Mi vela en la oscuridad

Hola, antes de nada quería decirles que este es mi primera historia y tambier me gustaría decir sin que suene muy brsco que digan lo que digan a mí me va a seguir gustando. Espero que comenten y a ser posible que también os guste tento como amí.

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Hola. Me llamo Iván. Soy un niño mimoso, sencillo, curioso y con ganas de superar los retos que me propongo. Y normalmente lo hago… Todos los retos los he cumplido. Incluso el número 126:

Toda mi vida he estado viendo borrones por todas partes. Eran como manchas, que lo tapaban todo… Esas manchas, me molestaban. Cuando hablaba sobre esas manchas a la gente, esta me miraba de forma extraña, incluso inquietante. Y al final todos se apartaban de mí.

“¿Por qué hacen eso?
¿Por qué ellos no pueden verlas?
¿Por qué la gente me cree tan distinto cuando no lo soy?
Soy un chico normal. Soy un chico que ríe, juega, llora, lee y siente como cualquier otro niño”.Pensaba una y otra vez.

Pero gracias a esas malditas sombras, mi vida se hace más difícil. Para llegar al destino que todos los niños de mi edad tienen que llegar, tengo que trabajar incluso el doble que los demás.

Así que un día me tapé los ojos con un pañuelo, así ya no vería esas manchas nunca más.
Y sí, no veía manchas, porque estas se habían convertido en sombras. Sombras que lo volvieron todo de color negro y formaron unas oscuras nubes que taparon el sol, dejándolo todo del color del más puro de los carbones. Pero la verdad era que prefería eso ha sentirme separado de la sociedad por culpa de esas manchas… Esas manchas que no quería volver a ver en mi vida.

Y me quedé así mucho, mucho tiempo…

Hasta que una vela se puso enfrente de mí y me preguntó que por qué vivía e esta mundo de oscuridad. Yo le conté mi historia y después de escucharla ella se echó a reír. Me quitó la venda que cubría mis ojos y las manchas volvieron. Me dio una especie de la montura de unas gafas sin cristales y me dijo que si quería los cristales y así poder librarme de esos borrones que me atormentaban, no sería fácil y que tendría que esforzar y trabajar mucho… y que aún así era posible que la gente siguiera mirándome mal. Yo fruncí el ceño y le dije que sólo me dijera qué debía hacer exactamente para librarme de las dichosas manchas de una vez por todas. Ella me extendió el brazo y me contestó que cogiese su mano con fuerza y que tuviera confianza en mí mismo. Lo hice, y trabajé duro, muy duro.

Pero ahora tengo muchos amigos, puedo diferenciar el sol de las nubes, y... sobre todo, puedo diferenciar a un buen amigo cuando le veo. Y Sandra es uno de ellos.

Ella fue, es y siempre será… Mi vela en la oscuridad.