La sonrisa de tu corazón.

Soy un hombre que narrará una historia, una historia de amor, con un final inesperado. Espero que sea de su agrado. En todo trato expresarme. :) Podrás ser mucho pero no sos todo, yo puedo ser poco pero estoy lejos de ser nada, y tú algún día necesitaras de lo poco para llegar a ser todo.
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Capitulo 1: El principio
Todo comienza con el ladrido de un perro una noche, el perro ladraba sin parar, mientras una adolecente de 15 años se encontraba acostada en su cama, soñaba un sueño fantástico.
El perro terminó por interrumpir los fantásticos pensamientos que incondicionalmente pasaba por la cabeza de la chica.
—¿Qué le pasa a ese perro?— pensaba
—¿Por qué ladra tanto? Mejor veo que le sucede—
Ella se asoma por la ventana de su habitación que estaba en el segundo piso, vio al perro cuyo nombre era Nick.
—¡Cállate Nick! —gritaba la jovén con fuerza
Nick no respondía, él perro salta con fuerza y con un fuerte golpe rompe la cadena que lo sujetaba.
La chica de ojos oscuros y cabellos rubios, asustada que su perro dañe a cualquier persona; pues ya tenía antecedentes violentos de ataque a desconocidos, baja rápidamente las escaleras y cuando sale lo último que llega a observa es el rabo blanco de Nick mientras doblaba la esquina de la cuadra.
La rubia de ojos oscuros con su piyama persigue a su can, cuando llega a observarlo nuevamente lo ve cerca de un chico con una misteriosa capa negra, su cabello negro encostado a un lado de su rostro. Ella percibía un aire sombrío, parecía de una angustia extrema, pero, a que se debía eso, se preguntaba ella misma. Lo siguiente que pensó fue que el sujeto misterioso acabaría por hacerle daño.
La joven va acercándose paso a paso, luego de haber corrido tras el animal, su pulso estaba acelerado y aún más con cada paso que procedía hacer hacia el extraño, el temor que recibía era tanto que quería salir corriendo de allí ¿ pero cómo sería posible eso? ¿le dejaría a su preciado Nick a manos de aquel sombrío desconocido? No, eso no era posible, su corazón no soportaría el abandono de su mejor amigo, también había algo que no encajaba, Nick estaba sentado al costado del extraño, cualquiera que no los conociera podrían decir que el sujeto era el dueño del pitbull blanco.
Se acercaba y el rostro del ser oscuro se iluminaba hasta que estaba a un metro de aquella persona, lo miró a los ojos y observó un profundo vacio en sus globos oculares, y…

 

Hola, va la segunda parte, espero les guste y comenten, acepto todo tipo de comentarios en especial los constructivos.
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Y entonces pensó dentro de sí –Ya he visto esos ojos en otro lado, pero no me acuerdo en donde—lo que ella ignoraba era que esa mirada de un vacio profundo lo poseía ella misma y era cierto, ya lo había visto en otro lugar, era en el espejo al mirarse detenidamente justo después de levantarse todas las mañanas.
Se acerca al extraño y le dice…
– Hola, ese cachorro de pitbull es mío, gracias por atajármelo—agradeció con una voz tímida.
— Ya lo sé—respondió el sujeto
— ¿Cómo te llamas? – preguntó la ojos oscuros con una tono dominante ya que el extraño respondió fríamente
—Me llamo Michael, pero me dicen Mich —el trigueño respondió
—Ahh … pues tienes un bonito nombre— respondió la rubia
— Gracias—respondió con el mismo tono que al principio
— ¿Sabes? Tienes algo muy familiar, ¿no te conozco de alguna parte?—ella pregunta porque quería saber que era eso incómodamente familiar que veía en él
—No lo creo—contesta cortantemente mirándola, ya que en toda la conversación él estaba mirando al vacio, cuando chocan sus miradas, por fin se da cuenta de donde lo veía tan familiar
– Si, esos ojos, esos mismos ojos los he visto y son, son iguales que los míos—dice ella para sus adentros. Se queda perpleja con los ojos muy abiertos manifestando asombro y él, la miraba con una expresión; como si le faltase el alma, con sus ojos vacios y la ausencia de su presencia aunque físicamente estaba allí.
Cuando ese momento incomodo terminó la joven en piyamas le pregunta
— ¿Me devuelves mi perro? –pidió la chica
—Anda llévatelo, apareció de la nada, creía que me atacaría, pero cuando se acerco a mi lo suficiente como para morderme se lanzo y me lamio la cara—responde él dejando de mirarla fijamente para luego mirar nuevamente al vacio

 

Cuando él hizo eso, ella comprendió que a él le sucedía algo. Como ella era una jovencita curiosa se preguntó así misma —Le preguntaré que le sucede— justo cuando inhalaba el aire para poder pronunciar tales palabras, Michael se levanta sin mirarla, extendiendo la mano señalando al perro y diciendo:
—Aquí tienes a tu pero, aunque era tu perro quien me tenía a mí ante sus incesantes lengüetazos— lo dijo con un volumen de voz tan bajo pero se comprendía cada una de esas palabras.
Ella recibió a su cachorro acompañado de una tranquilidad por tenerlo segura consigo otra vez. El chico volteo y con cada paso que daba se alejaba más de Nikk y de su joven dueña, luego de unos metros se perdió en la oscura noche de aquél jueves.
Sin más que hacer en ese peligroso lugar y tan sola, tomo al perro para dirigirse a su casa, mas el animal se resistió y ella comenzó a jalarlo
—Vámonos Nikk— estirando con fuerza el collar de cuero que poseía el perro, no obstante se resistió unos minutos hasta que al final cedió.
Llegó a su hogar, justo cuando abrió el portón de su casa, voltea para observar que nadie estuviera detrás de ella, no vio a nadie, entró y cerró el portón de su entrada y cuando estaba por codificarlo con la cerradura, avistó una sombra que desde lejos la estaba vigilando.
Sintió un miedo porque se encontraba sin nadie más que con su perro, de tan sospechoso que se veía la sombra caminó con Nikk y entró a su casa, cuando iba a cerrar la puerta vio que la sombra estaba más cerca de lo que había notado afuera. Lucero ya se encontraba dentro de su segura casa, ubicó a Nikk en su la cama que poseía dentro del hogar y luego subió a su cuarto echándose a su cama también a recobrar el sueño.

Despertándose ella con los cálidos rallos que el sol ponía en su bello y joven rostro en lo primero que pensó fue, que si todo lo que había ocurrido anoche había sido un sueño raro o realmente paso. Fue sólo por unos momentos que se quedó contemplando el vacío para luego levantarse y olvidarse totalmente de lo ocurrido.
Se encontraba cepillándose el cabello y enjuagándose la boca cuando de repente escucha una voz gruesa y firme que la llama; era su padre Julio, — ¡Lucero baja en este instante!—él era el típico Papá que ha de esperarse cuando tu esposa te abandona con otro hombre, dejándote la enorme responsabilidad y tarea de ser madre y padre al mismo tiempo.
— Ya bajo, espera que me arreglo todo—
Ella sabía que a pesar de que Julio le daba órdenes en un tono de voz poco amigable, él sólo quería hacerse ver como una persona fría y que nadie podía herirlo, lo que no sabía era que Lucero lograba ver atreves de toda esa capa fría supercialista pero ¿qué observaba? Digamos que en la mayor parte del tiempo se veía esa pequeña pero al mismo tiempo la gran herida que había dejado su Madre ya hace algún tiempo y que nunca tuvo la oportunidad de sanar completamente. Comprendiendo esa situación ella prefería aguantar todo el mal trato verbal que recibía de su Papá como forma de respeto por haberla criado el solo y sabiendo la herida que poseía.
Bajó las escaleras con el rostro mirando el suelo dando la impresión de que estaba triste o algo así, mas lo que hacía era pensar cómo haría para llegar al colegio sin dinero para el autobús lo cual no le faltaría si el día anterior no lo hubiese perdido todo en una apuesta con su compañera de curso. Entonces llega a la cocina y lo primero que hace su Papá es preguntarle por qué se encontraba tiste, ella asintiendo rápido la cabeza y mirándolo le dijo
— Nada, nada PaAa— volviendo a bajar el rostro
Él con un aire desconfiado le vuelve a preguntar
— ¡Dime que te sucede!— habla con una voz gruesa y dominante
— Es que perdí todo mi dinero para el autobús— responde rápidamente
— ¿Cómo vas a perder todo el dinero que te di por adelantado? —En un tono de regaño
— Y, y…— tartamudeando
— ¡Ahora te iras a pie! Para que aprendas— fue lo que dijo Julio con su cara roja y con las venas del cuello claramente visibles.
— Emn... bueno— responde Lucero volteándose y dirigiéndose para preparar el desayuno para ambos.
En lo que ella estaba cocinando se dice ella misma en voz baja — merezco que me regañe de esa forma, quizás así logre aprender a administrar mejor mi dinero— en realidad se merecía que él la regañe de esa forma pues cómo ella habría de perder todo el dinero que él le dio para el transporte escolar, en sí decidió que ese día iría caminando al colegio por el camino más largo que era por el centro. Cuando acabo de pensar y decidiendo eso su Padre la llama y le dice:
— Hija, aquí tienes para tu transporte, cuídate y no lo vuelvas a perder— hablo con un tono suave y gentil, lo que no se espera siempre de un hombre como el.
Recogiendo en silencio el dinero que su Papá le pasaba con tanto cariño, eran cinco mil guaraníes, lo mete al bolsillo y ambos quedan en silencio, no le sorprendió mucho la actitud que tomo Julio, pues ya lo había hecho en otras ocasiones, la joven se voltea rápidamente para ver su desayuno que se encontraba en la sartén cocinándose en lo que se podía escuchar era el sonido del huevo casero que ella preparaba cociéndose, va a el rápidamente a voltearlo para que no se queme, lo sacó y rápidamente lo sirvió a su Padre para que el pudiera marcharse a su trabajo. En apuros Julio termina su desayudo porque ya eran la 7:45 am y se le hacía tarde, termina su comida, agarra su saco y se despide de Lucero.
— Chau— le dice en un tono cortante.
Ella sabía que ese gesto de darle el dinero extra para el transporte era porque Julio sentía lo que le paso y también de como le había respondido en la cocina. Sonriente Lucero que aún se encontraba cocinando pero esta vez para ella, se sirve un par de huevos revueltos y se sienta a pensar de que su Papá la quería mucho sólo que no sabía como demostrarlo de una forma cariñosa pero aun incondicionalmente siempre encontraba la forma de poner en el camino correcto a su hija ya sea reprendiéndola o de alguna otra manera.
Lucero ve que hora es, se había demorado 10 minutos en consumir sus 2 huevos revueltos y sólo le quedaban cinco minutos para que sea la hora de entrada del colegio, presurosa se dirige corriendo a la parada de buses
— Corre Lucero— se dirige a ella misma mientras trotaba acelerando cada vez más para poder llegar a tiempo a la parada
Justo al doblar la cuadra, observando ya la parada y frente a ella un ómnibus que estando a 15 metros de el empieza a acelerar, al parecer también al chofer se le hacía tarde en sus recorridas diarias. La joven grita — ¡Alto!— en lo que al el chofer de autobús no escuchó nada y siguió apretando aquel acelerador que hacía irse cada vez más rápido al móvil. En eso empieza ella a correr tras el mismo con la mínima esperanza de que el conductor pueda ver a aquella niña corriendo a la par de su transporte.
Lucero tan agitada y exhausta ya estaba a punto de rendirse cuando observa que su persecución terminaría al notar que el bus estaba bajando la velocidad.
— ¡Gracias a Dios!— exclamó con mucho alivio.
El ómnibus se detiene completamente y ella tiene la oportunidad de subirse en el, y cuando lo hace mira fijamente al conductor y le dice:
— Gracias por haberme escuchado—
— ¿Escuchado? ¿qué cosa niña?— responde el conducto afirmando con su pregunta no haber oído nada
— Estuve gritándole desde la parada— afirmó más seria
— Pues yo no escuche nada, agradécele a tu amigo, el de la capucha negra— volviendo la mirada a la carretera para conducir
En eso ella miro a los demás pasajeros y se pregunta en su interior — ¿qué amigo? Si no tengo ninguno en este barrio ni tampoco que utilice este transporte— Tampoco no observo a ningún muchacho con una capucha negra que se encontrase en el transporte
— ¿Será qué se bajó al subirme?— susurró para ella misma mientras caminaba por el angosto pasillo buscando un asiento libre.