Clock Tower [Mansión O'Donell] Habitación C

La habitación que se muestra ante sus ojos no parece nada del otro mundo, sin embargo, no parece faltarles nada. Se encuentran provistas de dos camas, cada una primorosamente tendidas, sin una sola arruga. Al lado de cada una pueden encontrar una mesita de luz, con una lámpara en cada una de ellas. La mesita de luz posee un cajoncito para guardar pertenencias, así como también un espacio para guardar el calzado. A los costados de cada cama se puede encontrar una pequeña alfombra, seguramente para ser utilizada al salir de la misma.

Sendos armarios se encuentran enfrentados, apoyados sobre la pared, y un escritorio se encuentra bajo la única ventana que posee el cuarto. El escritorio posee también una lámpara de lectura, una silla, y un cajón. Un candelabro, mucho menos ornamentado que los que se encontraban en el vestíbulo, pero igual de manufactura fina, le da iluminación a toda la habitación.

Y por último, como parecía ser costumbre en toda la casa, algunos cuadros podían encontrarse en las paredes. Vaya, al señor O’Donell parecía gustarle mucho el arte y la pintura.

Conexiones:

• 1° Vestíbulo (2do piso)

Contenido oculto

Esta habitación pertenece a Jenniffer y a Nuvoir Drestender

 

Los cuadros de esta habitación representaban personas, al parecer. Un hombre y una mujer, ambos con aire de distinción y vistiendo ropas elegantes, seguramente en sus cuarenta. Tal vez eran anteriores dueños de la Mansión, o antecesores de la familia O'Donell. ¿Eso significaba que aquellas personas eran sus antepasados, ahora? Vaya, todo resultaba muy extraño. Sin embargo, no parecían cuadros sumamente adecuados para habitaciones de niños. Extraña decoración.

Las camas no parecían tener nada en particular, más que ser camas comunes y silvestres. Eso sí, no les iban a faltar colchas ni comodidades. La cama estaba provista de sábanas, cubrecamas y edredones, así como también tres almohadas distintas, todo ello con olor a limpio y recién lavado, y un ligero perfume a lavanda. Las pequeñas alfombras presentaban patrones simples, siendo principalmente objetos para salir de la cama sin tener que tocar el frío suelo con los pies desnudos. La mesita de luz tampoco presentaba nada que llamara la atención a primera vista, junto con la lámpara y el cajoncito, estando este último vacío, esperando a que lo llenaran de cosas importantes. El espacio para guardar el calzado era justamente eso. Tenía el tamaño justo para acomodar varios pares de zapatos, aunque era demasiado pequeño para ser usado como escondite, por si aquella idea se había cruzado en la cabeza de Nuvoir.

Jenniffer miró extrañada a Nuvoir. ¿No se acordaba de su nombre, a pesar de haber vivido en el mismo orfanato durante un tiempo ya? Bueno, no podía culparlo. La muchacha solía pasar desapercibida, sumida en sus cavilaciones. Lo único que la traía a mal era que no le hubieran dejado con Laura. Se solía llevar mejor con ella que con cualquier otra persona en el orfanato, a pesar de que claramente la mejor amiga de la rubia era Anne. Bueno, no le quedaba otra que resignarse a su suerte. Nuvoir no era malo ni nada, pero...estaba haciendo bastante ruido. Y ella estaba muy cansada.

Asintió levemente a todo lo que dijo el muchacho, sin al parecer prestarle mucha atención. Se dirigió a una de las camas, y se tumbó arriba, cayendo profundamente dormida, musitando un callado "buenas noches". Vaya, al parecer, Nuvoir iba a tener que esperar hasta mañana para recibir sus respuestas. Y también Jenniffer ya había elegido cama para él, según se veía. La convivencia podía ser algo complicada.

 

No había nada que llamara especialmente la atención ni en el escritorio ni en los cajones. Todo parecía que había sido preparado para que sus nuevos habitantes, los huérfanos que ya no eran huérfanos, les dieran el mejor uso que podrían pensar. Tampoco podía verse demasiado por la ventana, teniendo en cuenta lo avanzado que se encontraba la noche. La oscuridad lo envolvía todo, y más que las siluetas de los árboles que se dibujaban gracias a la pálida luz de la luna, no había mucho más que distinguir. Tal vez lo mejor era irse a dormir y recuperar energías. Seguro el día de mañana iban a ocurrir nuevas e increíbles cosas. Después de todo, tenían toda una nueva vida por delante, ¿no? Y vaya vida.

 

Jenniffer se despertó sin demasiadas ceremonias, restregándose los ojos y mirando alrededor, como si quisiera ubicarse de dónde se encontraba. Bajó de la cama lentamente y se dirigió al armario, para cambiarse la ropa sucia con la que había dormido. Miró de soslayo para ver si Nuvoir seguía dormido, y aprovechando la puerta grande del mueble, se cambió, decidiéndose por una camisa blanca, un chalequito azul, y una pollera, algo corta, del mismo color que el chaleco. Le faltaba simplemente la corbata y su indumentaria podía ser confundida por un uniforme escolar. Nadie sabía lo que pasaba por la cabeza de esa chica. Fue a buscar sus zapatos, y se encontró con un calzado nuevo, unos mocasines marrones, completamente lustrados. Inclinó la cabeza hacia un costado, confundida, pero luego se encogió de hombros, y se los calzó sin demasiada ceremonia.

— Es hora de despertarse Nuvoir, yo voy saliendo.— anunció, mientras se dirigía hacia la puerta y la usaba para salir de la habitación. No se podía negar que era alguien práctico.