Un demonio Shinigami

Un demonio Shinigami

En busca de respuestas

Nunca me sentí del todo normal, no encajaba como las demás chicas de su edad. Era difícil verme integrar actividades de jovencitas y por eso era ignorada en el instituto. Cuando mi padre me dijo que se irían a vivir a Japón realmente no me afecto en lo más mínimo, no tenía amigos a los cuales extrañar ni cosas de las cuales le seria difícil desprenderse. Su familia era rica y podía tener lo que quisiera pero prefería una vida austera y sin lujos.

Cuando el avión despegó lo último en lo que pensé fue que ella y su padre eran un par de extraños que vivían bajo el mismo techo. Nunca hablaban de nada ni se incomodaban el uno al otro con su presencia, creo que la única razón de que siguieran juntos era la costumbre. La muerte de su madre 10 años atrás fue un golpe duro para su padre, el cual nunca lo supero.

Nunca pudo saber a ciencia cierta cómo murió, pero sabía que su muerte no fue por causas naturales. Su padre nunca la miraba realmente, pero una vez, sólo una vez en el trascurso de esos dolorosos 10 años él le dijo algo que dejo una espina clavada en ella.

“Tú no morirás como los demás. Tú no vivirás como los demás”

Esas extrañas palabras dichas en un completo estado etílico fueron lo que la llevaron a estudiar e investigar más sobre su madre, durante todo ese tiempo sólo pudo descubrir un libro, el cual perteneció a su madre y encontró en un viejo arcón en el altillo de su antigua casa, ya lo había leído varias veces. No sólo la página que su madre había marcado con su nombre si no todo el libro. Pero ahora mientras viajaba releía la página marcada.

“La mayoría de los onis representan las fuerzas malignas que causan las desgracias, roban las almas a personas inocentes; pero existen muchos tipos de onis. Los onis poseen habilidades extraordinarias, como una fuerza sobrehumana que les permite mover cosas grandes y pesadas, hasta provocan rayos, tormentas y otros desastres naturales. Algunos hasta cuentan con la capacidad de asumir forma humana y/o animal.
Si bien, la mayoría de los onis se dedican a robar, destrozar y aterrar a las personas, estos seres no son malvados por naturaleza. Incluso se dice que pueden ayudar a los humanos en apuros. Pueden lucir grandes, feos y tontos, pero llegan a ser más astutos de lo esperado.”

¿Qué significaba esto?, ¿qué relación tenía con su madre y con ella?

Luego una leve turbulencia sacudió al avión causando pavor en algunos de los pasajeros, giró su cabeza para ver la nada del cielo y luego todo desapareció.

Cuando pudo recuperar la vista estaba en un lugar totalmente diferente parecía un pueblo antiguo del Japón, la gente circulaba sin preocupaciones y la miraban algo extrañados. Un niño se le acerco vacilante y con mirada temerosa.

— ¿Eres un Shinigamis?

—Mmm… —frunciendo mi seño lo contemple sin entender a lo que se refería.

—¿Si eres un Shinigami? —. El niño lucía harapiento y muy sucio, esto me molesto mucho ya que no me gustaba ver a los niños en ese estado.

—Lo lamento no se que es un Shinigami—. Le dedique una dulce sonrisa con la esperanza de no asustarlo y me coloque en cuclillas para estar más a su altura.

—Te pareces a uno —. Ladeo la cabeza y sonrío— Los Shinigamis tienen un extraño poder que los envuelve y tu lo tienes aunque no es igual.

—Así que estos Shinigamis tiene un poder que los envuelve— ¿dónde diablos estoy? Pensé en mi fuero interno

—Eres extraña, supongo que eres una recién llegada —. Una risa risueña escapó de los labios del pequeño.

—Supongo, aunque no estoy segura. Hace unos instantes estaba en un avión y luego no vi nada más, cuando pude recuperar la visión este lugar apareció.

—Estás muerta y esta es la sociedad de almas, para ser más exacto estas en el Rukongai.

—Pequeño puedes ser más específico y, ¿a qué te refieres con muerta? —pregunte alterada y completamente confundida—. Esto era la peor broma de mal gusto que había visto, no le encontraba la gracia. — pensé para mí misma.

—Tal vez yo pueda explicarte mejor —. Una anciana igual de deteriorada que el niño fue la que habló, tenía el cabello blanco y escaso, su kimono era sólo una tela deslucida y llena de tierra —. Te explicaré dónde estás y qué es este lugar. La sociedad de almas, es el lugar donde las almas de los seres humanos cuyos actos no los conducen al infierno, y a su muerte terminan aquí. La Sociedad de Almas está dividida en dos partes bien diferenciadas: el Rukongai, donde viven las almas normales de los humanos que carecen de poder espiritual, y el Seireitei, donde viven los Shinigamis.

— ¿Este es el cielo? Estoy muerta… ¿cómo? —pregunte aún más angustiada y confundida—. Realmente no lo entendía —pensé— Cómo morí si no viví, ¿el avión se estrelló o explotó? Realmente no entiendo que paso pero ¡no puedo estar muerta! y esto, ¡no puede ser el cielo! ¿Cómo puede serlo cuando esta gente luce tan mal como en la tierra? —debía analizar todo con lógica y tranquilidad.

—Debe ser difícil para ti entender lo que paso, pero ten en cuenta que este lugar no es como la visión que muchos tienen del cielo. Aquí las almas envejecen, aunque a un ritmo mucho más lento que en el mundo de los vivos. Las almas pueden tener hijos, y existen familias de Shinigamis cuyos ancestros han nacido en la Sociedad de Almas por muchas generaciones, lo que las hace nobles. Además, pueden morir de vejez, enfermedad, asesinadas o en combate. Las partículas espirituales de las que están hechas las almas, se disuelven y forman parte de la estructura de la Sociedad de Almas. La muerte es otra vida en sí.

Algo estaba mal esto era ensueño y quería despertar, un grito de angustia y desesperación creció en mi garganta creando un nudo que me ahogaba y pujaba por ser liberado, ya sin más fuerzas para luchar contra todo esto que no tenía lógica lo deje salir en un estruendo de dolor.

En el Seireite se percibió un gran reiatsu proveniente del Rukongai. Shigekuni Yamamoto-Genryusai, fue el que con mayor claridad lo percibió y decidió averiguar personalmente el origen de ese reiatsu.

 

Capitulo 2

Conociéndome.

El niño a su lado se asusto por la liberación de tremendo poder y se protegió cruzando sus brazos frente a su rostro para evitar un golpe en la cara, la correntada de aire en torno a mi cuerpo fue creciendo hasta convertirse en un tornado que protegía mi cuerpo del mundo exterior.

¿Dónde estoy?, ¿qué es este lugar? Luego las palabras del libro acudieron a mi mente

“Los onis poseen habilidades extraordinarias, como una fuerza sobrehumana que les permite mover cosas grandes y pesadas, hasta provocan rayos, tormentas y otros desastres naturales.”

Cuando baje la guardia el viento me protegió separándome del exterior, ¿qué significa esto?

Caí en la cuenta de un grito de terror y pensé en el pequeño que había estado muy cerca de mí. La alarma creció en mí temiendo haberlo lastimado con tremenda imprudencia de mí parte. Me levante y normalizando mí respiración intente controlar el viento a mí alrededor.

Tan rápido como empezó todo acabo. Busque con la mirada al niño y a la anciana, se encontraban a no mas de 20 pasos de distancia y la miraban con terror y sorpresa.

—Lo lamento no se que paso pero no es mi intención hacerles daño. — la mirada en sus rostro era algo preocupante pensé de repente con alarma que había lastimado al niño. — Por favor perdóneme, ¿te lastime?— pregunte al pequeño que me miraba con los ojos como platos

— ¿Qué te paso?—pregunto el niño asombrado, mientras levantaba su brazo y me apuntaba con el dedo al rostro— Tu cara es diferente.

— ¡Mi cara!— toque mi rostro con mis manos temiendo lo peor tal vez no había estado segura dentro del torbellino como creí si no todo lo contrario, pero al deslizar mis manos no encontré nada desfigurado, note si la piel mucho más suave, era como deslizar la yema de mis dedos por la más pura seda. Mire a mi alrededor y vi un barril con agua de lluvia y con premura me dirigí hacia el. El reflejo que el agua me devolvía no era el mío, la mujer que me miraba tenia unas facciones delicadas y una pálida piel, junto con unas sonrosadas mejillas que acentuaban la palidez de sus ojos color violeta, la cabellera negra larga y sedosa enmarcaban ese exquisito rostro de porcelana.

Al girarme pude notar que mi cuerpo se movía con delicada y grácil elegancia, junto con el viento que giraba a mí alrededor. Si antes llamaba la atención ahora los dejaba sin aliento mi cuerpo se redondeo lo justo, mis manos eran suaves y delicadas, perfectas.

Una energía se aproximaba en dirección a ellos, lo cual puso mis sentidos en alerta quien sabía lo que se aproximaba y con que intenciones. Sin pensarlo mucho tome a el niño de una mano y a la anciana de la otra y corrí tan rápido como podía.

Definitivamente no me iba a quedar a ver quien era no si no tenia como defenderme. Corrí tan rápido que ni cuenta medí de las dos personas que llevaba a rastras. No me detuve a pensar por que una mujer adulta y un niño no pesaban nada para mí mientras corría.

Cuando por fin me detuve lo hice en un claro y la energía ya no se sentía por ninguna parte. La mujer y el niño me contemplaron y sin más dijeron;

—Debemos encontrar un lugar donde pasar la noche ya que volver a la ciudad nos tomaría dos días de viaje.

¿2 días?, ¿Cuánto corrí? Al ver el lugar estaba totalmente desierto solo era una verde pradera. Sentí un levé cosquilleo en mí mano derecha, era como si tuviera sujeto algo, sólo para probar lo agarre y moví mi brazo en forma horizontal lo cual produjo un gran chasquido como el de un látigo.

— ¡Un látigo de aire! —exclame con alegría y recuperando la confianza en mi misma ya que no estaba indefensa, por lo menos a distancia, no pude contener la risa al pensar que si debía pelear debía correr para poder utilizar el látigo era debido.

Cuando mire a mí alrededor vi a mis acompañantes o debería decir rehenes ya que los secuestre. Al ver como se preparaban para dormir a la intemperie quise poder hacer algo al respecto si estuviera en mis manos poder construir una casa lo haría sin dudarlo. Las partículas espirituales empezaron a formar muros con gran rapidez mientras el viento formaba un remolino entornó a lo que de apoco tomo forma de una edificación.

En mi mente la imagen de una casa o mejor dicho de una mansión se formo y de igual manera la veía como aparecía frente a mis ojos, recordé que la anciana me dijo que todo el lugar estaba echo de partículas espirituales por lo cual, cualquier cosa que yo quisiera podría crearla si tenia el poder de controlar las partículas que me rodeaban.

Cuando todo quedo pronto mis acompañantes me miraban con asombro. La casa era majestuosa, consistía en una estructura principal de forma rectangular flanqueada por dos pasillos en forma de "L" y un pasillo de cola, contaba con un genkan, cocina, baño y aseo luego estaban los i-má, las particiones dentro de la casa son creadas con los fusuma

—Entremos, estoy muy cansada necesito dormir. —mi cuerpo pesaba como una tonelada de plomo y sentía cada músculo adolorido, era algo extenuarte sólo quería dormir.

Ingrese en la casa y me dirigí a una de las habitaciones y sin mucho preámbulo me tumbé en el futón y quede rendida.

Cuando el sol volvió a hacer su aparición yo me sentía renovada y llena de energía. Me levante rápidamente y pensé que mi ropa no era la adecuada y que necesitaba un baño, utilizando el viento que me rodeaba prepare todo, el baño estuvo en un santiamén pronto y un hermoso quimono azul marino con ribetes blancos yacía en mi cama listo para cuando saliera del baño.

Al salir ya aseada, vestida y peinada me dirigí a la sala para encontrar la mesa puesta para el desayuno.

— Buenos días— la sonrisa en la cara del niño fue como si viera salir el sol en primera fila. Su cabello negro lucia limpio al igual que el resto de él tenia un quimono azul oscuro. Sus ojos negros brillaban tanto que resultaban fascinantes.

— Buenos días, ¿cómo dormiste?— pregunté mientras me sentaba

—Muy bien, la cama es como una nube de blandita, y hay mucha comida — el siguió hablando como un loro mientras enumeraba las cosas que había en la casa y lo bien que se sentía estar allí.

—Yami, deja a la joven tranquila— rezongó la anciana mientras ingresaba a la habitación cargando una bandeja con comida.

—No hay problema no me molesta. Así que te llamas Yami — sonreí mientras le revolvía el cabello — Mi nombre es Hikari Higurashi, es un placer conocerlos a ambos— realice una reverencia como se debe y cuando levante mi cabeza dos personas muy asombradas me miraban.

—No debe hacernos reverencia Higurashi-sama, la gente como usted no debe reverenciar a gente como nosotros.

—Yo veo a una mujer mayor que merece todo mi respeto y un mocoso muy divertido— dije mientras le guiñaba un ojo a este y miraba seria a la mujer que creía que ella estaba por enzima de ellos por alguna razón que se me escapaba.

—Usted…— como ella iba a protestar la interrumpí

—Para mi el respeto es cuestión de edad, usted es mayor que yo por lo tanto debo respetarla por eso, a vivido más que yo y tiene más sabiduría. — ella agacho su cabeza por unos instantes.

—Mi nombre es Hana, pero seria un honor que me dijera obaasan — hizo una reverencia estando de pie.

—Muy bien pero en ese caso con su permiso le diré obaachan— sonreí abiertamente y un presuroso Yami grito en su asiento.

—Pues si le dirás obaachan yo te diré oneesan— la risa lleno todo el recinto contagiándonos a todos.

—Creo que seremos una familia algo singular— sonreí mientras pensaba ¿en dónde estaría mi padre?

El desayuno trascurrió muy tranquiló y más cuando quedo claro que ellos vivirían allí con migo. El echo de tener un techo sobre sus cabezas y comida en la mesa significo mucho para ellos y la sensación de responsabilidad me lleno por completo.

Me dirigí tranquilamente a una distancia prudente de la casa con la intención de entrenar, el lugar que escogí era un claro a nos más de kilómetro y medio de la casa el cual tenia un pequeño bosque a mi derecha y un arroyuelo a mi izquierda, no quería que mi reiatsu fuera percibido por lo que pensé en como ocultarlo y me concentré en sentir el aire a mí alrededor, suponiendo que si no perdía el control podía no elevar mi reiatsu.

El controlar el aire me resulto tan fácil, sólo tenía que pensar con cuanta rapidez quería que fuera el ataque o comprimirlo hasta formar con el una cuchilla que talo todo un pequeño bosque a mi derecha. Al ocultarse el sol podía hacer cualquier cosa que quisiera, lo que más me gusto es que nada se escapaba a mi percepción ya que cualquier movimiento emanaba una pequeña vibración que me indicaba el tamaño y posición del causante de la misma. Sabría si alguien se acercaba en cualquier dirección.

Los días discurrieron con mucha calma, nos complementábamos muy bien obaachan parecía haber rejuvenecido y tenía mucha energía tanta que si no te movías con suficiente rapidez te desempolvaba junto con el resto de los muebles.

Descubrí que Yami no sabía ni leer ni escribir así que reduje mi horario de entrenamiento y empecé a darle clases, era un alumno muy aplicado y fue más asombroso descubrir que tenia ciertas habilidades que le serían muy útiles en el futuro.

Cuando al fin término la semana ya dominaba los 4 elementos con mucha facilidad, pude entender a cabalidad por que los onis podían causar catástrofes naturales. Pero mientras iba perdida en mis pensamientos me llego una voz desconocida para mí, cuando ingrese a la casa me encontré con un niño de unos 14 años y una cautelosa mirada.

—Oneesan, fui al pueblo y lo encontré buscando comida en un bote de basura…— no termino la frase, la cual había dicho mientras realizaba una reverencia quedando su frente contra el pulido suelo de madera.

Hacia poco descubrimos que a unos 10 km se encontraba un pequeño pueblito.

—As echo muy bien al traerlo Yami, ¿Dime cómo te llamas? — le dedique una sonrisa mientras me inclinaba junto a Yami y le revolvía el pelo.

—No tengo nombre—fue la escueta respuesta del jovencito.

—Muy bien, ya que Yami te encontró me parece que te llamaremos…Ankoku, sí ese será tu nombre yo soy Hikari pero puedes decirme onee-chan como Yami— le expresión en el rostro del niño fue de total sorpresa y giro el rostro para que no viéramos las lagrimas. Pensé que había echo o dicho algo mal, en este mundo sólo metía la pata una y otra vez.

Fui en busca de obaasan para decirle del nuevo miembro de nuestra extraña familia.

—Obaasan, tenemos un…— no termine la frece por que la expresión de la anciana era de total enfado. — ¿Sucede algo?— pregunte temiendo la respuesta.

—Los Shinigamis te envían a este lugar, pero no se preocupan del futuro de los niños ellos no encuentran a sus padres y muchos mueren en las calles, aquellos con más suerte son acogidos por familias sustitutas, pero no todos tiene la suerte de toparse con un ángel— se giro y se puso a cocinar la cena para 4 personas ahora.

— ¿Nadie cuida de los niños que están solos?—pregunte mientras un nudo de angustia cerraba mi garganta y las lágrimas pujaban por salir a cantaros.

—Nadie — fue la seca respuesta

Me levante y pensé que para mi todo era fácil sólo tenía que pensar en lo que quería y lo obtenía, ¿pero cuantos niños se encontraban solos y desprotegidos? Nunca me gusto ver a un niño sufrir y si en mí mano estaba el poder ayudar lo haría sin dudarlo y eso es lo que iba a hacer buscaría a los niños y los protegería mientras buscaba a sus padres.

El nuevo miembro de la familia se adaptó muy bien, él junto a obaasan crearon una quinta donde plantaron vegetales, ambos niños ayudaban con el mantenimiento de la casa al igual que yo. Para cuando cumplimos dos meses de vivir juntos obaasan ya tenia todo bajo control y cualquiera que nos viera no dudaría que éramos una familia verdadera cuya matriarca era una mujer muy decidida y laboriosa.

Ese día durante mí entrenamiento el cual realizaba durante un par de horas todas las tardes libere una katana la cual enseguida se transformo y vi ante mí un dragón negro con ojos rojos que respiraba fuego.

Pensé en correr pero el dragón era tan grande como una montaña y se veía ágil así que me quede y espere.

—Soy tu zanpakutō.

La explicación y demostración de los poderes tanto la explicación de lo que es un Shikai, que era la forma en la que siempre estaría la mía por mi poder espiritual y luego estaba el Bankai que debía convocarlo cuando fuera necesario.

El poder que emanaba de mí zanpakutō era sobrecogedor por lo cual decidí que sólo la utilizaría en momentos de extrema necesidad.

Aclaraciones:

Fusuma: puertas deslizantes hechas de madera y papel, que son también portátiles y pueden ser quitadas con facilidad.
i-má: "espacio" de vida. Esto es porque el tamaño de la habitación puede ser cambiado alterando la disposición de los divisores.

Genkam: entrada

 

Capitulo 3

La aparición de un ángel

Los días trascurrían perezosamente y frustradamente, no importaba cuanto buscara no encontraba más información de los onis. Pero por otra parte descubrí cuales eran mis limites y trataba de sobrepasarlos día con día.

En una de mis búsquedas me encontró en una mugrienta callejuela del Rukongai una niña de unos 2 años llorando sola. La pequeña tenia raspones en sus rodillas sus ropas estaban deshilachadas y se veía que no había comido en días.

Me senté a su lado tranquilamente tratando de no asustarla, saque de entre mis ropas una naranja la cual pele con sumo cuidado y desgaje. Uno a uno le fui dando los gajitos a la niña quien los devoraba con ansia.

—Bueno, ya no hay más será mejor que busquemos más comida para llenar esa pancita ¿no crees?— pregunte mientras sonreía a la pequeña la cuál se me lanzo a los brazos llorando

— ¡Kaachan!— la pequeña lloro en mis brazos mientra yo quede helada por lo dicho por ella.

Con cuidado la alcé entre mis brazos y emprendí mi camino. La gente me observaba con curiosidad, me daba cuenta que dábamos una imagen algo discordante, ése día lucía un esplendido quimono con motivos de Sakura en mangas y ribetes, el tono era de un rosa pálido mientras que el quimono era de un blanco brillante, el cabello lo deje suelto por detrás y sujeto en los costados por dos peinetas de jade.

Mientras yo era la imagen de la opulencia la niña representaba lo contrario, causando que mi corazón se estrujara. La pequeña quedo dormida tranquilamente mientras avanzábamos rumbo a mi hogar, cuando llegué la pequeña se despertaba a medias por los constantes reclamos de su pancita.

—Obaasan …— llame mientras me descalzaba mis valerinas e ingresaba en el i-má —¿Obaasan? — al no obtener respuesta me preocupo, pero luego un grito desgarrador quebró la quietud del lugar. Corrí sin demora al lugar de donde provenía dicho alarido y me encontré con una joven madre en trabajo de parto, Obaasan era la partera.

—O niña llegas en buen momento— fue el recibimiento que me dio Obaasan, mientras la joven sudada exhausta y quejosa miraba la nada.

—No estoy tan segura de eso Obaasan —ver a la joven en ese estado me impresiono, obvio que había visto partos pero en el Discovery y con opción de silenciar y sobre todo haciendo zapping en los momentos cruciales, cosa que no podía hacer allí.

—Lleva a esa niña para que Yami la cuide, no puede está aquí— no proteste ya no podía estar en esa habitación, cuando vi Aliens por primera ves vomité cuando esa cosa salio y me sentía exactamente igualen. No duraría mucho en la habitación junto con la parturienta.

Yami y Ankoku estaban sentados lejos de la casa contemplando la nada. El lugar que eligieron fue un precioso jardín de piedras que se encontraba al noroeste de la casa a no más de unos 50 pasos

—Chicos, ¿podrían ayudarme? —les pregunte apenas llegué y vi la ansiedad pintada en sus rostros.

—¿Oneesama?— Yami contesto pero la vos le tembló y trago con dificultad a la espera de lo que le pudiera pedir.

— ¿Podrían cuidar de la pequeña mientras yo ayudo a Obaasan?— que me parta un rayo si realmente quiero volver a ese lugar, con suerte y la criatura ya habrá nacido y sólo tendré que ayudar a limpiar — la encontré en el Rukongai sola, necesita un baño comida y ropa nueva ¿podrían ustedes hacer eso por mi?

Ambos jóvenes mostraron sus más relucientes sonrisas y el alivio se pinto en sus tensos rostros, lo cual me causo gracia por verlos tan preocupados a la posibilidad de que les pediera que ayudaran con el parto.

—Oneesama con gusto la cuidaremos. — exclamaron al unísono.

Me dirigí de vuelta al i-má pero con cada paso que daba se me volcaba el estomago, cuando llegué a la puerta resé que el niño ya estuviera fuera, pero al abrirla me di cuenta que no era mi día de suerte.

Luego de más de 4 horas de un laborioso trabajo de parto por parte de la madre y otro laborioso trabajo por mantener el contenido de mi estomago en mi estomago un hermoso varón nació al cual la madre decidió ponerle Keigo. La verdad es que era muy bonito todo rosadito y con unos ojos chocolate muy hermosos.

La madre se llama An, tenìa unos 26 años y su esposo había muerto hacia uno mes devorado por un Hollow. La joven se quedaría con nosotros, la familia se agrandaba a pasos agigantados en un sitio como esté.

En otro lado un joven de pelo naranja vestido como Shinigami contemplaba el horizonte mientras pensaba en la pronta perdida de sus poderes.

— ¡Idiota! No pongas esa cara, encontraremos la forma que todo siga igual ya lo veras. — la joven de cabellera negra que le llegaba a penas al hombro lo golpeo con una patada que lo hizo volar barios metros.

—¿Por qué me golpeaste enana? — grito un joven bastante exaltado.

—Ichigo, no puedes bajar la guardia ni perderlas esperanzas todos contamos con tigo para vencer a los futuros enemigos que aparezcan.— Rukia bajo la mirada y se volteo dándole la espalada — Yo cuento contigo.

Kibo con apenas 2 añitos conquisto el corazón de todos los presentes y realmente fue conmovedor cuando conoció a Keigo le dio tantos besos que el bebe se siento molesto y lloro mostrado su desacuerdo.

An se recupero rápidamente y ayudaba con las tares del hogar mientras entre todos cuidábamos a los dos pequeños. Durante mis horas de entrenamiento fui capas de entender a un más todo lo que me rodeaba y más bajo la tutela de gruñón pues así le decía a mí zanpakutō nunca pensé luego de enterarme que una zanpakutō refleja en cierto grado a su maestro que la mía seria tan cascarrabias y gruñona además de molesta.

Mayor mente no entrenaba mucho con ella, por el hecho de que discutíamos mucho más de lo que entrenábamos. Él consideraba que yo debía practicar más con la espada y menos con los elementos, mientras mi punto de vista era que usando sólo la zanpakutō en su estado de shikai era muy poderosa y peligrosa.

Las discusión siempre terminaba igual: “¿Si sólo baso mi poder en ti, como podré ser mejor de lo que ahora soy?,¿ no debería superarme a mi misma para ser digna de portarte?, y por último ¿Cuántos crees que podrán contra ti?”

Luego de dicho esto volvía a su reposo en mi mundo interior, pero sabía que esa tregua tasita no duraría más que 24 horas.

Luego de unos días de paz decidí volver al Rukongai, esta vez mi objetivo no era saber de los onis sino buscar a la madre de Kibo. Pregunte a todo el que se me cruzo en el camino pero o me miraban con extrañeza o corrían sin contestarme nada.

Camine durante varias horas hablando con uno y otro y viendo la situación tan degradante en la que algunos vivían, aquí más que en cualquier otro lugar del mundo se veía claramente las diferencias en las clases sociales.

Unos hombres algo bebidos se me acercaron y me rodearon, el fétido olor del alcohol que de ellos emanaban era casi palpable, en total eran 4 de complexión mediana nada en ellos los hacia destacar de entre de un mar de rostros.

—Valla, valla miren lo que tenemos aquí…— una sonrisa que mostraba la falta de algunas piezas dentales se formo en el rostro del hombre que tenia enfrente de mi — ¿dime princesa no estás muy lejos de casa?

Todos los demás se rieron al unísono.

—Tienes suerte de toparte con nosotros… sabes… — me contemplo de arriba abajo con lujuria— sabes he pensado que es hora de casarme y tu serias perfecta para ese papel…— su sonrisa se amplio más mientras inclinaba su cuerpo así mi — me voy asegurar que tu padre no se oponga que te parece le daremos la noticia de que tiene un yerno y un nieto en camino — la carcajada salio desde el fondo de su garganta mientras los demás la coreaba, una de sus manos se dirigía a tomarme del brazo y yo prepare una cuchilla de aire para cortarlo apenas se acercara. No tuve oportunidad de hacer nada un brazo fuerte sostuvo al hombre que tenía enfrente y lo hizo girar en su lugar para luego darle un puñetazo y dejarlo inconciente.

—¡Lárguense y no vuelvan! — esta orden dicha con vos tranquila pero lacerante fue suficiente para hacer que los 3 restantes tomarán su amigo inconciente y salieran corriendo del lugar.

—Gracias— fue todo lo que se me ocurrió decir, el hombre tenia una capa con mangas y la capucha cubría su rostro, pero pude ver unos ojos rojos como fuego y un mechón de cabello blanco.

— ¿Dónde está su guardia? — pregunto a su ves él

— ¿Guardia? No tengo nada que se asemeje a algo así — contesté algo confusa. Parados en medio de una calle flanqueada por casas y negocios que hacia menos de un minuto estaba lleno ahora parecía desierto no había nadie en el lugar, sólo el extrañó y yo.

— ¿De que familia vienes?— me contemplo por unos instantes y decidió o que yo no le iba a contestar o que no le importaba por que continuación dijo— te llevaré de vuelta con tu familia.

—Vivo lejos de aquí — señale con mi cabeza la dirección de donde venia — y se volver sola ¿Quién es usted?, ¿por qué me ayudo?

—Las jóvenes de la nobleza no deberían estar en un lugar como este, es un blanco fácil para los truhanes que por aquí circulan.

—Primero no soy de la nobleza, segundo son abandonados a su propia suerte sin recurso y hacen lo que pueden para vivir mal o bien pero lo hacen, tercero no soy blanco fácil para nadie puedo defenderme sola. —dicho esto me di vuelta y emprendi mi camino a mi hogar.