Mariposa negra

Título: Mariposa negra
Género: Misterio/Terror
Número de palabras: 681

Notas de la autora: Bueno esta es mi nueva creación en esta ocasión no hablaré sobre un psicópata asesino, ahora mi protagonista será distinto, pero eso ya lo irán conociendo con el tiempo aún no se cuantos capítulos serán así que confíen en que no se acabe mi imaginación para escribirla y como antes usaré el término para referirme al capítulo como lo hice en “Lirios de sangre”.
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Primer capítulo: Mariposa perdida.

Me hallaba dentro de la iglesia, la sangre corría por mis brazos, en mi cara y en la ropa que llevaba. Volteé y contemplé los cuerpos destazados de las monjas, sacerdotes y personas que se localizaban en las butacas, nadie estaba vivo sólo conservaban una cara llena de una extraña combinación de felicidad y miedo. Me levanté y empecé a caminar en aquel río de sangre que se postraba ante mis pies, varias lágrimas brotaban sin pena ni gloria. Todo era mi culpa si no la hubiese conocido, simplemente no entendía porque oí sus plegarías, porque le otorgué mi mano para sacarla de ese abismo.

—¿Por qué?, no te sabes otra palabra —cuestionó una voz.

—No lo entiendes jamás lo harás —respondí con voz quebrada.

—Así que ahora te arrepientes, pero si tú me mencionabas cada noche que ellos te herían que lo mejor era que estuvieran muertos, dime ¿qué sientes ahora que contemplas la bella obra que has pintado? —pronunció riendo con malicia.

—Yo no quería esto, lo único que deseaba era que me dejarán sola —susurré rompiendo en un nuevo llanto.

—No te entiendo, si ellos te arrancaron en pequeños fragmentos, ¿acaso lo olvidaste?, ya no recuerdas que destruyeron nuestro mundo, aquel bello lugar donde existíamos tú y yo, donde tú me encerraste hace varios años —expuso halándome de el cabello.

Cierto, lo que me decía tenía lógica en un sentido, sin embargo mi mente estaba perdida y con ello mis memorias desaparecidas. De repente la capilla comenzó a transformarse en un bosque oscuro, ella ya no estaba junto a mí y la luna que se apreciaba en el cielo estaba dividida en cuatro partes con diferente color, la primera era de color blanco, la segunda azul, la tercera negra y la cuarta roja, volví a ver el paisaje y me percate de la presencia de unos pequeños animales, algo extraño si ponemos de fondo mi localización.

No obstante comencé a caminar y los antes mencionados me seguían hasta que llegamos a un lago y ellos empezaron a colocarse delante de mí como si tratarán de advertirme algo, justo cuando iba a moverlos una guadaña apareció sin previo aviso,en seguida partió a la mitad a el que se interponía en mi camino, de nuevo se repetía en mi cabeza: Murió por mi culpa, sin embargo inicié una carrera entre aquel extraño personaje y yo, me sentía cansada y derrotada llegando a caerme enfrente de mi perseguidor que sólo me observaba con unos ojos llenos de maldad, sus orbes eran de un color carmesí profundo, piel pálida con cicatrices profundas acompañadas con pus, en otras palabras era horrible.

—Así que te dignaste a aparecer Natasha o debería decir traidora, ahora sentirás lo que nosotros vivimos.

Me degolló con la guadaña y pude sentir como la poca vida que me quedaba se iba junto con el dolor que consumía mi alma, seguidamente una luz me vislumbró el rostro y pude ver a un hombre abriendo el parpado de mi ojo para luego conversar con alguien que estaba a su lado.

—Me parece que sufrió un ataque de nervios, hay que llevarla a un hospital —pronunció mientras me cargaba.

—Entonces vamos —dijo su acompañante.

Antes de irme pude apreciar que no había nada de lo que recordaba y que ella se localizaba en las escaleras del centro de la catedral con una enorme pero elegante sonrisa y arrojando unas cuantas palabras al viento.

—¿Qué es real?, ya no logras diferenciarlo ¿verdad?, no me aburras y contesta ¿si todo fue una ilusión o lo qué viste si pasó?

Continuará……………………………

 

Título: Mariposa negra
Número de palabras: 610
Segundo capítulo: Mariposa ilusionista

Notas de la autora: Bueno tengo mucho que agradecer a los lectores de está pequeña obra que estoy haciendo después de todo me encanta escribir sobre el género del misterio y el terror, ahora bien las dudas se irán resolviendo conforme al paso de la historia por lo que sean observadores al momento de leer porque coloco palabras u oraciones claves para resolver alguna que otra cosa, en fin ya no los detengo con mi pequeño discursillo espero les guste este capítulo.
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Narrado por Natasha:

Comencé a levantarme con los primeros rayos del sol que se filtraban tenuemente en mi ventana. Todo estaba tan tranquilo y no existía presencia alguna de mi desgraciada compañía, me levanté y abrí con sumo cuidado la puerta de madera por lo que empecé a caminar en el pasillo, me detuve y volteé mi mirada hacia la enorme ventana que estaba frente a mí.

—Bello ¿verdad? —pronunció una voz.

—¿Por qué no me dejas en paz? —cuestioné con mi mirada fija en el paisaje.

—Simple querida, sólo quiero que tú no te olvides de mí —respondió tranquilamente.

—Ahora que lo pienso nunca me has dicho tu nombre —mencioné nerviosa.

—Muy cierto está bien algunos me dicen demonio, otros me confunden con un ángel, sin embargo yo no me categorizo con ninguno; ahora bien todos me conocen con el nombre de Angélica —declaró riendo.

Angélica, aquella palabra resonaba en mi cabeza sin detenerse, nuevamente el hospital cambió de un lugar cálido a una mansión fría y aterradora. Giré sobre mi eje apreciando una pequeña biblioteca, me acerqué a un pequeño estante y localicé una carta la cual tomé; justo entonces un ruido me dejo aturdida y vi a un hombre con una mujer al parecer los dos discutían sin embargo esto no era lo más sorprendente más bien fue el hecho de que yo estaba en medio de ellos abrazando mis piernas.

—¡Todo es tu culpa, no se que demonios pensé al casarme contigo! —Exclamó el hombre apunto de abofetear a la señora.

—Ni siquiera se te ocurra levantarme una mano si quieres culpar a alguien pues ahí la tienes, como siempre es una niña que le teme a todo —expuso con enfado.

—Déjala en paz ya ha sufrido bastante como para que tú todavía la acuses de tus acciones —mencionó mientras se acercaba a mi yo pequeño.

—Lindo, al parecer este fragmento siempre se repite una y otra vez en nuestro mundo.

—¿Quiénes son ellos? —Curioseé inocentemente.

—Vaya que estás perdida, no pienso confesarte nada todavía así que confórmate con esta pequeña ilusión que te estoy presentado.

—No entiendo nada ¿qué sucede?, ¿por qué me elegiste a mí?, ¿quién soy yo en realidad? —pregunté llorando.

—Bueno puede que lo entienda o tal vez no; yo no te escogí, más bien nuestros destinos se cruzaron y sólo tú sabes quien eres.

Cuando dijo eso mis lágrimas se detuvieron y volví a el hospital, seguía sin comprender todos los hechos que estaban ocurriendo. Primero los cadáveres de una capilla acompañada de la ilusión de un bosque con una luna partida en cuatro y por último aquel momento donde dos personas discutían por algo que hicieron; nada tenía lógica para mí ya que nada concordaba.

Después de unos minutos me percaté de una pequeña iglesia afuera del hospital a lo que salí corriendo hacía ella y de un golpe abrí las puertas sólo para encontrarme con el retrato tirado de una niña en el suelo, me acerqué y vi que en la pequeña placa tenía el nombre de: Natasha de Licerfort.

—¡¿Qué es esto?! —Exclamé alterada.

 

Título: Mariposa Negra
Número de palabras: 644
Capítulo 3: Mariposa intrigada

Notas de la autora:
Agradezco los consejos, notas y demás comentarios que me han dado ciertamente me ayudan a mejorar aquellos detalles que aún me fallan, ahora responderé cada una de las actuales respuestas que he recibido:

Whisper: Gracias por leer mi pequeño escrito y que esté llene tus expectativas, hasta ahora todo es muy confuso pero bueno tomemos en cuenta que esté es el principio así que tardaré un tiempo para desenvolver todo esto, espero que sigas de cerca esto y que no te desilusione.

George Asai: como siempre te reitero mi agradecimiento por tus acertadas correcciones hacía mi escrito hermano, puede que ya tengas unas pequeñas o grandes teorías sobre lo que ocurre, pero por ahora se paciente y continuemos con el actual ritmo con el que llevo las cosas ya veras que responderé todo lo planteado.

Jess Cullen: comprendo que estés perdida, tal y como mencione anteriormente este es un misterio muy confuso no te preocupes que paso a paso se irá resolviendo y si tienes dudas puedes mandarme un MP para resolverlas.

Tubbie Fox:

Contenido oculto

Bueno lamento el incidente de tu comida con esa parte de la historia, me disculpo sinceramente. Ahora yendo a la parte de tu comentario lo de las escenas tienes razón trataré de hacerlos más largos o como en esté caso sólo hablaré de un escenario para que no sea muy cargado, ahora con la parte de el ataque de nervios, los hombre mencionan que al parecer le dio ese ataque más no lo afirmaron, es algo que explico aquí si aún no te convence puedo cambiarlo no hay ningún problema y en parte es mi culpa por no explicarlo en fin espero que sigas leyendo esto y que llene tus expectativas.

En general: cualquier duda que tengan pueden mandarmela por MP y con gusto responderé a ello si tengo errores me los hacen saber y no duden en que los corregiré, ya me explaye demasiado, los dejo leer.
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Narrado por Natasha:

Seguía perpleja por lo antes visto, es decir, aquella pintura mostraba a Angélica bajo el nombre de Natasha de Licerfort. A mi parecer era algo extraño que ella se llamara así aunque no sabría afirmarlo ya que ella me mencionó que su nombre es Angélica no Natasha. Seguía en mis pensamientos hasta que me percaté en interior de la iglesia, a pesar de ser un recinto sagrado poseía un cierto ambiente de soledad y desesperanza en lugar de otorgar calma.

—¿No todo es lo que parece? —Dijo apareciendo detrás de mí.

—Alguna razón en especial por lo qué haces mención de ello —respondí volteándome hacía ella.

—Sólo digo que no porque algo aparenta una cosa deba de ser así, por ejemplo: No todas las iglesias van a reflejar calma, no todas las mujeres nacen para ser madres, no todos los niños van a la escuela a estudiar, entre otras cosas —contestó con una pequeña sonrisa en su rostro.

—¿Por qué me dijiste que te llamabas Angélica si tu nombre es igual a el mío? —Cuestioné dejando mi posición anterior.

—Yo nunca afirme que mi nombre fuese Angélica, dije que algunos me llamaban así pero cierto mi nombre es el mismo que el tuyo no obstante y para no confundirnos seguirás diciéndome Angélica ¿te parece bien? —respondió mientras empezaba a dar vueltas por todo el lugar.

—De acuerdo, ¿entonces tú debes de saber algo sobre mi pasado, no es así? —Pregunté algo acompañada de unos pocos nervios.

—A lo mejor si y puede que no, lo único que te diré es que busques tu diario, en el puedes encontrar una que otra respuesta —pronunció para luego desaparecer.

—Espera —susurré con tristeza.

Me quede allí otros cinco minutos tratando de recordar el supuesto diario que yo tenía pero un pequeño ruido me saco de mis pensamientos de nuevo, en esta ocasión era mi estomago el que rugía por algo de comer a lo que me decidí a regresar al hospital y ver si podía obtener algo para ingerir. Caminaba con un paso lento y tranquilo el viento soplaba tenuemente sobre mi rostro, levanté mi mirada sólo para apreciar un cielo azul en conjunto con un sol que irradiaba una cálida luz.

—¡Ahí estás!, te hemos buscado por todas partes —exclamó una enfermera.

—Sólo quería tomar un poco de aire —contesté algo alterada.

—Nos tenías preocupados, aunque tu caso no fue tan grave ya que fue un simple desmayo pero lo extraño es que no despertabas —pronunció la enfermera exasperada.

—Antes de perder la conciencia pude escuchar a dos hombres, uno de ellos dijo que al parecer sufrí un ataque de nervios —mencioné mientras empezábamos a caminar hacia una de las puertas.

—Cuando te trajeron aquí uno de los dos dijo eso, pero cuando te tratamos notamos que ese no era el caso si hubiese sido así no estarías aquí afuera —dijo con tranquilidad.

—Ya veo, si no es mucha molestia podría preguntar donde es el comedor o si van a darme algo de comer —expuse avergonzada.

—Debido a eso nos dimos cuenta que escapaste, comerás algo y regresarás a tu habitación para observarte por un día más.

—Gracias —respondí sonriendo después de mucho tiempo.

Fue así que después de un rato llegamos al cuarto que se me había designado a lo que ella me entrego una bandeja con un pan tostado, una gelatina, un sándwich y un jugo de naranja, termine con gusto lo que me dieron y volví a recostarme, ya mañana comenzaría a averiguar la forma de encontrar el diario que mencionó Angélica.

 

Título: Mariposa Negra
Número de palabras: 973
Capítulo 4: Mariposa reflexiva

Notas de la autora: Después de mucho tiempo al fin me digno a escribir, mentira he tenido miles de cosas por hacer debido a ello no había traído ninguna actualización sin embargo hoy tuve tiempo para poder escribir así que espero les guste.

Narrado por la autora:

En los fríos pasillos del hospital podían apreciarse los tenues sonidos de la noche que acompañaban los pasos de una figura extraña de estatura alta. Lentamente se acercó a una habitación en la cual con sumo cuidado abrió la puerta ingresando en la habitación, para después colocarse frente a la cama de una joven completamente despistada de lo que la rodeaba, la observó por un rato y se movió junto a ella sólo para acariciar el rostro de la chica y dejar una carta junto a la almohada donde se recostaba la cabeza de la joven.

—No sé si esto me beneficie o me afecte, pero de lo que estoy seguro es que posiblemente descubras muchos aspectos que te ayuden a saber quién eres, o más bien, qué eres —susurró el misterioso personaje desapareciendo en las sombras.

Pasaron unas horas y finalmente apareció la luz del sol, la cual descubría a una chica acompañada de una enfermera que realizaba intentos fallidos para despertarla, al parecer lo único que resultó fue el hecho de que una compañera suya mencionara las siguientes palabras: "Traigo el desayuno." Eso provocó una tremenda reacción en Natasha ya que se despertó de forma abrupta.

—Vaya que es extraña ¿verdad? —Mencionó una de las enfermeras.

—Sí, pero en realidad me parece que es una devoradora de comida —respondió la otra con nerviosismo.

—Disculpen luego de esto ¿qué van a hacerme? —Cuestionó Natasha terminando de comer la gelatina que estaba en su bandeja.

—Nada sólo vas a cambiarte y te irás ya no es necesario mantenerte en observación —contestó la enfermera.

—Bueno entonces voy a tomar mis cosas, gracias —pronunció alegremente.

Las enfermeras abandonaron la habitación y Natasha comenzó a abandonar la lisa bata del hospital por un vestido blanco que le llegaba hasta la rodilla, se puso los zapatos y se disponía a salir del cuarto hasta que se percató de un trozo de papel que se encontraba junto a la almohada, lo tomó y buscó si tenía algún nombre; sin embargo no halló ningún dato que le sirviese para encontrar a el dueño de ese objeto así que lo dobló para luego guardarlo en un pequeño bolso que traía el vestido.

Finalmente dio las gracias por las atenciones y abandono el inmueble, caminó un tramo y pudo mirar a unos niños jugando con sus padres, por lo que eso le dio un pequeño sentimiento de ansiedad y tristeza, se detuvo por unos instantes y unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos.

—No entiendo porque lloras, al fin y al cabo ni siquiera conviviste mucho con ellos además recuerda que tu madre era una tirana contigo —comentó Angélica detrás de Natasha.

—Nunca vas a abandonar la maña de aparecer precisamente cuando estoy más desesperada —declaró Natasha con dificultad por su llanto.

—Puede que lo piense, pero es que es muy divertido ver tu cara cada vez que aparezco a molestarte —argumentó Angélica riendo.

—Sabes no sé porque no te comparas con un demonio si tienes la misma actitud que uno —mencionó Natasha dejando de llorar.

—Ahora que me lo recuerdas tienes razón ya había hecho hincapié en este detalle pero he de repetirlo una vez más, yo no soy un demonio pero tampoco un ángel y por obvias razones tampoco soy humano y aún así no pienso decirte que soy —dijo dándole una palmada en la cabeza de Natasha.

—Sí, eso ya me lo dijiste pero si no te catalogas entre uno de ellos entonces ¿qué te consideras? —Curioseó Natasha mientras retomaba su camino.

—Realmente no quiero identificarme con algo y mejor dejo que otros me comparen con lo que ellos crean, por ejemplo: los humanos siempre buscan parecerse a los antes mencionados siendo que nunca alcanzarán la perfección y defectos de ambos, hay hombres que por su bondad los equiparan a los santos, siendo que son unos simples mortales que obraron bien durante su vida; mientras que existen sujetos que causan heridas que dejan huellas en el mundo y por ello les dicen demonios, olvidando por completo que son personas con un corazón incomprendido —dijo Angélica con tranquilidad.

—De alguna manera lo comprendo y aún así eso es algo extraño a mí parecer —susurró Natasha apreciando lo que la rodeaba.

—¿Y bien no vas a leer la carta que te dejaron anoche? —Preguntó Angélica con una leve sonrisa en su rostro.

—¡Tú fuiste la que puso ese papel junto a la almohada! —Exclamó Natasha alterada.

—Si fueses detective ya te habrían dado una medalla por tu eficiencia, dime para que te dejaría una carta si puedo venir a hablar contigo Sherlock —respondió Angélica con sarcasmo.

—Eso es cierto —dijo Natasha derrotada.

Natasha bajó la mirada y se puso a pensar en alguien sospechoso que haya podido cometer el acto, pero por más que lo hizo no recordó a nadie que presentara algún indicio misterioso, por lo que comenzó a desesperarse tomando un mechón de su cabello para halarlo fuertemente como si con eso se castigara, a lo que Angélica sólo se burlaba de ella tal y como si estuviera viendo un acto muy gracioso; no obstante cuando Natasha se percató de la risa de su acompañante dejó sus acciones y regresó a una postura sería y tranquila.

—Verdaderamente me causas mucho entretenimiento querida —comentó Angélica.

—Entonces tú debes de saber algo al respecto ya que te ríes de mí desmesuradamente —declaró Natasha enfadada.

—Digamos que hay alguien más involucrado en esto pero eso lo descubrirás en su momento —pronunció riendo.