Comprometidos

-Él es un chico de la alta sociedad actual, heredero de una gran empresa multimillonaria. Ella una chica normal y corriente que desea ingresar a la universidad. Un viejo pacto entre viejos amigos les conducirán a un compromiso no deseado. Inuyasha y Kagome.-

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¡Hola!
Soy nueva por aquí. Hace tiempo que leo fan-fics, pero hasta ahora no me he atrevido a registrarme y a publicar uno. Esta idea me ha estado rondando por la cabeza un tiempo y por fin me he atrevido a plasmarla en un papel (o, en este caso, en la pantalla del ordenador XD).
¡Espero de corazón que os guste y me deis vuestras opiniones y sugerencias!
¡FELIZ AÑO NUEVO!

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Prólogo
Si ahora alguien me dijese que esto es tan sólo una pesadilla, me lo creería.

I. Noticias

Cuando salí de aquella aula tan agobiante y pútrida, me sentí la persona más feliz del mundo. ¡Por fin había acabado la selectividad! No es que me hubiera ido perfecta, pero ya la había acabado. Esperé a fuera del aula a mi mejor amiga, Sango. Ella siempre sacaba buenas notas y era normal que tardase.
Para pasar el tiempo mientras la esperaba, llamé a mi hermana Kikio, que estaba de viaje con su novio Onigumo a Barcelona. Me dijo que todo les iba perfectamente. Habían visitado muchos sitos: la Sagrada Familia, el museo de la ciencia... Dijo que todo era muy diferente que aquí.
-¡Te he comprado una sorpresita! -me dijo.
-Pero no hacía falta -le mentí, muerta de ganas de que me trajese algo de aquel lugar tan lejano.
-Ahora ya está comprado y no lo puedo devolver -me dijo, siguiéndome la broma.
-Pff... -nos reímos- ¡Te echo de menos! -le dije. Todo era muy diferente en casa sin ella. Siempre nos gastábamos bromas y nos reíamos mucho. Aunque a veces nos peleáramos, la quería mucho.
-Ay, cielo -me dijo, con voz cariñosa-, yo también. Pero sabes que dentro de diez días vuelvo.
-Si... ¡Pero estos diez días se harán eternos!
De repente vi a Sango salir del aula con la cara radiante.
-Bueno, tengo que colgarte -le dije.
-De acuerdo, hablamos pronto.
-¡Claro! ¡Te quiero!
-¡Y yo a ti!
Colgué.
Me fui directa hacia Sango.
-¿Cómo te ha ido? -me preguntó.
-Bueno, no me puedo quejar. Creo que he aprobado -le dije, sonriendo-. ¿Y a ti?
-Genial -me dijo sonriendo.
Nos fuimos a la cafetería a celebrar que ya habíamos acabado les exámenes.
-¿Qué tal con Kouga? -me preguntó Sango.
-¡Uff! -suspiré- Ni siquiera me hables de él. No para de andar detrás de mí diciéndome, no, rogándome –me corregí- que salga con él. Dice que me quiere cómo no ha querido nunca a nadie -le conté a Sango, con tristeza-. ¡No sabes cuánto me duele rechazarle! ¡Es horrible! No quiero hacerle daño, él es cómo un hermano para mí. Le quiero mucho, pero solo como a un hermano -suspiré.
-Ay, Kagome -me dijo-. Tienes que empezar a ser más egoísta. Deja de pensar en si le haces daño a él, y piensa en el daño que te harías a ti misma si salieras con él.
-Ya, pero... -empecé a decir.
-De peros nada -me sonrió-. Ahora deja de pensar en eso y piensa en las largas y grandes vacaciones de verano que nos esperan.
-Si -le sonreí.
De pronto me sonó el móvil. Era mi madre.
-¿Diga?
-Hola cariño, ¿cómo te han ido los exámenes? -me preguntó.
-Bien, creo -le respondí.
-¡Genial!
Sonreí. Mi madre era muy entusiasta.
-Cariño... -empezó.
-Ay, dios -la corté-. ¡Miedo me das! ¿Qué ha pasado?
-Eh... nada... -dijo, titubeando- Necesito que vengas a casa ahora mismo, cielo.
-Mamá, no habrá pasado nada, ¿no? -le dije asustada.
Sango me miraba con cara de preocupación.
-No, no, nada, nada -me dijo, pero no me convenció-. Tú sólo ven.
-De acuerdo, hasta ahora.
-Te quiero -me dijo, y colgó.
Miré a Sango con cara de no saber que pasa y me despedí de ella.
Durante mi camino hasta casa muchas ideas se me pasaron por la cabeza: algo le había pasado al abuelo, o a mi hermano, o incluso a mamá... No sabía que pensar. El camino se me hizo eterno.
Al llegar estaba nerviosísima. Me calmé un poco al ver a mi hermano, Sota, y a mi abuelo jugando con Buyo, mi gato, en el jardín. Me fui hacia ellos.
-¡Hola! –dije.
-Buenos días Kagome –dijo mi abuelo.
-Hola hermana –dijo Sota- ¿Qué tal los exámenes?
-Creo que bien –sonreí-. ¿Sabéis que le ocurre a mamá? Antes me ha llamado y la he notado un poco extraña –dije preocupada.
Mi hermano se encogió de hombros y mi abuelo puso su típica cara de de cuando estaba ocultando algo (fruncía el seño).
-Abuelo… -le dije, amenazando.
-Eh… -dudó asustado- Nada, yo no sé nada.
-Ya… -me dispuse a hacerle cosquillas, pero apareció mi madre, Sonoko.
-Kagome, papá, podéis entrar un momento, por favor –dijo, entre autoritaria y comprensiva.
Los dos asentimos y la seguimos hasta el salón. Allí nos hizo sentar en el sofá y ella se sentó en el butacón de al lado. Me dio una foto. En ella había un chico de hombros para arriba. Mi primera impresión fue pensar: que cara de malhumorado tiene ese tío. En efecto, ponía cara de pocos amigos. Pero era bastante atractivo: tenía el pelo negro, largo (normalmente no me gustaban los chicos con el pelo largo, pero le quedaba bastante bien) y los ojos de color dorado. Era bastante mono.
-¿Sabes quién es? –me preguntó mi madre.
Negué con la cabeza.
-Él es el heredero de una gran empresa llamada Sengoku. Fabrican armas, sobretodo espadas, para los combates –mi madre me observaba atentamente, como tratando de ver que pensaba. Pero lo único que debía transmitir mi cara debía de ser desconcierto o “que me estas contando”.
>>Se llama Inuyasha Taisho. Tiene 18 años –me seguía mirando con precaución-. ¿Qué te parece?
-¿Parecerme? –Pregunté, desorientada- ¿Qué tendría que parecerme?
-No se… -dudó mi madre- ¿Te parece atractivo, guapo… o algo así?
-Hmm… -no sabía que decirle, su cara de pocos amigos me desconcertaba- ¿porqué tendría que opinar?
Miré a mi madre, que ponía cara de tristeza y después a mi abuelo, que tenía cara de concentración y un poco cómo de culpabilidad.
-¡Mamá! –La miré asustada- ¿Qué pasa?
-Él… -empezó, pero se puso a llorar.
-¡Mamá! –fui a abrazarla.
-Te quiero ¡y mucho!, ¡y no sabes cuánto me duele esto!–me dijo entre lágrimas-. No es algo que haya decidido yo, está pactado desde hace muchos años.
-¡Mamá!, ¿qué pasa? –de cada vez estaba más asustada.
-Él… es tu prometido.

Continuará...

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Espero que os haya gustado. Y ya sabeis, no dudeis en hacerme sugerencias, quejas...​

¡Hasta pronto! :)​