*roza azul*

*Roza azul*

Hola!! esta historia la hice hace poco de una idea que saque de blood +... claro que no va a ser sangrienta ni nada por el estilo... disfrutenla... ^^

:rosa: Roza azul:rosa: ​

Era un nuevo día, una nueva escuela, un nuevo país, un nuevo hogar, nuevos amigos, todo esto le esperaba a la joven de 16 años, Kagome Higurashi, quien, por fín, volvía a su lugar de origen.

Se encontraba sentada a la ventana, mirando como, rápidamente, los árboles, casas y animale, pasaban frente a sus ojos. Sus manos sudaban, como no, los nervios le salían por los poros. Entraría a un internado, del que no sabía nada, a excepción de que era femenino y bastante extricto. ¿Qué sucedía sino encontraba a nadie que quisiera ser su amiga? ¡No! No debía ni pensarlo.

El auto se detuvo. Sus pensamientos volvieron a la Tierra y, sin pensarlo, abrió la puerta.

Quedó plasmada con lo que vió, era un enorme mansión, de paredes blancas y varios pisos. Muchas ventanas adornaban las murallas, dando a entender que era un lugar iluminado. Metros más allá, una pequeña iglesia, que tenía, como tantas otras, una enorme campana en la parte alta. Este lugar convinaba con la mansión, en un bello color nieve. En los alrededores, unos preciosos tonos verdes, decoraban, haciendo de este internado, un hermoso paraíso.

- Señorita, sus maletas - interrumpió su tour visual el conductor del movil que la había acarreado.

- Oh, gracias - las tomó y le brindó una cálida sonrisa. Luego sintió como el vehículo se marchaba, dejandola sola frente a las rejas de su nuevo hogar.

- Señorita Higurashi, la estabamos esperando, pase, por favor - vió a una mujer canosa, con el pelo amarrado a un tomate, de estatura mediana y vestida de terno.

- Co-con permiso - entró nerviosa, con pasos torpes.

- La llevaré a su habitación. Ahí tendrá todo lo que necesita, hay varios uniformes... - le informaba mientras caminaban, lentamente, a la entrada principal.

Al entrar, se fijó en que todo estaba finamente decorado, con adornos o esculturas que debían de costar una fortuna.

Subieron unas cuantas escaleras y dejaron atrás varias puertas que tenían diversos apellidos grabados. Se detubieron frente a una que tenía "Tajiya" escrito.

- Por cierto mi nombre es Kaede - Luego golpeó y abrió y abrió solo después de escuchar un suave "adelante". - Señorita Tajiya, le presento a Kagome Higurashi, su nueva compañera de cuarto.

- Hola - respondió con indiferencia una muchacha de cabello cafe claro y ojos del mismo que leía, concentradísima un libro con el título "Fatamorgana de amor con banda de música".

- Mucho gusto, soy Kagome - le estiró la mano junto a una enorme sonrisa - espero que nos llevemos bien.

- Como digas - la ignoró son despegar su vista del libro.

La pelinegra cambió su sonrisa por un rostro de decepción. Iba a responderle, pues nunca se quedaba callada, pero la interrumpierón.

- Allí se encuentra su uniforme, debe ponerselo de inmediato, pues está estrictamente prohibido caminar por los pasillos con ropa común y corriente, de no ser los fines de semana y festivos - luego, con una mirada severa dirigida a la otra joven agregó - también está prohibido llevar exceso de maquillaje. Adiós Higurashi -. Diciendo esto abandonó la habitación.

Kagome se fijo porqué había dicho aquello, la chica llevaba un deje de tono rosa en sus párpados, que la hacián ver bastante bien.

- ¿Qué tanto miras? - preguntó sin siquiera mover sus ojos.

- Eh, yo... nada - con nerviosismo comenzó a desabrocharse la camisa que llevaba puesta.

El uniforme consistía en un vestido blanco de mangas largas apretado y por abajo se soltaba, realmente ocultaba el cuerpo.

El ambiente era muy tenso, aunque Kagome intentó alegrarlo un centenar de veces, nada sucedía.

- ¿Te puedes callar de una buena vez? - estalló, despegando por primera vez su vista de la novela romántica. Sus ojos se abrieron como platos y no se alejaban de su pelo.

- Está bien - respondió sin fijarse en la actitud de su compañera - será mejor ir a clases, deben de estar por empezar -. Se acomodó el uniforme y salió de la habitación.

Comenzó a caminar en dirección a... paró en seco y se dió media vuelta, devolviéndose a su cuart. Con una sonrisa se asomó por la puerta.

- Etto... ¿dónde está nuestro salón? - le preguntó a la castaña que antes veía por la ventana y ahora miraba a Kagome con una gota en la cabeza.

- Ven, sígueme - se dió por vencida y comenzó a caminar, seguida por la pelinegra.

Luego de un minuto caminando en silencio, llegaron a un lugar, que, al entrar, se pudo obserbar que era muy ordenado. Todas las mesas se encontraban en el lugar adecuado, sin siquiera enchuecarse. No había nada en el piso, ni siquiera un papel, todas la mochilas estaban en los respaldos de la sillas, debajo de las mesas o simplemente no estaban, pues la gran mayoría vivía en el lugar. Habría sido perfecto a excepción de que pequeños grupos de chicas se esparcían por la sala. Extrañamente, cuando éstas sintieron que la puerta se abría, voltearon instantaneamente a ver. Las chicas observaban a Kagome, no a Kagome, sino a su pelo, su pelo azabache. Era muy extraño, ninguna de las otras tenía el pelo tan negro y bello como el de ella.

Algunas la miraban con indiferencia, otras con miedo, diversas con sorpresas y las demás, simplemente, con envidia.

Kagome, al ser tan ilusa e inocente, no se percató de que era el centro de atención, solo se sentó donde le indicó su compañera y luego observó como se sentaba a su lado y otra chica se acercaba a ellas.

- Sango, ¿quién es ella? - le preguntó una pelirroja con preocupación.

- Es la nueva, se llama Kagome HIgurashi - contestó sin mucha importancia.

- Pobre de ti Higurashi... - se escuhó desde el otro lado del salón -. Que pena por ti... - las palabras provenían de una linda joven peliblanca, pero con semblante frio y engreído - no faltará mucho para...

- ¡Ya callate! - la paró, desafiante - concentrate en tu vida y deja a Kagome en paz.

La peliblanca se quedó muda frente al alego de la castaña, se dió media vuelta y se unió nuevamente a su grupito de chismosas.

- Muchas gracias, Tajiya.

- Puedes decirme Sango - le sonrió, por fín sonreía.

- Entonces, muchas gracias, Sango.


CONTINUARÁ...



Estuvo un poco corto... pero pronto pondre la conti... espero sus comentarios ^^