Soy un ángel

Hola, antes de nada, esto es solo una pequeña introdución a la historia, quiero avisar que critico bastante a la sociedad, pero de una forma un poco exagerada metiendome en el papel de la protagonista, no quiero que nadie se sienta ofendido, en el mundo hay buenas persona, y dicho esto les dejo con la introdución, espero que les guste y comenten.


Me siento tan sola en este mundo, tan incomprendida, mire a donde mire, siempre veo lo mismo, todas las personas se comportan igual, todas menos yo, siento que no soy igual que ellos, en el fondo eso me gusta, no ser igual que los demás, no hacer lo que los demás hacen.
Tengo una sensibilidad distinta a ellos, por más que les observo, no consigo comprender como les puede gustar ciertas cosas, por que siempre tienen que utilizar la violencia para arreglar todo, si, en definitiva, no soy como ellos.
A veces pienso, ¿que es lo que hago aquí? no pinto nada, ellos me miran raro, como si fuera un bicho raro, me rió, no se dan cuentan de que los raros son ellos, seres sin personalidad, solo son un cacho de carne mortal sin sentimientos, que no se preocupan por nada mas que ellos mismo, les da lo mismo su entorno, les da igual hacer daños, solo saben reírse de los demás.
En este mundo, aún buscó un lugar en el que pueda sentirme a gusto, pero hace poco encontré a seres con los que me siento identificada: los ángeles
¿Son ellos los únicos que me comprenden? por ahora solo he oído hablar de ellos, pero se que existen, ¿soy yo uno de ellos? no lo se, ellos intentan hacer del mundo algo mejor, y yo no he hecho nada.
No me da miedo la muerte, si no haber muerto sin ser alguien importante, reconocida mundialmente por haber cambiado el mundo, aunque cada día que pasa, dudo más que lo pueda conseguir.
Mi única escapatoria es escribir, las palabras parecen ser el único camino que me aleja del mundo real, las palabras son algo magnifico, pueden ser lo que yo quiera, por eso escribo, les escribo a ellos, en un desesperado intento de que acudan a mi lado y me ayuden, los ángeles son mi única salvación.
Mis pequeñas investigaciones, me dicen, que puedo estar andando entre ellos sin darme cuenta, aunque no se si es cierto, me encantaría ser como ellos, por que pienso, que es por esa razón la que estoy aquí, andando entre los mortales, yo puedo cambiar el mundo, pero necesito su ayuda.
Me llamó Alexia, y soy un ángel.

 

Actualmente vivó en Madrid, tengo quince años, nunca conocí a mis padres, siempre he vivido en el orfanato o en alguna casa de acogida, he estado acogida en dos familias que al final me devolvieron por que les asustaba mi opinión de los humanos , en las casas no estuve mas de un mes, pero ahora llevó tres años seguidos sin que nadie me quiere acoger o adoptar, hasta hoy , Luís, el director del orfanato me viene a buscar a mi habitación, con la que la comparto con dos chicas mas, Elisa y Laya, aunque llevó con ellas dos años, apenas he hablado con ellas, saben como soy, saben como es mi forma de ser, y al igual que todo el mundo, las doy miedo, Elisa tiene mi edad, tiene el pelo corto y moreno, tiene los ojos marrones, es una chica alegre pero tímida, es muy amiga de Laya, una rubia bastante rebelde, siempre se esta metiendo en líos, no me cae bien, siempre viste como si fuera una prostituta, nuestra habitación siempre huele a porro por cortesía de ella, aunque Elisa siempre la molesta ese olor nunca se queja, es como su monito de repetición, además de su esclava, siempre va detrás de ella como si de un dios se tratará, Laya pasa olímpicamente de ella, solo la utiliza para que la haga los deberes de clase y para hacer la colada, no se a cual de ellas dos odio mas, a Elisa, por no tener personalidad o al putón de Laya por comportarse como es, detesto este orfanato, aunque es mejor que estar en una casa de acogida, donde tienes que hablar con esa gente, que finge ser simpática, pero que se de sobra, que mas tarde me pedirá que haga las maletas y me enviaran de nuevo al orfanato. Se que con mi edad, debería empezar a pensar que hacer, pues cuando cumpla los dieciocho me echaran de allí, y no se adonde voy a ir, no se donde voy a trabajar.
No podemos casi salir del orfanato, damos clase allí, en el pabellón contiguo al de la residencia, y como mucho por la tarde nos dejan salir a lo que ellos llaman patio, a veces pienso que vivo en una cárcel, ¿que he hecho para vivir aquí? soy la única que se porta bien, no sacó buenas notas, pero no me meto en líos, nunca me peleo, no trapicheo ni tomo drogas, entonces ¿Por qué estoy aquí?
Como iba diciendo, el director me viene a buscar, es un hombre de unos cuarenta años, soltero, es alto y muy delgado, tiene unas gafas de culo de botella que hace que sus ojos parezcan enormes, tiene el pelo negro lleno de grasa, es bastante feo y me cae mal:
_ Alexia puedes pasarte por mi despacho_ dice esto mientras se coloca las gafas en su larguirucha nariz, siempre lo hace sonriendo y pensando que me hace ilusión saber que voy a tener una nueva familia de acogida, cualquiera que estuviera allí estaría encantado de largarse, a mi en cambio, no se que es peor, se que la familia que me acoja terminará hartos de mí, no me gustan las reglas, voy por libre, además, no soporto a los humanos, lo bueno del orfanato, es que como nadie me cae bien, no tengo que hablar con ellos. Me levantó de la cama, la habitación de los orfanatos, no son, que se diga muy acogedoras, las paredes están pintadas de un beige claro, debía de haber pasado muchos años desde que la pintaron, por que se nota que la pintura esta desgastada, el suelo de es baldosas blancas y negras, muy frío, la habitación no es que sea muy grande, lo suficiente para tumbarme en la cama y no ver la cara de mis compañeras, aunque si las oigo hablar, Elisa y yo dormimos en la litera, yo abajo y ella arriba, las colchas son blancas, y los barrotes de madera, hay otra cama al otro lado de la habitación, que da a la ventana, es el mejor sitio, que por supuesto tiene Laya.
Guardó mi cuaderno negro donde escribo mis poesías y mis pensamientos, son los únicos que me ayudan a sobrellevar esta vida, ando despacio, sin ganas alguna hacía la puerta del dormitorio donde me espera Luís, el me deja pasar para luego cerrar la puerta:
_ ¿sabes Alexia? tengo buenas noticias…_ comenzamos andar por el pasillo largo que se parecía al de los hospitales, las pocas ventanas que había tenían rejas, las paredes están pintadas de blanco, los fluorescentes que alumbran levemente por la noche siempre están parpadeando, ¡cuando narices los van a arreglar! me ponía negra andar por esos pasillos, las puertas de los dormitorios estaban cerradas, alguna vez, al pasar al lado se oían voces_ … hay una familia que quiere adoptarte_ sus palabras me dejaron en estado de shock, casi siempre las familias venían para acogerme durante un tiempo, pero adoptarme aún no había ninguna que hubiese querido, hasta ahora.
Llegamos al despacho de Luís en silencio, pensando en lo que acababa de ocurrir, el se sentó en su sillón de cuero marrón, y al otro lado de la mesa yo:
_ ¿que te pasa? no estas feliz, por fin tendrás una familia…_ era extraño que alguien de mi edad fuera a ser adoptada, los matrimonios quieren bebes, o como mucho los niños adoptados no superan los cinco años, los de mi edad solo nos quedan las familias de acogida, y si no lo conseguías, la única solución cuando te echaran era dedicarse a las drogas y morir en alguna pelea
_ que quieres que te diga, he tenido dos familias de acogida, y me han devuelto, que quieres que piense, se que esto va a ser igual
_ eso depende de ti, te he dicho muchas veces que te dejes de comportar como si fueras un muerto viviente, asustas a la gente, sobre todo cuando sueltas las lindeces que salen de tu boquita
_yo soy así, espero que alguien me acepte tal como soy_ Luís se acercó a mí
_por favor, puede sonar mal, pero… no quiero volver a verte, aquí, en el fondo eres una buena chica, y puede que seas de las pocas de este orfanato que llegue a tener una buena vida, a si que ahora, vas a sonreír y recibir a tus nuevos padres_ Luís me miró serio esperando ver una sonrisa, yo levante el labio superior un poco, en un desesperado intento de que pareciera una sonrisa
_parece cara de asco… _ alguien llamó a la puerta, se me hizo un nudo en el estomago, seguro que eran ellos, mis nuevos “padres”.

 

Hola!!! Aqui esta el segundo capitulo de mi historia, espero que les guste, y disculpen las palabrotas, pues mi historia representa un mundo bastante malo :)


El propósito de Luís de que sonriera se vio frustrado, suspiro y se levantó de la silla para abrir la puerta, yo me gire y contemple la escena, el director abría la puerta y detrás de ella aparecía un matrimonio de unos cuarenta y pico años ambos, la mujer llevaba el pelo corto y rubio, llevaba un vestido de flores, horrible, el hombre parecía un sabio de hace miles de años, llevaba el poco pelo engominado, llevaba un jersey de pico y pantalones pinzas, a primera vista, parecían unos pijos de mucho cuidado, cosa que despreciaba, suspire, menuda me había caído.
Me levante de mi asiento y me dirigí a la puerta, me puse al lado de Luís esperando una presentación, el matrimonio me miró de reojo, yo me fije atentamente en la expresión de su cara para saber si les daba miedo, pero no fue así, sonrieron y se miraron entre sí:
_bueno, les presentó a Alexia_ yo levanté la mano levemente a modo de saludo, Luís me pellizco el brazo, en un intento de que sonriese
_hola _ casi fue inaudible, pero suficiente para mí
_esta es la familia Vázquez, tu nueva familia _ hizo énfasis en “tu nueva familia” para que me quedará claro, pero las presentaciones continuaron_... esta es Catalina _ la mujer que iba pintada como una puerta sonrió, cosa que me fascino, pues tenía la cara tan plastificada de los botox que jamás pensé que fuera capaz de hacer eso, ella se acercó a mi y me abrazó, sus uñas de porcelana se clavaban en mi espada, atufaba a colonia cara, se separó y siguió sonriendo, me pellizco la mejilla, y yo solté un leve “¡ay!”, Luís continuo con el “sabio”
_ y este es Leonardo_ nombre pijo donde los halla, “el sabio”, ya se había quedado con el mote, me dio dos besos en la mejilla, olía humo de tabaco, aunque estaba acostumbrada a ese olor que se intercambiaba con el de los porros en mi habitación_ suspiré sin saber muy bien que hacer, Catalina se echó atrás y contemple que en mi nueva “familia” había alguien más, una chica de cabellos rubios, ojos azules con la raya del ojo muy marcada, llevaba un pintalabios rojo muy intenso, llevaba una chaqueta de cuero con cadenas, unos vaqueros oscuros rasgados y unas botas de militar, por primera ven en mi vida, pude decir, que aquella chica me caía bien, sonríe, ella me miró, no pareció molestarle mi presencia, parecía una tipa dura, se podría decir que era un marimacho si no fuera por que iba muy pintada:
_ Mira, esta va a ser tu hermana, se llama Amelia _ Catalina se puso detrás y la empujo para que se acercará a mí, me dio la mano, yo se la estreche
_ ¿no os vais a dar un beso? _ Amelia miró a su madre seria
_no creó que haga falta _ si, me caía bien, era extraño, en mi quince años de vida, era la primera vez que podía decir, que esa chica, podía llegar a ser lo que los humanos lo llamaban, mi amiga.
Mientras Luís sonreía como un idiota, me entraba nauseas cada vez que le veía así:
_ Alexia, por qué no vas a hacer las maletas mientras terminó de firmar unas cosas con tus padres _ abrí mucho los ojos, solo les conocía desde hacía dos minutos y treinta segundos y los llamaba padres, no pude evitar reírme mientras salía de su despacho y andaba por los pasillos hacía mi habitación. Oí como la puerta del despacho se cerraba, voces inaudibles se iban alejando a medida que me acercaba a mi futuro ex – cuarto. Abrí la puerta, salió una nube de humo con olor a porro, Laya estaba tumbada en la cama, la ventana estaba abierta, aún así seguía apestando:
_ ¡joder, que puto asco! un día de estos voy a terminar colocada_ decía esto mientras entraba y me acercaba a mi cama, Elisa no estaba en el cuarto, recogí mi mochila y guarde mis pocas pertenecías, me acerque al armario, le abrí, el panorama ¿era desolador, tan poca ropa y eso que el armario lo compartíamos las tres, la ropa negra era mía, nunca había tenido problemas de que algunas de mis compañeras quisieran ponérselas, pues ellas odiaban el negro.
Laya se termino su porro y se levantó de la cama y se acercó a mi, iba en manga corta, y en su brazo derecho pude observar varios pinchazos, ¿Cuándo se habría colocado? me pregunte, hacía menos de dos días que había habido registro de cuartos, seguro que toda la heroína se la había la habían quitado a los camellos. Me parecía patético que gente tan joven como Laya, que tenía diecisiete años pasase la mayoría de su vida drogándose:
_ ¿que haces zombi? _ en las pocas veces que Laya me había hablado, me había puesto el mote de zombi, pensé en contestarla, no tenía por que hacerlo, pero aunque mi nueva familia era muy pija, me hacía ilusión salir de esa “cárcel”
_me voy… _ Laya rió, termine de doblar mis camisetas y cerré la puerta del armario, en la parte exterior había un espejo, con una raja que le cruzaba de lado a lado, me miré en él, iba a ser la última vez que lo iba hacer allí. Tenía el pelo negro y muy largo, mis ojos eran pequeños, siempre me los pintó de negro, haciendo que la pintura se junte con mis ojeras muy marcadas, mis labios son poco carnosos y estaba secos y agrietados, era muy delgada, la comida del orfanato no era muy nutritiva, mi ropa negra resaltaba mas mi delgadez y mi palidez de piel, en verdad si parecía un muerto, no lo negaba, pero era así como me sentía
_ ¿de que te ríes?
_ Pues que dentro de un mes estarás de vuelta aquí, nadie te soporta _ cogí profundamente aire para relajarme y no partirle la cara
_esta vez te equivocas… me han adoptado _ resalte la palabra “adoptado, ella abrió los ojos sin pasarse a creer lo que escuchaba, la empuje levemente para poder pasar
_ Que suerte tienes _ me sorprendió las palabras de Laya, me gire y la mire, debía de estar muy drogada para decir eso
_ ¿Cuántos porros te has fumado?
_lo digo en serio… a mi me quedan tres meses para cumplir los dieciocho y me echaran, y no se que voy hacer
_ ¿en serio? _ iba a soltarle, que por la pinta que tenía, podía meterse a puta, pero no merecía la pena discutir con ella, al fin y al cabo, no la iba a volver a ver.
Terminé de meter todo en mi mochila, notaba la mirada de Laya en mi espalda, eso no me gustaba, pero la ignore:
_ ¿que piensas de mí? _ su voz era seria, reí por lo bajo, me parecía muy fuerte que después de estar dos años compartiendo cuarto, ella intente mantener una conversación conmigo apenas unos minutos de irme y no volverla a verla, pero aún así, me gire y la mire con la intención de contestarla:
_si te lo digo te vas a enfadar_ después de esa respuesta, cogí mi mochila y me la puse en el hombro, saque de debajo de la almohada mi cuaderno y empecé a caminar hacía la puerta, pero Laya seguía con ganas de hablar
_ me da igual, dímelo, ¡vamos! _ su grito me enfado, no demasiado, lo suficiente para controlarme
_primero, no me grites y luego… pienso que dentro de unos años te veré en una rotonda esperando que algún coche te pare para follarte al viejo que vaya dentro y te de dinero para comprarte drogas _ la expresión de la cara de Laya cambió drásticamente, entonces sentí una punzada en mi interior, me sentía mal por lo que la había dicho, sacudí la cabeza, no podía ablandarme ahora, llevaba siendo una chica autosuficiente y madura desde que era muy pequeña, nunca había llorado, no sabía lo que era eso, me parecía un signo de debilidad, que en el mundo donde vivía los demás aprovecharían para atacarme.
Criticó a los humanos, aunque en verdad, ellos me han contagiado algo: la insensibilidad, no me siento orgullosa de ella, no al menos en un mundo aparte al que vivo, por que si a lo que me refiero es mi insensibilidad en el mundo de los humanos, no me importa, no puedo sentir nada hacia aquellos seres que se matan entre sí, soy un alma errante atrapada aquí, haciendo lo imposible y lo que no debe para sobrevivir.
Pero en aquel momento, en el que pensaba que Laya era una mas entre los seres vivos, me di cuenta, que en el fondo, estaba cerca de mí, una lágrima se deslizó por su mejilla, y únicamente, en ese momento, después de darme cuenta de los sentimientos de Laya, presencie en mi interior, lo que los humanos llaman… lástima:
_gracias… _ como si me hubiesen tirado un cubo de agua fría, me quedé, sorprendida, mas aún, después de ver la lágrima de Laya, me había dicho gracias, ni si quiera sabía que esa palabra estaba dentro de su vocabulario. Me tomé unos instantes para repasar los últimos cinco segundo, y comprobar que las palabras de Laya eran reales y no me las había imaginado, pero no era así. Abrí la boca para preguntarla, cuando oí la voz de pito de Luís a fuera, llamándome, no tenía tiempo, abrí la puerta y salí, antes de cerrar observe a Laya, en menos de cinco minutos, parecía que había cambiado, dije un “adiós” casi inaudible y cerré la puerta, dejando sola en su interior al primer humano que parecía tener sentimientos.