La cara oscura de la justicia

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por aguilaimperial, 12 Enero 2012.

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    aguilaimperial

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    Aries
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    Título:
    La cara oscura de la justicia
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1298
    La verdad, esta es la primera historia que publico y no sé que tal estará o si os gustará, espero que disfrutéis lo mismo leyéndola que yo escribiéndola, por favor comentad.

    La cara oscura de la justicia

    Capítulo 1: el comienzo

    Desde el denso y oscuro bosque que rodeaba la prisión, una cárcel federal secreta ubicada en algún lugar del estado de Minnesota, se podían observar los iracundos ojos de Lance, conocido entre los guardias y personal de aquel lugar como preso número 123. Lleno de ira, rencor y otras emociones que ni siquiera él era capaz de identificar, aguardaba en su celda inmerso en sus pensamientos a aquella persona, o mejor dicho a aquel ser al que conocía como inspector Roland. Roland era bajo, no muy imponente pero muy salvaje, tenaz y testarudo. Tenía la misión, o más bien el deber, de averiguar lo que había ocurrido en los “accidentes” en la empresa Securect, una empresa de seguridad con fama mundial, que había tenido como consecuencia la muerte de 3 clientes, 2 trabajadores y la desaparición de otras 5 personas más. Roland contaba con el permiso, o más bien la orden, de George Bush, el presidente, de utilizar todos los métodos necesarios para sonsacarle información a su víctima, en este caso a Lance, sospechoso de dar la orden de secuestro contra 1 de los clientes y la de asesinato contra 1 trabajador. Lance era un hombre de mediana estatura, su cabeza no era más que el equivalente aun balón de fútbol y era calvo como una bola de billar. Tenía unos ojos verdes muy expresivos, una boca con unos gordos labios y una nariz un tanto respingona. Sus dientes estaban deteriorados, el tabaco y la edad habían hecho mella tanto en ellos como en su piel, que ya había perdido su brillo anterior, además, la falta de higiene de la prisión no era de ayuda. Cuando el reloj marcó las cuatro, el guardia de celda apareció ante Lance junto con, como él ya esperaba, Roland, que seguro estaría dispuesto a cortarle los dedos uno a uno con tal de conseguir una confesión, aunque fuera falsa. De hecho, Roland era un vivo retrato de los ideales de la Inquisición. En el momento en el que el guardia abrió la puerta Roland comenzó a hablar:
    - Lance… Lance… ¿por qué no admites ya lo que has hecho? Si no lo haces, esto no terminará – Roland trató de aparentar amenazador, mas no consiguió más que una momentánea vacilación de Lance a continuar el diálogo, pero este pronto tomó su turno para hablar -.

    - Claro que lo haría por alguien que me trata tan bien como tú, ¿verdad? – dijo Lance con un tono irónico que sacaría de sus casillas al más paciente, pero ante la sorpresa de Lance, Roland consiguió contenerse-.

    - Pues si tú mismo admites que te trato bien – dijo ante la clara superioridad oral y física de su contrincante – lo mínimo es que tu hagas algo por mí -.

    - Sabes que conmigo no sacarás nada en limpio. ¿Por qué no te vas a buscar más inocentes para torturarlos por delitos que no han cometido? -.

    - Qué se le va a hacer, contigo no hay quien sea amable, - a Roland se le borró la sonrisa de la cara - ¿es que acaso quieres pasar aquí el resto de tu vida? – Con esta frase, Roland creyó asestar un potente golpe a la vanidad de su oponente, pero el carácter de Lance le permitía continuar esa charla mucho más tiempo -.

    - Bueno, si no tengo que volver a verte acepto
    Esta última frase articulada por Lance enfureció a Roland de tal manera que sus cara y su piel comenzaron a ponerse rojas, y sus ojos antes castaños y apacibles, estaban ahora inyectados en sangre, tomando un color rosado que provocaba un espeluznante escalofrío entre todos los presentes. Lance era el único que conseguía enfadar a Roland, y sabía aprovechar esa ventaja. Lo único que dijo Roland bajo ese aspecto tan demoníaco fue una tajante orden que a Lance se le clavó como si de un cuchillo se tratase:
    - ¡Llévalo a la sala 3!
    Y, sin demora, el guardia agarró a Lance y lo esposó antes de que pudiera efectuar cualquier movimiento defensivo. En aquel estado, a merced de su aprehensor, se fijó en la cara del guardia, en absoluto parecía estar de acuerdo con la situación. Sus ojos, ligeramente saltones, estaban llenos de resignación y reflejaban un terror que, probablemente sentido hacia Roland, era mucho mayor que el que sentirían las personas normales, como si estuviera con una anaconda enroscada que cada vez lo oprimía más y más llevándolo inevitablemente a la muerte. Además su cara denotaba una gran fuerza de voluntad y un patriotismo que en ocasiones lo obcecaba. Así, bajo las tenues luces de la prisión y los pocos rayos de luz solar que se colaban por las numerosas grietas de las paredes de aquel húmedo y frío lugar llegaron a la sala 3. Lance conocía muy bien el interior de aquel lugar, pues ya había estado allí en una ocasión, justo el aciago día en que llegó al horrible antro en el que se encontraba retenido indefinidamente contra su voluntad. Allí le torturaron utilizando la más moderna tecnología pero también los métodos tradicionales, nada que Lance quisiera recordar. Entraron en la sala pero, para sorpresa de Lance, pasaron de todos los instrumentos que utilizaron la última vez para llevarlo directamente a una camilla conectada a un ordenador y a una máquina de la que colgaban una ingente cantidad de agujas. Allí lo ataron y Roland le explicó lo que le iba a ocurrir:
    - Esta es una máquina de electro acupuntura. – dijo mientras esbozaba una sádica sonrisa – Puede curar enfermedades y dar placer a quien la utilice, pero mal utilizada puede causar un dolor inimaginable. Pero eso no lo es todo, estas agujas están impregnadas de un producto que provocará que tus sensaciones se multipliquen. Prosigue – le dijo al guardia, que, anonadado ante la crueldad de su superior, vaciló unos segundos antes de continuar -.
    Presionó varios botones y de pronto lance se encontraba con una gran cantidad de agujas clavadas en su cuerpo, que en ese momento ya le producían un gran dolor. Mientras se retorcía solo ligeramente debido a la restricción de movimiento a la que estaba sometido, comenzó a notar las descargas que poco a poco fueron aumentando hasta que las convulsiones lo hacían moverse rítmicamente en el espacio de la camilla. Solo en aquel momento, cuando ibservaba el dolor que estaba sufriendo Lance y la expresión burlona de su superior hacia el preso, se dio cuenta de que estaba en el bando equivocado, y por supuesto su carácter no le permitía no remediarlo. Desenfundó su pistola, tiroteó a Roland allí mismo, liberó a Lance de sus ataduras y lo ayudó a huir. Quizás este acto no fuera el más adecuado, quizás fuera incluso el menos adecuado pero tampoco se podría afirmar que fuera una mala acción. Lance había huido y su perseguidor, Roland, había muerto, pero, en el fondo, él sabía que nada había cambiado.
     
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    Titiritero de almas

    Titiritero de almas Usuario común

    Sagitario
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    waaa!!!!! asdf me quedé intrigada!!! T--------------T
    quiero esa máquina ewé lance, jejejejeje pobre es un
    experimento o algo así???
    qué efectos secundarios habrá?? espero conti...
    amo a ronald...
    Asdf noté faltas ortográficas que me da flojerita corregir u----u
    conti♥
     
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    aguilaimperial

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    Aries
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    ^^ gracias, veré si publicar un nuevo capítulo
     
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    aguilaimperial

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    Aries
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    La cara oscura de la justicia
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    Capítulo 2: Un aciago día

    Tras huir, Lance regresó con sus padres a Nueva York, a un enorme piso ubicado frente al Empire State. Desde la ventana, se podían observar las personas que caminaban por la acera, ajenas a todo lo que ocurría a su alrededor. Lance los miraba y se sentía acompañado, a salvo, pero también sabía que no todo iba a ser así.


    Lo que no sabía era que, desde una de las ventanas del colosal vecino de su edificio, otra persona estaba tomando el cargo que anteriormente ocupó Roland. Pero no estaba al tanto de eso, por lo que prosiguió con sus tareas. Los minutos pasaban lentamente, mientras Lance observaba esa aglomeración asfixiante que era la calle. Al atardecer, sus padres se fueron, como solían, a dar un paseo por la ciudad. Entonces Lance quedó solo, una situación que no le incomodó, de hecho ni siquiera pensó en ello. Eran las 7 y media cuando sonó el telefonillo. Un hombre alto y con una cara muy peculiar estaba plantado en el portal:
    - ¿Quién es?-preguntó Lance despreocupado-.
    - Soy un repartidor, tengo una entrega a nombre de Lance Fryer- en sus ojos azabache, se prendió una llama maliciosa que incluso parecía amenazante-.
    - Ese soy yo, pase.

    Lance esperó junto a la puerta, un segundo tras otro, esperando a que llegase su supuesta entrega.


    Cuando el hombre llegó al piso y llamó a la puerta, Lance quedó paralizado, totalmente aferrado al medio metro de suelo en el que se encontraba, con una terror tan descomunal que su cara palideció, y tornó de un brillante color carne a un blanco azulado. Desde la puerta observaba que el hombre ya no poseía la caja, que su desgarbada vestimenta se había transformado en un impecable traje y de su pantalón asomaban varios bultos inconfundibles. En una sobrehumana con su miedo, avanzó hacia la puerta, pero pronto retrocedió al mismo lugar donde antes. Indefenso, inmóvil, a merced de esa persona que probablemente era un asesino a sueldo o algo parecido, esperó. Como nada ocurrió, avanzó hacia la puerta y la abrió. Entonces fue cuando el hombre se abalanzó sobre él, lo esposó y le obligo a colocarse de rodillas mientras sacaba su pistola con silenciador y le apuntaba a la sien. Lance esperaba la muerte, mejor dicho, deseaba la muerte, pero la muerte no lo deseaba a él, lo rechazaba, se alejaba de él. Era como si algo o alguien superior no deseara que muriese. Solo entonces se atrevió a hablar:

    -¿Co...cómo t...te llamas?-dijo tartamudeando con dificultad-.

    El hombre esbozó una sonrisa tan perversa y malévola que era totalmente indescriptible. El hombre contestó:

    - Mi nombre es "Lynch"

    Y al oír su nombre, tan común que lo convertía en desconocido y misterioso, el poco ánimo y valentía que aún poseía se derrumbó. Tras haber burlado al FBI se enfrentaba a la CIA, más secreta, cruel y sanguinaria. Lance se dejó caer con la cabeza por delante, deseando que por casualidad se rompiera el cuello, pero su cabeza cayó suavemente como si de una pluma se tratase y quedó intacta en el suelo mientras las lágrimas brotaban de sus ojos provocando un silencioso llanto que, fluido y continuo, era el perfecto reflejo de sus sentimientos.

    En ese nefasto estado fue arrastrado poco a poco por el suelo. Y, sin contentarse con eso, "Lynch" lo arrastró, victorioso, por las escaleras, mientras Lance maldecía su suerte, su vida, su trabajo... deseando estar muerto más a cada momento que pasaba.
     
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