El Pueblo Introducción

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por rapuma, 5 Agosto 2019.

  1.  
    rapuma

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    La oficina de Blacke, el jefe de la comisaría, era pequeña y siempre se encontraba atestada. Por eso todos estaban reunidos en la sala de interrogatorios, el lugar más grande dentro de la comisaría.

    Walter Blacke se paseaba nervioso por la sala, pisando fuerte y refregandose las manos. La pequeña mesa de interrogatorios estaba dispuesta de modo que todo sea un poco más elegante; habían improvisado un mantel de flores sobre ella. Una pesada carpeta amarilla descansaba en el medio.

    —¿Dónde coño se encuentra Ríos? —pensó en voz alta el jefe de la policía, consultando el reloj en su muñeca. —Está atrasado.

    Sentado en una de las sillas que rodeaban la mesa, dándole un aspecto incómodo, se encontraba Jonathan Niles, de 45 años de edad. Aplastaba el segundo paquete de cigarrillos de la mañana y en el aire se veía el humo del tabaco.

    Natalia Márquez tosió por quinta vez en esa mañana. La sala apestaba a Camell, una marca horrible de cigarros, y estaban allí dentro desde hacia casi dos horas. El jefe los quería listos y bonitos para la llegada de las fuerzas especiales.

    —¿Dónde está Nash? —preguntó nuevamente Blacke, dirigiendo su mirada al espejo frente ellos. Automáticamente se sintió un clic y una voz femenina habló por el altoparlante de la sala.

    —Acaba de estacionar su coche, señor.

    —Maldito portugués, toda una vida aquí y aún no sabe leer los putos cárteles. ¿Se sigue perdiendo? ¿O es que no tiene sentido de la orientación?

    Walter terminó su monólogo cuando la puerta se abrió y Nash Ríos ingresó a la sala.

    [​IMG]

    —Hola a todos. —saludó jovialmente y cerró la puerta.

    A diferencia de Márquez de Niles e incluso del mismo Blacke, Nash vestía la ropa especial de policía que solo se usaba en casos extremos para un pueblo.

    —¿Que haces? —interrogó Walter. —¿Que es esa ropa? ¿De dónde sacaste el puñetero uniforme que vistes?

    —Creí que era un momento especial, señor. Ya sabe... el FBI está en camino.

    —Por esa misma razón pedí exclusivamente que no usen ese uniforme. ¿Que pensará el FBI cuando te vea así vestido? Queremos que vean que aquí todo es tranquilo, que no hay nada de qué alarmarse y sobre todo que hagan un reporte positivo para el lugar. No queremos que piensen que estamos en zona de guerra y que todo esto es un puto caos.

    —Es un caos, señor...

    —¡Tú salario será un caos si no te cambias ya mismo! ¿Piensas que esto es una película, eh?

    Cuando Nash Ríos estaba por dar la media vuelta e irse, se escuchó otro clic en la sala. La voz femenina volvió a hablar.

    —Señor, los agentes se encuentran aquí.

    —¡Maldita sea! Quédate aquí Ríos, si te vas a cambiar seguro llegas al polo norte antes que a los vestuario. Bien, escuchen con atención: no queremos que nadie se alarme, queremos que encuentren nada y se vayan sabiendo nada; ustedes les facilitarán accesos a los lugares que ellos deseen ir. Tengo entendido que son tres grupos. Uno del FBI, un detective privado y un puto cura. No sé qué piensa el mundo de este pueblo pero se irán con una bonita impresión, ¿de acuerdo? Y lo digo sobre todo a ti, Niles; ponte una colonia que no sea agua sucia. Marquéz quítate el pelo del cuello, que vean un poco de piel así sus sentidos están distorsionados. Bien, bien. Callados por un demonio que están a punto de entrar.

    La puerta se abrió y lo primero que pudieron ver fueron a dos masculinos de traje negro y corbata: la forma clásica de vestir del FBI. Los dos agentes diferenciaban muchos uno del otro; uno era prácticamente un ropero andante y el otro parecía famelico a su lado; pero ése era el cabecilla.

    —Norman Jayden, FBI.

    [​IMG]

    —Y mi compañero el agente Foster.

    Isaac Foster era un mastodonte el cual el traje apenas ocultaba su potente constitución. De 34 años superaba en creces a Jayden, el cual apenas había cumplido 28.

    Detrás de ellos ingresaron dos personas que uno podría ser fácilmente confundido con un rematador de Detroit. Entraron sonriendo.

    —Detective Jon Thorne y mi colega Norvus Dei.

    [​IMG]

    Norvus Dei tenía 32 años y vestía casi como Jon; una gabardina larga y gastada, sucia de barro en las puntas y descolorida. Jon la llevaba en uno de sus brazos.

    Y entrando últimos pero no menos importante la élite papal. Jacob Pedro Ibáñez se sacó el sombrero y se cuadró casi como un militar; su físico no tenía nada que envidiar al joven Foster del FBI.

    —Cadernal Jacob Pedro Ibáñez. —hizo una leve reverencia. —Mi compañero es Tristán Adriano Alarcón. Estamos aquí para hablar con el señor Blacke.

    [​IMG]

    Walter Blacke parecía desencajado y arrugó el entrecejo para frenar la moral de cualquier bromista, aunque solo miró a Jonathan.

    —Ese soy yo: bienvenidos al Pueblo, lugar pacífico y alejado. Somos una comunidad de montañas, por si se sienten mareados es por la altura, nos encontramos casi a 900 metros sobre el nivel del mar. Ellos son mis mejores agentes de la jefatura: el señor Jonathan Niles. La única mujer policía, claramente una joya de la estación, la señorita Natalia Márquez. Y el señor Nash Ríos aquí presente. Quiero agradecer y hablo en nombre de todos los habitantes del Pueblo, es que gracias por su pronto arribo a nuestra comunidad nuestros civiles se encuentran seguros. Quizá los jóvenes les pidan autógrafos, no es normal que haya eminencias en nuestro suelo. —sonreía mostrando los dientes siempre que podía. —El oficial Niles se encargará de todo lo que necesite, detective Thorne. Es uno de nuestros hombre más capaz. —le apretó los hombros al susodicho con fuerza, dando a entender mucho más de lo que se veía a simple vista: "no la cagues hijo de puta". —La señorita Márquez trabajará con usted, agente Jayden. Me pareció apropiado que la única mujer policía haga fama en las actas del FBI. Y por último el señor Ríos estará encantado de acompañarle en su encrucijada, padre. Es de Portugal y entiendo que son muy devotos allí.

    Nash Ríos se sintió incómodo por la reacción de Blacke. No recordaba la última vez que le habría visto sonreír.

    Walter Blacke repartió los documentos entre sus tres agentes. Cada uno era del caso propiamente dicho; indicaba lugares, nombres y coordenadas.

    Gigavehl Liza White The Papuh Reual Nathan Onyrian Gigi Blanche bienvenidos!!!!! Finalmente damos inicio! Ahora les enviaré mediante un MP los documentos que podrán ver ( y empezar su curso en el rol ). Ya pueden contestar acá nomás sin problemas. Pueden interactuar o simplemente ya decidir a dónde ir y empezar!

    Otra cosilla que quiero recalcar: es que no todos encontrarán lo mismo en un sitio. El FBI encontrará algo, el detective algo más y seguramente el cadernal otra cosa. Nadie tendrá la verdad del todo, ya que serán piezas que tendrán que unirse entre todos... O quizá no!
     
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    Gigi Blanche

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    Natalia Márquez

    Natalia deseó volver a sus tiempos de ser la delivery de café cuando ya llevaba casi dos horas sentada en la misma silla de madera, con los pies fríos dentro de las botas y un incesante aroma a humo inundando su nariz. Saldría de allí y su ropa, su cabello, cada poro de su piel despediría olor a barbacoa quemada. O peor, olor a barbacoa petrolífera quemada. ¿O quizá sería más apropiado hablar sencillamente de petróleo quemado? Suspiró entre dientes, alzando la vista al oír el curioso silbido que provocó su respiración, como si pudiera trazar con la mirada el trayecto de las ondas de sonido repercutiendo en el ambiente.

    Ya estaba desvariando.

    Eso pasaba cuando la obligaban a no hacer nada durante tanto tiempo, se ponía como un manso león enjaulado... si es que eso era posible.

    —Oye —llamó a Jonah en cierto momento, sentado algo más allá, mientras ella se reclinaba un poco sobre su silla—. ¿Dirías que "manso león enjaulado" es una lisa y llana contradicción? ¿O que podría funcionar como nueva frase hecha?

    Una vocecita dentro de su cabeza intentó preguntarle con vehemencia si a sus treinta y ocho años de edad, y con sus cuatro kilos extra, debería estar retando al destino al poner a prueba la resistencia de una madera vieja y astillada; pero en medio de la insoportable monotonía que la mantenía unida a su compañero y su jefe, cualquier cosa comenzaba a parecer más tentadora que seguir allí, en silencio, palpando la ansiedad de Blacke y aspirando el cáncer gratuito de Jonah.

    Walter, entonces, se quejó sobre Nash, y Nash, entonces, llegó. La secuencia había ocurrido tan velozmente que a Natalia le resultó casi hilarante; o quizá su cerebro ya había llegado al punto de desconectarse sin pedir permiso y la lista de tareas para hacer en casa se apoderó del escenario entero, abstrayéndola de la realidad con un talento inaudito. Se obligó a volver a Tierra, sin embargo, cuando la voz del altoparlante dijo lo que, Dios sabía, llevaba tanto tiempo, tantas horas, tantos minutos ansiando escuchar.

    "Los agentes están aquí".

    Hizo un gesto de victoria con los brazos y estiró el cuello en varias direcciones, sin llevarle mucho el apunte a las idioteces que Blacke había comenzado a soltar. Para ser honestos, hacía mucho ya que no le llevaba el apunte a su jefe; desde que había decidido hacer oídos sordos de sus ansias por encajonar el caso de Degustini e involucrarse en la investigación, específicamente.

    El desfiladero de turistas empezó dentro de la pequeña sala de interrogaciones, y Natalia los fue observando mientras se mordisqueaba un molesto padrastro del pulgar. Puede que por separado no destacaran, pero si se los juntaba como patitos en fila daban una impresión de lo más graciosa, casi estereotipada. Podían notarse a simple vista los niveles de salario en cada dupla. Cuando ya estuvieron todos, se sonrió al saber que había ganado su apuesta interna: seguiría siendo la única mujer, válgale Dios. Decidió incorporarse casi de un brinco cuando Blacke le designó sus compañeros, ignorando de plano los pobres —casi adorables— intentos del jefe por lucir pomposo y simpático, y se acercó a los yankis recién llegados de Yankilandia.

    Traicionando una primera apariencia, el grandote parecía ser el subordinado, mientras que el pequeño era el jefazo del grupo. Bueno, con ese aspecto tan tierno sería más bien el jefecito.

    —Agente Jayden, Agente Foster, es un gusto. Mi nombre es Natalia Márquez, espero poder ayudarlos en todo lo que resulte pertinente —se presentó, en tono cordial y animado, extendiendo una mano—. He vivido siempre aquí, así que pueden acudir a mí ante cualquier duda que tengan sobre el pueblo o sus habitantes. ¿Por dónde les gustaría comenzar?

    Le daba igual, en tanto salieran de ahí. El pub destartalado del pueblo sería un escenario menos nocivo para sus pulmones y su estabilidad mental que aquella habitación atestada de humo y gente.
     
    Última edición: 5 Agosto 2019
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    Reual Nathan Onyrian

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    Tristán Adriano Alarcón

    A pesar de que en ningún momento en el viaje su apariencia lo había traicionado, Tristán se encontraba bastante ansioso por la misión que le habían encomendado. No sabía muy bien por qué el Vaticano había decidido que este caso de asesinato, por horrible que fuera, tuviera tanta importancia como para enviar a un cardenal hacia el lugar; y menos entendía el por qué el señor Jacob había decidido que él fuera su compañero. No iba a mentir, sentía cierta admiración por el viejo, pero había muchas cosas que no le cuadraban mucho. Y su mente inquisitiva no le dejaba en paz. Sin embargo, sabía que no tenía mucho sentido intentar interrogar al cardenal. El viejo era duro como madera de quebracho, e igual de tosco. Así que simplemente había decidido guardarse sus inquietudes dentro suyo, y disfrutar del viaje.

    Hubiera querido recorrer un poco el pueblo antes que nada, para conocer a su gente y sus alrededores, pero había sido llevado directamente a la comisaría. Al parecer, esta gente tenía prisa. Y no podía achacárselo a nadie. Si se había cometido un crimen tan macabro y horroroso en las inmediaciones del lugar, él también se encontraría ansioso para comenzar las investigaciones de inmediato. Seguía sin poder creerlo. ¿Qué hacía él en una investigación policial? Dudaba mucho que fuera para proveer ayuda espiritual a los involucrados y darle el padrenuestro al asesino una vez fuera encontrado. Además, toda la escena parecía sacada de un libro de Dan Brown o de Stephen King. Había escuchado que también el FBI e incluso detectives privados habían sido contratados para este caso. Muy interesante.

    Al entrar en la pequeña sala de interrogaciones, el humo del cigarrillo le inundó las fosas nasales, y tuvo que esforzarse para evitar toser y dar arcadas de manera inapropiada. Odiaba bastante el olor a cigarrillo, y parecía que habían fumigado toda la habitación con puchos. En cuanto el cardenal lo presentó, realizó una reverencia con la cabeza, sonriendo a todos los presentes de forma agradable. Que alguien decidiera fumar como si se tratara de una máquina de humo no iba a impedir su buen humor, en especial para dar la primera impresión.

    — Un placer conocerlos a todos, agentes, detectives. Espero que todos podamos cooperar de la mejor manera, para resolver este horripilante suceso y traer paz al alma de todos los habitantes de aquí.— en tono alegre, sin borrar su sonrisa, se dirigió luego hacia el policía que el señor Blacke les había designado como compañero.— Y es un placer tenerlo como compañero, señor Ríos, sin importar su lugar de origen. La devoción de una persona y el amor que Dios le profesa no se encuentran atados a nuestro país de nacimiento, por suerte.

    Lo último lo mencionó mirando al señor Blacke, sin borrar la sonrisa, con una mirada significativa. Podía entender la buena intención del jefe de policía, si es que había una detrás, pero si había algo que le molestaba eran los estereotipos. Las había sufrido siendo sacerdote, y su experiencia de vida le había demostrado que más de una vez se equivocaban.

    >> Bueno, si me permite el atrevimiento, señor Jacob, creo que deberíamos arremangarnos y ponernos manos a la obra de inmediato. En cuanto antes terminemos con esto, antes podremos traerle paz a este lugar y a su gente. Creo que deberíamos empezar conversando con el sacerdote del pueblo, por motivos obvios. Tal vez se muestre más abierto con personas que también portan el hábito.

    Antes de salir, volvió a brindarle una reverencia a todos los presentes, junto con una sonrisa de despedida, y salió rápidamente de la habitación. Estaba ansioso por empezar, y también, no solo la paz del pueblo estaba comprometida en estos momentos. Su salud pulmonar también lo estaba, en aquella habitación.
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Norman Jayden llevó una mano hacia los bolsillos de su pantalón y apretó un pañuelo naranja que utilizó para estrechar la mano de Natalia. El apretón fue mecánico, ni fuerte ni suave.

    —Gracias por su cooperación oficial Márquez. —cuando soltó el tacto de la mano de la fémina guardó el pañuelo nuevamente y se quitó un polvo imaginario de su hombro izquierdo. —En nombre del FBI queremos decirle que es un honor tener a la única mujer policía capaz en nuestra investigación. El agente Foster se encargará del expediente de Degustini. Dígame, señorita: ¿cómo prefiere el café?

    Jacob afirmó con fuerza a las palabras de su acompañante, les pareció exactas para la situación. Él hubiera respondido con algún exabrupto.

    —Señor Ríos. —indicó con una mano para que el confundido oficial atraviese la puerta. Jacob sonrió levemente, hizo otra leve inclinación de cabeza y antes de salir y cerrar la puerta se colocó el sombrero nuevamente.

    Caminando por la comisaría Jacob alcanzó a Tristán y le susurró.

    —Blacke transmite una energía rara. ¿Lo has sentido, hijo? Algo similar cuando hueles vómito de un bebé. Ese olor ácido dulzón que hace que arrugues la nariz despectivamente.

    Nash Ríos los alcanzó esprintando. La verdad es que se movían muy deprisa.

    —¿Entonces a la iglesia Pizzi, verdad? Vendrán conmigo en mi coche.

    —Claro. ¿Que mejor qué contar con la bendición del sacerdote del pueblo para que nos ayude en esta búsqueda? ¿Eres católico Ríos?

    —En realidad no creo mucho, sin ofenderlos. Pero Pizzi es un caso aparte. Tiene facultades curativas, casi como un chamán o un curandero. Yo mismo he visto como curó de una ceguera a un jóven de quince años. Extraordinario, pero nadie nunca vino a entrevistarlo.

    —Tal parece que Dios entonces está bien presente en este Pueblo. —miró de reojo a su acompañante. —Me gustaría saber más sobre este sacerdote. ¿Vamos?

    Nash los guío hasta su coche patrulla y una vez dentro de subió y lo encendió. Próximo destino la iglesia del pueblo.
     
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    Hygge

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    Isaac Foster

    Repiqueteó sus gruesos dedos sobre la superficie del volante con gesto impaciente, a la espera de que el semáforo se pusiera en verde. Su mirada se paseaba de manera constante entre el espejo retrovisor y el reloj que marcaba la hora en el GPS, como si tuviese la necesidad de controlar que todo marchaba según lo previsto. La yema de sus dedos rozaba el volante una, dos, tres veces. Después de eso venía un silencio de no más de diez segundos, y volvía a revisar la hora. Una, dos, tres veces más. Silencio. Isaac realizaba aquel gesto compulsivo y constante como método para aliviar la ansiedad que le producía imaginar que el orden que había creado en su cabeza, que los sucesos que había marcado metódicamente con antelación para asegurar la perfección en cada uno de sus pasos, pudiese sufrir de algún improvisto. Pisó el acelerador con prudencia cuando la luz verde se enfocó en sus retinas, y detuvo el repiqueteo del que el agente Jayden debía de estar ya harto al comprobar que efectivamente llegarían a la reunión en hora punta.

    Aún seguía procesando el hecho de que le hubiesen destinado en el culo del mundo para atender un caso al que, según los lunáticos del pueblo, achacaban a conspiraciones acerca de alienígenas y criaturas fantásticas, que lejos estaban de sembrar en Foster una reacción que no fuera la más sonora de sus carcajadas. Lo cierto era que sus expectativas ante aquel caso eran casi inexistentes; a pesar de lo que decían las noticias y las pruebas sacadas del expediente con el que contaban, consideraba aquel como uno de los muchos casos que conseguían mayor visibilidad gracias al misticismo que le rodeaba. Todo aquello a lo que los seres humanos no tenían explicación se volvía a sus ojos sumamente inquietante, emocionante y, cuanto menos, cautivador. Cuando la mecha de la curiosidad se prende, surgen decenas, cientos de teorías e hipótesis disparatadas como detonante que acaban siendo más llamativas que la propia realidad. Lo llamaría experiencia, intuición o el sexto sentido del que carecía, pero Foster solo deseaba terminar lo antes posible con aquel caso para regresar a su ansiada cotidianidad.

    Tras aparcar meticulosamente el Camaro negro dentro de la señalización adecuada, asegurándose de que los ángulos de las cuatro ruedas fueran los correctos, se desabrochó el cinturón y ajustó su corbata, soltando un sonoro suspiro en el proceso. Y 59, haría tiempo para poder adentrarse a la comisaría a la hora en punta.

    —Bien, hora de ponerse manos a la obra —se volvió hacia su pequeño acompañante, que no era ni más ni menos que su jefe, y le brindó una expresión amistosa antes de salir del coche. Isaac era consciente de que no podía permitirse guardar demasiado las distancias con quien sería su acompañante en aquel caso. Necesitaba que ambos confiasen el uno en el otro si querían hacerse con la solución del caso de António Degustini. Después de todo, era lo menos que podía hacer cuando se trataba del niño mimado del jefe; no le convenía que recibiese malas críticas sobre su desempeño en el caso, en cualquier caso.

    Se adentraron a la hora exacta en el interior de la sala de interrogatorios, y el olor a humo no tardó en inundar sus fosas nasales, pero no podría decir que le molestase. Sus años como fumador no habían pasado en vano. Recorrió con la mirada a cada uno de los integrantes, analizando rostros y expresiones, así como primeras impresiones, y tras presentarse adecuadamente se dirigió junto al Agente Jayden hacia donde se encontraba la que sería su ayudante en el caso, la única mujer policía de aquel pueblo. Lo cierto es que se sentía como el guardaespaldas del hombrecito que caminaba frente a él, y lo hilarante de la situación se incrementó al imaginar lo que aquella mujer pudo pensar al verles a ambos por primera vez frente a ella. Extendió su mano para estrechar la suya durante la presentación, devolviéndole el cordial saludo con una breve sonrisa, y dejó que fuera el agente Jayden quien respondiese, mientras él mismo se encargaba de repasar los lugares a los que tenían acceso a través de los documentos de los que disponían.

    —¿Qué le parece si aguardamos a que la oficial Márquez responda a su pregunta durante una visita fugaz al Armadillo, Agente Jayden? —sugirió el hombre, señalando con uno de sus dedos la información sobre el papel acerca del único bar del pueblo. Le dirigió una mirada significativa a la oficial, cerrando la carpeta entre sus manos—. Intuyo que, si bien conoce el pueblo como la palma de su mano, ya tendrá más que vista las paredes de la comisaría. Quizás podamos interrogar a ciertos sospechosos en el lugar durante nuestra visita.
     
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    Gigi Blanche

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    Natalia Márquez

    Natalia no ignoró los detalles en la conducta del Agente Jayden. ¿Cómo carajo habría podido, de todas formas, si lo que tocó su mano fue una felpa acolchadita en vez de piel? Lo vio hacer, mientras sus oídos ignoraban automáticamente los halagos de manual, y se preguntó cómo alguien tan jovencito había escalado tanto. ¿Habilidad? ¿Contactos? ¿Hijo de papi?

    ¿Quizá todas las anteriores?

    Cuando salió el asunto del café, esperó a que el Agente Foster acabara de hablar y simplemente asintió, indicándoles con el brazo extendido que podían comenzar a caminar hacia la salida. Y esperaba que lo hicieran rápido, santo cielo. Qué manera de chupar humo en ese cubículo de mierda.

    —Me parece una gran idea, Agente Foster —afirmó, con una sonrisa afable bastante amplia—. Ustedes primero.

    Una vez salieron de la sala, Natalia tomó una larga, laaarga bocanada de aire y la soltó con placer. Sólo recordaba haber disfrutado tanto el milagro de respirar luego de pasarse días y días con una congestión bestial en la nariz.

    —Me disculpo en nombre de mis compañeros por el estado de la habitación —le comentó a sus acompañantes, mientras transitaban los angostos pasillos de la comisaría local—. Es difícil instaurar en un pueblo algunas costumbres tan comunes en la ciudad como “no fumar en espacios interiores”, por ejemplo. Sobre todo cuando siempre han hecho lo contrario.

    Una vez llegaron al hall principal Natalia descolgó una chaqueta y una bufanda del perchero, abrigándose con ellos.

    —El Armadillo está a unas pocas calles de aquí. Bueno, aquí todo está a unas pocas calles de todo —reflexionó, soltando una risa corta, y se quitó el cabello que había quedado debajo de la bufanda—. Iré en mi coche, ustedes síganme.
     
    Última edición: 6 Agosto 2019
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    El Calabazo

    El Calabazo Y dime, ¿Quién soy yo?

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    Jonah Niles

    << Maldito cabrón... yo me he bañado esta mañana aunque... quizás deba cambiar de colonia por otra mas moderna. >> Mencionaba Jonah dentro de su cabeza cuando escucho a su "jefe" criticarle, era increíble que en un pueblo donde dicen ver a pie grande todos los domingos en el supermercado, todavía ningún "alien" o "Monstruo" hubiera hecho desaparecer a aquel vejestorio.

    Ni siquiera voy a pensar en las ocurrencias de Natalia, esa mujer necesita tomar sus vacaciones y largarse de aquí un rato a las vegas, eso o compartir sus drogas ¿Qué hace pensando en leones enjaulados en una situación como esta?

    Diez años, diez malditos años en aquel lugar abandonado. Y cada vez que intentaba largarse, algo le llamaba nuevamente, le encanta decir que el pueblo es "tranquilo", eso es lo que todos dicen. Hasta que encuentras animales despedazados en el bosque, hasta que ves que a algunos niños no les gusta ir a la iglesia y lloran cuando el cura se los lleva a otra parte. Hasta que ves que un día matan a un negrata, porque decidió caminar en la misma acera que un viejo blanco armado de 80 años durante la noche.

    Este pueblo es de todo, menos "normal".

    — ¿Sabes Agente Blake? todo puede verse muy lindo pero... ¿que clase de detective seria si encubriera esto? algo anda mal, si no quieres verlo... solo quitate de nuestro camino — dijo Niles mientras le tiraba la colilla de su ultimo cigarrillo a Blake en sus pies y caminaba en dirección a la salida del edificio.

    Se detuvo un momento para tomar a Norvus Dei del hombro y hacerle una seña moviendo su cuello para que le siguiera.

    — Tú, yo, investigación. No me agradas, yo no te agrado, movamos el trasero para encontrar la respuesta a todo esto... — mencionaba mientras sujetaba con sus manos la frente, como si tuviera migraña o dolor de cabeza.

    — Gente buena, gente inocente ha muerto, dos tipos despedazados, un psicópata desaparecido, ¿hay algo mas que quieras mencionar?

    Metió su mano en uno de sus bolsillos y saco un papel donde había anotado un par de lugares que pensaba investigar por su cuenta, pero ahora siendo dos personas quizás podrían abarcar mas terreno en alguno de esos lugares y tardar menos para moverse a otro.


    — Estas son las opciones que había pensado antes de que llegaras:
    • Podemos ir a la Granja O'Dells, donde aquel bastardo mato a diez personal.
    • Al bosque donde los dos oficiales... donde los dos oficiales... ya sabes, quedaron ¿triturados? parecían el relleno de un shawarma de carne, nunca he visto un cadáver humano tan destrozado.
    • A la morgue para abrir las piñatas.
    • A la iglesia a ver al pedo-sacerdote, leí por allí que António mencionaba que fue el Sr. Sacerdote el culpable de la granja.
    • La casa de António a visitar a su madre, aunque pienso que perderemos el tiempo si no llevamos algo contundente.
    • La casa de Rivas, el lunático que buscamos también llego a decir que Rivas era un demonio o algo así y echarle la culpa de todo.
    • Darte la bienvenida, vamos al Armadillo, es un bar. Podemos compartir información general, buscar sospechosos y tomar algo. ¿Tú tomas, no?
     
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  8.  
    rapuma

    rapuma Maestre

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    Norman Jayden afirmó a las palabras de Isaac y sonrió levemente a la mujer policía cuando ella se dirigió con suprema cortesía a ellos.

    Salieron de la sala de interrogatorios y Jayden se acomodó el nudo de la corbata mientras oía a su guía de investigación.

    —El ser humano es un animal de costumbre: posiblemente primero olvide el número de hijos que tiene antes de olvidar sus mañas personales. El inconsciente guarda todas las maquinaciones personales, incluso las más perversas. —su tono de voz era monótono, hablaba bajo, obligando a que sus interlocutores le prestarán suma atención. Eso los ponía nerviosos... al menos en los interrogatorios.
    —Con gusto le seguiremos. Estoy seguro que su pueblo es encantador. Conoce el dicho: la gente de ciudad añoraria vivir en un lugar así y viceversa. Foster. —llamó débilmente a su colega.

    En el aparcamiento se separaron y Norman caminó hacia el Camaro negro que la agencia les había proporcionado.



    Walter Blacke jadeó y de pronto pareció brotar; como si algún bicho lo hubiera picado. Estuvo a punto de decir algo cuando Jon Thorne, el compañero de Norvus, intervino.

    —De ahora en más deje que nos ocupemos nosotros, ¿de acuerdo? Gracias por su bienvenida. Tómese un vaso de whisky por mí.

    Y cerró la puerta de la sala de interrogatorios. Silbó con los dedos en dirección a Niles.

    —Que te olvidas de uno. —dijo en tono familiar, sin querer ser un pelegato. —Thorne. Y mi colega que parece haber quedado asombrado de ver dos putos sacerdotes. ¿Esto tiene que ver con el exorcismo de Emily Rose?

    Gigavehl
     
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    Norvus Dei

    Escuché con sumo detenimiento y observaba a todos los presentes en silencio. Expectante, realmente no esperaba que algo extraordinario aconteciese, llegaron los papeles y sin más tomé el que me correspondía para revisarlos. Hum. Muchos lugares, aquí empezamos mal, siempre se pueden escapar detalles si se llega al lugar equivocado en primera estancia. Me detuve a pensar un momento mientras veía el resto del teatro, parece que todos ya tenían un destino.

    Asentí al aire cuando Jonah me toca el hombro y lo sigo, escuchándolo.

    —Me parece lo justo, entre más pronto resolvamos este caso, por mi mejor. ¿No quieres que te agrade? Excelente, hablamos el mismo idioma entonces—le sonrío y antes de seguir hablando mi compañero habló.

    —No, no. No es que me haya quedado en shock. Es solamente que necesitaba saber bien qué decían y como actuaban todos. Este caso parece ser... Absurdamente peculiar. Quiero ver si la verdad resulta ser igual de decepcionante como todo en la vida—me río—. Vamos entonces, hmm. Supongo que siempre un buen inicio es ir directamente a donde se haya acontecido un crimen, vamos a la Granja O'dells parece que encontraremos unas buenas pistas ahí primero antes que ningún otro sitio. ¿Estamos de acuerdo?—miro a mis compañeros.

    >>Excelente, manos a la obra, yo conduzco esta vez—. Exclamé sin dejarles una respuesta en específico y me encaminé hacia la salida, abriendo la puerta y haciendo un gesto para que salieran.

    rapuma perdona el tremendo atraso con mi respuesta, esto de la Mafia, weas personales, orientadores, un par de críticas y simple distracción de la vida me han ocupado bastante xd. Ya ahora sí, podré estar más al pendiente...
     
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    El Calabazo

    El Calabazo Y dime, ¿Quién soy yo?

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    Jonah Niles

    — Ah, genial, ahora somos tres ¿eh? — decía exclamando colocando los brazos al aire mientras sonreía y pasaba a la salida.
    — Yo huelo a muerto, Thorne parece que saliera de una borrachera y tú... ¿vamos a dejar al tuerto conducir? ¿en serio? ... creo que es mal momento para haber dejado de pagar el seguro...


    Se detuvo un momento en seco al pensar en la Granja O'dells y volteo su mirada para ver a aquellos dos forasteros, ¿Tienen buen olfato? ... el lugar todavía huele, las moscas hicieron de su hogar la zona cercana al incidente, si no tienen buen olfato, seria bueno que llevaran a mano un trozo de tela al menos.

    Seria comprensible que enviaran a mas de ustedes para este caso, pero no lo han hecho. Un suceso tan mediático como un asesino en serie que clama por demonios y cuando desaparece, envían un par de trajeados y entra al pueblo solo un reportero y dos religiosos...

    Hay muy pocas personas realmente.
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Jon Thorne lanzó una risa campechana a las ocurrencias del oficial de policía que sería su guía turístico todo lo que dure la investigación.

    —Norvus ve bien. Ahora sería un problema si vamos a Armadillo ya que el olor a alcohol me desorienta bastante. Pero mejor vayamos en el vehículo del policia, Dei. Será lo mejor. Vi demasiadas películas para saber que los locales se sienten más a gusto con sus merodeadores habituales, además tampoco queremos llamar tanto la atención. Oficial, después de usted.

    Jon puso una mano sobre el hombre de Norvus y ambos caminaron hacia la salida. La patrulla policial de Niles aguardaba fuera.
     
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