Long-fic de Naruto - Obsesión [Ino&Deidara]

Nota: Este es un long fic, pero serán micro capítulos. Cada cap es un drabble con uan situación específica que irá interconectando la historia. Esto está dedicado a mi dark Insane espero te guste bb.


Capítulo I: Observada.



Sintió un escalofrío atravesarle la columna vertebral. Cerró la cortina de la amplia ventana del baño antes de comenzar a desvestirse. Vivía en un precioso penthouse en el centro de la ciudad, así que era completamente imposible, pero hace unos días que se había comenzado a sentir observada a todas horas. Incluso se había despertado en la noche con la sensación de que había alguien más allí. Eso le ponía la piel de gallina.


Se estaba planteando pasar unos días con sus padres hasta que su paranoia se calmara un poco. Pero luego pensó en una segunda opción que no interrumpiría su vida sólo por una mala sensación, tomó su teléfono y llamó a su novio.


—¿Aló? —contestaron al otro lado de la línea al segundo repique.

—Necesito que te quedes unos días conmigo, por favor —rogó.

 

Capítulo II: Arte.


Suspiró satisfecho, mientras el único sonido en la habitación lo hacía la impresora frente a la que el rubio estaba de pie esperando. Estaba ansioso, tenía una nueva foto que agregar a su colección, y sus manos ardían por convertirlas en una nueva escultura. La imagen comenzó a salir en nítido color, la rubia con sólo una bata de satín negra que acentuaba la piel de nieve y ese cabello rubio platino.


Deidara se relamió los labios, mientras se llevaba las manos a su masculinidad. Se dejó caer sobre la silla, mientras susurraba su nombre y sus ojos se recreaban en el mural de fotos frente a él. El mismo par de orbes azul cielo le devolvían la mirada al menos en 500 fotografías distintas, estratégicamente colocadas para que fuese un mural que cubría en su totalidad.


Ella era la obra de arte más perfecta de su colección.

 

Capítulo III: Paranoia.


Estaba a punto de echarse a llorar cuando por fin tomó la mano de Sakura que la veía extrañada.

—Vámonos ya mismo de aquí —imploró, una nerviosa Hinata asintió sin titubear, subiéndose al carro que su padre había enviado a esperar por ella y sus amigas tras de ella.


—¿Estás bien, Ino? Estás pálida. —Le preguntaron apenas el auto arrancó. Ino observó a través del espejo al hombre que la veía fijamente desde la acera. Su corazón palpitó asustado.


—Ese hombre ha estado siguiéndome todo el día, estoy segura —Se echó a llorar agobiada. Era el mismo, el mismo hombre observándola a donde quiera que había ido el día de hoy. Sus amigas se apresuraron a acariciarle la espalda consolándole, y observaron al escalofriante hombre que se iba haciendo cada vez más borroso a medida que el carro se alejaba.

 

Capítulo IV: Ira.


Sintió que la sangre le hervía en las venas, quemándole como si fuese lava. Agarró el tubo que usaba para moldear la cera y golpeó el televisor, haciendo añicos el cristal y con el la imagen de la pareja haciendo el amor. Golpeó el aparato como quería golpear y destrozar cada cuerpo de ese maldito que había profanado el cuerpo de su diosa.


Cada caricia, cada beso, cada toque lo atormentaba, golpeó todo lo que tenía a su alcance en medio de su ataque de ira. Si él no la tocaba, ¿cómo ese asqueroso osaba colocarle las manos encima? ¿cómo pretendía hacer suyo su cuerpo?


Disfrutaría cortando cada dedo de sus manos y arrancando cada miembro de su cuerpo. Pero luego… necesitaba ponerla a salvo y a la vez castigarla. Ella también lo había traicionado. Quizás pensó que él no se enteraría, pero, ella no sabía que a donde fuese que ella estuviese, él la observaría.

 

Capítulo V: Mía.


Ino enrolló su cabello húmedo en la toalla antes de dirigirse a la puerta principal de su apartamento, habían tocado el timbre y se había salido a mitad de la ducha. Quizás no calculó bien el tiempo en el que el repartidor de comida llegaría. La sangre se le heló en las venas al ver los ojos azules que le devolvieron la mirada, intentó cerrar la puerta de golpe pero su mano la impidió, Ino corrió a su habitación y pasó al baño cerrando la puerta con seguro tras de ella.


Buscó desesperada algo en el baño con lo que poder defenderse, su teléfono estaba en el cuarto, vivía en el último piso, sin vecinos, sin nadie a quién pedirle ayuda. Cuando el primer hachazo traspasó la puerta de madera, comenzó a llorar con desesperación.


—No te voy a hacer daño, muñequita mía —. Le aseguró el hombre al otro lado de la puerta. El hecha volvió a golpear sobre la madera, creando un hueco donde los ojos azules le sonreían con oscura satisfacción.


Deidara se relamió los labios.

Ino intentó huir.

 

Capítulo VI: Desaparecida.


“La famosa modelo Ino Yamanaka permanece desaparecida, ya desde hace dos semanas que sus familiares denunciaron su ausencia prolongada y que nadie lograba contactarla, según declaraciones de las amigas allegadas a la víctima, la modelo sentía miedo de un joven que parecía seguirla, pero jamás denunció nada a las autoridades, por el momento siguen buscándole, pero no tienen ninguna pista significativa de donde pueda hallarse.”


Apagó el televisor con el ceño fruncido. Esto se estaba volviendo de lo más problemático. Se masajeó las sienes mientras sus ojos se paseaban nuevamente por la información que tenía sobre la mesa, y en cada una de las fotos, la figura de ese hombre rubio aparecía siguiendo a Ino. Entre más tiempo se tardaba en resolver ese enigma, más tiempo tendría la incertidumbre de si su mejor amiga aún estaba viva o no.

 

Capítulo VII: Rota.


No parpadeó.


Ni siquiera cuando el flash de la cámara le dio de lleno en la cara por centésima vez. Ya sus ojos no reflejaban la luz.


No lloró.


Ni siquiera cuando él estaba embistiéndola como un salvaje, susurrándole palabras de amor y locura al oído, mientras se aferraba a su cuerpo y a su carne. Ya no tenía lágrimas.


No forcejeó.


Ni siquiera cuando él la colocó en la bañera y comenzó a limpiar los restros de sangre ligados con pintura en todo su cuerpo. Ya no tenía fuerzas.


No se alejó.


Ni siquiera cuando él se acurrucó con ella en la cama, tratándola como una muñeca de tamaño real, mientras ronroneaba como un gato satisfecho. Ya no era humana.


Era una muñeca.

Y estaba rota...

 

Cap VIII. Ino.


Se alejó de la mano asustada, Shikamaru suspiró, volviendo a acariciar su cabello rubio mientras la abrazaba. Desde que había dado con ella y había logrado sacarla de aquel sitio, la rubia no era la misma. Se encogía ante cualquier gesto, no discutía, no alzaba la voz. Aún tenía pesadillas de cómo la había encontrado, llena de morados, de cortadas e incluso de sangre seca. En aquel sitio que parecía un culto diabólico a ella misma, donde cada cuadro, estatua y foto eran de ella: desnuda, vestida, sonriendo, llorando, era como estar en un museo dedicado a la Yamanaka. Pero lejos de levantar admiración, hacía que se te revolviera el estómago.


Aquello era perverso.


“—¡Es mía! ¡Es mía! ¡Sus asquerosas manos no podrán borrar mi huella de ella, es mi obra de arte! ” Los gritos de aquel enfermo mientras lo sacaban esposado entre tres hombres aún lo atormentaban, especialmente porque tenía razón.


Nadie había logrado quitar la huella que ese tipo había dejado en su alma.

 

Cap IX. Deidara.


Estaba dibujando a su musa con esa asquerosa cosa amarilla que decían era sopa, pero, al menos, con ello podía simular su cabello. Estaba entretenido hasta que el sonido del pequeño televisor en medio del comedor atrajo su atención.


Sus ojos brillaron al verla. Pero su sonrisa se apagó en cuanto vio la de ella. La estaban arruinando.


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“El arte siempre triunfará”


—Y si no puedo tenerla, al menos convertiré mi muerte en algo hermoso.


Fueron sus últimas palabras antes de dejarse caer de la litera y quedar suspendido del aire por las sábanas atadas de los barrotes de acero. Minutos después, había muerto con una sonrisa en los labios.



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FIN.