Celaje.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Abdy, 23 Mayo 2013.

  1.  
    Abdy

    Abdy Iniciado

    Piscis
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    Escritor
    Título:
    Celaje.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
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    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1593
    Hola a todos, espero estén bien.
    Bueno, soy un usuario nuevo en este foro aunque llevo algo de tiempo con esta cuenta, solo que no la había usado. Vengo a publicar mi primer Fic, es de mi completa autoría, lleva ya algo de tiempo publicado en otro foro (uno sobre pokémon, de seguro aquí más de uno lo conoce) bajo el mismo nombre. Acá lo subiré para probar suerte, espero les guste, y comenten mucho.

    Antes de comenzar, también quiero aclarar algo: en este capítulo cuando hago referencias a los "amigos" y a las "amistades" es porque no sé si para ustedes tenga el mismo significado pues cada persona lo usa de forma diferente. Pero aquí mi punto de vista:

    "Los amigos son esos que están allí contigo, en las buenas y las malas sin importar nada, son tu pañuelo de lágrimas y tus más crueles verdugos cuando es necesario, más sin embargo sabes que siempre podrás contar con ellos para lo que sea, por su parte las amistades, son de esas personas con la que tienes una buena amistad y una relación pero no llegan a ser tus confidentes y si tienes un problema te abandonan a tu suerte sin importarles en lo más mínimo lo que suceda contigo o con los tuyos."

    Para resumir: los amigos siempre están ahí, en las buenas y las malas; las amistades solo están en las buenas y ante cualquier problema solo huyen.

    Este capítulo es algo corto lo sé, pero los demás son mucho más largos.
    Se los agradecería un mundo si pudieran corregirme todos los errores que encuentren en él.
    Sin más a que hacer referencia les dejo el capítulo.

    [​IMG]
    Capítulo I
    Desperté de pronto, no sabía donde estaba. Aquella cosa me había arrastrado hasta un lugar que jamás había visitado; tanta era la oscuridad que me sentía asfixiado, no se podía ver nada todo estaba totalmente a oscuras. Ni siquiera podía distinguir mi mano teniéndola frente a mí, pareciese como si la luz huyera de aquel recinto. De pronto un horrible chirrido metálico se oyó por todo el lugar, el eco de esté se adentraba hasta las profundidades de mi cabeza atormentándome con un insoportable dolor y el eco lo hacía aún más intolerable.
    Luego del estruendoso chirrido una puerta se abrió; hacia un sonido horrible, al esta figura estaba allí, inmóvil como si de una estatua se tratase. Su figura se reflejaba a contraluz de tal forma que me fue imposible de distinguir los rasgos de su cara, sólo estaba seguro de algo… su silueta… era la de una mujer. De pronto la luz inundo parte de la habitación dejándome ciego hasta que mis ojos se acostumbraran a ella. La luz también dejaba ver las sucias paredes de color beige, había algo parecido a gotas que caían de la pared. Desde el borde del techo hasta el suelo que también se encontraba muy sucio como si nunca lo limpiasen.
    Mí voz era poca, al tratar de hablar no se escucho más que un simple susurro de mi parte. Intentaba gritar y salir corriendo de allí, cuando me di cuenta de que un grillete estaba atado a mi tobillo y me mantenía preso, con una movilidad considerablemente reducida. Trataba de rogarle a aquella silueta de mujer que me liberase pero mi vos no era más que un simple susurro que no tenia fuerza suficiente para resonar ni con ayuda del eco de la habitación.
    Pude sentir como los ojos de aquella “mujer” se clavaban en mi, estaba seguro de que me estaba viendo aunque yo no pudiera distinguir sus ojos, parecía como si disfrutase viéndome sufrir en aquel lugar, sin siquiera una gota de agua para tomar; mis labios estaban resecos. Con ayuda de la poca luz que había, en mi forcejeo por librarme vi que mi ropa estaba sucia. No eran más que harapos en comparación a lo que estaba acostumbrado a vestir. Al ver que “ella” no se movía y mi forcejeo era inútil, solo un gasto innecesario de energía recordé un poco de cómo había llegado a aquel tétrico lugar, y pensar que un simple error me conduciría al lugar en el que ahora me encuentro prisionero…

    ···

    Me encontraba el mi alcoba. Acaba de despertar gracias al horrible y estruendoso sonido del despertador que me hacía levantarme sin consultar conmigo primero. Odiaba su sonido y todos los días maldecía a el creador de aquel horrible pero necesario aparto que interrumpía mis sueños siempre en su mejor parte, y una vez que mi sueño es interrumpido es imposible que pueda volver a dormir.
    Comencé con mi rutina, lo primero en mi lista imaginaria era apagar el despertador para hacer cesar aquel sonido. Inmediatamente después de eso abrí las cortinas de mi habitación para dejar que la luz de los rayos del sol entraran y cobijaran cada rincón de mi cuarto, tomé un momento pues la luz me cegó por unos segundos hasta que mis ojos se acostumbraron. Me estire frente a la ventana, estaba listo para comenzar mi día.
    Ir a la secundaria y encontrarme con mis “amigos”, aunque es una palabra que les queda grande, es mejor llamarlos “amistades”. Abrí la puerta y me dirigí hacia el baño, la casa estaba muy tranquila como de costumbre, al parecer mis padres ya se habían ido a su trabajo y tenía la casa para mi solo aunque no por mucho tiempo pues el reloj nunca detiene su curso y no podía llegar tarde a clases nuevamente o me castigarían… de nuevo y ya era más suficiente permanecer más de seis horas retenido contra mi voluntad en aquel recinto de tortura como para soportar dos horas más luego de que las clases terminaran.
    Entré al baño y me cepille los dientes como de costumbre, y me metí en la regadera. Hice las cosas rutinarias de siempre, que no mencionaré porque no vienen al caso.
    En fin, una vez que terminé tomé la toalla que allí había colgada, me sequé y envolví en ella. Salí del baño con toda prisa y me fui directamente a mi habitación a vestirme, cuando de pronto… estaba abriendo la puerta y un fuerte escalofrío recorrió mi espalda, instintivamente mire hacia un lado, el derecho para ser exactos y vi como la figura de una mujer bajaba rápidamente las escaleras dejando una estela blanca en su camino. Todo esto sucedió en menos de un segundo, lo que me pareció extraño; así que me dirigí hacía las escaleras a ver si había alguien allí, lo hice con todo cuidado, caminado de puntillas era imposible escuchar mis pasos pues no hacían ningún ruido. Cuando llegue a la escalera… no había nadie.
    — ¿Mamá? ¿Estas aquí? –pregunte para aclarar mi duda, pero el silencio fui inminente. Yo sabía que ni ella ni papá estaban en casa, debieron haberse ido hace unas horas a sus respectivos trabajos.
    Me fui a mi cuarto y me vestí con el uniforme del colegio, no era totalmente reglamentario pues me gustaba usar la camisa por fuera en vez de hacerlo por dentro del pantalón como lo dictaban las reglas del instituto. Me miré al espejo para peinar mi cabello y ver mis ojos marrones chocolate, era una de las pocas cosas con las que en realidad me sentía bien conmigo mismo. Mis ojos, dicen que son la puerta del alma y apoyo esa teoría, mientras muchos se colocan lentes de contacto para tapar su color natural de ojos y cambiarlo por otro más de moda como el azul celeste o el verde, yo siempre he preferido mis ojos marrones. Así se ven mejor.
    Tomé mis cuadernos y los metí en la mochila azul que siempre llevaba al colegio, abrí la puerta de la habitación y fui hacia las escaleras. Las bajé a toda velocidad y justo enfrente estaba la puerta de entrada, vi con el rabillo del ojo hacía los lados, del lado derecho estaba la sala y del otro la cocina; la casa era grande y espaciosa, ya que mi madre que es arquitecta la diseño para que se viera espaciosa, sin obstáculos visuales, y mi padre que tiene una constructora la sacó de los planos y la hizo realidad. Ya que había visto todo a mi alrededor fui hacía la puerta. En cuanto agarré la manilla para abrirla… otro escalofrío recorrió mi espalda, volví a ver hacía la derecha y de nuevo la figura de aquella mujer desapareciendo y dejando una estela blanca por donde pasaba nuevamente. Está vez decidí ignorarlo pues cuando vi el reloj que estaba en mi muñeca me di cuenta de que iba muy tarde, y esto traería serías consecuencias.
    Por cierto, mi nombre es Dante.
     
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