Writting on the walls 1.Detente CATHLEEN POV Es curioso como tu vida puede cambiar en tan solo un instante, como en tan solo un día, unas horas, en tan solo unos cuantos minutos todos tus sueños y fantasías se pueden venir a la borda y desaparecer para siempre. Tu forma de actuar, de ser, es a veces lo que te marca el resto de la vida, pero ¿de dónde viene eso?, la mayoría de las veces son las personas las que nos rodean las que nos hacen actuar así, aunque al final somos nosotros mismos los que tomamos la última decisión. ¿Mi vida?, ¿qué puedo contar sobre ella?, ¿alguna vez fui feliz?; sí, lo fui. Mi infancia fue increíble, era la menor de todos, la consentida por así decirlo, mis hermanas eran mis mejores amigas, solía confiarles todo y de igual manera ellas lo hacían conmigo; salíamos, nos divertíamos y nos complementábamos la una a la otra, éramos tan diferentes entre sí pero creo que esa era la mayor diversión para las tres. De mis padres, ¿qué les puedo decir?, siempre nos dieron todo lo que queríamos, casi nunca había un no como respuesta; nuestra posición económica nos hacia aparecer en la revista de sociales, y a pesar de que ellos trabajaban, su prioridad éramos nosotras. Él, era el dueño de una las compañías automotrices con más renombre dentro del país, y ella, una diseñadora de interiores conocida hasta en el extranjero; su matrimonio era feliz, la vida de los cinco lo era o tan siquiera yo lo veía así. Tal vez fui yo misma la que se negó a abrir los ojos a los problemas que se avecinaban, cerró mis oídos ante los gritos y mi mente a lo que era obvio. Me negaba a romper mi pequeña esfera de felicidad y trataba de unir los pedazos de las otras sin importar lo demás. Ese fue mi error, creer que la felicidad existía para siempre, creer que el amor lo solucionaba todo y que lograba resistir hasta el mismo infierno; que idiota fui, me condené a mi misma a la perdición. En mi afán por encontrarla creí en la gente equivocada, deje que me lavaran el cerebro con palabras lindas a pesar de advertencias, di todo y lo único que recibí fue mi corazón roto al igual que mi alma, mis sueños y esperanzas, todo lo que era y lo que llegaría a ser acabó en un día, acabaron mis ilusiones con la más grande de las bajezas. Ese día necesitaba hablar, contarle a alguien pero nadie estaba, desde hace tiempo ya nadie estaba para mí. Mi mundo se empezó a derrumbar sin que yo pudiera hacer algo, las decisiones de mis padres, de mis hermanas, acabó por tirar aún más lo que conservaba de mis ilusiones hasta que nada quedó, ni sueños, ni esperanzas, nada. Aquella niña tierna y soñadora que era Cathleen Florit, murió. ¿Morir?, era lo que desde un principio había querido, dejar de sufrir. Lo intenté y fallé cuando tenía tan solo dieciséis, pero de nuevo, después de cuatro años la vida me ofrecía acabar con la mía, por eso estaba aquí, era el motivo por el cual había aceptado venir a Nueva York a esta fiesta donde estaría lejos de casa y sin que nadie me conociera, adquirir aquello que acabaría con mi existencia sería fácil, fue fácil gracias a él. El aire resoplaba ligeramente en aquel sitio, mi cabello ondulado se movía conforme la brisa lo hacía y mi vista estaba completamente perdida en la oscuridad del cielo sin estrellas. Estaba en uno de los edificios más altos de la ciudad, para ser exactos en el pent-house de aquella torre de edificios, por el balcón se podía observar las miles de luces que alumbraban la noche, el bullicio por las calles que a pesar de esa altura se escuchaba con claridad ante la actividad nocturna de la ciudad. El ruido de la música detrás de mí dejaba el retumbar de los vidrios con letras que en ese momento no recordaba y ni siquiera entendía, las risas provenientes del interior de la fiesta eran apenas un murmullo ante tal escándalo pero aún así se podían identificar claramente. Y yo, yo seguía enfrente de ese barandal que me separaba de lo que a mi mente se le hizo un precipicio. Un vaso de vodka sujetaba una de mis manos con cierta fuerza, mis dedos alrededor de este me transmitían lo gélido de la bebida gracias a los hielos en su interior, mientras que en mi otra mano se encontraba esas cosas de color blanco que parecían ser simple pastillas contra el resfriado, y sin más, cuando las alce y mi vista topo con ellas, mi sonrisa se ladeó. Mi mirada pasaba de mi bebida a las varias pastillas, y a pesar de que no era la primera vez que lo hacía, esto era diferente, lo sabía bien y él lo había prometido cuando minutos antes me las había dado. Sin duda, me estaría buscando entre toda esa gente ante la promesa realizada y al final de la noche, tendría que conformarse con alguien más. Reí sin saber exactamente por qué lo hacía, si era por el recuerdo anterior o simplemente por el estar metiendo esas cosas en el interior de mi boca. Sea como sea, mi corazón se estaba agitando y palpitaba con cierta fuerza contra mi pecho a la vez que mis ojos se cerraban y el filo del vaso encontraba lugar entre mis labios, y tan pronto como eso sucedió el frío líquido comenzó a correr en el interior de ella… -Y pensé que Loraine exageraba cuando nos decía que eras la más rebelde de las tres- esa voz tan cerca de mí me hizo escupir todo lo que tenía en mi boca al vaso cuando la escuche sintiéndome atrapada, aquella voz extrañamente familiar hizo que un ligero escalofrío se extendiera sobre mi cuerpo cuando comencé a toser debido a la sorpresa - Deja la bebida para los grandes. Volví a escuchar su voz para girarme y toparme con la persona que menos pensé encontrarme en ese sitio, aunque por su voz la imagen de él se había formado en mi cabeza en ese breve tiempo. Fue con cierta brusquedad que lo mire y que me topé ante sus ojos, estaba parado debajo de una luz derrochando como siempre elegancia, sus pantalones de mezclilla oscuros y su camisa se entallaban a su perfecto cuerpo y él sabiendo que lo observaba me dedicaba la sonrisa que yo tanto odiaba y que dejaba ver su blanca dentadura- ¿Qué haces aquí?- pregunté enojada y concierta acidez en mis palabras por lo que él había interrumpido. Mis ojos no se apartaron de su rostro cuando nuevamente su expresión me incomodó. La risa que salió de su boca me hizo resoplar molesta mientras se acercaba hacia mí y terminaba por recargarse en el barandal donde yo hace unos momentos estaba, miré sus verdes ojos que acompañaban su sonrisa burlona a la espera de mi respuesta- Divirtiéndome y ¿tú?- habló para dirigir sin reparo su mirada a mi vaso, el cual termine por esconder de él, para nuevamente escuchar su maldita risa. -¿No deberías estar en Seatlle?- terminé por preguntarle sin esconder el desagrado que sentía al verle. -No, mis vacaciones empezaron hace unos días y unos amigos me invitaron a venir, mi papá me dio estas mini vacaciones como premio- me dijo y tomo un sorbo del vaso de la bebida que llevaba entre sus manos y que apenas notaba- aunque de ti no se puede decir lo mismo, ¿no?- otra vez volvió a beber mientras yo lo fusilaba con la mirada- oí decir a Elizabeth que estabas en California todavía terminando la escuela- hizo una pausa girando su cuerpo hacia mí y antes de volver a hablar sus cejas se levantaron- está muy segura de que es así. -¿Y a ti qué diablos te importa dónde estoy?- Le dije en respuesta alzando mis hombros y perdiendo contacto visual con él después de voltearme y girar mis ojos. - ¿Tú papá también piensa que sigues en la Universidad?-volvió a reír. -Es una lástima que dejen entrar a cualquiera a este tipo de fiesta- conteste completamente fastidiada y frustrada dispuesta a irme y dejarlo ahí parado. No sabía que era lo más molesto de todo ello, que mis planes se habían ido a la mierda o que fuera él exactamente el que lo hubiera hecho. Fue justo cuando me disponía entrar de nuevo que su mano tomó mi hombro haciendo que me detuviera y bufara. -Ese comentario debió de dolerme, ¿sabes?- y para mi sorpresa, su voz apenas se escucho a escasos milímetros de mi oído. Volteé para encararlo, sin pensar que su cuerpo estaba tan cerca del mío haciendo que nuestros rostros se encontraron a poca distancia del otro haciendo que me perdiera en sus ojos, esa mirada tan penetrante que tenía podía hacer perder a cualquier chica que estuviera enfrente de él y a pesar de que se encontraba bebiendo y su aliento rosaba contra mis labios, no me pude negar que aquello era embriagante. -Esa era la única intención- afortunadamente solo duro unos instantes y mi voz había salido con la frialdad de siempre, baje mi mirada y me volví a girar para mantener distancia entre nosotros. -Después de no vernos por más de una año pensé que me tratarías mejor- me dijo simulando estar dolido- por lo visto no has cambiado en nada Cathleen. -Que perceptivo eres Daniel- levante mi rostro hacia él y le sonreí para después volver a recargarme en el barandal viendo los edificios que se alzaban frente de mí, pronto él hizo lo mismo aún lado mío rompiendo la esperanza de que se largara y me dejara sola. -Es imponente esta ciudad, el tamaño de los edificios, las luces…- me susurro después de un rato en silencio. -¡¡Wuaow!!- exclamé girándome a verlo y dejando que mi sonrisa se ampliara- Daniel Bianchi diciendo eso de Nueva York, siempre pensé que eras más campirano, que lo tuyo era lo… verde- dije sin dejar escapar una sonrisa de mis labios que trataba de darle más énfasis a mi burla. -Me encanta la naturaleza, mas no niego la belleza de este tipo de ciudades…- su voz, había salido neutral, como si quisiera dejar a un lado mi aparente burla y molestia de habernos encontrado, rompiendo así mis ganas de reír. -Sí, sobre de todo de Nueva York.- susurre sabiendo que había sido escuchada y terminando por resoplar, pero nuevamente dirigiendo mi mirada hacia los demás edificios que se alzaban en toda la ciudad. Aunque en mi cabeza la pregunta de qué era lo que Daniel quería continuaba apareciendo. -¿Qué haces aquí?- me preguntó de un momento a otro con un tono más serio, sintiendo que el peso de su mirada estaba puesta sobre mí y que esperaba alguna forma de contestación por parte mía. -Lo mismo que tú, divertirme después de un exhaustivo curso. Hable con voz monótona y con cierta ironía en mis palabras que sabia a la perfección no se tragaría como lo hubiera hecho cualquier otro. -Claro, vi que te divertías de lo grande aquí afuera- apenas gire lo suficiente para notar como su vista se posaba sobre el vaso que llevaba aun en mi mano izquierda y del cual me había olvidado por completo. Reí. Cínicamente se lo alcé para que lo viera sin importarme que se diera cuenta de su contenido notando como sus ojos seguían tal acción y terminaban por posarse en los míos cuando le dedicaba una gran sonrisa- En este tipo de fiestas no hay diversión sin alcohol- dicho eso dejé que el vaso callera hacia la calle mientras mi risa se escuchaba para los dos, ni siquiera fue perceptible el sonido del cristal al romperse, tal vez mi risa había tapado aquel sonido. Daniel miró por donde lo había tirado, asomándose más hacia la oscuridad y tratando de divisar el objeto- Espero que no haya caído en alguien. Ladee mi cabeza sacando los últimos rastros de risa por lo ocurrido para poner mis ojos en blanco en cuento lo escuche decir aquello, sin decir nada me di la vuelta y caminé hacia la entrada del lujoso departamento donde estábamos. La música se escuchaba de lo más fuerte adentro y varias parejas bailaban o hacían demostraciones afectuosas sin importarles el lugar o que alguien los estuviera mirando, aunque eso lo dudaba, parecía que cada quien estaba en su mundo. Y yo… frustrada nuevamente de sentir que Daniel que seguía. Me dirigí hacia el bar esquivando a las personas y en cuanto estuve ahí, pedí nuevamente la bebida que unos instantes antes había estado tomando, le di un largo sorbo cuando escuche nuevamente su voz- dame una igual- le pidió al chico pelirrojo que estaba preparando las bebidas. -¿Vas a seguirme toda la noche?- pregunté con cierto cansancio en mi voz. -Vamos, tenía mucho tiempo de que no nos veíamos, y no es que nos hayamos visto mucho antes, ¿no?- me dijo pensando mientras cambiaba su bebida a su otra mano- ¿Cuántas veces han sido?, ¿tres? O tal vez ¿Cuatro?. -Cuatro.- dije para dar un trago a la mía. -Ya recuerdo, antes de que se casaran, cuando nos conocimos por primera vez. Comencé a contarlas, suspire -Y desde que te vi supe que eras un pedante ególatra, no has cambiado- ambos nos miramos en cuanto mis palabras salieron de mi boca, tal vez lo que esperaba era que se enojara y me dejara sola, que dejara de mostrar que le agradaba estar conmigo pero sin duda, dentro de mí sabía que no quería estarlo y aquello hasta cierto punto me estaba entreteniendo a pesar de mis comentarios. -Tan siquiera no sigo siendo una princesita de hielo acostumbrada a que se le dé todo- contraataco recordándome el estúpido apodo que me había dado, los dos reímos- Bueno, regresando a lo que te estaba diciendo, la segunda fue la boda de nuestros padres, estabas tan animada por eso, como olvidarlo- dijo sarcásticamente haciendo una pausa en la que estaba segura que recordaba aquel día. La imagen de ese día se fue formando en mi mente haciendo que girara mi rostro en diferente dirección, la sonrisa de mi madre junto a la de mis hermanas me molesto y trate de desaparecer aquello con el líquido de mi bebida bajando por mi garganta. Fui más por compromiso por mi madre que por otra cosa, después de todo lo que había vivido no fue nada fácil aceptar de buenas a primeras la nueva relación de mi madre con el doctor Leo Bianchi y más cuando solo había pasado un año de su divorcio con mi padre. -Y la tercera fue la navidad de ese año y al año siguiente, en las vacaciones de verano fue la última vez que nos vimos- terminé por decirle, tratando de despejar mi mente de esos recuerdos y volviendo a mi hostilidad- Pensé que eras feliz sin verme. -Acaso te lo estoy negando- tomé más de mi bebida y él me imitó- Fue una gran coincidencia encontrarnos aquí, te vi pasar hacia el balcón y como mis amigos se están divirtiendo en sus cosas creí que tal vez tu y yo podríamos entablar una charla más civilizada que las que hemos tenido- rodo sus ojos para quitarle importancia a sus palabras, comencé a negarle y a reír al recordar las anteriores “charlas”. -Tienes razón, creo que el alcohol nos ayuda a ser más civilizados entre nosotros- choque mi vaso contra el suyo para después beberlo nuevamente- no ha habido ningún insulto, es bastante raro estar hablando contigo así. -Danna y Loraine se sorprenderían al vernos. -Y Max y Sebastian, ¿no? -Tal vez debería sacarnos una foto para que hasta nuestros padres nos creyeran, te das cuenta de que aparte de ser la conversación más civilizada entre nosotros es también la más larga. Reí -Hemos roto record- le dije con una falsa emoción- aunque si quieres irte a divertirte por mí no hay problema- termine diciéndole al notar como mas de una chica lo observaba, él giro hacia la dirección en donde yo estaba viendo y una de ellas termino por guiñarle. -¿Celosa?- me pregunto después de verla. Mi vista se poso nuevamente en esas orbes verdes que me observaban con cierta curiosidad. Volví a reír ante tal expresión de Daniel- ¿De qué? ¿De qué le guiñen el ojo a mi hermanastro?, adelante, puedes ir a revolcarte con ella si quieres. Me miro con diversión, con esa sonrisa traviesa que salía de sus labios, no podía ocultar que en verdad era atractivo, a pesar de su actitud siempre lo había pensado, parecía un Adonis con un cuerpo escultural y esa cara angelical, su cabello despeinado daba el toque rebelde que necesitaba y para acabarla, sabía bien como entretener a alguien. Volví a reír ante mis pensamientos- ¿En verdad piensas que soy así de fácil? ¿Qué me iría con cualquiera?- cuando escuche su pregunta me volví a concentrar en sus ojos. -En cada una de mis visitas te veía con más de tres chicas distintas, ¿qué querías que pensara? -Que soy amante de la belleza femenina y que por eso estoy a tú lado- me dejó sin palabras, sentí como su rostro se iba acercando al mío, sus intenciones eran demasiado claras y a pesar de querer sentir sus labios sobre los míos me termine girando con una sonrisa en mis labios pero sin retroceder hacia atrás. -Después de tratarnos durante años como perros y gatos me dices que te parezco bella, si quieres admirar belleza te basta y sobra con mis hermanas, las tienes siempre cerca de ti. Traté de seguir hablando, pero nuevamente cuando regrese mi cabeza a la posición de antes y pude notar su mirada me hizo callar por completo, y solo me fijara en sus ojos que al igual que los míos observaban atentos, podía escuchar la música o el murmullo que se escuchaba de todas las personas a nuestro alrededor, sin embargo, a pesar de ese ruido, nada de eso rompió la conexión entre los dos. Era como si sus ojos me estuvieran hipnotizando y atrayendo cada vez más hacia él, y sin darme cuenta de cómo había sido nuestros labios se estaban acercando. No pude describirme a mi misma lo que estaba pasando, había una muy escasa separación entre nosotros y a pesar de que él había tomado varios tragos su aliento, el olor de su colonia y sobre todo, la forma en que me veía hicieron que mi respiración fuera entrecortada, solo bastaron unos segundos para que nuestros labios se unieran y me encontrara sujetando con ambas manos su rostro mientras él hacía lo mismo con mi cintura. El tiempo se detuvo, cada uno se movía acompasadamente y tan pronto como su lengua pidió permiso para entrar en mi boca lo hice, sobra decir todas las sensaciones que pasaron por mí en el momento en que ambos disfrutábamos de aquel contacto que tenía que parar en algún momento. -¿Crees que sea legal besar así a tú hermanastra? – le pregunte al separarnos en busca de aire pero aún pegada a él y sin abrir mis ojos, nuestra frente estaba unida y sin saberlo una sonrisa bailaba sobre mi rostro. -Podrían darme cadena perpetua y aún así no me arrepentiría- reí. -Eres bipolar, ¿lo sabías?, durante estos años los dos no aguantábamos estar en la misma habitación sin gritarnos o insultarnos y ahora de buenas a primeras me besas de esa forma. -Un beso el cual correspondiste de la misma forma.- “Touchè” -Bien, dejémosle en que fiesta, alcohol, baile, un chico y… yo, somos pésima combinación, siempre lo he sabido- quite mi frente de la suya e hice mi cuerpo ligeramente hacia atrás para mirarle, nuevamente esas esmeraldas me observaban oscurecidas y de cierta forma que me hizo morder mis labios. -No le eches la culpa a nuestra bebida por nuestros actos- me dijo nuevamente acercando su rostro al mío- Admite que desde hace tiempo lo deseabas tanto como… Y en ese momento al escuchar sus palabras resople y reí separándome por fin de él y dando pasos hacia atrás mientras subía mi diestra a mi cabello y lo echaba hacia atrás rompiendo con cualquier cosa que hubiera pasado entre nosotros -Te tardaste tanto en sacar al Daniel que yo conocía- le dedique una última mirada y camine en dirección hacia la salida, estaba en el vestíbulo de aquel piso cuando sentí que su mano me tomaba. -¿A dónde vas?- me preguntó extrañado. -A casa- le dije como si fuera lo más obvio de este mundo. -Nos acabamos de besar y te vas así como si nada. -Daniel, fue solo el momento- le dije fríamente aunque en sus ojos pude ver lo que parecía tristeza- además, entre nosotros solo puede haber un cariño “fraternal” y ya- le dije negando y volviendo a hablar- Vamos, no es la primera vez que besas a una chica en una fiesta y esta se va, en esta ocasión tienes suerte, porque volverás a ver a la chica- reí, aunque lo que más quería era salir de ahí y dejarlo de ver. -Te das cuenta de las tonterías que estás diciendo- su voz sonó dura y con cierta molestia en sus palabras- ¿por qué no solo admitir la atracción que hubo desde un momento entre los dos? -¿Atracción?, siempre no las pasábamos peleando y discutiendo. -Ambos tenemos un genio difícil- dijo tomándome de las manos- tal vez tengas razón respecto al alcohol, nos da el valor de hacer y decir las cosas que sentimos. Negué y alce mi cabeza como si todo eso me fastidiara- Créeme, a mí no me ha dado el suficiente valor- no supe si realmente me había entendido o no, sus ojos había cambiado y ahora mostraban cierto dolor pero también preocupación, ¿se había dado cuenta a que me refería y a lo que iba a hacer antes de que él me hablara? Tal vez por eso no me había dejado sola, porque se dio cuenta de mi intención y temía que lo fuera hacer. Esa era la única explicación de todo. -Me tengo que ir- me encamine con cierta molestia en mi pecho hacia donde estaban los elevadores y los llamé mientras que aquel chico se recargaba en el muro. -¿A dónde vas?- preguntó sin verme- ¿Piensas pasar la noche en un hotel? -No dijiste que mis padres pensaban que estaba todavía en la Universidad… -¡¿Te vas a ir a California esta hora?!- me dijo sorprendido- Por dios, es de madrugada y de seguro viniste con alguien… -¿Acaso no eras tú el que decía que era una rebelde e irresponsable?- mi cinismo parecía empeorar su humor, pero quería acabar ya con todo eso- Aparte, estoy segura que a mis amigos no les importara que me vaya. Dije por último cuando el timbre de la llegada del elevador se escucho, la puerta se abrió y yo me metí, lo que nunca espere fue que Daniel se metiera conmigo y antes de que pudiera decir algo cerró las puertas.- ¿Cómo piensas irte? -De la misma forma en que llegue, en avión… Escuche su risa pero no giré a verlo- Se me olvidaba que tú eres así, consigues rápido todo lo que quieres ¿no? -Si te refieres nuevamente a que soy una niña de papi, pues lo soy- dije sin dudarlo. -¿Por qué no te quedas en un hotel?- me pregunto preocupado- ya es muy noche y… -Ya tengo mi boleto listo- le mentí- se supone que estoy aún en la universidad, mi padre mandara a alguien por mi mañana. -Siempre planeas todo, ¿verdad?- no espero a que contestara- aunque creo que esta noche mi presencia pudo arruinar un poco de tu diversión… -Al contrario-dije sin pensarlo y sentí como su mirada se clavaba en mi pero justo en ese momento las puertas del elevador se abrieron. Salí sin atreverme a mirarlo pero en medio del pasillo que conducía a la salida del edificio tomo mi brazo y se puso delante de mí, haciendo que nuestra mirada se encontrara- ¿a qué te refieres? Reí mientras él me vía como si estuviera loca- a que tienes razón, a pesar de tantas peleas y gritos siempre hubo una atracción entre nosotros dos… lástima que nuestro temperamento choque tanto… Ahora fue él quien río un poco – cuídate - fue lo último que me dijo antes de que yo saliera a la calle en busca de un taxi que me llevara al aeropuerto. Me quedé pensando en lo ocurrido todo el trayecto, me había sentido tan cerca pero nuevamente alguien había evitado que lo hiciera, aunque esta vez había sido completamente diferente a la anterior. Estaba segura que Daniel se había dado cuenta de algo, había visto que estaba a punto de drogarme pero aún no estaba completamente segura de que se hubiera dado cuenta de mis verdaderas intenciones; pero aquel beso que nos habíamos dado era el que realmente no me dejaba en paz, nunca antes me había sentido así por un contacto en mis labios, había hecho que me olvidara de mi tristeza y mi dolor, ¿por qué? , era inútil negar que no me atraía pero solamente había sido eso, lo que no entendía era si aquel beso me lo dio para que me olvidara un poco de mis intenciones o porque realmente me quería besar, llegué a la conclusión que había sido la primera y con eso en mi mente baje del taxi para afrontar nuevamente mi cruel vida.
Writting on the walls 2. Reencuentros y charlas CATHLEEN POV -Sí, lo sé, solo dame unos cuanto minutos quieres… no, no voy a llegar tarde- dije por última vez colgando mi celular y echándolo sobre la cama de mi habitación. Sin duda, Nico sabía perfectamente como desesperar pero a pesar de ese pequeño problema en él, era mi mejor amigo. Si le había dicho que pasaría por él a su casa puntual era porque lo iba hacer, cumplía mis promesas pero sobre todo, no me gustaba ser impuntual. Tenía tan solo tres días de haber regresado a la casa de mi padre y de haber empezado oficialmente mis vacaciones. Los primeros días él había estado conmigo a la hora del desayuno y la cena tratando de que conviviéramos un poco más pero por suerte hoy había ido a su trabajo a atender a sus nuevos socios, por lo que me podía sentir en libertad absoluta aquel día. Sinceramente, no me gustaba mucho pasar tiempo con mis padres, era una forma de sentirme vigilada por ellos y eso de prestar interés hacia sus cosas, se me daba fatal. Con mi madre era fácil, ella vivía en otro estado y usualmente ella era la que me llamaba desde que se había ido a Seattle y dejado en California, primero lo había hecho cada día, después cada tres y por último y gracias a mi insistencia solo lo hacía cada semana, una llamada que solo duraba como cinco minutos, no me interesaba contarle nada de mi vida y tampoco saber de la de ella, así yo era feliz. Con mis hermanas era otro cuento, Danna era con la que mayor comunicación tenía, en cuanto Loraine pues… preferíamos mantener la distancia. Se podía decir que a mi padre era a quien más veía, el que mi universidad estuviera cerca de casa hacia todo mucho más fácil con él. Su forma de ser era muy parecida a la mía, y que al pasar de los años se hubiera vuelto más callado y reservado hacia que nuestra relación fuera mejor. Solo cruzábamos unas cuantas palabras cuando están se requerían, cada uno respetaba el espacio del otro y no preguntábamos más de lo debido. No había sido la única que cambio tras aquel divorcio, él se mantenía ocupado en su trabajo prácticamente todo el tiempo, cumpliendo cada uno de mis caprichos al ser la única hija que tenía cerca, y tal vez, por ser con la única que tenía una cierta relación rescatable. Con mis hermanas hacia lo mismo aunque no era igual, ellas mantenían cierta distancia con él, en especial Loraine. Fue un corto tiempo que dure en mi cuarto, lo suficiente como para arreglarme y coger alguna prenda por si la temperatura bajaba o llovía. Baje las escaleras saludando a las sirvientas con las que me cruzaba, apurándome a salir de esa casa e ir hacia la cochera donde mi auto me esperaba. Había quedado de pasar por Nico a su casa para ir juntos al tan acostumbrado día de playa que hacían cada verano sus amigos cuando las vacaciones daban inicio, los cuales también eran los míos, me moría por verlos ya que por culpa de la universidad tenía buen rato en que no nos juntábamos todos. Subí a mi amado auto, un Pontiac solstice descapotable azul marino completamente deportivo y pise el acelerador a fondo. La zona en la que vivía era una de las mas privadas de todo California y cada casa, o más bien mansión, se encontraba bastante alejada una de la otra, tenía que salir y recorrer un poco la Pacific Coast Highway; Nicholas vivía en las afueras de aquello, su padre, Alan Thompson, era el mejor amigo del mío aparte de ser uno de sus socios en su compañía, así que prácticamente conocía a su hijo desde nuestro nacimiento. -Te dije que iba a llegar temprano- le dije a Nico cuando me estacione afuera del portón de su casa, él me esperaba sentado en las escaleras y al verme solo sonrió. Los lentes de sol que cubrían la mitad de mi rostro fueron subidos hasta donde mi cabello lo puro sostener. Nicholas, era mucho más alto que yo, de una tez bronceada y un cabello completamente oscuro al igual que sus tupidas cejas que enmarcaban esos ojos pardo que me observaban con alegría, aún así, su cara conservaba el toque infantil que tanto a mí me gustaba. Más tarde en bajar del carro que en lo que él me abrazo y me estrecho contra su fuerte pecho, y sin dudar le correspondí. -Me alegra tanto verte.- le escuche decir contra mi oído. -Nico, no exageres, tan solo fueron dos meses en los que no nos vimos. -Sí, pero considerando tu suerte te pudo haber pasado algo- volvió a decir en cuanto nos separamos manteniendo su bella y contagiosa sonrisa- sin mí eres caso perdido. Reí al escucharlo, sin duda alguna, era agradable de nuevo estar entre sus brazos en los cuales siempre me había sentido protegida- Bueno, ya sabes lo que tienes que hacer para la próxima… no dejes que Alan te obligue a irte por tanto tiempo… -Créeme, no lo hare- contestó casi de inmediato mientras yo volvía a meterme a mi auto y él lo rodeaba para sentarse en el del copiloto- ni siquiera sé para qué diablos quería que lo acompañara a Italia, me aburrí como no tienes idea. -Sí claro, preferías estar encerrado en cuatro paredes escuchando a tipos hablar y hablar que estar viajando en todo Italia conociendo Venecia o el coliseo Romano. Rodó los ojos ante mi comentario y se acomodo en su asiento mirándome-Ambos sabemos a la perfección que no estuviste encerrada en esas cuatro paredes a las que te estás refiriendo, no me sorprendería descubrir que ni siquiera asististe a clases la última semana. -Hablaste con Renata, ¿cierto?- le pregunté algo que era tan obvio- te contó… -Te conozco a la perfección Cathleen.- me cortó antes de tiempo, dejando que la incertidumbre si lo había hecho o no, apareciera. La charla de lo que había hecho durante las últimas semanas empezó cuando nos dirigíamos a nuestro destino. El calor era soportado gracias a esa brisa que topaba en nuestros rostros debido a la velocidad en la que íbamos y que de paso ocasionaba que mi cabello se estuviera convirtiendo en un desastre, lo cual, me gustaba disfrutar. La carretera iba a un lado del mar haciéndonos apreciar el paisaje que tan bien ambos conocíamos. Me sentía contenta al estar hablando con el chico que se encontraba aún lado mío, cada risa era tan fácil junto a Nico que me hacían olvidar por completo de todo lo que vivía, y solo existíamos nosotros dos en nuestro mundo, siempre había sido así. El viaje a donde se llevaría a cabo el tan mencionado “día de playa” fue más corto de lo que planeábamos, faltaban menos de cinco minutos para llegar cuando vi una casa alzándose hacia nosotros y de fondo, tan azul como siempre estaba el mar. -Espero que esta vez las ventanas de Mike logren sobrevivir- me comentó Nico cuando aparcamos junto a la camioneta y autos de nuestros amigos. Mike era uno de los mejores amigos de él, y sus padres dueños de aquella hermosa casa que estaba frente a nosotros, los colores caoba eran los que más sobresalían en las paredes, el camino de grava y piedra hacia la entrada hacia todo aquello más lindo, así como los grandes ventanales que dejaban el interior mas iluminado. -Si esta vez todos ustedes no comienzan con sus jueguitos tan pesados lo harán…- dije cuando me dispuse a salir de mi auto al igual que mi amigo que rió ante mis palabras. -Te recuerdo que te diviertes con nuestros jueguitos- ahora fue el turno de que la risa abandonara mis labios- hasta te gusta participar en ellos. -¡¡Wuaoww!!, la señorita Florit vuelve a bajar desde sus aposentos La voz de Peter era inconfundible, tan gruesa y alarmante como siempre. Al voltearme para verle, mis ojos no solo se toparon con él, a su alrededor y con sus brazos cruzados estaban ahí Mike y Bruce, la sonrisa de sus rostros delataba tal diversión que aun no comprendía mientras su mirada pasaba de Nico a mí, hasta que finalmente uno de ellos volvió a hablar- Que te trae a mi humilde morada- me dijo Mike saludándome con un beso en la mejilla cuando me acerque a ellos. -Me siento como si no estuviera invitada, pensé que me recibirían mejor Reproché ocasionando que todos ellos rieron- comprende, después de varios meses en lo que no sabemos de ti porque nos cambiaste por tus nuevos “amigos”, no pensamos que vinieras…- negué divertida ante su entre-comillado con sus manos al referirse a mis otros amigos. -Aunque claro, como Nicholas regresó pues… -Bruce, te han dicho que te vez mejor callado- la voz de Nico salió con un tono molesto cosa que asusto al otro chico pero de inmediato empezamos a reír. -Chicos lo siento, en verdad he estado muy ocupada con la universidad, ya no he tenido mucho tiempo para regresar a casa- me trate de disculpar por lo que habían comentado, aunque sinceramente, ni yo misma creía en mis palabras-. -Esa ni quien te la crea Cath. No comente nada, solo sentí la mirada de Nicholas puesta en mí, sabía que las preguntas por parte de él pronto vendrían. Los cuatro chicos y yo nos dirigimos hacia el interior de la casa, para pronto llegar hacia la sala y pasar por esta hasta volver a salir rumbo a la playa. Descendimos por las escaleras de deck de madera y caminamos hasta donde estaban todos los demás, desde lejos pude notar como Sam avisaba a dos chicas que estaban sentadas en la arena, estas de inmediato giraron su cuerpo para observarnos llegar. Una sonrisa se dibujo en mi rostro mientras veía como una chica de cabello oscuro me miraba de la misma forma cariñosa como yo la veía, Melanie era mi mejor amiga, desde que era pequeña y mis hermanas aún estaban conmigo, ella nos cuidaba y jugaba con nosotras a pesar de ser cinco años mayor, para las tres siempre fue alguien importante pero desde aquellos acontecimientos que marcaron mi vida mi unión con ella fue más que una simple amistad. Esa sonrisa cariñosa estaba sobre su rostro, y sin importarme lo infantil que pudiera resultar corrí a abrazarle, de cualquier forma ellos sabían perfectamente el cariño que ambas nos teníamos. Sin embargo no conté con que ella no estuviera bien apoyada y con mi abrazo tan explosivo las dos caímos en la arena para que risas fueran escuchadas después de encontrarnos una sobre la otra. Reí y me hinqué para quitarme de encima de Melanie y dejar que esta también se incorporada, me encogí de hombros en señal de disculpa. -Qué abrazo tan efusivo- escuche detrás de nosotros a una voz femenina decir entre risas. Me gire para ver esa mirada y sonrisa burlona de Audrey que nos brindaba tanto a Mel como a mì. -Me alegra saber que te agrada verme de nuevo- gire nuevamente en dirección a Melanie cuando habló y note que ya se encontraba sentada y se sacudía ligeramente su ropa por la arena que se había pegado a ella- después de tanto tiempo pensamos que te habías olvidado de nosotros- su vista paso a Sam que se sentaba junto a ella y le quitaba algunos granos de arena del cabello. Aquel chico tan alto y con el cabello castaño corto era el novio de mi amiga, y uno de los trabajadores de confianza de mi padre a pesar de la corta edad que este aún tenía para el puesto que trabajaba, sonreí ante tal escena de ellos. -¿Tú también?- le pregunté para nuevamente oír risas atrás de mí, dejándome claro que los demás ya nos hacían compañía y escuchaban nuestra plática mientras tomaban asiento. -¿Qué quieres que te diga?, ni siquiera una llamada- me dijo en un tono serio- y los mensajes no cuentan, lo sabes bien. Me encogí de hombros y mordí divertida mi labio inferior, me conocía tan bien que sabía perfectamente que le apalearía con eso- He estado ocupada, pero no te puedes quejar mis mensajes era largos- hice una pausa pero al ver su mirada proseguí- ¡Vamos!, eran largos y te contaban que hacia- volví a defenderme haciendo un ademán con la mano para restarle importancia. -Tienes la facilidad de meterte en tantos problemas tan seguido, que es mejor asegurarse donde estas. Gire mi rostro entre abriendo ligeramente mi boca -Gracias por el apoyo Audrey- le reclame a la otra chica sentada a mi lado viendo como se encogía de hombros y alzaba su cejas. -Sabes perfectamente que ella tiene razón -Sam, tampoco me ayudes- le dije ahora al chico que abrazaba a Mel y me observaba con cierta seriedad como era costumbre en él. Resople bajando mi vista y subiéndola cuando sentí la mirada de alguien puesta en mí, esos pardos ojos me miraban con atención y en ellos, había algo que simplemente me incomodo más -Está bien- se rindió al parecer Mel atrayendo mi atención- supongo que luego nos explicaras que has hecho que te mantuvo tan ocupada- continuì diciéndome, a lo que yo entendí un “hablaremos seriamente después”- ahora es mejor que te vayas a cambiar antes de que te acalores con esa ropa. Baje mi mirada para observar que llevaba una blusa de mangas cortas de tono claro y unos jeans de mezclilla mientas que la mayoría de los chicos que se encontraban vestían con bañadores o simples bermudas. Hice lo que ella me pidió, había traído ropada mas cómoda para ese lugar y desde que me pare en busca de mis cosas y después fui a cambiarme, nunca note que Nicholas me había acompañado hasta que al salir del baño me encontré con él apoyado en la pared, solo llevaba su bañador por lo que su pecho estaba descubierto y saltaba a la vista su trabajado cuerpo. -Qué guapa- dijo sin descaro, observándome de arriba abajo y ocasionando que me sonrojara ante su comentario- después de tantos años de conocernos me sigue encantando como te sonrojas. Golpeé su duro pecho aún mas roja que antes, recordando que cuando los dos éramos niños a él le encantaba hacerme sonrojar y al parecer, a pesar de los años, esa costumbre no se le había quitado; era raro, actualmente eran muy pocas las personas que lograban tener ese efecto en mí que al pasar del tiempo había logrado quitarme. -Cállate y mejor vamos con los chicos- me dispuse a caminar y a pasar por alto lo que había sucedido, pero antes de cruzar hacia el exterior, me detuvo. Nuestra mirada se volvió a encontrar mientras esperaba alguna palabra de él -Quiero preguntarte algo. -Dime-le dije con cierta duda que no transmití en mi voz, por alguna razón me sentía intranquila con lo que me fuera a preguntar o decir después de lo que había pasado allá afuera. -Es que… bueno…- balbuceó quitando su vista de la mía y dejando de tomar mi mano. -Nico, solo dilo y ya- le pedí, mientras más rápido se acabara esto sería mejor. Pero fue nuevamente su mirada y ese ceño fruncido que volvió a incomodarme-Me voy a tomar muy enserio eso que dicen que estas saliendo mucho con tus nuevos amiguitos. Ladee mi cabeza sin quitar mi vista de él, y tomándolo a juego pregunté-¿Celoso? Tal vez había pensado que lo tomara divertido pero su cara demostró una seriedad no acostumbrada- No, simplemente sabes que no me caen bien… y a Melanie tampoco. -Renata te agrada, tú lo has dicho -Sí-afirmo sin transmitir algo más- es la menos engreída de ellos, los demás son unos estirados, creídos, niños de papi… -Al igual que yo- le corté antes que siguiera y me adelante hacia la salida hasta dar con la escalera que me conducía hacia la playa, su voz, fue la que me hizo detener y girar lo suficiente para verle. -Tú no lo eres, que quieras actuar así es diferente- me dijo molesto para después bufar-Mira, no me caen bien esos tipos, en especial el rubio ese y el… mastodonte-refunfuño tratando de imitarlos- se ve a leguas que están metidos en… -Hey- le corté por segunda vez cansada de escucharle- no saques conclusiones, ¿quieres?... se cuidarme. -Se perfectamente que te sabes cuidar, pero no es eso a lo que Melanie y yo tenemos miedo- retire mi vista de él pero sin que me percatara de que había acortado la distancia, su mano giro mi rostro para que lo viera nuevamente- ambos tenemos miedo de que recaigas, nuevamente. -No lo voy hacer- dije tratando que mi voz sonora segura al igual que mi mirada- llevo bastante tiempo sin hacerlo, ¿ok?... eso ya no va a suceder- volví a insistir para terminar suspirando. -Ojalá que tus palabras sean verdaderas- fue lo único que hizo para que notara como sus ojos me observaron con una tristeza infinita, y sin detenerme a pensarlo dos veces, lo abrace, sus brazos me rodearon por la cintura mientras que mi cabeza se recargaba en su hombro y dejaba mi vista fuera de su alcance porque sabía muy bien que en ella, había culpa. Ambos bajamos las escaleras y nos dirigimos hacia donde los demás se encontraban sentados, mis amigas en donde las había dejado al igual que Sam, Bruce y Peter jugaban con un balón cerca del mar y Mike estaba sentado en la hielera donde había otro chico a su lado que no alcance a distinguir. -¿Listos para la diversión?- les pregunte a todos cuando llegué y me senté en un hueco que había entre Audrey y Mel. -Los estábamos esperando- me dije Mike aventándome una lata de cerveza y al voltearme hacia él me di cuenta quien era aquel chico que no dejaba de observarme. No sabía si era por sorpresa o por otra cosa, pero su forma de verme y esa expresión que no entendía me hicieron verlo más del tiempo necesario. -Cierra la boca Jonathan- le dijo cabreado Nico cuando lo notó, y termino por empujarlo de su lugar para sacar algo más de beber. -Nicholas- lo llamó Sam advirtiéndole y parándose de su lugar mientras que Jonathan se paraba de igual forma y se alejaba lo suficiente de él. -Solo le dije que cerrara la boca- comentó a la vez que sacaba una lata y la abría para tomar de ella como si nada hubiera pasado. -¿Estás bien?- Jonathan ni siquiera me volteo a ver cuando le pregunte, solo asintió y después se fue hacia donde estaban jugando los otros chicos. -Marica- susurro Nico. -¿Quieres dejarte de comportarte así con él? Ya paso tiempo- le reclamé irritada por su actitud y empujando ligeramente su hombro- me haces sentir culpable. -Lo eres. -Chicos basta- fue la voz de Melanie la que me hizo retroceder y evitar que un golpe fuera a parar al rostro del chico que me miraba con cierto enfado en sus ojos. -Cath tiene razón- me apoyo Sam- Jonathan está verdaderamente arrepentido de todo. -Si ustedes lo quieren perdonar adelante, yo no lo hare- fue lo último que dijo antes de dejarse caer al costado de Audrey y enfocarse en tomar de su bebida. Bufé con la clara intención de decirle algo y encararlo pero Melanie no espero a que lo hiciera, sus manos sobre mi cadera me hicieron retroceder para que después ella me jalara en dirección al mar- Cath, basta. -No me gusta que lo trate así, él tiene razón yo fui la culpable y la que cometió el error. -Ya conoces a Nicholas, pasara un largo tiempo para que lo perdone. -Conmigo lo ha hecho demasiadas veces -Contigo es diferente, lo sabes. No le dije otra cosa, solo me quede ahí parada viendo el horizonte y sumergida en mis propios pensamientos mientras el agua salada tocaba mis pies.- ya deja de mortificarte, mejor cuéntame todo lo que te mantuvo tan ocupada- su mano se había deslizado entre la mìa y un apretón en ella me hizo girar a verla, la sonrisa que tenía me hizo contestarle de igual manera. -Lo de mis trabajos escolares-suspire perdiendo un poco el contacto pero de inmediato volviendo a verle- es verdad. -No lo dudo- me dijo ella conduciéndome hacia donde las olas pudieran alcanzarnos más- pero tú solo haciendo tarea y comportándote como niña buena es algo difícil de creer. -Pensé que tan siquiera tú me considerabas así- sonreí divertida ante su comentario y viendo directamente aquellos oscuros ojos. -Sé que lo eres- hizo una pausa y resopló- Cuéntame Rindiéndome asentí -Ok, te cuento- comencé, y me aleje unos cuantos pasos de ella para después observarle de nuevo- estuve en la universidad haciendo un proyecto para una clase, por lo cual no me dio tiempo de salir… -¡Mentira!- exclamo arrojándome agua al rostro- Renata y tú sin salir un viernes por la noche, imposible. -Salí con ella, lo admito- dije quitando el agua de mi cara con una sonrisa. -¿Ustedes dos solas?- volvió a preguntar y asentí- ¡vuelves a mentir!- me dijo nuevamente arrojándome agua- mejor dime de una vez con quienes estuvieron. -¿Por qué estas tan segura de que estuvimos con alguien?- le pregunté pero de inmediato, alejando las gotas de agua salada de mis ojos y fue ahí cuando comprendí- Me viste en el Kroster- la mire con cierta sorpresa y duda. -Te vi saliendo de el, con “ellos”- recalcó la última palabra, ocasionando que sonriera al sentirme descubierta. Aquel lugar era uno de los sitios nocturnos a los que regularmente iba con mis amigos de la universidad, pero que se encontraba lo suficientemente lejos de la universidad como para regresar a ella en la madrugada- ¿Qué hacías por ahí? -Sam me llevo a cenar-confeso- fue mera coincidencia que te viera salir con ellos cuando nosotros ya nos regresábamos- hizo una pausa para ver si yo le decía algo pero no lo hice- ¿así que no saliste? -Bueno, ¿Qué quieres que te diga?, salí con ellos pero solamente fue eso y ya- levante mis hombros y me gire dejando que mis dedos acariciaran el agua. -¿Por qué quieres seguir con la mentira?- me preguntó acercándose a mí y observándome como solo ella sabía hacerlo- Tampoco estuviste en la Universidad -¿Me fuiste a buscar?- pregunté con la mirada hacia abajo y con cierto temor de levantarla. -No- me contesto rotundamente- te conozco muy bien, se cuando me mientes o cuando dices la verdad, cuando estas alegre o triste, y cuando tratas de olvidarte de todo… -No voy a recaer- le dije en un susurro apenas convincente que la hizo acallar y no decir más. Sus brazos inmediatamente rodearon mi cuerpo casi al instante, pronto ambas estuvimos abrazadas, mi cabeza se recargó en su hombro mientras que ella acariciaba mi espalda- Siempre voy a estar para ti, lo sabes ¿verdad? -Lo sé- volví a susurrar- ni Nicholas ni tú tienen porque preocuparse. -¿Y tu padres?- me preguntó alejándose de mí, le negué con la cabeza y comencé a alejarme; odiaba tanto hablar de mi familia con ella, era un tema que sabía perfectamente que mantenía a margen pero según mi amiga siempre iba a rondar en mi vida- Elizabeth está preocupada. -Te habló- le afirme riendo cuando había retrocedido en mis pasos para salir del mar, ahora, dándole la espalda- Ella tiene a mis hermanas y a su nueva familia, ¿no?... Mi papá está bien con su trabajo… que ambos se ocupen de eso… Dije en un tono bajo, con la única intención de que se diera cuenta de mi incomodidad y cambiara de tema, cosa que no resulto -Me comentó que no le has dado respuesta sobre de irte estas vacaciones con ella. -¿Y para qué quiere que se la dé?, sabe perfectamente mi respuesta- ella volvìo a insistir, y ante eso, aquella pregunta y respuesta habían salido de mi boca con un claro enfado por parte mía; no quería que Emily pagara los platos rotos, así que comencé a caminar hacia la orilla nuevamente, pero antes de salir me detuvo. -¿Sabes qué día es hoy? -A que viene esa pregunta- no volteé a verla, mi vista estaba en mis otros amigos que reían y bromeaban de algún tema, se veían felices y sabía que en cierta forma lo eran y por eso los envidiaba. -Deseas tanto olvidarte de ella que olvidas hasta su cumpleaños -No lo recordaba, para serte sincera no sé ni en qué día vivo. -Llámala y felicítala Una risa cínica salió de mi boca mientras me volteaba a verla- ¿Para qué?, tiene a mis hermanas y a Leo, lo más seguro es que la estén festejando en un restaurante caro donde todos ellos estén riendo y siendo felices… no quiero arruinarle esa felicidad- la sonrisa en mi rostro era el perfecto final para lo que habìa dicho. Malenie movió la cabeza enojada ante mi actitud y apretó sus labios antes de hablar- Estoy segura que lo único que tu madre desea es una llamada de tu parte. -Mel, basta- dije por último, subiendo ambas manos a mi larga cabellera y pasar mis dedos entre ella para después negarle molesta y girarme hacia donde los demás estaban. Fue poco el tiempo que me duro el sentirme enojada, frustrada por esa platica que había compartido con ella. Me incomodaba tanto hablar sobre ella, recordarla si quiera; pero como bien acostumbraba, hice mi mayor esfuerzo por olvidarlo y me dedique a divertirme con todos, aunque continuamente sentía la mirada de Melanie puesta en mí, como claro recordatorio de lo que quería que hiciera. Me divertí, reí, comí y bebí lo que habían llevado aquel día, jugué con Nico y con los demás desde voleibol hasta futbol; la música no faltó al igual que el baile y se puede decir que el alcohol comenzaba a pasar la factura a más de uno de nosotros cuando la tarde llegaba a su fin. Acostumbrada a como estaba con ellos, ni Nico, Mel o Sam dejaron que tomara más de la cuenta, siempre era así cuando estaba con ellos, me cuidaban y por eso me sentía tan agradecida, hacían que recordara que no estaba sola en el mundo y que tan siquiera a ellos les importaba. Era de noche ya, todos nos habíamos cambiado de ropa para acercarnos a nuestra clásica fogata que hacíamos cada vez que nos juntábamos y pasábamos así el día. Nico se sentó atrás de mí mientras que con sus brazos me abrazaba y besaba mi cabeza, todos ellos platicaban y reían de algunas bromas que se hacían pero yo simplemente estaba concentrada en el rugir de las ramas quemándose; no pude evitar recordar mi pasado, donde la que estaba atrás de mí era mi madre y a mi alrededor riendo se encontraban mis hermanas y mi padre, conviviendo como una verdadera familia. -¿Pasa algo?- me preguntó mi amigo cuando me pare del lugar donde estaba, obligándolo a que me soltara y me mirara con curiosidad, le negué y camine hacia las escaleras de madera comenzaban, las luces colocadas indirectamente sobre el deck hacían que el lugar estuviera iluminado y así fue como me senté en el primer escalón. Las imágenes de mi pasado seguían frescas en mi memoria, podía jurar que las risas de esas personas que yo bien recordaban estaban presentes en el lugar, aunque sabía que solo era producto de mi imaginación, y sin siquiera haberme dado cuenta ya tenía el celular en mi mano. Dudaba en marcar o no, viendo directamente la pantalla y solo, cuando sentí su mano sobre mi hombro me decidí marcar, no hacia faltar girar y comprobar que era Mel la estaba ahí. El sonido de la llamada se empezó a escuchar mientras que una parte de mí quería que nadie alzara la bocina del otro lado pero al tercer pitido lo hicieron- “Bueno”- una voz angelical y dulce habló, no me hizo falta escuchar más para saber que era Danna- “Bueno”- volvió a decir. -Danna- fue un susurro lo que salió de mi boca, sin saber si me había escuchado o no. -“Cath”- mi nombre salió alegremente por la bocina- “¿Cómo has estado?, ¿ya saliste de la Universidad?” empezó a preguntarme feliz. -Yo… no… bueno, bien, estoy bien… solo- comencé a decir nerviosa pero escuche otra voz cerca de Danna- “Al parecer se acordó, o más bien alguien le recordó”- calle de inmediato sintiendo come la sangre me hervía por el comentario completamente cierto de Loraine. -“Cath”- Danna volvió a decir mi nombre con temor a que colgara pero no la deje hablar más. -Pásame a mi mamá- mi voz sonó completamente más segura de lo que había sido antes pero claramente molesta, mi hermana no dijo mas y solo el sonido de sus pasos se escucharon mientras esperaba que mi madre me contestara. -“Mamá, es Cath”- escuche decir a Danna y después provinieron sonidos de alguien apurándose a dejar caer cosas metálicas. -Cath, hija, hola- una dulce voz me saludo mientras yo le correspondía- ¿Cómo has estado? -Bien- conteste secamente lo que ella advirtió pero de inmediato seguí- solo hablaba para felicitarte, lo hubiera hecho antes pero tuve… tuve algunos contratiempos- mentí. -No importa, me da mucho gusto escuchar tu voz- hizo una pausa en la que estaba segura que ella quería que le dijera lo mismo pero no sucedió- ¿Qué has hecho?¿Dónde estás? -Nada en especial, hace tres días regrese a casa y he estado con papá, ahorita estamos en casa, viendo películas- volví a mentirle. -Me alegra saber que estás bien- tenía claras intenciones de preguntarme otra cosa, pero era claro que hasta aquí iba llegar yo con esa conversación. -Solo te hablaba para felicitarte- dije rápidamente- espero que estés pasándola bien, salúdame a todos y… y cuídate- dicho eso cerré mi celular. La mirada de Mel estaba puesta en mí, la tristeza en su mirada me hizo sentir peor por lo que bufé al verla y segundos después me paré en dirección hacia la fogata.