Ese día, mientras Edward caminaba rumbo al cementerio dispuesto a visitar la tumba de su madre; se encontró con una no muy agradable sorpresa. Después de tantos años lo veía de nuevo, a Hohenheim, su padre... Ambos caminaban rumbo a la casa de la tía Pinako. Un perturbador silencio envolvía a padre e hijo; el mayor, en un intento de romper la tensión con su hijo, resaltó un detalle que había notado hacía un momento: —Cada día te pareces más a tu padre, incluso llevas el mismo peinado que yo—En ese instante Edward se detuvo con un terrible escalofrío al recordar que su cabello estaba atado en una cola de caballo..igual a él. Sin perder tiempo y a la velocidad de la luz tomó su cabello y lo peinó en su habitual trenza baja, después miró a Hohenheim con una mueca de desagrado y continuó caminando. Hohenheim suspiró, definitivamente su hijo lo aborrecía.
Pobre Hohenheim, agregándole más leñita al fuego cuando sólo quería causar el efecto contrario. Pero es que no puede ganarse a Ed tan fácilmente, y mucho menos así :D Ha sido muy divertido de leer, fácilmente imaginable. Y el mejor final es que Edward retornó a su trenza habitual, realmente me gusta más con ella como peinado :) Linda historia.