Secuestro

Secuestro
Capitulo 1: intruso

Entré en la dulcería y fui hasta el comedor. La casa estaba vacía y en silencio. Todo seguía como cuando me fui, salvo por una nota que estaba en la mesa: “Estamos en lo de tu tía, se enfermo asíque
nos vemos en un par de días. P.D.: La cena esta en la alacena”.
–Así que estoy sola –murmure para mi misma – que cansada esto dije estirando los brazos- el entrenador si que nos hace entrenar murmure por lo bajo.
Me dirigí al mostrador para buscar las llaves y así poder cerrar la tienda; después de 2 días seguidos de entrenamiento duro, no tendría ganas de atender a los clientes.
Seguí caminando por la casa y me moví hacia la ventan. Eran casi las diez y media y las luciérnagas comenzaban a aparecer. La habitación estaba decididamente fría. Me incline hacia el frente y cerré la ventana. Una corriente de aire venia de alguna parte. Sentí curiosidad y me encamine por el pasillo hasta la sala, donde encendí una lámpara de mesa. La puerta de enfrente estaba cerrada con llave, al igual que la de la tienda. Me asome al dormitorio de mis padres, todo hallaba en calma. Mas adelante, todas las ventanas estaban cerradas.
Me detuve. La puerta la puerta de mi habitación estaba entornada ¿Acaso yo la deje así? La abrí con cierto temor. Las cortinas revoloteaban. El cuarto se encontraba justo como lo deje, ecepto por la ventana ¿La abre cerrado más? Me acerque a ella para cerrarla, en eso una ráfaga de aire entra por la misma, junto con algunas hojas secas del árbol de enfrente, como si el viento quisiese que me alejare de la ventana; pero ya era tarde.
De repente sentí un golpe en la nuca y todo se volvió obscuro.
Continuara

 

Capitulo 2: oscuro

Nataly Roswell está despierta y sentada en un colchón manchado por lo que esta segura es sangre seca.
Esparcidos por el sucio suelo de la pequeña habitación, con el techo hundido, las paredes manchadas de humedad, hay varias revistas. Ve muy poco sin gafas, y a duras penas logra distinguir las portadas pornográficas. Distingue apenas las botellas de agua y las prendas de alguien que hay en el suelo. Entre el colchón y la pared hay una pequeña muñeca de trapo. Nataly la a observado incontables de veces preguntándose que significa y a quien habrá pertenecido, preocupada de que su dueña este muerta. Aveces esconde la muñeca detrás de su pie cuando él entra. Temerosa de que se la quite. Es todo cuanto tiene.
Nunca duerme más de una hora de un tiròn y no tiene idea de cuanto tiempo a pasado. Una luz gris entra por la ventana rota que hay al otro lado de la habitación y no ve el sol. Parece que llovió.
No sabe que le hará. No sabe si su familia esta bien. Recuerda vagamente esas primeras horas, aquellas horrorosas horas en las que él le traía comida y agua, y la contemplaba en la oscuridad, tan negro como la misma negrura, oscuro como un espíritu siniestro, de pie en el umbral.
– ¿Qué es lo que se siente?- le dijo él en un tono frió y suave -¿Qué se siente cuando uno sabe que va a morir? –.
La habitación es oscura. Pero mucho mas cuando él esta dentro.
–No tengo miedo.- dice ella
-Si como no.- responde él en un tono sarcástico
–Debería darte vergüenza. Yo no he hecho nada malo. ¿Por qué lo haces?- dice ella a punto de llorar.
– Ja, ya lo veras-responde él acercándose a ella para tomarla de la barbilla- Ya te enseñare lo que es la vergüenza y el miedo. Dirás que me temes igual que lo dijo ella.
– ¿”Ella”?, ¿Quién?
Y después desapareció y Nataly oyó voces procedentes de otra parte de la casa. No logró distinguir lo que decían, pero reconoció una voz.
Era la voz de Raquel.
¿Acaso él también secuestro a su hermana? Seguían hablando. No entendía lo la conversación, pero le estaba hablando a una mujer. Le estaba hablando a su hermana. Recuerda unos pies que se arrastraban y unas voces al otro lado de la pared, y luego haber oído a Raquel. Supo que era ella.
– ¡Raquel! ¡Raquel! ¡Estoy aquí! ¡No te atrevas a hacerle daño!
Oye mentalmente su propia voz, pero podría haber sido su imaginación.
– ¿Raquel? ¡Contéstame! ¡No le hagas daño!
Nataly se quedo sentada en la oscuridad, escuchando con el corazón acelerado por si oía a Raquel, pero no percibió nada. Gritó hasta que le empezó doler la garganta.

La luz del día iba y venia, y aparecía la forma obscura de él trayendo vasos de agua y algo de comer, y su forma se queda allí de pie observándola, pero ella no podía verle el rostro. Nunca se lo había visto, ni siquiera la primera vez, cuando el entro en la casa. Lleva una capucha negra impidiendo verle el rostro. A esta forma encapuchada le gusta tocarla, como si fuera un juguete, como si tuviera curiosidad por el modo en que va a reaccionar. La roza en sus partes intimas, sin tener contacto directo con ellas, y observa su reacción.
-Escucha…-le dice Nataly cuando èl la toca-.Puedes hacerme lo que quieras, pero no toques a mi hermana.
–Ella no me interesa, pero si quieres lo hago.
–No te saldrás con la tuya.
–Ya lo veremos –dice él.
Y continua tocándola, aveces la muerde con fuerza, dejándole marcas en la piel.
–Ya lo veremos. – repite.
No puede escapar, es inteligente, se agachó y le sujeto las muñecas y los tobillos con sogas que pasó por una viga del techo, como si ella fuera una especie de marioneta. Llena de marcas y picaduras de mosquitos.
Él lo hace todo en la oscuridad. Es capaz de ver en la oscuridad. Ella lo escucha respirar en la oscuridad. Es una forma negra. Es el demonio.

Continuara…