Más que un Demonio

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Sinopsis:​

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Después de un destierro, Ashael tiene que vivir en la tierra para cumplir una misión.​

Lo que no esperaba, era que su misión, sería proteger a una chica que vendió su alma, de quienes quieran apoderarse de un cuerpo sin vida.​

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¿Un demonio... cuidando de otro demonio?​

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–Más que un demonio...​

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Capítulo uno “Descubrimiento”​

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Ahí estaba yo, tratando de hacer “aquello” de nuevo; ya había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho o más bien intentado, porque ningunas de las veces anteriores había resultado y algo me decía que esta tampoco lo haría.

–Hola –de pronto una voz me sacó de mis pensamientos.

–¿Hola? –hablé sin interés–, ¿necesitas algo de mí? –dije sin voltearla a ver.

–Disculpa si te molesté –decía mientras trataba de ver mi rostro–. Pero te veías un poco solo, y no todos los días se ve sentado a alguien a la orilla de un puente tan alto –indicaba mientras hacia alusión a la altura del puente–, es peligroso –y ahí estaba esa frágil humana atreviéndose a hablarme a mí.

–Pues gracias por tu preocupación la “aprecio mucho”–hablé eso en un tono sarcástico–. Pero no creo que sea peligroso para mí y sobre lo de mi soledad, me gusta estar solo –le dije secamente.

–Mi nombre es Lia, un gusto –decía mientras extendía su brazo–, ¿cuál es tu nombre? –me preguntó.

–No creo que sea necesario que te diga mi nombre, menos aun si te conozco desde hace cinco minutos, así que seguiré con lo mío –dije sentado mientras me abalanzaba de atrás para adelante.

–¡Espera! –decía mientras me detenía el brazo–. ¡¿Qué crees que haces?!

–Planeo saltar, ¿No se nota? –hablaba mientras quitaba su mano de mi brazo y me paraba de donde estaba antes sentado.

Alcé ambos brazos para arriba, como si quisiese lanzarme desde un trampolín hasta la alberca, lo hacía con cuidado y precisión, pensando que tal vez de esta manera, podría morirme al fin.

–1… 2… y… ¡3! –decía mientras me lanzaba al vacío, sentía el viento y luego… nada.

Alguien me había atrapado.

–¿Podrías soltar mi pie?, ¿No sabes lo ridículo que me he de estar viendo? –dije mientras sentía como ligeramente me movía de lado a lado, mientras la chica me agarraba con ambos brazos mi pie.

–¡Te tengo! –decía feliz–. ¿No sabes lo peligroso y tonto que fue eso? –decía mientras intentaba arremedar mis palabras.

–¿Qué haces? –decía mientras me subía a la orilla del puente–, ¿por qué me salvaste?, ese definitivamente no era tu asunto– le decía mientras me sacudía y me quitaba el posible polvo que pudiera tener.

–Creo que hice lo que cualquier persona haría ante una situación así –habló con una sonrisa.

Esa humana, además de metiche, es presumida… ¿Cómo se atreve a mostrar su sonrisa ante alguien que no puede hacerla?

Ni quiere hacerla.

–Soy Ashael, no te digo mi nombre solo porque me lo hayas pedido –mencioné cortante–. Solo porque si alguien hace algo por mí, por lo menos debo presentarme.

Odiaba esas reglas… ¿Por qué teníamos que tener reglas tan inútiles como esa?

–Qué caballeroso – halagaba alegremente–. Por ahora debo irme, llegaré tarde –hablaba mientras veía su reloj–. seguro que nos volvemos a ver –decía mientras corría en dirección a donde terminaba el puente.

–Quisieras… insolente humana –suspiré.

Tenía que seguirla, malditas reglas… hasta que no le devuelva el favor, no me puedo separar de ella.

¿Cómo es que si soy un ser del mal, tengo que hacer esto?

Maldito destierro, no merecía esto.

Empecé a seguirla, yo era veloz, lo que hacía imposible que ella pudiese verme. La chica iba al colegio, debería
tener al menos unos 17 o más. Siempre sonreía, siempre ayudaba, siempre era tan generosa.

¿Tanto deseaba el cielo?

La gente solo la utilizaba, como cualquier humano que se aprovecha de la bondad del tonto. Pero ella… Ella era peor que ellos.

Ella… ocultaba algo.

Lo pude oler desde que la conocí, su corazón es tan oscuro como el mío, pero por alguna razón lo disfrazaba.

No servía de nada.

La había vigilado por horas, días, semanas, hasta tenía pesadillas con ella.

Nunca le ocurría nada, no le pasaba nada, ¿Cuánto tiempo tendría que seguirla?

–Mejor lo olvido –dije mientras me disponía a abandonar mi tarea.

–¡Cuidado con el auto! –se escuchó una voz que gritaba.

Y de pronto, el sonido del freno del auto se hizo cada vez más lento.

Ella estaba en peligro.

Me dispuse a llegar lo más rápido que pude, la quité del camino, y ambos caímos en el cemento de la
banqueta.

Ambos carros chocaron entre sí, que si no hubiera estado yo, ella hubiera quedado entre ambos
coches.

La había salvado.

–Creí haberte visto –decía con una sonrisa seca.

–Estamos a mano –aclaraba mientras me paraba y empezaba a irme.

–Es… ¡Espera! –dijo mientras se paraba e iba tras de mí.

–¿Qué? –dije arrogante–. Ve a un hospital o algo.

–Gracias… por salvarme –decía tímidamente.

Solo asentí mi cabeza y caminaba mezclándome con el tumulto.

–¡Espero verte pronto! –gritó desde lejos.

Yo, en señal de despedida solo levanté mi brazo, sabía que ese agradecimiento era lo más verdadero
que había hecho ella desde la última vez que nos vimos, sabía que por alguna razón ese accidente no había salido de la nada, y también sabía que la volvería a ver.

–¿Este será mi castigo? –me dije mientras veía el piso. Puff –suspiré–. Nos veremos muy pronto –mencioné en voz baja–, Lia.

Continúa en el siguiente capítulo.

 

Capitulo dos: “descubrimiento”​

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Esperé a que se alejara un poco para seguirla, la seguí hasta el hospital; donde le hicieron los chequeos de regla para ver si estaba bien y todo lucia normal hasta que los doctores le sugirieron que se hiciera más chequeos.

Ahí fue cuando cambió su forma de ser, empezó a alterarse y gritarles que estaba bien y que no necesitaba más “inútiles” exámenes.

Después la seguí hasta un centro comercial, donde suelen ir los humanos de vez en cuando.

Ella se paró en tres tiendas; la primera era una tienda de ropa para chicas, donde con su mano, pasaba toda la ropa viéndola con desinterés, para luego despedirse de la empleada con una sonrisa bastante linda y fingida a la vez. La segunda era una tienda de zapatos, ahí fue donde reafirmé mi idea de que todas las humanas estaba fascinadas con los zapatos; ella revisó algunos modelos con algo de tacón para después comprar un par y salir de la tienda. La última fue una tienda de comida rápida donde se detuvo a comer algo, para ese momento yo ya estaba por irme al ver que solo haría la misma monotonía que cualquier humano, cuando de pronto salió del centro comercial.
Caminaba por calles transitadas por coches y los pasaba como si no hubiera, en varias ocasiones estuvo a punto de que sufrir otro accidente.

—¡¿Qué rayos le pasa?! ¿Su sentido común ya no carbura?, acabo de salvarle la vida y pareciera que la desperdicia —pensé al no entender su extraño comportamiento.
La seguí por un rato más fijándome en su actitud descuidada, para después llegar a un edificio grande y de muchos pisos, donde supuse sería su apartamento, el edifico era sumamente llamativo al ser de un color amarillento, donde entró como si no importase la hora.

Yo la observaba detenidamente… la creía “común”, pero había algo en ella que me preocupaba, y no entendía el por qué.
Sabía que escondía algo, y lo averiguaría.

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—Bien Alexander, siéntate en alguna banca libre —decía la profesora al mismo tiempo que ojeaba unas hojas.

Me había inscrito a esa escuela, pensaba que si mi misión sería cuidarla, no estaría mal estar aquí con otros humanos y recordar sus comportamientos.

Recorrí el salón con la mirada, había dos lugares disponibles pero al extremo del asiento de la humana, me dirigí hasta el asiento detrás de ella, donde estaba ocupado por un mortal que parecía que solo iba a la escuela a ocupar un espacio en la banca.

—Quiero este asiento, apártate —dije en tono serio.

—¿Y tú quien te crees? —rebuznó con tono de superioridad, tratando de intimidarme con la mirada.

—Tú —dije mientras le miraba a los ojos— dejarás ese tonito tonto que no te queda conmigo y me darás el asiento —musité, hasta que poco a poco su mirada caía contra la mía—, apártate de una vez de mi vista.


Y como si lo hubiera deseado aquél chico, se fue corriendo hacia el otro asiento libre.
Me había sentado en el asiento cuando de repente se escuchan risas desde el asiento de adelante.

—¿Alexander? —Decía entre risas— no eres nada original, ¿cierto?

Después de eso me acomodé en mi lugar y me dispuse a tomar clase, estuve como medio minuto poniéndole atención a la maestra, para después disponerme a mirar a la ventana, tratando de ver si sería mucho más interesante.

—Alexander, como veo que pones mucha atención —dijo en tono de ironía al verme ignorando su clase—, ¿podrías responder esta ecuación?

Me sacó de mis pensamientos mientras me entregaba una tiza para responder el problema.

—Claro —solté a la vez que me paraba con disposición y observaba al pizarrón.

La analicé por varios segundos, me dispuse a dar un suspiro y dirigí la mirada a la maestra.

—Maestra, se ha equivocado con un signo, así saldrá errónea —la corregí mientras ponía el signo correcto y resolvía la ecuación.

—Tienes razón Alexander —dijo mirando el problema—, no sé cómo se me pudo pasar ese signo —musitaba para después sonrojarse por su error.

Después de resolver la ecuación regresé a mi lugar, para así seguir viendo por la ventana lo que sucedía en el patio.

Sonó el timbre que avisaba que ya era hora del almuerzo, me dispuse a ir a la azotea a recostarme y pasar el tiempo en lo que empezaba el receso, y como ya parecía costumbre, me sacaron de mis pensamientos, aunque mi sorpresa fue el encontrarme con la humana.

—Hola Alexander ó ¿debería decir Ashael? —me saludaba con sarcasmo, mientras subía hasta donde yo estaba.

—¿Qué quieres?, no puedo estar en paz en este lugar, ¿ya no puede uno relajarse en una azotea sin que lo molesten? —expresé enojado y me volteaba hacia el otro lado para no verla a la cara.

—¡Oye!, esa debería ser mi pregunta, ¿qué haces en mi escuela? y ¿qué quieres de mí? —me hacia todas esas preguntas a la vez que se me iba acercando más.

—No tengo por qué darle explicaciones a un simple chica como tú, puedo hacer lo que se me plazca —le contesté, entre tanto, sonaba el timbre anunciando el fin del almuerzo— Bien, creo que me has arruinado el mínimo tiempo de almuerzo que tenemos.

Ella me miró en tono extraño, estaba seguro que ella sabía que no era normal, pero al decirle “simple chica”, seguro le saqué de muchas dudas, también esperaba un“¿Qué eres?”salir de su boca, pero no fue así.

Una vez ya en el salón, las clases pasaron igual de aburridas que las otras, como parecía que todo lo sabía, algunos me creían un genio, pero mi secreto era que yo he vivido más que los demás y esa era una de mis maldiciones.

Me la pasé viendo por la ventana el resto de las clases, ocasionalmente los profesores me pedían que pasara al pizarrón a que contestara problemas o leyera en voz alta, hasta que pasaron todas las clases hasta que sonó el timbre que anunciaba el final de clases.

—Esto… sí que será una eternidad —musité después de dar un largo suspiro.

Esperé a que Lia se fuera para seguirla sin que me notara, cuando sentí un frio que me recorrió la espalda y me hizo ponerme alerta y vi como un montón de plumas negras caían del cielo, mientras el dueño de esas plumas se posaba a tras de Lia y le susurraba al oído.

—Yo... conozco tu secreto —podía escuchar cada silaba que ese ser pronunciaba, y al decir tales palabras el cuerpo de Lia parecía helarse—, y muy pronto vendré por ti, sé paciente y no trates de huir, no es que pudieras pero —decía mientras le olía el cuello lentamente—, lo digo para que ni lo trates de hacer —susurró mientras se alejaba volando y confundiéndose con lo negro de la noche.







CONTINUARÁ EN EL TERCER CAPITULO….

 

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Capitulo tres "Plumas negras"​

Después de un mes de estar asistiendo a la escuela, todo seguía igual de monótono que siempre, la rutina de los humanos era muy aburrida y no pasaba nada interesante, todo era igual exceptuando el hecho de que deje de decirle "simple humana", para empezar a llamarla por su nombre.
El ángel de alas negras no había vuelto a mostrarse, pero tenía el presentimiento de que se aparecería de nuevo y se querría llevar a Lia.


—¿Es que acaso siempre estás aquí? —escuché una voz familiar a lo lejos—, bueno yo quería agradecerte por lo de ese día, después de que se fuera me quedé petrificada y a los de alrededor no parecía importarles, tú fuiste el único que me preguntó si estaba bien —dijo sentándose al lado mío, mientras miraba al horizonte.


—Supongo que tengo que decir "de nada", la verdad es que fue una coincidencia que me pasara por allí, realmente te salvaste —musité con arrogancia, mientras observaba su rostro de tristeza—, realmente me sorprende que te pasen este tipo de cosas a ti.


—Bu-bueno —tartamudeó—, da igual solo no te vayas acostumbrado a que sea buena contigo, no suelo decir ese tipo de cosas así que no las esperes mucho de mí —me dijo de manera arrogante mientras se ponía de pie rumbo a la salida de la azotea.


—Creo que ya empiezas a mostrar tu verdadero tú, Lia —susurré mientras la veía irse—, ya se me hacia raro que fueras tan linda y amable —dije entre carcajadas al verla azotar la puerta. Me tomé unos momentos más a solas para relajarme antes de que sonara el timbre, anunciando el fin de mi relajamiento y mi tranquilidad.


De camino al salón estaba pensando en que sería mejor decirle a Lia lo que era realmente y que había venido a protegerla de aquél ángel.


Mientras caminaba por el pasillo grande y blanco, pude observar los azulejos color madera, las aulas repletas de humanos donde unos trataban de aprender y otros de enseñar, cuando de pronto empecé a sentir un aura fría y húmeda, que recorría mi espalda haciéndome sentir más y más frio. El entorno se enfrió súbitamente y los vidrios se empañaban, podía ver mi propio aliento, el tiempo se había congelado.

Al mirar por una de las ventanas que daban al patio, vi de nuevo a aquél ser.


—Así que tú eres él que está cuidando a esa humana, —susurró apareciendo frente a mis ojos—, o bueno lo que sobra de ella —decía de modo arrogante mientras se cruzaba de brazos en forma desafiante.


—¿Y que si lo soy? —dije desafiándolo—, ¿tienes algún problema con ello? —le pregunte al tiempo que lo veía fijamente a sus ojos negros como la noche.


—Bueno de hecho si lo hay —dijo sonriendo—, tengo que hacer mi trabajo y si tú me impides terminarlo, tendré que acabar primero contigo —contestó señalándome con el dedo índice.
Me quedé mirando aquél ser de piel blanca y cabello negro, lucía como cualquier ángel, exceptuando el hecho de que él tenía alas y aureola negra.


—¿Y se puede saber quién eres y qué harás con la humana? —mencioné cuestionándolo en un tono serio al tiempo que me acercaba más y más a él.


—Dado que acabare contigo puedes saberlo, mi nombre es Ikaros y necesito a esa humana para subir al cielo y que me coronen como un ángel blanco, y ahora que estás informado me marcho, no quería atacar sin un previo aviso, ya sabes cómo somos los ángeles —me dijo al tiempo que se perdía de mi vista en el cielo.


Esa última frase me decía que él no sabía lo que yo era realmente y me daba una cierta ventaja.
Pero esa humana… ¿Por qué es tan especial? ¿Por qué me habían mandado cuidarla? ¿Qué tenía ella?


Después de ese encuentro con el ángel revisé mi reloj y marcaba las tres de la tarde, la clase había empezado hace ya diez minutos y empecé a correr para no demorarme más. Al llegar al salón tuve que tomar aire para después disculparme con el profesor en turno por llegar tarde a su clase.


Las clases trascurrieron como siempre, me la pase mirado el paisaje de un bosque que estaba cerca de la escuela, el bosque estaba formado por pinos y su pico estaba coronado por blanca nieve por la nevadas de invierno; estaba contemplando el paisaje del bosque cuando el profesor me interrumpió y me pidió que pasara a resolver un problema de química que estaba en el pizarrón.


Después de que pasaran las otras clases, me quedé pensando cómo iba a decirle a Lia lo que era, y qué era el ser que la seguía y para que la quería, poco después de estar pensando en ello sonó el timbre, y en cuanto sonó me dispuse a hablarle a Lia, que se encontraba delante de mí.


—Lia, tengo algo muy importante que decirte —le dije al tiempo que la agarraba del brazo y salíamos corriendo del salón para llevarla a la parte trasera de la escuela.


—¿Qué crees que haces? ¿Estás idiota o qué te pasa?, ahora todos pensarán que tenemos una relación —me gritaba furiosa mientras se soltaba de mi brazo.


—Eso es lo de menos ahora, tengo que decirte algo muy importante, la razón por la que estoy en esta escuela es porque… —estaba por explicarle cuando aquél ser de plumas negras me interrumpió.


—Estando los dos juntos me ahorran el trabajo de buscarlos uno por uno —exclamo el ángel al tiempo que con sus plumas formaba una espada—, es hora de que acabe con su mísera existencia —gritó al mismo tiempo que disponía en lastimarnos con su espada.


—Lia, fíjate muy bien en lo que me va a pasar y así comprenderás lo que te iba a decir —le susurraba mientras me preparaba para recibir el impacto de la espada del ser de negro plumaje.
Al acabar de decirle eso, me preparaba para revelar mi verdadera forma, lo primero que cambió en mí fue mi cabello, que se transformó de uno rubio a negro azabache, después de eso sentía como mi espalda ardía, mis alas rojas estaban saliendo a la luz, y mis ojos podía sentir como volvían a su tono original: uno rojo escarlata.


—Así que eso eras, debí de imaginarlo cuando preguntaste para que quería a la humana sin alma —me comentó el ser celestial, al tiempo que me atacaba con su espada.



¿Sin… alma?


Pude bloquear su primer ataque pero me estaba costando trabajo, un demonio desterrado no puede estar en su forma original por mucho tiempo, así que decidí apostarlo todo en un solo ataque, sacudí mis alas para así elevarme sobre el ser de las plumas negras, una vez que estuve situado encima de él, le arrojé mi lanza con todo mi poder, pero al momento que le di el último impulso, me quedé sin energía y el pudo esquivarlo fácilmente, sin energía caí de lleno al suelo.


—Ahora comprendo todo, eres un demonio que ha sido desterrado a la tierra; empezaba a preocuparme de que no te pudiera vencer, pero veo que no hay nada que temer —al acabar de decir eso se acercó a mí y con su espada cortó mis alas de un tajo.


Sentía un dolor agonizante y la ausencia de mis alas en mi espalda.


Me sentía inmune; débil, había perdido contra un simple ángel, que ni siquiera se volvía ángel con totalidad.


La humana de ojos verdes veía como estaba desangrando en el suelo y cómo aquél ser se disponía a terminar con su vida.


—Sin tu protector será fácil acabar contigo, ¡mue…! —no pudo completar su frase, y con mis últimas fuerzas hice una lanza y la arrojé haciendo que esta le atravesara el corazón.


—Aunque muera, otros vendrán y serán más poderosos que yo —susurró con sus últimas fuerzas.
Después de eso, su cuerpo se convirtió en miles de plumas negras que se llevó el viento.
Solo alcance a ver como el viento se llevaba las plumas para después perder la conciencia.


—Li… Lia…


CONTINUARÁ…

 

aqui esta el cuarto capitulo desde el punto de vista de Lia, despues que Ashael quedo herido​

espero que les guste :3​

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Aceptación​

Estaba arrodillada pensando como todo eso pudo haber pasado, como después de haber llevado una vida “normal”, había llegado a esto, solo un único hecho había cambiado mi vida por completo, por fingir ser buena persona, por no mostrarme tal como soy, había llegado a esto, todo por querer ser buena con esa “persona”. Si no hubiera fingido mi forma de ser…nada de esto habría pasado.


Y ahora por fingir; estaba ahora a punto de ser atravesada por la espada de un ser que no sabia que existía, veía como ese ser de piel blanca y a las negras apuntaba su espada hacía mi. Yo me sentía tan indefensa, qué irónico antes me sentía la persona más fuerte y no le temía a nada pero ahora, me sentía como una hoja que es arrastrada por el viento sin poder hacer nada, me sentía impotente e inútil, solo podría ver como mi vida iba a terminar.


Ya me había resignado, sabia que ya nadie me podía salvar, ya todo estaba perdido, Ashael el único que me podría salvar yacía tirado en el suelo con una herida tan profunda que fácilmente cabía una mano en ella. No entendía cómo él había sacrificado su vida para protegerme, siempre se la pasaba diciéndome “simple humana”, no entendía que lo había llevado a protegerme, en estos momentos no entendía nada, solo esperaba sentir el frío acero perforar mi carne y acabar con mi vida, ya estaba resignada a mi vida tendría fin en este momento.


Veía como la espada del ángel se acercaba poco a poco, él decía algo, pero en ese momento, mis oídos no escuchaban nada más que el latir frenético de mi corazón. La espada estaba por atravesarme cuando un destello negro verdoso salió del pecho del ángel, solo vi cómo el cuerpo del ángel se desplomaba a escasos metros de mí, su cuerpo fue desvaneciéndose en unas bellas plumas negras que se llevaba el viento.

—¿e…estas b…bien? —alguien pronunció débilmente.

Cuando levanté la cara vi quien era el que había pronunciado esas palabras, era Ashael, que se acercaba a mi con sus ultimas fuerzas.

—¡Idiota!, ¿qué haces moviéndote? —le grité con un sentimiento de preocupación; pero, ¿por qué estaba preocupada? No sabía muy bien, mis sentimientos era un remolino en ese instante—. Tendrías que estar quieto para que no sangres más.

—l…lo siento, creo que falle en mi misión de protegerte —dijo en unos susurros casi inaudibles.

—Así que por eso me protegiste, solo soy una misión para ti —grité de una forma histérica, no sabía por qué le había dicho eso, yo no era así, estaba tan confundida.

—A…al principio eso era, pero con el tiempo yo llegué a… —No concluyó la frase y calló a en mis brazos ensangrentando mi ropa.


En ese instante no sabía que hacer con él, no sabia cómo tenia que reaccionar, lo primero que hice fue vendarlo para que no perdiera mas sangre, rasgué mi uniforme para hacerlo. Estaba consiente de que necesitaba ser atendido, no podía llevarlo a un hospital ya que no podía explicar el origen de su heridas.


Por suerte mi departamento esta cerca de la escuela, así que me decidí a llevarlo ahí, no tenia idea de cómo llegaría hasta allá, traté de mil formas, hasta que lo pude subir a mi espalda. Todos me veían pero nadie me ayudaba. Pensaba: ¿cómo es posible que vean a una frágil chica cargar el cuerpo de un chico y no la quieran ayudar? Me daba risa, yo estar pensando así, en verdad me había afectado mucho los últimos acontecimientos.


Después de caminar un rato o mas bien de yo estar cargándolo por varias calles como unas cuatro cuadras, pasé por la calles que siempre pasaba de camino a la escuela y nunca nadie me volteaba a ver, pero ahora todo era diferente; todos me miraban, ya se que llevar a un chico sangrando no es normal, pero sus miradas solo eran de morbo.

Después te dodo eso llegamos a mi departamento.

No era la gran cosa pero era acogedor, bueno por lo menos a mí me gustaba, me sentía segura en ese lugar, era el único lugar donde podía ser yo misma si tener que ocupar una mascara de niña buena; no tenía que fingir sobre querer ayudar a los demás.

—Si que pesas, espero que cuando te recuperes me agradezcas por todo lo que hice por ti —le hablaba al desmayado, primero me enojaba con él por ser solo su misión y ahora hablaba con él mientras estaba inconsciente, empezaba a preocuparme.


Lo dejé en mi cama y me fui a dar una ducha para quitarme la sangre, mientras el agua recorría mi cuerpo, imágenes de lo sucedido se proyectaban en mi mente; seguía dándole vueltas al asunto, pero una cosa me intrigo mas que todas: ¿qué me quería decir Ashael antes de que se desmayara?, tenía muchas ganas de saberlo y mi corazón latía rápido cuando me lo preguntaba, pero eso solo lo sabría hasta que se despertara, así que tendría que cuidarlo hasta entonces.