Drabble Bruja (left 4 dead)

Después de que una pandemia global a azotado la tierra, cuatro supervivientes inmunes buscan su salvación, enfrentando a hordas de infectados y otra criaturas que la enfermedad los a mutado en algo mas…

Bruja

En aquella espectral noche, en aquel trémulo edificio ya fragmentado por las zarpas despiadadas del tiempo y holocausto que había caído sobre nosotros. Se escucha un breve la lamento, conjurado ha los cuatro por el terrible céfiro que despiadado advertía con esto nuestro inminente final. Cada vez era mas y mas fuerte aquel llanto desgarrador que helaba cada miligramo de de la sangre y rememorada en nuestras mentes y corazones las mas horribles pesadillas, estaría allí oculta entre las sombras aquella sombría y asesina criatura, corrompida mas que cualquier otra de los monstruos que ahora rondaban la ciudad.
Fortuito fue el instante en que la desafortunada la victima que insensatamente con aquella luz de la lámpara evoco su presencia. Un lastimero y escalofriante alarido fue emitido el engendro, que yacía de cuclillas en un rincón de la habitación, repugnante era su figura, esquelética, deteriorada, inhumana, con ese destrozado vestido blanco ya mancillado al igual que su espíritu, prenda que portó en otros tiempos para aquella ceremonia nupcial que nunca ocurrió y jamás lo hará, aquella por la que tal vez ,emite sus lamentos.
Se levanta y se dirige hasta nosotros rapaz y homicida como si la misma oscuridad pudiese envolverla y transportarla. Un grito ahogado, un victima mas, un condenado, a pesar de nuestros esfuerzos, alguien a caído en las sombras. Espeluznantes y afligidos eran los gritos prorrumpidos por el desgraciado que ahora era destrozado bajo sus ingentes sus garras manchadas de sangre, que inútilmente buscaba cubrir su rostro con su manos e implorando ayuda. Confundidos estos lamentos por segundos por los crueles y bestiales sonidos que emitía el monstruo tal vez para jactarse de su victima. Fulminantes destellos, estruendos en la oscuridad varios disparos de mi arma de fuego y la criatura cayó muerta al piso exclamando un aullido sordo. Ofrecí mi mano al herido que tambaléate, la acepto.
Así continuamos nuestro viaje observando el rojo atardecer, sabiendo que otro lugar otros han caído, en este mundo agonizante, rogando en vano que sea la ultima vez...