Crossover ¡Casa del Terror!

A primera vista el cuerpo de Connie no presentaba señales de agresión física. No tenía cortes ni arañazos. Su expresión lucía una perpetua mueca de genuino terror, con los ojos abiertos de forma imposible observando a la nada, vacíos de toda luz y vida.

Había caído de bruces, boca-abajo, su rostro vuelto hacia la izquierda.
La piel lucía blanca, nacarada, empalideciendo con el pasar de los minutos como si el ambiente opresivo de la casa acelerase de alguna forma la descomposición.

Su mano izquierda se encontraba firmemente cerrada, en un puño. ¿Qué le habría pasado a Corianne Dubois? ¿Habría muerto de causas naturales, por algo como un infarto? ¿La habían atacado? ¿Quién? ¿Cómo? La cuestión más importantes que pesaba sobre los corazones de todos los presentes, la tétrica pregunta que asolaba el subconsciente de todos era: ¿Qué había visto antes de morir para presentar un rostro desfigurado por el horror?

Mientras tanto, Galen se había acercado a las escaleras. Sus pasos fueron tenuemente amortiguados por la alfombra roja, manchada, sobre el mármol blanco que las cubría. Las escaleras llevaban hasta el segundo piso que se dividía en cruz entre el ala este y oeste. El aire se tornó aún más gélido.

¡Opciones actualizadas!

• Examinar pared frente a las escaleras.
• Subir al ala oeste.
• Subir al ala este.

 

Caitlyn Hills
Habilidad: Instinto de Investigador
Medidor de Miedo: 120/160

El sonido seco de algo cayendo hizo que me diera la vuelta, algo sorprendida. La chica, Cher, todavía no me había respondido, y parecía que se había distraído con algo más. Al ver que lo que había provocado ese ruido era un hombretón que había entrado a la mansión de improviso, para luego incorporarse y empezar a exclamar varias cosas que no me interesaban, me di media vuelta. La noche seguía asentándose afuera, y a pesar de tener mi sobretodo que me había protegido de la lluvia, el frío se colaba lentamente hacia mis huesos. Teníamos que encontrar una chimenea o algún lugar para calefaccionarnos. Íbamos a pescarnos un resfriado, o peor, si seguíamos así.

Me giré de vuelta hacia Cher para decirle que avanzáramos, cuando otro ruido retumbó por la casa. Algo más, o alguien, se había vuelto a caer. Sin embargo, algo era distinto. El sonido que se había generado era mucho más...como describirlo...macabro. Como si una bolsa de huesos hubiera sido lanzada hacia el suelo. Teniendo en cuenta que había un par de muchachas aquí con poca carne en su cuerpo, no sería raro que la caída hubiera sido de ellas. Pero la falta de algún quejido o insulto volvía la cosa más inquietante. ¿Acaso alguien se había desmayado?

Miré sobre mi hombro, pero no pude identificar a lo que sea que se había caído, pues una congregación de personas se había reunido alrededor. Vaya, eso quería decir que, al menos, eso era interesante. Y no iba a perderme nada interesante. Le sonreí a Cher y me dirigí con paso resuelto hacia el grupo, intentando revisar que había ocurrido. Pude notar mechones de pelo rubio, y por unos momentos, algo se atenazó en mi garganta. ¿Era de casualidad aquella niña que se había acercado a hablar? Rachel, si mal no se acordaba. No la conocía de absolutamente nada, y solo había conversado con ella por unos momentos, pero me sentaba algo mal que le ocurriera algo, tan frágil que parecía.

Un vistazo rápido alrededor me alivió, al comprobar que Rachel seguía allí, de pie, junto con su familia. Un muchacho pelirrojo se había agachado al lado de la persona caída, y parecía estar sacándole algo. Un celular, por el haz de luz que generó. Oh, así que al parecer era aquella otra muchacha, la de las enormes coletas, que se había ocupado principalmente de insultar. Levanté una ceja. ¿Tanto le gustaba el drama que hasta se había desmayado en una situación como esta?

Pero mi rostro pasó del escepticismo a la palidez cuando pude ver el aspecto en el cual el cuerpo de esta se encontraba. Su piel se volvía más y más blanca a medida que pasaban los segundos, su cuerpo rígido, en clásico rigor mortis. La mano en la que había tenido el celular parecía haberse quedado en aquella posición. Sin embargo, lo que más llamaba su atención era su expresión: de puro terror, la boca torcida, los ojos abiertos de par en par, sin ninguna luz en ellos. Algo había visto, que la había causado tanto horror, que la había matado. ¿Qué podía ser acaso eso?

Me aparté un poco, no por miedo o repugnancia ante un cuerpo muerto. El trabajo de periodista independiente es arriesgado, y ya había visto varias personas en situaciones similares. No, lo que quería era obtener un buen ángulo para una fotografía. A pesar de que la escena ya había sido alterada por el pelirrojo, todavía podía intentar sacarse una pista de las imágenes. La función de zoom y ajuste de luz puede ser muy útil al momento de encontrar información. No me causaba ni placer ni dolor sacarle fotos a una muerta. Simplemente, era lo más profesional que podía hacer. Mi rostro estuvo de piedra mientras la cámara hacía lo suyo.

Después de un par de instantáneas, me puse a revisar lo que había capturado. Pude notar que su mano izquierda se encontraba firmemente cerrada. Vaya, eso era extraño. ¿Acaso había intentado defenderse? Pero no parecía tener laceraciones, moretones o rasguños. No parecía haber sido violentada, y su puño no tenía marcas en los nudillos de haber golpeado algo. ¿Qué podría tener ahí? Bueno, no lo iba a averiguar quedándome ahí parada.

Me agaché al lado del cuerpo, con la cámara al cuello, e intenté abrir su puño, aplicando bastante fuerza. No tenía mucha de esa encima que digamos, la verdad, pero siempre se podía intentar. Sabía lo duros y tensos que quedaban los músculos al entrar en un estado de rigor mortis, y sabía que había que hacer considerable fuerza para moverlos. Pero, sí lo pudiera lograr...

Contenido oculto: Cámara

Catlyn puede hacer fotos de todo lo que vea en la mansión. Quizás sean útiles. Y si sobrevive, puede que un bonito recuerdo. Cuidado, a veces pueden aparecer cosas indeseadas en las fotos según qué lugares...

 

Stan Colt
Ilusionista
100

Caitlyn seguro sintió un rostro a su misma altura; el olor a humedad en su nariz, cómo si fuera una pared vieja de una casa abandonada. Stan había acercado tanto el rostro a la chica muerta que parecía miope; y sin darse cuenta se colocó tan cerca de Hills, invadiendo su espacio personal, que cuando habló, lo hizo prácticamente en su oído izquierdo.

—Hemorroides.

Colt se levantó, limpiándose la barbilla y tomándose la perilla.

—Mi suegra las tenía y murió así. Un día estábamos cenando y la pobre se descompuso en el tocador... El grito fue horrible, nunca había oído algo igual... Algo como... Un hombre oso cerdo, eso es. Hemorroides. El segundo mal luego de los esquimales, juro que si veo a uno...

Pero ver a Galen subir las escaleras le sacó de su idea de monólogo. Se excusó con la joven y caminó a paso fuerte por la estancia, con dirección a él.

—¿Qué sucede chaval? ¿Por qué te has detenido? ¿Acaso tienes hemorroides?

Y el viejo Stan miró los dos caminos distintos. Estaba todo sumamente oscuro... Pero solo había algo que asustara más a Stan que las hemorroides y eso era...

—¿Vienes conmigo, chaval? Si aparece un puto jabalí espero que podamos con él. —y le mostró la navaja.

Stan va hacia el ala oeste

 

"Niña, debes tener mas cuidado con quien hablas, ¿qué te he dicho sobre charlar con extraños?".

Rachel detuvo sus pasos para alzar la mirada hacia Alexander, contrariada. De repente la seguridad que Katrina le había brindado tras su intento de charla con Caitlyn se desvaneció, dejando en su lugar un mar de dudas.

—Pero ellos ya no son extraños, papá —la rubia arrugó la nariz, en un cómico intento por imitar a la mayor—. Dejaron de serlo desde el momento en el que compartieron este sitio con nosotros... Ahora que somos conocidos no debería haber problema —su rostro se relajó entonces, dedicándole una sonrisa suave—. ¿No crees?

Su cuerpo se paralizó en el momento en el que la puerta se abrió con un estruendo, y la voz de Kat se convirtió en un murmullo al fondo de su cabeza, mientras regañaba a Alexander. Un hombre extraño y corpulento avanzó haciendo un gran escándalo, y Rachel no pudo evitar contener el aliento cuando su miradas se cruzaron, apretando el agarre de la mano contraria. Otro estruendo le siguió instantes después, mucho más seco y contundente que el anterior, y cuando quiso darse había dejado de sentir la calidez en su mano.

"Muerta"

Aquella sola palabra recreó un cruce extraño en su cabeza. Comenzó a sentir frío, mucho frío, y sintió la necesidad de abrazarse a sí misma, retrocediendo lentamente hasta chocar contra Alexander, quien aguardaba protector junto a ella. Las lágrimas acumuladas en sus ojos añadieron una espesa bruma sobre aquella horrenda imagen, impidiendo así que pudiese ver los detalles con claridad. Era incapaz de procesar lo que estaba pasando.

"Muerta"

"No, no es Katrina. No es papá..."

"Pero... ¿y si lo fuera?"

Apenas supo cuándo había comenzando a tirar de Alex con insistencia. Empujón tras empujón, Rachel intentó encaminar al grandullón hacia las escaleras, incapaz de seguir allí por mucho más tiempo. Aún en estado de shock su instinto le decía que debía sacar de aquella escena a su familia primero. Y allí, frente a las escaleras del ala este, se giró temblorosa hacia la joven faltante, respirando con dificultad.

—¡Katrina! —exclamó, sus manos aferrando el brazo de Alexander, atemorizada—. No te alejes por favor.


[Medidor de miedo: 185/220]

 

Los rígidos dedos de Connie crujieron bajo la fuerza impuesta por Caitlyn. Por suerte, no se rompió ninguno de sus falanges. La mano se soltó con un sonido sumamente desagradable, similar al de la madera vieja astillándose, quebrándose, y quedó suelta, mostrando aquello que sostenía firmemente en su puño izquierdo.



"Marianne" como un eco repentino aquellas palabras sonaron dentro de la cabeza de la investigadora. Frías, ajenas, con un tono totalmente impersonal que no lograba reconocer. Era como si alguien o algo hubiese hablado dentro de su cerebro.

Bajo la luz de los rayos y el sonido de la tormenta que empezaba a ser ensordecedor se reveló el ojo de vidrio de una muñeca. Exactamente idéntico al que encontró Rachel en sus bolsillos... pero de color rojo. Carmín. El color de la sangre espesa.

¿Qué hacía allí, firmemente sujeto en la mano de Corianne Dubois? ¿Y qué era aquello que Caitlyn había escuchado? Parecía la voz... de una niña pequeña.

¡Caitlyn obtiene ojo de muñeca!
Pierde cinco puntos del medidor.

Las escaleras del ala oeste y este desembocaban en un extenso pasillo lleno de puertas. La lluvía golpeaba con furia las ventanas, arañados los cristales por las ramas de árboles próximos. Muertos, desprovistos de hojas. Las puertas debían pertenecer a las habitaciones de los antiguos inquilinos de la mansión. La cocina y el salón, donde se hallaría la chimenea, debía encontrarse en la planta baja. Quizás sería conveniente examinarlas.

¡Opciones actualizadas para el ala este y oeste!

• Examinar puerta primera.
• Examinar puerta segunda.
• Examinar puerta tercera.
• Examinar puerta cuarta.

Los pasos de Emily, mientras tanto, la llevaron hasta la pared frente a las escaleras. Y allí, como si presidiese la entrada con ojos severos se hallaba el cuadro enorme enmarcado en oro de un hombre de rostro adusto y acerados ojos grises. A juzgar por su vestimenta debía ser una pintura fechada en el siglo XIX. Había algo extraño en ella. Algo... Sumamente inquietante.

¡Opciones actualizadas para Emily!

• Examinar pintura de cerca.
• Retirarse.

 

Stan Colt
Ilusionista
100

Observó el largo pasillo provisto de puertas y lo pensó un poco mejor. Tampoco entendía por qué los dueños del lugar habían dejado la estancia abandonada como así... Le recordaba a la película El Resplandor.

—¿Qué número es el tuyo de la suerte, chaval? —le preguntó a Galen, abrazándolo por el cuello. —Tienes cuatro puertas para elegir y no te preocupes, yo iré detrás tuyo, ¿eh? —lo picó en el pecho con uno de sus gordos dedos de salchicha. —Pareces un crío rápido de mente, vamos. Sé que elegirás la mejor opción. —y lo empujó hacia alguna de las puertas.

 

En la placa bajo el marco podía leerse el siguiente nombre: "Jacques E. Manor, 1843". Sin lugar a dudas debía tratarse del dueño de la mansión.

Al acercarse para examinar la pintura de cerca Emily vio salpicaduras de las mismas manchas pardas, oxidadas que presentaba la alfombra. A pesar del tiempo los siglos no parecían haber pasado para aquella pintura en particular. Se mantenía inalterable, sin signos de desgaste alguno, como si hubiera sido acabada de pintar en escasas horas.

Al mirar directamente aquellos ojos grises, pétreos, Emily sintió un escalofrío recorrerle la espalda. El ambiente se tornó aún más pesado y opresivo, atenazándole el corazón como una garra helada. Y la pintura del rostro de aquel hombre pareció empezar a descomponerse lenta e inexorablemente; a gotear desde el cuadro como gotas de lluvia sobre un cristal, entremezclándose caóticas.

Gotas rojas. Opacas. Que caían, deslizándose como arañas por el marco. El cuadro parecía sangrar, deformando aquel rostro severo hasta dejar tras de sí una mueca cruenta, horrorizada e irreconocible.

...

Fue un solo segundo. Cuando Emily logró volver a enfocar la vista la pintura lucía inalterable, exactamente igual que como la había encontrado. Aquellos pétreos ojos grises observando el hall con dureza. Solo ella había sido testigo de aquellos inquietantes hechos. Algún extraño juego de luces... ¿quizá?

Emily pierde 30 puntos del medidor.
Recupera 1/16 (12) gracias a la pulsera.

 

Caitlyn Hills
Habilidad: Instinto de Investigador
Medidor de Miedo: 115/160

¿Marianne? ¿Y ese nombre? ¿Y qué con aquella voz? Parecía que algo se había infiltrado en mi cabeza y me estuviera hablando. El ojo de muñeca que tenía en mi palma en estos momentos no hacía más que aumentar el factor horripilante de aquella situación. Con un escalofrío, me guardé el ojo en el bolsillo del sobretodo. Mejor sería conservarlo, tal vez podría servir como una pista. Miré por última vez el cadáver de Connie, y suspiré. Al menos, una de las chicas había tenido la delicadeza de cerrarle los ojos después de que tomara las fotos. Esperaba que al menos, ahora pudiera haber encontrado el descanso que parecía no tener en vida.

Me incorporé, y miré alrededor, revisando la situación. Ya varios habían formado pequeños grupos, y había comenzado a explorar la casa, excepto por una joven de cabellos negros. Ella parecía estar sola. Teniendo en cuenta que Cher había decidido ignorarme, lo mejor sería ir con aquella muchacha. La mansión ya me estaba causando muy mala espina, y no deberíamos andar solos. De paso, tendría a alguien para cuidarme la espalda.

Con paso apurado, los tacones golpeando contra el suelo de madera, me dirigí hacia aquella muchacha, y le puse una mano en el hombro, de manera suave.

— ¡Hola! Soy Cait. ¿Te importaría que te acompañe a explorar? Lo mejor será que no vayamos solos.— dije, mientras le sonreía.— De paso, me podrías contar quien eres y que pudiste ver en esa pintura que estuviste examinando hace algunos momentos. Parecías bastante interesada.

Cuanto más información tuviera, mejor. Sin embargo, parecía que cada vez que metía mi nariz en algo, terminaba algo dañada mentalmente. Bueno, que se le iba a hacer.

Contenido oculto: Cámara

Catlyn puede hacer fotos de todo lo que vea en la mansión. Quizás sean útiles. Y si sobrevive, puede que un bonito recuerdo. Cuidado, a veces pueden aparecer cosas indeseadas en las fotos según qué lugares...

 

La cuarta puerta pareció no querer ceder en un inicio. La madera crujió y la puerta chirrió al abrirse cuando Emily trató con más insistencia. Lenta, muy lentamente, reveló una habitación pequeña, recogida. Parecía... el cuarto de un niño.

Poseía una cama pequeña en el centro de la habitación, de sábanas polvorientas y viejas. Quizás sacudiéndolas sería buena idea dormir ahí. A los pies de la misma había un arcón de madera oscura, color ébano. La lluvia llamaba contra los cristales de las ventanas, la luz de los relámpagos incidiendo sobre el suelo enmoquetado. Su luz dibujando rocambolescas sombras en el papel pintado de las paredes.

Había además un armario de madera y estanterías llena de viejos juguetes. Muñecas. Gélidas muñecas de porcelana que miraban hacia la puerta con ojos de cristal vacíos. Lucían pomposos vestidos, peinados rizados, trenzados, sueltos y elegantemente recogidos en moños. Típicos de siglos pasados. Y todas parecían mirar sin ver nada, como silenciosas vigías, observando a todo aquel que entraba por la puerta desde su posición en el estante.

Sonreían, en muecas trémulas, sonrisas amplias, muertas. Inquietantes. Por alguna razón resultaba opresor pasar demasiado tiempo entre esas cuatro paredes.

¡Opciones actualizadas para Emily y Cait!

• Examinar la cama.
• Examinar el arcón.
• Examinar armario.
• Examinar muñecas.
• Retirarse.

 

Caitlyn Hills
Habilidad: Instinto de Investigador
Medidor de Miedo: 115/160

Genial, lo que necesitábamos en estos instantes. El cuarto de un niño. Porque eso no tenía banderas rojas por todos lados, no, no. Suspiré, algo cansada de esta ambientación, y como veía que la tal Emily no tenía muchas ganas de ingresar, me adelanté. Observé el cuarto que habíamos descubierto. Una cama, polvorienta, pero que parecía cómoda, aunque algo pequeña. Un arcón de madera. Un armario. Y como no, estanterías llenas de muñecas. Un segundo. Muñecas. Con ojos de cristal.

Llevé una mano a uno de los bolsillos del sobretodo, donde el ojo de muñeca que había arrancado de las manos gélidas y muertas de Connie se encontraba. Una oleada que estaba compuesta en partes iguales de curiosidad y cautela me recorrió el cuerpo. Brrr, odiaba esa sensación. Sentía como mi mente se separaba en dos. Una de ellas me gritaba que no debía acercarme a aquellas estanterías, que podría llegar a ocurrirme lo que le había pasado a aquella muchacha rubia. Y la otra me animaba a hacerlo, para confirmar que de verdad eso era lo que le había pasado. Podía descubrir la verdad sobre su muerte, e, incluso, tal vez, podés experimentar lo que era la muerte.

Sacudí mi cabeza. Era arrojada, no estúpida. De nada servía adquirir todo ese conocimiento si iba a acabar hecha un cuerpo pálido y con una eterna expresión de terror. Además, no me encontraba muy bien para sustos. Debía ser un poco más cuidadosa. Pero ahora estaba con alguien. Tal vez podría...

Para quitarme de la cabeza aquellos pensamientos, tomé mi cámara, y fotografié absolutamente toda la habitación. Era mejor dejar archivado como se veía la habitación antes de comenzar a hacer cualquier cosa. Hecho eso, me dirigí hacia el armario. Tal vez había ropa seca allí que se pudiera usar.

— Cariño, ¿te llamabas Emily, no? Te sugiero por las dudas no acercarte a las muñecas. Al menos, no todavía. Si mis suposiciones son correctas, tuvieron algo que ver con la muerte de Connie, la chica rubia que cayó fulminada en el recibidor.— dije, mientras abría las puertas del mueble y comenzaba a rebuscar.— Sin embargo, puedes ayudarme viendo si hay algo útil en este lugar. Incluso puedes fijarte si la cama es cómoda, por debajo de toda esa capa de polvo.

Saqué la cabeza de adentro del armario mientras decía lo último, para dedicarle una sonrisa picarona y un guiño. Segundos después, mi risa retumbó dentro del mueble.

>> Perdón, pero un poco de humor nos vendría bien, para calmar los ánimos. A todos nos vendría bien un descanso, y esa cama puede sernos útil. Aunque no sé si en el arcón habrá también ropa seca o algo que podamos usar.

Contenido oculto: Cámara

Catlyn puede hacer fotos de todo lo que vea en la mansión. Quizás sean útiles. Y si sobrevive, puede que un bonito recuerdo. Cuidado, a veces pueden aparecer cosas indeseadas en las fotos según qué lugares...

 

Contenido oculto: AVISO

Chicos, lamento la enorme tardanza pero vengo a avisar que este rol queda cancelado hasta nuevo aviso. He estado teniendo problemas para llevar la historia por donde quiero y siento que me quedan bastantes huecos argumentales por pulir. La trama se siente vacía y la emoción recae tan solo en pequeños sustos sueltos. Por ende, he tomado la decisión de cerrarlo hasta terminar de darle forma a la historia.

Gracias a todos por participar en este pequeño juego, será predecesor de otros a futuro. ¡Espero nos veamos pronto! Recordad que este rincón del foro no sería posible sin vosotros.