La Planta

Clarisse y su monotona vida se llevaban muy bien ultimamente, a pesar de que ella no fuera de la clase de personas que se comportan del mismo modo una y otra vez. Sin embargo esa rutina de cenar lo mismo o casi lo mismo por más de una semana no estaba mal, a ella realmente le encantaban los licuados de fresas.​

Muchas veces cuando se hacía tarde y salía de la escuela en lo único que pensaba era en llegar a casa donde su exquisito licuado la esperaba. Hasta que una noche mientras estaba sentada a la mesa tomando a sorbos su enorme licuado de fresas se espantó al verse los brazos repletos de ronchas, de inmediato pensó que algo le había hecho alergia y sin ninguna duda avisó a sus padres, que eran doctores, para que le indicaran algún tratamiento.​

Las ronchas desaparecieron momentáneamente un par de días, excepto en una pequeña zona de su brazo derecho, donde parecían haberse acumulado todas las ronchas de los dos días anteriores.​

El tiempo pasaba y esa acumulación de ronchas en el brazo derecho solo se iba agrandando, la medicina no funcionaba, ya había probado con cremas y remedios de toda clase hasta que un día se canso y decidió mantenerlo en secreto. A sus padres les dijo que la alergia había desaparecido; aunque en realidad las cosas con su brazo estaban cada vez peores. Desde entonces, Clarisse no salía a ningun lado sin mangas largas que ocultaran su brazo que parecía pudrirse con el tiempo "tal vez sea lepra" pensó al día siguiente, como si su brazo se empeñara en no encontrar solución a ese asunto, comenzaron a salir de sus pequeñas ronchas una especia de tallos verdes que se entrelazaban unos con otros. Crecían cada vez más hasta que cubrieron por completo su brazo, Clarisse ya no sabía si su brazo aun existía o aquella especie de planta era ahora su nuevo brazo.​

No lo quería, no quería tener esa deformidad por el resto de su vida y tener que estarse ocultando de la gente normal. Tenía tanto miedo, esa cosa en su brazo podía acabar incluso con ella hasta quedar convertida en planta, en cualquier lugar del mundo mientras intentaba pasar por una chica cualquiera la planta vendría por ella, sería consumida, se volverían uno solo ella y la planta hasta quedar solo la planta.​

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Despertó envuelta en las cobijas, apresada por ella misma de los brazos y el resto del cuerpo. Era temprano, su madre la esperaba con el desayuno hecho y esta vez al escuchar a su madre preguntar -¿quieres un licuado de fresa?​

-¡No! mejor un cafe, gracias.​

Y así la vida rutinaria de Clarisse se fue a la basura junto con las fresas que se podrían en el congelador.​