One-shot Hacer la cena.

Así empezó Luka, cortó los aliños en trocitos y los sofrió en un caldero a fuego medio.

Tomó el pescado y le añadió una pizca de sal por ambos lados, luego le untó mantequilla, tomó papel aluminio y lo envolvió.

Lo metió en el horno a 250 grados.

—La cena ideal... Arroz con vegetales, pescado al horno y ensalada de berenjenas... ¡A Gakupo le encantará! —se lavó las manos y se las limpió en el delantal.

El teléfono sonó, se aproximó con pasos largos al salón y contestó.

—Muy buenas noches, ¿Con quién hablo?

—¡Hola, Luka! —saludó Meiko desde la otra línea.

—¿Qué pasa, Meiko? —preguntó la chica.

—¿No puedo llamar a mi mejor amiga en todo el mundo?

—¿Se te acabó el Sake, verdad?

—Sí... —lloriqueó.

—Vale, espérame ahí, te enviaré otro paquete.

Meiko vivía en el edificio de al lado, Luka debía tomar el ascensor y listo.
Fue y revisó su refrigerador, aún tenía unas cuantas botellas en el paquete. Lo tomó y antes observó la comida.

—Será rápido.

Salió y tocó el botón del elevador, pero para su desgracia, estaba descompuesto.

—Cielos... —susurró. Tendría que ir por las escaleras de emergencia.

Bajó desde el piso quince hasta la planta baja, caminó hasta la otra residencia y tomó el ascensor.

Al tocar el timbre, la castaña abrió. A Luka le retumbaron los oídos... ¡Tenía la música a todo volumen!

—Meiko, ¿no crees que deberías bajarle un poco?

—Ay, pero si se oye bajito —tomó las botellas—. ¿Gustas pasar?

—Pero, yo...

Meiko la tomó del brazo.

—Un trago no hará daño —cerró la puerta.

Meiko le sirvió el líquido a Luka en un vaso de plástico. Al parecer la castaña ya estaba ebria, y Luka decidió no tomar.

—¿Por qué no bebes? —interrogó.

—No tengo sed.

—Más para mí —le arrebató el vaso.

—Se me hace tarde, dejé el pescado en el horno, nos vemos —se despidió y salió de la casa.

Mientras caminaba por los extensos pasillos con apuro, tropezó con alquien y un montón de papeles cayeron al suelo.

—Lo siento mucho, Miki —le dijo a la pelirroja.

—No te preocupes.

La ayudó a recoger todos los papeles y los volvió a meter en la carpeta de la chica.

—Hey... antes de que te vayas, ¿crees que podrías ayudarme con algo?

Luka se mordió los labios, se volteó para mirarla y accedió con la cabeza.

—¡Fantástico!

Luka entró a la casa de dicha chica, la cual le entregó unos papeles para que ésta se los entregara a Piko, quien vivía en el otro edificio.

Ella se apresuró en llegar al otro edificio, mientras jadeaba, tocó el timbre y el chico le abrió.

—¡Hola! —saludó con energía —. Qué sorpresa verte por aquí, Luka.

Luka le tiró los papeles en la cara y salió corriendo.

Corrió y corrió, y llegó hasta su edificio, en ese entonces vio a Kaito, quien parecía tener problemas.

—¡Luka, mi salvación! —gritó.

Ella lo ayudó a subir unas cajas muy pesadas hasta su apartamento, le terminaron doliendo las manos y la espalda.

Cuando llegó a su apartamento, el olor a quemado se le metió por la nariz.

¡Qué horror! Los vegetales se habían quemado al igual que el pescado, ya no era pescado, más bien chicharrón.

—Diablos —dijo triste.

En ese entonces, tuvo una idea.

—Servicios de comida rápida, ¿qué desea ordenar?


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Al llegar Gakupo, se encontró con la mesa hecha, dos copas de vino, dos platos con el más exquisito pollo a la brasa, ensalada de vegetales, pan de ajo y una deliciosa sopa. En el centro —no podía faltar— una hermosa rosa decoraba la mesa.

—Bienvenido a casa —dijo ella.

—¡Y pensar que todo esto lo preparaste tú! —se acercó a ella y la levantó en un dulce abrazo.

—Perfecto —murmuró entre risitas.


~Fin~