Sólo quiero decir adiós

Tema en 'Relatos' iniciado por Nikky Nikosa, 6 Diciembre 2011.

  1.  
    Nikky Nikosa

    Nikky Nikosa Iniciado

    Escorpión
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    Mensajes:
    39
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Sólo quiero decir adiós
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1595
    Sólo Quiero Decir Adiós

    Cuando alzó su mirada y contempló el ocaso, recordó aquellas tardes, cuando junto a su padre, sentados a la orilla del mar, charlaban de la vida. Sin embargo, ahora todo había cambiado. Se encontraba solo, contemplando el atardecer. Hacían cinco años que su padre había desaparecido y aunque a estas alturas ya le habían dado por muerto, no hubo ni un solo día en que no rogara al señor que lo devolviese, aunque fuese por un instante, pero cada día que pasaba sus deseos chocaban con la realidad. Así que paulatinamente había asumido la muerte de su viejo, como también había dejado de creer en Dios. Él, que siempre fue una persona muy creyente, se había transformado en un ser sin fe, que albergaba un profundo rencor hacia Dios y que pensaba que aquel ente no existía. Simplemente no podía aceptar que éste le arrebatase a un ser tan querido.
    Permaneció largo rato inmerso en recuerdos pasados, ¿cómo olvidar a esa maravillosa persona que siempre había significado un puntal fundamental en su vida?, ¿cómo olvidarlo? Si cuando era niño siempre encontró en el regazo de éste, el consuelo a todos sus males y ¡ni hablar de cuando era ya un adolecente! Siempre estuvo con una palabra o un consejo acertado que resolvía todos sus problemas. O cuando necesitaba algo material, él siempre renunció a satisfacer sus propias necesidades con tal de cumplir aunque fuese un capricho. Por eso cuando venía a su mente aquel fatídico día, no podía dejar de sentirse culpable, ya que por capricho del destino, justo habían tenido una fuerte discusión. Quizás fue por el hecho de haber sido la primera discusión que habían tenido en toda su vida o tal vez por la inmadurez propia de la juventud, que el joven no había querido acercarse a su padre para pedirle perdón y reconciliarse. Siempre había sido muy orgulloso y no le era fácil reconocer sus errores y pedir perdón.
    Aquel día, cuando su madre lo llamó para decirle que la pequeña embarcación de pesca que capitaneaba su padre había desaparecido, sintió que su vida se desmoronaba. Y luego, cuando fueron pasando los días, las semanas y posteriormente los años, su dolor y su remordimiento se hicieron tan fuertes, que constantemente pasaba por estados de profunda depresión y no fueron pocas las veces en donde cruzó por su mente la idea de quitarse la vida.
    Este era uno de esos momentos. Venía saliendo de su titulación en donde se había graduado con los más altos honores. Era un flamante médico y aunque era muy joven, se había ganado el respeto de todos sus pares. No podía dejar de imaginarse lo orgulloso que se hubiese sentido su padre al verlo en el más alto sitial.
    Mirando el mar, sintió que las palabras salían solas de entre sus labios.
    —Esto es para ti viejo, en donde quiera que estés, esto es para ti. Por todos los sacrificios que hiciste para que yo consiguiera este logro. Nunca, nunca olvidaré todos aquellos años que te mantuviste en vela ayudándome en mis trabajos. Aunque nunca tuviste mucha educación, siempre trataste de ayudarme de una u otra forma…
    De pronto no pudo seguir hablando porque sintió un nudo en su garganta y rompió en un amargo llanto. Levantó su mirada al cielo y con todas sus fuerzas, lleno de dolor y odio, gritó:
    —¿Por qué, Dios? ¿Por qué me lo quitaste? ¿Por qué? ¡Si yo creía en ti por sobre todas las cosas! ¡¡Siempre creí en ti!! —De súbito cayó de rodillas, ahogándose en su llanto. Habían pasado cinco años de aquel infernal día y la pérdida de su padre todavía la sentía a carne viva.
    Estuvo largo rato arrodillado, sumido en su amargura y no se percató que había caído la noche. Cuando por fin pudo controlarse, levantó su mirada y notó que no lejos de allí, había unas inmensas rocas en donde las olas chocaban con gran fuerza. Por su mente pasó la idea de acabar de una vez por todas con el sufrimiento.
    Decidido comenzó a trepar hasta la cima de aquellas rocas. Se lanzaría al mar, ya que si fue el mar quien le arrebató a su padre, sería el mar quien iba a terminar con su vida. Una vez que estuvo en lo más alto de la roca, alzó su mirada al cielo y lo contempló. Posó su mirada en las estrellas, en la luna y por último observó el horizonte. Extendió sus brazos y con la determinación brillando en sus ojos, avanzó hasta la orilla para lanzarse al vacío. Sin embargo, justo antes de saltar, una voz lo detuvo:
    —No, no lo haga, por favor, hijo. —Volteó rápidamente y contempló que frente a él había un anciano de por lo menos unos ochenta años. La clara noche le permitía distinguir sus rasgos perfectamente.
    —¿Quién es usted y qué hace aquí? —cuestionó fríamente. Estaba fastidiado por aquella interrupción.
    El hombre, con rostro compasivo, contestó:
    —Un viejo a quien el destino ha tratado mal.
    —No creo que sea más terrible que perder a tu padre —dijo con cólera y sarcasmo.
    El anciano esbozando una amarga y cansada sonrisa replicó:
    —No quiero quitar tu tiempo, sólo quiero que escuches mi historia: “Cuando tenía catorce años perdí a mis padres —comenzó relatando—. Sufrí al igual que tú la pérdida de aquellas dos personas irremplazables en mi vida, pero no culpé a Dios de ello, por el contrario, le pedí fuerzas para soportar el dolor y logré salir adelante. Ya adulto me casé con una mujer maravillosa, quien me dio dos hijos y ¿sabes? perdí a los tres en un incendio…”. —El anciano hizo una pausa y no pudo seguir con su historia, pero luego concluyó diciendo—: ¿Ves? yo se lo que estás viviendo, y aquí estoy.
    El joven bajó su mirada, avergonzado, comprendiendo que aquel viejo tenía motivos de sobra para estar molesto con Dios, pero que aun así vivía en paz con él. Hizo un gesto tímido y se despidió. Desistiendo de su idea inicial, comenzó a retirarse.
    Había avanzado unos cinco metros cuando el anciano volvió a hablarle:
    —Perdón, hijo, por no escuchar antes tus súplicas.
    Volteó rápidamente y vio que junto al anciano se encontraba su padre. Cayó de rodillas y se quedó inmóvil mirando a su viejo. Había deseado tanto aquel día y ahora que por fin se le daba la oportunidad, no sabía que hacer. No sentía fuerzas en sus piernas para correr hacia donde él estaba, para abrazarlo y cobijarse en sus brazos como cuando era niño.
    Fue su padre quien rompió el silencio, diciendo:
    —Mi niño, no sabes lo orgulloso que estoy de ti.
    Emocionado se incorporó y corrió hacia su padre, fundiéndose con él en un fuerte abrazo en donde las palabras sobraban. Repetía una y otra vez que lo perdonara, pero su padre movía la cabeza y contestaba que no había nada que perdonar. Estuvieron largos minutos abrazados, como cuando era niño. Cada vez que quería preguntar algo, su padre lo callaba desordenándole cariñosamente el cabello.
    —Cuida de tu madre, ella te necesita —le dijo luego de bendecirlo. Cuando deshizo el abrazo, lo besó en la frente—. Nos vemos mi niño. Adiós —se despidió mientras desaparecía.
    —Adiós, viejo —dijo mirando el cielo, desde donde ahora su padre lo estaría vigilando.
    Con una sonrisa comenzó a marcharse lentamente de esa playa. Ese lugar siempre estaría grabado en su mente, al igual que ese reencuentro.

    Notas de autora:
    Una aclaración, aun que no creo que sea muy importante, prefiero decirla. Este cuento es de mi autoría claro, pero se encuentra en un libro, del cual existen pocas ediciones. En el 2009 concursé en un interescolar de cuentos en español organizado por la Universidad Andrés Bello, en donde saqué el tercer lugar con este cuento. Como son tres sedes a lo largo del país y en cada sede se premiaban a los mejores de cada zona (yo participé en la sede de Viña del Mar) se hizo un total de 60 cuentos premiados (20 en cada zona, donde se premiaban los tres primeros lugares, 7 premios especiales y 10 menciones honrosas) y se editó un libro, entregandose veinte copias a cada persona premiada. Puede ser que alguien de Chile y que tal vez participó y salió premiada con algo, posea la edición, por lo que prefiero aclararlo.
    Otra cosa, no soy muy creyente, pero en este cuento igual quise plasmar un poco el conflicto que nace en muchas personas que pierden a un ser querido.
    Sin nada más que agregar me despido y espero que tengan un lindo día.
     
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  2.  
    Janus

    Janus Iniciado

    Escorpión
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    Una historia bonita, aunque debo reconocer que mi punto de visto respecto a la religión siempre será subjetivo ya que soy creyente y para mí, que la gente diga que Dios no existe es como decir que el viento no mueve el follaje de los árboles o que el agua salada no oxida el metal. Dejando de lado el tema de la religión, diré sobre lo que me dejó la historia ya que no le encuentro errores que destacar, lo que me deja la historia es:

    1) Que uno puede lamentarse mucho por las cosas que le han pasado a uno pero siempre habrá alguién pasándolo peór

    2) Uno nunca podrá saber con exactitud por qué las cosas pasan y no vale la pena preguntarse el porqué sucedieron. En vez de decir ¿Por qué me pasa esto? decir ¿Que haré ahora? Uno debe constantemente adaptarse a las situaciones que le toca enfrentarse en la vida.

    3) Ya desde un punto de vista más subjetivo, Dios tiene formas de enseñarle a uno que él no es culpable de su situación y que es más, se encuentra acompañándolo a uno especialmente en las situaciones dificiles. El viejo le revela al protagonista que a pesar de su situación, el ha logrado ver que Dios no es el culpable de las cosas que pasan, y que uno debe luchar para superar las situación en vez de culpar al aire sin poder dejar atrás el pasado.

    Por último.

    4) La historia refleja bien y de manera muy humana los conflictos internos que sufre una persona al enfrentarse a situaciones de dolor y pérdida.
     
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  3.  
    Namida

    Namida Entusiasta

    Escorpión
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    Encontré muy pocos errores de ortografía, eso es bueno :3
    El cómo en las preguntas se acentúa en la primera o, si no sería como de comer.

    Y creo que no encontré nada más.. si no se me ha olvidado algo e.e

    Me ha gustado mucho, de los pocos que he visto ^^
     
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  4.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Respecto a lo de arriba, el cómo sólo se tilda en las preguntas, en las comparativas no lleva tilde.

    Ahora bien, ya había leído antes tu escrito y te di mi opinión verdadera, nuevamente recalco la forma en que quisiste dar a entender la manera en que Dios puede actuar sobre los hombres. Pues, él no va a hacernos la vida más fácil, ni a resolver nuestros problemas, solamente nos dará la fuerza necesaria para que nosotros mismos podamos vencer las adversidades, pues la vida es muy troll y resulta imposible salir adelante solos.
     
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  5.  
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

    Libra
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    Escritor
    Bueno, extraña amistosa, me ha gustado bastante tu cuento, es trágico y tiene ciertos puntos en los que a uno se le anuda la garganta. Un relato muy digno de la corriente romántica, en el que el joven quiere acabar su vida drásticamente por haber perdido a su ser más querido, a su padre, al que siempre le tuvo un tremendo cariño, el que siempre estuvo ahí para apoyarle, para aconsejarle, etc... y lo perdió de la peor forma, sin disculparse por la única discusión que tuvieron en su vida, debe ser terrible y devastador para el muchacho.
    Por otra parte, no creo que deba sentirse triste después de haberse titulado. Más bien hubiera sido bonito que sólo le hubiera dedicado el título a su padre, y este momento de drama lo hubiera dejado para otra ocasión. Pero igual estuvo bien. Me gustó el asunto de la aparición; si te soy sincero yo todo el relato estuve pensando: "habrá muerto su papá, o sólo habrá desaparecido y lo estará buscando?", y cuando dijiste que llegó, me pareció que lo reencontraba, pero era una ilusión, estuvo perfecto porque por un lado pudo arrepentirse y llorar el muchacho, y por otro le imprimiste tragedia, al remarcar que, efectivamente, el viejo había muerto.
    Unos errores de tipeo, pusiste Puntal en vez de Punto, y "par ti" en vez de "para ti". Unos detalles, nada más xD
    Intenta darle más fuerza a los momentos trágicos, extraña. Verás, es una técnica literaria que te sirve para darle mayor impresionismo a tu historia. Los momentos de dolor y soledad suelen durar por muchos años, ¿no? Pues créale la ilusión al lector de sentir estos momentos estirando los diálogos, narrando profundamente las situaciones, los sentimientos, hasta el punto de que ya no puedas alargarlo más sin que se vea monótono. Los sentimientos intensos deben ser bien largos de narrar. Los diálogos... umm, me hubiera gustado una plática entre el padre y el hijo, eso me hubiera conmovido, en cambio sólo cruzaron unas cuantas palabras... Ese era el momento de estirar la narración, de darle fuerza, era el clímax : D
    Por último, otro consejo, utiliza simbolismos, querida Extraña. Iconos en el paisaje, ciertas palabras, ciertos objetos que decoren los sentimientos de tristeza.
    Nos vemos! Te quedó grandioso : DD

    Saludos.
     
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