La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por Nekogirlmorr, 29 Enero 2007.

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  1.  
    Nekogirlmorr

    Nekogirlmorr Guest

    Título:
    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    15
     
    Palabras:
    5014
    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    Hola, bueno, pues yo ya había publicado un fic que se llamaba "Destino" que se ubicaba después de la peli, el punto es que por una extraña razón desapareció del foro (je, bueno, es que yo también me ausenté mucho)

    "La alquimista de la sangre dorada"



    Pues el fic está en prueba para ver si es bien aceptado y lo continúo en el foro.

    :vaca: ¡Deja comentarios pliz y así pódrá ser continuado el fic aquí en el foro!:vaca:

    Atención lector: este fanfic se ubica después de la película de "Full Metal Alchemist: Conqueror of Shambala", por lo tanto tiene "SPOILERS".

    NOTA IMPORTANTE: el fanfic se ubica después de mi fic "Destino" como una continuación, pero NO es necesario que lo leas para leer éste fic. (Si quieres leer el fic Destino aquí está el enlace: http://www.fanfiction.net/s/3104732/1/ , si deseas puedes comentar libremente y los capts se cambian en la parte superior derecha)

    INTRODUCCIÓN:
    Después del paso del tiempo, Edward se casó con Lily (doble de Winry) y Alphonse con una chica llamada Estefanía, ambos con la edad de 20 y 19 años respectivamente, en aquél tiempo. Los Elric, viven del otro lado de la puerta, es decir, en nuestro mundo.

    Un pasado, un presente... (Capt 1)

    Ése día, los árboles se mecían ante el fugaz paso del viento, y en las copas, entre ramas y hojas, se dejaban pasar tenues rayos de sol, que a su paso, teñían las hojas de dorado.

    Era el año de 1934. En un sendero, con grandes árboles a los costados, pasaba un automóvil.

    En su interior, mientras el chofer conducía, el espejo retrovisor reflejaba por la parte trasera los ojos profundamente azules de una mujer adulta joven, que vestía elegante, pero fresca, con el cabello rubio totalmente recogido. Sonreía mirando la senda por el cristal de enfrente, de pronto, desvió la mirada a su derecha y vio la silueta de una niña de unos ocho años sentada a su lado, que vestía un vestido azul marino, con una camisa blanca por debajo y zapatos escolares negros con calcetines. La pequeña, a quien no se le veía el rostro, se encontraba contemplando el paisaje por la ventana recargando su mejilla en la mano. La mujer la miró un poco preocupada frunciendo el seño.

    -¿No te parece hermoso el paisaje?- preguntó la rubia dama tratando de darle ánimos a la infante.

    Por el costado del coche, se veía el rostro de una pequeña asomándose por la ventana. La niña recargaba la mano en su mejilla como gesto de aburrimiento. Miraba hacia el cielo con la mirada perdida, pero fija en los árboles que se cubrían de hojas doradas por los rayos de luz. En sus ojos se reflejaba el dorado de las hojas, no obstante, tras pasar la arboleda, sus ojos miraron el azul del cielo y aún así, permanecieron dorados. Pues ése era su color, tenía los mismos ojos miel de su padre.

    Rubia cabellera, ojos dorados y la misma mirada penetrante.

    Con ése gesto, en un principio inocente, era obvio quien era su progenitor.

    -¿Victoria? ¿Me estás escuchando?- preguntó la mujer tras no obtener respuesta alguna.
    -Si mamá- respondió la niña con voz malcriada y cansada, sin quitar esa cara de aburrimiento.
    -Deberías alegrarte… pronto conocerás chicos nuevos.- dijo la madre con una sonrisa fingida, que ni siquiera ella se la creía.
    -¿Alegrarme?- Preguntó la chica con voz fastidiada y suspirando, mientras no perdía la vista de la ventana.
    La madre, escuchó preocupada la pregunta provenir de la pequeña silueta que se acomodaba cerca de la ventana.
    -Si acaso, debería darte gusto…-dijo con voz firme, sonrió y luego bajo la mirada.- Tu padre está muy emocionado.

    La niña no respondió, o cuando menos no se escuchó nada provenir de la pequeña silueta.

    Pronto, dejaron de haber árboles, dejando a la vista un terreno abierto, en cuya colina, se hallaba una casa, un panorama bastante familiar…

    -¿Qué te parece hermano?- preguntó una voz.
    -Justo como esperaba.- suspiró otro.

    Mientras se escuchaba una conversación a lo lejos, Victoria subía la colina con paso lento y la mirada baja. Ahora, que se le podía ver de cuerpo completo, se apreciaba que llevaba el cabello medio recogido por una coleta.

    Alcanzó a un chico castaño de unos diez años que estaba de pie mirando a dos hombres jóvenes adultos establecer una conversación. Cuando Victoria estaba a lado del chico, uno de los dos hombres, que era rubio, la viró a ver.

    -Victoria ¿Qué te parece?- preguntó Edward sonriente, mientras que Alphonse imitó el mismo gesto.

    La niña no respondió y Ed la miró preocupado. - ¿Sucede algo?-preguntó.

    El niño que estaba a lado de Victoria, al notar que ella no respondió, la miró sin importancia y por la diferencia de estatura se agachó para decirle burlonamente:

    -Seguramente extraña a sus “amigos”.
    La niña lo miró con rabia apretando los puños mientras sus ojos se envidriaban.
    -¡Yo no extraño a nadie!- gritó y se fue corriendo, no sin antes estallar en llanto.
    -¡Joseph!- gritó Al a su hijo por burlarse de su prima.

    El chico miró de mala gana a su padre y cruzó los brazos. Ed solamente se quedó de pie mirando preocupando a su hija que se había adentrado en la casa. La niña entró corriendo y llorando, su madre que inspeccionaba la casa en su interior, sólo alcanzó a llamarla por su nombre al verla entrar sin detenerse y subir al segundo piso.

    Victoria entró en uno de los cuartos, empezó a sollozar y se asomó por la ventana mientras se lamentaba de su suerte.

    - No a todos les gustan los cambios- poco después, se escuchó detrás de la niña.
    Ella volteó y vio a su padre recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
    - Pues parece que a ti sí.- dijo ella aún con lágrimas.
    Edward suspiró y miró hacia el techo adentrándose en sus recuerdos - Una vez, yo también me tuve que mudar de hogar…a un lugar totalmente desconocido para mí.- dijo, sin querer profundizar en el tema, luego miró a su hija y le sonrió- Pero no por eso todos los cambios son malos, es cuestión de acostumbrarse.
    -Aún así ¿no te gustaría regresar?-preguntó la niña frunciendo el seño y un poco molesta, como si estuviera reprochándole a su padre.
    Ed miró a su pequeña un poco sorprendido, luego bajó la cabeza y sonrió débilmente
    -Por su puesto… pero es algo que no está en mis manos.- contestó.
    -Mamá dice que te gusta estar aquí, entonces ¿Si te gustan los cambios?-preguntó la niña con cierta tristeza al hablar.

    Ed se metió las manos en los bolsillos y se encogió de hombros mientras suspiraba de nuevo - Como dije, no todos los cambios son malos…además, éste lugar me recuerda mucho a mi antiguo hogar.

    Victoria no soportó más y estalló de nuevo en lágrimas como cualquier otra niñita caprichosa.

    -¡No me importa! Quiero regresar a casa, ahí en la ciudad, con mis amigos ¡No quiero que eso cambie!- gritó con los ojos cerrados mientras las lágrimas se le escurrían por sus delicadas mejillas.

    Ed miró a su hija - Yo tampoco quería que las cosas cambiaran…- le dijo, luego adquirió un semblante más sólido - Victoria, a lo largo de tu vida sufrirás cambios, unos buenos y otros malos, es algo que debes aprender…no debes aferrarte al pasado, o afectarás tu futuro y tu presente- dijo al acercársele y darle un abrazo para consolarla.

    Victoria se talló los ojos e imitó el gesto a su padre, aferrándose a él después de recuperar su sonrisa al pronunciar tiernamente - No importa, mientras estés a mí lado todo estará bien.

    Ed escuchó las palabras de su hija, lo que lo hizo pensar, estaba apunto de contestarle pero prefirió disfrutar ése cálido abrazo, como si quisiera aferrarla a él para que así el tiempo no pasara, sin embargo, el tiempo había pasado, y seguía transcurriendo…

    -Vic….Victoria…Victoria…- decía Edward adormilado con la voz cansada y vestido casualmente, pero tras no obtener respuesta perdió los estribos y se despertó así mismo gritando- ¡Victoria ya levántate!

    Una niña que estaba cubierta por sábanas de pies a cabeza en una cama, hizo caso omiso al llamado. Sin abrir los ojos y haciendo un gemido de flojera e ignorando la presencia de su padre, acomodó de nuevo sus mejillas en la almohada y relajó el rostro para seguir durmiendo.

    Edward al notar que lo ignoraron, se colocó por enfrente de la cama y jaló de los pies a la niña hacia él, ella, al sentir como era arrastrada a lo largo de la cama, abrió grandemente sus ojos y ya apunto de caer al suelo, se aferró a uno de los balaustradas de la cama.

    -¡¡Ya levántate!!- gritó Edward, mientras jalaba a la niña suspendida en el aire.
    -¡No quiero ir a la escuela!- gritaba ella tratando de no soltarse de la balaustrada.
    -¡AAAH! ¡QUE TE LEVANTES!- gritó Ed por tercera vez con más fuerza en lo que jalaba a la niña que se resistía a soltarse.
    -¡Ya te dije que NO quiero ir a la escuela!- volvió a decir Victoria haciendo berrinche.
    Mientras padre e hija peleaban, Lily entró a la habitación poniéndose los aretes.
    -¡Edward!- gritó Lily llamando la atención de los dos- ¡Te pedí que despertaras a Victoria, no que jugaras con ella!- le dijo.
    -P-pero…- dijo Ed tratando de excusarse, en lo que Victoria hacia carita de inocente.

    Edward miró a Victoria desdeñosamente y la soltó aprovechando que se distrajo ahora que ya no hacía fuerza.

    -¡Auch!- se quejó ella al caer sentada al piso.
    -Ya oíste a tu madre, vístete que se nos hace tarde- dijo Edward naturalmente.

    Victoria hizo mala mueca y no le quedó de otra que obedecer a su papá.

    Ya en el desayunador, Victoria dormitaba en la mesa, Edward se servía café y Lily se daba los últimos retoques, pues estaba muy bien arreglada.

    -Ya me voy- dijo ella mirando el reloj, luego viró a ver a Victoria y la miró con ojos de ternura, se acercó a ella y le dijo pasando la mano sobre su dorada cabellera en muestra de cariño- Pórtate bien, no comas dulces y obedece a tu padre.
    -Mejor que el me obedezca a mí- dijo Victoria aún dormitando.
    Edward sólo escuchaba un poco molesto la conversación. Lily los miró a ambos, suspiro y dijo:
    -No debe durar mucha la conferencia, así que pienso regresar en dos días, no creo que haya problema ¿verdad Edward?- dijo haciendo énfasis en lo último.
    Edward que tomaba café, sacudió un poco la taza y viró a ver a Lily.
    -¡Claro que no habrá problema! Me encargaré de que sea así- dijo viendo a Victoria que yacía dormida en la mesa.
    -Por favor, pórtense bien – dijo Lily angustiada.
    -Já- dijo Edward indiferente mirando hacia otro lado y sosteniendo su taza de café. Lily se acercó a él y lo besó en la mejilla.
    -Cuídense- dijo la rubia mujer, a pesar de que Edward seguía de igual forma, conociendo su carácter, para ella era de lo más normal. Le sonrío por lo mismo, tomó sus maletas y se fue tras cerrar la puerta.
    -Apúrate que debo llevarte al cole… ¡Victoria ya te dormiste otra vez!- gritó Ed, al virar a ver a su hija tras la partida de Lily, pues la encontró completamente dormida en la mesa con la boca abierta.
    Edward se acercó a ella para sermonearla.
    -Victoriaaa…- la llamó.
    -Pero…- levantó ella media dormida la cabeza, Ed se había acercado demasiado a Victoria, que al momento que ella alzó la cabeza, le botó encima la taza de café que él sostenía.
    -¡AAAAH! – gritó Edward al sentir lo caliente del café.
    Victoria lo vio con ojos cansados y se volvió a acostar a dormir.
    -¡Pero que demo…!- dijo Ed al ver la falta de preocupación por parte de su hija.
    -Mientras te cambias dormiré- dijo ella tranquilamente con la cabeza recargada sobre los brazos y sin mirar a Edward.
    Hubo un momento de silencio…
    -¡VICTORIAAAAAA!- resonó por toda la casa.

    Precisamente, tales eran las situaciones que le preocupaban a Lily.
    Ya en el coche, Edward manejaba bastante enojado.

    -Oye papi ¿me compras dulces saliendo del colegio?- dijo Victoria inocentemente, ya despierta, sin tomar en cuenta todo lo que ocurrió por la mañana.

    Edward la miró de reojo con su nueva camisa limpia y de nuevo se acomodó en el volante, sin contestarle y manteniendo el coraje, sólo porque se trataba de Victoria, su hija, se la dejaba pasar, pero de haber sido otro, pobre de aquél.

    El trayecto de la colina donde vivían hacia la ciudad era demasiado largo, por lo que se podía ver el contraste rural- urbano entrando a la capital.

    Poco después llegaron al colegio que estaba atestado de estudiantes en la entrada. Victoria bajó del auto, cerró la puerta y empezó a marcharse, mientras que Ed, aún frunciendo el seño la veía alejarse. De pronto, ella se detuvo, miró en dirección al auto y le sonrío a su padre alzando la mano despidiéndose de él. Edward no pudo evitar sensibilizarse por tal gesto, frunció el seño y le devolvió la sonrisa al tiempo que suspiraba.

    La niña rubia cruzó la entrada del colegio, en donde muchos niños también se despedían de sus padres; unos jugaban, otros hacían el resto de la tarea, y otro montón lloraba por lo poco que faltaba para que la campana diera inicio a las clases, Victoria se habría unido a ellos, pero más que eso, después de que se fuera su padre, sólo torcía el labio y se hallaba preocupada.

    Las escenas que pasaban en la entrada de la escuela, parecían fotografías antiguas, con los niños vestidos de gorra y zapatos de charol, y las niñas pareciendo muñequitas.

    Pasando por los corredores de la escuela, Victoria llevaba un hermoso uniforme azul, llevando por peinado unos bucles en su media cola amarrada por un listón blanco. Con todo esto junto, lucía elegante y tierna.
    -Estúpido uniforme, me hace ver ñoña- murmuró Victoria, pues efectivamente, además de los rasgos heredados de su padre, también heredó un poco de su carácter, sólo cuando le convenía usaba su feminidad, una chica alegre y juguetona, con la edad de diez años era un poco despreocupada y demasiado distraída. Inocente, de cualquier desgracia.

    -¡Victoria!- gritó la profesora al ver que Victoria, quien estaba sentada junto a la ventana, se distraía con el profundo cielo azul, con la mirada perdida y no prestaba atención a la clase.
    -¡Déjela maestra!- gritó una niña llamando la atención de todas las estudiantes, pues en ésa época los salones de varones y niñas se encontraban separados- Seguramente está rezando para tener “atributos”- dijo la niña seguida de burlas hacia Victoria.
    -¡Aún falta para que me crezcan! – Dijo Victoria sonrojada y tratando de hacerse a la enfadada- Además ¡Si tienes es porque te pones relleno!- gritó Victoria.

    La niña que empezó a burlarse se molestó por lo que dijo Victoria, tanto, que siguió con el pleito.

    -¡Niña varón! ¡Niña varón! ¡Te juntas sólo con niños porque eres uno de ellos!- gritó la cría a Victoria
    -¡Y tú eres una estúpida!- gritó Victoria.

    En eso a Victoria le arrojaron el borrador por parte de la maestra. Victoria se sobó la cabeza mientras no entendía porque sólo a ella le agredieron.

    -Te lo merecías desde un principio por no prestar atención a mi clase, yo no puedo permitir que me faltes al respeto Victoria- dijo la maestra fríamente, al tiempo que la burlona chica se río de Victoria – Además, eres una chiquilla majadera, debería darte vergüenza- terminó diciendo la maestra mirando con desprecio a Victoria.

    Victoria se quedó callada y miró ofendida hacia un costado de su pupitre.
    Tocó la campana del recreo y Victoria salió con su bello vestido de holanes, todas las niñas se dividieron por grupos y poco después salieron los varones.

    -¿Lo trajiste Vic?-preguntó un niño acercándose a Victoria, quien estaba sola y de nuevo distraída, pero al oír su voz, ella sonrió alegremente.
    -¡Claro que lo traje!- dijo ella muy contenta.
    Apenas dijo esto, el niño viró a ver a sus compañeros y les llamó diciendo:
    -¡Vengan a ver lo que les conté!-les gritó al igual muy feliz- ¡Muéstrales Vic lo mucho que has mejorado!- dijo mirando a Victoria.

    Victoria asintió con la cabeza y a continuación sacó un yo-yo de madera de uno de los bolsillos de su uniforme. Un grupo de chicos miraban muy atentos en lo que Vic se disponía a usarlo.

    -Bien ¡Aquí va!- dijo Vic antes de comenzar con su acto.

    Ella comenzó a jugar con el yo-yo de tal forma que hacía grandes acrobacias con él, el ser niña le permitía manejarlo con delicadeza, era hábil y rápida en sus movimientos, lo pasaba de un lado a otro y hacía cuanto truco y acrobacia sabía, lo arrojaba de atrás hacia delante como si el artefacto tuviese vida propia.

    Todos miraban asombrados las hazañas de Victoria.

    -“Incroyable” – dijo Vic- así es conocido en Francia y significa increíble.
    -¡Oooh!- exclamaron todos.
    -¿Sabían que hace mucho tiempo era utilizado como instrumento de caza?- preguntó ella ilustrando a la vez a sus compañeros.
    -Y… ¿Quién te lo dio?- preguntó otro niño mientras no perdía de vista el objeto.
    -Mi papá me lo hizo- dijo con una sonrisa Victoria.
    -¿T-tu papá te lo hizo?- preguntó un pequeño.
    -Así es, como podrán ver está hecho de madera, mi papá es muy hábil para hacer cosas con las manos- dijo Vic, que en un pasado, sus palabras habrían tenido un doble sentido por la habilidad alquímica de su padre, habilidad, que ella desconocía.

    Después de contar los orígenes del artefacto, nadie más volvió a decir ni preguntar nada, prefirieron mirar lo que la niña hacía con tanto gusto.
    Por lo que se podía ver, Victoria era una chica popular entre los chicos, que evitaba a las muñecas y por lo tanto a las niñas, razón obvia de los constantes desprecios que le tenían hacia ella.

    Mientras transcurría el día escolar de Victoria, Edward, se encontraba trabajando.

    En un salón, recargado en una mesa, se hallaba Edward dando clase. En la estrada del aula leía un libro mientras sus estudiantes escuchaban con aplicación su lectura y le miraban con atención.

    -Como principal concepto, encontramos que la palabra química proviene del vocablo griego khumeia que significa ‘echar juntos’, ‘verter juntos’, ‘soldar’ o ‘alear’- dijo Edward sin apartar la vista del libro, con voz aburrida y suspirando a lo último, poco después sonó el timbre - Muy bien, los espero la próxima clase con todos los conceptos y definiciones mencionados- dijo finalizando la clase de igual forma.

    Todos los estudiantes salieron de inmediato del aula, en lo que Ed se quedó con la misma posición de un principio y cerró el libro que sostenía, leyendo en su portada “Principios básicos de química”, miró el título con tristeza un poco nostálgico y miró en dirección hacia la ventana del salón, observando el atardecer.

    -No importa si son de la vida, de química o de física, siempre habrán leyes y principios…… en cualquier parte- se dijo así mismo ante un profundo silencio.

    Terminó la escuela tanto para Ed como para Vic. Edward fue a buscar a Victoria y en el camino de regreso Victoria le contaba su día a su padre en lo que éste manejaba.

    -…….y después de eso, la maestra me arrojó el borrador- dijo Vic haciendo una mueca de sufrida y sobándose la cabeza recordando el dolor.
    Edward, sin perder la vista de la senda, río un poco.
    -¿De qué te ríes?- preguntó un poco molesta Victoria.
    -Eso no es nada comparado con lo que tu tío y yo pasábamos con nuestra maestra- dijo Ed recordando que él y Alphonse en vez de arrojarles borradores, les daban tranquizas por Izumi, su maestra.
    -Lo dices como si hubiera algo peor- dijo Victoria irónicamente.
    -Sí lo hay- dijo Ed volviendo a reír por la ingenuidad de su hija.
    Cuando llegaron a casa, y estaban bajando del auto, Edward se dirigió a Victoria.
    -Toma – le dijo al arrojarle una bolsa de papel que ella enseguida atrapó.
    Victoria abrió la bolsa y observó que en su interior había caramelos, ella sonrió muy feliz después de ver el contenido de la bolsa, luego miró extrañada a su padre.
    -No le digas a tu madre- dijo Edward sonriéndole y guiñándole un ojo.

    Ésos, eran los momentos que cualquiera disfrutaría.

    Para la familia Elric, el tiempo les había sido grato, sin tomar en cuenta las constantes peleas padre-hija, todo marchaba bien. Edward y Lily se habían encargado de criar durante diez años a su pequeña Victoria. Al parecer, Lily viajaba mucho por sus conferencias, sus libros le habían dado renombre y Edward también era bien conocido como profesor de una prestigiada universidad. Joseph, hijo de Alphonse y Estefanía, viajaba mucho a lado de su padre, pues Al, buscaba recompensarle a su hijo un vacío que desde pequeño le afectaba. Eran una familia pequeña pero normal, común y corriente, en donde nunca, por decisiones propias, se había mencionado la palabra “alquimia”, y en la cual el pasado de los Elric era tan misterioso y ajeno a sus sucesores.

    -¡Aaaah nada como un café por la mañana! – dijo Edward una mañana saboreando la taza de café que tenía en las manos.

    Nadie estaba en la cocina. Él estaba enfrente de la ventana de donde nada se asomaba. Fue por unas cucharadas de azúcar y cuando regresó donde estaba, había un gatito por la ventana, el no le tomó importancia y sorbió un poco de café, aún medio dormido no notó que ahora habían no uno, sino tres gatos por la ventana,de nuevo sorbió café y cuando miró por la ventana, habían más gatos. Edward miraba confundido, y cuando se dio cuenta, no sólo había gatos por afuera de la casa, sino también dentro.

    -Pero…..argh ¡VICTORIAAAAAAAAAAAA!- gritó Edward al dar con el culpable.
    -¿Si papi?- dijo Vic asomándose por la cocina.
    -¡¡ ¿Me puedes explicar por qué hay tantos gatos en la casa?!!
    -Pues tengo permiso- dijo Victoria muy firme.
    -¿Permiso? ¿De tu madre?- preguntó Edward confundido.
    -No- dijo Vic.
    -¿Entonces?- le preguntó Ed.
    -Bueno, pues tú dijiste que si alguien de la familia aceptaba, los gatos se podían quedar…- decía Victoria
    -Ajá- dijo Edward escuchándola para que fuera el grano.
    -Y pues… ¡Tío Alphonse dijo que eran lindos y que se podían quedar!
    Edward cayó al suelo por las cosas con las que le salía su hija.
    -¡¡Cuando dije familia me refería a tu madre o a mí!! – gritó Edward para que a Victoria le quedara claro.

    Victoria miró a su padre inocentemente y con ojos de ternura. Edward sólo se limitó a suspirar profundamente, en lo que Victoria agregaba.

    -¡Huy sí! Olvidé decirte que Edo…- dijo la chiquilla rubia.
    -¿Edo?- preguntó su padre.
    -Si, Edo, mi gato rubio- afirmó la niña.
    -¿L-LE PUSISTE MI NOMBRE A TÚ GATO?- gritó Edward más irritado.
    -Si papi, porque te quiero mucho- dijo dulcemente Victoria.
    -………..- Edward se mantenía mudo por el indudable “cariño” de Victoria.
    -…bueno, pues él tomó mucha leche y se hizo pipi en tu saco, jeje- dijo Victoria un poco sarcástica.
    -Vic….vic…to…- tartamudeaba Ed de coraje.
    -¡Ya me voy papi, nos vemos luego!- dijo Victoria empezando a huir después de ver a su padre apunto de dar el último grito.
    Momentos de silencio, antes de la explosión.
    -¡VICTORIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! – resonó no sólo en la casa, sino en toda la colina.

    En esos días, todo era perfecto y normal dentro de lo que cabía, una familia feliz y completa, en donde el pasado pasaba desapercibido.

    Tal vez el pasado jamás tocaría la puerta de los Elric para desentrañar lo que éste albergaba, pero existe un llamado que inexplicablemente nos imbuye a conocerlo: el llamado de la sangre que nos une. Un llamado, que pronto resonaría desde lo más profundo de Victoria Elric, cuyo apellido, decía más que mil recuerdos.

    Continuará….
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  2.  
    Weenhallo

    Weenhallo Entusiasta

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    5 Diciembre 2006
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    112
    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    genial, es imposible expresar lo interesante y genial que esta este fic
    espero k lo continues pronto
    lo as dejao emocionantisimo xD
    una pregunta: Ed aun tiene los implantes???
    sigue sin gustarle la leche???
    sigue pronto el fic xfa
    atte:Weenhallo
     
  3.  
    Nekogirlmorr

    Nekogirlmorr Guest

    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ¡Muchas gracias por comentar Wennhallo! por un momento creí que había muerto el post. De verdad, gracias por tu apoyo, ¡Espero que te guste el capt!

    ¡Te ganaste el derecho de ver la imagen que hice!

    [imagen]776634[/imagen]

    :P Jeje yo hice la imagen :P
    ;) Personaje completamente original (por mi xD) realizado en base el fic "La alquimista de la sangre dorada";)

    Nota: Conforme se desarrolle el fic se harán atando cabos.
    Nota 2: No me linchen por mis explicaciones de alquimia, hago lo mejor que puedo.

    Hora de la verdad (capt 2)

    -Sólo una vez más, sólo una Victoria…tú puedes, yo sé que puedo- murmuraba la niña de ojos rubio mientras sostenía un bate y se encontraba apunto de batear.

    La niña lucía como chico. Vestía una gabardina muy corriente por encima de su vestido y llevaba puesta una gorra que evitaba ver su larga y rubia cabellera pues tenía el cabello totalmente recogido. Se encontraba rodeada nuevamente de varones, pero ésta vez éstos parecían de una clase social por debajo de la suya.

    El niño pitcher lanzó la pelota con fuerza, pero justo a tiempo Victoria pudo darle un gran batazo hasta lanzar la pelota al otro extremo de la calle. Ella con alegría corrió a primera, a segunda y a tercera base, logrando que su equipo fuera el ganador, acompañado de una gran horda de niños que gustosos le felicitaban. Al momento de finalizar el juego el reloj de la ciudad anunció con sus campanas las doce del día. Victoria, asustada por la hora, salió corriendo a gran velocidad tras despedirse fugazmente de sus amigos, luego atravesó calles hasta toparse con el campo abierto.

    Su casa quedaba en la colina, pero a pesar de la gran distancia que había de la ciudad alemana hasta por fueras de ésta, atravesó a gran rapidez el campo abierto a y todos los árboles que le seguían. Largo fue el trayecto que pasó, pero por fin llegó a su hogar en donde la esperaban.
    Entró por la parte trasera, tratando de pasar desapercibida. Cruzaba la cocina cuando oyó que la llamaban.

    -¡Señorita Victoria!- gritó un poco molesta una criada a espaldas de la traviesa niña.

    -¿Si Camila?- volteó la niña con una gran sonrisa.

    La criada miró enojada la sonrisa fingida de Victoria para luego tomarla por la fuerza de la mano y arrastrarla por las escaleras.

    -¡Es tarde!¡Le dije que se quedara en su habitación!¡Pero no!¡Tenía que salir a jugar!¡Tan sólo mírese!- dijo la criada tras ver de reojo a Victoria que se encontraba muy sucia y descuidada.

    -¡Es mi cumpleaños!¡No entiendo porque me prohíben divertirme!- dijo la niña justificando su desobediencia.

    -¡Precisamente por ello!¡Los invitados pronto llegarán y usted no está lista!- dijo de nuevo la mujer siguiendo arrastrando a la niña que se rehusaba a acompañarla.

    De mala gana la criada arrastró a Victoria hasta el baño en donde una tina de agua ya estaba preparada.

    Un rato después, la sucia niña que poco antes jugaba con sus amigos, se había vuelto en una adorable niña con un vestido blanco frente al espejo.

    -No me gusta el vestido- se quejó Victoria mirándose en el espejo, prefiriendo estar de andrajosa con su gabardina y gorra, y por supuesto con sus amigos.

    -Para mí que te queda bien- dijo Edward entrando a la habitación para sorpresa de Victoria.

    La niña miró con una sonrisa a su padre en lo que éste le miraba también sonriéndole.

    Edward se acercó a la ventana, se asomó por ella y vio un hombre castaño que bajaba de un auto.

    -Parece que ya llegó tu tío- dijo Ed virando a ver a Victoria.
    La niña dibujó una gran sonrisa y bajó a toda prisa a recibir a los primeros invitados. Un chico de unos trece años se acercaba a la casa acompañado de Alphonse.

    -¡Tío Alphonse!- dijo Vic acercándose al adulto y darle un gran abrazo.

    -Muchas felicidades Victoria- dijo Alphonse muy feliz.

    -¿Y tú no me vas a felicitar Joseph?- preguntó Vic tratando de llamar la atención de su primo que se hallaba muy serio.

    -¡Valla!¡Once años y ya no eres distraída!- se burló un poco el chico rubio tras la llamada de atención, a lo que Vic puso mal gesto.

    Joseph se acercó a Victoria y le revolvió el cabello provocando que ella se molestara un poco más, pero luego ella sonrío, recordando que ésa era la forma fría en la que Joseph demostraba afecto. Ambos, entraron a la casa.
    Edward se quedó atrás con Alphonse quien miraba con tristeza a Joseph encaminándose a la casa junto con Victoria.

    -¿Aún no…
    -No, aún no- contestó Alphonse opacando la misteriosa pregunta de su hermano con más desánimo.

    Al poco rato, en la casa, en cuyo interior se podía notar un espléndido decorado de acuerdo a la ocasión, estaban los invitados y por supuesto Victoria como centro de atención. Todos reían al lado de la niña que muy sonriente aceptaba las muestras de felicitación que recibía, mientras su madre apartada de la gente la veía con tanto afecto.

    También Edward miraba a Victoria. Él se encontraba con un grupo de hombres con los cuales aparentemente hablaba, pero Edward sólo tenía ojos para su pequeña Victoria, tal vez, porque gozaba de verla tan feliz tras recordar que a su edad él ya tenía varias preocupaciones que indudablemente marcaron su vida. Hubiera deseado sonreír de tal forma, solamente Victoria era capaz de compartirle ésa felicidad después de tanto tiempo.

    -¿Piensas dárselo ahora? – preguntó Alphonse al ver a Edward observar a Vic.
    Edward miró a su hermano menor, le sonrió y comenzó a acercarse a la rubia niña, no sin antes pasar por una mesa en donde se encontraba un regalo apartado de la mesa principal en la cual se hallaban los demás obsequios.

    -Felicidades, Victoria- dijo Edward al estar frente a la niña que lo miró inocentemente y a la vez sorprendida para luego abrirse con una gran sonrisa, mientras todos los que estaban al lado de ella también se mostraban sorprendidos, pues Ed no había dado previo aviso sobre la entrega del obsequio.

    Vic tomó el presente, era un especie de caja cubierta de papel blanco para envolver que por arriba tenía una cinta roja; color favorito de Victoria. Abrió el obsequio y ella y todos los que la rodeaban se sorprendieron aún más, al ver que Victoria sacaba de la caja una hermosa caja musical de oro y con detalles de plata. Inmediatamente la chiquilla giró el torno de la caja musical y ésta abrió su tapa para dejar ver que en su interior giraba una figurilla de bailarina de ballet al compás de una bella melodía que reinó por instantes las paredes de aquel salón.

    La melodía sonaba tan triste pero a la vez tan alegre, que inundó el corazón de todos los invitados. Victoria quedó petrificada al escuchar la tan corta pero penetrante canción que recordó lo que en secreto le agradaba hacer: mirar el profundo cielo azul. Pero al recordar tan encantadoras escenas, recordó también una pregunta que revelaría la sensación más profunda de su ser.

    ((Flash back))

    -Victoria ¿Qué tanto miras el cielo?- preguntó Joseph con el seño fruncido tras ver a su prima perdida en la inmersa profundidad azulada. Ambos, se encontraban recostados en la pradera.

    -Joseph…- dijo la niña sin mirar, en aquel entonces al niño- ¿Nunca te has preguntado que hay más allá del cielo?

    -¿Qué quieres decir?- preguntó Joseph al sentarse de inmediato.

    -No lo sé, es sólo que….

    -¿Qué cosa Victoria? No me digas que de nuevo empezarás con tus cosas raras.- dijo Joseph poco interesado y sin darse cuenta que la niña que estaba junto a él se había retirado.

    -…a veces pienso que no pertenezco aquí.- terminó murmurando Victoria dando la espalda a su primo pues empezaba a marcharse.
    Regresando a donde estaba, ahí en el salón, la misma pregunta de siempre la envolvió de nuevo. ¿Por qué? ¿Por qué siento que no pertenezco aquí? ¿Acaso es… una gran puerta apareció en los recuerdos de Victoria, la cual veía constantemente en sueños y siempre llamaba su nombre…la puerta?
    Victoria volvió en sí, después de finalizada la melodía de la caja musical. Alzó la vista y se percató que su padre ya no estaba a su lado, sino, al lado de Joseph con quien parecía estar hablando, aunque a Joseph no se le veía muy cómodo mientras Ed le hablaba.

    Vic bajó la vista muy decepcionada, pues había otra cosa que también la mantenía inquieta.

    Ya de noche, cuando todos los invitados ya se habían retirado, Vic paseaba por la gran casa con la pijama puesta. Todavía triste por la escena de su padre y Joseph, se asomó en el estudio de su padre, en donde Edward preparaba sus clases rodeado de estantes de libros y varios apuntes.

    -Victoria - sonrió su padre al verla, pero al notar su decepcionado gesto, frunció el seño preocupado- ¿Sucede algo?-preguntó.

    -No, no es nada….- murmuró ella, como si se arrepintiera de haber interrumpido a su padre.

    -Sabes que puedes decírmelo.- dijo Edward con una apacible sonrisa.
    Victoria perdió el aliento por unos instantes, para luego ver a su padre y su encantadora sonrisa, que parecía comprenderla. Al igual notó que en aquél hombre de cabellera dorada, difícilmente parecían pasarle los años, y de haberlo conocido al menos en fotos de años antes, se habría percatado con más razón, que sólo sus facciones se habían endurecido un poco. Pero las fotografías de su padre y su tío de jóvenes, al preguntar por ellas, siempre se justificaban su ausencia con una extraña pérdida.

    -Papá, a veces siento que te hubiera gustado tener un varón.-dijo Victoria muy triste después de observar detenidamente a su padre.

    -¿Un varón?- preguntó Edward sin entender.

    -Si, un varón por hijo, como mi tío Alphonse que tiene a Joseph… un varón con el que pudieras jugar, llevar a todos lados y…- las lágrimas a Victoria se le salían, recordando que una vez de pequeña pedía jugar con unos niños y estos le negaban su participación por ser niña.

    -Lo dices por Joseph…- bajó Edward la mirada muy serio recordando veces en las que se pasaba tiempo con Joseph y sin intención alguna hacía a un lado a Victoria.

    -No, no es por él, sino por mí. Estoy segura que de no ser niña te pasarías más tiempo conmigo y me hablarías más de ti, de tu pasado, porque a veces siento que no quieres hablar conmigo porque me ocultas algo…

    En ese momento Victoria recordó que de pequeña se asomaba a la habitación de sus padres a escondidas, y veía constantemente a Edward parado frente a la ventana viendo nostálgicamente el ocaso sobre la colina, mientras deslizaba con tristeza la mano izquierda sobre la derecha.

    -….. ¿Es porque soy niña, verdad?- preguntó Victoria volviendo a su inquietud.

    Edward escuchaba a su hija y recordó la ausencia de su padre, y se preguntó si sus ausencias, en cierto modo, eran similares a las de su padre; sabiendo de él pero sintiéndolo tan lejos y distante, y ocultando al mismo tiempo un gran secreto referente a la alquimia y a su pasado.

    Ed miró a Victoria con sus cálidos ojos.

    -No Victoria, no es por eso, sólo no quiero confundirte… pero algún día tendré que decírtelo.- dijo con una sonrisa a secas, luego se acercó a la niña rubia que secaba sus lágrimas.- Te quiero Victoria, tal y como eres, empezando por el hecho de ser mi hija. Yo jamás, te haría daño.- dijo alzando con la mano el mentón de Victoria para que ella lo mirara a los ojos y así creyera en sus palabras, pues Edward al ocultarle su pasado a Victoria lo hacía con las mínimas intenciones de lastimarla.

    -Buenas noches papá.- dijo Vic dándole un gran abrazo a su padre- Sólo espero que ése día llegue pronto- dijo antes de marcharse a su habitación.

    En su habitación Victoria tomó la caja musical que le habían regalado, se acostó en su cama y colocó en su regazo el artefacto. Todavía un poco triste giró del torno para escuchar la dulce melodía y arrullarse con sus notas.

    Cayó en un profundo sueño, dejando la caja musical acomodada en su cobijo con las manos suavemente descansando sobre la caja.

    Edward había bajado a la sala, ahí se encontraban Lily y Alphonse. Lily estaba sentada en un sofá y Alphonse se encontraba de pie platicando con ella.

    -Edward.- saludó Lily a la presencia de su esposo, asomándose por un costado del sofá cuyo respaldo se encontraba justo frente a Ed.- estábamos hablando del día de hoy- dijo ella con una dulce sonrisa.

    Ed miró a Lily, pues cuando ella sonreía le recordaba demasiado a su amiga de infancia Winry, por el gran parecido que tenían, asegurándose que Winry debía lucir muy similar a Lily tras el paso de los años.

    -Me dio gusto que vinieras Al.- dijo Edward mirando a su hermano, después de ver a su esposa.

    Alphonse bajó la mirada y sonrío muy débilmente. Luego Edward también bajó la mirada por un costado al entender a su hermano menor.

    -Intenté hablar con él...- dijo Ed muy serio.
    -No tiene caso, el jamás me perdonará.- dijo Al frunciendo el seño muy triste.

    Hubo un silencio en la sala pues Edward y Lily compartían la tristeza de Alphonse al igual bajando la mirada sensatamente.

    De pronto, un grito ensordecedor se escuchó provenir del segundo piso.
    -¡Victoria!.- gritó Ed después de quedar por un instante petrificado al reconocer la voz y rápidamente subir por las escaleras.

    Cuando abrió la puerta de la habitación de Victoria, se encontró con una escena que lo dejó plasmado: Victoria gritaba llorando en su cama y una especie de masa en forma de espiral de color dorado y plata, que se extendía hasta el techo, perdía su forma junto con las manos de Vic. La caja de música había sido transmutada perdiendo su forma original y fusionándose con las manos de Victoria.

    Pronto llegaron Alphonse y Lily y detrás de Edward, también mirando atónitos lo que sucedía. En ese momento Joseph salió de su habitación por tanto alboroto y al asomarse a la habitación quedó boquiabierto, en lo que Lily se llevaba ambas manos a la boca por la tribulación.

    Ed y Al enseguida cambiaron sus rostros para actuar con rapidez.

    -¡Victoria!- le gritó Ed a la infante que no dejaba de gritar y llorar.- ¡Necesito que te calmes!- pidió muy determinante.
    -¡No puedo!- sollozó ella.
    -¡Sólo así todo podrá volver a su forma original!- gritó Alphonse.
    -Pero….- sollozó de nuevo Vic.

    Edward y Alphonse no dijeron más para no presionarla. La niña con dificultad se calmó y todo volvió a su forma original. Posteriormente Victoria corrió a los brazos de su madre que se encontraba muy preocupada, y lloró mientras la abrazaba.

    Joseph estaba incrédulo, pero miraba atentamente a su padre y a su tío que para él habían actuado sospechosamente de inmediato.
    Edward se quedó de pie mirando con extrañeza a Victoria que seguía llorando abrazando a Lily, mientras Alphonse observaba la habitación reflexionando lo que había ocurrido.

    Instantes después, Victoria dejó de llorar y se desvaneció en los brazos de su madre.

    Los días siguientes Victoria estaba muy enferma, presentaba calentura y toda clase de malestar. El doctor la estuvo examinando varios días hasta que llegó a la conclusión de que la enfermedad de Victoria era cíclica. En ese tiempo Edward se la pasaba encerrado en su estudio tratando de descifrar todo lo ocurrido aquélla noche y el porqué de la alquimia en un mundo en donde se suponía era nula.

    Cuando a Lily y Edward recibieron la noticia por parte del doctor, les explicaron que la enfermedad, que se presentaba como fiebre, seguiría afectando a Victoria en periodos cortos, y que por largos periodos la mantendría estable, aunque el malestar regresaría más grave que las anteriores veces hasta causarle la muerte. Al ser una enfermedad impredecible, era casi imposible tratar con ella por lo que sólo podía controlarse.

    Edward estaba más turbado que antes, pero había encontrado la razón de lo que ocurrió aquélla noche.

    -Es la ley de los estados equivalentes.- dijo Alphonse estando en una habitación de la casa, a espaldas de su hermano, que se encontraba parado frente a la ventana.

    -Así es Al.- dijo Ed con una mirada muy firme que en años no se le veía.- Victoria no pertenece a este mundo. Cuando tú y yo vinimos a este mundo nuestros alternos fallecieron antes de nuestra llegada, pues dos cuerpos no pueden ocupar al mismo tiempo, el mismo espacio. Seguramente existe otra Victoria en cualquier parte del mundo que habitamos, tú y yo hemos hecho un cambio equivalente: la vida de nuestros alternos a cambio de la nuestra, pero al no pertenecer originalmente aquí, Victoria como primogénita tampoco lo es…como dicen, el hijo lleva el pecado del padre. La naturaleza lo sabe y por ellos busca eliminar a Victoria. El uso de alquimia ésa noche es una advertencia del desequilibrio que existe entre nuestro mundo y éste. Seguramente Joseph también se enfrentará a lo mismo.- terminó de explicar Ed llamando la atención de Alphonse.

    -Hermano…¿Qué piensas hacer?- preguntó preocupado Alphonse

    -Aún no estoy seguro, pero no voy a permitir que Victoria muera.- dijo Edward con la voz muy seria y firme.

    Una mañana Victoria despertó en su cama, y muy débilmente notó que Edward estaba a sentado a su lado. Ella le sonrío agotada.

    -Victoria…- dijo Edward con voz opaca mirando la caja musical que ahora se encontraba en una mesa junto a la cama de Vic- ¿Recuerdas que de pequeña te contaba las aventuras de un niño que podía transformar cosas y que viajaba acompañado de una gran armadura?

    -Sí papá, pero… ¿Por qué me preguntas eso?-preguntó confundida Vic

    -Yo soy aquél niño y tu tío era esa armadura.- dijo Edward mirando a su hija muy sensato.

    -Papá.- rió apenas Victoria.- Ya no soy una pequeña, no tienes que fingir que es real.- le dijo sonriendo apaciguadamente a Ed.

    -No son mentiras…es tan real como lo sucedió hace varios días.- dijo Edward mirando muy seriamente a Victoria.

    -¿A-aquélla noche?.- preguntó con terror Victoria recordando lo que sucedió, para luego mirar aún más confundida y alterada a su padre.

    -Es tiempo de hablar.- dijo Edward opacadamente ante los ojos suspensos de su hija.

    -Yo…creí que era una pesadilla.-dijo Victoria bajando tristemente la mirada al confundir lo sucedido con algo fantasioso.

    Yo sigo creyendo que lo es pensó Edward mirando a su hija que agonizaba lenta y gradualmente ante sus ojos.
    Continuará….
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  4.  
    Weenhallo

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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ohhhh!!!
    genial, me encanta!!!!!!
    pon conti prontoToT
    kiero saber k pasa, me a encantado xD
    esta genial tu dibujo de vic :D
    sigue pronto el ficToT
    atte:Weenhallo
     
  5.  
    Weenhallo

    Weenhallo Entusiasta

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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    la conti fue ace una semanaToT
    sigue pronto el fic xfaToTToT
    atte:Weenhallo
     
  6.  
    Nekogirlmorr

    Nekogirlmorr Guest

    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ¡Muchas gracias Weenhallo! Siento haberme atrasado y eso que ya tengo los capítulos listo, jeje ¡Mil gracias por tu apoyo! ¡No tardaré la próxima vez! ;)


    Un pasado que permanece grabado (capt 3)

    Era el año de 1930.

    En un comedor, una mujer de cabellos rojizos les servía de comer a pequeños niños, que por lo visto, eran de escasos recursos. Ella amable y dulcemente les servía alimento mientras los pequeños gustosos recibían las obras de caridad de tan encantadora mujer.

    En una puerta media abierta, espiaba un pequeño niño de cabellos castaños y ojos miel todo lo que sucedía en la cocina, y muy inocente observaba a su madre cuyo reflejo de monja aún permanecía en su rostro.

    -Joseph.- dijo la bella mujer al notar al pequeño de seis años que se escondía detrás de la puerta- ¿Porqué no vienes a acompañarnos?- dijo con una leve y tierna sonrisa.

    Así, era como Joseph recordaba a su madre en sueños, antes, y después de que la tragedia sucediera.

    Estefanía antes de contraer matrimonio con Alphonse Elric, era una monja que gustaba de ayudar a los más necesitados, especialmente si se trataba de niños. Como se había acostumbrado a su rutina caritativa, no era raro observar a la dulce mujer ayudando a pequeños huérfanos en plenos roles de madre.

    Un día, el pequeño Joseph vio partir a su madre, ésta le dijo que pronto regresaría y que sólo iría a ayudar a unos infantes en un albergue cercano.

    -Mamá llévame contigo.- pidió el niño antes de la partida de su madre.

    La madre lo miró y antes de salir por la puerta le dijo unas tiernas palabras que permanecerían grabadas en su mente, por siempre.

    -Te llevo aquí siempre.- le dijo señalando en el pecho el lugar del corazón.
    Y esa fue la última vez que Joseph vio a su madre estable.

    Cuando Estefanía regresó su salud empezó a decaer hasta que le detectaron pulmonía.

    Una fatal enfermedad, de la cual, en aquél entonces, ya existía cura: la penicilina.

    Le empezaron a suministrar inyecciones que debían ser constantes para que la enfermedad pudiera combatirse. Alphonse, como buen hombre y esposo se encargaba de que las cosas fueran así para que su esposa Estefanía volviera a recuperar su salud.

    Una noche de lluvia, el frío y la humedad propició a que la pelirroja mujer decayera de nuevo en la enfermedad, a pesar de que ya se estaba recuperando. La lluvia fue tan intensa que provocó la ausencia de la energía eléctrica por lo que era imposible contactar con un hospital cercano.

    Prendieron velas por toda la casa y cuando Alphonse buscaba el medicamento que le habían recetado a Estefanía por parte del doctor, se topó con el cajón, donde debía estar toda la medicina, completamente vacío.

    A altas horas de la noche y con tal clima, era casi imposible encontrar alguna farmacia abierta o un doctor disponible.

    La enfermedad se había agravado tanto, que la mujer contrajo fiebre.

    Alphonse al ver a su esposa tan grave, recordó tristes escenas de su infancia en donde su madre, también tendida en una cama, perecía ante sus ojos. Y le invadió más el corazón tal tristeza al ver que su pequeño hijo de seis años, que ahora, se hallaba junto a Estefanía, había despertado por los constantes tosidos de ella. Tal y como él, de pequeño, se hallaba a lado de su madre Trisha, el día de su muerte.

    -Alphonse.- murmuró decadente su esposa mientras extendía su mano para que el se acercara.

    -No.- dijo Al apretando los puños- ¡No empieces con tus despedidas Estefanía!- gritó en un arranque de coraje. Joseph miraba asustado a su padre por lo que acababa de gritar.

    -Alphonse...no creo que lo que tengo sea pulmonía, y tú lo sabes.- dijo Estefanía mirando a Al de tal forma que las sospechas que tenían ambos desde hace mucho tiempo, parecían ciertas. De haber sido pulmonía, Estefanía ya habría sanado desde las primeras semanas de inyecciones, pues ya había pasado tiempo, de hecho, le seguían suministrando inyecciones mas allá de lo que el doctor esperaba. Su enfermedad parecía cíclica a pesar del constante medicamento, razón por lo que rápido se agotaba éste.

    Alphonse bajó la cabeza.

    -Quédate.- susurró lo mujer, lo suficiente fuerte para que Alphonse oyera lo que pedía.

    El joven hombre de cabellos castaños con los ojos brillando, negó rotundamente con la cabeza – regresaré con el medicamento.- dijo saliendo de inmediato de la habitación.

    Desesperado Alphonse salió de la casa en busca de ayuda médica. Mientras tanto, Joseph se quedó con su madre quien no podía persuadir su tristeza, pero que en cierta forma, comprendía a su esposo por las desgracias que él había pasado de pequeño.

    -No te preocupes, pronto regresará tu padre.- Le decía la enfermiza mujer a su angustiado hijo, que al oír sus palabras, sonrío levemente.
    -Prométeme que tú no te irás.- le suplicó con sus ojos dorados Joseph a su madre.

    Ella simplemente le sonrió.

    Mientras tanto, en las calles, bajo la lluvia y el espesor de la noche, Alphonse buscaba inútilmente una farmacia abierta. Tocó puertas y más puertas, sin obtener respuesta.

    Cuando finalmente logró obtener el medicamento por sus constantes insistencias de no rendirse, llegó a casa, sólo para percatarse que todo su esfuerzo había sido en vano.

    La mujer que tanto amó, porque le traía vagos recuerdos de su madre por el cariño que imanaba, y que le había dado años de felicidad con su hijo, fruto del amor de ambos, yacía muerta en la cama.

    -Ella...ella sabía que no regresarías.- tartamudeó el pequeño Joseph mientras sus lágrimas le brotaban.

    Alphonse, cuyos ojos reflejaban un profundo dolor también se llenaron de lágrimas.

    -Joseph...- dijo Al tratando de acercarse a su hijo para persuadir el profundo dolor de ambos.

    -¡No te me acerques!- gritó el niño lleno de coraje, a lo que Al quedó sorprendido- ¡Te odio!¡No debiste dejarnos solos!¡Ella...sólo quería que...que te quedaras!- siguió gritando, luego bajó la cabeza aún con lágrimas en los ojos- Te estuvo esperando.- murmuró levemente.

    El niño se había llenado de rencor hacia Alphonse, pues lo había dejado solo cuando su madre más lo necesitaba. Porque los últimos momentos de vida de su madre ella se mantuvo con tristeza por la retirada de su padre, mientras Joseph se sentía inútil por no poder hacer nada.

    El menor de los hermanos Elric, se quedó de pie mirando con intensa tristeza a Joseph, porque en su hijo podía ver el reflejo de su hermano Edward odiando a su padre. Las razones eran poco diferentes, pero con el mismo sentimiento de rencor y precisamente por la ausencia de ambos padres.

    Pasaron los años y Joseph nunca más volvió a ser el mismo. Se volvió un chico cerrado y completamente ajeno a Alphonse, vivía con él porque no le quedaba de otra, al menos eso decían sus gestos de rechazo hacia éste. De haber estado en el mundo de donde provenía Al, seguramente Joseph habría hecho el mismo error de tratar de resucitar a su madre. Alphonse cargó con la culpa de su error preguntándose porqué su hijo no tenía el valor de perdonarlo, así como el perdonó a su padre Hohenheim y que a pesar de su ausencia de años le seguía considerando su padre.

    Edward que comprendía mucho más a Joseph, trataba de ser más cercano a él para que algún día pudiera perdonar a su hermano, aunque por experiencia propia, sabía que no era nada fácil. Nunca compararon la situación de similar de pequeños que habían pasado por la pérdida de su madre, pues ellos nunca profundizaban en el tema, sólo decían que su madre había muerto cuando eran pequeños, sin mencionar razones ni causas y evitando preguntas. Pero aún así, Joseph seguía serio y cerrado con todos. La única persona que lograba apaciguarle el alma de vez en cuando era Victoria, tal vez, por la inocencia que tenía por nunca antes haberle pasado alguna tragedia que lamentar.

    Así transcurrieron los años, tratando de llenar el vació de Joseph.

    No fue hasta aquélla noche, la noche que Victoria creyó pesadilla, surgieron intrigas de Joseph hacia su padre.

    -¿Quiero saber cómo supiste qué hacer junto con mi tío aquélla noche?.- preguntó Joseph a Alphonse una tarde muy reciente al día que se refería.
    -Pronto lo sabrás.- le dijo Alphonse, quien se encontraba sentando en un sillón esperando algo.
    -¿Cuándo?- preguntó molesto Joseph.

    En eso, sonó el teléfono de la casa.

    Alphonse contestó y después de escuchar lo que le decían del otro lado de la línea, le respondió a su hijo.- Ahora.

    Al poco rato Joseph llegó a casa de su tío Edward junto con Alphonse. En la sala se encontró con Victoria, ya estable, sentada en la sala y a su tío Ed de pie frente a ella.

    Joseph se quedó de pie sin entender lo que estaba por suceder y Alphonse se acercó a su hermano e hicieron un gesto aprobando lo que estaban a punto de decir.

    -Nosotros también fuimos jóvenes una vez.- rió Edward dirigiéndose a su sobrino e hija - Sólo que no contamos con la misma suerte de ustedes.- dijo con voz apaciguada al momento de mostrar su brazo derecho y arrancarle lo que parecía ser su propia piel, para luego dejar ver un brazo derecho completamente metálico.

    Victoria se quedó estupefacta y Joseph estaba incrédulo con el ceño fruncido.

    -Hace mucho tiempo, cuando nosotros éramos pequeños...- empezó contando Alphonse recordando el pasado que siempre compartió con su hermano, y que ahora él y Edward, estaban a punto de compartirles a sus hijos.

    La armadura y el joven alquimista habían regresado, porque ahora tenían una familia esperándolos, esperándolos para escuchar después de tantos años el pasado que les ocultaron, que relataba todo por lo que habían pasado para volver a estar juntos los dos hermanos en cuerpo y alma, y en un mismo mundo.

    Continuará...
     
  7.  
    Weenhallo

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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ToT me encanto ToT
    k bonito...
    siguelo pronto
    no puedo esperar conti muxo k me desespero
    lo as dejado tan bonito....
    a estado precioso :D
    ya me emociono ¬¬
    en cualkier caso pon la conti pronto xfa ToT
    atte:Weenhallo
     
  8.  
    Nekogirlmorr

    Nekogirlmorr Guest

    Título:
    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    15
     
    Palabras:
    2846
    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ¡Lamento el atraso Weenhallo! tardo en publicar porque al poner el capt, debo poner los espacios, porque luego el texto queda muy pegado pero ese proceso me lleva siglos, así que para no dejarte mal lo deje tal y como está, después de todo supongo que se entiende n.nU jeje ¡Muchas gracias por comentar y por tu apoyo!;)

    Nota: Si extrañaron a los personajes de FMA, no se pierdan el próximo capt ¡Recuerden que nada es predecible!

    La razón (capt 4)

    La mañana era fresca, los rayos de luz entraban por la ventana y se oía con claridad a los pájaros trinar. Victoria estaba sentada en su cama con las sábanas aún cubriéndole, por lo visto había despertado temprano. Se encontraba muy pensativa mirando por la ventana, los rayos de sol penetraban con intensidad y se posaban en su rostro mientras recordaba todo lo que le dijeron su padre y su tío, a ella y a Joseph.

    Bajó la cabeza frunciendo el seño muy preocupada. El pensar que su padre le había ocultado algo tan importante como su pasado la tenía agobiada, pero más el hecho de pensar que existía otro mundo. Lo que vio la noche de la transmutación de la caja musical, le bastó para creerle todo a su padre.
    Respiró hondo y bajó de la cama. No se había puesto los zapatos cuando escuchó que alguien tocaba la puerta.

    - ¿Estás despierta?- preguntó Edward asomándose un poco detrás de la puerta.
    - Si- dijo Vic con voz inocente.
    - Mira- dijo Ed trayendo en la manos un zapatillas rojas, Victoria enseguida se extrañó por los zapatos- Pruébatelos-le dijo Ed sonriendo un poco.
    Ed dejó los zapatos en el suelo para que Victoria se acercara y se los probara.
    - ¿Pero papá, no crees que estoy muy chica para usar zapatillas?- preguntó Victoria frunciendo el seño.
    - Ya veremos qué tanto.- dijo Ed sonriendo y viendo que Victoria, a pesar de lo que él dijo, se disponía a probarse las zapatillas.

    Victoria se puso los zapatos, pero al momento de querer caminar con ellos puestos, se cayó al suelo, aunque los zapatos seguían fijos en el mismo lugar donde Edward los dejó.

    Ella se sorprendió por lo que paso, que quiso levantar las zapatillas para ver cual era el problema. Intentó levantarlos, pero tampoco pudo.

    - ¡Pesan mucho!- exclamó Victoria rindiéndose después de tratar de alzar las zapatillas.

    Edward río un poco- Las he hecho para que entrenes con ellas puestas.

    - ¿Entrenar?- preguntó Victoria sin entender.
    - Ahora que sabes la verdad de nuestro pasado, será mejor que te prepares para lo que viene- le dijo Ed como si se tratara de un juego.
    - ¿Lo que viene? –preguntó Victoria muy confundida.
    - Vístete, te estaré esperando abajo- le dijo Ed sin borrar su sonrisa misteriosa.
    - P-pero...- decía Vic asustada y preocupada.
    - Por cierto, no olvides llevar tus zapatos...puestos- dijo Ed saliendo de la habitación.
    - ¿¡Qué!?- gritó Victoria muy sufrida por lo último que dijo Edward.

    Mucho tiempo después, bajó Victoria a duras penas por las escaleras con las zapatillas puestas.

    Ed miraba que se encontraba cansada y jadeando.

    - Esto va a ser más difícil de lo que creí- suspiró Ed llevándose una mano a la cabeza y haciendo una mueca de caso perdido.

    Vic lo miraba muy asustada.

    - ¿Me puedo quitar las zapatillas?- preguntó Vic apunto de llorar porque ya no soportaba las piernas.
    - ¿Ah? Pero si tienes que acostumbrarte a ellas- le dijo Ed a la pobre de Vic.
    - ¡¿Pero por qué?!- gritó Vic con grandes lágrimas en los ojos.
    - El peso que tienen las zapatillas es para que desarrolles fuerza, son zapatillas para que puedas mantener el equilibrio con tanto peso, si logras controlar todo esto conseguirás habilidad para desplazarte y serás muy ágil- explicó Ed.
    - ¿Papá a qué viene todo esto?- preguntó Vic todavía sin entender pues Ed aún no le explicaba nada.
    Edward guardó un momento de silencio y bajó la cabeza por un costado.
    - Tendrás que ir al mundo de donde provengo.- dijo Ed muy serio pero con un aire de tristeza al tiempo que alzaba la vista hacia Victoria.
    Victoria se quedó callada mirando a su padre.
    - Escucha Victoria- dijo el rubio con el mismo semblante serio- Haz heredado un don que puede traer cosas buenas y...muchas, muy malas- dijo Ed recordando todo lo que pasó por recuperar a su hermano, sumando la reciente situación de salud de Vic- Si permaneces aquí...-una profunda tristeza invadió a Ed por lo que no pudo continuar.

    Había enfrentado muchas cosas, pero en ése momento aún no tenía el valor para decirle a su propia hija que su salud se deterioraba. Intentó decírselo el día en que él y Al hablaron con ella y Joseph, pero creyó no estar preparado, lo que le más le dolía, era que muy en el fondo, jamás estaría dispuesto a decirle.

    - ¿Si permanezco aquí qué pasa papá?- preguntó Vic ante la interrupción de Ed.
    - Si permaneces aquí... no podrás desarrollar el don que tienes, además, la alquimia es muy impredecible no sabemos si lo que pasó aquélla noche pudiera repetirse hasta llegar a empeorar- dijo Edward como último recurso que podía usar, no le mentía a Victoria con lo que dijo, pero de nuevo le ocultaba algo sumamente importante.
    - Si me quedo, podría pasarme algo ¿Verdad?- preguntó Victoria muy triste.
    - S-si- dijo Ed tratando de que Victoria no notara que en realidad, ése algo, ya le estaba sucediendo.
    La niña rubia guardó silencio por largo tiempo.
    - Lo intentaré- dijo Vic después de pensar lo que le su padre le había dicho.
    Ed sonrío.- Bien, entonces empecemos con el entrenamiento- dijo preparándose para lo mejor- Ah, por cierto, ya no irás a la escuela- dijo quitándole prioridad al estudio.
    - ¿Ya no?- preguntó Vic sorprendida por la noticia
    - No, ahora te dedicarás a estudiar eso- le dijo Ed señalado una gran pila de libros que estaba en la mesa del comedor.

    Por lo visto, Ed no había olvidado la esencia de la alquimia, por ello había plasmado todo lo que sabía en libretas de apuntes y muchas hojas sueltas.

    - Ah...yo creí que por fin me olvidaría de estudiar- se lamentó Vic que ya empezaba a emocionarse por la ausencia del estudio.
    - ¿No me digas que creíste que te dejaría andar de vaga?- dijo Ed un poco sarcástico mientras su hija bajaba la cabeza un tanto molesta- Lleva todos los libros y apuntes a tu habitación, necesitarás tenerlos cerca- le dijo Ed a la niña.
    - ¿Me puedo quitar las zapatillas?- pidió permiso Vic para quitarse los incómodos zapatos,
    - Será mejor que dejes de preguntar eso- dijo Ed un poco serio por la arrogancia de su hija.
    - ¡Pero si acabo de bajar con ellas puestas!- dijo ella quejándose.
    - Y bajarás con ellas puestas el tiempo que sea necesario- dijo Ed apartándose de la presencia de su hija para que ella cumpliera con lo que le había dicho.

    Ed salió a la terraza de la casa ya que le había costado trabajo mentirle a Victoria. Por eso prefirió desahogar con la soledad lo que estaba por iniciar. El principio no era lo que le aterraba, sino el posible final de un futuro marcado.
    Esto, es sólo el principio” se lamentó recordando que por un momento creyó llegar al final de sus inquietudes, pero esto, sólo era el principio de algo nuevo.

    Pasó el tiempo y en la escuela de Victoria se hicieron notables sus ausencias. Durante ése lapso ausente al colegio, ella se dedicaba en tiempo completo, en estricto horario, a lo que le pedía su padre. Le había costado acostumbrarse a las tareas que en un principio Edward le pedía, tareas, que consistían en trabajos o labores prácticos que desarrollarían disciplina en la niña mimada.

    Largas fueron las noches de desvelo, todo para que al día siguiente le mostrara a su padre que había progresado en ésa extraña ciencia llamada alquimia, si bien su padre era hábil para el aprendizaje, a Victoria le costaba el doble de esfuerzo. Círculos que no comprendía y símbolos desconocidos se volvieron parte de su vida, más no de la práctica.

    Todo ése tiempo Victoria tenía como único calzado las zapatillas rojas, que por ninguna razón debía quitarse. Aún no se acostumbraba a ellas, pero estaba conciente de que por cada día que intentara quitárselas, al menos en pensamiento, sería mucho más difícil al querer después andar con ellas.

    Por otro lado, Edward se esforzaba por ir en contra del tiempo, sabía que era muy valioso y que si no se apresuraba con el entrenamiento, sería demasiado tarde. Lily desde un principio no se sentía segura de lo que su esposo pretendía lograr con su hija, pero después de haber hablado Ed con ella, le había hecho saber que aquélla forma, que aún no le revelaban por completo a Victoria, era la única forma de mantenerla a la niña con vida.

    Las tareas llegaron a un punto en donde Ed requería la ayuda de Al para poder entrenar a Victoria.

    - Intenta golpearme- le pidió por sorpresa Ed, acompañado de Al, a Vic el día en que las rutinas cambiaron completamente.
    - ¿Golpearte?- preguntó Victoria sin entender y creyendo que era broma de su padre.

    Edward le miró de pie frente a ella con una sonrisa retadora.

    - ¡Como quieras! Luego no vengas con tus berrinches de que un monstruo se pareció en tu cuarto- dijo Ed fingiendo y exagerando.
    - ¿U-UN MONSTRUO?- preguntó Victoria aterrada.
    - Hermano...- murmuró Al sabiendo lo que se traía Ed.
    - ¡Sí! Un monstruo- decía Ed haciendo caso omiso al llamado de atención de Al- Si no aprendes a defenderte vendrán los monstruos por ti- le mintió Ed a Victoria quien enseguida se tragó todo lo que le dijo su padre.

    Victoria no dudó, apretó los puños y se lanzo contra su padre. Por supuesto que Ed, sin el menor esfuerzo esquivó el golpe. Edward se traía una sonrisa que Victoria nunca había visto en él, una sonrisa retadora y a la vez burlona que exigía más potencial y le provocaba coraje a Victoria. Ella intentó golpearlo de nuevo, pero otra vez falló y las siguientes cincuenta veces también.

    - ¿Te rindes?- preguntó Ed riendo.
    - ¡No!- gritó Vic que jadeaba de cansancio y coraje.

    Por un momento, Edward vio el reflejo de sí mismo en ésos ojos dorados que su hija había heredado de él. Veía el reflejo de coraje por haberse burlado de ella, cosa que también le irritaba a él cuando le retaban. Lo que no sabía Ed, es que como así él se esforzaba por seguir delante por recuperar lo antes perdido, ella se esforzaba por no perder lo más valioso que tenía.

    Edward sometió a Victoria a varios ejercicios de acondicionamiento físico, con ayuda de su hermano le hacían hacer entrenamientos similares a los que ellos tuvieron una vez de pequeños con su maestra Izumi, sin la misma rigidez pero sí con burlas para motivar a Victoria, pues como a Ed, era lo que más le enfadaba.

    Lamentablemente, al poco tiempo del cambio de rutina, la enfermedad de Victoria volvió a presentarse, tal y como había previsto el médico de una enfermedad cíclica.

    Decayó en cama, pero como era de esperarse, volvió a recuperar su delicada salud. Sólo para hacer saber, que en menos de lo esperado, aumentaban las posibilidades de que se marchara para siempre, de éste y de cualquier otro mundo.

    - ¡Si le sigues exigiendo más acabarás pronto con ella!- le replico Lily a Ed por los arduos días de entrenamiento de Victoria.
    - ¡Lily es la única forma en que podremos mantenerla con vida!- le dijo Ed tratándola de hacerla entrar en razón.
    - Edward...- dijo Lily con lágrimas en los ojos- si ella se va, nunca volveremos a saber de ella- le dijo según lo que había entendido, creyendo que era la única a quien le importaba demás.
    - Lo sé...- dijo Ed bajando la cabeza y dándole la espalda a su rubia esposa.
    - Ed...- alcanzó a decir Lily sin cesar sus lágrimas al abrazar a Edward por la espalda.
    - Ahora entiendo...- susurró Edward- ahora entiendo porqué mi madre nunca nos dijo a mí y a Alphonse que su salud decaía...ahora sé que no es fácil ocultarle algo a quien más amas- dijo bajando la mirada mientras Lily se aferraba más a él.

    Luego Ed alzó muy firme y determinante la mirada, similar al gesto que puso cuando se propuso recuperar a su hermano.

    - Mi madre murió antes de tiempo...No voy a permitir que suceda lo mismo con Victoria, aún...si costara no volverla a ver- dijo Edward en lo que Lily se apartaba de él y observaba en sus ojos dorados cierta tristeza.

    Ésa noche Edward estaba en la colina contemplando el estrellado cielo, cuando de pronto escuchó una voz infantil que le llamaba.

    - Papá, mamá dijo que querías hablar conmigo- dijo Victoria muy inocente tratando de ver el rostro de su padre.

    Edward se preparó para decirle la verdad a Victoria. Viró a verla, pero al ver su dulce rostro que todavía permanecía angelical, le invadió una profunda desolación, preguntándose si alguna vez volvería a verlo tan inocente y puro, sin marcas de tristeza o desgracia. Pero las marcas ya habían comenzado a plasmarse.

    Edward se agachó para abrazarla, entretanto Victoria no comprendía el inesperado gesto de su padre.

    - Victoria tú...- pronunció Ed mientras la abrazaba y no veía su rostro. “No importa, mientras tú estés a mi lado todo estará bien” recordó en ése preciso momento las tiernas palabras que una vez Victoria le dijo de pequeña, y con más razón deseó que el tiempo no transcurriera, porque talvez, ya no habría próxima vez como para repetir la entrañable escena.

    - No lo tienes que decir papá- escuchó Ed de su pequeña hija, cuya voz se escuchaba de lo más natural- Tú puedes decirlo...pero yo, puedo sentirlo- finalmente dijo la niña dejando pasmado a Edward.

    Todo este tiempo, Victoria sabía que agonizaba cuando Lily y Ed alguna vez creyeron que ella lo tomaría como alguna enfermedad sin relación, ya que luego se recuperaba. Pero no era así, Victoria sentía cómo cada día su cuerpo se debilitaba gradualmente. El deseo de vivir de la niña rubia se había vuelto su principal razón para seguir adelante y no darse por vencida, eso, era lo más valioso para ella, y también, para su familia.

    Edward sintió como el corazón se le desgarraba. Hubiera preferido cientos de veces que le pasara aquélla desdicha a él, más no a su hija.

    Una cálida lágrima sintió Victoria que cayó en su hombro mientras su padre la abrazaba con más fuerza. Ella, sólo se mantenía seria y recia, quería llorar pero sabía que sería más doloroso, prefirió guardarse sus lágrimas para llenarse de coraje y valor para no darse por vencida, tal y como su padre, el día de la muerte de su madre Trisha, se guardó sus lágrimas.

    La verdad, era que Victoria viajaría al mundo original de los hermanos Elric para lograr el equilibrio de nuestro mundo y el mundo de la alquimia, con la noticia de que muy poco probable, volverían a saber de ella.

    Ése día, estaba más cerca de lo que esperaban...
     
  9.  
    Suiseiseki

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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    HoLaS!!!!!!!

    Soy nueva leyendo el fic
    esta hermoso, genial
    lo encuentro lo mejor que he leido de FMA
    mientra yo aun no me atrevo a publicar lo que escribi :espiritus:
    espero que lo sigas pronto
    me gusta victoria, es tan cambiante, aunque igual a su padre
    jiji, bueno cuidate

    me voy

    BYE y CUIDATE
     
  10.  
    Weenhallo

    Weenhallo Entusiasta

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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    TTT.TTT
    me comprare muxos pañuelos TT.TT
    a sido una conti tan bonita... ToT
    espero k lo continues pronto
    aunke me dara pena k Ed y Al no puedan volver pa poder ver a Winry...:llorar:
    no te perocupes x lo de los espacios k se entiende todo perfectamente
    o x lo menos yo xD
    asi k pon conti :llorar2:
     
  11.  
    Nekogirlmorr

    Nekogirlmorr Guest

    Título:
    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    15
     
    Palabras:
    5053
    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ¡Hola Wennhallo y dodo-chan! Lamento haberme recontra atrasado, jeje por eso les dejo dos capts, ¡Qué bueno dodo-chan que te hayas animado a leer el fic, muchas gracias n.n! y Wennhallo muchas gracias también por estar al pendiente ^-^


    Nota: no me linchen por mis explicaciones alquímicas
    Nota 2: recuerda que conforme se desarrolla la historia se irán atando cabos.
    Nota 3: si quieres saber qué ha sido de los personajes (su pasado) en estos años, no te pierdas el próximo capt.

    Del otro lado (capt 5)

    - ¿Y qué si no lo intento?- preguntó Joseph mirando una fotografía de lo que antes era su familia, mientras su padre se asomaba a sus espaldas.

    Alphonse miraba que Joseph lo ignoraba, pero había decidido que aquello que le decía no era petición, sino obligación.

    - Mañana por la mañana vendrás con nosotros- dijo Al con un tono de seguridad
    - Y si no…- empezaba a retar Jos.
    - Irás- dijo Alphonse mirando fríamente al chico de catorce años.

    Alphonse estaba conciente de que si no hacía algo por su hijo lo antes posible presentaría lo mismo que Victoria. Aunque se le hacía raro que Joseph, siendo dos años mayor que Victoria, no hubiese presenciado alguna enfermedad o algo con lo que peligrara su vida.

    Él, había obligado a su hijo Joseph a ir a los entrenamientos de Victoria, haciéndole compañía a su hermano Edward para que se encargaran de que ambos chicos entrenaran. Pero de nada sirvió, Joseph seguía rehusándose a participar, no fue hasta que entró en razón de que sino lo hacía, Victoria viajaría sola a un mundo desconocido, algo, que Jos no quería, pues Victoria había crecido a su lado como una hermana que con su angelical inocencia lo comprendía. Así que finalmente aceptó entrenar, muy de mala gana pero estrechamente determinado.

    Los arduos entrenamientos empezaron para los sucesores Elric.
    La rubia cabellera que antes lucía con listones y peinados Victoria, pronto dejó de lucirse con su candoroso reflejo. Se había cortado el cabello poco encima de los hombros para demostrarse así misma que daría lo mejor y que con cada lamento de la perdida del capricho de antes dejarse larga y cuidada su brillante cabellera, sería motivo para demostrarse que no permitiría algún otro cambio en su vida, con la promesa de que se volvería a ver con el cabello largo, insinuando que viviría para verlo de nuevo.

    Con una meta por delante, Victoria dio lo mejor de sí por un año de arduo esfuerzo y trabajo. Lo que alguna vez le pareció ridículo e imposible, poco a poco lo fue consiguiendo con días fructuosos de entrenamiento.

    Fuera de noche, con lluvia o intenso calor ella estaba ahí para arriesgarse con caminatas, peleas y ejercicios de acondicionamiento físico. Descubriendo el gozo de ver a su padre como nunca antes le había visto, tan fijado y esperanzado de verla persistir, con una sonrisa que enmarcaba con sus perspicaces ojos dorados que irradiaban la fuerza de Edward Elric. Además de que se había creado un lazo de confianza mucho más estrecho y profundo entre padre e hija, incluso más, tomando en cuenta de que ya no había nada más que ocultar.

    Pasó el tiempo, y Victoria pronto cumpliría la edad de doce años, pero antes disfrutaría la dicha de deshacerse de los zapatos que se habían hecho parte de su vida cotidiana. Aprendió a caminar con ellos puestos, a defenderse y atacar, no era hábil del todo por las mismas zapatillas que la hacían poco torpe, pero había hecho grandes logros al llevarlas puestas. Únicamente se las quitaba para dormir y contadas eran las veces que se las quitaba para descansar.

    El día que por fin se las quito delante de su padre para probar el gran cambio, sintió los pies ligeros.

    - Defiéndete- le pidió Ed aquel día, en lo que se preparaba para atacar a Victoria.

    Ella se había acostumbrado a ese tipo de peticiones, que con gusto aceptó, preparándose para defenderse. Ed intentó golpearla pero fue inútil, ya que Victoria esquivó el golpe moviéndose a gran velocidad. Hasta ella misma se sorprendió, recordando a la vez, que numerosas veces Ed le había golpeado por peticiones del mismo índole, lo cual no le era nada agradable para él, como padre, golpearle a su propia hija, mucho menos para Victoria, y aún más para Lily que veía con preocupación los rasgos de esfuerzo y sacrifico marcados en su hija. Pero ése día, las cosas cambiaron radicalmente.

    Ahora Victoria era mucho más hábil y fuerte. También Joseph que daba indicios de poseer grandes destrezas, pero que prefería guardarse todo su potencial como el chico terco y reservado que solía ser.

    Por fin el día de la partida de Victoria y Joseph había llegado.

    Una noche antes, Edward decidió ir a tomar aire fresco por la colina. Al sentir el fresco viento paseándose por sus cabellos dorados, trató de persuadir la tristeza que le invadía el ver partir a su hija , luego sonrío pensando que debía verse ridículo atormentándose con tantas cosas después de haber pasado por otras tantas difíciles que ya había superado.

    - No puedes evitarlo…hermano- dijo una voz a un costado de Ed.
    - Sabes que no Al, pero…- dijo Ed bajando la cabeza después de notar la compañía de su hermano menor- …yo sé que estará bien-dijo soltando una leve sonrisa.
    - Me alegra que lo sepas y no lo creas- sonrío el menor de los hermanos Elric.
    - El problema es que también sé que no será fácil- dijo Ed alzando la vista hacia las praderas que se cubrían con la noche, Alphonse compartía la misma inquietud- Al…- llamó a su hermano con voz calmada-¿recuerdas cuando jugábamos de pequeños en la colina con Winry?- preguntó de improvisto a lo que los ojos de su hermano menor se llenaron de gozo.
    - ¡Si! siempre que nosotros podíamos huir de los quehaceres y ella de la tía Pinako. Mamá siempre se preocupaba por nosotros mientras jugábamos toda clase de juegos hasta el atardecer- decía emocionado el castaño recordando bellos momentos que pocas veces mencionaban para no mortificarse-….y siempre le hacíamos bromas a Winry escondiéndonos de ella, pero al final…- dijo tras una gran sonrisa que luego desvaneció-… pero al final, siempre le pedíamos perdón- susurró Al cabizbajo.
    - Espero que nos perdone también ésta vez- dijo Ed con vista en alto- porque de nuevo no estaremos presentes con ella- sonrió nostálgico- Aunque… todavía no es el final ¿No es así?- preguntó esperanzado aunque distante.
    - Espero que no- contestó Al alegrando levemente, compartiendo el mismo aguardo de Edward de volver a ver a su querida amiga de infancia.

    A la mañana siguiente, Victoria despertó desde muy tempranas horas. Era un hecho, debía partir lo antes posible junto con su primo Jos, no porque se les hacía tarde, sino porque cuanto más antes mejor, ya que evitarían la angustia, pero lamentablemente, no el dolor.

    Vic no se había dado cuenta de muchas cosas, como el hecho de que su padre tuviera un brazo de metal, él después le había explicado que se lo cubría con piel sintética, entre otras cosas que tuvo que explicarle también.
    Pobre Victoria, tan ingenua era la niña, pero ahora, era casi una adolescente que a pesar de los cambios seguía íntegra y nuevamente conocedora.

    Con una falda azul y una camisera blanca con sus impecables zapatos escolares, entró al comedor, que después de haberle desalojado todos los muebles que lo decoraban se encontraba despejado, con su tío, su primo, madre y padre al centro esperándola de pie.

    Ella se acercó firme pero temerosa hacia su padre. Ed le entregó una tiza blanca y ella sabía qué hacer.

    Dibujó un círculo de transmutación, el mismo que había usado su tío para abrir una puerta entre éste mundo y el otro. Al terminarlo impecablemente, se puso de pie y miró su obra, pero faltaba algo, algo llamado sacrificio según lo que había entendido en los apuntes que Edward le había dado a estudiar.

    Vic miró a su padre esperando a que él completara el círculo con algún tipo de sacrificio para que la figura reaccionara. Ed simplemente la miró mientras sacaba un cuchillo ante la extrañeza de la chica.

    - Victoria…- empezó diciendo Ed- Para obtener algo, debes dar algo de mismo valor. Tú no perteneces aquí, por ello debes ir adonde debes. Si cruzas la puerta, de la que últimamente te he hablado, no debe exigirte nada ya que quedas demás aquí. Pero sólo hay una forma de mostrarle que realmente perteneces al otro lado y no a éste mundo- dijo Ed al momento que deslizaba con presión el cuchillo en la palma de su mano izquierda y empezaba a sangrar la reciente herida, luego extendió la otra mano en dirección a su hija requiriendo la mano de ella.

    Victoria no sabía qué planeaba su padre pero al escuchar lo que dijo entró en razón.

    -Confía en mí- le dijo Ed.

    Inmediatamente ella extendió la mano y se la entregó a Edward, quien rápidamente repitió el mismo procedimiento que había hecho en su mano zurda con el cuchillo, dejando la misma sangrante herida en la mano de Vic.
    Sin quejarse pero aguantando un poco el dolor, la chica siguió escuchando al hombre rubio.

    - ….la única forma de demostrarlo, es mostrarle que eres mi sangre- dijo Ed al tiempo que levemente posaba la mano hiriente sobre el círculo de transmutación. Lo mismo que hizo hace mucho tiempo al momento que activó un círculo de transmutación cuando una extraña organización creía que su mundo era el mítico Shambala, esa vez el círculo reconoció su sangre de alquimista embarrada en su guante blanco al momento de colocarla, a desconocimiento de una posible reacción en el círculo.

    Vic lo siguió haciendo lo mismo.

    En ese momento, en que padre e hija colocaron sus manos, el círculo de transmutación se activó iluminando la sala de destellantes rayos azules. Victoria miraba asombrada con la boca abierta aquel espectáculo, pero se asombró más al ver que Joseph se fue acercando al círculo y le mostró la misma marca de sangre alzando la mano, para luego unirse a reposarla sobre el dibujo alquímico, no antes de que Alphonse hiciera lo mismo. Cuando los cuatro colocaron ambas manos sobre el círculo de transmutación, las líneas de tiza se tornaron azules e intactas y los destellos desaparecieron.

    - Bien, es hora de despedirse- dijo Ed poniéndose de pie mirando a Victoria con una sonrisa que parecía juguetona.

    La chica de ojos miel lo miró sin entender y sus ojos se llenaron de lágrimas, se lanzó contra su padre y lo abrazó fuertemente.

    - Papá, eres un tonto.- sollozó Victoria en lo que el rubio le miraba sorprendido- ¿Por qué no simplemente dices que me vas a extrañar?- replicó Victoria.
    Ed colocó la mano derecha disfrazada por un guante blanco sobre la espalda de la chica que lo abrazaba con ternura.
    - ¿Ése es tu deseo de cumpleaños?- preguntó Ed dulcemente y Vic contestó abrazándole más fuerte- Entonces….Feliz cumpleaños Victoria, te voy a extrañar mucho- susurró cerrando los ojos y hundiendo la cabeza sobre el cabello de su hija.

    Lily miraba la fraternal escena derramando lágrimas, pues el mismo día en el que partían los dos chicos era el doceavo cumpleaños de Victoria.

    Joseph al ver el emotivo abrazo de su tío y prima, miró enseguida hacia otro lado negándose a demostrar el mismo afecto hacia Al. Sólo sintió como Alphonse lo abrazó sin obtener algún gesto por respuesta, sólo su hijo que se resistía a demostrar apego.

    Victoria después se despidió de su madre con un conmovedor abrazo y soltando nuevas lágrimas, luego se despidió de su tío agradeciéndole por lo mucho que la había ayudado a entrenar, Al no se olvidó de su sobrina y le entregó un paquete envuelto pidiéndole que lo abriera en cuanto llegara al otro mundo.

    Edward y Alphonse les indicaron seguidamente a Jos y Vic que debían parase sobre el círculo de transmutación, no sin antes recordarles algunas advertencias respecto al otro mundo.

    Antes de que los hermanos Elric volvieran a colocar sus manos para activar el círculo de transmutación. Victoria le dedicó unas palabras a su padre.

    - Papá- le llamó Vic- Te prometo…- afirmaba ella, pero Ed se escuchó así mismo cuando tenía la misma edad- ¡Te prometo que encontraré la forma de regresar a mi verdadero hogar! Cueste lo que cueste- dijo Vic con una mirada dorada que brillaba intensamente.

    Ed no lo soportó- ¡Rápido Al!- exclamó colocando prontamente las manos sobre el círculo de transmutación seguido de su hermano menor.
    Una gran luz segadora cubrió la sala y en un abrir y cerrar de ojos la chica y el chico habían desaparecido.

    Ed seguía arrodillado en el suelo mirando estupefacto lo que acababa de hacer. Se incorporó y Lily corrió a abrazarlo. Su esposa había ganado la confianza de Ed desde antes de que contrajera matrimonio con él, sabiendo de la alquimia y asumiendo toda consecuencia que pudiera surgir de dichos orígenes ligados a los Elric. Pero ni una madre o padre están preparados para ver partir a sus hijos con mínimas probabilidades de volverlos a ver, tan sólo eran esperanzas…y una promesa.

    Oscuridad, dolor, sangre y un sin fin de escenas mezcladas y confusas aparecieron en la mente de Joseph antes de recuperar el conocimiento, finalmente vio una gran puerta café, con decorados extraños en el marco que se abría lentamente. No vio más y volvió en sí.

    Cielos despejados y azules fue lo primero que vio. Se incorporó y observó que extensas praderas verdes se extendían a sus costados. Dudando donde estaba miró acrecencia su alrededor buscando algún indicio de estar en otro mundo. Sólo vio un árbol asomando un poco de sombra y unas flores que se mecían con el fresco aire que pasaba. No perdió atención de las flores y examinó de nuevo la lejanía, había algo diferente, algo que dotaba de vida donde se hallaba sentado. Todo lo que le rodeaba tenía un brillo especial. Un color vivaz que animaba y concedía gran belleza todo lo que sus ojos alcanzaban a ver, como si fuera el mismo orbe de donde provenía, pero sin esa intensidad opaca de asuntos políticos, bélicos y sociales que habían ensombrecido a su mundo. Por todo lo anterior, creyó haber llegado al otro lado de la puerta.

    Buscó a Victoria y la encontró todavía inconciente a unos cuantos metros a espaldas de él. Intentó despertarla pero tardó en reaccionar, y cuando lo hizo se le notaba cansada.

    - ¿Estás bien?- le preguntó Jos con un tono que poco se asimilaba a uno de preocupación.
    - Si…es sólo que me mareé un poco, es todo- dijo Vic con voz leve y frunciendo el ceño como si la cabeza le doliera.- ¿Lo logramos?- preguntó Vic animándose un poco.
    - Parece que sí- dijo Joseph echando un vistazo de nuevo al panorama.

    Victoria como por arte de magia se recuperó de su malestar y mostró una gran sonrisa.

    - No te adelantes, aún tenemos que comprobarlo- dijo Jos al ponerse de pie y sacudirse un poco la ropa.

    Vic siguió a Jos que empezaba a encaminarse, pero sin borrar su alegre sonrisa.

    Llegaron a una senda pero no había nadie con quien pudieran preguntar donde se hallaban. Esperaron un rato alguna presencia humana.

    - Jos… ¿Tú estás bien?- preguntó Victoria un tanto preocupada mientras esperaban si se asomaba un alma por el lugar.
    - Claro que sí, ¿Qué no me ves? No me falta nada o…no me digas que se te perdió el paquete que te dio tu tío- preguntó Jos molesto.
    - Es tu papá… ¡Y no! ¡No he perdido el paquete!- gritó Victoria también molesta.
    En ese instante pasaron unos niños corriendo juguetonamente.
    - ¡Oigan ustedes!- gritó Jos llamando la atención de los infantes- ¿Qué lugar es este?- les preguntó.
    - Es Rizembull- dijo un niño viendo a los dos chicos con vestiduras extrañas al tiempo que Jos y Vic se miraban asombrados.

    Viendo los pequeños que no había más que preguntar se marcharon con el mismo ánimo con el que pasaron.

    - ¡Lo logramos! ¡Lo logramos! ¡Siiiiii!- gritó eufórica Victoria.
    - No es para tanto ya cálma…- decía Jos pero Victoria le abrazó fuertemente como producto del entusiasmo- Suéltame- pidió Jos fingiendo molestia.
    - Eres un amargado- dijo Vic soltándolo.
    - Bien- suspiró Jos- Ahora hay que buscar a una tal…- recordaba- Winry Rockbell.

    Caminaron largo rato en busca de la ahora mujer, observando con manía el lugar natal de sus padres. No habían grandes diferencias con el mundo de donde provenían, pero era increíble notar la pureza y gentileza de todo aquel que se le cruzaba, porque aunque se notaba cierta inquietud en las personas por la forma de vestir de aquellos dos jóvenes, no les discriminaban o les mostraban desconfianza como si estuvieran acostumbrados a ver toda clase de extrañezas en su mundo.

    Preguntaron por la residencia Rockbell o el paradero de Winry a toda persona que se les atravesaba en el camino. Según les informaron, los Rockbell se dedicaban a la mecánica. Tomaron rumbo y partieron según les indicaron.

    Encontraron la residencia al ver cómo se asomaba una pintoresca casa en una colina con un letrero que decía “Taller Rockbell”. Desde que Al se había reunido con Edward, la casa no había cambiado casi nada.

    Joseph y Victoria se acercaron más a la casa, pero no vieron a nadie. Había un camión militar cerca de la sombra de un árbol estacionado cerca de la entrada de la vivienda, pero nada más. Joseph vio a lo lejos a un costado de la residencia a un chico alto moreno, mayor que él, cargando unas cuantas cajas en pila que le impedían ver a los dos visitantes que le observaban.

    - Espérame aquí- le dijo Joseph a su prima antes de irse en dirección hacia el chico que acababa de ver.

    Victoria se quedó de pie esperando a Jos. En ése tiempo contempló la casa amarilla con toques blancos que lucía acogedora. De pronto, escuchó ruidos proviniendo en dirección al camión militar. Se acercó para escuchar mejor, se oían tuercas e instrumentos de refaccionaria chocando con metal, pero a simple vista no había nada ni nadie en el camión. Miraba curiosa hasta que encontró el origen de los ruidos. Se agachó mirando por debajo del camión y ahí se topó con un chico de cabello castaño claro con una gorra y overol que reparaba un poco sucio la parte inferior del vehículo.

    El chico al principio no notó que le observaba una curiosa chica rubia, pero cuando cogía una herramienta viró a verla y se sorprendió de su presencia.

    - ¿Quién eres tú?- preguntó frunciendo el seño y un poco descortés en lo que interrumpía su trabajo.
    - ¡Hola!- dijo Victoria con una gran sonrisa mientras el chico castaño de ojos azules la miró como bicho raro.

    Por otro lado, Joseph parecía haber conseguido que el chico moreno le presentara a Winry Rockbell, pues con gusto había entrado a la casa a llamarla mientras él esperaba en la puerta.

    Una mujer rubia que a pesar de los años permanecía bella y radiante, se asomó por la puerta llevando puesto un vestido color crema con un mandil manchado de aceite con el que se terminaba de limpiar las manos, llevando el cabello totalmente suelto. Sin duda alguna era Winry.

    Vio a un chico castaño y apuesto de ojos rubios que la miró asombrado, ella también lo miró con extrañeza pues notaba en él cierto aire familiar.

    - Mi nombre es Joseph- dijo el chico- he venido desde muy lejos para…

    Winry escuchaba al chico, pero su voz cesó cuando miró al horizonte y quedó atrapada en atención al ver que una figura se encontraba agachada mirando por debajo del camión cercano a la casa. Victoria también sintió el interés, en ese preciso instante, de virar a ver en dirección a Winry, la miró y en un momento se incorporó mientras le dedicaba una gran sonrisa. Pero Winry no vio a Victoria incorporarse, sino al mismísimo Edward Elric que le sonreía tan picara y dulcemente con su típica gabardina roja llevándose una mano a la cabeza. Cientos de recuerdos del chico rubio invadieron a Winry. No pudo evitar la bella impresión y cayó desmayada.

    Cuando despertó, se encontraba tendida en la cama de su habitación. Escuchó voces en la casa, se levantó y se asomó un poco a escondidas para saber qué había ocurrido.

    - ¿Alemania?- preguntó confundido el mismo chico castaño de gorra mientras veía en dirección a un sillón de la sala, que Winry al espiar alcanzaba a ver sentado al chico que había preguntado por ella pero que no le veía la cara a quien se sentaba a su lado.
    - Si, como escuchaste- afirmó Joseph.
    - ¿Y a qué han venido?- preguntó el chico moreno alto que había recibido a Jos.

    No hubo respuesta.

    - Necesitamos ver a Winry Rockbell- suplicó una voz femenina.

    La mecánica se animó para verles. Entró a la habitación donde estaban los cuatros jóvenes, Victoria que acababa de hablar observó a la mujer y Winry enseguida posó la mirada en la chica. Se vieron mutuamente.

    Winry vio en la niña rubia el increíble parecido que tenía con Edward, empezando por sus ojos miel.

    - ¿Cómo se llaman?- preguntó Winry extrañada dirigiéndose a Jos y Vic.
    - Joseph Elric- se presentó Jos poniéndose de pie.
    - Victoria Elric- se presentó Vic también poniéndose de pie.

    Winry los miró maravillada.

    - Mamá, ¿Conoces a estos dos?- preguntó el chico de gorra.
    - No, pero conocí a sus padres- dijo Winry con una leve sonrisa viendo a los sucesores Elric que al igual la vieron sonriendo.

    Rato después, Winry se encontraba sentada en uno de los sillones de la sala, con los cuatro jóvenes viéndola detenidamente. Ella se encontraba pensativa bajando la mirada.

    - ….y es por eso que estamos aquí- dijo Jos finalizando con el relato de todo lo que pasó para que llegaran a Rizembull.
    - Siempre tuve las esperanzas de que Ed y Al regresarían…- dijo Winry llamando la atención de todos pues ya llevaba tiempo que no decía palabra desde que le pidió a Jos que le explicara la razón de su visita - …pero ahora, me topo con la presencia de ustedes dos- dijo la mujer mirando a Vic y Jos- lo que me motiva a seguir creyendo- dijo iluminándose.

    La mujer de ojos azules se puso de pie, no tardó y regresó con unas fotografías entregándoselas a Victoria y Joseph.

    Los dos chicos prestaron atención a las fotografías. En ellas estaban los retratos de pequeños de sus padres ya sea riendo, corriendo o jugando, la mayoría de las veces acompañados de una dulce niña rubia y un cachorro.
    Victoria gozaba de ver las fotografías, por fin cumplía el anhelo de ver a su padre y tío de pequeños.

    Luego, Winry les mostró otras fotografías que guardó para el final. En éstas, aparecía un chico de cabellos dorados con un brazo y pierna de metal acompañado de una armadura.

    Joseph y Victoria estaban pasmados.

    - Papá, cuéntame un cuento.- pedía una pequeña niña acurrucada en su Cama.
    - Esto….- dijo Ed rascándose la cabeza, pero al ver el gesto de su hija se las ingenió- Hace mucho tiempo…- empezó contando a lo que la niña se entusiasmó- un chico que viajaba acompañado de una gran armadura…

    Nunca fueron cuentos. En las manos de Joseph y Victoria estaban las pruebas, y ellos, eran testigos.

    Fuera de eso, Victoria apreció el gran parecido que tenía con su padre a la misma edad. También notó que en algunas otras fotos se hacía presente, por obviedad, la misma niña que aparecía con los hermanos Elric de pequeños.

    - Podría decirse que los tres crecimos juntos…- dijo Winry viendo que los dos chicos habían notado lo anterior- pero tomamos rumbos diferentes- suspiró.
    Victoria a lo último que dijo Winry, la miró atentamente.
    - Queremos encontrar la forma de regresar a nuestro hogar y para ello necesitamos su ayuda- explicó Victoria.
    - Cuenten conmigo- dijo Winry ofreciendo su ayuda.

    El chico de gorra y el moreno que casi no habían entendido nada de la conversación sólo miraban confundidos.

    - Lo olvidé- se disculpó Winry- él es Kain, hijo de Rose, más adelante la conocerán- dijo Winry señalando al chico moreno alto, que a decir por su personalidad lucía cortés y gentil. Alto, delgado y simpático, y un poco mayor que los demás jóvenes- Él es Matt, mi hijo- dijo a continuación presentando a su primogénito. Un chico de gorra roja y overol, un poco sucio de la cara, con cabello castaño claro y ojos azules, a decir verdad, apuesto, pero poco educado y retador. De la misma edad que Victoria.

    Los chicos se miraron entre sí. Matt, seguía viendo a Victoria como la cosa más extraña que haya visto en su vida.

    Cayendo la tarde, Winry hizo una llamada al cuartel general.

    - Si, comuníqueme con el Fürer-decía Winry por teléfono- Si…es sumamente importante- dijo viendo por la ventana a la chica y el chico que hacía rato habían llegado a la residencia Rockbell.

    Los primos veían el anaranjado atardecer desde la colina, mientras a sus espaldas se encontraban de pie Matt y Kain observándolos.

    - No debiste ser tan descortés con la chica - le dijo Kain a Matt.
    - ¿De qué hablas?- preguntó Matt alzando una ceja y volteando a ver a su amigo.
    - No te hagas al tonto Matt, la veías como cosa rara- le dijo Kain cerrando los ojos pues Matt quería pasar de desapercibido su falta.
    - Tal vez…pero hay que admitir que es un poco extraña- dijo Matt sin arrepentirse y apartar la vista de Victoria.

    Winry salió de la casa trayendo en manos algo en vuelto en un pañuelo, pasando a Kain y Matt hasta llegar a Victoria.

    - Toma- le dijo a Vic extendiendo las manos para que ella tomara lo que traía.
    La chica tomó lo que le ofrecía, lo desenvolvió y vio un reloj de bolsillo, un poco dañado, con una insignia de león en la tapa.
    - Lo he guardado por mucho tiempo, era de tu padre, ahora que te veo, te lo entrego a ti. Te pertenece- dijo Winry viendo a Victoria con ternura.

    Vic abrió curiosa el reloj y leyó una frase grabada en el interior “Don´t forget 3 Oct

    Victoria río notablemente.

    - ¿Qué sucede?- preguntó Winry sin entender.
    - Es gracioso, es el día de mi cumpleaños- dijo Victoria dibujando una enorme sonrisa como las que Ed solía hacer.

    Winry miró asombrada a Victoria. Sin duda alguna ésa niña era la hija de Edward. Precisamente ése día, tres de Octubre, era el cumpleaños de Victoria.

    Una ventisca pasó rozando a todos y Winry se llenó de aliento.

    No Edward, jamás olvidaré el día en que partiste iniciando la búsqueda por lo perdido… como tú tampoco lo olvidarás, pues ahora sé que no sólo lo llevas grabado en tú reloj de alquimista nacional, sino también en tu corazón, pues tiempo después, el mismo día, presenciaste el arribo de tu hija. Una razón más, para que yo tampoco olvide éste día…nunca”

    Se dijo en sus adentros Winry deslizando una lágrima de felicidad, después de tanto tiempo.
     
  12.  
    Weenhallo

    Weenhallo Entusiasta

    Géminis
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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    k bonito ToT
    me a gustao muxo la frase final de Winry :llorar1: ya ves k me izo lagrimearxD
    no dijiste dos capis??? o esk los juntaste simplemente pa no poner dos post?? aun asi me encanto y ademas es largo ^^
    realmente la conti estubo preciosa, muy emotiva xD
    PD: espero k no te moleste esta pequeña observacion, no tiene k ver con el fic pro aun asi te lo digo mi nick es WeEnhallo no WeNnhallo xD no tiene importancia pro pa q lo sepas aunke si kieres me dices simplemente Ween ok??
     
  13.  
    Suiseiseki

    Suiseiseki Entusiasta

    Aries
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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    Holas!!!!!!!!

    esta hermoso :llorar:
    nunca crei que Winry podia hablar asi
    y Vic esta de cumpleaños esa fecha ToT
    que lindo y triste
    por que se separaron Ed y Vic, Al y Jos
    oye..
    se podria decir que como Lily es doble de Winry en el otro mundo
    Winry seria como la madre de Vic en donde se encuentran ahora?
    o nu?

    bueno no importa, me voy

    BYE y CUIDATE, y ESPERO VER PRONTO LA CONTI
     
  14.  
    Nekogirlmorr

    Nekogirlmorr Guest

    Título:
    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    15
     
    Palabras:
    5948
    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    Quisiera aclarar lo de los capítulos, el que leyeron anteriormente no fueron dos, sino uno, lo que sucede es que cuando quise postear de nuevo para publicar el otro capt, hubieron fallos en la página y no podía entrar, por eso apenas pude les traje el capt de a continuación.

    A Ween: lamento lo del nombre WeEnhallo n.nU no volverá a suceder porque ahora te llamaré Ween, y sí, no te preocupes lo mismo me pasa, de hecho yo soy Nekogirlmorris (jaja demasiado largo) y tengo Nekogirlmorr porque ya no se permitían más letras de nick jeje, aunque la gente opta por decirme Negimo.

    A dodo-chan: así es, Lily, la mamá de Vic, es la doble de Winry, así que sí, podría decirse que Winry sería como la mamá de Victoria en nuestro mundo, pero en el mundo de Ed y Al, Winry (la original) es la mamá de Matt.

    ¡Gracias por comentar y espero verlos nuevamente! n.n

    Nota: En este capt se resolverán la mayoría de sus dudas y surgirán otras (ni tanto, a lo mucho dos jeje)

    El examen de alquimista nacional (capt 6)

    Winry brindó alojamiento a Victoria y a Joseph. En la noche, Vic no podía conciliar el sueño por lo que decidió salir de la habitación que le ofrecieron para después salir a la terraza.

    Se sentó en el suelo, encogió las piernas hacia el pecho y acurrucó su cabeza sobre sus rodillas. Estaba muy triste, se sentía extraña, aunque por vez primera podía respirar profundamente y no sentir ésa pesadez que le indicaba que el anterior mundo en donde habitaba no era el suyo.

    - No vayas a llorar.- escuchó. Volteó a ver a ver y se topó con Matt.
    - No lo haré pero…- dijo ella aguantándose.
    - Te dije que no lloraras.- repitió Matt quejándose- acabarás despertando a todos- dijo con poca apatía.

    Victoria secó sus lágrimas por lo que dijo el chico, a él realmente no le importaba si lloraba o no, sólo no quería que la chica hiciera escándalo.

    - ¡Eres un grosero!-le dijo Vic
    - Di lo que quieras, ya vete a dormir.- le dijo Matt poco interesado.
    - ¡Ni creas que me he olvidado de cómo me viste cuando te saludé!-gritó molesta Vic.
    - ¿Pues cómo querías que te viera? Tan sólo mira como andabas- dijo Matt refiriéndose a las extrañas ropas que traía Victoria, a diferencia de la bata blanca que ahora llevaba puesta la chica- Además, pareces niño y surges de la nada para luego contar que vienes de “otro mundo”- se burló.
    - ¡Y tú te crees mucho con…
    - Shh.- susurró Matt poniendo un dedo en boca de Victoria para que no se quejara más- Mi madre a tardado en conciliar el sueño.- dijo Matt callando a Vic.
    - Lo siento.- se disculpó después ella.
    - Conque tu padre es ése tal Edward- dijo Matt en voz baja después de un breve silencio - Mamá lo mencionó a él y a su hermano una que otra vez, tengo entendido que fueron importantes para ella- dijo mirando a Victoria que bajaba la cabeza.

    Viendo Matt que la chica estaba tranquila aprovechó inmediatamente para irse sin decir palabra. Pero ya se estaba yendo cuando sintió que le estrellaron algo en la cabeza. Adolorido volteó a ver a Victoria.

    - Eso, es por decir que parezco varón- dijo Vic justificando el haberle arrojado su zapato al chico.

    Matt la miró ahora como una loca.

    A la mañana siguiente, Victoria y Joseph recorrieron Rizembull. Al regresar al taller Rockbell Winry estaba en pleno labor. Una mujer con su hijo le agradecían su trabajo ya que el niño llevaba un automail en un brazo. Cuando se marcharon Vic se acercó curiosa a preguntar por el extraño implante.

    - Se llama automail- explicó Winry.
    - Mi papá tiene uno en el brazo derecho y en la pierna izquierda- recordó Vic
    - Lo sé- dijo Winry- yo le se los hice- dijo Winry recordando el esmero que hizo al hacerlos.
    - Entonces usted era su mecánica- dijo Vic mirando asombrada a Winry
    - Así es, mi abuela siempre tuvo este taller desde que era pequeña, en un principio era únicamente de automails, pero al morir ella me hice cargo del taller y Matt resultó tener la misma afición por la mecánica, pero no precisamente de automails, por eso se volvió un taller en general- dijo la rubia mujer viendo el letrero que anunciaba el taller Rockbell- desde muy pequeña me aficioné con la mecánica, lo cual le molestaba mucho a tu padre- rió Winry.
    - ¿Por qué?- preguntó Vic
    - Siempre dijo que estaba loca… pero debiste ver la cara que ponía cuando destrozaba su automail y pedía que se lo arreglara- dijo Winry haciendo coraje- ése Edward era un despreocupado orgulloso que…jeje bueno, tú sabes- trató de disimular Winry ya que empezaba a meter la pata.

    Vic no dijo nada, a lo mejor su padre era muy diferente a lo que ella conocía.

    A mediodía una mujer morena llegó a la casa trayendo una cesta con frutas. Iba entrando a la casa muy alegre anunciando su llegada cuando se topó con los dos jóvenes visitantes. Al principio los miró confundida, los examinó con la vista y se sorprendió de su especulación.

    - Son idénticos- dijo Winry acercándose a Rose que seguía estupefacta.
    - Ellos son…
    - Si, son ellos- afirmó Winry viendo con su amiga a los chicos.

    A Vic y a Jos les presentaron a Rose. Ella había regresado de visitar Lior, pero nunca imaginó que al volver a Rizenbull se toparía con la agradable sorpresa de conocer a los hijos de Ed y Al.

    Un poco más tarde, Winry esperaba en la terraza de la casa la llegada de alguien a quien ya le había contado la gran noticia.

    Un hombre de cabello oscuro, con un parche en el ojo derecho y el rostro endurecido por lo años con ligeros cambios físicos, se asomó por la colina, portando un uniforme militar que a simple vista sobresalía ya que denotaba superioridad. Al llegar a la morada, Winry le indicó que la acompañara a la parte trasera de la casa. Ahí, señaló a Vic y a Joseph que observaban el horizonte aislados de los demás.

    Roy apenas los vio, sonrió discretamente. Se acercó para verles mejor.

    - ¿Quién es usted?- preguntó Jos dudando un poco del hombre que se les había acercado.
    - Mi nombre es Roy Mustang, Fürer del cuartel general- se presentó.

    Victoria quedó extrañada, recordaba que su padre le había mencionado ése nombre, pero no la razón de éste.

    - Así que ustedes son los hijos de Edward y Alphonse Elric- dijo Roy viéndoles de pies a cabeza- Sabía que esos dos formarían su propia familia- embromó un poco molestando a Vic y Jos- Y díganme… ¿el enano aumentó de estatura?- preguntó con una gran sonrisa pícara disimulando muy a su manera la completa alegría de ver al par de chicos.

    Enseguida Vic recordó quién era ése hombre y porqué su padre se lo mencionó.

    - ¡Usted era ése creído coronel! ¡Burlándose siempre de mi padre!- replicó Victoria.
    - Por lo que veo Edward tiene buenos recuerdos de mí- dijo Roy suspirando y encogiendo los hombres insinuando que no era su culpa.
    - ¡Por qué no va y se mira en un espejo, estoy segura de que tendría mucho que decir!- dijo Vic muy agresiva.

    Roy soltó una gran carcajada.

    - Es obvio que eres una Elric- le dijo agachándose para verle bien la cara a la molesta chica-luego miró a Jos – Tú debes ser el hijo de Alphonse- indicó Mustang, Joseph inclinó la cabeza a un lado como queriendo negar lo que le dijo.

    Les miró a la cara a los dos - De ahora en adelante estarán bajo mis órdenes- dijo Roy- Eso, si desean regresar a su hogar.

    Los dos jóvenes miraron todavía más molestos a Mustang.

    - Winry me ha contada su situación y si realmente quieren volver a casa tendrán que aprender alquimia- dijo Roy.
    - Sólo nos falta práctica y aplicación.- indicó Jos con el semblante serio.
    - ¿Y qué esperan para empezar?- preguntó el fürer- seguramente ni han usado un círculo de transmutación- dijo, a lo que los chicos no se defendieron- Entonces, empecemos- mostró una sonrisa.

    Victoria dibujó un círculo de transmutación en un árbol. Puso ambas manos y transformó la planta en una silla. Por fin conoció en ese mundo desconocido lo que era alquimia.

    - ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?- preguntó irónico Roy al tiempo que hacía un chasquido y quemaba la silla.
    - Luego porque uno no tiene amigos- musitó molesta Vic sin mirar a Roy.
    - Tendrás que hacer algo mejor que eso- expresó Roy.

    Victoria recordó todo el esfuerzo que hizo durante un año para llegar donde se encontraba que el comentario de Roy exigiendo más esmero no le causo gracia, en el arranque de coraje la chica rubia juntó ambas manos y las colocó sobre el pasto, produciendo un gran temblor en la tierra y haciendo que ésta emergiera.

    Roy tomó por la fuerza las manos de Victoria tras ver lo que hizo- No creo que hayas heredado eso de tu padre- le dijo con voz seria.

    - Yo creo que si- dijo Vic temiendo un poco.
    - Joseph ¿Tú también puedes hacer lo mismo?- preguntó Mustang con un semblante frío al chico mientras no soltaba de las manos a Vic.

    Definitivamente el ambiente se había vuelto un poco tenso.

    - No.- dijo Joseph dando pasos hacia atrás por lo que acababa de hacer Victoria pues el también sabía que se requería cierto sacrificio para lograr lo que ella hizo.
    - Vete- le exigió Roy a Joseph- Necesito hablar con tu prima- explicó sin soltar a Vic que se rehusaba a darle explicaciones al recién conocido hombre pretendiendo escapar de sus manos.
    - Será mejor que me expliques- dijo Roy después de que Jos se apartara de su presencia.
    - No tengo nada que explicar- dijo Vic haciendo rabia pues Mustang la sujetaba con más fuerza.
    Roy la miró seriamente, con poca finta de amigos. La soltó y le dio la espalda.
    - ¿Porqué?- preguntó Roy sin mirar a Vic- ¿Por qué pudiste cruzar la puerta y aparecer de la nada? Y Tu padre no- indicó molesto.
    Victoria rió un poco sarcástica, sabía que tarde o temprano tendría que darle explicaciones a aquel hombre personalmente.
    - Enfermé ya que no pertenecía al otro mundo, quedaba demás provocando un desequilibrio al existir el mismo ente en un mismo mundo, que obligaba a la naturaleza a darme por muerta por la descendencia que tengo. La única forma de reestablecer el equilibrio era viniendo aquí, pero para ello debía demostrar que realmente pertenecía de este lado, y era mostrarle que llevo la misma sangre que mi padre. Eso fue lo que hice.
    - ¿Por qué Edward no hizo lo misma demostración para indicar que el tampoco pertenecía ahí?- preguntó Roy mirando poco a Vic.
    - Porque mi padre ahora ocupa el lugar de quien antes fue su alter en el otro mundo. No había vuelta atrás ya que en su caso no había desequilibrio…él había escogido quedarse ahí junto con mi tío, sabiendo que una vez tuvo la oportunidad de regresar- dijo Vic tratando de explicar.
    - Sabes que aún pueden regresar…- dijo Roy tomando en cuenta probabilidades.
    - Me habló de ello pero no fue muy específico, por lo que entendí era muy complicado y arriesgado- indicó Vic.
    - Viniste sin sacrificio por una simple demostración y ahora resulta que puedes hacer alquimia sin círculo, razones hay y quiero saber- pidió Mustang.
    - No lo sé, cuando llegué aquí tenía el don- excusó Vic.
    - ¡No es un don!- corrigió molesto Mustang- es un privilegio que se gana….por un gran sacrificio- dijo- por lo general es una habilidad que se obtiene al practicar una transmutación humana fallida, pero más que nada por ser testigo de un gran secreto de la alquimia, algo que vio tu padre y le costó mucho, y por lo que distingo a ti no te hace falta nada… dime Victoria ¿Qué fue lo que diste?- preguntó.
    - ¡Que no he dado nada!- gritó la chica.
    - Eres muy mala mintiendo- río el hombre- estás conciente de que las cosas sí fueron así, no creo que de la nada se te haya ocurrido juntar ambas manos y hacer alquimia, además me parece demasiado extraño que la transmutación que acabas de hacer es la primera que haces en este mundo ¿Por qué no lo intentaste antes al llegar aquí? ¿Qué acaso tenías miedo?- intrigaba el hombre a la rubia.

    Victoria miraba temerosa a Mustang sin que palabra alguna saliera de su boca.

    - No me lo tienes que decir ahora, tarde o temprano lo sabré- le dijo Roy mirándola a los ojos.

    La chica de cabello corto se encontraba frustrada. Sólo el tiempo sería posible de revelar las respuestas a las preguntas de Roy pues la verdad siempre sale a flote tarde o temprano.

    Vic, acompañada de Joseph, tendría que seguir y obedecer a Mustang ya que sabía que el único intermediario de acceder y obtener los medios necesarios para encontrar la forma de regresar con su familia, según había aprendido de su padre, era convirtiéndose en alquimista nacional bajo las órdenes del fürer. Ganarse una mala relación con Roy no era buena idea tomando en cuenta que también tendría que prepararse para aprobar el dichoso examen de ingreso a la milicia, y él, era el único que podría ayudarla con su primo a prepararse pese a las dudas que generaba sobre ella.

    Roy tuvo que poner al corriente a Victoria y a Joseph respecto a varias cosas que habían cambiado referente a lo que Edward y Alphonse les habían contado de su pasado. Para empezar, Winry había contraído matrimonio con un miembro de la milicia, con el que poco después concibió a Matt, pero que desgraciadamente había muerto. Roy se había negado a profundizar respecto a lo último. Durante la ausencia de los Elric, Winry había hecho buenas migas con Rose, por lo que al morir su esposo ambas permanecieron en la casa Rockbell acompañadas de sus respectivos hijos. Mustang sólo mencionó que tras la partida de Ed y Al fue nombrado Fürer del cuartel pero no mencionó nada sobre su vida personal.

    Para ayudar al par de jóvenes, había puesto una condición; que ninguno de ellos mencionara su apellido y mucho menos que salieran de Rizenbull. Vic y Jos extrañados aceptaron, de alguna forma confiaban en Roy Mustang y en lo que hacía.

    La aplicación de la alquimia empezó a ser nuevo motivo de entrenamiento para los sucesores Elric. Ignorando la extraña hablididad de Victoria, Joseph se mostraba indiferente ante la situación dibujando círculos de transmutación con tiza como podía hacer y practicar, Vic hacía lo mismo pero aprovechando la habilidad que tenía, o más bien la que había adquirido extrañamente.

    - Hay algo que no entiendo- dijo Rose una vez que Winry lavaba los platos, y ella miraba por la ventana como Jos y Vic practicaban alquimia con Mustang.
    - ¿Qué cosa?- preguntó Winry interrumpiendo su labor.
    - ¿Por qué Vic y Jos desean regresar a su mundo si acaban de llegar?- preguntó Rose confundida.
    - Lo que sucede es que no fue decisión de ellos venir aquí, Victoria agonizaba en el otro mundo y venir aquí la salvaría. Ahora desea regresar pero para eso necesita encontrar la forma de hacerlo sin alterar el equilibrio entre este mundo y el otro. Se volverá alquimista como su padre- dijo Winry tras un profundo suspiro.

    Rose sólo siguió viendo a Victoria y a Joseph entrenar, especialmente a la chica que parecía agotarse pronto.

    - He notado que Victoria duerme mucho, supongo que le ha agotado el viaje- dijo Rose tratando de ocultar preocupación.
    - Espero que sea eso y no otra cosa lo que la ha agotado- dijo Winry bajando la mirada tristemente.

    No fue hasta varias semanas después que Vic decidió abrir el paquete que su tío le había dado antes de partir del otro mundo, tuvo miedo en un principio pues al abrirlo extrañaría el doble a su familia pero le intrigaba saber el contenido del obsequio. En el interior del paquete había una gabardina roja y sucia, la sacó y la extendió notando un extraño símbolo negro ubicado en la parte trasera del atuendo, miró otra vez dentro en el paquete y encontró una fotografía donde se apreciaba a toda la familia Elric.

    Sonrío gustosa por el retrato pero decidió guardarlo teniendo sus razones.
    No sabía el significado de la gabardina roja por lo que decidió acudir a Winry para ver si ella era capaz de decirle.

    - ¡Vaya!- emitió Winry al ver la gabardina- creí que nunca más la volvería a ver, seguramente ya ni le queda a Edward- dijo viendo las malas condiciones con que se encontraba la gabardina.

    La chica ojimiel miraba sin entender.

    - Ésta gabardina siempre la llevaba tu padre, dejó de usarla y me la dio a guardar, más tarde tu tío lo usó- explicó la rubia mujer aclarando a Vic el significado especial de la prenda.

    Winry aprovechó el momento para preguntarle a Vic.- y dime Victoria… ¿Cómo es tú madre?- preguntó dulcemente con sus ojos azules. Victoria simplemente la miró pues en Winry la veía a ella, a su madre.

    - Es muy bonita- dijo Vic mirando tiernamente a Winry.
    - Sabía que Ed encontraría a ésa persona especial- sonrío la amiga de su padre.

    Vic bajó la mirada. Desde el primer momento en que vio a Winry notó el gran parecido que tenía con su madre, pero no dijo nada, porque también se dio cuenta de muchas cosas que prefirió guardar.

    Winry, no debía ver la fotografía de su familia.

    Durante el tiempo de estadía en la casa Rockbell, Joseph y Victoria socializaron con Kain y Matt. Por lo general, el chico mecánico molestando a la chica por su apariencia, Kain era el pacifista que trataba de calmarlos y Joseph sólo observaba los conflictos o simplemente le daba igual mientras no se metieran con él.

    - ¡Deja de decir que estoy plana como una pared!- gritaba Vic en una de las riñas.
    - No dije que estabas plana sino que eres poco femenina- dijo Matt riendo pues le divertía ver la reacción de Vic ante sus burlas.
    - Matt ya basta, la has estado molestando toda la mañana- decía Kein razonadamente- además, yo creo que Vic es muy linda no sé porque la molestas tanto, a no ser de que te guste- dijo Kain pensando la situación para callar a Matt. No lo calló pero provocó que se sonrojara levemente.
    - ¡En mi sano juicio cómo podría gustarme eso!- explotó Matt señalando a Vic
    La chica rubia bajó la mirada asomando pequeñas lágrimas para luego entrar corriendo a la casa Rockbell. Joseph que había visto todo, en una de esas mañanas en Rizembull, se acercó a Matt muy molesto.
    - Te diré una cosa Matt- dijo Jos acercándose más al mecánico- aunque te cueste creerlo mi prima es una chica y por lo tanto un ser humano que sufre y siente de la misma manera en que perdiste a tu padre sabiendo que nunca más lo volverías a ver, ahora imagina que no sólo no volverías a ver a tu padre sino también a tú familia…- dijo causando impacto en Matt-… y que un idiota venga a burlarse de ti ….bueno, ya sabes como se sentiría, tan sólo te pido un poco de comprensión- dijo Jos fríamente.

    Matt rabió un poco pero en el fondo sabía que había hecho mal.

    Los días pasaron con las frecuentes visitas de Roy para preparar a Vic y Jos, y Matt seguía sin disculparse. Un día, Matt que observaba a Victoria jugar con un yoyo encontró la forma de disculparse con ella pero para ello necesitaba esperar hasta el día en que la joven se convirtiera en alquimista nacional. Mientras tanto, Vic y él se evitaban.

    - Mañana será su examen- indicó Roy un día anterior a la aplicación de la prueba.
    - Yo no lo presentaré- dijo Joseph seguro de lo que decía.
    Su prima lo miró con tristeza tras oír lo que dijo- Pero Joseph creí que…
    - Sólo tú eres capaz de dar lo que sea por regresar Victoria, yo no- dijo el chico recordando el resentimiento hacia su padre Alphonse.

    Roy sólo bajaba la mirada seriamente pues ya estaba preparado a que Joseph se negara a ser alquimista nacional.

    - ¿Tú también piensas retirarte?- le preguntó Roy con firmeza la chica.
    - No- respondió ella.
    - Bien-suspiró Roy-Primero presentarás un examen de conocimiento, ese mismo día te presentarás con los grandes cargos de la milicia y nos dirás tu razón de ser alquimista nacional, y por último tu examen práctico. Las cosas han cambiado un poco también en la milicia. El examen práctico ahora consiste en una enfrenta que tendrás con un alquimista nacional que yo mismo he seleccionado al azar, sólo podrás usar tu fuerza física y las habilidades con la alquimia. Una cosa más, necesito que evites tu identidad- señaló Roy.
    - No entiendo - dijo Vic mirándolo confundida.
    - Ocultarás tu imagen y no mencionarás tu nombre y apellido- le dijo el Fürer sonriendo.
    - ¿Pero porqué?- preguntó Vic un tanto molesta y extrañada.
    - ¿Quieres que te recuerden como “la hija de Edward Elric” o “Victoria la alquimista”?- interrogó Roy con voz emotiva- sólo así podrás demostrar que tú eres más que un simple apellido y nadie te juzgará por tus raíces, sino por quien en verdad eres y te vales.

    Los ojos miel de Vic brillaron con intensidad aceptando lo que Mustang le pedía.

    Al día siguiente Victoria viajó a Ciudad Central. Al llegar, se encontraba maravillada con el lugar mirando atenta por doquier. Como debía ocultar su identidad, no encontró mejor forma que vestirse como chico escondiendo su cabellera con una boina y usando lentes para opacar sus ojos dorados. El decir que en ésa ocasión una chica de doce años presentaría el examen de alquimista nacional llamaría mucho la atención y despertaría sospechas. Dio su nombre verdadero bajo el aguardo y protección de Mustang.

    Presentó y aprobó el examen con buenas notas pero no tan buenas como con las que su padre aprobó a su edad, al menos obtuvo más haya de lo necesario. Después pasó a presentarse a una gran sala donde los altos mandos del ejército la esperaban de pie con el fürer Mustang a la cabeza. Le preguntaron, respondió sus razones e inmediatamente salió afligida de la sala.
    Días después Vic viajó de nuevo a Ciudad Central acompañada del trío de chicos. La joven se cubrió el rostro con la capucha de una gabardina negra que Winry le había dado deseándole mucha suerte para su examen de práctica.

    Cuando llegó al Cuartel general tenía una cita personal con el Fürer quien la esperaba.

    Todos los del cuartel al ver la ajena figura con capucha paseándose por los pasillos inmediatamente empezaron a cuestionar su identidad.

    Llegó sola a la oficina de Mustang, ya había entregado hacía tiempo su solicitud sólo era cuestión de que Roy le indicara donde debía ser la prueba.

    - Será en la parte trasera del cuartel- dijo Mustang- Mucha suerte Victoria- sonrío el hombre viendo el rostro asustado de la chica.

    En la parte trasera del cuartel se llevaría acabo la gran prueba. Victoria esperaba a que su oponente apareciera, se encontraba nerviosa con toda esa gente de la milicia que la veía extrañada y dudosa mientras ella hacía el mayor esfuerzo por ocultar su identidad. Entre los espectadores se encontraban Jos, Matt y Kain.

    En el público, una chica con el uniforme de la milicia y de cabello castaño amarrado en cola alta llegaba con sus compañeros del cuartel.

    - ¿Aún no empieza?- preguntó al llegar junto a Breda y Havoc. Los dos hombres que alguna vez fueron subordinados del, en aquel entonces, Coronel Mustang, poco habían cambiado, tan sólo se habían dejado crecer la barba y habían afilado sus rostros con los años.
    - No, todavía, es que ya tardó en llegar…- decía Havoc a la chica antes de ser interrumpido.
    - ¡Como siempre! Cree que el mundo está a su favor- dijo molesta la chica provocando que Havoc riera un poco.

    En eso llegó Fuery corriendo y metiéndose entre la gente - ¡Señorita Elysia!- gritaba.

    - Parece que otra vez te buscan- le dijo Havoc a la chica que hacía mueca de fastidio.
    - Dame un cigarrillo Havoc- pidió lamentándose la chica al militar que enseguida le dio lo que exigía.
    - ¿Por qué no pidió permiso para retirarse de su labor?- preguntó preocupado Fuery al llegar hasta la castaña.
    - Deja de preocuparte sólo fue por esta vez- dijo la chica intentando encender el cigarrillo que ya se había llevado a la boca.
    - ¡¿¿Havoc le diste un cigarrillo??!- preguntó Fuery molesto.
    - No realmente- dijo Havoc cerrando los ojos despreocupadamente.
    - ¡Es de dulce!- exclamó Elysia al darse cuenta de que por más que intentaba no lograba encender el cigarrillo.

    Finalmente le avisaron a Victoria que su oponente ya había llegado. Tras el aviso, Mustang llegó a dar inicio al combate y todos los del cuartel mostraron respeto a la presencia del Fürer saludándole con una mano en la frente. Le asignaron un lugar especial donde él era el único a quien le correspondía una silla con un gran panorama por delante para poder ver la enfrenta y no perderse ningún detalle. Antes de tomar asiento, escuchó la presentación de los oponentes.

    - ¡De este lado tenemos a la alquimista del agua!…- señaló un militar a una chica que se asomaba a vista de todos.

    Victoria se fijó asombrada en su oponente. Era una chica poco más grande que ella, de cabello oscuro y largo, bella, ruda y coqueta con su uniforme militar de falda corta y ajustada, asomando una cadena plateada de su bolsillo. La joven alquimista llamaba la atención de todo caballero. Lo extraño, era que la chica llevaba zapatillas azules para combatir.

    - ¡Y del otro lado…-siguió presentando el militar- tenemos a … un oponente anónimo- dijo el hombre sorprendiéndose así mismo tras leer las tarjetas de presentación y no encontrar el nombre de quien acudía al examen causando revuelo entre el público de la milicia. Roy tuvo que hacerle una seña al presentador para indicarle que todo estaba en orden y que prosiguiera- ¡Que inicie el examen!- gritó el militar.

    La joven Elric se aferró a su gabardina para no mostrar su rostro. Nadie debía saber quien era hasta terminar el examen.

    - Seas quien seas- dijo la chica alquimista muy engreída- aquí quien elije las reglas soy yo, así que decido pelear a mi estilo- finalizó poniendo ambas manos en el suelo transmutando una especie de tubo metálico con base, suspendido en el aire a poca altura- Sube, si es que puedes- dijo la joven trepándose el tubo hasta ponerse completamente de pie manteniendo el equilibrio sobre el cilindro de poco grosor con todo y zapatillas puestas.
    Victoria hizo lo mismo y para sorpresa de su oponente también se puso de pie sobre el tubo de metal.

    - Con la misma facilidad con la que subiste igual bajarás. - río la alquimista- ¡Empecemos!- gritó.

    La chica de cabello oscuro sacó un prendedor oculto en su cabello y lo transformó en una gran afilada lanza.

    - Si caes pierdes- dijo la alquimista apuntando con el arma a Vic.
    De la misma barra de metal Victoria igual obtuvo una lanza con el don que decía haber heredado de su padre. Los espectadores miraban estupefactos lo que el misterioso personaje acababa de hacer, en especial Havoc, Breda, Fuery y Elysia.

    La alquimista del agua, sin tomar importancia de la habilidad de su contrincante, se lanzó a atacarla pero Vic reaccionó con rapidez tomando impulso de su propia lanza y pasando por encima a su agresora sin caer del tubo. Decidió atacarla ésta ocasión pasando la lanza por sus pies, pero la bella chica logró reaccionar dando un gran brinco para esquivar el ataque. Saltos y esquivos daban las chicas. Varias veces Victoria pasó a caerse, pero rápidamente volvía a recuperar el equilibrio aunque por cada enfrenta se agotaba más y más.

    - ¿Qué sucede? ¿Ya te cansaste?- peguntaba burlona la chica de cabello oscuro.

    Vic se aguantaba las ganas, pero era verdad, extrañamente se había agotado muy pronto y empezaba a marearse.

    Ya le iba a atacar su ponente cuando de pronto Vic tambaleó a punto de desmayarse y caer el suelo. Afortunadamente, a tiempo se aferró del tubo con una mano a pocos centímetros de tocar el suelo y perder.

    La chica alquimista se acercó a la asustada figura que temía por la derrota.
    - No sé quien eres, pero ni creas que un don nadie podrá vencerme, tan sólo dime tú nombre y no será tan doloroso tu fracaso- le dijo a quien no le podía ver el rostro pues Vic lo ocultaba demasiado bien.

    Aprovechando el descuido que tenía la alquimista, con una mano Victoria tiró del tubo a la engreída chica y ésta cayó al suelo.

    Muy molesta por la brusquedad con que se derribó en el piso, le reclamó a Vic-¡Ni pienses que has ganado!, si sabes bien, no has usado mucho la alquimia, tan sólo tú fuerza física y eso no te da créditos para aprobar ¡Tienes que vencerme como un alquimista!

    La chica de gabardina negra miraba a quien se enfrentaba temiendo que jamás obtendría el triunfo.

    - ¡Baja! Has pasado la primera parte de condición física. Ahora muéstrame tus habilidades alquímicas- exigió la alquimista del agua.

    Victoria bajó y se preparó para pelear por la segunda fase. La alquimista coqueta empezó sacando un poco de agua de una botella que traía. Elevó en el aire una masa líquida controlada con sus manos, luego la congeló y pequeños fragmentos afilados de hielo logró producir. Enseguida Vic temió por su vida.

    La chica alquimista arrojó a gran velocidad los fragmentos de hielo cual si fueran dagas, Vic las esquivaba pero una que otra alcanzó a perforar su gabardina. Pensó en algo rápido que decidió formar una pared, con el mismo suelo, que la protegiera de los ataques.

    - No Victoria, no seas cobarde, piensa en algo… ¡Pronto!- se susurraba así misma la asustadiza chica.
    - Si logro quitarte la gabardina me dirás tu nombre- le propuso la chica de cabello oscuro- si tú logras quitarme mi reloj de alquimista nacional automáticamente ganarás.

    La hija de Ed aceptó asomándose a la vista de su rival.

    Una increíble batalla se desató entre la alquimista del agua y el misterioso personaje de gabardina negra. Los espectadores miraban asombrados la agilidad del último.

    En uno de los ataques, Vic recordó el acuerdo y colocó ambas manos sobre el piso provocando que la tierra temblara, por consecuencia la chica alquimista cayó sentada al suelo y Vic se acercó para arrebatarle el reloj de bolsillo. Pero no tomó en cuenta que su adversario transmutó agua que había caído al suelo y que ella estaba sobre el charco que pronto se volvió hielo aferrándola al suelo.

    - Ahora veamos quién se esconde bajo esa gabardina.- dijo la alquimista arrebatándole a Vic la gabardina negra y dejando a la vista su rostro.

    La chica rubia mantuvo la cabeza baja apenas cubriendo su rostro con sus cortos cabellos. La ropa que ahora traía era diferente a la que había usado en un principio, sin duda, Winry le había hecho el moderno vestido que ahora llevaba.

    - Mi nombre es…- murmuró la joven de doce años- Victoria Elric- terminó diciendo alzando el rostro y dejando ver su mirada dorada y brillante.

    El público permaneció sin habla ante el increíble asombro de escuchar el nombre de aquélla chica. Havoc dejó caer su cigarrillo de la boca y Fuery y Breda también estaban boquiabiertos.

    Gotas de sangre empezaron a brotar de la nariz de Victoria cayendo al suelo. Se había esforzado demasiado que su cuerpo empezaba a reclamarle. La vista se le nublaba y las voces se le hacían distantes, fue en ése momento cuando empezó a recordar a su familia, de lo feliz que era. Y una pregunta que jamás olvidaría resurgió en su pensamiento ¿Qué has dado a cambio Victoria? No soportó más y se desmayó.

    Había perdido más allá de una batalla. Mustang lo sabía, ella lo sabía…y otros seres también.
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  15.  
    Winly_Itzumy

    Winly_Itzumy Guest

    Título:
    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
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    15
     
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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    No puedo creer de todo lo que me perdi O_O Vayaa!!!Oye escribes muyy pero muyyyyy bien!!!!te felicito =D!!! enserio...que buen fic tienes!!!=D
    Espero la continuacion n.n enserio..me ha gustado demasiado...le dire a los demas que vengan a leerlo =D mereces que mucho vean tu talento =D


    Buri-chan
     
  16.  
    Weenhallo

    Weenhallo Entusiasta

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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ohayoo!!!!!!!! Negimo xD
    k pedazo de conti, ya kiero ver como sigue ^^
    kiero saber k es lo k a dado Vic en la puerta... k sera sera??
    lo dejaste muyyyyyy emocionante y kiero ver como sigue pronto!!!!^^
    pobre Hugles si viera como es su hija... una fumadora ToT
    pro estubo muy gracioso lo del dulce xD y tambien me rei muxo con lo de la minifalda... al final roy consigui su objetivo :P
    una pregunta, se sabra mas adelante kien es la alquimista del agua???
    pon la conti pronto!!!
    ¡Ja Nee!!!!
     
  17.  
    Edo

    Edo Guest

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    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    tu fic es increible
    creo que una amiga lo vio en un foro de FMA
    y me hablo de el,y ahora que lo leo...
    la verdad esque esta impresionante,me gusta mucho
    espero que sigas poniendolo,tienes mi apoyo o_ô
    adioooos escribes muy bien
     
  18.  
    Winly_Itzumy

    Winly_Itzumy Guest

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    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ToT Oyeee contii xD cuando puedas claro.....me encanto tu fic >w<
     
  19.  
    Nekogirlmorr

    Nekogirlmorr Guest

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    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ¡Problemas con el post! se me puso doble..n.nU
     
  20.  
    Nekogirlmorr

    Nekogirlmorr Guest

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    La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)
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    Re: La alquimista de la sangre dorada (¿Victoria, hija de Ed?)

    ¡Hi! Lamento el atraso, es que me fui de vacaciones, pero ya regresé para traerles el otro capt, ahora sí, con este capt ya están al día hasta donde he publicado.

    Ween: ¡Muchas gracias por tu comentario! respecto a tu duda de la alquimista del agua se resolverá en este capt. me disculpo por el atraso n.nU

    Winly_Itzumy: ¡Muchas gracias por tus halagos y estar al pendiente! ¡Qué linda! y gracias también por eso de recomendarme ;__; creí que nadie más leería el fic.

    Edo: ¡Muchas gracias por tu apoyo! la verdad es que lo he publicado en muchos foros y he tenido buen recibimiento n.n ¡Me alegra que también te guste el fic!

    ¡Muchas gracias por sus cometarios, espero verlos nuevamente!¡Dejen comentarios pliz! ^-^

    Nota 1: Éste capítulo es para ambientar los próximos.
    Nota 2: ¡Ahora sí empieza lo bueno!

    La alquimista de la sangre dorada (capt 7)

    - Victoria…- oía a lo lejos una voz que la llamaba. Sumergida en la oscuridad, vislumbró entre sus recuerdos una gran malévola sonrisa que macabramente le decía.- Gracias.- mientras se escuchaba el sonido hueco de gotas repicando contra el suelo, gotas, de sangre. Ella sentía que por cada tintineo el aliento se le iba más y más agotándole paulatinamente la respiración, y cuando intentó gritar despertó inmediatamente.

    Abrió los ojos desesperada y se topó con Joseph, Matt y Kain que la miraban preocupada.

    - ¿Estás bien?- preguntó Kain.

    Enseguida Victoria notó que estaba tendida en el suelo en el campo donde poco antes había tenido su combate, aún estaba el público y todo aquel que había presenciado el enfrentamiento. Sólo habían pasado unos minutos para que la chica recuperara la conciencia.

    Decepcionada, bajó la mirada tras recordar que había perdido. Pero luego miró a su mano derecha que se encontraba con el puño cerrado, lo abrió lentamente y asombrada observó que sostenía en la palma de su mano un reloj de alquimista nacional.

    - Felicidades.- dijo la dueña del reloj mientras le tendía amablemente una mano para ayudarla a ponerse de pie.

    Vic accedió y cuando lo hizo aplausos se escucharon entre los espectadores. Hasta Mustang se había puesto de pie para aplaudirle.

    La alquimista del agua cumplió su propuesta de que si Vic lograba quitarle el reloj ella automáticamente ganaría.

    La chica ganadora, confundida, no entendía lo que sucedía. Tuvo el instinto de pasar la mano por la nariz manchando la extremidad con sangre ya que antes de perder el conocimiento tuvo una hemorragia nasal que para ese momento ya había cesado.

    - Joseph…- llamó Vic a su primo- ¿Qué fue lo que sucedió?- preguntó.
    - Antes de que desmayaras extendiste la mano derecha y atrajiste hacia ti el reloj-le contestó Jos también sin entender la nueva habilidad de Vic.

    La chica miró más confundida a su primo, ella casi juraba que había perdido la enfrenta.

    - ¡Vaya! Lo logró- brincó de alegría Elysia después de ver quien ganó- ¿Observaron? ¡Atrajo el reloj con la mano como si fuera un imán! Eso le pasa a ésa presumida alquimista por confiarse de un extraño- expresaba alegre.
    - Ni tan extraño- suspiró Havoc sin apartar la vista de Victoria.

    Momentos después, los militares poco a poco se fueron retirando pues la enfrenta se había dado por finalizada y se les había dado la orden de regresar a sus respectivos puestos.

    Tras la retirada de todo el personal de cuartel general, el fürer Mustang se acercó a Victoria quien aún tenía la cara manchada de sangre.

    - Lo lograste- sonrió Mustang- Desde hoy, serás la alquimista de la sangre dorada- le dijo entregándole un reloj nuevo y brillante de alquimista nacional.
    Vic miró el reloj y luego a Mustang.
    - Pero… ¿Por qué la alquimista de la sangre dorada?- preguntó la chica.
    - Porque has demostrado que sobresales más allá por lo que llevas dentro que por lo que aparentas- le dijo Roy dándole un pañuelo para que se limpiara bien el rostro-… y dorada, por los ojos miel que tienes como tu padre. La sangre de los Elric corre por tus venas- le dijo con una leve sonrisa.
    - ¿No había dicho que…
    - ¿No me digas que te avergüenzas de tu apellido?- le regaño Mustang jugando un poco.
    - Pero es que usted dijo…- recordaba confundida Vic.
    - Tu padre y tu tío marcaron con el apellido Elric un pasado que nadie nunca olvidará, ahora te toca a ti marcar el presente- le dijo Roy sonriéndole a la chica.
    - Pero nadie entenderá mi apodo- se quejó un poco Vic.
    - Lo mismo le pasaba a tu padre al ser el alquimista de acero y confundirlo con tu tío.- río un poco Mustang- pero eso no es problema tuyo, eso es algo que las personas entenderán al conocerte- expresó provocando que la chica rubia sonriera alegremente.

    La alquimista a la que se había enfrentado Victoria ya no lucía tan presumida y pedante al ver triunfal a la chica rubia, que sin recelo decidió marcharse sin decir palabra alguna, tan sólo un mohín de alegría.

    Más tarde, en el cuartel, Roy le había comisionado a uno de los miembros de la milicia que se encargara de mostrarle el establecimiento a la reciente alquimista nacional que aún permanecía insegura por su dichosa gloria. Victoria esperaba de pie a que el encargado llegara.

    - Hola- saludó una chica de cabello castaño a Victoria que apenas escuchó su voz viró a verla- Soy Elysia Huges y tengo la orden de mostrarte el cuartel- le dijo sonriente.

    - Si, gracias- dijo Vic mostrando un agradable gesto.
    - Vi la batalla que tuviste hace poco y debo decir que me sorprendiste mucho, es decir, no cualquiera vence a Alaine Mustang- dijo con admiración.
    - ¿Dijiste Mustang?- preguntó Vic incrédula.
    - Si… ¿No sabías que es la hija del Fürer?- preguntó Elysia.
    - No…-dijo Vic bajando la mirada para luego sonreír pícaramente- pero no importa- expresó.
    - Bien, pero antes de mostrarte las instalaciones ¿Hay algo que quieras saber?- preguntó la castaña dulcemente.
    - Si, ¿Porqué es que hay mujeres que llevan el uniforme con falda y otras no? ¿Qué acaso es optativo?- preguntó incauta Victoria mientras observaba al personal que pasaba y notar tan notable contraste.
    - Ah, eso es porque...verás, hace muchos años cuando Roy fue nombrado Fürer exigió como requisito que toda mujer de la milicia usara falda, pero pocos años después, al momento que su hija fue nombrada alquimista nacional notó que el requisito fue sobrellevado por su hija, como habrás notado- dijo Elysia mientras Vic recordaba la diminuta falda que llevaba su contrincante- es por eso que decidió hacerlo optativo- continuaba Elysia- pero ya ves que de nada le sirvió, ya que la presumida de Aleine sigue usando el uniforme como le da la gana y cambiar el reglamento le dejaría a Roy una mala reputación en la milicia.

    Apenas terminó de contar Elysia la razón del uniforme, pasó junto a las chicas una mujer de mirada fuerte con lentes y cabello rubio muy corto, vestida de traje y portando una bolsa en un brazo, atrayendo inmediatamente la atención de Vic por su peculiar porte.

    - Ella es la esposa de Mustang- indicó Elysia mirando a la mujer. A Vic, se le hacía poco creíble que una mujer tan recia como figuraba ser aquella dama fuese la esposa del Fürer Roy.

    La mujer iba en dirección hacia la oficina de Mustang, entró azotando la puerta provocando que Vic y Elysia dieran un brinco por el estruendo.
    - Ahí van otra vez- dijo Elysia preparándose.

    Al poco rato salió la de la oficina la misma mujer de antes seguida de Mustang, por lo visto la rubia se encontraba muy molesta y Roy trataba de explicarse.

    - L-lo lamento Riza te prometo que…- se disculpaba Roy por alguna falta.
    - ¡¿Lo prometes?! Todos los años es lo mismo- dijo molesta Riza con sus finos ojos café rojizo, después suspiró profundamente- Debería acostumbrarme- dijo tranquilizándose y bajando triste la mirada.
    - N-no te pongas triste…- dijo Roy entrando en un tono sentimental- por favor- pidió alzando con la mano el mentón de su esposa que lo miró con ojos dulces.
    - Tonto.-murmuró enojada Riza para luego con su bolsa golpear a Roy y dejarlo adolorido.

    El acto agresivo, e inesperado de la mujer, sorprendió a Vic mientras que a Elysia le causaba mucha gracia.

    La rubia de lentes se dispuso a marcharse de nuevo seguida de Roy, que a pesar del golpe, seguía suplicándole a su esposa que lo escuchara. Pasó de regreso Riza junto a Vic y ésta vez cruzaron miradas causando desconcierto en la de traje.

    - Tú eres…- dijo Riza al detenerse y cambiar el semblante dirigiéndose a Vic.
    - Ella es Victoria, la hija de Edward, la chica de la que últimamente te he contado- dijo Roy al estar junto a su esposa.
    - Hablaba con ella- dijo Riza con una mirada asesina asustando a su esposo.
    - Ya eres alquimista nacional ¿No es así?- le preguntó Riza volviendo a dirigirse a la chica.
    - Si, desde hoy soy la alquimista de la sangre dorada- dijo Vic con orgullo.
    - No sabía tu nuevo apodo, pero te queda muy bien- interrumpió Elysia- la verdad es que sangraste mucho en tú examen- dijo equivocando la razón del apodo por la hemorragia nasal de Vic.

    Roy río un poco y Vic, apenada, se tapó la nariz. Riza también entendió el comentario mientras veía a Victoria y recordaba cuando Ed se unió a la milicia a su misma edad.

    Riza sabía de Vic y por supuesto de Jos pues Roy nunca le ocultó de lo que se había dedicado semanas antes, siempre le había sido honesto a su esposa desde un principio pero le había pedido discreción y ella lo entendía.

    - Me tengo que ir-indicó Riza en presencia de Vic- fue un gusto conocerte Victoria- dijo sonriéndole a la alquimista- Soy Riza y puedes consultarme cuando necesites- se presentó antes de marcharse.
    - ¿No la va a seguir?- preguntó Elysia a Roy tras ver que Riza se retiraba.
    - No, además tiene todas para molestarse- dijo Roy volviendo a su compostura.
    - Olvidó su aniversario ¿verdad?- preguntó aburrida Elysia mirando la cara de Roy que afirmaba lo que decía.
    - ¿Por qué no me dijo que estaba casado y con hija?- aprovechó Vic para reclamar.
    - Preferí que tú lo notaras- contestó Roy empezando a irse también- Por cierto…- dijo deteniéndose en seco y volviendo a hablar- cuando dije que escogí a tu contrincante al azar, siempre fue así- recalcó marchándose.

    Vic se quedó de pie metiendo una mano al bolsillo y apretando su nuevo reloj de alquimista nacional ya que no podía creer que el artefacto realmente estuviera ahí por vencer a nada más ni nada menos que a la propia hija de Mustang.

    Afuera del cuartel Jos, Kain y Matt esperaban a Victoria pues sólo aquél que trabajara para la milicia podía acceder a las instalaciones.

    - Ya tardó mucho- dijo Matt recostado en las escaleras de la entrada del edificio.
    - Estás preocupada por ella- dijo Kain mirando juguetonamente a Matt.
    - ¡No!- dijo Matt pensando en algo rápido- me preocupan los de la milicia, tener que soportar a tan odiosa chica no es algo fácil- dijo riendo.

    Kain enseguida hizo una seña para que Matt no dijera más ya que Jos estaba junto a ellos y desde la última vez que Matt había ofendido a Victoria, se ganó una mala relación con Jos. Pero en esos momentos Joseph ni siquiera prestaba atención a lo que los chicos decían, tan sólo recordaba el examen de su prima.

    La chica, antes de desplomarse en el suelo, alzó la mano derecha en dirección a Aleine con el deseo de obtener su reloj, y en un abrir y cerrar de ojos había cumplido su deseo a vista de todos los espectadores que hacía poco habían presenciado el suceso. Extrañamente Victoria había atraído el reloj hacia ella tal si fuera un imán.

    Jos pensaba en ello cuando Aleine pasó junto a él, Kain y Matt, deteniéndose a preguntar por Vic.

    - No, no la hemos visto- respondió Matt tras la pregunta de la bella alquimista.
    - Si la ven, díganle que quisiera hablar con ella- dijo Aleine siendo observada por Kain y Matt, que extrañados veían el cambio de actitud de la alquimista del agua que antes lucía presumida y chocante, y ahora, amigable.

    Aleine no había prestado mucha atención en Jos pues el chico se encontraba un poco apartado de sus acompañantes recargado en un pilar del edificio. Pero al verlo, lo vio tan guapo con su cabello castaño un poco largo y esa mirada tan fría que denotaba madurez, que sin más decidió entablar conversación con él.

    - ¿Y tú porqué no te volviste alquimista nacional?- preguntó coqueta Aleine- Me hubiera encantado enfrentarme a ti.

    Joseph ni se inmutó en responderle a la chica quien ofendida lo miró molesta para después marcharse.

    No caminó mucho Aleine cuando chocó con Elysia y Victoria, en especial con Elysia pues le había botado unos papeles que llevaba.

    - Haber si la próxima vez te fijas mejor Aleine- dijo Elysia recogiendo los papeles tirados en el suelo.
    - Haber si la próxima te apartas de mi vista- dijo Aleine muy retadora.
    - No habrá próxima vez porque no voy a permitir que sigas siendo tan grosera conmigo- dijo Elysia molesta.

    Victoria sólo miraba a las chicas que parecían llevarse tan mal desde antes de que ella ingresara al cuartel.

    - Dejen de pelear- dijo Havoc apareciendo en escena fumando su peculiar cigarrillo.

    Aleine y Elysia miraron muy molestas hacia otro lado.

    - Quien las viera- río Havoc- La señorita Huges y la señorita Mustang…peleándose- dijo el hombre haciendo referencia a la gran amistad que una vez sostuvieron sus padres. Las chicas se pusieron más de mala gana debido a que siempre comparaban su relación con sus antecesores.

    - Aleine, no debes ser tan grosera con Elysia, es más grande que tú y le debes respeto. Y tú Elysia, no debes seguirle el juego a Aleine- dijo Havoc poco interesado pero corrigiendo a las chicas. Realmente era muy raro que Havoc se tomara la molestia de corregir al par de chicas, pero era obvio que se debía a un especial cariño que les guardaba.

    Victoria sólo miraba inocente al hombre que en cierta forma acababa de regañar a sus más recientes conocidas. Havoc la miró, le sonrió y le dio su nombre pues lo ojos de la chica denotaban curiosidad por él.

    No hubo necesidad de que Havoc le preguntara a la ambarina su nombre, pues por todo el cuartel ya era demasiado mencionado tras ver a la chica presentar su examen de alquimista nacional y aprobar inesperadamente a vista de todos.

    Si antes Aleine estaba enojada por la indiferencia de Joseph, ahora lo estaba más por toparse con Elysia, tanto, que olvidó hablar con Victoria. La alquimista del agua decidió marcharse dejando irrespetuosamente a Havoc con la palabra en la boca al querer este preguntarle a Vic si encontraba bien por antes haberse desmayado.

    Tras la retirada de Aleine, Vic quiso responderle a Havoc su pregunta pero de pronto, su nariz empezó a sangrar de nuevo en lo que ella intentaba retener la hemorragia tapándose la nariz con ambas manos.

    Havoc miró sorprendido a la chica, más no asustado debido a que la hemorragia no parecía tan grave como para alarmarse.

    - ¡Ah ya entiendo! Por eso te dicen la alquimista de la sangre dorada, no sabía que tus hemorragias nasales fueran tan constantes- le dijo Havoc a Vic provocando que la chica se sonrojara levemente por el mal entendido.

    Todos los del cuartel creían que el apodo de Vic hacía referencia a sus hemorragias nasales, pues la chica en plena batalla, sin ser herida, había sangrado antes de desmayarse para luego despertar triunfal, lo cual, la había distinguido notablemente de cualquier otro alquimista nacional. Sabían que era dorada por sus rubios ojos y cabellos pero ignoraban el profundo significado que Roy le había dado a su apodo.

    La joven Elric tras conocer todo el cuartel general con la ayuda de su nueva amiga Elysia, decidió días después regresar a Rizembull antes de emprender su nuevo viaje para encontrar la forma de regresar a su mundo sin alterar el equilibrio entre éste y el otro.

    Apenas llegó Victoria a Rizembull acompañada de su primo Jos y sus amigos Matt y kain, le contó a Winry todo lo que había sucedido en Central. Aunque Winry le sonreía mostrando regodeo por su reciente nombramiento de alquimista nacional, en su interior, no podía evitar sentirse afligida por lo que previsiblemente le esperaba a la chica.

    Una cálida tarde, de esos días en los que Vic había decidido junto con su primo quedarse en la casa Rockbell antes de partir, la chica Elric caminaba sin rumbo simplemente para dar un gran paseo por el lugar natal de su padre y tío. Mientras recorría un sendero, el radiante y anaranjado atardecer le hacía pensar demasiadas cosas, entre ellas las preguntas que Roy le había hecho en un principio al conocerla.

    Le afligía en el alma, el saber, que realmente existían respuestas.

    Caminó largo rato bajando la mirada tristemente hasta toparse con lo que parecía ser un cementerio. No lo pensó y aprovechó para buscar una lápida en especial, plasmando una pequeña sonrisa en su rostro. Buscó y buscó entre lápidas y epitafios sin encontrar lo que buscaba. Cansada, decidió reposar bajo la sombra de un árbol mirando el horizonte que se vestía de vivaces colores al tiempo que sentía el viento rozarle el rostro. Ya dispuesta a marcharse, al ponerse de pie notó que donde antes descansaba había una lápida que no había visto antes. Movió el musgo que por el pasar de los años cubría la inscripción y leyó el nombre suscrito en ella: Trisha Elric.
    Apenas leyó el nombre cayó de rodillas frente a la tumba, la contempló largo rato y pequeñas lágrimas empezaron a caer en la piedra. Sólo el viento podía ser testigo de sus palabras.

    - Mi papá está bien…- dijo sonriendo tiernamente mirando el nombre de su abuela en la lápida- …pero yo no.- se lamentó la chica restregando su dolor- También he sacrificado una parte de mí- dijo Victoria derramando grandes lágrimas y causando que un aliento se detuviera en seco.

    Escondido en un árbol, estaba Joseph escuchando todo lo que su prima terminaba de decir. La había seguido para hablar con ella, pero ya no hallaba necesidad de que así fuera. Con terror en los ojos había comprobado sus sospechas mientras se tumbaba en el suelo y murmuraba el nombre de su prima lamentándose por ella.

    Roy tenía razón, sabía que la chica le ocultaba algo, lo que no sabía es que era más grave de lo que se esperaba.

    Victoria regresó a la casa Rockbell, y cuando llegó se dispuso a buscar su reloj de alquimista nacional llevada por la ira y el coraje. De una maleta que Winry le había dado para que ella guardase sus cosas, arrojó toda clase de objetos y ropa dispersándolas por toda la habitación. Lloraba y sollozaba por el sacrificio que había hecho, aunque físicamente, nada le faltaba. Tan sólo era el aguardo de su secreto lo que la tenía agobiada.

    Hubo un momento en que ya no había nada más que arrojar de la maleta pues el último objeto que quedaba en si interior era la fotografía en donde aparecía su familia. Su principal tesoro, arrojar el retrato sería como desechar esperanzas. Fue por eso que tomó la fotografía y lo apego a su pecho abrazándola con fuerza.

    - ¡Victoria!- oyó la chica que la buscaban.

    Guardó el retrato, secó sus lágrimas y fue a la sala de la casa, encontrándose a Matt, que al momento de verla se ruborizó inmediatamente.

    - Vic...yo… te quería pedir perdón, por lo que pasó hace tiempo.- dijo Matt sin verla y dando un profundo suspiro.- por eso, te hice un obsequio.- dijo mostrando las manos que antes ocultaba por la espalda.

    El mecánico mostró su más reciente obra. No era sino a la vista el reloj de alquimista nacional de Vic.

    - Lo tomé prestado.- dijo Matt retomando compostura.- espero que no te moleste- mencionó para ironía de Victoria que se limitó a sonreír mesuradamente.
    - Pero si no le has hecho nada.- dijo Vic mirando intacto el reloj.
    - Si serás Victoria…-dijo Matt volviendo a su actitud burlesca.- tan sólo mira.

    El chico presionó el centro del reloj, justo donde se hallaba la insignia de León. Del artefacto una cadena de metal surgió. Matt se colocó en la mano derecha un guante que sacó del bolsillo de su overol y se dispuso a dar su demostración.

    Arrojó al aire el reloj sujetando el extremo de la cadena con la mano que poseía al guante. El reloj dio vueltas girando como un yoyo que suspendido en el aire liberó en su contorno pequeñas y afiladas puntas, mismo que al regresar a la mano derecha del chico retuvo sin ser lastimado por el guante que le protegía.

    - Lo hice de un material resistente.- dijo Matt mostrándole nuevamente el guante a Vic que se manifestaba satisfecha por la increíble demostración.- La cadena es de un material maleable para que puedas usarla a tu gusto- explicó y luego le pidió a la rubia que probara su creación.

    Vic tomó el yoyo y se puso el guante que a simple vista no se esperaba que realmente resistiera la fricción del yoyo al regresar a su punto de partida.

    - Bien, ¡Vamos a probarlo!- dijo Vic aplaudiendo para luego arrojar el yoyo al aire.

    Era fabuloso para Matt observar cómo su trabajo de arduas noches de desvelo valió la pena, si de sonreír se trataba de ver a Vic.

    La cadena del yoyo, gracias a la alquimia y al amplificador propio de cada reloj de alquimista nacional, se hacía más larga o corta según como Vic quisiera. Ella movía el yoyo de un lado a otro como toda una profesional. Y probando su obsequio a todo potencial, transmutó la cadena de varias formas y texturas. Muy alegre por el nuevo arreglo de su reloj corrió hacia Matt y le dio un gran abrazo sorprendiendo al chico por el gesto, especialmente cuando dijo.- sólo tenías que pedirme perdón.

    Para la chica era demasiado significativo que Matt le hiciera tan laborioso trabajo a su reloj, pues así mostraba que a pesar de sus burlas él realmente creía en Victoria como para dedicarse demasiado en su obsequio.

    Matt sonrió tiernamente mientras era abrazado por la agradecida chica hasta que Joseph entró a la casa interrumpiendo la escena con su mirada fría.

    - Y-yo…-tartamudeaba Matt soltando a la chica para no causar malas interpretaciones.
    - ¡Joseph! ¡Mira lo que me ha hecho Matt!- dijo Victoria corriendo hacia su primo y mostrándole su reloj de alquimista nacional.

    Joseph miró el reloj pero más que eso a Victoria. Se le hacía increíble que aquella niña rubia que antes lloraba en el cementerio fuese la misma que ahora veía alegre y radiante.

    Ya de noche, en una de las habitaciones de la casa Rockbell, Victoria contemplaba su reloj de alquimista nacional. Lo miró con felicidad y luego viró a ver al buró que se encontraba a su lado, en seguida sacó de uno de los cajones del mueble otro reloj de alquimista nacional pero este era viejo y dañado. Cansada, lo miró con ojos de ternura. Sus ojos brillaban intensamente reflejando en sí el reloj plateado que sostenía en manos. Abrió la tapa y encontró las misma palabras de siempre “Don´t forget 3 Oct”. El mensaje también se reflejó en sus penetrantes ojos dorados llenándose de gozo.

    En el reloj se reflejaron unos bellos, fuertes e inocentes ojos dorados que en su profundidad tenían un brillo especial.

    - Hermano… ¿Sucede algo?- preguntó una voz, a quien contemplaba en un distante momento el reloj de alquimista nacional.

    Quien sostenía el reloj que en aquel entonces resplandecía con intensidad, lo inclinó y cerró guardándolo en su gabardina roja que también en ése tiempo no lucía deteriorada.

    -No, no es nada Al.- respondió el de ojos miel mientras alzaba el rostro viendo a la gran armadura frente a él y sonriendo especialmente con esa sonrisa que inspiraba tranquilidad. El ver las palabras que había grabado en su reloj lo motivaba a seguir adelante y no rendirse, porque aunque no pareciera una promesa la pequeña frase inscrita, era tan sólo el recordatorio de una promesa que llevaba en el corazón.

    Ahí, en una habitación, Victoria vio en el reloj el reflejo pasajero de su padre, tal y como ella lo recordaba para luego fulgurar una linda sonrisa en el entrañable reloj.

    - Que tengan mucha suerte.- dijo Winry despidiéndose de Jos y Vic la mañana que partían rumbo a su búsqueda.

    Vic y Jos le sonrieron a la mecánica. Matt se encontraba cruzado de brazos y Kain sólo se mostraba alegre.

    - Hasta luego Kain…-dijo Vic mirando al chico moreno.- hasta luego…Matt.- dijo Vic regalándole una gran sonrisa a su amigo.
    - Cuida…cuida mucho el reloj que te hice.- dijo Matt haciéndose al bobo, recibiendo un golpe en las costillas por parte de Kain.

    Joseph al igual se despidió de todos acercándose sorpresivamente a Matt para estrecharle la mano, símbolo de reconciliación.

    Ya en rumbo en un tren. Victoria miraba emocionada por la ventana y Jos leía un libro un poco antiguo.

    - ¡Uff! Ya me empiezo a cansar con éste viaje.- dijo Vic exagerando.
    - Ni si quiera hemos empezado.- dijo Jos sin apartar la vista del libro.
    - ¡Claro! Como tú no tuviste que presentar el examen de alquimista nacional.- se quejó Vic.
    - Y no me arrepiento.- dijo Jos sin dejar de leer a lo que Vic puso mala cara- según esto- empezó a decir el chico- si deseas encontrar la forma de regresar a Alemania, debemos encontrar a alguien que sepa demasiado de alquimia, bastantes años de experiencia…como el autor de este li…- interrumpió Jos al sentir como su prima reposaba sobre su hombro y descansaba plácidamente- supongo que después de todo si ha sido demasiado agotador este viaje- se murmuró para sí al ver a su prima y suspirar profundamente recordando las lágrimas derramadas por la rubia el día que la siguió.

    Mientras tanto, en una estación de trenes dos personajes encapuchados de túnicas negras se disponían a abordar un tren. Bajaban la cabeza para que nadie notara sus reconocibles rostros.

    - ¡Hora de abordar!- gritó uno de los encargados de la estación anunciando la partida del tren que esperaban los vestidos de túnicas.

    Uno de los encapuchados alzó el rostro y apunto de abordar sonrió malévolamente mostrando únicamente su macabra sonrisa, la misma sonrisa a la que Vic temía en sueños y en pesadillas, la misma, que vislumbró en sus recuerdos al estar inconciente después de su examen de alquimista nacional. El par de siluetas negras también emprendían un viaje, una búsqueda, por algo, o más bien, por alguien…
     
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