Poké Wars: La Supervivencia

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Janus, 14 Noviembre 2011.

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    Janus

    Janus Iniciado

    Escorpión
    Miembro desde:
    14 Noviembre 2011
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    40
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Poké Wars: La Supervivencia
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    4282
    Notas iniciales: Este fanfic ya lo he publicado en varios sitios y deseo hacerlo tambien en este para llevarlo a mas gente. Esta historia esta basado en el universo de Poké Wars, una serie de fanfics en inglés escritas originalmente por Cornova del sitio Fanfiction.net. En Poké Wars, un pokemon legendario, que mas adelante se mencionara, ha removido los "limitadores" de poder de los pokemon de todo el mundo, lo que los ha transformado de seres poco peligrosos a poderosas máquinas de destrucción y les ha ordenado por un mensaje psiquico acabar en un genocidio con la humanidad para liberar al planeta de ellos, que a vista de él, han traido mas que problemas, dolor y sufrimiento a los pokemon. Iniciandose asi la Poké War o Poke Guerra.

    Con autorización del autor original y buscando extender este fic mas allá de la lengua inglesa y de fanfiction.net, he comenzado a escribir mi propia obra basada en este universo.

    Lo de siempre: Pokémon le pertenece a Nintendo pero todo lo relacionado con Poké Wars le pertenece al autor Cornova de fanfiction.net. Este mundo está basado en el anime, tras el episodio 85 de la temporada de Diamante y Perla “Derrotando el miedo con miedo” como un mundo alternativo a este.

    Se que mucha gente esperará ver a Ash y compañía pero ellos ya salen en las tramas de Cornova así que aquí aparecerán una mezcla de personajes nuevos con otros viejos. Si saben inglés podrán leer lo que hace Ash y los demás en este universo.

    Por último, quiero mencionar que para mí es un honor tener autorización y poder escribir y publicar historias basadas en este universo, pudiendo darlo a conocer a la gente de habla hispana. Tambien quiero destacar que la trama de poke wars es bastante mas seria y madura de lo usual ya que la muerte y la lucha por la supervivencia en un nuevo mundo hostil, seran algo comun; pero mostrando una faceta completamente distinta a la usual del mundo del anime de pokemon.

    ¿Quién iba a pensar que el mundo cambiaría de esta forma?
    Que un día, toda la realidad, todo lo que conoces, desapareciera en un abrir y cerrar de ojos.
    A veces me detengo a pensar el como hubiese sido el mundo si nada de esto hubiese ocurrido.
    Que no hubiese muertos millones de personas y pokemon inocentes.
    Que no hubiéramos perdidos nuestros hogares, nuestras familias y a nuestros amigos.
    Que un pokemon no hubiese decidido tomar una decisión tan drástica.
    Que no hubiese tenido que haber guerra…

    Poké Wars: La Supervivencia

    El Comienzo de la Guerra

    16 de Agosto
    Era de noche en el pequeño bosque, la oscuridad había cubierto hace poco la zona. En un claro, dos figuras estaban sentadas alrededor de una fogata mientras otras cinco dormían plácidamente no muy lejos. Una de las figuras era un chico de unos 17 años, de ojos y cabello castaño y llevaba unos mantos largos de color café que ocultaban gran parte de su cuerpo. La otra figura, era un ser emplumado escarlata, mirando las llamas que el mismo había encendido. El chico contemplaba algo distinto: una medalla de plata con su cinta para colgarla al cuello. En su placa se leía lo siguiente: “Segundo Lugar, Conferencia Colosalia, Arthur Collins de ciudad Petalia” Arthur la miraba al mismo tiempo con orgullo, pero otra parte con decepción..

    “Menudo viaje hicimos Bruce… Viajamos por toda la región de Hoenn, ganamos ocho gimnasios y nos volvimos increíblemente fuertes todos juntos” Arthur desvió la mirada a sus cinco otros pokemon.
    “Pero de todas formas, conseguimos el segundo lugar, realmente son extrañas las disposiciones del destino ¿no?” Dijo esto último al pokemon frente suyo. Bruce fue el primer pokemon de Arthur, empezó como un indefenso Torchic cansado de su debilidad y ahora era un poderoso Blaziken. No solo era su carta de presentación, su pokemon más fuerte, era también su mejor amigo.

    Bruce levantó la mirada, mirando a los ojos de Arthur.

    “Aunque debo admitir que Marcus y su Infernape fueron el mayor desafío que hubiesemos tenido hasta ese entonces, la verdad, ambos teníamos la misma probabilidad de ganar”

    Bruce asintió, Monferno había sido el oponente más difícil con el que había luchado en su vida. El combate final entre ambos durado casi una hora, sin que ninguno de los dos diera su brazo a torcer. A pesar de que había perdido, el y su amo Arthur habían sido uno de los favoritos de la Conferencia de ese año, ganando gran cantidad de admiradores y admiradoras. Pero Arthur se sentía incómodo con el hecho de ser reconocido, nunca en su vida se había una persona admirada y era algo nuevo para él.

    “Mañana en la mañana llegaremos a Ciudad Petalia, será mejor que nos acostemos temprano, que estoy ansioso de visitar al Profesor Birch.”

    Arthur quería visitar al profesor Birch, hace mas o menos un año atrás que no lo veía directamente, deseaba agradecerle por haberlo introducido en el mundo de los pokemon y de su entrenamiento, de haberle regalado el Torchic que se convertiría en Bruce y por su apoyo durante el viaje mediante videollamadas. También había visto la Conferencia por televisión. Visitaría a su maestro que le había enseñado a defenderse en el dojo de su ciudad natal y Birch podría ver a su hijo, Brendan, que no había visto en mucho tiempo y era una especie de amigo rival para Arthur. Pensó en la coincidencia de que mucha gente que conocía se encontraría en la ciudad ese día, sería un gran reencuentro, incluso otros amigos de la niñez de Arthur estarían ahí.

    Se fijó en sus otros pokemon que dormían. A lo mejor Bruce era su pokemon más fuerte, pero ellos dos no hubieran podido hacerlo solos. El poderoso Salamence de nombre Bahamut o “Baha” como le decía de vez en cuando dormía acurrucado junto a Lucy, su Lanturn que tenía el gran don de utilizar ataques tanto eléctricos, de agua y hielo. Leonard o Leo como a veces llamaba a su Alakazam, dormía apoyado de espalda sobre Bahamut, lo había nombrado a sí en honor a un tío que trabajaba como científico en una compañía en otra región llamada Orre Tech. Kaiser, su Tyranitar, dormía recostado sobre un árbol no muy lejos de Bahamut, Lucy y Leonard. Finalmente, Shadow, su Gengar, dormía recostado de espalda sobre la hierba.

    Arthur deicidio preparase para dormir en su saco, mañana era un día nuevo y habían muchas cosas que hacer. Pero, lamentablemente, esa noche marcaría el fin del mundo que conocía.

    “Bueno, Bruce, es hora ya de descansar…” Decía esto mientras desenrollaba el saco de dormir. Mientras lo hacía, comenzó a escuchar unos quejidos provenientes de Bruce. Arthur volteó la cabeza y soltó el saco por el asombro. Bruce para estar sienso aquejado de algo: su cuerpo temblaba, tenía las manos sobre la cabeza, los ojos cerrados y la boca tensada. Parecía estar sufriendo un gran dolor y trataba de aguantarlo, pero al parecer, era algo toalmente insoportable.

    Bruce se paró de golpe y empezó a escupir lanzallamas de su boca al cielo, a atacar violentamente al aire y dar enormes gritos de dolor. No solo era Bruce, el resto de su equipo se había despertado, aullando de dolor y lanzando ataques a diestra y a sinistra. Bruce arrojaba lanzallamas peligrosamente cerca de los árboles, Lucy arrojaba atactruenos, Shadow arrojaba bolas sombras por doquier, Kaiser sacudía la tierra y hacía grandes fisuras en el suelo, Salamanca surcaba los cielos disparando hiperrayos y lanzallamas.

    Arthur se vio pronto envuelto en un fuego cruzado de ataques pokemon, pero había algo extraño en ellos, lucían muy diferentes de lo usual. El fuego que arrojaban Bahamut y Bruce para ser más intenso, más brillante, más calórico de lo normal. Parecía que si ese fuego lo tocaba, lo quemaría de forma muy grave. Los hiperrayos que lanzaba Bahamut impactaban el suelo, creando grandes explosiones y cráteres al contacto con el suelo que nunca había pensado que podían producir. Las bolas sombra impactaban con el suelo, explotando violentamente, incluso Arthur podía sentir la onda de choque proveniente a lo lejos de esas esferas negras. Cada vez que Tyrantirar pateaba el suelo, grandes trozos de tierra se levantaba y abría, hundiendo un área del bosque en la oscuridad. El suelo se ennegreció y rayos creado por Lucy cayeron cerca de Arthur, chamuscando completamente la zona de pasto y dejando el aire con un penetrante olor a ozono.

    “¡Esto es una locura! ¡Que demonios les está pasando! Si esto sigue así ¡Será el fin!” Pensó Arthur.

    Arthur corrió lo más lejos del fuego cruzado, no sabía porque de repente los ataques de sus pokemon parecían haberse vuelto más poderosos de lo normal. Se veían mucho más dañinos y destructivos de lo que eran. De pronto, Leonard, que había estado con las manos sobre su cabeza dio un enorme grito, abriendo los ojos que se encontraban de un color celeste brillante por el enorme poder psíquico que fluía dentro de su propio cuerpo y una onda expansiva de poder psíquico se liberó de forma violenta, con una fuerza que Arthur no había sentido mientras era arrojado al suelo y perdía lo consciencia.

    Arthur comenzó lentamente la conciencia, estaba tendido en el pasto y se sentía adolorido por todo el cuerpo. Mientras luchaba por ponerse en pie, sintió un gusto a sangre en su boca ¿había sido por lo caído o por el ataque de Leo? ¿Y si ere la último? Arthur recordó lo poderosos que habían sido los ataques de sus pokemon ¿Cómo era posible? Los ataques de pokemon nunca dañaban con letalidad a la gente y sus pokemon se habían vueltos locos de dolor, intentando calmarlo de cualquier manera, atacando a diestra y a siniestra.

    Los pokemon de Arthur estaban en el suelo inconscientes. Arthur corrió primero hacia Bruce y le tomó el pulso, estaba vivo aunque inconsciente por la onda expansiva. Arthur comprobó que Lucy, Shadow, Bahamut y Kaiser igual estaban inconscientes y Leonard estaba en el suelo, posiblemente debilitado al liberar toda esa energía psíquica.

    “Tengo que llevarlos al centro pokemon lo antes posible” Pensó.

    Arthur devolvió a su equipo a sus pokeballs y apagó lo que quedaba del fuego de la fogata. Arthur se sintió aliviado que Bahamut y Bruce no hubiesen iniciado un incendio forestal, si hubiese sido así, probablemente todos habrían muerto incinerados. Tras terminar de empacar las cosas, comenzó s correr lo más rápido posible hacia ciudad Petalia que no quedaba demasiado lejos del campamento.

    Tras alrededor de una hora corriendo sin descansar mucho, Arthur vio las luces de su ciudad natal. En la ciudad había bastante actividad a pesar de que era cera de las once y media de la noche. La ciudad se encontraba agitada, muchas casas tenían las ventanas rotas o puertas derribadas, la gente pasaba a su alrededor sin notar su presencia, muchas de ellas llevando pokemons inconscientes en sus brazos. Arthur se dirigió al Centro Pokemon, en el camino vio pasar una ambulancia con sus luces encendidas en dirección al hospital ¿lo que le había ocurrido a él igual había pasado en la ciudad? ¿Había gente herida por los pokemon? O quizas… Arthur pensó en lo letales que se habían visto los ataques sus pokemon ¿muertos…?

    Arthur llegó al Centro Pokemon que se encontraba abarrotado de gente con sus amigos, mascotas, compañeros, etc. En brazos. Las enfermeras Joy trabajaban sin descanso.

    “¡Lo siento!” Decía extenuada una enfermera “¡Estamos al tope de cuentra capacidad y nuestras Chansey han sido afectadas por la misma extraña enfermedad! ¡Si su pokemon no se encuentra herido de seriedad, déjelo con los demás de ahí!”

    La enfermera le señaló al entrenador que tenía un Zigzagoon en brazos a una zona del edificio en donde decenas de pokemon estaban recostados encima de colchones, mantos o sacos de dormir. Sus dueños, algunos con rasmilladuras, cortes o moretones los cuidaban o lloraban de preocupación a su lado.

    Otros pokemon se encontraban en camillas y eran ingresados a Cuidados Intensivos. Las heridas que presentaban eran algo que Arthur no había visto en su vida: algunos presentaban horrible cortes sangrantes, otros tenían horribles quemaduras de tercer grado, tenían los huesos rotos y estaban entablillad, perforados por púas y de otras maneras perturbantes.

    “Señor” Le dijo una enfermera Joy “Le recuerdo que si sus pokemon no se encuentran heridos de gravedad, llevelos al lugar indica…”

    “¡Espere enfermera!” Dijo una voz conocida “¡Yo conozco a este chico, deje que me encargue yo!”

    La voz provenía de un viejo conocido, el Profesor Birch.

    “¡Profesor!”

    “¡Arthur, ven aquí! ¡Todos estamos por acá!”

    El profesor llevó a Arthur a otra sala del centro pokemon, una en donde se encontraba gente conocida. Sus padres no se encontraban, se habían ido de viaje mientras el estaba en su aventura aunque ellos lo llamaban constantemente y habían visto la Conferencia por televisión.

    “¡Arthur!”

    En la sala se encontraba su maestro, Brendan, el líder del gimnasio local Norman con su esposa Caroline e hijo Max. Su hermana, May, se encontraba en Johto para participar en los Concursos Pokemon. Estaba igual presente Andrés, un antiguo amigo de Arthur que había decidido ser criador en vez de entrenador.

    Después de un rato de saludos y alegrías de que todos estuviesen bien, llegó el momento de las preguntas.

    “¿Qué ha pasado? Pensaba llegar mañana en la mañana y mis pokemon les dio un extraño ataque ¡Por poco termino muerto!”

    “Aquí ha pasado exactamente lo mismo” Contestó Brendan, estábamos todos reunidos en el Gimnasio cuando de pronto todos los pokemon de la ciudad fueron afectados por algo extraño y se encuentran todos inconscientes por ahora”

    Brendan era el hijo del Profesor Birch, tenía unos catorce años y ya había empezado su aventura hace varios años atrás. Había ganado unas cuantas medallas de la Liga e incluso había participado hace tres años atrás en la Conferencia Colosalia, obteniendo el tercer lugar. A partir de entonces, se había dedicado a luchar en distintas Torres de Batalla alrededor del mundo, se habían conocido en medio del viaje de Arthur y pronto hicieron buena amistad, Arthur se había sorprendido al momento de averiguar que era el hijo del Profesor Birch, nunca había sabido que tenía un hijo. Brendan llevaba la misma de siempre: Un gorro blanco con una banda negra en la base con un motivo de una pokebola roja haciendo contraste en el negro. Una chaqueta roja y negra, guantes sin dedos amarillos y azules, pantalones deportivos negros con toques amarillos en la parte inferior y zapatillas deportivas de igual patrón que la chaqueta.

    “Aprendiz mío, se nota que tu aventura te ha sido útil, lástima que mi compañero no este despierto para saludarte”

    El compañero de Batuo, maestro de Arthur, se encontraba tendido dentro de una máquina de scanner de resonancia magnética. El Medicham se encontraba sin heridas visibles y la máquina emitío gran cantidad de ruidos y zumbidos mientras trabajaba.

    Batuo estaba vestido con una toga negra, unos pantalones de lino blanco y unos zapatos negros. Tenía alrededor de unos sesenta años, su pelo blanco desaparecía de la rente para arriba formando una calva, un pequeño bigote blanco y una contextura muy saludable para alguien de su edad. Batuo venía de una tierra lejana, en donde se la había enseñado el arte del Kung-Fu y el camino del monje. Hacia ya unos treinta años atrás que se había instalado en ciudad Petalia y había instalado su casa en la cual impartía clases particulares, Arthur había sido su último alumno hasta el momento y uno de los más destacados aunque al principio había sido duro adaptarse al ritmo de su maestro o Sifu, como se dice en el Kung-Fu.

    “Menos mal que estás a salvo, Arthur” Dijo Norman.

    Al ser del mismo pueblo natal, Norman conocía a Arthur, había ganado su quinta medalla el año pasado tras vencer a sus pokemon de tipo normal. También conocía un poco a Caroline pero a Max solo lo había visto pocas veces y nunca conocio mucho a Max y a May por la diferencia de edad. Max había vuelto de un viaje con su hermana y unos amigos que habían conocido. El se había quedado en casa mientras su hermana y sus amigos partían hacia Kanto, quedando así con su familia. Poco después de la partida de May, Arthur había regresado a Petalia para conseguir su siguiente medalla.

    “Los Hondour te extrañaban” Dijo finalmente Andrés.

    Andrés tenía dieciseis años y vivía a las afueras de la ciudad. Su familia provenía de Johto y habían traído a sus queridos Hondouer, su familia se dedicaba a criarlos e intentaban venderlos como pokemon guardianes y de compañía aunque el negocio no era muy bueno. Esto se debía a que eran pokemon no autóctonos de la región y su apariencia infernal tampoco colaboraba mucho... El negocio provenía de sus abuelos paternos, aunque su padre casi nunca estaba en casa, ya que trabajaba en uno de los trabajos más mal vistos actualmente: el ejército. No había habido un conflicto bélico en décadas y él mundo sentía que las fuerzas militares eran algo ya inútil y poco necesario. El trabajo de su padre se veía marcado en las botas que Andrés llevaba, su camisa blanca, unas chapas de identificación en el cuello y los pantalones de patrón camuflaje boscoso. Los ojos oscuros se veían cansados y su pelo corto negro estaba un poco sudado, al parecer había corrido desde el criadero hasta el centro pokemon para tratar a los Hondour y a su Houndoom que había sido afectado por el mismo fenómeno que los demás.

    “Creo que el escaneo está casi listo” Dijo el profesor al escuchar un pitido que marcaba el fin del procedimiento.

    “¿Alguna pista de lo que le ha sucedido a Medicham y a los demás?” Preguntó Batuo.
    “Esto es…”

    “¿Qué pasa papá?” Preguntó Brendan.

    “Hay una extraña anomalía en el cerebro de Medicham. Cada pokemon tiene una zona en el cerebro que controla sus ataques y que limita los que el pokemon puede aprender según su genética. También regula que tan fuerte son, pero la mitad de ese sector no emite más actividad, ha dejado de funcionar…

    “Y eso que significa” Preguntó Nolan.

    “O Medicham no puede realizar ningún movimiento más o sus movimientos se han vuelto increíblemente poderosos, algo así como…”

    “¿Más reales?” Añadió Andrés, en el criadero, uno de los Houndour le había arañado un brazo y había sangrado, algo que no había pasado nunca...

    “O sea” Finalizó Max, que no había hablado mucho “Los ataques ahora pueden herir a la gente y a los pokemon…”

    Todos quedaron en silencio, era algo totalmente extraño para todos, los pokemon nunca habían sido peligrosos para la gente, sus ataques nunca habían herido o matado ¿Qué habrá provocado este extraño fenómeno? ¿Había afectado a los pokemon de la zona o había sido algo masivo? Estas dudas acechaban la mente de cada uno de los presentes. Max, preguntó algo que sólo la idea la daba escalofríos por lo morbosa que sonaba.

    “¿Qué pasaría si un pokemon… matara…? Digo… Un pokemon cuando derrota a otro en combate gana experiencia y se vuelve más fuerte, pero ahora ¿Qué sucedería? ¿Qué tan fuerte se volvería? ¿Podría incitarlos a atacarnos?”

    Todos quedaron horrorizados con la idea de Max, este bajó la cabeza, le atemorizaba la idea de ser atacado por un pokemon salvaje que tuviese todo ese poder. Finalmente Birch tomó la palabra.

    “Su miedo es justificado, déjenme probar algo”

    Birch se dirigió a la computadora que había en la sala, tras ingresar unos datos. Realizó una simulación. Un Zigzagoon de la atacaba un ser con las proporciones y características de una persona, el ser era eliminado y el Zigzagoon de la simulación comenzó a brillar, se había transformado en un Linoone.

    Todo el cuarto quedó en silencio, efectivamente, el hecho de que pudiesen dañar a la gente podría involucrar un posible ataque de pokemon pero ¿sucedería? Finalmente el silencio se rompió al salir Medican de la máquina, poco después, empezó a recuperar la conciencia. Todo el mundo estaba tenso ¿Cómo reaccionaría un pokemon perteneciente a un entrenador? ¿Los atacaría?

    Finalmente levantó la cabeza, parecía normal, miraba alrededor suyo, sin saber en que lugar estaba y por que había tanta gente, no parecía que fuera a atacarlos. Todo el mundo suspiro aliviado ¿podría significar que todo estaría bien?

    ”Bien todos, sabemos que todavía hay muchas duda al respecto sobre lo que les ha pasado a los pokemon, pero es muy tarde y será mejor que le entregue estos resultados a la policía. Quien sabe si será necesario evacuar por seguridad de la población, pero eso se tratará mañana, ya es muy tarde y todos deben de estar muy cansados” Dijo el Profesor.

    Todo el mundo asintió, eran cerca de las doce.

    “¿Tus pokemon es tan bien Arthur?” Preguntó Birch

    “Este… Si… Fueron derribados por un ataque psíquico de mi Alakazam pero parece que sólo están inconscientes” Afirmó Arthur recordando que no habían sufrido daños mayores.

    “Bien, eso aliviará a las enfermeras, sus Chansey siguen inconscientes pero pronto deberían despertar y podrán tratar a los pokemon heridos de gravedad. Bueno señores, será hora que vayan a sus casas a dormir y por favor, tengan cuidado”

    Todo el mundo empezó a retirarse, Arthur y Medicham siguieron a Batuo.

    “¿Se suponía que me quedaría a alojar en su casa, sifu?”

    “Si aprendiz, acordamos con tus padres de que te quedarías hasta que ellos regresaran. Mañana podrás ir a tu casa a llevarte lo que desees mientras te alojes en el cuarto de visitas”

    Arthur, Medicham y Batuo llegaron al hall del centro. Las cosas marchaban con mayor fluidez ya que algunas Chansey habían despertado y habían empezado a ayudar. Salieron del centro y se dirigieron a la casa de Batuo, era una casa de dos pisos construido en un estilo tradicional asiático con un anexo lateral que era el área de entrenamiento.

    Cruzaron la entrada, dejando los zapatos en la entrada y subieron al segundo piso.

    “Bien aprendiz, dirígete a la habitación de las visitas y nos vemos mañana al amanecer, será mejor que comprobemos lo fuerte que te has vuelto en tu viaje y examinemos a tus pokemon para que averiguar en que estado están”

    “Entendido Sifu, nos vemos mañana, buenas noches”

    Batuo y Medicham se dirigieron a sus aposentos y Arthur entró en la habitación de los invitados, una cama simple tradicional lo esperaba y se derrumbó en ella. Estaba exhausto por las emociones de la noche y sólo quería dormir.

    Pasaron las horas y no faltaba mucho para el amanecer, de pronto, una voz gritaba su nombre y lo zarandeaba.
    “¡Arthur, Arthur! ¡Despierta!”

    “¿Que sucede Sifu…? Aun falta para el amanecer…”

    “¡Levántate Arthur! ¡El chico de Nolan tenía razón! ¡Los pokemon salvajes están atacando!”

    “¿QUÉ?”

    Arthur se levantó de súbdito, Batuo, llevaba las dos Jian (espadas) del maestro monje, Arthur, en la prisa de tomar sus cosas (no se había puesto ropa para dormir) no distinguía si lo rojo que estaba en las espadas de su maestro era sangre o no…

    “¡Rápido! ¡Medicham está en el piso de abajo repeliéndolos!”

    Maestro y discípulo bajaron a toda velocidad las escaleras y llegaron a la zona de entrenamiento: un espacio amplio, con puertas deslizables que daban al patio. Medicham se encontraba luchando contra un grupo de Zigzagoons y Tailows y Poochyenas. El espectáculo era truculento: Medicham usaba psico-corte, generando dos cuchilla de energía púrpura desde el dorso de sus manos y con una velocidad y precisión magistrales, cortaba y destazaba a sus enemigos, dejando charcos de sangre, miembros y cuerpos rebanados por doquier.

    Arthur quedó paralizado, no podía creer la orgía de violencia frente a él. Lo que más le asustaba era la expresión de Medicham: era una mirada fría, parecía no importarle lo que hacía, su objetivo era proteger a su amo y a su discípulo a toda costa. Medicham sentía un poder increíble en su cuerpo, era un poder que de alguna forma sabía que tenía adentro pero que nunca había podido utilizarlo, se sentía lleno de poder y se sentía bien liberarlo.

    Las paredes laterales del área de entrenamiento se desplomaron y tres Mightyena y dos Linoone entraron, plantándose frente a Arthur y Batuo. Arthur liberó a Bruce, estaba despierto y por su mirada, Arthur vio que estaba ansioso de pelear y liberar el enorme poder que ahora tenía disponible.

    Batuo entregó el arma más cercana que había a Arthur, era una Quiang (lanza) de unos dos metros de largo de madera con una larga hoja para apuñalar y cortar más las largas tiras rojas que colgaban de la base de la hoja para proteger la madera de la sangre que habría que derramar… Arthur extendió la mano izquierda y tomó la lanza, la hizo girar grácilmente y la extendio hacia adelante, preparado para atacar.

    Sentía que se le revolvía el estómago por la idea de tener que matar pokemon. Pero la mirada de los Mightyena y Linoone estaba cargada de una sed de sangre incontrolable, sin rechistar, intentarían hacerlos pedazos

    “¡Bruce! ¡¿Estas listo?!” Grito el alumno.

    Bruce asintió y dio un grito de guerra mientras el fuego de sus muñecas flameaban con fuerza. Alumno, maestro y pokemon se lanzaron al combate.

    Notas finales: Espero recibir algun comentario de los que les parecio. Que el fanfic original es bastante popular entre los lectores de habla inglesa y espero ver si llama la atencion en este sitio. Tengo mas capitulos listos y pronto los subire tambien.
     
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    14 Noviembre 2011
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    Escritor
    Título:
    Poké Wars: La Supervivencia
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    4169
    Capitulo 2: La primera batalla

    Un Mightyena saltó inútilmente hacia Arthur para sólo para terminar ensartado tras una estocada de la lanza. Arthur quedo paralizado al ver como el pokemon hiena se retorcía para luego quedar inmóvil, el lanzazo debió de haberle perforado un órgano vital de relevancia. Tras arrojar con disgusto el cuerpo, un Linoone aprovechó de saltar para tratar de derribar a Arthur que aún estaba paralizado por el shock de lo que había hecho, pero Bruce lo devolvió la realidad cuando golpeó con un mazazo con ambas manos la espalda del pokemon, sonando un crujido proveniente de su columna.

    Arthur se dio cuenta que si no luchaba por su vida, perdería la suya en cualquier momento. Nunca pensó que las artes que había estado aprendiendo por siete años les iban a ser útiles de esta manera. Nuevos pokemon ingresaban al edificio, pero habían elegido mal a sus presas: un maestro monje, su aprendiz y dos de sus pokemon altamente entrenados no solo con combate típico, sino que también con la filosofía y enseñanzas de sus amos. Sin importar cuantos enemigos aparecieran, terminaban cortados por espadas, cuchillas psíquicas o ensartados en lanzas. Un Mightyena intentó atacar a Bruce para sólo ser recibido con una patada voladora mientras estaba en el aire, el ataque golpeó por la zona de la barbilla, desplazando violentamente el cuello hacia atrás, fracturándose al instante. Arthur se asombró del nuevo poder de Bruce: ahora podía matar con el mínimo esfuerzo y le asustaba la posibilidad de que no pudiese controlar su fuerza.

    Un Swellow trató de cortar a Batuo con Golpe Aereo, pero Medicham, prediciendo el ataque con Premonición, caía sobre el atacante con Puño Trueno, el puño de Medicham se tornó amarillo y chipas salían de él. El golpe hizo trizas los ligeros huesos del ave y estallo en llamas su cuerpo por la electricidad, saliendo finalmente por la ventana y acabó en una fuente zen del jardín. Batuo, a pesar de sus años de experiencia, el espectáculo macabro lo había tomado por sorpresa: los ataques de los pokemon nunca habían sido así. Otro Mightyena cargó contra Bruce, este se encontraba cerca de un muro de la habitación, corrió hacia la pared y en una demostración de gran presteza, saltó hacia ella y utilizó el impulso tras apoyarse para realizar una voltereta. El Mightyena se estampillo contra la pared, quedando atontado. Finalmente, Bruce acabó su sufrimiento con una patada demoledora a la columna, fracturándola al instante.

    Arthur arrojó la lanza contra un Swellow, dando de lleno en su blanco, para proseguir tomando dos espadas Jian de la pared, siendo estilo favorito el de luchar con dos espadas en cada mano. Un Poochyena que se había unido al combate trató de morder a Arthur para acabar con una espada en el pecho y otra al cuello. Tras tirar el cadáver, acabo con dos tailows que se arrojaban para usar Golpe Aéreo.

    El área de entrenamiento cada vez más cubiertos de cuerpos y se hacía cada vez pedazos con los ataques arrojados. Los pokemon salvajes al parecer se dieron cuenta que la batalla era inútil y empezaron la retirada para buscar blancos más fáciles. Pronto, el lugar quedó vacío de enemigos hostiles. Los cuatro guerreros resoplaban con fuerzas, recuperándose del fragor del combate.

    "Sifu ¿Qué hacemos ahora?"

    "No lo sé, aprendiz, pero de seguro que el resto de los habitantes de la ciudad están en peligro ¡Debemos ir a ayudarlos!"

    "¡Entendido!"

    Los cuatro guerreros se asomaron afuera y lo que vieron era una visión macabra: gente corriendo por las calles, Linoone abalanzándose sobre la gente, Mightyena arrojándose al cuello más Tailows y Swellows cortando en pedazos gente con alas afilados. Arthur sintió que se le revolvía el estómago, era como si la peor de las pesadillas se hubiese hecho realidad: pokemon masacrando humanos sin piedad ni misericordia con sus habilidades sobre humanas.
    Batuo notó la cara descompuesta de Arthur, este lo sujeto de su ropa.

    "¡Arthur! ¡No pierdas la compostura! ¡Tal vez la cosa luzca muy mal, pero no permitas que pierdas el control! ¡Recuerda el segundo paso del Camino Hacia la Perfección, el Wan Shan Lu!

    ¡Debes mantenerte fuerte a pesar de los dificultades!"

    Batuo soltó a Arthur, cayendo este de rodillas, pero se levantó al instante. Bruce se acercó para asegurarse de que estaba bien y miró desafiadamente a Batuo, pero Arthur le indicó que no siguiera, que su maestro tenía razón.

    "Si… si, Sifu… No permitiré que pierda la fortaleza…"

    Se escuchó el ruido de un megáfono a la distancia, provenía de un coche patrulla de la policía.
    "¡Todos los ciudadanos diríjanse lo más pronto posible al cuartel de policía, estamos montando una línea defensiva, repito, estamos montando una línea…!"

    Se escuchó el ruido de la patrulla frenando y el de un choque.

    "¡Hay que ayudarlos!"

    ¡No, aprendiz! ¡Entiendo que quieras ser compasivo pero probablemente el accidente lo hayan causado los pokemon salvajes y ya sea demasiado tarde para ellos!"

    "Pero…"

    "¡Hay que ir a la estación de policía! ¡Podemos ayudar en la defensa y resguardar a los que encontremos en el camino o a los que vayan llegando!"

    Arthur tuvo que tragarse la impotencia que sentía.

    "¡Entendido!"

    Los cuatro guerreros avanzaron por las calles infestadas de pokemon salvajes. Trataban de encontrar supervivientes en las calles, pero no habían más que cuerpos. Algunas personas eran conocidos: el panadero local se encontraba afuera de su local tirado contra la pared con una herida en la cabeza, también estaba la joven florista que sin tener más de veinticinco años, su belleza y su vida habían sido arrebatadas por un corte que iba del cuello a la frente. Era una vista horrible para Arthur y prefería ver hacia delante, hacia la comisaría. Los pokemon salvajes que aparecían adelante eran despachados rápidamente por Bruce y Medicham y los que aparecían por detrás eran acabados con las espadas de Arthur y Batuo. Pasaron frente a un coche patrulla en llamas, posiblemente el que habían oído, cualquier posibilidad de supervivencia había desaparecido para los que lo conducían.

    Llegaron por fin a la comisaría, cuatro policías, y de ellos, dos oficiales Jenny, se encontraban atrincherados detrás de mesas volteadas al frente de la gran puerta de madera reforzada del edificio. Estaban armados con pistolas Colt .45 y luchaban por repeler el ataque mientras los últimos supervivientes entraban. Arthur, Batuo y los dos pokemon cruzaron el portón principal.

    "¡Ya no vendrá nadie más! ¡Todos adentro!" Gritó una oficial Jenny que al parecer estaba a cargo.

    Cuatro oficiales de apariencia fuerte comenzaron a mover las pesadas puertas de madera. Los cuatro oficiales de afuera retrocedieron lentamente hasta que la puerta estuvo a punto de cerrarse, uno de los últimos oficiales disparó antes que se cerrara completamente, el disparo dio de lleno en la cabeza de un Zigzagoon. Tras cerrarla, dos oficiales bajaron la gran tranca de la puerta, bloqueándola completamente. Se escuchaban pequeños golpes y arañazos contra ella, pero la puerta era resistente y apenas era afectada por los ataques.

    Todos al anterior jadeaban por la emoción o el esfuerzo. Arthur miró alrededor del hall del cuartel y se dio cuenta que era el lugar más seguro de los alrededores. El cuartel de policía era un edificio antiguo que antes había sido un museo. Era de estructura sólida de cemento, con ventanales enrejados para evitar robos en su antigua época, haciendo que no pudiesen entrar más pokemon por otra zona que no sea la puerta principal y el edificio era lo suficientemente grande como para resguardar a muchas personas, en definitiva, una buena fortaleza.

    "Muy bien todos, empiecen a hacer la barricada" Ordenó la oficial Jenny a cargo y los policías empezaron a bloquear la entrada con mesas, escritorios, sillas, etc. Algunos civiles se ofrecieron para colaborar, Arthur se disponía a ayudar también cuando otra voz lo llamó en la lejanía.

    "¡Arthur, señor Batuo! ¡Me alegran que estén bien!" Dijo la voz que se les acercaba corriendo, era el Profesor Birch.

    "Lo mismo digo, profesor" Contestó Arthur.

    "Me gustaría saber cómo es que la policía ha preparado una contramedida tan efectiva para esta emergencia…" Preguntó Batuo.

    "Anoche, cuando los dos se fueron, me dirigí con mi hijo a la estación de policía y les enseñé los resultados del escáner de Medicham y les hablé de la teoría de Max sobre un posible ataque de los pokemon salvajes. Obviamente, causó un pequeño revuelo pero al menos convencí lo suficiente al jefe de la policía como para preparar medidas de emergencia. Se basaba en la evacuación de la población a distintos puntos, se prepararían rutas de escape y mañana, o sea, hoy, se convocaría una reunión para instruir a la población, pero por lo visto, las cosas se adelantaron y no hemos podido hacer mucho…"

    Arthur bajó la mirada, la visión de la gente ajusticiada por los pokemon salvajes aún plagaban su mente.

    "¿Han logrado llegar hasta aquí Norman y su familia?" Preguntó el maestro monje.

    "Si, gracias a Arceus. Mi hijo también está aquí con ellos pero Andrés y su madre no han aparecido…"

    "¡No!" Exclamo Arthur, uno de sus mejores amigos estaba ahí afuera en peligro ¡Había que hacer algo!

    "¡No te desesperes Arthur! ¡No habrán podido llegar porque viven a las afueras y recuerda que tienen a la jauría de Houndour y Houndooms para que los protejan!"

    "¡Eso no importa, debemos…!"

    Súbitamente se escuchó un gran estampido en la puerta que la sacudió fuertemente junto con los objetos amontonados sobre ellas. Algo estaba golpeando con fuerza o los pokemon salvajes habían empezado a usar técnicas más poderosas para intentar romperla.

    "¡Que ha sido ese ruido!" Exclamó una voz que se acercaba al hall, era Brendan, a su lado estaba Norman

    "¡Algo muy fuerte está atacando la puerta! ¡No sabemos qué…!" Exclamó Arthur pero otro estampido azotó la puerta y varios objetos que bloqueaban la puerta se cayeron.

    "¡Prepárense!" Gritó la oficial a cargo a sus oficiales "¡La puerta no durará demasiado!"

    Varios oficiales se armaron con escopetas y se pusieron atrás de unos pocos escritorios que aun no habían sido apilados, preparándose para lo que viniera detrás.

    "Un momento…" Exclamó Norman "Conozco ese sonido ¡Son impactos de Hiperrayo!"

    "¡Deben de ser los Linoone!" Le siguió Brendan. Al parecer, los pokemon estaban usando artillería pesada.

    "¡Debemos hacer algo para proteger la estación!" Arthur corrió a la oficial a cargo.

    "¡Señorita! Somos entrenadores ¿podemos ayudar en algo?

    "Un momento" Pregunto la oficial que comenzó a reconocer a Arthur "Tu eres Arthur, el de la Conferencia ¿no?" Otro estampido de hiperrayos golpeo la puerta.

    "¡Arthur, Brendan, Norman! ¡Necesitaremos sus pokemon para repelerlos, alinéenlos con la puerta, lejos de su campo de tiro en caso de que algún la atraviese! ¡Yo iré atrás a avisar a los demás civiles que se alejen del campo de tiro!" Entonces la oficial se dirigió en donde Birch y Brendan habían venido

    "¡Acompáñeme profesor que aquí es demasiado peligroso!" Le advirtió ella.
    El profesor asintió.

    "Arthur, Batuo, Norman, hijo… Tengan cuidado…"

    Entonces el profesor siguió a la oficial Jenny a la parte de atrás.

    Arthur, Brendan y Norman asintieron y liberaron a sus pokemon. Arthur liberó a Bahamut, Kaiser, Lucy, Leonard y a Shadow. Brendan liberó a su equipo: Swampert, Aggron, Shiftry, Rhyperior, Flygon y Macargo. Norman liberó a Slaking, Vigoroth y a Slakoth.

    Los pokemon al parecer estaban al tanto de la situación y comenzaron a hablar entre ellos, tras otro estampido lleno de fuerza, uno que quebró en parte la tranca, asintieron y comenzaron a ponerse en posición. Sus amos se dedicaron a ver que habían planeado.

    Rhyperior y Swampert se colocaron en el costado izquierdo de la habitación, detrás de un escritorio y de dos policías que miraban un tanto atemorizado a los enormes pokemon taladro y anfibio. Kaiser y Aggron se colocaron respectivamente en el costado derecho, de igual manera detrás de un escritorio con policías. El hall era grande, de dos pisos, siendo el segundo básicamente pasarelas que llevaban a habitaciones de la segunda planta. Slaking, Vigoroth y Slakoth se acomodaron en una pasarela que se encontraba aproximadamente al medio de entre los dos escritorios tumbados con policías. El resto de los pokemon colocaron en distintas posiciones: Macargo y Bruce se colocaron en las esquinas próximas a la puerta, Shiftry y Medicham detrás de Swampert/Rhyperior y Kaiser/Aggron respectivamente. Salamence y Flygon se echaron al vuelo, preparándose para atacar a los que entraran.

    Bruce hizo un gesto a Arthur, lo interpretó como un mensaje de que se retiraran más atrás. Los cuatro amos de los pokemon se posicionaron detrás de Shiftry y Medicham, resguardándose del peligro. Otro impacto retorció la puerta, doblando consideradamente la tranca, otro la doblo al punto de colapsar y un último impacto la quebró completamente, abriéndose de golpe la puerta y acompañado de un rayo de energía anaranjado cruzó la habitación, pasó por el medio del hall y de Arthur y los demás. El disparó golpeó la pared de atrás del hall, atravesándola y perdiéndose atrás. Todos rezaron pidiendo que no hubiese alcanzado a alguien en su trayectoria.

    Todos pudieron ver por un momento a un gran grupo de Linoone jadeando de cansancio tras ocupar todos los Hiperrayo que podían, detrás habían decenas, quizás incluso un centenar de pokemon salvajes deseosos de entrar y acabar con la vida de todos los que estaban en la estación.

    Bruce dio un grito, como si fuera una especie de confirmación y al mismo tiempo Swampert, Rhyperior, Kaiser, Aggron, Slakoth, Vigoroth y Slaking dispararon Hiperrayo desde sus bocas. Pero extrañamente, los siete rayos de energía anaranjados no se dirigieron directamente hacia la puerta, sino que parecía que convergieron, uniéndose en un solo punto, concentrándose y generando lo que parecía una esfera anaranjada de gran tamaño. Los humanos se cubrieron la vista por el gran resplandor de la esfera y los pokemon miraban atónitos lo que los rayos estaban causando, era algo que no esperaban. Tras un punto crítico, la esfera de luz se proyectó hacia delante en forma de un gigantesco rayo de energía anaranjado que pasó la puerta casi ajustado con las dimensiones de ella que eran considerables. En ese entonces, alrededor de un centenar de pokemon que esperaban detrás de la puerta se desvanecieron, vaporizados y consumidos de la faz de la tierra, no sintieron dolor alguno, a lo sumo terror por el rayo que se formaba y que se les venía encima. El rayo siguió su camino, impactando y abriéndose camino a través de cualquier cosa en su camino, sin importar si eran casas, edificios, cuerpos o pokemon salvajes en dirección a la estación para finalmente explotar con gran fuerza a casi quinientos metros de distancia, generando una onda de choque que acabó con lo que tenía cerca y se sintió incluso dentro del antiguo museo.

    Los momentos siguientes fueron de un silencio absoluto. Todos los presentes en la habitación no podían creerse lo sucedido, quedando inmóviles por unos instantes hasta que varios Mightyenas, Poochyenas, Zigzagoons y Linoone tomaron la iniciativa de entrar tras recuperarse del susto, devolviendo a todos a la realidad. Bruce y Macargo dispararon un enorme Lanzallamas que incineraron a los que entraban. Los alcanzados por el fuego se retorcían mientras su pelaje, piel y músculos se consumían, dejando restos chamuscados.

    Shiftry se unió arrojando Hojas Navajas que evisceraban a los enemigos que entraban.
    Rhyperior, Kaiser, Aggron y el trío de monos en la pasarela arrojaban los Hiperrayo que vaporizaban a los opnenten que ingresaban. Swampert arrojó un chorro de agua muy distinto a lo usual, era mucho más delgado pero tenía tanto poder de perforación que atravesaba fácilmente los corazones y cabezas de los oponentes. Leonard rompía cuellos con ataques psíquicos, hacía detener sus corazojes o cercenaba alguna vena cerebral causando un derrame al oponente, acompañado también de Psicorrayos que atravesaban de lado a lado los cuerpos de los enemigos que lo encaraban. Shadow prefería hipnotizar a sus enemigos y succionarles su energía vital con Comesueños, debido a que sus ataques fantasmas no eran efectivos contra los pokemon tipo normal u oscuro que entraban. También intercalaba con Rayos que freían a sus oponentes Bahamut arrojó Lanzallamas hacia el exterior, incinerando más pokemon a su paso. Flygon lanzó Dragoaliento al exterior para acompañar el ataque de Bahamur, era un chorro de fuego verde que ahora tenía propiedades distintas a la de antes, el fuego inundo el exterior del edificio, sin deshacerse ni consumirse, con un efecto similar al napalm que incineraba a los que osaban entrar.

    En ese entonces, una mezcla de Tailows, Swellows y Wingulls entraron volando sobre las llamas, siendo recibidos por Rayos de Lucy que se encontraba a un lado de Arthur y las escopetas de los policías que derribaban y perforaban los frágiles cuerpos de las aves fácilmente. Hojas navajas de Shiftry parecían cortar con facilidad a todos incluso a los Wingulls, al parecer, ya no importaba el elemento del ataque, sino que la severidad de ellos; acompañados también de Golpes Aéreos de Bahamut y Flygon que desmenuzaban a los enemigos.

    La masacre era algo inigualable a algo que pudiese haber visto cualquiera de los presentes, cada vez se apilaban más cuerpos en el hall y los amos de esos poderosos pokemon no podían sino ver con estupefacción la lucha de ellos para protegerlos y a los civiles del antiguo museo. Poco a poco el cansancio empezó a diezmar a los defensores, el fuego mágico de Flygon se empezaba a apagar definitivamente y los demás pokemon salvajes comenzaron a entrar. La situación se empezó a complicar cada vez más, hasta el punto que Arthur y Batuo decidieron unirse al combate, luchando codo a codo con Bruce y Medicham respectivamente, blandiendo en unas especia de danza mortal las espadas que cada uno tenía en sus manos en una especie de danza mortal.

    Pero a pesar de la ayuda de los dos monjes, los enemigos empezaban a llegar cada vez en mayor número, en cualquier momento, los superarían y terminarían todos muertos.

    "Maldita sea…" Se decía a si mismo Brendan con las manos y la mandíbula apretadas.

    "Yo aquí sin poder hacer algo, si no sucede un milagro, estamos acabados…"

    Súbitamente, se empezó a escuchar ruidos a la distancia, semejantes a los de una gran jauría de perros. Arthur detuvo momentáneamente sus ataques.

    “¿No serán…?”

    Se empezaron a escuchar gritos y aullidos de dolor de los enemigos que aún se encontraban afuera, pronto entraban por la puerta principal alrededor de tres docenas de Houndour y dos de Houndooms, que escupían voraz fuego que se decía que nunca paraba de doler y se lanzaban a las gargantas de los despavoridos pokemon intimidados por la apariencia infernal de esos pokemon que atacaban por la retaguardia. Andrés entraba triunfalmente armado con lo que parecía un fusil de asalto y vestido enteramente con una camisa blanca, pantalones de camuflaje boscoso y un jockey del mismo patrón, disparando ráfagas a los pocos enemigos que iban quedando y su fiel Houndoom personal protegía los puntos ciegos de su amo. Finalmente, todos los enemigos del hall fueron eliminados y los supervivientes de la masacre se retiraron a la espesura fuera de la ciudad para lamer sus heridas y recuperar fuerzas.

    Arthur se acercó a su amigo con los brazos abiertos, Andrés colgó el fusil en la espalda y recibió el abrazo.

    "¡Andrés! ¡Si no fuera por ti estaríamos todos muertos!" Exclamó su amigo.

    "Vine lo antes posible, los pokemon salvajes asaltaron el criadero pero pudimos repelerlos, nos dirigimos a la ciudad lo más rápido posible y supusimos mamá y yo que estarían todos aquí al ver la concentración de pokemon y los ataques que salían por la puerta"

    Pronto, los civiles salieron de sus escondites en el interior de la estación, ninguno sólo había sido dañado por los pokemon invasores y ninguno había sido dañado por el Hiperrayo que había pasado gracias a la temprana advertencia de la oficial Jenny.

    Pronto salieron Carolina y Max, acompañados del alcalde, un hombre de unos sesenta años de pelo canoso y algo regordete y el jefe de la estación policía, otro hombre de mediana edad, con barba, bigote castaño y con una pelada de tamaño medio.

    "Los felicito a todos" Dijo el jefe de la policía a los defensores."Si no fuera por ustedes, estaríamos muertos".

    "Gracias a ustedes, ninguno de los alrededor de ciento cincuenta civiles ha sido dañado, si no fuera por la situación cada uno se ganaría una medalla y las llaves de la ciudad" Añadió el alcalde con una sonrisa.

    Caroline y Max corrieron a los brazos de su esposo y padre, sumamente preocupados.

    "Cariño, estaba tan asustada que te sucediera algo" le dijo ella.

    "Tenía tanto miedo…" Le siguió Max.

    Por detrás de ellos dos se acercó el Profesor Birch.

    "Hijo, Arthur, Batuo, Norman y también todos los pokemon… Estoy orgulloso de ustedes y agradecido por todo lo que han hecho, son los salvadores de los supervivientes de Ciudad Petalia. Andrés, me da gusto que tú y tu madre estén bien, tu jauría de Hondour y Houndoom llegaron cuando más los necesitábamos, damas y caballeros, démosle un aplauso a nuestros salvadores"

    De pronto comenzaron a aparecer los supervivientes que habían logrado llegar a la estación de policía, los que iban a apareciendo en el hall aplaudían a sus salvadores por su valentía y sacrificio, hasta llegar a un punto en el que el hall se llenó de un coro de aplausos.
    Después de una junta que realizaron todos los supervivientes, se llegó a un acuerdo: La ciudad era peligrosa y en cualquier momento podían regresar los pokemon salvajes a acabar con lo que habían comenzado. Se decidió que se formaría una caravana, en la cual se viajaría y buscaría un lugar seguro en donde refugiar a la población, se repartirían entre los hombres capaces las armas blancas de la casa de Batuo, las armas de fuego y municiones de la policía y las pocas armas y municiones que había ocultas en la casa de Andrés. Confirmándose así el rumor que circulaba entre los policías que habían armas ilegales de corte militar en la casa.

    "¡Ustedes no entienden la pasión por las armas de fuego mía y de mi padre! ¡Sólo las usábamos para fines deportivos!" Se defendía Andrés de las miradas incriminatorias de los policías. Lo que era cierto, incluso había invitado a Arthur a disparar a blancos en las afueras de la ciudad en donde nadie los podía escuchar y le había enseñado a Arthur su funcionamiento. Lo que había generado denuncias de gente que vivía en los alrededores de ruidos de disparos y de hallazgos de vainas vacías de balas. Nunca se había encontrado evidencia alguna que efectivamente esas armas existieran, incluso habían allanado la casa de Andrés sin poder encontrar evidencia incriminatoria.

    "¡Si no fuera por la situación actual, estarías pasando un muy mal momento, chico!" Le contestó con furia la oficial Jenny que había estado a cargo de la defensa del hall.

    A pesar de que era cierto que la posesión de armas de fuego entre la población civil era ilegal, era cierto que más armas de fuego para armar la caravana era una bendición. En la casa habían unas cuantas pistolas, un par de fusiles de asalto, subametralladoras e incluso granadas de fragmentación y lacrimógenas. Estas últimas las tenían guardadas no para ser usada, eran más que nada de "colección".

    "¡Como consiguieron todo esto!" Contestó asombrado el jefe de la policía.

    "Nada más que el trabajo de mi padre y unos cuantos contactos, jefe" Le contesto Andrés.
    Ya era pasado el medio día y después de comer con la gente que conocía, el Profesor Birch se acercó a Arthur y compañía.

    "Tengo que decirles algo, se que mañana en la mañana partiremos de Ciudad Petalia en dirección a Ciudad Férrica, pero hay algo que quisiera poder recuperar del laboratorio en Villa Raíz que nos podría ser útil para el viaje, además de asegurar los pokemon de los entrenadores que me han dejado a cargo"

    Arthur y Brendan decidieron apuntarse para la misión, podrían llegar rápidamente en Bahamut y Flygon. Tras prepararse y tomar una ducha en la estación de policía ya que ambos no lo habían hecho desde ayer, prepararon a sus pokemon para el vuelo.
    Andrés se acercó Arthur poco antes de partir.

    "Se que probablemente no la necesites por tus habilidades, pero me sentiría mejor si la llevaras ¿Te acuerdas como usarla?" Le preguntó mientras le extendía una pistola CZ-75 de 9 mm.

    "Aún me acuerdo pero no he disparado en años, espero no tener que usarla" Le respondió mientras recibía la pistola, un cargador extra y una cartuchera para llevarla. La tendría junto con los dos Jian que colgaban de sus fundas en la parte baja de la espalda de Arthur.

    Los dos pokemon voladores tomaron vuelo, con Flygon llevando a Brendan y Birch con Arthur encima de Bahamut, pasarían sobrevolando Pueblo Escaso y Villa Raíz, no había mucha esperanza de encontrar supervivientes pero no costaba nada comprobar desde arriba.
     
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    Janus

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    Poké Wars: La Supervivencia
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    Acción/Épica
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    La Superviviente

    17 de Agosto
    "Ya estamos en Villa Raíz" Dijo Brendan al divisarla a la distancia. Habían pasado por Pueblo Escaso, pero el panorama fue desolador: nada más que un espectáculo de muerte y destrucción, Arthur, Brendan y Birch no pudieron encontrar supervivientes. Era alrededor del mediodía.​

    "Profesor ¿Por qué habrán atacado Ciudad Petalia pokemon como los Linoone y Swellow? No suelen ser pokemon violentos o territoriales como los Mightyena." Preguntó Arthur.​

    "Solo puedo conjeturar, Arthur, pero la ciudad había comenzado hace un poco un plan para construir una nueva zona residencial, lo que traía como consecuencias quitarle sus hogares a muchos pokemon: se cortarían árboles y se derrumbarían madrigueras para preparar los cimientos de las casas. Hasta ayer, ya habían unas cuentas casas completas y otras estaban a medio construir."​

    "O sea…" Dijo pensó en voz alta el aprendiz de monje. Se notaba que el profesor se especializaba en los hábitats y distribución de los pokemon.​

    "¿Qué intentaban cobrar venganza por sus hogares y recuperar sus territorios perdidos?" Continúo Brendan.​

    "Eso es lo que pienso. Ahora que han sido removidos estos "limitadores cerebrales" como he decidido llamar, los pokemon salvajes de los alrededores de Ciudad Petalia buscarían recuperar lo suyo al conseguir la capacidad de dañar a los humanos. También debemos considerar para más adelante que esta situación de los limitadores puede estar pasando en toda la región, o incluso en todo el mundo… Si tan solo hubiese presionado más para detener la construcción de ese barrio… Nunca estuve de acuerdo desde el principio…"​

    El laboratorio, un poco más lejos del pueblo, se hizo visible.​

    "Ahí está, aterricemos por el prado a un lado" Dijo, Flygon y Bahamut aterrizaron suavemente sobre el prado y los tres humanos descendieron.​

    El laboratorio se encontraba intacto, a diferencia del pueblo que se encontraba en una situación similar a la de Pueblo Escaso.​

    "Después de conseguir lo que les decía, será mejor que busquemos supervivientes. Sea lo que sea que atacó, ya se habrán ido después de destruirlo todo…" Siguió Birch, desanimado por la magnitud del ataque de los pokemon salvaje. No solo había afectado a Ciudad Petalia, sino que a las poblaciones de los alrededores.​

    "¿Que es lo que estamos buscando?" Preguntó Arthur mientras Birch abría la puerta al laboratorio y el aprendiz desenfundaba la pistola. Teniéndola lista en caso de que algo se hubiese colado en el laboratorio.​

    "No solo vengo a buscar las pokeballs con los pokemon del laboratorio y de los entrenadores que me las han encargado, tengo algo para ustedes que a ustedes les servirá"​

    "No te referirás…" Le interrumpió su hijo "¿No te referirás al artefacto que me mencionaste en una de nuestras videollamadas?"​

    "Exactamente…" Les dijo mientras entraban a una habitación cerrada con llave. Birch intentó encender la luz de la habitación oscura, sin éxito. La luz eléctrica se había cortado desde después del ataque, en Pueblo Escaso tampoco había, todo lo eléctrico ya no servía de nada al parecer.​

    "Papá, toma" Le dijo su hijo mientras le entregaba una linterna de su mochila.​

    "Gracias" Le respondió mientras la encendía e iluminaba lo que parecía ser dos cajas fuertes. Birch se inclinó en la más pequeña.​

    "Arthur, enfoca la linterna mientras la abro"​

    "Está bien" Respondió mientras tomaba la linterna y ayudaba al profesor.​

    Tras mover la perilla de la caja tres veces, la tapa cedió. Dentro habían varios maletines metálicos.​

    "Aquí están" Dijo entusiasmado el profesor.​

    Birch dejó uno de los maletines en el suelo y lo abrió, Arthur enfocó el contenido con la linterna: parecía ser un guante. La mitad superior era una carcasa roja de forma semi ovalada por la zona de la muñeca, con un diseño que recordaba a una pokeball. La parte inferior era un guante blanco, con una línea negra que marcaba el punto donde podía insertarse una mano.​

    "Así que esto era…" Dijo Brendan mirando con curiosidad.​

    "Pero… ¿Qué es esto?" preguntó Arthur.​

    "Es un artefacto de tecnología de punta desarrollado por varias mentes brillantes del mundo y los profesores pokemon como nosotros" Le empezó a explicar Birch "Nació con el objetivo de combinar todos los artefactos que suelen recibir los entrenadores que empiezan su aventura en uno solo ¿aún tienen su pokedex y pokenav? Pues este aparato incluye función de análisis y scanner como el pokedex, mapa holográfico en tres dimensiones como el pokenav, teléfono celular, radio, reloj y puede almacenar las pokeballs de uno para poder invocar a los pokemon guardados de forma más rápida.​

    "Es… vaya… impresionante" Contestó Arthur impresionado por las funciones del guantelete.​

    "Y eso no es todo, también incluye una computadora que analiza el estado de los pokemon de uno, su humor hacia uno, un radar detector de pokemon, un detector sónico, detector de metales, calculadora, marcapasos, otra computadora que tras analizar el pokemon enemigo, los pokemon de uno, su nivel de poder, movimientos, etc. Recomienda que pokemon usar y consejos para enfrentarlos"​

    Brendan silbó impresionado.​

    "Nos vendrá de perlas con el viaje que tendremos que hacer"​

    "Pero…" Siguió Arthur "¿Cuánto dura la batería de esto? También debe de ser caro…"​

    "Dura dos semanas pero se puede recargar con luz solar, algún ataque de un pokemon eléctrico también sirve. Pensábamos instalar estaciones de recarga en los centro pokemon pero por lo visto ya no se podrá hacer con la situación actual…"​

    "¿Y cómo han llamado a esto?" Preguntó de nuevo Arthur.​

    "Papá y los demás profesores habían acordado llamarlo pokeglov ¿original? ¿Eh?" Contestó Brendan de forma sarcástica. "Me habías dicho antes que esto puede guardar más de seis pokemon ¿es cierto?"​

    "Lo es, aunque normalmente puede llevar seis por el reglamento estándar, con unas cuantas modificaciones puede llevar hasta veinte. Ustedes que tienen seis pokemon no importa pero de seguro que le sirve a Andrés para llevar a algunos hondour y houndoom y para hacer lo otro que quería hacer aquí: transferir los pokemon en la caja fuerte grande de sus pokebolas a varios de estos pokeglovs, son de otros entrenadores que me han confiado, quizás algún día puedan recuperarlos, si es que sus entrenadores están bien…"​

    Ambos bajaron la mirada, nada aseguraba que muchos de esos pokemon volverían a ver a sus amos.​

    "Bueno" Siguió Birch para romper el silencio "Arthur ¿quieres ser el primero en probarlo?"​

    "Bueno… Está bien…" Contestó mientras dejaba la linterna en el suelo, tomaba el pokeglov y lo examinó bien. Tras verlo un poco, decidió introducir la mano izquierda por la abertura negra del guante, el espacio comenzó lentamente a adaptarse a su mano y al entrar completamente, el guante cobró vida.​

    "¿Qué está haciendo?" Preguntó Arthur tras ver como se encendía y empezaba a desprender luces, ruidos y zumbidos.​

    "Está analizando tu ADN y tu voz. Se me había olvidado decir que cada guante se liga a un solo dueño, solo él puede llevarlo y si otro se lo pone, deja de funcionar, si el dueño se separa de él por una semana, se inactiva para siempre, lo mismo si alguien trata de adulterarlo"​

    El guante dejó de trabajar, desplegando una interfaz holográfica. Arthur comenzó a examinar las funciones con la mano derecha.​

    "Este guante… es… espectacular… sencillamente…"​

    "Toma hijo, ponte el tuyo igual" Interrumpió Birch y Brendan recibió un pokeglov de su padre, este se lo colocó, ligándose de por vida a su dueño.​

    "Vayamos afuera" recomendó el profesor. "Recomiendo que vayan afuera a registrar a su equipo para que el pokeglov los identifico como suyos"​

    Los tres salieron al exterior del laboratorio y liberaron a sus equipos. Arthur señaló a Bruce y una pantalla holográfica con un modelo tridimensional del Blaziken se formó mientras escaneaba su información.​

    "Mientras escanean, les diré como usar el pokeglov para invocar a sus pokemon. Con solo apuntar a uno, este regresa al interior del guante en donde tienen acoplada su pokeball, si cierran dos veces seguidas sus manos en forma de puño para devolverlos todos. De la misma forma puedes liberarlos a todos la vez o decir su nombre para hacerlo. También pueden intercambiar pokemon con otro usuario o decir el nombre de un pokemon de otro usuario cercano para liberarlo en una emergencia, se puede decir tanto el nombre de la especie o su mote en caso tuyo Arthur para hacerlo. También se pueden asignar pokemon a los dedos del guante para invocarlos rápidamente."​

    Tras probar las funciones y registrar a los pokemon. Arthur le dio las gracias por el fenomenal regalo.​

    "Hijo, Arthur, quiero que vayan a al interior de Villa Raíz y busquen sobrevivientes, se que la última vez no conseguimos nada, pero no hay que perder esperanza, que Dios y Arceus hayan permitido que alguien se salve…"​

    "Muy bien" Respondieron ambos al unísono.​

    "Mientras tanto abriré la caja fuerte de las pokeballs y guardaré los pokemon en los pokeglovs restantes, puedo hacerlo sin tener que ligarlos a mí. Tardaré un rato así que podrán aprovechar de darse el tiempo de buscar."​

    Ambos chicos asintieron.​

    "Kaiser, quédate a proteger el laboratorio mientras Birch trabaja" Le ordenó a su Tyranitar.
    "Y tu Aggron, acompáñalo igual, los demás irán con nosotros"​

    "Gracias los dos, me sentiré más tranquilo sabiendo que estoy defendido. Espero que encuentran a alguien vivo."​

    Tras despedirse, los dos chicos guardaron a sus pokemon con dos movimientos rápidos con la mano y se dirigieron al pueblo. Antes de que los pokemon fueran guardados, uno, el Rhyperior de Brendan, miró directamente a los ojos de Kaiser. No era una mirada cualquiera, era una mirada que combinaba odio, envidia y desprecio. Kaiser le devolvió la mirada, era una desafiante, una que le demostraba que no le tenía miedo y que se mantuviera alejado.
    ________________________________________
    Los dos chicos viajaron hacia el centro del pueblo. No habían pokemon salvajes a la vista, pero tampoco el panorama era prometedor: cuerpos sangrantes en las calles, edificios y casas desechas ¿Dónde estará todo el mundo? No puede ser que todos hayan muerto.​

    "Mira Arthur" Le dijo Brendan que indicaba los muelles: no habían ningún barco.​

    "Ya veo" respondió el monje. "Posiblemente habrán escapado por el mar, espero que hayan podido evacuar y que estén a salvo. Lástima que no queda ninguno como para que la caravana evacue."​

    Arthur y Brendan no pensaron el hecho de que los barcos podrían haber sido atacados por pokemon acuáticos. Quien sabe cuantos habrán muerto en trampas flotantes, o si alguno de ellos habrá llegado a su destino. A primera vista parecía que tampoco quedaba gente viva o que se haya quedado atrás. Pero aún quedaba un sitio importante en el que buscar: el centro pokemon. Era bastante reciente, hasta hace poco, no había habido centro pokemon en el pueblo.​

    Los dos chicos entraron, para ver que no estaba mejor que el que habían visto en Pueblo Escaso. Cuerpos de varios pokemon, personas y enfermeras Joy estaban repartidos por el hall.​

    "Vamonos Brendan… Aquí no puede quedar nadie vivo" Dijo Arthur mientras se daba la vuelta para salir. Brendan se quedó quieto.​

    "¿Pasa algo?" Preguntó el monje.​

    "No lo se Arthur… Pero me parece oír algo…"​

    Brendan se acercó más al mostrador. Un extraño ruido a lo lejos se escuchaba por las salas traseras del hall donde se encontraban el resto de las instalaciones.​

    "Es cierto…" Contestó Arthur "Parece…"​

    "Llanto… El llanto de una chica…" Le interrumpió Brendan.​

    Tras una puerta, llegaron a un pasillo, mientras viajaban al fondo oían como el llanto se oía más fuerte. Pronto llegaron a la puerta de la habitación en donde provenía el llanto. Era la puerta a una oficina, quien sea que se hubiese refugiado adentro, había logrado evitar llamar la atención de los pokemon salvajes y se había salvado de milagro.​

    "¿Hay alguien ahí? ¡Responda! ¡Hemos venido a rescatarla!" Grito Brendan mientras golpeaba la sólida puerta de metal. Los llantos cesaron y una voz quebradiza sonó detrás de la puerta.​

    "Quienes… ¿Quiénes son…?" Preguntó entre sollozos.​

    "Somos entrenadores de Ciudad Petalia, hemos venido volando en nuestros pokemon. Ciudad Petalia fue atacada pero muchos pudimos sobrevivir y hemos venido en búsqueda de supervivientes"​

    La puerta se abrió lentamente, como si la chica sospechara que los dos entrenadores fueran una trampa y tuviese miedo que algo sucediera. Apreció una silueta con ojos llorosos que se asomó por ella. Por la apariencia, se notaba que pertenecía a la familia Joy, con la diferencia de que no llevaba ropas de enfermera y parecía tener más o menos la edad de Brendan. Llevaba lo que parecía llevar una camisa amarilla claro y encima un chaleco azul. Una falda del mismo color que la camisa le caía hasta la altura de las rodillas. Su pelo rosado se encontraba peinado de la misma forma que las enfermeras solían llevarlo.​

    Sorpresivamente, ante la mirada atónita de ambos chicos, la chica Joy se arrojó al pecho de Brendan, abrazándolo, mientras este miraba choqueado como ella lloraba en su pecho.
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    Kaiser y Aggron se encontraban sentados, con las espaldas recostadas en una pared cercana a la puerta del laboratorio de Birch, uno al lado del otro, mientras el profesor trabajaba en transferir las pokeballs a los pokeglovs. Hace mucho tiempo que el tyranitar y la aggron no tenían un momento a solas.​

    "Hace mucho tiempo que no se daba una situación así" Le dijo a Kaiser a Aggron.​

    "Lástima que Brendan y Arthur se hayan separado por tanto tiempo, los meses que no nos hemos visto han sido duros para mí" Respondió la hembra.​

    "También me llama la atención esto que nos acaba de pasar a todos… Primero ese frenesí y luego… Todo este aumento de poder… Me siento tan fuerte… Ahora puedo matar tan fácilmente… Que incluso llega a dar miedo…"​

    "Yo igual siento lo mismo Kaiser… A todos no ha pasado esto, solo espero que ambos estén bien ahí en la ciudad"​

    "Yo creo que están bien, los demás los acompañan"​

    Por un momento ambos pokemon quedaron en silencio. Hasta que finalmente Kaiser siguió con la conversación.​

    "Rhyperior sigue… alterado por lo nuestro… ¿no?" Preguntó el pokemon coraza.​

    Aggron suspiró antes de contestar.​

    "Si… Aún cree que por el hecho de que él ha estado más tiempo conmigo, el tiene más derecho sobre mí… Pero yo… Kaiser… Te quiero a ti…" Dijo mientras se inclinaba y apoyaba la cabeza sobre lo que podría decirse que era el hombro del Tyranitar.​

    Ambos se habían conocido cuando Arthur y Brendan lo habían hecho. Los dos entrenadores habían viajado unos meses juntos y ambos pokemon habían terminado teniendo una relación que iba más allá que una simple amistad.​

    "Yo igual… Aggron… Y no permitiré que Rhyperior se interponga entre nosotros, no te preocupes Si intenta hacer algo… Lo pagará…" Dijo mientras volteaba la cabeza y la miraba, apoyando uno de sus pequeños brazos alrededor de su cuello.
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    Arthur Brendan y la chica Joy se encontraban sentados en la oficina, ella ocupando el lugar del antiguo dueño tras el escritorio. En él se encontraban algunos emparedados y una botella de agua mineral, cortesía de Brendan, ya que la chica no había comido desde ayer.​

    "Perdonen por lo que acabo de hacer…" Decía un tanto avergonzada por lo que le había hecho a Brendan.​

    Brendan suspiró.​

    "Esta bien, sin rencores, lo que me interesa saber es como has sobrevivido"​

    "En ninguna parte hemos logrado encontrar supervivientes, sería interesante saber que pasó en el pueblo hoy en la mañana" Le siguió Arthur.​

    "Bueno… Arthur… y Brendan…" Empezó la chica. "Mi nombre es Jennifer, Jennifer Joy, soy originaria de Kanto y había venido a Hoenn con una prima que acababa de ser asignada al nuevo centro pokemon de este pueblo. Acabo de cumplir catorce pero al igual que muchas de mi familia, quiero convertirme en enfermera, por lo que ella me había invitado a ir con ella para conocer este tipo de vida"​

    De pronto algo se movió en una esquina de la habitación. Arthur instintivamente tomó por la empuñadura una de sus Jian.​

    "¡Alto, Alto! ¡No es uno de ellos! ¡Es mi amiga!" Arthur soltó la mano de la empuñadura, aliviado de no tener que usarla.​

    Jennifer tomó una pequeña criatura y la puso sobre el escritorio, era de esperarse el pokemon que puso: un happiny, de la rama de los chansey. Miraba con temor a ambos chicos, especialmente a Arthur que de por sí, las armas que llevaba lo hacían ver bastante peligroso.​
    Jennifer tomó al pokemon y lo depositó en su regazo.​

    "Ella es Happiny, se escondió desde que los dejé pasar, por favor, no la culpen, todo esto que ha pasado la ha dejado afectada tanto como a mí"​

    "No te preocupes, continua" Le contestó Arthur.​

    "Mi prima me pidió ayer que me levantara temprano para ayudar en el turno de la mañana. Lo que efectivamente hice, pero cuando me preparaba para ir al hall del centro…"​

    Súbitamente empezó a llorar otra vez. Brendan se acercó para reconfortarla, a ambos chicos se le ocurrió lo que pudo haber pasado.​

    "Los pokemon habían sido afectados por algo extraño el día de ayer, pensábamos que la crisis había pasado pero cuando fui al hall… Vi como pokemon salvajes entraban violentamente por las ventanas y las puertas y empezaron a atacar a la gente… Creo que eran poochyena y mightyena, pero antes de que pudiese hacer algo más, mi prima me tomó del brazo y me encerró en esta oficina con Happiny y me dijo que no hiciera nada, que buscaría ayuda y que volvería pronto. He estado toda la mañana esperando… Pero no ha pasado nada, llegué un punto en que estaba tan desesperada por el hambre… La sed… y por el miedo de salir y que aún estuviesen ahí… Que de forma estúpida rompí a llorar… Aún recuerdo los gritos… Los gritos de dolor… No sé cómo no me encontraron ellos…"​

    Dijo esto último y desvió la mirada al escritorio, no siguió llorando pero claramente estaba preocupada por su prima.​

    "No te culpes por llorar" Le habló Brendan "Gracias a que estabas llorando hemos podido encontrarte, ya has comido y bebido algo, creo que tengo un poco de comida para Happiny"​

    "Gracias" Le contestó Jennifer mientras abría un envoltorio de galletas que le había pasado Brendan y Happiny comenzaba a comer.​

    Tras quedar ambas satisfechas, Arthur indicó lo que habían visto por el pueblo.​

    "Ya veo" respondió la Joy "Así que algunos pudieron escapar por mar… pero… ¿Qué habrá pasado con mi prima? ¿Me habrá dejado abandonada?" Contestó triste.​

    "Mira, no creo que te haya abandonado, no quiero tener que darte malas noticias pero en el hall hay mucha gente muerta, incluido enfermeras…" Le contestó Arthur.​

    Jennifer no necesitó más palabras, rompió a llorar un poco más mientras abrazaba a Happiny, era probable que su prima no hubiese podido siquiera escapar del centro pokemon y que fuera un cadáver más en el hall.​

    "No estamos haciendo nada quedándonos aquí sentados. El profesor Birch ya habrá terminado de transferir los pokemon a los pokeglov y no creo que encontremos más supervivientes" Recomendó el aprendiz de monje.​

    "¿Conocen al profesor Birch?" Preguntó la enfermera que aun se encontraba secándose las lágrimas.​

    "Si, es más, soy su hijo" Le contestó Brendan.​

    "¿El profesor tenía un hijo? Yo… no lo sabía..." Jennifer había oído de él aunque no lo había conocido personalmente.​

    Los tres y el pokemon salieron al pasillo en dirección al hall del centro pokemon. Arthur tomó la manilla pero no la abrió de inmediato.​

    "Jennifer… El hall está hecho un caos y habrá gente muerta… Puede ser que tu prima este ahí… Y quiero que te prepares para lo peor." Le dijo seriamente el monje guerrero.​

    "Yo… Está bien…" Contestó mientras los cuatro cruzaron la puerta.​

    Jennifer al ver el estado del hall, no pudo evitar caer de rodillas y sentir como se le revolvía el estómago mientras veía toda la sangre, el desorden y los muertos. Brendan se acercó para ayudarla a levantarse, pero lo hizo antes de pudiese socorrerla. La vista de Jennifer se había clavado en uno de los cuerpos del suelo: estaba de costado, la ropa y el pelo coincidía con el de una de las enfermeras Joy…​

    "¡SARA!" Giró horrorizada mientras corría hacia el cuerpo y se arrodillaba ante él.
    Arthur y Brendan bajaron la mirada. Al parecer, Sara, la prima de Jennifer, nunca logró salir.​

    "¿Por qué ha tenido que suceder esto? ¿Por qué tenía que morir? Si se hubiese encerrado conmigo no habría pasado esto…" Decía entre sollozos y lágrimas mientras Happiny trataba inútilmente de consolarla.​

    Brendan se acercó para intentar consolarla.​

    "Tienes que ser fuerte Jennifer. Aún sigues viva y estas a salvo con nosotros. Te llevaremos un lugar seguro, no debes perder las esperanzas, estoy seguro que eso hubiese querido…"​

    "¡NO HABLES COMO SI LA HUBIESES CONOCIDO!" Dijo enfurecida por el dolor de su pariente muerta.​

    Arthur miraba de manera triste la escena. Ahora que lo pensaba ¿Qué habrá pasado con sus padres? La único que sabía es que volvían a Hoenn tras unos meses de vacaciones ¿Estarán vivos? La semilla de la duda empezó a corroer su mente, si la situación estaba así en todas partes ¿Qué le aseguraba a Arthur que estuviesen vivos?...​

    "¡SILENCIO AHORA MISMO!" Gritó Arthur. Mantuvo una mano en alto mientras cerraba los ojos y se concentraba. Le parecía haber oído ruidos en el exterior: pasos, gruñidos y jadeos que había aprendido a reconocer con la batalla anterior.​

    "¡Se acercan mightyenas! ¡Brendan, protege a Jennifer!" Exclamó mientras desenfundaba la pistola.​

    Los Pokeglovs de Arthur y Brendan detectaron la presencia de Mightyenas y la función pokedex se activó de manera automática. El radar detectó unos veinte que se acercaban a toda velocidad.​

    "Los Mightyena se desplazan en jaurías y solo obedecen las ordenes de un entrenador experimentado. Atacan eficazmente gracias a un gran trabajo en equipo utilizando sus poderosas mandíbulas para atacar a sus presas. Es fácil prever su ataque cuando se ponen a gruñir y a estirarse" Habló Dexter con su voz robótica desde ambos pokeglov.​

    Automáticamente salieron los pokemon indicados para el combate: Bruce, Rhyperior, Swampert y Shiftry. A lo lejos, los mightyena corrían y se lanzaban por la puerta principal y los ventanales rotos. Habían arrebatado ese territorio a los humanos recientemente y no permitirían que lo recuperasen.​

    Los primeros en entrar fueron recibidos por Hojas Navaja de Shiftry que rebanaron fácilmente las gargantas y extremidades de los primeros. Arthur disparó unos cuantos tiros, acordándose de las instrucciones de Andrés. No fue muy efectivo por la inexperiencia del tirador pero algunas balas dieron en el blanco, lisiando severamente a unos dos Mightyena.​

    Varios Mightyena cayeron presa de un lanzallamas de Bruce. Alrededor de unos seis mightyenas habían caído pero seguía viniendo más.​

    "Espero que podamos mantener la posición" Pensó Arthur mientras rápidamente guardó la pistola y desenfundó las dos jian, logrando a tiempo apuñalar a un Mightyena que había intentado arrojarse a su garganta y con la otra apuñalarle el cuello para luego arrojarlo a un lado.​

    Rhyperior apuntó con uno de sus brazos y disparó una sólida roca con la potencia de una bala de cañón. El disparo dio de lleno en el cuerpo de un Mightyena que había querido utilizar Golpe Bajo en Shiftry. El Mightyena fue pulverizado en una nube sanguinolenta por la fuerza del disparo que acabó demoliendo parte del muro del centro pokemon. Shiftry agradeció la ayuda del compañero y cortó en dos a otro con un ataque de Tijera X.​

    Bruce se defendía de dos Mightyena a la vez, uno trató de morder su pierna pero de un salto quedó encima de él y cayó sobre su cuello con Megapatada, rompiéndose con un crujido húmedo. El otro intentó de un salto abalanzarse pero fue recibido con un Gancho Alto que torció hacia atrás el cuello del pokemon de forma no natural.​

    Swampert rechazó un intento de ataque con Demolición el cual rompió limpiamente la columna de un atacante, un Mightyena estuvo apunto de morderle una pata trasera cuando Arthur, a tiempo, enfundó una espada, sacó la pistola y dio un tiro certero en el cuerpo del mightyena, dando tiempo suficiente a Swampert para que contraatacara con otro ataque de Demolición, acabando con la vida del oponente.​

    "A tiempo…" Se dijo a sí mismo, al darse vuelta, vio como un Mightyena se abalanzaba encima suyo y lo derribaba. Ambos iniciaron un forcejeo, el pokemon tenía de por sí más fuerza que Arthur y si no recibía ayuda pronto, acabaría sobreponiéndose el pokemon. En ese momento de lucha, Arthur se dio cuenta de lo vulnerable que seguía siendo a pesar de estar más preparado que muchos otras para defenderse.​

    Súbitamente vio como el Mightyena era tomado por detrás y como unas manos con muñecas llameantes tomaban la cabeza de la bestia y la torcía fácilmente, lo arrojaba a un lado y le tendía la mano. Arthur la tomó y se levantó rápidamente.​

    "Bruce, te debo una" Le dijo a su mejor amigo. El blaziken asintió y se pusieron de espalda contra espalda.​

    Dos Mightyena mordían inútilmente los brazos rocosos de Rhyperior, con una sacudida se deshizo de uno. Tomó al que quedaba con un brazo y con el otro tomó la cabeza y la hizo girar de forma no natural, tras arrojar el cuerpo, disparó una Pedrada al Mightyena que regresaba tras ser arrojado, pulverizándose en el acto y saliendo la bala de cañón rocosa por un ventanal roto del centro.​

    Los demás Mightyena que quedaban, asustados por el enemigo y la masacre de sus camaradas, se retiraron de la lucha.​

    "¡Debo ir a buscar a Brendan y a Jennifer!" Pensó mientras se dirigía al pasillo trasero.​

    Brendan y Jennifer habían logrado huir hacia la oficina en que ella había estado encerrada poco después de empezar el combate. Brendan la había tomado con fuerza a pesar de que ella no quería separarse del cuerpo de Sara, pataleando en el camino a la oficina.​

    "¡Si nos quedamos un momento más ahí podemos acabar muertos!" Le gritó mientras tiraba de su brazo.​

    Había pasado un rato y se habían dejado de oír los ruidos del combate. Jennifer pensaba admirada en ese chico capaz de pelear junto con los pokemon, había alcanzado a verlo defendiéndose de un Mightyena antes de ser retirada por Brendan. Se había movido con una gracia y control absoluto de sus movimientos ¿Era una especie de artista marcial? Luchaba de una forma que solo había visto en películas de ese tipo ¿en donde lo había aprendido? ¿Estaría bien él y el resto de los pokemon? También para sorpresa suya, tenía un arma de fuego, algo muy poco común y escaso en la actualidad.​

    Mientras tanto Brendan, no podía sentirse más que inútil. El era un chico común y corriente que su única habilidad especial era entrenar pokemon. Pero ahora, sus habilidades eran inútiles y sólo podía esconderse asustado mientras sus pokemon y Arthur arriesgaban su vida por segunda vez. Al mismo tiempo sentía envidia y admiración por él y su valentía.​

    Por lo que él había averiguado en sus conversaciones con él cuando viajaron juntos un tiempo, había entrenado seis duros años. Al cumplir los diez, había decidido ponerse bajo la tutela del señor Batuo en vez de comenzar su aventura pokemon, en los cuales sufrió y enfrentó varias pruebas y entrenamientos duros que lo transformaron en el arma humana que es ahora. Nunca le dijo el motivo por el cual había decido entrenarse, alegándose que era por un motivo delicado para él. A los dieciséis había partido con un Torchic que su padre le había entregado, alcanzándolo rápidamente en habilidad como entrenador a pesar de que el ya llevaba unos tres años de ventaja cuando lo conoció.​

    La puerta de metal se abrió de golpe, tras ella estaba Arthur jadeando y con las espadas manchadas de sangre.​

    "¡Los Mightyena se han retirado! ¡Probablemente era un grupo de reconocimientos ya que no eran muy experimentados! ¡Tenemos que irnos ya! ¡Seguramente vendrá el resto en cualquier momento!"​

    Los dos chicos asintieron y corrieron al exterior del edificio. Los pokemon que esperaban a sus amos fueron devueltos a los pokeglov e invocaron a Bahamut y a Flygon.​

    "¡Brendan! ¡Jennifer! ¡Súbanse a Flygon que Bahamut podrá llevarnos al profesor y a mí!"​

    Los dos chicos obedecieron y echaron vuelo. Los radares del pokeglov detectaron que se aproximaban casi sesenta Mightyena por debajo de los dos dragones. Hiperrayos pasaban cerca de ambos pokemon, se notaba que los atacantes de abajo eran veteranos respecto a los Poochyena recién evolucionados con los cuales se habían enfrentado.​

    Tras unos minutos de vuelo, divisaron al profesor a lo lejos con una gran mochila, seguramente para los Pokeglov, a su lado se encontraban Aggron y Kaiser a la espera.​

    "¿Quién es…?" Preguntó al posarse ambos pokemon, refiriéndose a Jennifer.​

    "¡Ya habrá tiempo para eso! ¡Nos persiguen docenas de mightyenas!" Interrumpió gritando Arthur. El profesor no se atrevió a preguntar más y se subió a la espalda de Bahamut. Este se alzó al vuelo y ambos dragones se elevaron rápidamente para huir de la manada de Mightyena que les disparaban rayos anaranjados, pronto se perdieron en el horizonte.​

    Tras un rato de vuelo, cuando las cosas volvían a la normalidad, pudieron empezar a salir las preguntas.​

    "Ahora sí" Prosiguió Birch "Ella es…"​

    "La única superviviente que encontramos…" Prosiguió Arthur.​

    "¿Y cual es tu nombre?"​

    "Jennifer… Jennifer Joy… Había venido a Hoenn desde Kanto porque una prima mía me había invitado a conocer la vida de un centro pokemon… Ahora ella no está y no tengo a donde ir…" Jennifer bajó la cabeza, triste. Efectivamente, ella ahora no tenía ningún lugar a donde ir.​

    "No te preocupes" le respondió el profesor "Serás bienvenida en nuestro grupo de supervivientes, pensamos salir en busca de un lugar seguro y no habrá problemas con una persona más. Es más, una de nuestras enfermeras Joy logró sobrevivir y ella podría cuidarte"​

    "Muchas gracias profesor" Respondió agradecida, al menos tenía un lugar en donde la acogerían.​

    En el camino de vuelta a Petalia, Arthur, Brendan y Birch informaron a Jennifer de la situación de ayer, de los limitadores, de que el frenesí al parecer había ocurrido en todas partes y que todos los pokemon conocidos se habían tornado letales. Ella preguntó sobre los extraños guantes de ambos entrenadores y también fue informada de los pokéglov y de sus funciones. Le ofrecieron uno pero pasó de alto la propuesta, era mejor dárselo a un entrenador que ha ella que solo tenía a Happiny.​

    La ciudad apareció a la hora del atardecer. Los supervivientes, abajo, dejaron sus actividades y contemplaron a los dos pokemon dragón descender por el área del gimnasio de la ciudad. Se encontraban preparando sus cosas, eligiendo que llevar o no en la travesía, algunos con sus casas en buen estado, otras habían sido destruidas con el extraño ataque combinado de Hiperrayos del combate de la comisaría. Algunos se encontraban comiendo la comida de la tarde o distribuyendo los alimentos no perecibles de las casas, supermercados, etc. Y también otros hacían otra labor: buscar, llorar y enterrar a sus muertos. No había nadie de los supervivientes que no hubiese perdido un familiar, pariente, amigo, etc. Durante casi todo el día en que no habían estado presentes el profesor, Arthur y Brendan, la población se había dedicado a esta labor antes de hacer cualquier otra cosa. Algunos habían hecho tumbas individuales, otros, fosas comunes.​

    En el gimnasio, Norman y su familia preparaban sus aportes para la caravana, habían salido a recibir a los entrenadores, al profesor y a la superviviente. También se encontraba presente Andrés, su madre y el maestro Batuo.​

    "¿Qué has estado haciendo todo el día?" Le pregunto Arthur a su amigo.​

    "Ayudando a la policía a instruir a todos los hombres posibles en el uso de las armas que tenemos, no ha sido fácil pero creo que algunos ya van comprendiendo, también tendré que encargarme de ayudarlos con la limpieza y mantención de las armas. Para Batuo ha sido peor, es más fácil instruir a la gente en el uso de uno pistola o un rifle que con una espada o lanza"​

    "Es imposible pedirle a gente común y corriente que aprendan a usar las armas de mi​
    monasterio en un solo día. Uno tarda años en aprender a usarlas y más aún dominarlas.” Añadió el maestro monje.​

    "Oye Andrés ¿quieres que te devuelva el arma?" Le preguntó el amigo refiriéndose a la pistola.​

    "Quédatela Arthur, puede ser que sigas teniendo que necesitarla"​

    El profesor Birch se dio el tiempo para enseñarles al grupo los pokeglov y su funcionamiento. Andrés recibió uno configurado para tener más pokemon y escaneó primero a sus dos pokemon personales: Boss, su Houndoom predilecto, también líder de la jauría que criaban y a Jack o "Jacky" como le gustaba llamarlo, un Kecleon que un día su padre le había traído de regalo tras dirigir una misión de entrenamiento de tropas en la zona junglosa del norte de Hoenn. El resto fueron Houndoom y Houndour de su elección. Norman igual recibió uno para sus tres pokemon.​

    "¿Puedo tener uno?" Preguntó Max extasiado por la presencia de semejante aparato de tecnología de punta.​

    "Por supuesto" Le respondió el profesor "Ya tienes a tu propio pokemon, por lo que supongo que igual deberías tenerlo.​

    Efectivamente, al lado de Max se encontraba su propio pokemon que había recibido del profesor hace menos de una semana, cuando había cumplido la edad mínima para ser entrenador. Su Treecko miraba el guante con interés junto a su amo antes de ser escaneado por el aparato, quedando registrado como pokemon de Max.​

    "Qué lástima…" Pensaba Brendan "Tan Joven… Recién puede empezar su aventura pokemon y tiene que enfrentarse a todo esto… Espero que su Treecko le de todo su apoyo a él y a la caravana."

    Finalmente, Caroline anunció la cena. El gimnasio tenía un generador propio y pudieron disfrutar la cena hasta tarde, mientras que los demás supervivientes afuera se acostaron temprano o siguieron un rato más despierto a luces de vela. Aprovecharon de comer los productos perecibles ya que en algún momento se echarían a perder, pudiendo todos los invitados y pokemon comer hasta hartarse. Permitieron a Jennifer tomarse una ducha antes de irse con Felicia, quien sabe cuándo podrían tener ese lujo más adelant. Felicia era una de las pocas enfermeras supervivientes, se encargaría de ella a partir de ahora, ella había sido amiga de Sara por lo que se sintió obligada a cuidar de su prima.​

    "¡Gracias a todos! ¡Nos vemos mañana!" Se despidió mientras las dos Joy se perdían por las sombras.​

    En el living de la zona residencial del gimnasio, Batuo le preguntó si quería volver a pasar la noche en su casa.​

    "Gracias sifu, pero esta vez la pasaré en la mía. No he vuelto a estar en ella en mucho tiempo y quiere estar una última vez"​

    El maestro le dejó cumplir su deseo, era probable que no volviera a ver la casa en donde nació.
    Arthur abrió la puerta de la casa, no había luz pero había traído una linterna para guiarse. La casa había quedado intacta aunque con un poco de polvo por la falta de limpieza. El living estaba igual, el comedor y la cocina también. Cuadros y fotos colgadas en las paredes le traían dolorosos recuerdos de sus padres, rezaba a Dios y a Arceus que estuviesen bien.​

    "Pensar que he vuelto para volver a irme rápidamente de aquí “Pensó con tristeza.​

    Arthur subió al segundo piso y abrió el lugar más sagrado de su niñez: su habitación. Estaba en perfecto orden, la cama estaba hecha y su ropa ordenada en el armario. Vio sus antiguos juguetes y una foto de si mismo cuando tenía unos nueve años. En ella había un niño pequeño, de cabello y ojos castaños, de piel algo pálida y de contextura delgada, débil y enfermiza. La mirada del niño mezclaba tristeza y seriedad ante la foto.​

    "Pensar en lo que he cambiado en ocho años…"​

    Arthur bajó las escaleras al exterior y liberó a su equipo.​

    "Pasaré la noche en mi casa, los que quieran pueden quedarse adentro pero asegúrense de que esté vigilada en caso de que vuelvan los pokemon salvajes"​

    Sus amigos asintieron, todos entraron menos Bruce, Kaiser y Bahamut. El dragón echó vuelo para vigilar la zona mientras que Kaiser y Bruce se quedaron a vigilar afuera.​

    "Buenas noches a todos, estaré en mi habitación, acomódense donde gusten" Dijo el entrenador y subió al segundo piso.​

    Lucy de un salto se acurrucó en el sofá, mientras que Leonard y Shadow lo hicieron en dos sillones del living.​

    Arthur al volver a su pieza, dejó la puerta entrecerrada y se desnudó. La luz de la luna se colaba por la única ventana del cuarto y le permitía ver su propio cuerpo. Contempló sus músculos, bien desarrollados y tonificados por años de arduo entrenamiento con Batuo, muy distinto a como era antes, cuando era débil.​

    "Que distinto me veo… Pensar que han pasado siete años desde ese día… Ese día fatídico que me convenció de que tenía que cambiar… Que tenía que mejorar… En convertirme lo que soy ahora" Pensaba mientras recordaba dolorosos recuerdos, recuerdos de su niñez que lo perseguían hasta hoy día.​

    Arthur abrió el armario y encontró su pijama doblado, tras colocárselo, se sentó en la cama. Los rayos de la luna se reflejaban sobre su cansado rostro.
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    Afuera de la casa, Bruce y Kaiser vigilaban la entrada. Al frente, entre las sombras, una figura emergió. Ambos pokemon se pusieron en guardia, pero recuperaron la compostura al ver quien era: Aggron.​

    Tyranitar se volteó y miró a Bruce con una cara que pedía permiso para hacer algo. Bruce suspiró.​

    "Está bien donjuán" le respondió el Blaziken "Yo te cubro mientras pasas el rato con tu noviecita" Le dijo con un tono sarcástico.​

    "Gracias Bruce, te debo una" Le respondió el Tyranitar mientras se acercaba a Aggron y se dirigían a otro extremo de la casa.
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    Leonard se encontraba recostado sobre el sillón, mirando el techo.​

    "Es bastante bonita la casa de Arthur ¿no?" Le habló el Alakazam al Gengar.​

    "Si… Un buen lugar… Lleno de sitios para esconderse y asustar a la gente" Respondió con una risa socarrona.​

    Leonard movió la cabeza en signo de desaprobación pero al mismo tiempo con una sonrisa.​

    "Ay Shadow… Tu nunca cambias ¿eh?"​

    Lucy abrió los ojos y levantó la cabeza.​

    "Ustedes dos sí que hacen ruido, iré arriba a hacerle compañía a Arthur" Dijo la Lanturn que se lanzó del sillón al suelo y a saltos comenzó a subir la escalera.​

    "Haz lo que quieras, Lucy" Le contestó el Alakazam derrumbado en el sofá.​

    "A mi igual me da lo mismo…" Le contestó Gengar, que aprovechó de moverse y arrojarse de costado en el sofá, con la espalda en dirección a Leonard.​

    Pasó un momento de silencio, Leonard volvió a hablar.​

    "¿No crees que es demasiado lo que le permitimos hacer Lucy con el amo Arthur?" Le preguntó a la sombra púrpura.​

    "Bah, no te preocupes listillo, mientras Arthur no se consiga una novia de verdad, que Lucy haga lo que quiera con él" Le dijo moviendo el brazo derecho encima de su cabeza.​

    "¿El consiguiendo una novia? Ja… Como si Lucy lo permitiera, es tan celosa… ¿Te acuerdas de ese día en la Conferencia Colosalia?​

    El Gengar soltó una risotada.​

    "Sí… Aún me acuerdo… Fue tan divertido lo que hizo…"​

    El living se quedó en silencio otra vez, Leonard pensó una última vez antes de decidirse a dormir.​

    "Solo espero que Arthur pueda algún día superar el incidente de hace siete años atrás…"
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    Arthur sentado en la cama, la abrió para meterse pero recordó algo más. En su velador, aparte del reloj a cuerda que programó para que sonara temprano, se acordó del pequeño reproductor de música que había junto al reloj.​

    "¿Le quedará batería?"

    Comprobó que le quedaba muy poco, era casi energía residual, solo le alcanzaba como para una canción.​

    "Elegiré una canción al azar…"Se dijo a si mismo mientras pulsaba el botón para elegir una canción al azar.​

    La canción que empezó sonar lo pilló de sorpresa tras meterse y apoyar la cabeza en la almohada: era una balada que le había gustado bastante a su madre.​

    Don't come to me, just 'cause you're lonely tonight
    Lonely's only part of your game…

    Sonaron las primeras palabras del cantante, sorpresivamente, la puerta de su habitación se abrió, entrando una figura iluminada por dos destellos de luz de sus apéndices luminosos, los ojos escarlata de Lucy se vieron en medio de la oscuridad.​

    Arthur levantó al cuerpo y la miró.​

    "Lucy… ¿Te sientes sola esta noche otra vez?" Le preguntó dulcemente.​

    Esta asintió y saltó a la cama, metiéndose entre las sábanas y acurrucándose entre los brazos de Arthur que rodearon su cuerpo azulado. Lucy, al ser la única hembra del grupo, era la regalona de Arthur. Ya bastantes veces habían dormido juntos y ella disfrutaba dándole compañía a su entrenador.​

    "Lástima que seas tan celosa Lucy…" Pensaba recordando ese día en la Conferencia Colosalia en el que ella había repelido una oleada de admiradoras que lo estaban agobiando con autógrafos y deseando estar cerca de él al ser uno de los entrenadores favoritos de la conferencia. Ella había defendido en un ataque de celos el derecho de tener exclusivamente para ella la atención de Arthur, el que consideraba muchas veces suyo.​

    "A este ritmo nunca conseguiré una novia de verdad…" Pensaba riéndose a sus adentros. Pero de todas formas, no era aún prioridad suya, menos ahora en la situación actual. La última experiencia importante con una chica, hace siete años, no había sido agradable para él…​

    Long as you live, you must remember one thing
    Give and take are one in the same…
    So tell me are you ready, really, really ready
    I don't want your love for one night…

    Arthur y Lucy cerraron los ojos, la luz de la cabeza de la Lanturn se empezaron a apagar mientras ambos se dejaban arrastrar por el sueño.
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    Afuera, dos grandes figuras se encontraban sentadas en el patio trasero de la casa, miraban en dirección a la ventana de la habitación de Arthur. La letra y música de la canción escapaban al exterior por la ventana que se encontraba ligeramente abierta.​

    'Cause I'm not lookin' for a love affair
    I need the magic when I hold you near
    It's more important than a one night stand
    I need the magic when I touch your hand…

    "Vaya cosas que pueden componer los humanos…" Dijo la hembra de acero.​

    "Cierto, no esta mal…" Respondió tímidamente Kaiser.​

    Don't waste my time, with empty stories of love
    I've wasted too much time on my own
    If I don't find the right solution for me
    I'd rather stay at home all alone
    ('Cause) I'm the one who wants you
    Ooh how much I want you
    But baby it's just got to be right…

    Aggron apoyó una mano sobre la de Kaiser.​

    "Se que esto ya lo sabes Kaiser… Te amo…"​

    Kaiser se dio vuelta y acarició el rostro de Aggron.​

    "Igual te amo Aggron…"​

    'Cause I'm not lookin' for a love affair
    I need the magic when I hold you near
    It's more important than a one night stand
    I need the magic when I touch your hand…

    El solo de la canción comenzó, ambos pokemon se abrazaron.​

    I need you oh so close to my heart
    Come into my world we can, "share everything there"
    I need the magic light from the start (magic)
    Then you'll be lover, magic undercover,
    No one will be stopping us now!

    "Kaiser…"​

    "¿Si querida…?"​

    "Quiero… Quiero que este momento sea especial, Kaiser… Te necesito… Esta noche… Por favor…"​

    Un escalofrío recorrió la espalda del Tyranitar al darse cuenta de la insinuación. La amaba, pero no sabía si se sentía preparado.​

    'Cause I'm not lookin' for a love affair
    I need the magic when I hold you near
    It's more important than a one night stand
    I need the magic when I touch your hand…

    Aggron pareció darse cuenta del miedo que sentía Kaiser.​

    "Kaiser… Yo igual tengo miedo… Pero si contigo… Nada de eso me importa…"​

    "Aggron…”​

    “Por favor…”​

    'Cause I'm not lookin' for a love affair
    I need the magic when I hold you near
    It's more important than a one night stand
    I need the magic when I touch your hand…

    “Está bien… Me estaría engañando a mi mismo si digiera que no quiero…”​

    Aggron sorió.​

    "Ven…"​

    Aggron tiró de su brazo y lo llevó a la espesura detrás del patio, lo más lejos posible, en donde nadie ni nada pudiese interrumpirlos y donde no pudiesen causar problemas o alboroto.
    'Cause I'm not lookin' for a love affair​

    I need the magic when I hold you near
    It's more important than a one night stand
    I need the magic when I touch your hand…

    Un último solo de guitarra empezó a sonar, la canción empezó bajar de volumen hasta finalizar, el reproductor, sin energía, se apagó. Arthur y Lanturn se encontraban durmiendo desde hace rato, mientras que Tyranitar y Aggron se dedicaron a explorar territorios desconocidos.
    ________________________________________
    A la mañana siguiente, Arthur, con sus cosas listas, con su medalla de segundo lugar y una foto familiar como únicos recuerdos. Miró su casa y se despidió una última vez.​

    "Adiós casa, adiós Ciudad Petalia, quizás no nos volvamos a ver, pero prometo… Que algún día… Volveré…"

    Arthur dio media vuelta y se dirigió en dirección a la caravana de supervivientes, sus amigos lo esperaban, el camino se veía largo y peligroso, pero él estaba listo para cualquier cosa.​

    Si están interesados por la canción del final, es Magic de Jacob Wheeler para el soundtrack del OVA Gundam 0083: Stardust Memories.
     
  4.  
    eCeleste

    eCeleste Entusiasta

    Cáncer
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    hola, parece que soy la primera en comentar el fic, mira me da latita leer todo el capi esta muy largo, perdón
    mira creo que ya te lo dije pero no me tomate encuentra así que lo digo aquí:
    usa guion largo para dialogo de personaje se obtiene presionando ALT+0151 y si tienes lapto, copia y pega este —.
    te recomiendo que no subas las contis tan seguidos y que invites mas gente
    perdón por no leerlo entero pero como te dije esta largo el capi y además tengo que leer un libro de 398 paginas para el martes, después podre leer con mas tranquilidad enserio lo ciento...
    sayo
    atte: Ten
     
  5.  
    Janus

    Janus Iniciado

    Escorpión
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    Lo siento por lo de los capitulos subidos tan rápido, es cierto, el tema es que ya los tengo de antemano hasta el cuatro, mejor dejo un tiempo entre subidas para mantener un ambiente de expectativa, esperare un tiempo antes de subir el último y como dices, invitaré a mas gente a leer la trama.

    Lo de poner guion, eso es más dificil. Además de ser una costumbre así, me daría lata tener que cambiar de estilo de escritura o tener que reescribir cada capitulo, a lo sumo, puedo intentar usar la opcion de Word de remplazar símbolo y darle a todo que se reemplaze.

    Lo siento si te parecen largos los capitulos, mi estilo de escritura es de tipo "longfic" t cuando me refiero a eso salen LARGOS... Mi estilo luce mas propio de un novelista que un escritor de fanfics a veces...

    De todas maneras, gracias por contestar. Casi nunca suelo recibir opinión de mi trabajo y el hecho de recibir una crítica constructiva me alivia bastante.
     
  6.  
    SilverKnight

    SilverKnight Iniciado

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    bueno, he de decir que me gust bastante, habia escuchado de poke wars pero no me habia llamado la atención, hasta que lei tu fic y puf, tremendo error cometi al no leerlo, la idea de quitarle los limitadores a los pokemon es simplemente perfecta, y sobre tu fic he de decir que no vi muchas faltas de ortogafia, aunque no soy el mas apropiado para critiicar eso.

    espero la continuacion pronto, pero no solo la de este, sino tambien la de el deseo de lugia.
     
  7.  
    Janus

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    Muchas gracias por tu opinión, me llama la atención que hayas oído de poke wars, igual que tu, lo había visto pero no me había llamado la atención. Pero tras encon trarme una segunda vez con el fic y echarle una mirada, me enamoré de este universo xD (me leí 16 de los 24 capitulos del primer fic de la saga en un día, y eso que cada uno es bien largo).

    Un problema mío son las faltas de ortografía, sin importar las veces que revise, siempre se me escapa alguna, posiblemente acuda a un beta para cuando escriba el próximo capítulo para evitar eso.

    PD: Si es que te interesa leer la obra del autor original, Cornova, la puedes ver en fanfiction.net-
     
  8.  
    Janus

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    Título:
    Poké Wars: La Supervivencia
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    8482
    Pesadilla de Seda
    18 de Agosto
    La caravana se desplazaba a velocidad constante estable por el camino hacia el siguiente objetivo: el Bosque Petalia, un bosque de proporciones descomunales que había que atravesar si deseaban acercarse a ciudad Férrica. La caravana estaba organizada en un patrón común en grupos migratorios: Las mujeres civiles, los hombres incapaces de pelear, los que llevaban suministros y los niños iban al centro. Mientras que alrededor estaban los hombres que podían pelear, policías y los que tenían pokemon, formando un círculo protector.

    Arthur se encontraba destinado al sector izquierdo de la caravana, a la derecha se encontraba Brendan acompañado de Batuo, Birch se encontraba al centro con la demás por no tener medios para defenderse. A la cabeza se encontraba Norman respaldado por una buena parte de la policía superviviente y al sur se encontraba Andrés y una buena parte de la jauría de Houndour y Houndoom protegiendo la retaguardia. El resto de la jauría se encontraba repartida de manera homogénea alrededor del círculo protector para reforzarlo. Otros pocos policías también estaban repartidos entre todo el círculo.

    "En poco tiempo más llegaremos a la entrada al bosque…" Pensaba Arthur mientras veía a la gente alrededor suyo. Varios se veían cansados, no era costumbre de muchos hacer este tipo de caminatas pero evitaban quedarse atrás para no retrasar la marcha.

    A su lado se encontraba Bruce, al que tenía acostumbrado a estar afuera de su pokeball. Cerca de él se veía a un policía, la mayoría vestía ropas más cómodas de civil, pero aún llevaban la gorra para poder reconocerlos. El que tenía al lado estaba armado con una escopeta, otro más lejos, con un subfusil HK MP5, arma originaria de las escasas fuerzas especiales que contaba la policía. Otros hombres cercan suyo llevaban pistolas o armas caseras como bates, algunos con clavos, lanzas improvisadas con palos de escoba y cuchillos de cocina, etc. Algunos pocos privilegiados, los que habían captado algo mejor las instrucciones de Batuo, llevaban las armas blancas de su casa.

    Arthur llevaba un equipo que le habían dejado elegir en respeto a sus habilidades de combate: dos espadas Jian en sus fundas, cruzadas en la parte baja de la espalda para tenerlas listas para su uso, la pistola CZ-75 de Andrés con su cartuchera y cargador extra colgando en la cintura de su costado derecho, un cuchillo de guerra que le había prestado Andrés que colgaba sobre una funda atada a la pierna derecha y por último, un subfusil MP5 con su culata desplegable colgando en la parte de arriba de la espalda más tres cargadores llenos en una cartuchera en el costado izquierdo.

    El viaje había sido tranquilo por el momento: caminaban por el sendero principal de la ruta, por lo que no había peligro de que traspasaran el territorio de pokemon salvajes y que pudiesen ser atacados, aunque los guardianes de la caravana se encontraban atentos ante cualquier posible situación.

    Tras una hora más de caminata, en la cual mucha gente empezaba a mostrar evidentes señales de cansancio, el alcalde decidió detener la marcha. El bosque se encontraba al frente y decidió junto al jefe de la policía armar el campamento en un claro cercano para almorzar y discutir que curso seguir para atravesar el bosque. Tras instalarse en el claro, la gente empezó a desempacar alimentos y útiles de cocina para empezar a preparar las ollas comunes del almuerzo. Se almorzaría por turnos para mantener constantemente vigilado el perímetro.

    "¡Arthur! ¡Es tu turno!" Le gritó una voz desde el centro del grupo, era Caroline que lo llamaba a almorzar junto a Brendan, Andrés y Jennifer. Arthur liberó el resto de su equipo y se fue a sentar junto a las ollas con distintos alimentos.

    Al principio, la comida fue bastante silenciosa: los cuatro chicos comían su porción de arroz con legumbres mientras sus pokemon respectivos comían en un grupo cercano a ellos. Jennifer decidió romper el silencio, su Happiny comía junto a ella debido a que le intimidaba la presencia de los poderosos pokemon de Brendan, Arthur y Andrés.

    "Arthur, no he tenido la oportunidad de preguntártelo antes, pero en ese instante, en el centro pokemon, cuando repeliste la jauría de Mightyena, no pude evitar notar que eras bastante… dotado para ello…"

    "¿Dotado?" Preguntó en un tono sugestivo y con una sonrisa en la cara.

    "¿Pero que…?" La chica pareció sonrojarse. "¡No querías referirme a…!"

    "Tranquila, tranquila" Respondió el chico. "Solo quería tomarte el pelo ¿te refieres a donde aprendí esas técnicas de artes marciales que viste?"
    La chica suspiró.

    "Si, a eso me refería, es que no es común ver a gente así"

    "Bueno" Comenzó Arthur "Soy aprendiz del arte del Wan Shan Lu, que traducido significa "Camino a la Perfección" Una filosofía originalmente enseñada en un monasterio de una región lejana"

    "¿Un monasterio? ¿Cómo esos que se ven en las películas?" Preguntó la chica.

    "Podría decirse… Pero este es real, Batuo, mi sifu, que significa maestro, viene de esa tierra y se instaló aquí hace unos treinta años. El monasterio del Wan Shan Lu fue fundado hace cientos de años por… Pero antes de decirte… ¿conoces lo que es el Aura?"

    "¿Eh? La verdad… No…" Respondió la chica Joy, no había oído de ese término.

    Brendan y Andrés, que ya habían oído de Arthur sobre el Aura y el monasterio, prestaron atención.

    "¿Cómo explicarlo? El Aura es la esencia de todos los seres vivos, una fuerza interna que cada ser tiene y que algunos pokemon y personas pueden manipular y utilizar de diferentes maneras. Los pocos humanos capaces de utilizar el Aura son llamados Guardianes del Aura, personas que hace siglos viajaban por el mundo haciendo buenas obras y enseñando a los que tenían el don de utilizar este poder. El fundador del monasterio Wan Shan Lu fue un Guardián del Aura, llamado Shi Yongxin, un monje. Los miembros del monasterio pasaron a ser conocidos como monjes guerreros por el resto de la gente."

    "¿Lo fundó para enseñarle a la gente con el don a desarrollar sus poderes?"

    "Fue para más que eso, Shi Yongxin, tras viajar muchos años, pensó que todas las personas y pokemon, al ser seres vivientes, tenían Aura y el potencial para utilizarlo y que los Guardianas del Aura no eran nada más que personas que tenían "liberada" la capacidad de nacimiento. Shi Yongxin pensaba que las personas comunes, con el entrenamiento físico y mental adecuado, podían liberar el Aura de sus cuerpos y volverse Guardianes del Aura; y que estos Guardianes podían llegar a tener un potencial incluso mayor que los que habían nacido con el don del Aura. No es que a los que nacen con el don de Aura les sea más fácil usarlo, igual el entrenamiento es duro y muchas veces no lo consiguen dominar sus propias habilidades. Incluso mucha gente vive con el don sin enterarse que lo tienen. Lo que Shi Yongxin buscaba era darle la oportunidad a todos de poder utilizar el Aura y volverse Guardianes.

    "Y tu…"

    Arthur negó con la cabeza.

    "No nací con el don natural de usar el Aura, mi maestro, Batuo, tampoco lo tenía. Al finalizar su entrenamiento, fue capaz de liberarlo…"

    "O sea ¿es realmente posible? ¿Qué tan difícil es poder conseguir ese poder?" Preguntó interesada.

    "Muy difícil, extremadamente dificl, estuve bajo la tutela de Batuo por seis años hasta que el año pasado decidí volverme entrenador y aún no he podido liberar mi Aura porque todavía no supero las cuatro pruebas"

    "¿Pruebas? ¿Qué tipo de pruebas?"

    "Las cuatro pruebas que determinan que uno tiene lo necesario para ser Guardián del Aura. Cada prueba representan cuatro aspectos que la persona debe dominar para poder liberar su Aura: Disciplina, Fortaleza, Voluntad y Compasión. Al maestro no le está permitido decirle a su alumno si ha cumplido alguna prueba o cuantas le falta por completar, para que este no se vea cegado por el orgullo o que no se vea afectado por la posible falta de avances. Solo el maestro puede decirle a un alumno si esta listo, o que no merece la pena que siga. Creo que he cumplido por lo menos la prueba de Fortaleza, la que involucra aprender los estilos marciales o wushu del monasterio, son los que me viste usar y los que uso en combate. Las otras tres pruebas… Solo el tiempo lo dirá… Tras superar las cuatro pruebas, tendré que atravesar un ritual final en el que se liberará mi Aura si sale todo bien."

    "¿Y que cosas puedes hacer con el Aura?"

    "Una de las habilidad más básica es la de poder ver el Aura de los demás seres vivos, que al mismo tiempo sirve como un sexto sentido para poder ver sin necesidad de usar los ojos. Hay otros que he visto a mi sifu usar como el poder de desprender parte del Aura de uno para crear un proyectil de energía que nunca falla su objetivo. No conozco más ya que cuando recién llegue a liberar mi Aura, podré comenzar a ser instruido en sus habilidades."

    "¿Y por que durante el ataque a la Ciudad no vi al señor Batuo usando Aura?" Interrumpió Brendan.

    "Fue probablemente porque no fue necesario usarlo, si la situación se hubiese puesto peor, probablemente hubiese empezado a urilizarlo, usar Aura muchas veces puede ser desgastante e incluso cuando se abusa o usa en límites extremos, puede ser mortal"

    "Ya veo…" Jennifer se dio cuenta que el camino del monje que había tomado Arthur no era algo que cualquiera pudiese seguir cualquiera "Oye Arthur, perdón si la pregunta puede incomodarte, pero ¿Por qué decidiste volverte discípulo de Batuo?"

    Arthur bajó la cabeza y se dio el tiempo antes de responder. Brendan igual puso atención, igual deseaba saberlo ya que nunca se lo había dicho.

    "Cuando la vida lo golpea a uno como una piedra en la cabeza… Uno se da cuenta que no puede seguir parado sin hacer nada al respecto…" Contestó con voz triste.
    Jennifer se dio cuenta que era mejor no seguir con el tema. Brendan también quedó confundido por las palabras crípticas de Arthur. Solo Andrés pareció reaccionar, parecía entender a lo que se refería.

    "Bueno" Siguió Arthur tratando de cambiar el tema "Ya que me has preguntado bastante, quiero preguntarte algo a ti. Creo que es algo que muchos nos habremos preguntado alguna vez" Dijo señalando a todos los presentes "¿Por qué todos los miembros de la familia Joy se ven tan… parecidos?"

    Brendan y Andrés se dieron cuenta, muchas veces se habían preguntado lo mismo pero no se les había ocurrido hasta ahora que tenían una Joy al lado ¿Por qué era?
    La pregunta pareció tomar de sorpresa a Jennifer.

    "Bueno…este…" Dijo mientras se rascaba un costado de la cabeza "Es algo genético que tiene mi familia…"

    "¿Genético?" Interrumpió Andrés, interesado.

    "Si… Todos los miembros de mi familia, sin importar con quien se casen, terminan teniendo hijas, nunca varones y todas las hijas terminan viéndose similares e incluso las personalidades suelen ser similares."

    "¿Cómo es eso posible?" Preguntó asombrado Brendan. A pesar de que la explicación era descabellada, tenía sentido. "Debe de ser raro vivir en una familia donde todos sean iguales, se comporten iguales o aspiren las mismas cosas ¿no?" Dijo esto último pensando en que todas las Joy que conocía eran enfermeras.

    "No es tan así, a pesar de que nos vemos similares, tenemos matices de personalidad individuales y muchas no nos volvemos enfermeras sino que otras deciden ocupar cargos administrativos o en el gobierno"

    "Ya veo…" Contestó Arthur con su duda resuelta, pensaba como la genética hacía cosas tan extrañas en la naturaleza "Para ti debe de ser interesante esto ¿no Andrés? A ti que te interesa esto de la crianza de pokemon…"

    El joven aspirante de militar contestó con una sonrisa

    "Nunca me he decidido si seguir el camino de mi padre e ingresar al ejército o ser criador… El tema es que la crianza involucra mucho la genética y los pokemon no están exentos de rarezas."

    "¿Cómo cuales?" Preguntó Brendan.

    "Por ejemplo ¿sabían que los pokemon no necesariamente pueden reproducirse con los de su misma especie?"

    "¡¿Como?" Exclamaron sorprendidos Brendan y Jennifer. Arthur sonrió ante sus caras de sorpresa, Andrés ya se lo había contado hace mucho tiempo.

    "Parecerá extraño sin duda, pero los criadores han agrupado a los pokemon en distintas categorías llamadas grupos huevo. Pokemon con ciertas características similares pertenecen al mismo grupo y pueden reproducirse entre ellos, dejando huevos con descendencia fértil"

    "¿Pero como lo hacen con las crías? ¿Qué tipos de crías nacen de un huevo de dos padres de distinta especie?" Preguntó sin poder comprender Brendan a Andrés.
    Kaiser y Aggron, que escuchaban la conversación desde lejos junto a los demás pokemon del grupo, no pudieron evitar sentirse identificados, sonrojándose los dos a la vez. Al menos los demás pokemon estaban demasiado ocupados comiendo como para darse cuenta de lo que le pasaba a los dos.

    "Es fácil" Le contestó tranquilo Andrés "Por motivos que aun no se conocen del todo, pero se cree que es debido a una estrategia evolutiva, las crías de este tipo de padres siguen un mismo patrón: la especie siempre será la de la madre, probablemente para permitir que la madre pueda criar y alimentar apropiadamente a sus hijos. Aunque ciertos aspectos del padre se pueden heredar como la personalidad e incluso se ha visto que las crías pueden llegar a nacer sabiendo movimientos que normalmente no pueden aprender los de su especia, movimientos llamados Movimientos Huevo por los criadores"

    "Nunca había oído de algo así" Dijo Jennifer todavía asombrada "Realmente sorprendente es esto de la genética"

    Andrés saltó una pequeña carcajada.

    "¿Crees que ahí terminan las sorpresas? ¿Sabías que un pokemon tan pequeño como un Skitty está en el mismo grupo huevo que un pokemon tan grande como un Wailord?"

    Jennifer colocó una cara de increíble asombro y Brendan, que tomaba un vaso con zumo, no pudo evitar que parte se le cayera por las vías respiratorias y empezara a toser compulsivamente. Incluso Arthur abrió los ojos de asombro.

    "¡¿ME ESTAS TOMANDO EL PELO?" Gritó desesperado Brendan tras recuperarse del acceso de tos.

    "¡Tranquilo, tranquilo!" Lo calmó Andrés "Se ha comprobado por experimentos de fertilización en vitro que es posible, pero la diferencia de tamaño hace imposible algo así en la realidad. Algunos piensan que debido a esto, los Wailmer y los Wailord fueron alguna vez pokemon que habitaron en la tierra."

    "A veces pareciera que Arceus creó este mundo de forma un tanto descabellada…" Comentó la chica.

    Así los jóvenes continuaban hablando de diversos temas, mientras tanto, Norman, Max, su Treecko, el alcalde y el jefe de la policía examinaban el mapa tridimensional del pokeglov del líder de gimnasio, viendo que ruta seguir para atravesar el bosque.

    "Al menos estamos con algo de suerte, el plan de construcción de la Vía del Bosque, a pesar de no estar terminada, llega hasta el primer centro pokemon desde ambos lados" Dijo el alcalde.

    "La primera vez que atravesé el bosque con May y Ash, se habían construido los dos centro pero todavía no la ruta" Le confirmó Max mientras indicaba el camino que se desplegaba en el mapa. El bosque, que era bastante grande, en algunas partes era denso, pero en otras, era bastante poco frondoso e incluso habían espacios "vacíos" de árboles, lugares en los cuales se habían instalado dos centro pokemon. Se había financiado un proyecto en los cuales Ciudad Petalia y Ciudad Rinchiend, una ciudad que estaba entre Ciudad Férrica y Ciudad Petalia, para conectar ambas y permitir un tránsito rápido y seguro. El camino se había completado hasta el momento desde las entradas respectivas del bosque, hasta el centro pokemon más cercano a cada salida, dejando el espacio entre ambos sin terminar.
    Max desplegó el mapa de su propio Pokeglov y realizó un zoom para fijarse en el estado de la vía: estaba bien delimitada y era lo suficiente ancha como para que la caravana pasara, el camino estaba despejado y la ruta era perfectamente visible desde el mapa satelital, lo que le preocupaba era como atravesarían el medio del bosque y que tipo de peligros habría…

    El jefe de la policía empezó a analizar el sector medio del mapa, habían pocas zonas amplias y trataba de buscar zonas que lucían lo suficientemente anchas como para que la caravana pasara. Pero había un problema: la ruta trazada serpenteaba consideradamente por el bosque y el camino entre los dos centros se alargaba bastante. Mientras más tiempo estuviesen en el medio, más riesgo habría para los integrantes de la caravana.

    "No tenemos otra opción" Dijo Norman "Si tomáramos la ruta directa, tendríamos que dividir la caravana en grupos pequeños, lo que nos volvería presa fácil para los pokemon del bosque, quien sabe como los últimos hechos los hayan cambiado también"

    "Cierto, Norman, no deseo que ninguno de ellos tuviese que arriesgar su vida, ahora el mundo se ha vuelto peligroso y no tenemos otra opción que tomar el camino largo pero seguro" Dijo con tristeza, temía que en el camino alguien más muriera, ya eran pocos los supervivientes y no deseaba más víctimas.
    Treecko se acercó a su amo y le habló, al parecer intentaba decir que lo protegería.

    "Gracias Treecko, a lo mejor no hemos estado mucho tiempo juntos, pero aún así, confío en ti"

    Los jóvenes ya habían terminado de comer y Arthur volvió a su puesto de vigilancia junto a su equipo de pokemon. Brendan, Jennifer y Andrés también se disponían a irse.

    "Andrés, vi tu expresión ¿sabes tú lo que le pasó a Arthur?" Le preguntó Jennifer.

    Andrés les respondió solemnemente, la expresión de Brendan indicaba que el también deseaba saber lo que había sucedido hace diez años atrás por lo que el tenía entendido.

    "Arthur me hizo prometer que no diría nada sobre ese asunto hasta que el mismo lo haga. Lo que les puede decir es que hace diez años ocurrió un incidente terrible para Arthur, uno en el que se sintió terriblemente humillado e incluso su vida corrió peligro. Yo en lo personal, creo que entiendo lo que tuvo que pasar él y encuentro comprensible su decisión de ponerse la tutela del señor Batuo. Les recomiendo que no insistan en el asunto, a menos que el decida por su cuenta contarles."
    Ambos asintieron, algo decepcionados ¿Qué pudo haber sido tan terrible que puso en peligro la vida de Arthur? ¿Tanto como para tomar un camino tan difícil?
    La caravana comenzaba a guardar los utensilios de comida y las sobras, en mitad del proceso, el alcalde convocó una reunión para explicarles la situación.
    "Ciudadanos de Petalia, los convoco para informarles que hemos ideado un plan para cruzar el bosque"

    Fue entonces cuando les habló de la Vía del Bosque y de lo peligroso que podría ser cruzar por el sector medio del bosque.

    "No hay otra opción ¿verdad?" Preguntó Batuo, su Medicham, siempre a su lado, meditaba como solía hacer.

    "La otra opción que es cruzar por el medio es demasiado peligrosa como para tomarla en cuenta" Afirmó el jefe de la policía.

    "¿Pero no sería más seguro estar la menor cantidad de tiempo posible en el bosque?" Preguntó un ciudadano, un hombre de unos treinta años que había comprendido lo suficiente las lecciones rápidas de Batuo como para recibir una Qiang.

    "En parte es cierto" Respondió esta vez Birch que estaba presente en medio de la multitud "Pero nos veríamos forzados a estar divididos y quedar expuestos, la ruta trazada por el jefe de la policía, a pesar de ser larga, nos permitirá mantener la formación protectora. No sabemos que habrá pasado con los pokemon del bosque así que habrá que estar atentos"

    Ninguno de los presentes, ni siquiera Arthur y los demás estaban conformes, pero concluyeron que había que priorizar la seguridad sobre la velocidad, ahora que viajaban en un grupo grande que incluía mujeres, ancianos y niños indefensos. La caravana se preparó y puso en marcha hacia las profundidades del bosque.
    La caravana avanzaba a un paso más lento, pero constante. Los defensores del círculo prestaban atención a cada centímetro observable, los Hondour y Houndoom observaban y olisqueaban el aire, los hombres armados empuñaban fuertemente sus armas y los pokemon se mantenían atentos. Los minutos pasaban y la situación comenzó a volverse incómoda: el bosque estaba completamente silencioso, no se oía ningún ruido extraño y los múltiples radares de los pokeglov no detectaban ninguna señal a la redonda de pokemon salvajes. A pesar de todo, muchos sentían como si algo los estuviese observando, aumentando más aún la tensión.

    "¿Qué estará pasando? Pareciera como si toda la fauna hubiese desaparecido…" Pensaba Arthur, incómodo ante la falta de vida del bosque.

    Max sentía tanta preocupación como los demás. Se acordaba de cuando había pasado por el bosque y había conocido a Brock, de cómo Ash había capturado un Taillow, de Nicholai, el chico que se vestía de diversos pokemon, entre otras cosas. Recordaba como habían comentado en su llegada al bosque que parecía no haber nada cuando entraron, pero esto era demasiado.

    Las horas pasaron, sin que sucede ningún incidente, poco a poco, el bosque comenzó a volverse menos espeso, hasta aparecer el claro con el centro pokemon a lo lejos. Los miembros de la caravana no sabían si dar gracias a Arceus por su suerte o si estar atentos ante una posible emboscada. El centro parecía estar intacto con excepción de las puertas automáticas que estaban rotas, su forma de domo y la torre con una imitación de una pokeball lo hacía bastante reconocible a la distancia. De manera extraña, había un jeep estacionado no muy lejos, en el interior no había nada que pudiese delatar su procedencia o su dueño. Solo una patente correspondiente a vehículos como los de la policía.

    "Como extraño el mío…" Pensaba Birch, acordándose de su jeep que solía conducir todo el tiempo pero que había tenido que dejar en Ciudad Petalia al ser casi un estorbo para la caravana.

    "Bien todos, enviaremos un grupo a asegurar el interior" Habló el jefe de la policía "¿Alguien se ofrece?"

    Arthur y Andrés levantaron la mano de inmediato.

    "Bien, ustedes dos irán junto con la oficial Verónica y dos oficiales más" Verónica era la oficial Jenny que había dirigido la defensa del cuartel de policía en Ciudad Petalia.

    "Los demás se quedaran aquí esperando, si todo va bien, las mujeres, los niños y los ancianos pasaran la noche adentro mientras que los demás montaremos guardia afuera" Le siguió el alcalde.

    Todos asintieron, Arthur y los policías prepararon los subfusiles y Andrés preparó su fusil de asalto, un SIG 552 LB, que incluía una bayoneta montada. Arthur y Andrés soltaron a sus pokemon, solo Bruce y Boss los acompañarían.

    Verónica se colocó al frente e indicó que avanzaran. Cruzaron las puertas automáticas desechas y comprobaron el interior. Las cosas estaban revueltas en la pequeña recepción pero no había nada que indicara signos de violencia.

    "Este lugar me trae mala espina" Pensaba Arthur, Andrés pensaba algo similar.

    La puerta que llevaba las instalaciones traseras estaba abierta, parecía forzada, como si los que estaban adentro la hubiesen cerrado en vano. El grupo comenzó a investigar el resto de las instalaciones, todo parecía estar un poco desordenado pero apenas habían signos de violencia y ningún solo cuerpo o superviviente. La tensión empezaba a volverse insoportable.

    "Andrés, ven a ver esto" Dijo Arthur, en una especie de sala de descanso para el personal. Había encontrado junto con Bruce pequeñas gotas de sangre en una pared, pero lo más interesante era un arma de fuego de extraña apariencia junto a las manchas.

    "¿Qué pasa?" Preguntó el joven y al mirar la extraña arma, no preguntó nada más y la empezó a examinar. Tras un rato, después de verla en distintos ángulos, comprobar su cargador y munición, dio su veredicto.

    "Reconozco que no fue tan fácil identificarla, pero esta arma es un subfusil FN P90, lo habría reconocido rápidamente pero este está bastante modificado y personalizado. Un extraña arma sin duda para un sitio como este"

    Arthur se acordó de una enciclopedia ilustrada de armas de fuego que tenía Andrés, ojeando había visto una vez el arma, pudiendo reconocerla también.

    "¿Servirá para el arsenal?" Preguntó el aprendiz de monje.

    Andrés negó con la cabeza.

    "La munición 5,7x28mm del P90, hecha para ser pequeña como una bala de pistola pero con suficiente poder para perforar chalecos antibalas, no es un tipo de munición que tuviese el cuartel de policía de Petalia al momento del ataque. Aparte de ser una bala exótica, compatible con muy pocas armas. Probablemente, solo causará peso extra en la caravana"

    "Que lástima, aparentaba ser una buena adición al armamento…" Pero Andrés lo interrumpió.

    "Lo que más me preocupa es el paradero de su dueño. Las manchas de sangre indican que fue herido, pero la cantidad no es suficiente como para indicar que haya sido una herida grave ¿entonces que lo habrá forzado a abandonar su arma? ¿Dónde estará? ¿Dónde están todos los que estaban aquí? ¿Habrán abandonado el centro? "

    Andrés examinó el área por su cuenta, notó que por la zona del suelo cercano a la pared manchada había pequeñas hebras de un tipo de sustancia blanquecina. Boss comenzó a olfatear el arma, tras ladrar, salió de la habitación; al parecer, había detectado el rastro del dueño.

    "Sigamos a Boss, veamos que encuentra" Recomendó Andrés.

    El grupo salió al pasillo del cual había venido, los tres oficiales también se encontraban en él, mirando extrañados al perro infernal rastreando el piso.

    "Boss encontró el rastro de alguien, posiblemente es el de un superviviente" Explicó Andrés.

    "Muy bien, veamos a donde nos lleva" Contestó Verónica.

    El Houndoom los llevó hasta una puerta abierta, por la oscuridad del interior y las escaleras, debía llevar al almacén subterráneo del edificio.

    El grupo cambió los subfusiles por pistolas y linternas.

    "¿Preparados todos? Tengan cuidado, quien sabe lo que puede haber abajo" Replicó la oficial antes de empezar a descender, manteniéndose adelante.

    El grupo bajó lentamente, no es que le tuviesen miedo a la oscuridad, pero la tensión, la extraña situación de abandono del centro pokemon, la extraña tranquilidad en el viaje por el bosque y la terrible sensación de inseguridad hacía mella sus cuerpos y mentes mientras sus pies descendían por los escalones. Sus corazones palpitaban cada vez más fuertes, sus frentes empezaban poco a poco a sudar, su respiración se incrementaba y sus músculos se tensaban con cada paso que descendían, preparándolos para una situación de combate o huída. Bruce también estaba en alerta mientras Boss continuaba siguiendo el rastro.

    Las escaleras terminaban con una puerta al frente, tras iluminarla, Verónica comprobó que se encontraba semiabierta. Boss al acercarse a la puerta, comenzó a gruñir, los dos policías tragaron saliva. Verónica se puso contra la puerta y tomó la manilla, ordenó con un gesto que los dos policías se prepararan para entrar, indicó a Andrés y a Arthur que los siguieran después.

    Con los dedos de la mano derecha hizo cuenta atrás hasta tres, empujó la puerta con el brazo, abriéndola completamente. Los dos policías entraron y rápidamente; Arthur, Andrés, Bruce y Boss los siguieron, finalmente, Verónica entró. Todos quedaron boquiabiertos en el gran almacén que apareció ante ellos: toda la habitación, el suelo, el techo, muebles, paredes, etc. Estaban cubiertas al parecer de una sustancia como la que había encontrado Andrés. Parecía que todas las paredes estaban cubiertas con seda de insecto.

    "¡¿Pero que rayos pasa aquí?" Dijo uno de los policías sin poder contenerse.

    Boss gruñó otra vez, en este caso, a una esquina de la habitación. Todos apuntaron sus armas a la esquina del almacén y las linternas enfocaron el sitio. Lo primero que vieron fueron varios ojos de iris escarlata que los miraban, los cinco humanos estuvieron apunto de disparar pero se dieron cuenta que las criaturas no hacían absolutamente nada, fue el pokedex de los guantes de los dos entrenadores que despejó sus dudas:

    "Silcoon utiliza la seda que secreta para colgarse atarse a la rama de un árbol a la espera de su evolución. Ahorra energía moviéndose lo menos posible y se alimenta del agua de lluvia. Sus dos ojos le permiten vigilar su territorio."

    "Cascoon forman un capullo protector de seda alrededor suyo de la seda que libera por la boca. Se oculta inmóvil entre hojas y ramas ya que no se mueve a pesar de que le hagan daño, debido a que gasta todas sus energías en evolucionar. Nunca olvida al que le ha hecho daño."

    El grupo de Silcoon y Cascoon permanecían quietos, sin moverse ningún milímetro y sin pestañar, sólo miraban con sus penetrantes ojos a los intrusos.

    "¿Pueden atacarnos?" Preguntó indeciso uno de los policías.

    "No creo que lo hagan mientras no los amenacemos, estoy seguro que preferirían ahorrar energías que atacarnos" Contestó Arthur.

    El grupo de pokemon capullo siguió sin moverse ni un centímetro. El grupo bajó las armas, fijándose más en las paredes y en los muebles.

    "No creo que los Silcoon y Cascoon hayan hecho todo esto, algo debió haber tejido la red y debió de haberlos transportado aquí" Comentó Andrés.

    "Pero si hay pokemon aquí… ¿Dónde están los demás?" Preguntó inquisitivo el otro policía.

    Boss dejó de fijarse en los indefensos pokemon capullo y se concentró en seguir rastreando. Se desplazó hasta un bulto de seda amontonado en la pared.
    "¿Pero que es esta cosa?" Preguntó Verónica. "¿Por qué el rastro llega hasta…?" Su voz se desvaneció mientras iluminaba el bulto y alumbró algo que sobresalía de la parte superior: una cabeza humana masculina, al parecer, inconsciente.

    Todo el mundo no pudo evitar dejar escapar un gemido, al parecer, el hombre había sido atrapado, transportado, y tejido a la pared.

    "Tenemos que sacarlo" Afirmó Andrés. Sacó su cuchillo militar y cuidadosamente cortó las resistentes hebras, fueron más difíciles de cortar de lo esperado.
    Los dos policías ayudaron a recibir el cuerpo del hombre y lo acomodaron en una silla cercana a la cual primero le removieron la seda que la cubría. Después de sentarlo, pudieron analizarlo mejor: Era un hombre de cabellos verdes de entre veinte y veinticinco años, llevaba un traje de prisionero naranja y unas humildes zapatillas negras y blancas.

    "¿Un prisionero? ¿Qué hace alguien como él aquí?" Preguntó Arthur con curiosidad, pero súbitamente, el prisionero empezó a moverse lentamente y a gruñir. Empezaba a recuperar la consciencia.

    "Que… rayos…" Musitaba mientras volvía a la realidad.

    "¿Se encuentra bien señor?" Le preguntó amablemente uno de los policías.

    "Quién… ¿Quienes son ustedes?" Preguntó mientras se refregaba los ojos.

    "Soy la oficial Verónica Jenny del cuartel de policía de Ciudad Petalia. Somos…" Se presentó la oficial pero el extraño hombre no la dejó seguir.

    "¡¿Cuartel de policía? ¡Oh, no! ¡No puede ser!" Dijo el hombre asustado, abrió los ojos y vio a la oficial, a los dos policías, a un joven que a pesar de sus ropas parecía ser demasiado menor como para ser militar, otro joven que llevaba lo que parecía ser un gran sobretodo marrón con capucha que cubría el resto de su ropa, un Blaziken y un pokemon canino que no había visto en su vida.

    "¡Tranquilícese! Usted parece llevar ropas de prisionero, pero no es nuestro objetivo apresarlo. Somos supervivientes de Ciudad Petalia, los pokemon han sido afectados por una extraña condición y han atacado toda la zona. Solo estamos buscando un lugar seguro."
    "Ata… ¿Atacado? ¡No me digas que ha sucedido también en otras partes!"

    "¿Otras partes?" Preguntó Verónica.

    "¡Me refiero a todos lados maldita sea!" Respondió enfurecido "Era un prisionero de la cárcel de Ciudad Rinchiend. Ayer, la alarma sonó y avisaron por los megáfonos que mantuviésemos la calma, que se había producido un intento de fuga y que estaban controlando la situación ¡Que gran mentira! ¡Todos los malditos pokemon de los alrededores estaban asediando el edificio! ¡Vi como varios de ellos hacían picadillo a los guardias! Antes que pudiesen llegar a mi celda, la electricidad debió de haber fallado ya que las cerraduras electrónicas se abrieron y muchos pudimos escapar. De pura suerte logré escapar del bloque de las celdas, logré armarme y escaparme en un jeep de la cárcel. Aunque por supuesto… Tuve que deshacerme de algunos prisioneros que igual lo querían…"

    "¡No me digas que los…!" Respondió enfurecido Andrés.

    "¡Cállate mocoso! ¿Te crees con autoridad de discutirme por llevar esas ropas? ¡Tú no engañas a nadie con ellas! ¡Tuve que matarlos para poder escapar y sobrevivir! El mundo es cruel chico, o matas o mueres. Era tomar el jeep y morir asesinado por los pokemon."

    "Maldito…" Pronunció Andrés ofendido e intentó golpearlo. Los dos policías lo contuvieron.

    "¡Tranquilos los dos! ¡La situación es demasiada delicada como para permitir peleas! A lo mejor hayas sido un prisionero pero ahora las cosas se han ido al diablo y es mejor que todos colaboremos ¿Quién eres y por que te encarcelaron?"

    El hombre suspiró.

    "Mi nombre es Rico y era un cazador furtivo de pokemon. Ya saben… Los capturaba y los vendía al mejor postor. Mientras más raros, mejor era la paga, muchas veces ganaba un gran dineral. En este mismo bosque un grupo de mocosos y la policía me apresaron y cumplía varios años de prisión en Richiend. Tras escapar, me dirigí al bosque, porque o uno escapaba por aquí, o tenía que atravesar la ciudad, lo que era un suicidio con todos esos condenados pokemon destruyéndolo todo. Quise refugiarme en este centro pokemon pero al principio no me creían que los pokemon se habían vuelto locos, pensaba que era una pobre excusa para un prisionero fugado. Me dijeron si que los pokemon habían sufrido un extraño ataque y que se habían desmallado el día anterior, pero nada más. Intentaron llamar a la policía pero la línea telefónica se había cortado, seguí tratando de convencerlos pero era inútil. Fue entonces ellos llegaron…"

    Arthur miró los alrededores y se fijó en los Silcoon y Cascoon de la esquina. Seguían tan inmóviles como siempre.

    "¿Wurmples? ¿Beautiflys? ¿Dustoxs tal vez?" Preguntó el monje tratando de adivinar.

    "Adivinaste sabelotodo. Esos bicharracos llegaron de todos lados, fue todo tan rápido, ni siquiera nos atacaron cara a cara, sino que soltaron ese polvo de sus alas y todos caían como sacos de papas al suelo."

    "Esporas somníferas, supongo…" Complementó Andrés aún ofendido en un tono de desdén.

    "No lo sé, el tema es que logré escapar a la parte de atrás hacia una sala de descanso. Me encontraron pero antes de que pudiese llenarlos de plomo, me hirieron en el brazo derecho, solté mi arma y me rociaron con esporas. De ahí, cuando desperté, me encontré atrapado en la pared."

    Efectivamente, en su brazo derecho, había un corte en el traje naranjo que mostraba una herida superficial cicatrizada.

    "¿Dónde están los otros? ¿Lo sabes?" Le preguntó la oficial Jenny.

    Rico bajó la mirada comenzó a reírse en voz baja.

    "¿Qué te pasa ahora? ¡Responde! ¿Dónde los otros que estaban en el centro pokemon?" Le dijo un tanto cabreada por su risa.

    "¿Es que no se han dado cuenta aún? ¿Están ciegos? ¡Miren a su alrededor!"

    Los cinco miembros de la caravana buscaron alrededor con sus linternas. Para su propio horror, se dieron cuenta que Rico no había sido el único bulto en la pared, la habitación entera estaba llena de personas tejidas a la pared. Pero al parecer, Rico parecía ser el único superviviente: todos los demás estaban muertos, sus caras mostraban expresiones retorcidas de dolor y desesperación. Lo visible de sus cuerpos estaban llenos de perforaciones y agujeros. Algunos eran tan grandes que abrían todos sus torsos completamente, acompañados de una gran cantidad de sangre coagulada. Algunos de cuerpos adheridos no parecían ser más que carcasas vacías, en las que todo su interior había sido devorado. En algunas de las heridas todavía colgaban restos de entrañas a medio devorar que empezaban ya su descomposición, muchos cuerpos parecían ser nada más que sacos de pellejos hilachentos y huesos irreconocibles.

    Todos no pudieron evitar poner cara de asco y horror, la piel de los cinco miembros de la caravana se empalideció y sintieron náuseas y deseos de vomitar ante semejante espectáculo macabro. Uno de los policías no pudiendo controlarse más, vomitó en un cubo de basura cercano.

    "Eso que ven no se compara con lo que tuve que presenciar…" Dijo en voz calma y con una sonrisa. "No, no señor, no se compara con lo que tuve que mirar y oír…"
    Los cinco se volvieron a mirarlo. Al parecer, Rico encontraba divertida sus expresiones de horror. Su mirada había cambiado: era una de un hombre en que su mente ha sido destruido por horrores incomprensibles. Su voz cambió del tono calmo a uno más alterado.

    "Tras despertarme, vi que estábamos en subterráneo del centro y que había sido cubierto por esta asquerosa seda. Estábamos todos atrapados aquí, tratando de encontrar la forma de liberarnos. Fue entonces cuando entraron esas criaturas de mierda y comenzaron… Los Dustox y Beautifly ponían sus huevos y los fijaban encima de una víctima en la pared… Eran alrededor de dos o tres huevos por persona y se fueron antes de hacerme algo a mí… No lo se… A lo mejor me dejaron de reserva para algo más o se les acabaron los huevos que podían producir… El asunto es que tras fijar los huevos con algún tipo de secreción que emitían, se fueron… A las horas… La pesadillo comenzó…"

    Los cinco no querían seguir oyendo, ya predecían lo que habían sucedido.

    "Los huevos eclosionaron y obviamente, salieron Wurmples, pero estos eran distintos, eran más pequeños de lo usual. Al momento de salir, se arrastraron por el cuerpo de la víctima y… Se alimentaron de ellos…" Dijo esto último con estupefacción, como si aún no aceptara lo que había dicho.
    Los cincos alejaron la mirada al suelo, no deseaban seguir oyendo pero tenían miedo de interrumpir a Rico ya que su mirada se había vuelto como la de un loco. El policía al lado del bote de basura seguía con náuseas.

    "¡¿SABEN A LO QUE ME REFIERO? ¡ESOS HJOS DE PERRA SE LOS COMIERON VIVOS POR DENTRO!" Gritó con locura, acompañado de una cara de desesperación. "¡No sé como lo hacían pero esos gusanos de mierda podían comer carne! ¡Primero llegaban a una parte descubierta y comenzaban a morder! ¡Los gritos de dolor y de desesperación eran incomparables!"

    Su voz comenzó a quebrarse y comenzó a sollozar, como un niño pequeño. Rico, que había sido siempre una persona dura, muchas veces de corazón frío, egoísta y desconsiderada con los pokemon y la gente alrededor suyo, no pudo contenerse más de la pesadilla que había vivido.

    "¡Sus gritos y lamentos aún están en mi cabeza! ¡Puedo oírlos! ¡Suplicándole a Dios o a Arceus que terminaran su sufrimiento! Pero no fue así… Tras perforarles la piel y la carne… Se abrían paso al interior de sus cuerpos… Devorando lentamente sus entrañas… Los gritos eran… Eran desgarradores… No se cuento duró todo eso… Si fueron minutos o horas… Pero para mí fue toda una eternidad… Morir perforado y devorado por dentro… Morir de esa forma… Quedar convertido en una carcasa ensangrentada… Sin poder defenderte ni hacer nada… Solo poder gritar y rezar que todo acabara… ¡No quería morir de esa forma! ¡Nadie quería morir de esa manera! ¡Era demasiado!... No se si fue mejor suerte mía o la de ellos que tuve yo que presenciar todo… Creo que me desmayé poco después que los gritos se apagaran… Los oí arrastrarse… Saliendo de alguna cavidad natural o no natural del cuerpo humano… O de las heridas que habían provocado… Eso no importa…"

    A pesar de haber terminado su horrible testimonio, continuaba sollozando con las manos apoyadas en el rostro.

    Andrés se encontraba sentado en otra silla, pálido y con la mente en blanco. El policía que había vomitado seguía a un lado del balde mientras su otro compañero estaba derrumbado a su lado, sin saber que decir o hacer. Verónica, a pesar de su voluntad férrea, se encontraba recostada de un pilar meditando lo imposible que sonaba que los Wurmples hubiesen hecho todo eso: ellos no comían carne ni gente viva, se suponía que comían hojas y bayas. Por sus mejillas corrían lágrimas de empatía por esa gete que había perecido tras una larga agonía implacable.

    Arthur se encontraba derrumbado de rodillas en el suelo, con el rostro pálido, el estómago revuelto y la cara de asco. Meditando cosas parecidas que Verónica ¿Los limitadores habían cambiado algo más que el poder de los pokemon? ¿Habían cambiado su propia fisiología también? ¿La de todos o la de algunos? No podía parar imaginar lo terrible que debió haber sido la experiencia de Rico, en este subterráneo infernal con el objetivo de criar nuevos Wurmples con comida a la mano… Bruce y Houndoom contemplaban furiosamente a los pokemon capullo.

    Unos pitidos devolvieron al grupo a la realidad, eran de una radio que tenía Verónica, algo que todos los policías tenían.

    "Verónica, conteste Verónica ¿Qué pasa que todavía no han regresado? Cambio" Dijo la voz del jefe de la policía con tono de preocupación.

    Verónica lentamente acercó la radio a su boca y contestó.

    "Aquí Verónica. Hemos examinado el edificio, hemos encontrado un solo superviviente, los demás están muertos. Cambio."

    "Entendido, es una lástima. Regresen con el superviviente y organizaremos los pasos a seguir. Corto y… ¿Qué rayos? ¡ALERTA! ¡Todos alerta! ¡Nos están ata…!" Súbitamente la señal se cortó y todos pusieron su atención en la conversación

    "¡Jefe! ¡Responda! ¿¡Que está sucediendo! ¡¿Quien está atacando? ¡Rayos!" La conexión se había cortado, las cosas arriba debían de estar muy mal. "¡Todos arriba! ¡Rápido!"

    "¡Entendido!" Contestaron al unísono.

    "¿Puedes moverte?" Preguntó Verónica a Rico.

    "Estoy algo hambriento pero aún puedo luchar ¡Si son esos Dustox y Beautifly, con gusto los haré pedazos!"

    Los seis abandonaron rápidamente el subterráneo, Andrés corrió a la sala de descanso y regresó con el P90.

    "¿Es esta tu arma?" Le preguntó Andrés mientras la arrojaba y Rico la recibía.

    "Si… Esta es… Como en los viejos tiempos" Rico examinó su estado y tiró del cerrojo, teniéndola lista para combatir. "¿Qué esperan? ¡Vamos!" Dijo con ansias. Sus ojos estaban deseosos de venganza por lo que había sido forzado a soportar y salió corriendo en dirección al exterior.

    Todos asintieron.

    "¿Listo Bruce?"

    "¿Preparado Boss?"

    Los dos pokemon asintieron y todos salieron al exterior.

    Afuera era un caos: Había gente en el suelo, civiles asustados, hombres tratando de atacar a Beautiflys y Dustoxs inútilmente con armas blancas. Los que llevaban armas de fuego, muchos erraban y eran rociados con esporas, cayendo al suelo en vano. Mientras los miembros de la caravana montaban el campamento, habían desecho la formación protectora y un ataque de los pokemon tipo bicho los había sorprendido.

    "¡Bruce! ¡Lanzallamas!" El Blaziken obedeció y un chorro de fuego

    "¡Tu igual Boss!" Dijo Andrés a su Houndoom.

    Los pokeglov de ambos se activaron.

    "La comida favorita de Beautifly es el polen y néctar de las flores. Vuela por los campos en busca de flores con su alimento, extrayéndolo con su larga trampa. A pesar de su apariencia, es un pokemon agresivo que ataca absorbiendo los fluidos de su víctima"

    "Los Dustox se sienten atraídos a la luz de manera instintiva, suelen agruparse en enjambres alrededor de las luces citadinas. Sus antenas les sirven de radar y si está en peligro libera un poderoso polvillo venenoso."

    Los Beautifly y los Dustox pronto se vieron en problemas. No eran suficientes en número para hacer frente a tantos objetivos y el campamento humano estaba lleno de extraños pokemon escupe fuego que no conocían. Sus ataques de fuego eran altamente efectivos.

    En un lado, Brendan daba ordenes a sus pokemon, Treecko, Slakoth, Vigoroth y Slaking trataban de defendían a sus amos, Batuo y Medicham hacían lo posible para atacar sin ser alcanzados por el polvillo de los pokemon insecto. Batuo pareció concentrarse un momento, juntó las manos en un costado y una esfera de energía color verde claro se materializó, tras proyectarla a un objetivo, la arrojó hacia él. Tras seguir una parábola perfecta, alcanzó a su objetivo, haciendo estallar a un Beautifly en pedazos.

    Los pokemon invasores perdían gran cantidad de miembros, pero el caos del ataque había permitido cumplir en parte su objetivo: muchos humanos y algunos de esos extraños pokemon negro y naranjo habían sido dormidos, envueltos en seda y comenzaban a ser transportados. Tras lograr conseguir suficientes objetivos, empezaron la retirada.

    Los Beautifly y Dustox se elevaron e internaron en el bosque con sus presas. Los miembros de la caravana inútilmente los persiguieron, pero era demasiado tarde, se habían ido.

    "¡Maldición!" Gritó el alcalde "¡Se han llevado a ocho civiles y no sabemos cuantos muertos hay!" Dijo tras tener un listado preliminar de las bajas.
    La escaramuza había dejado una masacre. Habían unos doce muertos, la mayoría por el polvo de los pokemon bicho. Algunos habían recibido esporas paralizantes que les había causado un paro cardiorrespiratorio instantáneo, otros habían inhalado polvo tóxico, con un efecto similar al del gas mostaza pero de efecto rápido, quedando sus cuerpos y vías respiratorias horriblemente quemados y desfigurados con ampollas, ninguno de ellos sobrevivieron, muriendo la mayoría a las pocos minutos en una muerte dolorosa. Como había dicho el alcalde, ocho personas habían sido capturadas y finalmente, unas doce personas habían perecido.
    Para suerte de Arthur y Brendan, ninguno de sus pokemon murieron, pero la situación era distinta para Andrés…

    "¡Maldita, Maldita sea…!" Gritaba Andrés mientras golpeaba el suelo con el puño. Unos diez Hondour y seis Houndoom habían muerto o sido capturados. Al menos su madre estaba a salvo y Jack también lo estaba.

    Arthur miraba desesperanzado a su alrededor mientras trataba de consolar a Andrés junto con su madre, Caroline lloraba mientras su marido trataba también de consolarla y Treecko golpeaba también el suelo en un ataque de furia e indignación: Max había sido capturado. También habían desaparecido el Profesor Birch y Brendan desesperanzado lo buscaba, a su lado la acompañaba la enfermera Felicia que también buscaba a Jennifer, la cual no se encontraba en ningún lado. Rico, sentado sobre una piedra, con su P90 con el cual había logrado aplacar un poco su sed de sangre, intentaba no oír los llantos y lamentos de los familiares de la gente muerta o desaparecida. Pero cuando se alejó a una zona más tranquila, los sollozos y lamentos fueron reemplazados por los gritos de dolor y desesperación de los hombres y mujeres devorados por los Wurmple.

    Rico decidió bajar al subterráneo, vio a los Silcoon y Cascoon, apuntó su arma y los llenó de plomo hasta que vio a todos destrozados, chorreando sangre y fluídos por los agujeros de las balas perforadoras de su arma. Pudiendo así vengarse de los pokemon que probablemente habían destruido su cordura y noches de sueño para siempre. Tras finalizar su venganza personal, incineró el subterráneo con ayuda de combustible que había encontrado y fósforos. La seda ardió al instante, las llamas lo consumieron todo, cremando los cuerpos de las víctimas y el de sus asesinos, dándoles sepultura a ambos.

    "¡En que rayos estabas pensando!" Le gritaba Andrés tras enterarse. "¡En el subterráneo podían haber habido suministros y pudiste haber incendiado todo el edificio!"

    "Lo hecho, hecho está…" Le respondió fríamente.

    Los supervivientes, tras enterrar a sus muertos e instalar debidamente el centro pokemon para los supervivientes y montar un perímetro defensivo, discutieron que hacer.

    "¡Debemos hacer algo para rescatarlos! ¡Ellos tienen a mi padre, a Jennifer, a Max y a los demás!" Gritó Brendan al alcalde.

    "Entiendo como te sientes Brendan, pero es demasiado peligroso y no tenemos idea en donde pueden estar o si ya están muertos" Le contestó tristemente.

    "Pero…"

    "Lo siento, no creo que podamos hacer algo…" Le respondió de nuevo.

    "Oigan ¿podrían escucharme un momento?" Habló Rico, todos los presentes observaron al nuevo superviviente. Se encontraba con los brazos cruzados y los ojos cerrados.

    "¿Quieres decirnos algo?" Le contestó con desconfianza el jefe de policía. Aún no confiaba mucho en él debido a que era un ex criminal y por lo que había hecho en el subterráneo, pero había sido de gran utilidad en la defensa de la caravana.

    "¿No han pensado en usar ese guante, o como sea que se llame para encontrarlos? ¿No decían que tenía un rastreador para detectar otros usuarios?" A Rico le habían ofrecido un pokeglov pero este se negó: no tenía ningún pokemon y los que tenía habían sido confiscados al ser encarcelado.

    "¡Es cierto!" Le contestó Brendan "¡Arthur! ¿Max tenía un pokeglov? ¿No?"

    "¡Es verdad! ¡El tenía uno ya que el profesor se lo ofreció al ser un entrenador principiante! Si lo utilizamos, podremos saber donde se encuentran todos y rescatarlos" Le contestó Arthur

    "Pero casi es de noche y los Dustox son pokemon principalmente nocturnos… Estaríamos a su merced." Añadió Batuo.

    "Eso es cierto, pero los Beautifly son diurnos y duermen por las noches, los Dustox a lo mejor estén más activos pero si logramos evitar generar fuentes de luz, podremos a lo mejor pasar insospechados. Quien sabe, su atracción por la luz podría sernos útil para distráelos incluso" Añadió Rico.

    "Eso no la había pensado ¿propones que un grupo vaya a su madriguera y rescate a los civiles antes que pueda ser demasiado tarde para ellos?" Preguntó el maestro monje.

    "Eso mismo, abuelo" Sentenció finalmente.

    Tras mucho discutirlo, se decidió que cuando anocheciera, un grupo pequeño, compuesto por Arthur, Andrés, Rico y Batuo, se acercarían a la madriguera de los Dustox y Beautifly, crearían una distracción lumínica, se infiltraría y rescatarían a los civiles intentado no despertar a los Beautifly en el intento.
    Norman y Brendan insistían en acompañarlos.

    "Norman, será mejor que te quedes con Caroline, si te llegara a pasar algo, se quedaría sin nadie" Tras muchas dificultades pudo convencerlo, pero se sintió inútil en quedarse en el campamento mientras su hijo estaba en peligro de muerte. Todos habían sido informados sobre lo que habían hecho los Dustox y Beautifly en el subterráneo del centro pokemon. No sabía nada del paradero de May y no quería pensar en la posibilidad de que ambos pudiesen estar muertos.
    Brendan continuó insistiendo hasta que finalmente lo aceptaron, no solo le preocupaba su padre, su único familiar cercano; también le preocupaba Jennifer. El grupo preparó víveres, implementos y las armas. El alcalde los despidió.

    "Adios y que Dios y Arceus los protejan. Rezaré para que vuelvan sanos y a salvo con los civiles"

    El grupo se internó en las profundidades del bosque, siguiendo la señal del pokeglov de Max, en una misión de rescate en la que nadie sabía si todos acabarían vivos o muertos.
     
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    SilverKnight

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    este capitulo ha sido (para mi) el mejor de los que has publicado hasta ahora, me dejaste con dudas sobre lo que pasara con los secuestrados, y me mori de la risa en la parte de la crianza pokemon, en fin, continualo pronto o me vere obligado a secuestrar un patito

    PD: felicidades por la opinion que cornova dio del fic :D
     
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    Janus

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    Poké Wars: La Supervivencia
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    4748
    En la guarida de la bestia
    El grupo de rescatistas se encontraba en un pequeño claro del bosque, lo suficientemente lejos como para que los cinco humanos, el Blaziken de Arthur y Medicham pudiesen relajarse un rato en el suelo.

    “Veamos” Decía Andrés “En resumen, tenemos que rescatar a Max, a Jennifer, su Happiny también está desaparecida así que considerémosla capturada, al Profesor Birch, a otros cinco civiles, a seis de mis Houndour y a tres Houndoom”

    “¿Cómo podremos sacarlos a todos?” Preguntó Rico.

    “Probablemente tendremos que sacarlos con la ayuda de los pokemon del resto, sólo espero que la caverna no sea muy profunda…” Le contestó de vuelta.

    La guarida de los Beautifly y los Dustox era una caverna, la señal del Pokéglov de Max provenía de adentro de ella y la entrada revestida de seda de insecto la delataba. No había forma de comprobar lo profunda que podía ser. El grupo se encontraba replegado lo suficientemente lejos como para que los centinelas Dustox que patrullaban la zona no los encontraran y podían estar alertados con el radar de los Pokéglov.

    “Oigan, detecto una señal en el radar” Siguió Arthur que monitoreaba la zona con su guante. “Viene en dirección del campamento ¡Se mueve velozmente! Esperen… Está aminorando la velocidad…”

    Todo el grupo se puso en guardia, solo Batuo y Medicham mantuvieron sus lugares: Medichan todavía se encontraba en el suelo, meditando como lo hacía siempre para mejorar sus habilidades y Batuo, que igual meditaba, abrió los ojos.

    “No se preocupen, he sentido su aura, es amistoso” Les contestó con calma, había utilizado visión de aura, una de las habilidades básicas en esa materia.

    Los arbustos cercanos comenzaron a moverse y los pokéglov del grupo confirmaron su identidad mientras se aparecía ante ellos: era el treecko de Max.

    “¡Treecko! ¿No habíamos quedado en que te ibas a quedar en el campamento para proteger a Norman y a Caroline?” Le preguntó algo molesto Brendan.

    Treecko bajó la cabeza, claramente sabía que había desobedecido las órdenes que le habían dicho. Batuo cerró los ojos y habló otra vez.

    “Treecko sabe que lo que ha hecho está mal, pero dice que no podía quedarse sin hacer nada después de haberle fallado a su entrenador”

    “¿Cómo lo…?” Preguntó Rico pero Arthur le contestó antes de que terminara su pregunta.

    “Con el aura, uno puede conectarse al aura de otro ser vivo y así poder leer sus pensamientos”

    “Ah… ya… Solo espero que el viejo no le ande violando la privacidad de su mente a todo el mundo…” Le contestó de vuelta.

    “¡Ten un poco más de respeto con mi Sifu!” Le respondió furioso.

    “Tranquilo Arthur, mira Rico, se nos enseña a no abusar de nuestras habilidades, pero consideré que este era un buen momento para usarlas ¿acaso sabes hablar con los pokemon de manera natural?” Le preguntó con una pequeña sonrisa.

    “Ya, está bien, solo me preocupaba el hecho de tener cerca a alguien al cual no pudieses tener nada guardado, que los pensamientos de uno son privados, deberían todos saber”

    La atención cambió de nuevo a Treecko, que miraba pidiendo que los acompañara.

    “Ya que está aquí” Dijo Batuo “Sería un poco duro decirle que se regrese si ya ha hecho todo el recorrido hasta aquí, puede ser que su ayuda nos venga útil, pero… ¿Prometes hacer lo que nosotros te digamos?”
    El pokemon asintió feliz y se adentró junto a los demás.

    “Ya es hora de que Shadow y Jackie hagan la señal, cuando parezca, empezará la operación” Decía Andrés mientras observaba la espesura del bosque con unos binoculares, buscaba la señal luminosa que indicaría que podrían entrar.
    ——————————————
    Jackie corría por la espesura, el era ideal para la misión, su capacidad de camuflarse con el entorno era perfecta. Al parecer, la desaparición de los limitadores había mejorado su capacidad de camuflaje ya que incluso su banda roja en la barriga se camuflaba, algo que no podía con anterioridad. El único ser que era todavía más imperceptible que él, un Kecleon, era su compañero: Shadow.

    El Gengar estaba en un ambiente ideal: era de noche y estaba en medio de un bosque repleto de sombras por doquier, mientras hubiesen sombras, podía esconderse y viajar por ellas a gran velocidad. La única forma de detectarlo era por el bajón de temperatura que causaba su presencia en los alrededores.

    “Shadow, pienso que este es un buen lugar. Está lo suficiente lejos como para asegurar la entrada de los demás pero también suficientemente cerca como para que la mayoría de los Dustox se distraigan” Dijo mientras se detenía en un pequeñísimo claro y se volvía a sus colores naturales.

    Una sombra de un árbol empezó a abultarse y a ascender, una figura de baja estatura y rechoncha cobró forma, mostrando su característica sonrisa y ojos rojizos.

    “Está bien ¿Cómo hacemos la señal?”

    “Podría hacer una fogata ya que puedo utilizar técnicas como Lanzallamas, aunque temo que el fuego pueda descontrolarse…”

    “Espera, creo que tengo una mejor idea…”

    Shadow extendió uno de sus brazos y una pequeña flama azulada apareció en ella.

    “Apártate a un lado Jackie”

    El Kecleon obedeció y se posicionó al lado del Gengar. La flama flotó misteriosamente en el aire y se posicionó al centro del claro.

    Sorpresivamente, la flama explotó violentamente formando un inmenso pilar de llamas sobrenaturales. Kecleon, asustado por su intensidad, retrocedió un poco pero se dio cuenta que las intensas llamas azules no emitían el calor que parecían mostrar.

    “¿Pero qué eso?”

    Gengar contestó con una risotada.

    “Quien iba a pensar que esta técnica serviría... Es Fuego Fatuo, normalmente solo sirve para infligir un cambio de estado de quemadura, pero por lo visto ahora, se pueden hacer más cosas con ella…”

    Por un momento, Shadow probó varias cosas: no solo podía ajustar su tamaño y brillo, podía también ajustar su calor o selectivamente elegir si quemaba o no el pasto alrededor.

    “Mejor nos vamos rápido” Siguió el Gengar “He ajustado estas llamas para que sean visibles a muchos metros a la redonda y consumirán a cualquier Dustox que se acerque demasiado pero no consumirán el bosque alrededor y durarán hasta que yo lo ordene. ¡Seguramente ellos no podrán aguantar semejante espectáculo!”

    Tras decir eso soltó una gran risotada sanguinaria y se hundió en la sombra de un árbol en dirección a la caverna donde ambos entrarían para unirse a sus amos. Jack se quedó un momento más contemplando las ondulantes llamas sobrenaturales antes de camuflarse y correr en dirección a la caverna.
    ——————————-
    “¡¿Pero qué eso?!” Exclamó Andrés al ver el espectacular brillo de un azul sobrenatural a la distancia.

    “¡Debe de ser la señal!” Contestó Arthur “¡Eso luce como Fuego Fatuo, seguramente es Shadow!”

    El radar de los Pokéglov del grupo reaccionaron al instante: una gran masa de pokémon, posiblemente los Dustox, volaban de manera alocada e instintiva hacia la fuente del poderoso brillo. Volaban en dirección a su propia muerte llameante sin querer o desear resistir el impulso de dirigirse al sobrecogedor fuego azulado. Según cálculos rápidos, podían alcanzar el centenar.

    “¡Pasaron todos en dirección al señuelo! ¡Vamos todos ya!” Gritó Arthur tras comprobar que el camino estaba despejado.

    Arthur y Andrés corrieron con pistolas a mano. Lo ideal sería no usarlas ya que el ruido podría despertar a los Beautifly que aún dormían en el interior, así que principalmente Arthur usaría las espadas. Después se acercó Brendan. Rico también llevaba una pistola junto a su fusil P90 y por último, Batuo y Medicham se irguieron para unirse al grupo mientras el maestro monje desenfundaba dos espadas Jian.

    Rápidamente, el grupo llegó a la boca de la caverna y dos figuras los recibieron.

    “¡Buen trabajo Shadow! ¡Quien iba a pensar que funcionaría tan bien lo del Fuego Fatuo!” Dijo Arthur felicitando a su pokemon que cruzaba los brazos y giraba la cabeza con un ademán de decir: No fue nada. Pero al mismo tiempo, regodeándose de los halagos.

    “Tu tampoco lo hiciste mal Jackie, a pesar de que el plan no funciono como lo planeado, quien sabe lo útil que habrías sido si algo salía mal” Decía Andrés consolando a su pokemon que se sentía un tanto deprimido al no haber sido mucha ayuda.

    “Bien” Interrumpió Batuo “Les solicito dejarme a mí y a Medicham estar en la delantera. Usando visión de aura, puedo ahora guiarlos y podré sentir donde están los supervivientes y los Beautifly. Brendan, si me hicieras al favor, quédate atrás mío y guía a los otros con la linterna para que puedan seguirme.”

    Brendan asintió y se colocó detrás del monje, detrás de ambos se posicionó Arthur con Bruce y Shadow, Andrés con Jackie y Rico se quedaron vigilando la retaguardia un tanto a regañadientes, ambos seguían enemistados de su primer encuentro.

    La boca de la caverna sería de un metro y medio por dos metros de alto, tras cruzar la boca de la caverna, Brendan encendió la linterna y Batuo se concentró.

    “Veamos… La caverna tiene diversas cámaras conectadas a un pasillo central… Es algo profunda… Cielos… Siento en una mucha cantidad de individuos… Deben de ser decenas de Beautifly… Habran unas tres cámaras con Beautifly y al fondo siento una cámara con pocas señales de Aura comparadas con las otras… Posiblemente ahí se encuentra los demás… Síganme con cuidado y traten de no hacer ruido…”

    El maestro empezó a avanzar y el resto comenzó a seguirlo. Pronto las sombras lo inundaron todo y la única fuente lumínica provenía de la linterna de Brendan. Las paredes, al igual que el centro pokemon, estaban cubiertas de pies a cabeza con seda de insecto.

    “¿Por qué será que el centro pokemon se encontraba invadido por los Dustox y los Beautifly?” Le susurró Arthur a Andrés.

    “No lo sé, quizás intentaban expandir su territorio y crear una colonia en el centro…” Le susurró de vuelta.

    “¿Qué no oyeron al viejo? ¡Dijo que se callaran!” Susurró esta vez Rico.
    Por esta vez, ambos tuvieron que admitir que él tenía razón. El grupo siguió avanzando con sumo cuidado.

    “¿En donde se encuentran las cámaras que mencionó? No las veo por ninguna parte…” Susurró esta vez Brendan a Arthur mientras iluminaba la zona.

    “Nunca dije que se encontraran al mismo nivel que nosotros” Susurró de vuelta el maestro mientras apuntaba arriba, revelando un túnel en el techo. “Actualmente estamos sobre ellos”

    “Ya veo…” Contestó de vuelta Brendan mientras todos se detenían a ver el agujero que conducía a una de las cámaras donde dormían los pokemon. La abertura era lo suficientemente grande como para que uno pequeño volara por ella.

    “Sigamos, creo que los demás estarán en una cámara donde nosotros podremos acceder” Continuó mientras reanudaba la marcha.
    El grupo de humanos y pokemon continuó sin retrasos por varios minutos, sin desear hacer un movimiento que pudiese alertar a los Beautifly que dormían sobre sus cabezas. Finalmente, Batuo se detuvo una vez más.

    “Siento el aura de varios seres, no tantos como la de las cámaras de los Beautifly. Posiblemente estén ahí la gente que buscamos y quien quiera que sea otras presas que hayan capturado, no detecto presencia hostil” Susurró indicando a una abertura en un costado, cerca del fin de la caverna principal.

    El grupo asintió y entraron por la abertura y tras avanzar por un túnel, entraron a una cámara bastante grande según indicaba la luz de la linterna de Brendan.

    “¿Qué hay aquí?” Preguntó este último.

    “No lo sé” Contestó Batuo “Solo puedo detectar seres con aura, o sea, vivos, no muertos o cosas inertes. Más al fondo debe de haber otro túnel que debería llevar a la cámara donde se encuentra la gente que buscamos ¿Pasa algo Medicham?”

    El Medicham de Batuo había avanzado hacia adelante y se arrodilló ante lo que parecían ser unos bultos en el suelo, tras alumbrarlos con la linterna, Brendan no pudo contenerse el reflejo de llevarse la mano a la boca en señal de horror: eran cadáveres humanos, tres para ser exactos.
    A Arthur y a Andrés se les puso la piel de gallina. No deseaban tener que ver de nuevo un espectáculo similar al del centro pokemon. Batuo, sin perder la calma, avanzó y se arrodilló junto a Medicham para investigar los cadáveres. Tras un par de minutos de silencio, dio su conclusión.

    “Las heridas son distintas a las que Rico mencionó. En vez de haber sido devorados desde adentro, estos cuerpos presentan incontables marcas de pequeños mordiscos y trozos de carne arrancada… También presentan extrañas perforaciones en diversos puntos… Como si les hubiesen clavados tubos para succionar el interior… En definitiva… Estos cuerpos fueron utilizados como fuente de alimento para los Beautifly y los Dustox y no para criar Wurmples como sucedió en el subterráneo del centro pokemon del bosque… Pareciera que estas víctimas no ofrecieron resistencia ni tampoco sus expresiones indican algo… Posiblemente estaban inmovilizados con esporas paralizantes… ”

    No fue necesario que siguiera informando. Todo el mundo llegó a una conclusión similar sobre la horrible experiencia que debieron de haber pasado: Tras ser capturados y guardados con los demás, debieron de haber sido extraídos y rociaron con esporas paralizantes para no ofrecer resistencia y luego ser devorados de su carne por los Dustox y absorbidos de sus fluidos por los Beautifly en una muerte dolorosa en la cual no se podía gritar o hacer nada, solo desear que la muerte les diera la paz que sus mentes suplicaban.

    “Hijos de perra…” Dijo Rico sin poder contenerse. También se encontraba traba atando cabos: probablemente no fue utilizado como criadero porque lo estaban reservando como comida para los demás. Si no hubiera sido por Arthur, Andrés, etc. Estaría muerto igual que ellos.
    “No solo eso… Reconozco a los tres… Estaban entre los que fueron capturados…” Concluyó finalmente.

    La moral del grupo decayó notablemente, no habían llegado a tiempo para poder salvarlos a todos. Examinando el resto de la cámara en busca de víctimas, encontraron restos con iguales heridas de diversos pokemon, algunos eran comunes del bosque como Tailows, Swellows, Sentrets, había un Pinsir e incluso varios Ekans, algo un tanto raro de ver en el bosque.

    Para horror de Andrés, logró encontrar los restos parcialmente devorados de dos de sus Houndooms y de cuatro de los seis Houndours. No pudo evitar romper a llorar por sus queridos pokemon a los cuales había ayudado a nacer, a crecer, incluso les tenía nombre para cada uno.

    “Mis pobres amigos… Lo siento… Lo siento tanto… Debí de haberme apresurado… Esto ha sido mi culpa…” Se decía Andrés a sí mismo. Arthur trataba de consolarlo, intentaba convencerlo de que no valía la pena culparse, de que no había forma de que él pudiese evitado su destino.

    “¡¿Podrías dejar de lloriquear y lamentarse todos?! ¡Recuerden el porqué estamos aquí de primer lugar!” Les dijo un enfurecido Rico.

    Súbditamente, todos volvieron a la realidad, debían apresurarse y dejarse de lamentar por los muertos, sino que apresurarse y rescatar a los que aún se encontraban vivos. El grupo avanzó rápidamente y entró por el pasillo que conectaba a la última cámara de esa zona de la caverna. En el interior, se encontraban tejidos en la pared Max, Jennifer, Happiny, el Profesor Birch, los dos civiles desaparecidos restantes y para el alivio de Andrés, los dos Houndour y el Houndoom restante. Se encontraban dormidos profundamente y cada uno tenía de dos a tres huevos pegados en varias partes de la seda que los envolvían.

    “¡Quítenles los huevos! ¡Rápido!” Gritó Rico mientras se acercaba a uno de los civiles, tomaba uno de los huevos (que más bien parecía un capullo de apariencia viscosa y membranosa del porte de un puño en vez de la típica apariencia de un huevo de pokemon), sacaba un cuchillo y apuñalaba el interior. Con la puñalada se oyó un chillido perforante y Rico sacó del interior lo que parecía ser el embrión, larva o lo que fuera de Wurmple. Tras sacarlo violentamente de su cubil, lo arrojó al suelo y lo pisoteó repetidamente hasta convertirlo en una masa sanguinolenta.

    “¡Muere hijo de perra! ¡Esto es por lo que me obligaste a presenciar! ¡Muere! ¡Muere!” Decía de forma tan demencial que hasta los otros sintieron al mismo tiempo temor por la psiquis del ex cazador de pokemon. incluso sentían algo de lástima por la cría prematura, pero sabían que tendrían que eliminarlas para salvar a sus amigos.

    Fue entonces que Andrés, utilizando el cuchillo, arrancaba un huevo de su base, lo arrojaba al suelo y lo aplastaba con la bota militar. Arthur con un poco de repugnancia clavaba una de sus espadas en el huevo, arrancaba la larva prematura y agonizante de su refugio y limpiaba la espada para pasar al siguiente. Batuo hacía algo similar y Medicham lo acompañaba en vez con cuchillas psíquicas. Incluso Bruce se unió: arrancaba un huevo con una de sus poderosas manos y simplemente lo estrujaba hasta hacer reventar el contenido y arrojaba lo que quedaba. Solamente Brendan no se unió a la eutanasia y esperó de espaldas con una expresión nauseabunda junto a Treecko, Shadow y a Jack hasta que terminara la carnicería.

    “Creo que esos son todos” Afirmó Batuo tras terminar con el último huevo.

    “Pienso que necesitaremos un poco de ayuda para poder llevárnoslos”

    Sugirió Arthur mirando a los supervivientes que ahora se encontraban a salvo, luego de eso, miró a Brendan que volteaba la cabeza y asentía.
    Tras ayudar a liberar a Max, Arthur se lo entregó a Bruce que lo recibió en sus brazos. Por supuesto Treecko saltaba de felicidad al ver que su amo estaba bien. Jennifer y Happiny pararon en los brazo de Aggron tras ser liberadas por Brendan. Andrés ayudó a liberar al Profesor y lo recibió Rhyperior junto a una mujer que había sido capturada. Los otros dos hombres de la caravana supervivientes los llevaría Kaiser tras ser ayudados por Rico. Tras ser liberados, los dos Houndour y el Houndoom terminaron en la seguridad del Pokéglov de Andrés.

    “Bien, tengamos mucha precaución, traten los pokemon de gran peso como Rhyperior, Kaiser y Aggron caminar despacio. No queremos que el ruido de sus pasos despierte a los Beautifly” Sugirió sabiamente Batuo.
    El grupo comenzó a devolverse a la entrada de la caverna y a la libertad. Intentaban con sumo cuidado evitar que las pisadas de los tres pokemon colosales no retumbaran, pero era inevitable que sucediera aunque sea un poco.

    “Si seguimos así, terminarán por despertar…” susurró preocupado Brendan.

    “¡Silencio que no estamos muy lejos!” Le gritó en vos baja Rico que miraba nervioso los alrededores con el fusil preparado en caso que sucediera lo peor.

    “¡AHH! ¡NOO! ¡ALÉJENSE, ALEJÉNSE!” Comenzó a gritar a todo pulmón uno de los hombres que llevaba Káiser.

    “¡Maldita sea! ¡Está delirando y nos va a matar a todos!” Gritó Rico mientras se acercaba y golpeaba con la culata de su arma al hombre en la cabeza y este quedaba inconsciente.

    De pronto, chillidos desde el fondo de la caverna empezaron a sonar.

    “Oh, no, oh, no…” Se decía a si mismo Brendan con el rostro pálido.

    “¡CORRAN!” Gritó Batuo, adentro de la caverna habrían alrededor de un centenar de Beautifly, era imposible quedarse a luchar.

    El grupo aceleró, los Beautifly volaban velozmente y si los alcanzaban, los abrumarían fácilmente y sería el fin. No había forma de luchar contra la gran masa de pokemon de insecto. Las pisadas de Kaiser, Agrron y Rhyperior retumbaban fuertemente por la caverna, su gran peso y tamaña dificultaba el escape. Podrían haberlos regresado a los Pokéglov pero eso involucraría dejar a los supervivientes atrás. La situación se estaba volviendo desesperada y si no hacían algo pronto, serían alcanzados.

    Rico y Andrés, los únicos armados con armas automáticas, intentaban suministrar fuego de apoyo a los pocos Beautifly que se acercaban, pero la gran masa de oponentes se acercaba cada vez más desde el fondo. Jack intentaba en lo posible apoyar con ataques como Rayo de Hielo o Rayo Psíquico. Finalmente, Rico tomó una decisión.

    “Andrés, escúchame bien, me detendré y los mantendré ocupados para que puedan escapar” Gritaba mientras retrocedían lo más rápido posible intentando disparar ráfagas a sus espaldas.

    “¡¿Qué rayos estás hablando?! ¡Te matarán!” Le gritó consternado por la proposición.

    “¡Andrés, escúchame! ¡Yo ya estoy acabado! ¡Desde que me despertaron del subterráneo no he dejado de oír las voces!” Rico apuntó y disparó otra ráfaga de disparos antes de continuar.

    “Cada momento en el que he estado consciente los oigo… En cada momento de paz y tranquilidad, los gritos y alaridos de dolor de los que estaban en el centro pokemon regresan y me atormentan sin parar… ¡Mi mente está hecha trizas! ¡Aunque salga vivo de esta, nunca más podré vivir en paz! ¡Los gritos no se van, Andrés, no se van y no se irán nunca! ¡Probablemente me vuelva loco primero y terminaré pegándome un tiro!

    “¡Rico, por favor no lo hagas!” Le suplicó

    “¡Ustedes lo han visto, ya no tengo solución, estoy perdiendo la cordura y solo me convertiría en una carga! ¡Quién sabe si me vuelvo un psicópata y los termino matando a ustedes!” Gritó lo último con otra ráfaga de tiros.

    “¡No es necesario que esto tenga que terminar así!” Dijo Andrés
    acompañado de una ráfaga.

    “¡Andrés! ¡Alguna vez en mi vida debo hacer algo bien! Sólo he traído problemas y desgracia a la gente y a los pokemon y creo que mi castigo por todo lo que he hecho en mi vida comenzó con todo esto de los limitadores ¿Ese niño se llamaba Max? ¿No? Lo recuerdo… El estaba en el momento en que me arrestaron...”

    “Rico…”

    “Andrés… Cuando termine todo esto… Dile a Max que no siempre fui una persona malvada… Dile que a veces uno no siempre decide lo que será… Sino que a veces pareciera que la vida lo decide por uno… Si hablas con él… Dile que Rico, el despreciable cazador de pokemo decidió morir por algo mayor… Andrés… Esto es un adiós…” Rico se detuvo y se quedó contemplando la oscuridad del fondo de la caverna.

    “¡Rico!” Gritó Andrés. Nunca había sentido simpatía por él desde que lo había conocido, pero ahora veía que hasta él, un prófugo de corazón frío e inmisericorde según le habían contado, podía ser algo más, que podía redimir los errores del pasado.

    “¡¿Qué esperas imbécil?! ¡Vete! ¡Vete ahora!” Dijo tras voltearse y gritarle a Andrés.

    Arthur le tomó del hombro.

    “Te vas a quedar a atrás Andrés… El ha tomado su decisión… Vámonos…” El aprendiz de monje se había regresado al ver que ambos se quedaban atrás y había escuchado gran parte de la conversación.

    “No olvidaré esto” Le dijo al hombre de cabello verde “Adiós Rico” Dijo finalmente y ambos amigos más el pokemon camaleón corrieron en dirección a la salida.

    “Eso es… Vete… Vete de aquí…” Dijo en voz baja el ex cazador “Estoy seguro que serás un buen soldado… O un buen general para tus hombres…”

    Rico se dio vuelta y vio a la gran masa de pokemon mariposas acercándose. Rico cerró los ojos y a pesar de los chillidos de los pokemon, seguía oyendo claramente los gritos de la vez en el subterráneo…

    “¡Aún tengo una deuda que cobrar de ustedes! ¡Mueran hijos de perra!” El fusil P90 del ex cazador retumbó otra vez y los cuerpos de las mariposas empezaron a caer a montones, pero a una velocidad insuficiente.

    Las balas sonaron hasta que de pronto, el arma dejó de disparar y el percutor comenzó a golpear al aire. Rico arrojó el arma vacía y siguió disparando con una pistola mientras gritaba con todas sus fuerzas.

    Un Beautifly se detuvo frente a él y comenzó a batir las alas, de las alas comenzó a formarse una ráfaga de aire color plateado, tras acumularse en las alas de la mariposa, el Beautifly batió sus alas con mayor velocidad y la ráfaga salió disparada hacia su blanco. En pocos instantes, el cuerpo de Rico fue envuelto completamente por un ataque de Viento de Plata y la ráfaga plateada se tornó de un color rojo carmesí mientras el cuerpo del ex cadáver era aserrado por millares de pequeñas escamas afiladas. Pronto, no quedó nada que pudiese identificar que ahí hubo un ser humano si no fuera por la mancha roja que empapó la seda que tapizaba la caverna.

    Brendan y los demás esperaban en las afueras de la caverna, el chico del gorro contempló con alivio como Arthur, Andrés y Jack regresaban.

    “¡¿Y Rico?!” Preguntó el joven.

    “El no volverá… Se ha ido…” Le respondió Arthur.

    Todos bajaron la mirada y Brendan asintió.

    “¡Rhyperior, usa Lanzallamas!” Ordenó el entrenador.

    El pokemon inspiró y exhaló un gigantesco chorro de fuego hacia el interior de la caverna. No sólo el calor extremo del chorro debió de haber consumido todo en la estrecha caverna, la seda prendió al instante y lo último que vieron todos los Beautifly fue un muro de llamas que avanzó y consumió todo a su paso.

    “Ha terminado” Exclamó Batuo mientras miraba a los supervivientes todavía dormidos.

    Shadow contempló el pilar de fuego azul que se veía a la distancia y con un chasquido de dedos, el pilar se deshizo. Cerca de la zona donde había estado el pilar, se encontraban decenas de Dustox chamuscados.

    “Regresemos… Los demás nos esperan…” Replicó Arthur.

    Los demás asintieron, antes de que todos desaparecieran en la espesura del bosque, Andrés se dio vuelta y por última vez miró al interior de la chamuscada caverna.

    “Rico… Al parecer no eras tan imbécil como pensaba…”Dijo en un tono irónico, tras soltar un par lágrimas. A pesar de todo, no podía evitar sentir ahora algo de simpatía por él. Andrés se limpió los ojos con la mano y se internó en el bosque con Jack que lo acompañaba a su lado.
    ———————————————————————————————————-—
    Max comenzó a recuperar lentamente la conciencia. No estaba seguro donde estaba pero no le importaba. Se sentía cómodo donde se encontraba, de pronto los recuerdos del día anterior aparecieron de golpe en su mente: el centro pokemon, el ataque de los Beautifly y los Dustox y cómo con horror lo habían rociado con esporas y se había desmayado. Fue entonces cuando se encorvó y miró asustado los alrededores. Se encontraba en un saco de dormir en el campamento afuera del centro pokemon, estaba amaneciendo.

    “¿Qué pasa cielo? ¿Tuviste una pesadilla?” Una mujer estaba a su lado: su madre. A un lado, recostado en él, estaba Treecko que todavía dormía.

    “No lo sé mamá…Creo que soñé que era capturado por Dustox y Beautifly y me llevaban lejos… Tenía mucho miedo…”

    Caroline le contestó con una sonrisa.

    “Cariño… Estuve muy preocupada por ti… En verdad fuiste capturado por los pokemon pero personas muy valientes fueron por ti y te rescataron junto a otras personas. Deberías de estar muy agradecido por lo mucho que arriesgaron sus vidas.”

    Max prestó atención a sus alrededores: en un sector se encontraban el señor Batuo y su Medicham durmiendo en sus respectivos sacos. Cerca de ellos estaba Arthur durmiendo con un pokemon de color azul, su Lanturn al parecer. En otro estaba el Profesor Birch que dormía plácidamente mientras su hijo se encontraba abrazado a un costado de él. En otra parte, Jennifer y Happiny dormían en el mismo saco, cerca de su madrina Joy. A primera vista, solo Andrés estaba ya despierto, encargándose de la mantención de las armas de fuego.

    Max se levantó y caminó hacia Andrés, su madre lo dejo ir y este se aproximó. Andrés lo notó acercarse y lo saludó.

    “¡Buenos días Max! Un gusto verte sano y salvo” Le dijo mientras limpiaba y aceitaba las piezas de una pistola.

    “Buenos días Andrés…” Respondió y se sentó a su lado.

    Tras unos minutos incómodos en que él no dijo nada y Andrés seguía trabajando.

    “Andrés… ¿Estabas tú entre los que fueron a rescatarme? Si es así… Muchas gracias… Quien sabe lo que hubiesen hecho conmigo…”

    Andrés apartó rápidamente las imágenes de los cuerpos del subterráneo del centro pokemon.

    “Buff… No es nada… Aunque tendrás que felicitar a los demás. Arthur, el señor Batuo y Brendan también lo hicieron muy bien. Lástima que no todos los rescatistas volvimos a salvo.”

    Max miró preocupado a Andrés ¿Sería alguien conocido?

    “¿Quién era?” Preguntó Max preocupado.

    Andrés levantó la mirada de las piezas de la pistola y miró hacia adelante.

    “El hombre más valiente que he conocido hasta ahora…”
     
  11.  
    Janus

    Janus Iniciado

    Escorpión
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    14 Noviembre 2011
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    Poké Wars: La Supervivencia
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    Acción/Épica
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    9
     
    Palabras:
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    Reencuentros
    19 de agosto
    La caravana había partido temprano para aprovechar la luz del día. Habían avanzado gran parte de la zona intermedia del bosque y no faltaba mucho para llegar al segundo centro pokemon, lo que indicaba que pronto estarían fuera del bosque. Después de lo sucedido con los Dustox y Beautifly, nadie quería estar un momento más y deseaban llegar rápidamente a una zona más despejada. El viaje se había alargado debido a la intrincada ruta que había que recorrer para mantener la caravana unida, pero había valido la pena: los pokéglov habían detectado señales a la distancia pero se mantenían alejadas del grupo, parecían no querer entrometerse en un grupo grande de personas.

    "Esta debe de ser una de las ventajas de viajar en grupo." Pensaba Arthur "Un grupo grande desanima a posibles depredadores, eso significa que si algo nos ataca, o son pokemon muy estúpidos, numerosos o son unos que no van a ser fáciles de rechazar…"

    "¡Hola Arthur!"

    Arthur volteó la cabeza a un costado, era Max que se había alejado de la zona segura de la caravana, junto a él se encontraba Treecko.

    "Hola Max ¿Qué haces aquí? No deberías alejarte de la zona segura."

    "Bueno, sé que no debo alejarme del centro, sólo quería darte las gracias a ti y a los demás por lo del rescate de ayer, oí que fue tu Blaziken el que me llevó al campamento."

    "De nada Max, solo hacíamos lo que teníamos que hacer. No íbamos a dejarlos abandonados en esa caverna, más aún después de… Digo… Nada… Solo que no íbamos a dejar a un superviviente abandonado a su suerte." A Arthur casi se le escapa lo del que había visto en el subterráneo del centro pokemon, los que sabían habían prometido no mencionar lo sucedido para evitar esparcir el pánico entre los miembros de la caravana.
    "Mira, no conozco los detalles… Pero… Me he enterado que en el subterráneo encontraron gente muerta por culpa de los Dustox y los Beautifly… Y a un superviviente… "Se detuvo un poco antes de seguir, aún le daba escalofríos de pensar en la muerte "No sé que le habrán hecho, pero de igual formas, gracias a ti y a los demás se pudo evitar que hayan hecho lo mismo con nosotros."

    Arthur suspiró, no quería colaborar en destruir más aún la inocencia del niño. El hecho de que sucedieran todos estos extraños sucesos ya debieron de haber hecho gran peso en él y no quería empeorar la situación.

    "También me enteré sobre quién era el superviviente ¿Era Rico el cazador de pokemon? ¿No?"

    Arthur espero unos segundos antes de contestar, aún le impactaba un poco su muerte a pesar de que lo había conocido un día.

    "Veo que no te pierdes nada de lo que sucede ¿eh? Efectivamente, era un ex cazador de pokemon, el te mencionó, dijo que habías estado cuando lo apresaron."

    "Si… Cuando viajaba con Ash, May y Brock, habíamos parado en el centro pokemon y ayudamos a una oficial Jenny a apresarlo, en el camino al centro habíamos visto signos de sus trampas de captura. Es un tanto irónico que una persona tan mala como él haya terminado sacrificándose para que ustedes pudiesen escapar…"

    "¿Así que también te enteraste de eso? Mira Max, uno nunca sabe lo que ha tenido que vivir una persona y el porqué ha hecho de cierta forma las cosas. Rico debía de tener sus propios motivos para hacer lo que hacía, pero eso no significa que no pudiese hacer algo noble o que no pudiese ser bueno por dentro. Ahora sí, nunca podremos saber el verdadero motivo ahora que ya no está…"

    "Bueno… A lo mejor tienes razón… Nos vemos Arthur…" Dijo pensativo mientras volvía junto a Treecko al área de seguridad.

    "Nos vemos" Se despidió Arthur.

    Mientras tanto, en el otro extremo del círculo protector, se encontraba Brendan entre la multitud de gente de la zona izquierda de la caravana cubriendo ese flanco.

    "Hola Brendan" Dijo Jennifer acercándose del centro. Llevaba entre sus brazos a Happiny que se encontraba dormida.

    "Hola Jennifer, ¿No deberías estar en el centro?"

    "Ya lo sé, digamos que estoy un poco aburrida y de estar tanto rato caminando sin que pase algo interesante" Dijo mientras bostezaba un poco.
    "Oye, deberías estar agradecida, por lo menos no nos han atacado y eso es una gran cosa" Dijo mientras apoyaba sus manos detrás de su cabeza.
    "Hablando de eso, aún me falta darte las gracias por lo del rescate de ayer" Dijo la Joy con una sonrisa.

    "Oh, vamos…" Respondió Brendan bajando la mirada "Yo no hice gran cosa… Fueron Arthur, Andrés, el señor Batuo y Rico los que hicieron todo… Casi lo único que hice fue molestar…"

    "¡Oh! ¡Eso no es tan cierto! Probablemente si no fuera por tus pokemon, ellos no hubiesen podido sacar a todos de la caverna incluyéndome a mí y a Happiny."

    Brendan suspiró antes de seguir.

    "A veces pienso que no soy nada especial: Arthur y su maestro son expertos luchadores, Andrés sabe utilizar bien armas de fuego, Rico también sabía utilizarlas. Yo con suerte soy un entrenador pokemon y la idea de llevar un cuchillo o una pistola no me agrada del todo. Si no fuera por mis pokemon, estaría siendo casi un estorbo y estaría yendo en el centro con ustedes…"

    Al ver a Brendan así de deprimido, la Joy puso su mano en el hombro del entrenador, algo que lo tomó por sorpresa.

    "Mira… Piénsalo desde este punto de vista… Yo apenas puedo defenderme y Happiny probablemente no pueda hacer mucho tampoco… La gente de la zona de seguridad de la caravana se siente tremendamente inútil al no poder hacer nada para defenderla y por eso da su mejor esfuerzo en hacer las labores cotidianas como montar el campamento, cocinar, etc. La gente como Arthur, Andrés, el señor Batuo, Norman o los policías son muy valorados y apreciados por los demás ya que de depende de ellos nuestra supervivencia. Entre ellos te encuentras tú por supuesto. Quizás si te hace sentir mejor, las cosas a lo mejor no estarían tan bien si no estuviesen tú y tus pokemon. Quizás también deberías considerar pedirle a Andrés, a Batuo o incluso a Arthur que te enseñen a defenderte si es que eso te hace sentirte más útil."

    Brendan no pudo evitar sentirse un poco halagado, nunca se había puesto a pensar desde ese punto de vista. Efectivamente, el hecho de ser un entrenador ya lo hacía más aventajado que decenas de civiles de la caravana.

    "Eh, gracias, no había pensado de esa manera y bueno, quizás un día de estos considere tu idea."

    "Qué bueno que eso te haya animado un poco ¿Cuánto crees que falte para salir del bosque?"

    "No estoy del todo seguro, aunque a estas alturas deberíamos de haber llegado hace rato, pero hemos tenido que estar dando vueltas para mantener la caravana cohesionada y eso nos ha permitido mantenernos a salvo" Dijo tras recordar las señales del radar de su Pokéglov que cada cierto rato detectaba, al parecer, los pokemon no se han atrevido a atacar un grupo tan grande por el momento. "Al menos el plan del jefe de policía ha funcionado de momento."

    "Eso espero" Contestó Jennifer con un suspiro "Estoy ansiosa de dejar este bosque y dejar atrás a todos esos pokemon tipo insecto. Después de ser secuestrada por ellos, no quiero verlos en toda mi vida si es posible."

    Brendan concordaba con ella, después de todo lo vivido, estaba seguro que nadie de la caravana deseaba volver un pokemon de tipo insecto en su vida.

    Tras una hora más de caminata, todos estaban emocionados: habían por fin llegado al segundo centro pokemon.

    "¡Lo hemos logrado!" Gritaban algunos "¡Ya nos iremos de este maldito lugar!" Decían otros.

    Cuando la caravana llegó al centro del claro en que se encontraba el edificio, el alcalde se posicionó al frente y habló en voz alta.

    "¡Escuchen todos! ¡Igual que la vez anterior, un grupo entrará a asegurarse de que el interior del centro pokemon es seguro, tomaremos todos los suministros que encontremos y partiremos en dirección hacia la salida del bosque! ¡Si estamos de suerte, podremos armar el campamento a las afueras de Ciudad Rinchiend para seguir en dirección a Ciudad Férrica antes de que acabe el día!"

    El alcalde iba a seguir dando más instrucciones, pero los Hondour y Handoom de la caravana comenzaron a perder la calma y a gruñir.

    "¿Qué pasa Boss? ¿Ocurre algo?" Preguntaba Andrés a su Houndoom al ver que empezaba a comportarse de manera extraña.

    Fue entonces cuando los radares de los pokéglov dieron una señal de alarma.

    "¡Un enjambre de pokemon se acerca por el oeste a gran velocidad!" Gritó Arthur "¡El escaneo está en marcha, llegaran en treinta segundos! ¡No consigo saber cuántos son con exactitud!"

    Toda la caravana dispuso a preparar posiciones defensivas. Arthur, que se encontraba en el sector oeste, liberó a todos sus pokemon. Los Houndour y los Houndoom de ese sector se colocaron en guardia, más los policías y los hombres con armas de fuego en posiciones de tiro. Los que llevaban armas caseras o armas de Batuo esperaban detrás de los hombres con armas de fuego para entrar en combate cuando estos hayan disparado. Los hombres al norte, incluido Norman y gran parte de los policías más la gente al sur que incluía a Andrés, se prepararon para dar apoyo en caso que los pokemon quisieran flanquearlos. Brendan, al otro extremo, liberó a sus pokemon preparándose en caso de que los rodearan.

    "¡Los tengo! ¡Son beedrills y son alrededor de treinta! ¡Prepárense todos!" Gritó Arthur que desenfundó sus espadas. Bruce y los demás estaban a su lado listos para defenderlo a él y a los demás.

    "Los beedrill son pokemon muy territoriales, atacan utilizando sus tres aguijones venenosos en grandes enjambres. Vuelan velozmente y atacan repetidamente su presa hasta inmovilizarla para llevársela a su colmena." Informaron los pokéglov.

    Los beedrill empezaron a salir de la espesura y realizaron un ataque frontal hacia la caravana. Los hombres con armas de fuego comenzaron a disparar, produciendo las primeras bajas en el enjambre. Pero los pokemon avanzaban rápidamente y los tiradores retrocedieron para dar paso a los hombres armados con armas de corto alcance. Tras tomar velocidad, Arthur corrió y cortó con las dos espadas una de las abejas. A su lado, un hombre clavaba con una lanza improvisada el abdomen de otra.

    Bruce tras dar un salto, golpeó con todas sus fuerzas con los puños a un beedrill en la cara, desintegrándola en un amasijo de fluidos de insecto. Uno de ellos se lanzó sobre Lucy que parecía ser más indefensa, pero esta lo recibió con un atactrueno que chamuscó completamente al insecto. Otro más se arrojó sobre ella, pero para su sorpresa, ella se arrojó a un lado y rodó en el suelo, terminando con sus aguijones clavados en el piso. Un hombre, aprovechando la situación, cortó en dos al beedrill con un machete.

    "Menos mal que le enseñe a Lucy a evadir ataques en tierra…" Pensaba Arthur mientras veía como la Lanturn evadía los ataques con todo tipo de saltos y se revolcaba en el pasto mientras electrocutaba a sus oponentes, los congelaba con rayo de hielo o perforaba con delgados chorros de agua.
    Algunos beedrill intentaron buscar nuevos blancos, rodeando por el norte y el sur. Andrés aprovechaba de disparar con el fusil de asalto a los que se aproximaban. Boss ayudó a deshacerse de uno con un lanzallamas que transformó al insecto en una bola de fuego chisporroteante. Un beedrill se acercó demasiado, pero Andrés lo recibió con un bayonetazo directo en el torso, tras arrojar el cuerpo, siguió disparando a otro que mutiló en varios trozos con los pesados proyectiles de rifle.

    En la zona norte se encontraba Batuo y Norman. Norman había liberado a Vigoroth que atacaba de manera salvaje a sus oponentes mutilándolos con golpes furia, cuchillada y puño certero. A un lado, Medicham decapitaba a un Beedril con psico-corte, otro intentó atacarlo por detrás pero Medicham dio un salto giratorio hacia atrás y tras iluminarse sus ojos en un brillo celeste, utilizó psíquico en el Beedrill. El pokemon recibió un golpe psicoquinético tan poderoso que simplemente estallo en pedazos para luego caer Medicham limpiamente en el suelo.

    Batuo, a pesar de su edad, se movía con agilidad y destreza. Con un tajo cruzado de las dos espadas que llevaba desmembró a un beedrill, otro que se acercó fue recibido con una patada giratoria en el rostro que lo arrojó lejos. Otro beedrill intentó atacar con los aguijones a un costado del maestro monje pero falló miserablemente al ser evadido con un salto hacia atrás. Entonces, Batuo aprovechó de contraatacar, con un corte descendente de ambas espadas, separando los dos brazos del beedrill y sus dos piernas, con otro corte separó el abdomen de la criatura y con un último corte lo decapitó, quedando cada parte de su cuerpo desparramada en el suelo.

    El ataque parecía que iba a ser fácilmente rechazado, pero las esperanzas de una victoria rápida se esfumaron al aparecer la señal de treinta nuevos individuos por el oeste otra vez. La carga de los insectos fue más efectiva al estar todavía los combatientes encargándose de los últimos beedrill que quedaban del primer grupo. Algunos hombres fueron pillados desprevenidos y terminaron en el suelo siendo atacado repetidamente por los aguijones ponzoñosos de los beedrill. Otro hombre logró satisfactoriamente clavar a uno con un arma casero, pero tras liberarse del cadáver, un nuevo Beedrill se arrojó sobre él, clavándole el aguijón de su abdomen en el torso y luego lo aguijoneó en la espalda hasta derrumbarlo en el suelo.
    Bruce corrió hacia un beedrill que intentaba atacar a Arthur por la espalda, lo tomó sorpresivamente del torso y con sus poderosos brazos, prosiguió a desmembrarlo completamente. Primero le arrancó un brazo, luego el otro y de un puñetazo, pulverizó su cabeza. Finalmente, arrojó el cuerpo a un lado.

    Miembros de la segunda oleada aprovecharon de rodear la caravana y comenzaron a atacar el sector oriental de ella. Los Beedrill atacaban inútilmente al Magcargo de Brendan, debido a que ocupaba su concha como escudo. Intentar atacarlo era inútil al ser su cuerpo casi magma puro. Los Beedrill terminaban siendo incinerados al intentar aguijonearlo y este contraatacaba con ascuas y otros ataques de fuego. Shiftry se movía velozmente y cortaba a sus enemigos con sus manos afiladas. Aggron no era muy rápida en sus ataques pero su coraza metálica la hacía invulnerable a los aguijonazos, lo mismo sucedía con Rhyperior y Kaiser que parecían reírse de los ataques inútiles de los beedrill.
    Repentinamente, los radares empezaron a detectar una nueva oleada de beedrills, esta vez venían del este a ayudar a sus hermanos que habían rodeado a la caravana. Ahora estaban siendo atacados en gran número en todas direcciones y las cosas se estaban empezando a complicar cada vez más.

    Un beedrill logró hacerse paso por el perímetro de seguridad volando por encima de los defensores. Los civiles indefensos intentaban cubrirse como sea, pero el pokemon fue detenido por los proyectiles esféricos de un ataque de balas semilla. Al lado de Max y Caroline que se encontraban abrazados esperando que el combate terminara, se encontraba Treecko, ahora que había matado a su primer pokemon, se sentía lleno de seguridad y de deseos de luchar.

    "¡Treecko! ¡Eso estuvo fabuloso!" Le gritó su entrenador.

    Treecko vio como otro Beedrill sobrevolaba la zona y se lanzaba hacia él por ser la mayor amenaza, esquivó un intento de aguijoneo y tras moverse entre la gente asustada, golpeó al enemigo con ataque rápido, el Beedrill, todavía vivo pero malherido, intentó levantarse pero fue sostenido por el cuello y Treecko utilizó mega agotar. El cuerpo del Beedrill se comenzó a marchitar mientras su energía vital era drenada hasta que terminó falleciendo. Tras arrojar el cuerpo, siguió examinando la zona en caso de que hubiesen colado más.

    Un nuevo beedrill consiguió perforar el perímetro e intentó atacar a una mujer: la madrina de Jennifer, la cual se encontraba abrazándola para protegerla y Happiny asustada abrazaba la pierna de su ama. Tras darse cuenta, Treecko avanzó utilizando ataque rápido y lo golpeó con su cuerpo en el aire antes que la alcanzara. Ambos pokemon rodaron en el suelo, terminando Treecko sobre el beedrill. Treecko prosiguió a golpear con uno de sus puño la cabeza del pokemon insecto mientras lo sostenía con la otra. Lo golpeó una, y otra, y otra y otra vez. Luego, apoyando al cuerpo del insecto atontado sobre su cuerpo con la ayuda de un brazo, tomó la cabeza del Beedrill y tiró de ella con todas sus fuerzas mientras daba un grito. Max, que estaba contemplando la escena junto a su madre, decidió apartar la vista ya que predecía lo que iba a suceder. Tras un momento de forcejeo, la cabeza cedió con un crujido húmedo y lentamente terminó siendo arrancada de su cuerpo. Treecko, con el cuerpo completamente manchado de fluidos de insecto, arrojó a un lado el cuerpo y la cabeza a la que aún le colgaban parte de sus entrañas.

    El pokemon se levantó, mirando orgulloso a su amo y a la madre de este. Ambos tornaron la vista hacia él y Treecko comenzó a brillar. Lentamente, su cuerpo comenzó a crecer y cambiar de forma, tras unos breves momentos, Treecko dejó de brillar y reveló su nueva forma. Ahora Treecko había evolucionado en Grovyle.

    "Treecko… Digo… Grovyle…" Fue lo único que pudo decir Max.

    Grovyle, contemplando su nuevo cuerpo y sintiendo su nuevo poder, lanzó un grito de victoria al aire.

    Arthur seguía peleando contra los beedrill, sus ropas se encontraban manchadas del líquido verdoso de los fluidos de los beedrill. Escuchó unos pitidos de su Pokéglov y contempló horrorizado su radar.

    "¡Mierda! ¡Vienen más y en todas direcciones!" Gritó el monje.

    Se encontraban completamente rodeados por las tres oleadas de beedrill y ahora venía una cuarta gigantesca que venía de todos lados. Arthur pensó que lo único que podían hacer ahora era rezar que todo acabara rápido.

    Brendan, que igual había captado en su Pokeglov la señal, vio los resultados del escaneo de la nueva oleada, los resultados hicieron saltar sus ojos de sus cuencas.

    "¡Un momento!" Gritó el entrenador "¡Esos no son beedrills! ¡Son treeckos, grovyles y sceptiles!"

    Fue entonces que de la espesura salieron una gran cantidad de esos pokemon. Los beedrill fueron atacados de sorpresa en todas direcciones por los recién llegados. Al parecer, su objetivo eran los beedrill y no los humanos que se defendían. Utilizando balas semilla, hoja aguda, tijera X, lluevehojas, etc. Atacaron violentamente a los pokemon insecto y estos fueron eliminados rápidamente por el ataque combinado de ambas fuerzas. En poco rato, todos los beedrill habían caído.

    Toda la caravana rompió en gritos de alegría y victoria, habían vencido y celebraban la llegada de aquellos inesperados aliados.

    "¿Qué ha pasado?" Se preguntaba Andrés viendo a todos esos pokemon de tipo hierba "¿Por qué nos han ayudado?"

    Entonces llegaron tres sceptile más, eran dos sceptile jóvenes más uno que se veía mucho más viejo que los demás. Los treecko, grovyle y sceptile lo saludaban con respeto mientras el sceptile anciano se acercaba a la caravana. En un momento se detuvo y se quedó esperando algo, tras un momento, dijo algo en su lengua pokemon. El alcalde, todavía asustado por la batalla, le preguntó a Batuo que se encontraba a su lado.

    "¿Qué es lo que dice?"

    Batuo, que se encontraba con los ojos cerrados, le respondió.

    "Desea parlamentar con nosotros."

    El campamento se organizó y comenzó a tratar a los heridos. Habían muchos envenenados, pero al menos la caravana disponía de una gran cantidad de antídoto y parecía funcionar igual de bien que siempre. Hubieron unos cuantos muertos, causando gran cantidad de dolor y sufrimiento a sus familiares y amigos. A Andrés le entristecía la muerte de algunos de sus Houndour y Houndoom, pero varios Houndour habían evolucionado en la pelea, lo que de cierta forma lo aliviaba: significaba que darían más pelea en caso de un nuevo enfrentamiento.
    Se decidió que el Grovyle de Max sería el representante ante la manada de treeckos, grovyles y sceptiles. Batuo, con su habilidad de conectarse con el Aura, podría leer sus pensamientos y servir de traductor.

    Tras Grovyle, se encontraban el alcalde, el jefe de la policía, Max, Norman, Batuo, Arthur, Andrés, Brendan y el Profesor Birch. Al otro lado, se encontraba el sceptile anciano y sus dos guardaespaldas.

    "Grovyle" Le dijo el alcalde "Pregúntale por qué nos han ayudado".

    Grovyle comenzó a hablar y el anciano le contestó de vuelta, Batuo lo tradujo.

    "Dice que nos han ayudado porque se sienten agradecidos con los humanos y se sentían obligados a devolvernos el favor. Además, los beedrill se han estado expandiendo rápidamente y han comenzado a alterar el equilibrio del bosque. Por lo que también se sentían obligados a luchar para controlar su población. No solo los beedrill se han estado expandiendo descontroladamente, sino que también otros pokemon insecto como los dustox y los beautifly."

    "Ya veo" Siguió el alcalde "Grovyle, pregúntales a que se refieren a ese favor que nos debían."

    Grovyle asintió y le habló al anciano, el anciano volvió a contestarle.

    "Dice que hace tiempo, varios humanos al bosque. Un grupo intentó capturarlos y llevárselos a todos, pero otro grupo vino y los salvó de los humanos malvados. Al final, la manada se sintió agradecida con ese grupo e incluso uno de sus miembros terminó uniéndose a ellos y se fue de aventuras. Es más, el anciano dice que recuerda a Max del grupo de los humanos buenos."

    El rostro de Max cobró una expresión de asombro.

    "¡Ahora me doy cuenta! ¡Son esa manada de Treecko que Ash, Brock y May ayudamos! Cuando viajábamos por el bosque en dirección a Ciudad Férrica, nos encontramos con la manada. Ash quería capturar a uno de los Treecko. Seguimos a la manada y nos encontramos con el árbol gigante en el que vivían. Uno de los Treecko había discutido con el anciano porque la manada consideraba que el árbol en el que vivían iba a morir y que había que buscar otro. El Treecko más joven quería quedarse y los otros lo abandonaron. Ash trató de ganar su amistad ayudándolo a cuidar al árbol viejo, al día siguiente, los otros regresaron pero el Equipo Rocket llegó e intentó capturarlos a todos. Ash y su Pikachu los vencieron y los liberaron.

    Según lo que me contó Ash, al final el árbol murió pero dejó una semilla que la manada decidió plantar y cuidar. Finalmente, el Treecko que había querido salvar el árbol viejo peleó una vez más con Ash y terminó siendo capturado. Al final, terminó evolucionando y ahora es su sceptile"

    Todo el grupo manifestó su asombro, quien iba a pensar que la aventura de Max sería la clave de su salvación.

    "Ya veo, por eso es que nos ayudaron, dile que agradecemos mucho su ayuda, que sin ellos, no habríamos sobrevivido"

    Grovyle habló y el anciano asintió, luego, comenzó a hablar de nuevo, su tono era de interrogante.

    "Pregunta el motivo por el que estamos en el bosque" Tradujo Batuo.

    "Diles que simplemente queremos atravesarlo y que no les deseamos ningún mal a su manada ni al bosque. Que solo deseamos ir al norte a la siguiente población humana."

    Grovyle habló y el anciano se quedó un momento pensativo, después, respondió algo que sorprendió a Grovyle.

    "¡¿Qué dijo Batuo? ¡¿Qué dijo?" Preguntó agitado el alcalde.

    "Dice que está dispuesto a ayudarnos, nos ofrece diez de sus sceptiles más fuertes para escoltarnos hasta la salida y que con ello, estaría devolviendo el favor por completo"

    El grupo estalló de alegría, por fin abandonarían ese bosque de pesadilla.

    "Tengo unas preguntas más" Siguió el alcalde "¿Sabe el anciano o la manada sobre por qué los beedrill nos atacaron? ¿Saben si hay supervivientes en el centro pokemon?"

    Grovyle preguntó y el anciano contestó de vuelta.

    "Dice que los Beedrill que los atacaron eran tres patrullas de una colmena no muy lejana. Los humanos que se encontraban en el centro pokemon fueron atacados hace dos días atrás para terminar siendo capturados y llevados a la colmena para ser devorados. No está del todo seguro, pero cree que los beedrill se dieron cuenta de que el edificio atraía a los humanos y montaron patrullas en la zona para capturar a cualquiera que se acercara. Que seguramente una nos encontró y nos atacó, otras patrullas debieron de haber sido advertidas y llegaron como refuerzos al ver un grupo humano tan grande."

    "Ya veo" Comentó el Profesor Birch "Debieron de haberse comunicado por feromonas cuando la primera oleada nos encontró, y de esa forma, más oleadas de patrullas llegaron buscando defender su territorio y capturar comida para su colmena. Será mejor que nos vayamos rápido antes que otra patrulla venga."

    Cuando todos pensaban que la asamblea había terminado, el anciano volvía a hablar.

    "Dice que él y su manada lucharan todo lo posible para mantener a raya a los Beedrill y a los demás pokemon insecto. Que también ha estado buscando ayuda de otras manadas como la suya y esperan poder evitar su expansión descontrolada si es que logran unificar a las manadas del bosque. No están seguros si saldrán victoriosos pero dice que no permitirán que los pokemon insecto acaben con todo la demás fauna del bosque y que se empiecen a expandir más allá de él."

    La expresión del Profesor Birch cambió a una de preocupación.

    "Estas son noticias terribles, parece que la desaparición de los limitadores ha traído algo más que incrementar el poder de los pokemon ¡Está alterando el mismo el mismo ecosistema! ¡Si el anciano tiene razón, los pokemon insecto no solo se volverán una gran amenaza para la humanidad, sino que también para todo el resto de los seres vivientes de la región de Hoenn si es que se expanden más allá del bosque!
    Anciano, espero que Arceus acompañe su misión. Es posible que el destino de la región esté en sus manos. Deben evitar a toda costa que los insectos consuman el bosque y que se expandan más allá. Nuestro grupo es demasiado débil para una labor como esta y apenas luchamos para sobrevivir, les deseo la mayor de las suertes." Dijo el profesor al anciano.

    La asamblea terminó y la caravana se organizó para continuar la marcha. Tras terminar de saquear los suministros del centro pokemon y de enterrar a los muertos, la caravana estaba lista para partir. Un grupo de diez sceptile se les unió y los acompañaría hasta la salida. Tras un par de horas más, pasado el mediodía, el bosque empezó a desaparecer y a la distancia, apareció Ciudad Rinchiend. Terminada su labor, los sceptile se fueron, la caravana se despidió de ellos alegremente, agradeciéndoles su ayuda.

    "¡Bien todos! ¡Escúchenme!" Gritó el alcalde a la caravana. "Montaremos el campamento a las afueras de la ciudad y prepararemos el almuerzo, son casi las dos y estoy seguro que todos ustedes deben estar hambrientos. Luego de almorzar, organizaremos lo que se hará en la ciudad."
    Finalmente la caravana decidió instalarse en un claro cercano a la ciudad, a un lado de una casa vacía de buen tamaño que se encontraba deshabitada, en donde dejarían a la gente con complicaciones y a los niños. A primera vista, la ciudad parecía deshabitada y los radares de los pokéglov no detectaban amenazas en los alrededores.

    La gente que no se encargaba de la defensa desempacó las cosas y empezaron los preparativos para el almuerzo, en media hora, los calderos con comida volvían a hervir mientras los defensores iban a turnos a servirse. Arthur fue a servirse su plato y a sentarse donde la familia de Norman. Junto a ellos estaba también Andrés, Jennifer y Brendan. A diferencia de las otras veces, Grovyle estaba con ellos en vez de ir a comer con los demás pokemon.

    "¡Grovyle, estuviste espectacular! ¡Nos protegiste a todos! ¡Nunca pensé que llegaría el día en que mi propio pokemon evolucionara! ¡Eres lo máximo!" Exclamaba Max todavía emocionado por su Grovyle mientras este se regodeaba con los elogios.

    "Escuché que Grovyle hizo un gran trabajo defendiendo el centro de la caravana" Comentó Arthur mientras se sentaba en el pasto al lado de Andrés.

    "¡Y que lo digas! Me han dicho que acabo por su cuenta a tres beedrill y al último hasta le arrancó la cabeza con sus propias manos."
    Arthur silbó al aire con las cejas arqueadas.

    "Para ser un pokemon joven ya es bastante fuerte, Incluso ya ha evolucionado. Todo esto de los limitadores ha debido de acelerar al proceso de evolución" Siguió el aprendiz de monje.

    "¡No quiero ni pensar entonces lo fuerte que será cuando se convierta en un Sceptile! Pensar que mi Mudkip tardó varias semanas en volverse Marshtomp y meses en convertirse en Swampert." Añadió Brendan que se encontraba a un lado.

    "¡También es un héroe! ¡Nos salvo a Felicia, a Happiny y a mí de los Beedrill! Se merece una buena recompensa…" Tras decir esto se aproximó a un distraído Grovyle y le besó en la mejilla. Este, sin saber cómo reaccionar ante el inesperado regalo, simplemente se quedó quieto, con los ojos saltones, tiritando y con el rostro ruborizado.

    "¡Vaya Grovyle! ¡Hasta te has conseguido una admiradora! ¡Qué envidia me das!" Le gritó Brendan de manera sarcástica y todo el mundo se largó a reír.

    Tras terminado el almuerzo, el alcalde reunió a los miembros más importante de la caravana para organizar lo que se haría en la ciudad.

    "Bien todos, lo que haremos será dividir nuestros miembros en varios grupos: un grupo de policías viajará a la estación de la ciudad para saquear todas las armas y municiones posibles ya que se nos están agotando las nuestras. Otros grupos de civiles irán escoltados y buscarán suministros en los almacenes, las casas y los supermercados. Recuerden darle preferencia a las medicinas, a los alimentos no perecibles y a los envasados que esos duran más. Otros grupos buscarán supervivientes por la ciudad. Tengan cuidado, si Rico tenía razón, probablemente hayan pokemon por las calles, tengan máxima precaución.

    Arthur iría en un grupo de búsqueda de supervivientes junto a Andrés y a Norman. Max pidió acompañar a su padre pero el alcalde consideraba que era demasiado peligroso.

    "No se preocupe señor alcalde" Le afirmó Norman "Su Grovyle ha demostrado ser competente y yo me aseguraré que no cometa algún error."

    "Está bien… Solo acepto porque es su hijo y estoy seguro que usted no permitirá que nada le suceda. Su misión será investigar la zona del nuevo parque de la ciudad en búsqueda de supervivientes. Tengan cuidado que el parque se construyo para que vivieran pokemon y es posible que encuentren resistencia."

    "Ese parque… ¿No será?..." Max pensaba en una antigua mansión que había visitado cuando había ido a Rinchiend la primera vez y que estaba en medio de ser demolida ¿Se encontrarían Álex y los shroomish en la ciudad?

    Por lo que sabían, en el parque había habido una mansión construida en los tiempos en que la ciudad había sido recién fundada y cuando la zona era casi una extensión más del bosque petalia. El dueño de la mansión había sido una figura relevante de la ciudad, pero tras su muerte, su mansión quedó en una situación de abandono. Había sido famosa por la gran cantidad de shroomish que iban a la mansión y al bosque en los alrededores. Pero al crecer la ciudad, se había pensado en derrumbar la mansión y talar los árboles para construir una zona residencial. Pero tras un incidente, el nieto del antiguo dueño de la mansión, Alex, logró convencer a las autoridades de transformar los antiguos terrenos en un gran parque para los Shroomish y otros pokemon.

    "¿Seguro que habrán supervivientes por esta zona?" Se preguntaba Andrés mientras viajaban por las calles de la ahora abandonada ciudad. "Vivir al lado de un parque donde viven muchos pokemon debió de haber sido una trampa mortal para los habitantes…"

    "¡No! ¡No es cierto!" Le gritó Max "¡Los shroomish no harían eso! ¡Yo los conozco!"

    "¿Qué tú los conoces? ¿A qué te refieres con eso?" Preguntó Arthur.

    "¡La primera vez que vine aquí conocí a los shroomish y la mansión que había antes que la derrumbaran! ¡Estoy seguro que Alex está bien con ellos en el parque?"

    "Max… ¿Te refieres a ese Alex que una vez me contaste? ¿El mismo que construyó el parque que está aquí?" Le preguntó su padre.

    "¡El mismo papá! ¡Estoy seguro que están bien!" Afirmó decidido el pequeño.

    El grupo comenzó a buscar en los edificios y apartamentos colindantes al parque. No encontraron supervivientes pero muchas de las casas parecían haber sido saqueadas con anterioridad, o por lo menos sus dueños habían empacado las cosas rápidamente para irse. La ciudad parecía transformada en un pueblo fantasma.

    "No hay nada por aquí… ¿A dónde se habrán ido todos?" Preguntó extrañado Andrés.

    "Creo que en estos días toda la población a abandonado la ciudad… Y me parece extraño que no hayamos encontrado ningún pokemon salvaje en los alrededores" Le siguió Arthur.

    El grupo pasó al lado de la entrada del parque: una simple abertura entre el enrejado de la antigua mansión que había habido antes. Sólo que arriba había un cartel que decía: "Bienvenido al Parque Rinchiend". En el interior se veía como había cambiado ahora que tenía una gran cantidad de árboles plantados, bancas y todo tipo de flora adentro, se veía bastante hermoso pero al mismo tiempo terrorífico por la idea de que hubiesen pokemon acechando tras los árboles.

    "¿Crees que valga la pena investigar el bosque?" Preguntó Andrés.

    "Creo que sería un tanto arriesgado ir así solamente… A lo mejor tendremos que pedir ayuda primero antes de entrar…" Sugirió Norman.

    "¿Tu también papá? ¡Cómo pueden ustedes pensar eso! ¡Estoy seguro que ahí están Alex y los shroomish que ayudé hace tiempo! ¡Iré a comprobarlo yo mismo si es que ustedes son tan cobardes!" Súbditamente comenzó a correr y se internó en el parque.

    "¡Max! ¿Qué estás haciendo? ¡Ven aquí!" Le gritó su padre mientras iba tras él.

    "¡Pequeño idiota! ¿Acaso quiere matarse?" Exclamó enojado Andrés mientras se unía a la percusión.

    "¡Tenemos que ayudarlo antes de que haga una estupidez!" Acompañó Arthur que también salió tras su búsqueda.

    El grupo se internó en el parque en búsqueda de Max, pero al parecer se había esfumado y no lo encontraban.

    "¡Max! ¿Dónde estás Max? ¡Max!" Gritaban los tres mientras lo buscaban. A la distancia, escucharon la voz de Max llamando a los shroomish.

    "¡Alex! ¡Shroomish! ¿Dónde están?" Lo encontraron gritando.

    "¡Max! ¡No vuelvas a hacer esto! ¡Nos tenías muy preocupado! ¡Si sigues así me veré forzado a obligarte a no volver a acompañarme!" Le reprendió su padre.

    "Lo lamento papá… Es que no creía que nos fueran a hacer daño…"

    Súbditamente, unos pitidos empezaron a sonar de los pokéglov.

    "¡Mierda! ¡Se aproximan diez pokemon en todas direcciones! ¡Nos están rodeando!" Gritó Arthur mirando su pokéglov.

    Arthur liberó a Bruce del guante, Grovyle salió del suyo, Boss y Jack salieron del pokéglov de Andrés y el poderoso Slaking de Norman salió para defender a su amo. Los atacantes revelaron su identidad: eran diez breloom.

    "Los Breloon son pokemon con gran habilidad en la lucha cuerpo a cuerpo y de gran agilidad. Atacan liberando esporas o utilizando sus brazos extensibles. Las semillas de su cola son en verdad gigantescas esporas y comerlas resulta letal." Indicó el pokéglov.

    "¿Podremos contra todos?" Preguntó Arthur.

    Los Breloom los miraban de manera amenazadora, cada uno de los presentas estaban listo para atacar o defenderse cuando Max rompió el aire de tensión.

    "¿Shroomish?" Preguntó mirando a uno de los brelooms: tenía un pañuelo blanco atado en su cola.

    El Breloom dejó de mirar de manera amenazadora y su expresión cambió a uno de incertidumbre. Hizo una especie de gesto a los otros y los demás se tranquilizaron. Luego de eso, avanzó unos pasos hacia Max.

    "¿Shroomish? ¿Me recuerdas? ¡Soy Max! ¡Veo que has evolucionado a un Breloom!" Le decía mientras abría sus brazos.

    El Breloom se detuvo y quedó contemplando el rostro del chico unos momentos, pero luego de un rato, empezó a dar unos saltos de alegría.

    "¡Eso es Shroomish! ¡Te has acordado! ¡Hace tanto tiempo que no te veía!" Decía feliz el chico mientras corría para abrazar a su antiguo amigo.

    "¿Pero qué está pasando aquí?" Preguntó extrañado Andrés ante la extraña escena de ver a los brelooms saltando de alegría ante Max.

    "¡Alto! ¿Quiénes son ustedes?" Preguntó una voz amenazadora que salía de la espesura del parque.

    Parecía un guardabosques, venía armado con un rifle semiautomático y llevaba pantalones, chaqueta y gorro en una combinación de verdes, café y amarillo.

    "¡Venimos en son de paz!" Gritó Norman con los brazos levantados "¡Somos provenientes de Ciudad Petalia y estamos buscando supervivientes!"

    "¿De ciudad Petalia?" Exclamó mientras bajaba el arma "¿Acaso atravesaron el bosque?"

    "¡Alex! ¡Eres tú! ¡Hace tanto tiempo que no te veía!" Exclamó alegre el pequeño mientras seguía abrazado de su antiguo amigo del pañuelo.

    Alex pareció tardar un rato en reconocer al chico, pero tras fijarse en sus ropas, en sus lentes y en el Breloom que había recibido un pañuelo de regalo hace mucho tiempo, su mente ató cabos.

    "¿Max?"

    Diez minutos después, el grupo se encontraba en una pequeña cabaña en el parque.

    "Como ya deben de saber, mi nombre es Alex, vivía trabajando como guardián del parque hasta que las cosas salieron de control. Los pokemon empezaron a actuar extraño y la ciudad se volvió un caos. Empezaron a actuar de manera violenta y sus ataques empezaron a dañar a la gente. Tuve suerte de seguir vivo y hace tres días, pokemon de los alrededores vinieron y atacaron la ciudad. Muchos de ellos están en las calles y la mayoría de la gente se ha ido o ha muerto…" Dijo lo último mientras tomaba un sorbo de una taza de té. El resto también tenía una taza en sus manos.

    "Así que… Después de construir el parque, decidiste volverte el guardián de él ¿no?" Preguntó Max.

    "Exacto, sentí que era necesario si quería continuar con el legado de mi abuelo. Ahora que las cosas perdieron el control, la mayoría de los pokemon del parque se han ido y solo han quedado veinte Brelooms que han decidido quedarse conmigo, incluido el que te hiciste amigo hace tiempo Max."

    "Así que no estás muy seguro si hay supervivientes o no… Mire señor Alex, hemos venido desde Petalia en dirección a Ciudad Férrica en busca de un lugar seguro para los supervivientes de aquella ciudad y a los que hemos encontrado en el camino. Si se nos uniera a nuestra caravana, especialmente con sus Breloom, estoy seguro que sería una gran adición para colaborar en nuestra supervivencia ¿O prefiere quedarse aquí con sus pokemon en el parque para siempre?" Le preguntó directamente Norman.

    "No había pensado abandonar el parque, aquí está mi última conexión con mi fallecido abuelo y no deseaba separarme de este lugar. Pero honestamente, he empezado a considerar que aquí ya no hago nada útil. Los pokemon del parque ya se han ido y esta ciudad ya no es más que una sombra de lo que era. Si me quedo aquí, probablemente termine hundiéndome en la soledad. Si yo y mis Brelooms pueden ser más útiles en su caravana, acepto acompañarlos."

    "¡Bien!" Exclamó Max feliz.

    "Una pregunta antes, ustedes dicen que vienen desde Petalia ¿saben algo de lo que ha sucedido?" Preguntó Alex.

    Entre Arthur, Andrés y Norman, le contaron sus experiencias desde el día que había empezado todo, de cómo habían sobrevivido al ataque en Ciudad Petalia, de los hallazgos de Birch y los limitadores, de cómo cruzaron el bosque y habían llegado a la ciudad.

    "Ya veo… Déjenme preparar mis cosas y me iré con ustedes…"

    Mientras empacaba sus cosas, Andrés no pudo evitar fijarse en el rifle de Alex.

    "¡Andrés! ¡Déjate de andar curioseando las armas de fuego de los demás!" Le dijo algo cabreado Arthur.

    "¡Lo lamento! ¡No puedo evitarlo!" Dijo mientras reía un poco "¿Es este un rifle M14 con cargador de veinte tiros?" Le preguntó a Alex.

    "Si, los de la municipalidad me exigieron que lo tenga y que aprenda a usarlo y a mantenerlo. Como el parque estaba lleno de pokemon, decían que era necesario por si un cazador deseaba capturarlo. Aunque la verdad, nunca me gustó la idea de tener que usarlo… Aunque se qué las cosas han cambiado…" Decía un tanto desanimado ante la idea de dispararle a algo, hasta ahora, no le había disparado a nada que no fueran blancos de práctica en la estación de policía.

    "Ya veo, también lo decía para saber si tenemos balas de rifle para esta arma. Al menos la munición 7,62x51 mm es una que tenemos en grandes cantidades" Explicó Andrés justificándome.

    Al momento de irse de la cabaña y el parque, los humanos, sus pokemon y los veinte breloom cruzaron el pórtico de entrada. Alex tardó un momento en irse definitivamente ya que se quedó contemplando el interior.

    "Alex…" Le habló Max.

    "Lo sé Max, es que no es tan simple irse. Aquí pasé mi infancia y es un poco difícil deshacerse del pasado…" Tras un momento en que Alex cerró los ojos y reflexionó, volvió a abrirlos y se decidió. "Me iré, pero alguna vez volveré, cuando todo esto termine, este parque volverá a tener pokemon y humanos viviendo en harmonía."

    El grupo tomó rumbo hacia el campamento, Arthur no pude evitar recordar sus propias palabras, él había dicho algo similar cuando él se fue de casa hace días atrás.

    El grupo regresó al campamento, presentaron a Alex ante el alcalde y fue recibido cálidamente por los demás miembros de la caravana. Recibió un pokéglov en el cual podría almacenar a todos los breloom que lo acompañaban y estos participarían en la defensa del campamento junto a los houndour y los houndoom. Con el tiempo, los demás grupos comenzaron a volver. Se habían encontrado con pokemon salvajes pero ninguna había sido herido de gravedad. Los policías lograron volver cargados con toda la munición posible y más armas. Los otros habían vuelto con suministros pero no habían sido capaces de encontrar más supervivientes, la ciudad estaba completamente abandonada.

    El atardecer llegó y se comió la cena. Después de comer, Max se encontraba jugando con Grovyle y Breloom. Alex se le acercó.

    "¡Hola Alex!" Le dijo en medio de su juego.

    "Hola Max"

    Alex se quedó contemplando un rato como el chico jugaba con los dos pokemon.

    "¿Se están divirtiendo mucho? ¿No? En medio de todo esto, es bueno ver a Max reír y sonreír un poco" Le dijo Caroline que se encontraba lavando cubiertos no muy lejos.

    "Si… Me recuerda un poco a mi mismo cuando era niño…"

    Alex se quedó contemplando un rato más a Max y tomó una decisión.

    "Max… Para ti Breloom es un gran amigo ¿no?"

    Max detuvo su juego.

    "¿Un gran amigo? ¡Por supuesto!" Respondió seguro.

    "Entonces Max ¿Te gustaría que fuera un pokemon tuyo?"

    "¿Qué? Pero… Breloom te pertenece…"

    "Eso no es cierto Max, ninguno de los Breloom que me acompañan lo hacen porque sean míos. Yo solo me dedico a cuidarlos hasta el momento en que ellos decidan lo que quieren hacer con sus vidas. Ellos solo están conmigo porque así lo desean y veo que ese breloom se siente bien contigo. Si los otros diecinueve desearan separarse de mí, no tendría el derecho de obligarlos a quedarse.

    "Alex… Gracias… De verdad…" Respondió ilusionado.

    Un rato más tarde, el Profesor Birch, su hijo Brendan, Arthur, Batuo, Andrés, Max y Alex estaban reunidos junto a Breloom.

    "Así que… ¿Quieren probar si las pokeball aún funcionan para capturar pokemon?" Dijo el Profesor Birch.


    "No estoy seguro si funcionará… Pero valdría la pena ver si después de los limitadores, aún se pueden capturar pokemon aunque ahora resulte demasiado peligroso." Añadió Brendan que había vuelto de una patrulla de búsqueda de suministros.

    "La situación es perfecta entonces" Siguió Arthur.

    "¿Alguno de ustedes tiene una pokeball disponible?" Preguntó el profesor.

    "Aquí tengo una" Mencionó Arthur mientras se la lanzaba al profesor y este se la entregaba a Max.

    "Breloom… ¿En verdad quieres ser mi pokemon?" Le preguntó el chico.

    El Breloom asintió, fue entonces cuando Max lanzó la pokeball, esta se abrió y el Breloom fue capturado. La pokeball cayó al suelo y el botón de en medio se apagó inmediatamente.

    "¡Funcionó!" Exclamó Andrés.

    La pokeball se abrió por su cuenta y de ella salió Breloom que exclamó algo en su idioma.

    "Breloom dice que fácilmente hubiese podido salir, prácticamente al instante. Sólo porque se dejó capturar fue atrapado en ella. Que probablemente sea casi imposible capturar a otro pokemon si no es de manera voluntaria"

    "Ya veo… Esto es algo muy importante…" Concluyó el profesor.

    "Max, prométeme que cuidarás a Breloom, así podré estar tranquilo." Le dijo Alex a Max.

    "¡No te preocupes Alex! ¡Lo prometo!"

    Finalmente llegó la noche y todos se fueron a dormir. Ahora que las provisiones estaban a tope, partirían mañana hacia Ciudad Férrica.
     
  12.  
    SilverKnight

    SilverKnight Iniciado

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  13.  
    Janus

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    El Planeta de los Simios
    20 de Agosto

    Bien temprano en la mañana, la caravana abandonó Ciudad Rinchiend en dirección a Ciudad Férrica. La moral era bastante alta, la adición de los Breloom había fortalecido la sensación de seguridad de los integrantes de la caravana y la adquisición de nuevos suministros había mejorado las cosas todavía más aún.

    "Ciudad Férrica no debería de estar muy lejos, aesta velocidad, es posible que lleguemos antes de que el sol se oculte." Pensaba Arthur que se encontraba vigilando el flanco occidental como siempre junto a Bruce.

    "Buenos días Arthur." Saludó Max que se acercó desde el interior de la caravana, lo acompañaba Grovyle y Breloom a su lado.

    "Buenos días Max, ¿Otra vez dando paseos fuera de la zona segura?"

    "No te preocupes Arthur, con Grovyle y Breloom ¡Nada me va a suceder!" Dijo con entusiasmo.

    "Vaya, se nota que estás de buen humor hoy."

    "¡Por supuesto! ¡Además de que pronto llegaremos a Ciudad Férrica!"

    "Ciudad Férrica… A lo mejor lleguemos… Pero… ¿Qué sucederá después?" Pensaba preocupado. "¿Eh?" Su pokéglov había detectado cuatro señales de pokemon proveniente del bosque que estaban bordeando.

    "Max… Regresa al centro… ¡Detecto cuatro señales de pokemon en dirección del bosque!"

    Los defensores alertaron e hicieron que la caravana se detuviera. Los que estaban en el sector occidental se pusieron en posiciones de combate. A lo mejor eran cuatro pokemon ¿pero que decía que iban a ser objetivos débiles?

    "¡El escaneo está terminado! ¡Son cuatro mightyenas!" Gritó de nuevo Arthur.

    "¿Cuatro mightyenas?" Se preguntó sorprendido Max. Poco después de salir de Ciudad Rinchiend con May y los demás, había conocido a cuatro de ellos…

    Los cuatro pokemon salieron de la espesura del bosque que había al borde del camino y se plantaron a pocos metros de los defensores. Miraban atentos y gruñían a los integrantes.

    "¡Solo son cuatro! ¡No nos podrán hacer nada!" Exclamaban confiados varios hombres al lado de los dos jóvenes.

    "¡Esperen! ¡No hagan nada! ¡Creo que los he visto antes!" Avisó Max y se alejó del grupo en dirección de los cuatro pokemon.

    "¡Espera Max! ¡Vuelve de inmediato!" Le gritó Arthur que fue tras él. Bruce, Grovyle y Brellom salieron también en su búsqueda.

    Uno de los mightyena pareció reaccionar ante la presencia del niño que corría hacia él, este tomó la iniciativa y salió a toda velocidad.

    "¡Max! ¡No!" Gritó Arthur.

    El mightyena saltó y se abalanzó sobre Max antes de cualquiera pudiese alcanzarlo.

    "Maldita sea…" Pensó Arthur, si no hacía algo ¿Qué le diría a Norman y a Caroline?

    Arthur y los paralizados defensores esperaron gritos de miedo y pánico provenientes de Max, pero extrañamente eran risas las que salían de su boca.

    "¡Para! ¡Para Mightyena! ¡Me estás haciendo cosquillas!" Gritaba el joven. El Mightyena, en vez de atacarlo, le estaba lamiendo el rostro.

    "¡Max! ¡¿Qué le ha ocurrido a Max?" Preguntaba Norman que se aproximó a donde estaban.

    "¡Escuché gritos! ¡¿Qué pasa?" Preguntó Andrés que se acercaba junto a Boss y a Jack, armado con el fusil de asalto.

    "¡¿Ha ocurrido algo?" Preguntó Brendan que había cruzado la caravana desde el otro extremo.

    "¡¿Pero qué está pasando aquí!" Exclamó Arthur que no entendía la escena ante Max.

    "¡Alto ahí!" Gritó una voz femenina.

    La espesura volvió a agitarse y de ella salió una mujer. Estaba armada con un rifle, pero bajó el arma al instante tras ver la gran muchedumbre. A primera vista, tendría a lo máximo veinticinco años, vestía ropas de guardabosques que combinaban los colores rosado, café y amarillo, llevaba pantalón lila y botas cafés. Llevaba también una gorra que cubría parcialmente su cabello verde claro.

    "¿Pero quiénes son ustedes?" Preguntó extrañada al ver un grupo de gente tan numerosa, armada hasta los dientes y que desprendían un desagradable olor, característico de los que no se habían bañado en varios días.

    Su mirada bajó a la del niño que era lamido por uno de sus mightyenas, su apariencia se le hizo familiar: la misma ropa, el pelo, los lentes y el mismo de sus mightyenas ¿No sería?

    "¿Max?"

    Varios minutos después, tras calmar a los Mightyena, la mujer se entrevistó con las principales autoridades de la caravana. Se encontraba ella y el alcalde sentados a lo largo de una pequeña mesa de plástico plegable. Alrededor de ellos, varias personas se dedicaban a observar la escena.

    "Mi nombre es Katrina y soy la guardabosques encargada de la reserva pokemon Rinchiend. Debo reconocer que semanas que no salía de los límites de la reserva y no conozco mucho lo último que está sucediendo últimamente. Mis mightyenas detectaron su presencia y fui a comprobar si ustedes eran cazadores, reconozco que no me esperaba ver un grupo tan grande… Y de seguro que ustedes no lucen como ellos… ¿Qué ha pasado en todo este tiempo?"

    "Saludos Katrina, soy el alcalde de Ciudad Petalia y esta caravana la conforman todos los habitantes que han podido sobrevivir y a los que hemos encontrado en el camino"

    "¿Ciudad Petalia? ¿Supervivientes? ¿A qué se refieren?" Preguntó confundida.

    "Será mejor que te contesté el Profesor Birch, él sabrá responderte mejor que yo."

    "Saludos Katrina" Le dijo el profesor acercándose a ambos. "Soy el Profesor Birch de Villa Raíz y de seguro que debes de estar confundida pero en los últimos días, han sucedido muchas cosas."

    Fue entonces que el profesor le relató el incidente de los limitadores, lo que se sabía hasta el momento sobre ellos, de cómo habían sobrevivido en Petalia y como habían intentado buscar supervivientes, sobre la travesía por el Bosque Petalia y de su reciente salida de Ciudad Rinchiend.

    "Yo… No puedo creerlo… Si no fuera por verlos a ustedes… Y sobre lo que he visto… No les habría creído… Durante la noche del dieciséis, mis Mightyena fueron afectados por los mismos síntomas que ha mencionado y reaccionaron violentamente hasta que se calmaron. Como usted dijo, también noté que sus ataques se habían vuelto peligrosos. También los pokemon de los alrededores habían cambiado e incluso me vi forzada a llevar el arma que tengo, algo que no había necesitado salvo raras excepciones en caso de algo pasara, aunque mis Mightyena se han encargado de protegerme estos últimos días. Había salido a explorar la zona cuando los Mightyena los detectaron y por su reacción pensé que eran cazadores."

    "Señorita ¿No pensó abandonar la reserva en los últimos días?" Le preguntó el alcalde. "Vivir en una reserva llena de pokemon que pudiesen atacarme en cualquier momento no es algo que me gustaría. Además, nuestra caravana intenta agrupar todos los supervivientes de la zona que encontremos."

    "Yo… No lo sé… He dedicado muchos años a proteger esta reserva y siempre he sentido que mi deber está aquí. Esta reserva aloja una de las mayores cantidades de pokemon en la zona y sin mí… Quien sabe lo que les podría suceder… Si la abandonara, estaría faltado contra mi deber…"

    El alcalde golpeó con ambas manos la mesa desmontable de plástico en la que se encontraban. El tono con el que habló fue de gran seriedad, una seriedad que pocas veces los habitantes de Petalia habían visto de su alcalde.

    "¿Acaso no entiende lo que le hemos explicado el profesor y yo mismo?... ¡Los pokemon salvajes en los últimos días han atacado a la gente y han matado a incontables inocentes con su nuevo poder! ¡Han asesinado a nuestros parientes, a nuestros amigos y conocidos! ¡Y muchas veces de una manera dolorosa e inmisericorde! ¡Han acabado también con varios miembros valiosos de la caravana que estaban bien armados y aprovisionados y a algunos de los pokemon que nos acompañan! ¡¿Cree usted que la necesitan para protegerse ahora? ¡¿No cree usted que ellos son un mayor peligro para usted que usted para ellos?"

    Katrina, sin saber que decir, se derrumbó en la silla. Era verdad, el alcalde estaba en lo correcto y hasta el momento, no había querido aceptar la verdad de la situación. Ella no le había contado toda la verdad. La noche del dieciséis, sus Mightyena se habían despertado de su sueño y habían hecho un gran caos en la cabaña. A parte de esto, las cosas se habían mantenido bastante normales, pero a la noche siguiente, pokemon salvajes habían atacado su cabaña.

    Ella no había comprendido lo que estaba sucediendo, pero sus Mightyena no dudaron en salir a defenderla. Es más, muchos de los pokemon que se encontraban bajo su cuidado mientras se rehabilitaba de heridas producidas por accidentes y otros sucesos habían se habían unido para protegerla en agradecimiento por haberlos ayudado en el que para muchos fue su peor momento. La situación empeoró tanto que había desempolvado el arma que solo usaba para prácticas de tiro o para cazar en emergencias y la usó para salvar a uno de sus Mightyenas y para repeler a algunos pokemon más. Lograron repeler a los últimos atacantes pero a cambio de un gran costo en sangre, uno que le pesó mucho en el corazón tras finalizar la batalla. Al final, ella había decidido explorar la zona una última vez y luego pensaba marcharse tras darse que ella se había vuelto un peligro para los pokemon que se habían encariñado con ella. Sus Mightyena habían detectado a la caravana y fue a comprobar si eran cazadores, eso si era cierto.

    "Que le voy a hacer… Usted tiene razón… Me es imposible seguir siendo la guardabosques en la situación actual y no tengo a donde ir… Si quieren que ayude, conozco la zona de los alrededores y creo que un arma más y mis pokemon pueden ayudar también…" Dijo deprimida en su asiento.

    El alcalde se levantó de su silla y le tendió la mano.

    "No se preocupe señorita, cualquier ayuda que pueda suministrar es bienvenida y nuestra preocupación mayor es encontrar y proteger a todos los supervivientes que encontremos, sea quien sea. Usted siempre será bienvenida aquí" Le dijo con una sonrisa.

    Katrina levantó la mirada y estrechó su mano.

    "Muchas gracias señor, haré todo lo que pueda para colaborar aquí." Le respondió con su ánimo más recuperado. "Es más, tengo ya empacadas mis cosas" Dijo señalando una gran mochila de viaje a un lado suyo. "Puedo partir de inmediato."

    "Estoy seguro que dará su mayor esfuerzo ¡Andrés! Puedes devolverle su arma… ¡Andrés!"

    Andrés se encontraba absorto examinando el arma, no había escuchado que lo llamaban y se sintió un tanto avergonzado de su actitud mientras se acercaba y devolvía el arma.

    "Perdone señorita… Es que no en todos lados se ve un Springfield 1903 como este… Con recámara modificada para calibre 7,62 mm y adaptado para llevar un cargador de veinte disparos reemplazable… También está bastante bien conservado y la madera se encuentra barnizada ¡Incluso tiene su bayoneta original!"

    "Veo que eres un conocedor del tema, este fusil era de mi abuelo, el hombre que me enseñó a disparar. Tras su muerte, lo heredé y encargué unas cuantas modificaciones para él."

    Tras recibir su arma, se dirigió hacia Max que era acompañado por los cuatro Mightyena y se encontraba arrodillado acariciándole la cabeza al Mightyena que alguna vez ayudó a evolucionar. Al ver a Katrina, corrió emocionado hacia ella.

    "¡Katrina! ¡Qué bueno que estás bien!"

    "¡Lo mismo digo Max! Es una suerte que hayas podido viajar en un grupo como este."

    "Así que también la conoces ¿eh Max?" Dijo Arthur mientras se acercaba junto a Bruce, Brendan y Alex acompañado de dos Breloom. "Pareciera que conoces a todos los que nos encontramos en el camino."

    "Bueno… Este… Debe de ser coincidencia… Pero lo cierto es que cuando viajé con Ash, Brock y May, conocí a muchas personas."

    "Así que ustedes son los que tienen pokemon ¿no? Un gusto en conocerlos, a estas alturas ya lo saben cómo me llamo, pero soy Katrina."

    "Yo soy Arthur de Ciudad Petalia, este es mi amigo Bruce" Dijo presentándose a él mismo y a su Blaziken.

    "Yo soy Brendan, el hijo del Profesor Birch, el hombre que te explicó la situación."

    "Y yo soy Alex, trabajaba en el parque de ciudad Richiend como guardia. No es que sean míos pero me acompañan varios Breloom que han decidido seguirme."
    "Ciudad Rinchiend… Reconozco que no me entero muchas de las cosas que pasan afuera de la reserva… Pero no eras tú el nieto del hombre que tenía una mansión famosa por los Shroomish que habían ¿no?"

    "Si, ese soy yo, después de que se demolió la mansión, logré convencer a las autoridades que los grandes terrenos de la propiedad de mi abuelo se convirtieran en un parque en vez de una zona residencial. Es una lástima sí que la ciudad y el parque están ahora deshabitados…"

    "Es una lástima, cierto. Pero cuando me enteré de la construcción del parque, me sentí aliviada. La ciudad está tan cercana al bosque que muchos pokemon seguían viviendo en ella a pesar de las edificaciones y el hecho de darles un lugar para ellos, opino que fue una gran idea."

    "Eh, muchas gracias" Respondió Alex un tanto alagado.

    "¿Qué pasa Alex? Pareciera que se te cambió el color de la cara…" Dijo Andrés acercándose con un tono burlón ya que había notado una ligera coloración en el rostro de Alex.

    "¡¿Qué estás intentando decir?" Le contestó.

    "El alcalde mencionó tu nombre ¿te llamabas Andrés? ¿No?" Le preguntó la guardabosques tratando de cambiar el tema velozmente.

    "Sí, estoy viajando aquí junto a mi madre y también me encargo de la mantención de las armas de fuego junto con lo que queda de la policía de Petalia. Mi familia se encargaba de criar Houndour y Houndoom, los que ahora nos ayudan a proteger la caravana también. El jefe de la policía me ordenó decirte que te encargarás de reforzar el flanco derecho junto a Brendan. También avisó que Alex viajaría junto a Arthur en el flanco izquierdo ya que faltaba reforzarlo algo. "

    "Gracias por el aviso…" Le contestó de vuelta Alex en un tono que mezclaba un poco de decepción y se dirigió al sector occidental.

    "Bueno, mejor me dirijo al flanco derecho de inmediato ¡Vengan chicos!"

    Los cuatro Mightyena corrieron hacia su ama, uno de los cuatro Mightyena se dio vuelta para mirar una vez más a Max pero se puso en marcha tras oír por segunda vez que lo llamaban. Max suspiró mientras lo veía irse.

    "¿Es mi imaginación o te llevas muy bien con uno de los Mightyenas de Katrina? No cualquier pokemon en estos días se lanza sobre uno para lamerlo… Si es que entiendes a que me refiero… " Le preguntó Brendan.

    "Si… Entiendo… Cuando viajaba con May y los demás, nos internamos en la reserva y conocimos a Katrina. Tenía tres Mightyena y uno de los hermanos no había evolucionado aún a pesar de que habían nacido el mismo día. Yo insistí en que debía evolucionar como sus hermanos y me dediqué a entrenarlo ese día. Tras otro encuentro con el Equipo Rocket, pudo evolucionar y continuamos nuestro camino ¡Me alegré mucho cuando vi que todavía me recordaba!"

    "Ya veo ¡Y pareciera que ese Equipo Rocket les sale hasta en la sopa!" Le contestó Andrés.

    "Así que fue por eso porque el Mightyena no te atacó, al menos tenemos más ayuda en la caravana" Le siguió Arthur.

    Los jóvenes vieron como la caravana se ponía en movimiento para continuar el viaje.

    "Max, será mejor que vuelvas con los otros en la caravana" Le sugirió el aprendiz de monje.

    El chico asintió y se dirigió con los demás al centro de la caravana.

    "Bueno, supongo que es mejor que me vaya a mi puesto." Comentó Brendan mientras también se iba.

    Arthur y Andrés se disponían a ir también a sus lugares.

    "Andrés ¿De qué fue eso con Alex?" Preguntó Arthur con curiosidad.

    "No, nada, solo me pareció que se había impresionado al ver a Katrina y simplemente quise molestarlo un poco. Me había parecido gracioso."

    El grupo continuó la marcha sin dificultades por varias horas, cuando de pronto, la gente que iba al frente empezó a gritar de alegría.

    "¡Una lago! ¡Hemos llegado a un lago!" Gritaban algunos.

    La caravana había llegado a un lago de pequeñas proporciones que se encontraba entre Rinchiend y Ciudad Férrica, Max recordó el lago de su aventura anterior.
    "¡Finalmente podré bañarme y quitarme esta asquerosa suciedad!" Gritó Jennifer de alegría junto a los demás.

    La caravana se instaló cerca de la orilla para descansar y almorzar. Luego de ello, la gente se bañaría por turnos y se lavaría la ropa que a estas alturas apestaba enormemente.

    Después de comer, Andrés se dedicó a examinar dese la orilla con sus binoculares.

    "¿Has visto algo especial?" La preguntó Arthur que se le acercó por detrás.

    "Creo que sí… Al otro lado hay una cabaña… Parece tener un sistema de cañerías para recoger agua del lago… La cabaña parece estar un poco… Movida… Algo debió de haberla atacada creo…"

    Andrés le entregó los binoculares a Arthur y miró en dirección a la cabaña: Tenía varios vidrios rotos y parecía estar descuidada"

    "Andrés… Veo algo más… Qué extraño… Veo pokemons cerca del lago… ¡Son lotads!"

    "¿Qué cosa?"

    Andrés le quitó los binoculares y miró por su cuenta. Varios lotads viajaban en fila para recoger agua del lago con sus apéndices en forma de hoja para ir en dirección a la cabaña. Lo más extraño de todos era que un pokemon de gran tamaño parecía estar supervisando el trabajo de los más pequeños: era un pokemon de pelaje café, hocico rosado, cabello y barba blanca más una apariencia simiesca, un slaking.

    "Que rayos está pasando aquí…" Dijo Andrés sin creerse lo que estaba mirando.

    Momentos más tarde, en el campamento.

    "Muy bien… Díganme lo que han descubierto."

    "Señor alcalde, me encontraba observando la orilla cuando descubrí una cabaña al otro lado, parecía tener algún sistema colector de agua desde el agua. La cabaña parecía estar un poco desordenada y tenía algunos vidrios rotos pero no he podido ver a sus ocupantes." Informó Andrés.

    Súbditamente, Max, que se encontraba observando la situación junto a sus padres, ató cabos, no se había acordado al instante pero ¡Debía de ser la cabaña donde vivían Nicole, Rita y Natalie! ¿Cómo no se había acordado con tan solo ver el lago?

    "¿Algo más?" Continuó el alcalde.

    "Si señor, también notamos una gran cantidad de lotads que viajaban de ida y vuelta, llevando agua del lago en sus cabezas, no sabemos el motivo, pero lo más curioso es que había un slaking echado que observando el trabajo de los lotad y en la espesura cercana me pareció ver varios más." Le siguió Arthur.

    "Slakings…" Pensó Norman.

    "¡No! ¡Ellas deben de estar bien!" Exclamó preocupado Max.

    "¿Acaso sabes algo, Max?" Le preguntó el alcalde.

    "En mi aventura pasada, pasé con los demás por este lago y visitamos la cabaña. Ahí vivían tres hermanas que se encargaban de cultivar bayas, y yo solo… Solo espero que estén bien…" Dijo en un tono triste, sabía que con la situación actual, eso no era muy probable.

    "¿Algún aporte más?" Preguntó el alcalde.

    "Señor alcalde, he entrenado por varios años a slakings y sé bastante sobre ellos." Comenzó a decir Norman "Podría ser que una manada de slakings se ha instalado en los alrededores de la cabaña ¿Decías que cultivaban bayas? Eso explicaría por qué se encuentran ahí ya que tendrían comida de fácil acceso dado a que son bastantes perezosos por naturaleza."

    "Pero eso no explica algunas cosas ¿Qué es lo que obliga a los lotad a trabajar para esos slaking? ¿Y donde están esas tres hermanas?" Preguntó Andrés.

    "Bueno… La vez que vine aprendí que los lotad ayudaban en los cultivos como agradecimiento de que ellas les dejaran alimentarse de una parte de ellas… Pero me parece extraño que se dejen esclavizar cuando todos ellos podrían atacar juntos y sobreponerse a los slaking… Estoy seguro que todos ellos podrían derrotarlos si se los propusiera pero algo debe de estar reteniéndolos…" Pensó el chico.

    "Podríamos enviar un grupo a espiarlos y averiguar lo que le ha pasado a esas hermanas. Yo me ofrezco si es necesario." Sugirió Arthur.

    "¡No! ¡Por ningún motivo!" Exclamó el alcalde. "¡La caravana ya ha tenido que pasar por demasiadas dificultades y pérdidas y no arriesgaré más vidas por tres hermanas!"

    "Lamentablemente tiene razón el alcalde" Aportó Norman "Los Slaking, por muy perezosos que sean, son pokemon increíblemente fuertes y que pueden aprender un gran repertorio de ataques poderosos. Si nos arriesgamos demasiado, podrían detectar nuestro campamento y poner las vidas de todos en riesgo, es más, incluso sería peligroso bañarse en el lago, nos podrían ver y será mejor que nadie salga a la orilla."

    Todo el mundo se quedó en silencio, aunque Max aún pensaba alguna solución para el asunto.

    "¿Y si usáramos algún pokemon para espiarlos?" Todo el mundo tornó la vista a Caroline, que hasta entonces no había dicho nada hasta el momento. "Recuerdo que el Kecleon de Andrés podía volverse invisible completamente ahora sin los limitadores."

    "¡Pero qué gran idea!" Contestó Andrés "¡Jackie es perfecto para una misión de infiltración!"

    "Y ahora que lo pienso, Lucy podría sumergirse en el lago y conseguir información de los lotad que se encuentran el lago." Sugirió Arthur pensativo.
    "Oye ¡Tampoco está nada mal!" Le respondió Andrés.

    Ambos pokemon salieron de los guantes y se presentaron ante sus amos.

    "Jack, tú te infiltrarás en la zona de la cabaña y averigua todo lo que puedas: composición de la manada de slaking, situación de los lotad e intenta averiguar lo que ha sucedido con las tres hermanas que vivían en ella." Le ordenó Andrés a su pokemon.

    "Lucy, te sumergirás en el lago e intenta parlamentar con los lotad, pregúntales lo que ha pasado y el porqué se dejan obedecer por los slaking." Le ordenó el aprendiz de monje a su lanturn.

    Ambos pokemon asintieron, Jack se camufló y corrió por la zona boscosa alrededor del lago en dirección a la cabaña. Lucy avanzó a la orilla y se sumergió en el lago.
    "Iré a buscar a mi sifu, probablemente lo necesitaremos para que nos traduzca cuando regresen."
    ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
    Jack avanzaba por la espesura velozmente sobre sus cuatro extremidades. Aún no paraba de asombrarse de su capacidad de camuflaje perfecta, lo más probable era que los slaking no podrían encontrarlo.

    El pokemon camaleón redujo la velocidad al ver que al frente aparecía la cabaña. Tal como había dicho Andrés, una gran fila de lotads iba y venía cargando agua con las hojas de su cabeza. Tras seguirlos a la parte de atrás, vio todo un mundo detrás de la cabaña.

    Atrás se encontraba un gigantesco huerto, cargado de todo tipo de arbustos y árboles de bayas. Los lotad se posicionaban y regaban las plantas con el agua que transportaban. Eran fuertemente vigilados por slaking que observaban a la distancia como trabajaban sin descanso para luego volver al lago a por más agua. Jack contó alrededor de treinta slakings desde la posición en la que se encontraba, la mayor parte de ellos se encontraban holgazaneando y dormían plácidamente en la hierba fresca de los alrededores del huerto. Otros slaking, posiblemente las hembras, se encontraban atendiendo a sus crías de slakoth.

    Jack contempló como un macho se levantaba y comenzaba a gritar mientras golpeaba sus poderosos pectorales. Fue entonces que del huerto salió un lotad con la cabeza cargada de todo tipo de deliciosas y jugosas bayas que luchaba para no perder el equilibrio y caer al piso por el peso de ellas. El macho las tomó a puñados y se las echó a la boca, tras terminar de masticar y lamerse la boca, se recostó en el suelo para dormir de nuevo. El lotad regresaba al huerto cuando otro macho se levantó y comenzó a gritar mientras se golpeaba el pecho, fue entonces que salió despedido a buscar más bayas que servir. Otro macho se levantó y comenzó a gritar también, entonces llegó otro lotad, pero en este caso llevaba su cabeza cargada con agua. Tras agarrarlo con rudeza, bebió del agua como si el lotad no fuera más que un simple vaso para luego arrojarlo con todas sus fuerzas en dirección al lago. Con el ruido de un chapuzón, Jack confirmó que había caído en él.

    Intrigado, el kecleon avanzó por una zona de hierba alta y se acercó a un par de hembras que atendían a sus crías. Parecían estar conversando.

    "No podíamos estar en un mejor lugar: comida gratis, aire fresco, agua pura y tenemos incontables sirvientes para que hagan todo el trabajo ¡Esto es vida!"

    "Tienes toda la razón. Gracias a nuestro inteligente jefe, hemos encontrado este paraíso ¡Menos mal que atrapamos a esas humanas, con ellas esos lotad no se atreverán a hacer nada! Aunque aún me disgusta el hecho de que el jefe esté engatusado con una de ellas…"

    Jack decidió seguir adelante, atravesó sigilosamente entre los slaking y slakoth que se meneaban perezosamente en el suelo. Solo los vigoroth parecían estar jugando a pelearse entre ellos, metiendo mucha bulla que ayudaba a enmudecer los pasos de Jack. Este entró en la espesura del bosque detrás de la cabaña, en la cual creyó encontrar el lugar en donde residía el macho alfa.

    El alfa se encontraba dormido, rodeado de hembras y de montañas de bayas amontonadas por todos lados mientras descansaba sobre una cama de hojas. Era un ejemplar de slaking inmenso comparado con las hembras que lo rodeaban, a primera vista, se veía mucho más grande y fuerte que los machos que había visto afuera. Pero lo que más le sorprendió era que junto al alfa, se encontraba una mujer humana de cabello azul y de ojos verde, de unos treinta años como máximo. Tenían en sus manos un largo bastón en el que en uno de sus extremos había un abanico de hojas, con el cual agitaba y abanicaba la cabeza del gran macho alfa slaking. Parecía estar cansada y aburrida de la labor.

    El macho alfa abrió los ojos y miró el rostro de la mujer. Súbditamente, se encorvó y tomó por la cintura a la mujer y la apoyó sobre su cuerpo. La cual reaccionó asustada ante la acción imprevista y comenzó a forcejear.

    "¡Suéltame! ¡Con gusto te sigo abanicando pero debes entender que no soy tu juguete!" Decía mientras forcejaba inútilmente para intentar zafarse.

    Las hembras levantaron la cabeza para mirar la escena y ver que hacía el alfa para castigarla por su insolencia. Pero de manera inesperada, este rio para sus adentros y la soltó. La mujer se sintió aliviada y empezó de nuevo su labor con el abanico. Tras soltarla, el alfa comenzó a observar las bayas a su alrededor, se sentó, y comenzó a llevárselas a la boca en grande puñados, rápidamente acabando con todas.

    Tras terminar de limpiarse con las manos, se sobó su gran panza e hizo un chasquido con los dedos. Otra mujer entró, en este caso, una niña de cabello rojo. Llevaba una gran bandeja cargada de bayas y parecía ser de la misma edad que Max.

    "Aquí tienes tu comida…" Dijo la niña mientras se acercaba y depositaba el contenido en el suelo. "Mono glotón y panzudo…" Comentó en voz baja.

    El alfa levantó la vista como preguntando lo que había dicho. La mujer de cabella azul la miró con gran seriedad.

    "¡Oh no ha sido nada!" Contestó con una falsa alegría "¡De inmediato vengo a buscar más bayas para su señoría!" El macho se comió las bayas y ella se retiró velozmente al exterior del bosque con la bandeja vacía mientras refunfuñaba en voz baja.

    Jack decidió seguirla para ver a donde iba. La siguió hasta el huerto y se encontró a otra mujer a la cual no había visto la primera vez. Era de cabello verde y ojos azules que se encontraba intentando reparar una fuga de un tubo de regadío. Parecía tener entre veinte y veinticinco años.

    "No hay caso… Si pudiese ir a Ciudad Férrica podría ir a comprar repuestos, pero mientras no nos dejen salir, los lotads tendrán que seguir regando el huerto con agua del lago…" Decía un tanto frustrada al ver que era imposible reparar la cañería con lo que tenía.

    La niña de cabello rojo se acercó a la otra mujer.

    "Hermana… ¿Cuándo seguiremos haciendo esto? Ya van tres días y todavía seguimos trabajando para estos holgazanes…" Preguntó la pequeña.

    La otra mujer suspiró mientras se paseaba una mano por la frente llena de sudor mientras soltaba una herramienta de fontanería.

    "No los sé Natalie… Es demasiado peligroso escapar y nos tienen vigiladas las veinticuatro horas del día… Si pudiésemos escapar… Los Lotad no tendrían que seguir trabajando y podrían echarlos quizás… Y si siguen comiendo así, tal no hayan suficientes semillas para poder plantar en la próxima temporada…"

    Jack consideró que había recopilado suficiente información y tomó el camino de vuelta al campamento, había mucho que contar de lo que había visto.
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    Lucy descendió por las profundidades del lago, no era demasiado grande o profundo y solo era cuestión de tiempo encontrar a los lotad. Tras tener una visión clara del lecho del lago, navegó buscando algún indicio de ellos. Le parecía extraño no verlos en la superficie en donde solían flotar, a lo mejor se encontraban descansando de los trabajos que los slaking les obligaban a hacer y por eso no los habían detectado a primera vista.

    Después de navegar un rato, le pareció ver una gran cantidad de formas circulares en el fondo. Tras acercarse un poco, encendió sus apéndices luminosos para mirar mejor. Notó que en el lecho habían incontables lotads colapsados en el suelo, muchos emitían quejidos de dolor o cansancio y varios de ellos abrieron loso ojos al sentir la luz del pokemon.

    "¿Quién eres tú? ¡Tú no eres de aquí!" Le preguntó un lotad frente a ella.

    "Tranquilo, es verdad que no soy de aquí. Pertenezco a un grupo de humanos y me enviaron a preguntar lo que pasa aquí. A ellos les parece extraño verlos a ustedes trabajar para otros pokemon como esos slaking ¿Para qué lo hacen?"

    Varios lotad atraídos por la luz de la lanturn se agruparon a lo largo de ella. Otro lotad se le acercó para hablarle.

    "¿Han…? ¿Han venido a ayudarnos?" Preguntó tímidamente.

    "No sé si podremos hacer algo, pero les pediría por favor que me digan cómo empezó todo esto"

    "Bueno" Empezó otro "Hace varios días atrás sentimos un inmenso dolor ¿Te pasó a ti también?"

    "Si" Respondió Lucy "Parece que todos los pokemon sentimos ese dolor y todos nos volvimos más fuertes."

    "Ya veo" Continuó "El tema es que al día siguiente, cerca del mediodía, una manada de slaking salió del bosque y atacó la cabaña en donde vivían Nicole, Rita y Natalie…"

    "¿Quién son?" Preguntó la lanturn.

    "¡Oh, son unas humanas muy buenas!" Contestó otro lotad del grupo que la había rodeado. "Nos dejan vivir en paz en el lago y nos permiten comer de las bayas que plantan sin tener que alejarnos demasiado del agua. A cambio, las ayudamos cuando tienen algún problema."

    "¡Déjenme seguir! "Les gritó el lotad que estaba contando la historia "Como estaba diciendo, los slaking salieron del bosque y asaltaron la cabaña. Asustados, salimos a ver lo que pasaba y vimos como esos pokemon las capturaban. Intentamos salvarlas, pero su macho alfa nos amenazó y dijo que si intentábamos algo… ¡Les harían daño o incluso las matarían!"

    "Fue horrible…" Dijo otro.

    "Luego de eso, nos obligaron a servirlos y complacerlos de cualquier capricho que se les ocurriera. Es especialmente agotador el tener que llevar bayas sobre la cabeza y estar todo el día sirviendo sin parar… O llevarlas agua cada vez que tienen sed para que luego nos arrojen hacia el lago para buscar más … O que nos pateen o peguen cada vez que tengan ganas… O ser sujetos de torturas y palizas para entretener a esos malditos e hiperactivos vigoroths... También tenemos trabajar para mantener regados los cultivos porque se rompió la máquina que sacaba agua hace dos días y los Slaking no han permitido que Rita salga para buscar repuestos para los arreglos. ¡Aparte de que apenas nos dan bayas de vuelta y estamos empezando a pasar hambre! Nos encontramos aquí los que están demasiados débiles o los que estamos esperando nuestro turno cuando los otros regresen."

    "Así que eso ha sido…" Dijo Lucy "No prometo nada, pero saldré afuera a decirle a los demás lo que me han dicho y ahí se verá si podemos ayudarlos. Gracias por la información." Tres decir esto, se puso en marcha a la superficie.

    "¡Por favor ayúdenos! ¡Si seguimos así no podremos aguantar mucho más!" Les gritaban los lotad desde el fondo.
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    "Sifu ¿Qué han conseguido?" Le preguntó Arthur a su maestro que se encontraba sondeando los pensamientos de Jack y Lucy que acababan de regresar.

    "Ya veo…" Dijo mientras terminaba y volvía a abrir los ojos. "Las tres hermanas están bien…"

    Max, no muy lejos, suspiró de alivio.

    "Pero me parece muy curioso lo que han hecho los slaking… Son alrededor de treinta y atacaron la cabaña dos días atrás y tomaron a las hermanas como rehenes. Bajo amenaza de hacerles daño, han obligado a los lotad a convertirse en sus esclavos y tienen que hacer cualquier cosa que les digan a cambio de muy poco mientras que los slaking viven una vida de lujo y despreocupación. También me dicen que una de las hermanas teme que las bayas se acaben pronto debido al ritmo en que se están consumiendo."

    "Ya me lo imagino." Añadió Norman. "La manada explotará los recursos del huerto hasta que no quede nada, luego se irán y dejarán todo desolado en donde probablemente, los lotad y las hermanas ya no tendrán nada que comer."

    "¿Acaso estás sugiriendo que las ayudemos? Eso es imposible, los slaking son demasiado fuertes y numerosos como para rescatarlas. No arriesgaré las vidas de la caravana por tres mujeres." Concluyó el alcalde, Max no pudo evitar sentirse molesto.

    "¡¿No decías hace poco que debíamos ayudar a todos los supervivientes que encontremos sea quien sea? Aunque…" Norman pensó un momento. "Tengo una idea… No se podría funcionar y requeriría poco gente para realizarla…"

    "¿A qué te refieres Norman?" Le preguntó de manera inquisitiva el alcalde.

    "Los slaking viven en una sociedad jerárquica. Poseen un macho alfa que toma las decisiones y que tiene ciertos privilegios como el de reproducción o de tener alimento asegurado. Las manadas pueden poseer otros machos pero solo cumplen un rol defensivo, o sea, proteger a la manada pero nada más. Si un macho desea poseer estos privilegios, debe enfrentarse al alfa y vencerlo en un combate."

    "¡No me digas que…!" Exclamó su esposa.

    "Mi plan es este: llevaré a mi slaking a la manada y le ordenaré a que desafié al macho alfa. Pero nada me asegura que le pueda ganar ya que por algo el macho alfa tiene su posición. Así que cuando se produzca la pelea, lo más seguro es que todos los miembros de la manada irán a presenciarla para verla y estarán muy ocupados en ese momento…"

    "Creo que ya entiendo tu plan Norman…" Le siguió Batuo "¿Piensas utilizar la pelea como una distracción para que un grupo pueda ir a rescatarlas?"
    "Esa es la idea y me propongo como candidato para ir."

    "¡Cariño! ¡No lo hagas, es muy arriesgado!" Le rogó Caroline.

    "¡Pero papá! ¡¿Por qué tienes que ir?" Le suplicó su hijo Max.

    "Sé que Slaking tendrá que ir solo para no levantar sospechas de que estamos aquí. Tendrá que ir y hacer que es un forastero que desea tomar el poder, pero simplemente no puedo quedarme a esperar si le va bien el combate o si tengo que ayudarlo en caso necesario. Slaking me ha acompañado por muchos años y no pienso dejarlo abandonarlo en caso de que algo le suceda."

    Caroline y Max sabían lo mucho que Norman apreciaba a Slaking. Él había sido su primer pokemon y entendían que estuviese preocupado por él. Pero no era algo tan sencillo ¿Y si le pasaba algo?

    "Primero veamos quien más se quiere ofrecer. Aunque supongo que sé quienes serán…"

    "Veo que está empezando a adivinar lo que pensamos, señor alcalde." Contestó Andrés. "Arthur y yo ya tenemos experiencia en esto de los rescates ¿A que no es cierto?"

    "Sin duda, estoy seguro que bastaría si solo vamos Andrés, mi sifu, Norman y yo. Creo que los cuatro bastarían y con un pokemon cada uno que nos vigile las espaldas, estoy seguro que a Norman no le pasará nada."

    "Yo estoy de acuerdo en acompañarlos." Añadió el maestro monje.

    "¿Alguien más se ofrece?" Preguntó el alcalde.

    Mucho de la caravana no confiaban en el plan y había que admitir que era arriesgado. No hubieron más ofrecimientos.

    "¿No? Está bien… Confiaré en ustedes… De todas formas, con los slaking será imposible utilizar el lago y nos vendría bien poder recargar agua, limpiar la ropa y asearnos un poco. Podríamos compensar los suministros con las bayas del huerto y quizás las hermanas aún tengan alimentos preservados que nos podrían servir. Les doy este día solamente, si algo sucede, nos iremos todos de inmediato por la mañana ¿Entendido?" Preguntó el alcalde.

    Los cuatro rescatistas asintieron. Norman liberó a su Slaking de su pokéglov.

    "Slaking, tú has debido de escuchar ¿No es cierto? ¿Te atreves a intentarlo? Sé que probablemente te estoy pidiendo demasiado y por eso prefiero dejarte a ti la decisión."

    Slaking cerró los ojos y se dedicó a pensar por un momento, tras meditarlo por un largo rato, el pokemon asintió.

    Por mucho que me duela, el capítulo se estaba alargando demasiado y he preferido dejarlo hasta ahí. Lamento si los he dejado colgados a todos ustedes pero prometo que él próximo capítulo será uno bastante emocionante. Posiblemente el siguiente salga más rápido debido a esto.



    Próximo capítulo, Capítulo 8: Lucha de Poder.
     
  14.  
    SilverKnight

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    Me dejastecon las ganas de la pelea entre los slakings ¬¬ aunque eso esta bien, para mantener el suspenso. He visto algunos errores, pero no de ortografia, sino de palabras, dado que en una ocasion usaste "No pienso dejarlo abandonarlo" creo que debio ser " no pienso dejarlo abandonado".

    Pero el capitulo estuvo muy bien, nno puedo esperar para la pelea de los slakings, los dos pokemon no legendarios con mas estadisticas de ataque.
     
  15.  
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    Poké Wars: La Supervivencia
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    Acción/Épica
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    Lucha de Poder
    "¿Cuándo tenemos que esperar?" Preguntó Andrés a Norman.

    "En cualquier momento Slaking aparecerá y lo más probable es que sabremos de inmediato cuando podamos seguir."

    Los cuatro rescatistas: Andrés, Norman, Arthur y Batuo se encontraban al acecho cerca de la cabaña, no muy lejos del bosque en donde descansaba el macho alfa. Solo podrían seguir cuando el slaking de Norman entrara en acción ya que al frente suyo se encontraban decenas de slakings preparándose para dormir ya que acababa de anochecer.

    "Creo que siento el aura de Slaking… Solo queda esperar un poco más…" Mencionó Batuo que se encontraba concentrado usando visión de aura.
    Al otro lado de ellos, en el otro extremo de la manada, los matorrales del bosque cercano se agitaron y los machos centinelas se pusieron en guardia. De la espesura salió el slaking de Norman.

    "¿Qué haces aquí, forastero?" Le preguntaron dos de los slaking centinelas.

    "He venido a visitar el lugar, he escuchado que aquí se ha establecido una manada que vive en un paraíso donde hay agua y comida a montones, además de no tener que hacer ningún esfuerzo para conseguirla."

    "Te han informado bien, nuestro macho alfa nos ha llevado a este paraíso pero no creo que acepte a nuevos machos." Le contestó uno de los dos.

    "Tú sabes, más machos es igual a mayor competencia. Aunque quizás necesitemos más centinelas para proteger este paraíso de posibles invasores y para mantener vigilados a los esclavos…" Pensó el otro.

    "Tienes razón." Le contestó el primero. "Iré a consultarlo con nuestro alfa antes de que se vaya a dormir, quizás aún esté de humor para visitas."

    El slaking se dirigió a la zona boscosa donde residía el macho alfa y el slaking restante más otros tres lo rodearon para que no haga nada inesperado. Tras un par de minutos, un gigantesco slaking, al cual apenas le llegaba hasta el pecho, se aproximó con una guardia de varios slaking centinelas. El slaking de Norman no pudo evitar sentirse un atemorizado ante la imponente presencia.

    "¿Tú eres el forastero?" Preguntó el alfa.

    "Así es." Contestó Slaking.

    "Normalmente no habría permitido que alguien me interrumpiese a esta hora, pero hoy me siento especialmente de buen humor ¿Así que te quieres unírtenos? No tendría problemas en aceptar a un centinela más, contempla a tu alrededor. "

    El slaking de Norman observó la zona: se veía a la manada preparándose para dormir, las hembras acurrucando a sus slakoth y otras disciplinando a sus vigoroth que chillaban diciendo no querían irse a dormir tan temprano. Destacaba también los lotad, que tal como describió Jack, servían comida y bebida a los que lo deseaban.

    "Este lugar se ve muy bien ¿Cómo has conseguido encontrar este lugar?" Quiso averiguar el slaking de Norman.

    El alfa sonrió.

    "Supongo que hace varios días atrás sentiste ese gran dolor para luego entrar en un frenesí ¿Verdad? Desde hace varios días que tenía este lugar fijado como un posible lugar para asentar la manada, pero no estaba seguro si atacar a las humanas que vivían o no. Pero después del frenesí y de recuperar el conocimiento, recordé esas palabras que sonaron en todas nuestras mentes antes de que todos nos desmayáramos ¿las recuerdas?"

    El slaking de Norman cerró los ojos y se puso a meditar, efectivamente, antes de desmayarse, había oído una misteriosa voz, la que confirmó en su momento que todos los pokemon de la caravana la habían oído también.

    "Te he entregado el poder para tomar de vuelta nuestro mundo de los humanos. Mata a cualquiera que se te oponga…" Contestó.

    "Exacto, sea quien sea el que nos entregó este poder, decidí que debíamos de utilizarlo tal como la voz nos indicó. Este lugar lo conocíamos de antes pero hasta sea quien sea nos dio este regalo, no me había atrevido a arrebatárselo a esas humanas. Decidí atacar, pero tuve piedad de ellas: serían útiles para poder mantener las plantas de bayas y así comer siempre, además de poder mantener a raya a esos debiluchos lotad para que trabajen como nuestros esclavos. Tan débiles que no se atreven a atacarnos mientras tengamos a las humanas ¡Todos los pokemon débiles que no pueden vivir sin los humanos morirán o se volverán nuestros servidores o morirán!" Tras decir esto soltó una carcajada.

    "¿Y qué dices?" Continuó el alfa. "Si quieres unírtenos, tendrás que jurar conocerás tu lugar en la jerarquía de la manada: yo soy el que tiene la preferencia a la hora de comer, yo soy el que se queda con todas las hembras y yo soy el que da todas las órdenes. A cambio, defenderás y vigilarás a la manada con tu vida y podrás servirte cuando quieras de los lotad cuando te dé la gana ¿Has entendido?"

    Slaking cerró los ojos. Sabía a que había venido y por mucho que le atemorizara la idea, tenía que desafiarlo si es que quería que Norman y los demás pudiesen rescatar a las hermanas. Tras armarse de valor, tomó su decisión.

    "Sabes, ahora que lo pienso, mirando semejante paraíso en el que me encuentro, pienso que debería ser mío."

    Nadie dijo nada por unos instantes, pero tras unos momentos el alfa y los centinelas comenzaron a reírse a carcajadas.

    "¿Tú? ¿Adueñarte de la manada?" Le contestó el alfa mientras seguía riéndose.

    "Estoy hablando en serio." Le contestó de vuelta.

    Todos los demás se callaron y el alfa lo miró con aprensión.

    "¿Pero qué bicho te ha picado? Vine de aquí de buen humor y dispuesto a darte un lugar de la manada ¿Y ahora me dices que quieres echarme de mi puesto? ¡No estoy dispuesto a que alguien me esté tomando el pelo! ¡Vete de aquí y no vuelvas! ¡Aprovecha ahora que no tengo ganas de matarte a aquí mismo!"
    El alfa estaba dispuesto a volver a sus aposentos y los centinelas fueron ordenados a que escoltaran a Slaking afuera del perímetro de la manada.

    "¿Acaso tienes miedo?"

    El alfa se detuvo de golpe.

    "¿Qué has dicho?"

    "¡¿Qué acaso tienes miedo? ¡¿Miedo de que un simple Slaking como yo te humille y te quite tu preciado puesto?"

    El alfa, todavía de espaldas, apretó los puños y se dio vuelta, su mirada cambió a una de furia.

    "Y pensar que me habías caído bien al principio… ¡Pero ya las has cagado! ¡Primero desafías mi autoridad y luego te burlas de mí! ¡Como desees! ¡Acepto tu desafío y juro que te mataré de la forma más lenta y dolorosa posible para imponer ejemplo a todos los presentes! ¡Nadie me insulta y sale vivo!"

    "Creo que va a empezar… La manada se está congregando alrededor de tu slaking y del macho alfa, Norman." Informó Andrés que observaba con los binoculares.
    "Es hora, rescatémoslas rápido y así Slaking no tendrá que pelear demasiado tiempo."

    Los demás asintieron, Arthur y Batuo tomaron la delantera con sus espadas desenfundadas.

    La manada se había congregado alrededor de los combatientes, formando un gran círculo para que ambos tuviesen espacio. Sabían que ahora los ataques eran más destructivos y era mejor asegurarse. Tantos los slaking como vigoroths gritaban y vitoreaban emocionados ante el inminente combate mientras que los Slakoth reposaban tranquilamente con los ojos tornados a los dos luchadores.

    "Las reglas son simples ¡Pelearemos hasta que uno se rinda o muera!" Le gritó a su rival en un tono amenazante.

    "¡Por mi está bien! ¡Estoy listo para hacerte suplicar!" Le contestó de vuelta el slaking de Norman.

    Furioso, el alfa arremetió tomando la iniciativa. Para Slaking, el alfa parecía como una montaña que se le venía encima. Slaking evitó la embestida corriéndose a un lado a último momento. El alfa, deteniéndose y girando cerca del público, se dedicó a provocar a su enemigo.

    "¡¿Qué te pasa? ¡¿Acaso vas a estar escapando todo el rato como un skitty asustado?"

    Slaking empezó a correr mientras preparaba un ataque de Megapuño. El alfa también preparó un ataque igual. Ambos corrían en dirección de choque y ambos extendieron sus puños que brillaban en una luz blanquecina. Los dos ataques colisionaron, el impacto fue tan poderoso que una ráfaga de viento agitó la hierba alrededor y ambos contrincantes salieron volaron hacia atrás.

    "Maldito… ¿Cómo es posible que nuestros ataques se repelieran? ¡Se supone que yo soy más grande y fuerte!" Gritó furioso el alfa mientras se levantaba para volver al combate.

    Slaking respiraba de manera agitada, sus nudillos le dolían como los mil demonios pero agradecía el hecho de que no se hubiesen fracturado. Lentamente se puso de pié otra vez.

    "¡De esta no te escapas!" Gritó el líder de la manada mientras se arrojaba otra vez.

    Ambos corrieron otra vez, esta vez sin usar alguna técnica, sus puños se encontraron otra vez sin que alguno de los dos fueran afectados en gran cosa. El alfa contraataco con su otro brazo pero Slaking se agachó a tiempo, en ese instantes, atacó con un poderoso gancho que golpeó debajo de la mandíbula de su oponente. El alfa sintió como su cabeza era sacudida por el impacto pero sus huesos resistentes lograron que su mandíbula no se fracturara mientras caía hacia atrás. Slaking saltó e intentó atacar con otro Megapuño intentando acabar la pelea de inmediato, pero su enemigo giró en el suelo y el ataque terminó dejando un pequeño cráter en el suelo. Su enemigo se levantó y corrió hacia él para golpearlo con su cuerpo, el ataque resultó, dejando su guardia abierta. El macho alfa aprovechó de agárralo y lo levantó sobre su cabeza en una proeza de fuerza espectacular.

    "¡Muere!" Gritó.

    El alfa dio un salto en el aire y utilizó Movimiento Sísmico, dio un giro en el aire mientras sostenía a Slaking y lo arrojó con todas sus fuerzas al suelo. Esté calló violentamente y tras impactar el suelo rebotó un par de veces más para terminar girando hasta detenerse, dejando grandes marcas de deslizamiento en la hierba.
    Los cuatro rescatistas se dirigieron a la arboleada en donde Batuo había sentido el aura de las tres hermanas y la entrada era vigilada por un slaking centinela. El maestro monje agarró velocidad y atacó velozmente al pokemon que se encontraba absorto mirando el círculo que formaba la manada alrededor de le pelea y no tuvo oportunidad de defenderse. De un solo corte la cabeza del slaking se desprendió cayó al suelo. Norman y Andrés no pudieron evitar sentir como se les revolvió el estómago y apartaron la mirada del cuerpo sin cabeza. Arthur en cambio, sabía que había sido necesario.

    "Es por aquí." Afirmó Batuo "Síganme."

    Los cuatro entraron a la arboleada, encontraron un gran lecho rodeado de bayas y al fondo se encontraban tres siluetas que no se distinguían bien en la oscuridad.

    "¿Quiénes son ustedes?" Preguntó una voz.

    "Ustedes no parecen slakings…" Acompaño otra, su voz sonaba como el de una niña.

    "¿Y que es todo ese alboroto allá afuera?" Preguntó la silueta restante.

    "Tranquilas." Empezó a explicar Norman. "Nos hemos enterado de que eran prisioneras de los slakings y hemos venido a rescatarlas. No hay mucho tiempo para explicaciones ¡Tenemos que irnos rápido!"

    Norman sostuvo el brazo de la hermana más cercana, Arthur hizo lo mismo con otra, Andrés tomó en brazos a la más pequeña y Batuo corrió hacia la salida para asegurar la zona. Las hermanas no pudieron evitar quejarse un poco al instante de ser agarradas por los cuatro rescatistas misteriosos, además que tampoco olían muy bien que digamos.

    Tras salir de la arboleada, todos pudieron ver mejor quienes estaban. Norman llevaba tirando del brazo a la hermana mayor, como había descrito Jack, de máximo treinta años, de cabello azul y ojos color verde. Arthur llevaba a la hermana del medio, de cabello verde y ojos azules mientras que Andrés llevaba en brazos a la más pequeña.

    Todos se detuvieron y las dos hermanas mayores aprovecharon de recuperar el aliento por la corrida y las tres pudieron ver a sus rescatistas, la más pequeña levantó la mirada y se quedó plantada viendo el rosto de Andrés que se encontraba recuperando el aliento.

    "¿Pero como han podido entrar con todos los slakings?" Preguntó la hermana del medio.

    Su respuesta fue respondida al instante que vio la silueta del macho alfa en el aire arrojando a otro con Movimiento Sísmico más el vitoreo de la manada.
    "¡Slaking! ¡Batuo, avísele que ya puede retirarse!" Gritó Norman preocupado por su pokemon.
    Slaking empezó a levantarse lentamente. Mientras se levanta, sentía como todo su cuerpo le dolía. Poco a poco el dolor que sentía se transformó en ira y sentía como si su sangre hirviese por todo su cuerpo. Vio a su enemigo que se acercaba lentamente.

    "¿Aún sigues vivo? Debo reconocer que para ser tan debilucho, has demostrado que no eres un slaking cualquiera. De todas formas, prepárate para morir aquí mismo." Le dijo el alfa en tono amenazante.

    El líder de la manada se detuvo y miró a los ojos del oponente: se encontraban cargados de ira y sed de sangre.

    "¿Así que estás comenzando a sentirlo? ¿No sientes como la ira llena tu mente? ¿Sientes también como si tu sangre fuera fuego en tus venas? Esa sed de sangre es también uno de los regalos que nos ha dado sea quien sea que nos ha bendecido con más poder."

    Slaking sintió como la voz de un anciano que conocía le hablaba a su mente.

    "Ya puedes retirarte, hemos rescatado a las hermanas y regresamos al campamento."

    Pero Slaking tenía otros planes, con un gran rugido, expulsó la presencia de Batuo de su mente. Ahora solo deseaba una cosa: acabar con su adversario. Nada se lo impediría, nadie, ni siquiera Norman.

    "Esto se va a poner interesante ahora…" Pensó el alfa.
    Batuo emitió un quejido de dolor y retrocedió un par de pasos.

    "¿Qué ha pasado?" preguntó Norman.

    "No tengo idea, pero la mente de tu Slaking se ha llenado de una intensa sed de sangre." Comenzó a contestarle. "Me ha rechazado violentamente y por lo visto ha decidido pelear hasta la muerte."

    "¡No!" Contestó Norman "¡No es posible! ¡Debemos sacarlo de ahí!"

    "¿Estás loco Norman? ¡Ni con todos nuestros pokemon podrías enfrentarnos a una manada entera de Slakings!" Le contestó Andrés.

    "¡El tiene razón y tú lo sabes mejor que nadie!" Le siguió Arthur.

    "¡No! ¡No voy a permitirlo! ¡Slaking me ha acompañado desde mi primer día como entrenador y no pienso abandonarlo! ¡Hagan lo que ustedes quieran pero yo no regreso sin él!"

    Norman comenzó a correr hacia la manada.

    "¡Norman! ¡No!" Gritaron casi al unísono Arthur y Andrés.

    Batuo, pensando que no había otra solución. Aceleró y rápidamente alcanzó a Norman de manera impresionante para su edad. Utilizando la empuñadura de una de sus espadas, golpeó en la nuca a Norman y este se desplumó en el suelo. Las tres hermanas respondieron con una expresión de horror.

    "Lo lamento Norman, pero no puedo permitir que una familia se quede sin su padre…" Le dijo Batuo mientras levantaba el cuerpo inconsciente de Norman y lo colgaba sobre sus hombros.

    Arthur, Andrés y las hermanas se quedaron quietos mirando como el anciano lograba levantar el cuerpo de un hombre adulto.

    "¡¿Qué esperan? ¡Debemos irnos de aquí y avisar a los lotad!" Les gritó.

    "¡Síganos!" Les ordenó Arthur mientras este y Andrés corrían en dirección al campamento. Las hermanas obedecieron al instante.
    Slaking cargó energía en su boca y disparó un Hiperrayo, la descarga de energía chocó en su enemigo y se levantó una nube de polvo. Tras disiparse, apareció macho alfa intacto ya que había utilizado Protector.

    "¿Podrías tener más cuidado?" Empezó a decir mientras se disipaba la barrera. "No me gustaría que desintegraras a algún miembro de mi manada."

    Slaking volvió a cargar energía y disparó otro Hiperrayo.

    "Parece que se te ha fundido el cerebro… No sacas nada repitiendo ese ata…" Dijo mientras se disipaba el polvo tras protegerse de nuevo con protector.

    Pero mientras estaba con la guardia baja, vio como Slaking se encontraba en el aire y caía hacia él con la mano en posición vertical y golpeaba la barrera con Demolición. El escudo se rompió en pedazos y mientras aún se recuperaba del ataque, Slaking atacó con Megapuño el torso de su enemigo. El macho alfa sintió como su caja torácica se hundía y como una o dos de sus costillas se rompían. En un instante, el alfa contraatacaba de vuelta y golpeaba con toda la fuerza posible la cabeza de su enemigo. Slaking retrocedió y el alfa aprovechó de tomar su brazo izquierdo y forzar una llave en él.

    "¡Eso que acabas de hacer me ha dolido!" Le dijo mientras forzaba su brazo en la dirección contraria a la articulación de su codo y Slaking se quejaba de dolor. "¡Ahora sentirás uno todavía mayor!"

    El alfa tiró con más fuerza, hasta que la articulación cedió y el brazo se torció en una dirección no natural. Slaking gritó de dolor con todas sus fuerzas mientras el público alrededor se enardecía creyendo ver que el combate terminaría pronto.
    Arthur se acercó a la orilla y le gritó al Pokéglov el nombre de Lucy. La lanturn salió del guante a la espera de órdenes.

    "¡Lucy! ¡Avísale a los lotad de que hemos rescatado a las hermanas! ¡Pero Intenta encontrar la forma de que no ataquen al Slaking de Norman!" Le gritó su amo.
    Lucy asintió y de un salto se sumergió en el agua.

    "¡Sigamos!" Gritó Andrés para reanudar la marcha.

    Lucy avanzó a las profundidades del lago y un gran grupo de lotads la recibieron.

    "¡Las hermanas están a salvo! ¡Pero el slaking que distraía a la manada se ha quedado luchando con el alfa y no ha querido regresar!" Les dijo.

    "¿Pero entonces como sabemos cuál es el alfa?" Preguntó uno de los lotad.

    "¡El alfa está al centro del círculo que la manada ha formado y es considerablemente más grande que nuestro amigo! ¡Iré con ustedes por si acaso! ¡Intenten no atacarlo por equivocación!" Les contestó Lucy.
    El alfa levantó a Slaking por el brazo dislocado y lo arrojó hacia adelante. Slaking intentó levantarse, a duras penas por el dolor de su brazo. Vio como el macho alfa abría la boca y disparaba un rayo de energía azul a sus piernas, las que se congelaron dentro de un casquete de hielo.

    El alfa viendo a su enemigo inmovilizado por el ataque de Rayo de Hielo, comenzó a hablarle una vez más mientras sostenía con una mano la zona cercana a sus costillas quebradas.

    "Admito que ese último tuyo me ha sorprendido bastante, lástima… Pudiste haber sido un centinela útil, quien sabe… Incluso podrías haberte convertido en mi mano derecha… Pero ya es tarde y ahora pagarás con tu vida tu descaro."

    El cuerpo del macho alfa genero una pantalla de energía naranja que se transformó en un campo púrpura rodeado de chorros de energía naranjos en espiral. Slaking levantó la mirada para ver a su oponente que se preparaba para rematarlo. Sintió que su mente se había despejado, la sed de sangre, do donde sea que había venido, había desaparecido.

    "¿Qué he hecho? Me he dejado cegar completamente por la ira… ¿Qué rayos pasó?"

    El alfa comenzó a correr.

    "Maldita sea, esto ha sido mi culpa… No obedecí cuando tuve la oportunidad de retirarme y ahora todo ha acabado…"

    La mente de Slaking fluyó hacia sus recuerdos, toda su vida pasó frente a él: cuando salió del huevo, cuando fue presentado a un chico de diez años llamado Norman, recordó los viajes por Hoenn con él, también recordó cuando conoció a esa mujer, Caroline, y cuando ambos se casaron. También recordó cuando Norman obtuvo el título de líder de gimnasio, ese día había sido tan feliz para todos. Recordó sus sus batallas, las gran cantidad de victorias y algunas de las derrotas también. Pensó en algunas de ellas, se acordó de la pelea contra el equipo de ese amigo de Max de nombre Ash, y la pelea que alguna vez tuvo esos dos entrenadores que están en la carava: Arthur y Brendan.

    "Lo lamento… Les he fallado a todos…"

    El alfa saltó en el aire, dando inicio del ataque de Gigaimpacto. Si ese ataque conectaba, estaba acabado. Slaking recordó lo que había sucedido los últimos días, de cómo el mundo había cambiado y de cómo Norman y Max habían estado en constante peligro.

    "No… No puedo morir aquí… Norman y su familia me necesitan… ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer ahora?"

    El alfa seguía avanzando rodeado en un campo de energía de la muerte.

    "Norman…"

    Entonces la mente de Slaking lo transportó a otro recuerdo. Era de uno de los entrenamientos con Norman. Él le había intentado enseñar un ataque, uno que nuca le había resultado bien ¿Por qué pensaba en eso en ese instante? ¿Acaso sería…?

    "Debo intentarlo… Es mi única esperanza…"

    Levantó el brazo derecho, se concentró con todas sus fuerzas y un campo de energía celeste empezó a formarse en la palma de su mano.
    "Por favor… Funciona… Tiene que funcionar… Debo seguir protegiendo a Norman y a los demás…"

    La energía de la mano comenzó a moldearse, formando una figura, tras concentrarse lo suficiente, logró formar una esfera.

    "¿Lo he conseguido…?" Se preguntó asombrado.

    "¡Muere!" Gritó el alfa dentro del torbellino de energía, en cualquier instante lo golpearía.

    Slaking juntó fuerzas y arrojó la esfera de energía, esta voló por los aires y golpeó al alfa, estallando en el campo de energía del Gigaimpacto. El retroceso del ataque desvió al alfa y se estrelló en el suelo, provocando una explosión que levantó una nube de polvo y que golpeó lo suficiente lejos a Slaking como para no causar grandes daños. Tras disiparse la nube, se vio los efectos del ataque: había quedado un gran cráter en el suelo y el público guardó silencio. Del cráter emergió el alfa, lleno de moretones y rasguños. También le corría un hilo de sangre por la boca.

    "¿Qué?... ¿Qué ha sucedido?..." Exclamó estupefacto.

    Slaking, aprovechando la oportunidad, juntó fuerzas de nuevo y formó de nuevo otra esfera de energía.

    "¡ESTO ES POR NORMAN!" Gritó y arrojó el ataque de Onda Certera otra vez.

    La esfera golpeó el pecho del alfa y atravesó su cuerpo casi sin oponer resistencia. Esta continuó su trayectoria, desviándose en el aire formando una parábola y explotando lejos de ellos y el público. El macho alfa bajo la vista y vio que en donde antes estaba su corazón y gran parte de sus pulmones había en vez un gran forado circular el cual desprendía humo y olor a carne quemada. Intento decir algo, pero posiblemente por falta de fuerzas o por el daño a sus pulmones no pudo decir nada. Soltando unos pequeños quejidos de asombro, se desplomó.

    "Lo he conseguido… He ganado…" Pensó Slaking.

    La manada estaba enmudecida, no podían creer lo que había sucedido. De pronto, uno de los slakings empezó a gritar y a señalar al lago: incontables cantidades de lotads emergían y comenzaron a atacarlos con chorros de agua a alta presión. Los chorros delgados perforaron a algunos slakings a la altura del corazón y cayeron muertos al instante. Otros, heridos superficialmente, emprendieron la huida. Las madres desesperadas tomaron a sus hijos y se unieron a la retirada. La mezcla de la confusión por la muerte de su macho alfa sumado los Lotad hizo que cundiera el pánico general hasta que solo quedó un slaking en la zona mientras que los demás huyeron al bosque.

    Lucy, avanzando a pequeños saltos, se acercó a un slaking inconsciente, de la cintura para abajo inmovilizados en una prisión de hielo y con un brazo completamente dislocado.

    "Slaking…" Dijo esta en un susurro.
    Los rayos del alba emergieron y la caravana preparó sus cosas para iniciar las actividades del día. Tras el rescate de las hermanas, que se presentaron como Nicole, Rita y Natalie, el alcalde decidió que la caravana descansaría ese día para poder bañarse en las aguas del lago y lavar toda la ropa sucia.

    Muchos de los integrantes habían tomado la precaución de llevar traje de baño y bien temprano en la mañana ya había gente nadando y chapoteando. En una parte, decenas de personas se encontraban limpiando la ropa en una orilla más lejana.

    "¿Max, habrás visto a Andrés por aquí?" Dijo la voz de una niña en un tono serio.

    El chico, que se encontraba tomando sol en la orilla junto a Grovyle y Breloom, abrió los ojos para fijarse quien le hablaba. Era Natalie, vestida con un traje de baño de una pieza, lista para bañarse en el lago. Llevaba también uno de esos flotadores que se llevan en los brazos para poder nadar.

    "Está en el lago junto a Arthur y a Brendan ¿Por qué preguntas?"

    Se puso un poco nerviosa antes de contestar.

    "No… No es nada… ¡Solo te estaba haciendo una simple pregunta! ¡Adiós!" Dijo cortando la conversación de manera abrupta.

    Antes de que se pudiese meter, Max la interrumpió una última vez.

    "¿Acaso ya te has olvidado de Brock después de que Andrés te rescatara?" Le preguntó con una ligera sonrisa.

    Ella se quedó quieta, en caso de que se hubiese dado media vuelta, la habría visto sonrojarse. Pero en lugar de eso, siguió mirando hacia adelante.
    "¡Cállate!" Gritó mientras se arrojaba al agua de un salto.

    "¿Ven chicos? Ella no ha cambiado en nada todo este tiempo…" Le dijo a sus dos pokemon mientras suspiraba.

    Tras rescatar a las hermanas, ellas lo reconocieron al instante. Habían preguntado por Ash, May y por Brock, Natalie especialmente por Brock. Max tuvo que contestarles que no sabía: Ash y Brock estaban en Sinnoh y May en Johto la última vez que supo algo de ellos. También fueron informadas de la situación actual, de lo que había pasado en los últimos días y sobre lo que conocían de los limitadores. Rita se encontraba también tomando en la orilla no muy lejos de él, cerca de donde se encontraban las toallas de Alex y Katrina que también se encontraban bañando. Jennifer se encontraba ayudando en la limpieza de la ropa junto a Caroline, Felicia y la madre de Andrés.

    "¡Oigan! ¡Hemos traído bayas!" Escuchó una voz gritar.

    Max levantó de nuevo la cabeza y vio que era Nicole que traía una cesta con bayas junto a otros que habían ido a ayudarla. Las hermanas habían decido unírselos ya que a pesar de que el lugar era bueno para vivir, las bayas no durarían para siempre y la caravana necesitaba más comida y suministros de lo que podían disponer de la zona. Los slaking podrían regresar cuando se recuperen de lo acontecido ayer, aunque no sabrían de ellos un buen tiempo ya que de seguro habrá empezado una guerra entre los machos de la manada para decidir quién sería el nuevo alfa. Las hermanas también encargaron a los lotad cuidar el huerto de bayas para poder preservarlo en caso de que algún día ellas regresaran.

    Max se levantó y junto a sus pokemon fue a juntarse con Nicole para pedirle si podía comer unas cuantas bayas.

    Brendan se encontraba flotando en el agua, una de las pocas veces que se le veía sin su gorro, revelando su cabello corto de color negro. Aun lado suyo, Arthur y Andrés charlaban mientras nadaban.

    "Oigan chicos…" Les dijo a ellos Brendan "Creo que aquí viene ella de nuevo…"

    Andrés giró la cabeza hacia la dirección que señalaba Brendan y su rostro adoptó una mueca de horror.

    "¡Andrés! ¡Andrés! ¿Cómo estás Andrés?" Le decía Natalia que nadaba en su dirección.

    "¡No! ¡Otra vez no!" Gritó Andrés mientras huía nadando a toda velocidad para escapar de ella.

    "¿Qué pasa Andrés? ¿Por qué huyes? ¡Ven aquí ahora mismo!" Le decía mientras trataba de alcanzarlo.

    Cuando los dos se alejaron lo suficiente, Brendan se acercó a Arthur.

    "¿Cómo es que había dicho Rita?" Le preguntó.

    "Amor a primera vista, dijo." Arthur suspiró "Parece que esta niña cree enamorarse de cualquier hombre que llame su atención"

    Ambos vieron como Andrés seguía nadando para huir de ella mientras le gritaba que lo dejara en paz.

    "¡Aléjate de mí! ¡Me has estado acosando desde que te traje al campamento!"

    "Pobre…" Comento Brendan con una pequeña risa.

    "Si… Pobre…" Le siguió Arthur de la misma manera.

    Mientras tanto, en medio del campamento, se encontraba Norman sentado. Estaba deprimido debido a la situación de ayer.

    "¿Cómo está Slaking?" Le preguntó Batuo tras verlo así junto con Medicham.

    "Estará bien… Sus heridas sanarán con el tiempo utilizando Descanso pero tardará varios días en recuperarse…"

    Batuo se quedó contemplándolo unos momentos.

    "Te pido disculpas por ese golpe que te di ayer."

    "No, no te culpo de nada. Yo fui un estúpido… ¿Cómo se me ocurrió hacer semejante tontería? Podría haber acabado muerto y me tiré sin siquiera pensar en mi familia... Los he decepcionado a todos… Si no hubiera sido porque me dejaste inconsciente, podría haber quedado un desastre…"

    "Slaking fue tu primer pokemon ¿verdad? Entiendo lo que debiste haber sentido y no dudo que hayas estado a punto de cometer un gran error. Pero son este tipo de situaciones las que nos hacen reflexionar sobre nuestras prioridades y aprender de nuestros errores. Me alegro de que esto no haya pasado a mayores."
    Norman cerró los ojos.

    "Sé que a fin de cuentas, si alguno de nosotros tiene que sacrificarse por la supervivencia de los otros. Mis pokemon estarían más que dispuestos a hacerlo. Me dejé llevar por la situación y pasará un tiempo antes que pueda hacer las paces conmigo mismo. Gracias por todo señor Batuo. ¿Qué les dijiste a Caroline y a Max sobre esto?"

    "Les dije que en el camino de vuelta te habías tropezado y golpeado en la cabeza. Al menos no dudaron de mi versión y es bastante certera a lo que pasó en realidad. También he hablado con las hermanas mayores para que no digan nada sobre el asunto."

    "Ya veo… Se lo agradezco otra vez y espero que no vuelva ocurrir algo así de nuevo. Nos vemos señor Batuo, creo que iré al lago."

    Ambos se despidieron y Batuo se dirigió a un prado junto a Medicham para meditar los dos juntos.

    El día transcurrió y cayó la noche. Todos se preparaban para dormir y algunos ya lo hacían. Jennifer caminaba en dirección hacia su madrina llevando a Happiny entre sus brazos que ya estaba durmiendo. Avanzando un poco más, se encontró con Brendan. Su padre, el profesor Birch, ya dormía en su saco y este se encontraba absorto mirando su gorro mientras lo sostenía con ambas manos.

    "¿Brendan?" Preguntó ella en voz baja.

    Brendan volteó su cabeza y vio quien era.

    "Ah, hola Jennifer." El chico continuó mirando el gorro.

    "Siempre te veo con ese gorro todo el tiempo ¿Acaso tiene algún significado especial para ti?" Le preguntó mientras se sentaba al lado suyo.

    "Bueno… No suelo hablar mucho del tema… Ni siquiera lo he hablado con Arthur cuando estuvimos de viaje. Me lo regaló mi madre hace muchos años atrás."
    "¿Tu madre? Y ella…"

    "Te preguntaras donde está ahora ella ahora ¿verdad? Ella… Murió hace años… Cuando tenía siete… De una enfermedad terminal… Poco antes de que la ingresaran definitivamente al hospital me compró este gorro…"

    "Yo… Lo siento… No pensaba que…"

    "No te preocupes. Tan solo no le hables del tema a mi padre, que para él, el tema es todavía muy delicado."

    Ambos se quedaron en silencio sin saber que decir.

    "Y bueno… ¿Cómo era ella?"

    "No sabría que decir aparte de lo típico que diría uno sobre su madre. Pero en mi parte, opino que era hermosa, cariñosa, preocupada por lo que me pasaba y por supuesto, la quería mucho. También reconozco que tuvo que haber sido paciente como para aguantar todas las salidas de campo de mi padre, que a veces duraban semanas para hacer sus investigaciones sobre hábitats y ecosistemas. Debo admitir que en algunos momentos parecía un extraño en la casa y fue recién después de la muerte de mamá qué empezó a preocuparse más por mí. Cuando ella enfermó, fue el mayor tiempo que estuvo en familia después de mucho tiempo. La enfermedad de mamá empeoró rápidamente y finalmente murió.

    Fue difícil para nosotros… La casa se sentía vacía sin ella… Y mi padre entró en una profunda depresión… Debió de haberla querido mucho ya que decidió que no saldría más de viajes de investigación ya que quería compensar el tiempo perdido conmigo. Fui yo el que lo convenció de que podía seguir haciendo sus viajes, de que era necesario para su trabajo, de que cuando recibiera la licencia de entrenador, no se tendría que preocupar tanto por mí y podría volver a salir.
    A pesar de que volvió a sus investigaciones cuando salí de viaje como entrenador, nunca volvió a salir a expediciones de larga duración y solo salía por poco tiempo, además de decidimos mantener contacto constantemente. Creo que debí de haber heredado ese gusto por viajar ya que he seguido entrenando por años viajando por distintas regiones, especialmente participando en las distintas Torres de Batalla que he encontrado, como me encantan esos lugares… En fin… Este gorro es lo único que me queda de mi madre y por eso siempre lo llevo. No sé qué haría si lo perdiera…"

    De súbdito se escuchó un ronquido, los dos voltearon la cabeza y vieron que venía de Arthur.

    "¿Tu habías viajado con él, antes? ¿No?" Le preguntó la chica para cambiar de tema.

    "Si ¿sabes? De seguro que debes verlo como alguien bastante misterioso, imagínate como fe para mí cuando lo vi. No conozco a nadie que haya empezado su viaje pokemon a los dieciséis años. Mucha gente a esa edad ya está pensando o estudiar una carrera profesional o dedicarse de lleno en el mundo de los pokemon en algo como investigador, líder de gimnasio, criador, etc. Pero él con dieciséis, no solo me alcanzó en habilidad cuando ya había estado varios años viajando, también logró quedar en segundo lugar en la Conferencia Colosalia.

    De lo que he podido conversar con él cuando viajamos juntos, me enteré de que a los diez años decidió ponerse bajo la tutela del señor Batuo y que cuando cumplió dieciséis, pidió permiso para irse de viaje. Nunca me ha explicado el porqué decidió ponerse a entrenar con Batuo en vez de salir de viaje como todos los demás. Nunca ha querido decir algo al respecto y siempre me va con evasivas como viste hace unos días ¿Qué le habrá sucedido para tomar semejante decisión?" Se preguntó Brendan.

    "No se… Esa vez cuando le pregunté, me respondió de forma críptica. Algo así de que cuando la vida lo golpea a uno, que uno no debe quedarse parado sin hacer nada o algo así." Le contestó la joven Joy.

    "Golpear a uno como una piedra en la cabeza… Eso había dicho… ¿A qué se habrá referido? Realmente Arthur es una caja de misterios."

    "Y cuando le pregunté a Andrés. El me informó un poco, dijo que prometió no decir nada sobre el asunto hasta que Arthur mismo lo hiciera por su cuenta. Mencionó algo de un incidente hace siete años atrás tan terrible que su vida corrió peligro y que lo marcó profundamente."

    "Ya veo… Así que Andrés sabe algo del asunto. Sé que son amigos desde muchos años. Así que fue algún tipo de incidente… ¿De qué habrá sido?"

    Jennifer observó de nuevo a Arthur, fijándose también en Lucy que dormía junto a él.

    "Arthur y su Lanturn lucen muy cercanos." Comento ella.

    "Es cierto, se puede decir que sus dos pokemon más cercanos son ella y su Blaziken. Bruce lo siguió desde el principio pero también ha desarrollado una relación bien cercana con Lucy. Aún me acuerdo cuando los vi la primera vez cuando eran un combusken y chinchou respectivamente. Probablemente sea porque Lucy es la única hembra del grupo."

    "¿Por qué dices eso?"

    Brendan suspiró antes de responder.

    "Desde que evolucionó a lanturn, ella se ha mostrado celosa cada vez que una chica se le acerca mucho a Arthur. Le dan unos ataques de celos y el debe detenerla si no quería que le mandase una descarga eléctrica."

    "Insinúas que…"

    "Es normal que los pokemon sientan celos por su entrenador ya que muchas veces les gusta acaparar su atención. He visto varios casos en mis viajes, pero probablemente el hecho de que ella sea la única hembra del grupo ha intensificado las cosas ya que normalmente ella no tiene ningún tipo de competencia. Se ha convertido en la regalona de Arthur debido a su condición femenina, debiendo ella considerarse algo especial. Hasta yo dormía con Swampert cuando era un mudkip."

    "Si es cierto, yo duermo todo el tiempo con Happiny, no es nada extraño." Dijo mientras miraba a la criatura entre sus brazos

    Brendan asintió y se quedaron otro momento en silencio.

    "Bueno, creo que ya es hora de que me vaya a dormir, hasta mañana."

    "Hasta mañana Jennifer".

    Tras irse la joven Joy, Brendan preparó sus cosas y se metió en su saco de dormir, mañana llegarían a Ciudad Férrica, el destino final actual de la caravana.
     
  16.  
    SilverKnight

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    Crei que Slaking iba a perder, pero logro realizar su ataque y derroto al alfa, esa parte me sorprendio, creeme que esperaba que slaking muriera y Norman quedara traumado o algo asi, pero despues vi que no, se ve que realmente se preocupa por su pokemon, la batalla me la imagine en mi mente, y me impresiono la cantidad de crateres que formaron, peroeso era obvio, ataques tan potentes en pokeon de estadisticas tan altas. bueno, fue un muy buen capitulo y solo queda esperar la continuacion.
     
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    Poké Wars: La Supervivencia
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
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    Ciudad de anarquía


    22 de Agosto

    A la distancia aparecieron los rascacielos de la gran metrópolis, aunque la mente de Max estaba en el edificio que habían dejado atrás: El Hall de Concursos pokemón de Ciudad Férrica. Sabía que no se detendrían ahí, sino que en las afueras de la ciudad para montar el campamento. Ese hall había sido importante para su hermana, fue ahí en donde ella había descubierto su verdadera vocación como coordinadora y en donde había visto un Beautifly por primera vez, lo que provocó que deseara capturar un Wurmple para poder tener uno igual.

    “Beautiflys…”. Pensó con pavor.

    Antes de que todo esto ocurriera, podría haber pensado que los Beautifly eran pokemón bonitos e incluso encantadores. Pero ahora, el tan solo hecho de ver uno le causaría una de dos posibles reacciones: huir despavorido u ordenar a sus pokemón que acaben con él de inmediato. Probablemente, nunca más vería con buenos ojos a un pokemón tipo bicho después de todo lo que pasó en el Bosque Petália, especialmente tras haber sido capturado y casi convertido en el almuerzo de ellos. Pero a pesar de ello, se preguntaba ¿Cómo estarían Chaz y Janet? Esos dos que le habían enseñado tanto a él como a su hermana sobre el mundo de los coordinadores en ese hall.

    “¿En qué piensas Max?”. Le preguntó su madre “Te veo en las nubes”.

    “No…, Nada mamá, solo es que el Hall de la ciudad me trajo recuerdos de la vez que vine”.

    Tras una hora de viaje más, la caravana se instaló en las afueras de la ciudad y montó el campamento. El alcalde convocó una asamblea para decidir lo que se iba a hacer en la ciudad. Habían llegado por fin a su objetivo ¿pero…, qué iban a hacer ahora? El alcalde decidió que sería mejor hablarlo en la noche y en vez discutir los planes para el día.

    “Muy bien, como lo hicimos en Ciudad Rinchiend, nos dividiremos en grupos para repartirnos las distintas tareas. Algunos irán a buscar suministros como la otra vez, busquen productos no perecederos y comida envasada, a estas alturas, todo lo demás debe de estar echándose a perder. Tampoco se olviden de las medicinas. Otros formaran patrullas para buscar supervivientes y la policía buscará el cuartel de la ciudad para buscar armas y municiones”.

    “Señor alcalde”. Exclamó Norman entre los presentes “Si me disculpa, me gustaría poder investigar el gimnasio y la escuela Pokemón de la ciudad. Deseo ver si puedo encontrar a Roxanne, la líder de gimnasio local, la que probablemente se encuentre en alguno de esos dos lugares”.

    “Está bien Norman, si Roxanne siguiese en la ciudad, su ayuda nos podría venir bien. Como la otra vez, te acompañarán Arthur y Andrés. Sé que me preguntarás de nuevo si puedes traer a Max, te lo permitiré debido a que el chico ya tiene dos Pokemón y tu eres su padre, pero de igual forma, no le quites un ojo de encima”.

    “Muchas gracias señor alcalde”.

    Tras repartirse los roles, entre los cuales Álex y Katrina escoltarían a un grupo que buscaría suministros y que Brendan ayudaría a defender un grupo que se encargaría de buscar supervivientes, los cuatro partieron en dirección a la escuela Pokemón al estar más cerca del campamento.

    “Vaya, al parecer estamos junto otra vez en esto”. Comentó Andrés. “Y al menos lejos de esa niña…”. Dijo susurrando en voz baja mientras pensaba en Natalie.

    “Espero que tengamos suerte como en Ciudad Rinchiend otra vez”. Añadió Arthur.

    “Espero que Roxanne esté a salvo”. Siguió Norman. “No me gustaría saber que hemos perdido a uno de los líderes de gimnasio de la región, especialmente con lo útiles que podrían ser si se nos unieran”.

    Arthur pensaba lo mismo, hace no muchos meses, había estado aquí para su primera batalla de gimnasio, donde tras algunas dificultades, había ganado. Max pensaba cosas similares, aún se acordaba de la victoria de Ash hace ya bastante tiempo atrás. Mientras más avanzaban hacia su objetivo, más se iba preocupando Max, no solo por Roxanne ¿qué habrá sucedido con la escuela? Aún recordaba a algunos alumnos que había conocido cuando fue alumno por un día.

    Las cuatro avanzaron sin encontrar complicaciones. Aunque al igual que en Rinchiend, las calles estaban vacías, en algunas partes alguno que otro cuerpo, los que Max prefería evitar con la mirada, muchas tiendas y edificios parecían haber sido saqueados.

    “¿Cómo puede existir gente así?”. Se preguntó Arthur “Cuando todos deberíamos estar colaborando, hay gente que solo piensa aprovecharse de la situación. Apuesto que ni la mitad de esas cosas que han robado les servirá de alguna forma. ¿Eh?”.

    “¿Qué pasa Arthur?”. Preguntó Max

    “Sí, ¿qué pasa?”. Le siguió Andrés.

    “No sé si será ilusión mía, pero creo que alguien nos estaba observando…”. Les contestó.

    “¿Dónde?”. Preguntó Norman.

    “Ahí, en ese hotel”. Dijo mientras apuntaba a un edificio de la esquina en que se encontraban. Era un edificio de unos cuatro pisos que incluía un gran letrero que indicaba lo que era, un hotel. No era de cinco estrellas pero lucía bastante bueno. “Me pareció ver a alguien en la azotea, pero desapareció al instante en que lo vi”.

    “¿Algún superviviente?”. Preguntó Andrés.

    “Eso creo, pero me parece raro que se haya ocultado al verme, ni siquiera pude ver quién era. ¿Revisamos el lugar?”. Preguntó Arthur.

    “Yo creo que deberíamos ver, aunque tengamos precaución. Luce sospechoso que no haya querido ser visto”. Contesto Norman.

    Los demás asintieron y se dirigieron a la entrada. La puerta automática del hotel había dejado de funcionar hace mucho tiempo atrás pero tenía los vidrios rotos, por lo que pudieron entrar a la recepción sin problemas.

    “¿Pero qué es esto?”. Exclamó Andrés. En la recepción, junto a algunos sillones y una mesa de té, había varios juguetes. Entre ellos algunos rompecabezas, juegos de mesa de diverso tipo, un par de muñecas e incluso una consola de videojuegos portátil.

    “Definitivamente hubieron o hay supervivientes aquí. ¿Nos dividimos para buscar en el hotel?”. Preguntó Arthur.

    “Sugiero que nos dividamos, Max y yo busquemos en este piso y en el segundo, que Arthur busque en el tercero y que Andrés revise el cuarto piso y la azotea en caso que pueda acceder a ella, ¿les parece?”.

    Arthur y Andrés asintieron, ambos subieron por las escaleras del hotel (el ascensor estaba fuera de servicio) para empezar a explorar. Tras despedirse en la escalera de Andrés, Arthur avanzó y se encontró en un pasillo con las habitaciones del tercer piso. Sin saber dónde empezar, decidió doblar una esquina para comprobar qué tan grande era el pasillo. Tras asomarse, notó que una de las puertas había quedado ligeramente entreabierta y decidió comprobar ahí primero.

    “¿Hay alguien ahí? ¿Hola?”. Preguntó mientras se acercaba y la abría.

    En un instante, vio una silla que volaba por los aires hacia su dirección. A pesar de lo veloz que viajaba, Arthur logró echarse a un lado y la silla se hizo pedazos contra la pared atrás suyo. De la habitación emergió un Pokemón. Tenía apariencia de chacal. Se encontraba parado sobre sus piernas y tenía un pelaje de colores azul, blanco y negro.

    “¡Bruce!”. Gritó Arthur y el Blaziken emergió de su Pokéglov. El Pokemón atacante corrió hacia ellos e intentó golpear a Bruce con una patada giratoria, éste la esquivó con un movimiento rápido e intentó contraatacar con una ráfaga de golpes que el oponente bloqueó sin dificultad. Arthur se unió a la pelea pero éste igual bloqueó su intento de golpe y comenzó a luchar contra los dos a la vez. El Pokemón lucía sorprendido de que Arthur luchara contra él con un gran conocimiento de artes marciales y al verse atacado por dos oponentes, dio un salto hacia atrás para abrir espacio entre sus dos contrincantes.

    El Pokéglov habló.

    “Lucario es un Pokemón con la capacidad de utilizar aura, lo que le permite sentir a los seres vivos alrededor suyo, comprender el lenguaje humano, leer pensamientos, percibir emociones además de poder asimilarlas, entre otras habilidades. Por el momento, las capacidades de las habilidades basadas en el aura siguen siendo investigadas y el potencial de ellas sigue siendo desconocido”.

    “Aura…”. Susurró Arthur.

    “¡Lucario! ¡Detente!”. Gritó una voz femenina.

    De la habitación salió una chica de unos dieciséis años. Tenía una larga cabellera rubia, ojos azules y llevaba lo que parecía ser un buzo deportivo de colores azul claro y franjas naranja. Mucha gente se sorprendería con lo hermosa que era.El Lucario obedeció y se enderezó de su posición de combate.

    “¿Arthur? ¿En verdad eres tú?”. Preguntó emocionada.

    Subidamente, la mente de Arthur reaccionó y las piezas encajaron. Recordó que conocía a esa chica de antes y la revelación no fue del todo agradable para él.

    “¿Ángela? ¿Pero qué demonios haces aquí?”. Preguntó asombrado el aprendiz de monje.

    “¡Arthur!”. Dijeron varias voces al unísono y de las escaleras aparecieron Norman, Max y Andrés. Junto a ellos estaba Boss, Vigoroth y Grovyle. De la habitación de donde habían emergido la chica y el Lucario, aparecieron dos niños y una niña junto a un poliwag, un charmander y un pidgey.

    “¡Aléjense de ella o se las verán con nosotros!”. Exclamó de manera amenazante uno de los niños que tenía el cabello castaño.

    Todos quedaron quietos unos instantes hasta que la niña de cabellos pelirrojos y ojos azules rompió el silencio.

    “¿Max?”. Preguntó ella.

    Max no sabía por qué le había hablado a él. Pero tras unos momentos, creyó recordar de quien se trataba ella.

    “¿Anita?”. Preguntó él de vuelta.

    “¿Max? ¿No te estarás refiriendo a…?”. Le preguntó con timidez el otro niño que tenía cabella azul y ojos oscuros.

    “¿Kenny y Tommy también?”. Interrumpió Max.

    “¿Pero qué rayos está pasando aquí?”. Gritó Andrés confundido.

    Un rato después, dentro de la habitación, se encontraban Arthur y la chica sentados alrededor de una pequeña mesa. Detrás de cada uno se encontraban Bruce y el Lucario respectivamente. Los demás se encontraban de pie o sentados alrededor de la cama matrimonial de la habitación.

    “Bueno Ángela, ellos son Max, como te habrás enterado, su padre, Norman, líder de gimnasio de Ciudad Petália y Andrés, un amigo”.

    La chica asintió y saludó al resto de los presentes que le devolvieron el saludo.

    “Ahora bien, Ángela ¿Qué haces aquí? Pensé que a estadas alturas ya te habrías ido de la región. Nunca esperaría encontrarte aquí”.

    “¿Quién es ella? ¿Acaso la conoces de antes?”. Preguntó Norman.

    “Bueno… Digamos que sí… Ella es…”.

    “¡Su fan número uno por supuesto!”. Interrumpió con una sonrisa.

    Arthur se refregó el rostro con una mano mientras suspiraba.

    “Cuando participé en la Conferencia Colosalia, digamos que conseguí una que otra admiradora. Era inevitable que sucediera, especialmente tras haber quedado en segundo lugar. La mayoría simplemente no llamaba la atención, pero habían ciertas excepciones que admito que destacaban más de lo usual”.

    “¿A qué te refieres?”. Interrumpió Andrés.

    “Bueno… Ella es psíquica”. Contestó Arthur

    “¡¿Cómo?!”. Preguntaron Norman, Máx y Andrés al unísono.

    “Desde pequeña demostré capacidades extrasensoriales. Es algo común que viene de mi familia, específicamente del lado de mi madre. Aunque mis capacidades no son tan grandes como las de ella, me han sido útiles para ciertas situaciones”.

    Contestó en un tono orgulloso.

    “¿Cómo la de arrojarme un ramo de flores con precisión magistral a la salida de un combate? ¿Mandarme mensajes desde servilletas en un restaurant o café con telequinesis sin poder saber de dónde vienen? ¿O incluso simplemente abrirte paso con tus poderes entre un grupo de fans para poder mirar en primera fila?”.
    Comentó hastiado Arthur.

    “Este… Sí…”. Comentó con una risita. “Perdóname por lo de la silla de hace poco, creía que eras cualquier cosa menos alguien amigable. Todavía me cuesta controlar la fuerza de mis poderes, especialmente ahora”.

    “Bueno, ahora sí ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Qué haces con esos niños? Además… ¿De cuando tienes ese Pokemón? Nunca te vi con uno en la Conferencia”.

    “Bueno… Déjame explicar… Después de que terminara la Conferencia y especialmente después de verte a ti y a los demás participantes, me quedé con las ganas de ser entrenadora y les pedí a mis padres por video-llamada que viven en Sinnoh para que me ayudasen. Los dos me regalaron algunos Pokemón para poder empezar. Soy de una familia bastante adinerada y no tuvieron problema con ello. Me encantaron los Pokemón que me regaló mi madre aunque no quedé muy convencida con el que me regaló mi padre…”. Dijo mientras levantaba la mirada y echaba una ojeada al Lucario. “Ese Lucario ha acompañado a mi padre durante años, desde que el era entrenador y antes de que se volviera un empresario. Me lo heredó diciendo que me lo entregaba para que me protegiera de cualquier peligro. Admito que a mí me gustan más los Pokemón bonitos y la verdad, hubiese preferido algo diferente…”.

    “¡Pero Ángela!”. Interrumpió la niña, la que Max había llamado Anita. “¡Lucario ha hecho un gran trabajo protegiéndonos! ¡No seas injusta con él!”.

    Lucario a pesar de todo lo que hablaban de él, se mantenía igual: recostado sobre la pared y con los ojos cerrados.

    “Sí, sí… Tienes razón… Pero bueno…, el tema es que me dirigí a Ciudad Férrica para asistir a la escuela y aprender lo básico de ser entrenadora. También aprendí sobre los Concursos Pokemón y también me interesó inscribirme en ese curso para aprender ambas cosas. Ahí fue donde conocí a Anita, Tommy y a Kenny”.

    “Nos pareció tan raro cuando llegó el primer día a clases”. Interrumpió esta vez Anita. “Es común que venga gente de diversas edades. ¡Pero nunca alguien tan mayor como ella!”.

    “Es cierto ¡Y tampoco tenía idea de cómo entrenar Pokemón!”. Exclamó el chico que Max había llamado Tommy.

    “Sí…, Es verdad… Reconozco que no sabía casi nada sobre los combates Pokemón. Para mí eran solo mascotas, fue cuando quise asistir a la Conferencia Colosalia cuando descubrí sobre los combates. Pero hace unos días… Todo eso comenzó y no he podido seguir con los estudios…"

    La mirada de Ángela cambió a un aspecto sombrío y la de los niños también. Pareciera como si los cuatro fueran a romper a llorar en cualquier momento.

    “La noche del dieciséis, cuando me dirigía a mi habitación de este hotel, la misma en que ustedes se encuentran ahora, ocurrió algo que todavía no puedo explicar. Caminaba por un parque cercano y de pronto, me comenzó a doler la cabeza profundamente, tanto que hasta caí al suelo. Sentí como dentro de mi algo se desbordaba y que mi mente se salía de control. Inconscientemente, mis poderes se descontrolaron y causé una gran destrucción alrededor mío. Menos mal que me encontraba en un parque y hasta ahora no sé si habré dañado a alguien en ese momento. No solo me ocurrió a mí, mis Pokemón, incluido Lucario, les ocurrió algo similar y fue una suerte que todos hayamos salido ilesos”.

    “¡¿Pero cómo?!”. Exclamó Arthur. “¿Sufriste el mismo fenómeno que los demás Pokemón?, ¿Es eso posible?”.

    “Discúlpame Arthur, no tengo absolutamente idea de lo que ocurrió. Tras recuperarme, llevé a mis Pokemón al centro más cercano para comprobar que estaban bien y me fui a dormir a mi habitación. El centro se encontraba abarrotado, al parecer, a todos los Pokemón de la ciudad les había sucedido lo mismo e incluso habían heridos y… Muertos… A la mañana siguiente, me dispuse ir a la escuela para la clase del día… Pero… Pero…”. Ángela no pudo continuar y se puso a llorar. Los tres niños también no pudieron contenerse. Tommy era el único que se resistía a llorar, queriendo parecer más fuerte.

    “Roxanne…”. Susurró entre sollozos Kenny que no había hablado hasta el momento. Los tres Pokemón que tenían cada uno trataban de consolarlos inútilmente.

    “¡¿Roxanne?!, ¡Ángela! ¿Sucedió algo con Roxanne?”. Preguntó esta vez Norman.

    “No… No le habrá pasado algo a ella, ¿verdad?”. Preguntó Max preocupado.

    “Cuando llegué a la escuela… La policía la tenía cercada… Dijeron que había ocurrido un incidente durante la noche… A la misma hora que ocurrió el incidente con los Pokemón y conmigo… Me enteré que testigos habían visto entrar a Roxanne al almacén donde guardaban las poke balls que tenían los Pokemón de la escuela y que momentos después, una gran explosión destruyó el edificio… Sepultando todo lo que había en él…”. Ángela rompió en llanto otra vez al terminar la frase. Los otros niños seguían igual de tristes.

    “¡Ángela! ¡Por favor continua! ¡Tú sabes que alguna vez tuve que enfrentarme a Roxanne en una batalla de gimnasio y estoy tan preocupado por ella como tú!”.

    “¡Encontraron su cuerpo sepultado entre los escombros!”. Anunció con un grito mientras lloraba. “¡También encontraron los cuerpos de sus Pokemón y de decenas de otros que se encontraban fuera de sus poke balls en el momento de la explosión! Según luego informaron… Había sido el golem de Roxanne que había utilizado autodestrucción… Se todo esto porque utilicé mis poderes para leerle la mente al oficial a cargo del caso que se encontraba en la zona… Por supuesto… Suspendieron las clases hasta nuevo aviso…”. La noticia golpeó como un balde de agua fría a tanto a Arthur como a Norman y a Max. Anita, Kenny y Tommy seguían llorando de tristeza. Así que al fin y al cabo, Roxanne estaba muerta desde el primer día…

    “No… No puedo creerlo…”. Exclamó Arthur.

    “¡Demonios!”. Exclamó Andrés, que a pesar de que nunca la había conocido, sabía lo útil que habría sido su ayuda para la caravana. “Pensar que ella, sus Pokemón y los de la escuela podrían habernos sido útiles…”.

    Norman también se encontraba consternado. Nunca la había conocido también, pero había oído cosas sobre ella. Que había sido una alumna brillante de la escuela, se había licenciado con honores y excelentes calificaciones para luego tomar el gimnasio de la ciudad y comenzar a enseñar a los alumnos como profesora de la misma. Por la reacción de los niños que acompañaban a Ángela, debía de ser sido muy querida por los alumnos.

    “Kenny, Tommy y Anita se encontraban en la zona junto con decenas de alumnos en el sitio igual de estupefactos que yo. Anita quería ir al centro Pokemón ya que estaba preocupada por algunos de los Pokemón de la escuela que habían encontrado vivos. Accedí y me acompañaron Kenny y Tommy también. Al llegar, preguntamos por ellos y nos dijeron que habían llegados tres, milagrosamente ilesos y con pocos daños aunque inconscientes, los tres que están aquí”. Dijo mientras señalaban a los tres Pokemón que tenían los niños.

    “Fue una suerte que estuviesen bien Poliwag y Pidgey”. Comentó Anita. “A Pidgey lo conocía de antes y me alegró mucho que estuviese a salvo”.

    “También me alegró que Poliwag estuviese bien, al igual que Anita, lo conocía de antes, pero es una lástima que Tommy no pudiese encontrar a Magby”. Le siguió Kenny.

    Era cierto pensaba Max. La vez que había estado en la escuela, se acordaba como siempre prefería utilizar un magby del almacén sobre otro pokemón de la escuela. Tommy miraba al charmander entre sus piernas con cuidado de que su cola no incendiase algo en la habitación. Al parecer, el magby que conocía se había encontrado entre las víctimas y solo habían podido rescatar a un charmander, uno que había visto antes en la escuela y había sido el favorito de una de las alumnas.

    “Cuando aún estábamos en el centro pokemón, fue cuando la pesadilla empezó… No sabemos qué ocurrió exactamente, pero pokemons entraron violentamente al centro y comenzaron a atacar a todo el mundo. Liberé a Lucario y este nos protegió mientras sacábamos a los tres pokemón inconscientes y escapábamos a la calle. Luego de eso, nos las arreglamos para venir hasta aquí y nos hemos refugiado en el hotel”.

    “¿Sabes que ha ocurrido con los demás residentes del hotel?”. Preguntó Arthur.

    “Una parte de los residentes del hotel decidió huir de la ciudad para comprobar si sus seres queridos estaban bien en otras partes. Aunque, por supuesto, habían otros aquí. Dos días después, un grupo decidió salir a buscar más suministros, aunque… No regresaron…”.

    “Demonios…”. Exclamó en voz baja Arthur. “Debieron de ser los Pokemón…”.

    “No… No lo creo…”. Continúo Ángela. “Lucario decidió salir a buscarlos para ver como se encontraban, cuando regresó, me contó algo sumamente espeluznante…”.

    “¡Espera! ¿Lucario te contó algo?”. Preguntó intrigado Max.

    “Por supuesto, que le conté lo que vi, humano”. Contestó una voz profunda en las mentes de todos.

    “¿Pero cómo es que puedes hablar?”. Preguntó Andrés sorprendido.

    “Durante los casi treinta años que acompañé a mi antiguo amo, el padre de la señorita Ángela, Intentó todo lo posible para enseñarme a utilizar mis habilidades en el aura, entre ellas, la capacidad de entrar en contacto con el corazón de los demás seres vivos para así tener acceso a sus mentes”.

    “Telepatía…, ya entiendo… Hace tiempo conocí un Lucario que también tenía esa capacidad”. Contestó Max recordando al Lucario de Sir Aaron.

    “Igual que mi Sifu”. Pensó Arthur acordándose de su maestro y de las veces que había hecho de traductor.

    “Como iba diciendo, fui en búsqueda del grupo que había salido del hotel cuando me encontré a humanos vestidos ropas de cuero y montados en esos vehículos que ustedes llaman motocicletas. Se encontraban destruyendo y saqueando los edificios de los alrededores, además, vi como uno de ellos le disparaba con un arma a un superviviente para quitarle su mochila con comida y suministros. Por ese motivo, cuando los vi a ustedes en la calle desde el tejado, temí que fueran también saqueadores y fui a avisar de inmediato a la señorita Ángela”.

    “Por eso te lancé la silla con mis poderes, Arthur. Lucario no te había visto nunca y los confundió a ustedes con saqueadores. Además, Arthur, tú vas bien armado como para ser un simple superviviente”.

    Era cierto, con el subfusil, las espadas, la pistola y el cuchillo, Arthur parecía cualquier cosa menos un superviviente común y corriente.

    “¡Un momento!”. Interrumpió Norman exaltado. “¡Si lo que dice es verdad, entonces los de la caravana están en peligro!”.

    Arthur, Andrés y Max comprendieron al instante.

    “¡Por Arceus! ¡Brendan, Alex, Katrina y muchos más salieron en patrulla alrededor de la ciudad! ¡También la policía que se dirigió al cuartel!”. Exclamó Arthur.

    “¿Qué? ¿Acaso ustedes no son los únicos? ¿Dijiste que él era líder de gimnasio de ciudad Petália, verdad? ¿Acaso vienen desde ahí? ¡¿Saben ustedes lo que está sucediendo con los Pokemón?!”. Preguntó Ángela llena de interrogantes.

    Arthur se levantó de la mesa.

    “¡Se que tienes muchas preguntas Ángela! ¡Pero no tenemos tiempo! ¡Hemos venido en un grupo mucho más grandes y si esos saqueadores aparecen podrían estar en peligro! ¡Ven con nosotros Ángela, estarás más segura con nosotros!”.

    “Pero…”.

    “Señorita Ángela, si lo que dices es cierto, estará usted y los tres chicos más a salvo si nos encontramos en un grupo más numeroso”.

    La chica se quedó unos momentos parada sin decidirse y finalmente se dirigió a los tres chicos.

    “Tommy, Kenny, Anita…, vayamos con ellos”.

    “Está bien…”. Contestaron los tres al unísono mientras se levantaban y sus Pokemón respectivos los imitaban.

    “¡Muy bien! ¡Vamos todos!”. Exclamó Norman. Los cinco salieron a de la habitación, bajaron a la recepción y posteriormente a la calle junto a sus Pokemón. Arthur, Andrés, Bruce, Boss, Grovyle, Lucario y Vigoroth iban a la cabeza para proteger al grupo de posibles saqueadores mientras avanzaban a las afueras en dirección a la caravana.
    ————————————————————————————————————————————-

    “¿Así que los demás pueden estar en peligro?”. Preguntó finalmente el alcalde.

    “Eso mismo señor alcalde”. Respondió Norman “Es posible que los otros grupos en la ciudad estén en peligro inmediato”.

    El alcalde dedicó unos instantes a pensar.

    “No lo sé Norman… Estoy al tanto que recientemente en Ciudad Férrica hubo un aumento en el índice criminal y que han aparecido algunas pandillas. Pero no sé… ¿Será necesario enviar un grupo de búsqueda? No sabemos si les ha pasado algo y tampoco sé si necesitan ayuda. Los grupos estaban bien armados y cada uno tenía algunos Pokemón, es posible que no necesiten ayuda o estén a salvo. Puede ser que enviar un grupo más aumente los chances de que haya un encuentro con los pandilleros”.

    “¡Señor alcalde!”. Exclamó esta vez el Profesor Birch “¡En uno de sus grupos se encuentra mi propio hijo! ¡No puedo quedarme con los brazos cruzados mientras haya posibilidad de que un pandillero le haga daño!”.

    “¡Tranquilícese Profesor!”. Le contesto el alcalde. “¡El tiene seis Pokemón! ¡ÉL está mucho más a salvo que la mayoría de los demás miembros de esta caravana! ¡Estoy seguro que él está bien!”.

    “¡Pero señor alcalde!”. Continuó el profesor. “¡Hace media hora que debieron de haber vuelto!”. El rostro del alcalde se ensombreció. “Lo sé… “Contestó. "Pero puede ser un simple retraso”.

    Mientras la discusión entre el alcalde, Norman y el Profesor Birch continuaba, Arthur, Andrés, Max y Jennifer se dedicaban a explicarle a Ángela, Kenny, Tommy y Anita la situación actual y la de los últimos días desde que todo había comenzado mientras se encontraban sentados en la hierba. Se dedicaron a explicarle lo que sabían de los limitadores y su influencia en los Pokemón. A lo lejos, Lucario se encontraba vigilando para que nada le pueda suceder a su ama.

    “Aún así no me explico cómo es que te sentiste afectada por los limitadores”. Concluyó Arthur.

    “Es increíble… Realmente es un milagro que ustedes hayan podido llegar a salvo hasta aquí…”. Contestó asombrada.

    De algún punto del campamento, apareció Happiny la cual al ver a su dueña, se acercó y se subió a su regazo.

    “¡Ah, Happiny! ¡Hace rato que no te veía!”. Le habló.

    “¡Ay, por Arceus! ¡Que Pokemón tan bonito!”. Comentó Ángela extasiada.

    “¡Vaya! ¡Nunca había visto uno!”. Añadió Anita.

    “¿Les gusta? Es Happiny, la pre evolución de Chansey”. Los demás chicos presentes solo se quedaron ahí, intrigados por lo mucho que les llamaba la atención a las chicas Pokemón de apariencia adorable como un Happiny.

    “¡Pero si es verdad! ¡Aún no les he mostrado a mis demás Pokemón!”. Dijo mientras arrojaba una poke ball.

    La primera se abrió y dejó al descubierto a un Pokemón felino de pelaje color lavanda, grandes oreja, tenía una especia de gema roja en la frente y una cola que se dividía en dos cerca de la punta.

    “Ella es: Espeon”. Aclaró mientras se agachaba y el Espeon se subía de inmediato a sus brazos. Tras ello, comenzó a acariciarle la cabeza “Fue mi primer Pokemón, me la regalaron cuando era pequeña y era no era nada más que un eevee. Antes que conociera lo de los combates, era mi mascota y me la enviaron desde casa cuando lo pedí”.

    Los pokéglov de los presentes se activaron.

    “Los Espeon son Pokemón extremadamente leales con los entrenadores que consideren dignos, siendo capaces de utilizar poderes precognitivos para protegerlos. Su pelaje fino puede sentir cambios en las corrientes de aire, lo que les permite predecir cosas como el clima y los movimientos de su oponente. La gema de su cabeza brilla cuando utiliza poder psíquico”.

    “Un momento… ¿De dónde han salido todas esas voces?”. Preguntó Ángela mientras miraba alrededor. Al igual que Kenny, Tommy, Anita y sus pokemón.

    “Vino de estos guantes, los pokéglov”. Comenzó a explicar Max. “Son unos aparatos que combinan la tecnología de un pokédex, pokénav, pokétech además de tener un montón de otras funciones.

    “¿Podría tener uno?”. Preguntó Ángela interesada. Ella venía de Sinnoh y solo tenía un poketech.

    “¡Guau, suena fantástico!”. Añadió Anita.

    “¡Suena útil!”. Exclamó Kenny.

    “¡Podría servirnos a la hora de que nos enfrentemos a los pokemón!”. Añadió también Tommy.

    “Tenemos más de ellos, se los entregamos a los miembros que tienen pokemón y como todos ustedes tienen, no debería haber ningún problema. Habrá que preguntarle al Profesor Birch cuando regrese”. Dijo Arthur.

    Ángela dejó a Espeon en el suelo y arrojó otra pokeball. El pokemón que salió de ella dejó atónitos a todos menos a los tres niños que ya lo habían visto. Era un pokemón que ni Max, Arthur y Andrés habían visto nunca. Era un pokemón que tenía la apariencia de un cachorro pequeño, tenía el pelaje de un color café claro, ojos grandes, una pequeña nariz roja, una franja negra en la espalda y tenía el rostro cubierto de un pelaje color crema.

    “Analizando…. Pokemón no encontrado en base de datos inmediata, inicializando análisis extensivo… Pokemón encontrado… Lillipup, pokemón proveniente de la región de Unova. Los Lillipup enfrentan a sus oponentes con gran valentía, pero si están en desventaja, optan por huir. El pelaje de su rostro es altamente sensible y le permite sentir hasta el menor cambio en el ambiente”.

    “¿Unova? ¿Cuál región es esa?”. Preguntó Andrés, Arthur también lucía extrañado.

    “¡Ya sé! ¡Creo que lo recuerdo!”. Exclamó Max emocionado mientras comenzaba a explicar en un tono orgulloso. “Unova es una región muy lejana comparada con la distancia de Hoenn a otras como Kanto, Johto y Sinnoh. Es una región tan distante, que toda su fauna pokemón es exótica y no se encuentra en ningún otro lugar”.

    “¡Vaya, Veo que eres un niño muy inteligente! El tiene razón, aunque viva en Sinnoh, mi madre es originaria de Unova antes de que conociera a mi padre”. Dijo la chica mientras levantaba a Lillipup.

    “Cuando le pregunté a mis padres si podían enviarme pokemón, mamá me regaló dos provenientes de esa región ¿No les parece lindo?”. Preguntó mientras lo extendía y éste soltaba un ladrido alegre.

    Tommy hizo un gesto de disgusto y desvió la mirada. Cuando había conocido a Max ese día que visitó la escuela, nunca le había agradado que supiera tanto como él y no le agradó el hecho de que también supiera de Unova, a pesar de que se llevaban mejor que al principio.

    “Y aquí viene…”. Dijo Ángela mientras bajaba a Lillipup “¡Mi último pokemón!”.

    Arrojó la pokeball y de ella apareció otro pokemón desconocido. Era un pokemón tipo volador de apariencia refinada y majestuosa. Estaba cubierto de un plumaje blanco como la nieve en la mayoría del cuerpo y de otro color celeste cerca de sus patas negras y en la cola. Tenía un cuello delgado y alargado, el cual terminaba en una cabeza pequeña con dos prolongaciones de su plumaje en cada sien, además de tener un pico largo, delgado y de color amarillo.

    “Analizando… Pokemón de Unova encontrado en la base de datos. Los Swanna son capaces de administrar poderosos picotazos con su pico, utilizando su largo cuello para realizar ataques veloces. Las bandadas de Swanna acostumbran a bailar durante los atardeceres, siendo el del medio el líder de la bandada”.

    “Vaya…, debo reconocer que este pokemón luce majestuoso…”. Admitió Arthur.

    “Hermoso. Sin duda.”. Añadió Andrés impresionado.

    “¡Es impresionante!”. Exclamó Max. “No lo sé…, luce como un pokemón tipo ave pero… Es tipo agua también, ¿verdad?”.

    “Sí, los Swanna como ella son de tipo ave y agua. Algo así como… Como…”.

    “¿Los pelipper?”. Añadió Tommy con orgullo.

    “Eso. Son algo así como los pelipper, aunque sin una boca tan grande”. Añadió con una risita tras recordar una imagen que había visto en la escuela. “Bueno eso son mis pokemón”. Entonces ella guardó a Swanna y a Lillipup pero se quedó con Espeon la cual se subió a sus brazos de nuevo.

    En ese mismo instante el Profesor Birch se les acercó, luciendo claramente perturbado.

    “¿Alguna novedad?”. Preguntó Arthur. El profesor negó con la cabeza. “El alcalde no quiere enviar un grupo a investigar. Cree que los grupos que enviamos estaban lo suficientemente protegidos y que solo ha habido un pequeño retraso, que volverán en cualquier momento”. El profesor sacudió la cabeza, como queriendo apartar los malos pensamientos de su cabeza.

    “Ustedes habían querido consultarme algo, ¿verdad?”. Preguntó el profesor.

    “Si”. Comenzó Arthur. “Ángela, la superviviente que encontramos, nos dijo que al momento en que los pokemón de la ciudad fueron afectados por el removimiento de los limitadores, ella sufrió efectos similares”.

    “¿Cómo?”.

    “Disculpe… Profesor… ¿Birch se llamaba? Cuando sucedió eso de los limitadores que me acaban de contar, sentí cómo mis poderes explotaban dentro de mí y terminé causando grandes destrozos junto a Lucario y mis demás pokemón antes de desmayarme. No sé si tendrá que ver con el hecho de que nací con poderes psíquicos, tal como les conté a todos cuando llegué”.

    El profesor se quedó unos momentos pensativos.

    “No sé qué decir… Hasta ahora, solo sabíamos que los pokemón sufrieron cambios. Aunque pensándolo bien… Creo que puede haber una posible explicación…”.

    El profesor comenzó a trabajar en su pokéglov

    “Déjame examinar tus ondas cerebrales…”.

    “¿Ondas qué?”. Preguntó Ángela.

    “¿Cómo? ¿Acaso el pokéglov puede hacer eso?”. Preguntó Max estupefacto.

    “¡Por supuesto que puede!”. Afirmó el profesor. “¡Si se dedicaran a examinar todas las posibles funciones del pokéglov, se quedarían asombrados! A ver…”.

    El pokéglov mostró una pantalla que mostraba gráficos de las diversas ondas cerebrales de Ángela.

    “Si… Estas ondas concuerdan con un psíquico… Pero…, ¡¿qué demonios?!”.

    “¿Pasa algo conmigo?”. Preguntó Ángela asustada.

    “¡No lo puedo creer! ¡Tus patrones cerebrales concuerdan con los de un pokemón que ha sufrido el removimiento de sus limitadores cerebrales!”.

    “¿Acaso respondió de la misma forma que los demás pokemón?”. Preguntó Andrés.

    “No solamente eso. Esto revela que los humanos, o por los menos los psíquicos, tienen también limitadores cerebrales. Debido a que Ángela fue afectada, sus poderes psíquicos deberían haber aumentado considerablemente también, ¿verdad?”.

    Ángela asintió.

    “¿Pero por qué los psíquicos? ¿Por qué no todos los humanos?”. Preguntó Arthur.

    “No me lo puedo explicar con certeza. Lo único que se me ha ocurrido hasta el momento, es que los poderes psíquicos son una de las pocas habilidades que tanto los pokemón y los humanos comparten, aunque sean solo algunos. Por lo tanto, es posible que el área del cerebro donde se controlan los poderes psíquicos sea la misma entre pokemón y humanos, sea lo que sea que provocó el cambio, ha afectado a ambos”.

    “Me preguntó que habrá provocado el cambio… ¿No habrá alguna pista de qué o quién causó todo esto? ¿Alguna idea?”. Preguntó Andrés.

    El grupo quedó pensativo, el fenómeno no tenía una explicación lógica todavía.

    “Podría ser…”. Susurró Ángela.

    “¿Podría ser qué?”. Preguntó Arthur.

    “No lo sé…, cuando me afectó el cambio, haya en el parque, me pareció haber sentido algo más antes de desmayarme”.

    “¿Qué cosa?”. Preguntó el profesor. “Me pareció oír… Una voz… No recuerdo exactamente lo que dijo… El dolor era demasiado grande como para entender lo que decía…”.

    De más lejos, se acercó Lucario.

    “Creo…, creo que recuerdo la voz que comenta la señorita Ángela…”. Dijo éste.

    “Ah, tú eras el Lucario que podía comunicarse con telepatía”. Recordó el profesor de cuando Arthur y los demás habían vuelto. “¿Acaso podrías brindarnos alguna pista?”.

    “Antes de desmayarme, oí una voz. No sé si estaré en lo correcto, pero me pareció oír que decía lo siguiente: Te he entregado el poder para tomar de vuelta nuestro mundo de los humanos, mata a cualquiera que se te oponga. No pude reconocer al que decía aquellas palabras”.

    Todos los presentes quedaron inmóviles, sin poder creer lo que Lucario había dicho.

    “¿Seguro?, ¿seguro que oíste eso?”. Preguntó asustado Birch.

    “Creo…, creo que Lucario tiene razón… Ahora lo recuerdo… La voz que oí dijo lo mismo”. Afirmó Ángela.

    Todo quedó silencio, hasta que Arthur habló atemorizada

    “O sea… Alguien… Provocó esto… ¿Pero cómo? ¿Y por qué?”.

    A lo lejos se comenzaron a oír que varias voces exclamaban algo

    . “¡Vengan todos! ¡Ha regresado la policía con armas y municiones!”.

    Arthur y los demás se miraron, para luego salir corriendo a averiguar lo que sucedía.
    ———————————————————————————————————————————-—

    La Oficial Verónica dio un paso al frente entre el resto de los oficiales y comenzó a dar su reporte al alcalde y al jefe de la policía.

    “Logramos llegar sanos y a salvo a la comisaría, donde estuvimos trabajando hasta poder acceder a la armería y así llevarnos todo lo que pudimos. Lamentamos la demora, tuvimos algunos encuentros con pokemón salvajes en el camino y esta vez resultó un poco más difícil conseguir acceso a las armas”.

    “Buen trabajo todos ustedes, tras guardar el armamento, tienen derecho a un descanso, se lo merecen. Pero… ¿Seguro que no han encontrado nada más?”. Preguntó el jefe.

    “¿A qué se refiere señor?”. Inquirió la oficial.

    “Recibimos el testimonio de una superviviente que encontró el grupo de búsqueda dirigido por Norman. Hablaba de que en los días posteriores al removimiento de los limitadores, grupos de pandilleros y saqueadores han estado atacando y robando por doquier tanto las tiendas como a supervivientes por sus pertenencias ¿No se han encontrado con ninguno de ellos?”. Explicó el alcalde.

    Verónica negó con la cabeza.

    “Negativo, solo hemos encontrado pokemón salvajes. Es posible que debido a la gran cantidad de ellos en la zona, no hubiesen más personas rondando”.

    “¿Han podido contactarse con los otros grupos? Hace un buen rato que debieron de haber llegado”. Preguntó el jefe.

    “Negativo, tampoco hemos hecho contacto con ellos, puede ser que se hayan encontrado con dificultades como nosotros y que ya regresarán pronto”.

    Norman y los demás se acercaron en dirección al grupo de policías recién llegados y se encontraron con Batuo que oía la conversación.

    “¿Qué ha pasado? ¿Llegaron los grupos por fin?”. Preguntó ilusionado el Profesor Birch.

    “Solo ha llegado el grupo de la policía que fue a buscar el armamento del cuartel de la ciudad. En resumen: solo se encontraron con pokemón en el camino, nada de saqueadores ni alguna pista de los demás grupos”.

    Todos quedaron desilusionados, en especial el profesor.

    “¡Esto no puede seguir así! ¡Si nadie quiere ir a buscar mi hijo! ¡Iré yo solo!”. Gritó enfurecido.

    “¡No pierdas los estribos, profesor! ¡Si esto sigue así, habrá que enviar un grupo de rescate de todas formas!”. Le aseguró el maestro monje.

    De manera inesperada, se comenzó a oír un ruido a la distancia que provenía de la ciudad. El ruido era el de un antiguo motor a gasolina, los cuales ya no se usaban por motivos medioambientales, pero que eran famosos por su uso en ciertos grupos.

    “¡Es una motocicleta!”. Se oyó gritar a un centinela. La motocicleta se detuvo a unos veinte metros de los centinelas. De ella, se bajó un hombre, evidentemente, debía de ser uno de los saqueadores que había mencionado Lucario. Tendría unos treinta años de edad, de cabello rubio y ojos azules, tenía la barba ligeramente crecida, llevaba una cinta roja en la frente, camisa blanca, chaqueta de cuero, guantes sin dedos y jeans azules. A un costado, llevaba colgando una pistola al cinto. Los centinelas de inmediato prepararon las armas y lo apuntaron. Éste sin inmutarse, levantó las manos y se acercó a ellos.

    “Tranquilícense… No he venido a hacerles algo…, solo vengo a parlamentar…”. Dijo con una voz tranquila y llena de confianza.

    El alcalde miró al jefe de policía y e intercambiaron unas palabras, el jefe de la policía ordenó que bajaran las armas. El alcalde tomó la palabra.

    “¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Por qué has venido aquí?”.

    “Mi nombre es Garret, vengo en nombre de mi jefe, Barry, líder de la banda Los Sevipers y ahora amo y señor de ciudad Férrica. A mi jefe no le ha gustado para nada que desconocidos entren en su territorio y que comiencen a robarle lo que ahora le pertenece. Así que le pareció propicio enviarme a pedirles explicaciones y a solucionar este problema”.

    “¿Cómo? ¡¿Acaso dices que una simple pandilla de motociclistas es ahora dueña de una ciudad entera?! ¡¿Crees que le debemos explicaciones a tu jefe?! ¡Por si no te has dado cuenta, todo el mundo se ha ido al infierno y los pokemón andan por ahí atacando a las personas!”. Exclamó indignado el alcalde.

    “Tranquilo viejo… Mi jefe simplemente cree que ahora que la civilización se ha ido al garete, es hora de que los fuertes tomen su lugar en el mundo, sin control, sin restricciones, con absoluta libertad de decidir mientras tengas el poder para imponer tus decisiones. Antes, la banda de Los Sevipers la pasaba difícil, pero ahora, somos los reyes de este lugar: saqueamos donde queremos, robamos donde podemos y matamos a los que se nos opongan, sin importar si son pokemón o personas. Si quieres hacer algo en esta ciudad, tienes que pedirle permiso al jefe, pero como no lo han hecho, exige un simple y humilde tributo como compensación”.

    “¡¿Y por qué deberíamos darles a ustedes algo?! ¡Criminales de pacotilla!”.

    “Creo que eso es fácil de explicar”. Dijo Garret mientras se rascaba la barbilla. “Detectamos a algunos intrusos pululando en medio de nuestra ciudad y los emboscamos. No pudieron hacer nada más y al final decidieron rendirse. Estoy seguro que si mi jefe no recibe el tributo que cree que merece, podría enfurecerse mucho… Y de seguro que deseará descargar su enojo con sus prisioneros… Lo que podría ser letal para ellos…”.

    “¡¿Qué pruebas tienes de que los habéis capturado!? ¡¿Qué nos dices que no estás mintiendo?!”.

    “Bueno, Bueno… Creo que uno de ellos tenía un bonito gorro en su cabeza y decidí pedírselo “prestado”. ¿Alguno de ustedes reconoce esto?”.

    Dijo mientras sacaba de uno de sus bolsillos el gorro de Brendan.

    “¡No!”. Exclamó el profesor Birch, sus piernas perdieron fuerzas y cayó de rodillas. Los demás contuvieron diversas expresiones de horror.

    “¿Qué es lo que deseas?”. Preguntó el alcalde dándose cuenta que si no pagaban lo que ellos deseaban, matarían a los rehenes.

    “Queremos sus suministros. Ya sea comida, agua, lo que sea, pero lo queremos todo. ¡Ah! ¡Por supuesto! ¡También queremos las armas! Todas las armas de fuego, sus municiones, etc. Creo que esa cantidad es suficiente para aplacar la ira de mi jefe, o si no, creo que nadie podrá detenerlo en caso de que quiera desquitarse con los prisioneros. Por cierto, el jefe le da las gracias a esos policías que fueron al cuartel. No habían podido encontrar la forma de hacerse con las armas hasta ahora”.

    Garret comenzó a moverse hacia su moto y se subió a ella. Tras encenderla, encaró una última vez a la caravana.

    “Cuando tengan todas las cosas listas, llévenlas al antiguo edificio de la Corporación Devon en el centro de la ciudad antes de las seis. O si no, los prisioneros sufrieran las consecuencias”.

    El motociclista se puso en marcha y se dirigió de vuelta al interior de la ciudad, perdiéndose a la distancia. El alcalde, sin saber que más decir, estupefacto ante toda la situación exclamó: “Todos…, todos los miembros de la caravana… Convoco una reunión de emergencia”.
     
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