Hola! Este es mi primer escrito, espero con el tiempo ir mejorando, claro, con la ayuda de ustedes y sus comentarios! Por favor comenten! Capítulo 1: ¿Castigo? ¿Acaso este era el verdadero deseo de Dios? ¿Acaso yo tenía que pagar por los errores de mis odiosos padres? Yo me había quedado ciego desde los seis años, al principio no lo entendía, pero conforme pasaba el tiempo, iba deduciendo la verdadera situación. Yo estaba pagando por los errores de mis padres, porque no podían ser más que un dúo de codiciosos y egoístas; que por su gran negligencia dejaron que su único hijo se contagiara de una enfermedad, que te deja ciego en poco tiempo. No importaba el dinero con el que contaran, simplemente no había marcha atrás, me habían arruinado la vida entera. Desde mi corta edad de cuatro años, empezó todo, me sentía como rata de laboratorio, no había día que no me hicieran estudios ¿Acaso no entienden? La falta ya había sido efectuada y no había nada en este planeta, al menos, que pudiera resolverlo. Hasta hace poco me encontraba en una universidad para personas “especiales” ¡tonterías diría yo! Ese inmundo instituto nos trataba como si viniéramos de un mundo diferente, como bichos raros, o incluso peor, nos tenían… lástima. Hacernos eso era lo más infame que podían hacer, y yo por más que me preguntaba el por qué, nunca lo hallaba; yo podría jurar por mi propia madre que era superior a cualquier chico “normal” sólo que de manera diversa. °°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°° —¡Alexis! Está listo tu desayuno—gritó mi madre interrumpiendo mis pensares— ¿Necesitas ayuda? —Bajo yo solo—me limité a contestarle, pero sin esforzarme tanto Me levanté con pesar de la gran cama donde segundos antes estaba tranquilamente recostado, agarré una camisa y un pantalón que estaban en el respaldo de la silla de mi escritorio; la verdad ya estaba bastante acostumbrado, ahora tenía veinte años, lo suficiente para por lo menos saberme vestir yo solo. Posteriormente, me dirigí a mi baño, y lavé sólo con agua mi cara. Siempre me embargaba la duda, ¿qué aspecto tenía? Conocidos, familiares y amigos me habían contado que tenía un cabello lacio y castaño claro, y que poseía unos ojos negros y profundos; me había quedado ciego a los cuatro años, si me dio tiempo de aprenderme todos los colores. Mi cuerpo no era del tipo voluminoso, pero tampoco tipo “spaguetti” ya que desde tercero de secundaria había hecho bastante ejercicio, sólo como un método para subir mi autoestima. En cuanto terminé la tarea que me había asignado a mí mismo, bajé cuidadosamente las escaleras, pasé por la enorme sala y finalmente llegué al gran comedor. —Hijo, ya debo partir hacia la empresa ¿quieres que…—me propuso mi madre, pero la interrumpí groseramente —No, gracias. Mejor vete—le contesté sin más. —Bien, recuerda que Samantha llega en unas horas—me dijo mi madre al tiempo en que tomaba su bolso y se dirigía a la entrada principal —¿Qué? ¿De qué estás hablando?—le pregunté desconcertado, ya que no tenía ni la menor idea de a qué se refería —Oh… ¿no te dije? Hoy vendrá una tutora, ya que saliste de la universidad y al parecer no quieres estudiar más, por lo menos acepta clases privadas, no dejaré que mi hijo sea un fracasado— ¿pero que se creía? Si no estuviera en esta estúpida situación lo más seguro es que estuviera estudiando leyes, medicina o algo por el estilo. —Dile que no se presente ¿por qué diablos querría a una anciana enseñándome? Si por más inteligente que sea no voy a trabajar, así que me niego. —Ahh…Alexis, ¡Ya basta! ¿Sí? La tutora vendrá y punto, y más te vale tratarla bien ¿de acuerdo?—me dijo con un tono amenazante, y en ese momento oí como salía de la casa sin decir nada más. Pasaron varias horas en las que sólo me dediqué a escuchar algo de música, en mi casa todo era automático, con la intención de que pudiera hacer fácilmente las cosas yo solo. Un ejemplo era la televisión, que se prendía con un solo botón y para cambiar de canal sólo era necesario mover un sensor, todo era relativamente fácil y supongo que era de mucha ayuda que mis padres estuvieran en una muy buena situación económica —Señor, ya llegó la tutora—me dijo una de las asistentas interrumpiendo mis pensamientos, recordaba perfectamente su voz, ella había estado desde que todo había empezado, su nombre era Claudia —Ahh…—suspiré—Como sea, déjala pasar La supuesta tutora no llegaba, y ya habían pasado varios minutos desde que Claudia me había dado el aviso de que había llegado, me empecé a preocupar un poco, por lo que muy a mi pesar me retiré de mi habitación, y bajé con cuidado hacia la sala. Cuando llegué a la estancia, escuché La voz de Claudia discutiendo tímidamente con una voz desconocida. La voz era femenina, monótona, y fría, peo al mismo tiempo aterciopelada, ni siquiera yo pude entender mis pensamientos. —¡Vaya! El príncipe se ha dignado a aparecer—dijo la misma voz, una vez que yo ya estaba en la sala —¿Disculpa?—pregunté, ¿acaso era ella mi tutora? —¿También eres sordo? ¿Cuánto pensabas dejarme aquí? ¡Genial! Mi primera asesoría y me tocó un arrogante hijo de papi y mami rico—comentó con insolencia ¡Maldición! Esto sí que sería un problema…
Me gusto mucho tu historia. Espero que la continues pronto. En algunas partes tiendes a ser repetitivo y también note que primero dices que la enfermedad de Alexis comenzo a los 6 y luego dices que fue a los 4 ¿?:confused: Como dije antes, me gusto mucho la historia, espero no te ofendas con mi comentario :) Capítulo 1: ¿Castigo? ¿Acaso este era el verdadero deseo de Dios? ¿Acaso yo tenía que pagar por los errores de mis odiosos padres? Yo me había quedado ciego desde los seis años, al principio no lo entendía, pero conforme pasaba el tiempo, iba deduciendo la verdadera situación. Yo estaba pagando por los errores de mis padres, porque no podían ser más que un dúo de codiciosos y egoístas; que por su gran negligencia dejaron que su único hijo se contagiara de una enfermedad, que te deja ciego en poco tiempo. No importaba el dinero con el que contaran, simplemente no había marcha atrás, me habían arruinado la vida entera. Desde mi corta edad de cuatro años, empezó todo, me sentía como rata de laboratorio, no había día que no me hicieran estudios ¿Acaso no entienden? La falta ya había sido efectuada y no había nada en este planeta, al menos, que pudiera resolverlo. Hasta hace poco me encontraba en una universidad para personas “especiales” ¡tonterías diría yo! Ese inmundo instituto nos trataba como si viniéramos de un mundo diferente, como bichos raros, o incluso peor, nos tenían… lástima. Hacernos eso era lo más infame que podían hacer, y yo por más que me preguntaba el por qué, nunca lo hallaba; yo podría jurar por mi propia madre que era superior a cualquier chico “normal” sólo que de manera diversa. °°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°° —¡Alexis! Está listo tu desayuno—gritó mi madre interrumpiendo mis pensares— ¿Necesitas ayuda? —Bajo yo solo—me limité a contestarle, pero sin esforzarme tanto Me levanté con pesar de la gran cama donde segundos antes estaba tranquilamente recostado, agarré una camisa y un pantalón que estaban en el respaldo de la silla de mi escritorio; la verdad ya estaba bastante acostumbrado, ahora tenía veinte años, lo suficiente para por lo menos saberme vestir yo solo. Posteriormente, me dirigí a mi baño, y lavé sólo con agua mi cara. Siempre me embargaba la duda, ¿qué aspecto tenía? Conocidos, familiares y amigos me habían contado que tenía un cabello lacio y castaño claro, y que poseía unos ojos negros y profundos; me había quedado ciego a los cuatro años, si me dio tiempo de aprenderme todos los colores. Mi cuerpo no era del tipo voluminoso, pero tampoco tipo “spaguetti” ya que desde tercero de secundaria había hecho bastante ejercicio, sólo como un método para subir mi autoestima. En cuanto terminé la tarea que me había asignado a mí mismo, bajé cuidadosamente las escaleras, pasé por la enorme sala y finalmente llegué al gran comedor. —Hijo, ya debo partir hacia la empresa ¿quieres que…—me propuso mi madre, pero la interrumpí groseramente —No, gracias. Mejor vete—le contesté sin más. —Bien, recuerda que Samantha llega en unas horas—me dijo mi madre al tiempo en que tomaba su bolso y se dirigía a la entrada principal —¿Qué? ¿De qué estás hablando?—le pregunté desconcertado, ya que no tenía ni la menor idea de a qué se refería —Oh… ¿no te dije? Hoy vendrá una tutora, ya que saliste de la universidad y al parecer no quieres estudiar más, por lo menos acepta clases privadas, no dejaré que mi hijo sea un fracasado— ¿pero que se creía? Si no estuviera en esta estúpida situación lo más seguro es que estuviera estudiando leyes, medicina o algo por el estilo. —Dile que no se presente ¿por qué diablos querría a una anciana enseñándome? Si por más inteligente que sea no voy a trabajar, así que me niego. —Ahh…Alexis, ¡Ya basta! ¿Sí? La tutora vendrá y punto, y más te vale tratarla bien ¿de acuerdo?—me dijo con un tono amenazante, y en ese momento oí como salía de la casa sin decir nada más. Pasaron varias horas en las que sólo me dediqué a escuchar algo de música, en mi casa todo era automático, con la intención de que pudiera hacer fácilmente las cosas yo solo. Un ejemplo era la televisión, que se prendía con un solo botón y para cambiar de canal sólo era necesario mover un sensor, todo era relativamente fácil y supongo que era de mucha ayuda que mis padres estuvieran en una muy buena situación económica —Señor, ya llegó la tutora—me dijo una de las asistentas interrumpiendo mis pensamientos, recordaba perfectamente su voz, ella había estado desde que todo había empezado, su nombre era Claudia —Ahh…—suspiré—Como sea, déjala pasar La supuesta tutora no llegaba, y ya habían pasado varios minutos desde que Claudia me había dado el aviso de que había llegado, me empecé a preocupar un poco, por lo que muy a mi pesar me retiré de mi habitación, y bajé con cuidado hacia la sala. Cuando llegué a la estancia, escuché La voz de Claudia discutiendo tímidamente con una voz desconocida. La voz era femenina, monótona, y fría, peo al mismo tiempo aterciopelada, ni siquiera yo pude entender mis pensamientos. —¡Vaya! El príncipe se ha dignado a aparecer—dijo la misma voz, una vez que yo ya estaba en la sala —¿Disculpa?—pregunté, ¿acaso era ella mi tutora? —¿También eres sordo? ¿Cuánto pensabas dejarme aquí? ¡Genial! Mi primera asesoría y me tocó un arrogante hijo de papi y mami rico—comentó con insolencia ¡Maldición! Esto sí que sería un problema…[/quote]
¡Hola! Bueno cariño, bienvenido. Pues creo que va bien. Me "emocionó" el hecho de que Alexis fuera ciego, no con el motivo de ofender, si no más bien que bueno, se puede desarrollar una buena historia. También me gustó la actitud de la tutora, he de suponer que Alexis no está acostumbrado que le den un trato como ese O.O" Aparte de que te recomiendo checar tu escrito antes de publicarlo [Por los errores de dedo y demás cosas] Te recomiendo que separes más los parrafos, ya que puede crear que la lectura sea tediosa :S Bueno, creo que no tengo nada más que decir (?) Avísame (; Sayoo!! At:Michelle<33