❝When you're surrounded by all these people, it can be lonelier than when you're by yourself. You can be in a huge crowd, but if you don't feel like you can trust anyone or talk to anybody, you feel like you're really alone.❞
Fiona Apple
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  1. Ciertamente, en un principio no pensaba llegar a publicar alguna cosa semejante a esto que os presentaré a continuación; como mínimo deseaba esperar algo más de tiempo y coger confianza, pero hoy estoy bastante melancólico y tengo la necesidad de compartiros una vivencia que ha llegado a marcarme bastante. Por lo que he visto sois una comunidad muy unida y soléis confiaros experiencias un tanto lábiles; eso también me ha ayudado a tomar esta decisión y contar abiertamente algo de lo que no acostumbro a hablar. Es probable que no lleguéis a leerlo todo, puesto a que los problemas ajenos que no nos implican no acostumbran a interesarnos, pero como mínimo podré expresar todo lo que llevo guardado durante años.

    Cuando era pequeño (con unos 3-4 años), siempre jugaba con todes mis compañeres de clase. Era un niño risueño, pero este comportamiento fue cambiando a la larga; justamente al haber entrado en la primaria, empecé a estar más cohibido, no sonreía con tanta facilidad e incluso terminé quedándome apartado del grupo más grande de la clase, por lo que al final sólo iba con un par de amigas de clase.

    Obviamente, había un gran factor principal que fue lo que hizo que hiciera un cambio tan drástico. Ni más ni menos, fue (y sigue siendo) la cisnormatividad(1) que hay en la actualidad y que la mayoría de gente tiene completamente interiorizada.

    ***(Sé que no todo el mundo sabe de tecnicismos del colectivo LGBT –en este caso trans-, por lo que voy a ir haciendo alguna que otra anotación con números. Si no entendéis lo que significa algo y está marcado con un número, a bajo del post vais a encontrar una definición sencilla que he tratado de elaborar yo mismo para que así logréis entenderlo todo perfectamente. No obstante, si tenéis alguna duda o no os ha quedado algo del todo claro sobre el tema, podéis consultarme.)***

    Para que entendáis esta historia mejor, debo de contaros un hecho del que no me avergüenzo para nada: soy un chico transgénero(2).

    Como bien sabemos y hemos podido llegar a percibir a la larga de nuestros años (seamos mayores o menores) siempre hay unos roles de género(3) preestablecidos que nos impiden expresarnos con la claridad que desearíamos. A mí, al haberme inculcado desde pequeño que debía de jugar con muñequitas y a las cocinitas (que no sólo lo hacen en casa, sino que también en el colegio), se me privó el supuesto derecho que tenía para poder jugar con coches o pelotas. Y no, no os mentiré diciendo que me desagradaba peinar a Barbies, porque yo me lo pasaba estupendamente. De lo que me quejo es que hubiera deseado poder decirle a mi madre/padre que ése día quería jugar con cochecitos y otro día sacar a pasear a la muñeca.

    Volviendo a lo que deseaba explicaros (que me voy por las ramas): Gracias a ésos roles, yo siempre me he obligado a actuar como supuestamente debería de actuar una niña. Pero a pesar de todo lo que me esforzaba, estaba infeliz. No me gustaba. Más bien, me odiaba a mí mismo. Me fijaba en cómo los chicos jugaban al fútbol y, cuando iba a comprar ropa siempre me fijaba más en la sección masculina. Eran y siguen siendo míseros roles, pero yo me sentía mejor dentro del papel masculino que del femenino.

    Simplemente dejé pasar el tiempo. Creía que sólo lo hacía porque en aquél entonces me atraían los chicos y que ya se me iría de la cabeza aquella idea tan “bizarra”.

    Pero el malestar seguía y seguía. La depresión me hundía; incluso dejé de comer bien y padecí de bastante sobrepeso con nueve años (cosa que usaron para hacerme aún más bullying, aunque eso ya se trata de otra historia, la cual quizá explicaré más adelante). A mí me consideraban una “machorra lesbiana”, puesto a que en cuarto de primaria yo empecé a vestir mucho más dejado y siempre con el pelo recogido en una coleta (ya que mi padre no me lo dejaba cortar). Tras ése año más lleno de burlas que nunca, opté por empezar a comer menos. Bastante menos.

    Cambié mi estilo de vestir, incluso me maquillaba cuando podía. Imitaba a las chicas de mi clase, porque de esta forma sería “normal”; no se reirían tanto de mí.

    Así fue. Tenía razón.

    Pero las inseguridades empezaron a resurgir de mis entrañas. ¿Por qué no podía actuar como realmente YO quería? No me dejaban ser yo.

    Me sentía fatal. Lloraba cada noche, tapándome con la almohada para que ningune familiar escuchara mi propio llanto.

    Seguí básicamente igual, con la única excepción de que el santo internet me ayudó a evolucionar como persona. Había algo dentro mío que me decía “eres un chico” pero eso me parecía demasiado extraño. Por eso busqué.

    Ahí averigüé que existía más gente como yo, que no era el único, que podía recibir apoyo moral. ¡Que incluso había un colectivo conjunto con ésa gente, la gente cuya identidad no era la misma que la que le asignaron! Al fin y al cabo, no era algo raro.

    Pero no.

    Me parecía demasiado fuerte.

    Si yo llegaba a decirle algo semejante a mi padre, probablemente me odiaría hasta la muerte.

    Terminaría por joder el ambiente familiar de casa (el cual ya de por sí mismo no estaba demasiado bien).

    Me lo guardé e incluso me obligué a vestir con más faldas y maquillarme más justo cuando subí a la ESO (con unos 12-13 años). No haría nada que llegara a perjudicar la vida de les que me rodeaban. Pero mi madre me veía muy triste, desmotivado y por ende, me llevó a un psicólogo. Ni a él quise decirle la verdad, porque sabía que si se lo decía, se lo contaría a mí madre (además de que ése señor era un negligente y, en parte, no me arrepiento de no habérselo dicho). Me diagnosticaron depresión y ansiedad, por lo que también empecé a medicarme para así solventar dichos trastornos.

    Pero seguía igual, incluso peor. En segundo de la ESO no pude más y, a final de curso, se lo conté al par de amigas que mencioné al principio de la historia. No se lo tomaron para nada bien, no. Ése verano me dejaron completamente solo. Pasé los días encerrado en mi habitación, resguardándome en las redes sociales –sobretodo Twitter- ya que ahí sí que tenía cierto apoyo y podía desahogarme todo lo que quería. Empecé a quererme un poquito más, tas haber aceptado quién soy.

    Ése mismo verano también se lo conté a mi hermana mediana y a mi madre. No se lo tomaron demasiado bien, pero tras unos meses lo asumieron y me trataron en masculino y mi nombre sentido. A mi padre le costó mucho e incluso aún le cuesta. No lo asimiló para nada bien, pero tampoco se puso en medio de mi tránsito. Pude empezar a hormonarme y estas vacaciones de navidad voy a recibir la operación llamada mastectomía(4), por lo que no me puedo quejar, ya que de momento todo está yendo bastante bien.

    Eso sí: En tercero de la ESO, recibí repulsión por parte de mis compas de clase. Fui discriminado por dar voz a mi identidad, fui discriminado por tratar de ser feliz y fui discriminado por no querer ser alguien que no era yo. Perdí mis amigues del instituto pero este año lo he empezado en un nuevo centro y también estoy más feliz de lo que antes estaba.

    Con todo esto, deseo transmitiros una conclusión positiva: De prejuicios y estigmas hay en todos lados, incluso en nosotres mismes hasta que nos reconstruimos. Nunca debéis de avergonzaros de vuestra orientación sexual o romántica, o de vuestra identidad. Mucho menos de vuestro físico o personalidad. En la diversidad está el gusto, y debéis de decir adiós a la persona que no os respete por ser VOSOTRES.

    Os he explicado gran parte de mi vida en un simple post y agradezco de corazón a quiénes lo hayáis leído todo. Si me veo con ánimos, quizá profundice más sobre alguna de las cosas que he nombrado hoy por aquí. Un placer.





    (1) Expectativa de que todas las personas son cisgénero, es decir, que corresponden a la identidad que se les estipuló justamente al haber nacido.
    (2) Antónimo de cisgénero. En mi caso soy un chico al que, justamente al haber nacido, me asociaron el género femenino pero me identifico con el masculino.
    (3) Son construcciones culturales y sociales que clasifican los atributos psíquicos y físicos de las personas, dividiéndolos en hombres y mujeres, y limitando sus respectivas posibilidades de desarrollo de ciertas capacidades personales, culturales, sociales, económicas, políticas, deportivas, emocionales, etc.
    (4) Es una cirugía para extirpar los pechos y darle un aspecto semejante al asociado como “masculino”.
    a Muffins, Lucas Diamond, Jaenie y 3 más les gusta esto.
  2. ¡Buenas!
    Esta va a ser mi primera entrada en el blog, por lo que he decidido hacerla un poquito más light y más adelante ponerme a postear activismo (además de alguna cosita más light parecida a esta misma), puesto a que es de lo que acostumbro a hablar en mis otras redes sociales.
    En fin, me dejo ya de introducciones y voy a pasar al tema principal: Las fiestas de Navidad.
    Personalmente, entre todas las festividades, es mi favorita. Cierto es que se ha utilizado para volverlo algo más comercial (démosle las gracias al capitalismo), pero las luces, la comida, la nieve... Es algo que sigue encantándome.
    Aún y así, las navidades de 2017 las voy a pasar tranquilas. Otros años solía salir con un par de amigos para tomar algo, hacer fotos e incluso, si nos apetecía, íbamos a comprar ropa; pero me da a mí que voy a cambiar los planes y pasar las fiestas en la cama con el edredón, el móvil y la taza de café caliente (además de que como voy a pasar por la sala de operaciones no voy a tener la movilidad deseada hasta que me recupere). Me gusta el frío, pero es que está siendo un invierno DEMASIADO helado, como mínimo en el pueblo en el que vivo. Ya he pillado un catarro y me rehúso a coger uno nuevo.

    ¿Y vosotres? ¿Tenéis algún plan en concreto ya hecho para esos días?