Mi arrepentimiento...

Mi arrepentimiento...​

Estoy sentado en la orilla de la cama, donde tú solías dormir, estoy enfrente del espejo donde tú te veías cada mañana al despertar. Estoy cabizbajo pero aún a si, el foco de tu habitación se prende y apaga constantemente, no se como lo soportabas, llevo aquí 10 minutos y ya me volvió loco.

Me giro a mi izquierda y lo único que veo es tu cuerpo, tan quieto, tan lindo. Es una pena que este en el suelo frio, aún que eso ya no importa. Tu hermoso vestido azul, manchado de ese rojo tan tétricamente, yo no…no esperaba que esto ocurriera a si.

La luz que viene y va, solo me deja ver escasos segundos tu hermoso rostro, que todavía tiene el miedo en la mirada.

Dos tipos salen de entre la sombra, por un segundo pienso que son policías. No lo son, vienen de traje, los dos se parecen bastante a mí, es como verme en un espejo. El de traje blanco parece muy serio, el de traje negro inclusive parece feliz.

— No solo nos parecemos a ti. ¡Somos tu!— Dice con una sonrisa el de traje negro

—Pero…de que… ¿De que hablan? —Pregunto muy nervioso.

— Permite explicártelo de la manera mas simple— Interrumpe el sujeto del traje blanco. — Yo soy tu bondad, yo soy todos los sentimientos buenos que tienes y tu cordura. — Dice poniéndose la mano en el pecho.

— Por otro lado. Mi compañero es todo lo malo que habita en ti, todos los sentimientos malos y tu locura— Termina mientras señala a su compañero.

— Y ¿Qué son ustedes? ¿Alucinaciones? ¿Fantasmas?— Pregunto con miedo.

— Ojala fuera a si, somos tan reales como tu, y veo que por fin lo hiciste—dice con una risa al
final el que lleva el traje negro. Lo único que hago es voltear nuevamente a ver tu cuerpo, tendido en el frio y duro suelo.

— ¿Ahora estas feliz? —Pregunta reprochándome el de traje blanco

— Si no es tuya, no es de nadie. ¡A si se juega amigo!—Grita el de traje negro

— Yo…no sabia lo que hacia — Digo para intentar excusarme.

—Tu la amabas, ¿Por qué lo hiciste?— Pregunta el de traje blanco mientras se sienta en tu escritorio.

— ¡Cállense!— Grito desesperado. Llevo mis manos a mi cabeza tratando de tapar mis oídos.

— Irónico, la mataste para no perderla. ¡Que enfermo!— El tipo de traje negro parece celebrar diciendo estas cosas. Se acerca muy lentamente a tu cuerpo, se agacha y le da un beso a tus hermosos labios.

— ¡Si lo hice, entonces es por ti!—Grito desesperado.

— Cierto, muy cierto, yo te motive para hacerlo, pero al final la decisión fue tuya— Dice mientras se acerca a mi lado.

Levanto un poco la pistola 9mm que tengo en la mano derecha y la observo con detenimiento. Aún esta caliente.

— ¿Como algo tan pequeño puede causar tanto daño?— Le pregunto al de traje blanco.

— ¿Esa pistola? No seas ridículo, ¡El daño lo hiciste tu!— Me grita con animo.

—Ohh vamos. No seas tan malo con el chico— Me defiende el de traje negro.

— Si tu eres lo bueno de mi, ¿Por qué no me detuviste antes de jalar el gatillo? —Pregunto
furioso al de traje blanco, que se levanta y se acerca.

— Lo intente, ella lo intento y aún a si no hiciste caso— Dice señalando tu cuerpo.

— Yo…yo… ¡LA AMABA!— Grito mientras golpeo la pared con mi puño.

La luz se vuelve a encender y noto una tercera sombra al fondo, ya no tengo miedo. Pero aun a
si me pregunto de quien es. De la oscuridad sale una figura femenina, esas caderas, esa cintura,…solo podían ser tuyas. Te acercas tiernamente hacia a mi. Caigo arrodillado ante tu presencia.

— Yo también te amaba— Pronuncias mientras te agachas y tomas mis manos, son tan tibias.

— Lo siento yo no quería…— Digo llorando.

— Tranquilo, ahora podemos estar juntos— Dices mientras llevas mi mano con la pistola debajo de mi barbilla.

—Hazlo y a si podremos estar juntos por siempre, yo no me cansare de ti jamás— Pronuncian tus hermosos labios.

— De acuerdo— Pronuncio al acercarme a ti y te beso, como jamás pude hacerlo, como siempre quise. Tus labios tan lindos, tan hermosos, son un premio, un paraíso prohibido al que hoy entro. Tomo firme la pistola y jalo el gatillo. Caigo al suelo y mi cuerpo se inclina junto al tuyo, caigo a tus pies como siempre lo eh estado. Te amo y nunca te lo pude decir.