Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por Yuuki Uzumaki, 13 Noviembre 2010.

  1.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    657
    Ohayo!~

    Bueno, pues primero de todo hola xD y decir que soy nueva en el foro... y que este es mi primer FF xD solo espero que les guste... y que si les gusta me dejen un comentario <3 desde luego, se aceptan criticas... todo sea por mejorar xD
    En fin, pues ya no entretengo más... vamos a ello! Que lo disfruten :3

    Los brazos del ángel

    Prólogo
    Hay algo allá arriba...


    Me derrumbé.

    Sola.

    Abandonada.

    Empapada en sangre.

    Mi cuerpo renegaba de obedecerme. Sentía tanto dolor que deseé que algún alma piadosa viniera y me pegara un tiro. Me habría hecho un favor.

    Estaba tan dolorida que apenas podía sentir mis extremidades. Como si mi mente flotara perdida en algún lugar muy alejado de mi cuerpo, ajena a todo excepto al dolor. A la lenta agonía que me consumía poco a poco. De veras que deseé por encima de todas las cosas tener a mano alguna forma rápida de matarme. El suicidio era la mejor de las opciones, y no podía llevarlo a cabo. Maldije en silencio y envié al infierno a todos los seres vivientes. Y sin previo aviso las lágrimas empezaron a resbalarme por las mejillas, mezcladas con la sangre que me empapaba el rostro. Mi pecho se encogía con cada sollozo, recompensándome con una sacudida de dolor cada vez que sucedía.

    ¿Por qué? ¿Por qué coño tenía que pasar? ¿Por qué tenía que pasarme esto? ¿Por qué tenía que morir, y además, de la forma más lenta y horrible? Por favor… por favor… si hay algo ahí arriba… lo que sea… por favor… ayúdame… apenas tengo 15… acabo de empezar mi vida… ¿por qué tengo que acabar ahora? Sollocé, y una nueva y dolorosa sacudida lo recompensó. Gemí, estaba aterrada, aunque nunca lo admitiría. Por favor… supliqué en silencio a todo lo que fuera que hubiera allá arriba, más allá de la vista de los hombres… por favor…

    Por… favor…

    Fue como renacer.

    Fue como ver un milagro.

    Fue como resucitar…

    Y por mucho que intente explicarlo, nadie entenderá nunca cómo fue su aparición para mí.

    La luz que entraba por la boca del callejón lo rodeaba, convirtiéndolo en algo sobrenatural. Su pelo era de rubio muy intenso, y sus ojos… sus ojos eran preciosos, azules, muy azules, y mi mirada se perdía en ellos como quien cae en un abismo…

    No veía bien su cara. Me dolía todo y se me nublaba la vista, y las lágrimas que no paraban de brotar no ayudaban precisamente. Él, quienquiera que fuese, corrió hacia mí. Parecía saber en todo momento lo que debía hacer, dónde me dolía y dónde no podía tocar si no quería hacerme chillar como una posesa de dolor. De alguna forma, me cogió en brazos sin hacerme ningún daño, y echamos a correr por las calles, en dirección a quién sabe dónde, en brazos de quién sabe quién…

    Alguien me acostó en una cama, una luz blanca lo rodeaba todo, hombres con batas verdes y mascarillas me rodeaban y me llevaban a Kami-sama sabría dónde… no entendía lo que pasaba, y de pronto la camilla se quedó quieta y respiré algo extraño que no parecía aire. Justo antes de caer en los dulces brazos de la inconsciencia, tuve tiempo de pensar…

    Aquel pequeño milagro significaba una cosa.

    Realmente hay algo allá arriba.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  2.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    2253
    Muy bien, aquí vuelvo yo xD pero... me estoy fijando en que las vistas de mi FF suben bastante... pero sin embargo no hay ni un solo comentario!!
    espero que esto cambie con esta conti que les paso a dejar, porque si no... tendre que rendirme T.T pero es demasiado pronto para tirar la toalla, asi que no me enrollo más.
    aquí va la conti, que la disfruten ;3

    Capítulo uno
    Pero... ¡tú no eres un ángel!

    Las nieblas de la inconsciencia se fueron disipando poco a poco, despacio. Dejaban a su paso una fina niebla que interfería en mi visión, impidiéndome ver con claridad. No entendía lo que me estaba pasando. Yo estaba en un callejón, gravemente herida y medio moribunda... y de repente estaba en algún lugar donde todo era blanco o de colores neutros, y de pronto... el dolor había desaparecido por completo. ¿Qué?, me dije, totalmente perdida.
    Entonces creí recordar. Pero lo que recordaba no tenía ningún sentido.
    Lo que mis recuerdos me mostraban era un ángel rubio y de preciosos ojos azules que me llevaba en brazos a algún lugar extraño donde me tendieron en una cama que se movía... ¿qué había pasado en realidad? ¿Dónde estaba?
    Quise levantarme, pero no encontré fuerzas por ningún sitio. Me sentía terriblemente débil, aunque ya no me dolía nada. Para mi alivio, la lenta agonía que me consumía había desaparecido, dejando paso a un extraño entumecimiento, como si estuviera nadando en un sueño. Pestañeé para enfocar mejor mi visión.
    -¿Estás despierta?-preguntó una voz. Creí reconocer el alivio en ella, pero no podía estar segura. ¿Quién se aliviaría de que yo estuviera bien? Desde luego nadie que yo conociera (y mi repertorio de conocidos era de lo más escaso).
    -No lo sé-respondí, con dificultad. Notaba la voz rasposa, como si al sonido le costara salir de mi garganta.
    -¿Cómo que no lo sabes?-esta vez, la voz de chico que me respondía mostraba un deje divertido e histérico al mismo tiempo. Qué raro.
    -¿Estoy... soñando?-pregunté con la misma voz extraña, ajena y rasposa-¿O estoy muerta? ¿Es esto la muerte?
    Si aquello era la muerte, no me hubiera importado. Hubiera supuesto un alivio, incluso. Resultaba mucho más llevadera de lo que yo imaginaba, sumida en aquel extraño y perezoso sopor.
    -Creo que de momento, ambos estamos vivos-me respondió la misma voz con suavidad. Quise moverme, aunque sólo fuera un poco. Poco a poco empecé a recuperar un mínimo de la sensibilidad de mi cuerpo. Giré la cabeza hacia un lado, con exasperante lentitud. Me fastidiaba moverme tan despacio, pero no era capaz de hacerlo más rápido. Y allí estaba, exactamente tal y como lo recordaba. El ángel de mis recuerdos estaba sentado allí mismo, a mi lado. Inmensamente rubio y con unos ojos inmensamente azules. Era guapo y de piel tostada, y unas marcas extrañas lo adornaban en las mejillas, como los bigotes de un gato o un zorro. Me debí de quedar mirándolo con cara de embobada, no era capaz de reaccionar. Porque no podía ser… no tenía alas. Ningunas alas blancas y grandes de plumón suave como terciopelo. Sólo un chico. Un simple chico. ¿Pero cómo? Ningún chico me habría salvado a mí de las garras de la muerte. ¿Por qué iba a querer hacerlo?
    -¿Estás bien?-me preguntó el ex-ángel, y vi preocupación en sus inmensos ojos.
    -No lo sé-dije con sinceridad. Me costaba un poco menos hablar, quizá los efectos de mi larga inconsciencia (al menos a mí me parecía larga) se estaban disipando-. No lo sé, no siento… nada.
    -Debe de ser la morfina-comentó, asintiendo.
    -¿La qué?-me sorprendí, pero enseguida renuncié a ello. Había algo más importante- Pero… pero tú…
    -¿Yo…?-me invitó a seguir, desconcertado.
    -¡Tú no eres un ángel!-exclamé, y el sonido repentinamente alto de mi voz provocó extrañas y molestas reverberaciones en mi cabeza que hicieron que me doliera. Au.
    -¿Un ángel?-repitió, abriendo mucho sus preciosos ojos. Y, de pronto, se echó a reír. Me sorprendí mucho al oír ese sonido. Creo que no escuchaba reír a nadie desde… bueno, desde que apenas lo recordaba ya.
    -Dudo sinceramente que nadie pueda considerarme un ángel-me aseguró riendo con ganas. Yo pestañeé, asombrada. Era una persona muy curiosa. La carcajada sonaba muy cálida en su voz, como un sonido acogedor, como… como algo que reconoces familiar porque pertenece a tu hogar. Pero no podía ser. Yo no tenía hogar. Hacía demasiado tiempo que había dejado de tenerlo. Y no tenía sentido creer lo contrario para luego darse de bruces con una realidad cruelmente abrumadora.
    -Yo lo creí-musité casi para mí. Sus ojos azules me devolvieron una mirada asombrada.
    -¿Por qué?-quiso saber, pestañeando varias veces. Madre mía, aquella cara que puso… sencillamente adorable, era como si fuera un niño el que me miraba curioso en vez de un chico varios años mayor que yo.
    -Porque… porque…-vacilé, buscando la forma de explicárselo- Pues porque nadie querría salvarme a mí, y sólo un milagro divino podría haberlo hecho-respondí al fin-. Por eso pensé que eras un… bueno, un ángel.
    Me miró con aterrorizado asombro, como si yo acabara de blasfemar, o de decir algo terrible.
    -¿Por qué no iba a querer nadie salvarte a ti?-inquirió, horrorizado al parecer por la simple idea.
    -Porque…-dudé, y miré hacia otro lado- No sé. Sólo sé que nadie, al menos que yo conozca… me querría salvar de morir. Más bien desearían ser responsables de mi muerte… soy basura-concluí, con sencillez.
    -¿¡Qué!? ¡No!-se horrorizó él, como si lo que acababa de decir fuese algo terrible, un tabú, una blasfemia contra algo en lo que él creía fervientemente- ¡Tú no eres ninguna basura! ¡Pero si… si sólo eres una niña! ¿Cómo vas a ser tú una basura? ¡Quítate esa… esa mierda de la cabeza! ¡Ni siquiera lo pienses! ¿Oyes?-barbotó, y en cuanto respiró profundamente, su voz se dulcificó enormemente- No pienses siquiera que tú eres una basura. Ni lo pienses.
    Lo miré, con la más intensa de las maravillas escrita en mi rostro. No podía concebir siquiera la idea de que alguien pudiera valorarme de tal modo. ¿Que yo no era una basura? Él no me conocía, no sabía absolutamente nada de mí, y sin embargo su voz mostraba la mayor sinceridad cuando lo dijo… creía de verdad que yo no era una simple basura sin valor para el mundo a la que era mejor exterminar. Y yo no podía imaginarlo siquiera. No lo entendía.
    -No eres más que una niña-murmuró, y no supe si hablaba para él o para mí-. ¿A quién ibas tú a hacer daño?-y alargó una mano hacia mí. Me encogí de miedo, pero se limitó a apartarme con delicadeza el flequillo de los ojos. Sentí el gesto, maravillada. No recordaba cuándo había sido la última vez que alguien había alargado la mano para acariciarme en lugar de para golpearme o tocarme de forma asquerosamente lasciva. Sus dedos eran suaves y cálidos, derramaban un acogedor calor humano. Era un chico con el que era obligatorio sentirse cómoda. De esa clase de chicos con encanto natural que te hacen reír en la peor de las situaciones y que te meten en más problemas de los que solucionan. Esa clase de chicos con una adorable sonrisa traviesa y que yo nunca había llegado a conocer por mí misma.
    Al ver que yo no hablaba, fue él el que habló de nuevo.
    -¿Cómo te llamas?-fue lo que me preguntó.
    Tuve que hacer memoria para recordarlo. Para recordar la última vez que me habían llamado por mi nombre en lugar de “basura”, “zorra” o “asquerosa puta”. Pasó un silencio corto, un silencio neutro, sin ser incómodo ni ser cálido. Neutro.
    -Yuuki-respondí al final. Por fin había conseguido traerlo de vuelta al presente.
    -Yuuki-repitió él, como si quisiera… no sé, conservarlo. Guardarlo en algún rincón especial. Ya sé que es una tontería, pero así es cómo sonó su voz-. ¿Sabes lo que significa?-negué con la cabeza- Significa “coraje”. Y me parece que eres una chiquilla con mucho coraje para haber soportado todo ese dolor sin desmayarte.
    No me había desmayado, cierto. Pero la verdad es que lo habría agradecido… no habría notado el dolor, no habría sentido cómo la muerte se iba apoderando de mi alma, como una sombra oscura, sigilosa y fría que se adueñaba poco a poco de mi ser, dejando nada sino más dolor a cada paso.
    -¿Y tú?-pregunté, negándome a recordar la agonía. Esperaría en aquel dulce entumecimiento hasta que llegara el momento de regresar al mundo de los vivos, de los que pueden sentir dolor. Aquel sopor era como estar en una nube. Sin dolor, sin sentir nada físico. Quizá exceptuando las caricias de aquel rubio extraño.
    -Yo soy Naruto-me sonrió ampliamente-. Naruto Namikaze.
    Lo miré pensativa. ¿El naruto no era un ingrediente del ramen? Yo jamás había probado aquella delicia en sopa, por supuesto. Pero solía colocarme al lado de los puestos de ramen, en algún rincón oscuro donde nadie pudiera verme, y aspiraba el delicioso aroma que emanaba de aquel manjar, y oía las palabras del cocinero enumerando sus ingredientes mientras yo los imaginaba saboreándolos en mi boca. Cuando no encontraba qué comer, el puesto de ramen era el mejor modo de olvidarme de que el hambre existía, al menos por un rato.
    -Naruto Namikaze-empecé, y lo miré muy seria-. ¿Por qué me has salvado?
    Él pegó un brinco del sobresalto, y me miró como si fuera de otro planeta.
    -¿Qué por qué…? ¡No necesito motivos!-protestó, y su respuesta me sorprendió nuevamente- Eras una niña, gravemente herida y moribunda y tirada de cualquier manera en un callejón en un charco de tu propia sangre-cierto, aunque se había olvidado la parte de “mísera y harapienta”, aunque ahora mis harapos que olían a sucio y podrido habían sido sustituidos por una extraña prenda muy blanca y pulcramente limpia que no olía a nada en absoluto-. ¿Cómo… por qué no iba a ayudarte?-esa pregunta me desarmó, y esperó hasta que comprobó que yo no tenía respuesta a eso- Mira, Yuuki, eras una niña muy malherida que necesitaba ayuda, y con eso me basta. No necesito ningún otro motivo que justifique por qué te he salvado.
    La fascinación debía de ser patente en mis ojos a ésas alturas. No lo entendía del todo, no entendía bien que a Naruto le bastara el simple hecho de que yo necesitara ayuda para salvarme, pero si bien no lo entendía, lo agradecía inmensamente, a él y a todo lo que hubiera allá arriba, por el milagro que me habían traído. No me merecía estar viva y lo sabía, y nunca podría pagarle esta deuda. No me gustaba estar en deuda con nadie, pero con Naruto podía hacer una excepción. Nunca podría devolverle el favor. O el milagro, en todo caso.
    -¿Dónde estoy?-pregunté al fin, mirando a mi alrededor. La habitación era extraña, casi todo era blanco o de color neutro, y había un aparato curioso con una bolsa colgada y un tubo saliendo de ella… que entraba directo a mi brazo izquierdo. Me asusté un poco, pero supongo que si a Naruto no le importaba que lo tuviera, significaba que ese tubo extraño me estaba ayudando a recuperarme. Y también estaba cubierta de… unas tiras blancas y suaves que envolvían y se ceñían a mi cuerpo.
    -¿Todavía no te has dado cuenta?-replicó, levemente sorprendido- Estás en el hospital.
    -¿Hospital?-repetí sin comprender. Oh, claro, ahora lo recordaba. ¿No era uno de ésos sitios donde llevaban a la gente herida o enferma a curarse? Por supuesto, sí, era eso. Así que en un hospital. Eso explicaba lo de los tubos y las tiras blancas y suaves que cubrían las heridas que antes tenía.
    -¿Nunca has estado en uno?-pareció terriblemente sorprendido, y yo negué con la cabeza. Me habían maltratado muchas veces, pero nunca llevado al hospital.
    En ese momento llamaron a la puerta.
    -¿Naruto-kun? ¿Puedo pasar?-dijo una suave y dulce voz femenina.
    -Claro, Hina… entra-Naruto miró hacia la puerta, y sus ojos se volvieron tremendamente dulces.
    ¿Pero quién era ella?
     
  3.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    3790
    Vale...bien, es desmoralizante -.-" pero bueno... yo sigo dejando mis capítulos ^^
    éste es el 2º asique vamos a ello <3

    Capítulo 2
    Quiero irme de aquí...


    La chica entró en la habitación con cierta timidez. Naruto se levantó para besarla en la frente, ya que era una cabeza más alto que ella. Ella se ruborizó intensamente y esbozó una pequeña sonrisa tímida.
    -He venido lo antes que pude, Naruto-kun-dijo, con su voz dulce, suave y serena. Tenía una voz inusualmente agradable, que inspiraba confianza y calma. Era como un bálsamo capaz de relajar los nervios y tranquilizar la ira con sólo unas cuantas palabras… no se me ocurre otra forma mejor de explicarlo. Tenía una voz muy especial, casi… casi maternal en todo lo que decía.
    -Lo sé, no te preocupes… lo importante es que hayas llegado-sonrió Naruto, y su sonrisa fue algo de desbordante dulzura.
    -¿Es ella?-quiso saber la chica, mirándome con sus grandes ojos perlados. Si los mirabas atentamente, podías ver que en ellos había cierto color lavanda. En ellos brillaba la curiosidad y cierta comprensión… ¿por mí? ¿Por qué? ¿Por qué iba a sentir ella compasión por mí, si no me conocía de nada…? No tenía ningún sentido. Nada de lo que me pasaba desde que Naruto me había encontrado desangrándome en el callejón tenía sentido. Y era absolutamente incapaz de entender nada, porque nada coincidía con lo que yo conocía.
    -Sí, ella es-respondió mi rubio “salvador”, si realmente podía dedicarle ese adjetivo. No estaba muy segura de agradecerle el haberme salvado la vida u odiarlo el resto de la misma por haberlo hecho-. Yuuki, ésta es mi mejor amiga, Hinata Hyuuga-nos presentó Naruto sonriéndome. Hinata me dedicó una afectuosa sonrisa. Yo no se la devolví.
    -Me alegra conocerte, Yuuki-chan-dijo. Sus palabras parecían sinceras. Yo asentí con la cabeza en su dirección, pero no añadí nada más-. ¿Cómo estás?
    -Un poco… atontada-admití escuetamente. Seguramente todos os estaréis preguntando por qué me comportaba de ese modo tan maleducado con quien estaba siendo tan cálida y amable conmigo. Pensaréis que, ya que no había conocido el cariño ni la amabilidad en mi vida, lo más normal sería que disfrutara de ello y que me mostrara confiada y amable. Pues os diré que os equivocáis en todo.
    Ella estaba siendo extremadamente cariñosa y cálida conmigo. Pero yo no podía responder de la misma forma, porque casi toda mi vida me había enseñado que no se podía confiar en nadie. Porque si confías, lo único que consigues es que te traicionen. Y si amas, lo único que consigues es que te destruyan. Cuanto más ames, más pueden destruirte… y más duele. Y cuanto más confíes… más te duele la traición.
    Por eso yo no podía responder a Hinata del mismo modo en que ella lo hacía. No confiaba en ella. No podía confiar en ella. Por eso no entendía que ellos pudieran confiar en mí. Aunque bien pensado, si decidía traicionarlos, una enana de quince años no tendría mucho que hacer contra dos de diecinueve, o incluso veinte.
    -No tiene muy buen aspecto-murmuró Hinata con cierta aprensión. Con sorpresa, me di cuenta de que su aprensión no se debía a mí, a mi persona en sí, sino a las heridas cubiertas por las vendas blancas y suaves. Además, me imagino que debía de ofrecer un aspecto penoso: tumbada en la cama del hospital, cubierta de vendas, con la cara blanca como el papel (a pesar del moreno natural de mi piel) y unas agujas enchufadas en un brazo… oh, mierda. Agujas. Me estremecí. Siempre me habían dado pánico, desde que un drogadicto chiflado con expresión sádica y desencajada me había acorralado contra una pared para intentar clavarme una espantosa jeringuilla, no parecía importarle mucho “dónde”. Había sido uno de los ratos más aterradores de mi vida, y os aseguro que tenía un amplio repertorio donde elegir. Alargué una mano, quería quitármela, pero vacilé. Me daba miedo hasta tocarla, aunque estaba cubierta por una tira de esparadrapo sabía que era una aguja.
    -Yo en tu lugar no haría eso-advirtió Naruto al verme alargar la mano en dirección a la aguja.
    -Pero tú no eres yo-repliqué, en tono apenas audible. Casi pude sentir cómo la sangre abandonaba mis mejillas y me ponía blanca como el papel.
    -No te la quites, Yuuki-chan-pidió Hinata con preocupación-. Si te la quitas te quitarás el suero… llevas demasiadas horas sin comer, te sentará mal…
    -¿Por qué quieres quitártelo?-me preguntó Naruto con curiosidad.
    -… Agujas-respondí con un hilo de voz, tragando saliva.
    -Oh-asintió él, comprendiendo-. Ya. Te dan miedo las agujas.
    -Quiero quitármela-supliqué, angustiada. No soportaba tener una aguja en el brazo. Era más de lo que podía soportar. Me entró el pánico.
    -Bueno, no pasa nada. Tranquila-me susurró, y me acarició el flequillo de nuevo para tranquilizarme-. No te preocupes. ¿Te duele?
    -No-admití nerviosamente-. No. Pero quiero quitármela. Quítamela-rogué, casi llorando. Tenía miedo. No miedo, sino pánico. Dios mío, como si no fuera suficiente despertarme de repente en un hospital donde absolutamente todo me resultaba ajeno e incomprensible, sin apenas poder moverme y con un adormecimiento tremendo en todo mi cuerpo, encima encontrarme una aguja clavada en la cara interior de mi codo.
    -No puedo-me contestó-. Lo siento de veras pero no puedo hacerlo. Esa aguja es lo que te ha dado los nutrientes que has necesitado para sobrevivir en las últimas quince horas. Debe quitártela un médico.
    -Por favor, Yuuki, tranquilízate-me pidió Hinata, y ante mi sobresalto, me cogió una mano entre las suyas. Su piel era inusualmente cálida y suave como la seda. Jamás había experimentado el contacto de algo tan suave. Me sorprendí. Y me sobresalté, también, como ya he dicho. Casi pegué un salto del sobresalto que me dio-. Esa aguja no te hará ningún daño. Por favor, ten paciencia. Si esperas un poco podrán quitártela, pero sólo cuando comprueben que estás lo suficientemente bien para alimentarte por ti misma y con alimentos sólidos.
    -Pero…-empecé, con los ojos llenos de lágrimas. Naruto me interrumpió cuando me sujetó el rostro entre sus manos, que eran tan grandes que me cubrían por completo ambos lados de la cara, en un gesto tan cálido como inesperado. Lo miré con los ojos muy abiertos, sin poder creer del todo los ojos azules tan enormes que tenía a pocos centímetros de los míos.
    -Escúchame-dijo, con voz firme pero al mismo tiempo dulce-. Escúchame, Yuuki. Puedes creerme que no hubiera permitido que nadie te pusiera eso en el brazo si fuera para hacerte daño. Si fuera a hacerte daño me hubiera puesto delante de ti y te hubiera defendido con uñas y dientes para que no pudieran ponértelo-todas y cada una de sus palabras encerraban una sinceridad tan pura y profunda que me sentí absolutamente incapaz de desconfiar de él. Me había dejado muda, y desarmada-. Entiendo el miedo que sientes, pero por favor, confía en mí. Si eres buena y la dejas estar el tiempo que tenga que estar, te prometo que conseguiré que te la saquen lo antes posible. ¿Hay trato?-preguntó, al final, mirándome con sus chispeantes e inmensos ojos azules. Se hizo un silencio corto, mientras yo procesaba sus palabras con mi mente, lenta debido al adormecimiento que todavía me incordiaba.
    -Hay trato-murmuré, maravillada. No concebía cómo alguien podía condensar tanta sinceridad junta en sólo tres frases. Parecía mentira. Una mentira maravillosa. Es curioso, porque todas las mentiras suelen ser mucho más maravillosas que la realidad.
    -Bien-Naruto suspiró, aliviado, y me sonrió-. Entonces sé buena y no intentes quitártela.
    En ese momento se abrió otra vez la puerta, dando paso a una chica, también de unos diecinueve o veinte años, con un llamativo cabello de color rosa, que llevaba corto hasta la nuca. Esbozó una amplia sonrisa al ver a Naruto, y sus ojos verdes chispearon con alegría. También era muy guapa. Madre mía, ¿es que Naruto no tenía ni una sola amiga que fuese siquiera un poquito fea? Me hacían sentir como un cardo borriquero a su lado. Me encogí sobre la cama deseando hacerme lo más pequeña posible.
    -Hola Naruto-saludó la chica con alegría, y para mi asombro cruzó la habitación en un par de zancadas y abrazó a Naruto mientras le plantaba un beso en la boca. Me quedé un instante con los ojos muy abiertos, pero aparté la vista enseguida.
    No quise mirar. Me pareció una grosería hacerlo, por muy fascinante que me resultara el hecho de que fuese posible profesar amor de tal modo. Y además a decir verdad me daba sólo un poquito de asco (tened en cuenta que yo no había tenido ninguna experiencia amorosa, con lo cual era como una niña de cinco años en lo que pensaba sobre besos y demás). Por eso pude dedicarme a observar la reacción de Hinata, que me pareció de lo más extraña.
    Hinata apartó la vista, pero había un motivo de muchísimo mayor peso que la educación. Apartó la vista y agachó un poco la cabeza, mordiéndose con fuerza el labio inferior. Su expresión era algo que yo sí conocía, y que conocía muy bien. Sufrimiento. Dolor. Dolor en estado puro. Casi pude escuchar el sonido de su corazón al romperse. Lo entendí al momento. Ella amaba a Naruto. Y Naruto no la correspondía. El amor no correspondido era uno de los peores castigos del mundo. Me sorprendí compadeciéndola. Su tristeza era demasiado dura para ignorarla. No podría desconfiar de ella mucho más tiempo; en realidad yo sabía que la desconfianza era una forma de esconderme de la realidad, para no tener que creer que podía existir una persona tan maravillosamente buena y cálida como ella o Naruto.
    -Bueno, ¿cómo está nuestra pequeña enfermita?-me preguntó la chica pelirrosa con voz cantarina, sonriéndome con dulzura.
    -Bien-respondí, mirándola con curiosidad. Naruto esbozó una sonrisa que me pareció demasiado forzada… demasiado forzada como para ser de un chico que está con su novia y que debería estar contento y enamorado. Mmm. Qué raro.
    -Yuuki, ésta es Sakura Haruno… mi…-vaciló y tragó saliva antes de pronunciar la palabra, como si hacerlo le costara trabajo- mi novia.
    -Estoy aquí como enfermera en prácticas… de momento-Sakura esbozó una sonrisita un algo presuntuosa-. Tsunade, la directora del hospital, me ha dicho que si sigo así pronto me pondrá de enfermera fija.
    Quizá fuera cosa mía, pero la tal Sakura parecía un tanto presumida. La enfermera en prácticas examinó el gotero del suero que había al lado de mi cama, y acto seguido alargó las manos hacia el esparadrapo que tenía pegado a la cara interior de mi codo. Aparté el brazo, en un acto reflejo, y la miré con desconfianza. ¿Qué iba a hacer con la aguja?
    -Tenemos que cambiarte la transfusión de suero-me explicó-. Ahora que has despertado, los nutrientes que te proporciona este suero no serán suficientes para tu organismo… Si no me dejas quitártelo, enseguida empezarás a sentirte más débil y cansada.
    -¿Más?-murmuré en tono inaudible. La verdad es que no había entendido ni una palabra de lo que había dicho excepto lo de débil y cansada, y Naruto se dio cuenta de ello.
    -Quiere decir que tienen que cambiarte la aguja-me aclaró. Mi expresión de horror debió de ser de lo más convincente, porque Naruto volvió a acariciarme el flequillo para tranquilizarme-. Tranquila… no te va a doler. No te dolerá nada-le hizo una seña a Sakura para que procediera, y me asusté todavía más-. Sshh. Tranquila. No mires-me cogió el rostro entre las manos para obligarme a mirarlo a él. ¿Cómo se las arreglaba para ser firme y dulce al mismo tiempo?-. Ya está. No pasa nada.
    -Ya está. Listo-anunció Sakura, y mostró la delgada aguja intravenosa que antes tenía puesta. Sentí náuseas y me tapé la boca con una convulsión, frenando el impulso de vomitarle encima a Naruto-Oh. Oh. Vaya. Lo siento. Lo siento mucho. Me olvidé-se disculpó apartando la aguja, dejándola sobre una mesita con instrumental-. Iré a por… el suero nuevo.
    Me froté los ojos para apartar de ellos las lágrimas que me habían despertado las náuseas.
    -¿Estás bien?-me preguntó Naruto, ansioso. Asentí con la cabeza.
    -Ojalá pudiera desmayarme-murmuré. No esperaba que me oyera, pero me oyó.
    -No digas eso-protestó con voz suave, y me acarició la cara. Cerré los ojos un momento, disfrutando del contacto e intentando convencerme de que aquella caricia existía de verdad-. Podemos… No sé…-titubeó él, indeciso.
    -Podemos pedirles que la anestesien mientras la examinan…-sugirió Hinata, hablando por primera vez desde el beso de Naruto y Sakura. Había conseguido borrar el dolor de su expresión, pero sus ojos seguían trasluciendo una tristeza pura y dolorosa. Dolía con sólo mirarlos, y me sorprendía que Naruto no se diera cuenta de ello, porque su expresión no cambió al mirarla- Aunque no tiene mucho sentido ya que sólo es una revisión…
    -No van a querer hacerlo-repuso Naruto con cierta amargura en la voz-. Lo siento de veras, Yuuki.
    -No… no pasa nada-tragué saliva, recomponiéndome-. No es más que una fobia estúpida… yo… no tienes por qué preocuparte por mí-concluí, suspirando.
    -Claro que me preocupo-él pareció más sorprendido incluso que yo al oírlo, aunque eso era difícil-. ¿Cómo no voy a preocuparme por ti? ¡No seas tonta!
    -Y-yo…-susurré, shockeada. ¿Por qué se comportaba de ese modo conmigo si ni siquiera me conocía? Y aunque me conociera, tampoco tendría que portarse de ese modo conmigo, yo… yo no merecía aquel trato, aquella comprensión, aquellos ojos azules tan inmensos que me miraban como si de verdad yo importara algo. Aquello era insoportable. No me merecía nada de aquello, y probar el paraíso ahora era mucho más desolador sabiendo que tendría que volver al infierno en cuestión de pocos días, con lo que la estancia en aquel lugar libre de dolor se convertía en una lenta tortura, un recordatorio de que jamás podría regresar a este lugar ni volver a ver a aquella maravillosa persona que era Naruto, que me trataba como si de verdad fuese importante para él. Cada minuto que pasaba allí era un minuto más cerca del infierno al que pertenecía y del que jamás podría escapar. Estar allí era una muestra de lo que había fuera de mi infierno y de lo que jamás podría tener. Sentí cómo se me llenaban los ojos de lágrimas.
    -Naruto-mi voz sonó quebrada y frágil-. Quiero irme de aquí.
    -¿Qué?-dijeron Naruto y Hinata al mismo tiempo. Por un momento sus voces se armonizaron completamente, en una armonía hermosa pero efímera, que duró lo que dura un instante.
    -Quiero irme de aquí-repetí, esta vez con la voz más firme, pero igualmente impregnada de las lágrimas que me escocían tras los ojos-. Quiero irme de aquí. ¡Quiero irme de aquí!-acabé gritando, y con un sollozo ahogado intenté levantarme con toda la fuerza de mi cuerpo entumecido. Y no pude hacerlo. Cuando estaba casi sentada me fallaron los brazos y caí de nuevo sobre la almohada. No pude aguantarlo más y rompí a llorar. No quería conocer este paraíso. Un paraíso donde los demás se preocupaban por mí y me cuidaban como si de verdad yo valiera algo. Pero la realidad era distinta; yo no valía nada. Y en cuestión de pocos días tendría que regresar al infierno de donde Naruto me había sacado, por eso no quería conocer aquel paraíso. Era ponerme todo cuanto deseaba en esta vida delante de las narices para quitármelo de inmediato; era darme una muestra de lo que yo jamás podría tener. Y eso lo convertía en la peor de las torturas.
    Imagina que llevas toda tu vida sufriendo y soportando humillaciones peores de lo que te puedas imaginar. Soportando palizas y órdenes, soportando que te utilicen y que te traten como si no valieras una mierda. Ahora imagina que después de todo eso te muestran una vida sin dolor, con gente que se preocupa por ti y que te cuida como si te quisiera de verdad, en la que existe la cura para el sufrimiento que te aqueja. Y cuando has visto todo lo que esa vida guarda para ti, te la arrebatan como si fuera un sueño y tienes que regresar al dolor, a las humillaciones y las palizas continuas. Eso es algo peor que la muerte. La muerte es un regalo comparada con que te muestren todo lo que deseas, sabiendo que nunca lo podrás tener. ¿Qué había hecho yo para merecer este castigo?
    Mis sollozos eran la cosa más desesperada que había escuchado nunca. Y eso que tenía un amplio repertorio de súplicas, ruegos y llantos donde elegir. Mi repertorio de cosas horribles, como podéis comprobar, era amplio y extenso, a cada cual peor.
    Naruto, por su parte, me miraba, patidifuso y sin entender. Madre mía, pero qué ojos tan bonitos tenía.
    -¿Cómo que quieres irte? ¿Por qué? ¿Qué te ocurre, Yuuki?-preguntaba, angustiado. Y yo no quería que se angustiara por mí. Era mucho más de lo que merecía. Lloré mucho más desesperadamente. No podía, no quería soportar la angustia en su voz. Y en lugar de responderle, repetí con un sollozo mi súplica:
    -Quiero irme de aquí.
    -¿Por qué, Yuuki?-preguntaba Hinata también, tan angustiada como Naruto. Aquello era insoportable para mí, insoportable como no lo había sido ninguna otra cosa en mi vida. Lo demás, lo que me atacaba normalmente, sabía cómo contrarrestarlo, pero no tenía ni idea de cómo hacer que aquel dolor se paliara. Y lloré con más fuerza aún- ¿Por qué quieres irte? ¿Qué te pasa?
    -¡Quiero irme de aquí!-grité, sollozando, y quise volver a levantarme, y de nuevo no pude hacerlo. Mi llanto fue alto y desesperado, mis lágrimas me resbalaban por la cara como gotas de lluvia fría. Ellos siguieron preguntando, y yo les seguí respondiendo lo mismo.
    -Quiero irme de aquí, quiero irme de aquí…
    Ninguno de los dos me entendía. Ninguno de los dos podía entenderlo. No los culpaba por ello. Yo tan sólo quería que me dejaran irme de allí. Para no volver.
    Lo que pasó a continuación era lo único para lo que jamás hubiera estado preparada, aunque hubiera dedicado toda una vida a mentalizarme para ello.
    Algo infinitamente cálido me rodeó. Su calor era lo más hermoso y acogedor que había experimentado jamás. La sensación era divina e insuperable, o eso pensé entonces. Dejé de llorar inmediatamente, y todo fue silencio, mientras yo intentaba descubrir qué era aquello que me rodeaba y me hacía sentir tan maravillosa e increíblemente bien.
    Y me sentí llena de estupor cuando me di cuenta de que toda aquella calidez que sentía se debía a que Naruto me estaba abrazando.
    No fui capaz de hablar, ni de moverme. Me olvidé de respirar. Todo se quedó congelado; todo se quedó completamente quieto y en silencio, mientras él me estrechaba con fuerza entre sus brazos, con una fuerza cargada de preocupación y angustia, pero al mismo tiempo de ternura y del deseo de reconfortarme que él albergaba. Sin saber por qué lo hacía, cerré los ojos.
    Su calor era lo más maravilloso y humano que había experimentado jamás.
     
  4.  
    Electra

    Electra Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    10 Julio 2010
    Mensajes:
    126
    Pluma de
    Escritora
    ohayo cotaimasu!!!!!

    jejejejejeje hola yuuki-san
    bueno, vi q en algum n momento escribiste que es desmoralizante
    no tener posts así que bueno aquí vamos!!!

    mira tienes varios errores, que es normal que los tengas y aque eres nueva
    así que te los voy aclarando
    primero que nada estas usando el guión equivocado es el largo (— ) no el corto (-)

    y estas usando la fuente equivocada, debes usar verdana 11 sip?

    tambien note Ooc que significa fuera de cracter.

    bien desde mi punto de vista esos son tus pequeñas fallas
    trata de mejorar para la conti n.n

    sayo!!!
     
  5.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    2376
    ¡¡siento la tardanza!! oww gracias sunami-san mi primer comment xD estoy emocionada xD bueno, ante todo te doy las gracias por corregirme los errores, que corregiré enseguidisísima. pero lo del OoC es algo que no acabo de entender o,o si alguien me lo explicara, también lo corregiré xdd.
    bueno, sin más, decir que lamento mucho la tardanza y que aquí subo la conti !! ^^

    Capítulo tres
    Motivos para sonreír


    ¿Sabéis esa sensación que se siente cuando algo te parece tan absurdamente maravilloso que es imposible que sea real? ¿Cuando algo te parece tan fantástico que estás convencido de que estás soñando y despertarás en cualquier momento?

    Pues yo todavía seguía esperando el momento de despertar.

    Aquella sensación era demasiado hermosa para poder ser real. Y sin embargo él, su calor, la fuerza con la que sus brazos me apretaban contra sí… todo era tan corpóreo. Tan real. Pero sencillamente era incapaz de creerlo. Aquella sensación era divina, perfecta. Y es muy difícil aceptar que la perfección existe.
    —Na…—fue lo único que fui capaz de susurrar, con una voz apenas más alta que el pensamiento— Naruto.

    Noté cómo aumentaba ligeramente la presión de sus brazos en torno a mí, y un cosquilleo indescriptible me recorrió de arriba abajo. Si me lo pensaba, era tan irreal. Tan absurdo. Por eso…

    … preferí no pensar.

    —No llores-escuché susurrar, justo por detrás de mi oreja—. No llores.

    Parpadeé, sorprendida, estupefacta, más de lo que había estado en toda mi vida. Nunca había sentido nada parecido. Había olvidado por completo lo que era sentir el calor humano, si es que alguna vez lo había sentido. Y… Naruto era la persona más cálida que había conocido y conocería jamás.
    —No llores-siguió susurrando—. No llores-era como una letanía repetida en voz muy baja—. No llores—sonaba casi como una nana. “No llores, no llores, no llores”. Despacio. Suavemente.

    Aunque yo había dejado de llorar en el mismo instante en que me abrazó.

    Me sorprendí a mí misma odiando la sola idea de que me soltara. No quería que me soltara. Por algún motivo, sentí una tremenda nostalgia que me llenó de melancolía y deseos de llorar, pero por otro motivo distinto. ¿Es que de verdad había echado de menos los abrazos? ¿Había echado en falta aquel calor? Pero, ¿por qué? Desde luego que había echado de menos el cariño y el calor, pero… sentía como si todo aquel tiempo hubiera echado de menos únicamente a aquel calor, al calor que ahora me rodeaba. A “su” calor. Como si me resultara… familiar.

    ¿Por qué?… Desde que él me había encontrado era la pregunta que más me repetía.

    Y cuando Naruto por fin me soltó y me miró a los ojos, con aquellos inmensos y preciosos ojos azules suyos… lo vi claro.

    Entendí el porqué… al menos de una cosa.

    La esperanza… la esperanza era lo que me embargaba cuando lo miraba a aquellos dos límpidos espejos azules que tenía por ojos. Una esperanza absurda e inmensa, y sin embargo… posible.

    No dije nada y me limité a devolverle la mirada. Mis ojos no eran ni por asomo tan bonitos como los de él. Eran de un color extraño, que no sabría decir si tendía al verde o al marrón. Eran grandes, y por eso mis pestañas eran largas. Las pestañas largas y oscuras eran una de las pocas cosas que me gustaban de mí… no sé si la única.
    —No quiero que llores—me susurró Naruto, alzando una mano y apartándome el rebelde flequillo ladeado que, como siempre, se me metía delante de los ojos. Ese gesto se convertiría en mi caricia favorita—. ¿Me oyes? No quiero que vuelvas a llorar. No quiero que llores más. Nunca más.

    Yo me quedé callada, todavía sosteniendo la mirada de sus ojos azules. Y cuando hablé, pronuncié una sola palabra:
    —Vale.
    —Yuuki-chibi—murmuró Hinata acercándose a mí. No se me escapó el dulcísimo “chibi” con el que acompañó a mi nombre—. ¿Te encuentras bien?
    —Sí—respondí, con la voz más suave que me había oído nunca—. Sí, no os preocupéis.
    —¿Que no nos preocupemos?—repitió Naruto mirándome como si me hubiera vuelto loca— Acabas de llorar a lágrima viva suplicando que te dejáramos marcharte de aquí, ¿y dices que no nos preocupemos? —replicó, con el sarcasmo presente en cada palabra que decía.

    No pude contenerme y…

    sonreí. La sonrisa escapó sola.

    Hacía tanto tiempo que no lo hacía que noté agarrotadas las comisuras de los labios.

    Esbocé la primera sonrisa de los últimos doce años.

    Naruto me miró, y había fascinación en su rostro. Me miraba como si no hubiera visto nada más increíble en su vida.
    —Vaya-susurró, fascinado—. Uau. Tienes… tienes una sonrisa preciosa, Yuuki.

    Me ruboricé ante el cumplido, y el calor y el color regresaron a mis mejillas, en una sensación tan agradable como inesperada.
    —Tiene razón—terció Hinata, sonriéndome con dulzura—. Tienes una sonrisa preciosa. Deberías sonreír más a menudo.

    Controlé mi expresión para no mostrar la amargura que sentía. Sonreiría más a menudo si tuviera más a menudo motivos para hacerlo. Naruto era el primer motivo que tenía para sonreír desde que tenía cinco años. Pero no vi motivo para compartir esa información.
    —¿Por qué… Por qué rompiste a llorar de repente, Yuuki? —preguntó Hinata en voz baja, insegura, como si temiera mi reacción. Quizá temía que me pusiera a llorar otra vez.

    Yo me puse a improvisar rápidamente.
    —Yo… esto… fue… fue por las agujas—inventé—. Me… me asusté mucho cuando… bueno, cuando me enteré de que Sakura quería ponerme… otra aguja. Yo… lo siento—murmuré, avergonzada.

    Ellos suspiraron aliviados, pero capté la fugaz mirada que cruzaron.

    Hinata simplemente lo dudaba. Pero Naruto no se creía una palabra. Y no me preguntéis cómo lo supe, pero estaba absolutamente segura de ello.
    —Sabes que si la aguja fuera a hacerte daño, no permitiría que te la pusieran—me dijo Naruto, como si yo fuera incapaz de ver lo evidente de esa afirmación.
    —Te creo—respondí, y al instante me llevé la mayor sorpresa de mi vida. ¿Cómo había podido decir eso? Lo había dicho sin planteármelo, sin pensar…

    Y por eso sabía que era cierto. Cuando la gente habla sin pensar… es porque lo que dice es verdad.

    Y era cierto… Creía todas y cada una de las palabras de Naruto, todas y cada una, llevaba creyéndolas desde el primer segundo en que oí su voz.

    Bueno, pues ya estaba dicho. Ya estaba hecho, y no había marcha atrás. Tenía que admitirlo: había empezado a confiar en Naruto, y ya nada podría cambiar esa circunstancia. Y esa confianza se haría mayor y más inquebrantable con el paso del tiempo… Pero, ¿qué estaba diciendo? Vuelve a la realidad, Yuuki. La confianza se haría mayor e inquebrantable con el tiempo, sí. Pero no iba a haber tiempo para que lo hiciera. Y eso también lo sabía, aunque ahora sí me costara aceptarlo. Me costaba aceptar esa realidad… porque la esperanza cada vez se afianzaba más en mi corazón. Estaba siendo estúpida, pero… no tenía nada que perder.

    Naruto, por su parte, sonreía satisfecho por lo que acababa de oír.
    —Entonces, ¿de qué tienes miedo?
    —…—yo vacilé— No sé—admití finalmente. Me hubiera encogido de hombros, pero aún no podía moverme con tanta normalidad. El rubio, por su parte, se puso a reír.
    —En ese caso, no deberías tener miedo—sonrió, y me pellizcó cariñosamente una mejilla. Yo bebí de aquel gesto como si fuera algo que necesitara desesperadamente.

    Aquel cariño… La gente que gozáis de ello todos los días como algo absolutamente normal no alcanzaríais nunca a comprender cómo era aquello para mí, que no lo había disfrutado nunca salvo en tiempos que apenas podía recordar… y aunque pudiera, el recuerdo nunca nos es suficiente.
    —No debería—concedí, pensativa. En realidad, ya no me preocupaba la aguja. Tenía el remedio justo a mi lado: mirar a los preciosos ojos azules que él tenía y no pensar en nada que no fuera lo bonitos que eran.

    Por si no lo habéis notado… me fascinaban sus ojos. Jamás había visto unos ojos iguales; eran azules, profundamente azules, sí, pero al mismo tiempo transmitían algo especial. Algo único… La sensación de que Naruto era alguien que disfrutaba de la vida y sólo se preocupaba del presente, no del pasado ni del futuro. Y, por supuesto, sus ojos eran increíblemente cálidos y amistosos. Como si te invitaran, como si te dijeran que eres bienvenido, que te aceptan como eres y por lo que eres y que en él encontrarás alguien en quien puedes confiar para lo que sea… no sé cómo explicarlo mejor, pero la palabra “cálido” de verdad que no basta para describir sus ojos.
    —En ese caso, ¿cuál es el problema? —quiso saber, riendo de nuevo. Su risa era algo fantástico. Naruto era alguien fantástico. Perfecto. Maravilloso. No podía creer que existiera alguien así. Madre mía, es que, ¡no veía ningún defecto en él! No podía, sencillamente. Y quien viera algún defecto en él… quizá tenía una visión más realista que la mía.
    —Ninguno, en realidad—respondí finalmente, sonriendo de nuevo. Eran sonrisas pequeñas y tímidas, pero me hacían muchísimo bien. Había olvidado por completo lo magnífica que era la sensación de sonreír. Hay quien dice que el mejor remedio para la tristeza es sonreír aunque las lágrimas te caigan por las mejillas. Nunca lo he entendido y jamás me he sentido con fuerzas para probarlo. Hinata sonrió también e intervino:
    —Bueno, tener pánico a las agujas no es nada extraño—dijo, pensativa—. Ino les tiene pánico a las serpientes. No puede ni oír hablar de ellas. Y yo… bueno, yo—se ruborizó antes de decirlo— tengo pánico a la sangre.

    Naruto la miró tan sorprendido como si fuese la primera vez que la veía.
    —¿Cómo? ¿De verdad?-se sorprendió, mirándola con ojos como platos— No tenía ni idea, Hinata.
    —Bueno, por lo general la gente prefiere no comunicarle sus miedos a los demás—repliqué yo con mordacidad. Naruto se echó a reír y se llevó una mano a la nuca.
    —Vaya, tienes razón—rió, como disculpándose. Yo no pude evitar una nueva sonrisa.

    Era tan sencillo estar con él…

    En ese momento, llegó Sakura.
    —Bueno, Yuuki, aquí… está—hizo notar, manteniendo escondida la aguja conectada al gotero para no volver a causarme el mismo pavor. Yo suspiré y cerré los ojos para calmarme.
    —Hazlo—oí a Naruto decir. Abrí los ojos de nuevo mientras Sakura se acercaba a mí.

    Cuando se puso a mi lado, respiré hondo, tragué saliva… y busqué los inmensos ojos azules de Naruto. Un minuto después, la aguja estaba de nuevo colocada en el pliegue interior de mi codo sin que yo la hubiera apenas notado.
    —Bien, ya está—anunció Sakura sonriendo—. Has sido muy valiente, Yuuki.
    —Muy bien hecho—me felicitó Naruto con una cálida sonrisa en los labios. Yo se la devolví sin que hubiera modo de poder detenerla. La sonrisa de Naruto tenía esa particularidad: quisieras o no… tenías que sonreírle tú también. Al menos eso era lo que me pasaba a mí… aunque yo era un caso particular, naturalmente.

    Sakura me sacó los vendajes para examinarme las heridas. Mientras lo hacía, Naruto nos mantuvo entretenidas a Hinata y a mí contándonos una anécdota absurda con sus compañeros de facultad, a los que yo no conocía pero sin embargo no pude menos que sonreír con todo lo que me contaba. Hinata, por su parte, reía a carcajadas. Naruto era alguien divertidísimo: los aspavientos y las imitaciones de las voces de sus amigos con las que acompañaba a cada frase no tenían desperdicio. Él…

    Él sí que me daba motivos para sonreír.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  6.  
    Seiko

    Seiko Iniciado

    Piscis
    Miembro desde:
    7 Noviembre 2010
    Mensajes:
    48
    Pluma de
    Escritora
    Holaaaaaaaaaaaaaa Yuuki-san!

    De verdad me encanta tu Fic! Aunque noté un solo error! .........HAZ MEJORADO! Yo leo tu fic aunque no dejo comentarios!
    Que tierna fue esta contti!!!! Pero te quiero pedir dos favores..... ¿Podrías poner algo de ShikaTema para la próxima contii? y el otro es CONTINUA TU FIC PORQUE LO ADORO!
    Sin nada más que decir me despido.
    Saludos Y Cuidate Mucho Amiga. ♥TemiNara♥
     
  7.  
    Electra

    Electra Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    10 Julio 2010
    Mensajes:
    126
    Pluma de
    Escritora
    jejejeje veoque mejoraste bastante yuki-san

    konichiwa!!!!

    bueno ya que no entendiste muy bien lo del Ooc
    te lo explicare una vez mas n.nu

    Ooc:
    En varios relatos sucede que el autor cambia la personalidad del personaje en sí radicalmente para hacer llevadera la historia. Por ejemplo: que algún asesino famoso se vuelva el dueño de una casa de caridad o que una persona arrogante, insensible y egoísta se convierta en la persona más sentimental y simpática.
    haz clic en el siguiente link si tienes alguna otra duda n.n
    http://es.wikipedia.org/wiki/Fanfiction#Out_of_Character_.28OoC.29

    cha chan!!!
    ahì lo tienes jejeje se que es algo confuso
    pero es escencial que lo sepas n.n

    bueno espero la conti con ansias n.n

    sayo!!!
     
  8.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    106
    aww gracias a ambas ^^ realmente me habéis hecho muy feliz con estos comentarios. Ah, y sunami, respecto del OoC, te doy las gracias por tu explicación ahora sí lo he entendido n_n intentaré corregirlo, pues. La conti seguramente la tendré lista pronto. Probablemente la suba el sábado, o el domingo a más tardar ^^ ¡me alegro de verdad de que os guste! ¡¡y me esforzaré para mejorar, dattebayô!! ^^ bueno, por mi parte nada más xD jeje bueno, los dejo, y gracias de nuevo por los comentarios ^^ me alegraron el día xD
    un beso, Sayo!
     
  9.  
    Eyerlin

    Eyerlin Usuario común

    Géminis
    Miembro desde:
    28 Noviembre 2008
    Mensajes:
    289
    Pluma de
    Escritora
    Me encanta tu historia, y me sorprendes Yuuki san ya que para ser nueva en esto tienes mucho talento ^o^ Te felicito. Wou ¿Una chica nueva? Es muy interesante y con el Uchiha mas jejeje, aunque por lo visto del fic no ha parecido y al parecer el Uzumaki se esta ganado rápido el corazón de la protagonista. Esta muy interesante, espero con ansias el siguiente capitulo ;)
     
  10.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    2566
    yup!! de vuelta xD y esta vez de vuelta con la conti <3 lo primero de todo debo darle las gracias a Eyerlin... por su comentario, y por decir que tengo talento xD no esperaba que de veras tuviera talento para escribir <3 bueno, no es que me lo tenga creído ni nada...xD bueno, no voy a enredar más, lo que importa aquí es la conti, por tanto, la conti... aquí está! x3


    Capítulo 4
    Historias

    Hay historias preciosas. Algunas te gustan, otras no. Te hacen reír, te hacen llorar, viajar a mundos paralelos, emocionarte y sentirte parte de un mundo que considerabas ajeno a ti.

    Pero, cuando la historia termina, te sientes lleno de una inexplicable melancolía. ¿Por qué, te preguntas, si acabas de leer una historia que tanto te ha gustado? Muy sencillo, te respondo, porque, una vez que se acaba la historia, el mundo y todo lo que esa historia ha creado para ti, simplemente…

    …desaparece.

    La tarde transcurrió con Naruto distrayéndonos y contándonos anécdotas para intentar hacerme reír. A pesar de que sólo conseguía arrancarme breves sonrisas, era consciente de que esas simples sonrisas eran ya todo un triunfo.

    Sakura acabó de examinarme, y nos dijo que me recuperaba lentamente, pero de modo estable y sin problemas. Sin prisa, pero sin pausa. Naruto le dio las gracias y ella le respondió con otro beso en la boca. Me fijé en que él seguía pareciendo incómodo; su incomodidad podía haberse debido a que tenían público (un público escaso), pero no me pareció que se debiera a eso. Había algo extraño en el azul de sus ojos. Me pareció raro, pero no quise preguntar. Hinata, por su parte, apartó la vista, con la misma expresión triste en el rostro. Sentí lástima por ella; más que por ella, por su corazón, y por lo que quedaba de sus pedazos rotos debía de estar sufriendo. No hay nada peor que ver cómo te arrebatan lo que más deseas, aunque… Naruto no parecía muy arrebatado que digamos.

    Las horas pasaron, y Naruto seguía contándonos cosas divertidas de su repertorio que no parecía acabarse nunca.

    Hubo un rato en el que intentaron sonsacarme algo más de mi pasado, pero yo no quise hablar y me negué en redondo a soltar prenda. Era demasiado pronto… y… la verdad era que tenía miedo.

    Miedo de que su actitud cambiara hacia mí al saber lo deplorable que yo era, miedo de que después de todo acabaran rechazándome y dejándome a un lado como habían hecho todos, siempre… y por ese miedo, añadido al hecho de que no quería recordar lo que me esperaba ahí fuera, me callé. Naruto entendió y me dejó estar, distrayéndome de nuevo con una de las locuras que improvisaban en aquella facultad a la que él iba. A juzgar por lo que nos contaba, su facultad debía ser mucho mejor que un parque de atracciones. Su repertorio de anécdotas parecía interminable.

    Yo no entendía mucho de estudios, ni nada, pero de todos modos pregunté:
    —¿Qué estudias, Naruto?
    —Psicología—me respondió, muy orgulloso. Me sorprendí, porque… bueno, básicamente porque no tenía ni idea de lo que era eso. Debió de leérmelo en la cara, porque enseguida me explicó:—. A ver, es como estudiar los sentimientos y la conducta de los humanos. Estudiar qué razones llevan a la gente a hacer lo que hace o a sentir lo que siente, todos los entresijos y secretos que esconde la mente humana. En otras palabras… prácticamente estudio sentimientos… para ayudar a la gente a comprenderlos—concluyó, con una risita.

    Lo miré, asombrada. Bueno, si se trataba de ayudar a la gente, Naruto era perfecto. Era cálido y amable, y se notaba que sabía escuchar. Además, era perceptivo con los sentimientos de los demás, salvo quizá una única excepción… Hinata.

    Pero aquello que estaba estudiando sobre sentimientos y demás sí que me llamó la atención. ¿Cómo era posible poder estudiar los motivos que llevaban a la gente a actuar de una forma u otra? Aquello me sonó fascinante, y noté cómo empezaban a brillarme los ojos.

    —Cuéntame más—le pedí, ansiosa por saber. Por saberlo todo.

    Era la primera vez que mostraba mis verdaderos deseos de aprender, de estudiar. Siempre había querido poder aprender. Ir a la escuela. O donde fuera. Pero por supuesto, nunca había podido hacerlo.

    Y ahora, lo que estudiaba Naruto parecía perfecto para mí… Quizá la psicología pudiera ayudarme a entender lo que sentía yo.

    Él me miró sorprendido, aunque también se le veía complacido por mi interés. Y empezó a contarme lo que le enseñaban en la facultad, simplificado de forma que yo pudiera entenderlo. Tema por tema, fue explicándome distintos aspectos de la conducta humana, distintos motivos que podían llevarnos a sentir de uno u otro modo… y cada cosa que me contaba me fascinaba más que la anterior. Jamás me había sentido tan anhelante y ávida de aprender. Desde luego, quería aprender, pero, por mucho que deseara ir a la escuela o lo que fuera… creía que nada de lo que pudiera aprender podía ayudarme a “mí”, porque mi situación era bastante diferente de la de cualquier chica normal.

    Pero aquello… la psicología me fascinaba, y al mismo tiempo, lo que Naruto me contaba podía ayudarme a mí, a entenderme, a entender por qué me sentía como me sentía. Naruto, sin saberlo, me estaba ayudando a entender mis sentimientos.

    Iba a ser un psicólogo genial.

    Hinata sonreía al ver mi cara, que yo pude imaginarme como toda ojos brillantes y mejillas arreboladas por la emoción. Naruto también sonreía mientras hablaba, llenando mi cabecita de nuevas ideas y explicaciones que me parecían fascinantes.

    En ese momento, se abrió la puerta y entró un chico. Era realmente guapo, con los ojos y el cabello negros como ala de cuervo y una expresión un tanto seria en el rostro. Cuando lo oyó entrar, Naruto apartó los ojos de mí para mirarlo.
    —Eh, Sasuke—dijo, a modo de saludo.
    —¡Imbécil!—espetó él, acercándose a Naruto mientras lo fulminaba con la mirada— ¡Ya podrías haberme avisado tú! ¡Cuando Sakura me dijo que estabas en el hospital pensé que te habría pasado algo! ¡Serás BAKA!—bufó, y le dio una colleja. Naruto se quejó, frotándose la nuca dolorida.
    —¡Ay! ¡Qué bestia eres, teme!
    —Bueno, ya, no os peleéis—intervino Hinata con ánimo tranquilizador, separándolos con suavidad.
    —Está bien, está bien—el chico levantó los brazos en señal de rendición, y lanzó un suspiro, volviéndose de nuevo hacia Naruto—. Entonces, ¿por qué has venido al hospital, dobe?—inquirió el tal Sasuke cruzándose de brazos.
    —Por ella—respondió Naruto, señalándome-. Sasuke, ésta es Yuuki. Yuuki, éste es mi amigo Sasuke.

    Yo asentí a modo de saludo. Reconocía su nombre de alguna de las anécdotas que me había estado contando Naruto para entretenerme. Sasuke me miró, con un destello de curiosidad en sus ojos, negros, tan negros como la pez. Unos ojos como un pozo sin fondo en los que era fácil perderse. Fríos y cálidos al mismo tiempo. Qué ojos tan curiosos.
    —Hola—dijo, con su voz profundamente masculina y serena—. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás aquí?
    —La encontré desangrándose viva en un callejón—replicó Naruto con sequedad, y yo me estremecí—. Evidentemente, no podía dejarla allí muriéndose, así que la cogí y me la llevé al hospital.
    —Ah—murmuró Sasuke, desconcertado por la repentina sequedad del tono del rubio—. Hum… yo… lo siento, Yuuki.
    —No acabo de entender por qué la gente siempre se disculpa por cosas que no son culpa suya—repuse, suspirando. Recibí una sonrisa de ambos, el moreno y el rubio, en respuesta.
    —¿Cómo estás ahora?—se interesó Sasuke, sentándose en una silla pegada a la pared.
    —Mejorando poco a poco—respondió Naruto en mi lugar. Lo miré, pestañeando con curiosidad. ¿Desde cuándo respondía él en mi lugar? ¿Y esa faceta tan protectora de repente? No es que no me gustara que lo hiciera, al contrario… se lo agradecí, porque no me gustaba hablar de la situación en que me había encontrado Naruto (me traía malos recuerdos), pero no dejaba de parecerme raro que alguien se tomara tanto interés en protegerme de apenas nimiedades como aquella. Eso significaba que Naruto sabía que recordar me hacía daño… y quería protegerme de aquel dolor. ¿Cómo era posible ser tan… tan…?

    Ni siquiera fui capaz de encontrar la palabra.

    —Bueno, eso es estupendo—mientras hablaba, Sasuke tecleaba en su móvil, haciendo un ruidito con las teclas que me resultaba ajeno y familiar a un tiempo. Ajeno, porque nunca había manipulado un móvil; familiar, porque sí había visto a quien lo hacía.
    —Acabo de decirle a Itachi que se pase mañana—advirtió Sasuke mientras cerraba la tapa de su móvil, apartándose el flequillo negro de la frente. He de admitir que el flequillo le daba un aire emo. Y el aire emo… le hacía resultar… sexy. Me ruboricé al pensarlo.

    Vaya. ¿Desde cuándo mostraba yo ese interés por los chicos? Definitivamente estar con Naruto me estaba haciendo mucho bien. Y muy rápido.

    Apenas un segundo después, sonó el pitido que le indicaba un nuevo mensaje de texto. Abrió de nuevo el teléfono y, tras un instante, dijo:
    —Se pasará mañana y te traerá algo para comer.
    —Vaya, no sabía que Itachi fuese ahora un cocinitas-comentó Naruto, sonriendo burlón.
    —El que cocina es Deidara—replicó Sasuke con una sonrisa sarcástica. Naruto y Hinata se echaron a reír—. Eh, no os riáis… ¡sus onigiri son mundialmente famosos!—añadió, y esta vez ni siquiera él pudo contener la risa.
    —Bueno, es un detalle—repuso Hinata con una sonrisa dulce.
    —Eso sí, Deidara no va a poder venir—añadió Sasuke con vaguedad—. Dice que ha quedado con Sai para no se qué convención de arte, o algo así.

    ¿Arte? ¿Es que Naruto también tenía amigos artistas? Vaya. Una enfermera, un psicólogo, un artista… ¿cuántos más amigos dispares tendría aquel rubio?

    El tiempo pasó plácidamente, hasta que acabó la hora de visitas por la noche. Me asusté cuando Naruto me dijo que se tenía que ir, y me aferré a su mano, negando con la cabeza, en una súplica muda. “No te vayas”, era lo que suplicaban mis ojos.

    Él me miró, con melancolía en sus ojos azules. Me pregunté si alguna vez había tenido a alguien que necesitara tanto su compañía como yo.
    —Oh, Yuuki—dijo, apartándome el flequillo de los ojos con dulzura—. No puedo quedarme. La hora de visitas acaba a las nueve…

    Yo volví a negar. “No te vayas”. Él sonrió con dulzura, apretándome la mano con la calidez de las suyas.
    —No debes tener miedo. Aquí estarás bien y a salvo, y no te pasará nada aunque yo no esté. Lo que tú tienes que hacer es descansar, y dormir bien, y habré vuelto antes de que te des cuenta.

    Mis ojos seguían siendo una súplica muda. “Pero, si no estás, tengo miedo”.
    Él leyó en ellos como en un libro abierto.

    —No tienes de qué tener miedo.

    Y mis ojos seguían hablando por mí.

    “Pero lo tengo de todas formas. No te vayas”.

    Él suspiró, y mirando a Sakura, dijo:
    —¿Dejas que me quede un rato más con ella?
    —No creo que haya problema—repuso Sakura con una amable sonrisa.

    Yo contuve un suspiro, aliviada. Naruto sonrió y me apartó de nuevo el flequillo de los ojos.
    —¿Quieres que te espere afuera, Naruto-kun?—preguntó la dulce voz de Hinata desde la puerta.
    —Si quieres, sí. Espérame y volveremos juntos al campus—respondió él, sonriéndole. Hinata le devolvió la sonrisa y salió, con Sakura tras ella, cerrando la puerta.
    —¿Vives en un campus?—pregunté, extrañada, cuando nos quedamos solos.
    —El campus es el terreno que pertenece a la facultad-me explicó él sonriendo—. En ese terreno está la facultad, donde se dan las clases, y varios edificios anexos: unas oficinas y una residencia para los estudiantes. Nosotros vivimos allí. Tenemos una habitación cada uno que compartimos con un compañero, y podemos comer en el comedor de la facultad. Es muy práctico, porque la facultad la están pagando mis padres y no tengo un trabajo para poderme alquilar un apartamento—sonrió, mostrándome todos sus blancos y delineados dientes.

    Yo sonreí también. Aquello, el simple hecho de estar con él, me resultaba desconcertantemente familiar. Como si hubiera estado antes con él… hace mucho, mucho tiempo. Pero eso era rotundamente imposible. Sin discusión.

    Y sin embargo, esa sensación…

    Él se quedó un rato callado, jugando con uno de los mechones de mi cabello entre los dedos. Entonces, dijo:
    —Yuuki, ¿piensas algún día contarme tu historia?

    Hay historias hermosas y historias curiosas que nos arrancan carcajadas y sonrisas. Hay historias fabulosas que todos deseamos oír.

    —No quieres oírla—susurré, con los ojos sombríos.

    La mía es una historia triste y horrible que sólo puede arrancar lágrimas y rechazo. La mía es una historia oscura y dolorosa que nadie desea oír.
     
  11.  
    YukiHyuga

    YukiHyuga Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Diciembre 2009
    Mensajes:
    152
    Pluma de
    Escritora
    bueno la verdad... es muy bueno
    aprendiste mucho y has mejorado
    pero tienes algo MUY GRAVE!!
    los fics son de Natuyo no te TÍ
    si, lose, metes a los personajes, pero te centras solo en "YuKi" cosa que no esta bien
    por que el foro es de naruto, solo eso.

    te lo digo para que mejores ;9
     
  12.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    85
    YukiHyuga!
    ya sé que me centro bastante en Yuuki... pero es que la historia es narrada desde su punto de vista...xd y en esta ocasión la hice a ella protagonista... en fin, UNA de las protagonistas.
    de todos modos, intentaré mejorar al respecto, porque... si mi FF no debiera estar en este foro... supongo que debería moverlo de sitio...xD aunque no sé adónde... o,o pero bueno, repito, intentaré seguir mejorando ^^
     
  13.  
    Eyerlin

    Eyerlin Usuario común

    Géminis
    Miembro desde:
    28 Noviembre 2008
    Mensajes:
    289
    Pluma de
    Escritora
    Claro que tienes que seguir mejorando :), todos tenemos que hacerlo ;). ¿Tan dolorosa es la historia de Yuuki?. ¡Ah que bien! Sasuke apareció :) aunque veo que es un poco blando su carácter, acuérdate de que los escritores no pueden cambiar la forma de actuar de los personajes...Bueno si lo pueden hacer, pero aquí no esta permitido jejeje. Puedes mejorar ese pequeño detalle ;) espero con ansias el siguiente capitulo.
     
  14.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    2392
    BienbienbienbienBIEN. Aquí llego yo... y sí, esta vez traigo la conti ^^ Eyerlin, respecto a lo de que los personajes no pueden cambiar su carácter... es decir, que aquí no está permitido hacerlo... bueno, no quiero ser mentecata, pero no sería el primer FF que veo que presenta, por ejemplo, a Sakura como una auténtica arpía malvada y a Hinata como una chica decidida, fuerte, de carácter más oscuro. Y eso, si no me equivoco, cambia la personalidad de los personajes respecto a como aparecen en la serie... xD En ese caso, mi pregunta es por qué no iba a poder hacer yo lo mismo un poco con mi FF. Sólo un poco. xD

    Pero bueno, basta de rollos. Aquí va el capítulo 5!! :3 enjoy :3


    Capítulo cinco
    No quieres oírlo

    Naruto quería oír mi historia. No una historia cualquiera, sino la mía. Él decía que quería oírla, pero él no sabía lo que hacía. Yo, en cambio, sabía la verdad.

    Nadie quiere oír una historia como la mía.

    —No quieres oírla—susurré, sacudiendo la cabeza.
    —Claro que quiero—me contradijo, frunciendo el ceño—. Quiero oírla. Querré oír todo lo que tú quieras contarme.
    —¿Y si yo no quisiera contarte nada?—musité, sosteniendo su mirada azul.
    —Entonces supongo que tendré que aguantarme y esperar a que un día confíes en mí y me lo cuentes.

    Lo miré, pestañeando sorprendida. ¿“Hasta que un día confíes en mí”? No se podía confiar más en nadie (ni más ciegamente) de lo que yo lo estaba haciendo.

    —¿Qué? No es eso—me apresuré a decir, sacudiendo la cabeza—. No es que no confíe en ti.
    —¿Entonces cuál es el problema?—preguntó, mirándome con inocencia.
    —Ninguno—mentí, apartando la vista.
    —En ese caso, si no hay ningún problema, ¿por qué no ibas a querer contármelo?

    Me mordí el labio inferior con fuerza. No quería, naturalmente que no quería contárselo. No quería contarle una historia espantosa que lo haría alejarse de mí con repugnancia y horror. Sabía que lo haría; a nadie le interesa estar con alguien como yo.

    Nadie ha permanecido nunca a mi lado… ni siquiera mis padres, quienesquiera que fuesen. En realidad, no importaba quiénes fuesen ellos, ya que hacía mucho tiempo que los había dado por muertos. Al fin y al cabo, era una indeseable, ¿no? Habían sido ellos quienes me habían abandonado a mi suerte. Yo no podía buscarlos; tampoco quería hacerlo. No les debía nada. Lo único que podría deberles era la vida, pero dada la vida que me habían dado, consideraba la deuda más que saldada.

    Y, mientras pensaba en todo ello, se hizo el silencio entre nosotros dos.

    Tras el largo silencio, él suspiró.
    —Vale, Yuuki, muy bien, no pasa nada. Si no quieres contármelo, lo entiendo—me dijo, apartándome dulcemente el flequillo que se me había metido, una vez más, delante de los ojos. Cuando alcé la mirada y encontré la suya, infinita y azul, me di cuenta de algo.

    Yo era una persona muy versátil. Podía mentir, engañar, sembrar la discordia, o bien ser de lo más sincera; todo cuando y a quien me convenía. Sólo había una cosa a la que no podía ocultarle nada, ni siquiera mi oscura y espantosa historia.

    No podía ocultarle nada a aquellos ojos.

    Naruto era la primera persona (que yo recordara) que me miraba de aquella manera, como si yo fuera importante. Como si me quisiera. Aunque sólo fuera un poco. Y por eso, aunque sólo fuera por la forma en que me miraba, fui incapaz de ocultarle nada.

    —¿Quieres oír la versión adulterada o la versión “cruda realidad”? —pregunté, suspirando, mientras me miraba las manos con expresión ensombrecida.
    —Ya te lo he dicho—repuso, mirándome con dulzura—. Quiero oír todo lo que tú quieras contarme.

    Le sostuve una larga mirada. ¿Cómo era posible que alguien fuese tan… tan “él”? Había oído muchas veces eso de “ser uno mismo”, pero con Naruto esa frase adquiría el significado más literal que podáis imaginar.

    Respiré hondo y me dispuse a empezar. A ponerlo todo en juego: mi esperanza, mi salvación y mi vida. Todo en uno.

    Podría decirse que yo era una jugadora arriesgada. Iba a apostarlo todo a una jugada en la que me era casi imposible ganar.
    —Yo…—empecé, y al instante me detuve.

    Enmudecí.

    Tenía miedo, de verdad que tenía muchísimo miedo de lo que pasaría cuando yo terminara de hablar. No creo que pudiera soportar ver a Naruto alejándose de mí con una expresión de horror en la cara. Sería más de lo que podía soportar.

    Me entró el pánico; mi corazón se aceleró, se me cortó la respiración y mi miedo se materializó en forma de sudores fríos.

    Los ataques de pánico eran comunes en mí.
    —¿Qué te pasa?—me preguntó enseguida, alarmado. Me cogió la mano, y aquella sensación cálida regresó a mi pecho, otorgándome de nuevo la facultad de hablar.
    —He…—musité, tragando saliva— He cambiado de idea. No te lo contaré, pero…
    —¿Pero?—me invitó a seguir, apretándome la mano.
    —Pero hay algo que quiero que sepas—dije, mordiéndome el labio.

    Tenía que decírselo, esto al menos tenía que decírselo o todas mis esperanzas serían en vano… y tampoco creía que pudiera soportar el volver al infierno del que procedía en cuanto me dieran el alta.

    Eso iba más allá de lo insoportable.

    Tragué saliva. Tenía la garganta reseca.

    Pero tenía que decírselo.

    —Naruto… yo… yo…—susurré, y mis manos temblaron— Ahí fuera… ahí fuera, está el peor de los infiernos esperándome. Ahí fuera… está… está la mayor de las pesadillas, está…—se me ahogó la voz en la garganta y noté los ojos llenos de lágrimas. Me sentía incapaz de seguir hablando, pero al momento siguiente, seguí. Tenía que decírselo.
    —Ahí fuera—la voz se me rompió como el cristal de un espejo, y me cubrí la cara con las manos—. Ahí fuera… Naruto, por favor, no me dejes volver ahí fuera—supliqué, llorando—. ¡Llévame contigo, no me dejes volver ahí fuera, te lo suplico!
    —Yu-Yuuki—susurró él, sorprendido. Yo me aferré a una de las mangas de su sudadera con ambas manos, y las lágrimas me corrían ya por la cara.
    —¡Por favor, no dejes que vuelva ahí fuera! ¡Déjame ir contigo! ¡No puedo volver allí… si… si vuelvo…!—gemí, y los nudillos se me pusieron blancos de la fuerza con que lo agarraba— ¡Si vuelvo sé que me matará!
    —Yuuki—exclamó Naruto, y no me dejó reaccionar.

    Al momento siguiente, me estaba abrazando de nuevo. Me callé y, de golpe, todo se quedó en silencio.

    —Tranquilízate, ¿vale?—me dijo su cálida voz al oído— Aquí nadie puede hacerte nada. Yo te protegeré, ¿de acuerdo? Conmigo no tienes que tener miedo a nada… Yo estaré contigo.

    El eco de aquellas palabras se dejó oír en todos los rincones de mi ser.

    Por mucho que lo intente, jamás podría encontrar las palabras para que entendáis cuánto significaba aquello para mí. Aquellas simples palabras… lo eran todo, absolutamente todo.

    Nuevas lágrimas me anegaron los ojos, y rompí a llorar de nuevo, mientras dejaba que sus brazos me acunaran y me ofrecieran el consuelo que me había faltado durante toda una vida.

    ¿Por qué, por qué su contacto me era tan inusitadamente familiar? Tenía una sensación de deja vù que no desaparecía, era como si ya hubiera vivido aquello antes… en algún momento demasiado lejano para recordar.

    Pero por ahora no quería recordar. Por ahora, sólo por ahora… lloraría con toda mi alma. Seguramente, luego… me sentiría mejor.

    Lo siguiente que recuerdo es la luz del sol acariciándome los párpados, y abrí los ojos.

    En lugar de en brazos de Naruto, como recordaba, estaba tumbada en la cama. Busqué con la mirada a Naruto, y lo encontré con los brazos cruzados sobre la cama y la cara apoyada en ellos. Sus anchos hombros se movían al acompasado ritmo de su respiración. Sonreí al ver que babeaba como un niño pequeño. ¿Todo el mundo parece más joven cuando duerme? Ahora podría pasar perfectamente por un chico de dieciséis en lugar de por uno de diecinueve.

    Me aparté el flequillo de los ojos. Mi libertad de movimientos era mayor de lo que lo había sido… ¿ayer?

    Debía de haberme quedado dormida. Dormida en el abrazo de Naruto.

    Bueno, su hombro era ciertamente un buen lugar para quedarse dormida. Pensé en Hinata, y me entristecí al pensar cuánto le hubiera gustado a ella haber estado en mi lugar. No me gustaba que una persona tan buena tuviera que sufrir tanto. Es decir, apenas la conocía, claro, pero se notaba que Hinata era muy buena persona. Y además…

    ¡Oh, mierda! Hinata había dicho que esperaría abajo a Naruto… y Naruto se había quedado conmigo…

    Naruto se había quedado conmigo.

    Naruto se había quedado conmigo toda la noche.

    Jamás… nadie…

    Recordé a Hinata, y me pregunté qué hora sería. Busqué un reloj con la mirada, y al no encontrar ninguno, me dije con sarcasmo: “Qué raro.” Normalmente nunca encontraba las cosas que buscaba. Más bien las cosas me encontraban a mí (quizá se debiera a lo distraída que yo era, aunque a mí me gustaba pensar que las cosas se escondían de mí por su propio pie como si jugáramos al escondite. Infantil, lo sé).

    —Naruto—lo llamé, zarandeándolo con suavidad—. Eh, Naruto.
    —Si quieres despertarlo—me dijo una voz desde la puerta—, me parece que necesitarás una bomba nuclear. O quizá un par de cañones.

    Me volví rápidamente.

    Sakura me sonreía desde la puerta. Llevaba su uniforme blanco de enfermera (pensé que el vestido era un poco más corto de lo que habría sido decente) y una carpeta en la mano.
    —Buenos días, dormilona. Cuando anoche pasé para comprobar que todo estaba en orden, tú ya estabas durmiendo como un tronco—me contó con una sonrisa mientras revisaba el cuentagotas que tenía enchufado al brazo (sin tocar la aguja; por favor, ni hablar de agujas)—. Naruto estaba a tu lado, mirando cómo dormías. Me pidió que avisara a Hinata de que pasaría la noche contigo—sonrió más ampliamente mientras miraba a Naruto, que seguía durmiendo—. Lo cierto es que no debería haberle dejado quedarse, pero me pareció un gesto tan cariñoso por su parte… ¿Verdad que es encantador?
    —¿Lo hiciste, verdad?—pregunté. Ella me miró sin entender— Avisaste a Hinata de que Naruto se quedaría, ¿verdad?
    —¡Ah! Sí, claro que lo hice—respondió, un poco desconcertada—. Se fue al campus en cuanto la avisé. ¿Por qué lo preguntas?
    —No… por nada—murmuré.

    Para ser sincera… Sakura era la única de los amigos de Naruto que conocía de la que no llegaba a fiarme del todo.

    Parecía simpática, es cierto, pero… parecía demasiado ambiciosa. No sé cómo explicarlo. Quizá sólo fuesen paranoias mías.

    De todos modos, me seguía pareciendo extraño que Naruto pareciera tan incómodo cuando estaba con ella… no se comportaba como un chico enamorado. Llevaba muy poco tiempo con ellos, pero me daba perfecta cuenta de que ésa no era la actitud que se esperaría de alguien que está con su novia. Al menos, no sería la que yo esperaría de mi novio, si lo tuviese. Aquellos azules ojos incómodos, aquel modo de desviar la mirada de la de ella…

    Quizá Sakura pensaba que se debía a la timidez, y tal vez yo también lo hubiera pensado si no hubiera podido advertir la tensión en sus hombros y el modo en que apretaba los puños, como si hiciera algo desagradable que le requiriera toda su fuerza de voluntad.

    Allí había algo muy raro… y, si yo quería tener la esperanza de quedarme con Naruto y hacer algo bueno por él…
    Me interesaba averiguar de qué se trataba.
     
  15.  
    Yuuki Uzumaki

    Yuuki Uzumaki Guest

    Título:
    Los brazos del Ángel (SxY*NxH & mas)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    1594
    bien, pues qué decir. nada más que aquí vuelvo yo. sí, soy pesada, lo sé xD pero mi obligación es seguir el FF :3 y ahora me toca pedir disculpas por la tardanza pero... estaba TAN de vagas que no me apetecía absolutamente nada escribir xD bien, pasemos a lo importante que es... CONTI.


    Capítulo seis
    Determinación

    Érase una vez una enfermera en prácticas, con el pelo rosa muy corto y ojos verde jaspe en los que brillaba algo que no era capaz de identificar. ¿Determinación? ¿Ambición?

    ¿Era una muchacha resuelta o una muchacha ambiciosa?

    Si te paras a pensarlo, la línea que separa la determinación de la ambición es inusitadamente delgada. Tanto que no debería costar mucho sobrepasarla sin que nadie se dé cuenta.

    Por si no lo habíais notado, me resulta sencillo desconfiar de la gente (salvo una única excepción, y no necesitáis que os diga de quién se trata). Si no tengo los suficientes motivos para fiarme, basta cualquier rareza para hacerme desconfiar. Y con Sakura me pasaban ambas cosas.

    Parecía una chica agradable, simpática, amable, es cierto. Parecía inocente y cordial, la clase de chica en la que piensas que puedes confiar para contarle algún secretito. Pero había algo en sus ojos…

    A primera vista, parecían unos ojos alegres y cordiales que inspiran confianza. Pero, cuanto más me fijaba, más encontraba algo en ellos que no terminaba de encajar. Una especie de… dureza. Como si los ojos de Naruto pasaran de ser un mar azul líquido a dos pedazos de hielo. Sí, eso era. En los ojos de Sakura había un matiz duro… un matiz cuya ambición se hacía más clara cada vez que me fijaba. Era una chica muy ambiciosa, y ya no me cabía ninguna duda de ello. Ahora bien, ésa ambición no tenía por qué ser necesariamente algo malo. Todos necesitamos la ambición en nuestras vidas, para conseguir nuestras metas y todo eso. Me dije que no necesitaba preocuparme de ello, que era simplemente un rasgo propio de la personalidad de Sakura.

    Pero de lo que sí necesitaba preocuparme era de la actitud de Naruto con ella.

    Hablando del rey de Roma, Naruto despertó en aquel momento, abriendo despacio los ojos y pestañeando somnoliento. Le sonreí, y me devolvió la sonrisa al verme.
    Vaya, ya era hora, ¡buenos días, dormilón!intervino la voz cantarina de Sakura, quien se acercó alegremente para besar a Naruto en la frente.

    Me apresuré a no perder detalle de lo que veía en la expresión de Naruto. Cuando la pelirrosa lo besó, sus ojos se endurecieron durante un instante. Y, cuando ella le sonrió cariñosamente, él apartó la mirada.
    Ay, pero qué tímido eressonrió Sakura poniendo los ojos en blanco, y empezó a apuntar algo en la carpetita que había en una mesita cerca de mi cama.

    Así que yo tenía razón. Sakura achacaba su actitud a la timidez. Pero la cara de Naruto cuando apartó la vista de ella no parecía precisamente de timidez. Principalmente porque ni siquiera se sonrojó. Nada.

    Aquello era tan raro… Naruto no parecía enamorado de Sakura. Pero, si no estuviera enamorado, ¿por qué iba a estar con ella? No tiene mucho sentido estar con alguien a quien no amas.

    Intenté convencerme de que todo era una paranoia mía, pero… lo que había en la expresión de Naruto no podía ser producto de mi imaginación.
    Bueno, Yuuki…interrumpió Naruto mis pensamientos, y me dedicó una sonrisa ¿Qué tal has dormido?
    Bienrespondí yo. Y, ante mi asombro, me di cuenta de que era verdad.

    Era la primera vez… la primera vez en casi once años que disfrutaba de un sueño así, ininterrumpido y sin pesadillas. Era la primera vez que no me despertaba aterrada en mitad de la noche cubierta por sudores fríos.

    Y era una sensación verdaderamente agradable.

    Apostaría algo a que el haberme quedado dormida en los brazos de Naruto había tenido algo que ver en ello. Sonreí.
    ¿Y tú?pregunté entonces No deberías haberte quedado toda la noche-añadí, sintiéndome culpable por Hinata. Tendrías que haber ido con Hinata.
    Tienes razón, debería haberla acompañado al campusreconoció, frotándose la nuca con una mueca. Y entonces puso una voz exageradamente preocupada:. Imagínate, son casi 500 metros desde aquí hasta allí. Es taaaaaaanto camino… ¿Y si la secuestran, o si la violan, o si la abducen los alienígenas…?Sakura rió. Yo esbocé una sonrisa que sólo me salió a medias.

    Lo único que podría haberme hecho gracia de toda la frase era lo de la abducción alienígena. Pero… el secuestro y la violación eran algo tan real para mí que formaban parte de mi vida diaria. Una espantosa y terrorífica parte.

    Y eso me trajo recuerdos que me ensombrecieron los ojos y me impidieron sonreír como dios manda.
    Bueno, Yuuki, parece que tus heridas evolucionan adecuadamenteintervino Sakura, sonriéndome. Si sigues así, probablemente podrás irte en unos cuantos días más.

    Me envaré, alarmada, tratando de controlar mi expresión para mostrar una adecuada alegría por mi recuperación.

    ¿Tan poco tiempo? ¿Sólo unos cuantos días? ¿Unos cuantos días era lo que tenía para convencer a Naruto de que no podía volver al lugar de donde venía o estaba muerta?

    Era demasiado poco tiempo. Naruto no podría permitir que me quedara con él si no tenía… digamos la confianza suficiente para ello. Y en sólo unos cuantos días… unos cuantos días son tiempo más que suficiente para que deje de preocuparse por mí al ver que me curo como es debido.

    Sólo tenía una oportunidad… una oportunidad para conseguir que Naruto me llevara con él. Que no me dejara desaparecer de su vida tan pronto.

    Necesitaba quedarme con él. Lo necesitaba más que cualquier otra cosa. Lo necesitaba más que el aire, o que el latido del corazón. Lo necesitaba porque quedarme con él era lo único que podía mantenerme con vida.

    Tenía que insistir. Tenía que conseguir quedarme a su lado fuese como fuese… Tenía que insistir.

    Por si mi estallido en llanto de anoche no había sido suficiente.

    Ahora bien, el problema iba a ser… sacar el tema. Preferiría hacerlo cuando él y yo estuviésemos a solas… cuestión de intimidad. Pero, pensándolo bien, para esto quizá Sakura fuese más una ayuda que un impedimento.

    Humm. No. Mejor no. Preferí esperar a que Hinata apareciera por allí. Y si no aparecía, esperaría hasta quedarme a solas con Naruto.

    Por si no lo habíais notado, no me gusta poner ciertas esperanzas en la gente de la que no acabo de fiarme.

    Naruto, por su parte, me sonreía.
    —Vaya, eso es genial. Realmente genial—se revolvió el ya de por sí revuelto cabello, aliviado—. Tenía miedo de que esas heridas fueran demasiado feas como para cicatrizar como es debido.
    —Ya ves que no—repuso Sakura con una sonrisa, dando un ligero golpe a su carpetita con la mano—. Yuuki es más fuerte de lo que aparenta.

    Eso hirió mi orgullo, debo confesarlo. ¿Es que acaso no aparentaba fuerte? Odio parecer una niña desvalida. Aunque a veces esa apariencia resulta de gran ayuda, odio parecer desamparada. Me gusta pensar que no necesito la ayuda de nadie para resolver mis problemas, que puedo arreglármelas sola.

    Sin embargo, ahora necesitaba ayuda más que nunca.

    Para no volver allí.

    Y con tal de no volver, estaba decidida a conseguir esa ayuda. Naruto tenía que ayudarme como fuera.

    Supongo que eso es a lo que llaman determinación.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso