas se separan de la barrera, listas para cargar una vez más.

    Dos.

    Uraraka activa su quirk sobre sí misma para aumentar su velocidad.

    Tres.

    Héroe y villano se lanzan contra los guardias y el informante, y la verdadera batalla comienza. Uno de los guardias saca un fusil y les dispara, pero las balas se desintegran en el aire. Shigaraki se mueve como si hubiera hecho eso miles de veces, y sus movimientos cautivan a Uravity.

    Con la gracia de un felino el hombre destroza al primer guardia, y una de las lanzas cae al suelo en un audible repiqueteo. De un salto Shigaraki evade la segunda, y el otro guardia se lanza sobre él con un cuchillo. Shigaraki lo patea tan fuerte que Uraraka escucha claramente como el guardia es partido literalmente por la mitad.

    La segunda lanza cae, y Ochako recuerda que no puede permitirse distracciones como aquella. La tercera lanza pasa demasiado cerca para su gusto, y antes de que la joven pueda equilibrarse de su evasión desesperada, un agudo dolor la hace caer de rodillas. El tercer guardia acaba de apuñalarla con la navaja que había visto antes, y Uraraka ve rojo. Con rabia quemando en sus venas la joven desactiva su habilidad, y una pared aplasta al tercer guardia, convirtiéndolo en una mancha roja contra el suelo.

    Desde el otro lado de la habitación Shigaraki la mira con aprobación. Un grito escapa de sus labios, y Uraraka salva su propia vida en una reacción instintiva. Una lanza roza su mejilla, y la joven prueba su propia sangre. ¿Cómo demonios seguían activas? Tomura la alcanza en un instante y Uravity mira sobre su hombro.

    El informante los mira con una sonrisa maníaca en el rostro, y las tres lanzas levitan sobre él. — ¿Pensábais que con eliminar a los guardias esto había acabado? ¡Ilusos! ¡No sabéis nada sobre las lanzas de oro!

    Las tres lanzas cargan de nuevo y Uraraka se levanta de un salto, sangre salpicando el suelo. Con ambas manos extendidas y determinación alimentando sus movimientos, la joven toca las tres lanzas y presiona.

    Las lanzas se detienen súbitamente y Uravity siente cómo luchan contra su quirk. Con un esfuerzo titánico, la joven las obliga a elevarse más y más, y pronto no puede verlas a través del agujero en el techo. Sangre cae de su nariz y oleadas naúseas hacen tambalear su cuerpo, pero Uraraka persiste. El informante grita, y de repente la resistencia de las lanzas desaparece. Con una sonrisa triunfante, Uravity las hace flotar tan alto que las pone en órbita.

    Shigaraki la mira con los ojos muy abiertos, y Uraraka se siente orgullosa de su proeza. Tal vez no las hubiera destruído, pero a todos los efectos las lanzas eran ahora inservibles.

    — Y aún después de todo, seguís olvidándoos de mí.

    El informante, con una calmada sonrisa en los labios, los mira con odio. Hay una granada entre sus manos. La anilla está a su lado en el suelo.

    Shigaraki se lanza sobre Uraraka, protegiéndola con su cuerpo, y todo se hace negro.




    Uravity se despierta con un dolor terrible en el abdomen. Sobre ella el cielo se torna de colores anaranjados y el cielo parece estar a punto de desaparecer en el firmamento. No hay signos de ruinas a su alrededor, y la joven trata de levantarse para observar mejor sus alrededores. Una mano enguantada la presiona contra el banco sobre el que está tumbada, y Tomura aparece en su campo de visión.

    — Necesitas descansar. Spinner estará aquí en un par de horas con un médico.

    — ¿Qué…? Eso es innecesario. Solo es una puñalada. Tal vez no pueda moverme perfectamente, pero no es necesario que nos quedamos aquí fuera, donde cualquiera pueda vernos.

    Shigaraki la mira con una ceja levantada, y Uraraka le devuelve el gesto.

    — ¿Y a dónde sugieres que vayamos?

    Uravity aparta la mirada y trata de levantarse otra vez y Shigaraki se lo permite. A pesar del dolor quemando en su abdomen, su cabeza no podía estar más clara.

    — A casa de mis padres. Si aún estamos en los alrededores del centro comercial, deberíamos poder llegar en menos de diez minutos.

    Con un suspiro resignado el hombre se levanta y se arrodilla de espaldas frente a ella.

    — Súbete. No hay manera de que tardemos diez minutos contigo en este estado. — Su tono es burlón, pero hay un deje de preocupación en él y Ochako se siente extrañamente complacida.

    Apretando los dientes ante el dolor, la joven logra situarse sobre la espalda de Shigaraki, y éste se levanta, llevándola sujeta por los muslos. Uraraka se recrimina haber escogido shorts para la misión.

    Tal y como había prometido, Shigaraki llega a la casa menos de diez minutos después. Tras varias indicaciones para localizar la llave de emergencia, heroína y villano se despatarran sobre el sofá del salón. Ambos están exhaustos. Acabar con tres lanzas había tomado mucho de ellos.

    — Tus padres, ¿a qué hora llegan?

    Ochako lo mira con los ojos entrecerrados. El sueño le está pasando factura.

    — Salen del trabajo en una hora, ¿así que ta vez a las nueve?

    — Entonces tenemos que ser rápidos. — Tomura se levanta y la toma en brazos. Uravity está demasiado cansada para protestar. — ¿Dónde está el baño?

    Ochako intenta luchar contra el sueño, pero la cercanía de Shigaraki no lo hacía fácil. Se cuerpo emitía calor y eso la relajaba.

    — Al final del pasillo. No creo que podamos entrar los dos… — Hay algo parecido a la vergüenza en su voz y Tomura entiende rápidamente por qué. El baño es diminuto y entrar los dos parece no ser una opción.

    Con delicadeza, algo que Ochako no llega a notar, el hombre la deposita en el pasillo. Sus movimientos son rápidos y preocupados. Uraraka había perdido demasiada sangre.

    Tras revolver en los cajones del armario del baño, Shigaraki da con un botiquín. No podía suturar su abdomen en el suelo, por lo que de un momento a otro Uravity se ve sentada sobre la tapa del inodoro con Tomura entre las piernas.

    El hombre levanta su camiseta y Uraraka contiene un grito de dolor. La sangre de su herida se había coagulado sobre la tela, y aunque el villano hubiera tenido cuidado, había dolido como el infierno. Sangre vuelve a brotar de la herida y Tomura se apresura.

    Uraraka lo observa casi con fascinación. Sus manos enguantadas rápidamente se tiñen de rojo, pero al hombre no parece importarle. Con precisión quirúrgica Shigaraki limpia y desinfecta la puñalada, y antes de que pueda detenerlo, el villano comienza a suturarla. Aquello sí era dolor.

    Con una mano apretada contra su boca Uravity intenta no moverse. El proceso es lento y extremadamente doloroso, pero Tomura hace un buen trabajo, y los puntos se ven limpios y bien hechos.

    Durante varios minutos ambos contemplan su herida. Tomura sigue arrodillado entre sus piernas, y una de sus manos descansa sobre su muslo. Su dedo pulgar, el único libre de la tela del guante, traza lineas en su piel, casi inconscientemente, y Uraraka se siente arder.

    La temperatura en el pequeño baño se hace intolerable, y el contacto con Shigaraki no ayuda. El hombre levanta la vista y la mira a los ojos, y Uraraka no puede evitar cerrar las piernas a su alrededor. Shigaraki, aún arrodillado, la observa con una extraña mirada que parece despertar en ella algo que llevaba demasiado tiempo dormido.

    El hombre desliza su mano sobre su muslo y la apoya contra sus caderas. Su otra mano envuelve la nuca de Uraraka, y la joven se inclina hacia adelante.

    Un sonido chirriante los hace separarse como si el otro estuviera en llamas. Shigaraki se levanta con rapidez y Uraraka contesta el teléfono, evitando mirarlo a los ojos.

    El villano sale del baño tras escuchar a Hawks al otro lado de la línea, dándole privacidad a la joven. Su corazón late furiosamente en su pecho, y Shigaraki siente que la cabeza le da vueltas.

    ¿Qué demonios acababa de pasar?
     
    Última edición: 15 Octubre 2019
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    La loca de los Gatos

    La loca de los Gatos Maldito calor...

    Aries
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    Y si bien la estaba curando, casi casi fajan en el baño de los viejos de Uravity xD, hay, estos morros y sus calentones xD (¿salio la Ochako con el niño menta? Eso no me lo esperaba xD)
     
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    i don't know how to dream your dreams (so i won't)
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    4161
    :yagami: Casi casi pero no. Tal vez en un futuro. :whistle: Creo que en el capítulo en el que Dabi se encuentra con Shoto menciono que Uraraka estuvo con él durante el instituto. Atenta a eso, porque al final será importante ejejejejjejej.

    Hoy el capítulo viene muy cargado de cosas importantesss, muy importantes. A partir de ahora empieza la trama de verdad, lo suculento:kuku: Sorry por la descripción gráfica de violencia, intento contenerme xD El por qué este capítulo con esta palabra se entenderá con los próximos capítulos.

    Palabra del día: Luck

    i don't know how to dream your dreams
    so i won't
    Day 13: There's a choice and it's all up to you, where you go?

    Cientos de voces llenan el ambiente de conversaciones y risas, de gritos y silbidos, y por primera vez en varios meses, Uraraka se siente contenta con su decisión de unirse a la agencia de Hawks. La joven atraviesa a la multitud con parsimonia, sin prisa alguna. La decoración navideña del vestíbulo principal de la agencia era increíble y elegante, y tanta luz y color le devolvía una sensación de energía que no tenía realmente.

    A su alrededor los visitantes parecen abstraídos del mundo, demasiado concentrados en lo que sea que los diferentes guías estén contando sobre Hawks. Hoy es día de puertas abiertas, y gente de todas las edades había acudido a presenciar o participar en las diferentes actividades que se ofrecían en la gente. La prensa también estaba presente, deseosa de conseguir alguna primicia sobre el héroe alado.

    Uraraka plasma una sonrisa en sus labios, que no sería forzada de no ser por el dolor en su abdomen. La joven cojea ligeramente para aliviar un poco la presión del vendaje sobre su torso, pero hacerlo sin que los demás se percaten es, cuanto menos, complicado. La prensa estaría más que contenta de acribillarla a preguntas sobre por qué estaba herida.

    La felicidad acumulada y el bullicio general es algo que disfrutaba en su adolescencia. Si bien la edad adulta le había traído una paranoia extrema a las grandes concentraciones de gente, Uravity se obligaba a disfrutar de la felicidad de los demás. Que los civiles sonrieran significaba que estaban haciendo algo bien.

    Shigaraki no estaría de acuerdo.

    Aquel pensamiento provoca un escalofrío en su espalda, y su cara se pone roja involuntariamente. Ochako aprieta la mandíbula y se mueve un poco más rápido. Lo que había pasado hace tres noches en casa de sus padres no podía repetirse. Aquel contacto había sido demasiado íntimo, demasiado… personal.

    Ochako sabía que Tomura iba a besarla, y en su momento lo había deseado fervientemente. El día le había dado la bienvenida con una terrible sensación de culpa y confusión, y solo el dolor había logrado despejar su cabeza lo suficiente como para poder ponerse en marcha.

    Uravity se siente como si tuviera quince años otra vez, nerviosa ante la posibilidad de su primer beso.

    Sacudiendo la cabeza, la joven atraviesa finalmente el vestíbulo y llega a los ascensores. En su bolsillo estaba la tarjeta identificativa, y los sensores la detectan mientras se acerca. Varias personas la miran con curiosidad y la saludan, y Ochako les sonríe antes de que se cierren las puertas.

    Abandonando toda pretensión, la heroína se despatarra contra la pared del ascensor y se lleva una mano al abdomen. El dolor y el cansancio la estaban matando. Llevaba dos días sin ver a Hawks, ya que el hombre se había estado encargando de controlar una fuga en una prisión de alta seguridad, y había tenido que tomar más de 3 turnos de doce horas en las últimas 90 horas. Por suerte Keigo estaba a punto de volver, y Uraraka podría permitirse descansar. La joven no sabía siquiera cuantas horas había logrado dormir en cuatro días. Probablemente no mucho.

    La idea de una ducha de agua caliente y de ropa cómoda la hace suspirar de felicidad. Su traje estaba mojado por la nieve del exterior, y uno de los delincuentes a los que había atrapado hoy le había vomitado en los zapatos.

    Las puertas del ascensor se abren nuevamente y Uravity se dirige directa a los vestuarios. A esta hora la mayoría de los ayudantes se habían ido a casa, y los que tenían la guardia noctura ya estaban en las calles, por lo que tenía el lugar para sí misma. Ochako se saca las botas, y una extraña vibración la desequilibra. La joven detiene sus movimientos, pensativa. ¿Se lo habría imaginado? Estaba herida y exhausta, y su sentido del equilibrio no era demasiado funcional en aquel momento.

    Sí, probablemente se lo había imaginado.

    Mientras Uravity se desabrocha los guanteletes, un ruido repetitivo y lejano llama su atención. Parece provenir de fuera del edificio. Esta vez no se lo piensa y se asoma a la ventana que hay en la zona de descanso, y lo que ve a 30 pisos de distancia le hiela la sangre. Una marabunta de personas escapa del edificio con urgencia. Desde la distancia la heroína no puede concretar detalles, pero hay demasiado rojo en las figuras como para ser normal. Un destello dorado la pone en marcha.

    Con el corazón latiendole a mil por hora Ochako se vuelve a poner las botas y se lanza a través de las escaleras de incendios con su quirk activado, ignorando el dolor y el cansancio. Si se demoraba más de unos segundos en llegar al vestíbulo, todo el mundo moriría.

    Las lanzas de oro eran demasiado eficaces como armas de destrucción masiva.

    En menos de un minuto la joven atraviesa las puertas que la llevan al vestíbulo principal, y lo que ve la deja helada. Hay docenas de cadáveres en el suelo, todos ellos asesinados con el mismo modus operandi. Un agujero gigantesco en el pecho. Todavía quedan cientos de personas en el interior, luchando entre sí para salir. El sonido de sus gritos es ensordecedor. Cinco lanzas de oro cortan a través del aire y de los cuerpos de los civiles como si se tratara de mantequilla. Una docena figuras vestidass con ropas oscuras y con máscaras cubriéndoles los rostros observan la masacre desde el centro de la sala, y Uraraka se lanza al ataque.

    No hay dolor. No hay cansancio.

    En aquel momento Uravity es solo rabia y violencia.

    Los cuchillos guardados en diferentes puntos de su cuerpo vuelan a su alrededor, y Uraraka no duda. En un parpadeo tres hombres caen al suelo entre gritos de dolor que se cortan en segundos. A su lado el resto de atacantes dirigen su atención a la heroína, aparentemente despreocupados por su aparición. A Uravity le quedan tres cuchillos y no tiene manera alguna de alcanzar las lanzas que se mezclan entre la masa aterrorizada de civiles que obstruye la salida.

    Pura desesperación la hace moverse.

    La pelea es encarnizada, y Uraraka sabe que está perdiendo. Aquellos hombres eran profesionales de la lucha, y todos iban armados. A este punto sus quirks no le preocupan, no puede distraerse en pensar estrategias y contramedidas. Tiene que luchar.

    Uno de sus atacantes le da una patada en la sien, y Uraraka vuela varios metros y se estrella contra una columna. Su cuerpo está destrozado y la sangre en el suelo le dificulta ponerse en pie. Su herida en el abdomen vuelve a abrirse, y la joven contiene un grito de dolor.

    Antes de que pueda usar su quirk sobre sí misma para ganar velocidad, el sonido de dos disparos se eleva por encima de los gritos, y Ochako cae de rodillas. Su boca se abre como si quisiera gritar, pero nada sale de sus labios.

    Uno de los hombres se acerca y le agarra la cabeza, para luego estampársela contra la columna sobre la que había caído.

    — Tú has provocado esto Uravity. Ahora contempla como la Legión de Oro comete la masacre más grande de la historia moderna de Japón.

    Ochako quiere hablar, contestarle, mandarlo a la mierda, algo, pero su boca se niega a moverse. El mundo da vueltas a su alrededor y todo es dolor. Si su tolerancia fuera ligeramente menor, ya se habría desmayado.

    Incapaz de moverse o de responder, Uraraka contempla con horror como las lanzas diezman lo que queda de civiles en el vestíbulo. Entre los cadáveres varios trajes de héroe le llaman la atención, y Ochako contiene las náuseas que queman en su garganta. ¿Cuántos de sus compañeros acababan de morir?

    — Ahora, el gran final… — El hombre la vuelve a agarrar de la cabeza y la arrastra a través del lugar. — ¡Moveos!

    Con aquella orden los miembros de la Legión de Oro se mueven al unísino, siguiendo a su aparente líder. Bajo Uraraka los cadáveres ceden y su sangre empapa su traje, y Uraraka Ochako quiere morir. Nunca en su vida había deseado la muerte con tanta fuerza.

    Completamente inútil y sin siquiera la capacidad de comunicarse, Uravity había sido derrotada. En uno de los laterales del vestíbulo una cámara capta su atención, y Ochako se rompe. Los acontecimientos se habían emitido en directo, probablemente, y el mundo entero había presenciado aquella interminable masacre.

    El daño provocado a la sociedad sería irreparable.

    Cuando llegan al exterior, Uraraka no puede comprender lo que ve ante sus ojos. Filas y filas de personas esperan a las puertas de la agencia, y en sus caras se puede ver terror absoluto. Las cinco lanzas levitan sobre sus cabezas, apuntándolos en todo momento. ¿Una ejecución pública? Más gente se acumula en las calles, y Uravity empieza a disociar. Iban a matarlos a todos. Lágrimas cubren sus ojos cuando varios civiles hacen contacto visual, y entre los presentes varios gritan desesperados al comprender que Uravity no podía salvarlos.

    La necesidad de simplemente morir, ahí y ahora, se hace casi insoportable.

    Cuando están a cierta distancia del edificio, el hombre que la sujeta la lanza contra el suelo con brutalidad, presionando un pie contra su espalda para mantenerla en el sitio. No era necesario. Sus rodillas estaban destrozadas por los disparos, y sus brazos y costillas estaban rotos después de la lucha contra la Legión. Uravity había perdido tanta sangre que casi no podía mantenerse despierta.

    — Ahora empieza la diversión. — La presión del pie sobre su espalda amenaza con romperle la columna, y Uraraka no puede más. A través de un walkie, el hombre da órdenes a quien está controlando a los civiles. — Llevalos adentro, Hwan.

    Uravity observa impotente como cientos de personas son obligadas a atravesar el mar de cadáveres para volver a entrar en la agencia. Antes de que el último atraviese la puerta, un silbido persistente corta el aire, y el alivio que recorre a Ochako es inmenso.

    Hawks.

    Cientos de plumas sacan a los civiles del interior, y Hawks lucha contra dos de las lanzas. Sus plumas eran lo suficientemente fuertes como para resistir las embestidas de las armas doradas. Una luz verde atraviesa la escena en un parpadeo, y lágrimas acuden a los ojos de la joven de nuevo. Deku, Deku.

    Múltiples explosiones iluminan la noche, y Ground Zero llega para luchar espalda con espalda con el actual héroe número uno. La temperatura sube repentinamente, y una llamarada le saca al hombre de encima. Shoto se agacha a su lado, y su mirada se lo dice todo.

    Uraraka sabe que se está muriendo.

    La joven niega con la cabeza y le señala con la barbilla la lucha que está teniendo lugar.

    — No voy a dejarte aquí, Ochako. Tiene que verte un médico. — Su habitual calma desaparece y su voz tiembla. Ochako se soprende al ver lágrimas acumulándose en los ojos de Todoroki.

    A sus espaldas varios de sus atacantes se ponen en pie, y Uraraka niega con la cabeza una vez mas. Con las pocas fuerzas que le quedan, logra vocalizar “más tarde” en el instante en que Shoto es obligado a defenderse. La batalla es encarnizada y más héroes llegan a ayudar, pero las lanzas son simplemente imparables. Tendrían suerte si sobrevivían para ver el final.

    La lucha comienza a dividirse y los frentes se separan cada vez más y más de la agencia. Hawks ya no tiene más plumas y los civiles intentan escapar de la agencia.

    — Muy tarde. — La presión vuelve a su espalda, y una voz helada hace que su corazón se salte un latido.

    La agencia de Hawks explota.

    Uraraka grita.

    Los civiles que habían intentado escapar habían volado en pedazos, y sangre y escombros cubren la calle. Los héroes tienen las manos atadas. Si intentan evacuar a los civiles todavía en el interior del edificio, las lanzas de oro los harían pedazos. Y si no hacían algo con el edificio, todos ellos morirían, sin importar las lanzas. Deku se mueve tan rápido que relámpagos verdes aparecen en su estela, pero no es suficiente para contrarrestar dos lanzas. Ground Zero le cubre las espaldas, pero Bakugo no puede moverse tan rápido, y debe contentarse con el rol de ayudante, atacando a larga distancia.

    El edificio se tambalea, y Uraraka observa cómo la torre de más de cuarenta pisos empieza a inclinarse sobre la calle. Una vez más el incidente de Pentasonic vuelve a su cabeza. Uraraka había levantado más de trescientas mil toneladas. Estaba en perfecto estado físico y aún así le había costado. Gale Force le había ayudado a mantenerlo suspendido tanto tiempo como lo había hecho.

    Hoy, Uraraka no podía ni mover un dedo.

    Los cimientos de la agencia gruñen, y gritos de terror salen del edificio. Los pocos civiles que hubieran sobrevivido a la explosión morirían, por no contar a todos los presentes y los habitantes del resto de rascacielos que no hubieran evacuado.

    La masacre más grande de la historia moderna de Japón.

    Durante un instante, Uravity pierde el control de sí misma. Para la joven todo se ralentiza, y de repente reina el silencio. Ochako puede ver con perfecta claridad a sus compañeros luchar por sus vidas, y las lanzas ya no parecen moverse tan rápido. El humo que escapa de los cimientos del edificio parece suspendido en el tiempo, y la presión sobre su espalda desaparece.

    Uraraka se pregunta por qué no siente dolor, por qué puede moverse de nuevo. Su brazo roto se extiende ante sus ojos, y como por instinto, Uravity dirige las puntas de sus dedos a la torre.

    Una imagen de Shigaraki destruyendo una ciudad entera aparece en su mente, y Uravity deja que su poder fluya.

    El instante termina, y todo vuelve a la normalidad. Las lanzas siguen moviéndose, pero el peso sobre su cuerpo sí ha desaparecido, y las características botas de Hawks aparecen en su campo de visión pisando un charco de sangre fresca.

    La batalla parece detenerse durante unos segundos, y todos los presentes observan anonadados como la agencia del héroe alado, un edificio de más de cuarenta pisos, empieza a separarse del suelo. El ruido de es ensordecedor, pero Uraraka está demasiado distraída como para percatarse. Sus ojos están clavados en su mano extendida, y en cómo ésta parece brillar con luz propia.

    Con un último gruñido el edificio se eleva sobre el suelo y empieza su ascenso hacia el cielo. En la mente de Uravity todas las puertas, ventanas, y todos los huecos provocados por las explosiones están cubiertos por un campo gravitatorio, y ningún civil cae a su muerte.

    — ¿Uravity…? — La voz de Hawks carece de su usual confianza, y Uraraka se fuerza a girar la cabeza hacia el hombre.

    — Llévame al aeropuerto, Hawks. Necesito un lugar donde dejar tu agencia. — La voz de Uraraka no es más que un susurro rasposo, y la joven se percata que sus cuerdas vocales deben de haberse dañado en su lucha contra los soldados de la legión. Keigo asiente anonadado, y con cuidado la levanta. Tiene las plumas justas para volar unos pocos kilómetros y, Uraraka agradece al dios que fuere por las pequeñas victorias.

    A su alrededor la batalla parece haber finalizado. Los últimos atacantes habían sido eliminados por Hawks, y el líder se encontraba en las manos de Bakugou. Las lanzas, antes tan amenazantes, se habían convertido en simples bolígrafos.

    Los cadáveres siguen cubriendo la calle, y Uraraka sabe que nunca olvidará este día.

    Keigo emprende el vuelo, y el edificio flotante los sigue. Varios helicópteros de la prensa vuelan sobre ellos, y a lo lejos la joven divisa el aeropuerto. La pista de aterrizaje ha sido vaciada por completo. Probablemente alguien hubiera avisado a la torre de control de que necesitaban el espacio.

    El sudor se escurre por la frente de Uraraka y el vuelo de Hawks empieza a decaer. El hombre se presiona al máximo, y en unos minutos alcanzan el aeropuerto. A unos centímetros del suelo Uravity desactiva su quirk, y el edificio cae con un levísimo impacto. Varias ambulancias y coches de policía aceleran por la pista, y antes de que Ochako pierda el conocimiento, Hawks le saca los micros del traje.

    Aún en aquel momento Keigo recordaba no poner en peligro su posición.

    A Uraraka se le detiene el corazón.



    Shigaraki Tomura sostiene entre sus manos un periódico, y en la mesa a su lado se acumulan varias docenas más. El hombre lleva horas leyendo con las noticias de fondo, y desde la puerta Himiko lo observa con cautela. Ambos estaban preocupados por Uraraka Ochako.

    El día siguiente al inicidente había amanecido con cientos de titulares sobre la joven heroína y el ataque de la autodenominada “Legión de Oro” a la agencia del héroe número 3, Hawks. En la ciudad base de su agencia había sido declarada una situación de emergencia, y cientos de héroes habían ido a ayudar a levantar escombros y encontrar supervivientes. La cifra total de muertos se elevaba a más de 500, y sólo unos pocos habían resultado heridos. Las lanzas atacaban para matar, no para herir. La agencia de Hawks había sido diezmada por completo, pero por suerte la mayoría de sus ayudantes no habían estado presentes durante el incidente.

    El mencionado héroe llevaba horas en la oscuridad, sin responder a llamadas o mensajes, y Shigaraki empezaba a cabrearse. La localización de Uraraka era desconocida por su seguridad, y ninguno de los periódicos que había analizado hasta el momento le daba alguna pista. Tomura se siente extrañamente en calma, como si su corazón latiera más lento y su sangre fluyera sin problemas por su cuerpo. En su mente, las probabilidades de que Uraraka esté muerta son muy altas. Toga se mantiene en silencio, algo muy poco característico de ella, y el hombre se percata de que esto la estaba afectando profundamente. La joven sí había llegado a apreciar a la heroína como una amiga. La única que tenía.

    A sus espaldas el volumen de la televisión se eleva de repente, y ambos villanos se giran, esperando una confirmación de la muerte de Uravity. Lo que ven los deja sin aliento.

    — Me encuentro actualmente en las ruinas de la agencia del héroe número 3, Hawks, y me gustaría informar de que nos acaban de llegar noticias desde la Comisión de Seguridad Pública de Héroes. Uravity ha sobrevivido al incidente, repito, Uravity ha sobrevivido. La Comisión acaba de revelar su nuevo rango. Del puesto 58, ¡Uravity ha ascendido al puesto 12! A pesar de su derrota a manos de la Legión de Oro, su actuación ha sido considerada clave para evitar daños catastroficos. — La mujer hace una pausa y la cámara enfoca de nuevo a las ruinas. — Siguiendo con lo anterior, todavia podemos observar los cadáveres siendo transportados, tal es la cantidad que los servicios forenses están colapsados…

    El periódico en las manos de Shigaraki se convierte en cenizas, y ambos villanos se miran a los ojos. El silencio dura unos instantes, y Tomura sonríe. Toga grita de alegría y da saltos por la habitación, encantada con las noticias. Shigaraki respira aliviado, y la calma de su cuerpo es reemplazada por adrenalina. Uraraka está viva. Viva y aparentemente sin graves secuelas, si no la habían rescindido como heroína. Su corazón late enfurecido, como si hubiera encontrado finalmente algo que llevaba mucho tiempo buscando.

    Contra toda esperanza, a pesar de todo, Uraraka había sobrevivido. Había despertado. Tal y como Ujiko le había mencionado hace cinco años, los quirks sí podían evolucionar, y su caso ya no era único. Uravity había sufrido una situación similar a la suya, había sido puesta contra las cuerdas y lo único que había asegurado su supervivencia era la evolución de su quirk.

    Shigaraki estaba orgulloso. El villano había visto el incidente un par de horas después de que hubiera sucedido, y la rabia que tomó control de su cuerpo era una sensación indescriptible. Observar como Uraraka, herida y exhausta, luchaba contra 9 hombres, todos ellos armados y profesionales de la lucha, se había acercado peligrosamente a los límites de su conciencia, allí donde la bestia, deseosa de sed de sangre, dormía.

    Las horas siguientes habían sido un infierno. Nadie sabía si Uraraka había sobrevivido, y Hawks no contestaba el maldito teléfono. El héroe alado también había resultado muy perjudicado, pero no se había visto en tan mal estado desde las grabaciones hechas por los helicópteros.

    Los gritos de Toga se extienden por la base, y el hombre se percata de que la joven había salido de su oficina para avisarle al resto de comandantes de las noticias. Pensar en Uraraka lo distraía hasta tal punto. Desde la noche en casa de sus padres, las cosas habían cambiado indudablemente para ellos, pero ninguno había tenido el tiempo para discutirlo.

    Ahora, Uraraka estaba en una localización desconocida, y Shigaraki no sabía cuándo volvería a verla.

    Por ahora esperaría, al fin y al cabo, él no tenía otra cosa que paciencia, y unos bastardos de oro a los que cazar.




    Gritos y golpes resuenan en una habitación cerrada, y desde la puerta dos guardaespaldas fingen no escuchar nada. Su jefe llevaba horas en un frenesí rabioso y violento, y era probable que su oficina ya estuviera completamente destruída. Era un alivio que el hombre no hubiera salido con una lanza a matar a cualquiera que apareciera en su camino.

    Dentro de la habitación, un pesado vaso de colección se hace mil pedazos contra la pared, y un hombre de mediana edad contempla el desastre con respiración agitada. Sus nudillos están ensangrentados de golpear la pared y los muebles, y en su rostro hay varias esquirlas de cristal, producto de los objetos que había hecho estallar demasiado cerca de su cara.

    Sus ojos arden con ira malamente contenida, y una mueca de profundo odio se abre paso en sus labios. Sus dientes, usualmente similares a los de un humano, se alargan y afilan peligrosamente, y sus dedos se convierten en garras. El hombre se obliga a respirar más profundamente, y en un momento vuelve a la normalidad.

    No podía permitirse perder los papeles de aquella forma. No después de haber fracasado tan patéticamente. Era una suerte que los bastardos hubieran muerto en el ataque a la agencia de Hawks, sino los habría torturado a todos hasta la muerte. Bastardos incompetentes.

    El hombre se sienta en el único sillón intacto del lugar, y con urgencia prende un cigarrillo. Fumar siempre había logrado calmarlo. Contenía a la bestia, que detestaba el olor. En su mente, miles de escenarios vuelan por sus pensamientos. Uraraka Ochako tenía que estar ahora entre sus manos, y Shigaraki tenía que estar en camino para entregarse a cambio de la joven.

    Las cosas no habían salido como había planeado.

    Atacar la agencia del héroe número tres sólo había sido una excusa para secuestrar a Uravity y darse a conocer a lo grande. Había conseguido esto último, y el título de la mayor masacre de la historia moderna de Japón caía ahora sobre sus hombros, pero no estaba satisfecho. El Frente de Liberación Paranormal había sido un incordio desde que empezó a operar en las tierras niponas, y el líder de la Legión de Oro estaba furioso. Necesitaba eliminarlos, y eso no sería posible si no se encargaba primero de Tomura Shigaraki.

    Aquello era imposible si trataba de enfrentarse a él abiertamente. El villano era conocido por ser el hombre más poderoso de Japón, posiblemente de toda Asia, y si los rumores eran ciertos, pronto lo sería incluso más. No era estúpido, y sabía que la motivación de Shigaraki para hacerse más fuerte provenía de ellos, más precisamente de lo que le habían hecho a Uraraka Ochako tan sólo el día anterior.

    En vez de debilitarlo, le habían dado la determinación para hacerse más fuerte.

    Maravillosa jugada.

    El líder de la Legión se obliga a disfrutar de su cigarrillo en paz. Todavía tenía una oportunidad de secuestrar a Uravity, sólo tenía que hacerlo bien esta vez, sin fanfarria ni explosiones. No necesitaba dejar su seña de identidad. Cuando Uraraka Ochako desapareciera, Shigaraki sabría quién eran los culpables.

    De eso estaba seguro.
     
    Última edición: 16 Octubre 2019
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