Bueno, bueno. Volviendo a escribir eh xD. Aviso de antemano, este es realmente un long-fic, con hartas parejas, muchas situaciones controversiales y cómicas, al igual que serias y trágicas, algunos OC, y un nuevo personaje algo peculiar, todo esto puesto en escena desde el intrigante 1er capítulo. La trama evolucionará a medida que avance la historia, por lo que no desesperen: este fic va a ser bien recibido, o eso creo yo XD. Bueno, volviendo al tema, me gustaría recibir sus críticas lo mejor posible, tantas buenas, como agresivas, de todo tipo. Es constructivo :3. Y... parece ser que no queda nada más que decir... Ah, cierto. He notado que hay muchas, no, ni siquiera, eso es muy poco, MUCHÍSIMAS mujeres en este tema de los fic, por lo que, obviamente, me siento bastante apartado T.T, pero bueno, que se le puede hacer, ¿No? Ya, basta de palabrerías, es hora de estrenar lo que una vez fue una parte de un sueño: que es lo que se esconde tras la tormenta, tras la cortina entre lo conocido y lo ilógico, lo sobrenatural. Entonces, como siempre suelo decir: ¡Let the game begin! Siempre suelo tener una pequeña manía con el contador de palabras, así que les dejaré en cada cap el nro de palabras del cap, ¿OK? Palabras: 4347 _________________________________________________________________ La Causa Del Vendaval Todo comenzó bajo aquella tormenta. Sabía que volver a casa con esta lluvia de vendaval era la peor cosa que podría haber hecho. Mojado hasta los talones, corrí en busca de un techo o algún local, pero en mitad de una plaza es imposible encontrar eso, por lo que me refugié debajo de un árbol. Mi cuerpo estaba entumecido por el frío y temblaba violentamente. Realmente pensé que moriría de frío. Me senté en el piso, apoyándome en el árbol, soplando hacia mis manos para por lo menos calentarlas aunque fuera sólo un poco. Entonces, escuché unos gritos que provenían no muy lejos desde donde yo estaba. - ¡NO! ¡Suéltenme! –gritó una chica, más o menos de mi misma edad, intentando zafarse de dos sujetos que la tenían agarrada, uno desde atrás y el otro le sostenía los brazos. Intenté ignorarla, tratando de no involucrarme en más problemas en los que ya estaba, pero sentí que cada vez me corrompía más y más tras escuchar continuamente sus gritos, hasta que vi lo que aquellos sujetos estaban haciendo. Con sus sucias manos, en un pequeño callejón, le empezaron a desgarrar su uniforme escolar, dejado expuesta la blanca piel de la chica y su ropa interior. Era imperdonable. Quedándome ahí parado, viendo tal cosa. - ¡Qué haces, no te quedes ahí parado! –me decía mi conciencia. Pero, ¿Qué podía hacer yo? Probablemente esos sujetos la tenían amenazada con algún tipo de arma. Si intentaba salvarla, lo más probable es que me matarían en unos instantes. Aparte, yo no soy nadie para salvarla: no tengo la fuerza suficiente, soy mucho menor que esos sujetos y no poseo nada conmigo para poder combatirlos. Era demasiado débil para hacer algo. Yo no era ningún héroe, nadie lo era. Aun así, decidí acercarme lentamente, escondiéndome entre unos arbustos cercanos. - Por favor, ¡Deténganse! ¡Alguien! ¡Auxilio! –gritaba desesperadamente aquella chica. - De nada te sirve gritar niña. ¿Acaso crees que alguien en esta lluvia vendrá a ayudarte? Incluso sin la lluvia, nadie vendrá a ayudarte. Todos son tan cobardes, que simplemente nos ignorarían y seguirían caminando como si no hubieran visto nada –dijo uno de los tipos, amenazándola con un cuchillo mariposa, colocándola en su garganta- Ahora, cállate, o te haré una segunda boca en tu hermoso cuello. La chica se quedó callada, cerró los ojos y se dispuso a llorar en silencio. Se había rendido, y probablemente no volvería a decir ni una palabra más. ¡Maldita sea! ¡Si no hubiera hecho algo en ese momento, quién sabe lo que esos tipos le hubieran hecho! Entonces, guiándome por mi instinto de justicia, salí de mi escondite y corrí directamente hacia ellos. - “Hoy día si que me voy a morir” –fue lo que pensé. El sujeto con el cuchillo en su mano fue el primero en darse cuenta de mi presencia, pero para ese entonces ya le había golpeado directamente en la cara. Mi mano crujió, ya que esa fue la primera vez que golpeaba seriamente a una persona. Me retorcí del dolor, pero logré ignorarlo. Para cuando veo al otro sujeto, este soltó a la chica, lanzándola al piso, y luego corrió hacia mí. No tenía intenciones de seguir peleando, sino que quería distraerlos y así poder escapar con ella para llevarla a un lugar seguro, pero a veces hay que improvisar. Sabía que si peleaba me daba por muerto, así que pensé en una manera para distraerlos, pero era ya muy tarde. Él sacó una pistola de su bolsillo trasero y empezó a dispararme. Intentando esquivarlas, corrí hacia la chica, que estaba intentando levantarse lentamente, la agarré del brazo muy fuertemente, escuchando como ella se quejaba del dolor, la levanté, la cargué en mis brazos, y corrí, corrí más rápido que el viento. Una lluvia de balas llegó por detrás de mí, pero luego se detuvieron. Había logrado escapar. Estaba cruzando una calle cuando, repentinamente, empecé a sentirme mareado. Miré mi cuerpo, y vi que estaba cubierto de sangre. Pensé que era la chica que llevaba en mis brazos, pero ella estaba ilesa. Entonces, un dolor agudo recorrió todo mi cuerpo: me habían baleado, dejándome lleno de agujeros en todo el cuerpo. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué no sentí nada? Me arrodillé en el piso, a punto de gritar por el dolor. Sangre empezó a esparcirse en el pavimento, como si brotara de este. Intenté levantarme, pero fue inútil. Entonces, en pleno vendaval de lluvia y sangre, un auto, desesperadamente intentando frenar, nos atropelló violentamente. El dolor se detuvo. Vi como la chica salió volando en dirección contraria a la mía, chocando contra el piso. Lo último que vi fue a ella, tirada lejos de mí en la calle, un mar de sangre alrededor mío, y a la gente que lentamente empezaba a acercarse, curiosas de lo que acababa de ocurrir. En ese momento, respiré mi último aliento, y lo exhalé. Me sentí tan ligero como una pluma, también como si el tiempo se hubiera detenido, observando la misma escena constantemente. Ese fue el momento en el que supe que había muerto. Qué curioso que justo había pensado que aquel día moriría. Aquel día… estaba vestido de negro… Capítulo IEl día en el que todo llegó a su fin Había muerto, y no había nada más que decir. Pero tras esa oscuridad que acompaña a uno tras cerrar los ojos, una luz apareció. Pensé que era el Cielo, el paraíso el cual todas las almas de las personas muertas van, pero lo encontré extraño, porque esa luz no simplemente me iluminaba, sino que era cálida, casi caliente, como si fuera el sol. Entonces, me di cuenta de que podía mover mi cuerpo, y abrí mis ojos. Primero, todo fue muy brillante y no pude ver nada, pero una vez que mis ojos se acostumbraron a la luz, observé lo impensable. Me encontraba en un gran prado, en un día despejado y soleado, con un bosque a lo lejos. - ¿Qué diablos está sucediendo aquí? No me habían… ¿Asesinado? –pensé, tocando mi cuerpo para ver si era real lo que estaba sucediendo. Busqué desesperadamente las heridas de la balacera que recibí, pero estaba completamente sano, ni siquiera había algún rastro de que me hubieran atropellado. ¿Acaso todo eso había sido un sueño? Aunque lo hubiera sido, ¿Por qué rayos me encontraba en un lugar parecido al campo como este? ¿Acaso aún seguía soñando? Mi mente estaba pensando y razonando todo lo que había sucedido, pero fui interrumpido por algo extraño que vi cerca de mí. Botada en el piso, se encontraba aquella chica que esos tipos atacaron. - ¡Tú! –grité, y corrí en dirección hacia ella. Me detuve al lado de ella, y la observé por un tiempo. Estaba recostada en el pasto, dormida. No me había dado cuenta en todo ese tiempo, pero ella era realmente hermosa. Me extrañó un poco la ropa que llevaba puesta, ya que estaba completamente seguro de que ella no llevaba esa misma ropa cuando fue atacada por esos sujetos; y me extrañó aún más su aspecto físico. Tenía el cabello de un color violeta casi negro, bastante único, una cara muy fina, y con unas curvas bien notables. Debido a eso último, no pude despegar mi mirada de ella, pero reaccioné, y me agaché con intenciones de despertarla. La agarré de los hombros, la levanté suavemente y empecé a sacudirla, sin conseguir despertarla. Le abofeteé la cara bien suave, cada vez aumentando la intensidad, hasta que me detuve porque vi que sus mejillas se estaban empezando a tornar rojas. Fue extraño, ya que ni siquiera usé fuerza en los golpes, por lo que deduje que ella tenía un cuerpo realmente frágil y sensitivo. Entonces, noté que ella empezó a despertarse, primero tembló, luego abrió lentamente lo ojos, y finalmente se sentó sobre sí misma, refregándose los ojos. Me miró por varios segundos, mirándome directamente a los ojos, sin siquiera pestañear. Yo no sabía que decir. Era como si sus ojos, del mismo color de su cabello, el cual era imposible de encontrar en otra persona, me hubieran silenciado. ¿Había recordado que habíamos muerto? ¿Soñó lo mismo que yo? ¿También se preguntaba si conocía este lugar? ¿Qué pensaba de mí? Mi cabeza nuevamente había empezado a enredarse en preguntas. -Tú… ¿Quién eres? –preguntó finalmente. Por supuesto. Como la salvé repentinamente no tuve ningún momento para siquiera decir mi nombre. - ¿Yo? - Sí. ¿Acaso ves a alguien más por aquí? –me respondió con sarcasmo. - Nara Shikamaru. ¿Cómo te llamas tú? - No pienso decírtelo –me respondió, levantándose del piso. - ¡Pero cómo! Si yo te dije mi nombre –le repliqué con un poco de enojo. - No siempre debes confiar en las personas, Nara –dijo sonriendo levemente. - "Qué mujer más extraña y problemática" Dejando eso aparte –dije tosiendo algo frustrado- ¿Recuerdas quién soy? ¿Dónde rayos estamos? Hubo un momento de silencio. Ella no me quitó la mirada de encima. Yo simplemente esperé a que respondiera, pero no decía nada. Comencé a desesperarme por el silencio, pero ella finalmente respondió. - Que yo recuerde, jamás te he visto en mi vida. No tengo ningún recuerdo tuyo o de alguien llamado Nara Shikamaru –me respondió con una voz casi mecanizada- ¿Acaso tú me conoces? Ah, bueno. Es mejor que no me conozcas. - ¿Qué? Pero si nos atropellaron a los dos. Nos mató un automóvil –le repliqué un poco confundido. - ¿Automóvil? ¿Qué es eso? –me preguntó con una cara que emanaba curiosidad. En aquel momento pensé que me estaba tomando el pelo, pero una vez que me di cuenta que su curiosidad era verídica, me espanté, no sé por qué, pero me espanté. Me resultaba sumamente extraño que no recordara nada. A no ser que ella no sea la misma mujer, pero sería estúpido y poco probable. Ella se dio medio vuelta y empezó a caminar. Yo, en un impulso para detenerla, corrí hacia ella e intenté tomarle por el hombro. Entonces, en aquel momento, sucedió. Sentí que el aire alrededor mío se comprimió y enrareció, haciendo que perdiera el equilibrio y que cayera sobre mis rodillas. Entonces, después de recuperarme de tal cosa, miré a mí alrededor. Todo estaba silencioso y quieto. Ella se había quedado ahí parada, dándome la espalda. Me acerqué a ella y le miré detenidamente el rostro. No hizo absolutamente ningún tipo de movimiento. Le pasé la mano por la cara muchas veces, acercándola violentamente, a veces, para ver si reaccionaba, pero nada. Pensé algo realmente ilógico: que el tiempo se había detenido, pero tras razonarlo un poco, no me pareció mentira. - ¿Te he asustado? Escuché una voz espectral que provino detrás de mí, por lo que me asusté y me volteé, viendo a un pequeño niño encapuchado, blanco y con una capucha negra, la cual le cubría sus ojos. Había aparecido literalmente de la nada. - Que… ¿Qué rayos eres tú? –pregunté un poco asustado. No sabía la razón, pero tuve el fuerte presentimiento que aquel niño en frente de mí no era una persona, ni siquiera humano. Tenía esa aura espectral que lo hacía ver aterrador. - Que bueno que esté bien, Nara Shikamaru –me respondió con una leve sonrisa en su rostro. - Dime una cosa. ¿Tú no eres humano, cierto? - No es necesario tener un buen ojo para darse cuenta, ¿Verdad? Yo soy Ánima, el que controla las almas y el Dios de la Tierra que conoces. Sus palabras fueron bastante reveladoras para mí. Me quedé ahí parado, atónito, incrédulo. Me encontraba en un estado de muchas dudas y sin respuestas. Estaba desesperado. - ¿Qué eres el Dios de la Tierra que yo conozco? ¿¡De qué diablos estás hablando!? A mí… ¡A mí me dispararon! ¡A mí me atropellaron! ¡A ella también! -le grité apuntando a la cara de la chica congelada en el tiempo- ¿¡Qué diablos es este lugar!? Porqué todo tiene que ser tan problemático… - Me disculpo por adelantado por lo que te voy a decir. Lo más probable es que me odies por siempre por lo que te diré a continuación. Todo es tal como lo piensas, Shikamaru, aunque no quieras aceptarlo. - ¿Pienso qué? - Tú estás muerto. Tú verdadero cuerpo murió aquel día en la calle junto con ella. - Que estoy… ¿M-M-Muerto? –respondí sorprendido y asustado al mismo tiempo. Aquellas palabras aún resuenan con fuerza en mi interior, como si fueran un eco interminable. El saber que un niño de aspecto espectral me dijera que había muerto en aquel accidente, siendo que fue imposible que lo hubiera presenciado, me alteró bastante. Si todo aquello era verdad, aunque fuera lo más irracional, ilógico y estúpido que jamás hubiera pensado, entonces tenía que reconocer que no sabía nada de nada. Más dudas, cero respuestas. - Sí, teóricamente. Intentaré explicártelo todo de forma breve, pero completa. Exactamente en el último momento de tu vida, congelé el tiempo en el cual te ubicabas, extraje tu alma, y la inserté nuevamente en otro cuerpo creado por mí, exactamente igual al tuyo –me dijo apuntándome- Pero, por supuesto, una vez que haz muerto en la Tierra, estarás muerto por siempre, no importa cuanto lo intentes. Es la ley de la conservación, después de todo. Nada se crea, nada se destruye, solo se transforma, al igual que tú. Si dejaba tu alma en aquel lugar, esta se extinguiría, ya que las heridas y el dolor que sentiste fueron reales, por lo que estos no pueden desaparecer. Esto provoca que la vida presente en tu alma se empiece a desvanecer, consumiendo lentamente tu ser hasta que mueres, pero como dije anteriormente, en el momento de tu último aliento, logré salvarte. Pero el problema no termina ahí. Como moriste en la Tierra, si te colocaba en ese cuerpo ahí, aquellas heridas aparecerían nuevamente, ya que es imposible que desaparezcan una vez que tu alma ya las sufrió, por lo que tuve que recurrir a una medida desesperada. Estaba escuchando atentamente el discurso del niño Ánima, el cual me tenía tan metido, que ni me daba tiempo de pensar. Todo era tan ilógico, que parecía que venía de una película fantástica o algo por el estilo, pero ignoré lo lógico por un instante, creyendo absolutamente cada palabra que aquel niño decía. ¿Acaso este era el poder de habla de un Dios? - Bueno, se me ha acabado el tiempo. Sé que lo que he dicho ha sonado como si te estuviera manipulando, pero no lo estoy. Nos veremos otra vez, hijo de la Tierra –dijo Ánima, empezando a ser envuelto en un aura extraña, desvaneciéndose. - ¡Espera! ¿Qué hiciste? ¿Qué fue lo último que me hiciste? –grité desesperadamente mientras corrí en dirección suya. - Eso, Joven, lo podrás averiguar por ti mismo en este mundo –y dicho eso, se desvaneció completamente. ¿En este mundo? Después de desaparecer, el anterior efecto del aire volvió a aparecer, comprimiéndose y enrareciéndose, mareándome bastante. Entonces, nuevamente volví a escuchar el viento, las hierbas, y las pisadas de la chica alejándose. La rueda del tiempo se había puesto en marcha nuevamente; Ánima ya no estaba. Ni siquiera tuve tiempo para meditar lo que me había dicho el niño, ya que en ese momento escuché un sonido diferente al resto. La chica se había caído al suelo, pero no como cuando uno se recuesta, sino como cuando alguien se desmaya de repente. Sin dudar, corrí hacia ella sabiendo que algo malo le había pasado. - ¡Oye! ¿Qué te sucedió? –le dije mientras me sentaba al lado de ella y apoyaba su cabeza en mi abdomen. Ella no respondió, sólo temblaba ligeramente. Sudaba frío, su mano derecha temblaba un poco más fuerte que el resto de su cuerpo y su respiración se detenía momentáneamente, casi dejando de respirar en ciertos casos. Era obvio, ella estaba muy enferma, pero no tenía ni la menor idea de que estaba enferma. La alcé en mis brazos y miré a mí alrededor, en busca de alguna persona o poblado. No vi nada más que vegetación y ambiente. - ¿Hay alguien ahí? ¡Necesito ayuda! ¡Ella está muy enferma! ¡Un doctor! ¡Alguien! –grité con todas mis fuerzas, pero no hubo ni una sola respuesta- Maldita sea, por qué todo tiene que ser tan problemático… Corrí por el prado hasta que me encontré con el límite entre este y el bosque. Estaba rodeado, me era imposible salir de aquel lugar en busca de alguien sin atravesar el denso bosque que estaba en frente de mí. Ahí fue cuando pensé un poco mi situación. Definitivamente este lugar no era Japón, era un lugar que jamás había visto en mi vida: el clima, el paisaje, hasta el mismo viento, todo era diferente, pero no era tiempo de pensar esas cosas. Salvarla a ella era lo prioritario, y con eso marcado en mi mente, completamente decidido, me adentré en el bosque. Caminé por varios minutos, intentando encontrar algún tipo de sendero, mientras intentaba proteger a la chica de las ramas y las corrientes del viento que repentinamente se metían entre los árboles. Ella era tan delicada, que tuve que poner todo mi empeño en cuidarla. Su respiración era cada vez más agitada, de repente llegando a toser y decir cosas entre sueños. Su mano derecha le temblaba, a veces fuertemente, durando unos segundos, luego volviendo a la normalidad. Eso definitivamente era algo malo, y tenía que darme prisa. Apuré el paso para avanzar más rápido, pero debido a eso, tropecé, caí hacia un pequeño acantilado, grité, y cuando choqué con el piso, perdí la consciencia. Rayos, ¿Por qué ese día tenía que siempre perder el conocimiento? Me quedé a oscuras por bastante tiempo. Sentí que era atraído por una luz que me llevaba hacia un lugar cálido y brillante. ¿Acaso había muerto por segunda vez? Me encontraba tocando la puerta del cielo cuando de repente, la luz se volvió agua, empezando a ahogarme, y desperté. Me senté sobresaltado, y me di cuenta de que me encontraba en una cama, muy diferente al suelo de la selva obviamente. Lo primero que pensé es que nos habían rescatado, y luego casi inmediatamente, intenté buscar a la chica, pero no la podía encontrar. Intenté levantarme, pero un dolor extremo me recorrió en todo el cuerpo. - ¡Ay, ay, ay! ¡Esto duele mucho! –me quejaba del dolor- Así que incluso después de una caída como esa sigo con vida. Miré mi cuerpo herido, y noté que estaba lleno de vendajes en todas partes, por fortuna, eran puros cortes y contusiones. Aun así me dolía tanto que ni siquiera era capaz de levantarme. - Si llegas a exigirte un poco más, ten por seguro que tus entrañas saldrán por tu abdomen, y eso no es un chiste –dijo una mujer a mi izquierda. Apoyada en el marco de la puerta de la habitación, una mujer rubia alta, con los brazos cruzados, me miraba detenidamente, empezando a caminar hacia mi dirección. No lo había observado al principio, pero una vez que comenzó a acercarse hacia a mí, me di cuenta de sus desmesuradas proporciones, especialmente en el área de sus pechos. Me quedé sin habla por bastante rato. - Realmente tiene un cuerpo resistente, joven, pero todos saben que el cuerpo humano tiene sus límites –me dijo sentándose en la silla al lado de mi cama- Dime, ¿Qué hacías en los barrios bajos sabiendo que es demasiado peligroso? No entendí la pregunta que me había hecho. Cambié el tema inmediatamente. - Conmigo había una chica ¿Dónde? ¿¡Dónde está ella!? –le dije con un tono fuerte. - Tranquilo, tu novia está justo ahí –dijo apuntando hacia mi derecha. Vi en la dirección que estaba apuntando, y vi a la chica reposando en la cama junta a la mía. Parecía un pequeño polluelo abrigado en su nido. Al darme cuenta que ya tenía un mejor color de piel y de que dormía profundamente, me tranquilicé y me recosté nuevamente. Nunca supe la razón del por qué yo estaba tan alterado cuando ella estaba involucrada en alguna cosa. Tampoco le había preguntado su nombre, llamándola “chica” o “ella” constantemente me tenía casi enfermo. - “Bueno, le preguntaré una vez que se mejore” –pensé mirando nuevamente a la mujer- “Debería preguntarle a ella entonces”. ¿Tú me rescataste, cierto? ¿Cómo te llamas? - Mi nombre es Tsunade, solo así. Soy doctora, y trabajo en este pequeño hospital, el cual yo manejo. Realmente tuviste bastante suerte de que te encontrara en el camino, ¿Sabes? –me dijo con un tono sarcástico, mientras me daba golpecitos en la cabeza como si fuera un niño- Iba caminando en busca de algunas hierbas naturales, cuando escuché un grito. Levanté la cabeza, y te vi cayendo desde muy alto, desde un precipicio. Corrí hacia ti para intentar agarrarte, pero ya era muy tarde. Chocaste, mientras que la chica caía ilesa encima de ti, y unos espantosos ruidos se escucharon. Provenían de ti, y significaban que te habías literalmente reventado por dentro. Pensé inmediatamente que estabas muerto, pero cuando me acerqué para verlos, vi que solamente estaban inconscientes y con algunos cortes y moretones, pero nada más. Realmente, me extraña mucho el que no estés muerto o en coma en este momento. Tuviste un verdadero golpe de suerte el que yo me encontrara cerca. Hizo una pequeña pausa, se levantó, agarró una jarra de una mesa cercana a la cama, y vació té o algo por el estilo en una taza. Luego, se volvió a sentar. - Todo es tal como lo piensas, Shikamaru… Tú estás muerto. Tu verdadero cuerpo murió aquel día en la calle junto con la chica… Nada se crea, nada se destruye, solo se transforma, al igual que tú… Eso, Joven, lo podrás averiguar por ti mismo en este mundo… Tuve que recordar las palabras de aquel niño en ese entonces. ¿Estaba muerto, o vivo? ¿Un golpe de suerte fue lo que me salvó la vida? ¿Esa fue la razón del por qué no morí en aquella fatal caída? Ahí fue cuando lo pensé seriamente, y me asusté. - La heridas de tu alma… Tuve que recurrir a una medida desesperada… En este mundo… - Dígame, doctora –le llamé la atención a Tsunade, la cual estaba tomando su té felizmente mientras observaba por el ventanal de la habitación- Tengo una pregunta que hacerle… -¡Ah! Casi se me olvidó, la curación diaria. Qué clase de doctora soy para que se me olvide algo como eso. Debo estar envejeciendo –dijo levantándose rápidamente, dejando la taza en el velador y acercándose hacia mí- Mira, quiero que te recuestes en 180°, ¿OK? Muy bien, entonces empecemos… Extendió sus manos, con ellas sacó los vendajes sucios de sangre seca, y las presionó junto a mi abdomen, causándome un agudo dolor. De sus manos salió una radiante luz verde de color claro, y una muy satisfactoria sensación empezó a recorrer por mi abdomen, no, mejor dicho, por todo mi cuerpo. Pero no era tan solamente eso. Las heridas y cicatrices alrededor de esa zona comenzaron a regenerarse y a cerrarse, desapareciendo, sin dejar ni un mínimo rastro; mi piel había quedado perfectamente sana. Magia, fue realmente como un acto de magia. Se detuvo, la luz cedió, y ella se apoyó en el respaldo de la silla, llevando su mano a su frente, exhausta. Parecía ser que hacer “eso” requería de mucha energía y concentración para cansarte así. - Eso que acabas de hacer… Q-Que rayos… - Ah, ¿Eso? Fue un simple uso del Medicari. No te preocupes, no es que te vaya a alterar algo o te vayas a transformar en un Jozo o algo por el estilo- y dicho eso, se largó a reír por bastante rato, quedando más exhausta de lo que estaba antes. ¿Medicari? ¿Jozo? Qué diablos me había dicho esa mujer; no había entendido nada de lo que me hablaba, ni que fue lo que me hizo con esa extraña luz verde. ¿Acaso había sido un decorativo? ¿Una linterna oculta? Entonces, recordé la pregunta que le iba a hacer. -Oiga, señorita doctora, había algo que quería preguntarte –le dije, sentándome, al darme cuenta que las heridas de mi abdomen habían sanado y que ya no había dolor- Gracias por rescatarnos y lo del tratamiento. Pero, ¿Dónde estamos? Este lugar, esta habitación, se parecen absolutamente en nada a Japón. -Oye oye, no me digas que te golpeaste la cabeza también, ¿No? –dijo acercándome nuevamente sus manos, pero me aparté un poco hacia atrás, por lo que las alejó- Bueno, anduviste corriendo por ahí, por lo que debes ser un forastero o alguien quien no conoce esta zona muy bien –se tomó un breve descanso, y continuó- Estamos en la 5a Ciudad Oriental, Suscitavis, en mi hospital. ¿No me digas que ni siquiera sabes que estamos en Altheim? –dijo riéndose nuevamente, mientras yo escuchaba impactado- Tranquilo, tranquilo, fue solamente una broma. Ni siquiera saber el nombre del mundo en el que vivimos, eso sí que sería estúpido, aunque disculpa, que siempre me dejo llevar por mis bromas. Ahora que lo pienso, debería ir a visitar la ciudad de Fatos, ya que el alcohol de allí sí que es bastante bueno. Lo que decía esa mujer no era mentira. No percibí absolutamente algo falso. Ni siquiera una mínima señal en su rostro que me mostrara de que lo que acababa de decir era mentira. En aquel momento, me di cuenta de mi situación. Entendí las palabras de Ánima, sus significados, las de esta mujer, mi encuentro con aquella chica. Había muerto, y mi alma había reencarnado en otro cuerpo, pero no en mi mundo, no en mi Tierra. - Lo podrás averiguar por ti mismo en este mundo… Estaba en otro lugar, en otra realidad. Al fin supe que el niño Ánima no había sido una alucinación mía, y cuál había sido la medida desesperada que había tomado. Me había mandado lejos de casa, lejos de todo. Ese fue el día en el que supe que todo había llegado a su fin. Aquel día, fue en el que supe que realmente había muerto. Aquel día, yo estaba vestido de negro… _________________________________________________________________ ¿Y bien? ¿Qué les pareció? ¿Quién será aquella chica del cabello negro-violeta? Destino cruel... Tranquilas. Aún queda un poco de tiempo antes que Temari haga su aparición, por supuesto, todo a su tiempo. Acepto criticas, citen lo que quieran, ya estoy acostumbrado ¬¬. Espero que les haya gustado :D. Nos vemos en el capítulo 2: Sucesión de engaños. A que los dejé con la intriga, ¿No? Jejeje...
Buenas~ Okey, críticas, aquí vamos. De primera, veo tu fic muy bien estructurado, bien narrado, etcétera; te felicito. Sin embargo, hay unas cuantas cosas que no estaría de más corregir. Utilizas bien el guión, mas éste no es el correcto. Al inicio del diálogo tú estás usando la raya (-), no el guión largo (—), que es el correcto para narraciones literarias de éste tipo. Dale, sabes usarlo, pero hay unos cuantos errorcitos. Te explico: Ahí hay una pequeña confusión. Me supongo que lo primero es un pensamiento, pero me parece que quedaría mejor así (y con el guión largo utilizado correctamente): Como te puedes dar cuenta, la estructura del diálogo es ésta: Guión + diálogo + espacio + guión + acotación + guión + signo de puntuación correspondiente + espacio + diálogo. En caso de que sólo sea diálogo y una acotación (sin otro diálogo más), sería así: Guión + diálogo + espacio + guión + acotación + punto y aparte. Espero que con esa información te resulte sencillo entender cómo se usa el guión largo. Si no, hay un tema dentro del taller literario que quizá podría ayudarte. Cuida el tamaño de los párrafos. Hay algunos muy largos y, como la letra que pusiste es pequeña, resulta MUY cansino leer así. La opción es: hacer los párrafos más cortos (y equilibrados con los diálogos) y poner la letra un poco más grande. Eso como recomendación, para amenizar el peso del fic y que no se vea demasiado apretado para que el lector no sienta flojera a la hora de leer. Por último: mucho cuidado con los OC. No vayas a convertirlos en una Mary Sue o Gary Stue, porque ten por seguro de que llamarán la atención. Digo, está bien que los pongas, pero no vayas a hacerlos perfectos y que se terminen comiendo la trama de la historia y el fandom que, te recuerdo, es Naruto. Por tanto, los principales deben ser sus personajes y nada más. En fin, es todo. Mucha suerte con el fanfic, espero haberte ayudado y, cualquier otra duda, el grupo de betas está a tu disposición. ¡Saludos!
Gracias por los buenos consejos, Yakumo, los tendré presente. Yo ya sabía eso de los guiones largos, es solamente que mi notebook no los tenía "registrados" en el teclado, kmo q no existían, y desesperé D:, pero ya logré solucionar ese problema. Respecto a los OC, no tenía planeado volverlo un Mary Sue, o lo otro, ya que he visto algunos fic y las situaciones con esos tipos de personajes hacen perder la trama de la historia, y su estructura como tal. Es solo que la introducción de este personaje en particular es como el puente, el nexo entre las historias que se desarrollaran en el fic, no que se centren en esta persona o que lo vuelvan protagonista, aunque suene kmo tal. Bueno, no diré más sino terminaré dando spoilers inecesarios xD. Aún así, muy buena observación, se nota que tienes bastante experiencia y realmente me gustaría aprender de tus críticas. ¡Sigue así!
OMG, me encantó tu escrito>,< Te quedó tan estupendo, ósea, tan bien elaborado, tan genial, y lo mejor ¡ShikaTema! Adoro esa pareja, es la mejor, y que bueno que alguien que sabe escribir tan bien como tú lleve a cabo un long fic de ellos, te adorare de aqui en adelante xD Con esta parte te juro quise llorar: El solo pensar que Shikamaru muera me da colera>,< Pero luego se me vino a la mente que abandono a su familia, amigos y todos acá en la Tierra, más colera T,T...Tan bien redactado que sientes estar allí, es una desgracia cuando te das cuenta de jamás lo estarás ú,u En fin, sorry por mi comentario corto, pero me tengo que ir, y te lo repito, adoro tu fic, no lo abandones plis >,<
Gracias por su paciencia! Realmente me demoré bastante tiempo en hacer el cap2, pero aquí lo tienen :D Resultó ser DEMASIADO largo, pero contiene toda la temática en este, ahí verán el por qué su nombre. Bueno, espero que comenten, critiquen o simplemente lean. Como dije antes, es contructivo :3 Espero que les guste, les aseguro: Les va a gustar lo que sigue jejeje ¡Let the game begin! Manía con el contador de palabras: 6294 (o.o) ______________________________________________________________________ Capítulo IISucesión de engaños — ¡Dime donde esta! ¡La chica! ¡Dímelo!— ¡Por favor, deténganse! Ella no está aquí.—Muévase vieja, sino la mataremos como si fuera una simple perra. Ni se le ocurra desobedecer las órdenes directas de la familia Van Ventis.— Se los ruego. ¡Aquí no hay nada que ustedes quieran! Revisen todo si quieren. ¡No tenemos nada!— ¡No me mientas! ¿Dónde está Vendaval? Te lo preguntaré por última vez. ¿Dónde está la niña?—Apuntarme con un arma no cambiará nada.—Váyase al infierno… Desperté repentinamente, sin saber dónde me encontraba. Me senté en la cama y miré a mí alrededor. Aún era de noche. Me encontraba en el mismo hospital, en la misma habitación, y en la misma cama. Lo que había sucedido ayer no había sido ni un sueño, ni una pesadilla. Todo había sido real. Este no era mi cuerpo, y este no era mi mundo; estaba solo, desesperanzado en este mundo que se llama igual al de uno de la mitología nórdica. Dejé atrás a mi familia, mi mundo. Había sido el peor día de mi vida. Miré hacia mi derecha, y vi la cama donde se encontraba la chica, pero las sábanas estaban abiertas, y ella no estaba. Salté de la sorpresa por un instante, pero luego me di cuenta que se encontraba al lado del ventanal, de pié, mirando hacia a fuera, dándome la espalda. Parecía ser que ella se había recuperado bien, contando con el efecto del tal “Medicari”, el cual resultó ser bastante efectivo. Me senté en el borde de la cama, haciéndola rechinar fuertemente y, al llamar su atención, se dio media vuelta. Nos quedamos mirando cara a cara, directamente a los ojos, por un rato, luego, se giró levemente a la izquierda, desviando la mirada hacia abajo, mientras que con una mano se agarraba el codo del otro brazo. — Supongo que debo darte las gracias, creo –dijo con un tono orgulloso. — Oh no. Parece ser que he dado en el clavo. Hoy sí que es el peor día de mi vida —pensé, tras escuchar su forma de hablar— ¿Supones? — ¡Ah, está bien! —refunfuñó repentinamente— G-Gracias… — ¿Eh? ¿Qué dijiste? —pregunté haciéndome el leso— No te escuché nada. — Gracias por salvarme —dijo en un tono más fuerte. — ¿Qué? Sabes, si sigues hablando así… — ¡Agh! ¿¡Eres sordo o que!? ¡No me hagas repetirlo tantas veces! Es vergonzoso —me respondió dirigiéndose hacia mí con una cara enojada, pero ruborizada— Gracias por salvarme. ¿Contento? — Bueno, ahí está mejor. De nada. Hubo un largo silencio, no se pronunció ni el más mínimo ruido entre nosotros dos, simplemente nos quedamos mirando los ojos del otro. Por supuesto, mantener ese contacto con otra mujer era sumamente vergonzoso, pero no estaba dispuesto a bajar la cabeza a alguien que recién acababa de conocer. — Dime una cosa. ¿Este mundo se llama Altheim, verdad? —pregunté con un poco de nerviosismo. — Sí, por supuesto —me respondió casi de inmediato. Así que era cierto. Ya no me cabía ninguna duda. Esto había sido obra de Ánima: estaba en otro mundo, con otras reglas, y probablemente, otras culturas y que sabe Dios qué cosas más. Desde que vi ese tal Medicari, había perdido mi fe en lo lógico, en lo obvio. — Esta mujer… También estaba en mi mundo. También murió en ese accidente de auto, pero no tiene ningún recuerdo de aquel suceso, incluso, es como si a ella jamás le hubiera sucedido algo, como si nunca hubiese vivido en la Tierra —pensé mientras me levanté y prendí la luz de la habitación— Aparte, su simple forma de hablar me saca de quicio. ¿Qué rayos es lo que le sucede? ¿Por qué habré sentido aquel impulso de salvarla antes? Definitivamente no es amor o que me haya enamorado o alguna cosa estúpida como esa. Siento que es otro tipo de conexión. Sentí que mi interior se estaba invadiendo de dudas, de inseguridades. ¿Quién era exactamente ella? Debía aclarar todo estos problemas de una vez por todas. — ¿Cómo te llamas? —dije rompiendo el silencio entre nosotros dos— ¿Eres de aquí? — Ya te dije, yo no- — Por favor, dímelo. Necesito saberlo, por mi propio bien —la interrumpí con una voz decisiva— Necesito saber qué es lo que me está pasando. Quiero saber dónde estoy parado en este momento. Pasó el tiempo, mientras ella miraba hacia al suelo, pero luego alzó la vista. — Parece ser que eres de confianza. Juré no decirle a nadie sobre esto, pero creo que no tengo otra opción, ¿No? —dijo sentándose en su cama— Mi nombre es Diana La Cazadora; así es como me conocen en esta ciudad. La doctora que acabas de conocer es mi tía, Tsunade, la Curandera Medicari, y mi única familia. Mi padre, bueno, le pasó lo que a la mayoría de los padres les sucede cuando trabajan mucho. Se enfermó, y murió, dejándome sola a mí y a mi tía, la cual casi la considero mi madre. La verdad es que cualquiera pensaría que mi vida ha sido trágica, pero sabes, mi vida siendo recolectora y cazadora es realmente entretenida. He ayudado a mi tía en la mayoría de sus fabricaciones de medicamentos basados en plantas naturales que yo recolecto. Yo escuchaba atentamente a las palabras de Diana, y es cierto, sonaba trágico, pero parecía bastante entretenida hablando sobre su vida. Sin lugar a dudas, era una mujer de pocos amigos. — ¿Y eso me lo dice una mujer que no sabe lo que es un automóvil? Nuevamente, otro momento de silencio. Diana me había quedado mirando con una cara de curiosidad absoluta, tanto así que sus ojos brillaban de excitación. Sabía que esa pregunta no tenía mucho sentido con lo que me estaba hablando, pero si este no era el mundo que yo conocía, era obvio que no se iba a resistir a la tentación de preguntar. — ¿Qué es eso? Me lo dijiste antes, sin embargo nunca me explicaste. Dime, ¿Qué es? —insistió acercándose a mí constantemente. Bingo. Ya no necesitaba más pruebas. Podía confiar en ella y su información. Realmente estaba en otro mundo, donde no existen los autos, por lo tanto, deberían haber carretas o cosas por el estilo, si es que existen los cazadores y recolectores como ella. Era como si estuviera en el mundo antiguo, pero mezclado con lo moderno, según veo los equipos de este hospital. Aun así… — Vaya, no me digas que tampoco conoces los celulares ni los computadores, ¿Cierto? —le pregunté, entreteniéndome al darme cuenta de que podía fácilmente jugar con su mente. — Vamos, no seas así… ¡Dímelo maldita sea! –gritó por la desesperación, mientras yo me reía de las caras que ponía mientras me preguntaba. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió de golpe, muy fuertemente, y una figura se asomó detrás de la puerta corrediza: era la doctora Tsunade, y no se veía muy contenta que digamos. Caminó lentamente hacia nuestra dirección. Diana, como si hubiera sido instintivo, se alejó de mí y se colocó detrás de su cama, como si intentara escapar de la doctora. — ¡Mamá! —dijo como si le hubiera salido del alma. ¿Mamá? Pero si ella era su tía. Entonces, en el momento en el que la iba a corregir, me di cuenta de que como ella era su única familia, la llamaría como si fuera su propia madre, por lo que callé inmediatamente. — ¡Cuantas veces te he dicho que no hagas mucho ruido de noche! Rayos, que te pongas así sólo por un chico... —le gritó la doctora a Diana— Que yo recuerde tu no eras así antes. ¿Será la adolescencia? —terminó de decir riéndose pícaramente. — ¡N-No es lo que piensas! —replicó ella, intentando contener su sonrojo— Cómo crees que yo me voy a meter con un sujeto… emm… como este. Simplemente es imposible. Sabía que mentía acerca de lo que le intentaba decir, ya que al tratar de colocarme un adjetivo, lo mucho. Esta mujer era demasiado predecible. Predecible. Me gusta esa palabra. — Bueno, bueno, ya entendí. Realmente, intentaba dormir, pero también tenía ganas de hablar contigo, joven —dijo mirándome, sentándose en la silla rotatoria del escritorio— Diana, no te vayas. También tengo algunas cosas que decirte, por ejemplo, ¿Qué rayos andabas haciendo en los bosques de los barrios bajos? Cuantas veces te he dicho que esos lugares son sumamente peligrosos. Eso último lo dijo con una mirada enfurecida, dirigiéndose a su sobrina, la cual se escondió detrás de la cortina que estaba suspendida al lado de la cama, como las típicas de los hospitales para dar más privacidad. Pude percibir su temor, como el de un pequeño animalito indefenso cuando le teme a su depredador. Esa mujer… se veía completamente dominante., y algo macabra. — Es que, yo… —dijo Diana, sin poder encontrar una respuesta; mejor dicho, una mentira que decirle. — Otra vez aventurándote por esos lados. Lo dejaré pasar por última vez. ¿Cuántas veces esto ya ha pasado antes? Realmente ya ni sé cuántas veces han sido —dijo colocándose la mano en la frente como si intentara recordar las veces que le había dicho lo mismo a ella— Bueno, será. Joven, llegó el momento de interrogarte. Primero, dime, ¿Cómo te llamas? —me preguntó tomando una taza de té. No me pareció chistoso lo que me había dicho. ¿Interrogarme? Algo me decía en aquel momento que intentara huir de ese lugar, de ese extraño peligro, ¿Pero hacia dónde? Era una situación bastante problemática. — Nara Shikamaru —dije con un poco de dubitación. — Muy bien, Shikamaru. ¿Has sentido alguna anomalía hasta ahora? ¿Dolores o sensaciones de vértigo? — Eh… No, ninguno. — ¿De qué zona y ciudad vienes? — De Japón, de la ciudad de Yokohama —respondí inmediatamente, casi sintiéndome orgulloso de donde venía, sin darme cuenta de que había metido la pata. Según mis deducciones, este realmente no era mi mundo, por lo que no tuve que haber dicho nada. La doctora botó la taza de té, la cual se hizo trizas en el piso. Ambas me miraron con una cara estupefacta, como si hubieran descubierto algo que no debían haber descubierto. Por supuesto, ellas no tenían ni la más mínima idea de que yo era de la Tierra, no de este mundo llamado Altheim. — Creo que no escuché bien —dijo la doctora, intentando calmarse— ¿De qué lugar dijiste que venías? — Ah, bueno, yo… verá… —titubeaba mientras buscaba alguna mentira que decirle, pero no conocía nada de este lugar, por lo que no se me ocurría nada. — ¿Qué rayos es la ciudad de Yokohama? ¿Qué número de ciudad es? —preguntó Diana— Aparte, ¿Qué es eso de automóvil y c-computador? —preguntó tartamudeando, como si estuviera intentando recordar aquellas palabras. Me encontraba atrapado. Mentir descaradamente era una opción, pero llamaría mucho más la atención y levantaría más sospechas. Estaba entre dos opciones: intentar zafarme de esa lo mejor que se podía, o podía decir la verdad, perturbando a estas mujeres y probablemente echándome, considerándome un loco. Me tuve que decidir por una de las dos… — ¿Qué rayos es lo que los dos están hablando? —preguntó muy extrañada la doctora— ¿Qué secreto está ocultando de mí? — La verdad, doctora Tsunade, probablemente ella no sepa nada —refiriéndome a Diana— Pero si me escucharan detalladamente, sin interrumpirme, entonces podría explicar todo lo que está sucediendo aquí, incluyéndome. Yo vengo de otro mundo… Entonces, les conté todo lo que sucedió hasta llegar al momento en el que terminé en el hospital: como salvé a la “Diana” de mi mundo, como morí, y sobre la aparición de Ánima y mi reencarnación en este mundo. Ellas al comienzo me observaron con una cara de asombro impresionante, una que jamás había visto en mi vida, pero a medida que iba relatando mi historia, las dos fueron colocando más atención en lo que les decía, incluso haciéndome creer que ellas habían creído en mi historia, y así parecía. — Joven, lo que me acabas de contar parece ser una historia inventada por un niño con una excelente imaginación —dijo sarcásticamente la doctora— Pero los años me han mostrado como se ve una persona cuando miente y cuando realmente dice la verdad, y tú eres de los que dicen la verdad. ¿Es cierto lo que me acabas de contar ahora? ¿Tu historia? ¿Acaso es cierto que hay otro mundo llamado Tierra? Es demasiado fantástico… — Sí, no es mentira. Yo también no lo podía creer cuando descubrí que este no era mi Tierra, pero todo parece encajar perfectamente. Doctora, lo más probable es que me sea imposible volver, debido a lo que me explico Ánima. — Pero cómo puede ser que haya otro mundo… Es como el abuelo… —dijo impactada Diana. — ¿Abuelo? —dijimos sorprendidos la doctora y yo— ¿Qué fue lo que dijo tu abuelo? — Él decía contantemente que no era de este mundo, que él era de un mundo diferente, donde las personas eran bondadosas y la paz reinaba por donde quiera. Lo llamaba Tierra, el mismo mundo que tú nos dijiste. Hubo otra persona que había llegado a este mundo, Altheim, que era de la Tierra, probablemente habiendo pasado por el mismo proceso que pasé yo. Ánima, ¿Cuántas almas habías traído a este mundo? ¿Qué era lo que querías de nosotros? Esas preguntas retumbaron constantemente por mi cabeza en aquel momento, pero fui interrumpido por una duda repentina. — Tu abuelo, ¿Dónde está? Si lo que dices es cierto, debo hablar con él. — Lamentablemente —dijo, deteniéndose súbitamente, haciéndome creer que algo malo me iba a decir— Murió hace 10 años producto de un cáncer. Lo siento mucho. Mi posible ilusión sobre un nexo que conectara este mundo con mi Tierra se había desvanecido completamente, cayendo al piso como una roca que se hunde en las aguas profundas del océano. Me sentí desilusionado y muy triste, pero estaba contento que esto ya le había pasado a otra persona, que no era un simple hecho repentino. De repente, sentí una fuerte sensación de gritar, de arrancarme de encima todo lo que me había pasado y lo que había sentido hasta ese momento. Tuve que hacerlo. Quizás estaba enojado conmigo mismo. Quizás era la sensación de que quería volver a casa. — Voy a gritar —dije monótonamente. — ¿Qué? —preguntó muy extrañada la doctora. — ¡AAAAAGGHH! —grité muy fuertemente, sintiéndome muy bien después de hacerlo. Las dos me quedaron mirando muy asustadas, como si pensaran que habían encontrado a un loco y este se hubiera puesto a gritar en frente de ellas. Cuando me relajé, las miré sonriendo, pero no con una sonrisa maniática, sino con una calmada, contenta, entonces, ellas tras ver eso, me sonrieron también. — Lo necesitabas, ¿No? —me dijo Tsunade, levantándose de su asiento y sacando unos papeles de su escritorio— Si quieres, le digo Diana que te lleve a la Ciudad Central Astralkis. En ese lugar hay bancos gigantescos de información y datos. Una vez que llegues allá, dale esto al guardia—me dijo pasándome un pequeño sobre— Y ve directamente al 3er piso. El resto déjaselo a Diana. Todo aquello había sido tan repentino, que me había quedado mirando el sobre sin decir nada, pero tras ver la cálida sonrisa que emanaba la doctora, la cual me daba mucha confianza, le sonreí como respuesta. — Realmente, muchas gracias por creerme. Pensé que ustedes creían que era un loco o algo por el estilo y que me echarían a la calle… — En realidad, si pensé que eras un loco —me respondió la doctora. — Yo también, incluso, por un momento me llegaste a dar asco —continuó Diana. Sus palabras me hirieron en el fondo del alma, casi haciéndome llorar por dentro. Así que sí pensaron que era un loco… — Pero sabes, me di cuenta que decías la verdad, que no eras ese tipo de persona que mentiría como simple travesura. Una persona madura, seria. — Gracias. Entonces, con este sobre, lo único que debo hacer es ir a esa tal ciudad… — Astralkis —completó Diana. — Eso, e ir en busca de los archivos de tu abuelo, ¿Cierto? — Nada más, ni nada menos. — Pero, ¿Y después? ¿Qué harás después de haber encontrado la información que buscabas? —replicó Diana. La verdad es que me había emocionado tanto al saber que otra persona había estado en este mundo y que podía saber qué era lo que le había pasado que me había olvidado completamente que sería lo que haría después. ¿Podría volver a casa? ¿Y que hay con lo que Ánima me dijo? No me extrañaría encontrarme con otra sorpresa si ya sé que los dioses realmente existen… — Después sabré yo que hacer. Y con esa respuesta en mente, nos dispusimos a dormir, esperando a la mañana siguiente para partir. Desperté lentamente, siendo molestado por los rayos de sol que entraban por el ventanal, y me senté en la cama. Era el día de partida. Me levanté y me fui directamente al baño. Allí adentro, me miré en el espejo, directamente a los ojos. Hoy día iba a saber la verdad que tanto me atormentaba. Le lavé la cara y me coloqué la ropa nueva que la doctora me había entregado, ya que la otra que llevaba puesta estaba completamente rajada y hecha jirones debido a la caída desde aquel precipicio. — Por favor Shikamaru, usa esta chaqueta. El esposo de mi hermana llevaba esta chaqueta negra. Como ya no está en este mundo, quiero que tú la uses. Se vería realmente bien en ti. Y era cierto. Una vez que me la puse, me fijé si la talla era la correcta, si no me molestaba, y me cabía perfectamente, haciéndola sentir bastante cómoda. Había llegado el momento. Salí disparado del baño, agarré el morral que la doctora me tenía preparada, con comidas y algo de dinero, bastante generosa, y me dirigí a la salida. Allí, me esperaba Tsunade junto con Diana, que también llevaba una especie extraña de mochila, la cual le cubría toda la cintura. Estábamos listos. — Bien, entonces, ¿Cuál es la ruta que debemos tomar? —dije seriamente. — No es tan complicado. Simplemente tomamos el Convexus y llegaremos en unas horas a la Ciudad Central —me explicó la doctora Tsunade— Para que no me mires con esa cara de extrañado, sólo por si no lo sabías, el Convexus es un motor gigante el cual, a través de la presión del vapor, traslada secciones llamados vagones, los cuales llevan a los pasajeros. — Básicamente un tren —pensé, riéndome irónicamente en mi interior. — Diana, pásaselo. — Sí —respondió, y de su extraña mochila sacó un papel algo doblado y me lo entregó. Tras desdoblar el papel, me fijé que no entendía absolutamente nada de lo que estaba escrito. Eran puras letras con formas extrañas, como cuadradas, las cuales no tenía ni idea de que era lo que significaban. Las miré bastante sorprendido. — Y esto, ¿Qué es? — ¿Acaso no lo ves? Es tu pasaje. Ahí mismo dice: “Convexus hacia Astralkis, la Ciudad Central” —me dijo señalado lo que parecía ser una frase, la cual eran, básicamente, cuadrados con diferentes diseños. — No me digas que… ¿No puedes leerlos? —me preguntó Diana. — Si quieren que les diga la verdad, solamente veo puros cuadrados —le respondí sinceramente. Ambas al principio me miraron muy sorprendidas, pero luego, ambas suspiraron. — Realmente no eres de este mundo… —dijo Tsunade— Pero entonces, ¿Cómo eres capaz de hablar nuestro idioma si nunca has estado en este mundo? — ¿Su idioma? Pero si me están hablando en japonés —respondí algo sobresaltado. Volvimos a mirarnos por un rato, como intentando pensar lo que decía el uno con el otro, hasta que Diana rompió el silencio. — Así que no puedes leer, pero si puedes hablar nuestro idioma, pero dices que hablamos… Ah, japonés, ¿No? Pero nosotras te escuchamos que hablas en nuestro idioma, Valka, y nos entiendes, pero nunca has estado en este mundo antes, y aun así puedes entenderlo y hablarlo. Entonces —dio una pequeña pausa, agarrándose la cabeza— ¿Qué rayos está sucediendo aquí? — Parece ser que tienes algún tipo de mecanismo que te permite hablar en nuestro idioma y al mismo tiempo entender el nuestro, mientras que nosotras escuchamos que hablas Valka perfectamente —dijo la doctora analizando la situación— Realmente eres un misterio, joven Shikamaru. Entonces, una vez aclarado el tema, más o menos, me fui con Diana, caminando por las enmarañadas calles de la 5ta Ciudad Oriental Suscitavis, despidiéndome de la doctora Tsunade, agradeciéndole incontables veces por su cariño, sus cuidados, curaciones y principalmente, por creerme. Eso era lo que más quería que esta gente hiciera. Que me creyera, porque no estoy mintiendo en absolutamente. Todo esto por culpa de ese maldito niño… Mientras nos dirigíamos a la estación donde el “tren” o como se llamara nos esperaría, vi que a mi alrededor habían muchas casas, muy pegadas unas a las otras, llenas de distritos comerciales y más que alguno que otro restaurante que se veía lujoso. Miraba todo con unos ojos impresionados. Era como un centro comercial, pero al aire libre y con una gran cantidad de caminos ramificados, yendo en ascenso como si fuera un gran cerro iluminado por el sol que se alzaba por el horizonte. Subimos la calle principal hasta llegar a su cima, donde se podía ver desde no tan lejos un gran edificio con unas letras Valka en su portón. — ¿Qué es ese edificio? — Es la estación. Caminamos un poco hasta entrar a la tal estación. Estaba al aire libre, y era bastante parecida a una estación del metro, solo que quedé impresionado con lo que mis ojos estaban viendo. Personas, no, seres extraños, tampoco, híbridos. Cientos de ellos, caminando en todas direcciones. Era como un circo de criaturas extrañas, pero con personas. Algunos tenían algo parecido a orejas de felino, otros con una cabeza de pollo y cuerpo humano, otros que caminaban a cuatro patas por el piso, con la agilidad como la de un mono, otros tenían grandes chaquetas negras, con cicatrices en sus caras parecidas a las de un murciélago, otros también parecían una mezcla híbrida entre un gato y un humano, pero vestían de una forma extraña, encapuchados como con una bolsa, ocultando sus identidades, otros tenían patas de caballos, algunos tenían las alas como las de los ángeles, en fin, eran bastantes… Emm, razas, se les podría decir. Altheim aún me tenía oculto muchos de sus secretos. — Rápido, que el tren se encuentra a punto de partir —me dijo Diana, agarrándome de la mano y haciéndome correr hasta que llegamos al interior de nuestro vagón. Como explicarlo: el Convexus era exactamente igual a un tren. Vagones, asientos comunes y corrientes, ventanales, y una gran cantidad de pasajeros a bordo. Cuando entramos a nuestra habitación, había otra persona en esta. Una mujer, un “ángel”, ya que tenía las alas de esta. Este mundo realmente se me había vuelto bastante retorcido. ¿Cuándo dejarán de aparecer cosas extrañas así como así? Aunque me había parecido extraño, no me sorprendí, ni siquiera dije algo. Parecía ser que ya me había acostumbrado a las constantes sorpresas que Altheim me iba mostrando una y otra vez, sin parar. Este mundo estaba hecho a la medida de la locura misma. Era como si un científico loco hubiera mezclado cualquier animal que se le hubiera ocurrido y los hubiera fusionado con un humano. Bueno, estoy exagerando, pero no era tan diferente esa exageración con la realidad. — Sólo por si lo piensas, ellos no pueden volar por largas distancias. Sus alas son un poco pesadas para un vuelo sostenido —me susurró Diana muy despacio, como si me hubiera leído la mente o algo así. Al decirme eso, me hizo pensar en una cosa. Que ella sabía que ignoraba cosas de este mundo, por lo que sabía que yo soy de otra realidad, muy diferente a esta. Me sentí feliz, pero un poco triste al mismo tiempo. Nos sentamos casi en el mismo instante en el que el silbato del tren había sonado, empezando lentamente a moverse, hasta que alcanzó una cierta velocidad terminal. Sentado en el ventanal, me dediqué a mirar el paisaje constantemente, viendo el horizonte, las montañas, el bosque abajo nuestro. Sí, un bosque abajo nuestro. El tren viajaba por el aire. — ¿¡Qué rayos…!? —dije, sorprendiéndome al ver como el tren viajaba por el aire. Rieles que estaban suspendidos por medio de unos pilares, los cuales tenían un extraño brillo azul, al igual que los rieles. El tren no viajaba con los rieles, sino que flotaba sobre estos. — Aún hay muchas cosas increíbles para ti que verás antes de llegar a Astralkis, Nara —me dijo Diana, apoyando su cabeza contra el asiento. Tras escuchar sus palabras, me dediqué a mirar el paisaje, luego me quedé dormido. Un silbato me despertó, anunciando la llegada a la estación terminal, la Ciudad Central Astralkis. Diana ya se encontraba lista para salir, al igual que yo y la pasajera a mi lado. Una vez que el tren se detuvo completamente, nos levantamos y recogimos nuestras cosas, saliendo de la habitación y del vagón. La estación, bueno, no sabía si llamarla estación o no, era del tamaño de un aeropuerto enorme. — Así que esta es la Ciudad Central —dije impresionado, mirando el techo, el cual se encontraba bastante alto. — No, es solo la estación. Ya verás una vez que salgamos —dijo Diana con una sonrisa en su cara. Tenía razón. Una vez fuera de la enorme estación, vi como gigantescos edificios se alzaban frente a mí, de colores blancos, rojos y grises, dándole un toque algo rústico pero moderno a la metrópolis, porque eso era lo que realmente era. Aunque gigantesca no describe completamente a esta ciudad, era lo suficiente para saber que me demoraría días enteros en ver cómo era completamente la ciudad si es que planeaba hacer un tour, pero ese no era mi objetivo. — Es grande, ¿No? Siempre impresiona a todos aunque la hayan visto miles de veces… —dijo Diana contemplando el horizonte, usando su mano para cubrir sus ojos del sol. Entonces, miré a Diana, y esta apuntó hacia una gran torre, la cual parecía ser el centro de Astralkis. — Es allí. Esa es la central de información, donde se guardan todos los datos conocidos por nuestros antepasados y por nosotros —me explicó Diana sin que le dijera algo— Se llama Apollux. ¿Quieres saber por qué? — Cuéntamelo mientras avanzamos —le respondí mientras empezábamos a caminar en dirección hacia la torre. Caminamos por un buen rato, acercándonos lentamente a la torre. Diana me contó un parte de su historia: Hace miles de años atrás, muchas de las distintas razas de Altheim vivieron una época de múltiples guerras, culpándose unos contra otros por temas como política, territorios y, como no, dinero, o mejor dicho, elementos nobles como el oro o la plata. La tecnología en esos tiempos era ya bastante avanzada, llegando incluso a la creación de naves voladoras, súper infantería, y la de armas de destrucción masiva, como las bombas atómicas, pero basadas en una fuente llamada Rubro, una especie de polvillo rojo, muy abundante en este mundo. — Este mundo no es muy diferente al mío —pensé seriamente— Hay gente corrupta, gente maligna incluso en otros mundos. Parece ser que nunca seré capaz de vivir en algún lugar en el que no haya al menos una persona así. Siguiendo con el relato, el Rubro es una especie de polvillo rojo el cual tiene la extraña capacidad de producir altísimas corrientes eléctricas, siendo bastante útil en todo tipo de cosas, pero como suele suceder, los distintos gobiernos abusaron de este útil mineral, y su excesiva explotación provocó que este polvillo se alzara de las minas que las explotaban, contaminando a la población del mundo entero que vivía a la altura del nivel del mar, intoxicando a los seres vivos que se encontraban a este nivel. Sus principales síntomas eran principalmente el desmayo, convulsiones, muy alta fiebre y una descompensación a nivel neuronal, haciéndote perder lentamente tu capacidad de mover tu cuerpo a voluntad, ya que las cargas eléctricas naturales del Rubro alteraban toda forma de estabilidad a nivel de cargas. — Entonces, cuando la doctora dijo que por qué te encontrabas en los barrios bajos era por… —dije, esperando a que ella terminara lo que yo había dicho. — Es como lo piensas. Estábamos en una zona con una concentración de Rubro muy alta, haciendo que me sintiera mareada y me desmayara. — Así que eso fue lo que provocó tu desmayo y esas pequeñas convulsiones ¿Qué estabas haciendo en una zona tan peligrosa como esa si sabes que no deberías andar por ahí? — Curiosidad —me dijo sonriendo nuevamente con esa típica sonrisa alegre que tiene. — No tienes remedio, ¿Eh? —dije riéndome junto con ella, aún caminando en dirección hacia Apollux. Por un momento, había pensado que me había encontrado con la típica mujer orgullosa que cree que nadie es superior a ella y que lo que cree que ella hace está bien, pero en ese momento me había dado cuenta de que era simplemente como una niña, tanto enérgicamente como curiosa e imperfecta. Eso me hizo sentir como si fuera una especie de hermano mayor o algo por el estilo. ¿Acaso esta era la conexión que sentí en aquel momento de desesperación al saber que estaba enferma? No, tampoco lo era. ¿Entonces qué? Ella me iba a seguir contando más sobre la historia de Altheim, pero sin darnos cuenta ya habíamos llegado a la entrada de la torre. Una vez adentro, vi que había mucha gente, casi colapsada. Diana antes me había contado que Apollux era principalmente usada como banco y como una especie de lugar de convergencia entre razas, más o menos como una tierra de todos. Nos dirigimos hacia un largo pasillo, el cual su entrada tenía un gran arco, dándole un aspecto majestuoso. En frente de nosotros, un guardia nos detuvo, como si estuviera inspeccionándonos con la vista, exigiendo una especie de pase. Diana le pasó la carta, el cual este lo leyó. Tras darle una rápida ojeada, alzó la vista rápidamente, mirando sorprendido a Diana. Entonces, con una ligera reverencia y apuntando con su mano, nos dijo que pasáramos y nos mostró el camino, respectivamente. Me extrañó la actitud del guardia, el cual tras leer la carta se haya sorprendido solo por nosotros, unos simples ciudadanos. Entonces pensé que tanto la doctora Tsunade como Diana me estaban ocultando algo, pero decidí ignorarlo para así evitar más problemas. Caminamos por un tiempo por ese largo pasillo, decorado con un tapiz amarillo, cubierto de cuadros los cuales no me fijé en verlos, a excepción del último, el cual se encontraba al final del pasillo, el cual era una puerta con un letrero arriba que decía, según me tradujo Diana, “Núcleos”. Me quedé mirando la puerta por un momento, ya que el dibujo marcado en esta me resultaba muy familiar: era parecido como al mapa de la Tierra… — Vamos, Nara, que lo que buscas se encuentra aquí adentro —me apuró Diana, y con un agarrón, me tiró hacia el interior del lugar. Literalmente, era como una biblioteca anticuada, pero en vez de contener toda clase de libros, tenía pantallas azules, los cuales eran como hologramas. Había otras personas usando estas pantallas, usando sus manos para controlar lo que se proyectaba en estas. Era bastante futurístico, pero entonces, ¿Por qué el resto de la ciudad no lo utiliza? Diana me había contado que antes habían conseguido alcanzar tecnología avanzada, como la de mi Tierra. Fue una duda que surgió por un momento. — Nara, aquí —me llamó ella— Acá está el registro familiar. Me acerqué, y vi que en la pantalla la cual Diana tenía sus manos, un título extraño. — ¿El árbol genealógico? —pregunté extrañado— Este es un registro de toda tu familia… — Exactamente —me dijo Diana. En ese momento, hubo un ligero temblor, el cual sacudió todo, causando un ligero pánico en la gente que andaba por ahí, y una que otra caída de muebles. Diana había soltado la pantalla y rápidamente se aferró a mi brazo, literalmente, estrujándolo, apegándolo a ella. Yo ni me había inmutado por el temblor. En Japón pasa casi siempre, pero aquí pareciera ser no muy frecuente, debido a que todos quedaron bastante impactados. — E-E-Eso… ¿Qué fue? —me preguntó Diana, sin soltarme— ¿Por qué e-está temblando? — Tranquila, fue solamente un ligero temblor. No es como si el mundo fuera a colapsar ahora mismo… —dije, pero fui interrumpido. — ¡DETÉNTE! ¡NO, PARA! —se escuchó por todos los parlantes del lugar— ¡TODOS, SALGAN! ¡SALG…! ¡AGHHH! —se escuchó un grito, luego, sólo silencio. No tuvimos ni tiempo para reaccionar ante esos gritos desgarradores, ya que justo después de ese pequeño intervalo de silencio, el temblor había vuelto, esta vez mucho más fuerte, sí, tanto como un terremoto. Diana intentó mantenerse agarrándose a mí, pero le resultó inútil. Todos fuimos sacudidos por aquel movimiento: pantallas, personas, otras razas, estantes y nosotros, incluso el piso empezó a desmoronarse. Salí disparado hacia la izquierda del gran salón, mientras que Diana gritaba por mi ayuda. — ¡Shikamaru! ¡Ayúdame! —gritaba Diana, aferrada a uno de los muebles estáticos de la biblioteca. Yo no le respondí. Simplemente había caído por uno de los agujeros formados por el terremoto, y caí, y caí, y caí, en una infinidad de caída libre, pero una mano salió repentinamente, y me sostuvo en el aire. Lo que yo creí que había sido una infinidad, en realidad fueron solamente unas cuantas fracciones de segundo. Aquella persona que me sostenía la mano no era Diana, sino que un señor con cabello blanco, vestido con una chaqueta negra y con un ojo vendado por una bandana. Era imposible, realmente imposible. Era Kakashi, mi maestro jefe en la preparatoria. — Realmente, puedes que seas muy inteligente, pero nunca hay que quitarte el ojo de encima, ¿No? —me dijo tranquilamente, mientras nuestro alrededor era destruido por el fortissimo terremoto— Shikamaru. — Profesor… Kakashi… —fue lo último que le dije aquel día. — ¿Estás seguro? —me preguntó; no había entendido su pregunta— Entonces, aquí vamos. Shikamaru, suerte. Y con un ligero movimiento de cerrar los ojos, el profesor empezó a decir palabras en un volumen tan bajo, que no le entendí nada en absoluto. De repente, una luz salió de él, detrás de su cabeza, encegueciéndome y oscureciendo su figura, sin dejarme ver su cara. — Dile esto al descarado de Ánima, si es que lo vuelves a ver —habló nuevamente— Dile, que no se preocupe demasiado, que ya está hecho. Te lo agradecería. Esas fueron sus últimas palabras. Su obscura figura comenzó a distorsionarse, como dilatándose en dirección hacia la luz, desfigurándose. Cuando este desapareció completamente, pude ver como yo también me fui distorsionando, causándome una dolorosa sensación, como si me estuvieran arrancando las partes de mi cuerpo. Todo fue tan brillante, y luego, de un momento a otro, todo oscureció. Pareció ser que había quedado inconsciente nuevamente. Si tuvieran que darme un título u honor, sería el del Rey de las Inconciencias. Jamás antes me había quedado inconsciente tantas veces, y en tan solo dos días. [I][FONT=Times New Roman]— Estamos que llegamos. Por favor, mantente conmigo.[/FONT][/I][I][FONT=Times New Roman]— Shika…[/FONT][/I][I][FONT=Times New Roman]— Aguanta, Temari. Solo… ¡Sólo un poco más! [/FONT][/I][I][FONT=Times New Roman]—…[/FONT][/I][I][FONT=Times New Roman]—Temari. ¿Temari? ¡Temari, no! ¡TEMARI![/FONT][/I] [SIZE=4][FONT=Times New Roman][SIZE=4][FONT=Times New Roman][FONT=Times New Roman][I][I][FONT=Times New Roman][/FONT][/I][/I][/FONT][/FONT][/SIZE][/FONT][/SIZE] [SIZE=4][FONT=Times New Roman][SIZE=4][FONT=Times New Roman][FONT=Times New Roman][I][/I][/FONT][/FONT][/SIZE][/FONT][/SIZE] [SIZE=4][FONT=Times New Roman][SIZE=4][FONT=Times New Roman][FONT=Times New Roman][I][/I][/FONT][/FONT][/SIZE][/FONT][/SIZE] Tuve un vago recuerdo sobre mi mundo, pero sólo fueron aquellas palabras. Nada más. No sabía el por qué pronunciaba tanto el nombre de mi amiga de la infancia, y no tenía las ganas de saberlo igual. En ese momento, escuché un ruido extraño. Me demoré en identificarlo, pero parecían ser risas de niños. De repente, el ruido cesó, pasando a ser el sonido de las olas, como las que se escuchan en las playas solitarias. Repentinamente, volví a sentir mi cuerpo; estaba recuperando la conciencia. Estaba mojado, completamente, y lentamente comencé a despertarme. Estaba tendido en el piso, con la cara sobre el suelo, el cual era arena. Estaba en la costa de una playa. Escuchaba voces de niños a mi alrededor, algunos gritando, otros susurrando. — ¡Oye, oye! ¿Es eso un cadáver? —dijo una niña con una voz asustada. — Parece ser. ¿Te gustaría averiguar? —le dijo otro niño, de una forma curiosa. — Pero si está muerto, entonces, ¿Es un caso de asesinato? —comento un 2do niño. — No digas cosas como esas… —respondió la niña. Entonces, intenté levantarme, pero mis fuerzas me abandonaban con cada intento inútil. Ante tales movimientos, los niños se sorprendieron mucho. — E-Esta… ¡Vivo! —gritó la niña, tímida y sorpresivamente. — ¡Es cierto! Y parece bastante malherido. ¡Hermana mayor! ¡Vendaval! ¡Por favor, ayuda! —gritó el 2do niño. Logré girar mi cuerpo, quedando boca arriba. Abrí lentamente mis ojos, permitiendo que la luz entrase en mis ojos, cegándome, causándome dolor en mis ojos. En tan solamente un instante, me encontraba en Apollux junto a Diana, y ahora estoy solo en una playa junto a unos niños. ¿Era Ánima quien se estaba entreteniendo conmigo, usándome cómo su juguete? Profesor Kakashi… — Ya niños, tranquilos. ¿Qué rayos les sucede…? —escuché la voz de una mujer cuyos pasos sobre la arena se acercaban hacia mí— ¿¡Una persona!? ¿¡Por qué no me avisaron antes!? —dijo sorprendida corriendo al lado mío, viendo como su sombra tapaba la luz del sol— Está sangrando, miren el agua a su alrededor teñida de roja. Dios mío, hay que sacarlo de aquí. Pero qué día más problemático es este… —terminó diciendo con mi típica palabra. Miré fijamente su imagen, la cual estaba oscurecida por la sombra de su cabeza, e intenté reconocerla. Su voz me sonaba muy conocida, pero no sabía de adonde. ¿Doctora? ¿Diana? No, no era ninguna de las dos. Entonces… — ¿Qué…? —escuché que dijo la hermana mayor, quieta al lado mío, usando su regazo para que pudiera apoyar mi cabeza— No puede ser… —escuché unos pequeños sollozos provenientes de ella. La había reconocido. Con tan solamente un ligero movimiento de su cabeza, la sombra se había aclarado, permitiéndome ver su cara. Rubia, ojos verdes, 17 años, y una hermosa cara con lágrimas corriendo por sus mejillas. Era ella. Ella estaba en este mundo también… — Shikamaru —dijo, y caí inconsciente nuevamente. _______________________________________________________________________________ Y, ¿Cómo quedaron :confused:? Haciéndo el cap.3: La solitaria flor del desierto ¡Incluye cambio de narrador! Para mejorar la historia, por supuesto Espero que les haya gustado, y esperen PACIENTEMENTE. Sin acosos pl0x ok? xD ¡Comenten! PD: Parece ser que le quemé los ojos a alguien D: (al que voto eso)
Quedé... Oh Dios! He encontrado algo muy genial. Quiero algo de tu imaginación, ¡regálameeeee! Además qué títulos tan geniales te inventas; yo soy pésima en eso... pongo 'Chisme' si se trata de un fic de un chisme xD En fin, no ventilemos mis desperfectos... Solo vengo a decir que está genial tu relato. Me estaré pasando sin duda (:
Owww' genial>,< Perdon por la tardanza, me puse a ver un anime y me olvide por completo de entrar al forin u-u Y cuando entro, sha<3 Hay conti de este hermoso ficCx Se puso tan genial, adoraria tener tu creatividad>-< Osea, todas esas criaturas magicas*-*Kakashi apareciendo de la nada, un temblor que lo absorvió, oww' >,< Te juro cuando lei esto: Grité "Otra vez te moriste! Shikamaru, no te cansas?" aun que claro, con una groseria en ese volabulario u-u Y luego una risa ._. No se, dejame xDU Cuando grito 'Temari" en su recuerdo, *-* Fue tan kawaii>-< Me encantó eso, y me alegre aun más por que ya apareció Temari<3 Shaww' hermoso, hermoso, hermoso(H) Yeih! Temari también está en ese mundoCx Por algo dicen que uno sigue al amor de su vida hasta el fin del mundo, incluso a otroC:<<<eso ultimo solo lo digo yo y a partir de ahora C; Ok, ok, me tengo que ir, espero conti, bye<3
¡Buenas a todos! Perdón por la demora, es que tuve muchos inconvenientes por culpa del cole x.x Disertaciones y trabajos, incluso abrir cerebros o.o... Bueno, acá les traigo el esperado cap.3. Espero que les guste, ya que hay un repentino cambio de narrador. Y con esto, damos inicio al 3er capitulo. ¡Let the game begin! Cant. de palabras: 5113 _________________________________________________________________________________________________________________ Capítulo IIILa solitaria flor del desierto — Y, ¿Cómo ha ido todo con el Nara, eh?— No es que te importe…— Ya, ya. No tienes por qué ser tan seria.— No lo estoy siendo, es sólo que…— Solo que, ¿Qué?— Solo que pareciera ser que a él yo no le importara…— ¿Qué ha sido ese extraño sonido?— ¡Todo el mundo! ¡Abróchense a sus asientos! ¡El bus…! Cuanto tiempo había pasado. ¿Tres semanas? Eso es demasiado tiempo sin ver a las personas que quieres, a tus amigos, tu familia, la persona que te gusta. Eso se llama sufrir. Se llama soledad, desolación. Me sentía exactamente como en un desierto. Sí, como una solitaria flor en medio de un desierto. El mundo me había abandonado, a mi ser, mi alma. Aquella oscuridad, aquella soledad iba a durar para siempre. Adiós Temari, Adiós Vendaval, era lo que pensaba. Estaba equivocada. — ¡Es cierto! Y parece bastante malherido. ¡Hermana mayor! ¡Vendaval! ¡Por favor, ayuda! —gritó alguien no muy lejos de mí. Me encontraba apreciando el horizonte, pensando todo lo expresado anteriormente, como poseída, como siendo una simple marioneta de mis pensamientos, hasta que me distrajeron los niños de la playa con sus gritos. Me molesté inmediatamente. — ¡Ya, ya! Niños, tranquilos ¿Qué rayos les sucede? —les dije, viendo cómo observaban y apuntaban a una especie de montículo negro, varado en la costa. ¿Qué era esa cosa extraña, mojada y cubierta de arena varada allí, entre la arena y el mar? No tenía ni idea, pero una vez quedé al lado de esta cosa, pude distinguir que era una persona en el momento en el que se había volteado. Me asusté mucho, al darme cuenta de que estaba herida. El agua a su alrededor se estaba tiñendo de rojo. — ¿¡Es una persona!? ¿¡Por qué no me dijeron antes, niños tontos!? —les grité, asustada por el hecho de que había una persona que podía estar en un riesgo vital— Está sangrando, miren el agua teñida de roja a su alrededor. Dios mío, pero que día más problemático… Entonces, miré directamente a sus ojos, los cuales, entreabiertos, me miraban con una mirada especial, una mirada que solamente había visto en una sola persona: era una mirada aburrida. Tras reconocer su rostro, me fue imposible quedarme cuerda. Apoyé su cabeza en mi regazo, y lo miré, colocando mi mano en mi boca. Empezó lentamente a cerrar los ojos, como si estuviera a punto de expirar. — Shikamaru —fue lo único que salió de mi boca entre sollozos. Debido a que la niña me había sacudido para que reaccionara, salté del susto, me reincorporé, y grité por ayuda. — ¡Alguien! ¡Quién sea! ¡Niños por favor! ¡Vayan a llamar al alguien de la aldea para pedir ayuda! —les grité, y estos salieron corriendo en dirección al sendero que se dirigía desde la playa hasta el bosque— No puedo creer que seas tú… Es imposible… —me decía estupefacta, mientras lo agarraba debajo de las axilas y los arrastraba hacia el sendero. Mis plegarias, mis llantos de cada noche que no pude dormir, ¿Acaso habían sido escuchadas? ¿Eras tú, Shikamaru? Estaba… tan sola, tan condenada. Este mundo, Altheim o como se llame, era una miseria. Quería… quería volver a casa. Pero ya sabía que me era imposible. El Dios que todos nosotros conocíamos como el Todopoderoso, el Creador del Cielo y de la Tierra, el Alfa y Omega, no era más que un pequeño niño llamado Ánima, el cual tenía un poder casi ilimitado, me lo había dicho todo. Desde aquel accidente, cuando morí, él rescató mi alma. Shikamaru, ¿Te sucedió lo mismo? Me sentía tan egoísta, esperaba que realmente que fueras tú, cuando en verdad pensaba que ojalá no te hubiera pasado lo mismo que me había pasado a mí. Estaba empezando a fatigarme de tanto arrastrarlo, pero en el momento justo, los niños habían vuelto con un grupo de hombres, los cuales, equipados con una camilla, llevaron a Shikamaru a la aldea. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ — ¡Herrero! —grité fuertemente, entrando en la tienda del herrero. — ¿¡Por qué gritas tanto!? —me retó el mismo— Siempre entras de esa manera a mi tienda, pidiéndome cosas extrañas… — ¡Eso no importa! ¡Rápido, hágame lo que sale aquí! —le dije, mostrándole un papel con un dibujo en este. — ¿Qué rayos es esto? ¿Una navaja? ¿Una espada? El mango es muy largo, el filo muy corto y es muy pequeño. ¿Qué demonios quieres que haga con esto? —me preguntó sarcásticamente. — Un bisturí. — ¿Y qué se supone que es eso? — Sólo hágalo. Le pagaré lo que sea por él, pero asegúrese de tenerlo listo para esta noche. Y una cosa: el filo tiene que ser muy, pero muy filudo. Es necesario. — Bueno, realmente no me importa, pero un cliente es un cliente. Haré lo mejor que pueda, incluso si eres una Reciente. Mientras puedas pagar por supuesto —dijo, pero me miró impresionado mientras colocaba unas monedas de oro y piedras preciosas sobre la mesa— Excelente. Trato hecho entonces —y dicho eso, sacó uno de los baldes con acero fundido y los vertió en un pequeño molde de piedra, para luego enfriarlo con agua. --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- — ¡Es estúpido! ¿Qué diablos está haciendo esa muchacha? ¡Este hombre ya está muerto! Ni siquiera la sabia anciana del Medicari pudo salvarlo, hasta nos llegó a decir que solo había que esperar a su muerte. Puede que sepa algo de como curar a la gente, pero es imposible salvar a alguien de una hemorragia interna como esa… —escuché que dijo alguien mientras entraba al improvisado pabellón. — ¡Aquí está! El bisturí —dije mientras me colocaba al lado del cuerpo tendido sobre la camilla— ¿Ya rociaron el alcohol en todo el lugar? — Sí, y su olor apesta. Hemos gastado una gran cantidad de dinero en esto —dijo un señor a mi lado— ¿Está seguro de que eso servirá de algo? — Esterilización. Después les explicaré —les dije rápidamente, mientras insertaba el bisturí y mis manos en una fuente con alcohol puro— Necesito que alguien me sostenga esto por favor —dije pasándole a la señorita al lado mío un pocillo de acero— Es para lo que nos encontremos… Shikamaru… Entonces, con bisturí en mano, me dispuse a salvar tu vida, Shikamaru. Fue la primera vez que hacía algo como eso, pero alguien tenía que tomar la iniciativa, ¿No? — Entonces, con esto está —dije, después de 3 horas de cortar, filtrar, derramar y suturar. La herida interna era una gran acumulación de sangre coagulada debido a un fuerte trauma. No tenía idea de cómo se lo había hecho, pero eso era. Lo único que tuve que hacer fue extraer la sangre acumulada a través de la piel y utilizar yerbas cauterizantes para detener la hemorragia, luego, unos astringentes naturales y finalmente suturar. Se preguntarán como es que fui capaz de llevar tal operación. Era la primera vez que había hecho una verdadera operación. Siempre estaba estudiando sobre la biología, y quise ser doctora, principalmente nutricionista. Quería salvar muchas vidas, arreglarlas. Pero la muerte es sabia y desgraciada. Te arrebata todo: tus sueños, tu familia, tu ser, tu alma, tu realidad. Todo lo que fue alguna vez tuyo, desaparece. Pero al menos me recuperó dos cosas que había perdido… dos cosas muy preciadas. — Por favor, necesito que salgan todos de la tienda —dije, y en un instante, estaba sola junto con el recién operado. Me levanté levemente y le miré el rostro. No había ninguna duda. Su cabello era único, y él lo tenía, su mirada era aburrida, y eso era característico de él, y su cicatriz, presente en su rostro, me hizo darme cuenta de que realmente era Shikamaru. Mire su dormido rostro, el cual había recuperado su color luego de extraerle el coágulo acumulado en su abdomen. Reflejaba tranquilidad y serenidad, como siempre lo hacía. Me acerqué a su cuerpo, acerqué la silla y apoyé mi cabeza en su vientre. Su calor fue más que suficiente para hacerme dormir, debido al cansancio y estrés por intentar salvarle la vida. Entonces, en aquel momento, tuve un sueño, o mejor dicho, un recuerdo. Un recuerdo sobre mi muerte… Fue hace 3 semanas. Era un nevado día en el poblado de Hakone. Estábamos en el último día de nuestra excursión institucional, descansando en las deliciosas aguas termales, con una vista nocturna espléndida del monte Fuji, reflejando tenuemente la luz de la luna. Las mujeres por un lado, los hombres por el otro. Yo, sentada en el borde de la terma, miraba de una forma tranquila a mis compañeras, las cuales hablaban principalmente sobre qué es lo que estarán haciendo los chicos del otro lado o sobre que regalos debían comprar a sus familias y a sus novios, y suspiraba. Habían sido días agotadores. Yo, como presidenta, no podía descansar ni un segundo. — Vaya, que problemáticas estas chicas —dije mientras hundía la cabeza en el agua para calentarla. — ¿Problemáticas? —dijo una chica acercándose hacia mí rápidamente— Con que se te pegó, ¿Eh?… Hehehe… —rió maliciosamente. Miré detrás de mí, y se encontraba allí mi mejor amiga, Ino Yamanaka. Se metió al agua, y se acercó a mi rostro, manteniendo su sonrisa sospechosa. Yo, por supuesto, me alejé instintivamente. — ¡Oye, oye! Ya sabes que no puedes ocultarlo de mí. ¿Es Shikamaru, cierto? Vamos, no seas tímida —me dijo, causándome una gran conmoción en mi interior. — ¿¡P-Pero que es lo que estás diciendo!? —le grité repentinamente— ¿Cómo puede ser que yo me interese en un sujeto cómo él? Es un vago, irresponsable, desobediente, hace lo que se le dé la gana, desatento… — Entre opuestos se atraen, ¿No? —me dijo Ino riéndose levemente, tras ver mi reacción. — ¿Y-Y eso qué? —dije nerviosamente. — Te gusta. Nada más que eso. Aparte, puede ser que sea así de malo como dices tú, pero yo he sido su amiga lo suficiente como para saber que él es amable, inteligente, valiente, empático, confiable, y, lo que yo considero lo mejor de él, es su lealtad hacia sus amigos. Decir las cosas malas es mucho más fácil, ¿Verdad? —me sermoneó, mirándome directamente a los ojos con una mirada imposible de describir. — Puede ser que tengas razón, ¿Y qué si es que me llegara a gustar? —dije con un acento desilusionado y triste— Es imposible que se fije en alguien como yo… Tan solo mírame. Como voy a ser atractiva para alguien. A quien le gustaría la mujer tan famosamente llamada La Estrella Tuerta… — Temari —me dijo Ino, empezando a salir de la terma y envolviéndose en una rosada toalla— Hasta una mujer como tú puede volver loco a un hombre, especialmente él. Lo que importa es lo que eres tú, tu ser, no tu apariencia. — Aun así, tan solo mírame. Ni siquiera puedo salir de la terma por mi propia cuenta… Entonces, le extendí la mano a Ino. Esta me sacó de la terma tirándome, me apoyó en una pequeña banca que había allí, me envolvió con una toalla con sumo cuidado, y me cargó hacia el vestidor. — Nosotras las mujeres, tenemos nuestra capacidad aquí —dijo colocándose la mano en el corazón— De aquí sale nuestra fuerza. Amiga mía, cree. — Ino, eres demasiado sabia para mí. Pareces una abuela —dije tiernamente, imitando como lo haría una señora de 3ra edad, y nos echamos a reír hasta que Ino terminó de vestirme. Silla, lista. Manta, lista. Parche, listo. Eran las únicas 3 cosas que necesitaba para vivir. Ah, y por supuesto, alguien que me llevara, la cual era Ino. Entonces, sentada en aquella silla andante, con un parche en el ojo izquierdo, el cual eran unas vendas blancas, y con Ino impulsando la silla, nos dispusimos a ir hacia las habitaciones. Ya sabrán que fue lo que me pasó en aquellos días, andando en una silla de ruedas y sin un ojo. Yo fui víctima de una enfermedad en la sangre, la cual empieza a coagularse en distintas partes del cuerpo. Entonces, por culpa de la coagulación, ciertas partes de mi cuerpo murieron por falta de oxígeno, perdiéndolas para siempre. Esas partes fueron mí ojo izquierdo, la vértebra dorsal, la cual me incapacitó mis piernas, y mi brazo derecho, no quitándome su funcionalidad, sino que me dejó una marca en forma de quemadura de color rojo oscuro a lo largo de todo el brazo. Eso sucedió hace casi 2 años. Si lo piensan un poco mejor, me queda bastante bien el sobrenombre “La Estrella Tuerta”, ¿No creen? Con tan solo un ojo y quedándome quieta si no recibo la ayuda de nadie, y aun así, brillando en la oscuridad… Entonces, mis profundos pensamientos fueron interrumpidos por el constante griterío de Ino al lado mío. — ¡Oye! ¿Qué te sucede? Ya llegamos a la habitación. Había llegado a la habitación de las mujeres, como si en un abrir y cerrar de ojos me hubiera inmediatamente transportado desde las termas hasta allí. Rápidamente, volví a mis sentidos. — Ayúdame a recostarme. Mañana será el día en el que nos vayamos —dije monótonamente, y entonces, nos dispusimos a dormir. A la mañana siguiente, todo fue bastante animado. Estaba todo preparado para irnos por la mañana, y así fue. Todos desayunamos, y nos fuimos directamente hacia los tres buses, los cuales partieron una vez que estábamos todos a bordo. Nuestro curso iba en el último bus de la caravana. Todos estaban tanto energéticos como deprimidos, ya que nuestro viaje había terminado. Yo estaba sentada en uno de los asientos traseros, cubierta por una manta hasta el abdomen, viendo por la ventana el vendaval de nieve que había afuera. Daba miedo, pero era hermoso. — No alcanzo a ver nada debido a la tormenta de nieve —dije algo asustada— ¿Acaso no es peligroso manejar un bus en estas condiciones? Mientras me preguntaba eso, fui sacudida levemente debido a que alguien se había topado conmigo, casi cayendo encima de mí. — Oh, disculpa. No vi hacia donde iba —me dijo una vaga voz, extremadamente reconocible para mí. Era Shikamaru, intentando reincorporarse luego de haber caído encima de mí. — ¿Temari? —me dijo una vez me observó— Vaya, conque la Flor del Desierto está aquí atrás sola otra vez. — Vaya, vaya —le respondí sarcásticamente— Tú también siempre te sientas en los asientos traseros. — ¿Entonces me estás siguiendo? —me dijo con una serenidad en su rostro increíble. ¿Qué rayos le sucedía? ¿Acaso no se alteraba con estar en la parte trasera del bus, nosotros dos solos? Sí. Demasiado empático, Ino… — Oye, Shika —dijo Ino acercándose a nosotros— ¿Me dejas hablar con Temari? — Sí, no hay problema —dijo casi de inmediato. — Es un tema de mujeres —dijo repentinamente, haciendo una seña de mano para que se alejara. Shikamaru entendió esto y se fue unos asientos más adelante, se sentó y se dispuso a dormir, apoyando su cabeza en la ventana. Ino, por otra parte, se sentó a mi lado, mirándome de una manera sospechosa. — Y, ¿Cómo ha ido todo con el Nara? —me dijo acercándome su cara, como siempre lo hacía. — No es que te importe… —le respondí, volteando mi cara, mirando hacia afuera. Hubo una ligera sacudida, lo cual provocó un poco de susto a los pasajeros, pero luego todos volvieron a sentarse. — Ya, ya. No tienes por qué ser tan seria —me dijo apoyándose en el respaldo de su asiento, cerrando los ojos como si fuera a dormir. — No lo estoy siendo, es solo que… —dije, pensando bien lo que estaba a punto de decir. — Sólo que, ¿Qué? —me respondió, levantándose súbitamente de su asiento y con los ojos bien abiertos, mirándome fascinada. Por supuesto, ante tal interés, me avergoncé bastante, sintiendo como mi cara se calentaba al pensar en él, al saber mis sentimientos hacia él. — Sólo que pareciera ser que a él yo no le importara —dije desilusionada, sintiendo como si todos mis sentimientos más profundos se desvanecieran ante su indiferencia. Ino suspiró, abrazándome, como si intentara consolarme. Entonces, sentí como mi rostro se me humedecía, sentí como mi corazón había comenzado a acelerarse. Estaba llorando. Estaba llorando indiferencia. El momento fue bruscamente interrumpido por un ruido sordo, como si varios metales hubieran chocado entre sí. De la nada, apareció el profesor Kakashi en el pasillo, gritando a todo pulmón. El bus había comenzado a moverse violentamente, provocando gritos desesperados por doquier. — ¿Qué ha sido ese extraño sonido? —dijo Ino, separándose de mí rápidamente. — ¡Todo el mundo! ¡Abróchense a sus asientos, ahora! —gritó el profesor, aferrándose a los asientos a sus lados— ¡El bus…! ¡El bus no se va a detener! ¡Se está resbalando! En un momento lo deduje: El pavimento estaba cubierta por una capa de hielo. Entonces, repentinamente, el bus comenzó a girar violentamente, mandando a volar a mis compañeros, luego, este comenzó a volcarse, cayendo lo que parecía ser una pendiente. Todo comenzó a mezclarse, viendo como todo giraba a mí alrededor, una ensalada de pedazos de vidrio, personas, asientos y nieve roja. En un segundo, todo se había vuelto negro. Sabía que todo se había acabado. Yo, parapléjica y sin un ojo, en aquel accidente, pensé había muerto. Estaba equivocada, nuevamente. Desperté lentamente, utilizando mis brazos para por lo menos apoyarme. Abrí mis ojos, y miré a mí alrededor. Todo me daba vueltas, no podía concentrarme bien, pero sabía, por lo mínimo que vi, que nos habíamos volcado, enterrados en la nieve. Había asientos y pedazos de metal por todas partes. Miré a mi lado, y vi el cuerpo de Ino. Estaba llena de tajaduras y moretones, pero estaba viva. Ella también estaba consciente, pero con los ojos cerrados. — Ino… —susurré, comenzando a arrastrarme, usando solo mis brazos, hasta llegar a su lado. Estaba ilesa, o por lo menos, casi ilesa. Por eso podía moverme usando mis brazos. Ino se quejaba constantemente, por lo que al llegar a su lado, me apoyé en uno de los asientos rotos, y le tomé la mano fuertemente. — Ino, soy yo, Temari —le dije, viendo como ella abría sus ojos, mirándome asustada— Vas a estar bien. — Temari —me respondió con una voz algo cansada— Qué bueno… Parece ser… Que nos hemos accidentado… —dijo, hablando cada vez más bajo, riendo levemente— Tengo mucho sueño, amiga. — No, Ino, por favor, no te duermas —le decía, viendo como ella apoyaba su cabeza en la pared destrozada del bus, cerrando sus ojos— ¡Ino, no te mueras! ¡Por favor, despierta! Me alteré mucho, incluso llegando a golpearla violentamente en la cara, consiguiendo que esta empezara a quejarse del dolor. Examiné su cuerpo con velocidad, volviendo a repasar cada rincón oculto, cada moretón que pude haber pasado por alto, pero no tenía nada, solo unos cuanto golpes y rasguños. Estaba dormida, solo necesitaba descansar. Miré a lo lejos, y vi una masacre. Varios cuerpos desgarrados, mutilados, sangre manchando todo lo que veía, tanto mujeres como hombres, tanto como profesores como el conductor, todos muertos. Habían muerto de una manera horrible. No atiné a hacer nada más que a cubrirme mi boca, estupefacta, llorando de miedo, viendo aquel baño de sangre. Sentí como temblaban mis ojos, mi cuerpo, por lo que para tranquilizarme por lo menos un poco, cerré los ojos, rogando que nada de eso había pasado. De repente, un ruido metálico se escuchó en todo el bus. Luego, unos quejidos. Unos asientos junto a unos pedazos de metal salieron volando desde la posición en la que estaban, dejando a la vista a una persona, un hombre. Esta persona se levantó, empezando a caminar lentamente. Esa persona era Shikamaru. Parecía estupefacto, pero luego me di cuenta de que intentaba sacar los escombros sobre los cuerpos, como si intentara buscar a alguien vivo, pero en esa masacre, dudaba que hubiera alguien. El bus se había casi partido por la mitad, por lo que las personas que se habían sentado delante de nosotros habían sido aplastadas por los pedazos metálicos del bus, terminando como lo había detallado antes. Mis compañeros, mis amigos, todos muertos, excepto por estas dos personas. — Shikamaru… —intentaba gritar, pero la voz simplemente no me salía— ¡Shikamaru! —grité con casi todas mis fuerzas. Inmediatamente, él se dio vuelta, mirándome sorprendido. — ¡Temari! —dijo como si estuviera sufriendo— ¡Ino! —dijo al ver a mi amiga inconsciente a mi lado— Esto… Qué diablos… Llegó a nuestro lado, ayudándome a apoyarme contra la pared, viendo si es que me encontraba herida. — Tranquilo, yo estoy bien —le tranquilicé— Tienes que ver a Ino. No te preocupes por mí. — Pero… — Ya te dije. Rayos, por qué siempre eres así de terco… Primero me quedó mirando extrañado, pero luego, me sonrió algo asustado, esta vez concentrándose en Ino. — Ella está bien. Sólo quedó inconsciente por el posible susto de la caída —me dijo Shikamaru después de examinarla cuidadosamente. Entonces, no nos demoramos mucho tiempo en saber que nos estábamos empezando a enterrar en la nieve. El bus, todo retorcido por la larga caída, comenzaba a cubrirse de nieve. Tuvimos dos opciones: o quedarnos ahí hasta recibir ayuda y posiblemente quedar enterrados, o podíamos salir en busca del camino del cual nos habíamos caído, arriesgándonos a morir congelados en el intento. Cuando Ino despertó, Shikamaru ya había movido todos los restos de nuestros compañeros hacia afuera, sintiéndose fatal mientras recogía los pedazos de cuerpo de los que alguna vez fueron sus compañeros de clase. Entonces, con unos pedazos de asiento y tapándolos con nieve, les dio sepultura, cansándose mucho después de hacer todo eso. Ino tenía razón: lo mejor de Shikamaru era su lealtad hacia sus amigos. Intenté ponerme en sus zapatos, ser un poco empática, pero me era imposible siquiera pensar cuanto estaba sufriendo mientras hacía eso. No me atrevía ni a mirarle a la cara. Entre los tres discutimos nuestra situación, y decidimos lo más arriesgado, aunque lo más razonable: salir e ir en busca en la carretera de la cual nos habíamos caído, pero había un gran problema, y ese era yo. Me era imposible abandonar el bus sin que me cargaran, ya que la silla sería completamente inútil en aquel vendaval de nieve. — Déjenme —les dije— Seré una carga para ustedes si me llevan con ustedes. — ¡Qué estás pensando! —reclamaron inmediatamente los dos— ¿¡Acaso quieres morir!? — Es mejor que me muera yo a arriesgar a que nos muramos los tres —dije fríamente. Hubo un pequeño momento de silencio. Los dos me quedaron mirando despavoridos, sorprendidos hasta los tobillos por lo que acababa de decir. Quería firmar mi sentencia de muerte. Quería vivir, pero en sabía, que en lo más profundo de mi ser, que quería morir. No quería estar con ellos dos, no con esos dos unidos. Yo… Yo siempre supe, desde hace mucho, aunque me estuviera ayudando, que Ino siempre había amado a Shikamaru. En esas circunstancias, prefería morir y dejarlos a ellos dos solos. Yo no era nada más que una simple molestia. Entonces, Shikamaru alzó su mano, y me dio una fuerte bofetada. El eco del golpe resonó en todo el bus, dejando a un lado el sonido del vendaval de nieve. — ¡IMBÉCIL! —gritó muy fuertemente Shikamaru— ¡Si te dejamos morir aquí, es como si los tres hubiéramos muerto! ¡Jamás permitiré algo como eso en mi vida! ¡Nunca! Incluso, nos vamos en este momento. Y en un rápido movimiento, antes de que pudiera reaccionar después del golpe, me cargó a su espalda, como si fuera alguna especie de mochila. Ino, utilizando una frazada que había encontrado, manchada de sangre seca, me la colocó encima, para que no me enfriara. Esos dos solamente llevaban una simple blusa y un fino pantalón, mientras que yo llevaba abrigos perfectos para esa situación. Rápidamente salimos del autobús encallado en la nieve, y comenzamos a caminar lentamente, a ciegas, debido a la tormenta encima de nosotros. Comencé a sentir mucho frío. Habíamos caminado lo que yo creía unas 2 horas, y aún seguía viendo la misma nieve cayendo una y otra vez en frente mío, a través de los hombros de Shikamaru, los cuales temblaban violentamente. El Vendaval buscaba a sus víctimas, sediento de calor. Escuché un sonido extraño, y le dije a Shikamaru. Este se dio media vuelta, y vio a Ino de rodillas en el piso. Se acercó, y me dejó en el piso, a su lado. — ¡Ino! ¿Estás bien? —le dijo, agarrando sus manos. Estaban ennegreciéndose, muriéndose. Sus manos habían perdido la fineza y delicadeza que la destacaban. Estaban ásperas, frías, temblantes. Ino no alzaba la vista. Estaba constantemente mirando el piso, como si estuviera durmiendo sentada. De repente, esta cayó al suelo, mirando hacia el cielo. Sus ojos no reflejaban nada; los tenía semiabiertos. — Quiero… Quiero… —decía Ino, intentando alzar sus manos hacia Shikamaru, el cual este las agarró y se las colocó en su cara. — Por favor… No tú también… —dijo él, comenzando a llorar las últimas lágrimas que no había alcanzado a llorar, las lágrimas más pesadas del alma— No puedo dejar que mi mejor amiga muera aquí… — No llores, Shika —susurró Ino, apenas audible— Quiero que sepas una cosa. — Dime, lo que sea. — Yo… Siempre te amé. Te amo, Shika. — Ino… Ino… —sollozaba Shikamaru— Perdón… Por nunca darme cuenta… Soy… Soy tan estúpido —y dicho eso, le besó las manos a Ino, con una sutilidad que sólo los mejores amigos te pueden dar; sinceridad. Ino no respondió, tampoco su cuerpo. Sus manos cayeron como piedras que caen al río. Había muerto; su alma había abandonado su cuerpo. Yo, quién había presenciado ese momento tan triste, la muerte de mi mejor amiga, no dije ni una sola palabra. Tampoco lloré. Sabía que en sus últimos momentos, ella los quería pasar con la persona que había amado por toda su vida. Shikamaru no lloró más. Acercó su mano a su rostro, y le cerró los ojos. Luego, le abrió su abrigo violentamente, dejando expuesto su abdomen. Tenía marcas rojas por todas partes, algunas negras y muy grandes. Hemorragia interna, fue lo que me pareció haber oído de su boca en aquel momento, pero no estoy muy segura. Empezó la nieve a caer más fuerte que antes. Shikamaru rápidamente enterró el cadáver de Ino bajo la nieve, viendo el dolor en su rostro, la desolación, el sufrimiento, pero también el perdón, la compasión. Finalmente, se sacó la pulsera que llevaba en aquel momento, la cual había sido un regalo por parte de Ino cuando eran niños, y la dejó sobre su tumba. — Que tu alma finalmente sea libre —dijo Shikamaru, quedando callado un tiempo luego de eso. Luego, se acercó a mí, me agarró, me montó a su espalda, y seguimos caminando. — Shikamaru… —susurré, pero sabía que no tenía que decir nada; no tenía ni el más mínimo derecho de hablarle frente a Ino. Caminamos por bastante tiempo, sin descanso alguno. Shikamaru, quien me había llevado todo este tiempo en sus brazos, no había descansado ni un solo momento. Yo, aunque estaba bastante abrigada, empecé a sentir los efectos del frío, empezando a sentirme somnolienta, como si mi cuerpo empezara a apagarse lentamente. — Shika, tengo sueño —finalmente dije, abrazándolo más fuerte, para no caerme. — Tranquila Temari —dijo después de una hora sin escuchar su voz; sonaba bastante triste y débil— Solamente no te duermas… Quédate conmigo. No nos quedaba otra opción. También sentía como Shikamaru iba caminando a un ritmo menor, temblaba más y empezaba a sostenerme con menor fuerza, incluso a punto de dejarme caer en algunas ocasiones. Teníamos que encontrar algún tipo de refugio, o moriríamos. Entonces, en aquel desesperante momento, encontramos una cueva natural, que dejaba a la vista un largo agujero negro, protegiéndonos de la nieve y dándonos refugio. Shikamaru no se inmutó ni un segundo, y entramos en la cueva. Húmeda, fría, silenciosa, solitaria. Palabras perfectas para describir aquel oscuro lugar. Yo, recostada en el suelo, cubierta por unas pocas frazadas lanudas. Él, sentado a mi lado, despierto, observando, constantemente con una mirada vacía, el exterior, la tormenta. Pasamos así 3 horas. El hambre, el cansancio, el frío, todos se iban apoderando de nosotros. El Vendaval arrincona a sus presas, para luego darles el golpe fatal. Shikamaru finalmente se puso de pie. — Tenemos que salir —dijo con un tono más seguro que antes— La tormenta no se detendrá. Moriremos si nos quedamos aquí… Tal como ella… —dijo mirando al suelo, como si hubiera algo allí que estuviera observando. Incluso hasta la piedra más dura que jamás había conocido como lo era Shikamaru, pudo soportar algo como eso. En aquel momento, sentí ganas de llorar, pero simplemente no podía; prefería morir a hacerlo frente a él. No en su estado actual, no en presencia de ella… Salimos de la cueva, caminamos por algunos minutos, entonces, pudimos divisar lo que parecía ser una ladera razonablemente escalable. Entonces, en un acto desesperado por parte de él, empezó a correr, como si lo estuviera dando todo, todo por nosotros, por mí. Comenzó a escalar la ladera, haciendo que sus manos comenzaran lentamente a congelarse, haciendo que avanzáramos más lento, pero él no desistió. Escaló, y escaló… Y finalmente, llegamos al camino principal. Estaba alegre, quería llorar y gritar de felicidad, como lo estaba haciendo Shikamaru débilmente, pero yo no pude. Intenté hablar, pero no podía. Intenté escuchar, pero estaba sorda. Era como si me hubieran arrebatado la voz, el sonido desde mi interior. — Shika… —fue lo único que pude decir. Y fue ahí, cuando perdí las fuerzas en mis brazos, y caí de la espalda de Shika, directo al pavimento. Entonces, perdí la consciencia. No recuerdo nada más de lo que pasó en aquel entonces. Ya no sentía nada. Lo único que sentía, era el ruido del vendaval. — Tú serás de los que designarán el futuro. Todo tiempo pasado fue mejor, ¿Cierto? Ánima. Quiero que recuerdes ese nombre. Es la del niño, el Todo Poderoso, el Alfa y el Omega, Dios. Tu alma es única. Única en el sentido de especial. Hay muchas almas únicas que necesitan ser reunidas. Sí, reunidas, Temari. Destinadas, pero aún inmaduras. Ha llegado el momento que había estado esperando. Las necesito, para así poder reconstruir el Vendaval… Para así poder salvarlos a todos… Salvar el recuerdo… Luego de escuchar aquella voz, pronunciada en lo más profundo de mí ser, desperté por culpa de una extraña luz. Era la luz de una vela. Era de noche. Sentí una cálida mano acariciándome la cabeza, una mano que no me había tocado desde hacía mucho tiempo. Alcé mi vista, y vi su rostro, sus ojos mirándome directamente con una calma increíble. — Aquí estoy, Temari. Shikamaru, siempre recordaré el día en el que me dijiste aquellas palabras. Desde que terminamos en este condenado mundo, todo había sido nada más que discriminación y tristeza para mí, pero debo agradecerte por todas las fuerzas que me haz brindado con tu tranquilidad y paciencia. Con esto se da inicio… al primer capítulo de nuestra historia, de nuestro viaje hacia la verdad. ________________________________________________________________________________________ Y bien, ¿Qué les pareció? Este es el 1er capítulo del comienzo de su vida juntos en este nuevo mundo, Altheim. ¿Qué clase de personajes y lugares se encontrarán en su viaje que está por venir? Esperen al Cap.4: ¡Machinamanía! (¡Obsesión por las máquinas!) Espero que les haya gustado. Espero sus coments. ¡Nos vemos!
Konbanwaaa!! Awww!! Me encanta!! La historia es bastante triste, me parece bastante adecuado el que se ubique en drama ... Ay un problema... no lo sé pero no me acostumbro a la personalidad de Shika-kun, es decir para mi tiene un fuerte OoC... no en los ultimos capitulos, el OoC que percibo se encuentro en el principio del fic... las bromas, los gritos... acciones espontaneas y energicas que el propio Shikamaru no haria. Me gusta tu narración es muy buena, la idea fantastica es logica y coherente. Tu historia me a gustado bastante y espero leer pronot más de esta! Matta ne~
Pues me deja con ganas de saber más :) Sobretodo por los... ¿planes de Ánima? ¿O son los de otro? LOL, no sé. Ahí veremos... Más con lo de 'Salvar el recuerdo'... O qué problema existirá... En fin, que no sé xD Esperaré por más. Estuvo bien; el cambio de narrador fue un cambio de personaje, así que no fue algo traumatico xD
Si, le puse algo de color con lo del narrador. Exagere un poco xD. Gracias por sus coments, hacen que realmente quiera seguir con entusiasmo este fic. Ah, una pequeña aclaracion Juli-chan: si, hay un OoC en Shikamaru en el momento en el que despierta en el otro mundo. Sus acciones espontáneas y sus enérgicos gritos son por causa de su desesperación. Por muy inteligente y tranquilo que sea, es imposible que no te alteres o que mantengas tu compostura y personalidad en un situación extraña, especialmente si te mandan a otro mundo. Cuando no tienes ninguna respuesta, y estás lleno de preguntas, y conoces a alguien quien las tiene, pero no te las quiere decir, ¿No le pedirías, incluso si tienes que rebajarte o gritarle, para tener las respuestas? Pero bueno, eso sí, me pasé creo yo un poco con alterar mucho su personalidad xD. Pero de ahora en adelante será el Shika de siempre. Pero en serio, gracias por sus comentarios. Nos vemos cuando postee el cap4. :D ¡Nos vemos!
¡Hola hermoso!C: Owww' me encantó, sorry por no comentarlo antes, pero...¿Te digo que hice con cada parrafo que leia ayer en la noche de tu fic? Bueno, en realidad lo unico que hacía era callar a una amiga por que no me dejaba leerlo agusto, estaba en face u,u Pero luego, que vi que Temari era una discapacitada me quede "& si mi hijo sale con una discapacidad y sufre?D:" y de volada le dije a mi amiga en Face "Karin...&& sii mi hiho salle con discapaciidad? >-<" y estuve alegandole como una media hora -,-U Es que, no quiero que sufra ú.u Y después cuando tuve que apagar la pc fui con mi mamá "Ama...¿Verdad que ha de ser muy feo morir y que entierren tu cuerpo en la nieve? u-u" y mi mamá "Si" y yo "¿Y verdad que ha de ser horrible abandonar a tus amigos muertos?" y ella "Si" y yo "Pero ¿verdad que también ha de ser muy feo...?" y me interrumpe "¿Qué viste?" y yo "¡Un fic hermoso!" y haha, me vio mal xDU Te juro sentí horrible al ver pues, la muerte de todos, y luego cuando me enteré de que Temari era minusvalida, te odio r,r ¡Me traume con eso!D: Hoy les dije toda preocupada a mis amigos "¿Y si tengo un hijo con una discapacidad? >,<" Pero te quiero por lograr que me traume n-n<<<<masoquista>>>> Haha, ok, te dejo, cuidate, bye, hasta la contiC:
¡Wenas! Perdón, realmente me disculpo por la muy larga demora, pero es que tuve que sacrificar sudor y sangre para poder subir este cap. Tuve muchas pruebas corporativas estas 3 semanas, por lo que tuve que hacer este cap en medio de los estudios, pero igual me fue bien xD. Bueno, les presentto el Cap4, donde la acción aparece por primera vez como algo serio en este mundo nuevo. Por favor, comenten a su gusto ¿Oks? A ver... nada más que agregar, creo, aparte de agradecer a los lectores que siguen atentamente o que por lo menos les a gustado este fic. Nuevamente, me disculpo por la demora.... ¡Let the game begin! Contador de palabras: 5581 _______________________________________________________________________________ Capítulo IV¡Machinamanía! — ¡Vendaval! ¿Estás bien?— ¡Déjame sola!— Pero hija mía…— ¡No me toques! ¡Tú no eres mi madre, vieja soberbiosa!— ¿Cómo rayos me llamaste?— Por favor, no… De nuevo no…— Si vuelves a tocar a mi amiga de nuevo, te mandaré a la cárcel para que no vuelvas a ver la luz del día nunca más. Amaneció. Había sido una larga noche de llantos, recuerdos, discusiones y risas. La luz del sol me encegueció por unos segundos mientras salía de la tienda con el brazo de Shikamaru en mis hombros. Ese hombre sí que pesaba mucho para una delicada mujer como yo. — ¿Acaso no tienes una silla de ruedas que me prestes? Sería mucho más fácil y menos, mucho menos doloroso y problemático —dijo con un tono algo enojado, pero tranquilo. — Ya te dije anoche, ¿No recuerdas? Este pequeño pueblo, esta enana isla, es un espacio completamente rural. Pesca, caza, cultivo, recolección de frutos, tiendas y una población no más allá de 80 personas. Así es Laeviter. Ni necesitaba mirarlo para saber lo impresionado que estaba por todo lo que sabía. El silencio otorga, Shikamaru. — Porqué será que presiento tanta soberbia viniendo de ti… —dijo bajo como si realmente YO no lo estuviera escuchando. — ¿Perdón? ¿Acaso crees que soy la misma débil minusválida de antes, eh? Puedo pegar bien fuerte ahora, ¿Sabes? —dije deteniéndome, mirándolo a los ojos con una sonrisa devastadoramente alegre, con una intención tan mortal, que ni el mejor disfraz podía ocultarla. Como un animal que presiente el peligro, Shikamaru intentó separarse de mí, pero yo lo agarré firmemente del brazo, evitando que se fuera. — Corre, y te desangrarás aquí mismo… Entonces, se detuvo, dio media vuelta, y dejo que lo cargara nuevamente. Sentí que estaba a punto de decir algo. Lo conocía tan perfectamente, que supe me iba a decir alguna broma de mal gusto nuevamente. — Mujer, que problemática eres… —dijo relajándose nuevamente— Si crees que me conoces perfectamente, entonces deberías saber que yo te conozco aún mejor. Quedé impactada. Dijo algo completamente inesperado. ¡Había leído mis pensamientos! Incluso ahora, sentí que estaba empezando a ser invadida por él como en el pasado. No me iba a dejar dominar como lo hizo en la Tierra. Esta vez yo iba a tomar el control. Comenzamos a caminar nuevamente, alejándonos de la aldea, en dirección a la playa por el sendero que cruza la isla. — Dime una cosa —me dijo, preparándome para contradecirle en cualquier momento— El Rubro en la atmósfera, a nivel del mar, ¿Ha desaparecido? — Sí —dije sorprendida por el tema del que me hablaba— Como te dije ayer, había buscado en las escrituras de esta aldea, pero simplemente no pude leer nada. Era un idioma completamente diferente. — No te culpo. A mí me pasó exactamente lo mismo —me complementó. — Bueno, siguiendo con el tema, interrogué al señor de la aldea, preguntándole sobre la historia de este lugar, donde estaba, quienes eran ellos, que querían de mí. Entonces, me senté frente a él, y me contó la verdad. — ¿Sobre Altheim? — Sobre Ánima. Entonces, hubo un momento silencioso, solo interrumpido por el sonido de nuestras pisadas. Caminamos, y caminamos. Habíamos pasado por una cascada, que era originada por la actividad volcánica del sector y las aguas subterráneas, y por el bosque. En ese momento, comenzamos a pasar por lo que parecían ser unas ruinas. — Aquí está. Esta es la verdad sobre Ánima y el Rubro —dije, señalando a las ruinas. Shikamaru, atónito, solamente miraba, sorprendido, pero tranquilo. — Estas son las ruinas de lo que alguna vez fueron máquinas excavadoras, tecnológicamente muy avanzadas, dedicadas a la extracción del Rubro. Debido a su abuso, el Rubro se esparció por la atmósfera, matando todo lo vivo que se encontraba a nivel del mar. Pero este Rubro desapareció hace más de 1500 años. Ahora no queda nada más que este recuerdo abandonado. Hice una breve pausa, mirando como Shika miraba el cielo. Nuevamente observando las nubes, como siempre lo hacía. Aun así, sabía que me estaba prestando atención, ya que en el momento en el que paré, me miró como si me hubiera pasado algo, ya que me había detenido. — Aún no termino. — Espera un momento —me interrumpió repentinamente Shikamaru— ¿Dijiste que hace 1500 años? Te conté que había conocido a Diana y a la doctora cuando llegué a este mundo, ¿Cierto? — Sí, me hablaste sobre ellas por casi toda la noche —dije, inútilmente intentando contener mis celos, mientras escuchaba que hablaba de esa otra mujer. — ¿Dónde rayos estoy, Temari?—Shika, ¡Shika!— Ya, ya. No tienes porqué pegarte tanto a mí. Cielos, esto es demasiado… Emm, vergonzoso.— ¡No me importa! No pude evitar recordar aquel momento. Logré tranquilizarme rápidamente con eso. Tenía a Shikamaru conmigo. Nadie, pero absolutamente nadie me lo iba a arrebatar de nuevo. Porque lo amaba. Porque no quería que me abandonara nunca más. Pensar de esa forma, para luego mirarlo nuevamente, me alteró muchísimo, sintiendo como se me calentaba la cabeza, pero fingí tranquilidad para poder responderle. — Sí, recuerdo. Dijiste que después de que moriste, despertaste y hablaste con Ánima, “esa” mujer se había enfermado debido al Rubro en el aire. Eso es prácticamente imposible. El Rubro desapareció de la atmósfera hace más de 1500 años. — ¿¡Me estás diciendo entonces que cuando desperté por primera vez me encontraba a más de 1500 años en el pasado!? —dijo sorprendido, como si lo hubiera deducido a la rápida— ¿¡Me vas a decir que todos los muertos llegan a este mundo, tal como tú y yo!? Lo miré, y me miró. Ambos nos decíamos, a través de la mirada, que teníamos razón. Era irrefutable que así era. — Incluso, ayer me dijiste que la Ciudad de Astralkis había sido erradicada del mapa… —dijo como si hubiera sido abatido— Yo estuve allí ayer mismo… Incluso vi al Profesor Kakashi. — ¿¡Al profesor!? ¿¡En serio!? —respondí alterada; eso no me lo había contado ayer. — Ayer, antes de caer inconsciente debido al terremoto, Kakashi me salvó la vida, sosteniéndome para que no me cayera. Entonces, de un momento a otro, detrás de él, apareció una luz, como si él la hubiera llamado. Entonces, como si me separaran en muchos pedazos, atravesé aquella luz. — ¿P-Por qué no me dijiste algo como eso antes? — Tenía que esperar el momento adecuado para decírtelo. — Entonces, Ino y los demás… ¿También están en este mundo? —dije repentinamente esperanzada, al saber que podía encontrarme nuevamente con mi amiga. — No saques conclusiones apresuradas, mujer. Nosotros somos especiales, como nos dijo ese niño, aunque no tengo ni idea a lo que se refería. Quién sabe si somos los únicos que han sido transportados hasta aquí… O si realmente los muertos llegan a este lugar, como si fuera el “Paraíso” o algo así… A este mundo de locura… Entonces, volviendo al tema, ¿Qué sucedió exactamente después de lo de la contaminación, sobre la verdad de Ánima? — Él descendió. — ¿Qué? ¿Descendió? ¿Algo así como divino? —me preguntó curioso. — No lo sé, así fue como me lo relató el señor del pueblo. Pero fue supuestamente un descenso apocalíptico, un castigo divino hacia los gobiernos quienes estaban, literalmente, asesinando Altheim. Entonces, con su poder, arrancó las almas de las personas malignas, y las consumió en su propia alma, ya que Ánima, como dice su nombre, es una alma, pero extremadamente poderosa, y destruyó todas las ciudades que existían, toda la tecnología que alguna vez habían logrado conseguir los ancestros de este mundo, sus armas, sus transportes, sus máquinas, sus almas corruptas, quedaron hechas ruinas hasta el día de hoy. Esto sucedió, y esto no es mentira, hace exactamente 3307 años. Este evento fue llamado El Vendaval de Sangre. — ¿El Vendaval de Sangre? —repitió Shika— Hace 3307 que la Ciudad Astralkis había sido destruida. Entonces, ¿Yo había presenciado la destrucción del mundo de hace 3307 años? Ese niño quería que viera eso, ¿Pero por qué? Que problemático eres, niño enano —dijo rascándose la cabeza— Entonces, razonando un poco, la gente dejó de usar estas máquinas, ¿Cierto? — Exactamente. La gente se culpa a sí misma de haber causado este desastre, el Vendaval de Sangre, por lo que prohibieron el uso de estas máquinas, para así no volver a causar su ira. Ahora trabajan todo por cuenta propia, utilizando su propia fuerza. También le rinden mucho culto a Ánima, ofreciéndole sacrificios y ofrendas. Incluso tienen un templo en la aldea, aunque es pequeña. — Es como si hubieran retrocedido en el tiempo —se dijo para sí mismo Shikamaru en bajo tono. — Solo tienen miedo. Están exagerando la realidad. Ánima arrasó con todo, pero no para que le rindieran culto; él solamente quería lo mejor para la humanidad, o por lo menos eso es lo que creo. — ¿Pero entonces que es lo que quiere hacer con nosotros trayéndonos a su mundo? —me preguntó Shikamaru volviendo a mirar las nubes— Si me hubiera transformado en una nube, yo no tendría ningún problema en moverme libremente por aquí y allí. — ¡Ahh! Así que prefieres dejarme sola y escaparte de todo este lío formado por aquel niño que siemp- — Y tú serías mi cielo, para que así no estemos solos —dijo cerrando los ojos, como si fuera a dormir. Con eso me había matado. Era imposible, prácticamente imposible no mostrar alguna reacción ante aquella declaración. ¡Y lo había dicho con tanta calma! Era imperdonable. Al menos se hubiera alterado, o se hubiera dado cuenta de lo que significaban sus palabras. — Necesito ir… a Astralkis —dijo monótonamente— Tengo que ir a la ciudad donde todo terminó, verla con mis propios ojos. — ¿Y qué ganarás yendo a las ruinas de la Ciudad Central? Aparte, nos encontramos en el extremo sur de Altheim, y Astralkis se encuentra en el extremo norte. Tendríamos que cruzar CAMINANDO todo el continente. — Allí se encuentra toda la información que necesitamos. — Pero está hecha ruinas… — Hubieron personas anteriores a nosotras, incluso hace más de 3000 años, que habían sido abducidas hacia este mundo. Lo vi en Apollux, junto con Diana y su árbol familiar. — ¿¡Otras personas!? —dije sobresaltada. — Los ancestros de Diana… Eran personas las cuales habían desaparecido en todo el mundo de manera misteriosa. Casos recientes de este siglo… Lo recuerdo porque siempre leía el periódico por las mañanas y hablaban de estos casos de desaparición. Cada semana, entre 2 a 5 personas desaparecían. — ¡Pero es imposible! Aunque llegaran a este mundo, ¿Cómo es posible que llegaran más de 3000 años antes que nosotros? — Al igual que yo —respondiéndome casi de inmediato— Yo también llegué hasta ese “pasado”, pero debido a ese extraño terremoto, al profesor y a esa extraña y dolorosa luz, terminé contigo, en esta isla, al otro lado de este mundo, 3300 años en el futuro… Nos quedamos mirando por un momento, luego, una pequeña ventisca, y unos grujidos rompieron el silencio. — Volvamos. Tengo mucha hambre —dijo Shika, intentando levantarse, pero cayéndose en el intento— Sabes, no sería problemático si ayudaras a… — ¿Un minusválido hambriento? —dije sarcásticamente, agarrándolo del brazo y apoyándolo en mis hombros. Él simplemente sonrió, emitiendo su típico sonido gutural. Entonces, regresamos a la aldea a paso lento y pensativo. Habíamos obtenido el permiso del jefe de la aldea, dándonos una pequeña subvención, con unas monedas y ropa nueva, pero más que ropa nueva, eran unos abrigos y unos sacos donde llevar nuestras pertenencias. — Sé que eres una persona extranjera que llegó hace no más de 3 semanas, una Reciente, y que la gente de mi aldea no se siente a gusto contigo —dijo fríamente, casi sin sentimiento alguno, el líder de la aldea en su tienda— Pero has demostrado una gran capacidad en el arte del Medicari, sanando a varios aldeanos míos, siendo una excelente alumna de la Gran Abuela, aunque dijo que como la habías desobedecido, no eras más su alumna. — Lo sé —dije casi sin remordimiento alguno. — Bien. Entonces, lo mínimo que puedo hacer por ti es cumplir un deseo tuyo. — Necesito ir, junto con el chico que recién llegó, a las Ruinas de Astralkis. Sé que se encuentra al otro lado del mundo, y puede parecer que no tiene sentido hacer tal viaje, pero… — No te preocupes, no necesito que me des explicaciones. Cada uno sabe cuál es su camino. Ya está todo arreglado… - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - S.S. Blueblood. Ese era el nombre en inglés (sí, en inglés) del barco que estaba a unos cuantos metros de Shika y yo. El puerto no era una cosa impresionante, eran simplemente unas tablas de madera que salían hacia al mar, las que permitían abordar. Era un puerto miserable, pero el barco a su lado, era majestuoso; no tan grande, pero de un diseño espectacular. Velas celestes con un diseño como el de un dragón en blanco, hecho de madera bien robusta, sintiendo a la vista que es capaz de resistir cualquier impacto, mástil de acero negro, y lo suficientemente grande como para albergar a un centenar de gente perfectamente. Por supuesto, con los arpones que tenía casi por todas partes lo hacía parecer más un barco de guerra que uno de transporte. — Y lo es, jovencita —dijo un hombre al lado mío, escuchando como decía mis pensamientos en voz alta— Así que eres tú, ¿Eh? La Reciente Vendaval. — ¿Vendaval? ¿A qué rayos…? —dijo Shika, pero le tapé a boca de inmediato. — Escucha, en este mundo, todos me conocen por Vendaval. Fue el nombre que me pusieron cuando llegué a este pequeño poblado. Si llegan a escuchar que me estás llamando por mi nombre, sospecharán mucho, y nuestro viaje será muy problemático. Así que atento —le dije en voz baja, dándole la espalda al capitán. — ¡Está bien, está bien! Ya entendí. Rayos, no es necesaria tanta violencia, mujer. — Shikamaru, has cambiado —le dije sorprendiéndome por su respuesta, soltándolo— Normalmente me hubieras dicho: “¿Eso es todo? Pues que problemático…” En cambio, tu respuesta fue nada que ver. ¿Qué te ha sucedido? — Nada. — Ahora te has vuelto frío… — Entonces seré el yo normal de ahora en adelante si no te gusta. Rayos, pero que problema… —dijo rascándose la nuca. — Que bien —me dije para mí misma, yendo junto con Shika y el capitán hacia el interior de la cubierta. El barco había comenzado a zarpar. En una pequeña terraza alzada de la cubierta, como un segundo piso pero al aire, me despedí moviendo la mano de los aldeanos, los cuales, especialmente los niños, agitaban sus manos, despidiendo a sus queridas personas las cuales empezaban su viaje junto a nosotros, obviamente con un propósito distinto. Habían pasado unos minutos, y entonces, la isla de Laeviter había desaparecido en el horizonte. La noche se hizo rápidamente, después de todo, era un viaje que duraría 3 días; ese había sido el primero. Nuestro destino: Cántal, otra isla que se encuentra entre Laeviter y el Gran Continente, donde empieza el largo camino de las Ciudades Australes. — 3 días este simple viaje. Me pregunto cuanto nos demoraremos en llegar a Astralkis, en el extremo norte… —pensé, suspirando de cansancio. Al igual que la mayoría de los pasajeros, me encontraba sola en el interior del barco, literalmente explorando y curioseando. Era mi primera vez en la mar. Me detuve al frente de una escalera, leyendo un letrero que estaba colgando del techo que decía “Machine Room”, o sala de máquinas, también en inglés. Curiosa, bajé lentamente las escaleras, hasta encontrarme con una puerta. Detrás de esta, había un extraño sonido; eran los motores del barco. Dudé uno que otro segundo, pero finalmente, entré a la sala de máquinas. Cuando entré, simplemente me había quedado sin palabras. No eran simples motores, eran jaulas, y en su interior, grandes, pero extraños roedores corrían por una rueda a muy alta velocidad. — Todos siempre se sorprenden cuando ven el poder de fuerza de los Roedores —dijo una voz en alguna parte. — ¿Quién es? —dije sorprendida— ¿Dónde estás? — Justo aquí —me dijo, pero no vi nada— Aquí abajo… Miré al piso, y ahí se encontraba parado un niño de no más de 11 años, con un traje de color amarillento, el cual le cubría todo el cuerpo, y unas antiparras, las cuales estaban bastante sucias. Me agarró la mano y me la sacudió. Creí que había sido un saludo. — Supongo que sabes que este lugar está prohibido a los pasajeros —me dijo sonriente. — ¡Ah! ¿En serio? —dije haciéndome la tonta— Perdón, no me había fijado. Supongo que… — ¡No, no te preocupes! No es que le vaya a decir a nadie —dijo agarrándome la mano súbitamente, al ver que empezaba a darle la espalda— La verdad… Es que… — ¿Quieres que te acompañe? —le pregunté, viendo a través de él. — ¡Sí! —gritó enérgicamente, con una sonrisa de oreja a oreja que solamente un niño contento podría hacer. Entonces, me invitó a sentarme en frente de una mesa, mientras que él se sentó arriba de una jaula. — Mi nombre es Ganta. Ganta Zero. Soy el mecánico encargado de la sala de máquinas del S.S. Blueblood. — ¿Zero? —pensé, muy extrañada— ¿Inglés nuevamente? Su pronunciación en bastante perfecta. Será bueno que… — Tu mirada me dice muchas cosas… Qué extraño nombre, ¿Verdad? Mi padre me dijo que estaba en… — Inglés —dije al seco. — Sí, eso mismo. ¿Cómo lo sabes? Solo él lo sabía. Era su lengua natal, aparte de nuestro Valka. — Bueno, para serte sincera, conozco ese idioma. — Mentira… —dijo asombrado Ganta, refregando sus empañadas antiparras. — ¡Temari! ¡Donde estás! Mira qué mujer más problemática… “No, déjame, si puedo andar sola, como si me fuera a pasar algo.” Más problemas… Como realmente me hubiera gustado que ese niño me hubiera transformado en una nube… Como me gustaría tener una larga y pacífica vida —se escuchó que alguien se quejaba mientras entraba al salón de máquinas— Perdón, sé que es prohibido pero estoy buscando a una amiga… En el momento en el que nuestras miradas se cruzaron, una expresión de sorpresa, pero con oculto enojo, apareció en el rostro de Shikamaru. — Te encontré —dijo simplemente, y se detuvo al lado mío, tomándome súbitamente de una mano. Su acción provocó una gran reacción por parte mía. Intenté apartar mi mano, pero estaba sin fuerzas, sin poder en contra de él. Solamente me limité a desviar la mirada contra al piso, sonrojada, avergonzada, sintiéndome culpable, pero no sabía por qué. No pude ni despedirme de Ganta ya que Shikamaru me había arrastrado rápidamente de la Sala de Máquinas. En todo el camino hasta mi camarote, no dije nada. Me dejó sola, me recosté, y me dormí, llorando, sintiendo que había perdido su confianza… _________________________________________________________________________________ Era un nuevo día, una nueva mañana más que tolerar. Ya había pasado una semana desde que llegué a Altheim, confundido, asustado, pero en aquel momento tenía mis objetivos claros: llegar a la Ciudad Central de Astralkis y descubrir la verdad sobre este mundo, sobre el gran secreto detrás de todo lo que unía a mi Tierra con Ánima y este mundo, esta realidad alternativa. Todos esos pensamientos cruzaron por mi mente, mientras miraba las nubes recostado en la cubierta del segundo piso del S.S. Blueblood. Bajé de la terraza, y me dirigí hasta el mástil, apoyándome en este, mirando el horizonte. Una vez que llegáramos a la isla Cántal, y luego a la Ciudad Austral Portuaria, empezaría el verdadero viaje. — Un verdadero trotamundos, ¿Eh? —me dije a mi mismo, suspirando. No sabía por qué, pero me gustaba esa sensación, la de viajar, buscando un objetivo lejano. De repente, una mano me tomó por el brazo, obligándome a voltearme repentinamente. — Disculpa, pero me gustaría hacerte unas preguntas —me dijo aquella persona. Era una mujer que vestía un largo traje de color negro, acompañado de unos llamativos diseños tribales, pelo largo y negro, ojos maquillados, labios carnosos y un poco más alta que yo. Aparentaba tener unos 20 años. Me preguntaba la razón del por qué no sentía calor alguno vistiendo eso. — ¿Podría saber quién es usted? —pregunté formalmente. — Oh, no te preocupes —me dijo agitando su mano en señal de negación— No es necesaria la formalidad. Me llamo Lyka. Soy una Manipuladora, alumna de la Gran Abuela. — ¿Eh? —dije sin entender lo último que me dijo— ¿Qué es una Manipuladora? Su reacción me asustó un poco, viendo cómo se sobresaltaba y retrocedía unos pasos. Había hecho algo que Temari me había dicho que no hiciera: cuestionar las cosas que no conocía de este mundo. — Ah, disculpa. Es que… bueno, yo… —dije pensando algo para excusarme— Vengo de muy lejos. Es problemático, pero hay cosas que ni conozco. — Ah, entiendo. Por un momento me extrañó que no supieras que era una Manipuladora. Bueno, no tengo ninguna molestia en explicarte. ¿Quieres saber? —me preguntó en voz baja, acercándose lentamente a mí. — Bueno. Entonces, extendió su mano, a la altura de mi cara, y colocó su palma en mi mejilla, poniéndome un poco nervioso. De esta, salió un brillo, una luz, y sentí una cálida energía, como si fuera el Medicari, pero de un color azul con siluetas blancas. — Perdón por… El momento fue interrumpido por una fuerte sacudida, haciendo que los dos perdiéramos el equilibrio. Agarré unas cuerdas que sobresalían del mástil, y tomé a Lyka de un brazo, apegándola a mí para que no se cayera. — ¡Hemos impactado! —escuché que gritó el capitán desde su cabina hacia el exterior. El temblor aún no se detenía, como si estuviéramos en pleno terremoto, pero en el mar eso era imposible, por lo que había algo en el agua que nos raspaba constantemente. — ¡Es él! No hay duda alguna. ¡Nos encontramos nuevamente! —gritaba exaltado el capitán, viendo como miraba hacia la proa. El temblor se había detenido, pero eso no evitó que mis ojos observaran lo más terroríficamente espectacular que había visto en mi vida. De color azulado, alto y de ojos celestes, un dragón serpiente se alzó en frente de nosotros. Era tan grande, que el barco, comparado con este monstruo, sería como un ratón. Me quedé congelado, sin reaccionar. Solo estaba concentrado en observar aquel ser monstruoso con los ojos bien abiertos. — ¡Blueblood! —gritó, nuevamente el capitán, lo que pareció ser el nombre del dragón— ¡Esta vez sí te mataré, y traeré la paz y fama a estas aguas de una vez por todas! ¡Jamás olvidaré la herida que le has hecho a este barco! En el momento en el que dijo eso el capitán del S.S. Blueblood, el dragón hizo un rugido ensordecedor, haciendo que las cosas a mí alrededor resonaran fuertemente. Era aterrador. — ¡Shikamaru! —gritó una voz a mi lado; era Temari intentando despabilarme— ¡Es este! ¡Es la criatura Blueblood que bajo el mandato de Ánima arrasó la tecnología, la gente y las ciudades en las islas de Laeviter y Cántal hace 3307 años! ¡Desde ese entonces, han intentado asesinarla, o por lo menos expulsarla de sus mares como venganza! ¡Es extremadamente poderosa! —me dijo agarrando mi mano y la de Lyka, llevándonos a estribor. — Reciente… —dijo Lyka, como si hubiera reaccionado recién a las palabras de Temari. — Hablaremos después, Bruja —fue lo único que le dijo Temari, como si la conociera de antes. Blueblood hizo un rápido movimiento, y se hundió en el mar, con tan solamente su aleta superior a la vista, alejándose de nosotros. El barco súbitamente empezó a acelerar en su dirección. — ¡Ganta! —gritó largamente el capitán escaleras abajo. — ¡Sí, mi capitán! —se escuchó que un niño respondió desde las entrañas de la embarcación. — ¡A toda potencia! ¡No se me volverá a escapar ni una sola vez más! —dijo el capitán, empezando a reír maníacamente. Entonces, en unos segundos, el barco ganó tanta velocidad acelerando, que se sintió como si el S.S. Blueblood estuviera volando sobre la superficie del agua en vez de estar navegando en esta. Temari dejó que sostuviera a Lyka, y se fue hacia la cabina del capitán, abriendo la escotilla de su cabina. — ¡Capitán! ¿¡Qué rayos está haciendo!? ¿¡Por qué nos arrastra hacia esa cosa!? ¡Nos matará! ¿¡Acaso no le preocupa la vida de sus pasajeros!? —gritaba ella hacia el interior de la escotilla, siendo respondida por unas fuertes y enfermizas carcajadas. — ¿Qué rayos dijiste? ¡Esta es mi oportunidad, es única! ¡Es la primera vez en varios años que lo veo! ¡Es imposible que simplemente lo deje escapar así como así! ¡Sí de sus vidas se trata, entonces, busquen ustedes mismos la manera de sobrevivir! —le gritaba de vuelta el capitán, mirando nuevamente hacia al frente, probablemente con una mirada enferma. — Maldito obsesionado —lo maldijo Temari, corriendo hacia nosotros nuevamente— ¿¡Qué hacen allí parados!? ¡Ayúdenme! — ¿Ayudarte en qué? —le pregunte, extrañamente, tranquilo. — ¿¡No es obvio!? Vamos a matar a esa cosa de una vez por todas —nos dijo con una mirada decisiva. — ¿¡Acaso no querías evitar ir hacia Blueblood para que no nos matara!? —le replico Lyka. — Cierto, pero el capitán lo ha dicho, aparte, no creo que esté simplemente delirando. Estoy muy segura que tiene un plan, probablemente un as bajo la manga. — Concuerdo. Pero esto no es asunto nuestro. Deberíamos tomar un barco de emergencia… —dijo Lyka, siendo interrumpida por mí. — Es inútil. A esta velocidad, el barco sería aniquilado por el roce con el agua. No nos queda otra opción que confiar en ese viejo enfermizo —le dije a ella, siendo respondido por una mirada algo triste— Mira que problemático esto… — Pero, yo no quiero pelear —dijo tristemente Lyka— No quiero que vean quien soy… — ¿Lyka? —dije extrañado por lo último que dijo. ¿No quiero que vean quién soy? — ¡Blueblood! —gritó nuevamente el capitán. Estaba nuevamente en frente de nosotros, pero esta vez, la isla de Cántal se encontraba a las espaldas del dragón serpiente. Lo habíamos acorralado, por lo que era obvio que comenzaría a atacarnos, y, lamentablemente, así fue. Blueblood, después de un ensordecedor rugido, se lanzó en dirección nuestra, como si fuera a embestirnos. — ¡Prepáralo, Ganta! —dijo el capitán a toda voz. — ¡Preparando arma “Blueblood’s Nobility”! —respondió el pequeño niño, el cual se había asomado por la escalera de la cubierta, bajando inmediatamente. ¿Por qué? ¿Por qué en inglés? ¿Acaso se debía al mismo problema con Diana cuando no podía leer el Valka, pero sí podía entenderlo cómo japonés? ¿Qué era lo que estaba sucediendo? — Eso es… Ven acá, pequeño monstruo —susurraba, apenas audible, el capitán— Ven y devórate esto 3307 años de venganza. ¡Esto va por todos mis ancestros! —gritó finalmente, jalando una especie de palanca desde el techo, haciendo que temblara todo el barco, nuevamente. ¿Acaso las cosas impresionantes nunca dejaban de ocurrir? De la proa, del pequeño pedazo de madera que sobresalía de esta, dos pequeños fragmentos aparecieron. Estos se separaron rápidamente, separando la proa en dos. Entremedio, una especie de cañón apareció, extendiéndose por unos metros más adelante. Electricidad salía disparada de este cañón: era una especie de arma de raíles. En un momento ensordecedor, el arma disparó algo invisible. Debido a esto, el efecto del culatazo hizo temblar violentamente al barco. Repentinamente, Blueblood retrocedió. Una explosión recorrió su cabeza, cubriéndola de un humo negro y denso. — ¡Funcionó! ¡Jajá! ¡Ni la coraza más dura puede soportar un Arma Prohibida! —gritó mientras reía el capitán— Entonces, ¿Esto era todo? ¿¡3307 años solo para esto!? ¡DEBE SER UNA BROMA! —dijo riendo maníacamente. Entonces, de la densa cortina de humo, la cabeza, intacta, del dragón serpiente salió de golpe, mordiendo el cañón de la proa, destrozándola y lanzándola por los aires. Parecía absolutamente imposible. Un impacto como ese pudo haber atravesado fácilmente una montaña. — ¡Un escudo! ¡Ese monstruo tiene un escudo! —gritó Lyka, apoyándose en mí luego de haberse caído por culpa del impacto— ¿Un Arma Prohibida…? El rugido de Blueblood se hizo notar, callando instantáneamente a Lyka, para luego embestir con su cuerpo el barco, lanzándolo ligeramente por los aires. En aquel momento, no pude afirmarme de nada. Temari sostuvo a Lyka, amarrada a las cuerdas del mástil, pero fue incapaz de sostenerme. — ¡Shika! —gritó Temari, y caí al agua. Cualquiera pensaría que pude haber simplemente flotado, pero mi cuerpo no reaccionaba. Me seguí hundiendo en el mar, sintiendo mi necesidad por respirar. Entonces, vi un objeto extraño a mi lado: eran unas viseras. Con mucho esfuerzo por moverme, los tomé, boté lo que restaba de mi aire en estos y me los coloqué, siendo capaz de ver bajo el agua. En frente mío, los brillantes ojos celestes del dragón me miraban, inmóvil, paciente. Sólo atiné a apreciarlos. Él rápidamente aceleró hacia mí, abriendo sus mandíbulas, con claras intenciones de devorarme. Entonces, impulsado por el simple deseo de vivir y de escapar, con varios pensamientos de todo lo que me había pasado hasta ese entonces, reaccioné, y mi cuerpo me acompañó. Salí a la superficie, sujetándome de las durísimas escamas de Blueblood, mientras veía como el barco se achicaba mientras el dragón subía. Era como una hormiga a la vista de este. Entonces, como si fuera un látigo, Blueblood comenzó rápidamente a sacudirse, intentando zafarse de mí. Aferrándome a sus escamas como si fuera mi propia alma, me mantuve inmóvil, aunque sentí mucho miedo. En mi pierna sentí algo frío. Sí, en mi muslo, mi bolsillo. Un cuchillo, un metal… — Perdón por… Entonces, ese frío objeto lo enterré en aquel celeste ojo. Estaba cayendo rápidamente en dirección al mar cuando me di cuenta que me había soltado de la cabeza de Blueblood, viendo cómo se estaba retorciendo de dolor. Pensé que moriría, pero en el momento más cercano al mar, me detuve lentamente, hasta quedarme suspendido. Me estaban agarrando, algo invisible. Entonces, fui dejado en la cubierta, donde pude ver lo que había pasado: Lyka, moviendo sus manos, las cuales estaban nuevamente con esa luz azul con franjas blancas, me levantaba con aquella extraña energía, como si fueran unas manos invisibles las que me controlaran. — Yo soy una Manipuladora… O mejor dicho, una Devoradora de Almas —me dijo al dejar desvanecer aquella energía— Perdóname Reciente, pero él debía saberlo… Nuevamente, algo completamente inesperado se me había aparecido en este mundo, esta vez una mujer capaz de manipular su alma a su antojo, o algo así. Para entonces, Blueblood había escapado. Entonces, el capitán sollozaba de pena, pero al mismo tiempo se quejaba violentamente. — ¡Lo dejé ir! ¡Imbécil! ¡Soy un imbécil! —se decía, golpeándose la cabeza con los puños. Intenté reincorporarme, pero fui incapaz de levantarme. En ese momento, Temari apareció a mi lado, sosteniéndome para que así no me cayera. Estaba agotado, pero agotado de este mundo y sus interrogantes. Los llantos del capitán, la huida de Blueblood, los suspiros acelerados de Lyka, el desconcierto del resto de los pasajeros, las palabras de Temari, mi cansancio mental, el anclaje en el puerto de Cántal y el bello atardecer que empezaba a aparecer, marcaban un día más en este mundo de locura. Me preguntaba… si Ánima me estaba viendo en aquel momento… Aquel Dios Omnipotente, causante del Vendaval de Sangre… Doctora, Diana, profesor… _________________________________________________________________________________ — ¡Oye, mujer! Tienes una visita —me dijo la voz del carcelero, al otro lado de la puerta. Ecos de pasos me dijeron que era un hombre que utilizaba zapatos especiales con puntas de oro. Era ese hombre nuevamente. La puerta se abrió. — ¿Cómo has estado, prisionera? —me dijo aquel hombre en frente mío, vestido elegantemente. No le respondí, simplemente me quedé mirando al piso, ignorándolo. — Oye, oye. No me vengas a ignorar nuevamente, mi querida esclava. Sino terminarás como la semana pasada. Sí, ya sabes a lo que me refiero… —me dijo agarrándome del cuello, susurrándome al oído. — ¡Bastardo! —le grité fuertemente— ¡Qué te has…! Me interrumpió dándome una fuerte bofetada, arrojándome contra el piso fuertemente. Era un maldito abusador. — ¡Silencio, asquerosa mujer! ¿¡Cómo osas gritarme!? ¡A mí, al hijo del Patriarca de Portuaria! ¡Sabes que me debes una deuda inmensa! Y gracias a la ley, me perteneces, mero objeto —me dijo con un tono tan soberbio que quería estrangularlo. — Eres un maldito mentiroso… Un abusador —dije entre sollozos. — ¿Eh? ¿Y qué piensas hacer al respecto? ¿Atacarme? ¿Llorar? ¿Gritar por ayuda? ¡JAJA! ¡Pero qué mujer más estúpida! —dijo riéndose de mí, pisando mi pierna derecha con su zapato metálico, causándome un muy fuerte dolor. No podía hacer nada. Estaba completamente indefensa ante ese bastardo. Si tan solamente hubiera tenido poder… Más poder… Más fuerza. — Entonces, Tempestad… —dijo, pero lo interrumpí. — No, te equivocas —le dije, volteando mi cara, mirándolo directamente a los ojos. — ¿Qué? ¿Qué me equivoco? —me preguntó, con una mirada repugnante. — Yo no soy Tempestad. — ¿A sí? Entonces, ¿Cómo crees qué te acabo de llamar? — Ese nombre me lo pusiste tú. Un asqueroso, bastardo pervertido sádico niño mimado —le respondí con una mirada desafiante. Entonces, tirando de la cadena atada a mi cuello, con rabia, nuevamente me arrojó contra el piso, cortándome levemente el rostro debido al enlozado. Grité por el dolor de aquel corte. Dio la media vuelta, salió, y entonces, el carcelero cerró la puerta, sumiéndome nuevamente en esa muy tenue luz de la luna que entraba por el techo de mi prisión. Ya había estado allí ya por 3 semanas. Era intolerable pasar allí día tras día. Quería verte. Quería desesperadamente verte de nuevo. — Mi nombre es Ino… Yamanaka… —dije entre sollozos, acomodándome en el piso para poder dormir otra noche en aquel frío lugar, fría como la nieve misma. _________________________________________________________________________ Ahora sí que quedó con un final extraño. En Portuaria, Ino, encarcelada. Definitivamente Altheim tiene muchas más sorpresas que mostrar, ¿No? Jejeje, bueno, ¿Cómo quedaron con este cap? ¡Realmente se merece el nombre de la obsesión por las máquinas! Espero sus inquietudes xD Entonces, nos vemos en el cap.5: Las Cadenas de la Libertad. Cya!
Owww' T-T Me en-can-tó. Te pasaste, te quedo genial >-< Y esta parte me encantó*<* Genial >-< Y luego, no puedo creer que Ino si este alli:O. Oh, tu fic me encanta, primero por como murió Shikamaru, luego que se encontro con Temari, y por como murió Temari, y el colmo es el maldito dragón ese >-> Y el señor loco que ahi va y lo sigue T-T Awww' Pero es que, tu escribes tan bien, no hayo nada lo que es NADA de OoC, y eso me encanta*----* Ya quiero que pongas conti>,< Y luego, Shikamaru, el vago & holgazan, mira que, casi matarlo en su primer dia alli xD! Que malo xDU Oww' estoy llegando a pensar que todos los muertos se van pa' alla, pero duda, ahora si, cuando se mueren alli, ¿a donde van? o.o ¿Regresan a la Tierra o que? xDU! Pff, ya quiero conti si*,* Ok, me tengo que ir, biieC; PD. Por estar tan entretenida leyendo tu fic mientras comia, me cayo ramen (si, comia ramen r-r) al brasier >-> (se que eso no se dice, pero es la verdad xD!)
Konbanwa ¡Me encantó! Fue fantastico, ya veo que es bastante probable que todos sus amigos se encuentren en ese mundo. Me pergunto ¿Estará Ino en el mismo barco? Espero que se encuentren pronto, con Shika y Temari. Tu narración fue cautivante y por lo tanto me perdí de la ortografía y las tildes. ¡Wow! Shikamaru y Temari en verdad tienen una relación bastante fría... espero que cambie pronto. BieN, Espero conti, Matta ne