Ragnarok, la visión de una guerra

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Naila, 14 Agosto 2010.

  1.  
    Naila

    Naila Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    16 Julio 2010
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Ragnarok, la visión de una guerra
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    1906
    Ragnarok, la visión de una guerra

    Hola a todos ^-^

    Este fic trata sobre mitología nórdica, más concretamente sobre la batalla del Ragnarok entre dioses y gigantes. Espero que os guste y os divirtáis con ella tanto o más que yo cuando la escribo.


    Es la primera historia original que escribo en mucho tiempo asiq ue espero que esté bien. Y bueno nada más que añadir os dejo con el fic ^-^


    -----------------------------------------------

    Prólogo

    -Por favor, ayudadnos por favor. –Decía Odín, el rey de los dioses, su representante y portavoz. –Necesitamos vuestra ayuda Nornas, os necesitamos a las tres para evitar el Ragnarok, Urd, Verdandi, Skuld. Por favor…

    Se hizo el silencio. Todos esperaban ansiosos que alguna de las tres se pronunciara. A que dijeran algo. Pero todo estaba en silencio. Los dioses, todos ellos se encontraban en Valhala. El palacio del rey Odín. Todos se habían reunido con un único propósito. Pedir ayuda a las Nornas, a las diosas del destino. Para pedirles que les ayudaran a cambiar el destino del mundo, el destino de todos, pero entre ellos el suyo propio, el de todos los dioses, pedirles que evitaran el Ragnarok.

    -¿Qué os hace pensar, dioses, que nosotras vamos a evitar algo que vosotros habéis comenzado? –Preguntó Skuld, diosa del destino futuro.

    - La profecía del Ragnarok está clara. El fin del mundo llegará con una batalla final entre dioses y gigantes. –Continuó Verdandi. Presente

    -Si queréis evitarlo, empezad por no emprender esa batalla. –Finalizó Urd, la correspondiente al pasado.

    Hablaban completándose las frases entre ambas, cada vez una, ordenada y pausadamente. Pero muy seguras de lo que decían, sin un solo instante de duda en sus palabras.

    -Si no emprendemos esa batalla como bien decís, la comenzarán ellos. Y el final será el mismo. Esta guerra no es solo nuestra. También ellos forman parte de ella. –Odín tampoco dudaba en sus palabras, pero se notaba su nerviosismo, el temor que todos tenían. El temor al Ragnarok. Esa batalla que a tantos dioses y gigantes se llevaría.

    -Lo sabemos. Tanto dioses como gigantes toman parte. Por eso las consecuencias afectan a ambos y no solo a unos. –Dijeron entre ambas de nuevo.

    -Exacto. Dioses y gigantes. ¿También vosotras sois diosas no? ¿Creéis que no os afectará? –Todos los dioses observaban a Odín, querían intervenir, compartir sus opiniones, pero sabían que lo estaba haciendo bien. Y no querían convertir aquello en un debate. Solo intervendrían si era necesario.

    Reinó un silencio en toda la sala. Los dioses esperaban que las Nornas dijeran algo, o que Odín continuara hablando. Pero el silencio duró aun varios segundos.

    Odín mismo se dio cuenta de que las Nornas esperaban que continuara hablando, y decidió no desaprovechar la oportunidad de seguir intentado convencerlas.

    -¿Acaso vuestra casa no reposa en Yggdrasil? Vivís allí para retrasar su destrucción, pero solo eso, retrasarla… Solo vosotras sabéis el destino de todos. Solo vosotras podéis ayudarnos a salvar este mundo.

    -¿Y qué es lo que queréis que hagamos exactamente? ¿Tenéis alguna idea? ¿Algo que proponer?

    -No. Eso os lo dejamos a vosotras. Elegid nuestro destino como siempre habéis hecho. –Dijo Odín sin ya nada más que decir.

    Estaban haciendo lo posible, pero ellos sabían que tampoco podían coaccionar a las Nornas. El destino era cosa suya, así que no podían intervenir en su decisión. Las habían hecho llamar, les habían pedido ayuda, pero la decisión ya era cosa suya.

    La sala guardaba un silencio completo, las Nornas miraban a todos los dioses, los cuales seguían mirándolas a ellas, contemplando sus rostros. Se miraron entre ellas varias veces
    Como intentando decirse algo. Poco después hicieron un gesto como de suspiro, pero nadie llegó a escuchar ni uno por parte de alguna de ellas. Ambas se pusieron serias y fijaron la mirada en los dioses a la vez que decían entre ambas:

    Muy bien, vosotros ganáis,
    Así que os vamos a ayudar,
    Pero una cosa debéis de pensar
    Y es que los gigantes también tendrán su oportunidad
    Para así establecer una igualdad.

    Vosotros a dioses mandaréis
    Y en un futuro renaceréis.

    Pensad bien vuestra elección
    Porque de ello dependerá la llegada del Ragnarok

    Los actos de vuestros cuerpos humanos
    Condicionarán el resultado,
    Así que pensad con cuidado.

    Un humano a su dios se asemejará
    Pero igual nunca será.

    Una misión tendrán que deberán superar.
    Una batalla contra los gigantes será
    Por una búsqueda muy especial.

    El libro del destino deberán encontrar
    Y eliminar a unos u otros podrán.
    Pero no de cualquier forma lo podrán redactar
    Ya que el libro entero no os vamos a entregar.
    La parte de la batalla final.
    El capítulo de la guerra ancestral.

    Con una pluma mágica deberán redactar,
    La pluma que deberán encontrar.
    La tinta será la sangre
    De los enviados o los gigantes.

    Pero no de uno valdrá
    Sino del grupo general.
    Así una alianza o amistad se deberá desarrollar.

    Una vez escrito el final
    Ya no se rectificará.

    Cuerpos humanos ocuparéis
    Y al sonido de la campana despertaréis.
    No vosotros si no vuestra esencia,
    Ya que el alma humana será la presencia.

    Ya que al despertar los gigantes todo sabrán
    A vuestros humanos vosotros deberéis avisar.
    Un mensajero os permitimos enviar
    Así que pensarlo bien porque él les ayudará.

    Un tiempo límite tendréis
    Y el paso del tiempo notaréis.
    El Ragnarok llegará
    Igual que de dioses y gigantes el despertar.

    Si la batalla se da
    Y el libro escrito no está
    Ya no habrá vuelta atrás.

    Y bien dioses, ¿aceptáis nuestro trato?

    Se hizo el silencio de nuevo entre todos los presentes. Las Nornas aguardaban la respuesta. Los dioses pensaban. Era una oportunidad única. Pero también corrían el riesgo de que llegara el Ragnarok. Y dejarían su destino… en manos de humanos. El futuro de todos, de ellos mismo, ya no sería cosa suya.

    -¿Vosotros que decís? –Preguntó Odín a los demás dioses.

    -¿Nos queda alguna otra opción? –Preguntó uno de ellos indicando su aceptación.

    Todos empezaron a manifestar su opinión. Casi todos la aceptaban por completo, otros, dudaban de que fuera a resultar. Pero dado que no tenían ninguna otra alternativa nadie puso pegas.

    -De acuerdo. –Acabo respondiendo Odín. –Irán cinco de nosotros que yo mismo escogeré. ¿Estáis de acuerdo?

    -Sí. –Contestaron al unísono las Nornas mientras los demás mostraban su aceptación ante la respuesta de Odín. -¿Y quiénes serán? Recordad que tendrá que haber una unanimidad al escribir en el libro del destino. Y necesitarán la colaboración de los cinco, una colaboración voluntaria.

    Todos sabían que los dioses generalmente se llevaban bien entre ellos, pero que existía algún que otro distanciamiento entre algunos.

    Odín pensó en silencio a quienes mandaría. No podía tomar la decisión a la ligera. Debía de pensárselo muy bien. Escoger un equipo equilibrado. Debían de buscar la forma de lograrlo, y eso solo podía ser si elegía a…

    -De acuerdo, ya lo tengo claro. –Dijo muy seguro.

    -Odín piénsalo más detenidamente si lo necesitas, solo tendremos esta oportunidad. –Le aconsejó la diosa Frigga, la esposa de Odín.

    -No os preocupéis, ninguno de vosotros. –Dijo dirigiéndose a todos. –Los que irán serán… -Guardó silencio unos segundos y seguidamente se acercó al primero de ellos. –Thor, dios del trueno. Tú les aportarás fuerza en las batallas. Tú serás su guardián. Les protegerás y conseguirás que salgan airosos. –Thor sonrió y asintió con la cabeza, seguidamente Odín se acercó al siguiente. –Loki, dios del engaño y en ocasiones no muy buen aliado nuestro. Tú serás su astucia. No sabemos cómo será el futuro en el que despertareis, pero contigo, estoy seguro de que saldrán adelante. Esta causa también te incumbe y sé que lucharás por ella. –Dijo dándole la confianza de todos. Loki sonrió. Él mismo sabía que era una oportunidad que le brindaban todos debido a que en ocasiones habían tenido muchas diferencias. Odín se acercó al siguiente. –Idun, diosa de la eterna juventud. Contigo no tendrán nada que temer. Tú sanarás sus heridas en las batallas. Tú serás su protección. Cuida de ellos, y también de ti misma. Quien sabe cuánto lo necesitaréis… -Idun le miró afirmante. Ella era una buena opción, necesitarían un sanador. Continuó con su elección. Caminó decidido hacia el siguiente y le puso una mano en el hombro, el cual sonrió incluso antes de que le dijera nada. –Frey, dios de los elfos y los enanos. Tú serás su ventaja. En la batalla necesitaréis tropas. Convócalos y tendréis la victoria cerca. Os serán de gran ayuda. –Este asintió aun sin apartar un segundo la sonrisa ya forjada en su rostro. Odín se acercó al último. –Freya, diosa del amor y mi primera valkiria, mi mano derecha y la más bella y justa de todas. Tú les aportarás seguridad, les guiarás por los caminos fuera de la batalla en vuestra misión de búsqueda. Les aportaras confianza y seguridad, y les unirás en varias ocasiones, estoy seguro de ello…

    Odín retrocedió. Esa era su elección. Todos guardaron silencio en señal de conformidad, era un gran equipo, dentro y fuera de la batalla, un buen equipo, siempre y cuando consiguieran cooperar.

    -Vosotros seréis nuestra salvación. –Dijo Odín dirigiéndose a ellos de nuevo. –Sed fuertes, ya que confiamos en vosotros.

    Dicho esto las Nornas decidieron intervenir. Tenían que terminar los preparativos y no tenían mucho tiempo.

    -De acuerdo dioses. Habéis elegido a vuestros enviados. ¿Pero y él mensajero?

    -Heimdall, dios de la luz. –Dijo mirándolo fijamente. –Utiliza esa luz para iluminar su camino y no dejar que se pierdan. Informales nada mas llegar tu despertar e intenta que no descarrilen y se alejen de la empresa.

    El aludido asintió. Al fin y al cabo era el centinela de todos, ¿quién mejor que él para guiarlos?

    -Todo queda dicho pues. Dormiréis todos hasta que llegue el momento. Y ese momento será al tintineo de la campana.

    ------------------------------------

    Eso es todo por ahora, lo siento si el prologo es excesivo xd

    En el primer capitulo emepzaran a salir los protagonistas.


    Un saludo :3
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  2.  
    Celas

    Celas Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    1 Agosto 2008
    Mensajes:
    270
    Pluma de
    Escritora
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    q prologo!!! como mola^^ se nota q te as informado!
    las Nornas como molan!!!!
    y un equipo increible cn Freya en el equipo es lo mejor (es mi fav junto a las nornas^^)
    esperando el 1r cap cn muxas ganas!!!
    y me a encantao como an dictado las normas las Nornas^^
     
  3.  
    Saxor

    Saxor Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    9 Septiembre 2008
    Mensajes:
    161
    Pluma de
    Escritor
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Hola Naila.

    me ha encantado el prologo:D y me muero de ganas de leer el primer capitulo.

    Soy alguien a quien le encantan las historias de los dioses nordicos y por supuesto la historia de Loki, the ragnarok que ya deberas saber:)

    Cuidate:) espero la conti:)

    De:Un tal Saxor
     
  4.  
    Naila

    Naila Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    16 Julio 2010
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Ragnarok, la visión de una guerra
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    3647
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Hola a todos ^-^

    Gracias por los comentarios y me alegro de que os haya gustado ^-^

    Celas, mi diosa favorita tambien es Freya, y Saxor gracias con la ayuda con el capitulo y los nombres ^-^

    Siento haber tardado tanto en colgar el siguiente capitulo, pero he tenido unas semanitas completitas >.<

    Espero qeu os guste el capitulo, corresponde a uno de nuestros protagonistas, siento que sea tan largo >.<

    Y nada, que espero que osguste como a mi:3

    --------------------------------------------------
    Capítulo 1: Oliver

    Corría por el verde césped del campo de fútbol. Corría a más no poder, estaba resultando un partido complicado pero sabía que lo lograría, que marcaría el gol esperado por todos, el gol de su estrella, del capitán de “Yellow Thunder”, el equipo del que formaba parte.

    Con su número tres en la espalda, y su equipaje negro con los bordes en amarillo y el pequeño rayo en la parte izquierda del pecho que les diferenciaba se acercaba veloz hacia la portería. Varios jugadores salieron a su encuentro pero ni se inmutó, pasó al compañero que se acercaba por la izquierda y avanzó salteando a todos los jugadores rivales. Se situó cerca de la portería y recibió el pase de su compañero que le centraba el balón para que tirara a puerta. Habían esquivado a todos los jugadores y tenían una gran oportunidad para romper el empate a tan solo unos segundos del final. No desaprovecharía la oportunidad. Puso todo su empeño en ese último lanzamiento.


    Todos vieron como el portero rival se lanzaba a por él, pero que el balón rozaba los dedos y se precipitaba hacia el interior de la portería.


    - ¡GOOOOOOOOOOOOOOL! –Gritaron todos los seguidores del equipo desde las gradas.

    Oliver salió corriendo al encuentro de sus compañeros mientras escuchaban el pitido del árbitro indicando el final del partido. Estaba feliz escuchando ese pitido y celebrando la victoria con sus compañeros a la vez que escuchaba los vítores de las gradas. Pero de pronto el pitido ese se fue volviendo dulce y cálido, como el tintineo de una campana, frágil y delicada.

    Ya no atendía a los espectadores, ni a sus compañeros, solo a ese dulce tintineo. Parecía como si todo hubiese desaparecido, al menos para él, miraba al cielo como si alguien tratase de indicarle algo con esa débil melodía. La cual, poco a poco fue transformándose resultando molesta y sacándolo de su ensimismamiento hasta transformarse en el claxon de un coche, lo que le hizo despertar de su sueño.


    Se incorporó lentamente en su cama confuso por el extraño sueño que acababa de tener. Sacudió varias veces la cabeza volviendo a la realidad. Era extraño… el sol lucía y el despertador no había sonado, le debería de quedar poco para ello. Contempló un rato su habitación. El armario al lado de la ventana, algunas estanterías por encima de la cama y en la pared de enfrente donde había un escritorio y una estantería de pie al lado. Sobre la silla que estaba situada al lado del escritorio reposaba su mochila del colegio. Y en una percha detrás de la puerta la bolsa de futbol. La puerta de salida estaba en la pared entre el escritorio y la cama, enfrente de la ventana. Y al lado de la cama la mesita de noche. Se giró hacia ella para apagar el despertador antes de que sonara y para su desgracia se dio cuenta de que se había quedado dormido. De que era media hora más tarde de lo que esperaba. Empezó a bendecir el molesto claxon del coche por haberlo despertado. Tenía un partido en otro instituto y tenía que llegar antes al instituto por ello.


    Saltó de la cama y se cambió rápidamente poniéndose unos vaqueros oscuros con una camiseta de manga corta naranja. Hizo su cama lo más rápido que pudo quejándose todo el tiempo.


    - ¿Porqué no me has despertado antes de irte mamá? –Decía constantemente. -¡Llegaré tarde!

    Una vez hecha cogió su mochila y su bolsa de fútbol con el equipaje y salió disparado hacia el baño. Allí lo primero que hizo fue lavarse la cara para despejarse, se quedó contemplando su rostro para comprobar la cara de dormido que tenía.

    - Así valdrá. –Se dijo nerviosos por el retraso que llevaba.

    Era un chico moreno de pelo corto y liso. Alto y de unos diecisiete años. Sus ojos eran claros. Azules como el hielo. Muchos bromeaban con ello asimilándolo a su carácter porque en ocasiones resultaba un chico frio e inaccesible. Y no era así en verdad, al menos, no con la gente que conocía bien y en la que confiaba. Era amigable, simplemente le costaba abrirse a los demás.

    Cogió el peine, el primero que vio e hizo lo que pudo en unos segundos. Se miró y asintió dándose el visto bueno. Nunca se preocupaba demasiado de su pelo ni de su aspecto en general. No pretendía gustar a los demás, pero lo hacía.


    Bajó a la cocina y tras dejar la mochila y la bolsa en una silla se preparó un vaso de leche y cogió algunas galletas, no le daba tiempo a nada más.
    En la cocina había una mesa grande en el centro con sillas alrededor. Detrás de la mesa estaba la encimera con el microondas y algunos armarios arriba y abajo. También estaban los fogones y a la izquierda la nevera. Enfrente la puerta por la que había entrado y a la derecha de todo un ventanal que daba a un pequeño patio.

    Cuando iba a tomarse la leche se dio cuenta de que no se había calzado y subió deprisa a su habitación para coger unas deportivas oscuras como el pantalón que llevaba. Volvió a bajar y se tomó el vaso de leche de dos tragos para ahorrar tiempo. Cogió su almuerzo de la nevera y lo metió en la mochila. Puso el vaso en la fregadera. Se dirigió a la entrada donde cogió las llaves y la sudadera grisácea que estaba en la percha. Recogió las cosas de la cocina colocándose la mochila en la espalda y sujetando con una mano la bolsa de fútbol y con la otra metió las galletas en el bolsillo de la sudadera suplicando por no tener que comérselas hechas migas.

    Salió de su casa y echó la llave. Tras eso corrió calle arriba en dirección al instituto. Había recuperado algo de tiempo con las prisas del desayuno y prepararse, pero si no iba corriendo al instituto no llegaría a tiempo. De vez en cuando introducía la mano en la sudadera para comerse alguna galleta. Pronto se las había acabado y se dispuso a correr más rápido. Al menos eso le serviría de calentamiento para el partido.

    Pronto llegó a una calle principal bastante transitada, tanto por coches como por peatones.

    Corriendo por medio de la calle calculó mal la distancia entre una pareja que caminaban en la misma dirección que él haciéndoles chocar. La colisión provocó que el chico tropezara y casi se cayeran tanto Oliver como él.

    -Disculpa. –Le dijo Oliver. -¿Estáis bien?

    -Sí, pero podrías tener un poco más de cuidado. –Le recriminó el chico. Cuando se miraron fijamente entre ambos notó una sensación rara pero no le dio importancia por la prisa.

    - Lo siento mucho de veras iba con prisas y no me di cuenta. –Le dijo nervioso por llegar a tiempo.

    -No te preocupes, de veras, ambos estamos bien. –Le dijo la chica sonriente. –Si tienes prisa será mejor que corras, o llegarás tarde. –Continuó amablemente. La chica también le dio una sensación extraña, pero completamente distinta a la del chico, aunque no sabía cómo explicarla… Ninguna de las dos… Procuro no darle importancia tampoco a eso.

    -Sí, gracias. –Dijo mientras salía corriendo de nuevo.

    Torció algunas calles y cruzó otras hasta llegar por fin a su destino, el instituto. Había un autobús verde azulado y un grupo de gente en la puerta. Escuchó como muchos le llamaban y le decían que se apresurase.

    -Oliver ya era hora. –Le regaño su entrenador. Un hombre más o menos alto de ojos oscuros y pelo castaño. –Venga lleva la mochila a dentro y sube que al final llegaremos tarde.

    -Sí. –Asintió y salió corriendo hacia el edificio para dejar la mochila en secretaría como habían hecho los demás. Después volvió y se subió al autobús con sus compañeros.

    -Ya pensábamos que no llegabas. –Bromeo un compañero.

    - Sí creíamos que tendríamos que jugar sin nuestra estrella. –Dijo otro continuando la broma que siguieron todos con sus carcajadas.

    Todos admiraban lo bien que jugaba Oliver al fútbol, lo bueno que era en los deportes en general. Sabían que era el mejor del equipo y no se molestaban con él ni mucho menos, se alegraban de tenerlo con ellos. Él era consciente de que todos lo admiraban, y no le hacía mucha gracia, porque él se veía como otro cualquiera, no le gustaba que lo trataran de forma especial.

    El viaje no duró mucho, iban a un instituto de la misma localidad que no estaba muy lejos, pero iban en autobús porque las calles estarían llenas de estudiantes y les sería más molesto llegar.

    Una vez allí se bajaron y una persona que les esperaba en la entrada les condujo a los vestuarios para que se pusieran el equipaje. Por el camino muchos estudiantes les veían y comentaban.

    -Mirad ya están aquí. –Decían unos.

    - ¡Es Oliver! –Gritaban algunas chicas mirándolo. El suspiraba resignado y sus compañeros se reían ya que sabían que no le hacía ninguna gracia la situación.

    -Veréis la paliza que os da nuestro equipo. –Les decían otros.

    - Como están… -Escuchó Oliver que decía un compañero suyo.

    No tardaron demasiado en llegar a los vestuarios, allí cada uno se puso su equipaje y se preparó para el partido. Era un partido amistoso, pero ambos institutos tenían bastante rivalidad.

    Al poco salieron al pequeño campo que tenían en el patio del recinto. Había mucha gente, casi todos los estudiantes de ese instituto habían salido a ver el partido ya que les habían dejado esa hora libre.

    Ambos equipos estaban en su lado del campo. Le tocaba sacar al equipo rival, el “White Snow” con su equipaje blando con las líneas en azul celeste recordando el frío de la nieve y el hielo. El partido comenzó tranquilo, aunque se podía ver la rivalidad que tenían entre ambos equipos. La tensión que circulaba en el ambiente era muy clara, tanto jugadores como espectadores la notaban. En ese instituto había seguidores de ambos equipos, y los animaban a más no poder.

    Los Yellow Thunder comenzaron con el ataque muy pronto, intentarían asegurarse la victoria lo antes posible. Por su parte los White Snow tampoco se quedaron atrás, no permitirían perder en casa como tantas otras veces. Se sentían en parte intimidados por tantas derrotas como habían sufrido pero lo intentarían de nuevo.

    Un compañero de Oliver el número siete y un buen amigo suyo estuvo a punto de marcar en varias ocasiones. Era un chico de estatura media, castaño claro y con los ojos marrones casi caoba. Se llamaba Rodrigo.

    Entre él y Oliver hicieron algunas buenas jugadas, pero no consiguieron meter gol hasta la segunda parte del partido, tras lo cual el equipo contrario se desanimó bastante viendo cerca su derrota nuevamente.

    El partido terminó con numerosas buenas jugadas por parte del equipo de Oliver, y con un gran desanimo por parte del equipo rival. Muchos seguidores les daban la enhorabuena a gritos. Mientras que a los White Snow les daban ánimos para un próximo encuentro.

    Oliver y sus compañeros se dirigieron al vestuario de nuevo para cambiarse y volver al instituto. Pasaron cerca de un grupo de chicas las cuales estaban hablando entre ellas sin quitarle el ojo a Oliver, todas excepto una.

    -Venga no me digas que no te gusta, porque no me lo creeré. –Le decían a esa una sus dos amigas.

    - No os diré que no sea mono, pero no es mi tipo. –Dijo muy seca sin siquiera mirarlas y echando a caminar en dirección a clase. –Venga, o llegaremos tarde.

    Tras decir eso se giró y las miradas de ambos se encontraron. Oliver había escuchado la conversación y sonreía complacido de que no todos opinaran igual, pero al mirarse directamente a los ojos se borró esa sonrisa de su cara para sentirse raro nuevamente. Volvió a la realidad cuando uno de sus compañeros tiró de él indicándole que tenían que volver.

    Él le siguió y al poco se dio la vuelta mirando donde estaba anteriormente buscando una explicación a lo que le acababa de ocurrir sin éxito porque ya no había nadie.

    -Se habrá ido a clase. -Le dijo Rodrigo esperándolo.

    -¿Cómo? ¿A qué te refieres? –Preguntó confuso.

    - A la chica. Es guapa por cierto. –Dijo burlón.

    - No, te estás equivocando no era… -Se interrumpió porque Rodrigo comenzó a hablar.

    -Ya claro, lo que tú digas. –Afirmó no creyéndole. –Pero date prisa.

    Oliver le siguió. Rodrigo estaba equivocado, simplemente quería saber que había ocurrido, nada más…

    Una vez llegó a los vestuarios todos estaban ya cambiándose. Él se metió a la ducha y se dio toda la prisa que pudo. Al salir se dirigió a su bolsa para cambiarse, pero descubrió que había una pequeña caja con su nombre escrito al lado.

    -¿Y esto? –Preguntó a Rodrigo que estaba al lado.

    -Ni idea. ¿No lo traías tú?

    -No…

    -Bueno míralo luego o te apodarán tardón al final hoy. –Rio recordando todas las veces que estaba llegando tarde ese día.

    Oliver terminó cuando ya se habían ido todos, pero no puedo evitar la tentación de abrir la caja. Dentro había una especie de piedra redonda y un sobre. Sacó el sobre y lo abrió. Se trataba de una invitación, una invitación para una nueva tienda que abría ese día.

    Era muy extraño ¿quién le habría dejado eso? ¿Y cómo lo conocían? Metió en la caja la invitación escrita sobre pergamino, lo cual le daba un toque misterioso. Pero era normal ya que la tienda era una especie de tienda de antigüedades. Esta vez introdujo la mano y sacó la piedra que había en el interior. Tenía un tono dorado. En la caja parecía una piedra normal. Pero cuando la cogió sucedió algo extraño. Fue como si la piedra tomara vida y en su interior fluyera agua, pero agua dorada. Al mismo tiempo que sucedía eso, tomó un leve resplandor dorado. Oliver se asustó y lanzó la piedra al suelo. La cual dejó de brillar y de fluir el agua de su interior.
    En ese momento entró Rodrigo y lo miró confuso.

    -¿Ocurre algo? –Preguntó dubitativo. –Te estamos esperando.

    -No, nada, ya voy no te preocupes. –Dijo aún algo asustado.

    Rodrigo lo miró extrañado y salió por la puerta. Oliver cogió una toalla para volver a meter la piedra dentro sin tener que tocarla. Metió la caja en su bolsa y tras recogerlo todo volvió al autobús.

    En el trayecto no dijo ni una palabra. Todos lo asimilaron a que estaría cansado por el partido, todos menos Rodrigo que lo había visto en el vestuario. De vez en cuando le lanzaba una mirada intentado saber que ocurría pero Oliver no salía de sus pensamientos. De la imagen de esa piedra que era casi del tamaño de su mano, pero que no pesaba nada.
    Al llegar al instituto todos fueron a recoger sus mochilas para volver a clase. Cuando iba por el pasillo escucharon el grito de una chica y muchas risas, y casi al mismo tiempo se abrió una puerta y salió la dueña de ese gritó chocándose con Oliver y haciéndolo salir de su ensimismamiento. Escuchó como la chica se disculpaba, y asintió en señal de que no ocurría nada. Pero en verdad miraba hacia la puerta donde se asomaba un chico, quizá el responsable de que hubiera gritado, pero no era por eso, el chico también se le había quedado mirando. De pronto sintió como si le vinieran recuerdos a la mente, pero Rodrigo le saco nuevamente de esas extrañas sensaciones que estaba teniendo ese día para que se fueran a clase.

    Recordaba haber visto a ese chico en alguna ocasión, estaba en la clase de al lado y era de su misma edad. Pero nunca se había fijado demasiado.
    Las clases ese día pasaron lentas, no hacía más que pensar en la dichosa piedra, la cual le había hecho hasta olvidar la comida que tenía ese día con el equipo. Pero poco después algunos compañeros se lo recordaron y al terminar las clases se dirigieron al bar donde comerían. No estaba lejos así que fueron paseando.

    En el bar intentó estar lo más normal posible, bromeando con sus compañeros, riendo, como si nada ocurriera. Pensando que lo que habría pasado serían imaginaciones suyas, o que sería simplemente un mecanismo de la piedra para llamar la atención de los clientes, si seguro que sería eso… aunque no estaba seguro del todo y pensaba que había algo detrás de todo ello, por lo que decidió acudir a la tienda como indicaba la invitación.

    Cuando terminaron de comer cada uno se dirigía a su casa excepto él que iría, como había pensado, a la misteriosa tienda.

    Cuando se levantó despidiéndose de los que quedaban y se dio la vuelta no se percató de que había alguien detrás y se chocó con ella. Era una camarera que les llevaba la cuenta, no era mayor que él ni por asomo.

    -Lo siento de veras, no te había visto. –Dijo recordando el día que llevaba.

    -No te preocu… -Se calló de golpe al mirarlo. Oliver se sintió extraño de nuevo, estaba siendo un día muy raro. Pero sería por el cansancio seguro, o al menos eso quería pensar. Ambos reaccionaron cuando llamaron a la chica para que continuara con lo que estaba haciendo.

    Oliver salió del bar y se dirigió a la tienda. Era una calle que conocía, según la dirección que ponía en la invitación, estaba cerca.

    Se dio prisa en ir, quería saber de una vez por todas que había ocurrido ese día, los cuatro encuentro con esas personas, aunque uno de ellos había sido doble… Luego la piedra extraña… ¿Qué narices estaba pasando?

    Llegó a la tienda, tenía una fachada antigua, sería para darle autenticidad por lo que vendían. La tienda hacía esquina, por lo que los escaparates daban a dos calles. En la puerta, que también estaba entre ambas calles. Había alguien, alguien que le resultaba familiar.

    ¿Quién sería?

    -------------------------------------------------
    Hasta aquí el capitulo de Oliver, espero que os haya gustado ^-^

    Un saludoooo :3
     
  5.  
    Saxor

    Saxor Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    9 Septiembre 2008
    Mensajes:
    161
    Pluma de
    Escritor
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Hola Naila:)

    Denada por la ayuda, ya sabes que me encanta ayudar:)

    Después de tanto tiempo ha valido la pena esperar a este primer capitulo:)

    Al parecer Oliver es el tipico chico futbolista al que todo el mundo admira, y realiza el encuentro contra el White Snow, el equipo rival el Yellow Thunder, y ganan el partido:)

    Lo que es extaño que mientras que va hacia el partido o después del partido se encuentra con personas a las que no conoce.

    Pero sobretodo... Quien sera el dueño de la casa de antigüedades? Le dejaria la caja a proposito a Oliver o solo coincidencia?

    Naila te ha quedado genial el primer capitulo:) espero que sigas así:)

    Espero con muchas ganas el siguiente capitulo:) cuidate!:D

    De:Un tal Saxor
     
  6.  
    Celas

    Celas Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    1 Agosto 2008
    Mensajes:
    270
    Pluma de
    Escritora
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Holaaaaa!!!
    siento el retraso de no aberlo leido antes y ma arrepiento la verdad T.T
    te a qedao muy xulo si ya te decia yo q tenias talentoxD
    la verdad es q me as exo q me den ganas de leer el siguiente^^
    te ha qedao genial! Oliver la estrella del eqipo ^^ pero... me pregunto qien es esa xica q no tene interes en Oliver?
    Ya se sabra ara esperar al 2n cap^^
     
  7.  
    Naila

    Naila Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    16 Julio 2010
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Ragnarok, la visión de una guerra
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    3209
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Hola :3

    Perdón por la tardanza, se que me he retrasado bastante con el capítulo y lo siento enserio T.T

    Aun así espero que la tardanza merezca la pena y que os guste ^-^

    Saxor, te dedico este capítulo que has esperado tanto, ojala sea de tu agrado ^-^

    Y nada os dejo con él, con nuestro segundo protagonista.

    ---------------------------------------------------------------

    Capítulo 2: Aitor

    Un chico rubio, de ojos verdes y brillantes, y con el cabello no demasiado corto andaba por el zoo. No buscaba nada en especial, simplemente caminaba, caminaba observando los animales que se encontraban a ambos lados de su paso. Ninguno llamaba su atención como para fijarse más de unos segundos. Ninguno excepto uno…


    Se había parado enfrente de un terrario. Había una serpiente, no sabría decir qué clase de serpiente a ciencia cierta, ya que no entendía mucho. Pero le resultaba curiosa.


    La serpiente se giró hacia él, lo observó con curiosidad, como intentando decirle algo. Aitor miró con curiosidad a la serpiente. Como si entendiera que quería hablar con él. Esta empezó a acercarse hacia el cristal, reptando lentamente. Él por su parte también se acercó y se inclinó para observarla con mayor detalle.


    De pronto pudo ver como la serpiente empezaba a sisear. No entendía porque la serpiente se había interesado en él de esa manera… Poco a poco comenzó a percibir el sonido del siseo. Le resultaba familiar, como si fuera especial de esa serpiente y lo hubiese escuchado en otra ocasión.


    Se retiró despacio del cristal con sentimiento mezclado de confusión y temor, todo eso era muy extraño. Pero más extraño fue lo siguiente. El familiar siseo del reptil comenzó a apagarse para verse sustituido por el tintineo de una campanilla. Una campanilla que no debía de ser demasiado grande, sino todo lo contrario, más bien pequeña y delicada al igual que su sonido. La campana sonaba, pero era como si eso fuera el siseo de la serpiente, porque esta no había parado, solo sustituido su melodía.


    Estaba como embobado con esa dulce y frágil musiquilla que escuchaba. La cual cambió, y fue sustituida por una canción, una canción rápida, de un tono elevado y con una letra en inglés.


    Aitor cogió el móvil de la mesita para contestar a la llamada. No miró si quiera de quien se trataba, pero sin dejar de pensar en el extraño sueño del que se acababa de despertar.


    -¿Diga? –Preguntó alargando la palabra con un bostezo.


    - ¿Cómo que diga? ¿Aún estabas durmiendo? –Reconoció la voz de su amigo y compañero de clase Pablo. –Te llamo por si podías traerme los apuntes de la clase de ayer, de la que falté.


    -Sí claro, ningún problema, ahora los cojo. –Terminó con otro bostezo.


    -Vale gracias, te espero donde siempre.


    Aitor colgó el teléfono y se levantó de la cama. Su habitación no era demasiado grande, pero era acogedora. Tenía un armario grande, con estanterías a ambos lados. La cama a los pies de la puerta y la ventana en frente de esta, bajo la cual descansaba su mesa de estudio. Se dirigió hacia ella para recoger los apuntes que le había pedido Pablo y los guardó para no olvidarlos. Abrió el armario y sacó la ropa. Unos vaqueros azules con una sudadera no muy gruesa de manga larga de color negra. Se calzó sus deportivas negras a juego y recogió las cosas del colegio no sin antes hacer su cama.


    Bajó a la cocina donde estaba su madre preparándole el desayuno. Y vio como dejaba sobre la mesa un tazón de leche con cereales de chocolate. La cocina sí que era bastante grande. Tenía una gran mesa de comedor con sillas a su alrededor conforme entrabas a la derecha. Una larga encimera que recorría parte de la estancia y un frigorífico en el extremo derecho. En la parte del fregadero, a mitad de la encimera, había una ventana que daba a la calle. Sobre la encimera se podían ver algunos estantes donde se encontraban los platos y algunos otros utensilios. En la punta izquierda de la encimera se observaba una entrada a una pequeña despensa.


    -Buenos días. –Le saludó su madre. –Que rápido te has levantado hoy.


    -Me ha llamado Pablo para que le dejara unos apuntes. –Dijo mientras se sentaba para tomar su desayuno.


    -¿Aún no te has peinado? –Le preguntó su madre mientras colocaba algunos platos.


    -No, en cuanto termine voy. –Dijo este.


    No tardó mucho en beberse la leche y dirigirse al baño del piso de debajo de la casa para peinarse. Cogió un peine y mojándolo un poco se colocó los mechones rubios.


    Volvió a la cocina donde su madre ya le había preparado el almuerzo. Él lo guardo y se despidió de ella.


    Caminó por la calle rumbo a la tienda de animales, donde quedaba con Pablo cada mañana para ir a clase. Estaba a un paseíto de su casa, por lo que solía darse prisa a la hora de caminar.


    Cuando llegó se paró delante del escaparate. Pablo aún no había llegado, así que se dispuso a observar los animales. Había una serpiente que pensaba comprar esa misma tarde… Eso le recordó su sueño. Ese extraño sueño que Pablo había cortado con su llamada. Se quedó absorto pensando que significaría el sueño, quizá solo sus ganas de adquirir por fin el reptil que tanto quería.


    Unos minutos después su pensamiento se vio interrumpido al escuchar unas voces desde su izquierda.


    -Mira. Esta vez hay muchos roedores. –Dijo una chica señalando las jaulas repletas de estos.


    -Sí. ¿Te gustan los roedores eh? –Le preguntó el chico que la acompañaba cálidamente.


    -Sí, la verdad es que sí.


    -¿Sabéis que las serpientes se alimentan de roedores no? –Dijo Aitor interrumpiendo su conversación y girándose al mismo tiempo. Se les quedó mirando, verlos le recordaba aún más el sueño y eso no tenía sentido no conocía a ninguno de los dos. Pero despertaban en él sensaciones diferentes, aunque no sabría definirlas bien…


    -¿De… roedores? –Preguntó la chica con cara de desagrado interrumpiendo su ensimismamiento.


    -Sí, eso me recuerda… cuando me compre la serpiente deberé comprarlos… -Dijo en tono burlón para gastarle una broma a la chica. Esta puso aun más cara de desagrado. Aitor vio como su acompañante tiraba de ella y le decía que no lo escuchase, que no tenía porque escuchar esos comentarios.


    Vio como ambos se fueron, no era para tanto… solo había sido una broma, aunque no todo el mundo entendía el sentido del humor de Aitor… Tenía un carácter demasiado extrovertido a veces. Y siempre estaba gastando bromas, pero era muy amigable y simpático con la gente. A pesar de que sus bromas no sentaran bien a la gente, el no las gastaba con esa intención.


    Instantes después llegó Pablo. Le dio los apuntes antes de que ambos lo olvidaran y caminaron hacia el instituto. Estaba bastante cerca de la tienda de animales, por lo que solo tardaron unos pocos minutos en llegar.


    Ya estaba el patio repleto de gente, muchos habrían ido a ver como se marchaba el equipo de fútbol del instituto al partido que tenían ese día. Pero los alumnos no podían saltarse las clases para verlo. Debían acudir como cualquier otro día. Y eso hicieron Aitor y Pablo, se encaminaron por los pasillos del edificio hacia su clase. Había mucha gente dentro, los que, resignados, habían aceptad que no verían al equipo.


    La mañana pasó tranquila, las clases se irían sucediendo una tras otra hasta finalizar la jornada. En la hora de descanso, Aitor se quedó en clase con unos compañeros, entre ellos estaba Pablo, su amigo. Además de algunos otros. Una chica llamada Elena, de ojos marrones y pelo rizado y castaño recogido en una larga coleta, otra chica de pelo más cortito y suelto también castaña, pero más oscuro y de ojos marrones que se llamaba Laura, y un chico, también muy amigo de todos ellos que se llamaba David. Era Castaño claro y con los ojos marrones verdosos. Siempre solían quedarse en clase un rato en la hora de descanso, era más relajante y podían hablar tranquilos.


    -¿Sabéis qué? –Comenzó Aitor contándoles algo. –Mi madre al final me deja tener la serpiente. –dijo con una enorme sonrisa.


    -¿Estarás contento no? –Preguntó Pablo. –La guerra que les habrás dado para que te dejaran. –Terminó con carcajadas que siguieron los demás, hasta él mismo.


    -Aun así, no entiendo a tu madre. –Comenzó Elena. -¿Cómo te puede dejar tener ese animal tan… tan...? –No terminó la frase, pero puso una mueca de desagrado hacia las serpientes.


    -Pero Elena… ¿No te gustan las serpientes? –Preguntó bromeando. –Con lo monas que son, tan escamosas, cuando reptan, sisean… -Se le fue agrandando la sonrisa conforme veía la cara de desagrado de la chica. Todos soltaron risitas al ver a Elena poner muecas. –Entonces… no te gustará esta que tengo aquí… -Dijo sacando algo de su mochila que estaba a la izquierda. Elena lo miró con duda, no pensaba que tuviera una en la mochila, eso era imposible. Pero aun así, cuando Aitor sacó algo y se lo lanzó salió corriendo y gritando en dirección a la puerta. Todos comenzaron a reírse cuando escucharon su grito. Era una broma, pero muy pesada a ojos de Elena.


    Esta abrió la puerta cuando salió corriendo, pero no esperaba que hubiese alguien pasando por allí y se chocó contra un chico. Todos los demás salieron a ver qué ocurría, Aitor iba delante de todos y se quedó asomado en la puerta. Escuchó como Elena se disculpaba con el muchacho. Pero no le prestó atención, ni si quiera cuando este asintió indicándole que no ocurría nada. Aitor observaba al chico. Era muy conocido en ese instituto, pero no era eso lo que le llamaba la atención, si no un sentimiento nostálgico que le llenó por dentro, el cual, no sabía de donde procedía.


    El chico por su parte también se le quedó mirando. No se pasaron así mucho rato, porque un amigo del chico les distrajo a ambos para que se fueran a clase. Era cierto la hora libre estaba a punto de terminar.


    Ellos entraron también a clase, Aitor se disculpó varias veces con Elena la cual lo acabó perdonando y diciéndole que no lo volviera a hacer.


    El resto de la mañana no tuvo mucho entretenimiento. Antes de ir a casa, Aitor se acercó a su taquilla para dejar algunos libros que no iba a necesitar. Cuando la abrió se llevó una gran sorpresa. Alguien había dejado una caja no muy grande en la que ponía su nombre… ¿Quién la habría dejado? ¿Y cómo sin abrir su taquilla?


    Cogió la pequeña caja y la abrió. En su interior, pudo encontrar una especie de piedra redondeada de color rojizo y un sobre. Sacó el sobre y lo abrió era una invitación para una tienda de antigüedades que abría ese mismo día. Mientras miraba la invitación, sostuvo la piedra con la otra mano sin mirarla. Cuando había acabado de leer la invitación la guardó en la caja con una mano y se dispuso a mirar la piedra para intentar adivinar que sería. Para su sorpresa, cuando lo hizo pudo comprobar que en su interior había una especie de líquido rojizo, un líquido que estaba en movimiento, y también pudo observar que estaba iluminada. La soltó de golpe, asustado. ¿Qué era esa extraña cosa?


    Cuando la soltó observó que el movimiento y la luz cesaban mientras caía al suelo. La observó curioso y se acercó con cuidado hacia ella. La rozó un leve instante con la yema del dedo y notó que comenzaba de nuevo lo anterior así que lo dejó. La miró unos instantes hasta que por el pasillo pasaron un par de chica que se le quedaron mirando con curiosidad por saber que hacía. Este reaccionó rápido levantándose y les saludó con la mano con naturalidad como si no ocurriese nada. Las chicas se fueron y Aitor volvió a coger la piedra para depositarla en la caja. Después la guardó en la mochila y cerró la taquilla para irse.


    Iría a la tienda, tenía ganas de ver que era la piedra esa. Si vendían cosas así… ¿Qué más tendrían?


    Cogió dirección a la biblioteca, tenía que devolver un libro sobre el cuidado de serpientes que había cogido hacía unos días. Y como le pillaba de camino a casa, iría primero.


    Cuando no llevaba demasiado andando, pasó por la puerta de un bar, se fijó en que fuera había una pizarra anunciando el menú del día. No le dio mucha importancia y siguió caminando. Pero pocos metros más allá, se encontró con una chica. No la conocía para nada, pero le llamó mucho la atención, como las otras veces aquel día. La chica por su parte se le quedó mirando también, bajaron la velocidad de los pasos hasta casi detenerse. Continuaron sin apartar la mirada, Aitor no comprendía que le pasaba… En ese momento vio como la chica sacaba un teléfono móvil del bolsillo y comenzaba a hablar:


    -¿Quién? –Preguntó y seguidamente siguió caminando hasta pasar a Aitor. Este se giró y vio como se detenía ante la puerta del bar. Volvió a girarse y siguió su camino confuso.


    La biblioteca no estaba lejos, pero él seguía pensando en lo que le acababa de suceder… Era extraño… La tercera vez en el mismo día… Aunque cada sensación era distinta a las demás… ¿Le quedaría todavía alguna? ¿Y que encontraría en la tienda?


    Sacudió la cabeza para volver a la realidad, ya había llegado a la biblioteca. Entró al gran edificio y recorrió algunos pasillos hasta llegar a la sala principal. Tenía numerosas estanterías repletas de libros de todo tipo. Una gran escalera que subía a un segundo piso con más libros y estanterías. Y, a la entrada de la sala a mano derecha, se podía observar un antiguo mostrador de madera. Se dirigió hacia él. Había dos personas, una mujer de alta edad que debía de ser la bibliotecaria, y una chica, que quizá estaría devolviendo un libro… O sacándolo…


    Se acercó, la chica estaba esperando a que la bibliotecaria terminara de anotar algo en el ordenador, mientras lo hacía le preguntó a Aitor:


    -¿Qué querías joven? –Sin apartar la mirada del ordenador.


    -Venía a devolver este libro. –Dijo mientras lo sacaba de la mochila.


    -Vale, ahora te atiendo.


    Aitor terminó de sacar el libro. Y se dio cuenta, de que la chica del mostrador, la que estaba esperando a la bibliotecaria, se le había quedado mirando. Le volvió a dar una sensación extraña… ¿Cuántas veces le iba a pasar en el mismo día? Eso ya era demasiado raro…


    La bibliotecaria los hizo reaccionar al hablar:


    -Aquí tienes cariño. –Le dijo entregándole un libro a la chica. No consiguió ver el título. Esta lo cogió y se fue.


    Aitor le entregó el libro con cuidado. Esperó a que lo apuntara en el ordenador y salió del edificio camino a su casa. Tenía ganas de llegar y comer, y después, ir a la tienda.


    Llegó, sus padres le esperaban en la cocina. La mesa estaba puesta y ellos le esperaban sentados. No subió la mochila, la dejó a un lado y se sentó a comer, ya lo haría luego…


    En la comida no habló demasiado, sus padres hablaban del día, del trabajo… Él se limitó a escuchar, en alguna ocasión le preguntaron que le ocurría, se limitó a contestar que estaba algo cansado.


    Al terminar, ayudó a recoger la mesa y subió a dejar la mochila. Sacó la caja de ella y se la llevó consigo. En el piso inferior su madre le preguntó que a donde iba.


    -Voy a dar una vuelta y a tomar el aire. No tardaré mucho. –Dijo no muy seguro de ello.


    -¿Seguro que estás bien? Te noto raro…


    -Sí, no te preocupes, ya te lo he dicho solo estoy cansado, necesito despejarme.


    -Está bien… ten cuidado…


    Aitor salió por la puerta camino a la tienda. Miró varias veces la invitación para llegar bien y no dar demasiadas vueltas, y finalmente llegó. Observó una tienda que hacía esquina con la fachada algo antigua, y con un gran escaparate a ambos lados de la puerta. Cuando llegó a la entrada había una chica que estaba pasando, le resultaba familiar, no la conocía, al menos no exactamente. Pero le parecía haberla visto antes.


    ¿Quizá sería…?​


    -----------------------------------------------

    Pues eso es todo, espero no retrasarme otras dos semanas con el siguiente >.<

    Lo haré aen cuanto pueda ^-^

    Un saludoooo :3
     
  8.  
    Saxor

    Saxor Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    9 Septiembre 2008
    Mensajes:
    161
    Pluma de
    Escritor
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Hola Naila:D

    no te preocupes por tardar, merece la pena esperar por capítulos como los tuyos:)

    muchas gracias por dedicarmelo:)

    Así que el primer protagonista Oliver y el segundo Aitor. Que nombres más originales:)

    Al protagonista de este capitulo le gustan las serpientes y gastar bromas. Y por lo que parece las chicas se le quedan mirando normalmente. Parece la vida de un chico de lo mas normal.

    Lo que llama la atención que también ha obtenido una caja con una piedra como Oliver.

    Que habrá en esa casa de antigüedades? Y quien sera la chica del teléfono que se le quedó mirando más de lo normal (o más que las otrasxd según lo leidoxd)

    Sigue así Naila:) espero el siguiente capitulo con muchas ganas:) Cuidate!

    De:Un tal Saxor
     
  9.  
    Celas

    Celas Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    1 Agosto 2008
    Mensajes:
    270
    Pluma de
    Escritora
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Olaaaa Naila!!
    perdon por pasarme tan tarde :(
    la verdad es que esta muy bien este como el 1r los dos protagonistas, uno obsesionado cn el futbol y otro cn las serpientes xD
    La verdad es que sigo cn la curiosidad d qienes son esas chicas la del 1r cap la q ignora completamente a Oliver y en este la del mobil!
    Esta muy bueno el cap^^
    tranquila hay veces q se tardan contis mas que otras eso es normal no siempre los dias son iiguales ^^ Así q no te preocupes!!
    Vale la pena esperar para grandes capitulos como los tuyos ^^:D
    Hasta el proximo !!
    Ya ablaremos mas por msn!! GEMELAAAAA!!
     
  10.  
    Naila

    Naila Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    16 Julio 2010
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Ragnarok, la visión de una guerra
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    3298
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Bueno, finalmente he conseguido acabar el tercer capítulo.

    Esta vez es el turno de una chica, que ya tocaba alguna >.<

    Espero que os guste :3

    --------------------------------------

    Capítulo 3: Lorena

    Se encontraba caminando por un paseo con numerosos árboles a ambos lados. Verdes, frondosos, calmados… No había apenas viento. Ni una sola ráfaga que agitase sus lisos cabellos castaños. Castaños casi dorados.

    Seguía caminando sin identificar ningún árbol en concreto. La botánica no era su fuerte la verdad… Pero centraba la mirada de sus ojos marrones en todos los árboles que veía. Caminó sin saber a dónde iba, no conocía ese lugar. Pero pronto pudo divisar no muy lejos un árbol, apartado de los demás, que estaba siguiendo el camino de tierra en el que se encontraba.

    Echó a para acercarse al árbol. ¿Por qué lo hacía? Ni ella misma lo sabía. Pero se dio prisa en llegar para contemplarlo de cerca. Cuando estuvo a solo unos metros se paró a tomar aire tranquilamente, para acercarse esta vez caminando.

    Una vez estuvo al pie de este, alzó la cabeza y lo miró. El árbol era distinto a los demás, no porque lo reconociera, si no porque este era el único con frutos. No con unos frutos cualesquiera, no, eran manzanas, manzanas doradas. Se quedó quieta, observándolas solamente. Sin saber qué hacer.

    Segundos después, una ráfaga de viento sacudió el ambiente, produciendo un débil silbido. Como si se tratara de instrucciones procedentes de esa ráfaga estiró la mano dispuesta a coger una. No era demasiado alta, pero no estaban muy elevadas así que le sería sencillo. A unos centímetros de rozar la manzana con la yema de su dedo se detuvo, dudo unos instantes en los que retiró un poco la mano. Pero una nueva ráfaga de viento, la cual no cesó esta vez, la indujo nuevamente a que la cogiera.

    Cuando ya la había rozado se paró en seco a escuchar una melodía que parecía proceder del viento. Aún sin retirar el dedo de la dorada manzana escuchó con los ojos cerrados. Le resultaba cálida y dulce. Reconoció la procedencia del sonido. Aunque pareciese provenir del viento, en verdad era una campana. No sabía dónde estaba, pero una campana no muy grande por el débil tintineo.

    La melodía pareció ser sustituida por murmullos, lo cual la confundió un poco. No los entendía del todo. Pero poco a poco fue tomando forma en su mente… Lorena, decía, alguien la estaba llamando…

    Se despertó con el traqueteo que le estaba dando su madre para que se levantase ya.

    -Venga hija, que llegarás tarde al final.

    - Ya voy… -Dijo medio dormida.

    Su madre salió por la puerta. Lorena miró con los ojos aun un poco entrecerrados como se iba. Se dejó caer nuevamente sobre la cama para despejarse del todo. Le vino a la mente su sueño. ¿Manzanas doradas? ¿Cómo podía ser eso? Intentó alejar el pensamiento del sueño de su cabeza. Observó su cuarto. La puerta estaba al pie de su cama. A su derecha la pared. En la pared de enfrente de su cama había un escritorio de madera con carpetas y libros del instituto. A su izquierda la mesita de noche y en la pared contraria a la puerta estaba la ventana, tapada por las cortinas, lo que impedía el paso completo de la luz de la mañana. A su lado, un perchero con numerosos pañuelos y bolsos y también había un armario con un espejo en el que se veía reflejada. “Vaya pinta...” Pensó al verse. Lorena era una persona que se preocupaba mucho por su imagen. Le gustaba estar siempre guapa. Le preocupaba mucho la impresión que daba a los demás y la opinión que tuvieran sobre cualquier cosa en general. Se dejaba llevar por la opinión de la mayoría, una persona que encaja bien la democracia, pero que en ocasiones resultaba algo influenciable también.

    Pero aparte de ello, era una persona muy amigable. Algo reservada, si. Pero muy afectiva con sus amigos. Aunque no solía tener muchos, conocidos a montones, pero amigos de confianza no demasiados porque no solía expresarse con los demás por miedo a destrozar su “imagen”.

    Se levantó por fin de la cama. Se colocó un poco el pelo con las manos y después hizo la cama como pudo. Se acercó al armario, como todas las mañanas lo contempló con las puertas abiertas, pensando que se pondría ese día. Tras muchas vueltas, optó por unos vaqueros azul claro y una camisa larga de cuadros rosas y blancos. Se puso sus botas negras por encima del pantalón y descolgó un pañuelo blanco del perchero para ponérselo.

    Salió de la habitación y tras cruzar el pasillo se internó en el cuarto de baño para terminar su rutina matutina. Se peinó con esmero colocando también a la perfección cada pelo de su corto flequillo por encima de los ojos. Volvió a su habitación, recogió su carpeta y su bandolera para ir a clase.

    Salió de su casa para bajar al piso inferior, donde sus padres tenían un bar. Solía ayudarles con regularidad, y ese día suponía que no sería distinto.

    -Lorena, -le dijo su padre al verla aparecer por la escalera. -¿Por qué no escribes el menú de hoy mientras te preparo el desayuno?

    -Claro papá.

    Dejó las cosas en la barra y cogió la hoja de papel y la tiza que su padre le había tendido. Salió fuera y se limitó a copiar en la pizarra lo que ponía en la hoja. Cuando terminó retrocedió unos pasos para mirar cómo le había quedado.

    -Listo. –Dijo con una sonrisa.

    Se giró para entrar de nuevo y se topó cara a cara con una chica que estaba caminando hacia allí. Ambas se quedaron mirándose directamente a los ojos, con curiosidad. Era extraño no la conocía absolutamente de nada, pero aun así… Fue muy raro, se sintió aliviada, contenta, como si hubiese visto a alguien a quien conocía después de mucho tiempo.

    - ¡Hija! –Escuchó la voz de su padre. –Esto ya está.

    -¡Ya voy! –dijo dirigiéndose de nuevo hacia el interior a la vez que la chica comenzaba a caminar. La voz de su padre la había hecho reaccionar, y ella misma se había dicho que era imposible ese sentimiento, que era ridículo… Después de todo era la primera vez que veía a esa chica…

    Había sido una situación extraña, de eso no cabía duda, pero no podía seguir pensando más tiempo en todo ello o acabaría llegando tarde... Así que sacudió la cabeza y se sentó a desayunar. Su padre le había preparado un vaso de leche y una tostada. Echó un vistazo al bar, no había demasiada gente. Solo una o dos personas en la barra y alguna por las numerosas mesas que había. Se dispuso a desayunar con un poco de prisa para ir a clase. Cuando terminó se despidió de sus padres y se fue.

    Caminó con brío. Su instituto estaba un poco alejado. Había algunos más cercanos, pero ella escogió aquel para poder ir con una amiga suya. De todas formas, le gustaba mucho caminar, así que no era tan malo.

    Siempre se encontraba con su amiga ya en el aula, porque ella solía coger el autobús y a Lorena no le acababa de convencer esa idea…

    Se encontraron al poco allí. Sofía era una chica castaña, de pelo liso y ojos marrones. Era muy extrovertida y tenía amigos por todas partes, pero Lorena y ella habían sido siempre inseparables. Como uña y carne.

    - Buenos días. –Saludó Lorena a su amiga.

    -Buenos días. Hoy llegas un poco justa. ¿No?

    -Sí, es que me costó levantarme. He tenido un sueño más extraño… -No terminó la frase ya que estaba entrando el profesor.

    Cada una se dirigió a su sitio y quedaron en que ya hablarían más tranquilamente. Para su desgracia, ese día no se lo podría explicar porque en las horas libres de ese día ambas estaban ocupadas con unos ejercicios que tenían que entregar al final del día. El cual se le hizo algo eterno. Sin poder hablar apenas con Sofía y con ejercicios a todo momento. Pero finalmente terminaron las clases, y se despidió de Sofía para volver a casa.

    -Ya me contarás eso mañana. –Le dijo esta con curiosidad por saber el sueño.

    - Sí, nos vemos. –Se despidió con la mano y comenzó el regreso.

    Solía tardar un poco más en llegar por el cansancio del día, pero aun así se daba toda la prisa que podía.

    Cuando ya estaba llegando a su casa, unos metros antes, se topó con un chico. El cual le llamó mucho la atención, ambos se quedaron mirándose casi sin parpadear, e incluso fueron disminuyendo la velocidad de sus pasos. No sabía que le estaba pasando, no lo conocía, de eso estaba segura, pero era raro, al igual que con la chica de la mañana… Cuando ambos casi se habían detenido, sonó el móvil de Lorena haciéndola así salir de su ensimismamiento.

    -¿Diga? –Preguntó y siguió caminando. Pasó al chico y se detuvo en la puerta del bar.

    - Lorena. –Era la voz de Sofía. –Se me había olvidado decírtelo, esta tarde voy a ir a comprar con una amiga. ¿Te apetece venirte?

    -Sí, pero no puedo, prometí que ayudaría a mis padres y luego tendré que terminar los deberes. ¿Otro día vale?

    -Sí claro, no te preocupes. Nos vemos mañana pues.

    Lorena colgó el teléfono y se giró en busca del chico de antes, pero cuando lo hizo ya casi estaba al final de la calle. Se volvió a girar y entró dentro. Sus padres la esperaban con un recado, así que dejó las cosas y se fue a la panadería que estaba siguiendo esa misma calle.

    No era una panadería muy grande, pero era la mejor que había en los alrededores, acogedora y con una dueña muy simpática. Lorena iba allí desde hacía mucho tiempo, y sus padres siempre habían comprado allí el pan para el bar.

    Cuando abrió la puerta se quedó parada sin entrar. Había una pareja dentro, además de la dueña claro. Los tres se giraron hacia la puerta cuando escucharon como se abría. Lorena se quedó absorta, y al parecer al chico le sucedió lo mismo porque ambos se quedaron en silencio sin apartar la mirada. Aun así, no duró demasiado, la chica que lo acompañaba les hizo cortar ese instante.

    -¿Nos vamos ya? –Le preguntó a la vez que le daba la mano.

    -Sí, sí, vámonos.

    Caminaron hacia la puerta. Lorena se hizo a un lado para dejarlos pasar y les siguió con la mirada.

    -¿Te ocurre algo? –Le preguntó ella. –Llevas todo el día muy raro…

    -No, no es nada. -Le contestó, el chico siguió hablando, pero Lorena ya no lo escuchó, la dueña estaba hablándole:

    -Lorena, ¿querías algo?

    -Sí, mis padres me han dicho que si nos podías acercar algunos panecillos más, va a haber una comida y no saben si tendrán suficiente para el resto del día.

    -Claro, luego se los llevo.

    -Vale, muchas gracias. –Tras decir eso se dirigió a la puerta y volvió.

    Cuando llegó, subió a su casa y se puso a comer. “Ya era hora…” Pensó hambrienta. Tardó un poco en volver a bajar al bar porque después de comer tuvo que dejar todo recogido y cambiarse para trabajar. Una vez lista fue a echarles una mano a sus padres.

    Los de la comida ya habían llegado, y se notaba por el ruido que formaban. Eran estudiantes, no cabía duda, eran los que más jaleo solían formar. Ella entró a la cocina para ayudar a su madre. Estuvo allí bastante tiempo preparando con ella algunos pedidos.

    Una de las veces que su padre entró le entregó una pequeña caja.

    -Estaba entre el correo, pone que es para ti.

    -Gracias… Me pregunto de quién será… -Dijo observándola con curiosidad.

    Aprovechando que sus padres habían salido de la cocina, decidió tomarse unos minutos libres para inspeccionar la pequeña caja. La abrió y en su interior encontró un sobre y una piedra. Sacó el sobre y lo abrió, leyó lo que parecía una invitación para la inauguración de una tienda. No había oído hablar de la tienda, pero le resultó curiosa, por lo que decía la invitación vendían antigüedades, así que podría estar bien. Depositó la invitación en el sobre, y este en la caja de nuevo para sacar esta vez la piedra.

    Era de un color rosa claro, y no más grande que su mano. Pero… por lo que sucedió después dedujo que aquella piedra no era normal. Al cogerla, la piedra se iluminó, adoptando así un rosa más claro, pero además, en su interior comenzó a circular una especie de fluido también rosado, aunque más oscuro. Lorena se quedó como paralizada. No reaccionaba, solo contemplaba la extraña piedra que le habían enviado. Pero… ¿Por qué se la habrían enviado a ella? De toda la gente que habría en la ciudad… ¿Por qué a ella?

    Se sobresaltó cuando su madre volvió a entrar en la cocina, dejando caer así la piedra. Esta rodó hacia los pies de su madre que se agachó y la recogió. Para sorpresa de Lorena, esta vez no se iluminó como cuando ella la había cogido. Era todo muy raro…

    -¿Qué haces jugando Lorena? Tu padre te necesita ahí fuera venga. –Mientras decía eso, se acercó a la caja y depositó la piedra en su interior.

    -Ya voy… -Dijo Lorena aun confusa con la situación.

    Cogió la caja y la dejó en la barra para llevársela después. Buscó a su padre para ver porque la estaba buscando. Él le indicó que tenía que llevarles la cuenta a los estudiantes que estaban allí de comida. Lorena la cogió y fue hacia allí aún pensativa, había tenido tres encuentros extraños ese día, y después la piedra esa que había resultado aun más extraña… ¿Qué más le esperaba ese día?

    Por suerte o por desgracia, la respuesta a su pregunta no tardó demasiado en llegar. Conforme se aproximó a la mesa, uno de los chicos se levantó, y al girarse no se dio cuenta de que estaba allí provocando así que se chocaran.

    -Lo siento de veras, no te había visto. –Se disculpó el chico.

    -No te preocu… -Se calló al instante. Por cuarta vez en el mismo día estaba sintiéndose extraña con solo mirar a una persona, ¿tendrían algo en común todos ellos? No, eso era ridículo. Serían ya paranoias suyas producidas por el movimiento de ese día. Pero… al chico parecía haberle ocurrido algo similar, porque tampoco era capaz de decir nada. Segundos después, su padre la llamó para que continuase con lo que estaba haciendo, con lo que consiguió reaccionar por fin.

    Se levantó y dejó la cuenta en la mesa como le habían pedido. El chico ya se había marchado, pero no le dio importancia. Entró en la cocina para hablar con su madre.

    -Mamá… -Comenzó sin saber muy bien que decirle. –Verás… lo que me han enviado es una invitación a una inauguración… Y me preguntaba si podría ir…

    -Claro hija, ¿Cuándo es?

    -Dentro de un rato…

    -¿Cómo que dentro de un rato? –Le dijo su madre dejando lo que estaba haciendo. –Dijiste que hoy nos ayudarías.

    - Y lo haré, pero me gustaría ir primero a eso, y cuando vuelva estaré hasta la noche ayudando. –Su madre se quedó callada unos segundos.

    -Está bien… -Dijo por fin. –Pero no vuelvas tarde, te necesitamos aquí.

    -Gracias mamá. –Dijo dispuesta a salir de la cocina para ir a cambiarse.

    -¿Y de qué es la tienda?

    - De antigüedades. –Dijo cuando ya había salido. Su madre se quedó extrañada, no sabía que a su hija le gustasen esas cosas…

    Lorena subió corriendo al piso de arriba, y por primera vez en muchísimo tiempo no se preocupo demasiado por la ropa que se pondría. Cogió simplemente un vaquero oscuro, las botas de la mañana y una camiseta de manga corta negra con puntitos rosas. Recogió su bolso del perchero de su habitación y su móvil en la entrada, la caja de la barra y salió corriendo en dirección a la tienda.

    Le costó un poco llegar, no conocía esas calles, pero en la invitación estaba todo bien explicado. Cuando llegó, se encontró con una tienda que hacía esquina. Con la fachada antigua y con grandes escaparates, uno a cada lado de la puerta que estaba justo en la esquina de la calle. Se acercó a la puerta y llamó a ella. Le abrió alguien. Un hombre…

    ¿Sería quien le había enviado la invitación?
    -------------------------------

    Bueno hasta aquí el tercero.

    Aun quedan dos protagonistas, así que los iré subiendo lo antes posible ^-^

    Un saludoooo :3
     
  11.  
    Saxor

    Saxor Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    9 Septiembre 2008
    Mensajes:
    161
    Pluma de
    Escritor
    Re: Ragnarok, la visión de una guerra

    Hola Naila:)

    pues ya conocemos el 3er protagonista. Lorena:)

    Al parecer es una chica responsable por la actitud de ayudar a sus padres con el Bar. Y tiene a una gran amiga llamada Sofia.

    Pero como Oliver y Aitor se encuentra con personas que parece que no conozca pero ella piensa que si. Esa sensacion tan extraña que extraña a todos.

    Quien sera el hombre de la tienda?

    espero la proxima continuacion con muchas ganas Naila:)
    espero tambien que llegue pronto:D

    Cuidate:)

    De:Un tal Saxor
     
  12.  
    Naila

    Naila Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    16 Julio 2010
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Ragnarok, la visión de una guerra
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    4084
    Hola a todos!

    Bueno, siento mucho haber tardado tanto en escribir, pero he tenido una época de exámenes muy agobiante y sin apenas tiempo libre.

    Así que eso, Saxor, el próximo ya es elq ue tanto quieres leer, espero no tardar tanto.

    Disfrutarlo :3
    --------------------------------------
    Capítulo 4: Daniel

    Hacía un día espléndido para pasear por el parque, por eso había decidido ir con Clara, su novia. Daniel adoraba a esa chica, adoraba sus ojos verdes y la dulzura que transmitían siempre. Las ondas entre pelirrojas y rubias que formaban sus cabellos en la espalda. La forma que siempre tenía de preocuparse por él. Todo.

    Por su parte, Clara también quería mucho a Daniel. El chico que era un año mayor que ella, el que siempre la miraba con una comprensión observable en sus ojos marrones. Le gustaba el peinado que siempre llevaba con el flequillo terminado en pico. Lo corto que siempre llevaba el pelo para que no se notase que se le ondulaba un poco. Ese color cobrizo que le hacía parecer irlandés.

    Estaban juntos el mayor tiempo posible. Les encantaba pasear, y por eso quisieron aprovechar ese día tan perfecto.

    Continuaron caminando hasta que encontraron un banco. Se sentaron a hablar como solían hacer. Cualquier tema de conversación era bueno, muchas veces solían hablar de tonterías, pero ambos se lo pasaban bien, y eso era lo único que les importaba.

    Mientras hablaban, Daniel notó como iba oscureciendo, pensaba que era un poco pronto para que se hiciese de noche, pero quizá se le habría pasado el tiempo sin que se diese cuenta de ello.

    Sacó el teléfono móvil del bolsillo de su pantalón para ver la hora. Eran solo las cinco y cuarto de la tarde, ¿cómo podía ser que ya anocheciese?

    -Qué cosa más rara ¿verdad Clara? –Le preguntó girándose hacia ella.

    La chica ni se inmutó ante la pregunta. Se encontraba sentada, mirando hacia el suelo, seria y sin abrir la boca.

    -¿Qué te ocurre? –Preguntó Daniel preocupado.- ¿Estás bien? –Insistió a la vez que estiraba el brazo para posarlo en el hombro de Clara. Ella ante este gesto se retiró y se levantó de golpe. Continuando sin decir nada. –Pero… ¿Qué narices te pasa?

    La chica no dijo nada, simplemente se limitó a levantar la cabeza y a mirarlo, a mirarlo con sus llorosos ojos verdes. Daniel se levantó intentando acercarse a ella nuevamente, pero obtuvo la misma respuesta. Iba a decir algo, pero se quedó mudo al darse cuenta de algo… Clara estaba desapareciendo.

    Poco a poco se podía ver a través de ella el parque. Daniel se asustó, intentó agarrarle el brazo, pero se encontró con que no podía, no podía cogerla, era como si se tratara de un fantasma. Clara abrió débilmente la boca, se disponía a hablar, por lo que Daniel puso especial atención.

    -Al final… La naturaleza ha vencido Dani… Lo siento…

    Tras decir eso, se escuchó un ligero tintineo, un dulce sonido que conforme se atenuaba hacía que Clara desapareciese más deprisa. Daniel empezó a llamarla, no sabía qué hacer, era todo muy extraño, estaba desesperado.

    -¡Clara! –Gritó incorporándose en la cama.

    -Dime. –Contestó esta apagando el despertador para que cesara el sonido.

    Daniel se la quedó mirando, la observó detenidamente para asegurarse de que lo que acababa de pasar había sido solo un sueño. Observó a la joven pelirroja con su uniforme del instituto. Sonrió. Todo estaba bien, había sido solo un mal sueño. Se levantó tranquilamente y la besó.

    -Buenos días. –Le dijo sonriente.

    -Buenos días. –Le contestó ella riendo. –Estás más dormido de lo habitual.

    -Ya… He pasado mala noche… -se justificó recordando el sueño que acababa de tener. –Pero… ¿Qué haces tú aquí? Aún es temprano.

    -Lo sé, pero me he levantado más temprano, así que he venido también más temprano. –Dijo aun riendo. –Y me ha abierto tu madre. –Se adelantó previendo su próxima pregunta. –Anda, cámbiate, te prepararé el desayuno. –Concluyó saliendo por la puerta que estaba junto a la cama.

    Daniel sonrió antes de que se fuera y se volvió a tumbar. Se dio cuenta de que Clara había subido la persiana y podía ver los rayos de sol que entraban frente a él, lo que le permitió ver el desorden de su habitación. Le daba vergüenza que Clara la hubiese visto así. Normalmente estaba todo muy organizado, pero la noche anterior solo le dio tiempo de organizar las cosas para el día siguiente.

    Dejó de mirar al frente, no quería seguir observando el desastre de escritorio que tenía a los pies de la cama. Lo tapó cuando abrió la puerta del armario situado junto al escritorio. Sacó su uniforme del instituto. Se cambió lo más rápido posible. Dejándose la corbata por poner. Bajó un poco la persiana, tanta luz le hacía daño en los ojos. Y se sentó en el pequeño sillón que tenía a los pies de la ventana para calzarse los zapatos del uniforme. Un uniforme oscuro, azul marino como el de Clara, a diferencia de que el suyo era con falda y el de él con pantalón.

    Se las apañó como pudo para hacer la cama rápido, no quería hacerla esperar mucho más. Cogió sus cosas y se dirigió a la cocina. Clara ya le había preparado tostadas y café para desayunar.

    -¿Tú no desayunas?

    -No gracias. Desayuné antes de salir de casa. –Se le quedó mirando mientras reía.

    -¿Qué ocurre? –Preguntó nervioso.

    -Se te ha olvidado la corbata, y no te has peinado.
    -Ya… sabes que se me da fatal lo de la corbata… Y peinarme… si… se me ha olvidado. –Rio con ella.

    Terminó de desayunar tranquilamente y después Clara le ayudó con su corbata y lo medio peino un poco para irse juntos a clase.

    Daniel vivía en un bloque de pisos en el centro, pero el instituto al que iban tanto él como Clara era privado y estaba un poco lejos de su casa. La familia de Daniel no podía permitirse pagar la matrícula y todo lo demás de ese centro, pero él era un estudiante brillante por lo que disponía de una generosa beca. Clara, al contrario que Daniel, venía de una familia adinerada por lo que sus padres habían decidido llevarla allí.

    Mientras caminaban tranquilamente por la calle, un chico se chocó contra ellos, concretamente con Daniel, haciéndole perder un poco el equilibrio hasta casi caerse tanto él como el chico, afortunadamente no llegaron al suelo.

    -Disculpa. –Escucharon decir al muchacho.- ¿Estáis bien?

    -Sí, pero podrías tener un poco más de cuidado. –Le recriminó Daniel. Cuando el chico y él se miraron, notó una sensación extraña, no le dio importancia ya que lo asimiló al golpe que había recibido.

    -No te preocupes, de veras, ambos estamos bien. –Le dijo Clara sonriente. –Si tienes prisa será mejor que corras, o llegarás tarde. –Continuó amablemente.

    -Sí, gracias. –Le escucharon decir mientras se iba corriendo.

    -¿Seguro que estás bien? –Le preguntó Daniel a Clara.

    -Sí, deberías preocuparte más por ti, eres tu el que ha recibido el golpe.

    -Descuida yo estoy perfectamente.

    Continuaron su camino hacia el instituto. No iban con demasiada prisa, ya que habían salido un poco antes al haber llegado Clara tan temprano aquella mañana.

    -Dani -comenzó Clara.- ¿Qué te parecería si pasamos por la tienda de animales? Hoy tenemos tiempo…

    -Claro, por que no.

    Para ir a la tienda de animales tenían que desviarse un poco, solían ir de vez en cuando para que Clara viese los animales, le gustaban mucho pero sus padres no le dejaban tener porque decían que requerían muchos cuidados.

    No tardaron demasiado en llegar aún con la desviación. Y a lo lejos vieron a un muchacho parado delante de la tienda, pero no le dieron importancia, mirarían un poco los animales y seguirían, no querían llegar tarde.

    -Mira. Esta vez hay muchos roedores. –Dijo Clara muy contenta mirando las jaulas repletas de ellos.

    -Sí. ¿Te gustan los roedores eh? –Le preguntó Daniel cálidamente. No entendía por qué sus padres no le dejaban tener ni si quiera uno de ellos, ocupaban muy poco espacio, y ellos tenían mucho…

    -Sí, la verdad es que sí.

    -¿Sabéis que las serpientes se alimentan de roedores no? –Dijo el chico que estaba mirando en el escaparate mientras se giraba hacia ellos. Daniel se le quedó mirando. Despertó una sensación extraña en él. No supo cómo definirla ya que no duró demasiado puesto que Clara lo sacó de su ensimismamiento.

    -¿De… roedores? –Preguntó con cara de desagrado.

    -Sí, eso me recuerda… cuando me compre la serpiente deberé comprarlos… -Escucharon decir al chico con tono burlón. Clara acentuó su cara de desagrado, al verla, Daniel tiró de ella para que se fuesen a la vez que le dijo que no tenía que escuchar esos comentarios.

    Reanudaron el camino y Daniel le contaba cosas constantemente quitándole importancia a la situación en la que acababan de participar. Y no mucho después ambos se encontraban ante las puertas del instituto. Al llegar, se despidió de ella y la dejó ir con sus compañeros para irse él con los suyos.

    Se dirigió a su aula, sus amigos no es que fuesen muy puntuales, siempre llegaba el primero, pero así se podía relajar un poco antes de empezar la jornada lectiva de cada día.

    Se sentó en su mesa, y se dispuso a vaciar su mochila depositando algunos libros del día en la cajonera. Para su sorpresa, parecía ser que había algo. Miró para comprobar si se le había olvidado algo el día anterior. Encontró una caja no muy grande. No la reconocía como suya, pero llevaba escrito su nombre. Guardó los libros y depositó la caja sobre la mesa para observar su contenido, el cual era un sobre y una especie de piedra de tono verdoso. Examinó el sobre, dentro llevaba una invitación para la inauguración esa misma tarde de una tienda nueva, parecía ser que la tienda sería de antigüedades y cosas similares. Dejó el sobre en la mesa y sacó la extraña esfera. La cual le pareció aun más extraña al sostenerla, ya que esta emitió una luz de tono verdoso más claro que el que poseía antes, además, parecía como si en su interior contuviese líquido, un líquido que parecía estar en movimiento. Se la quedó mirando, perplejo, sin comprender.

    Volvió a la normalidad segundos después, cuando se abrió la puerta y dejó caer la esfera no más grande que su mano en la caja. Esta dejó de brillar cuando la soltó, y eso le sorprendió aún más.

    -¡Dani! –Le dijo uno de los dos chicos que acababan de entrar.

    - Hola. –Saludó a ambos. Se trataba de sus amigos, de sus dos mejores amigos. El que lo había saludado era Erik. Era un año mayor que ellos, había repetido curso hacía unos años, y desde entonces siempre estaban los tres juntos. Se trataba de un chico bastante alto, rubio, con los ojos marrones y que siempre llevaba barba de dos o tres días.

    -¿Qué haces aquí tan solito? –Preguntó el otro amigo. Jorge. Este llevaba con Daniel desde que empezaron la secundaria. Se llevaban muy bien y se lo pasaban aún mejor, y desde que Erik empezó a juntarse con ellos más todavía. Jorge era un chico un poco más bajito que Erik, de ojos marrones y pelo castaño oscuro. Le gustaba estar siempre de broma, y no solía tomarse las cosas demasiado enserio, excepto cuando le parecían graves.

    -Pues esperaros, sois tan tardones que me daría tiempo hasta de echarme una siesta. –Contestó Daniel con aire burlón mientras metía la caja en la mochila.

    -¿Qué es eso? –Preguntó Erik, el más curioso de los tres.

    -Algo de una tienda nueva, no lo sé, lo acabo de encontrar. Pero eso no importa. –Dijo esquivando el tema, no quería hablar de ello hasta saber porque pasaba lo de la extraña luz aquella.

    -Cierto, ¿a qué no sabes que nos ha pasado en el camino? –Comentó Jorge haciéndose el interesante.

    -Sorprenderme… -Dijo Daniel, pero sus amigos no pudieron contestarle porque estaba entrando la gente, y con ellos el profesor, así que cada uno se fue a su sitio y pospusieron la conversación para el descanso.

    Se le hizo eterno el tiempo, de vez en cuando echaba alguna mirada a la mochila, preguntándose que sería eso, y de pronto le vino a la cabeza el extraño sueño que había tenido aquella noche… Clara… ¿Cómo estaría pasando ella el día? Seguramente bien, era un chica muy sociable, y solía llevarse bien con todo el mundo, salvo excepciones. Sonrió. Pensar en ella siempre le arrancaba una sonrisa.

    Llegó el descanso, y Jorge volvió a la carga.

    -Bueno, pues íbamos por la calle hablando tranquilamente y…

    -Al grano Jorge que nos conocemos. –Le interrumpió Erik.

    -Vale, vale… Bueno que hemos escuchado que van a organizar una fiesta de disfraces y que estaría bien ir.

    -¿Y cuándo es? –Preguntó Daniel curioso.

    -No tenemos ni idea. –Le contestó Jorge con una gran sonrisa. –Sí, sí, se lo que vas a decir, que deberíamos saberlo etc. Pero ahí es donde tú nos vas a ayudar, Clara se entera de todo, ¿por qué no le preguntas?

    -Bueno… Puedo hablar con ella por si sabe algo, pero no os lo aseguro.

    Terminaron la hora de descanso charlando tranquilamente. Aunque Daniel tenía una nueva cosa en la que pensar, estaba resultando un día agotador, y al salir, Clara se lo notó.

    -¿Qué te ocurre? Tienes mala cara…

    - No es nada, es que los chicos me han pedido que te pregunte si sabes algo de una fiesta de disfraces que se va a organizar.

    -Algo he odio, pero no he preguntado, ¿quieres ir?

    -No estoy muy seguro de ello, pero ellos sí.

    -Bueno, veré lo que puedo averiguar. –Le sonrió. –Y anima esa cara anda.

    Se fueron caminando tranquilamente. Daniel tenía que ir a comprar el pan antes de llegar a casa, y Clara solía acompañarlo. De camino a la panadería, tenían que cruzar una calle con mucha gente, era imposible diferenciar algo a esas horas, con esa multitud si no tenías claro lo que buscabas. Por eso le resultó extraño a Daniel cuando estaban cerca del paso de peatones.

    Vio una chica no muy lejos, le resultaba familiar, pero estaba seguro de que no la había visto en su vida. ¿Cómo podía ser eso? Siguió observándola sin quitarle la vista de encima hasta que la chica levantó la mirada y también se le quedó mirando. “Hermana”. Pensó Daniel, y segundos después volvió a la realidad, Clara le indicó que tenían que cruzar ya o tendrían que esperar a que volviese a cambiar el semáforo. Daniel cruzó, girándose varias veces en busca de esa chica, pero no la encontró. Era estúpido, él no tenía hermanos. ¿Por qué habría pensado eso?

    -¿Qué pasa? –Preguntó Clara viendo todo lo que se giraba.

    -Nada, es que creía haber visto a alguien que conocía.

    -Es posible, a estas horas hay mucha gente por aquí.

    -Sí… tienes razón…

    Siguieron caminando y Daniel no conseguía quitarse todas las cosas de ese día de la cabeza. Era muy extraño… Demasiado extraño hasta para el amante de la fantasía…

    Al poco rato, llegaron a la panadería. No era muy grande, pero le pillaba cerca de casa. Cuando entraron no había nadie. Le pidieron a la mujer lo que necesitaban y esperaron.

    Mientras la mujer les entregaba la bolsa, se abrió la puerta y vieron pasar a una chica. Dani se quedó perplejo mirándola, se sentía extraño nuevamente. No tanto como hacía unos instantes con la chica del cruce, pero si… raro…

    Volvió a la normalidad cuando Clara habló:

    -¿Nos vamos ya?

    -Sí, sí, vámonos.

    Caminaron hacia la puerta y la chica se hizo a un lado para dejarles pasar.

    -¿Te ocurre algo? –Le preguntó. –Llevas todo el día muy raro…

    -No, no es nada. -Le contestó cerrando la puerta. –Es solo que estoy algo cansado, ya te dije que no había dormido bien.

    -Sí...

    -No te preocupes, no es nada. –Le sonrió.

    Siguieron caminando no mucho más hasta llegar a un camino en el que se separaban. La casa de Clara estaba en un barrio un poco apartado. Daniel odiaba que se fuese sola, pero ella decía que ya era mayorcita para que la acompañase todos los días, además, daba un vuelta enorme y perdería demasiado tiempo.

    -¿Qué harás esta tarde? –Le preguntó ella.

    -Pues… -Se acordó de pronto de la invitación a la tienda y no lo dudó. –Voy a ir a un sitio, es la inauguración de una tienda y me gustaría ir.

    -Vale, pues diviértete y ya me contarás. –Dijo ella algo desilusionada, esperaba que pudiesen quedar.

    -Te llamo cuando acabe ¿vale?

    -De acuerdo. –Volvió a sonreír.

    Se despidieron y cada uno siguió su camino. En cuanto llegó a casa, Daniel se dispuso a calentar la comida que su madre le había dejado con una nota.

    -Olvidé que hoy no venían a comer.

    El padre de Daniel trabajaba en una empresa y cada cierto tiempo tenía que ir de comida con clientes, y su madre, trabajaba cuidando ancianos y algunos días le tocaba quedarse más tiempo para no dejarlos solos.

    Cuando terminó de comer, recogió las cosas y se fue a su habitación. La ordenó, ya no recordaba el desorden del día anterior. Tras esto, se sentó un poco en el sofá cambiando de canal sin ver nada, impaciente por que fuese la hora de irse. Finalmente, sin poder aguantarlo más apagó la televisión y se fue camino a la tienda. No importaba que llegase pronto. Estaba impaciente.

    Siguió las indicaciones de la invitación para llegar. No tardó demasiado, no estaba seguro de si era porque no estaba lejos o por las ganas que tenía de llegar.

    Una vez allí, se encontró con un edificio que hacía esquina. Con un escaparate en cada calle y una fachada bastante antigua. La puerta de la tienda, estaba situada en la misma esquina que formaban ambas calles. Al llegar, llamó a la puerta y esperó, pero parecía ser que aún era pronto, porque nadie salía a abrir.

    No mucho después, apareció a lo lejos un chico que parecía dirigirse también a la tienda.
    ¿Sabría el algo de las cosas que le habían ocurrido ese día?
    ------------------------------------------------------
    No sé por qué los otros capítulos ahora salen con todo en mayúsculas la verdad.... Bueno, los otros y este... Miraré a ver si se puede arreglar.
    Y nada, espero que os haya gustado el capítulo y poder subir el siguiente pronto. Y asolo queda un protagonista :3
    Nos vemoooos ^-^
     
  13.  
    Saxor

    Saxor Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    9 Septiembre 2008
    Mensajes:
    161
    Pluma de
    Escritor
    Hola Naila

    Decirte que espero que pases unas buenas fiestas de navidad.:)

    me alegro de que vuelvas a seguir con el fic:D hace mucho que lo esperaba:D

    Así que ahora aparece Daniel:D Me encantó lo unido que estaba con su novia a pesar de proceder de dos clases sociales diferentes.

    Por lo que parece Daniel también pasa un raro día como los otros protagonistas. Pero que pasara en la tienda y quien sera la protagonista que falta?

    Y otra duda... Quien es Clara para que desaparezca en su sueño?

    Decirte que te quedo genial y espero la siguiente:) Cuidate!

    Feliz Año Nuevo:D

    Att: Saxor
     
  14.  
    Naila

    Naila Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    16 Julio 2010
    Mensajes:
    65
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Ragnarok, la visión de una guerra
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    3352
    Bueeeeno Hola de nuevo!!

    Como siempre subo las continuaciones con cuenta gotas, lo siento T.T pero de veras que no lo hago adrede T.T

    Este capítulo es el último correspondiente a un protagonista, por lo que no se seguirá repitiendo la misma mañana, no avanzarán en el tiempo, pero hasta que llegue eso toca Nora.

    Bueno Saxor, aquí tienes el capítulo que esperas desde el segundo. Ya tienes a la chica de la biblioteca, espero que te guste :3

    ---------------------------------------------------------

    Capítulos 5: Nora

    Caminaba la joven de ojos color avellana confusa sin saber donde se encontraba. Ante ella había un largo pasillo del que no era capaz de encontrar fin. A ambos lados se situaban numerosas puertas a lo largo de todo el corredor.

    Nerviosa y sin comprender, mientras sus largas ondas azabaches rebotaban contra su espalda a cada paso, se dirigió hacia la derecha, la puerta más cercana.

    Puso su mano en el pomo de la puerta, insegura, ¿debía abrirla? En verdad, ni si quiera sabía que hacía allí, y quizá… abriendo la puerta lo descubriese. Sujetó el pomo aún con más fuerza, respiró profundamente y procedió a abrir la puerta, pero… para su sorpresa esta no se abrió.

    La miró con curiosidad, y sin rendirse se dirigió a la siguiente puerta, esta vez en el lado izquierdo. Realizó los mismos movimientos que antes. Sujetó el pomo, respiró profundamente e intentó abrir. Pero nada. Esa también estaba cerrada.

    Se quedó plantada delante aun con el pomo en la mano, observando el extraño lugar en el que se encontraba. ¿Qué estaba pasando? Sacudió la cabeza para salir de sus propios pensamientos y se dirigió a la siguiente puerta de la derecha. Esta vez no intentó relajarse antes, la intentó abrir directamente, pero como las dos anteriores la puerta no se movió.

    Presurosa, intentó abrir las puertas restantes. Iba de unas a otras en zigzag, quería abrir alguna, quería saber que estaba pasando. Finalmente, y sin haberlo intentado con todas se detuvo. Miró al frente de nuevo. Ese pasillo era demasiado largo como para intentar abrirlas todas.

    -¿Pero porqué no se abre ninguna? –Preguntó ya molesta sin esperar respuesta, aunque para su sorpresa sí que la encontró.

    -Porque todavía no es la hora. –Dijo una voz.

    Nora miró a su alrededor en busca de alguien. No sabría decir si la voz pertenecía a un hombre o a una mujer, y el hecho de no encontrar a nadie no ayudaba. Miró al suelo resignada y allí encontró algo que la sorprendió. En el suelo, de pie y mirándola podía observar un magnifico halcón jaspeado. Lo miró incrédula. ¿Había sido el halcón? No, eso era imposible… Los animales no hablaban… Pero a Nora en esos instantes eso le daba igual, lo único que sabía era que quería descubrir que sucedía.

    -¿La hora de qué? –Le preguntó al halcón ya que era el único que podía haberlo dicho, aún sin tener sentido la cosa.

    -La hora de abrirlas, y esperemos que no llegue. –Tras decir eso, el halcón hecho a volar por el pasillo alejándose de ella.

    -¡Espera! –Gritó Nora y salió en su búsqueda.

    Acabó por perderlo de vista, ese pájaro volaba demasiado rápido… Pero no se paró porque ya no lo viese, no. Se detuvo porque comenzó a escuchar un dulce y frágil tintineo. Unas pequeñas campanas que resonaban al otro lado de la puerta de su derecha. Se acercó en silencio y se detuvo a escuchar. El tintineo cada vez era más fuerte, ya no era dulce ni frágil. Era molesto y poco a poco se acabó convirtiendo en el sonido del despertador.

    Nora estiró la mano para apagarlo.

    ¿Tan solo había sido un sueño? Había resultado muy real… Se incorporó para subir la persiana de la ventana que tenía justo al lado, deshaciendo así la penumbra de su habitación.

    A sus pies se podía observar el armario que ocupaba casi toda la pared. En la pared que se encontraba frente a la cama podía contemplarse la puerta y numerosas fotos pegadas. En la pared restante había un escritorio, y en la unión de esta con la de la puerta había una estantería que hacía esquina repleta de libros.

    Se levantó y bajó al segundo piso, con un poco de suerte su madre no se habría ido. Pero no tuvo esa suerte. Al entrar en la cocina, encontró frente a ella una nota pegada en la nevera:

    Nora:

    He tenido que irme un poco antes, tengo que hacer muchos recados y la floristería espera, hoy tenemos mucho lio. Tu padre volverá mañana de ir a ver al abuelo. Nos vemos a la hora de comer.

    Te quiere, mamá.

    La madre de Nora trabajaba sola en la pequeña floristería familiar y su padre trabajaba en una agencia de viajes. Pero habían tenido problemas familiares y había tenido que salir de viaje.

    Nora abrió la nevera y sacó la leche, se preparó un vaso y subió a vestirse mientras se calentaba.

    Una vez en su cuarto, abrió el armario para coger la ropa, un vaquero oscuro y una camiseta azul. Lo cual completó con sus deportivas negras. Hizo su cama con tranquilidad y se dirigió al cuarto de baño con sus cosas de clase. Allí se peinó como pudo con su raya a un lado como solía ir siempre, y tras terminar bajó a tomarse la leche que quizá ya volviese a estar fría.

    Cuando hubo terminado todo salió por la puerta en dirección al instituto. Siempre llegaba pronto, pero así podía dar un paseo tranquilamente. Había días que incluso tomaba rutas que nunca había utilizado, daba mucha vuelta, sí, pero le relajaba cambiar de vez en cuando. Y ese fue uno de esos días.

    Cuando llegó a un cruce cogió el camino que iba por detrás de la calle que solía tomar, quizá encontraría alguna tienda interesante por allí.

    Caminó tranquila y sin prisas, y al poco encontró un bar que ya había abierto. Delante de él había una chica escribiendo algo en una pizarra. No le dio mucha importancia y siguió caminando, pero cuando la chica se giró, se sintió extraña… Se quedó mirándola a los ojos, ambas estaban así. Sintió como si se acabase de reencontrar con una vieja amiga. Pero eso era ridículo, era la primera vez que veía a esa chica…

    - ¡Hija! –Se escuchó decir dentro del bar. –Esto ya está.

    -¡Ya voy! –Contestó la chica de la pizarra. Esta se dirigió a entrar y Nora continuó su camino algo extrañada. ¿Qué acababa de suceder? Quizá la habría confundido con alguien, sí, seguro que era eso. Así que no le dio mayor importancia y caminó tranquila hasta llegar a su instituto.

    Se trataba de un gran edificio, que para sorpresa de Nora, ese día tenía más gente de lo habitual. Entonces se acordó, ese día iba el equipo de fútbol de un instituto para enfrentarse contra el del suyo. “¿Era los Yellow algo?” Se preguntó a sí misma. La verdad es que no le daba mucha importancia, solo sabía que tendría una hora libre gracias a ello. Y que, como tantas otras veces, seguro que veía perder a su instituto…

    Entró rápido para ir a su clase a dejar la mochila, si había partido no la dejarían mucho tiempo abierta, y no le apetecía cargar con ella.

    Cuando llegó, había dos chicas esperándola en su mesa.

    -Nora, ¿tu llegando tan justa? –Preguntó Rebeca, una chica alta con el pelo por los hombros y liso. De ojos castaños, como el tono de su cabellera.

    -Sí, he cogido otro camino, al parecer era bastante más largo. –Dijo sin querer darle importancia al encuentro con la chica, al fin y al cabo, no la tenía.

    -Cualquier día no llegas… -Le dijo Sara, su otra amiga. Esta era más bien bajita, rubia de ojos azules y con el pelo cortito y rizado. –No entiendo tu manía de coger caminos distintos cada…

    -¡Ya están aquí! –Se escuchó desde la ventana, lo que hizo que Sara se interrumpiese.

    Las tres amigas se asomaron a la ventana para ver que ocurría, y pudieron ver llegar el autobús del equipo rival. Sara estaba más emocionada que ninguna. Llevaba días hablando de ellos, más concretamente de “él”. El jugador estrella del equipo.

    Cogió a sus amigas y las llevó a la entrada del instituto para verlos, aunque para su desgracia, cuando llegaron estos ya habían entrado en el vestuario para cambiarse, impaciente, esta vez las llevó corriendo a coger sitio para ver el partido. A sus amigas no les disgustaba ver el partido, Rebeca se lo pasaba bien viendo como Sara gritaba constantemente. En cambio a Nora… Le agobiaba un poco tanta gente gritando por algo que ya sabían cómo terminaría, en derrota para su instituto. No es que fuese negativa, era solo que hacía demasiado tiempo que no ganaban contra ellos.

    Allí, Nora se sumió en sus pensamientos todo el partido, recordaba el extraño sueño que había tenido esa mañana... Era solo un sueño sí, pero… Sonrió para sí misma. ¿Era un halcón que hablaba? Qué tontería…

    Rebeca la sacó de sus pensamientos no mucho después. Al parecer el partido había acabado y Sara quería acercarse. Resignada siguió a sus amigas, Rebeca riendo y Sara dando saltos de alegría.

    -¡Qué nervios! –Decía Sara continuamente mientras les veía llegar.

    -Sara relájate un poco que te va a dar algo… -Le aconsejó su amiga Nora.

    -Déjala, ahora no atiende a razones. –Rió Rebeca.

    -Venga no me digas que no te gusta, porque no me lo creeré. –Le dijo Sara a Nora. Esta sabía a quién se refería, así que no le hizo falta ni preguntar.

    - No os diré que no sea mono, pero no es mi tipo. –Dijo muy seca sin siquiera mirarlas y echando a caminar en dirección a clase. –Venga, o llegaremos tarde.

    Al decir eso se giró y se topó con la mirada del chico que tanto admiraba su amiga. Se quedó parada mirando al chico, el cual estaba tan serio como ella. Era extraño, no sabía que le pasaba, se sintió muy rara. Aunque volvió a la realidad al poco tiempo, cuando uno de sus compañeros le indicó al chico que debían irse.

    Nora reaccionó y se fue dirección a clase, sus amigas la seguían, aunque ambas estaban en sus cosas y no se dieron cuenta de lo que acababa de suceder. Antes de girar la esquina del pasillo, Nora se dio la vuelta buscando al chico, quería saber que estaba pasándole ese día. Pero finalmente volvió a clase sin saber nada.

    Allí solo se hablaba de la derrota que acababan de sufrir, algunos de los jugadores eran de clase de Nora, y se sentían muy decepcionados. Ella no les quiso decir nada, pero pensaba que estaba claro lo que iba a pasar. Pero no quería ser cruel con ellos y lo dejó pasar.

    El profesor no tardaría demasiado en llegar, así que se dispuso a sacar las cosas de su mochila cuando encontró en ella algo que no recordaba que le perteneciese. Se trataba de una caja no muy grande. La sacó con cuidado y la abrió, en su interior encontró un sobre y una especie de piedra azulada. Pasó del sobre y fue a coger la piedra, nada más rozarla con la yema del dedo vio como esta se iluminaba débilmente. Se quedó perpleja. ¿Lo había imaginado? No, estaba segura de que no. La volvió a tocar y vio como la esfera emitía una luz azulada más clara que el color de la esfera, como si un líquido fluyese por su interior. Dejó de tocarla y vio como esto cesaba. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie había visto nada. Así era, todo estaban demasiado ocupados comentando el partido. Volvió a mirar la caja, esta vez sacó el sobre y lo abrió, seguro que ahí lo explicaba todo.

    Se trataba de una invitación. Una invitación a… ¿La inauguración de una tienda? Nora dejó el sobre decepcionada, pensaba que sería algo que lo explicase… Aunque a lo mejor era una forma de atraer clientes… ¿Pero quién la habría dejado allí? La clase se suponía que había estado cerrada…

    La llegada del profesor la sacó de sus pensamientos. Era una buena estudiante, y una extraña esfera no iba a cambiar eso, aunque si hubiese alguna forma de saber algo acerca de esas piedras raras… Tal vez fuese una runa, pero que ella supiese las runas no se iluminaban… Sería cosa de la tienda seguro… Decidió que iría para enterarse de cómo habían conseguido crear ese efecto, y dejando de lado todas las cosas raras que le habían sucedido le prestó por fin atención a la clase.

    Al terminar la mañana, se paró a charlar con sus amigas como cada día en la puerta:

    -¿Y qué haréis hoy?

    -Sara quiere ir a comprar unas cosas.

    -¿Te vienes con nosotras Nora?

    -No… no puedo. –Dijo pensando en la tienda. –Tengo algo que hacer.

    -Qué pena… -Comentó Sara. -¿Otra vez será?

    - Claro, bueno, os dejo ya que tengo que ir a la biblioteca.

    -Tú y tus libros. –Dijo Rebeca sonriendo.

    Nora se despidió de ellas y se fue caminando tranquila para llegar a la biblioteca. Adoraba los libros, cualquier tipo de libros, los leía rapidísimo y cada poco tiempo estaba yendo de nuevo para coger otro.

    La calle estaba abarrotada de gente, se notaba que era la hora de salida. A Nora no le terminaba de gustar que hubiese tanta gente, se sentía agobiada entre tanta multitud, pero era el camino más rápido hacia la biblioteca, así que no le quedaba otra si quería llegar pronto.

    Mientras caminaba, inmersa en sus pensamientos, se fijó en una figura cercana al paso de peatones. Se trataba de un chico, un chico que además estaba mirándola. Iba acompañado de una chica, pero no mostró gran interés en ella. Pero él… le resultaba familiar, cómo si lo conociese de algo, aunque ella sabía que eso no era cierto. “Hermano.” Pensó inconscientemente. Segundos después el chico apartó la mirada, su acompañante le reclamaba y ambos se dirigieron hacia el paso de peatones. La chica despertaba en ella un sentimiento de inseguridad, pero no sabía de que ni hacia quién, igualmente lo ignoró, el pensamiento anterior le llamaba más la atención. ¿Hermano? Qué tontería, ella era hija única, ¿por qué habría pensado eso?

    Sacudió la cabeza y siguió su camino, no sin antes echar una última mirada atrás buscándolos, pero no los encontró, así que dejó a un lado el pensamiento y siguió a lo suyo.

    Cuando llegó al gran edificio, tuvo que recorrer algunos pasillos antes de llegar a la sala principal. Una vez allí se dirigió en silencio hacia el mostrador de madera que había a mano derecha. Una mujer de alta edad le atendió cortésmente.

    -¿Puedo ayudarte en algo?

    -Sí, me gustaría devolver este libro y coger algún otro. –Dijo sacando un gran tomo de portada verde. –Pero aún no sé cual…

    -¿Algún genero al menos Nora? –Preguntó la mujer. Iba tanto que la bibliotecaria ya la conocía e incluso, cuando no sabía que coger, le aconsejaba sobre algún libro interesante o alguna novedad que hubiesen recibido.

    -Había pensado en algo de misterio, pero no se me ocurre ninguno.

    -Está bien, espera aquí, hemos recibido uno y te puede gustar, voy a buscarlo.

    -De acuerdo, muchas gracias.

    Esperó hasta que, minutos después, la bibliotecaria regresó con un libro, no miró ni preguntó el título, en verdad no le hacía falta, se fiaba del criterio de la bibliotecaria. Comenzó a anotar algo en el ordenador, tras lo que, segundos después la puerta se abrió y la bibliotecaria, sin levantar la mirada del ordenador, dijo:

    -¿Qué querías joven?

    -Venía a devolver este libro. –Dijo el chico mientras lo sacaba de la mochila.

    -Vale, ahora te atiendo.

    Nora se había quedado mirando al chico sin entender por qué, aunque dado el día que llevaba tampoco era de sorprender. Lo que si le sorprendió, es que el chico también se le quedase mirando. Nora se sintió extraña nuevamente, cada vez comprendía menos ese día, todo era muy raro, no conocía de nada a esa gente. ¿Por qué le pasaba eso entonces?

    -Aquí tienes cariño. –Le dijo la mujer sacándola de esa extraña situación al tiempo que le daba el libro.

    Esta lo cogió y se fue, confusa, sin comprender nada. ¿Le habría sentado mal el desayuno? No… el día había sido extraño desde antes de levantarse, ya solo con ese sueño… Pensó en ello durante el resto del camino a su casa.

    Cuando llegó su madre ya estaba allí. La saludo como siempre y estuvieron charlando sobre el día mientras comían.

    -¿Qué tal papá? ¿Ha llamado?

    -Sí, dice que ya está todo bien, han arreglado el problema con el banco y volverá mañana temprano.

    -¿Y qué tal los abuelos?

    -Más tranquilos ahora que está todo arreglado.

    -Me alegro… ¿Tú que tal en la tienda?

    -Muy cansada, hay muchos pedidos y las flores de temporada requieren mucho trabajo. La primavera ya está aquí por fin. –dijo contenta ya que era la época de mayor prosperidad para una floristería. -¿Qué tal tu día?

    -Bien… En el instituto han perdido el partido de nuevo, pero eso era de esperar. -Intentó desviar el tema de las cosas raras del día, no quería que su madre pensase que ahora se dedicaba a observar a todo el que veía por la calle…

    Terminaron de comer y la madre de Nora se volvió a la tienda mientras ella recogía un poco la cocina. Cuando terminó subió a por una pequeña mochila donde había metido el nuevo libro, del cual seguía sin saber el título. Se aseguró de llevar todo lo que necesitaba y salió de su casa dando un paseo para ir a la tienda.

    Siguió las instrucciones que daba el papel para llegar, era una suerte, así no se perdería.

    Una vez llegó, se encontró con un gran edificio que hacía esquina, con un escaparate en cada calle y la puerta en la misma esquina de ambas. Se fijó que era antiguo, quizá decorado adrede por ser una tienda de antigüedades. Llamó a la puerta y esperó a que contestase alguien. No mucho después esta se abrió y un hombre la invitó a pasar, al mismo tiempo, un chico aparecía por una de las calles, le resultaba familiar, y parecía dirigirse a la tienda, pero estaba demasiado lejos para distinguirlo mejor.

    ¿Estaba relacionado todo lo que le había pasado ese día?

    --------------------------------

    Bueno pues hasta aquí el 5.

    Un saludooo ^-^
     
  15.  
    Celas

    Celas Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    1 Agosto 2008
    Mensajes:
    270
    Pluma de
    Escritora
    Holaaaaa!!! cuanto tiempo sin pasarme xD no por guto y cmo e visto q solo eran 5 caps me los e vuelto a leer dsd el principio^^
    Realmente me ha gustado como enlazas los 5 caps aunq creo haber descubierto qien es quien^^ q para eso e exo el trabajo de la mitologia nordica xD
    te mando 1 mensaje en tu perfil a ver si e acertado no los pongo aqi por si algien no a descubierto qien es quien
    Espero cn ganas el cap 6 y a ver q pasa ya xD!!
    Ademas as sabido relacionar los colores q eso es una gran pista xD y hexos como el rayo, la serpiente, la importancia de la imagen, y la palabra hermano xD
    me agrada q alguien a parte de yo sepa bastante de esta mitologia y le dediqe una historia y a mas bien narrada xd e disfrutado leyendo cada cap ^^ aunq para mi desgracia por acer el trabajo les e cogido muxo mas cariño a las Nornas y a Freya y afecto a Frigga cosa q apenas la conocia xD aunq lo q no se es si ragnarok lo vas a enlazar cn el ragnarok q cuentan en la mitologia dato curioso q lo veremos muxo mas adelante^^
    he de admitrir q en el cap 5 al principio me habias confundido cn el sueño de tantas puertas, el 1r pensamiento q me a venido abia sido el de Frigga por su cinturon cn toas las llaves xD pero cuando e visto el halcon ya lo e tenido mas claro^^
    no se si saldran mas dioses mas a adelante o no pero te esta qedando genial^^ sigue asi!
    realmente he disfrutado leyendo aora los 1rs caps pk entiendo mas del tema y narras cada vez muxo mejor cosa q yo por dejar un tiempo sin escribir he empeorado ufff
    esper cn ganas el cap 6 !!
     
  16.  
    Saxor

    Saxor Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    9 Septiembre 2008
    Mensajes:
    161
    Pluma de
    Escritor
    Hola Naila:)

    Cuanto tiempo, llevaba mucho esperando este capítulo:D

    Decirte que aparte de que estas mejorando mucho se nota que te gusta escribir esta historia y te gusta el tema.

    Y bueno que decir... Nora se ha vuelto a encontrar con gente que le sonaba, como los otros 4 y ha acabado en la tienda de antigüedades. Los demás chicos también acabaron ahí así que haber si se encuentran todos o haber que sucede.

    Me tienes muy intrigado y con muchas ganas de saber como seguira:)

    Cuidate Naila, espero que te vaya todo bien. Espero tu continuación.

    Att: Saxor
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso