One-shot A very special day~

Tema en 'Vocaloid' iniciado por Poemy, 24 Diciembre 2014.

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    Poemy

    Poemy Guest

    Título:
    A very special day~
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1928
    Éste escrito es para la actividad de Vocaloid: Navidad con Vocaloid c: ¡Feliz navidad a todos!


    La chica de cabello verde observó lo alto de aquél árbol, y notó claramente, qué hacía falta.

    —¡Miku, Miki, Meiko, Maika! —exclamó como si de un trabalenguas se tratase.

    Las susodichas voltearon soltando una risita, éstas se encontraban decorando un bello salón con adornos de navidad, a todos los Vocaloids les gustaba celebrarla, a excepción de uno.

    —¿Qué sucede, Gumi? —cuestionó Meiko.

    —Pues, en la punta del árbol, hace falta una estrella —la chica se acercó y comenzó a saltar alrededor del gran árbol.

    —Ah, es cierto... —susurró Miki—. ¿Alguien podría ir a comprarla?

    —¡Que vaya la única persona que no está haciendo nada! —protestó Maika—. ¡Gumo!

    Gumo: el chico que detestaba la navidad. El chico que se consideraba el amargado del grupo, el inestable, el aburrido, el nulo...

    El susodicho se levantó con mala cara y se acercó a las chicas.

    —¡Querido Gumo! —halagó Miku pasando uno de sus brazos por su hombro—. ¿Podrías hacerme un favor? —preguntó la de azul, mientras le mostraba una linda sonrisa.

    De ahí entonces Miku sólo le susurró un par de cosas al chico, él sólo suspiró y accedió a ir a hacerles aquél favor.

    —¿Gumo irá solo a comprar la estrella? —preguntó Gumi a Miku.

    —Sí —dijo ella mientras cargaba unas cajas.

    —Yo...

    —¿Qué pasa?

    —Eh, nada... —miró cabizbaja al suelo.

    Y es que Gumi no quería dejar solo a ese chico, no sabía por qué de pronto sentía algo de dolor al verlo tan triste, al verlo solitario y alejado de los demás, fue en ese entonces el momento en que pensó en una idea simple.

    —¡Ya vengo, iré a acompañar a Gumo! —se despidió de los demás.

    Sus amigos la miraron extrañados, ¿Gumi y Gumo?

    —¿Alegría y Tristeza juntos? —cuestionó Rin.

    Era así como los llamaban a ambos, debido a sus grandes diferencias en cuanto a sus personalidades, sin embargo, físicamente había mucho parecido.

    Ella apresuró el paso y comenzó a gritarle al chico, mientras agitaba los brazos.

    —¡Espérameeee! —gritaba mientras corría lo más rápido que podía.

    —¿Qué quieres?

    —¡Vengo a acompañarte!

    El chico de cabello verde se quedó callado, la miró confundido y luego simplemente suspiró.

    —Me pregunto por qué me sucederán éstas cosas a mí —susurró.

    Llegaron a una pequeña tienda, vendían artículos navideños muy bonitos a unos precios nada bonitos.


    —¿Cuánto por la estrella? —preguntó el chico directamente.


    Gumi abrió los ojos como platos al escuchar el monto que ofrecía el vendedor.

    —¡¿Qué?! ¿Acaso ésta estrella está hecha con trozos de diamante o qué? —preguntó el chico de manera sarcástica—. Vámonos, niña.

    —¡¿Niña?!

    —No sé tu nombre.

    —¡Gumi! ¡Es idéntico al tuyo, sólo que más femenino!

    —¿No soy lo suficiente femenino para ti?

    —¿Eh? ¡No!

    —Vaya, me has herido, pensaba que yo era bastante linda.

    Gumi lanzó una carcajada en ese preciso instante.

    —Conque te ríes.

    La chica lo miró divertida, ¿él estaba siendo agradable, o eran ideas suyas?


    —Lamentablemente de aquí no nos llevaremos nada, así que mejor vayamos a otro lado —la tomó del brazo.

    —Hey, ¿qué crees que haces?

    —Te tomo del brazo.

    —¿Por qué?

    —Para cruzar la calle, mira que eres bien descuidada.

    —¡Eso, eso no es cierto! —balbuceó.

    —Sí lo es.

    —¡Ay, eres muy serio! ¡Ya suéltame!

    —No, y deja de forcejear, estamos cruzando la calle.

    Gumi, por alguna razón, se sentía protegida estando agarrada a él. Cosa que nunca había sentido con nadie, y eso se le hacía raro, más porque ese sentimiento lo ocasionaba sólo él.

    En cuestión de minutos, llegaron al próximo local, en éste habían muchos adornos a buen precio, muchas cosas muy hermosas.

    —¡Mira, mira! —Gumi le enseñó una bola de cristal, que si la agitabas, salían pequeños copos de nieve revoloteando.

    —Te gusta mucho, ¿no?

    —¡Sí! De pequeña siempre quise uno... —comentó sonriendo.

    —Ya veo... —sonrió un poco.

    Consiguieron la estrella a buen precio y dieron marcha hacia el salón donde se encontraban sus amigos.
    Mientras iban por el camino, observaron las limpias calles de la ciudad, y sin notarlo, comenzaron a caer copos, lentamente.

    —Odio la nieve...

    —¿La odias? —preguntó ella muy triste—. Pero si es tan bonita...

    —Me trae malos recuerdos, es todo, odio todo lo relacionado con la navidad, y... detesto la navidad.

    Ella se abstuvo, no sabía si preguntar sería buena idea, así que decidió quedarse callada.
    Y de pronto comenzó a sentir curiosidad, se sintió mal al ver cómo él cambiaba su cara, ¿cómo era posible? Todo parecía estar yendo tan bien, pero entonces las cosas dieron un giro inesperado.

    Al llegar al salón, la mayoría de los preparativos estaban listos, sus amigos los esperaban con ansias para celebrar la noche buena, lo harían juntos, como una familia.

    Rin y Luka preparaban la mesa con cientos de cosas, Meiko servía el vino y Kaito...

    —¡Kaito! ¿De verdad crees que sea buena idea colocar una fuente de... helado? —cuestionó Len.

    —¿De verdad crees que sea buena idea el no colocarla? —le volteó los ojos.

    —Pero... el helado es frío, y se supone que se come espeso, no líquido.

    —¡Calla, Len!

    Miku colocaba puerros en los floreros que adornaban la entrada, Teto horneaba el pan, y Miki adornaba los pasteles colocándoles cerezas alrededor.

    El hermano de Meiko: Meito, se encontraba ayudando a Mikuo y a Luki con la música, mientras que Haku se encargaba de la limpieza acompañada por Neru.

    —¡Gumi, Gumo! ¿Nos harían el honor? —preguntó Miku.

    —¿Poner la estrella... nosotros?

    —Sí —sonrió la chica.

    —¡Sí! —Gumi lo tomó de la mano, lo que hizo que el chico se apenara.

    Gumo cargó a Gumi para que ésta colocara la estrella en la punta.

    —¡Feliz nochebuena a todos! —exclamó Gumi.

    Meiko repartió las copas y todos hicieron un brindis.

    Desde ese momento se sentía la alegría en la sala, sólo se oían risas, se hacía sentir la ocasión.

    —¡Una foto! —exclamó Gakupo con la cámara en mano—. ¡Kaito, quítate de allí, eres demasiado alto!

    —Nadie me quiere... —susurró.

    —¡Agáchate, BaKaito! —le dijo Meiko.

    Gumi soltó una carcajada, sus amigos la hacían reír como nadie. Ladeó la cabeza y notó que Gumo no estaba. En ese entonces, se preocupó.

    —¡Digan Whisky! —exclamó Gakupo al momento de tomar la foto.

    —¡Ah, Gumi salió mirando hacia otro lado! —comentó Luka.

    —Ya vuelvo... —dijo ella.

    Salió de allí de inmediato y observó el cielo, tenía una tonalidad obscura, y veía la nieve caer con lentitud.

    —¡Gumo! —comenzó a llamarlo.

    Corrió sin miedo a resbalarse debido a la humedad, sin miedo a perderse en las calles de aquella inmensa ciudad, lo único que le atemorizaba en ese momento era no encontrarlo a él.

    Corrió hasta recorrer todas las avenidas, hasta quedarse sin aliento, y en ese entonces, un escalofrío le recorrió la espalda.

    —Gumi... —escuchó que susurraban su nombre.

    Se dio la vuelta y sintió un alivio.

    —¡Gumo!

    Lo abrazó con firmeza, y el chico se sorprendió.

    —¿Qué sucede?

    —¿Qué sucede? Yo... me preocupé mucho, no sabía dónde estabas, y... ¡¿Dónde estabas?! —le dio un golpe en la cabeza.

    —¡Oye! Sólo... estaba comprando una cosa.

    Él sacó una caja de su bolso y se la mostró.

    —¿Qué es? —lo tomó y lo sacudió.

    —¡No lo sacudas, tonta! Tan sólo, ábrelo.

    Ella miró el obsequio con ansias, le sonrió al chico y rompió la envoltura, al verlo finalmente, sintió una inmensa alegría dentro de su pecho.

    —¡Una bola de nieve! —exclamó—. ¡Muchas gracias, Gumito!

    —¿Gumito? —soltó una pequeña risa—. Feliz navidad, Gumi.

    —¡Muchas gracias!

    Ambos se quedaron observándose durante unos segundos, con curiosidad acerca de ambos, de sus vidas,
    sus razones, sus pensamientos, y ninguno supo qué decir hasta que ella decidió hablar.


    —Gumo, tú... ¿Por qué odias la navidad?

    El chico suspiró.

    —Bueno... ¿Sabes? Antes no era así, porque... De pequeño... amaba la navidad, anhelaba que llegara con rapidez, que mis padres estuviesen de vacaciones, que estuviesen conmigo me parecía lo mejor del mundo, era la única época del año en que podía estar con ellos.

    —¿Y qué pasó? —preguntó ella.

    —Un día, todo eso cambió. Ocurrió el 24 de diciembre, salí de la estación del tren, y allí los esperé, esperé y esperé, Gumi. Pero ellos nunca llegaron... Jamás los volví a ver, jamás supe de ellos, y en ese entonces sólo tenía diez años.

    Ella quedó mirando al vacío debido a aquellas palabras.

    —Yo... lo siento...

    Sintió un nudo en su garganta.

    Todo el mundo había juzgado mal a Gumo, todos pensaban que eran un amargado asocial, sarcástico y frío, en vez de conocerlo, lo habían alejado, y habían pensado cosas muy malas de él.

    —No te disculpes... lo superé hace mucho.

    —No lo creo —le dijo ella—. Si en verdad fuese así, ¿seguirías de tal forma? ¿Encerrado en tus propios pensamientos e ignorando a los demás?

    El chico se sorprendió: jamás la había visto hablar de esa forma.

    —Supongo que tienes razón.

    —Gumo... —lo tomó del brazo—. El pasado es pasado, debes seguir adelante... Lo que pasó, pasó hace mucho, y nunca supiste lo que pasó con tus padres. Seguro que te amaban, Gumo... Por favor, deja de mirar hacia el pasado, y mira hacia adelante.

    Él, que tenía la mirada baja, la miró a los ojos, el verde oscuro de ellos por alguna razón le traía tranquilidad.

    Ambos quedaron viéndose a las caras, como si trataran de hallar una respuesta.

    De inmediato, ella lo estrechó con fuerza en un cálido abrazo.

    El chico se sentía lleno de paz, sentía que todos sus males se habían esfumado. Era increíble lo que un abrazo podía hacer.

    —Yo... no merezco esto, Gumi, no los merezco a ustedes.

    —No digas eso... —se separó de él y lo miró a la cara con ternura—. Nadie merece estar solo, y mucho menos en navidad.

    Suspiró. Tal vez era cierto lo que algunos decían, la navidad parecía ser algo materialista, sin embargo era un tiempo donde podías pasar tiempo con tus seres queridos, compartir, y disfrutar cosas que no podían disfrutarse el resto del año.

    Gumi lo llevó hasta la sala, donde allí se encontraron con los demás, que estaban jugando "Ponle la cola al burro"

    —¡Llegaron los tortolitos! —exclamó Meiko.

    —¡Calla! —ordenó Gumo apenado.

    La chica peli-verde rió, jamás se cansaría de todas esas locuras que pasaban ella y sus amigos.

    Horas después, al ser casi las doce, se alzaron en el cielo las más bellas luces nunca antes vistas, se podía jurar que jamás se había podido apreciar tanta belleza llenando el cielo de color, iluminando la obscuridad y emanando alegría al aire, era lindo poder disfrutar noches así con gente tan querida.

    —Gumi, hay algo que quiero decirte desde que te conocí...

    —¿Qué es? —dijo mirándolo emocionada.

    —Bueno... Yo... ¿Sabes? Nadie jamás había sido tan buena y linda conmigo, jamás había encontrado a alguien como tú, y me pregunto, por qué te interesaste en mí.

    —No me gusta ver a nadie solo, ni triste —admitió ella mirando al cielo nocturno.

    —Ah, ya veo —volteó la mirada inmediato.

    —Ah, tengo tanto sueño —recostó su cabeza en el hombro de él—. Hey... Feliz navidad —le entregó una pequeña cajita.

    —¿Esto es? —lo sacudió.

    —¡No seas tonto, ábrelo ya!

    Destapó la cajita y notó fácilmente que era un muy lindo llavero con forma de zanahoria.

    —¡Ta-da! Feliz navidad —exclamó mientras sus ojos se cerraban debido al agotamiento.

    —Vaya, muchas gracias, hace mucho que no recibía un obsequio.

    Él se dio cuenta de que ya se había quedado dormida, sonrió un poco y le besó la frente.

    —Yo te quiero, Gumi.



    ~Fin~
     
    Última edición por un moderador: 30 Diciembre 2014
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  2.  
    DanDiamond

    DanDiamond Diablo acuático

    Tauro
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    28 Diciembre 2014
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    Escritor
    Que boniiitooo... Gumi no era hermana de Gumo? Desde cuando Meiko tiene hermano? Todas las respuestas en Noticias 5 (?) Me ha encantado la historia... Que pasa que Gumo vivia sólo mientras sus padres disfrutaban de la buena y vida y un dia lo repudian para siempre? Malditos padres! Me encanta. Muy buen trabajo
     
    • Gracioso Gracioso x 1
  3.  
    Sheik

    Sheik Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    14 Octubre 2011
    Mensajes:
    284
    Pluma de
    Escritora
    ¡Hola Chels! :3
    Gracias por participar ♥

    Comenzaría con lo técnico, pero debo admitir que no vi básicamente ningún error o.o
    Creo que lo que podría decirte es que "aquel" no se tilda en ningún momento.
    Sin embargo, no puedo decir nada más.
    La narración y la fluidez me parecieron adecuados.

    Respecto a la historia~
    Debo decir que me encanto que incluyeras tantos Vocaloid, ya que los principales no son los únicos importantes o3o
    El escrito se centra más que todo en Gumi y Gumo. Como ella, siendo una chica totalmente alegre y que le encanta la navidad, no entendía los motivos de porque Gumo era tan... Grinch (?. Sin embargo, ella sospechaba que tenía sus razones y no solo era porque simplemente odiaba la navidad.
    La historia tiene un ritmo bastante acertado, no me pareció que fuera rápido o lento en ningún momento.
    Finalmente, y lo más importante, es que el chico se dio cuenta, que a pesar de lo que había en su pasado, no iba a estar solo nuevamente (porque vaya que tiene una familia gigante.)

    Calificación: 4.5/5
     
    Última edición: 8 Enero 2015
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  1. Sheik
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