Cantarella...

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por Rebellious Mind, 25 Mayo 2013.

  1.  
    Rebellious Mind

    Rebellious Mind Nefilimm

    Virgo
    Miembro desde:
    20 Mayo 2013
    Mensajes:
    107
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Cantarella...
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1868
    Hola a todos!! aquí esta el fic que les prometí de vocaloid, como ya me habían ganado la idea de cendrillon decidí hacer la historia de Cantarella! ya que es una de mis historias y canciones favoritas!! disfruten y comenten por favor.

    Prologo.
    El susurro del viento mecía las hojas de los árboles. Estas poco a poco caían al suelo pintándolo de hermosos colores marrones y naranjas. Dos niños, el, más alto que ella, con el cabello color azul rey, con los cabellos alborotados y una sonrisa blanca como la misma nieve. Ella, el cabello azul agua marina, recogido en dos pequeñas coletas adornadas con listones, va recogiendo las hojas que reconoce más lindas para regalárselas a su amigo. Se reúnen todos los días, aunque lo tienen prohibido, porque ella es la hija de un duque y él es el hijo de un simple zapatero.
    --¿Qué es lo que ibas a enseñarme?—dice la niña con mucha curiosidad, su voz es suave y dulzona. Su amigo sonríe con alegría mientras se saca una pequeña llave del bolsillo, la niña trata de agarrarla pero el la vuelve a esconder en su bolsillo.
    --¡para saberlo tendrás que seguirme!—dijo alegre y se alejó corriendo, la niña lo siguió divertida, con varios tropezones pero sin bajar la velocidad, sus coletas azules se movían de un lado a otro sin cesar. Llegaron a un pequeño cobertizo en medio del bosque, el niño con sonrisa pícara entro y la pequeña entro con él. En el lugar, solo había una caja larga con un gran cerrojo de bronce.
    -- ¡que es! ¡Que es!—dijo la niña dando saltitos de emoción, su amigo la abrió y saco el hermoso instrumento.
    --¡un violín! ¿No es hermoso?—dijo el acariciando sus finas cuerdas con delicadeza, levanto la vista y sonrío a su amiga, esta arqueo una ceja, extrañada.
    -- ¿que puede tener un violín de hermoso?... si no sabes tocarlo suena feo…--
    -- ¡pero yo sé cómo tocarlo!—dijo el niño emocionado por enseñarle a su amiga sus virtudes, tomo el arco y empezó a tocarlo con suavidad en las cuerdas del violín. Poco a poco las melodiosas notas iban tomando forma, armando una hermosa canción que con tan solo escucharla te pueden dar ganas de bailar.
    Así pasaron los días, ambos amigos se escabullían para aprender una vez más del valioso instrumento, la niña término siendo una experta en el violín, y le encantaba. Había canciones tristes o alegres, de soledad o para fiestas, para cantar o solamente para escuchar, pero en esta vida no todo es color de rosa. Poco a poco, los padres de la pequeña se fueron dando cuenta de la ausencia de su hija. Una noche de octubre… ambos niños estaban jugando con su amigo en el bosque a las escondidas, cuando de repente se dio cuenta de que su amigo no se encontraba por ningún lado.
    -- Miku!! ¡Ayúdame!—se escuchó el grito desgarrador del niño pidiendo auxilio a su amiga, Miku Le Frende, ese era su nombre. La pequeña salió disparada entre los arbustos del bosque, buscando a su mejor amigo por todos lados… entonces lo encontró, estaba forcejeando contra los guardias de la mansión, pero cuando ella estuvo a punto de darle la mano… dos fuertes pares de manos la sostuvieron antes de cumplir su misión.
    El niño poco a poco era llevado a la fuerza hacia la parte trasera de un carruaje, amarrado de ambas manos y pies, pero aun dejándole el derecho de gritar.
    --kaito!! ¡Kaito espera! ¡Iré a ayudarte!—gritaba miku con desesperación el nombre de su amigo, forcejeaba por soltarte pero las fuertes manos de su propio padre no la dejaban ir— ¡suéltame padre! ¡Suéltame!—
    Pero ya no había más que hacer, kaito ya estaba en el carruaje y no tenía forma de escapar, Miku lloraba por su amigo, no quería separarse de el… era como un hermano para ella, siempre habían estado juntos y no lo quería dejar ir.
    --te encontrare miku! ¡Te lo prometo!—se escucharon los débiles gritos desesperados del niño. Parecía mentira, pero un caballero nunca rompe sus promesas.
    Nunca.
    Capítulo 1: Volverte a ver.
    Era una mañana de Junio, en una lujosa habitación, las cortinas de terciopelo rojas impedían el paso de los rayos del sol. Una figura delgada, indefensa a los ojos de cualquiera esta acurrucada debajo de las cobijas de seda, dormía placida, protegida por el domo de madera que sostienen las cuatro columnas de su cama, y las delgadas telas que cuelgan de ella como adorno… un largo mechón de cabello aguamarina sobresale cayendo al piso… sedoso, como la misma seda que lo describe. Se abrieron las cortinas de terciopelo, dejando pasar los hermosos rayos de sol, alumbrando la habitación, un quejido salió de las finas cobijas.
    --Señorita Miku… despierte por favor, sus padres la están esperando en el comedor—dijo la sirvienta con voz amable, ella había sido su nana desde que miku tenía memoria.
    -- ya voy…-- dijo la muchacha, tirando las cobijas de una patada. Se restregó los ojos bostezando con pereza, se levantó y vio a su nana, sonriendo con ternura—buenos días Graciela—
    -- buenos días señorita miku, ¿cómo amaneció hoy?—dijo Graciela ayudando a levantarse a la muchacha, esta suspiro algo melancólica.
    -- de nuevo tuve la misma pesadilla…-- dijo ella estirándose mientras miraba a un punto cualquiera en la habitación. La nana la sentó en la cama mientras cepillaba su largo cabello azul aguamarina.
    -- ¿con el niño del zapatero?—pregunto su nana ahora acomodando su cabello para después amarrarlo y dejarlo caer en dos hermosas y largas coletas. Un hermoso vestido color verde obscuro lo esperaba del otro lado de la habitación. Miku se acercó a observarlo, era bastante hermoso, eso le olía a mala maña.
    -- ¿quién vendrá hoy Graciela?—pregunto la muchacha peli azulada, volteando a ver a su nana a los ojos.
    Al bajar de las escaleras, hasta el lugar donde la muchacha estaba, llegaba el dulce olor del jugo de naranja y el fino desayuno. Miku caminaba con elegancia, y con miedo. Ya lo sabía, a sus 16 años de edad sus padres ya habían formalizado su compromiso con el hijo del más importante coronel que pudo haber en toda la comarca. El hijo del coronel, Len Sauniere, y su celosa hermana gemela, Rin Sauniere. Dos rubios de ojos azules bastante simpáticos, que conocía desde pequeña.
    Sin embargo, había alguien que sobraba en la mesa. Estaban sentadas seis personas en total. Los señores Sauniere, sus hijos, sus padres. Pero a lado del muchacho rubio se encontraba un muchacho, más bien un joven, totalmente un hombre. Con el cabello color azul rey, los ojos de un color azul acuoso, llegando al color obscuro de su cabello. A Miku se le hacía conocido, pero no lograba recordar, juraba haberlo visto en algún lado.
    --miku! Baja por favor, ven a saludar a los invitados—dijo su madre sonriente, al parecer había arreglado su cabello castaño para la ocasión. Miku, era un raro espécimen humano, el cabello azul aguamarina, la piel blanca pero las mejillas siempre sonrosadas. Delgada, además de alta, nunca había sufrido alguna deformidad en su cuerpo perfecto, pero aún conservaba los ojos azul verdoso de su padre.
    -- claro madre…-- dijo ella terminando de bajar las escaleras, la expresión de todos, hasta la del joven desconocido cambio de repente, su padre siempre le había dicho que era como un ángel, su presencia cambiaba el ambiente más pesado al más ameno, ella sonrió con inocencia y delicadeza. Antes de pasarse a sentar el hijo del coronel se levantó rápidamente a besarle la mano a la inocente y hermosa muchacha, ella sonrió con agradecimiento.
    -- buenos días a todos—dijo ella con delicadeza y educación, como le habían enseñado sus padres a saludar, se sentó y acomodo la servilleta de lino en sus piernas para evitar que el hermoso vestido se manchara.
    -- como siempre hermosa, señorita Le Frende…-- dijo el coronel sonriente—permítame presentarle a mi familia, mi esposa, Donata… y mis hijos len y rin—
    -- ¡ya nos conocemos padre! ¡No recuerdas que éramos muy amigos de pequeños!—dijo el joven len sonriente, Rin asintió con la cabeza, no teníamos permitido hablar en la mesa si no solicitaban nuestra opinión …-- déjame presentarte a mi caballero, mi guardián y el que cuidara de nuestra seguridad de ahora en adelante—
    El joven de cabello azulado se inclinó con delicadeza tomando la mano de la inocente muchacha peli azulada, pero sin besarla, él no lo tenía permitido.
    --teniente Neveu, para servirle señorita Le Frende—dijo Neveu, su mirada era astuta y picara, una leve sonrisa llena de suficiencia le decía a todos que no era alguien a quien desafiar, ella no quería soltar su mano, le daba seguridad y confianza, pero el caballero tuvo que volver a su lugar, como caballero que era.
    El desayuno paso sin más, hablaban de la guerra y de la unión de sus ambos palacios para protegerse, Miku en sus adentros solo negaba con la cabeza, no quería casarse con nadie, no aun y mucho menos con el joven Len, se le hacía presumido, además de arrogante. La familia Sauniere iba a quedarse algún tiempo en el palacio para hacer los preparativos de su fiesta de compromiso. Entonces Miku se levantó con educación, dando las gracias y disculpas porque tenía que retirarse.
    --lo siento, pero es tiempo de mi practica de violín y no puedo fallar—dijo ella sonriendo con educación y dando una leve reverencia a los invitados.
    -- es cierto, tu padre me ha comentado que eres bastante buena en el violín, es un talento natural ¿no es cierto?—dijo el coronel sonriente.
    -- me trae buenos recuerdos, me retiro. —dijo ella, dando una leve reverencia. Salió del comedor con educación para luego salir corriendo al salón principal, donde siempre practicaba. Sin saber que estaba siendo espiada por aquel noble caballero de cabello azulado.
    Miku empezó con una melodía suave, tranquila y dulzona como una canción de cuna, para después ir subiendo con más fuerza a una difícil canción con altos y bajos, moviendo los dedos y el brazo con rapidez, su padre decía que no se podía evitar llorar de emoción cada vez que terminaba cada una de sus piezas. Neveu solo la observaba, le fascinaba verla tocar de esa forma el violín, una gota de sudor con cada canción que hacía, tenía que resistirse a ir con ella, asomo un poco su rostro, pero lo retiro demasiado lento, pues la muchacha ya se había dado cuenta de su presencia.
    --¿quién está ahí?—dijo con voz firme, pero tímida. Pasos fuertes se fueron alejando del salón dejando el eco y la curiosidad en el aire.

    Esa muchacha, tímida, inocente y hermosa le ponía la piel de gallina al caballero, hace tanto tiempo que no la veía que solo escuchar su voz de hacia un nudo en el estómago. Le encantaba, eso es seguro, y no se iba a quedar con los brazos cruzados. Esa muchacha seria suya como fuera, un caballero jamás rompe sus promesas.
     
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    Hola! aqui les traigo el segundo capitulo, bueno he decidido que subiré un capitulo por dia, porque con la experiencia con otras historias que subi como 3 capitulos de jalon le quita la emocion a la historia!! disfrutenla!!

    Capítulo 2: El hombre de la máscara.
    Tres días en el palacio eran suficientes para ganarse la confianza de los dueños. Miku, todos los días ensayaba después del desayuno, no le importaba que estuvieran los invitados, ella era puntual en su entrenamiento, y Neveu también era puntual a la hora de verla tocar. Si por el fuera la acompañaría a todos lados, pero estaba en juego su trabajo, el joven Len no quería que se acercara demasiado a su bella prometida. Ya sabia todos sus horarios, bajaba a desayunas a las nueve en punto, después a las once se iba a ensayar terminando a la una de la tarde, a las tres bajaba para comer, y de ahí, el resto del día no tenia permitido salir.
    --¿acaso tuvo alguna aventura?—pregunto una noche el coronel en el estudio del señor Le Frende.
    -- un incidente, era muy pequeña, se juntaba mucho con un niño plebeyo, hijo de un zapatero—dijo su padre tomando una taza de café, Neveu también estaba ahí, escuchando la platica con mucho interés pero sin inmutarse con cada una de sus respuestas—al final nos deshicimos del niño, pudo haberse convertido en un problema—
    Mentira, ese niño estaba escuchando su platica, ese niño lo acompañaba a sus juntas de guerra, ese niño estaba a lado suyo. Kaito Neveu, el niño que era un estorbo había cumplido su promesa, había regresado por su amiga. Por la niña del violín.
    Esa seria la noche perfecta, ya tenia todo listo para cumplir su propósito, volvería suya a Miku Le Frende. Todos se encontraban cenando, Miku lucia un hermoso vestido color rosa pálido que combinaba a la perfección con su cabello, todos se encontraban platicando muy alegres, menos las ambas muchachas que se comunicaban con la mirada, habían sido grandes amigas, tal vez las mejores. Sabían que las platicas de sus padres eran aburridas, hasta inútiles. En ese momento sus padres se ponían de acuerdo con los preparativos de la fiesta de compromiso, Len se encontraba ansioso, Miku apenas y contestaba.
    --cuantos hijos piensas tener pequeña?—pregunto la señora Donata, Miku se sonrojo demasiado, todos soltaron una alegre carcajada, Neveu esbozo una leve sonrisa, esa información tal vez le serviría de algo
    -- no… aun no pienso tener hijos… mas bien lo que quiero es viajar por el mundo y convertirme un una de las mas famosas músicas del violín—dijo miku con firmeza, aunque sabia que eso no seria verdad valdría la pena saber la opinión de los demás
    -- no digas tonterías!—dijo su madre divertida, Neveu frunzo el ceño al ver la desaprobación de los sueños de su amada… esas reglas tan horribles y anticuadas de la nobleza—las mujeres no tenemos futuro para eso, debemos dedicarnos fielmente a nuestros maridos—
    -- a mi no me parece mala idea—dijo rin, rompiendo las reglas de educación por completo. Miku, su madre y Donata abrieron mucho los ojos… los de miku estaban llenos de miedo, suplicante miro a el coronel, que al parecer estaba furioso pues fulminaba a su hija con la mirada.
    -- es en serio! No creo que tenga algo de malo que una niña como miku cumpla sus sueños… siempre nos han obligado a ser lo que ustedes quieren pero nosotras también tenemos derecho a elegir!-- grita Rin, sin arreglar las cosas, mas bien empeorándolas. El coronel se levanto de su asiento, su mirada daba terror, miku y donata temblaban de miedo, la señora le frende… solo miraba su taza de te sin levantar la vista. Fue solo cuestión de segundos, el coronel arrastro de los cabellos a su hija hacia su habitación. Rin chillaba de dolor, Len tratando de cambiando de conversación empezó a habla sobre lo caras que se habían vuelto las manzanas… pero nada callaba los gritos desgarradores de su hermana causados por los latigazos de su padre. Miku ya no pudo mas, se levanto de su asiento pidió disculpas y se fue corriendo a su habitación con las orejas en los oídos, para no escuchar mas el sufrimiento de su mejor amiga.
    Cayo la noche, a las 12 en punto , un hombre escurridizo, luciendo una mascara blanca, un sombrero de pirata y una capa negra. Un disfraz perfecto, el perfecto ladrón. El sombrero escondía a la perfección los mechones color azul rey y la mascara confundía sus ojos azul acuoso. Miku nunca sabría quien entro a su habitación.
    Ella estaba dormida… con el cabello largo totalmente suelto. Neveu abrió la ventana con sigilo, era una noche de viento cálido, así que si entraba nadie sabría, no dejaría ningún rastro de su presencia. Con pasos sigilosos se acerco poco a poco a la cama de la muchacha, acercando su rostro para sentir su cálida respiración. Tenerla tan cerca y a la vez tan lejos, quien sabe donde se encontraría su mente en esos instantes. Saco unas pequeñas tijeras y corto un pequeño mechón de sus perfectos cabellos azules. Esbozo una leve sonrisa, se ve tan inocente he indefensa, pero Neveu no podría hacerle daño alguno…que ella no quisiera. Se acerco mas a su rostro… pero antes de poderle dar la despedida un un dulce beso en los labios, Miku despertó. Se sorprendió tanto que dejo escapar un agudo grito, pero el hombre de la mascara le sello los labios con un simple gesto de silencio. La muchacha estaba temblando de miedo.
    --silencio… volveré mañana…-- dijo neveu, en un rápido movimiento salio por la ventana dejando a una miku ilusionada, asustada y confundida.
    -- miku! Estas bien? Oímos que gritaste!—dijo su madre y su padre entrando a su habitación muy deprisa. Miku aun llena de miedo suspiro, fingiendo estar tranquila…
    -- no… no paso nada, solo fue una pesadilla—dijo miku, encubriendo al hombre de la mascara.
     
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    Hola! aqui les dejo el tercer capitulo!!

    Capitulo 3 : beso robado
    A la siguiente mañana todos fingían que la noche anterior no había pasado absolutamente nada, Miku había bajado a desayunar a la hora de siempre, ahora luciendo un vestido color azul marino. Ella no quería, estaba muy confundida por la noche anterior. Lo único que se le antojaba hacer es acelerar el tiempo para volver a ver a ese hombre misterioso.
    Rin no estaba nada bien, tenia un ojo morado, que había cubierto con su cabello rubio. Ni siquiera podría hacer un movimiento brusco porque su cara se llenaba de dolor. Apenas había tocado su desayuno. Realmente, nadie tenia mucha hambre. Neveu se encontraba como todos los días al lado del joven Len, que miraba con preocupación a su hermana gemela, Miku siempre había sospechado que había algo entre esos dos. Neveu deseaba que tan solo un segundo hubiera contacto visual entre el y miku, ella estaba totalmente perdida. Neveu sonrió con suficiencia, estaba pensado en el. Estaba seguro, esa noche no faltaría a su cita con el destino.
    Miku y Rin se encontraban en la alcoba de la peli azulada. La muchacha curaba a su amiga de sus horribles heridas, por toda la espalda, iban a ser imborrables…
    --Rin… no debiste haber dicho nada…-- dijo miku con voz dulce, colocando un ungüento en los latigazos de su amiga.
    -- tenia que hacerlo miku… estoy harta de todo esto…-- dijo rin, con los ojos enjugados en lagrimas, su amiga sonrió dándole un cálido abrazo.
    -- te quiero amiga… perdóname…-- dijo la peli azulada , con la voz echa un hilo. Ambas se abrazaron con ternura, llorando y empapando sus vestidos de lagrimas de tristeza.
    Neveu no estaba esperando a miku como todos los días, se encontraba con el joven len en el jardín de la mansión. Al joven Sauniere le encantaban las rosas, asi que buscaba la mas hermosa para regalarsela a su hermana gemela.
    --Neveu, tu que piensas de las reglas de educación—dijo Len acomodando los rosales blancos, Kaito frunzo en ceño.
    -- porque lo dice señor?—dijo neveu acercándose a su jefe, el sonrio.
    --porque… cuando me case con Miku, no pienso seguirlas, se me hacen grotescas—ahora el que frunció el ceño fue el chico rubio… termino por recoger una rosa, un pequeño capullo que aun no había florecido, inocente, pero diferente a todas las demás.
    La comida fue uno los peores momentos del día,pero también los mas justos y divertidos. Len había hecho sentarse a Kaito en la misma mesa que todos, pidiendo su opinión y dándole de comer la misma comida fina de todos. El coronel estaba rojo de furia, a Miku le agradaba la presencia del caballero y el señor Le Frende lo incluía en la platica.
    --tu que piensas sobre el precio de las manzanas neveu?—dijo el señor Le Frende, Kaito sonrió con suficiencia con una mirada llena de picardía y astucia.
    -- pienso que… los manzaneros están hartos de la misma rutina—
    Anocheció con lentitud, como si fuera a propósito y quisiera que la ansiedad de Miku fuera mas grande, no había tocado el violín todo el día, pero estaba ansiosa porque fuera media noche. Preparo la bañera con especias y perfumes, quería estar relajada parra no volver a gritar y el hombre de la mascara escapara, quería saber quien era ese hombre que le causaba tal emoción. Neveu la había seguido todo el día a escondidas, sabia que Miku estaba bañándose, pero solo se atrevía a mirar por un hueco de la pared. Demasiado tarde, entre el vapor y las burbujas lo único que se llegaba a notar era el cabello azulado de la inocente muchacha. Ese cuerpo no lo vería nadie, solo el. Cuando vio que la muchacha salía de la ducha tuvo que aguantarse las ganas de verla, porque sabia que era muy inteligente y se daría cuenta de la presencia del caballero, poco a poco se fue alejando de la puerta hasta quedar oculto por las sombras del palacio. Vio a la muchacha salir del baño, traía un camisón rosa pálido debajo de las rodillas, caminaba descalza. Se escuchaban por todo el lugar sus pasos delicados, al escucharla todos ya sabían que el baño estaba libre.
    Neveu preparo su disfraz a tiempo para llegar al cuarto de la muchacha media noche en punto. Miku estaba en su cuarto cepillando su cabello, lo cepillaba, una y otra ves, notaba algo raro en el, fue entonces cuando encontró un tajo de cabello que no concordaba con los demás, estaba mal cortado, las puntas estaban disparejas. Al parecer el hombre de la mascara también había querido un mechón de su perfecto cabello, Miku sonrió con timidez, al parecer tenia un admirador secreto.
    Media noche, Miku ya estaba escondida debajo de sus cobijas de seda. Escucho el abrir de la ventana, y quito las cobijas de su rostro, estaba muy sonrojada. El hombre de la mascara estaba parado en medio de la habitación, sonriendo con picardía.
    --hola preciosa…-- dijo Neveu fingiendo su voz para que pareciera mas gruesa de lo normal, sabia que si hablara con naturalidad la astuta niña adivinaría al instante.
    -- que… quien eres?—dijo Miku, agarrando con fuerza en cuchillo de cocina que tenia en su mano, por si ese tipo se quisiera pasar de listo.
    -- en serio quieres saberlo? Le quitaría emoción al asunto…-- susurro el hombre de la mascara, tomando la barbilla de la inocente muchacha. Entonces rápidamente, Le Frende, saca el cuchillo debajo de las cobijas, apuntando al joven que esta apunto de besarla. Neveu sonríe con picardía y suficiencia, la mano de la muchacha tiembla temerosa. En un fácil y rápido movimiento el caballero le arrebata el cuchillo mandándolo del otro lado de la habitación, dejando a la inocente muchacha sin protección alguna.
    -- ¿quieres dinero?... tengo mucho, ¿así podrías dejar de molestarme?—dijo ella con firmeza, Kaito acariciaba su cabello azul agua marina mientras sonreía.
    -- no quiero dinero… para que si… podría tenerte a ti… si tu quisieras—dijo Neveu acercando su rostro al de Miku, a solo un centímetro de distancia, entonces la muchacha desvío la mirada.
    -- estoy comprometida… no me puedo permitir una aventura con un ladrón…-- dijo ella sonrojándose demasiado, el ladrón sonrió divertido por la inocencia de su amada doncella.
    -- en estos tiempos… los prometidos no sirven de nada preciosa—Dijo Neveu, volviendo a sonreír, mientras se acercaba a la ventana, Miku lo siguió hacia donde estaba.
    -- ¿volverás mañana?—dijo ella sin mirarlo a los ojos. Entonces cuando volteo a observar la ventana, se llevo la sorpresa de su vida. Fue cuestión de segundos el momento en que sus labios estuvieron unidos, ella tenia los ojos muy abiertos, el los había cerrado rápidamente para evitar que el contacto visual estropeara el momento.

    -- un caballero jamas rompe sus promesas…-- El hombre de la máscara desapareció por la ventana, sin dejar rastro alguno. Miku volvió a su cama no sin antes tirar el cuchillo de cocina por la ventana. No quería dejar rastro alguno. No quería estropear su pequeña aventura.
     
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    Hola!! Aquí les traigo el cuarto capitulo de mi historia. Esta un poco largo pero espero que les guste. ;)

    Capitulo 4: Los preparativos.

    Miku despertó sobresaltada, deseando que lo que había pasado la noche anterior no hubiera sido un sueño, y no lo fue. Porque al fondo de la habitación se encuentran las marcas del cuchillo de cocina que había arrebatado el hombre de la mascara de las manos de la doncella. Graciela ya se las olía, pero no comentaba nada. No le caía para nada bien el joven Len, y se le hacia justo que su pequeña pudiera vivir la vida ahora que podía. Al bajar se dio cuenta de que todos esconden algo muy misterioso, no hablan y tampoco opinan, todos esbozan una alegre sonrisa, todos menos Rin. Ella lucia afligida y deprimida apenas y a tocado los huevos estrellados que les habían puesto de desayunar. Neveu tampoco lucia muy alegre, al parecer se sentía molesto.

    Pero cuando miku se sentó en la mesa su expresión cambio por completo. El coronel frunzo el ceño, al parecer se había dado cuenta de la reacción del caballero y antes de que este terminara su desayuno lo hizo levantarse y ponerse a trabajar con los caballos. A Miku se le fueron las esperanzas de tener un desayuno agradable, pues Neveu hacia que el ambiente se volviera mas ameno con sus comentarios.

    --Miku… te tenemos una gran sorpresa…-- dijo la madre de la muchacha, esta arqueo una ceja mientras saboreaba el jugo de zanahoria. Sabia igual de dulce que los labios del hombre de la mascara.

    -- Pasado mañana será tu fiesta de compromiso, asi que hoy tendrás permiso de salir para comprar las cosas que quieras tener en la fiesta.—dijo el señor Le Frende. Miku no pronunciaba palabra alguna, solo escuchaba. El tema no le importaba en absoluto, solo quería terminar de desayunar para ir a tocar violín para así callar sus odiosas platicas. La muchacha ya se estaba fastidiando.

    -- Neveu te acompañara a hacer todas tus compras, tendrás que volver antes de las ocho…-- Dijo el coronel, a miku le fastidiaba que tomara decisiones como si tuviera autoridad sobre ella. Pero al menos había algo bueno. En diez años por fin saldría al pueblo sin compañía de sus padres.

    --¿acaso no te alegras de tu fiesta?—dijo Donata, Miku sonrió levemente. No con amabilidad, si no con hipocresía.

    -- Me alegro bastante, señora. Disculpen, pero tengo entrenamiento.—La muchacha se levanto, sin educación alguna salio del comedor dirigiéndose al jardín. No sin antes pasar por su violín.

    Los rosales estaban intactos, tantos colores hermosos le provocaban tranquilidad. Lastima que estuviera tan molesta.

    Empezó con notas suaves… dulces. Pero poco a poco fue subiendo de nivel. La canción estaba llena de ira, era rápida y muy difícil de tocar. Sus dedos se movían con la misma rapidez en que movia el brazo con el arco. No sabia que el caballero la observaba de cerca. La muchacha seguía en su mundo. Pensando en el hombre de la mascara, sabiendo que le rompería el corazón. Quería despedirse de el. Tal vez después de esa noche jamas lo volvería a ver… o tal vez…

    --señorita… creo que ha desafinado—Miku paro su melodía, exaltada por el repentino comentario del teniente.
    Volteo a verlo, le pareció haber escuchado a su ladrón. Pero solo se encontró con el rostro pícaro de Neveu. Suspiro con decepción.

    --acaso esperaba a otra persona?—dijo Neveu. La muchacha le sonrió con amabilidad, mirando los ojos azul acuoso del caballero. Ahora se le hacían mas conocidos.

    -- lo siento Neveu, pero es que me diste un buen susto…-- dijo la bella muchacha al caballero, sentándose en la banquita mas cercana.

    --Estaba pensando en alguien, había desafinado una canción bastante difícil, y a usted nunca le pasa eso—El caballero sonrió con suficiencia, tal vez podría descubrir lo que sentía por el hombre de la mascara, lo que sentía por el. La bella muchacha sello sus labios con el dedo índice, acercándose a su oído, al parecer le quería decir un secreto.

    -- le contare cuando vallamos al pueblo, mis padres no deben saber se esto—dijo Miku, abriendo mucho sus ojos azul verdoso. A Kaito le agradaba su infantil e inocente actitud. Le recordaban los tiempos aquellos en que eran niños.

    Ambos se fueron, después de avisarles a sus padres de la muchacha. Neveu estaba feliz, pasaría tiempo a solas con la hermosa Miku sin tener que esconder su rostro con una mascara blanca. En el carruaje la muchacha parecía bastante callada. Entonces ella empezó a cerrar las ventanillas y las cortinas del carruaje, temiendo que el conductor escuchara sobre su secreto.

    --Neveu… usted que haría si… estuviera comprometido pero le interesara otra persona?—dijo la peli azulada, esperando ansiosa la respuesta de su guardián.

    Neveu sonrió ante la pregunta de la inocente muchacha, ella lo miraba con curiosidad, esperando ansiosa su respuesta.

    --¡fácil, señorita Le Frende! Si estuviera obligado a casarme con alguien que no quiero huiría con mi amada…-- dijo el joven de ojos azules, Miku dejo escapar un bufido de decepción.

    -- yo no puedo hacer eso…-- dijo cruzando los brazos, Kaito la miró con curiosidad. Realmente las reglas nobles eran muy duras.

    No pronunciaron palabra alguna después de eso. Ella estaba muy alegre, viendo por la ventanilla del carruaje. Hacia tanto tiempo que no salía sola al pueblo, si salía era en carruaje o con sus padres tras ella. No podía ver a sus amigas, ni a sus maestros, ni a la gente del pueblo. Sus padres se encargaron que no tuviera contacto alguno con un plebeyo. En el fondo, muy en el fondo, Miku los odiaba. Los odiaba por querer controlar su vida a su conveniencia.

    Un movimiento estrepitoso les indico que debían bajarse del carruaje. Miku bajo con sumo cuidado, tanto tiempo sin pisar tierra fresca le hacia sentirse rara. Pero cuando puso el primer pie en el suelo se dio cuenta de que no había peligro.
    La gente empezó a dar gritos de emoción al verla. Desde pequeña Miku había sido la alegría de la pequeña aldea. Dando saltos por acá, ayudando a la gente por allá… sonriendo por todos lados. Levantando el animo.

    Después de tanto tiempo, la aldea había cambiado demasiado. Ya no estaban los robles, que pintaban el suelo de colores en otoño. Tampoco el rió que cruzaba por todo el pueblo. Varios de los antiguos negocios habían cambiado por otros mas novedosos. Pero había uno. El único que no había cambiado su aspecto en diez años de ausencia.

    Una zapateria, vieja. Con un cartel hecho de madera consumido por la polilla, pero aun se distinguían las letras distorsionadas que decían una simple palabra…”zapatería”.
    La muchacha al ver el cartel, no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lagrimas. Neveu no tenia el valor de entrar. Sabia que esa zapatería era la de su padre y que con solo ver al caballero reconocería inmediatamente a su hijo.

    Miku entro decidida. Al entrar, lo único que había era una gran repisa llena de zapatos atipujados que nadie fue a recoger. La mujer que estaba sentada detrás del mostrador tenia los ojos cansados, llenos de cataratas que le empezaban a nublar la vista. Aun no tenia arrugas, y no podía tener mas de 50 años. Pero tanto tiempo de tristeza la había deteriorado. La mujer, al ver al la joven peli azulada, se abalanzo sobre ella, como si Miku fuera la ultima esperanza que le quedara.

    --No lo ha encontrado—dijo la muchacha con voz quebradiza, Neveu lograba escuchar atravez de una ranura.

    -- no… no sabemos donde lo llevaron—sollozaba la señora, abrazando con fuera a la muchacha. El zapatero negó con la cabeza, suspiro mientras sacaba un pequeño sobre de una cajita de madera.

    -- esta es la primera y ultima carta que nos envió después de que los guardias se lo llevaran…-- dijo el zapatero con voz grave, al parecer el no quería llorar.

    Miku tomo la carta, saco el pequeño papel que tenia dentro. A Miku se le hizo un nudo en la garganta al leer la carta. La cual solo tenia una pequeña frase.

    --el duque pagara caro por lo que nos ha hecho…-- dijo miku mientras leía la nota en voz alta. Miro a los ojos del zapatero que no pudo aguantar mas las lagrimas que le provocaban la presencia de la joven.
    Al salir, Miku estaba destrozada. Sin embargo no lloro en brazos del caballero. Prefería llorar con el hombre de la mascara. Pasaron a varios puestos. Pero realmente no compraron nada.

    Al regresar al palacio, la muchacha decidió que fuera su madre la que escogiera las cosas, pues ella no tenia muchas ganas de nada. Subió a su habitación, no sin antes darle las gracias al caballero por haberla acompañado. Quería que cayera la noche. Quería ver al hombre de la mascara. Miku suspiro aburrida mientras se tumbaba en su cama. Las emociones que le provocaba aquel ladrón eran sorprendentes.

    Sinceramente, la muchacha se estaba enamorando de el. Le gustaba bastante. Jamas había querido a una persona de tal forma. Nadie le había hecho sentir así en muchos años, ningún niño de su colegio, ni de su secundaria. Solo un niño plebeyo y un ladrón.

    A las tres de la tarde, Miku pidió que le subieran la comida. Tenia muchas cosas que pensar a solas. No quería casarse con Len, era demasiado arrogante y rico para ella. Tal vez escapar con el hombre de la mascara seria buena idea. Pero primero tendría que saber su identidad.

    A Neveu le resulto extraña la comida sin la presencia de la hija del duque. Sinceramente sin ella no había necesidad para comer, solo que tenia mucha hambre. Los comentarios eran sarcásticos pero sin nada de gracia. Platicaban sobre una joven noble que se embarazo de un guardia de su propio castillo, para la nobleza todo un sacrilegio.

    --¡que desgracia! Que pensara el pueblo de su familia… y ¿saben que le aran al bastardo ese?—Dijo la madre de miku dándole un sorbo de su taza de café, Neveu frunció en ceño con desaprobación.

    -- lo lógico… lo van a enviar a la escuela militar, como al niño del zapatero—dijo el coronel.

    -- ¿tu que piensas, Neveu?—dijo el joven Len. Rin apenas y había tocado la comida. Se mordía el labio, tanto que se había quitado un gran trozo se piel.

    -- pues… pienso que no deberían hacer eso. El pequeño terminara encontrando a su madre y lo mas seguro es que mate de tajo a su abuelo. Así pensamos nosotros—espetó Neveu de forma seca, los nobles lo miraron sorprendidos. El sonrió con suficiencia. El coronel lo miro con desprecio.

    -- como siempre… los pobres son inhumanos—escupió el coronel, dándole vueltas a su copa de vino. Neveu sonrió astuto, acomodando sus largos cabellos color azul.

    -- no tanto como ustedes… señor—

    El cielo empezó a tornarse rojizo. Miku estaba desesperada. Quería verlo ya, pero no sabia donde estaba. Daba vueltas por su habitación ansiosa. Quería que fuera media noche.

    Bajo al comedor totalmente repuesta. Sus padres esbozaron una gran sonrisa al verla bajar. Len rápidamente tomo su mano para acompañarla. Neveu volvió a fruncir el ceño, pero después se le vino a la mente el recuerdo de su beso la ultima noche que se vieron. Nadie igualaría eso.
    Miku se sentó en la mesa, sonriente, pero muy perdida. Sonreía demasiado, como si estuviera soñando.

    --Miku…¿te sientes bien?—pregunto su madre mirándola curiosa, esta volteo sonriendo como si estuviera en las nubes.

    -- Excelente madre… mejor que nunca—dijo mientras jugueteaba con su sopa. Su padre la miro serio, sintió el disgusto del coronel que miraba fijamente a su hermosa hija. Las cosas se ponían tensas. Nadie hablaba, Miku apenas y comía. Se la pasaba pensando en la media noche. ¿Qué le diría el hombre de la mascara? ¿la besaría de nuevo?

    -- Bueno pequeña, piensas tocas un poco de violin en la fiesta?—dijo el coronel, mas serio de lo normal, tal vez pensaba que si le preguntaba algo la muchacha delataría sus pensamientos. Pero ella no era tan tonta.

    --si, pienso tocar una pieza bastante difícil. Neveu ya la escucho no es cierto?—dijo la muchacha captando rápidamente la pregunta. Si se trataba de violín, nada podía distraerla.

    -- Es cierto, es una pieza bastante hermosa…-- dijo el caballero sonriéndole a la muchacha, esta le devolvió la sonrisa. El coronel volvió a fruncir el ceño con desagrado.

    -- se llevan bastante bien no?—dijo Donata, sonriendo. El coronel la cayo con una fría mirada, Rin se levanto temblando de miedo, sin despedirse y sin hacer reverencia. Gracias a dios eso si estaba permitido.

    Miku se levanto de la misma manera. Corrió rápidamente a la bañera. Decidió bañarse el olorosas especias. Se recargo, envuelta en espuma y burbujas. Las especias olorosas la mareaban. No se había dado cuenta que afuera el coronel la vigilaba.

    Miku empezó a tararear una canción desconocida para su próximo suegro. La muchacha no tardo mucho en bañarse, o mas bien chapotear en el agua. Dentro de la ducha tomo la bata, entre tanto vapor no se notaba nada.

    La puerta se abrió en un rechinido. El cabello azul de la muchacha escurría, no podía seguir esperando. El coronel se acerco con pasos sigilosos hasta que la muchacha entro a su cuarto, pero esta la cerro de un portazo, cerrando la puerta con seguro como todas las noches. Lastima, esa noche no sabría que tramaba.

    --Llegaste mas temprano…-- murmuro la muchacha viendo la sombra del hombre de la mascara en una esquina.

    -- Te lo prometí… preciosa—dijo el acercándose a la muchacha, a esta se le sube el color a las mejillas.

    -- no me prometiste nada… solo dijiste que volverías—dijo ella, haciéndose la fuerte. Pero la presencia de aquel hombre la doblegaba. Este se acerco, sintiendo la dulzona respiración de la joven. Miku solo miraba sus labios. Tenia miedo que decidiera besarle de nuevo, y ya no poder olvidarse de el.

    -- te gusto mi beso…-- le susurraba el al oído. Miku rápidamente se alejo de el. Con las mejillas sonrojadas y un calor insoportable, pero feliz.

    -- tenemos que hablar. Ya no puedes seguir viniendo aquí.—dijo ella seria, el ladrón sonrió pícaro. Ya sabia la
    causa.

    -- los prometidos estorban querida… yo no dejare de verte porque un tipo me lo impida—el se sentó en la cama de la muchacha, ella se sentó a su lado, mirando los ojos azul acuoso detrás de la mascara.

    -- no es eso, yo tampoco quiero dejar de verte. Pero tendremos que vernos en otro lado—dijo miku, se sentía mal por hablar de esas cosas. Pero se sentiría peor si el hombre de la mascara no volviera. El joven caballero sonrió con suficiencia, dándole un beso delicado en la mejilla de la muchacha. Esta lo mira a los ojos, intrigada.

    -- no hay necesidad, conque nos veamos solo un momento yo sere feliz, hermosa—Entonces Miku sonrío. Parece que hace años se conocían. Se abrazaron por varios segundos, como si fuera la ultima vez que se fueran a ver. El acaricio su cuello con sus labios. Ella sintió un leve cosquilleo, ese que se siente cuando se hace algo que no esta bien. Sin embargo no se opuso.

    Pero, cuando sus labios estuvieron a punto de unirse, los labios del hombre se separaron. Dejando a la muchacha con el deseo colgando.


    --te sacare a bailar a tu fiesta, preciosa—dijo el con voz picara y grave. Sonriendo astuto desapareció por la ventana.
     
  5.  
    Rebellious Mind

    Rebellious Mind Nefilimm

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    Holiiss!! Esta semana estuve muy perver jejej, asi que este capitulo esta medioo hayyy jeje, bueno espero que les guste.

    CAPITULO 5: INCESTO.
    Len…-- murmuro la rubia muchacha buscando un cuerpo a su lado, no lo encontró. Lo supo porque ese lado de la cama estaba helado.

    La joven se levanto tallándose los ojos con pereza. Cuando despertó sintió esa punzada de nostalgia que sentía todas las mañanas. Estaba sola.

    Hacia tanto tiempo que no pasaba un tiempo a solas con su querido hermano gemelo. Su padre al informar el compromiso los había separado. Ahora ella dormía en una gran habitación totalmente sola, y Len dormía en otra habitación del otro lado de la gran mansión. ¿ A su padre le había afectado tanto aquel incidente?

    A Rin solo le provocaba dolor de cabeza recordarlo, y al mismo tiempo, una sonrisa llena de satisfacción. ¿Por qué? Ni ella misma lo sabia.

    La rubia empezó a cepillarse el poco cabello que aun le quedaba, desde pequeña había tenido una larga cabellera rubia. Pero el estrés había provocado que se le cayera, dejando solamente una pequeña peluquita hasta los hombros.

    Se metió el vestido color crema con desgana. Era el color favorito de su padre. Sinceramente, Rin odiaba a su padre. No solo por obligar a Len a casarse, también por esa autoridad machista que tenia. Cuando se casara, su padre no vería a sus hijos.

    Rin bajo a paso lento las escaleras, estaba frustrada como siempre. Len se encontraba muy alegre parloteando como todos los días. Ocultaba sus verdaderos sentimientos. Rin lo conocía como la palma de su mano.

    --Buenos días…-- musito Rin con voz leve y educada. Se sentó al lado de su hermano gemelo, que le sonrío amablemente, ella le devolvió la sonrisa. El coronel se puso molesto, mirando a su hija con desprecio. Esta ya se había dado cuenta, solo que trataba de no hacer contacto visual.

    -- como les decía, después de la fiesta, creo que tendremos que empezar a hacer los preparativos de la boda, tendremos que tomarlo todo con mas calma—dijo la madre de Miku. La peli azulada no musito palabra alguna. Pero desde lejos se veía que estaba en desacuerdo. Ella no quería casarse. Len tenia el rostro con una sonrisa hipócrita a los ojos de su hermana gemela.

    No sabia porque pero esa mañana su hermano lucia mas apuesto de lo común. Se había puesto su traje favorito, de color azul marino. Con botones dorados que lo ajustaban a su esbelta figura. Ese día su cabello estaba recogido en una pequeña coleta amarrado con un listón negro. Rin jugueteaba con su desayuno como todas las mañanas. Comía como pajarito. Casi nunca se terminaba el desayuno. Pero siempre se bebía entero el jugo de naranja.

    --Rin, querida. No te atragantes el jugo de naranja—dijo Donata con voz educada. El coronel le dirigió una mirada de desaprobación a su hija. La rubia, poco a poco fue separándose del vaso y cuidadosamente lo dejo en la mesa, con miedo a que su padre decidiera sacar el látigo. Miku percibió rápidamente la mirada aterrada de su mejor amiga.

    -- Buenos días.—dijo una voz grave entrando por la puerta. Neveu. Con una sonrisa astuta y llena de suficiencia, el coronel y el señor Le Frende de dedicaron una mirada des-aprobatoria.

    --Llegas tarde, tendrías que estar aquí antes de que bajáramos a desayunar Neveu-- explico el duque, el caballero le devolvió una sonrisa.

    -- Lo siento, tenía asuntos que atender—Neveu tomo asiento al lado de Len, este le sonrio amablemente a su caballero. El coronel se aclaro la garganta captando la atención de toda la mesa. Sin embargo, Rin bajo la mirada. Ya sabia lo que iba a decir.

    -- Deberán ensayar sus modales jóvenes. Mañana, a la fiesta, vendrán invitados muy importantes. Bastante importantes. Porque los invitados serán toda la nobleza conocida o que tengamos a los alrededores. Incluyendo el prometido de Rin—La rubia se quedo perpleja. Tanto que soltó los cubiertos que tenia en la mano, llenando el piso de huevo y guarnición.
    La muchacha rápidamente se puso a recoger los cubiertos y a limpiar con servilletas de papel. No podía creerlo.

    ¿Quién seria su prometido? Que ella supiera no conocía a ningún chico, a no ser…
    Rin no se dio cuenta que tenia en frente los ojos azules de su hermano gemelo. Este le susurro unas palabras, que no pudo entender. Su mirada se notaba triste, no parecía muy alegre con esa noticia.

    --Len, deja que la estúpida de tu hermana recoja sus desastres—dijo el coronel, recalcando dolorosamente la palabra “ estúpida” . El joven rubio miro a su padre totalmente serio, desafiante.

    -- No le digas estúpida, padre. A cualquiera le podría suceder. Hasta a ti.—respondió Len, parecía muy molesto.
    La tensión en la mesa era horrible, pero por una extraña razón Neveu sonreía. Rin, de nuevo, se levanto sin despedirse. Sin que nadie pudiera detenerla subió las escaleras a gran rapidez. A medio camino, se quito las grandes zapatillas que le hacían lucir mas alta de lo normal, dejándolas a medio pasillo sin que le importara lo que dijeran de ella.

    Entro a su habitación, con todo y gigante vestido se metio a las cobijas de seda. Pensando. Recordando esos días dolorosos.

    Todo empezó cuando habían cumplido los trece años de edad. Les habían preparado una gran fiesta, Rin y Len usaban un traje a juego. Habían venido la mayoría de los hijos de los nobles, hasta la pequeña Miku, pero esta estuvo afligida y desorientada toda la fiesta.
    Ese día, era el día en que iban a dejar de ser unos niños. Eran adolescentes. Pubertos a gran libertad. Ninguno de los dos lo había pensado hasta que llego la hora de dormir.

    Los gemelos ya no podrían dormir en la misma cama. Todo se volvió nerviosismo, realmente Rin estaba muy nerviosa. Jamas habia visto a su hermano de otra manera, pero esa noche no era igual. Ambos habían madurado. Ya no eran los niños que jugaban a recoger ramas en la pradera, para después llegar a casa construir hermosas coronas.

    La decisión fue que Len iria a dormir al cuarto contiguo al de sus padres y Rin dormiría sola. Por primera vez.

    --Aun no te vallas Len. Quédate un momento por favor…-- Dijo Rin esa vez, Len se quedo para arroparla. Su hermana lo admiraba cada centímetro. Su perfecto cabello rubio, su piel tersa y blanca, sus ojos azules con ese brillo especial. Sus delgados labios sin alguna imperfección.
    Sus labios.
    Rin no se daba cuenta lo que hacia, mas bien había sido un impulso, un reflejo.

    No, no era ninguna de esas cosas.

    Los labios de los gemelos permanecieron juntos no por mas de cinco segundos. Ninguno sentía culpabilidad alguna, ambos tenían los ojos cerrados.
    No se habían dado cuenta que sus padres los miraban.

    Esa fue la primera golpiza que Rin recibió. Len trato de defenderla, era culpa suya no de su hermana. Pero su padre no hizo caso. No podía golpear a su primer hijo hombre. La mujer era la pecadora.
    Rin era la pecadora. La que de ahora en adelante no tendría perdón de dios.

    Desde ese entonces, Rin y Len se separaron. Sus padres tomaron todas las precauciones para que nunca mas terminara en un cuarto los dos solos. Esa misma noche se acordó el compromiso de Len con Miku Le Frende.
    Rin no se había dado cuenta que estaban tocando la puerta, haciendo mucho ruido. No quería levantarse, pero no podría quedarse en la cama todo el día.

    Se acerco a la puerta con sigilo, tenia miedo que quien estuviera detrás fuera su padre. Abrió la puerta despacio, provocando un rechinido. Un ojo azul verdoso se asomo por la pequeña rendija que Rin se había decidido a abrir. La rubia suspiro de alivio.

    --Pensé que eras mi padre.—dijo Rin, Miku paso a su habitación,preocupada.

    -- Tu padre esta abajo hablando con Len, la cosa se esta poniendo fea Rin—Miku se sentó en la cama de su amiga, hablando con preocupación.

    -- ¿Crees que… mi padre golpee a Len?—a Rin se le hizo la voz un hilo. Nunca se habia imaginado que su padre podría golpear a Len. Al perfecto Len. Miku la miro a los ojos aterrada, se imaginaba las atrocidades que le podría hacer el coronel con su prometido. No se imaginaba el castigo que le podrían hacer a ella por reunirse a media noche con aquel hombre misterioso.

    -- No estoy segura—La voz de miku se había vuelto temblorosa, entonces vio como a su amiga los ojos se le llenaban de lagrimas.

    -- No, a Len no, Miku...-- dijo Rin, con la voz hecha un hilo provocada por las lagrimas que escurrían en sus mejillas.—¡a mi Len no! ¡ No le puede hacer daño a mi Len!—

    Rin lloraba desesperada, abrazando a su mejor amiga murmurando el nombre de su hermano.

    La hora de la comida fue horrible, mas bien espantosa. Rin tenia los ojos hinchados de tanto llorar. Len la miraba preocupado, este tenia una mejilla roja con la marca de un latigazo. Rin estaba hecha furia. Apretaba los cubiertos con muchísima fuerza. Quería gritarle a su padre barbaridades por haberse atrevido a tocar el rostro perfecto de Len. Este tenia la cabeza en alto, no sonreía ni miraba a su padre en absoluto. Neveu también parecía furioso.

    El coronel parloteaba alegremente con el Señor Le Frende. Donata estaba seria, solo esbozaba una sonrisa cuando su esposo se lo indicaba. La madre de Miku era difícil de controlar, ella no le tenia miedo a su marido, ya que nunca le habia puesto una mano en sima. Le tenia mas miedo al coronel que al propio duque.
    -
    -A mi me parece que Lord Kamui es muy grosero—dijo la madre de Miku, esta asintió afirmando la opinión de su madre.—en la fiesta pasada se quiso sobrepasar con Miku, no tiene respeto ni con las niñas—

    -- Pero tiene mucho dinero, es una buena propuesta ¿ No es cierto Rin?—dijo el coronel esperando la respuesta educada de su hija, a menos que quisiera una golpiza.

    -- si, tiene bastante dinero, pero no me causa buena impresión—dijo Rin, tratando de no escupir todo lo que sabia.

    El Lord Gakupo Kamui era un hombre lujurioso. Grosero con cualquier muchacha joven que se le cruzara en el camino. Era un pedófilo total.
    El coronel frunció el ceño con desaprobación.

    --De todas maneras, el podría ser tu próximo marido. O tal vez el hijo del general.—Dijo Donata seria, Len frunzo el ceño. Rin lo miraba curiosa, jamas lo había visto tan enojado.

    -- ¿El joven Dell? , ¡Pero si ese muchacho es rebeldía pura!—exclamo sorprendida la madre de Miku, esta asintió afirmándolo. También lo conocía. Era un muchacho terco, rebelde y sin modales. Ademas de un adicto al cigarro.

    -- pero tiene dinero…-- el coronel de dio un sorbo a su te de jazmín. Entonces, Len golpeó la mesa con su puño. Los vasos y los platos temblaron, regando un poco de comida en el impecable mantel blanco. Los ojos del muchacho despedían una rabia pura que Rin no había visto en toda su vida.

    -- a ti lo único que te importa es el dinero, ¿ verdad padre?—dijo Len con rabia, ese día estaba muy cambiado. Jamas había dicho algo en contra de el coronel. Jamas lo había desafiado. Jamas lo había interrumpido.

    -- Len, ¿Qué te sucede?—pregunto Rin asustada. Su hermano no le parecía el mismo, aunque su conducta rebelde le agradaba en algún modo.

    -- ¡ A ti no te importan tus hijos! ¡El dinero vale mas para ti que nosotros! ¡¿A caso no has pensado en pedirle a Rin la opinión de con quien se quiere casar?! ¡¿No verdad?!—Grito Len hecho una furia. Asotaba su brazo en la mesa con fuerza. Su padre lo miraba sin inmutarse.

    El Duque estaba sorprendido con el comportamiento de su yerno. Rápidamente se levanto para ayudarle a su camarada. Pero el coronel hizo una rápida seña de que tenia todo bajo control.

    --Len, eso no es de tu incumbencia. Hace muchos años que la vida de tu hermana no es de tu incumbencia—dijo el coronel tomando con fuerza el brazo de Len. Este, en un arranque de furia, le escupe en la cara. Llenandole el rostro de saliva y restos de comida.

    El coronel se enfureció. Entonces en un abrir y cerrar de ojos, le metió una cachetada a su hijo, haciéndolo caer al piso noqueado.

    Rin rápidamente corrió a verlo. Estaba sangrando por la nariz. Volteo a ver al coronel, furiosa. Nadie podía tocar el rostro de su Len, solo ella.

    Varios sirvientes y la misma Rin le ayudaron a levantarse. Pero Rin ya no pudo acompañarlo a su habitación, seria como un auto sacrificio.

    Anocheció rápidamente. Las ultimas horas Rin se la paso en la cocina buscando medicinas para su gemelo. Esa noche iria a visitarlo.

    Sus padres ya estaban en la habitación, los anfitriones tenían su cuarto justamente del otro lado del palacio, demasiado lejos para que pudieran escucharla.

    Rin camino con sigilo, casi de puntitas, al cuarto de su hermano. Toco la puerta con los nudillos tres veces, suaves para que su hermano no se sobresaltara.

    --¿Quién es?—La voz de Len se escuchaba desde el otro lado de la puerta, Rin suspiro algo nerviosa. Hacia tanto tiempo que no pasaba tiempo a solas con su gemelo, que de solo pensarlo le ponía la piel de gallina.

    -- soy yo, Rin—respondió la rubia con voz temblorosa. La puerta se abrió con un gran rechinido, dejando ver el rostro demacrado del muchacho. Su cabellera rubia ya no estaba recogida, tenia la mejilla hinchada y la nariz aun le sangraba.

    -- ¿puedo pasar?—preguntó la gemela, Len sonrio amablemente quitándose de la puerta para dejar pasar a su hermana. Esta paso con pies cautelosos, temiendo que sus padres aparecieran en cualquier momento.

    El cuarto de Len era bastante lujoso. El suelo estaba forrado de alfombra, con formas de color marrón, negro y amarillo. Su cama era gigantesca. Las columnas que sostenían el domo de su cama estaban hechas de cedro rojo y talladas con muchos detalles de animales. Principalmente leones. Los edredones de color rojo. Las cortinas de color granate hacían que la habitación se viera como una foto a sepia.
    Len miraba extrañado a su hermana que aun seguía perdida admirando su habitación.

    --yo tuve la misma impresión que tu cuando llegue—dijo Len riéndose del comportamiento de su hermana.
    Rin volteo, ya afuera de su trance al escuchar la voz de su hermano, sonrió de forma amable mientras lo miraba a los ojos.

    --Lo siento!, aun no te he dicho porque he venido…-- la voz de rin sonaba tímida, con miedo de que su hermano lo tomara como una boba. Pero este sonrió con agrado, dándole a su hermana confianza para hablar.

    -- no hay problema—Len sonrió con amabilidad y dulzura—tu visita es siempre bienvenida--.
    Rin le enseño la pequeña cajita que traía consigo para guardar las medicinas. Len se mostró dispuesto a que lo curara.
    Rin jamas había sentido piel tan suave como aquella que tocaban sus manos en ese instante. Mientras pasaba el algodón por la herida de su hermano la tocaba con discreción. Sus cabellos rubios eran sedosos, aun mas que los de ella.

    Len gemía levemente aguantando el dolor que le producía el desinfectante al contacto con su mejilla. Entonces, a Rin se le cayo la caja de las medicinas. Rápidamente trato de recogerlas como si su padre fuera a gritarle en ese momento, su cara se lleno de terror. Tenia miedo de que la estricta cara de su padre apareciera por la puerta, y que su látigo volviera a tocar la cara de su amado Len.

    --Rin…-- la rubia estaba hiperventilándose, respiraba con la boca, sacando el aire con ansiedad. No escuchaba, tenia que levantar rápido la caja o si no…

    -- ¡Rin! ¡Rin, despierta!—grito Len, asustado por el comportamiento de su hermana. Esta había entrado en un ataque de pánico, tal vez por los nervios o porque había regado todas las medicinas en el piso.
    Len rápidamente la levanto del piso, abrazándola con fuerza para calmarla. Rin seguía asustada, lloraba, en un estado de Shock. Jamas le había pasado tal cosa en toda su vida. La sentó en la cama, abrazándola aun con fuerza.

    --Rin, estoy contigo. No hay nada que temer… Yo voy a protegerte—susurro Len al oído de su hermana gemela.
    Las palabras resonaron en la cabeza de Rin.

    No hay nada que temer… yo voy a protegerte.

    Rin miro los ojos azules de su hermano mientras las lagrimas salían de sus orbes. No hay nada que temer, podía estar con su hermano. El la iba a proteger.

    Rin acariciaba con dulzura el rostro de su hermano, perdida en sus pensamientos. Len estaba muy sonrojado. Solo ella podía causarle ese sentimiento. El tampoco había olvidado ese beso.

    --Rin…-- susurro con dulzura el rubio, su hermana estaba llorando.

    --Len…--

    De nuevo.

    Un sabor que ambos ya habían probado se posaba en sus labios. Con delicadeza ambos habían cerrado los ojos.

    La noche serviría como disfraz para su pecado. Un pecado irremediable que mandaría a ambos al infierno.
    El fuego se prendía como un incendio que solo ambos podían ver, escuchar y sentir.
    Nadie descubriría sus incestuosas acciones, y si las descubrían ¿Qué importaba? De todas maneras, estaba hecho. Ambos habían declarado su amor.

    No había nada de morbo entre ellos. Conocían esos cuerpos tan parecidos desde que tenían uso de razón. Sus padres eran los morbosos. Sus padres eran los malos. Ellos no.
    Solo la obscuridad sabría su secreto, solo las palabras consumidas por los suspiros y el pasional silencio.

    --Len…-- susurro la mujer aun pegada al torso desnudo de su hermano.


    -- dime…--

    Un poco mas de silencio. Ambos ya sabían lo que iba a suceder después de esas palabras.
    --Te amo, hermano—dijo Rin suavemente, para después ser callada por los labios de su hermano.
    Lo único que tenían que hacer, era que sus sentimientos guardaran silencio.

     
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