Un mal día...¡qué va!

Tema en 'Relatos' iniciado por Soux, 23 Enero 2009.

  1.  
    Soux

    Soux Guest

    Título:
    Un mal día...¡qué va!
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1581
    Un mal día...¡qué va!

    Cuando pienso en todo lo que pasó me acuerdo siempre de la misma canción...porque los Beatles componen demasiado bien y yo tengo demasiada memoria...All you need is love, nananana...que gran canción.Todo empieza el...

    Verano del 1986.

    Los pantalones de campana, "los escarabajos" y los Rolling eran la vida de mucha gente, a la par de los símbolos de Mercedes y el de los pacifistas. Los pantalones de campana y hasta las axilas eran lo más, aunque su pelo largo negro incandescente lo mejor de ese verano. Aunque creo que me estoy adelantando.

    Yo tendría 16 años, iba entrar a los estudios superiores y tenía un pánico desmesurado. No tenía ni amigos ni compañía, realmente nunca me había gustado tenerlos y ahora los estaba empezando a echar en falta.

    Y allí estaba yo, en una entrada enorme, esperando una mísera mirada de compañía para no entrar sólo a una clase que supuestamente era sólo para estudiar, pero que más que nunca sentía que era algo más que eso, y la vi ella, una morena espectacular, con unos pantalones que hoy día me hubiesen parecido un grito a la moda pero que en ese momento me cautivaron, y con una mirada tan perdida como la mía esperando encontrarse con alguien.

    En ese momento dije, "esta es la mía". Me acerqué con mis gafas, con mi poco talante y mis ganas de concerla y la dije un "¿Qué tal nena?" (no sabía entrar a las chica, no se como no me abofeteó). Lo primero que hizo fue mirarme raro, luego se rio y me dijo con una sonrisa cómplice, "anda, no me llames nena, que así empezamos mal". Me quedé tan blanco que parecía de escayola y dije: "Perdona..yo es que no.." En ese momento me cayó y me limité a escucharla. Me dijo algo así como:

    "Mira, no te lo voy a tener en cuenta, primero porque se que eres un pringadete, porque lo de nena es de pringados que intentan no serlo, y segundo porque necesito a un compañero, y te ha tocado la flauta. O sea que arreando, ¿cómo te llamas?"

    Yo en mi situación de chico pálido...la contesté, y ahí empezó un momento tan tierno como estúpido en el que yo intentaba mediar con una chica y la chica me obligaba a mediar con ella....


    Invierno del 1986.


    La nieve caía como la sal sobre la ensalada, que siempre dices "está soso" y al final siempre te pasas. Mis relaciones personales estaban en pleno auge (mejor dicho, mi relación personal), y los estudios no iban mal, al menos no había tenido que sufrir la regla sobre mis dedos aún, aunque mejor voy a hablar de la chica, que sé que os interesa ¿eh?

    Se llamaba Susana, y era una chica genial, bueno realmente era mi primera "amiga", la gustaba el tenis, la música pop, y era fan de los "Beatles".

    Todas las tardes íbamos a jugar a las adivinanzas, pero cambiando un poco las reglas para hacerlo más divertido. A cada cosa que adivinaba uno, el otro se tenía que quitar una prenda, y si no lo adivinaba, pues entonces el otro se podía poner una prenda...cosas de adolescentes, que realmente no lo veíamos como nada malo, porque en realidad era un "simple" juego (tengo que admitir, que era un juego que me encantaba). Siempre perdía, y eso implicaba que siempre me quedaba en ropa interior.

    Un día se me ocurrió arriesgar más a base de apuestas, y fue todo un éxito. La cosa trataba de que alternativamente apostábamos algo, normalmente perrerías para dejarnos en ridículo, y las teníamos que hacer. La recompensa siempre era la misma, el que lo hiciera, tenía derecho a decir una cosa que el otro la tenía que hacer por narices, y juramos que si alguna vez no seguíamos las normas, dejaríamos de ser amigos.

    Al principio genial, pero luego aposté lo que no debía...

    Verano del 1987

    Maldito momento en el que se me ocurriría el juego. Aposté que no era capaz de encontrar otro "amigo", y vaya si fue capaz. En ese momento me sentía fatal porque acababa de vender a mi única amiga a un asquesoro que encima era mejor que yo... al menos eso pensaba.

    La verdad es que tenía tan pocos ánimos que no hice nada en todo ese tiempo... recuerdo que lo último que me dijo fue:

    "Bueno, he ganado ¿no? Mira que eres pringadete. Ahora me toca a mi decir que hagas algo, pero como ahora tengo otros entretenimientos, te lo diré cuando quiera, y eso quiere decir que hasta entonces quedas libre. Ahora si, mi venganza será horrible."

    Creo que la sentó mal que apostara eso, porque si, insinué que ella era otra pringada. Que poca razón tenía.


    Fin de curso

    Era el final de mi vida, al menos de mi vida adolescente.

    Susana seguía con el tipejo ese, yo era el primero de mi generación, y la gente me odiaba. ¿Qué mas se podía pedir?

    El baile, o mejor dicho la fiesta (porque no éramos americanos tampoco, y esas cosas por aquí no existen) era dentro de poco, y yo no tenía ni pareja, ni ganas de ir.

    Me acuerdo cuando faltaban 3 horas para el gran acto, en la radio se escuchaba "let it be" de los Beatles y bueno... yo tenía un nudo en el estómago recordando a la arpía de mi ex-amiga.

    Mi madre me obligó a ir, y yo tuve que ir. Supongo que mis padres tendrían preparada una "noche loca" que yo no podía interrumpir, y por eso me dijo que podía quedarme en casa de un amigo...sabiendo que yo no tenía ningún colega, de ahí mi teoría.

    En la gran sala sólo se veía a gente bailando con muy poco ritmo, una bola de espejo y a la "parejita" feliz. La verdad, es que me sentía bastante mal por haber apostado lo que aposté y cómo lo aposté, pero ya no había vuelta a atrás.

    Al final de la fiesta, escucho una canción, la canción. En ese momento, decidí irme, porque no podía hacer mucho mas allí y porque verlos...era insoportable.

    - All you need is love... ¿no era así Silen? Anda que irte sin despedirte.

    Me giré, y era ella.

    - Te están esperando Susana.

    - ¿Quién? Yo te esperaba a ti, porque tengo memoria y me acuerdo que me debes algo.

    - ¿Qué quieres?

    - Jugar, ¿te parece poco?

    - Pues nada... dime.

    De repente, (y esto no se me olvidará en la vida) su mirada cambió por completo. Me miró de tal manera, que no podía escapar de su foco de visión, que estaba como apuntado por una mirilla telescópica. Y en ese instante me agarró del brazo fuertemente, y me tiró al césped que había a un par de metros y se tumbó encima mía. Su boca se abalanzaba sobre la mía, sus manos acariciaban mi pelo, y nuestros corazones se oían a kilómetros.

    Después de tanta pasión, no se nos ocurrió decir nada, y nos quedamos mirando un par de árboles iluminados por farolas, los cuales estaban siendo invadidos por una banda de hormigas.

    - "All you need is love"- (me susurraba al oído)

    - Cómo te gusta esa canción ¿eh?

    - Si bueno...tiene cierta verdad.- de repente cambió su cara y me miró- ahora te voy a decir lo que me debes.

    - Claro, dime.

    - No llores nunca.

    - Sabes que eso es imposible ¿no?

    - Lo se...pero lo tendrás que hacer por mi.

    En ese momento, me quedé extrañado...pero lo entendería.

    Agosto del 1987

    Por aquel entonces tenía la costumbre de leer el periódico.

    "Joven desaparecida" ponía en el titular... seguí leyendo.

    Tiré el periódico, salí a la calle y salté la valla que separaba el instituto de la calle. Y la vi tumbada en el césped, en el mismo césped donde estuve con ella... era como si no se hubiera movido de allí desde que todo eso pasase...

    Tenía la misma mirada pálida que cuando me presenté yo, y los mismo pantalones que cuando empezamos a jugar a nuestros juegos perversos. Me pasó todo lo que vivimos juntos por mis ojos, y por mis oídos la misma promesa...

    No podía llorar, no podía hacer nada, en ese momento no quería hacer nada.... y seguramente lo único que hubiera podido hacer es... no se... sonreírla y decirla que era la mejor persona que jamás había podido conocer, que no me podía abandonar, gritarla... no se... de todo, menos te quiero... porque en el fondo la odiaba por haberme dejado sólo.

    Y cada noche sueño con lo mismo desde aquel día. Cada noche me puedo ver llorar.
     

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