Dama Negra (Inu & Kag)

Hola a todas, algunas conocerán este fic, otras no. Es un fic que dejé un tanto olvidado y que estaba en el otro foro y, por falta de ideas, abandoné.
Ahora, habiendo recuperado mis ideas, vuelvo con el fic.
Pondré los capitulos hasta donde lo dejé dia a dia, dependiendo de los lectores y de como vayan los nuevos capítulos, no quiero que pase lo mismo otra vez.
Los capítulos están tal cual los dejé ¿ok?

Aquí dejo el Prólogo y primer capítulo.


Todos los que me conocen me llaman Dama Negra, hace tanto tiempo que sufro esta maldición que no recuerdo mi verdadero nombre. Soy inmortal, yo y todos los que viven conmigo en este castillo,es decir Sango, Miroku y Shippo, yo no siento nada por ellos puesto que mi corazón no és capaz de albergar amor por nadie, salvo el odio. Puedo controlar el fuego, hago lo que me plazca con el. Tengo 456 años de vida, aunque no recuerdo con cuantos me quedé cuando empezó la maldición, solo recuerdo a un ser desgraciado llamado Naraku. Sango y Miroku buscan cada día medios de librarnos de esta maldición, puesto que ellos la comparten conmigo, Miroku controla el aire y Sango la tierra, así como Shippo controla el agua. Son las únicas personas en las que puedo confiar y sé que nunca me traicionarían. ¿Realmente se puede romper mi maldición? ¿O és un simple sueño insensato?

Capitulo 1
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Me encontraba en mi habitación mirando como en mi mano el fuego aumentaba y disminuía, obra mía. Desde hace tiempo -456 años para ser exactos- vivo encerrada en este lúgubre castillo al que considero ya mi hogar. No estoy sola pues viven conmigo Sango, Miroku y Shippo, no és que hablemos mucho puesto que Shippo y yo nos pasamos el día en nuestra habitación y Sango y Miroku se pasan todo el tiempo en la biblioteca buscando una solución a nuestro problema -si se le puede llamar problema a estar convertidos en unos seres inmortales y con poderes sobrenaturales, parece muy bonito, pero no lo és- pero yo dudo que la encuentren algún día. Aunque yo no siento nada por lo que no puedo sentir esperanza, como sienten ellos -no tienen toda la maldición, sus corazones albergan sentimientos, a diferencia del mio-. Cierro mi mano en un puño causando que el fuego se apague, me gusta sentir el poder del fuego en mi mano, me siento poderosa. Me levanto de la ventana y me dirijo a mi armario, hoy iva a dar una vuelta por el castillo, esto me abruma. Estuve viendo los vestidos hasta que encontré uno que me convenció. Era blanco, las mangas eran hasta los codos, donde habían dos brazaletes dorados con rubís incrustados, después caía un velo hasta casi el suelo que cubría también el resto del brazo. Era ajustado hasta la cintura y tenía un escote un poco pronunciado pero no demasiado provocativo. En la cintura habiá un cinturón de oro, similar a los brazaletes, debajo del cinturón el resto de la falda, que llegaba a los tobillos -como todos los vestidos de esta época- caía suelta.
Me puse un conjunto de anillo, gargantilla, pulsera y pendientes que hacía juego con el vestido, de oro y con rubís.
No me emocioné por el resultado, pero no me desagradó. Me dirigí hacia la puerta y antes de abrir me lo pensé un poco.
Lo primero que vi al salir fueron las numerosas armaduras plateadas puestas por todo el pasillo. Me fijé que las antorchas no estaban encendidas , por lo que el pasillo estaba muy oscuro.

Alcé la palma de mi mano abierta y la centre en una antorcha, sin tener que concentrarme, con solo pensarlo, de mi mano salió fuego que prendió la antorcha. Así hice con todas hasta que el pasillo estaba todo iluminado. Pensé buscar a Sango para que me acompañara, no es que me sintiese sola ni nada parecido, si no que me tenía que ayudar con las bolsas de la compra, pues de repente me había venido el deseo de hacer esa cosa tan propia de humanos y que yo antes posiblemente hacía. No sentí nostalgia pero sí odio, mucho odio hacia el maldito desgraciado que me haya impuesto la maldición. Para calmarme me dirigí hacia la biblioteca donde seguramente estaría Sango.

Al llegar, abrí sin llamar sorprendiendo a Miroku y Sango que estaban leyendo muy concentrados un libro muy gordo que yo ni sabía que teníamos. Se levantaron al instante nada más verme.

—Sango—La llamé con una voz carente de sentimientos y fría -como siempre, al igual que mis ojos que estaban transparentes cuando estaba normal y rojos cuando me enfadaba-,—Vamos al mercado ¡Ahora!

—Si, Dama— Ellos me llamaban así por confianza, pero los demás me llamaban Dama Negra, o si no que se preparasen—Enseguida, voy a cambiarme.

Salí de la biblioteca sin mirar a Miroku, pero sé perfectamente que él me seguía con la mirada.
A los pocos instantes bajó Sango con un vestido lila muy sencillo, típico de campesina.

Fuimos al mercado, que estaba abarrotado de gente, supongo que algo normal. Todos me miraban asombrados, puesto que mi vestido era algo que no se veía por ahí. Me daba igual lo que hiciesen o pensasen, a mí todo me daba igual. Parecíamos una criada y su señora. Sango andaba con la cabeza gacha y toda roja por las miradas. Yo no estaba ni alterada ni mucho menos sonrojada.

Llegamos al puesto de leche, había un hombre muy mayor que parecía que su negocio le importara bien poco. Hablaría yo puesto que Sango no parecía preparada para eso, dado su estado.

—Póngame 7 botellas de leche—Ni me molesté en decir por favor, al fin y al cabo la que pagaba era yo, no él. El hombre se sorprendió por mi frío tono. Se giró y metió la cabeza por la trastienta -una caseta desmontable-

—¡Mocoso! 7 botellas de leche ¡Ya!—Al parecer no era la única exigente por aquí...

Pero no salió el niño que me esperaba, si no un joven que tendría unos 18 o 19 años, debía reconocer que era muy guapo, aunque tenía rasgos extraños: su pelo era plateado y largo y tenía unos hermosos ojos dorados. No puse expresión sorprendida, puesto que no lo estaba. Él joven -puesto que no sabía su nombre- trajo las 7 botellas y las puso en el mostrador -una simple tabla de madera sujetada por barriles-, le tendí el dinero a él puesto que el señor se había metido dentro de la tienda. Sango estaba comprando verduras, ya la alcanzaría. Él cogió el dinero que le tendía y alzó la mirada por primera vez hacía la mía, noté que sus ojos se agrandaban y su boca se entreabría, tan asombrado estaba que los billetes se calleron haciendo ondas hasta llegar al suelo. Yo seguí mirándolo sin inmutarme.

—El dinero se ha caído—Le avisé causando que saliera de su anterior estado.

El se agachó y recogió el dinero, pero no se fué. Se apoyó en la madera acercándose más a mí.

—¿Por qué tienes esa voz tan fría? ¿Te hicieron algo?—¿Cómo se atrevía? Mi cara por primera vez mostró cambios, mis ojos tomaron un color rojizo, pero sin llegar al rojo, el no notó eso.

—Creo que eso a tí no te importa—Me estaba sacando de quicio y eso que nunca me había pasado.

—Creo que solo yo sé si eso me importa—Me contestó él con una sonrisa burlona en la cara, que yo estaba empezando a querer quitar

—Creo que solo yo te puedo decir lo que quieres oir—Terminé la discusión y me alejé, aunque noté que el me seguía mirando.

Encontré a Sango sentada en un banco moviendo desesperada la cabeza a todos lados hasta que me captó de pie mirándola neutramente.
Volvimos a casa y sin decir más me dirigí a mi habitación. Me desvestí y me coloqué mi típico camisón negro, propio de mi nombre.
Era realmente hermoso, con encajes en el cuello y bordes y en la zona del corazón llebava un corazón rojo sangrando con una flecha atravesándolo. Una bonita imagen.
De repente llamaron a las puertas del castillo ¿Quién sería a estas horas?

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Pd: Espero que vuelva a gustar tanto como antes.

Xao

 

Hola de nuevo, chicas.
Me alegro muchísimo de teneros de vuelta por mi fic :D
Como dije, aquí traigo el segundo capítulo, aunque algunas ya se lo sabrán.
Para las que se lo sepan lo vuelvel a leer para recordar y a las nuevas -bienvenidas, si las hay xD-, pues eso, un nuevo capitulo.
Aquí va.

Capitulo 2
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Como nadie contestaba, me puse una bata negra y bajé yo misma a abrir la puerta. Bajé las amplias escaleras principales, llegué a la enorme puerta, descorrí el cerrojo-dos argollas que mantenían cerrada la puerta metiendo una tabla de madera, pasando por las dos-y abrí la puerta. Reflejando una pizca de sorpresame encontré al joven del puesto del lechero, parecía agotado, supongo que debería estarlo puesto que el camino del pueblo hasta mi castillo era bastante escarpado. Esperé mientras él recuperaba la respiración.

—¿Y bien? ¿Qué haces tú aquí?—Le pregunté, exigente, él pareció sorprendido y hasta un podo ofendido, dado mi tono de voz—¿No sabes las horas que son?

—Tranquilita ¿eh? deberías agradecermelo, te traje la leche, te marchaste tan rápido que se te olvidó—Admitó que me sorprendió bastante su acción, no me lo esperaba— ¿Me dejas pasar o te la dejo aquí?

—Claro, pasa...—Me hice a un lado, permitiéndole el paso, él pasó por mi lado y entró, pero se quedó parado de repente ¿Ahora qué le pasaba?—¿Qué?¿Por qué te paras?

—¿Vi...vives aquí?—Ah, ya entiendo...le sorprendió el castillo.Normal, él no debería vivir entre muchos lujos.

—Sí, desde siempre—Eso no era del todo verdad. No és desde siempre, sino desde que empezó mi maldición -456 años para ser exactos-, claro no se lo diría.

—Ah...vaya...bueno...¿Donde la pongo?—No le contesté, le hice una seña con la mano y empecé a andar. Noté que me seguía.

Atravesamos un pasillo hasta llegar a la cocina. Era grande, tenía una alacena, donde se guardaban todas las comidas e ingredientes, una mesa de madera con 4 sillas alrededor-también de madera- y un fuego. Nada del otro mundo, lo único que la hacía especial era el tamaño y la calidad de la mesa y sillas.

—Déjalas en la alacena—Él así lo hizo, dirigiéndose a la alacena, dejando las 7 botellas de leche.—Bien...¿Cuanto te debo?

—¿Como dices?...No me debes nada—Quería recompensarle por la molestia que se había tomado, no encontré otra manera mejor que con dinero-le resultaria muy útil-.

—Claro que te debo, te tomaste muchas molestias y si que t...

—Dije que no me debes nada, así que no me pagues, no quiero el dinero...—Me interrumpió causando irritación, que se esfumó pronto al oír que no quería mi dinero.

—¿Por qué?—En verdad me interesaba, nadie me nagaba dinero cuando me hacían favores y yo les recompensaba así-normalmente las pueblerinas, me hacian recados, como ir de compras-.

—Porque no íria para mí...todo el dinero que gano se lo lleva mi jefe...—Sonaba bastante dolido, como un niño, me dió un poco de pena-me estaba empezando a extrañar, este chico causaba reacciones en mi, sacaba sentimientos, luego consultaría la perla y los libros, aunque seguramente tendría que pedirles ayuda a Miroku y Sango-.

—Bueno pues si no quieres que te pague, pues no te pago ¿Algo más?—Pasó de una cara melancólica a una irritada.

—No, nada más señorita "perfecta"—Pero bueno...Este crío se estaba pasando de listo...no sabe con quien se mete...

—Un moment...

—Nada de momentos, tu eres la que desde un principio va con una indiferencia y una frialdad que no...gusta...—A ver, dejemos las cosas claras...¿Quién tiene poderes sobrenaturales aquí?Yo ¿Quién tiene más años? Yo ¿Quién tiene más dinero? Yo ¿Quién vive en un castillo? Yo. Obvio soy mejor que él, debería dejar de alzarme el tono.

—A mí tu no me alces la voz ¿Te ha quedado claro?—No recibí la reacción esperada, en vez de asustarse se enfadó más. Pues si sigue así quien se va a enfadar soy yo y no le gustará verme enfadada.

—¿Quién te crees que eres para ir tratando así a los demás?—¿Comoo? Uy...paciencia...paciencia.

—Te aseguro que no te gustará conocerme.¿Porqué hablas en general?—¿Acaso se habla de mí o qué?

—Ya te conozco, todos te conocen. Te haces llamar Dama Negra, nadie sabe tu edad ni tu verdadero nombre, eres fría y no tienes sentimientos, muy rica y que vive en el mejor castillo de la región. Algunos murmuran que tienes "juventud eterna", que estás tan hermosa como siempre.—De lujo...parece que me haya colocado espías de tantos datos que tiene de mí, que pueblo más chismoso.

—¿Quién murmura que tengo juventud eterna? Dímelo.—Tenía que descubrirlo y conseguir que no hablasen...nada más. Al parecer tengo que ir con más cuidado, la gente és muy perspicaz.

—Los ancianos del pueblo ¿Porqué?—Bien, será facil hacerles dormir-para siempre-, y así cerraran la boca.

—¿Quién más lo sabe?—No me apetecería exterminar a mucha gente, sería muy llamativo.

—Unos pocos, los ancianos y...yo—bien, poca gente, ahora me deshago de este y voy a por ellos.

—Bien, genial, ya puedes irte.—Cuanto antes se vaya, antes acabaré.

—Eh...bien, adiós—que raro...no se puso a chillar.

—Adios—Me quedo mirando como baja la cuesta y me preparo para cumplir mi "misión”

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Soy dada a capítulos cortos y seguiré con este tamaño de cap, pero los que me salieron extremadamente cortos, los juntaré.

Kag love Inu : Bienvenida de nuevo. Lo leíste en Cemzoo, la web anterior.
Lo sé, es más yo soy de las que leen y no comentan xD, aunque te sube los ánimos ver los comentarios- lo entiendo porque yo lo hago- lo que pasa esque las vistas no me fío porque pueden entrar y no leer y prefiero comens xD
Me alegro de que te guste mi fic, la trama con la idea que tengo en la cabeza va dar un giro, aunque no de 160º xD, solo un poco de sorpresa.
Lo siento mucho por dejarte en ascuas, de verdad, pero como ya dije, no sabía que poner :(. Espero que me sigas la historia. Si quieres te puedo avisar de cada cap, no me molesta.

Zhiinygami : Bueno, amiga, aquí estamos de nuevo xD.
Realmente no esperaba que mi fic te haya causado tanta emoción xD - espero no estar hablando de manera egocentrica-
El fic que estaba en Cz lo he cerrado, más que nada porque voy a continuarlo aquí.
Tienes razón, Inu es realmente único, como tú dices, és muy el, indescriptible.
Me sorprende que te acuerdes, yo casi ni lo hacía y eso que es mi fic xD, aunque siempre tenía en mente continuarlo,hasta ahora.
La duda no te dudará mucho, la republicación de capis tardará poco porque pienso juntar los que sean cortos.
Espero verte por aquí y si quieres, como dije antes, te puedo mandar aviso de publicado.
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Xao, chicas. :cool:

 

Bueno, aquí me teneís de nuevo.
Esta vez traigo 2 caps, aunque no os acostumbreis porque cuando acabe con estos los nuevos vendrán una vez por semana y si veo que voy bien de tiempo, 2 veces. Bueno, ya veremos. Os dejo los caps (con estos faltan 3, que publicaré mañana y pasado y empiezo con los nuevos).

Capitulo 3
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Después de verlo ya muy lejos, me dirigí presurosa a mi a habitación, me dirigí a mi armario para seleccionar que ropa llevaría, aunque tampoco és que me importase mucho como quedar, simplemente para matar tiempo hasta que se hiciese de noche-parte de mi maldición és mi amor por la noche, donde mi deseo por ver correr sangre se hace más fuerte, aunque tengo suficiente experiencia para controlarlo como quiero-después de meditar con la mirada perdida, decidí ponerme un vestido celeste que llegaba a los tobillos , de manga hasta las muñecas y escote de barco-ropa típica de campesina-, cerré el armario y me dirigí al tocador y me hice una coleta alta. Me dirigí a la puerta.
Al salir me paré en medio del pasillo, sin decidir si contarselo a Miroku y Sango o no. Mejor que sí, ellos saben mejor del tema.
Al llegar a la biblioteca, como de costumbre, entré sin llamar. Ellos me miraron sorprendidos de mi cambio de ropa.

—Tengo que deciros algo.—Caminé hasta su mesa y me senté en la silla libre.

—¿Qué pasa?—Me preguntó Miroku.

—¿Sango, te acuerdas del puesto de leche?—Ella asintió—¿Vistes al chico?—Ella negó, Miroku estaba confundido—Bueno, pues a parte del viejo gordo que atendía la tienda había un joven que tendría unos 17 o 18 años, tenía los ojos dorados y el pelo plateado, muy extraño ¿no creeis?, bueno pues resulta que como me puso de malhumor me fui sin coger la leche y hoy me viene con las 7 botellas de leche, estuvimos hablando hasta que me dijo que los ancianos del pueblo se dan cuenta que no envejezco, por lo que decidí exterminarlos. A ellos y al chico del que os he hablado. És la única solución.

—¿Estás segura de matar al muchacho? Puede que sea de tu misma edad y te pueda ayudar con la maldición.—Suena interesante. Pero Sango se equivoca, és imposible.

—¿Y como podría ayudarme él a mí? Que yo sepa la maldición no se puede romper. Hasta probasteis romper la perla, pero se regeneró.—La perla es el símbolo de mi maldición, era de mi propiedad, de un rosa muy puro, ahora es negra como el carbón, mientras siga negra la maldición sigue su camino, si se vuelve rosa, la maldición llega a su fin.

—Era solo una suposición.—Después de las palabras de Sango se hizo el silencio. Miré la ventana, era de noche.

—Ya es la hora, debo ir.—Me levanté y sin esperar palabras salí por la puerta y me encaminé a la puerta principal, la entrada.

Al llegar a la entrada, abrí la pesada puerta y salí a la noche. Me quedé un momento mirando el sendero que bajaba al pueblo, meditando. No, tenía que acabar con los ancianos, o ellos acabarian conmigo por sus malditos chismes sobre mi eterna juventud-que eran verdad-. Sin pensarlo más, me dirigí al establo del castillo, encontré a mi caballo negro, poderoso y veloz, mi Titán.
Me acerque a él y lo acaricié. No me gustaba cabalgar con silla, así que le eché una manta, le puse las riendas y me subí de un salto.

—Vamos, Titán, vamos a saldar unas cuentas—Le di unas palmaditas en el cuello y agité las riendas. Al acto, Titán empezó a galopar.

A los pocos minutos llegamos al pueblo, donde hice a Titán caminar lento. Puse mis sentidos alerta para captar las casas de los ancianos.
Bajé del caballo y me quedé parada, captando sonidos. Después de unos momentos, me fijé que había respiraciones más pesadas y entrecortadas. Los encontré.
Seguí la pista y entré a una casa. Efectivamente, estaban un matrimonio de ancianos. Dirigí mi mano a mi cadera, pero al no notar mi espada, maldigo en voz baja mi descuido. Tendría que utilizar el fuego.
Me acerqué a la cama, miré al anciano con odio y puse una mano en la zona donde latía su corazón y la otra en la cabeza. Tuve un solo pensamiento y al instante, el anciano estaba muerto. La mujer seguía durmiendo, ahora viuda. Tendría que disfrazar la muerte del anciano. Pasé una mano por encima del cuerpo, sin tocarlo y los trozos que estaban carbonizados por mi fuego desaparecieron. Luego implanté un recuerdo en la mujer de que su marido padecía una enfermedad. Listo. Salí de la casa.
Me dirigí a las casas de los demás ancianos y hice exactamente lo mismo, con diferentes razones de muertes. Ya no me faltaba más gente. Cuando empezaba a dirigirme a mi caballo, me acorde del lechero. Me paré en seco, me faltaba él. Me dirigí enseguida al puesto de leche.

Entré en la trastienda y encontré al señor gordo durmiendo en una cama, pero del chico ni la sombra. Hice lo mismo que antes, captar sonidos. Al instante, capté otra respiración.
La seguí y me encontré -extrañamente- en una especie de cocina. Miré el suelo y me lo encontré durmiendo ahí. ¿Duerme en el suelo?. Bueno ya no dormirá más, yo me encargaré de eso. A paso lento me dirigí hasta él. Me agache y cuando iva a poner mi mano en la zona de su corazón, me la cogió y abrió los ojos. ¿Estaba despierto? ¿Como se enteró que estaba aquí´, si yo soy muy sigilosa? esas y más preguntas rondaban por mi mente, era la primera vez que me pasaba esto.

—¿Qué haces tú aquí?—Sus palabras interrumpieron mis pensamientos.

Capitulo 4
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Estaba muy concentrada en mis pensamientos por ser él la única persona que me ha descubierto cuando estoy de “caza” en mis 456 años de vida ¿Tendría razón Sango? ¿Él puede deshacer mi maldición? En ese caso no puedo matarlo, tengo que probar esta teoría Pero… ¿Cómo?
— He dicho que qué haces aquí— Ah, casi me olvidaba de que estaba arrodillada a su lado y él sujetándome la muñeca –pensaba que estaba en mi castillo-.

— Nada que te importe— Hago fuerza con mi mano para librarme de su agarre, pero hace más fuerza. Me quedo mirándolo.

— Por si no te has dado cuenta, estas en mi casa— Eso se cree el, ya tenía la solución a la pregunta ¿cómo?, lo llevaría al castillo.

— No será tu casa por mucho tiempo.— Su cara enfadada por mi intrusión en su casa pasa a una sorprendida.

— ¿Cómo dices?— De la sorpresa suelta mi mano, que yo retiro rápidamente.

— ¿No me has oído? Que esta no será tu…

— Ya, eso ya lo he oído no estoy sordo— Me están empezando a molestar sus interrupciones, pero en estos momentos no puedo preocuparme por eso, tengo que hacer algo más importante.
— Pues eso és de lo único que te vas a enterar— ¿Cómo me las apaño para que llevarlo al castillo? Tendré que dejarlo inconsciente, ponerlo en Titán y…qué más da, ya veré que hago, ahora tengo que hacer lo primero.

— ¡¿Me escuchas?! — Por favor, qué grito. Lo miro realmente enfadada, con los ojos rojos, creo que se ha percatado de mi enfado por que se ha quedado bien calladito.

—Ni te escucho, ni tengo intención de hacerlo, así que cállate.
Sin mirarlo siquiera, me levanto observando el alrededor buscando algo para golpearle…aunque ahora que lo pienso, podría hacer fuego y que se quemase su patética tenducha y hacer de alma caritativa trayéndolo al castillo. Aunque claro, si se niega habría problemas…claro que no habrá problemas, le invento una historia, se la meto en su cerebro y listo. Fácil. Manos a la obra.
— Y…dime… ¿Cómo te llamas? — Tenia que disimular así mientras hablaba con él, mi mano estaba apoyada en el horno, provocando que poco a poco aparezca el fuego.
— Inuyasha ¿Por qué?— ¿Ese era su nombre? Pero si Inu significa perro y Yasha demonio.
— ¿Te llamas DemonioPerro o PerroDemonio? — Sabía perfectamente que no era ninguno de esos dos, pero quería hacerlo enfadarse.

— No te pases del límite, ya suficiente hago con dejarte estar en mi casa— Qué tío más terco ¿Cuántas veces se lo tengo que decir?

—Ya te dije que… ¿No hueles a humo? — Obvio que esta escenita era parte de mi plan.

—Pues sí ¿Pero de donde? — Yo sé perfectamente de donde y porque viene-obvio no se lo iba a decir-.

Mientras observo como él mira alrededor buscando la causa del fuego, yo pienso en el fuego y al instante sale una llamarada detrás de mí.

—¡¡Ahh!! — Hago como que me sorprendo para despistarle y corro lejos.

—Vete fuera, yo intentaré apagarlo—Hago lo que dice y salgo de la casa, pero, en vez de irme me quedo de pie delante de la puerta esperando a que salga y seguir con el plan.

—Diez…nueve...ocho…siete…seis…cinco…cuatro…tres…dos…uno… ¡cero!— Descuento mentalmente y en cuanto pienso 0, veo como Inuyasha sale tosiendo de la casa.

— ¿Qué ha pasado? ¿Has podido apagarlo? — Realmente ni creo ni quiero que lo haya conseguido apagar.

—No, no he podido, el fuego se expandía cada vez más y era inútil intentarlo, creo que me he quedado sin casa. — Perfecto, lo conseguí. Aunque claro, era imposible que apagase un fuego hecho por mí.

—No te quedas sin casa, puedes venir a mi castillo— Él que estaba mirando melancólicamente su casa ahora en llamar, me miró muy sorprendido.

— ¿Hablas en serio? —Yo asentí—De acuerdo. —Qué espabilado.

—Pues vamos, sube al caballo o me voy sin ti—Al oírme se dirigió rápidamente a Titán y se subió torpemente.

Después de que se hubiese subido y puesto correctamente encima del caballo, yo hice lo mismo pero delante de Inuyasha.

Agité las riendas para que el caballo avanzara, recorrimos el sendero que dirige al castillo hasta que tuvimos a la vista los establos y me bajé del caballo.

— ¿Qué haces? —Parece que no ve que hemos llegado ya al castillo.

—Bajarme porque ya hemos llegado, así que hazlo tú también— Al parecer estaba muy conmocionado por su casa, porque me obedeció al momento. —Espérame aquí.

Lo dejé parado y cogiendo a Titán me dirigí al establo, lo puse en su cuadra, cogí el cepillo que estaba en una banqueta y lo cepillé. Cuando acabé de cepillarlo, le di unas palmaditas en el lomo y salí fuera, donde estaba Inuyasha.

—Vamos dentro— Sin esperarle, camine hasta la puerta, la abrí y entré.

— ¿Qué hace el aquí, Dama? —


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Bueno, aquí lo dejo hasta mañana.
Nos vemos. Espero que os haya gustado.

Kag love Inu: De acuerdo, a partir de ahora te avisaré de cada capi y también de este xD (supongo que lo has visto). Ya vi los Archivos y no sé, puede que lo haga. El cambio ese te falta mucho para que llegue xD, es para el final y estamos en el 4º cap xD. Espero verte en los próximos.

Xao:cool:

 

Hola,chicas traigo de nuevo la conti. Mañana acabamos definitivamente con estos y publico los nuevos.

Capitulo 5
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— Su casa ha sido destruida y lo he invitado a vivir aquí — Esas fueron mis palabras, pero con mi mirada Sango entendió que había algo más.
— Bien, pues entonces ven — Sango se metió dentro con Inuyasha mientras yo me acercaba a Miroku, que me miraba expectante.
— ¿Es él? — Me esperaba esa pregunta.
— Sí, es el chico del que os he hablado. — Miroku puso una cara que no supe diferenciar su significado.
— Entonces… ¿Tú provocaste el incendio? — Muy astuto, sí señor.
— Sí, no había otra manera. Quiero probar lo que me dijisteis. — Realmente no perdía nada con intentarlo.
— ¿Y si no es? — Esa pregunta tiene fácil solución.
— Me desharé de él, no sería más que un estorbo. — Realmente, si no me deshace mi maldición como dicen que puede ser que lo haga, lo matare.
— ¿Y cómo sabrás que puede romper la maldición? — ¿Me lo pregunta a mi? Si fue él el de la genial idea…
— ¿En qué os basasteis vosotros para decirme que podría romper mi maldición? — Le devolví la pregunta.
— Solo era una suposición puesto que como nos contaste, te hizo sacar emociones y eso es algo que hay que tener en cuenta ¿Dónde tienes la perla? — En lo de las emociones tiene razón, pero ¿Para qué quiere la perla?

— La tengo aquí, espera — El asintió y yo estiré de la cadena que hay en mi cuello hasta que la perla salió a la vista, me la saqué del cuello y se la di.

Miroku tomó cuidadosamente la perla entre sus manos puesto que si se cayese sería fatal para nosotros, ya que la maldición jamás se rompería. Tanto Miroku como yo nos acercamos lo más que pudimos a la perla. Todo seguía como siempre, tan negra como el carbón.
— ¡Mira esto! — El grito de Miroku me hizo acercar mi cara donde el señalada. No me lo podía creer, entre tanta oscuridad, había una pequeñísima porción de luz.

— Miroku, ¿Qué significa esto? — Últimamente todo lo que me sucede es extraño.
— Me parece que hemos elegido correctamente, podremos deshacernos de la maldición — ¿Seria eso verdad? ¿Por fin podría librarme de esta vida eterna a la que estoy condenada a vivir?

— Si es eso verdad… ¿Hay alguna manera de adelantar los acontecimientos? — Cuanto antes acabe esta pesadilla, mucho mejor.
— No creo, de momento limítate a llevarte bien con él y dejarte llevar por las emociones que sientas, Sango y yo investigaremos mientras. — Genial, ahora a hacerme amiguita del arrogante ese.

— Muy bien — Miroku debía haber notado mi tono desganado ya que me sonrió y me puso la mano en el hombro.

— Tranquila, esto acabara pronto. — Por primera vez, le devolví la sonrisa.

Me quedé parada en la puerta del castillo viendo como Miroku se metía dentro. Suspiré profundamente dándome ánimos y me metí dentro del castillo también.
Ahora tenía que buscar la habitación de Inuyasha para empezar a “llevarnos bien”, como esto no funcione, me cargo a Miroku.
Oí ruidos en una habitación que misteriosamente estaba justo enfrente de la mía y me dirigía allí. Sin preocuparme por llamar entré y me encontré a Inuyasha mirando por la ventana.
— Hola — Mi saluda hizo que se girara rápidamente a mirarme.
— Hola… ¿Qué haces aquí? — Sin contestar a su pregunta, me acerqué a él y miré por la ventana.
— Lamento lo de tu casa — Está claro que no lo lamentaba pero de todas formas era necesario.
— No fue culpa tuya pero de todas formas, gracias. — Si supiese…
— Bueno…solo espero que te sientas bien aquí y también quería preguntarte una cosa…— Nos quedamos mirándonos unos momentos y al ver que no me contestaba, me dirigí hacia la puerta para ir a mi habitación.

Cuándo estaba a punto de coger el picaporte noté como mi muñeca era sujetada impidiéndome moverme del sitio. Sin hacer ningún movimiento brusco para soltarme, me giré a mirarle.

— Lo siento por no contestarte es que estaba pensando en el incendio — Por un momento sentí lástima por él pero me reprendí a mi misma por sentir lástima de alguien al que yo puse en esa situación. — ¿Qué querías preguntarme?

— Nada importante… ¿Cuántos años tienes? — Tenía que saber si su edad se asemejaba a la mía antes de la maldición, sería un dato importante.
— Pues…19 ¿Por qué lo preguntas? — Se notaba a leguas que estaba sorprendido, pero eso en esos momentos daba igual, les tenía que preguntar a Miroku y Sango que edad tenía yo ya que ellos se acordarían de eso.
— Gracias por la información, si no te importa me voy a mi habitación — Sin darle tiempo a contestar, salí corriendo de la habitación y me dirigí a la biblioteca donde se pasan el día esos dos.

Como de costumbre, abrí de golpe las puertas y me acerqué a su mesa.
— Tengo que preguntaros algo ¿Qué edad tenía yo antes de esto? — No sé si entendieron o no el sentido de mi pregunta pero se pusieron los dos en pose pensativa intentando recordar.
— Ya lo recuerdo, tenías 18 — Sango me había dado la solución. Solo nos separaba un año.

Eso significaba que...

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blackrose18:

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¿Te refieres a que no me compensa subirlos todos de nuevo? Si es eso es porque al volver a Cz o en este caso FFL, ví mi tema anterior cerrado y vine aquí y, al buscar, no me salió mi fic ,entonces, pensé que era una tonteria pedir que me lo abriesen si todos vienen aquí y, cuando descubrí que mi fic si estaba y que lo podía reabrir, ya había creado este, así que aquí estoy :confused:​

Gracias por pasarte por mi fic. Es un honor tener por aquí a alguien del Team.​

Xao :cool:

 

Hola de nuevo, xicas.
Este es el último dia de contis seguidas, empiezan los nuevos. De momento actualizaré cada 3 días, si veo que voy muy justa, aplazaré (espero que no os moleste).

Este es un capi doble, el 6 y el 7 .


Capitulo 6
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Eso significaba que Inuyasha… Dejé a mi mente vagar en diferentes posibilidades y sus consecuencias, pero todas desembocaban a una cosa: Inuyasha tenía que irse. Ahora.
Con paso rápido y furioso me dirigí a la gran puerta de la enorme y abastecida biblioteca.

— Espera, ¿Adónde vas? ¿Qué pasa? — Normalmente, el grito de Sango, sin llamarme Dama y del modo que me lo ha dicho –como exigiéndome la contestación-, me habría irritado y le habría impuesto un pequeño castigo; Pero en estos momentos, estaba demasiado alterada como para pensar en eso.

— A encargarme de Inuyasha — Dicho y hecho, emprendí de nuevo el camino hacia la puerta, cada vez más cercana.

— ¡¿Pero por qué?! —El grito unísono de Miroku y Sango me detuvo de nuevo. A este paso tardaría horas.

— Yo antes tenía dieciocho años ¿cierto? —Asintieron — el ahora tiene diecinueve, y he llegado a la conclusión de que él puede ser el maldito que nos condenó a esta vida eterna.
Miroku y Sango estaban perplejos.

— Dama, eso es incoherente, tú tienes ahora 567 años, es imposible que te haya puesto él esta maldición, es demasiado joven. Además, piénsalo, nos la hizo Naraku, no Inuyasha. — Las palabras de Miroku detuvieron mis prisas por llegar a la habitación de Inuyasha. Realmente tenía razón, había sido demasiado precipitada.

—Tienes razón en eso, pero algo me hace pensar que no la tienes. Escuchad, puede perfectamente adquirir otro nombre, para despistar y puede perfectamente tener el una maldición o ser algún demonio con vida eterna. —Ellos escuchaban atentamente mis palabras — Y lo que más me hace pensar que el culpable es él, es el hecho de que cuando fui a matarle — Soltaron una exclamación ahogada, los ignoré — nadie me había escuchado ni sentido antes ¿verdad? —Asintieron— pues él lo hizo. Me escucho y me detuvo.

— Realmente es un punto que hay que investigar, aunque no lo debemos culpar sin razón. Déjalo en el castillo e investígalo a tu manera y averigua lo que…necesites. Ya me entiendes. — Lo que decía Sango parecía razonable.

Con un gesto solemne, asentí y me di cuenta que ellos soltaron aire aliviados. Yo medio enfurruñada todavía, salí de la biblioteca a paso rápido.

Al estar fuera ya, me dirigí a la puerta principal, necesitaba un respiro. Salí afuera, aspiré el aire y me quedé con los ojos cerrados relajándome. Después de pensarlo unos momentos, eché a andar hacia los establos.

Menuda sorpresa me llevé cuando vi a nuestro invitado acariciando a Colmillo, mi hermoso caballo blanco favorito, aparte de Titán que también es mi favorito.

— ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? — Tanto hombre como caballo se giraron a mirarme. Yo estaba de brazos cruzados y una ceja arqueada.

—Me aburría mucho en mi habitación y decidí visitar a los caballos. — Yo me acerqué a ellos –si se puede comparar como una persona al caballo, claro- y acaricié el hocico caballuno.

—No es algo muy normal visitar a los caballos — Yo hablaba sin mirarle, pero notaba como él si me miraba a mí.

— ¿Y por qué no? Siempre están solos — Esa frase por poco me arranca una sonrisa.

— Tienen a los demás caballos, no necesitan más — Dejé a Colmillo y me dirigí a mi querido y ansioso Titán.

Ante las miradas del equino y de Inuyasha, preparé el caballo para monta: la manta, la brida y la silla.
Cogí impulso y monté al negro caballo.

— ¿Sabes montar?— Me apetecía dar un paseo y a lo mejor podríamos ir juntos. Me enteraría de más cosas

—Si ¿Porqué? ¿Quieres que montemos juntos? —Asentí y el hizo lo mismo que yo para preparar al caballo. Yo casi me reí al ver su cara de sorpresa.

Espolee al caballo para que saliera afuera y así esperar a Inuyasha.
No tuve que esperar mucho porque enseguida salieron Inuyasha y Colmillo.

¿Vamos? — Yo asentí y espoleamos a los caballos, que galoparon colina abajo.

No sabía porque pero tenía unas ganas inmensas de reírme y guiada por la curiosidad, saqué la perla y la examiné.
Ahogué un grito, el diminuto resquicio de luz ahora era un punto del tamaño de una uña del dedo meñique, con un rosa tan brillante que me recordaba a mi perla como era antes.
Noté que Inuyasha me miraba y me guardé la perla rápidamente para evitar que la viera.

En cierto momento, yo dirigí a Titán hacia la izquierda, hacia el bosque e Inuyasha, que por un momento se detuvo desconcertado, lo hizo también.
Nos adentramos en la espesura del bosque. Inuyasha me seguía aunque yo sabía que estaba confundido por el cambio de camino, pero yo sabía a dónde iba y no me detuve.

— Ya estamos — Un tiempo después, estábamos los dos delante de un paisaje encantador.

Era una casa en un árbol que nadie conocía puesto que la construí yo y alguien más que no puedo recordar.

Encima del Árbol Sagrado, había una pequeña casita de madera, con cama y cocina, además de una estantería con libros. Un refugio perfecto.

Nos quedamos unos instantes en silencio, admirándolo.

— ¿Es tuya? — La pregunta de Inuyasha rompió el silencio. Lo miré.

— Si, lo construí cuando era pequeña. — No debí haber contestado eso…

— ¿Tu sola? ¿No te ayudó nadie? — Unas preguntas lógicas dado que es poco probable que una niña pequeña haga todo esto sola.

—No quiero hablar de eso — Con la cabeza gacha, por primera vez desde todos estos años, cogí las riendas de los dos caballos y con paso lento, los até en un árbol.

Me dirigí, con Inuyasha unos cuantos pasos detrás de mí, a la escalera de cuerda que trepaba hasta la casita encima del árbol.
Yo empecé a subir y cuando estaba arriba, Inuyasha empezó a subir. Cuando estábamos los dos arriba, abrimos la puerta revelando el interior.

Había una cama más grande que una individual pero sin llegar a ser una de matrimonio y unas sillas de madera rodeando a una mesa del mismo material situada en el centro de la estancia. La cabaña era iluminada por una lámpara de aceite situada en una mesilla, que estaba al lado de la cama. Enfrente de la ventana había un hornillo, donde cocinar. En una esquina había un armarito repleto de libros que de altura llegaba hasta la mitad de la pared.

Después de observar la cabaña con gesto nostálgico, entré y me senté en la cama e Inuyasha me imitó. Así pasaron unos minutos.

—Bonita cabaña— Sus palabras interrumpieron el cada vez más incómodo silencio.

—Gracias— En verdad no era solo mío el mérito, acababa de recordar quien me ayudo a construirla: mis padres. Ver el interior de la cabaña me ha vuelto a esos momentos.

Pasaron las horas y nos dedicábamos a hablar de temas sin importancia, averiguando cosas el uno del otro –yo excluí mi maldición- , le contaba las cosas que se me venían a la cabeza de mi infancia y él me contaba cosas de la suya.

— Pues yo cuando tenía 5 años, estaba persiguiendo una pelota y tropecé con un gato que pasaba por medio, cayéndome hacia atrás y justo había detrás un charco y me mojé entera. —Nos estuvimos riendo un poco y le tocaba a él turno de contar.

— Yo cuando tenía 7 años, corría sin más por el patio de mi casa y cuando mi madre me llamó, sin dejar de correr me giré y acabé chocando con una valla y cayendo en unos zarzales que habían en el otro lado. — Y otra vez empezamos a reírnos, no sé qué pasa en este sitio que es como si yo me purificase, por eso me muestro tal y como era antes de esta maldición. Tengo que consultarlo con Miroku y Sango

Dejamos de reírnos y nos miramos fijamente. Por primera vez me fijé en lo sumamente hermosos que eran sus ojos. Ese dorado era como el oro fundido y tenía pequeños puntos grises, pero eran muy pequeños y apenas se veían.
Tan concentrada estaba en sus ojos que no notaba que cada vez se acercaba más a mí hasta que sus labios tocaron los míos. Eso tuvo varias consecuencias: mi corazón que antes era un simple órgano que transmitía vida a mi cuerpo se aceleró tanto que incluso me dolían los golpes que daba en el pecho, mi cuerpo se tenso por completo y mis ojos estaban abiertos observando a Inuyasha, que los tenía cerrados y continuaba ahí esperando mi reacción.

Y la tuvo. Mis labios empezaron a moverse contra los suyos, ejerciendo más presión. Cerré los ojos y me dejé llevar por el único momento que tendríamos. Mis brazos se alzaron, enroscándose en su cuello, atrayéndolo hacia mí y sus brazos abrazaron mi cintura, haciendo que nuestros cuerpos estuviesen completamente pegados.

El beso dulce y tierno había pasado a ser un beso hambriento y apasionado en el cual cada vez habían más caricias de por medio.
De repente, alguien llamaba a la puerta de la cabaña y causó que nuestro beso se rompiera de golpe. Nos miramos rojos y avergonzados pero con los ojos brillantes.
Fui a abrir la puerta.

Capitulo 7
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Al abrirla me encontré a Shippo, que nos miraba inocente y yo le sonreí, ese renacuajo siempre había sido mi debilidad y de momento el único que ha logrado sacarme una sonrisa. Por detrás, oigo un gruñido de Inuyasha, yo lo ignoro pero Shippo pone una mueca confundida y lo mira, pero retira sus ojos rápidamente por la fuerza penetrante de la mirada dorada, ahora furiosa. Dentro de la cabaña me hubiera reido pero ahora, al parecer los efectos han desaparecido y vuelvo a ser la misma. Saco la perla de debajo de mi vestido y la miro, negra como el carbon pero en el centro tiene un haz de luz fijo y esperanzador que me hace pensar ¿Todo esto a que viene? ¿Porque de repente empiezo a sentir emociones? ¿ Inuyasha tiene algo que ver en esto o es otra cosa? Esas dudas me martillean en la cabeza y al parecer les gusta ese sitio porque las condenadas se niegan a salir y a hacerse de notar, cosa que consiguen.
— Kagome, ¿Vamos al castillo? Sango y Miroku me mandaron a llamarte — Eso espantó momentaneamente a las preguntas y esa frase quedó en primer plano. ¿Habían encontrado algo importante como para enviar a Shippo a buscarme?

— Si, Shippo, vamos inmediatamente — Bajo rápidamente la escalera que utilizada antes para subir a la cabaña y sin esperar a Shippo o a Inuyasha, me subí a Titan, que cabeceó impaciente por emprender la marcha y yo no se lo negué, lo espoleé y salimos a toda velocidad que los arboles se difuminaban y se distorsionaban.

Cuando llegamos al castillo, me apeé y corrí hacia el interior sin molestarme en meter a Titán en las cuadras, subí las escaleras atropelladamente hasta llegar a la enorme y muy preciada biblioteca, sin llamar -como de costumbre- abrí las enormes puertas y menuda escena la que me encontré.

Miroku y Sango, recostados en la mesa -Miroku encima- se besaban muy apasionadamente, Sango le abrazaba el cuello y el la cintura y sus bocas estaban tan pegadas que no se diferenciaban la una de la otra. ¿Para esto me llamaban? El enfado me inundó y lo vi todo rojo.

Avancé con pasos agigantados y para nada femeninos ni elegantes y me planté enfrente de ellos pero como si volaran las moscas, ellos seguían a lo suyo. Carraspée y entonces sí que saltaron sorprendidos, agitados y asustados y no mencionar avergonzados.
— Dama... yo...nosotros...es decir...no...— Yo interrumpí su inútil tartamudeo con un gesto de mi mano y alejandóme a la puerta me paré nada más tocar el pomo.
— Es vuestra vida, vosotros decidís que hacer con ella. Adiós. — Eso sería lo último que oirían de mí por el día de hoy. Y, orgullosamente alzada, me fui por donde había venido para dirigirme a mi habitación a descansar.
Cuando llegué al pasillo donde estaban las habitaciones me encontré con Inuyasha apoyado con los ojos cerrados y de brazos cruzados en la puerta de mi habitación. Extrañamente, esa visión me profujo un leve paro de la respiración, pero me recordé a mi misma que Inuyasha no era nadie para mi y solo lo queria para deshacer la maldición.

Ese pensamiento me dio la seguridad suficiente para avanzar hasta ponerme delante de el, que todavía no abría los ojos.
— Inuyasha, quita de ahí. Quiero entrar a mi habitación — Al oírme, abrió los ojos y me miró fijamente y yo, altiva se la devolví con creces. Eramos dos tontos mirándonos fijamente el uno al otro.
— No — Debería de estar sorda y no había oído bien.
— ¿Perdón? — Intenté ignorar su mirada socarrona.

— Que no me voy a apartar hasta que no me contestes algo — Genial, ahora el muchachito con exigencias, estaba levantando mi palma cuando su voz me sorprendio tanto que la mano me quedó colgando en vilo.
— ¿Porqué me has besado en la cabaña? — Mis ojos se abrioren como platos y me sentí -por primera vez- incapaz de reaccionar o decir algo coherente.

.....

Kag love Inu : Gracias por pasarte, amiga y, realmente, tengo errores :S. Esque los puse como los dejé y no miré los fallos... Estos son los últimos, que los disfrutes y espero que los nuevos te gusten. Te voy avisando. Por cierto, no te preocupes, no voy a continuar todo el fic cada día xD, solo era ahora porque estos ya los tenía escritos antes, pero eso tu ya lo sabes :D

inufandark : Bienvenida al fic, gracias por pasarte :D, Pues veras, la maldición ala que condenó Naraku a Kagome (y los demás), és a una vida eterna (parece bonito pero cuando sigas leyendo mi fic, verás que, por lo menos aquí, no lo és), los poderes que tienen, aunque en el fic no lo aclaro, son gracias a la perla, que és mágica y además és el signo de la maldición (tipo la rosa de la Bella y la Bestia xD). Espero que te haya gustado.

Xao:cool:

 

Bueno, hoy traigo el capítulo 8. Dentro de 3 días el siguiente. No és excesivamente largo, más bien corto pero, comprender, acabo de volver. Espero que os guste.

Capítulo 8
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La sorpresa inicial fue transformándose en una furia que bullía en mi interior y que al parecer el idiota no notó.

—¿Cómo te atreves a preguntarme eso? — Grité tratando de hacerle entender mi enfado. Inuyasha se amilanó un poco.

— Va..vale…¡Tampoco me tienes que chillar así ¿vale? Cualquiera diría que eres una desquiciada amargada!— Esto si era el límite. Nadie en toda mi vida se ha atrevido a insultarme, ni siquiera esos dos me llaman por mi nombre –sólo Shippo, siento un cariño especial hacia ese mocoso-. Me siento ardiendo, realmente me ha enfadado.

Sus ojos se abren cuando nota mis ojos rojos, mis puños cerrados y mi mirada de “te mato”.

— L…lo…lo si…en…to — De verdad lo he asustado, pero no es para menos, a veces hasta me doy miedo a mí misma. De todas formas, se lo merece.


— Aparta, idiota — Noto que abre la boca, ofendido, pero –chico listo- la vuelve a cerrar y se aparta.


Empiezo a andar y cuando paso por su lado, lo empujo –con más fuerza de la normal, por lo que cae al suelo-, entro en mi habitación y cierro la puerta con fuerza.
Realmente, deseo que me deshaga rápido de la maldición y se largue.


La maldición, 567 años viviendo en la oscuridad eterna, una condena. Al principio, Sango, Miroku y el pequeño Shippo pensaban que esto era un regalo, pues la juventud y belleza eternas era un regalo ¿Quién no querría tenerlo, ver pasar años y años y mantener tu juventud, belleza y vitalidad sin desgastarte lo más mínimo?

— Todos menos los que finalmente lo tienen — Murmuré mirando hacia el estrellado cielo nocturno que se vislumbraba a través de la ventana.

Todavía recordaba los primeros años, la felicidad de la Fuente de la Eterna Juventud, los largos años juntos hasta que la maldición creció, con ella la negrura de la perla y disminuían los sentimientos de su corazón, antes alegre y lleno de vida. Le vino a la memoria la primera vez que descubrió la verdadera catástrofe de su maldición, cuando, vio morir a sus padres por el paso de los años y ella siguió con su eterna y joven belleza.

Entonces, cogió una espada, y se atravesó el destrozado corazón, pero nada sucedió, era realmente una persona condenada a la inmortalidad, sin querer apreciar a nadie por saber que luego los vería morir. Y aunque sabía que sus tres compañeros estarían eternamente a su lado, cuando lo comprendió, ya era muy tarde, su corazón se había cerrado para todos y para siempre.


Se convirtió en la Dama Negra.

Un cuerpo sin alma, un corazón sin sentimientos, unos ojos sin brillo, una boca sin sonrisa.

Una vida eterna sin felicidad ni esperanza.

Oigo unos golpes en la puerta que me sacan de mis pensamientos.

— Oye, como te llames, abre la puerta de una vez — ¿Inuyasha seguía detrás de la puerta? Gran paciencia –que se va a poner a prueba, porque no le voy a abrir-.

— Lárgate, Inuyasha, no quiero hablar contigo — Al oír mi voz, los continuos golpes cesan.

— Hasta que no salgas, no me voy a ir. — Realmente, no se si es la solución a mi problema, pero se me está agotando la paciencia.

— Pues no pienso salir y, por cierto, no te molestes en derribar la puerta, no podrás. — Oigo unos pasos que se alejan y siento cierto alivio.

Estoy harta de tener que convivir con él, solo quiero la oscuridad y la soledad, han sido mis compañeras tanto tiempo que no puedo seguir sin ellas. Los otros tres no cuentan porque se pasan más tiempo encerrados en sus habitaciones o fuera del castillo que conmigo.

Saco la perla de nuevo y contemplo como la oscuridad se cierne de nuevo sobre la pequeña porción brillante de esperanza. Típico.
La oscuridad de mi corazón se ve reflejada en la perla y, al parecer, nunca volverá a ser como antes.


Realmente, algún tiempo atrás consideré la posibilidad de destruir a Naraku y averiguar y se eliminaba la maldición, pero, realmente el maldito se escondía bien. Ahora y cada día, todos trabajamos en buscarle, porque, realmente, el también es un ser inmortal y tiene que estar en alguna parte.

Miro mis manos con algo parecido al horror –aunque es una sensación mínima-, las manos que a tanta gente han carbonizado.

¿Cuándo acabará esto?

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Como veís este capítulo se adentra más en Kagome.

suri: Bienvenida al fic. Me alegro de contar con una nueva lectora. Primero, el misterio se irá desvelando poco a poco, ya verás os vais a sorprender todas (muajajajaja). Y respecto a Miroku ¿quien se animaría a tener su "alegría especial" despues de pasarse tanto tiempo encerrados en un castillo? De todas formas, recuperaré su personalidad, és la única que me resulta imposible cambiar xD. Miroku és único. Ya conoces a Inu, orgulloso de por más, no és capaz de reconocer su error. No te preocupes, Kagome sigue podiendo dominarlo xD. Espero verte más por aquí.

inufandark: Me alegro de haberte ayudado. Respecto a Sesshomaru, sí va a estar, pero falta mucho para que entre en la historia, todavía estoy dudando por donde meterlo, aunque ya se su papel. Pobre Shippo, el niño solo llamó a la puerta xD, aunque realmente, a veces Shippo irrita con sus meteduras xD. Y habrán más, te lo aseguro. Lamento decirlo, pero Inu y Kag no lo van a tener fácil. Espero verte pronto por aquí.

kariina: Bienvenida a mi fic. Contestando a tu pregunta, todos saben su nombre pero ella no les deja usarlo (ya verás por qué), solo le deja al pequeño Shippo. Me alegro de que te guste y sí, lo leeras entero :D. Espeor verte otra vez.

Xao, hasta dentro de 3 días :cool:

 

Hola de nuevo, chicas, como dije traigo otro cap.

Capítulo 9
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Al final decido consultar a Miroku y Sango sobre todo esto, me estaban empezando a fastidiar los continuos cambios de la perla. Me dirijo hacia la puerta, la abro y salgo.

— Vaya, al fin, me estaba empezando a cansar— Doy un brinco del susto y miro enfurruñada al culpable, Inuyasha, apoyado en el marco, con los brazos cruzados y una sonrisa fastidiosamente burlona.

— ¿Qué haces aquí? — Le pregunto con los dientes apretados y la cabeza gacha, furiosa porque me afectase tanto su mirada –y sus ojos-.

— Esperarte ¿Qué más? —Abandona su postura y da un paso hacia mí.

— ¿Para qué? — Le respondo de forma hosca, lo que menos quería ahora era aguantar sus preguntitas sobre el momento de la cabaña.

— ¿Sabes porqué se quemó mi casa? — Esa pregunta realmente me deja descolocada.

— ¿Y pretendes que yo lo sepa? ¿Me crees adivina o algo así? —Adivina desde luego no soy, pero sé perfectamente que pasó con su cabaña.

— No sé, solo pregunto. No hace falta que te pongas a la defensiva— Si supiese…

— ¿Has estado esperando detrás de mi puerta durante tres horas para preguntarme si sé porque se quemó tu choza? — Le pregunto arqueando una ceja. Ante lo último el se ofende.

—No era una choza, era algo más — ¿Algo más? ¿Acaso piensa que era un palacio?


— No tiene caso seguir hablando contigo. — Paso por su lado, pero el ni siquiera reacciona, perdido en sus pensamientos. Mejor.


Antes de que salga de su estado catatonico, acelero el paso para llegar a la biblioteca y preguntar sobre esto.

Al llegar, me encuentro con una escena algo parecida a la anterior.
Bueno, a lo mejor no. Al parecer Sango tiene sus límites –Miroku pone su mano en su trasero y ella le pega una bofetada-


— ¿Así es como investigáis vosotros? — Una Sango sonrojada por la furia y vergüenza a la vez y un Miroku con la mejilla roja y mirada de frustración se giran hacia mí.

—Mil perdones, Dama, pero yo no tengo la culpa de la idiotez de éste sujeto — Dijo Sango señalando despreciativamente a Miroku con la cabeza.

—Pero…—Empezó Miroku

—Nada, no me importan vuestras peleas, vengo a preguntaros algo — Ante esto, los dos me miran atentos, ya serenos. — Últimamente la perla experimenta muchos cambios, se vuelve rosa, se vuelve negra y ya no se que pensar ¿Qué opinaís?


— ¿Cuándo fue la última vez que se volvió rosada? — Si hubiese sido una chica normal, me hubiese sonrojado, pero la gente sin corazón no se sonroja.

— Cuando hablé con Inuyasha en la cabaña, la que construí con mi…— Me quedé cortada sin saber como continuar la frase y, por sus caras, juraría que ellos lo sabían.

— Lo que imaginaba, ¿cuando volvió a ponerse negra? — Para mí que Miroku sabe más de lo que aparenta.

— Hoy mismo, cuando he, digamos, discutido con él — En cuanto recuerdo su insulto me hierve la sangre.


A ver, juntemos datos. Rosada cuando hay paz con Inuyasha y negra cuando hay bronca. Es simple, procura estar en paz y armonía con él y todo se solucionará — Realmente…ya lo había planteado.

— ¿Así de fácil? Pero mi pregunta es esta ¿Por qué necesito que haya paz, por así decirlo, entre nosotros? — Los dos se quedan callados, bueno, realmente solo Miroku, es el único que hablaba.


— No lo sé, puede que eso te ayude a abrir tu corazón y acercarte al de otro ¿Porqué él? Puede que lo elija la perla, ya sabes que tiene capacidad para eso…— Sinceramente, la perla tiene poder para eso y más. Pero ¿Por qué lo ha elegido a él?


Me marcho sin decirles nada, Miroku me ha dado mucho en lo que pensar. No entiendo los motivos de la perla, pero, si es verdad lo que dice Miroku y la perla lo ha escogido es porque es el indicado para destruir la maldición. Estoy segura de eso.

Tengo que pedirle perdón por como le he hablado –por mucho que me cueste-. Me dirijo a la habitación que le designé desde un principio y toco la puerta.
Oigo pasos y al instante veo a un Inuyasha muy sorprendido de verme.

— Hola, ¿Qué querías? — ¿Cómo se lo digo? “¿Vengo a pedirte perdón por insultarte a gritos antes porque me he dado cuenta que la perla te ha escogido y tengo que llevarme bien contigo para que se me vaya la maldición?”. Más bien no.

— Venía a decirte que…— Mi voz se cortó de pronto al notar la asquerosa presencia –detrás de mí- que tanto odio.

—Hola, Kagome, cuanto tiempo ¿no? —Me giro hacia eso lentamente y con furia, olvidándome del extrañado Inuyasha.

— ¿Qué haces aquí…Naraku? —

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Xao, hasta dentro de 3 días. :cool: