Caídos

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por BlueMoon, 7 Octubre 2011.

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    BlueMoon

    BlueMoon Entusiasta

    Piscis
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    7 Junio 2011
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    Escritora
    Título:
    Caídos
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    2505
    Título:: Caídos
    Resumen: En una fría noche de otoño, Lily Falks es testigo de una terrorífica visión que marcará por siempre su vida.
    Tipo: HC/POV
    Clasificación: M
    Advertencias: Muerte de un personaje
    Género: Horror / Romance
    No. de palabras: 2004

    Capítulo 1: Testigo



    Ella se encontraba caminando por el camino empedrado, en un día de otoño, donde la brumosa mañana recién se asomaba, a pesar de que era algo tarde para que el sol diera sus primeras señales de vida ese día.

    Todo había comenzado ese día como si fuera uno cualquiera. El día anterior, alrededor de las 11 de la noche, Lily Falks había terminado sus deberes escolares, tenía todo listo para la jornada escolar del día siguiente. Lista para dar por terminado ese día, ella se disponía a cepillar su cabello frente al espejo de su dormitorio.

    ¡Demonios! barbulló Lily, al mirarse al espejo y ver que tenía un forúnculo en su rostro, blanco como el papel.

    A pesar de saber que ese “intruso”, como ella solía denominar a los forúnculos que le salían en la cara, era algo propio de la adolescencia que no podía soportar, debido a la vanidad propia de su edad y que no le daba el atractivo que ella buscaba y que le permitiera destacar entre las chicas de su instituto, sobretodo para ganar puntos entre los chicos más atractivos de su curso.

    ¿Por qué no se ha reducido de tamaño? ¿Es que acaso esa crema contra el acné no funciona? Y pensar que pagué la mitad de mi mesada en la farmacia al comprarla…. Me han timado, ¡malditos estafadores! —exclamaba Lily, al tocarse por enésima vez el forúnculo que sobresalía en su mejilla derecha, como si con esa acción, dicho “intruso” se reduciría de tamaño.

    Ni modo, voy a tener que echarme maquillaje extra mañana, aunque al paso que voy, la base de maquillaje que uso no me va a durar ni una semana…. ¡Ayyyyy! —se quejaba Lily, al levantarse de la silla en la cual se encontraba para mirarse al espejo y quejarse de su mala suerte.

    De pronto, el aire de la habitación se volvió frío. Los vellos de los brazos de Lily se erizaron. Ella volteó su rostro hacia su ventana, pensando que quizás una ráfaga de aire había entrado al dejarla abierta sin querer, y con ello se había reducido la temperatura de un modo tan rápido, dejándola a Lily expuesta a una temprana noche del invierno que hacía su introducción ese año.

    ¿Pero si la ventana está cerrada? pensó para sus adentros Lily, al percatarse que, a pesar del gélido sentimiento que había recorrido todo su cuerpo instantes antes, la ventana de su habitación que daba para el parque de su barrio, se encontraba firmemente cerrada, con seguro incluido.— ¡Esto no puede ser! ¿De dónde habrá venido ese cambio de temperatura? ¿Se habrá adelantado el invierno? ¿Pero si aún estamos en Octubre? profirió en su interior Lily, hundiéndose en sus pensamientos.

    En esos instantes, al mirar fijamente a la ventana de su habitación, Lily se percató que las cortinas no estaban cerradas. Sintiendo un miedo difícil de explicar, Lily se preparó para cerrarlas, cuando, de pronto, tuvo la sensación de que estaba siendo observada desde detrás de los árboles que adornaban el parque que estaba en el perímetro de su visión.

    Siendo difícil de explicar esa nueva sensación inexplicable, que hacía de su rutinaria noche algo poco usual para ella, Lily se dirigió nuevamente a su tocador, y abrió el cajón superior en donde guardaba sus poco atractivas gafas, aquellas que poco usaba, ya que la hacían ver, lo que ella consideraba una empollona antisocial, pero que, sin embargo, debía usar en clases para poder tomar nota debidamente a lo que el profesor escribía en la pizarra.

    Con las gafas colocadas rápidamente en su juvenil rostro, Lily se dirigió nuevamente a la ventana, para ver cuál era el motivo de ese extraño sentimiento de ser espiada. La adolescente abrió las ventanas lentamente, no muy segura de lo que podían observar sus ojos, pero dispuesta a descubrir el motivo de las extrañas sensaciones que estaban ocurriéndole esa noche.

    Al dirigir su visión hacia el lado derecho del gran sauce que adornaba el centro del parque, Lily vio que una silueta parecía diluirse entre la oscuridad, como si fuera una sombra transparente, que por momentos destellaba color negro, para luego dar paso a una transparencia poco común.

    ¿Qué demonios es eso? ¿Me estaré volviendo loca? —se preguntaba la muchacha al ver lo que ocurría ante sus ojos.¿Estarán estas gafas estropeadas? ¿O estaré teniendo visiones?

    Sus pensamientos se vieron nuevamente interrumpidos cuando la adolescente se percató de que dicha silueta humanoide, espontáneamente, abrió sus alas, majestuosas, del color de ébano, para luego literalmente volar a lo más alto del viejo sauce del parque, y después, dirigirse desde allí a lo alto del techo de la iglesia católica que se encontraba a pocos metros de donde se encontraba dicha figura humanoide, dejando detrás una rama quebrada del viejo sauce cayendo lenta y pesadamente al suelo.

    ¿Qué diablos está pasando aquí? vociferó Lily para sí, sintiendo que una gota de sudor frío resbalaba de su frente hacia una de sus mejillas.

    Sintiéndose paralizada por la escena poco común de la que estaba siendo testigo, la joven estudiante se dirigió rápidamente a un cajón de trastos de diversos usos que tenía debajo de su cama.

    Creo que los guardé por aquí. ¿En donde podrán estar? —se decía Lily para sí misma, mientras sacaba desordenada y rápidamente de dicha caja un sinfín de cosas de diversos usos, como un viejo cargador de batería del móvil, un viejo álbum de fotos familiares que no había visto en siglos, etc.Al fin, ¡aquí están¡ exclamó la adolescente, cuando, por fin, pudo vislumbrar los binoculares que tanto había buscado.

    Moviéndose en forma rauda nuevamente hacia la ventana de su dormitorio, Lily hizo uso de los binoculares para dirigir su objetivo visual hacia la extraña figura humanoide que había visto posarse en el techo de la abadía católica.

    Y allí estaba. La extraña silueta no habría parecido extraña, de no ser por las raras circunstancias que la muchacha había observado momentos antes y por las poco usuales “alas” que adornaban la espalda de la figura humanoide.

    Esa silueta oscura, que Lily había visto, era un joven muchacho de piel morena, finas facciones, larga cabellera de color negro, alto y bien formado. Si no fuera por la situación tan jalada de los pelos que había ocurrido momentos antes, la joven pensaría que ese muchacho era atractivo y que podría pasar como un modelo de Calvin Klein. Sin embargo, no era así, el cambio brusco de temperatura, la extraña sensación de verse observada, la tan inusual transparencia de ese joven y, sobretodo, ¡sus alas! y su inesperado y literal vuelo desde el jardín del parque, hasta el viejo sauce llorón y de ahí hasta el techo de la iglesia, hacían de toda esa noche una escena típica de un cuento de terror de Stephen King.

    ¡Esto no está pasando! replicaba Lily, como si diciendo esas palabras, toda la inverosímil situación volvería a su normalidad.

    Mientras la adolescente lo espiaba, el joven muchacho parecía estar concentrado buscando con su visión algo metros más abajo de él, cerca de donde terminaba el parque y donde comenzaba el bosque de eucaliptos, mientras que él parecía inconsciente de que estaba siendo observado por Lily.

    En esos instantes, el ruido de un pito sonó sorpresivamente.

    ¡Ayyy! —gritó Lily fuertemente, conmocionada por el sonido que la había interrumpido, desconcentrándola de su vigilancia nocturna, mientras levantaba bruscamente sus brazos y lanzaba a lo lejos de su dormitorio los binoculares que tanto trabajo le había tomado encontrar.

    El joven volador rompió su concentración de lo que estaba haciendo y prestó atención a los gritos de Lily, girando su rostro hacia la vivienda de los Falks. De pronto, ella sintió que su mirada con la del hombre volador se habían cruzado por un instante, marcando su vida para siempre.

    De pronto, como alma que le lleve el diablo, el joven de las alas de ébano las desplegó nuevamente, para tomar cercanía con la luna llena que iluminaba en todo su esplendor esa noche y con ella desaparecer en el brillo lunar, como mudo testigo de su presencia.

    Lily se mostró nuevamente incrédula ante lo que sus ojos expectaban.

    Pero ¿qué diablos está pasando aquí? —barbulló la adolescente al ver desaparecer al muchacho volador en medio del cielo nocturno, luego de recoger sus binoculares para observar la extraña escena de la que era testigo.

    Luego, a modo de catarsis, el ruido de un pito volvió a sonar. Lily desvió la vista a la parte baja del parque, donde momentos antes había visto al extraño volador, para mirar ahora al rollizo vigilante del parque pasear lentamente, cumpliendo con su ronda de guarda nocturna.

    ¿Habré soñado todo esto? ¿Cómo es que ese señor no se ha inmutado al ver a un hombre volar? —se decía a sí misma la muchacha cuando finalmente se decidía a cerrar las cortinas de la ventana que nunca debió olvidar de hace.

    Con pensamientos que rondaban su cabeza tratando de explicar los extraños sucesos de esa noche que ella había atestiguado sin querer, Lily fue dando paso al sueño que comenzaba a vencerla, para luego, finalmente, disponerse a descansar de modo debido y tener las suficientes energías para el día siguiente.

    Con el paso de las horas y ya más repuesta, gracias al merecido descanso nocturno, Lily se despertó al día siguiente, se dio un duchazo rápidamente, tomó su desayuno y se disponía a coger sus cosas para dirigirse a su instituto, cuando fue interrumpida por su madre cerca de la puerta de su casa.

    Hija, ¿estás llevando todo contigo? ¿No te olvidas nada? preguntó la Sra. Falks a la adolescente, sabiendo lo olvidadiza que era su hija.

    Sí, mamá, estoy llevando todo, no me olvido de nada. Nos vemos más tarde ¿sí? respondió con un poco de desgano Lily, ante las típicas preguntas que estaba acostumbrada a recibir de su madre.

    Cuídate hija, que te vaya bien dijo la Sra. Falks, mientras veía a su hija cerrar la puerta de su casa con prisa.

    Todo ha sido un sueño, todo ha sido un sueño, todo ha sido un sueño… decía silenciosamente Lily, mientras pasaba por el oscuro parque detrás de su casa para dirigirse a su instituto.

    Creo que estoy leyendo muchas historias de horror últimamente, ¡eso debe ser! pensaba para sí misma la muchacha, tratando de encontrar una respuesta lógica para todo lo que había ocurrido horas antes.

    Lily se encontraba zambullida en sus pensamientos cuando de pronto, al pasar al lado del viejo sauce, ella se percató que la vieja rama del sauce que había visto caer la noche anterior se encontraba ahí, a pocos metros de ella.

    Sin poder dar explicación a lo que sus ojos miraban, como si esa simple rama fuera una verdad que le gritaba que todo lo que había observado la noche anterior era totalmente verídico, Lily enmudeció al ver unas gotas de sangre a la izquierda de su ubicación.

    Sin hacer caso a lo que su cerebro le dijera, que no siguiera el camino de esas gotas de sangre, la adolescente caminó lentamente y se adentró en la unión del parque hacia el pequeño bosque de eucaliptos que se situaba metros más allá.

    ¿Qué es todo esto? ¿Tendrá relación con lo que pasó ayer? decía Lily en voz alta, como si el sonido de ello pudiera calmar el sentimiento de miedo que lentamente invadía su cuerpo.

    En ese instante, la mirada de la joven fue testigo de una escena execrable. Un hombre de aproximadamente 50 años, había sido literalmente desangrado. El color de su piel era pálido, sus ojos se encontraban abiertos con una mirada llena de espanto, el gesto de sus labios eran de un grito sofocante, terroríficamente callados por quien le había causado tal brutal muerte. La posición de sus manos estaba de modo que hubiera tratado de oponer resistencia a su asesino, como si quisiera sacárselo de encima y defender su vida de aquel brutal ataque. Su cuello se encontraba de un color morado mortal, como si quien lo hubiera apretado hubiera sido el causante de exterminar hasta el último rezago de vida que le quedaba.

    ¡AYYYYYYYYYYY! Lily gritó con todas sus fuerzas al ver dicha escena. Corrió desesperadamente y volvió por el camino empedrado que la había llevado a esa terrorífica escena que había visto.

    ¡UN HOMBRE MUERTO EN EL BOSQUE! ¿HAY ALGUIEN AHÍ? ¡AYÚDENME, POR FAVOR! vociferaba Lily angustiosamente, mientras se movilizaba rápidamente para buscar y encontrar a alguna persona que pudiera sacarla de la estupefacción en la que se encontraba.

     
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  2.  
    Lilineth-chan

    Lilineth-chan I'd rather have you, cursed or not.

    Leo
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    Wow! Esta muy suave... me ha gustado mucho.
    No te puedo decir si tienes errores porqe soy mala en ortografia, pero sinceramnete me ha gustado mucho.
    Como narras en tercera persona los hechos y todo genial.
    Espero continuacion. Me avisas. Baebae
     
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  3.  
    BlueMoon

    BlueMoon Entusiasta

    Piscis
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    Muchas gracias por tu comentario y darte el tiempo de leer mi relato.

    Quisiera preguntarte, ¿a qué te refieres cuándo dices que "está suave? ¿Que no es tan terrorífico como te esperabas?

    Gracias y saludos!
     
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  4.  
    Kartesh

    Kartesh Iniciado

    Virgo
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    Bueno antes de nada decir que la historia en sí está bien. Supongo que el personaje del que hablamos es un demonio. En rasgos generales está muy bien pero tengo un par de cositas que comentarte:

    En primer lugar describes muy bien pero te excedes en el uso de comas. Utiliza los puntos cuando sea necesario.

    Mal. Esto es muy difícil de leer del tirón. Creo que habría sido mejor ponerlo de la siguiente manera:

    • * No se puede volar en ese contexto de una manera no literal, así que puedes excluir completamente esa palabra y modificar levemente la frase.
    • ** No repitas tanto las palabras "figura humanoide", con una es suficiente. Además, vigila mucho la composición de la frase. Date cuenta que esa frase no es que sea muy larga, es que tiene zonas de conexión muy débil. El después lo puedes usar, pero mirando mejor la forma de ordenar.
    • *** En la última parte de ese párrafo utilizas dos verbos "dejando" y "cayendo" que crean un efecto un tanto extraño. Si cortas la frase como te puse en el ejemplo puedes conjugar mejor uno de los dos verbos para que quede más coherente. El otro modo habría sido: "Se fue dejando caer tras de sí una pesada rama del sauce al suelo". No sé si explico lo que pretendo decir.
    No repitas palabras de seguido. He visto que lo haces algunas veces en el texto, como por ejemplo:
    Y he visto también que te gusta mucho describir. Eso está muy bien, es un punto muy bueno a tu favor, pero trata de no excederte. Así que me reitero en lo dicho: usa las comas y puntos necesarios. También tienes el punto y coma para unir dos frases con relativa facilidad que no tengan demasiado que ver. Y creo que eso es todo. Si cuidas esos detalles escribirás mejor.

    En un resumen muy resumido:
    • Uso apropiado de signos de puntuación.
    • Descripciones exactas -sin muchas ni pocas filigranas.
    • Conjugación correcta de los verbos al usar varios en una frase.
    • No usar palabras redundantes -como la de "literalmente"- utilizándolas en contextos no necesarios.
    • No repetir palabras. Sobre todo en un espacio muy reducido.
    ¡Y no temas hacer más frases más cortas! A veces dan sensación de firmeza al texto.

    Espero que no me tomes a mal. Dentro de poco me pondré con tu relato de Dragon Ball.
     
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  5.  
    Nigromante Renegado

    Nigromante Renegado Iniciado

    Aries
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    Wow me encanto, supongo que la critura es un demonio no?

    En cuanto a la escritura, debo decir solo 1 cosa: No uses tanto la palabra Joven Adolescente, suena a que va a envejecer de golpe (aunque si esa es la intencion esta bien), trata de poner un "Ella" o algo parecido de vez en cuando ^^ Por lo demas me parecio estupendo

    Segui asi n.n
     
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  6.  
    BlueMoon

    BlueMoon Entusiasta

    Piscis
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    Gracias a los dos por sus consejos.

    Kartesh, creo que te voy a convertir en mi beta reader, eres un maestro en la redacción.

    Nigromante, sí, creo que repito varias veces las palabras. Creo que Kartesh ya se había percatado de ello.

    Tendré que corregir el relato, pulirlo para quedar contenta con ello. Gracias por sus opiniones chicos, me ayudan mucho para mejorar.
     
  7.  
    BlueMoon

    BlueMoon Entusiasta

    Piscis
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    Caídos
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Horror
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    5
     
    Palabras:
    2962
    Capítulo 2: Encuentro

    Lily corría, mientras su respiración se agitaba cada vez más, haciéndola sentir que las sensaciones vividas hacía unos momentos habían sido crudamente reales.

    —¡Auxilio! —gritó angustiosamente Lily, por enésima vez, tratando de que alguien respondiera a sus pedidos de ayuda. En esos instantes, la muchacha tropezó con una piedra que no había visto a tiempo.

    —¡Aishhh! —exclamó la joven, al trastabillar y caer de rodillas de bruces al suelo, soltando la mochila y, con ello, sus libros, cuadernos y su teléfono móvil se vieron desperdigados en el suelo, a varios metros de distancia de ella.

    —¡Maldición! Era lo único que me faltaba... —se lamentó Lily, mientras observaba que su rodilla sangraba, sus manos se encontraban llenas de rasguños al tratar de proteger su rostro de la caída que había sufrido y su ropa se encontraba llena de polvo.

    La joven se dispuso a levantarse del suelo lentamente, cuando se dio cuenta que el pie derecho no le respondía y se desplomó nuevamente al suelo.

    —¡Ayyy! —chilló la adolescente de dolor— ¡Mi pie me duele mucho! ¡Demonios! —exclamó, llena de frustración y desconsuelo.

    Lentamente, y con mucha dificultad, Lily intentó dos veces más erguirse del suelo, pero sus intentos fueron inútiles.

    ¿Qué hago ahora? —pensó la joven— ¡Véanme aquí! Llena de tierra, con el pie hecho mierda y con un muerto a unos pasos de mí. Mejor imposible no pudo empezar el día para mí. —se decía afligidamente así misma.

    Dispuesta a cambiar su situación, Lily decidió arrastrarse como pudo a donde su teléfono móvil se encontraba para llamar a sus padres que en esos momentos —aún debían encontrarse en su casa.

    Con mucha agonía y dificultad, debido al dolor que recorría toda su pierna derecha, la joven se arrastró hacia el lado izquierdo de un viejo árbol de eucalipto en donde se encontraba el móvil. Instantes después, triste fue su sorpresa al ver que, el teléfono móvil que tanto ansiaba tener como salida a esa frustrante coyuntura, tenía la batería descargada y estaba apagado. Ella presionó, una y otra vez, al botón de encendido del teléfono, sin éxito alguno.

    —¡Mierda! —barbulló angustiosamente Lily— ¿Pero es que acaso no hay algo que me pueda salir bien hoy? —gritó la muchacha. Momentos después, lanzó nuevamente, pero ahora sí con intención, el móvil muy lejos de ella, al otro lado del bosque, como si con eso, de ese modo, pudiera solucionar sus vicisitudes.

    —¡Holaaaa! ¿Hay alguien ahí? —gritó la adolescente— ¡Ayúdenme, por favor! —repitió varias veces Lily, mientras su vista se nublaba y se llenaba de lágrimas que recorrían sus mejillas, debido a la desilusión que la embargaba.

    Luego de muchos minutos y sin respuesta alguna a sus reclamos, la joven siguió llorando amargamente ante su desdicha, sentada en aquél desolado sitio y odiando su mala suerte.
    En ese instante, Lily percibió unos pasos muy cerca de ella. Sintiendo que, por fin, sus ruegos de ayuda habían sido escuchados, comenzó a limpiarse el rostro de las lágrimas que anteriormente había derramado.

    —¿Te encuentras bien? —interrogó una voz masculina.

    —No, no estoy bien. —respondió Lily, mientras seguía limpiándose el rostro— Me tropecé y solté todas las cosas que llevaba…—interrumpió lo que decía, cuando, en esos instantes, ella observó que el dueño de la voz masculina que había escuchado era el joven que había visto la noche anterior.

    —¿Tú? —preguntó con asombro la adolescente.

    —¿Sí? —dijo el muchacho— Me estabas contando que te habías tropezado—prosiguió el joven, mientras miraba profundamente a Lily.

    —Ehhh, sí. —habló dubitativamente la adolescente, aún sin salir de su desconcierto y mirando a su “ayudante”. Éste era alto, de un metro ochenta aproximadamente. Pelo negro muy oscuro y piel bronceada, tal como lo recordaba la noche anterior, pero ahora con mayor detalle en su rasgos físicos— Las cosas de mi mochila se esparcieron por ese lado debido a la caída. —dijo Lily mientras le indicaba con el brazo extendido el lugar donde estaban sus objetos lanzados sin querer, sin apartar sus ojos de él— Tengo el pie lastimado. El móvil sin batería. Estaba gritando pidiendo ayuda y nadie me contestaba… ¡Maldición! —exclamó Lily, desfogando toda la frustración que había acumulado y sintiendo que las lágrimas nuevamente la traicionarían.

    —Pero para tu buena suerte, yo ya respondí a tus llamados de auxilio. —dijo el joven, con una sonrisa sarcástica.

    —Oh, bueno…Digamos que sí. —manifestó Lily mientras lo miraba fijamente y se daba cuenta que le gustaba la mirada de su extraño ayudante.

    —¿Te echo una mano recogiendo lo que lanzaste hace poco? —preguntó el muchacho, sin dejar de sonreírle.

    —¡Claro! Por supuesto… —respondió Lily, observando atentamente al joven, sintiendo hormigas en el estómago, mientras éste se dirigía al lugar donde estaban sus cuadernos y libros desperdigados, y los recogía cuidadosamente dentro de su mochila.

    —¿Dijiste que tu móvil se había quedado sin batería? —interrogó el muchacho a Lily.

    —Sí. —contestó ella.

    —¿En dónde está? Que no lo encuentro por ningún lado. —dijo el joven.

    —Ah, si. ¡Jejeje! —replicó Lily, mientras se rascaba la cabeza con la mano derecha, sintiéndose como una tonta.— Olvidé mencionar que lo lancé intencionadamente a ese otro lugar. —dijo la adolescente mientras le indicaba con la mano derecha, metros más allá, el lugar donde yacía su móvil.

    —Está bien. —dijo el muchacho, mientras caminaba al sitio señalado por Lily.

    Al darle la espalda el joven, Lily se percató que ésta no revelaba las alas de color negro que había visualizado en aquél la noche anterior Con asombro, se dio cuenta que su espalda era como la de cualquier otro ser humano.

    —¿Eres de por aquí? —preguntó finalmente Lily para saciar su curiosidad.

    —Podría decirse que sí y no. —contestó el joven mientras se dirigía hacia ella con el móvil en la mano y la mochila en otra.

    —¿Y eso cómo puede ser? —interrogó Lily nuevamente con más indagación—¿Si y no?

    —Nada sin importancia. —respondió el muchacho evasivamente.— ¿No decías que tu teléfono móvil estaba sin batería?

    —¡Sí! —dijo ella.

    —Pues, mira. —replicó el joven mientras le enseñaba su móvil de color rosa con la pantalla prendida y la barra de energía completamente llena, mientras él se sentaba a su lado.

    —¡Está cargado! —exclamó Lily con asombro— ¿Pero qué raro? Juraría que hace un rato estaba totalmente apagado y sin posibilidad alguna de encenderlo.

    —Pues ya ves. Parece que ahora sí quiere funcionar el telefonito este. —le dijo el chico mientras la miraba directamente a los ojos. Otra vez esa mirada. Otra vez esas hormigas en el estómago— Señorita, aquí tiene su móvil operativo otra vez. —replicó el muchacho con una voz tan armoniosa, que Lily pensó que se perdía en sus palabras, mientras aquél le entregaba su móvil.

    Ella estaba tan absorta en esa mirada, que se desconectó totalmente del mundo. Lejanos parecían los momentos en los que sintió tanta rabia y frustración. Lejanos parecían los dolores físicos y emocionales que había sentido hace poco. Lejanos parecían los momentos de terror y pánico que le había provocado ver a un hombre espantosamente asesinado… asesinado….— ¡Demonios! ¿Cómo se me pudo haber olvidado aquello? —pensó para sus adentros, Lily, al recordar la escena terrorífica de la que había sido testigo minutos atrás.

    —¡Oh, sí! Gracias. —dijo ella rápidamente mientras volvía en sí y cogía su móvil— Debo llamar a mis padres y decirles que vengan a recogerme. Y también llamar a la policía. Hay un hombre muerto más allá. Adentro. En el bosque. —le indicó Lily con la mirada al chico.

    —¿En serio? —preguntó el joven, con una voz muy tranquila, para nada sorprendido, lo cual le hizo dudar a ella sobre su proceder.

    —¿Te parece poca cosa que no llame a la policía si hay un hombre asesinado en el bosque?

    —Para nada. —respondió el muchacho— Es sólo que me preguntaba cómo una jovencita como tú puede estar a estas horas de la mañana en un lugar tan desolado y triste como el bosque de los eucaliptos.

    —Siempre tomo este camino. —contestó Lily, sintiéndose contrariada, como si la estuviera reprendiendo su madre— Es un atajo que tomo para ir al instituto.

    —¿No te parece peligroso pasar por este bosque en otoño a esta hora, cuando ninguna persona, aparte de tú, yo y aquél desdichado hombre, nos aventuraríamos a caminar por aquí?

    —¿Acaso me estás retando? —dijo Lily, algo molesta.

    —Sí y no.

    —¿Es que acaso siempre respondes a las preguntas con esa respuesta? —preguntó Lily sintiéndose cada vez más enojada. Su “ayudante” se estaba convirtiendo en una persona cada vez más molesta.

    —Sí y no —respondió nuevamente el muchacho, prodigándole otra vez esa linda y sarcástica sonrisa.

    —¡Ayyyy! ¡Me estás haciendo enojar? Lo sabes ¿no? —dijo Lily, pensando que si bien, se sentía molesta por las respuestas evasivas de aquel chico, su hermosa sonrisa borraba cualquier atisbo de enfado que pudiera tener hacia él.

    —¿No decías que ibas a llamar a tus padres? —le replicó el muchacho.

    —¡Oh sí! ¡Claro! —señaló Lily, mientras digitaba el número telefónico de su casa.

    Una y otra vez, Lily marcó el teléfono de su hogar, sin obtener contestación alguna, lo cual le trajo preocupación. Miró el reloj y observó que eran las ocho de la mañana—¡Demonios! ¡Ya llegué tarde al instituto! —pensó para sus adentros. Sin embargo, lo que le causaba extrañeza era que nadie contestara a sus llamados. Era usual que a esa hora del día su madre estuviera en casa haciendo las labores del hogar, a no ser que hubiera tenido algo urgente que hacer. Su padre, gerente de la empresa familiar, solía ir a sus oficinas alrededor de las diez de la mañana, por lo que debía encontrarse en su casa también.

    —¿Habrán salido los dos? —preguntó en voz alta Lily, luego de la quinta llamada que hiciera sin que alguien le contestara.

    —¿Nadie te contesta en tu casa? —le interrogó su acompañante, cambiando su expresión tranquila y relajada a una preocupada con el ceño fruncido.

    Sí y no. —pensó Lily que debía contestarle para vengarse de sus bromas de hace unos minutos, pero ahora no era el momento adecuado para hacerlas— No, nadie me contesta. —respondió ella, mientras guardaba el móvil dentro de su mochila— Y eso me preocupa, ya que es raro que no se encuentre nadie de mi familia en casa a estas horas.

    —¿Queda muy lejos de aquí?

    —¿Qué cosa? —preguntó Lily con sorpresa.

    —Tu casa. —le contestó él.

    —Ah, no. Queda por allá. —le indicó Lily con el índice derecho— Terminando el bosque hay un parque. Y luego, donde acaba éste, a la derecha. En donde comienzan las calles para Clow Drive.

    —No es muy lejos, entonces. ¿Quieres que te ayude a llegar a tu casa?

    —No puedo caminar. —dijo Lily con desgano—¿Lo has olvidado?

    —Por supuesto que no. —le contestó el muchacho con una expresión divertida— Sólo quería saber qué tanto estabas lastimada, para saber qué tanto debo ayudarte… nuevamente. —dijo con especial énfasis en esta palabra.

    —Si quieres no me ayudes. —dijo Lily con enfado— Pero Dios, malditamente, necesitoque lo hagas. —continuó con resignación— No puedo andar. Ya lo intenté anteriormente y mi pie derecho no me responde. Además, con un asesino suelto por aquí, no quiero quedarme sola.

    —Así que no te queda otra salida más que mi ayuda —señaló el muchacho, cruzando los brazos y tocándose con una mano la barbilla, con aires de superioridad.

    —Definitivamente, sí. —dijo Lily— Aunque no sé cómo le harás para que lleguemos a mi casa. Tengo el pie estropeado y no tengo muletas ni nada parecido que me impida apoyar mi pie para ir andando, aunque… —se detuvo Lily al recordar que, la noche anterior, había visto a su ayudante volar sin ningún problema de un lugar a otro. En ese instante, ella puso los ojos en blanco, al rememorar los gélidos sentimientos de miedo que había sentido al verlo y… ¡Ahora estaba frente a él! ¡Cara a cara! ¡Charlando de una manera tan fresca y amistosa! ¡Como si nada de la noche anterior hubiese ocurrido!

    —Aunque….—continuó él con los alegatos de Lily

    —Ehhhh ¡No!... ¿Sabes qué? —dijo ella nerviosamente, buscando cualquier excusa— Gracias por tu ayuda, pero insistiré en llamar a mis padres para que vengan a recogerme. También llamaré a la policía y no tardarán en venir.

    —¡De ningún modo! —dijo el joven, alzando la voz y frunciendo el ceño, como si estuviera dando una orden militar.

    —¿Perdón? —preguntó Lily, asombrada por la actitud tan mandona de su acompañante.

    —¡Acabas de decir que has visto a un hombre muerto por aquí! ¡Y que tus padres no te contestan en casa! —continuó el joven retándola— ¿Cómo se te ocurre quedarte sola en este lugar con un asesino suelto por aquí? ¡Si yo puedo ayudarte a caminar!

    —Es que, no. En serio. Gracias, pero yo….

    —¡No seas orgullosa! —dijo el joven, cada vez más enojado, mientras se levantaba de su sitio— ¡Vamos! ¡Arriba, señorita! —le señaló a Lily, mientras le ofrecía su brazo derecho a modo de apoyo y cambiaba su expresión de enfado a una serena, como al principio de conocerlo.

    —No, en serio. No, gracias —dijo Lily, tratando de buscar cualquier excusa para zafarse de su ayudante, negándose a coger el brazo que el joven tan amablemente le había brindado.

    —Si te sigues negando, vas a obligarme a hacer otra cosa. —expresó el joven con una pícara mirada.

    —¿Qué cosa? —acotó ella con curiosidad.

    —¡A esto! —respondió el joven, mientras levantaba en vilo a Lily, haciéndola sentir avergonzada de estar en los brazos de aquél extraño muchacho.

    —¡Oye! ¿Qué te pasa? —dijo Lily con un intento de enojo, mientras trataba de no mirar a la profunda mirada de su “salvador” y se agarraba a su fuerte cuello.

    —Te dije que me obligarías a hacer esto. —le contestó el joven, quien le guiñó el ojo, mientras colocaba la mochila de Lily a su espalda y caminaba con ella en brazos, entretanto salían ambos del bosque de eucaliptos— ¿Por allá quedaba tu casa? —le preguntó, entretanto ella le señalaba con el índice derecho el camino debido.

    —Sí. —asintió con la cabeza tímidamente Lily, quien pensaba que se sentía a gusto en los fuertes brazos del joven y, con mucho temor, de voltear su rostro y encontrarse con aquellos profundos ojos negros del chico.

    Ambos caminaron pocos metros desde dónde Lily se había encontrado con él, cuando a ella le invadió nuevamente la curiosidad por su acompañante.

    —¿Me puedes decir cómo te llamas? —preguntó.

    —Axel. —respondió con total claridad el joven mientras volteaba el rostro para observarla.

    —Yo me llamo Liliana, pero todos me dicen Lily. —dijo ella, devolviéndole la mirada.

    —Lo sé. —soltó el joven con total desparpajo.

    —¿Cómo lo sabes? —preguntó Lily con mucho asombro. Era la primera vez que tenía una conversación con ese joven, ¡así que era imposible que supiera cómo se llamaba! Sin embargo, por la forma en que él la miraba, por la forma en que ella se sentía con él, parecía que lo conocía de toda la vida. Pero no. A pesar de lo ocurrido la noche anterior, en la que ella lo había visto sin querer desde la ventana de su habitación, ésta era la primera vez que ella tenía un contacto directo con él; así que, sus extraños sentimientos respecto a él debían ser desechados para dar paso a la racionalidad—¿Cómo sabes que me llamo Lily? —volvió a preguntar.

    —Sólo lo intuí.

    —¡Me estás mintiendo! – exclamó Lily, muy desconcertada— Es imposible que sepas mi nombre, si yo no te conozco de nada. ¿Eres de este barrio? ¿Nos conocemos de otro lado y me ha dado Alzheimer al no recordarte? ¿O alguien te dijo cómo me llamaba?

    —Eeeepa, que son muchas preguntas para responder ¿no cree, señorita? —respondió el joven con un tono jovial.

    —¿Acaso eres un espía? ¿Me has estado espiando por eso sabes mi nombre? —dijo Lily en broma, pareciéndole divertida esta conversación.

    —Sí y no —soltó el muchacho jocosamente, mientras tocaba con su dedo índice derecho la frente a Lily y le hacía una extraña señal en ella…

    CONTINUARÁ…
     
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    Caídos
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    Género:
    Horror
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    5
     
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    Por cierto, añado al segundo capítulo lo que escribí posteriormente. El foro no me da la opción de "Editar:

    —¿Qué estás haciendo? —interrogó Lily al muchacho, mirándolo fijamente, al sentir sus dedos sobre su frente, en lo que parecía una señal de la cruz.

    —Nada en especial —respondió Axel con mucha seguridad, sin devolverle la mirada—. Tenías un poco de tierra en la frente, seguro que producto de tu caída y solamente te la he limpiado.

    Sin darle mayor importancia al asunto, Lily volvió a sus pensamientos iniciales. Lo sucedido en la noche anterior, el extraño joven alado que ahora sin alas estaba a su lado, el hombre asesinado esa mañana y la falta de respuesta de sus padres a sus llamadas.

    Instantes después, la joven pareja ya se encontraba en el parque de los sauces. La casa de los Falks se visualizaba a lo lejos.

    —¿En dónde queda tu casa? —dijo Axel.

    —Allá, la casa de dos pisos, que está en la esquina de ese pasaje que se ve a lo lejos, a la derecha —señaló la muchacha, mientras con el brazo derecho le indicaba el lugar de su morada.

    En ese momento, Lily sintió nuevamente el sentimiento gélido que recorría su cuerpo, tal cual lo había sentido la noche anterior. Su corazón comenzó a latir fuertemente mientras sentía que su respiración se cortaba y gotas de sudor recorrían su rostro.

    —¿Te encuentras bien? —preguntó preocupadamente Axel a la adolescente, mientras detenía su marcha y la miraba atentamente, tratando de descubrir el porqué de su cambio físico.

    —N… No —contestó con dificultad Lily, mientras sentía que la temperatura a su alrededor disminuía considerablemente.

    Al ver esa situación, Axel se sentó en una banca del parque que estaba a pocos metros de ellos. Despacio, colocó a Lily en la silla, mientras buscaba algo en el bolsillo de su chaqueta.

    —Ah, ah, ah… —se quejaba Lily con dificultad, mientras sentía que una fiebre insoportable se apoderaba de su cuerpo, sumándose a los extraños y repentinos cambios que su cuerpo estaba experimentando.

    —Aquí tienes —señaló Axel, mientras le daba a la muchacha una cajita que parecía zumo de naranja. — Toma, bebe.

    —¿Q… Qué es? —preguntó Lily con mucho trabajo.

    —Una bebida que compré esta mañana momentos antes de encontrarte para que me sirviera de desayuno, antes de irme al trabajo. Te animará un poco antes de que te levante y te lleve a tu casa.

    Sin capacidad de poder cuestionar más y sin chistar, con mucho trabajo, Lily bebió de lo que el joven le había ofrecido. Efectivamente, sabía a zumo de naranja con mezcla de fresa, aunque le pareció extraño que la caja de la bebida no tuviera diseño de alguna marca conocida de zumos en el mercado local.

    Con poca capacidad física y mental para cuestionar lo que estaba bebiendo, Lily sintió que recobraba un poco sus fuerzas físicas, aunque prefirió cerrar los ojos, mientras sentía que el joven limpiaba con delicadeza el sudor frío que minutos antes había recorrido su rostro con un pañuelo gris que había sacado del otro bolsillo de su chaqueta.

    Nuevamente, Lily percibió que Axel hacía una extraña señal en su frente con sus dedos, como si le hiciera la señal de la cruz.

    —¿Qué estás haciendo? —preguntó la muchacha, mientras abría sus ojos para observar lo que el joven hacía.

    —Quitándote un poco de sudor de tu frente —dijo sin sorprenderse Axel, ante el cuestionamiento intempestivo de la adolescente.

    —Pero tu pañuelo lo tienes en otra mano, mientras sentí que con tus dedos hacías una señal de la cruz, tal cual lo hiciste antes, cuando estábamos en el bosque.

    —Figuraciones tuyas. Nada más —contestó con desgano el muchacho. — ¿Te encuentras mejor?

    —¿Me estás cambiando el tema de la conversación? —preguntó con mucho énfasis Lily, sintiendo que Axel contestaba a muchas de sus interrogaciones con evasivas. Después de todo, él no era un muchacho cualquiera y aquellas circunstancias tampoco eran comunes. Cabía recordar lo que había sucedido la noche anterior y la serie de acontecimientos que habían ocurrido esa mañana, para que se diera cuenta que todo lo que pasaba era jalado de los pelos.

    —Sí y no —contestó el muchacho, mientras con su mano derecha hizo una extraño círculo con sus dedos índice y pulgar, para luego tocar con su dedo índice su frente mientras decía unas extrañas palabras.

    En ese preciso instante, Lily sintió una energía en su cuerpo, mientras un adormecimiento poco usual se apoderaba de ella, llevándola a un estado de sueño.
    —¿Q.. ¿Qué has hecho? ¿Por … ¿Por qué, tengo taaaannto.. —fue lo último que Lily logró pronunciar, antes que el sueño repentino que sentía la venciera para dejarla inconsciente encima de la banca del parque.

    —Es lo mejor que puedo hacer por usted, señorita… por ahora —dijo Axel, mientras volvía a coger a Lily en sus brazos y se colocaba su mochila al hombro.

    Lentamente, volvió a mirarla lentamente y observarla por unos instantes mientras ella dormía plácidamente, acunada en sus brazos, para luego soltar un leve suspiro— Volveremos a vernos pronto, muy pronto— señaló el muchacho, para luego, cambiar su serena expresión y mirar con recelo a su alrededor, como si estuviera buscando algo que pudiera estarlos observando o amenazando.

    —No hay nadie a la vista —dijo Axel, mientras soltaba un suspiro para ablandar la tensión que había acumulado por unos leves instantes.

    Rápidamente, el joven se encaminó con Lily a cuestas con dirección a la casa de los Falks, mientras el pañuelo gris, con el que había limpiado el sudor de Lily minutos antes, yacía encima de la banca del parque, como mudo testigo de lo que había ocurrido entre los dos jóvenes.
     
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    La jornada de clases había transcurrido como siempre. El horario de clases indicaba que Lily debía lidiar ese día con la materia que más odiaba: Geometría.

    —¿A quién se le ocurre que los chicos debamos aprender tantas fórmulas complicadas? —meditaba silenciosamente Lily, mientras su lápiz trazaba lentamente la fórmula del Teorema de Cateto.

    “En todo triángulo rectángulo el cuadrado de un cateto es igual al producto de la hipotenusa por la proyección de ese cateto sobre la hipotenusa.”

    —Yo pienso estudiar Traducción cuando termine el Bachillerato. Díganme ¿de qué me va a servir estas extrañas fórmulas matemáticas en la universidad? —seguía pensando la estudiante, mientras trataba de hacer memoria nuevamente sobre qué era un cateto y qué era una hipotenusa.

    Si algo detestaba Lily era comenzar la mañana con esa clase. El profesor de Geometría, el Sr. Grant, no era necesariamente su maestro favorito. Tanto su modo de dictar clases como la materia a su encargo, era lo que ella más odiaba.

    Sin mayor ánimo de prestar atención a lo que su maestro dictaba, la muchacha se distrajo. Miró hacia la ventana. Allí había un hermoso panorama que se veía desde la ventana izquierda del salón de clases. El bosque contiguo al instituto estaba a su vista. La caída de las hojas de los árboles indicaba que el invierno estaba próximo. A ella le fascinaba lo gris que podía verse la ciudad de Borleyville, así como las intensas lluvias que azotaban en esa estación. La muchacha gustaba de dar largas caminatas cuando las gotas de agua inundaban las calles, sin importarle empaparse y pescar un resfriado.

    A su vez, la parte del bosque junto a la escuela estaba adornada de bellas esculturas de gnomos. Uno en especial, le llamaba la atención. Y no era por su belleza, no. La fila de pequeños gnomos de túnicas azules y gorros rojos era uniforme. Sin embargo, como saliéndose del resto de la fila, destacaba un pequeño gnomo gris.

    El gnomo gris, a diferencia de sus compañeros, tenía un gesto adusto y serio, muy serio. Tenía una barba blanca mucho más larga que el resto. Aquél estaba sentado en unas monedas de oro, con los brazos cruzados y parecía mirar con recelo hacia el cielo.

    —¡Qué pequeñito más gracioso! —pensó Lily al mirarlo. Ciertamente, el gnomo era muy peculiar.

    Distraída por ese pequeño paisaje, Lily buscó un entretenimiento. Rápidamente, tomó su libreta de dibujos que siempre llevaba consigo. Pronto, un boceto del maravilloso paisaje de árboles otoñales de su escuela nacía de su lápiz y papel.

    —Creo que debo matricularme en el Taller de Dibujo que se dictará el siguiente mes —pensó Lily. Ciertamente, el dibujo no era como ella esperaba que le saliera.

    Concentrada en su afición, Lily se detuvo en un extraño árbol que sobresalía respecto a los otros que lo rodeaban. A diferencia de los demás, éste contaba con sus hojas intactas y de color verde.

    A su vez, al lado de aquél radiante árbol, se situaba otro muy distinto. Un árbol vetusto, corroído, cuyas ramas parecían destruidas y parecía estar siendo carcomido por bichos en su interior.

    —¡Qué extraño! —se dijo la adolescente, mientras lo retrataba en su libreta de dibujos.

    Cuando Lily regresó su mirada al árbol que había acaparado su atención, se percató de algo cerca de él. Un hombre con unas alas extendidas se había posado en lo alto de las ramas de aquél árbol. Sí, la visión era muy parecida a la de la noche anterior. Sin embargo, esta tenía una diferencia. Por alguna inexplicable razón, la aparición de este ser le producía un pavor absoluto. Si lo comparaba con la visión anterior, ésta no era nada comparado a la desesperación que invadía su ser.

    El gnomo gris que ella había visto minutos antes miraba directamente hacia donde estaba aquel demoniaco ser. Como si lo estuviera vigilando. Como si lo estuviera retando. Como si lo estuviera incriminando.

    En ese instante, un trueno sonó indicando que iba a llover. En cuestión de segundos, las gotas de agua comenzaron a caer fuertemente. A diferencia de otro momento en el que Lily hubiera querido salir para sentir la lluvia, esta vez no fue capaz de moverse.

    Lentamente, Lily apartó su mirada para dirigirla al resto de sus compañeros para fijarse si alguien más se había percatado de aquél extraño ser. Nada. El resto de la clase no parecía inmutarse a lo que los ojos de la joven eran testigos, El Profesor Grant estaba concentrado hablando sobre el Teorema de Pitágoras. Sandy Wright, la chica más estudiosa de la clase, estaba respondiendo a las preguntas del maestro.

    Con mucho miedo, pero haciendo uso de un coraje que le decía que debía voltear la mirada nuevamente, Lily dirigió su rostro hacia las ventanas izquierdas de su salón de clases. Ella podía ver con mucha claridad la mirada de ese hombre. Los ojos de éste eran muy distintos a la del joven de la visión anterior. ¡Eran de color sangre! ¡Color sangre! ¿Pero cómo era posible?

    Lily sentía que esa mirada sangrienta la miraba con una maldad indescriptible que nunca había percibido en su vida. Volteó rápidamente la mirada de aquél ser hacia el resto de sus compañeros de clase para clamar ayuda. Con pavor, se dio cuenta que no podía emitir sonido alguno. ¡Su boca había enmudecido!

    —¡Esto no está pasando! —gritó angustiosamente en su interior la muchacha, incapaz de emitir palabra alguna que la pudiera sacar del pánico que la embargaba.

    Lentamente y con gran desesperación, lágrimas de frustración caían de sus rosadas mejillas.

    —¿Qué puedo hacer? —se preguntaba silenciosamente Lily.

    Raudamente, ella trató de escribir la palabra “¡Ayúdenme! ¡Hay un demonio en los árboles del instituto!” en su libreta de dibujo. Quería pasarle esa hoja a algunos de sus compañeros para que la ayudaran. Sin embargo, con horror se percató de que su mano no le respondía.

    —¡No puede ser! ¡Esto no está pasando!. ¡Estoy inmovilizada! —pensó con pánico la muchacha.

    Con una desesperación que bordeaba la histeria, Lily volteó a mirar nuevamente a aquel extraño ser. Él la miraba directa y profundamente, como si atravesara su alma. Pero esa mirada estaba llena de un odio indescriptible. Un odio nunca antes percibido por ella en su corta vida.

    En ese instante, el extraño ser agregó a su mirada una sonrisa. Pero no una sonrisa cualquiera ¡Era una sonrisa diabólica! ¡Una sonrisa sarcástica, llena de maldad, que se mostraba a través de sus impíos dientes blancos!

    Lily estaba al límite de su desesperación. La respiración se le agitaba. La temperatura de su cuerpo empezó a disminuir. En cuestión de segundos, comenzó a experimentar la ansiedad que la había dominado cuando estuvo en brazos de aquel extraño joven que respondía al nombre de Axel, cuando fue rescatada el otro día.

    Sin saber a qué ayuda invocar para salir de aquella pavorosa situación, Lily cerró los ojos y habló a lo profundo de su corazón. Aunque nunca fue muy creyente, como sí lo era su madre, en situaciones extremas era mejor creer en cualquier cosa que en nada.

    —Dios mío, por favor, ayúdame.

    Bastó sólo esta invocación divina para que su cuerpo se relajara y la mano de Lily le respondiera. ¡Sus movimientos corporales habían regresado!

    —¿Será posible? —se preguntó la estudiante en silencio.

    La muchacha intentó hablar, sin embargo, sus esfuerzos fueron en vanos. Tras varios intentos fallidos, Lily finalmente se rindió ante lo que era un enmudecimiento que se había apoderado de ella.

    Con una leve esperanza por la movilidad que su cuerpo había recobrado, Lily intentó nuevamente pedir ayuda. Raudamente, ella cogió su lápiz. Tomó su libreta de dibujos, pero, en vez de escribir lo que su cerebro le decía que hiciera, algo se anotó sin querer.

    En la libreta de dibujos, en una letra que no era la suya y en un idioma que ella hasta ahora desconocía, se podía leer lo siguiente:

    “No estás sola.”

    —¡Qué! ¿Qué está pasando aquí? —pensó la muchacha con estupor.

    La mano de Lily seguía escribiendo. Ahora se podía leer una frase más completa:

    “No estás sola. Mira a tu alrededor y aprecia no sólo lo malo que te rodea, sino aquello que te cuidará y aquello que te guiará”.

    Con una estupefacción ante lo que sus ojos leían, la muchacha soltó el lápiz al suelo y aquél cayó unos metros a su derecha.

    —¿Te pasa algo, Lily? —le preguntó con curiosidad Hannah, su mejor amiga del instituto, quien se sentaba a su lado derecho. Ella era de contextura delgada y largo pelo rubio.

    —Ahh, es tu lápiz que se te cayó. Tú siempre tan distraída como siempre —le habló la muchacha, mientras se agachaba a recoger el lápiz de Lily.— Toma, aquí tienes —dijo Hannah mientras le colocaba el lápiz en el pupitre de su amiga.

    —Gracias… —intentó gesticular Lily, sin éxito alguno. ¡Su enmudecimiento aún no había desaparecido!

    A su vez, la muchacha se percató de algo que no había prestado atención hasta hace pocos segundos. ¡Hannah le hablaba en un idioma totalmente desconocido para ella! ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Cuándo había aprendido su amiga a hablar en un idioma irreconocible hasta ahora?

    —Todo lo sabrás a su debido tiempo, no te preocupes —dijo Hannah, mientras sonreía amablemente a Lily.— Sabes que no estás sola. ¿Verdad?

    —¿No estoy sola? —reflexionó silenciosamente Lily— ¡Me estás diciendo lo mismo que dice la libreta de dibujos!

    —Así es —respondió Hannah con una sonrisa cómplice, como si leyera los pensamientos de su amiga.

    La joven de pelo negro no sabía qué decirle. ¿Cuándo su amiga había tenido poderes de telequinesis?

    —Lily, te lo repito, hay cosas que sabrás en su debido momento —prosiguió la pelirrubia— Por ahora, te aconsejo que mires nuevamente a la ventana.

    —¿Cómo? —pensó Lily. El hecho de cruzarse nuevamente con aquella mirada llena de aversión le producía un gran pánico y hacía que la ansiedad invadiera su cuerpo otra vez.

    —Hazme caso, por favor —insistió Hannah—. Concéntrate no sólo en la maldad que percibirás, sino también en la bondad que tu corazón puede sentir.

    Haciendo caso a lo que su mejor amiga le dictaba, Lily se armó de coraje. Lentamente, miró nuevamente hacia el bosque al lado de la escuela. De nuevo, allí estaba aquél malvado ser. La desesperación invadió su cuerpo nuevamente.

    —Concéntrate en la bondad. ¡Vamos! ¡Tú puedes hacerlo! —le animó Hannah.

    Lily cerró sus ojos. Efectivamente, ella podía sentir la maldad del ser con la mirada de color sangre. Pero no sólo era eso lo que percibía. En cuestión de segundos, en lo más profundo de su ser, percibió una luz muy brillante. Dicho halo de luz le animó a abrir sus ojos y dirigir su mirada a pocos metros del ser malvado que había observado.

    Y los ojos azules de la muchacha pudieron verlo. A poca distancia del ser demoníaco, posado sobre el árbol más verde y radiante del bosque, se situaba otro ser alado. La sensación de observarlo le era conocida. ¡Era el joven que había visto la noche anterior y que luego la había ayudado en el bosque! ¡Era Axel!

    Sin embargo, la mezcla de sentimientos esta vez era muy distinta de aquella ocasión. Esta vez, la sensación de observarlo le producía tranquilidad, seguridad y, sobretodo, bondad. Pero si algo le sorprendió fue lo que sintió segundos después… ¡Era amor!

    —¿Amor? —pensó Lily, muy confundida por lo que estaba viendo y sintiendo a la vez.

    Sin tiempo de procesar lo que sentía, Lily observó una discusión entre los dos seres alados posados encima de los árboles del bosque.

    —¿Estás seguro de lo que vas a hacer? —gritó el ser de mirada escarlata.

    —Sí, estoy arrepentido de lo que hice —respondió Axel con total seguridad en su voz.

    Con curiosidad, Lily se percató de que ambos jóvenes tenían tatuado sobre sus hombros una extraña calavera alada con base de una rosa. El ser de la mirada roja lo tenía sobre su hombro derecho. Axel, sobre su hombro izquierdo.

    —¡Qué símbolo más raro! —se preguntó la muchacha. De verdad, el símbolo era curioso, pero, a la vez, le infundía algo de miedo.

    Sus pensamientos se vieron interrumpidos nuevamente por el diálogo de aquellos seres alados.

    —¿Sabes que si osas enfrentarme te convertirás en un traidor? —interpeló el ser de la mirada sangrienta a Axel.

    —Llámame como quieras. Nunca debí hacerte caso. Me manipulaste durante milenios y ahora estoy muy arrepentido —dijo Axel muy apesadumbrado.

    —¿Arrepentido? —meditó silenciosamente Lily— ¿Por qué ese joven está arrepentido? ¿Qué ha hecho?

    En ese momento, Axel volteó su mirada y se encontró con la de ella. La miraba con ternura, bondad y cariño, pero sobretodo, con mucha tristeza.

    —Lo siento mucho—señaló el joven, mientras sus ojos se cerraban y una lágrima caía por su mejilla.

    —¿Qué está pasando? —se preguntó silenciosamente la muchacha. La angustia y desesperación invadió nuevamente su cuerpo.— ¿Por qué me siento así? —dijo Lily en su mente, mientras una mezcla de sentimientos incomprensibles la invadían.

    —Creo que es todo por ahora —mencionó Hannah.

    —¿Cómo? —dijo Lily con sus propias palabras, mientras todo a su alrededor se volvía confuso.

    La visión del bosque desaparecía. Axel y el demoníaco ser esfumaban lentamente. El extraño gnomo gris parecía danzar para luego también desvanecerse.

    Su aula de clases se veía borrosa. Sus compañeros de clase parecían convertirse en gotas de agua. La lluvia que había comenzado minutos antes no paraba. Los truenos sonaban incesantemente sin dar tregua a las múltiples preguntas de Lily.

    —¿Qué está pasando, Hannah? —gritaba la muchacha— ¡Socorro! ¡Hannah! ¡Axel! ¡Ayúdenme! ¡Por favor! —rogaba Lily, mientras sentía que caía rápidamente por un pozo de agua…



    Era ya de noche en Clow Drive. La señora Falks estaba viendo en la televisión “The Good Wife”, en la habitación de Lily, quien yacía durmiendo tranquilamente en su cama. De pronto, la muchacha comenzó a gritar.

    —¡Lily! ¡Hijita! —dijo Fiona Falks, mientras agarraba con suavidad la mano de su hija, para darle ánimos.

    —¡Hannah! ¡Axel! ¡Ayúdenme! —chillaba Lily.

    —Hija, ¡Despierta! ¡Tienes una pesadilla!

    —¡Ahhhhhh! —gritó Lily, mientras se levantaba y abría los ojos de par en par.

    —¿Te encuentras bien?

    —¿Mamá?

    —¡Qué feliz soy! —dijo la Sra. Falks, al momento de abrazar a su hija— ¡Por fin has despertado!

    —¿Por fin? ¿Qué ha pasado, mamá? —preguntó Lily.

    —Estabas teniendo una pesadilla. ¿Te encuentras bien?

    —Bien… Eso creo… —mencionó la joven— ¡Ayyyy! —se quejó Lily, mientras sentía una punzada en el lado izquierdo de su sien derecha.

    —¿Estás bien? —le interrogó preocupadamente su madre.

    —No sé, mamá. Por un instante sentí como si me estuvieran taladrando la cabeza, pero… —Lily se detuvo, al percatarse que el dolor tan repentino que había sentido en su sien derecha, se esfumaba tan rápido como había llegado.

    Aún aturdida, la muchacha recordó de inmediato todo lo que había ocurrido horas antes. El hombre asesinado, su caída en el bosque de eucaliptos, su encuentro con el muchacho no-alado, la extraña conversación que sostuvieron, el extraño zumo de naranja que tomó, la rara sensación de sentirse adormecida, adormecida…

    —¡Dios santo! ¿Qué hora es? —preguntó Lily en forma alterada, mientras se levantaba de su cama.

    —Tranquila, hija. Son casi las diez de la noche. Ya casi me iba a dormir.

    —¿Las diez? ¡Demonios! —gritó la adolescente— ¡Mamá! Puedes decirme ¿qué ha pasado?

    —¿Cómo?

    —En la mañana, cuando me iba al instituto, vi a un hombre asesinado…

    —Espera, querida. Esta mañana no ha sido.

    —¿Cómo?

    —Has dormido por siete días, mi niña.

    —¡Siete días! ¿Tanto tiempo he dormido?

    Lily se quedó estupefacta. Jamás había dormido por tanto tiempo. La mezcla de acontecimientos sumada a su extraño sueño la hizo sentir en shock. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?


     
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    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    3453
    Capítulo 4: Internada

    Lily aún trataba de hilvanar lo que estaba pasando por su mente. ¿Siete días? ¿Cómo es posible que hubiera dormido tanto tiempo?

    —Mamá ¿no me estás jugando una mala broma?

    —Por supuesto que no, hija. ¿Cómo se te ocurre que voy a bromear con ello?

    —Sí, tienes razón, pero… ¿Cómo es posible que haya dormido siete días? ¿Qué me pasó?

    —Bueno, no es que exactamente hubieras dormido siete días sin despertar. Ya antes te has levantado y has hablado, pero en sueños o como si tuvieras alucinaciones. Pero parece que ahora es la primera vez que te despiertas con cordura y hablas con coherencia.

    —¿Coherencia?

    —Sí, hablabas con alucinaciones. De un gnomo, de un ser malvado en forma de ángel, etc. En fin, de cosas sin sentido.

    Lily recordó rápidamente el extraño sueño que había tenido, como una serie de sucesos reales hubieron acontecido y ella hubiese sido una víctima protagonista de ellos. El extraño ser de la mirada escarlata aún estaba presente en su mente y la sensación de sólo recordar esa fría y malvada mirada la hacía estremecerse de miedo y de angustia.

    —¿Y qué hago yo aquí? —preguntó Lily, mientras recién se percataba que estaba en la habitación de un hospital y trató de levantarse de su cama.— ¡Esta no es mi habitación! —exclamó sobresaltada.

    —¡Tranquila, hija! Espera un momento, voy a llamar al doctor para avisarle de que ya te despertaste.

    Lily estaba muy confundida. Parecía ser que los extraños sueños que había tenido momentos antes hubieran sido tan lejanos y cercanos a la vez, pero era todo tan extraño. Ella se hallaba ahí, en la cama de un hospital. ¡Durmiendo durante siete días!, tal cual protagonista de un cuento de “La Bella Durmiente”.

    Minutos después, su madre y el Dr. Henry Cross, médico neurólogo del Hospital “Saint Francis” estaban en su habitación. El doctor le hizo a la muchacha una serie de preguntas para saber su condición de salud, pero todo estaba normal.

    —Pues todo parece que está bien—indicó el médico.

    —Claro, ya le dije que no tengo nada, doctor —señaló Lily.

    —De todos modos, le haremos mañana un par de exámenes más para asegurarnos de que todo esté bien. Y si todo está normal como creo, dentro de unos días podrá ser dada de alta.

    —¡Qué bueno, doctor! Ya estaba muy preocupada por esta niña.

    —¡No soy una niña, mamá!

    —Bueno, de todos modos, muchas gracias doctor.

    El Dr. Cross le dio muchas indicaciones a la madre de Lily respecto a su cuidado. Luego de que éste se fue de la habitación de la joven, ésta decidió retomar la conversación que minutos antes había tenido con su progenitora.

    —Bueno, mamá. ¿Me vas a contar cómo llegué aquí? Que no recuerdo nada… —preguntó la muchacha, muy ansiosa.

    —Bien. Tuvimos que traerte aquí poco después de que ese amable muchacho te llevara a la casa, ya que pasaban algunas horas y no te despertabas, así que pensamos que algo malo te había pasado…

    ¿Ese amable muchacho? Seguro que se refiere a Axel, el joven del bosque… —pensó Lily, recordando el nombre de aquel extraño joven que la había ayudado. — Espera, mamá… Me puedes contar con más detalle y lentamente qué es lo que pasó desde que me desmayé. No recuerdo nada y todo se me hace muy confuso.

    —¿Cómo?

    —En la mañana, ese día… Cuando me iba al instituto, vi a un hombre asesinado…

    —Oh, sí, el pobre Sr. Walls. ¿Te acuerdas de nuestro antiguo vecino?

    —¿Vecino?

    —Claro, el señor que vivía en la esquina de Clow Drive con High Street. El dueño de la tienda de antigüedades
    —Oh sí, ese viejo cascarrabias. Sí lo recuerdo. Odiaba que los niños hicieran mucha bulla al pasar al lado de su tienda. Decía que le dábamos “mala vibra”. Pero, mamá… pero ¿él no se había mudado del barrio hace años?

    —Sí, lo hizo.

    —Entonces, ¿qué pasó? ¿Qué hacía por aquí después de tantos años? ¿Y quién pudo haberle matado a aquel hombre?

    —No lo sé. Cuando murió su esposa, él se mudó del barrio ¿Te acuerdas?

    —Sí, su esposa falleció hace años.

    —Y él se deprimió mucho. Y es que el homicidio de su mujer también se dio en extrañas circunstancias. Creo que hasta ahora no dan con el autor de la muerte.

    —¿Qué fue lo que pasó, entonces? Recuerdo hace tiempo que todo estaba muy alborotado alrededor de su tienda de antigüedades, pero cuando te pregunté, me dijiste que era muy pequeña para saber esos detalles. Con lo curiosa que siempre he sido y me dejaste con las dudas.

    —Pues una noche que el Sr. Walls había salido de cacería, unos ladrones entraron a su tienda a robar. Lo curioso es que sólo se llevaron objetos de poco valor, según comentó la policía. Pero lo más trágico de todo fue que encontraron a la Sra. Walls cruelmente asesinada.

    —¡Dios mío! ¡Pobre señora! Qué triste fin. Siempre me pareció simpática, aunque no la traté mucho, muy al contrario de su marido que siempre fue muy huraño con todos.

    —Luego de eso, el anciano hombre decidió cerrar su tienda y se mudó de la ciudad. Nunca más volvimos a saber de él sino hasta ahora.

    —¿Y qué hacía él aquí?

    —Eso es materia de investigación. Ese mismo día fue la Policía y la Fiscalía a Clow Drive. Hay que ver todo el barullo que se armó cuando cercaron todo el bosque. Empezaron a tocar las puertas de todas las casas vecinas, a nosotros incluidos. Nos hicieron muchas preguntas y nos miraron con cara de sospechosos. Me puse tan nerviosa de no saber decir las palabras correctas ante las preguntas que me hicieron los detectives.

    —Espera, mamá… Ahora recuerdo lo que pasó. Cuando iba a la escuela, me encontré con el Sr. Walls muerto. En ese momento no lo reconocí. Es más, estaba irreconocible.

    —¿En serio, hija?

    —Sí, mamá. Su cara estaba desfigurada. ¡Ay, Dios mío! ¡Qué horror recordar todo eso!

    —¡Pobre hombre! No merecía una muerte tan espantosa.

    —Pues sí, mamá. Lo encontré todo ensangrentado, luego grité y vine corriendo para avisar lo que había visto. Y después…. ¡Mi tobillo! —Lily exclamó, al momento que se tocaba su tobillo y se daba cuenta que el dolor que tenía en él, producto de su caída en el bosque, había desaparecido por completo y podía moverlo con normalidad.

    —¿Tu tobillo?

    —Mamá ¿cómo llegue aquí? Quiero decir, me caí, me lastimé el tobillo y no podía caminar.

    —¿Te lastimaste el tobillo?

    —Bueno, antes sí y me dolía mucho. Pero parece que ahora ya está todo bien —dijo Lily, mientras se levantaba de su cama, caminó unos cuantos pasos y pudo comprobar que todo estaba bien con su tobillo.

    —Pues, qué raro. Cuando llegaste al hospital, los doctores te examinaron y te hicieron varias pruebas y ninguno de ellos nos dijo que tenías lastimado el tobillo.

    —Mamá, ¿cómo llegué aquí? —interrumpió nuevamente Lily. No quería que su mamá se distrajera y quería tener la certeza de lo que había pasado luego de su extraño desmayo en el parque cercano a su casa.

    —Ah, sí. Un joven muy amable te trajo en brazos. Dijo que te había visto desmayada junto al sauce, en el parque. Así que rebuscó entre tus cosas y encontró tu diario, donde tenías la dirección de la casa, así que no le costó nada traerte para aquí.

    —¿Rebuscó en mi diario?— preguntó Lily avergonzada. No le gustaba nada la idea de que un extraño, por muy amable que hubiera sido con ella, hubiera rebuscado entre sus cosas. Y, más aún, su diario, donde ella plasmaba todas sus intimidades.— Me las va a pagar, si me lo vuelvo a encontrar.

    —Perdona, ¿qué dijiste?

    —No, nada. —respondió Lily, para salir del paso— ¿Y qué pasó luego de que ese joven me llevara a la casa?

    —Y bueno, como te seguía contando, el joven dijo que te había encontrado en el parque desmayada y yo le di las gracias. Luego me contó que en el bosque había un hombre asesinado, ya que él se iba a trabajar a la biblioteca tomando el camino del bosque y ahí lo vio…

    —¿Biblioteca?

    —Sí, bueno. Eso es lo que él me contó. Así que no dudé en llamar a la Comisaría.

    —¿Llamar? Mamá, ¡fui yo quien vio primero al Sr. Walls asesinado, antes que el joven ese! Como me caí y me lastimé el tobillo, pues no podía andar. Así que estuve llamándolos por teléfono a ti y a papá para que vinieran a ayudarme, pero ninguno de los dos me contestaba el móvil ni el teléfono de la casa. ¿Dónde estaban?

    —Ah, bueno. El móvil de tu papá y el mío estaban sin batería y los dos estábamos en la casa.

    —¿Y eso? Puedo creerlo de ti, que eres tan despistada como yo, ¿pero de papá? Él siempre tiene el móvil cargado para recibir llamadas de sus clientes.

    — ¡Qué extraño! ¿no? Juraría que la noche antes de ese incidente cargué ambos móviles. Y el auricular del teléfono de la casa estaba descolgado, así que se quedó sin batería, por eso tus llamadas no las escuchábamos. Me di cuenta de ello, luego que el muchacho te dejara en la casa y me contara lo que había visto. Así que ni bien se fue, rápidamente fui a llamar a la policía.

    Lily miró a su madre con asombro. No era que su madre fuera muy moderna en cuanto al uso de los aparatos electrónicos modernos. Siempre había dicho que su vida era mejor si era más simple, a la antigua. Pero sabía que su padre siempre tenía cuidado al cargar su teléfono móvil, sobre todo cuando le tocaba al día siguiente trabajar, tanto para estar en contacto con su familia como con sus clientes. Con más dudas que respuestas a sus preguntas, a la muchacha sólo le quedó continuar con su interrogatorio para ponerse al día de los acontecimientos que habían sucedido durante su “siesta”.

    —¿Los tres teléfonos estaban sin cargar? ¡Qué descuidados son ustedes! ¿Seré la única de la casa que tiene cuidado con los equipos modernos?

    —Pues no sé, hijita. Ya sabes que a mí eso de los teléfonos móviles no me importa mucho, aunque siempre los tengo operativos. Si no fuera porque tu padre me regaló uno para comunicarnos cuando él está fuera de casa.

    —Y bueno, ¿qué pasó luego de que llegué a la casa?

    —Pues que tu padre recibió de mala gana la visita de ese extraño muchacho, que por cierto, ¿estás segura de que no estuvieron haciendo travesuras por ahí?

    —¡Mamá! ¿Cómo se te ocurre decir eso? —señaló Lily, muy sonrojada.

    —El chico era guapo. Se mostró muy atento y amable. Me inspiró confianza y se veía como un salvador cuidando a mi niñita, cuando se apareció en la puerta llevándote en brazos.

    Lily se imaginó la escena que su madre le describía. Recordó que se sentía muy a gusto en brazos de aquél muchacho, quien tan amablemente le había ayudado en un momento de tanto apuro. Rememoró lo suave que se sentía al estar cerca de su tacto y, lo avergonzada y segura que se había sentido a la vez, al ser levantada en brazos de él.

    —Ay, mamá. ¡Qué cosas dices!

    —Bueno, como te digo, si estuvieras saliendo con él, yo no lo desaprobaría. Ya tienes edad para tener novio. Yo no soy tan celosa como tu padre. Al contrario, entiendo que ya no eres una niña y que mi hija debe tener muchos pretendientes. Yo a tu edad ya me había echado dos novios —sonrió pícaramente la señora.

    —Mamá…

    —Bueno, bien sabes que de chica fui reina de mi instituto.

    —Si, mamá —dijo Lily. Sospechaba que se avecinaba el enésimo discurso de su madre, contando lo bonita y popular que había sido de estudiante.

    —Y que al contrario de ti, yo era muy sociable y tenía muchos amigos. A veces me pregunto si has sacado el carácter de tu padre, aunque te parezcas físicamente a mí.

    ¿A ella? —se preguntaba Lily en silencio.Si algo nunca le había encajado, es que físicamente no se parecía a nadie de su familia, ni a su padre, ni a su madre. Si eso, al cabello de color negro de su madre, pero nada más que eso. Su color de piel distaba mucho de la de sus padres, que era más moreno. Sus ojos celestes distaban mucho de parecerse a los ojos café de sus padres. Asimismo, era mucho más alta que su madre, aunque esto podría atribuírsele a la estatura de su padre, quien rozaba el 1.80 cm. Pero, quitando esos detalles, no veía parecido alguno con ellos, lo cual la había hecho sentir un poco desencajada de todo, a diferencia de su hermana mayor, quien físicamente era un clon de su padre, pero en cuanto al carácter, era idéntica a la madre.

    Evitando distraerse más en sus pensamientos, Lily retomó el curso inicial de su conversación con su madre.

    —¿Y luego que más ocurrió?

    —Pues nos relató lo que ya te conté: que te encontró desmayada y que debíamos avisar a la policía porque había un hombre muerto en el bosque. Luego de darle las gracias, se marchó de la casa. Y después vino la policía y todo lo demás.

    Lily y su madre continuaron hablando sobre otros temas, sobre cómo estaba su familia en sus días de ausencia, sobre sus amigos del instituto que habían ido a visitarla durante su estancia en el hospital, etc. Pasado un rato, Fiona Falks se despidió de su hija ya que era muy tarde, no sin antes prometerle que, al día siguiente, estaría con ella nuevamente, pero esta vez acompañada de su padre y de su hermana Erika.

    Minutos después, Lily se encontraba aburrida de estar en su habitación sin nada qué hacer. Revisó su teléfono móvil para llamar a su mejor amiga Hannah y contarle la buena nueva de su recuperación. Para su disgusto, se dio con la mala sorpresa de que su madre no había cargado la batería de su móvil.

    La muchacha revisó continuamente los canales de la pequeña televisión gris que se encontraba en su cuarto. Lastimosamente, ningún programa que se emitía en ese momento era de su interés. No fue sino hasta dar con un programa de noticias, Today Chanel, que un reportaje le llamó la atención. Un grupo numeroso de cuervos había sido visto en la zona de Willington, vecino de Borleyville, muy inusual para la época.

    ¡Los granjeros de Willington están muy consternados! —narraba la relatora de noticias.— Las cosechas de cereales se han visto afectadas de forma alarmante. Y todo esto ha sido atribuido al avistamiento de numerosos cuervos, poco común para la temporada. Incluso, como van a ver a continuación, algunos cuervos han sido vistos quitando la ropa de los espantapájaros que están al cuidado de una cosecha. El alcalde, en coordinación con los ornitólogos y los comités de granjeros, está estudiando promover la caza de estas aves para, así, disminuir su número en salvaguarda de las cosechas. Las asociaciones protectoras de animales se oponen a esta medida…

    La televisión mostraba imágenes de unos cuervos revoloteando alrededor de varios cultivos de cereales. En una escena donde varios de ellos desvestían a un espantapájaros, la cámara hizo un acercamiento a uno de ellos, que estaba posado sobre lo alto del palo del muñeco. Por algún motivo, Lily sintió un espanto al observar la mirada de quien parecía ser el líder de la bandada de aves. Rápidamente, se dio cuenta de que la sensación le era similar a la que había sentido durante su extraño sueño.

    —¡No podrás librarte de nosotros! —exclamó la voz de la ave dentro del televisor.

    La muchacha no podía creer lo que sus oídos escuchaban. ¿Cómo era posible que un ave hablara?

    Lily apagó rápidamente la televisión y dejó caer al suelo el control remoto del aparato. El sólo escuchar esa extraña y terrorífica voz mezclada con el croar del ave, hizo que se le erizara la piel de gallina.

    ¿Estaré soñando? —pensó Lily.

    Pero no, no era posible. Ya anteriormente había tenido un espantoso sueño, pero sólo había sido eso, un sueño. Su madre había estado a su lado para explicarle que había estado inconsciente durante varios días. El galeno la había examinado minuciosamente y, según parecía, todo estaba bien en ella.

    Dado lo que había ocurrido, la muchacha no se sentía segura en su habitación. La extraña sensación de sentirse acorralada la embargó nuevamente. El escuchar a un ave dirigirse a ella, que había sido filmada y transmitida en un programa de televisión, la hacía sentirse indefensa, pero a la vez estupefacta.

    —¿Qué diablos estará ocurriendo aquí? ¿Cómo puede ser que un cuervo hable de lo más normal en televisión y lo transmitan como si nada? —habló consigo misma la adolescente.

    Rápidamente, ella cogió su bata que estaba pulcramente doblada sobre una silla al lado de su cama y se la puso. Cogió torpemente la perilla de la puerta para salir rápidamene de ese recinto. Tanto era su nerviosismo que sus manos le temblaban y difícilmente podían responder a lo que su cerebro le dictaba que hicieran.

    Raudamente, caminó con dirección a la recepción del hospital. A pesar de ser de noche, debería haber enfermeras de guardia. Lily se sentiría segura al lado de la compañía de cualquier persona. Era eso mejor a estar sola en su televisión y ver a un cuervo hablarle en la televisión.

    Una enfermera que estaba de guardia en la noche, de cabello corto y de mediana edad, encontró a la chica deambulando en los pasillos del hospital. Inmediatamente, se dirigió donde ella.

    —¿Qué hace tan tarde fuera de su habitación? —le increpó la sanitaria.

    —No podía dormir, así que decidí salir a caminar un poco —respondió Lily. Y era verdad. No podía conciliar el sueño, pero tampoco le iba a decir el motivo. Si le decía que había escuchado a un cuervo hablarle en un programa de televisión, la creerían loca. Después la derivarían con los psiquiatras y su estancia en el Hospital “Saint Francis” sería más larga aún.

    —Son casi la medianoche, señorita —dijo la enfermera— Si no puede conciliar el sueño, le preguntaré a su médico si le puedo dar pastillas para dormir.

    —No es necesario —señaló Lily.

    —¿Quién es su doctor? —le interrogó la enfermera.

    —Creo que se llama Cross, Henry Cross.

    —Pues él no se encuentra ahora en el hospital. Ya terminó su turno y se ha retirado hace un rato.

    —Como le digo, no es necesario que lo llame ni que me den pastillas. Sólo no podía dormir y me aburría en mi habitación. Por eso salí a dar unos pasos y conocer el hospital.

    —Es muy tarde, señorita y hace mucho frío. Por favor, hágame caso y regrese a su dormitorio.

    A pesar de que Lily le dio muchas excusas y trató de convencer a la enfermera de que le permita recorrer el hospital, ésta se negó. De mala gana, tuvo que hacer el ademán de que le hacía caso y volvía a su cuarto.

    Una vez de que la sanitaria parecía convencida de que la chica le iba a obedecer y la dejó tranquila, Lily se las ingenió para ir a la sala de recreo. Quizás ahí podría encontrar a otros pacientes, insomnes como ella, que se habían escurrido de sus enfermeras. Necesitaba de la compañía de alguien más para olvidarse del extraño suceso que había ocurrido minutos antes.

    Cuando llegó a la sala de recreo, Lily observó desde la puerta que no era la única persona en la estancia. A lo lejos, podía verse a un joven sentado en compañía de una mujer anciana en sillas de ruedas.

    Lentamente, la muchacha se acercó hacia ellos. El chico, quien estaba de espaldas a ella, parecía estar leyéndole un libro a la anciana. La mujer se veía muy atenta a lo que su acompañante le relataba.

    A pocos metros de ellos, Lily decidió presentarse para romper el hielo y entablar cualquier conversación. Quería distraerse con cualquier cosas y alejar de sus pensamientos el miedo que había sentido anteriormente en su habitación.

    —Ehhh… ¡Buenas noches! —saludó Lily tímidamente.

    —¡Buenas noches, muchachita! —contestó la anciana con una amable mirada.

    —¡Hola! —dijo el chico, quien dejó el libro que leía sobre una pequeña mesa que estaba a su lado. Lentamente, volteó su rostro y le dedicó una hermosa sonrisa.— ¿Cómo estás? ¿Ya te encuentras mejor?

    —¡¿Tú?! —exclamó Lily.

    El muchacho que la saludaba era Axel, el joven que había conocido días antes en el bosque. ¿Qué hacía él en el hospital? ¿Y a esa hora de la noche?
     
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